tag:blogger.com,1999:blog-43919522707516415202024-03-05T01:21:37.196-08:00Estafetaestafetahttp://www.blogger.com/profile/10314797590011827695noreply@blogger.comBlogger201125tag:blogger.com,1999:blog-4391952270751641520.post-24163763597609660552023-02-02T13:25:00.000-08:002023-02-02T13:25:43.659-08:00Charles Darwin – La expresión de las emociones (3) Sorpresa, asombro, miedo y horror<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">
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<div style="font: normal normal normal 16px/normal 'Times New Roman'; line-height: 20px; margin-bottom: 0px; margin-left: 28.4px; margin-right: 0px; margin-top: 3px; text-align: center;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify;">
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<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">
<i>Sorpresa, asombro. –Elevación de las cejas. –Apertura de la boca. –Poner los labios hacia fuera que acompañan a la sorpresa. –Admiración. –Miedo. –Terror. –Erizamiento del pelo. –Contracción del músculo cutáneo. –Dilatación de la pupila. –Horror. –Conclusión. </i></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify;">
<i></i></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Si la atención es repentina e intensa puede transformarse de modo gradual en sorpresa, ésta en asombro, y a su vez esta última en pasmo de estupefacción, un estado de ánimo que tiene una estrecha analogía con el terror. La atención se manifiesta por una ligera elevación de las cejas, y cuando dicho estado crece hasta la sorpresa se elevan aún mucho más, con los ojos y la boca muy abiertos. La elevación de las cejas es necesaria para que los ojos puedan abrirse con amplitud y rapidez. Este movimiento produce arrugas transversales a lo largo de la frente. El grado de apertura de los ojos y la boca se corresponde con el grado de sorpresa que se experimente, si bien dichos movimientos deben ir coordinados, pues una boca muy abierta con las cejas sólo un poco elevadas da como resultado una mueca sin sentido, tal como el Dr. Duchenne ha mostrado en una de sus fotografías (1.) Por otra parte, es frecuente ver cómo una persona simula sorpresa con una mera elevación de las cejas. </div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
El Dr. Duchenne ha ofrecido la fotografía de un hombre mayor con las cejas muy elevadas y arqueadas por la galvanización del músculo frontal, y con la boca voluntariamente abierta. Esta figura expresa sorpresa con mucha verosimilitud . Yo se la mostré a 24 personas sin una sola palabra explicativa y sólo una de ellas dijo no entender qué significaba. Una segunda persona respondió que era terror, lo cual no está tan equivocado, pero algunas otras añadieron a los términos «sorpresa» o «asombro» epítetos como horripilado. afligido, doloroso, disgustado. </div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Los ojos y la boca muy abiertos constituyen una expresión universalmente reconocida como sorpresa o asombro. Así, Shakespeare dice: «He visto a un herrero parado con la boca abierta tragándose las noticias de un sastre» <i>(El Rey Juan, </i>acto IV, esc. II). Y también: «Con la mirada fija uno en el otro parecía que iban a sacar los ojos de las cuencas. Existía un habla en su mudez, lenguaje en cada uno de los gestos y tenían un aire como si se hubiesen enterado del fin del mundo» <i>(Cuentos de invierno, </i>acto V, ese. II). </div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Mis informadores responden con notable uniformidad sobre esa misma impresión respecto a las diversas razas humanas. Los citados movimientos de las facciones aparecen a menudo acompañados de ciertos gestos y sonidos que a continuación se describen. Doce observadores en diferentes partes de Australia están de acuerdo sobre este extremo. El Sr. Winwood Reade ha observado dicha expresión en los negros de la costa de Guinea. El jefe Gaika y otros responden que <i>sí </i>a mi pregunta respecto a los cafres de Sudáfrica, y también lo hacen otros de forma categórica respecto a los abisinios, ceilandeses, chinos, fueguinos, varias tribus de Norreamérica y neo-zelandeses. Respecto a estos últimos el Sr. Stack asegura que la expresión aparece con mayor claridad en algunos individuos que en otros, aunque todos se esfuerzan lo que pueden para disimular sus sentimientos. Los dyaks de Borneo, al decir del Rajá Brooke , abren mucho los ojos cuando se asombran, balancean a menudo la cabeza de un lado a otro y se golpean el pecho. El Sr. Scott me informa de que a los trabajadores del Jardín Botánico de Calcuta les está rigurosamente prohibido fumar, pero a menudo desobedecen la orden, y cuando se les sorprende de repente, lo primero que hacen es abrir mucho los ojos y la boca. Después lo normal es que se encojan de hombros, al darse cuenta de que ya es inevitable que les descubran, o fruncen el ceño y patean el suelo de rabia. Enseguida se reponen de la sorpresa y muestran un miedo servil mediante la relajación de todos los músculos; la cabeza parece hundirse los hombros, los ojos perdidos van de acá para allá y suplican que no se lo tengan en cuenta. </div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
El famoso explorador australiano Sr. Stuart ha ofrecido (2) un sorprendente relato de un estado de estupefacción acompañado de terror en un nativo que nunca hasta entonces había visto a un hombre a lomos de un caballo. El Sr. Stuart se aproximó a él sin ser visto y le llamó desde una corta distancia: «Se dio la vuelta y me vio. No sé lo que pensaría, pero nunca he visto un cuadro tan perfecto de miedo y asombro. Se quedó parado, incapaz de mover un miembro, clavado en el sitio, con la boca abierta y los ojos fijos... Permaneció inmóvil hasta que nuestro criado negro llegó a pocas yardas de él: entonces, tirando su maza, se subió a una acacia todo lo alto que pudo». No podía hablar y fue incapaz de responder una sola palabra a las preguntas del criado negro, mientras temblaba de pies a cabeza, «agitando su mano hacia nosotros para que desapareciéramos». </div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Cabe pensar que las cejas se elevan por un impulso innato o instintivo, partiendo del hecho de que Laura Bridgman actúa invariablemente así cuando se asombra, tal como asegura la señora que ha estado durante mucho tiempo a su cuidado. Como la sorpresa se produce por algo inesperado o desconocido, es natural que al sorprendernos deseemos percibir la causa con la mayor rapidez posible. Por consiguiente abrimos del todo los ojos de modo que campo de visibilidad pueda aumentar y los globos oculares se muevan bien en cualquier dirección. Sin embargo esto apenas sirve para explicar por qué las cejas se elevan hasta punto, ni la cerril fijación de los ojos abiertos. La explicación se basa, a mi juicio, en la imposibilidad de abrir los ojos con mucha rapidez con la mera elevación del párpado superior. Para realizarlo las cejas deben retirarse con energía. Cualquiera que intente abrir los ojos todo lo rápido posible ante un espejo notará que actúa así. El enérgico movimiento de las cejas hacia arriba abre los ojos tanto que quedan fijos, con todo el blanco expuesto alrededor del iris. Más aún, la elevación de las cejas es una ventaja para mirar hacia arriba, pues en cuanto descienden impiden que veamos en esa dirección. Sir </div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
C. Be1l (3) ofrece una curiosa y pequeña prueba del papel que cumplen las cejas en la apertura de los ojos: En un hombre borracho por completo, todos los músculos están relajados y en virtud de ello los párpados caen de la misma manera que cuando no nos tenemos de sueño. Para contrarrestar esta tendencia, el borracho levanta las cejas, lo cual le otorga ese aire perplejo y atontado que tan bien ha sabido representar Hogarth en uno de sus cuadros. Una vez conseguido el hábito de elevar las cejas para poder ver todo lo que nos rodea con la mayor rapidez posible, el movimiento puede reproducirse por la fuerza de la asociación cada vez que se siente asombro por alguna causa, incluso por un miedo repentino o una idea. </div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
En las personas adultas, cuando se levantan las cejas, toda la frente se pone muy arrugada por líneas transversales, aunque en los niños esto sólo ocurre en muy ligera medida. Las arrugas corren en líneas concéntricas a cada ceja y confluyen de modo parcial en el medio. Son muy característicos de la expresión de sorpresa o asombro. Tal como señala Duchenne (4), cada ceja, cuando se eleva, se pone también un poco más arrugada de lo que estaba antes. </div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
La causa de que la boca se abra se siente asombro es una cuestión mucho más compleja, ya que parecen concurrir varias causas para llegar hasta este movimiento. A menudo se ha supuesto (5) que de esa forma el sentido de la audición se hace más agudo, pero yo he observado a personas escuchando con atención un débil sonido cuya naturaleza y fuente conocían muy bien, sin abrir por ello la boca. Por lo tanto, durante cierto tiempo pensé que la boca abierta podría ayudar a distinguir la dirección de procedencia de un sonido al proporcionar otro canal de entrada a través de la trompa de Eustaquio. Sin embargo el Dr. Ogle (6) ha sido tan amable como para estudiar los más recientes conocimientos sobre las funciones de la trompa de Eustaquio, y me informa de que existen pruebas casi concluyentes de que permanece cerrada excepto durante el acto de deglución, y que en las personas en quienes se mantiene abierta por alguna anormalidad, el sentido de la audición no mejora en absoluto, al menos por lo que se refiere a los sonidos extremos. Por el contrario, se dificulta con los sonidos respiratorios, que se hacen entonces muy nítidos. Si se coloca un reloj dentro de la boca sin permitir que toque los lados, el tic-tac se oye con mucha menos claridad que cuando está fuera. En aquellas personas cuya trompa de Eustaquio está cerrada de forma permanente o temporal por alguna afección o por un catarro, el sentido auditivo resulta dañado, si bien ello puede explicarse por la mucosidad que se acumula en el interior del conducto y por la consiguiente expulsión del aire. Por lo tanto cabe pensar que bajo las sensaciones de asombro la boca no se mantiene abierta para poder oír sonidos con mayor nitidez. Con todo y con ello las personas sordas suelen mantener la boca abierta. </div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Toda emoción repentina, incluido el asombro, acelera la actividad cardiaca y con ella la respiración. No obstante, tal como señala Gratiolet (7), y según creo yo también, podemos respirar con mucha mayor suavidad a través de la boca abierta que a través de los orificios nasales. Por lo tanto, cuando queremos oír con atención algún sonido dejamos de respirar o respiramos todo lo quedo posible abriendo la boca, al tiempo que mantenemos el cuerpo inmóvil. Uno de mis hijos se despertó de noche por un ruido, circunstancia que suele producir gran preocupación, y después de unos minutos se dio cuenta de que tenía la boca muy abierta. Comprendió entonces que la había abierto para respirar con el mayor sigilo posible. Este punto de vista se refuerza por el caso de los perros, en los cuales sucede todo lo contrario. Cuando un perro jadea después de un esfuerzo, o en un día caluroso, respira profundamente. Pero si su atención se despierta de pronto, empina al instante las orejas para escuchar, cierra la boca y respira con todo el sosiego de que es capaz a través de la nariz. </div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Cuando se concentra la atención durante largo rato fijándola con cuidado en algún objeto o cuestión, todos los órganos del cuerpo se olvidan y descuidan (8) y como la energía nerviosa de cada individuo es limitada en su cuantía, se transmite poco a cada parte del sistema, excepto aquella que en ese momento es empujada a una acción enérgica. Por lo tanto, muchos de los músculos tienden a quedar relajados y la mandíbula cae por su propio peso. Esto explica la caída de la mandíbula y la boca abierta de una persona pasmada por el asombro, cosa que ocurre quizá cuando está afectada con menor intensidad. Yo había advertido este semblante, tal como encontré registrado en mis notas, en niños muy pequeños cuando la sorpresa era sólo moderada. </div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Hay aún otra causa muy efectiva que produce la apertura de la boca cuando estamos asombrados y, en especial, cuando nos asustan de repente. Podemos realizar una inspiración completa y profunda con mucha mayor facilidad a través de la boca muy abierta que a través de la nariz. Ahora bien, cuando nos asustamos ante cualquier sonido o visión repentinas, casi todos los músculos del cuerpo se ponen en acción inmediata e involuntaria con el fin de protegernos o escapar de un peligro, que es lo que habitualmente asociamos a algo inesperado. Ahora bien, tal como al principio se explicó, siempre nos preparamos sin darnos cuenta para cualquier ejercicio dando en primer lugar una profunda y completa inspiración y por lo tanto abriendo la boca. Si a continuación no tiene lugar un esfuerzo y seguimos asombrados, dejamos por un momento de respirar o respiramos con todo el sigilo posible para que pueda escucharse con nitidez cualquier sonido. O también, si nuestra atención sigue estando absorta con cuidado y durante un rato, todos nuestros músculos se relajan y la mandíbula, que al principio se abrió de repente, permanece caída. Así pues, concurren varias causas en este mismo movimiento cada vez que se siente sorpresa, asombro o pesar. </div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Aunque por lo general nuestra boca se abre cuando nos sentimos afectados de esa forma, es frecuente que los labios se saquen un poco hacia fuera. Este hecho nos recuerda el mismo movimiento de los chimpancés y los orangutanes cuando se asombran, aunque en ellos se produce en un grado mucho más intenso. Dado que una fuerte espiración sucede, como es natural, a la inspiración profunda que acompaña al primer movimiento de sorpresa repentina, y es frecuente que los labios se coloquen hacia fuera, parece que puedan explicarse así los diversos sonidos que suelen emitirse. No obstante a veces sólo se oye una fuerte espiración. Por ejemplo, Laura Bridgman, cuando se asombra, redondea y saca hacia fuera los labios, los abre y respira con fuerza (9), Uno de los sonidos más comunes es un profundo <i>¡oh!, </i>lo cual podría deberse como es lógico, y según explica Helmholtz, a que la boca está un tanto abierta y los labios hacia fuera. En cierta ocasión, en una noche tranquila, se dispararon algunos cohetes desde el «Beagle» en una pequeña ensenada de Tahití, para entretener a los nativos, y cada vez que se soltaba un cohete se producía un silencio absoluto seguido siempre por un profundo gemido de <i>¡oh! </i>que resonaba por toda la bahía. El Sr. Washington Mathews dice que los indios de Norteamérica expresan su asombro por un gemido, y de acuerdo con el Sr. Windwood Reade los negros de la costa oeste de Africa sacan los labios hacia fuera y emiten un sonido que suena como <i>¡ay, ay! </i>Si la boca no se abre mucho cuando los labios están bastante echados hacia fuera, se produce un ruido como de soplar, un siseo o silbido. El Sr. R. Brough Smith me informa de que un australiano del interior fue llevado al teatro para ver a un acróbata que daba rápidas vueltas de cabeza sobre los talones: «quedó muy asombrado y sacó hacia fuera los labios haciendo un ruido con la boca como si soplara una cerilla». De acuerdo con el Sr. Bulmer los australianos cuando están sorprendidos emiten la exclamación <i>¡korki!, </i>«y al hacerlo ponen la boca hacia fuera como si fueran a silbar». </div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Nosotros los europeos solemos silbar como signo de sorpresa. Así, en una reciente novela (10) se dice: «entonces el hombre expresó su asombro y desaprobación con un silbido prolongado». Tal como me informa el Sr. J. Mansel Weale, una muchacha cafre «al enterarse del elevado precio de un artículo, levantó las cejas y silbó exactamente igual a como lo haría un europeo». El Sr. Wedgwood dice que tales sonidos suelen ser transcritos al inglés como <i>whew</i>* y sirven como interjecciones de sorpresa. </div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
De acuerdo con otros tres observadores, los australianos revelan a menudo su asombro por medio de un sonido de cloqueo. También los europeos expresan a veces una ligera sorpresa por un pequeño chasquido de la lengua de índole muy similar. Hemos visto que cuando nos asustamos la boca se abre de repente, y si sucede que la lengua está entonces pegada al paladar su repentina separación producirá un sonido de este tipo que puede así haber llegado a expresar sorpresa. </div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Volvamos a los gestos del cuerpo. Es frecuente que una persona sorprendida eleve las manos abiertas por encima de la cabeza o que doble los brazos sólo a la altura de la cara. La superficie de las palmas se dirige hacia la persona que produce tal sentimiento y los dedos, rectos, se separan. Dicho gesto está reproducido por el Sr. Rejlander en la lámina, fig. 1. En la «Ultima cena» de Leonardo da Vinci dos de los apóstoles tienen las manos medio levantadas expresando a las claras su asombro. Un observador de todo crédito me contó que hacía poco había encontrado a su mujer en las circunstancias más inesperadas: «se sobresaltó, abrió mucho la boca y los ojos, y colocó ambos brazos por encima de la cabeza». Hace varios años quedé sorprendido al ver a varios de mis hijos pequeños juntos, haciendo, muy serios, algo sobre el suelo, aunque la distancia era demasiado grande para poder preguntar de qué se trataba. Por tanto me llevé las manos a la cabeza, abiertas y con los dedos extendidos. Nada más hacerlo me di cuenta de mi acción. Esperé entonces sin decir una palabra para ver si mis hijos habían comprendido el gesto, y según se acercaban corriendo hacia mí gritaron: «Ya vimos que te asustaste por nosotros». No sé si este gesto es común a diversas razas humanas, ya que no me he preocupado de hacer preguntas sobre él. Que es innato o natural puede inferirse por el hecho de que Laura Bridgman cuando se asombra «extiende los brazos y vuelve las manos hacia arriba con los dedos extendidos» (11). No es probable, teniendo en cuenta que el sentimiento de sorpresa suele ser breve, que pueda haber aprendido gesto a través de su agudo sentido del tacto. </div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: 14px;">• Que sonaría en castellano como <i>uiu, </i>poco más o menos. </span></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Huschke describe (12) un gesto distinto aunque combinado con él, y que según dice aparece en ciertas personas cuando se asombran. Se mantienen erguidas, con las facciones tal como se acaba de describir pero con los brazos rígidos extendidos hacia atrás, con los dedos estirados y separados entre sí. Nunca he visto por mí mismo dicho gesto, pero es probable que Huschke esté en lo cierto, pues un amigo mío preguntó a un hombre cómo podría expresar un gran asombro y enseguida se colocó en esa actitud. </div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Estos gestos son, creo yo, explicables por el principio de la antítesis. Hemos visto que un hombre indignado mantiene la cabeza erguida, cuadra los hombros, gira hacia fuera los codos, con frecuencia aprieta los puños, frunce el ceño y cierra la boca, mientras que la actitud de la persona indefensa es la contraria en cada uno de estos detalles. Ahora bien, una persona en estado de ánimo normal, que no esté haciendo nada ni pensando en nada de particular, suele mantener los dos brazos suspendidos con laxitud a ambos lados, con las manos algo flexionadas y los dedos juntos. Por lo tanto, el levantar los brazos de repente, ya sean los brazos por completo o sólo los antebrazos, el abrir las palmas y separar los dedos -o también enderezar los brazos extendiéndolos hacia atrás con los dedos separados- son movimientos en total antítesis con aquellos que se mantienen en un estado de ánimo indiferente, y son pues adoptados sin darse cuenta por parte de una persona asombrada. A menudo existe también un deseo de exhibir sorpresa de forma llamativa, y las anteriores actitudes son en tal caso muy adecuadas a esta intención. Cabe preguntarse por qué podría la sorpresa y sólo algunos estados de ánimo más, manifestarse por movimientos que son la antítesis de otros. Ahora bien, este principio no entrará en acción en el caso de aquellas emociones tales como el terror, alegría intensa, sufrimiento o rabia, que conducen de forma natural a ciertas líneas de acción y que producen ciertos efectos sobre el cuerpo, ya que en su conjunto el sistema está ocupado en eso mismo, y entonces dichas emociones resultan ya expresadas por tal vía con la mayor claridad. </div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Hay otro pequeño gesto que expresa asombro y del cual no puedo ofrecer explicación alguna. Se trata de colocar la mano sobre la boca o sobre alguna parte de la cabeza, y se ha observado en tantas razas humanas que debe tener algún origen natural. Un salvaje australiano fue introducido en una gran sala repleta de papeles oficiales que le sorprendieron mucho y gritó <i>¡cloc, cloc, cloc! </i>poniendo el dorso de la mano sobre los labios. El Sr. Barber dice que los cafres y fingoes expresan asombro con una mirada seria colocando la mano derecha sobre la boca y emitiendo la palabra <i>mawo </i>que significa «maravilloso». Se dice que los bosquimanos (13) ponen la mano derecha en el cuello doblando la cabeza para atrás. El. Sr. Winwood Reade ha observado que los negros de la Costa oeste de Africa cuando se sorprenden palmean la boca con las manos diciendo al mismo tiempo: boca se me pega» (es decir, a las manos), y he oído afirmar que éste es su gesto más común en tales ocasiones. El capitán Speedy me informa de que los abisinios colocan la mano en la frente con la palma hacia fuera. Por último, el Sr. Washington Mathews afirma que el signo convencional de asombro en las tribus salvajes del oeste de los Estados Unidos «se realiza colocando la mano semicerrada sobre la boca; al hacer esto la cabeza suele inclinarse hacia delante y a veces se emiten palabras o gemidos graves». Catlin 1(4 ) hace la misma observación de la mano puesta en la boca en los mandans y otras tribus indias. </div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
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<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<i>Admiración.– </i>Poca cosa necesita decirse sobre este punto. La admiración parece consistir en sorpresa asociada con algún placer y un sentimiento de aprobación. Cuando se siente con vivacidad los ojos se abren y las cejas se elevan; los ojos se ponen brillantes en vez de permanecer vacuos, como ocurre con el simple asombro, y la boca, en vez de embobarse abierta, se extiende en una sonrisa. </div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
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<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<i>Miedo, terror.</i>– La palabra «miedo» parece derivar de aquello que es repentino y peligroso (15) y la de «terror» del temblor de los órganos vocales y del cuerpo. Utilizo la palabra «terror» para un miedo extremo, pero algunos escritores opinan que debería limitarse a los casos en que está comprometida la imaginación de un modo especial. El miedo viene a menudo precedido de asombro y es por ello tan semejante a éste que ambos conducen a la alerta inmediata de los sentidos de la vista y del oído. En ambos casos los ojos y la boca se abren mucho y las cejas se elevan. La persona atemorizada se queda en principio inmóvil y sin respiración, como una estatua, o se agacha instintivamente para evitar que la observen. </div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
El corazón late con rapidez y violencia, de forma que palpita y golpea contra las costillas. Dudo sin embargo que funcione con más eficiencia de lo normal para enviar mayor provisión de sangre a todas las partes del cuerpo, pues la piel se pone enseguida pálida como en un incipiente desmayo. De todos modos es probable que esa palidez de la superficie se deba, en gran medida o exclusivamente. a que se ven afectados los centros vasomotores, hasta el punto de producir la contracción de las pequeñas arterias de la piel. Veremos que la piel resulta muy afectada bajo la sensación de un gran miedo por la sorprendente e inexplicable manera con que exuda de ella la transpiración. Este sudor es aún más llamativo cuando la superficie está fría (y de ahí el término «sudor frío») habida cuenta que las glándulas sudoríparas suelen estimularse para entrar en acción cuando la superficie corporal está caliente. También el vello de la piel se eriza y los músculos superficiales tiemblan. En consonancia con la actividad perturbada del corazón la respiración se acelera, las glándulas salivares actúan mal. la boca se queda seca (16) y a menudo se abre y se cierra. También he notado que bajo un ligero miedo existe una fuerte tendencia a bostezar. Uno de los síntomas más visibles es el temblor de todos los músculos del cuerpo, cosa que a menudo empieza a advertirse en los labios, Por esta causa, y dada la sequedad de la boca, la voz se hace ronca o confusa, o puede incluso llegar a perderse por completo. «Obstupui, stererunque comae, et vox faucibus haesit»*. </div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Hay una estupenda y muy conocida descripción de un miedo indefinido en Job: "Entre mis pensamientos ante los fantasmas de la noche, cuando ya el sueño había descendido sobre los hombres, el miedo vino a mí y temblé hasta que todos mis huesos se extremecieron. Entonces una sombra pasó por delante de mi rostro y los pelos de mi cuerpo se erizaron. Permaneció quieta, pero no pude discernir la forma que tenía delante: una imagen estaba ante mis ojos, todo estaba en silencio, y oí una voz que decía: ¿podrá un hombre mortal ser más justo que Dios? ¿Podrá un hombre ser más puro que su Hacedor?» (Job, IV, 13). </div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Cuando el miedo aumenta hasta llegar a la angustia del terror, experimentamos, tal como ocurre en todas las emociones violentas, alteraciones muy variadas. El corazón late con furia o puede dejar de actuar, con lo que sobreviene el desmayo. Hay una palidez como de muerte, la respiración es dificultosa, las aletas de la nariz se dilatan mucho. «Se produce un movimiento jadeante y convulsivo de los labios, un temblor en la concavidad del pecho, un nudo que no pasa en la garganta» (17) los globos oculares abiertos y saltones se fijan en el objeto del terror, o bien pueden moverse sin descanso de un lado a otro, <i>«huc illuc volvens oculos totumque pererrat»**</i>(18) Se dice que las pupilas se dilatan enormemente. Todos los músculos del cuerpo se ponen rígidos o pueden entrar en movimientos convulsivos. Las manos se abren y cierran con fuerza, a menudo con movimientos de sacudida. Puede que los brazos se echen hacia delante como para ahuyentar algún terrible peligro, o quizá suban con ímpetu por encima de la cabeza. El Rev. Sr. Hagenauer ha observado este último movimiento en un<b> </b>australiano aterrorizado. En otros casos se produce una repentina e incontrolable tendencia a huir con precipitación, tan intensa que los soldados más temerarios pueden verse dominados por un pánico súbito. </div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
*«Enmudecí, el pelo se me puso de punta y la voz se me quedó clavada en la garganta», libro 2, verso 774. </div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
**«Vuelve los ojos de un lado para orro y le recorre por completo», libro 4, verso 363. No se trata, sin embargo, de una expresión de terror sino de cólera: Dido se enfurece por la marcha de Eneas. </div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Cuando el miedo alcanza una intensidad máxima surge un horrible grito de terror. Grandes gotas de sudor aparecen en la piel y todos los músculos del cuerpo se relajan. Pronto sobreviene una suma postración y las facultades mentales se debilitan. Los intestinos se ven afectados y músculo del esfínter deja de actuar y no retiene ya el contenido del cuerpo. </div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
El Dr. Crichton Browne me ha proporcionado una posición tan sorprendente de miedo intenso en una mujer enferma mental de 35 años, que por triste que resulte no debe ser omitida. Cuando el paroxismo la domina grita: «¡esto es infierno!», «¡hay una mujer negra!», «!no puedo escapar!», y otras exclamaciones esta índole. Cuando grita así, sus miembros alternan entre la tensión y temblor. Por unos momentos cierra con fuerza las manos. mantiene los brazos separados hacia delante una posición rígida de semiflexión: luego, de repente, dobla cuerpo hacia delante, se balancea de un lado a otro , mesa los cabellos con los dedos. atenaza cuello y trata de desgarrarse los vestidos. Los músculos esternocleidomastoideos (que sirven para doblar la cabeza sobre pecho) se hacen prominentes, como si se hincharan, y la piel que está sobre ellos se pone mucho más arrugada. Su que está cortado por la nuca y que es lacio cuando está calmada, se pone ahora de punta y, con movimientos de manos, se desmelena el de la parte anterior. El semblante expresa una gran angustia mental. La piel de la cara y el cuello hasta las clavículas enrojece y las venas la frente y el cuello sobresalen como gruesas cuerdas. El labio inferior cuelga y se vuelve hacia fuera. La boca se mantiene medio abierta, con la mandíbula inferior proyectada hacia fuera. Las mejillas están hundidas y profundamente surcadas por líneas curvas que van desde las aletas de la nariz hasta los extremos de la boca. Por su parte las aletas de la nariz se elevan y estiran. Los ojos están muy abiertos y por debajo de ellos la piel aparece hinchada; las pupilas se dilatan; la frente está surcada por muchos pliegues transversales y las extremidades internas de las cejas se arrugan con intensidad, en líneas divergentes producidas por la fuerte y continua contracción de los superciliares. </div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
También el Sr. Bell ha descrito (19) la angustia de terror y desesperación que él mismo pudo ver en un asesino cuando le conducían al lugar de ejecución en Turín: «A ambos lados del carro tomaban asiento los prestes que oficiaban, y sentado en el medio iba el propio criminal. Era imposible presenciar el estado de este miserable desdichado sin terror. y sin embargo, como empujados por algún extraño impulso, resultaba también imposible no echar una mirada a un espectáculo tan salvaje y tan pleno de horror. Parecía tener unos treinta y cinco años de edad, con una complexión ancha y musculosa, y el semblante marcado por facciones duras y salvajes. Medio desnudo, pálido como un muerto, atormentado por el terror, cada miembro tenso por la angustia, las manos convulsivamente apretadas, el sudor brotando de su ceño arrugado y contraído, besaba sin cesar la imagen de Nuestro Salvador dibujada en la bandera que colgaba ante él. Pero lo hacía con una zozobra tan brutal y desesperada, que nada de lo que pueda haberse visto en ninguna representación puede proporcionar la más ligera idea». </div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Añadiré tan sólo otro caso ilustrativo de un hombre doblegado del todo por el terror: Un cruel asesino de dos personas fue conducido a un hospital bajo la impresión errónea de que se había envenenado a sí mismo. El Dr. W. Ogle le observó con detenimiento a la mañana siguiente cuando era maniatado y llevado por la policía. Su palidez era extremada, y su postración tan grande que apenas pudo vestirse por sí solo. Su pie sudaba y los párpados y la cabeza estaban tan caídos que era imposible vislumbrar siquiera sus ojos. La mandíbula inferior colgaba hacia abajo. No tenía contraído ningún músculo facial, y el Dr. OgIe está casi convencido de que no tenía el pelo de punta, que lo observó muy de cerca porque se lo había teñido para despistar. </div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Respecto a cómo se manifiesta el miedo en las diversas razas humanas, mis informadores están de acuerdo en que los síntomas son los mismos que en los europeos. Se manifiestan de un modo exagerado en los hindúes y en los nativos de Ceilán. El Sr. Geach ha visco malayos que cuando estaban aterrorizados se ponían pálidos y temblaban, y el Sr. Brough Smith afirma que un nativo australiano, «estando en una ocasión muy asustado, mostraba una tez casi igual a lo que nosotros denominamos palidez, hasta donde pueda concebirse en el caso de un hombre muy negro». El Sr. Dyson Lacy ha visto cómo un australiano manifestaba un miedo extremo por crispaciones nerviosas de las manos, pies y labios, y por la transpiración visible en la piel. Muchos salvajes no reprimen los signos de miedo tanto como los europeos, y a menudo tiemblan intensamente. Gaika afirma, en su inglés más bien pintoresco, que entre los cafres el temblor «del cuerpo se experimenta mucho y los ojos están muy abiertos». Entre los salvajes con frecuencia se relajan los músculos del esfínter, igual a como puede observarse en muchos perros asustados, y tal como yo he visto en monos cuando se aterrorizan al ser capturados. </div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<i>El erizamiento del pelo</i>.– Algunos síntomas de miedo requieren mayor atención. Los poetas hablan una y otra vez de los pelos de punta. Bruto dice al espíritu de Cesar «que le hiela la sangre y le pone tiesos los cabellos», y cardenal Beaufort, después asesinato de Glocester exclama: «Péinale los cabellos; ¡mira, mira!, están tiesos». Como yo no estaba seguro de que los literatos no hubiesen aplicado al hombre lo que con frecuencia puede verse en los animales, rogué al Dr. Crichton Browne que me informara respecto a los enfermos mentales. En su respuesta afirma que ha visto en repetidas ocasiones cómo el cabello se erizaba bajo la influencia de un terror extremo y súbito. Por ejemplo, en algunas ocasiones es necesario inyectar morfina bajo la piel de una mujer enferma mental, quien teme mucho esta operación (aun cuando le produzca muy daño) pues piensa que este veneno se está introduciendo en su organismo y que sus huesos se van a reblandecer y su carne a hacerse polvo. Se queda pálida de muerte, sus miembros se ponen rígidos por una especie de pasmo tetánico y su pelo se eriza en parte, en la zona anterior de la cabeza. </div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
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<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: center;">
<br /></div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: center;">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: x-small;">Fig. 1. Fotografía de mujer insana, para mostrar estado del pelo.</span></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
El Dr. Browne señala también que el encrespamiento del cabello, tan común en los enfermos mentales, no siempre va asociado con el terror. Se ve quizá con mayor frecuencia en los maníacos crónicos, quienes deliran de modo incoherente y tienen impulsos destructores. Pero es durante sus ataques de violencia cuando mejor se observa dicho encrespamiento. El hecho de que el pelo se erice bajo la influencia tanto de la rabia como del miedo, cuadra por completo con lo que hemos visto en animales inferiores. El Dr. Browne aduce varios casos como prueba. Por ejemplo. en un hombre que está ahora en e! asilo. antes de la recurrencia de cada ataque maníaco. «el cabello de su frente se levanta como las crines de un potro de Shetland». Me ha enviado fotografías de dos mujeres. tomadas en los intervalos de sus ataques y añade respecto a una de las mujeres «que el estado de su pelo es un criterio seguro y adecuado de su condición mental». He hecho copia de estas fotografías y el grabado proporciona. si se mira a cierta distancia. una representación fidedigna del original, con excepción de que el pelo parece demasiado tosco y demasiado ensortijado. La anómala condición del cabello en el enfermo mental se debe no sólo a su erección sino a su sequedad y aspereza provocada por el hecho de que las glándulas subcutáneas dejan de actuar. El Dr. Bucknill ha afirmado (20) que un lunático «es un lunático hasta la punta de los dedos». Debería haber añadido: y con frecuencia hasta la punta de cada pelo. </div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
El Dr. Browne menciona como confirmación empírica de la relación que existe en el enfermo mental entre el estado del cabello y el de la mente. que la mujer de un médico. quien estaba al cuidado de una señora que padecía de melancolía aguda, con un miedo intenso a su propia muerte y a la de su marido e hijos. le reprodujo de palabra a él, el día antes de recibir mi carta, lo que sigue: «Pienso Sra... que pronto mejorará. pues su pelo se está poniendo más suave, y siempre he notado que nuestros pacientes se ponen mejor cuando su pelo deja de estar áspero e indócil». </div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
El Dr. Browne atribuye en parte la persistente aspereza del pelo en muchos pacientes a que su mente está siempre algo transtornada y en parte a los efectos del hábito. o sea, a que el pelo está con frecuencia muy erizado durante muchos y repetidos ataques. En pacientes en quienes el erizamiento del cabello es extremado. la enfermedad suele ser crónica y mortal, pero en otros cuyo erizamiento es moderado, tan pronto como recuperan la salud mental el pelo recobra su suavidad. </div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
En un capítulo previo hemos visto que en los animales el pelo se eriza por la contracción de los diminutos e involuntarios músculos lisos que rodean cada folículo por separado. Unida a esta acción, el Sr. J. Wood ha podido comprobar con claridad mediante experimentos. según me ha informado. que en el hombre los pelos de la parte frontal de ,la cabeza que se inclinan hacia delante, y los posteriores que se inclinan hacia atrás, se levantan en direcciones opuestas por la contracción de los músculos occipito-frontales o cuero cabelludo, Así pues, parece que estos músculos ayudan a la erección del cabello en la cabeza del hombre, del mismo modo que los homólogos <i>panniculus carnosus </i>ayudan o contribuyen mucho a la erección de las espinas del dorso en algunos animales inferiores. </div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<i>Contracción del músculo cutáneo del cuello. </i>–Este músculo se extiende a ambos lados del cuello, prolongándose hacia abajo hasta un poco más allá de las clavículas y por arriba hasta la parte inferior de las mejillas. Una porción , denominada el risorio, (está representada en el grabado (M) de la figura 2). La contracción de este músculo empuja las extremidades de la boca y la parte inferior de las mejillas hacia abajo y hacia atrás. Al mismo tiempo produce en los niños abultadas crestas divergentes y longitudinales a los lados del cuello, y en las personas mayores arrugas finas y transversales. Se dice a veces que este músculo no está bajo control de la voluntad, pero casi siempre que uno se propone dirigir los ángulos de la boca hacia atrás y hacia abajo con gran fuerza, entra en acción. De todos modos he oído de un hombre que podía activarlo de forma voluntaria a cada uno de los lados del cuello por separado. </div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Sir C. Bell (21) y otros han defendido que este músculo se contrae con fuerza bajo el influjo del miedo, y el Dr. Duchenne insiste tanta vehemencia sobre su importancia en la expresión de esta emoción, que lo denomina el <i>músculo del espanto </i>Admite de todos modos que su contracción es por completo inexpresiva de no venir asociada con una gran apertura de los ojos y la boca. Ha ofrecido una fotografía (copiada y reducida en el grabado que acompaña) del mismo hombre adulto que en anteriores ocasiones. con las cejas muy levantadas, la boca abierta y el músculo cutáneo contraído, todo ello por medio de corrientes galvánicas. La fotografía original se enseñó a 24 personas y a cada uno por separado se les preguntó, sin darles orientación ninguna, qué expresión trataba de mostrar: veinte respondieron al instante que «temor intenso» u «horror». Tres dijeron que dolor, y una que un malestar muy grande. El Dr. Duchenne ha ofrecido otra fotografía del mismo hombre con el músculo cutáneo contraído, los ojos y la boca abiertos y las cejas oblicuas por corrientes galvánicas. La expresión así producida es muy sorprendente (ver lámina, fig. 2). La oblicuidad de las cejas otorga la apariencia de un fuerte transtorno mental. El original se enseñó a quince personas: doce respondieron que se trataba de terror u horror y tres angustia o gran sufrimiento. A partir de estos casos y por el examen de otras fotografías proporcionadas por el Dr. Duchenne, junto con sus observaciones, pienso que pueden caber pocas dudas de que la contracción del músculo cutáneo colabora mucho a la expresión de miedo. De todos modos difícilmente cabría llamar a este músculo el del espanto, pues en realidad su contracción no es un concomitante necesario para este estado de ánimo. </div>
<div style="font: normal normal normal 16px/normal 'Times New Roman'; line-height: 20px; margin-bottom: 0px; margin-left: 28.4px; margin-right: 0px; margin-top: 3px; min-height: 18px; text-align: center; text-indent: 28.4px;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjt_R_x10-UKoOrM6L27mnSZS0lp8r36DT7QkOok3j8KU2IUgvgWlo7D7HCGgxXjWzglmpUq89lEHrHHNiNUlooMlSSWG3kF68bGwbM0zH_IF1jW1YqDEcuAuIrmkwSyIYOIyB_VMrj-T4/s1600/fig2.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjt_R_x10-UKoOrM6L27mnSZS0lp8r36DT7QkOok3j8KU2IUgvgWlo7D7HCGgxXjWzglmpUq89lEHrHHNiNUlooMlSSWG3kF68bGwbM0zH_IF1jW1YqDEcuAuIrmkwSyIYOIyB_VMrj-T4/s200/fig2.png" width="173" /></a></div>
<div style="font: normal normal normal 16px/normal 'Times New Roman'; line-height: 20px; margin-bottom: 0px; margin-left: 28.4px; margin-right: 0px; margin-top: 3px; min-height: 18px; text-align: center; text-indent: 28.4px;">
<br /></div>
<div style="font: 12.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: center;">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: x-small;">Fig 2. Terror. A partir de una fotografía tornada del Dr. Duchenne</span><span style="font: normal normal normal 16px/normal 'Times New Roman';"><span class="Apple-style-span" style="font-size: x-small;">.</span></span></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Una persona puede dar muestras de un terror extremo de la manera más clara por una palidez mortal, por gotas de transpiración en la piel y por la máxima postración de todos los músculos del cuerpo, relajados por completo, incluido el músculo cutáneo. Aunque el Dr. Browne ha visto a menudo en enfermos mentales cómo este músculo temblaba y se contraía, no ha sido capaz de relacionar dicha acción con un estado emocional, aun cuando ha prestado cuidadosa atención a pacientes que sufrían un miedo grande. Por otro lado el Sr. Nicol ha observado tres casos en los cuales este músculo parecía estar más o menos contraído de continuo bajo la influencia de la melancolía asociada con mucho temor, aunque en uno de estos casos estaban sometidos a contracciones espasmódicas varios otros músculos en torno al cuello y la cabeza. </div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
El Dr. W. Ogle observó a petición mía en un hospital de Londres, unos treinta pacientes momentos antes de ser sometidos a la acción del cloroformo para operarles. Mostraron algo de azoramiento, pero no gran terror. Tan sólo en cuatro casos podía verse contraído el músculo cutáneo y no empezó a contraerse hasta que los pacientes no se pusieron a gritar. El músculo parecía contraerse en el momento mismo de realizar cada inspiración profunda. </div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: center;">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: x-small;">LÁMINA </span></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: center;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjNxV0w21ikGPDs4IYC428tn5u0tbtcV5JCZjOeF6p4JX_xOPmzZfdikNheTh3rxmFiKElnPrDgYWCOP2kF4DIBQtKb1xRs2ElcsE8hamasZ56b95-nYpPLjLAoHV0d-VMXHwmiuR_kBJM/s1600/lam1.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjNxV0w21ikGPDs4IYC428tn5u0tbtcV5JCZjOeF6p4JX_xOPmzZfdikNheTh3rxmFiKElnPrDgYWCOP2kF4DIBQtKb1xRs2ElcsE8hamasZ56b95-nYpPLjLAoHV0d-VMXHwmiuR_kBJM/s200/lam1.png" width="182" /></a></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: center;">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: x-small;">1</span></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjNwYNyoYdxMLvYOBs8R1LYdH9kuQa8hbOHXIUd0ikTSiAP9eYJllReedEfz7GxCCYm2cvG9VMcq3jq8y6JNDXBghDNeg9KNQv-HqCa2x52HfwgYcUTaZBv6ZspTGG1j78Tj74yUebcM9M/s1600/lam2.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjNwYNyoYdxMLvYOBs8R1LYdH9kuQa8hbOHXIUd0ikTSiAP9eYJllReedEfz7GxCCYm2cvG9VMcq3jq8y6JNDXBghDNeg9KNQv-HqCa2x52HfwgYcUTaZBv6ZspTGG1j78Tj74yUebcM9M/s200/lam2.png" width="178" /></a></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: center;">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: x-small;">2</span></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: center;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Así pues, resulta muy dudoso que su contracción dependa por completo de la emoción del miedo. En un quinto caso, en que el paciente no recibió cloroformo, se aterrorizó mucho más y el músculo cutáneo se contrajo con mucha mayor fuerza y persistencia que en los demás casos. Pero incluso aquí hay espacio para la duda, pues este músculo, que parecía estar más desarrollado de lo normal, se contrajo, al decir del Dr. Ogle, cuando el hombre separaba la cabeza de la almohada mientras la operación estaba ya en marcha. </div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Puesto que yo me sentía muy interesado de por qué, en cualquier caso, un músculo superficial del cuello pudiera resultar especialmente sensible al miedo, recurrí a mis muchos y amables corresponsales solicitándoles datos sobre la contracción de este músculo en circunstancias distintas. Sería superfluo reproducir todas las respuestas que he recibido. Demuestran que este músculo actúa bajo muy distintas condiciones. Se contrae con violencia en la hidrofobia y algo menos en el tétanos. A veces lo hace de modo muy marcado durante la insensibilidad producida por el cloroformo. El Dr. Ogle observó dos pacientes varones que padecían tal dificultad para respirar que su tráquea hubo de ser perforada, y en ambos casos el músculo cutáneo se contraía con fuerza. Uno de estos hombres entreoyó la conversación de los médicos que le rodeaban y cuando fue capaz de hablar declaró que no se había asustado. En algunos otros casos de extrema dificultad para respirar, aun cuando no fuera precisa la traqueotomía y que observaron los Dres. Ogle y Langstaff, el músculo cutáneo no se contrajo. </div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
El Sr. J. Wood, quien ha estudiado con sumo cuidado los músculos del cuerpo humano, tal como puede comprobarse por sus varias publicaciones, ha visto a menudo cómo se contraía el músculo cutáneo en los vómitos, náuseas y sensaciones de desagrado, y también en los niños y adultos bajo la influencia de la rabia, por ejemplo en mujeres irlandesas discutiendo y peleando al tiempo que gesticulaban coléricas. Es probable que ello se debiera a la emisión de tonos agudos y airados, pues conozco una señora, músico excelente, que contrae siempre el músculo cutáneo al cantar ciertas notas agudas. También ocurre así, según he observado, en un joven al tocar ciertas notas de la flauta. El Sr. J. Wood me informa haber descubierto que el músculo cutáneo está más desarrollado en personas con el cuello ancho y anchos hombros, y que en familias que heredan estas peculiaridades su desarrollo suele venir asociado con' una gran capacidad de control voluntario sobre un músculo homólogo, el occipito-frontalis. que puede mover el cuero cabelludo. </div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Ninguno de los ejemplos precedentes puede arrojar mucha luz sobre el problema de la contracción del músculo cutáneo en virtud del miedo, pero a mi juicio no ocurre lo mismo con los casos que vienen a continuación. Se ha comprobado que el caballero a quien nos hemos referido antes, capaz de activar a voluntad este músculo en cualquiera de los dos lados del cuello por separado, contrae los dos siempre que se sobresalta. Ya se han ofrecido pruebas para demostrar que este músculo se contrae a veces cuando, debido a alguna enfermedad, la respiración se hace dificultosa, quizá con el fin de abrir mucho la boca, y durante las inspiraciones profundas por accesos de llanto antes de una operación. Ahora bien, cada vez que una persona se asusta por cualquier visión o sonido repentinos, efectúa al instante una inspiración profunda y es posible por ello que la contracción del músculo cutáneo se haya llegado a asociar con el sentimiento de miedo. Pero hay, a mi juicio, una conexión más eficaz: la primera sensación de miedo o la imaginación de algo temeroso suele provocar un escalofrío. Yo mismo me he sorprendido sufriendo un ligero e involuntario escalofrío ante un pensamiento doloroso, y he notado con claridad que el músculo cutáneo se contraía, y también me ocurre así al simular un escalofrío. He pedido a otros que hicieran otro tanto y en algunos se contrajo pero en otros no. Uno de mis hijos al salir de la cama se estremeció de frío y como se daba la circunstancia de que tenía la mano puesta en el cuello notó con claridad que el músculo se contraía con fuerza. Entonces se estremeció igual que antes pero a intención y en ese caso el músculo cutáneo ya no se vio afectado. El Sr. J. Wood ha observado también en varias ocasiones cómo ese músculo se contraía cuando los pacientes se desnudaban para ser reconocidos, en casos en que no estaban asustados, pero que temblaban algo a causa del frío. Por desgracia no he sido capaz de comprobar con certeza si el músculo cutáneo se contrae cuando todo el cuerpo tiembla en los momentos de frío producidos por un acceso febril. Pero como es indudable que se contrae con frecuencia durante los estremecimientos, y como un escalofrío o temblor suele acompañar a las sensaciones iniciales de miedo, poseemos a mi entender un indicio de su acción en este último caso. (23) No obstante, su contracción no acompaña de forma invariable al miedo, pues es probable que no actúe nunca bajo la influencia de un terror extremo o paralizador. </div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<i>Dilatación de las pupilas. – </i>Gratiolet insiste repetidas veces (24) en que las pupilas se dilatan de modo desmesurado siempre que se siente terror. No tengo razones para dudar de la agudeza de sus observaciones, pero no he conseguido obtener pruebas confirmadoras, exceptuando un ejemplo, que ya se utilizó antes, de una mujer enferma mental que padecía un intenso miedo. Cuando los escritores de ficción hablan de que los ojos se dilatan mucho sospecho que se refieren a los párpados. Las afirmaciones de Munro (25) de que en los loros el iris es muy sensible a las pasiones con independencia de la cantidad de luz, parece estar refiriéndose a esta cuestión. Sin embargo el Profesor Donders me informa de que él ha visto a menudo movimientos de las pupilas en estas aves que piensa pueden estar relacionados con su poder de acomodación a las distancias, poco más o menos del mismo modo en que nuestras pupilas se contraen cuando nuestros ojos convergen debido a la visión de cerca. Gratiolet advierte que las pupilas dilatadas parece como si estuvieran mirando dentro de una oscuridad profunda. Sin duda los miedos del hombre se han producido con frecuencia en la oscuridad, pero es difícil que pueda haber ocurrido tan a menudo o de forma tan exclusiva como para explicar que haya surgido así un hábito tan rígido y tan asociado a ello. Parece más probable, aceptando que la afirmación de Gratiolet sea correcta. que el cerebro se vea afectado de un modo directo por la poderosa emoción del miedo y reaccione sobre las pupilas. No obstante el Profesor Donders me ha hecho saber que se trata de una cuestión en extremo complicada. Como un posible esclarecimiento del asunto debo añadir que el Dr. Fyffe del Hospital de Netley ha observado en dos pacientes que las pupilas se dilataban con toda claridad durante los estados de frío producidos por un acceso febril. El Profesor Donders también ha visto a menudo una dilatación de las pupilas al irse a producir un desmayo. </div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<i>Horror. </i>–El estado de ánimo expresado por este término implica terror y es en algunos casos casi sinónimo de él. Muchos hombres deben haber sentido, antes del bendito descubrimiento del cloroformo. un gran horror ante la idea de una operación quirúrgica inminente. Aquél que teme a un hombre tanto como le odia sentirá, según el uso que Milton hace de la palabra, horror de él. Sentimos horror si vemos a alguien, por ejemplo un niño, expuesto a algún peligro instantáneo y fulminante. Casi todos experimentarían el mismo sentimiento en su más alto grado al presenciar torturas en un hombre o cuando va a ser torturado. En estos casos no existe peligro para nosotros mismos. pero por la fuerza de la imaginación y de la simpatía nos ponemos a nosotros mismos en el lugar del que sufre y sentimos algo muy afín al miedo. </div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Sir C. Bell advierte (26) que «el horror está colmado de energía: el cuerpo se encuentra en su máxima tensión, no desalentado por el miedo». Por lo tanto es probable que el horror pueda en general venir acompañado por la fuerte contracción del ceño. Pero como el miedo es uno de los elementos constituyentes puede que los ojos y la boca estén abiertos y que las cejas estén elevadas, en la medida en que la acción antagonista de los superciliares permita dicho movimiento. Duchenne ha presentado una fotografía (fig. 3) del mismo hombre mayor de antes, con la mirada más bien fija, las cejas elevadas en parte y contraídas con fuerza, la boca abierta y el músculo cutáneo en actividad, todo ello provocado por medio de corrientes galvánicas. Considera que la expresión así producida manifiesta un terror extremo, con un dolor o tortura horribles. Es<i> </i>probable que un hombre torturado hasta el límite en el que el sufrimiento le permita aún experimentar algún temor por el futuro, manifieste horror en un grado extremo. He enseñado el original de esta fotografía a 23 personas de ambos sexos y de varias edades. Trece de ellas contestaron enseguida: horror, dolor grande, tortura o angustia; tres respondieron que sobresalto máximo. Así pues, 16 respondieron casi de acuerdo con la idea de Duchenne. Sin embargo seis respondieron que cólera, guiados sin duda por la intensa contracción del ceño y dejando de lado la peculiar apertura de la boca. Una respondió «desagrado». En conjunto las respuestas indican que nos hallamos ante una muy buena representación de horror y angustia. La fotografía a que antes nos hemos referido (lámina, fig. 2) también muestra horror. pero en ella la oblicuidad de las cejas indica un gran desequilibrio mental en vez de energía. </div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
El horror viene por lo general acompañado de varios gestos que difieren según los individuos. A juzgar por las obras pictóricas todo el cuerpo suele volverse hacia atrás o encogerse, o bien los brazos se echan con fuerza hacia delante como para empujar lejos a algún objeto temible. El gesto más frecuente, por lo que se puede deducir de la acción de personas que intentan expresar una escena de horror imaginada con vivacidad, es la elevación de los dos hombros, con los brazos doblados y pegados a ambos lados del pecho. Estos movimientos son casi los mismos que suelen ejecutarse cuando sentimos mucho frío y por lo general van acompañados de un estremecimiento, así como por una profunda espiración o inspiración según que en ese momento el pecho esté distendido o contraído. Los sonidos que se producen entonces se expresan por palabras como <i>aj </i>o <i>uf</i> (28). Sin embargo no resulta obvio por qué cuando sentimos frío o expresamos un sentimiento de horror, presionamos los brazos doblados contra el cuerpo, elevamos los hombros y nos estremecemos. </div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjbSjqgSxVQv3tULlxnpD3PTGuSypXXEmT1kiWcPMrszh0EWFDec5USfzmxD2VM112wPg-eM7q6jBZBInFPYVRNCAYGMeGpcDjzhfU7Z-Jatlre9_dRBXgezCo1qB03m0M6KMeaqQ6r02k/s1600/lam3.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjbSjqgSxVQv3tULlxnpD3PTGuSypXXEmT1kiWcPMrszh0EWFDec5USfzmxD2VM112wPg-eM7q6jBZBInFPYVRNCAYGMeGpcDjzhfU7Z-Jatlre9_dRBXgezCo1qB03m0M6KMeaqQ6r02k/s200/lam3.png" width="184" /></a></div>
<div style="font: normal normal normal 16px/normal 'Times New Roman'; line-height: 20px; margin-bottom: 0px; margin-left: 28.4px; margin-right: 0px; margin-top: 3px; min-height: 18px; text-align: center; text-indent: 28.4px;">
<br /></div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: center;">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: x-small;">Fig. 3. Horror y angustia. Copiada de una fotografía tomada del Dr. Duchenne.</span></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<i>Conclusión. </i>He intentado describir aquí las diversas expresiones de miedo en su desarrollo gradual desde la mera atención por un susto o sorpresa hasta el terror u horror extremos. Algunos de los síntomas pueden explicarse a través de los principios del hábito, asociación y herencia. Tal es el caso de la acción de abrir mucho la boca y los ojos, con las cejas levantadas para poder ver con la mayor rapidez posible roda lo que nos rodea y para oír con claridad cualquier sonido que pueda llegar a nuestros oídos, pues es así como nos hemos preparado habitualmente para descubrir o enfrentar cualquier peligro. Algunos de los restantes signos de miedo pueden explicarse también, menos en parte. por medio de estos mismos principios. El hombre, a lo largo de innumerables generaciones, ha intentado escapar de sus enemigos o peligros mediante huidas precipitadas o por enfrentamientos violentos con ellos. Tales esfuerzos intensos deben haber producido el rápido latir del corazón, el que la respiración se acelere, el pecho se distienda y las ventanas de la nariz se dilaten. Como a menudo estas acciones se han prolongado hasta el límite, el resultado final debe haber sido una postración rotal, palidez. transpiración, temblor de rodas los músculos o relajación completa. y ahora. cada vez que se siente con fuerza la emoción del miedo, aun cuando puede que no conduzca a ningún esfuerzo físico, tienden a reaparecer los mismos resultados por la fuerza de la herencia y de la asociación. </div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
No obstante es probable que muchos o la mayoría de los anteriores síntomas de terror, tales como los latidos del corazón, el temblor de los músculos, el sudor frío, etc., sean debidos en gran parte, de forma directa, a que se altera o interrumpe la transmisión de fuerza nerviosa desde el sistema cerebro-espinal hacia las diversas partes del cuerpo, debido a que la mente ha sido afectada de un modo tan intenso. Podemos con seguridad tener en cuenta esta causa con independencia del hábito y la asociación, en casos como la modificación de las secreciones del canal intestinal y en la falta de actividad de cierras glándulas. Respecto al erizamiento involuntario del cabello tenemos buenas razones para pensar que en el caso de los animales esta acción. sea cual fuere su origen, sirve junto con cierros movimientos voluntarios para presentar un aspecto más terrible al enemigo. y como los animales más estrechamente emparentados con el hombre ejecutan las mismas acciones voluntarias e involuntarias, nos vemos conducidos a pensar que el hombre ha conservado a través de la herencia una reliquia de ellos, aunque ahora se hayan convertido en inútiles. Es sin duda un hecho notable el que los diminutos músculos lisos por medio de los cuales se eriza el pelo desparramado y escaso que hay sobre el cuerpo casi desnudo del hombre, puedan haberse conservado hasta nuestros días y que puedan aún contraerse bajo las mismas emociones (o sea, el terror y la cólera) que hacen que los pelos se pongan de punta en los representantes más bajos del Orden al cual pertenece el hombre. </div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<br /></div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">
NOTAS</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">
1 «Mécanisme de la Physionomie», Album, 1862, p, 42. </div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">
2 «The Polyglot News Letter», Melbourne , Dic., 1858, p. 2 </div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">
3 «The Anatomy of Expression», p. 106. </div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">
4 «Mécanisme de la Physionomie», Album, p. 6. </div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">
5 Ver, por ejemplo, Dr. Piderit («Mimik und Physiognornik», p. 88), quien tiene una buena discusión sobre la expresión de sorpresa. </div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">
6 También Dr. Murie me ha proporcionado informaciones que conducen a la misma conclusión, derivada en parte de la anatomía comparativa. </div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">
7 «De la Physionomic», 1865, p. 234. </div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">
8 Sobre esta cuestión, ver Gratiolet , ibíd., p. 254. </div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">
9 Lieber, «On the Vocal Sounds of Laura Bridgman», Smithsonian Contributions, 1851, vol. II , p. 7. </div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">
10 Wenderholme., vol. II. p. 91. </div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">
11 Lieber, «On rhe Vocal Sounds», etc., ibíd.. p. 7. </div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">
12 Huschke, -Mimices et Physiognomices», 1821, p. 18. Gratioler («De la Physionomie», p. ofrece la figura de un hombre en esta actitud, la cual sin embargo me parece a mí que expresa miedo combinado con L. Brun se refiere también (Lavarer vol. IX, p. 299) a las manos de un hombre asombrado, que están abiertas. </div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">
13 Huschke , ibíd., p. 18. </div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">
14 «North American Indians», ed., 1842, vol. 1, p.105</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">
15 H. Wedgwood,,«Dicr. ofEnglish Etyrnology», vol. <b>I1, </b>1862, p. 35. Ver También Gratiolet (De la Physionomie», p.135 sobre la fuente de palabras tales como «terror, horror, rigidus, frigidus» etc. </div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">
16 El Sr. Bain («The Emotions and the Will», p. 54) explica de la siguiente maneta el origen de la costumbre «de someter a los criminales en la India a la prueba del bocado de arroz. Se hace tornar al acusado un bocado de arroz y volverlo a arrojar después de un cono lapso de tiempo. Si el arroz está completamente seco se considera al participante como culpable: su propia mala conciencia provoca la parálisis de los órganos de la salivación». </div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">
17 Sir C. Bell, Transactions of Royal Phil. Soc., 1822, p. 308. «Anatomy of Expression», p. 88 y pp. 164-169. </div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">
18 Ver Moreau sobre el giro de los ojos en la ed. de 1820 de Lavater , tomo IV, p. 263. También Gratiolet, «De la Phys», p. 17. </div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">
19 «Observations on Italy», p. 48, según se cita en «Anatomy of Expressior». p. 168. </div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">
20 Citado por el Dr. Maudsley, «Body and Mind», 1870, p. 41. </div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">
21 «Anarorny of Exprcssior», p. 168. </div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">
22 Mécanisme de la Phys. Humaine», Album, Leyenda XI. </div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">
Duchenne adopta de hecho este punto de vista (ibíd., p. ya que atribuye la contracción del cutáneo al escalofrío del miedo <i>(frisson de la peur), </i>aunque en otra parte compara esta acción con la que produce la erección del pelo en los cuadrúpedos aterrorizados. Difícilmente puede considerarse esto como del todo correcto. </div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">
24 «De la Physionomie», pp. 346. </div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">
25 Según se cita en White, «Gradarion in Mar», p. 7. </div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">
26 «Anatomy of Expression», p. 169. </div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">
27 Mécanisme de la Physionomie», Album, lamo pp. 44. </div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">
28 Ver los comentarios al respecto del Sr. Wedgwood en la Introducción a su «Dictionary of English Etymology», ed., 1872, p. XXXVII. A través de formas intermedias demuestra que los sonidos a que aquí nos hemos referido han dado probablemente lugar a muchas palabras, tales como <i>ugly </i>(feo, deforme), <i>huge </i>(enorme), etc. </div>
<div style="font: 12.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 10.0px 0.0px; min-height: 15.0px;">
<br /></div>
<div style="color: #2d2c38; font: 12.0px 'Times New Roman'; line-height: 11.1px; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">
Capítulo 12 de <b>Darwin, Charles: <i>La expresión de las emociones en los animales y en el hombre.</i></b><i> </i>Título original: <i>The Expression of Emotions in Animals and Man </i>Traductor: Tomás Ramón Fernández Rodríguez. Alianza Editorial, S,. A., Madrid, 1984</div>
<div style="color: #2d2c38; font: 12.0px 'Times New Roman'; line-height: 11.1px; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">
<br />
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<div style="color: #2d2c38; font: 12.0px 'Times New Roman'; line-height: 11.1px; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="font: 12.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 10.0px 28.4px; min-height: 15.0px;">
<span style="font-size: xx-small;">Fotografía: <span class="Apple-style-span" style="font-family: "times";"><span style="font-family: "times new roman";">Charles Darwin</span></span><span class="Apple-style-span" style="font-family: "times";"><span style="font-family: "times new roman";"> </span></span><span class="Apple-style-span" style="font-family: "times";"><span style="font-family: "times new roman";">by</span></span><span class="Apple-style-span" style="font-family: "times";"><span style="font-family: "times new roman";"> </span></span><span class="Apple-style-span" style="font-family: "times";"><span style="font-family: "times new roman";">Herbert Rose Barraud, circa 188, </span></span>via: <a href="http://entregulistanybostan.tumblr.com/post/4753373507/charles-darwin-by-herbert-rose-barraud-circa">Entre Gulistán y Bostán</a></span></div>
<div style="font: 12.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 10.0px 28.4px; min-height: 15.0px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "times";"><span style="font-family: "times new roman";"><span class="Apple-style-span" style="font-size: x-small;"><br />
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<div style="font: 12.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 10.0px 28.4px; min-height: 15.0px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "times";"><span style="font-family: "times new roman";"><span class="Apple-style-span" style="font-size: x-small;"><br />
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<div style="font: 12.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 10.0px 28.4px; min-height: 15.0px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "times";"><span style="font-family: "times new roman";"><span class="Apple-style-span" style="font-size: x-small;"><br />
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<span class="Apple-style-span" style="font-family: "times";"><span style="font-family: "times new roman";"><span class="Apple-style-span" style="font-size: x-small;"><br />
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<span class="Apple-style-span" style="font-family: "times";"><span style="font-family: "times new roman";"><span class="Apple-style-span" style="font-size: x-small;"><br />
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<span class="Apple-style-span" style="font-family: "times";"><span style="font-family: "times new roman";"><span class="Apple-style-span" style="font-size: x-small;"><br />
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<span style="font-family: "times new roman"; font-size: 10pt;"><o:p></o:p></span></div>
estafetahttp://www.blogger.com/profile/10314797590011827695noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4391952270751641520.post-37604293997969437092022-02-21T20:38:00.001-08:002022-02-21T20:38:44.803-08:00ARENDT, HANNAH - La condición humana<p><br /></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEg83Ki5MiGhhnul3Kv3cnNl-xkhVdSWm0wFh2y_aCQVZm774KezjaU1mi6yw0V9iOVNEE6i5c2WN25bObGoriXxzKsYlP-v2mXJW1Q3Kfs9mc_pObxxwMkDUG5xR4QSHjNijc9gO7xdnRQcT6ILMJL1GLO4TTF1UQDCaij6zc3pmoPUdJE3qWPf4_A4" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="1000" data-original-width="636" height="450" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEg83Ki5MiGhhnul3Kv3cnNl-xkhVdSWm0wFh2y_aCQVZm774KezjaU1mi6yw0V9iOVNEE6i5c2WN25bObGoriXxzKsYlP-v2mXJW1Q3Kfs9mc_pObxxwMkDUG5xR4QSHjNijc9gO7xdnRQcT6ILMJL1GLO4TTF1UQDCaij6zc3pmoPUdJE3qWPf4_A4=w287-h450" width="287" /></a></div><br /><br /> <span style="font-family: times;"><span style="font-size: medium;"> <br /> PRÓLOGO<br /><br /> En 1957 se lanzó al espacio un objeto fabricado por el hombre y durante varias semanas circundó la Tierra según las mismas leyes de gravitación que hacen girar y mantienen en movimiento a los cuerpos celestes: Sol, Luna y estrellas. Claro está que el satélite construido por el hombre no era ninguna luna, estrella o cuerpo celeste que pudiera proseguir su camino orbital durante un período de tiempo que para nosotros, mortales sujetos al tiempo terreno, dura de eternidad a eternidad. Sin embargo, logró permanecer en los cielos; habitó y se movió en la proximidad de los cuerpos celestes como si a modo de prueba, lo hubieran admitido en su sublime compañía.<br /> Este acontecimiento, que no le va a la zaga a ningún otro, ni siquiera a la descomposición del átomo, se hubiera recibido con absoluto júbilo de no haber sido por las incómodas circunstancias políticas y militares que concurrían en él. No obstante, cosa bastante curiosa, dicho júbilo no era triunfal; no era orgullo o pavor ante el tremendo poder y dominio humano lo que abrigaba el corazón del hombre, que ahora, cuando levantaba la vista hacia el firmamento, contemplaba un objeto salido de sus manos. La inmediata reacción, expresada bajo el impulso del momento, era de alivio ante el primer «paso de la victoria del hombre sobre la prisión terrena». Y esta extraña afirmación, lejos de ser un error de algún periodista norteamericano, inconscientemente era el eco de una extraordinaria frase que, tace más de veinte años, se esculpió en el obelisco fúnebre de uno de los grandes científicos rusos: «La humanidad no permanecerá atada para siempre a la Tierra».<br /> Durante tiempo esta creencia ha sido lugar común Nos nuestra que, en todas partes, los hombres no han sido en modo alguno lentos en captar y ajustarse a los descubrimientos científicos y al desarrollo técnico, sino que, por el contrario, los han sobrepasado en décadas. En éste, como en otros aspectos, la ciencia ha afirmado y hecho realidad lo que los hombres anticiparon en sueños que no eran descabellados ni vanos. La única novedad es que uno de los más respetables periódicos de este país publicó en primera página lo que hasta entonces había pertenecido a la escasamente respetada literatura de ciencia ficción (a la que, por desgracia, nadie ha prestado la atención que merece como vehículo de sentimientos y deseos de la masa). La trivialidad de la afirmación no debe hacernos pasar por alto su carácter extraordinario; ya que, aunque los cristianos se han referido a la Tierra como un valle de lágrimas y los filósofos han considerado su propio cuerpo como una prisión de la mente o del alma, nadie en la historia de la humanidad ha concebido la Tierra como cárcel del cuerno humano ni ha mostrado tal ansia para ir literalmente de aquí a la Luna. La emancipación y secularización de la Edad Moderna, que comenzó con un desvío, no necesariamente de Dios, sino de un dios que era el Padre de los hombres en el cielo, ¿ha de terminar con un repudio todavía más ominosa de una Tierra que fue la Madre de todas las criaturas vivientes bajo el firmamento?<br /> La Tierra es la misma quintaesencia de la condición humana, y la naturaleza terrena según lo que sabemos, quizá sea única en el universo con respecto a proporcionar a los seres humanos un hábitat en el que moverse y respirar sin esfuerzo ni artificio. El artificio humano del mundo separa la existencia humana de toda circunstancia meramente animal, pero la propia vida queda al margen de este mundo artificial y, a través de ella, el hombre se emparenta con los restantes organismos vivos. Desde hace algún tiempo, los esfuerzos de numerosos científicos se están encaminando a producir vida también «artificial», a cortar el último lazo que sitúa al hombre entre los hijos de la naturaleza. El mismo deseo de escapar de la prisión de la Tierra se manifiesta en el intento de crear vida en el tubo de ensayo, de mezclar «plasma de germen congelado perteneciente a personas de demostrada habilidad con el microscopio a fin de producir seres humanos superiores», y de «alterar [su] tamaño, aspecto y función»; y sospecho que dicho deseo de escapar de la condición humana subraya también la esperanza de prolongar la vida humana más allá del límite de los cien años.<br /> Este hombre futuro —que los científicos fabricarán antes de un siglo, según afirman— parece estar poseído por una rebelión contra la existencia humana tal como se nos ha dado, gratuito don que no procede de ninguna parte (materialmente hablando), que desea cambiar, por decirlo así, por algo hecho por él mismo. No hay razón para dudar de nuestra capacidad para lograr tal cambio, de la misma manera que tampoco existe para poner en duda nuestra actual capacidad de destruir toda la vida orgánica de la Tierra. La única cuestión que se plantea es si queremos o no emplear nuestros conocimientos científicos y técnicos en este sentido y tal cuestión no puede decidirse por medios científicos; se trata de un problema político de primer orden y, por lo tanto, no cabe dejarlo a la decisión de los científicos o políticos profesionales.<br /> Mientras tales posibilidades quizá sean aún de un futuro lejano, los primeros efectos de los triunfos singulares de la ciencia se han dejado sentir en una crisis dentro de las propias ciencias naturales. La dificultad reside en el hecho de que las «verdades» del moderno mundo científico, si bien pueden demostrarse en fórmulas matemáticas y comprobarse tecnológicamente, ya no se prestan a la normal expresión del discurso y del pensamiento. En cuanto estas «verdades» se expresen conceptual y coherentemente, las exposiciones resultantes serán «quizá no tan sin sentido como “círculo triangular”, pero mucho más que un “león alado”» (Enwin Schrödinger). Todavía no sabemos si ésta es una situación final. Pero pudiera ser que nosotros, criaturas atadas a la Tierra que hemos comenzado a actuar como si fuéramos habitantes del universo, seamos incapaces de entender, esto es, de pensar y hablar sobre las cosas que, no obstante, podemos hacer. En este caso, sería como si nuestro cerebro, que constituye la condición física, material, de nuestros pensamientos, no pudiera seguir lo que realizamos, y en adelante necesitáramos máquinas artificiales para elaborar nuestro pensamiento y habla. Si sucediera que conocimiento (en el moderno sentido de know-how) y pensamiento se separasen definitivamente, nos convertiríamos en impotentes esclavos no tanto de nuestras máquinas como de nuestros know-how, irreflexivas criaturas a merced de cualquier artefacto técnicamente posible, por muy mortífero que fuera.<br /> Sin embargo, incluso dejando de lado estas últimas y aún inciertas consecuencias, la situación creada por las ciencias es de gran significación política. Dondequiera que esté en peligro lo propio del discurso, la cuestión se politiza, ya que es precisamente el discurso lo que hace del hombre un ser único. Si siguiéramos el consejo, con el que nos apremian tan a menudo, de ajustar nuestras actitudes culturales al presente estado del desarrollo científico, adoptaríamos con toda seriedad una forma de vida en la que el discurso dejaría de tener significado, ya que las ciencias de hoy día han obligado a adoptar un «lenguaje» de símbolos matemáticos que, si bien en un principio eran sólo abreviaturas de las expresiones habladas, ahora contiene otras expresiones que resulta imposible traducir a discurso. La razón por la que puede ser prudente desconfiar del juicio político de los científicos qua científicos no es fundamentalmente su falta de «carácter» —que no se negaran a desarrollar armas atómicas— o su ingenuidad —que no entendieran que una vez desarrolladas dichas armas serían los últimos en ser consultados sobre su empleo—, sino concretamente el hecho de que se mueven en un mundo donde el discurso ha perdido su poder. Y cualquier cosa que el hombre haga, sepa o experimente sólo tiene sentido en el grado en que pueda expresarlo Tal vez haya verdades más allá del discurso, y tal vez sean de gran importancia para el hombre en singular, es decir, para el hombre en cuanto no sea un ser político, pero los hombres en plural, o sea, los que viven, se mueven y actúan en este mundo, sólo experimentan el significado debido a que se hablan y se sienten unos a otros a sí mismos.<br /> Más próximo y quizás igualmente decisivo es otro hecho no menos amenazador: el advenimiento de la automatización, que probablemente en pocas décadas vaciará las fábricas y liberará a la humanidad de su más antigua y natural carga, la del trabajo y la servidumbre a la necesidad. También aquí está en peligro un aspecto fundamental de la condición humana, pero la rebelión contra ella, el deseo de liberarse de la «fatiga y molestia», no es moderna sino antigua como la historia registrada. La liberación del trabajo en sí no es nueva; en otro tiempo se contó entre los privilegios más firmemente asentados de unos pocos. En este caso, parece como si el progreso científico y el desarrollo técnico sólo hubieran sacado partido para lograr algo que fue un sueño de otros tiempos, incapaces de hacerlo realidad.<br /> Sin embargo, esto es únicamente en apariencia. La Edad Moderna trajo consigo la glorificación teórica del trabajo, cuya consecuencia ha sido la transformación de toda la sociedad en una sociedad de trabajo. Por lo tanto, la realización del deseo, al igual que sucede en los cuentos de hadas, llega en un momento en que sólo puede ser contraproducente, Puesto que se trata de una sociedad de trabajadores que está a punto de ser liberada de las trabas del trabajo, y dicha sociedad desconoce esas otras actividades más elevadas y significativas por cuyas causas merecería ganarse esa libertad. Dentro de esta sociedad, que es igualitaria porque ésa es la manera de hacer que los hombres vivan juntos, no quedan clases, ninguna aristocracia de naturaleza política o espiritual a partir de la que pudiera iniciarse de nuevo una restauración de las otras capacidades del hombre. Incluso los presidentes, reyes y primeros ministros consideran sus cargos como tarea necesaria para la vida de la sociedad y, entre los intelectuales, únicamente quedan individuos solitarios que mantienen que su actividad es trabajo y no un medio de ganarse la vida. Nos enfrentamos con la perspectiva de una sociedad de trabajadores sin trabajo, es decir, sin la única actividad que les queda. Está claro que nada podría ser peor.<br /> Este libro no ofrece respuesta a estas preocupaciones y perplejidades. Dichas respuestas se dan a diario, y son materia de política práctica, sujeta al acuerdo de muchos; nunca consisten en consideraciones teóricas o en la opinión de una persona, como si se tratara de problemas que sólo admiten una posible y única solución. Lo que propongo en los capítulos siguientes es una reconsideración de la condición humana desde el ventajoso punto de vista de nuestros más recientes temores y experiencias. Evidentemente, es una materia digna de meditación, y la falta de meditación —la imprudencia o desesperada confusión o complaciente repetición de «verdades» que se han convertido en triviales y vacías— me parece una de las sobresalientes características de nuestro tiempo. Por lo tanto, lo que propongo es muy sencillo: nada más que pensar en lo que hacemos.<br /> En efecto, «lo que hacemos» es el tema central del presente libro. Se refiere sólo a las más elementales articulaciones de la condición humana, con esas actividades que tradicionalmente, así como según la opinión corriente, se encuentran al alcance de todo ser humano. Por ésta y otras razones, la más elevada y quizá más pura actividad de la que es capaz el hombre, la de pensar, se omite en las presentes consideraciones. Así, pues, y de manera sistemática, el libro se limita a una discusión sobre labor, trabajo y acción, que constituye sus tres capítulos centrales. Históricamente, trato en el último capítulo de la Época Moderna y, a lo largo del libro, de las varias constelaciones dentro de la jerarquía de actividades tal como las conocemos desde la historia occidental.<br /> No obstante, la Edad Moderna no es lo mismo que el Mundo Moderno. Científicamente, la Edad Moderna que comenzó en el siglo XVII terminó al comienzo del XX; políticamente, el Mundo Moderno, en el que hoy día vivimos, nació con las primeras explosiones atómicas. No discuto este Mundo Moderno contra cuya condición contemporánea he escrito el presente libro. Me limito, por un lado, al análisis de esas generales capacidades humanas que surgen de la condición del hombre y que son permanentes, es decir, que irremediablemente no pueden perderse mientras no sea cambiada la condición humana. Por otro lado, el propósito del análisis histórico es rastrear en el tiempo la alienación del Mundo Moderno, su doble huida de la Tierra al universo y del mundo al yo, hasta sus orígenes, con el fin de llegar a una comprensión de la naturaleza de la sociedad tal como se desarrolló y presentó en el preciso momento en que fue vencida por el advenimiento de una nueva y aún desconocida edad.<br /> <br /> CAPÍTULO I LA CONDICIÓN HUMANA<br /><br /><br /> 1. Vita activa y la condición humana<br /><br /><br /> Con la expresión vita activa me propongo designar tres actividades fundamentales: labor, trabajo y acción. Son fundamentales porque cada una corresponde a una de las condiciones básicas bajo las que se ha dado al hombre la vida en la tierra.<br /> Labor es la actividad correspondiente al proceso biológico del cuerpo humano, cuyo espontáneo crecimiento, metabolismo y decadencia final están ligados a las necesidades vitales producidas y alimentadas por la labor en el proceso de la vida. La condición humana de la labor es la misma vida.<br /> Trabajo es la actividad que corresponde a lo no natural de la exigencia del hombre, que no está inmerso en el constantemente repetido ciclo vital de la especie, ni cuya mortalidad queda compensada por dicho ciclo. El trabajo proporciona un «artificial» mundo de cosas, claramente distintas de todas las circunstancias naturales. Dentro de sus límites se alberga cada u na de las vidas individuales, mientras que este mundo sobrevive y trasciende a todas ellas. La condición humana del trabajo es la mundanidad.<br /> La acción única actividad que se da entre los hombres sin la mediación de cosas o materia, corresponde a la condición humana de la pluralidad, al hecho de que los hombres, no el Hombre, vivan en la Tierra y habiten en el mundo. Mientras que todos los aspectos de la condición humana están de algún modo relacionados con la política, esta pluralidad es específicamente la condición —no sólo la conditio sine qua non, sino la conditio per quam— de toda vida política. Así, el idioma de los romanos, quizás el pueblo más político que hemos conocido, empleaba las expresiones «vivir» y «estar entre hombres» (ínter homines esse) o «morir» y «cesar de estar entre hombres» (inter homines esse desinere) como sinónimos. Pero en su forma más elemental, la condición humana de la acción está implícita incluso en el Génesis («y los creó macho y hembra»), si entendemos que esta historia de la creación del hombre se distingue en principio de la que nos dice que Dios creó originalmente el Hombre (adam), a «él» y no a «ellos», con lo que la multitud de seres humanos se convierte en resultado de la multiplicación.[1] La acción sería un lujo innecesario, una caprichosa interferencia en las leyes generales de la conducta, si los hombres fueran de manera interminable repeticiones reproducibles del mismo modelo, cuya naturaleza o esencia fuera la misma para todos y tan predecible como la naturaleza o esencia de cualquier otra cosa. La pluralidad es la condición de la acción humana debido a que todos somos Lo mismo, es decir, humanos, y por tanto nadie es igual a cualquier otro que haya vivido, viva o vivirá.<br /> Estas tres actividades y sus correspondientes contradicciones están íntimamente relacionadas con la condición más general de la existencia humana: nacimiento y muerte, natalidad y mortalidad. La labor no sólo asegura la supervivencia individual, sino también la vida de la especie. El trabajo y su producto artificial hecho por el hombre, concede una medida de permanencia y durabilidad a la futilidad de la vida mortal y al efímero carácter del tiempo humano. La acción, hasta donde se compromete en establecer y preservar los cuerpos políticos, crea la condición para el recuerdo, esto es, para la historia. Labor y trabajo, así como la acción, están también enraizados en la natalidad, ya que tienen la misión de proporcionar y preservar —prever y contar con— el constante aflujo de nuevos llegados que nacen en el mundo como extraños. Sin embargo, de las tres, la acción mantiene la más estrecha relación con la condición humana de la natalidad; el nuevo comienzo inherente al nacimiento se deja sentir en el mundo sólo porque el recién llegado posee la capacidad de empezar algo nuevo, es decir, de actuar. En este sentido de iniciativa, un elemento de acción, y por lo tanto de natalidad, es inherente a todas las actividades humanas Más aún, ya que la acción es la actividad política por excelencia, la natalidad, y no la mortalidad, puede ser la categoría central del pensamiento político, diferenciado del metafísico.<br /> La condición humana abarca más que las condiciones bajo las que se ha dado la vida al hombre. Los hombres son seres condicionados, ya que todas las cosas con las que entran en contacto se convierten de inmediato en una condición de su existencia. El mundo en el que la vita activa se consume, está formado de cosas producidas por las actividades humanas; pero las cosas que deben su existencia exclusivamente a los hombres condicionan de manera constante a sus productores humanos. Además, de las condiciones bajo las que se da la vida del hombre en la Tierra, y en parte fuera de ellas, los hombres crean de continuo sus propias y autoproducidas condiciones que, no obstante su origen humano y variabilidad, poseen el mismo poder condicionante que las cosas naturales. Cualquier cosa que toca o entra en mantenido contacto con la vida humana asume de inmediato el carácter de condición de la existencia humana. De ahí que los hombres, no importa lo que hagan, son siempre seres condicionados. Todo lo que entra en el mundo humano por su propio acuerdo o se ve arrastrado a él por el esfuerzo del hombre pasa a ser parte de la condición humana. El choque del mundo de la realidad sobre la existencia humana se recibe y siente como fuerza condicionadora. La objetividad del mundo —su carácter de objeto o cosa— y la condición humana se complementan mutuamente; debido a que la existencia humana es pura existencia condicionada, sería imposible sin cosas, y éstas formarían un montón de artículos no relacionados, un no-mundo, si no fueran las condiciones de la existencia humana.<br /> Para evitar el malentendido: la condición humana no es lo mismo que la naturaleza humana, y la suma total de actividades y capacidades que corresponden a la condición humana no constituye nada semejante a la naturaleza humana. Ni las que disentimos aquí, ni las que omitimos, como pensamiento y razón, ni siquiera la más minuciosa enumeración de todas ellas, constituyen las características esenciales de la existencia humana, en el sentido de que sin ellas dejaría de ser humana dicha existencia. El cambio más radical que cabe imaginar en la condición humana sería la emigración de los hombres desde la Tierra hasta otro planeta. Tal acontecimiento, ya no totalmente imposible, llevaría consigo que el hombre habría de vivir bajo condiciones hechas por el hombre, radicalmente diferentes de las que le ofrece la Tierra. Ni labor, ni trabajo, ni acción, ni pensamiento, tendrían sentido tal como los conocemos. No obstante, incluso estos hipotéticos vagabundos seguirían siendo humanos; pero el único juicio que podemos hacer con respecto a su «naturaleza» es que continuarían siendo seres condicionados, si bien su condición sería, en gran parte, autofabricada.<br /> El problema de la naturaleza humana, la quaestio mihi factus sum de san Agustín («he llegado a ser un problema para mí mismo»), no parece tener respuesta tanto en el sentido psicológico individual como en el filosófico general. Resulta muy improbable que nosotros, que podemos saber, determinar, definir las esencias naturales de todas las cosas que nos rodean, seamos capaces de hacer lo mismo con nosotros mismos, ya que eso supondría saltar de nuestra propia sombra. Más aún, nada nos da derecho a dar por sentado que el hombre tiene una naturaleza o esencia en el mismo sentido que otras cosas. Dicho con otras palabras: si tenemos una naturaleza o esencia, sólo un dios puede conocerla y definirla, y el primer requisito sería que hablara sobre un «quién» como si fuera un «qué».[2] La perplejidad radica en que los modos de la cognición humana aplicable a cosas con cualidades «naturales», incluyendo a nosotros mismos en el limitado grado en que somos especímenes de la especie más desarrollada de vida orgánica, falla cuando planteamos la siguiente pregunta: «¿Y quiénes somos?». A esto se debe que los intentos de definir la naturaleza humana terminan casi invariablemente en la creación de una deidad, es decir, en el dios de los filósofos que, desde Platón, se ha revelado tras estudio más atento como una especie de idea platónica del hombre. Claro está que desenmascarar tales conceptos filosóficos de lo divino como conceptualizaciones de las capacidades y cualidades humana no supone una demostración, ni siquiera un argumento, de la no existencia de Dios; pero el hecho de que los intentos de definir la naturaleza del hombre lleven tan fácilmente a una idea que de manera definitiva nos suena como «superhumana» y, por lo tanto, se identifique con lo divino, arroja sospechas sobre el mismo concepto de «naturaleza humana».<br /> Por otra parte, las condiciones de la existencia humana —la propia vida, natalidad y mortalidad, mundanidad, pluralidad y la Tierra— nunca pueden «explicar» lo que somos o responder a la pregunta de quiénes somos por la sencilla razón de que jamás nos condicionan absolutamente. Ésta ha sido desde siempre la opinión de la filosofía, a diferencia de las ciencias —antropología, psicología, biología, etc.— que también se preocupan del hombre. Pero en la actualidad casi cabe decir que hemos demostrado incluso científicamente que, si bien vivimos ahora, y probablemente seguiremos viviendo, bajo las condiciones terrenas, no somos simples criaturas sujetas a la Tierra. La moderna ciencia natural debe sus grandes triunfos al hecho de haber considerado y tratado a la naturaleza sujeta a la Tierra desde un punto de vista verdaderamente universal, es decir, desde el de Arquímedes, voluntaria y explícitamente considerado fuera de la Tierra.<br /> 2. La expresión vita activa<br /><br /><br /> La expresión vita activa está cargada de tradición. Es tan antigua (aunque no más) como nuestra tradición de pensamiento político. Y dicha tradición, lejos de abarcar y conceptualizar todas las experiencias políticas de la humanidad occidental, surgió de una concreta constelación histórica: el juicio a que se vio sometido Sócrates y el conflicto entre el filósofo y la polis. Esto eliminó muchas experiencias de un pasado próximo que eran inaplicables a sus inmediatos objetivos políticos y prosiguió hasta su final, en la obra de Karl Marx, de una manera altamente selectiva. La expresión misma —en la filosofía medieval, la traducción modelo de la aristotélica bios politikos— se encuentra ya en san Agustín, donde como vita negotiosa o actuosa, aún refleja su significado original: vida dedicada a los asuntos público-políticos.[3]<br /> Aristóteles distinguió tres modos de vida (bioi) que podían elegir con libertad los hombres, o sea, con plena independencia de las necesidades de la vida y de las relaciones que originaban. Este requisito de libertad descartaba todas las formas de vida dedicadas primordialmente a mantenerse vivo, no sólo la labor, propia del esclavo, obligado por la necesidad a permanecer vivo y sujeto a la ley de su amo, sino también la vida trabajadora del artesano libre y la adquisitiva del mercader. En resumen, excluía a todos los que involuntariamente, de manera temporal o permanente, habían perdido la libre disposición de sus movimientos y actividades.[4] Esas tres formas de vida tienen en común su interés por lo «bello», es decir, por las cosas no necesarias ni meramente útiles: la vida del disfrute de los placeres corporales en la que se consume lo hermoso; la vida dedicada a los asuntos de la polis, en la que la excelencia produce bellas hazañas y, por último, la vida del filósofo dedicada a inquirir y contemplar las cosas eternas, cuya eterna belleza no puede realizarse mediante la interferencia productora del hombre, ni cambiarse por el consumo de ellas.[5]<br /> La principal diferencia entre el empleo de la expresión en Aristóteles y en el medioevo radica en que el bias politikos denotaba de manera explícita sólo el reino de los asuntos humanos, acentuando la acción, praxis, necesaria para establecerlo y mantenerlo. Ni la labor ni el trabajo se consideraba que poseyera suficiente dignidad para constituir un bias, una autónoma y auténticamente humana forma de vida; puesto que servían y producían lo necesario y útil, no podían ser libres, independientes de las necesidades y exigencias humanas.[6] La forma de vida política escapaba a este veredicto debido al modo de entender los griegos la vida de la polis, que para ellos indicaba una forma muy especial y libremente elegida de organización política, y en modo alguno sólo una manera de acción necesaria para mantener unidos a los hombres dentro de un orden. No es que los griegos o Aristóteles ignoraran que la vida humana exige siempre alguna forma de organización política y que gobernar constituyera una distinta manera de vida, sino que la forma de vida del déspota, puesto que era «meramente» una necesidad, no podía considerarse libre y carecía de relación con el bios politikos.[7]<br /> Con la desaparición de la antigua ciudad-estado —parece que san Agustín fue el último en conocer al menos lo que significó en otro tiempo ser ciudadano—, la expresión vita activa perdió su específico significado político y denotó toda clase de activo compromiso con las cosas de este mundo. Ni que decir tiene que de esto no se sigue que labor y trabajo se elevaran en la jerarquía de las actividades humanas y alcanzaran la misma dignidad que una vida dedicada a la política.[8] Fue, más bien, lo contrario: a la acción se la consideró también entre las necesidades de la vida terrena, y la contemplación (el bias theôrêtikos, traducido por vita contemplativa) se dejó como el único modo de vida verdaderamente libre.[9]<br /> Sin embargo, la enorme superioridad de la contemplación sobre la actividad de cualquier clase, sin excluir a la acción, no es de origen cristiano. La encontramos en la filosofía política de Platón, en donde toda la utópica reorganización de la vida de la polis no sólo está dirigida por el superior discernimiento del filósofo, sino que no tiene más objetivo que hacer posible la forma de vida de éste. La misma articulación aristotélica de las diferentes formas de vida, en cuyo orden la vida del placer desempeña un papel menor, se guía claramente por el ideal de contemplación (theōria). A la antigua libertad con respecto a las necesidades de la vida y a la coacción de los demás, los fílósofos añadieron el cese de la actividad política (skholē);[10] por lo tanto, la posterior actitud cristiana de liberarse de la complicación de los asuntos mundanos, de todos los negocios de este mundo, se originó en la filosofía apolitia de la antigüedad. Lo que fue exigido sólo por unos pocos se consideró en la era cristiana como derecho de todos.<br /> La expresión vita activa, comprensiva de todas las actividades humanas y definida desde el punto de vista de la absoluta quietud contemplativa, se halla más próxima a la askholia («inquietud») griega, con la que Aristóteles designaba a toda actividad, que al bias politikos griego. Ya en Aristóteles la distinción entre quietud e inquietud, entre una casi jadeante abstención del movimiento físico externo y la actividad de cualquier clase, es más decisiva que la diferencia entre la forma de vida política y la teórica, porque finalmente puede encontrarse dentro de cada una de las tres formas de vida. Es como la distinción entre guerra y paz: de la misma manera que la guerra se libra por amor a la paz, así toda clase de actividad, incluso los procesos de simple pensamiento, deben culminar en la absoluta quietud de la contemplación.[11] Cualquier movimiento del cuerpo y del alma, así como del discurso y del razonamiento, han de cesar ante la verdad. Ésta, trátese de la antigua verdad del Ser o de la cristiana del Dios vivo, únicamente puede revelarse en completa quietud humana.[12]<br /> Tradicionalmente y hasta el comienzo de la Edad Moderna, la expresión vita activa jamás perdió su connotación negativa de «in-quietud», nec-otium, a-skholia. Como tal permaneció íntimamente relacionada con la aún fundamental distinción griega entre cosas que son por sí mismas lo que son y cosas que deben su existencia al hombre, entre cosas que son physei y las que son nomo. La superioridad de la contemplación sobre la actividad reside en la convicción de que ningún trabajo del hombre puede igualar en belleza y verdad al kosmos físico, que gira inmutable y eternamente sin ninguna interferencia del exterior, del hombre o dios. Esta eternidad sólo se revela a los ojos humanos cuando todos los movimientos y actividades del hombre se hallan en perfecto descanso. Comparada con esta actitud de reposo, todas las distinciones y articulaciones de la vita activa desaparecen. Considerada desde el punto de vista de la contemplación, no importa lo que turbe la necesaria quietud, siempre que la turbe.<br /> Tradicionalmente, por lo tanto, la expresión vita activa toma su significado de la vita contemplativa; su muy limitada dignidad se le concede debido a que sirve las necesidades y exigencias de la contemplación en un cuerpo vivo.[13] El cristianismo, con su creencia en el más allá, cuya gloria se anuncia en el deleite de la contemplación,[14] confiere sanción religiosa al degradamiento de la vita activa a una posición derivada, secundaria; pero la determinación del orden coincidió con el descubrimiento de la contemplación (theōria) como facultad humana, claramente distinta del pensamiento y del razonamiento, que se dio en la escuela socrática y que desde entonces ha gobernado el pensamiento metafísico y político a lo largo de nuestra tradición.[15] Parece innecesario para mi propósito discutir las razones de esta tradición. Está claro que son más profundas que la ocasión histórica que dio origen al conflicto entre la polis y el filósofo y que así, casi de manera incidental, condujo también al hallazgo de la contemplación como forma de vida del filósofo. Dichas razones deben situarse en un aspecto completamente distinto de la condición humana, cuya diversidad no se agota en las distintas articulaciones de la vita activa y que, cabe sospechar, no se agotarían incluso si en ella incluyéramos al pensamiento y razón.<br /> Si, por lo tanto, el empleo de la expresión vita activa, tal como lo propongo aquí, está en manifiesta contradicción con la tradición, se debe no a que dude de la validez de la experiencia que sostiene la distinción, sino más bien del orden jerárquico inherente a ella desde su principio. Lo anterior no significa que desee impugnar o incluso discutir el tradicional concepto de verdad como revelación y, en consecuencia, como algo esencialmente dado al hombre, o que prefiera la pragmática aseveración de la Edad Moderna en el sentido de que el hombre sólo puede conocer lo que sale de sus manos. Mi argumento es sencillamente que el enorme peso de la contemplación en la jerarquía tradicional ha borrado las distinciones y articulaciones dentro de la vita activa y que, a pesar de las apariencias, esta condición no ha sufrido cambio esencial por la moderna ruptura con la tradición y la inversión final de su orden jerárquico en Marx y Nietzsche. En la misma naturaleza de la famosa «apuesta al revés» de los sistemas filosóficos o de los actualmente aceptados, esto es, en la naturaleza de la propia operación, radica que el marco conceptual se deje más o menos intacto.<br /> La moderna inversión comparte con la jerarquía tradicional el supuesto de que la misma preocupación fundamental humana ha de prevalecer en todas las actividades de los hombres, ya que sin un principio comprensivo no podría establecerse orden alguno. Dicho supuesto no es algo evidente, y mi empleo de la expresión vita activa presupone que el interés que sostiene todas estas actividades no es el mismo y que no es superior ni inferior al interés fundamental de la vita contemplativa.<br /> 3. Eternidad e inmortalidad<br /><br /><br /> Que los varios modos de compromiso activo en las cosas de este mundo, por un lado, y el pensamiento puro que culmina en la contemplación, por el otro, correspondan a dos preocupaciones humanas totalmente distintas, ha sido manifiesto desde que «los hombres de pensamiento y los de acción empezaron a tomar diferentes sendas»,[16] esto es, desde que surgió el pensamiento político en la escuela de Sócrates. Sin embargo, cuando los filósofos descubrieron —y es probable, aunque no demostrado, que dicho descubrimiento se debiera al propio Sócrates— que el reino político no proporcionaba todas las actividades más elevadas del hombre, dieron por sentado de inmediato, no que hubieran encontrado algo diferente a lo ya sabido, sino que se encontraban ante un principio más elevado para reemplazar al que había regido a la polis. La vía más corta, si bien algo superficial, para señalar estos dos distintos y hasta cierto grado incluso conflictivos principios es recordar la distinción entre inmortalidad y eternidad.<br /> Inmortalidad significa duración en el tiempo, vida sin muerte en esta Tierra y en este mundo tal como se concedió, según el pensamiento griego, a la naturaleza y a los dioses del Olimpo. Ante este fondo de la siempre repetida vida de la naturaleza y de la existencia sin muerte y sin edad de los dioses, se erigen los hombres mortales, únicos mortales en un inmortal aunque no eterno universo, confrontados con las vidas inmortales de sus dioses pero no bajo la ley de un Dios eterno. Si confiamos en Herodoto, la diferencia entre ambos parece haber chocado al propio entendimiento griego antes de la articulación conceptual de los filósofos y, por lo tanto, antes de las experiencias específicamente griegas de lo eterno que subrayan esta articulación. Herodoto, al hablar de las formas asiáticas de veneración y creencias en un Dios invisible, afirma de manera explícita que, comparado con este Dios transcendente (como diríamos en la actualidad) que está más allá del tiempo, de la vida y del universo, los dioses griegos son anthrōpophyeis, es decir, que tiene la misma naturaleza, no simplemente la misma forma, que el hombre.[17] La preocupación griega por la inmortalidad surgió de su experiencia de una naturaleza y unos dioses inmortales que rodeaban las vidas individuales de los hombres mortales. Metidos en un cosmos en que todo era inmortal, la mortalidad pasaba a ser la marca de contraste de la existencia humana. Los hombres son «los mortales», las únicas cosas mortales con existencia, ya que a diferencia de los animales no existen sólo como miembros de una especie cuya vida inmortal está garantizada por la procreación.[18] La mortalidad del hombre radica en el hecho de que la vida individual, con una reconocible historia desde el nacimiento hasta la muerte, surge de la biológica. Esta vida individual se distingue de todas las demás cosas por el curso rectilíneo de su movimiento, que, por decirlo así, corta el movimiento circular de la vida biológica. La mortalidad es, pues, seguir una línea rectilínea en un universo donde · todo lo que se mueve lo hace en orden cíclico.<br /> La tarea y potencial grandeza de los mortales radica en su habilidad en producir cosas —trabajo, actos y palabras—[19] que merezcan ser, y al menos en cierto grado lo sean, imperecederas con el fin de que, a través de dichas cosas, los mortales encuentren su lugar en un cosmos donde todo es inmortal a excepción de ellos mismos. Por su capacidad en realizar actos inmortales, por su habilidad en dejar huellas imborrables, los hombres, a pesar de su mortalidad individual, alcanzan su propia inmortalidad y demuestran ser de naturaleza «divina». La distinción entre hombre y animal se observa en la propia especie humana: sólo los mejores (aristor), quienes constantemente se demuestran ser los mejores (aristeuein, verbo que carece de equivalente en ningún otro idioma) y «prefieren la fama inmortal a las cosas mortales», son verdaderamente humanos; los demás, satisfechos con los placeres que les proporciona la naturaleza, viven y mueren como animales. Ésta era la opinión de Heráclito,[20] opinión cuyo equivalente difícilmente se encuentra en cualquier otro filósofo después de Sócrates.<br /> Para nuestro propósito no es de gran importancia saber si fue Sócrates o Platón quien descubrió lo eterno como verdadero centro del pensamiento estrictamente metafísico. Pesa mucho a favor de Sócrates que sólo él entre los grandes pensadores —único en esto como en muchos otros aspectos— no se preocupó de poner por escrito sus pensamientos, ya que resulta evidente que, sea cual sea la preocupación de un pensador por la eternidad, en el momento eh que se sienta para redactar sus pensamientos deja de interesarse fundamentalmente por la eternidad y fija su atención en dejar algún rastro de ellos. Se adentra en la vita activa y elige la forma de la permanencia y potencial inmortalidad. Una cosa es cierta: solamente en Platón la preocupación por lo eterno y la vida del filósofo se ven como inherentemente contradictorias y en conflicto con la pugna por la inmortalidad, la forma de vida del ciudadano, el bios politikos.<br /> La experiencia del filósofo sobre lo eterno, que para Platón era arhēton («indecible») y aneu logou («sin palabra») para Aristóteles y que posteriormente fue conceptualizada en el paradójico nunc stans, sólo se da al margen de los asuntos humanos y de la pluralidad de hombres, como sabemos por el mito de la caverna en la República de Platón, habiéndose liberado de las trabas que le ataban a sus compañeros, abandona la caverna en perfecta «singularidad», por decirlo así, ni acompañado ni seguido por nadie. Políticamente hablando, si morir es lo mismo que «dejar de estar entre los hombres», la experiencia de lo eterno es una especie de muerte, y la única cosa que la separa de la muerte verdadera es que no es final, ya que ninguna criatura viva puede sufrirla durante ningún espacio de tiempo. Y esto es precisamente lo que separa a la vita contemplativa de la vita activa en el pensamiento medieval.[21] No obstante, resulta decisivo que la experiencia de lo eterno, en contradicción con la de lo inmortal, carece de correspondencia y no puede transformarse en una actividad, puesto que incluso la actividad de pensar, que prosigue dentro de uno mismo por medio de palabras, está claro que no sólo es inadecuada para traducirla, sino que interrumpiría y arruinaría a la propia experiencia.<br /> Theōria o «contemplación» es la palabra dada a la experiencia de lo eterno, para distinguirla de las demás actitudes, que como máximo pueden atañer a la inmortalidad. Cabe que el descubrimiento de lo eterno por parte de los filósofos se viera ayudado por su muy justificada duda sobre las posibilidades de la polis en cuanto a inmortalidad o incluso permanencia, y cabe que el choque sufrido por este descubrimiento fuera tan enorme que les llevara a despreciar toda lucha por la inmortalidad como si se tratara de vanidad y vanagloria, situándose en abierta oposición a la antigua ciudad-estado y a la religión que había inspirado. Sin embargo, la victoria final de la preocupación por la eternidad sobre toda clase de aspiraciones hacia la inmortalidad no se debe al pensamiento filosófico. La caída del Imperio Romano demostró visiblemente que ninguna obra salida de manos mortales puede ser inmortal, y dicha caída fue acompañada del crecimiento del evangelio cristiano, que predicaba una vida individual imperecedera y que pasó a ocupar el puesto de religión exclusiva de la humanidad occidental. Ambos hicieron fútil e innecesaria toda lucha por una inmortalidad terrena. Y lograron tan eficazmente convertir a la vita activa y al bias politikos en asistentes de la contemplación, que ni siquiera el surgimiento de lo secular en la Edad Moderna y la concomitante inversión de la jerarquía tradicional entre acción y contemplación bastó para salvar del olvido la lucha por la inmortalidad, que originalmente había sido fuente y centro de la vita activa.<br /> <br /> CAPÍTULO II LA ESFERA PÚBLICA Y LA PRIVADA<br /><br /><br /> 4. El hombre: animal social o político<br /><br /><br /> La vita activa, vida humana hasta donde se halla activamente comprometida en hacer algo, está siempre enraizada en un mundo de hombres y de cosas realizadas por éstos, que nunca deja ni trasciende por completo. Cosas y hombres forman el medio ambiente de cada una de las actividades humanas, que serían inútiles sin esa situación; sin embargo, este medio ambiente, el mundo en que hemos nacido, no existiría sin la actividad humana que lo produjo, como en el caso de los objetos fabricados, que se ocupa de él, como en el caso de la tierra cultivada, que lo estableció mediante la organización, como en el caso del cuerpo político. Ninguna clase de vida humana, ni siquiera la del ermitaño en la agreste naturaleza, resulta posible sin un mundo que directa o indirectamente testifica la presencia de otros seres humanos.<br /> Todas las actividades humanas están condicionadas por el hecho de que los hombres viven juntos, si bien es sólo la acción lo que no cabe ni siquiera imaginarse fuera de la sociedad de los hombres. La actividad de la labor no requiere la presencia de otro, aunque un ser laborando en completa soledad no sería humano, sino un animal laborans en el sentido más literal de la palabra. El hombre que trabajara, fabricara y construyera un mundo habitado únicamente por él seguiría siendo un fabricador, aunque no homo faber; habría perdido su específica cualidad humana y más bien sería un dios, ciertamente no el Creador, pero sí un demiurgo divino tal como Platón lo describe en uno de sus mitos. Sólo la acción es prerrogativa exclusiva del hombre; ni una bestia ni un dios son capaces de ella,[22] y sólo ésta depende por entero de la constante presencia de los demás.<br /> Esta relación especial entre acción y estar juntos parece justificar plenamente la primitiva traducción del zóon politikon aristotélico por animal socialis, que ya se encuentra en Séneca, y que luego se convirtió en la traducción modelo a través de santo Tomás: homo est naturaliter politicus, id est, socialis («el hombre es político por naturaleza, esto es, social»).[23] Más que cualquier elaborada teoría, esta inconsciente sustitución de lo social por lo político revela hasta qué punto se había perdido el original concepto griego sobre la política. De ahí que resulte significativo, si bien no decisivo, que la palabra «social» sea de origen romano y que carezca de equivalente en el lenguaje o pensamiento griego. No obstante, el uso latino de la palabra societas también tuvo en un principio un claro, aunque limitado, significado político; indicaba una alianza entre el pueblo para un propósito concreto, como el de organizarse para gobernar o cometer un delito.[24] Sólo con el posterior concepto de una sacietas generis humani («sociedad de género humano»),[25] «social» comienza a adquirir el significado general de condición humana fundamental. No es que Platón o Aristóteles desconocieran —o se desinteresaran— el hecho de que el hombre no puede vivir al margen de la compañía de sus semejantes, sino que no incluían esta condición entre las específicas características humanas; por el contrario, era algo que la vida humana tenía en común con el animal, y sólo por esta razón no podía ser fundamentalmente humana. La natural y meramente social compañía de la especie humana se consideraba como una limitación que se nos impone por las necesidades de la vida biológica, que es la misma para el animal humano que para las otras formas de existencia animal.<br /> Según el pensamiento griego, la capacidad del hombre para la organización política no es sólo diferente, sino que se halla en directa oposición a la asociación natural cuyo centro es el hogar (oikia) y la familia. El nacimiento de la ciudad-estado significó que el hombre recibía «además de su vida privada, una especie de segunda vida, su bios politikos. Ahora todo ciudadano pertenece a dos órdenes de existencia, y hay una tajante distinción entre lo que es suyo (idion) y lo que es comunal (koinon)».[26] No es mera opinión o teoría de Aristóteles, sino simple hecho histórico, que la fundación de la polis fue precedida por la destrucción de todas las unidades organizadas que se basaban en el parentesco, tales como la phratria y la phylē.[27] De todas las actividades necesarias y presentes en las comunidades humanas, sólo dos se consideraron políticas y aptas para constituir lo que Aristóteles llamó bios politik os, es decir, la acción (praxis) y el discurso (lexis), de los que surge la esfera de los asuntos humanos (ta tōn anthrōpōn pragmata, como solía llamarla Platón), de la que todo lo meramente necesario o útil queda excluido de manera absoluta.<br /> Sin embargo, si bien es cierto que sólo la fundación de la ciudad-estado capacitó a los hombres para dedicar toda su vida a la esfera política, a la acción y al discurso, la convicción de que estas dos facultades iban juntas y eran las más elevadas de todas parece haber precedido a la polis y estuvo siempre presente en el pensamiento presocrático. La grandeza del homérico Aquiles sólo puede entenderse si lo vemos como «el agente de grandes acciones y el orador de grandes palabras».[28] A diferencia del concepto moderno, tales palabras no se consideraban grandes porque expresaran elevados pensamientos; por el contrario, como sabemos por las últimas líneas de Antígona, puede que la aptitud hacia las «grandes palabras» (megaloi logoi), con las que replicar a los golpes, enseñe finalmente a pensar en la vejez.[29] El pensamiento era secundario al discurso, pero discurso y acción se consideraban coexistentes e iguales, del mismo rango y de la misma clase, lo que originalmente significó no sólo que la mayor parte de la acción política, hasta donde permanece al margen de la violencia, es realizada con palabras, sino algo más fundamental, o sea, que encontrar las palabras oportunas, en el momento oportuno es acción, dejando aparte la información o comunicación que lleven. Sólo la pura violencia es muda, razón por la que nunca puede ser grande. Incluso cuando, relativamente tarde en la antigüedad, las artes de la guerra y la retórica emergieron como los dos principales temas políticos de educación, su desarrollo siguió inspirado por la tradición y por esa anterior experiencia pre-polis, y a ella siguió sujeta.<br /> En la experiencia de la polis, que no sin justificación se ha llamado el más charlatán de todos los cuerpos políticos, e incluso más en la experiencia política que se derivó, la acción y el discurso se separaron y cada vez se hicieron actividades más independientes. El interés se desplazó dé la acción al discurso, entendido más como medio de persuasión que como específica forma humana de contestar, replicar y sopesar lo que ocurría y se hacía.[30] Ser político, vivir en una polis, significaba que todo se decía por medio de palabras y de persuasión, y no con la fuerza y la violencia. Para el modo de pensar griego, obligar a las personas por medio de la violencia, mandar en vez de persuadir, eran formas prepolíticas para tratar con la gente cuya existencia estaba al margen de la polis, del hogar y de la vida familiar, con ese tipo de gente en que el cabeza de familia gobernaba con poderes despóticos e indisputados, o bien con los bárbaros de Asia, cuyo despotismo era a menudo señalado como semejante a la organización de la familia.<br /> La definición aristotélica del hombre como zōon politikon no sólo no guardaba relación, sino que se oponía a la asociación natural experimentada en la vida familiar; únicamente se la puede entender por completo si añadimos su segunda definición del hombre como zōon logon ekhon («ser vivo capaz de discurso»). La traducción latina de esta expresión por animal rationale se basa en una mala interpretación no menos fundamental que la de «animal social». Aristóteles no definía al hombre en general ni indicaba la más elevada aptitud humana, que para él no era el logos, es decir, el discurso o la razón, sino el nous, o sea, la capacidad de contemplación, cuya principal característica es que su contenido no puede traducirse en discurso.[31] En sus dos definiciones más famosas, Aristóteles únicamente formuló la opinión corriente de la polis sobre el hombre y la forma de vida política y, según esta opinión, todo el que estaba fuera de la polis —esclavos y bárbaros— era aneu logou, desprovisto, claro está, no de la facultad de discurso, sino de una forma de vida en la que el discurso y sólo éste tenía sentido y donde la preocupación primera de los ciudadanos era hablar entre ellos.<br /> El profundo malentendido que expresa la traducción latina de «político» como «social», donde quizá se ve más claro es en el párrafo que santo Tomás dedica a comparar la naturaleza del gobierno familiar con el político; a su entender, el cabeza de familia tiene cierta similitud con el principal del reino, si bien, añade, su poder no es tan «perfecto» como el del rey.[32] No sólo en Grecia y en la polis, sirio en toda la antigüedad occidental, habían tenido como la evidencia misma de que incluso el poder del tirano era menor, menos «perfecto», que el poder con el que el paterfamilias, el dominus, gobernaba a su familia y esclavos. Y esto no se debía a que el poder del gobernante de la ciudad estuviera equilibrado y contrarrestado por los poderes combinados de los cabezas de familia, sino a que el gobierno absoluto, irrebatido, y la esfera política propiamente hablando se excluían mutuamente.[33]<br /> 5. La polis y la familia<br /><br /><br /> Si bien es cierto que la identificación y el concepto erróneo de las esferas política y social es tan antiguo como la traducción de las expresiones griegas al latín y su adaptación al pensamiento cristiano-romano, la confusión todavía es mayor en el empleo y entendimiento moderno de la sociedad. La distinción entre la esfera privada y pública de la vida corresponde al campo familiar y político, que han existido como entidades diferenciadas y separadas al menos desde el surgimiento de la antigua ciudad-estado; la aparición de la esfera social, que rigurosamente hablando no es pública ni privada, es un fenómeno relativamente nuevo cuyo origen coincidió con la llegada de la Edad Moderna, cuya forma política la encontró en la nación-estado.<br /> Lo que nos interesa en este contexto es la extraordinaria dificultad que, debido a este desarrollo, tenemos para entender la decisiva división entre las esferas pública y privada, entre la esfera de la polis y la de la familia, y, finalmente, entre actividades relacionadas con un mundo común y las relativas a la conservación de la vida, diferencia sobre la que se basaba el antiguo pensamiento político como algo evidente y axiomático. Para nosotros esta línea divisoria ha quedado borrada por completo, ya que vemos el conjunto de pueblos y comunidades políticas a imagen de una familia cuyos asuntos cotidianos han de ser cuidados por una administración doméstica gigantesca y de alcance nacional. El pensamiento científico que corresponde a este desarrollo ya no es ciencia política, sino «economía nacional» o «economía social» o Volkswirtschaft, todo lo cual indica una especie de «administración doméstica colectiva»;[34] el conjunto de familias económicamente organizadas en el facsímil de una familia superhumana es lo que llamamos «sociedad», y su forma política de organización se califica con el nombre de «nación».[35] Por lo tanto, nos resulta difícil comprender que, según el pensamiento antiguo sobre estas materias, la expresión «economía política» habría sido una contradicción de términos: cualquier cosa que fuera «económica», en relación a la vida del individuo y a la supervivencia de la especie, era no política, se trataba por definición de un asunto familiar.[36]<br /> Históricamente, es muy probable que el nacimiento de la ciudad-estado y la esfera pública ocurriera a expensas de la esfera privada familiar.[37] Sin embargo, la antigua santidad del hogar, aunque mucho menos pronunciada en la Grecia clásica que en la vieja Roma, nunca llegó a perderse por completo. Lo que impedía a la polis violar las vidas privadas de sus ciudadanos y mantener como sagrados los límites que rodeaban cada propiedad, no era el respeto hacia dicha propiedad tal como lo entendemos nosotros, sino el hecho de que sin poseer una casa el hombre no podía participar en los asuntos del mundo, debido a que carecía de un sitio que propiamente le perteneciera.[38] Incluso Platón, cuyos esquemas políticos preveían la abolición de la propiedad privada y una extensión de la esfera pública hasta el punto de aniquilar por completo a la primera, habla con gran respeto de Zeus Herkeios, protector de las líneas fronterizas, y califica de horoi, divinas, a las fronteras entre estados, sin ver contradicción alguna.[39]<br /> El rasgo distintivo de la esfera doméstica era que en dicha esfera los hombres vivían juntos llevados por sus necesidades y exigencias. Esa fuerza que los unía era la propia vida —los penates, dioses domésticos, eran, según Plutarco, «los dioses que nos hacen vivir y alimentan nuestro cuerpo»—,[40] que, para su mantenimiento individual y supervivencia de la especie, necesita la compañía de los demás. Resultaba evidente que el mantenimiento individual fuera tarea del hombre, así como propia de la mujer la supervivencia de la especie, y ambas funciones naturales, la labor del varón en proporcionar alimentación y la de la hembra en dar a luz, estaban sometidas al mismo apremio de la vida. Así, pues, la comunidad natural de la familia nació de la necesidad, y ésta rigió todas las actividades desempeñadas en su seno.<br /> La esfera de la polis, por el contrario, era la de la libertad, y existía una relación entre estas dos esferas, ya que resultaba lógico que el dominio de las necesidades vitales en la familia fuera la condición para la libertad de la polis. Bajo ninguna circunstancia podía ser la política sólo un medio destinado a proteger a la sociedad, se tratara de la del fiel, como en la Edad Media, o la de los propietarios, como en Locke, o de una sociedad inexorablemente comprometida en un proceso adquisitivo, como en Hobbes, o de una de productores, como en Marx, o de empleados, como en la nuestra, o de trabajadores, como en los países socialistas y comunistas. En todos estos casos, la libertad (en ciertos casos la llamada libertad) de la sociedad es lo que exige y justifica la restricción de la autoridad política. La libertad está localizada en la esfera de lo social, y la fuerza o violencia pasa a ser monopolio del gobierno.<br /> Lo que dieron por sentado todos los filósofos griegos, fuera cual fuera su oposición a la vida de la polis, es que la libertad se localiza exclusivamente en la esfera política, que la necesidad es de manera fundamental un fenómeno prepolítico, característico de la organización doméstica privada, y que la fuerza y la violencia se justifican en esta esfera porque son los únicos medios para dominar la necesidad —por ejemplo, gobernando a los esclavos— y llegar a ser libre. Debido a que todos los seres humanos están sujetos a la necesidad, tienen derecho a ejercer la violencia sobre otros; la violencia es el acto prepolítico de liberarse de la necesidad para la libertad del mundo. Dicha libertad es la condición esencial de lo que los griegos llamaban felicidad, eudaimonia, que era un estado objetivo que dependía sobre todo de la riqueza y de la salud. Ser pobre o estar enfermo significaba verse sometido a la necesidad física, y ser esclavo llevaba consigo además el sometimiento a la violencia del hombre. Este doble «infortunio» de la esclavitud es por completo independiente del subjetivo bienestar del esclavo. Por lo tanto, un hombre libre y pobre prefería la inseguridad del cambiante mercado de trabajo a una tarea asegurada con regularidad, ya que ésta restringía su libertad para hacer lo que quisiera a diario, se consideraba ya servidumbre (douleia), e incluso la labor dura y penosa era preferible a la vida fácil de muchos esclavos domésticos.[41]<br /> No obstante, la fuerza prepolítica con la que el cabeza de familia regía a parientes y esclavos, considerada necesaria porque el hombre es un «animal social» antes que «animal político», nada tiene que ver con el caótico «estado de naturaleza» de cuya violencia, según el pensamiento político del siglo XVII, sólo podía escapar el hombre mediante el establecimiento de un gobierno que, con el monopolio del poder y de la violencia, aboliera la «guerra de todos contra todos», «manteniéndolos horrorizados».[42] Por el contrario, el concepto de gobernar y ser gobernado, de gobierno y poder en el sentido en que lo entendemos, así como el regulado orden que lo acompaña, se tenía por prepolítico y propio de la esfera privada más que de la pública.<br /> La polis se diferenciaba de la familia en que aquélla sólo conocía «iguales», mientras que la segunda era el centro de la más estricta desigualdad. Ser libre significaba no estar sometido a la necesidad de la vida ni bajo el mando de alguien y no mandar sobre nadie, es decir, ni gobernar ni ser gobernado.[43] Así, pues, dentro de la esfera doméstica, la libertad no existía, ya que al cabeza de familia sólo se le consideraba libre en cuanto que tenía la facultad de abandonar el hogar y entrar en la esfera política, donde todos eran iguales. Ni que decir tiene que esta igualdad tiene muy poco en común con nuestro concepto de igualdad: significaba vivir y tratar sólo entre pares, lo que presuponía la existencia de «desiguales» que, naturalmente, siempre constituían la mayoría de la población de una ciudad-estado.[44] Por lo tanto, la igualdad, lejos de estar relacionada con la justicia, como en los tiempos modernos, era la propia esencia de la libertad: ser libre era serlo de la desigualdad presente en la gobernación y moverse en una esfera en la que no existían gobernantes ni gobernados.<br /> Y aquí termina la posibilidad de describir en términos claros la profunda diferencia entre el moderno y antiguo entendimiento de la política. En el Mundo Moderno, las esferas social y política están mucho menos diferenciadas. Que la política no es más que una función de la sociedad, que acción, discurso y pensamiento son fundamentalmente superestructuras relativas al interés social, no es un descubrimiento de Karl Marx, sino que, por el contrario, es uno de los supuestos que dicho autor aceptó de los economistas políticos de la Edad Moderna. Esta funcionalización hace imposible captar cualquier seria diferencia entre las dos esferas; no se trata de una teoría o ideología, puesto que con el ascenso de la sociedad, esto es, del «conjunto doméstico» (oikia), o de las actividades económicas a la esfera pública, la administración de la casa y todas las materias que anteriormente pertenecían a la esfera privada familiar se han convertido en interés «colectivo».[45] En el Mundo Moderno, las dos esferas fluyen de manera constante una sobre la otra, como olas de la nunca inactiva corriente del propio proceso de la vida.<br /> La desaparición de la zanja que los antiguos tenían que saltar para superar la estrecha esfera doméstica y adentrarse en la política es esencialmente un fenómeno moderno. Tal separación entre lo público y lo privado aún existía de algún modo en la Edad Media, si bien había perdido gran parte de su significado y cambiado por completo su emplazamiento. Se ha señalado con exactitud que, tras la caída del Imperio Romano, la Iglesia católica ofreció a los hombres un sustituto a la ciudadanía que anteriormente había sido la prerrogativa del gobierno municipal.[46] La tensión medieval entre la oscuridad de la vida cotidiana y el grandioso esplendor que esperaba a todo lo sagrado, con el concomitante ascenso de lo secular a lo religioso, corresponde en muchos aspectos al ascenso de lo privado a lo público en la antigüedad. Claro está que la diferencia es muy acusada, ya que por muy «mundana» que llegara a ser la Iglesia, en esencia siempre era otro interés mundano el que mantenía unida a la comunidad de creyentes. Mientras que cabe identificar con cierta dificultad lo público y lo religioso, la esfera secular bajo el feudalismo fue por entero lo que había sido en la antigüedad la esfera privada. Su característica fue la absorción, por la esfera doméstica, de todas las actividades y, por tanto, la ausencia de una esfera pública.[47]<br /> Propio de este crecimiento de la esfera privada, e incidentalmente de la diferencia entre el antiguo jefe de familia y el señor feudal, es que éste podía administrar justicia en su territorio, mientras que el primero, si bien tenía el derecho de aplicar unas normas más duras o más suaves, no conoció leyes ni justicia al margen de la esfera pública.[48] El copo de todas las actividades humanas por la esfera privada y el modelado de todas las relaciones de los hombres bajo el patrón doméstico alcanzó a las organizaciones profesionales en las propias ciudades, a los gremios, confreries y compagnons, e incluso a las primeras compañías mercantiles, donde «la original ensambladura familiar parecía quedar señalada con la misma palabra “compañía” (companis)… [y] con frases tales como “hombres que comen un mismo pan”, “hombres que tienen un mismo pan y un mismo vino”».[49] El concepto medieval del «bien común», lejos de señalar la existencia de una esfera política, sólo reconoce que los individuos particulares tienen intereses en común, tanto materiales como espirituales, y que sólo pueden conservar su intimidad y atender a su propio negocio si uno de ellos toma sobre sí la tarea de cuidar este interés común. Lo que distingue esta actitud esencialmente cristiana hacia la política de la realidad moderna no es tanto el reconocimiento de un «bien común» como la exclusividad de la esfera privada y la ausencia de esa esfera curiosamente híbrida donde los intereses privados adquieren significado público, es decir, lo que llamamos «sociedad».<br /> No es, pues, sorprendente que el pensamiento político medieval, exclusivamente interesado en la esfera secular, siguiera desconociendo la separación existente entre la cobijada vida doméstica y la despiadada exposición de la polis y, en consecuencia, la virtud del valor como una de las más elementales actitudes políticas. Lo que continúa siendo sorprendente es que el único teórico político postclásico que, en su extraordinario esfuerzo por restaurar la vieja dignidad de la política, captó dicha separación y comprendió algo del valor necesario para salvar esa distancia fue Maquiavelo, quien lo describió en el ascenso «del condotiero desde su humilde condición al elevado rango», de la esfera privada a la principesca, es decir, de las circunstancias comunes a todos los hombres a la resplandeciente gloria de las grandes acciones.[50]<br /> Dejar la casa, originalmente con el fin de embarcarse en alguna aventurada y gloriosa empresa y posteriormente sólo para dedicar la propia vida a los asuntos de la ciudad, requería valor, ya que s9lo allí predominaba el interés por la supervivencia personal. Quien entrara en la esfera política había de estar preparado para arriesgar su vida, y el excesivo afecto hacia la propia existencia impedía la libertad, era una clara señal de servidumbre.[51] Por lo tanto, el valor se convirtió en la virtud política por excelencia, y sólo esos hombres que lo poseían eran admitidos en una asociación que era política en contenido y propósito y de ahí que superara la simple unión impuesta a todos —esclavos, bárbaros y griegos por igual— por los apremios de la vida.[52] La «buena vida», como Aristóteles califica a la del ciudadano, no era simplemente mejor, más libre de cuidados o más noble que la ordinaria, sino de una calidad diferente por completo. Era «buena» en el grado en que, habiendo dominado las necesidades de la pura vida, liberándose de trabajo y labor, y vencido el innato apremio de todas las criaturas vivas por su propia supervivencia, ya no estaba ligada al proceso biológico vital.<br /> En la raíz de la conciencia política griega hallamos una inigualada claridad y articulación en el trazado de esta distinción. Ninguna actividad que sólo sirviera al propósito de ganarse la vida, de mantener el proceso vital, tenía entrada en la esfera política, a pesar del grave riesgo de abandonar el comercio y la fabricación a la laboriosidad de esclavos y extranjeros, con lo que Atenas se convirtió en la «pensionópolis» de un «proletariado de consumidores» vívidamente descrito por Max Weber.[53] El verdadero carácter de polis se manifiesta por entero en la filosofía política de Platón y Aristóteles, aunque la línea fronteriza entre familia y polis queda a veces borrada, en especial en Platón, quien, probablemente siguiendo a Sócrates, comenzó a sacar su ejemplo e ilustraciones de la polis mediante las experiencias cotidianas de la vida privada, y también en Aristóteles cuando, tras Platón, da por sentado inicialmente que al menos el origen histórico de la polis ha de estar relacionado con las necesidades de la vida y que sólo su contenido o inherente objetivo (telas) hace que ésta trascienda a «buena vida».<br /> Estos aspectos de las enseñanzas de la escuela socrática, que no tardaron en pasar a ser axiomáticos hasta un grado de trivialidad, eran entonces los más nuevos y revolucionarios y surgían no de la experiencia real en la vida política, sino del deseo de liberarse de su carga, deseo que los filósofos sólo podían justificar en su propio entendimiento demostrando que incluso la más libre de todas las formas de vida seguía relacionada y sujeta a la necesidad. Pero el fondo de la verdadera experiencia política, al menos en Platón y Aristóteles, permaneció tan sólido que nunca se puso en duda la distinción entre la esfera doméstica y la vida política. Sin dominar las necesidades vitales en la casa, no es posible la vida ni la «buena vida», aunque la política nunca se realiza por amor a la vida. En cuanto miembros de la polis, la vida doméstica existe en beneficio de la «gran vida» de la polis.<br /> 6. El auge de lo social<br /><br /><br /> La emergencia de la sociedad —el auge de la administración doméstica, sus actividades, problemas y planes organizativos— desde el oscuro interior del hogar a la luz de la esfera pública, no sólo borró la antigua línea fronteriza entre lo privado y lo político, sino que también cambió casi más allá de lo reconocible el significado de las dos palabras y su significación para la vida del individuo y del ciudadano. No coincidimos con los griegos en que la vida pasada en retraimiento con «uno mismo» (idion), al margen del mundo, es «necia» por definición, ni con los romanos, para quienes dicho retraimiento sólo era un refugio temporal de su actividad en la res publica; en la actualidad llamamos privada a una esfera de intimidad cuyo comienzo puede rastrearse en los últimos romanos, apenas en algún periodo de la antigüedad griega, y cuya peculiar multiplicidad y variedad era desconocida en cualquier periodo anterior a la Edad Media.<br /> No se trata simplemente de cambiar el acento. En el sentimiento antiguo, el rasgo privativo de lo privado, indicado en el propio mundo, era muy importante; literalmente significaba el estado de hallarse desprovisto de algo, incluso de las más elevadas y humanas capacidades. Un hombre que sólo viviera su vida privada, a quien, al igual que al esclavo, no se le permitiera entrar en la esfera pública, o que, a semejanza del bárbaro, no hubiera elegido establecer tal esfera, no era plenamente humano. Hemos dejado de pensar primordialmente en privación cuando usamos la palabra «privado», y esto se debe parcialmente al enorme enriquecimiento de la esfera privada a través del individualismo moderno. Sin embargo, parece incluso más importante señalar que el sentido moderno de lo privado está al menos tan agudamente opuesto a la esfera social —desconocida por los antiguos, que consideraban su contenido como materia privada— como a la política, propiamente hablando. El hecho hist6rico decisivo es que lo privado moderno en su más apropiada función, la de proteger lo íntimo, se descubrió como lo opuesto no a la esfera política, sino a la social, con la que sin embargo se halla más próxima y auténticamente relacionado.<br /> El primer explorador claro y en cierto grado incluso teórico de la intimidad fue Jean-Jacques Rousseau, quien es el único gran autor citado a menudo por su nombre de pila. Llegó a su descubrimiento a través de una rebelión, no contra la opresión del Estado, sino contra la insoportable perversión del corazón humano por parte de la sociedad, su intrusión en 1as zonas más íntimas del hombre que hasta entonces no habían necesitado especial protección. La intimidad del corazón, a desemejanza del hogar privado, no tiene lugar tangible en el mundo, ni la sociedad contra la que protesta y hace valer sus derechos puede localizarse con la misma seguridad que el espacio público. Para Rousseau, lo íntimo y lo social eran más bien modos subjetivos de la existencia humana y, en su caso, era como si Jean-Jacques se rebelara contra un hombre llamado Rousseau. El individuo moderno y sus interminables conflictos, su habilidad para encontrarse en la sociedad como en su propia casa o para vivir por completo al margen de los demás, su carácter siempre cambiante y el radical subjetivismo de su vida emotiva, nacieron de esta rebelión del corazón. La autenticidad del descubrimiento de Rousseau está fuera de duda, por dudosa que sea la autenticidad del individuo que fue Rousseau. El asombroso florecimiento de la poesía y de la música desde la mitad del siglo XVIII hasta casi el último tercio del XIX, acompañado por el auge de la novela, única forma de arte por completo social, coincidiendo con una no menos sorprendente decadencia de todas las artes públicas, en especial la arquitectura, constituye suficiente testimonio para expresar la estrecha relación que existe entre lo social y lo íntimo.<br /> La rebelde reacción contra la sociedad durante la que Rousseau y los románticos descubrieron la intimidad iba en primer lugar contra las igualadoras exigencias de lo social, contra lo que hoy día llamaríamos conformismo inherente a toda sociedad. Es importante recordar que dicha rebelión se realizó antes de que el principio de igualdad, al que hemos culpado de conformismo desde Tocqueville, hubiera tenido tiempo de hacerse sentir en la esfera social o política. A este respecto no es de gran importancia que una nación esté formada por iguales o desiguales, ya que la sociedad siempre exige que sus miembros actúen como si lo fueran de una enorme familia con una sola opinión e interés. Antes de la moderna desintegración de la familia, este interés y opinión comunes estaban representados por el cabeza de familia, que gobernaba de acuerdo con dicho interés e impedía la posible desunión entre sus miembros.[54] La asombrosa coincidencia del auge de la sociedad con la decadencia de la familia indica claramente que lo que verdaderamente ocurrió fue la absorción de la unidad familiar en los correspondientes grupos sociales. La igualdad de los miembros de estos grupos, lejos de ser una igualdad entre pares, a nada se parece tanto como a la igualdad de los familiares antes del despótico poder del cabeza de familia, excepto que en la sociedad, donde la fuerza natural del interés común y de la unánime opinión está tremendamente vigorizada por el puro número, el gobierno verdadero ejercido por un hombre, que representa el interés común y la recta opinión, podía llegar a ser innecesario. El fenómeno de conformismo es característico de la última etapa de este desarrollo moderno.<br /> Es cierto que el gobierno monárquico de un solo hombre, que los antiguos consideraban como el esquema organizativo de la familia, se transforma en la sociedad —tal como lo conocemos hoy día, cuando la cima del orden social ya no está formada por un absoluto gobernante de la familia real— en una especie de gobierno de nadie. Pero este nadie —el supuesto interés común de la sociedad como un todo en economía, así como la supuesta opinión única de la sociedad refinada en el salón— no deja de gobernar por el hecho de haber perdido su personalidad. Como sabemos por la más social forma de gobierno, esto es, por la burocracia (última etapa de gobierno en la nación-estado, cuya primera fue el benevolente despotismo y absolutismo de un solo hombre), el gobierno de nadie no es necesariamente no-gobierno; bajo ciertas circunstancias, incluso puede resultar una de sus versiones más crueles y tiránicas.<br /> Es decisivo que la sociedad, en todos sus niveles, excluya la posibilidad de acción, como anteriormente lo fue de la esfera familiar. En su lugar, la sociedad espera de cada uno de sus miembros una cierta clase de conducta, mediante la imposición de innumerables y variadas normas, todas las cuales tienden a «normalizar» a sus miembros, a hacerlos actuar, a excluir la acción espontánea o el logro sobresaliente. En Rousseau encontramos estas exigencias en los salones de la alta sociedad, cuyas convenciones siempre identifican al individuo con su posición en el marco social. Lo que interesa es esta ecuación con el estado social, y carece de importancia si se trata de verdadero rango en la sociedad medio feudal del siglo XVIII, título en la sociedad clasista del XIX, o mera función en la sociedad de masas de la actualidad. Por el contrario, el auge de este último tipo de sociedad sólo indica que los diversos grupos sociales han sufrido la misma absorción en una sociedad que la padecida anteriormente por las unidades familiares; con el ascenso de la sociedad de masas, la esfera de lo social, tras varios siglos de desarrollo, ha alcanzado finalmente el punto desde el que abarca y controla a todos los miembros de una sociedad determinada, igualmente y con idéntica fuerza. Sin embargo, la sociedad se iguala bajo todas las circunstancias, y la victoria de la igualdad en el Mundo Moderno es sólo el reconocimiento legal y político del hecho de que esa sociedad ha conquistado la esfera pública, y que distinción y diferencia han pasado a ser asuntos privados del individuo.<br /> Esta igualdad moderna, basada en el conformismo inherente a la sociedad y únicamente posible porque la conducta ha reemplazado a la acción como la principal forma de relación humana, es en todo aspecto diferente a la igualdad de la antigüedad y, en especial, a la de las ciudades-estado griegas. Pertenecer a los pocos «iguales» (homoioi) significaba la autorización de vivir entre pares; pero la esfera pública, la polis, estaba calada de un espíritu agonal, donde todo individuo tenía que distinguirse constantemente de los demás, demostrar con acciones únicas o logros que era el mejor (aien aristeuein).[55] Dicho con otras palabras, la esfera estaba reservada a la individualidad; se trataba del único lugar donde los hombres podían mostrar real e invariablemente quiénes eran. En consideración a esta oportunidad, y al margen del afecto a un cuerpo político que se la posibilitaba, cada individuo deseaba más o menos compartir la carga de la jurisdicción, defensa y administración de los asuntos públicos.<br /> Este mismo conformismo, el supuesto de que los hombres se comportan y no actúan con respecto a los demás, yace en la raíz de la moderna ciencia económica, cuyo nacimiento coincidió con el auge de la sociedad y que, junto con su principal instrumento técnico, la estadística, se convirtió en la ciencia social por excelencia. La economía —hasta la Edad Moderna una parte no demasiado importante de la ética y de la política, y basada en el supuesto de que los hombres actúan con respecto a sus actividades económicas como lo hacen en cualquier otro aspecto—[56] sólo pudo adquirir carácter científico cuando los hombres se convirtieron en seres sociales y unánimemente siguieron ciertos modelos de conducta, de tal modo que quienes no observaban las normas podían ser considerados como asociales o anormales.<br /> Las leyes de la estadística sólo son válidas cuando se trata de grandes números o de largos periodos, y los actos o acontecimientos sólo pueden aparecer estadísticamente como desviaciones o fluctuaciones. La justificación de la estadística radica en que proezas y acontecimientos son raros en la vida cotidiana y en la historia. No obstante, el pleno significado de las relaciones diarias no se revela en la vida cotidiana, sino en hechos no corrientes, de la misma manera que el significado de un periodo histórico sólo se muestra en los escasos acontecimientos que lo iluminan. La aplicación de la ley de grandes números y largos periodos a la política o a la historia significa nada menos que la voluntariosa destrucción de su propia materia, y es empresa desesperada buscar significado en la política o en la historia cuando todo lo que no es comportamiento cotidiano o tendencias automáticas se ha excluido como falto de importancia.<br /> Sin embargo, puesto que las leyes de la estadística son perfectamente válidas cuando tratamos con grandes números, resulta evidente que todo incremento en la población significa una incrementada validez y una marcada disminución de error. Políticamente, quiere decir que cuanto mayor sea la población en un determinado cuerpo político, mayor posibilidad tendrá lo social sobre lo político de constituir la esfera pública. Los griegos, cuya ciudad-estado era el cuerpo político más individualista y menos acorde de los conocidos por nosotros, sabían muy bien que la polis, con su énfasis en la acción y en el discurso, sólo podía sobrevivir si el número de ciudadanos permanecía restringido. Un gran número de personas, apiñadas, desarrolla una inclinación casi irresistible hacia el despotismo, sea el de una persona o de una mayoría; y, si bien la estadística, es decir, el tratamiento matemático de la realidad, era desconocida antes de la Edad Moderna, los fenómenos modernos que hicieron posible tal tratamiento —grandes números, explicación del conformismo y automatismo en los asuntos humanos— fueron precisamente esos rasgos que, a juicio de los griegos, diferenciaban la civilización persa de la suya propia.<br /> La infortunada verdad sobre el behaviorismo y la validez de sus «leyes» es que cuanto más gente hay, más probablemente actúan y menos probablemente toleran la no-actuación. De manera estadística, esto queda demostrado en la igualación de la fluctuación. En realidad, las hazañas cada vez tendrán menos oportunidad de remontar la marea del comportamiento, y los acontecimientos perderán cada vez más su significado, es decir, su capacidad para iluinir1ar el tiempo histórico. La uniformidad estadística no es en modo alguno un ideal científico inofensivo, sino el ya no secreto ideal político de una sociedad que, sumergida por entero en la rutina del vivir cotidiano, se halla, en paz con la perspectiva científica inherente a su propia existencia.<br /> La conducta uniforme que se presta a la determinación estadística y, por lo tanto, a la predicción científicamente correcta, apenas puede explicarse por la hipótesis liberal de una natural «armonía de intereses», fundamento de la economía «clásica»; no fue Karl Marx, sino los propios economistas liberales quienes tuvieron que introducir la «ficción comunista», es decir, dar por sentado que existe un interés común de la sociedad como un todo, que con «mano invisible» guía la conducta de los hombres y armoniza sus intereses conflictivos.[57] La diferencia entre Marx y sus precursores radicaba solamente en que él tomó la realidad del conflicto, tal como se presentaba en la sociedad de su tiempo, tan seriamente como la ficción hipotética de la armonía; estaba en lo cierto al concluir que la «socialización del hombre» produciría automáticamente una armonía de todos los intereses, y fue más valeroso que sus maestros liberales cuando propuso establecer en realidad la «ficción comunista» como fundamento de todas las teorías económicas. Lo que Marx no comprendió —no podía comprenderlo en su tiempo— fue que el germen de la sociedad comunista estaba presente en la realidad de una familia nacional, y que su pleno desarrollo no estaba obstaculizado por ningún interés de clase como tal, sino sólo por la ya caduca estructura monárquica de la nación-estado. Indudablemente, lo que impedía un suave funcionamiento de la sociedad eran ciertos residuos tradicionales que se inmiscuían y seguían influyendo en la conducta de las clases «retrógradas». Desde el punto de vista de la sociedad, no se trataba más que de factores perturbadores en el camino hacia un pleno desarrollo de las «fuerzas sociales»; ya no correspondían a la realidad y eran por lo tanto, en cierto sentido, mucho más «ficticios» que la científica «ficción» de un interés común.<br /> Una victoria completa de la sociedad siempre producirá alguna especie de «ficción comunista», cuya sobresaliente característica política es la de estar gobernada por una «mano invisible», es decir, por nadie. Lo que tradicionalmente llamarnos estado y gobierno da paso aquí a la pura administración, situación que Marx predijo acertadamente como el «debilitamiento del Estado», si bien se equivocó en suponer que sólo una revolución podría realizarlo, y más todavía al creer que esta completa victoria de la sociedad significaría el surgimiento final del «reino de la libertad».[58]<br /> Para calibrar el alcance del triunfo de la sociedad en la Edad Moderna, su temprana sustitución de la acción por la conducta y ésta por la burocracia, el gobierno personal por el de nadie, conviene recordar que su inicial ciencia de la economía, que sólo sustituye a los modelos de conducta en este más bien limitado campo de la actividad humana, fue finalmente seguida por la muy amplia pretensión de las ciencias sociales que, como «ciencias del comportamiento», apuntan a reducir al hombre, en todas sus actividades, al nivel de un animal de conducta condicionada. Si la economía es la ciencia de la sociedad en sus primeras etapas, cuando sólo podía imponer sus normas de conducta a sectores de la población y a parte de su actividad, el auge de las «ciencias del comportamiento» señala con claridad la etapa final de este desarrollo, cuando la sociedad de masas ha devorado todos los estratos de la nación y la «conducta social» se ha convertido en modelo de todas las fases de la vida.<br /> Desde el auge de la sociedad, desde la admisión de la familia y de las actividades propias de la organización doméstica a la esfera pública, una de las notables características de la nueva esfera ha sido una irresistible tendencia a crecer, a devorar las más antiguas esferas de lo político y privado, así como de la más recientemente establecida de la intimidad. Este constante crecimiento, cuya no menos constante aceleración podemos observar desde hace tres siglos al menos, adquiere su fuerza debido a que, a través de la sociedad, de una forma u otra ha sido canalizado hacia la esfera pública el propio proceso de la vida. En la esfera privada de la familia era donde se cuidaban y garantizaban las necesidades de la vida, la supervivencia individual y la continuidad de la especie. Una de las características de lo privado, antes del descubrimiento de lo íntimo, era que el hombre existía en esta esfera no como verdadero ser humano, sino únicamente como espécimen del animal de la especie humana. Ésta era precisamente la razón básica del tremendo desprecio sentido en la antigüedad por lo privado. El auge de la sociedad ha hecho cambiar la opinión sobre dicha esfera, pero apenas ha transformado su naturaleza. El carácter monolítico de todo tipo de sociedad, su conformismo que sólo tiene en cuenta un interés y una opinión, básicamente está enraizado en la unicidad de la especie humana. Debido a que dicha unicidad no es fantasía ni siquiera simple hipótesis científica, como la «ficción comunista» de la economía clásica, la sociedad de masas, en la que el hombre como animal social rige de manera suprema y donde en apariencia puede garantizarse a escala mundial la supervivencia de la especie, es capaz al mismo tiempo de llevar a la humanidad a su extinción.<br /> Tal vez la indicación más clara de que la sociedad constituye la organización pública del propio proceso de la vida, pueda hallarse en el hecho de que en un tiempo relativamente corto la nueva esfera social transformó todas las comunidades modernas en sociedades de trabajadores y empleados; en otras palabras, quedaron en seguida centradas en una actividad necesaria para mantener la vida. (Para obtener una sociedad de trabajadores, está claro que no es necesario que cada uno de los miembros sea trabajador —ni siquiera la emancipación de la clase trabajadora y el enorme poder potencial que le concede el gobierno de la mayoría son decisivos—, sino que todos sus miembros consideren lo que hacen fundamentalmente como medio de mantener su propia vida y la fe de su familia). La sociedad es la forma en que la mutua dependencia en beneficio de la vida y nada más adquiere público significado, donde las actividades relacionadas con la pura supervivencia se permiten aparecer en público.<br /> En modo alguno es indiferente que se realice una actividad en público o en privado. Sin duda el carácter de la esfera pública debe cambiar de acuerdo con las actividades admitidas en él, pero en gran medida la propia actividad cambia también su propia naturaleza. La actividad laboral, bajo todas las circunstancias relacionadas con el proceso de la vida en su sentido más elemental y biológico, permaneció estacionaria durante miles de años, encerrada en la eterna repetición del proceso vital al que estaba atada. La admisión del trabajo en la esfera pública, lejos de eliminar su carácter de proceso —lo que cabría haber esperado si se recuerda que los cuerpos políticos siempre se han planeado para la permanencia y que sus leyes siempre se han entendido como limitaciones impuestas al movimiento—, ha liberado, por el contrario, dicho proceso de su circular y monótona repetición, transformándolo rápidamente en un progresivo desarrollo cuyos resultados han modificado por completo y en pocos siglos todo el mundo habitado.<br /> En el momento en que el trabajo quedó liberado de las restricciones impuestas por su destierro en la esfera privada —y esta emancipación no fue consecuencia de la emancipación de la clase trabajadora, sino que le precedió—, fue como sí el elemento de crecimiento inherente a toda vida orgánica hubiera superado y sobrecrecido los procesos de decadencia, con los que la vida orgánica es contenida y equilibrada en la familia de la naturaleza. La esfera social, donde el proceso de la vida ha establecido su propio dominio público, ha desatado un crecimiento no natural, por decirlo de alguna manera; y contra este constante crecimiento de la esfera social, no contra la sociedad, lo privado y lo íntimo, por un lado, y lo político (en el más reducido sentido de la palabra), por el otro, se han mostrado incapaces de defenderse.<br /> Lo calificado como crecimiento no natural de lo natural suele considerarse como el incremento constantemente acelerado en la productividad del trabajo. El mayor factor singular de este constante incremento desde su comienzo ha sido la organización laboral, visible en la llamada división del trabajo, que precedió a la Revolución Industrial; incluso la mecanización de los procesos laborales, segundo factor importantísimo en la productividad del trabajo, está basada en dicha organización. Puesto que como propio principio organizativo deriva claramente de la esfera pública más que de la privada, la división del trabajo es precisamente lo que le sobreviene a la actividad laboral sometida a las condiciones de la esfera pública, lo que nunca le ha acaecido en la esfera privada familiar.[59] En ningún otro campo de la vida hemos alcanzado tal excelencia como en la revolucionaria transformación del trabajo, hasta el punto de que el significado verbal de la propia palabra (que siempre había estado relacionado con penas y fatigas casi insoportables, con esfuerzo y dolor y, en consecuencia, con una deformación del cuerpo humano, de tal modo que sólo podían ser su origen la extrema miseria y pobreza) ha comenzado a perderse para nosotros.[60] Mientras la necesidad hacía del trabajo algo indispensable para mantener la vida, la excelencia era lo último que cabía esperar de él.<br /> La propia excelencia, arete para los griegos y virtus para los romanos, se ha asignado desde siempre a la esfera pública, donde cabe sobresalir, distinguirse de los demás. Toda actividad desempeñada en público puede alcanzar una excelencia nunca igualada en privado, porque ésta, por definición, requiere la presencia de otros, y dicha presencia exige la formalidad del público, constituido por los pares de uno, y nunca la casual, familiar presencia de los iguales o inferiores a uno.[61] Ni siquiera la esfera social —aunque hizo anónima a la excelencia, acentuó el progreso de la humanidad en vez del logro de los hombres, y cambió hasta hacerlo irreconocible el contenido de la esfera pública— ha conseguido por completo aniquilar la relación entre actuación pública y excelencia. Mientras que hemos llegado a ser excelentes en la labor que desempeñamos en público, nuestra capacidad para la acción y el discurso ha perdido gran parte de su anterior calidad, ya que el auge de la esfera social los desterró a la esfera de lo íntimo y privado. Esta curiosa discrepancia no ha escapado a la atención pública, que a menudo la carga sobre un presunto tiempo de retraso entre nuestras capacidades técnicas y nuestro general desarrollo humanístico, o entre las ciencias físicas, que modifican y controlan a la naturaleza, y las ciencias sociales, que no saben cómo cambiar y controlar a la sociedad. Dejando aparte otras falacias de la argumentación, ya frecuentemente señaladas y que no es necesario repetir, esa crítica se refiere a un posible cambio de la psicología de los seres humanos —sus llamados modelos de conducta— y no a un cambio del mundo en que se mueven. Y esta interpretación psicológica, para la que la ausencia o presencia de una esfera pública es tan inapropiada como cualquier tangible y mundana realidad, parece más bien dudosa debido a que ninguna actividad pueda pasar a ser excelente si el mundo no le proporciona un espacio adecuado para su ejercicio. Ni la educación, ni la ingeniosidad, ni el talento pueden reemplazar a los elementos constitutivos de la esfera pública, que la hacen lugar propicio para a excelencia humana.<br /> 7. La esfera pública: lo común<br /><br /><br /> La palabra «público» significa dos fenómenos estrechamente relacionados, si bien no idénticos por completo.<br /> En primer lugar significa que todo lo que aparece en público puede verlo y oírlo todo el mundo y tiene la más amplía publicidad posible. Para nosotros, la apariencia —algo que ven y oyen otros al igual que nosotros— constituye la realidad. Comparada con la realidad que proviene de lo visto y oído, incluso las mayores fuerzas de la vida íntima —las pasiones del corazón, los pensamientos de la mente, las delicias de los sentidos— llevan una incierta y oscura existencia hasta que se transforman, desindividualizadas, como si dijéramos, en una forma adecuada para la aparición pública.[62] La más corriente de dichas transformaciones sucede en la narración de historias y por lo general en la transposición artística de las experiencias individuales. Sin embargo, no necesitamos la forma artística para testimoniar esta transfiguración. Siempre que hablamos de cosas que pueden experimentarse sólo en privado o en la intimidad, las mostramos en una esfera donde adquieren una especie de realidad que, fuera cual fuese su intensidad, no podía haber tenido antes. La presencia de otros que ven lo que vemos y oyen lo que oímos nos asegura de la realidad del mundo y de nosotros mismos, y puesto que la intimidad de una vida privada plenamente desarrollada, tal como no se había conocido antes del auge de la Edad Moderna y la concomitante decadencia de la esfera pública, siempre intensifica y enriquece grandemente toda la escala de emociones subjetivas y sentimientos privados, esta intensificación se produce a expensas de la seguridad en la realidad del mundo y de los hombres.<br /> En efecto, la sensación más intensa que conocemos, intensa hasta el punto de borrar todas las otras experiencias, es decir, la experiencia del dolor físico agudo, es al mismo tiempo la más privada y la menos comunicable de todas. Quizá no es sólo la única experiencia que somos incapaces de transformar en un aspecto adecuado para la presentación pública, sino que además nos quita nuestra sensación de la realidad a tal extremo que la podemos olvidar más rápida y fácilmente que cualquier otra cosa.<br /> Parece que no exista puente entre la subjetividad más radical, en la que ya no soy «reconocible», y el mundo exterior de la vida.[63] Dicho con otras palabras, el dolor, verdadera experiencia entre la vida como “ser entre los hombres” (inter homines esse) y la muerte, es tan subjetivo y alejado del mundo de las cosas y de los hombres que no puede asumir una apariencia en absolúto.[64]<br /> Puesto que nuestra sensación de la realidad depende por entero de la apariencia y, por lo tamo, de la existencia de una esfera pública en la que las cosas surjan de la oscura y cobijada existencia; incluso el crepúsculo que ilumina nuestras vidas privadas e íntimas deriva de la luz mucho más dura de la esfera pública. Sin embargo, hay muchas cosas que no pueden soportar la implacable, brillante luz de la constante presencia de otros en la escena pública; allí, únicamente se tolera lo que es considerado apropiado, digno de verse u oírse, de manera que lo inapropiado se convierte automáticamente en asunto privado. Sin duda, esto no significa que los intereses privados sean por lo general inapropiados; por el contrario, veremos que existen numerosas materias apropiadas que sólo pueden sobrevivir en la esfera de lo privado. El amor, por ejemplo, a diferencia de la amistad, muere o, mejor dicho, se extingue en cuanto es mostrado en público. («Nunca busques contar tu amor / amor que nunca se puede contar»). Debido a su inherente mundanidad, el amor únicamente se hace falso y pervertido cuando se emplea para finalidades políticas, tales como el cambio o salvación del mundo.<br /> Lo que la esfera pública considera inapropiado puede tener un encanto tan extraordinario y contagioso que cabe que lo adopte todo un pueblo, sin perder por tal motivo su carácter esencialmente privado. El moderno encanto por las «pequeñas cosas», si bien lo predicó la poesía en casi todos los idiomas europeos al comienzo del siglo XX, ha encontrado su presentación clásica en el petit bonheur de los franceses. Desde la decadencia de su, en otro tiempo grande y gloriosa esfera pública, los franceses se han hecho maestros en el arte de ser felices entre «cosas pequeñas», dentro de sus cuatro paredes, entre arca y cama, mesa y silla, perro, gato y macetas de flores, extendiendo a estas cosas un cuidado y ternura que, en un mundo donde la rápida industrialización elimina constantemente las cosas de ayer para producir los objetos de hoy, puede incluso parecer el último y puramente humano rincón del mundo. Esta ampliación de lo privado, el encanto, como si dijéramos, de todo un pueblo, no constituye una esfera pública, sino que, por el contrario, significa que dicha esfera casi ha retrocedido por completo, de manera que la grandeza ha dado paso por todas partes al encanto; si bien la esfera pública puede ser grande, no puede ser encantadora precisamente porque es incapaz de albergar lo inapropiado.<br /> En segundo lugar, el término «público» significa el propio mundo, en cuanto es común a todos nosotros y diferenciado de nuestro lugar poseído privadamente en él. Este mundo, sin embargo, no es idéntico a la Tierra o a la naturaleza, como el limitado espacio para el movimiento de los hombres y la condición general de la vida orgánica. Más bien está relacionado con los objetos fabricados por las manos del hombre, así como con los asuntos de quienes habitan juntos en el mundo hecho por el hombre. Vivir juntos en el mundo significa en esencia que un mundo de cosas está entre quienes lo tienen en común, al igual que la mesa está localizada entre los que se sientan alrededor; el mundo, como todo lo que está en medio, une y separa a los hombres al mismo tiempo.<br /> La esfera pública, al igual que el mundo en común, nos junta y no obstante impide que caigamos uno sobre otro, por decirlo así. Lo que hace tan difícil de soportar a la sociedad de masas no es el número de personas, o al menos no de manera fundamental, sino el hecho de que entre ellas el mundo ha perdido su poder para agruparlas, relacionarlas y separarlas. Esta extraña situación semeja a una sesión de espiritismo donde cierto número de personas sentado alrededor de una mesa pudiera ver de repente, por medio de algún truco mágico, cómo ésta desaparece, de modo que dos personas situadas una frente a la otra ya no estuvieran separadas, aunque no relacionadas entre sí por algo tangible.<br /> Históricamente, sólo conocemos un principio ideado para mantener unida a una comunidad que haya perdido su interés en el mundo común y cuyos miembros ya no se sientan relacionados y separados por ella. Encontrar un nexo entre las personas lo bastante fuerte para reemplazar al mundo, fue la principal tarea política de la primera filosofía cristiana, y fue san Agustín quien propuso basar en la caridad no sólo la «hermandad» cristiana, sino todas las relaciones humanas. Pero esta caridad, aunque su mundanidad corresponde de manera evidente a la general experiencia humana del amor, al mismo tiempo se diferencia claramente de ella por ser algo que, al igual que el mundo, está entre los hombres: «Incluso los ladrones tienen entre sí (inter se) lo que llaman caridad».[65] Este sorprendente ejemplo del principio político cristiano es sin duda un buen hallazgo, ya que el nexo de la caridad entre los hombres, si bien es incapaz de establecer una esfera pública propia, resulta perfectamente adecuado al principal principio cristiano de la no-mundanidad y es sobremanera apropiado para llevar a través del mundo a un grupo de personas esencialmente sin mundo, trátese de santos o de criminales, siempre que se entienda que el propio mundo está condenado y que toda actividad se emprende con la condición de quamdiu mundus durat («mientras el mundo dure»).[66] El carácter no público y no político de la comunidad cristiana quedó primeramente definido en la exigencia de que formara un corpus, un cuerpo, cuyos miembros estuvieran relacionados entre sí como hermanos de una misma farnilía.[67] La estructura de la vida comunitaria se modeló a partir de las relaciones entre los miembros de una familia, ya que se sabía que éstas eran no políticas e incluso antipolíticas. Nunca había existido una esfera pública entre familiares y, por lo tanto, no era probable que surgiera de la vida comunitaria cristiana si dicha vida se regía por el principio de la caridad y nada más. Incluso entonces, como sabernos por la historia y por las reglas de las órdenes monásticas —únicas comunidades en que se ha intentado el principio de caridad como proyecto político—, el peligro de que las actividades emprendidas ante «la necesidad de la vida presente» (necessitas vitae praesentis)[68] llevaran por sí mismas, debido a que se realizaban en presencia de otros, al establecimiento de una especie de contramundo, de esfera pública dentro de las propias órdenes, era lo bastante grande como para requerir normas y regulaciones adicionales, entre las que cabe destacar para nuestro contexto la prohibición de la excelencia y su consiguiente orgullo.[69]<br /> La no-mundanidad como fenómeno político sólo es posible bajo el supuesto de que el mundo no perdurará; sin embargo, con este supuesto es casi inevitable que la no-mundanidad, de una u otra forma, comience a dominar la escena política. Así sucedió tras la caída del Imperio Romano y, aunque por razones muy distintas y con formas muy diferentes e incluso más desconsoladoras, parece ocurrir de nuevo en nuestros días. La abstención cristiana de las cosas del mundo no es en modo alguno la única conclusión que se puede sacar de la convicción de que los objetos del hombre, productos de manos mortales, sean tan mortales como sus fabricantes. Por el contrario, este hecho puede intensificar también el disfrute y consumo de las cosas del mundo, toda clase de intercambios en que el mundo no se considera fundamentalmente como koinon, lo que es común a todos. Sólo la existencia de una esfera pública y la consiguiente transformación del mundo en una comunidad de cosas que agrupa y relaciona a los hombres entre sí, depende por entero de la permanencia. Si el mundo ha de incluir un espacio público, no se puede establecerlo para una generación y planearlo sólo para los vivos, sino que debe superar el tiempo vital de los hombres mortales.<br /> Sin esta trascendencia en una potencial inmortalidad terrena, ninguna política, estrictamente hablando, ningún mundo común ni esfera pública resultan posibles. Porque, a diferencia del bien común, tal como lo entendía el cristianismo —salvación de la propia alma como interés común a todos—, el mundo común es algo en que nos adentramos al nacer y dejamos al morir. Trasciende a nuestro tiempo vital tanto hacia el pasado como hacia el futuro; estaba allí antes de que llegáramos y sobrevivirá a nuestra breve estancia. Es lo que tenemos en común no sólo con nuestros contemporáneos, sino también con quienes estuvieron antes y con los que vendrán después de nosotros. Pero tal mundo común sólo puede sobrevivir al paso de las generaciones en la medida en que aparezca en público. La publicidad de la esfera pública es lo que puede absorber y hacer brillar a través de los siglos cualquier cosa que los hombres quieran salvar de la natural ruina del tiempo. Durante muchas épocas anteriores a la nuestra —hoy día, ya no— los hombres entraban en la esfera pública porque deseaban que algo suyo o algo que tenían en común con los demás fuera más permanente que su vida terrena. (Así, la maldición de la esclavitud no sólo consistía en la falta de libertad y visibilidad, sino también en el temor de los propios esclavos «de que, por ser oscuros, pasarían sin dejar huella de su existencia,»).[70] Quizá no haya testimonio más claro de la desaparición de la esfera pública en la Edad Moderna que la casi absoluta pérdida de interés por la inmortalidad, eclipsada en cierto modo por la simultánea pérdida de preocupación metafísica hacia la eternidad. Ésta, por ser tema de los filósofos y de la vita contemplativa, ha de quedar al margen de nuestras consideraciones. Aquélla se identifica con el vicio privado de la vanidad. En efecto, bajo las condiciones modernas resulta tan improbable que alguien aspire seriamente a la inmortalidad terrena, que está justificado pensar que sólo se trata de vanidad.<br /> El famoso pasaje de Aristóteles —«al considerar los asuntos humanos, uno no debe… considerar al hombre como es y no considerar lo que es mortal en las cosas mortales, sino pensar sobre ellas [únicamente] en la medida en que tienen la posibilidad de inmortalizar»— es muy adecuado al pensamiento de la época.[71] Porque ante todo la polis fue para los griegos, al igual que la res publica para los romanos, su garantía contra la futilidad de la vida individual, el espacio protegido contra esta futilidad y reservado para la relativa permanencia, si no inmortalidad, de los mortales.<br /> Lo que pensaba la Edad Moderna de la esfera pública, tras el espectacular ascenso de la sociedad a la preeminencia pública, lo expresó Adam Smith cuando, con ingenua sinceridad, se refirió a «esa no próspera raza de hombres comúnmente llamada hombres de letras» para la que la «admiración pública… es siempre una parte de su recompensa… una considerable parte… en la profesión de la medicina; quizás aún mayor en la de las leyes; en poesía y filosofía es casi el todo».[72] De lo que resulta evidente que la admiración pública y la recompensa monetaria son de la misma naturaleza y pueden convertirse en sustitutas una de otra. También la admiración pública es algo que cabe usar y consumir, y la posición social, como diríamos hoy día, llena una necesidad como el alimento lo hace con otra: la admiración pública es consumida por la vanidad individual como el alimento por el hambriento. Está claro que desde este punto de vista la prueba de la realidad no se basa en la pública presencia de otros, sino en la mayor o menor urgencia de necesidades de cuya existencia o no existencia nadie puede atestiguar, a excepción de quien las padece. Y puesto que la necesidad de alimento tiene su demostrable base de realidad en el propio proceso de la vida, resulta también claro que las punzadas del hambre, subjetivas por completo, son más reales que la «vanagloria», como Hobbes solía llamar a la necesidad de admiración pública. Incluso si estas necesidades, por algún milagro de simpatía, fueran compartidas por otros, su misma futilidad les impediría establecer algo tan sólido y permanente como un mundo común. La cuestión entonces no es que haya una falta de admiración pública por la poesía y la filosofía en el Mundo Moderno, sino que tal admiración no constituye un espacio en el que las cosas se salven de la destrucción del tiempo. La futilidad de la admiración pública, que se consume diariamente en cantidades cada vez mayores, es tal que la recompensa monetaria, una de las cosas más fútiles que existen, puede llegar a ser más «objetiva» y más real.<br /> A diferencia de esta «objetividad», cuya única base es el dinero como común denominador para proveer a todas las necesidades, la realidad de la esfera pública radica en la simultánea presencia de innumerables perspectivas y aspectos en los que se presenta el mundo común y para el que no cabe inventar medida o denominador común. Pues, si bien el mundo común es el lugar de reunión de todos, quienes están presentes ocupan diferentes posiciones en él, y el puesto de uno puede no coincidir más con el de otro que la posición de dos objetos. Ser visto y oído por otros deriva su significado del hecho de que todos ven y oyen desde una posición diferente. Éste es el significado de la vida pública, comparada con la cual incluso la más rica y satisfactoria vida familiar sólo puede ofrecer la prolongación o multiplicación de la posición de uno con sus acompañantes, aspectos y perspectivas. Cabe que la subjetividad de lo privado se prolongue y multiplique en una familia, incluso que llegue a ser tan fuerte que su peso se deje sentir en la esfera pública, pero ese «mundo» familiar nunca puede reemplazar a la realidad que surge de la suma total de aspectos presentada por un objeto a una multitud de espectadores. Sólo donde las cosas pueden verse por muchos en una variedad de aspectos y sin cambiar su identidad, de manera que quienes se agrupan a su alrededor sepan que ven lo mismo en total diversidad, sólo allí aparece auténtica y verdaderamente la realidad mundana.<br /> Bajo las condiciones de un mundo común, la realidad no está garantizada principalmente por la «naturaleza común» de todos los hombres que la constituyen, sino más bien por el hecho de que, a pesar de las diferencias de posición y la resultante variedad de perspectivas, todos están interesados por el mismo objeto. Si la identidad del objeto deja de discernirse, ninguna naturaleza común de los hombres, y menos aún el no natural conformismo de una sociedad de masas, puede evitar la destrucción del mundo común, precedida por lo general de la destrucción de los muchos aspectos en que se presenta a la pluralidad humana. Esto puede ocurrir bajo condiciones de radical aislamiento, donde nadie está de acuerdo con nadie, como suele darse en las tiranías. Pero también puede suceder bajo condiciones de la sociedad de masas o de la histeria colectiva, donde las personas se comportan de repente como si fueran miembros de una familia, cada una multiplicando y prolongando la perspectiva de su vecino. En ambos casos, los hombres se han convertido en completamente privados, es decir, han sido desposeídos de ver y oír a los demás, de ser vistos y oídos por ellos. Todos están encerrados en la subjetividad de su propia experiencia singular, que no deja de ser singular si la misma experiencia se multiplica innumerables veces. El fin del mundo común ha llegado cuando se ve sólo bajo un aspecto y se le permite presentarse únicamente bajo una perspectiva.<br /> 8. La esfera privada: la propiedad<br /><br /><br /> Con respecto a esta múltiple significación de la esfera pública, la palabra «privado» cobra su original sentido privativo, su significado. Vivir una vida privada por completo significa por encima de todo estar privado de cosas esenciales a una verdadera vida humana: estar privado de la realidad que proviene de ser visto y oído por los demás, estar privado de una «objetiva» relación con los otros que proviene de hallarse relacionado y separado de ellos a través del intermediario de un mundo común de cosas, estar privado de realizar algo más permanente que la propia vida. La privación de lo privado radica en la ausencia de los demás; hasta donde concierne a los otros, el hombre privado no aparece y, por lo tanto, es como si no existiera. Cualquier cosa que realiza carece de significado y consecuencia para los otros, y lo que le importa a él no interesa a los demás.<br /> Bajo las circunstancias modernas, esta carencia de relación «objetiva» con los otros y de realidad garantizada mediante ellos se ha convertido en el fenómeno de masas de la soledad, donde ha adquirido su forma más extrema y antihumana.[73] La razón de este extremo consiste en que la sociedad de masas no sólo destruye la esfera pública sino también la privada, quita al hombre no sólo su lugar en el mundo sino también su hogar privado, donde en otro tiempo se sentía protegido del mundo y donde, en todo caso, incluso los excluidos del mundo podían encontrar un sustituto en el calor del hogar y en la limitada realidad de la vida familiar. El pleno desarrollo de la vida hogareña en un espacio interior y privado lo debemos al extraordinario sentido político de los romanos que, a diferencia de los griegos, nunca sacrificaron lo privado a lo público, sino que por el contrario comprendieron que estas dos esferas sólo podían existir mediante la coexistencia. Y aunque las condiciones de los esclavos probablemente apenas eran mejores en Roma que en Atenas, es muy característico que un escritor romano haya creído que, para los esclavos, la casa del dueño era lo que la res publica para los ciudadanos.[74] Dejando aparte lo soportable que pudiera ser la vida privada en la familia, evidentemente nunca podía ser más que un sustituto, aunque la esfera privada tanto en Roma como en Atenas ofrecía numerosas ocasiones para actividades que hoy día clasificamos como más altas que la política, tal como la acumulación de riqueza en Grecia o la entrega al arte y la ciencia en Roma. Esta actitud «liberal», que bajo ciertas circunstancias originó esclavos muy prósperos y de gran instrucción, únicamente significaba que ser próspero no tenía realidad en la polis griega y ser filósofo no tenía mucha consecuencia en la república romana.[75]<br /> Resulta lógico que el rasgo privativo de lo privado; la conciencia de carecer de algo esencial en una vida transcurrida exclusivamente en la restringida esfera de la casa, haya quedado debilitado casi hasta el punto de extinción por el auge del cristianismo. La moralidad cristiana, diferenciada de sus preceptos religiosos fundamentales, siempre ha insistido en que todos deben ocuparse de sus propios asuntos y que la responsabilidad política constituía una carga, tomada exclusivamente en beneficio de1 bienestar y salvación de quienes se liberan de la preocupación por los asuntos públicos.[76] Es sorprendente que esta actitud haya sobrevivido en la secular Época Moderna a tal extremo que Karl Marx, quien en éste como en otros muchos aspectos únicamente resumió, conceptualizó y transformó en programa los básicos supuestos de doscientos años de modernidad, pudiera finalmente predecir y confiar en el «marchitamiento» del conjunto de la esfera pública. La diferencia del punto de vista cristiano y socialista en este aspecto, uno considerando al gobierno como mal necesario debido a la perversidad del hombre y el otro confiando en su final supresión, no lo es en cuanto a estimación de la propia esfera pública, sino de la naturaleza humana. Lo que es imposible captar desde cualquiera de los puntos de vista es que el «marchitamiento del estado» había sido precedido por el debilitamiento de la esfera pública, o más bien por su transformación en una esfera de gobierno muy restringida; en la época de Marx, este gobierno ya había comenzado a marchitarse, es decir, a transformarse en una «organización doméstica» de alcance nacional, hasta que en nuestros días ha empezado a desaparecer por completo en la aún más restringida e impersonal esfera de la administración.<br /> Parece estar en la naturaleza de la relación entre la esfera pública y la privada que la etapa final de la desaparición de la primera vaya acompañada por la amenaza de liquidación de la segunda. No es casualidad que toda la discusión se haya convertido finalmente en una argumentación sobre la deseabilidad o indeseabilidad de la propiedad poseída privadamente. La palabra «privada» en conexión con propiedad, incluso en términos del antiguo pensamiento político, pierde de inmediato su privativo carácter y gran parte de su oposición a la esfera pública en general; aparentemente, la propiedad posee ciertas calificaciones que, si bien basadas en la esfera privada, siempre se consideraron de máxima importancia para el cuerpo político.<br /> La profunda relación entre público y privado, manifiesta en su nivel más elemental en la cuestión de la propiedad privada, posiblemente se comprende mal hoy día debido a la moderna ecuación de propiedad y riqueza por un lado y carencia de propiedad y pobreza por el otro. Dicho malentendido es sumamente molesto, ya que ambas, tanto la propiedad como la riqueza, son históricamente de mayor pertinencia a la esfera pública que cualquier otro asunto e interés privado y han desempeñado, al menos formalmente, más o menos el mismo papel como principal condición para la admisión en la esfera pública y en la completa ciudadanía. Resulta, por lo tanto, fácil olvidar que riqueza y propiedad, lejos de ser lo mismo, son de naturaleza por completo diferente. El actual auge de reales o potencialmente muy ricas sociedades que, al mismo tiempo, carecen en esencia de propiedad debido a que la riqueza del individuo con siste en su participación en la renta anual de la sociedad como un todo, demuestra con claridad la poca relación que guardan estas dos cosas.<br /> Antes de la Edad Moderna, que comenzó con la expropiación de los pobres y luego procedió a emancipar a las clases sin propiedad, todas las civilizaciones se habían basado en lo sagrado de la propiedad privada. La riqueza, por el contrario, privadamente poseída o públicamente distribuida, nunca fue sagrada. En sus orígenes, la propiedad significaba ni más ni menos el tener un sitio de uno en alguna parte concreta del mundo y por lo tanto pertenecer al cuerpo político, es decir, ser el cabeza de una de las familias que juntas formaban la esfera pública. Este sitio del mundo privadamente poseído era tan exactamente idéntico al de la familia que lo poseía,[77] que la expulsión de un ciudadano no sólo podía significar la confiscación de su hacienda sino también la destrucción real del propio edificio.[78] La riqueza de un extranjero o de un esclavo no era bajo ninguna circunstancia sustituto de su propiedad,[79] y la pobreza no privaba al cabeza de familia de su sitio en el mundo ni de la ciudadanía resultante de ello. En los primeros tiempos, si por azar perdía su puesto, perdía automáticamente su ciudadanía y la protección de la ley.[80] Lo sagrado de lo privado era como lo sagrado de lo oculto, es decir, del nacimiento y de la muerte, comienzo y fin de los mortales que, al igual que todas las criaturas vivas, surgían y retornaban a la oscuridad de un submundo.[81] El rasgo no privativo de la esfera familiar se basaba originalmente en ser la esfera del nacimiento y de la muerte, que debe ocultarse de la esfera pública porque acoge las cosas ocultas a los ojos humanos e impenetrables al conocimiento humano.[82] Es oculto porque el hombre no sabe de dónde procede cuando nace ni adónde va cuando muere.<br /> No sólo es importante el interior de esta esfera, que permanece oculta y con significación no pública, sino que también lo es para la ciudad su apariencia externa, manifestada en la esfera ciudadana mediante las fronteras entre una casa y otra. Originalmente, la ley se identificó con esta línea fronteriza,[83] que en los tiempos antiguos era un verdadero espacio, una especie de tierra de nadie[84] entre lo público y lo privado, que protegía ambas esferas y, al mismo tiempo, las separaba. La ley de la polis superó este antiguo concepto, si bien conservó su originario significado espacial. La ley de la ciudad-estado no era el contenido de la acción política (la idea de que la actividad política es fundamentalmente legisladora, aunque de origen romano, es moderna en esencia y tuvo su mayor expresión en la filosofía política de Kant), ni un catálogo de prohibiciones basado, como aún ocurre en todas las leyes modernas, en el «no harás» del Decálogo. Literalmente era una muralla, sin la que podría haber habido un conjunto de casas, una ciudad (asty), pero no una comunidad política. Esta ley-muralla era sagrada, pero sólo el recinto era político.[85] Sin ella, la esfera pública pudiera no tener más existencia que la de una propiedad sin valla circundante; la primera incluía la vida política, la segunda protegía el proceso biológico de la vida familiar.[86]<br /> Por lo tanto, no es exacto decir que la propiedad privada, antes de la Edad Moderna, era la condición evidente para entrar en la esfera pública; era mucho más que eso. Lo privado era semejante al aspecto oscuro y oculto de la esfera pública, y si ser político significaba alcanzar la más elevada posibilidad de la existencia humana, carecer de un lugar privado propio (como era el caso del esclavo) significaba dejar de ser humano.<br /> De origen posterior y diferente por completo es el significado político de la riqueza privada, de la que salen los medios para la subsistencia. Ya hemos mencionado la antigua identificación de la necesidad con la esfera privada de la familia, donde cada uno tenía que hacer frente por sí mismo a las exigencias de la vida. El hombre libre, que disponía de su esfera privada y no estaba, como el esclavo, a disposición de un amo, podía verse «obligado» por la pobreza. Ésta fuerza al hombre libre a comportarse como un esclavo.[87] Así, pues, la riqueza privada se convirtió en condición para ser admitido en la vida pública no porque su poseedor estuviera entregado a acumularla, sino, por el contrario, debido a que aseguraba con razonable seguridad que su poseedor no tendría que dedicarse a buscar los medios de uso y consumo y quedaba libre para la actitud pública.[88] Está claro que la vida pública sólo era posible después de haber cubierto las mucho más urgentes necesidades de la vida. Los medios para hacerles frente procedían del trabajo, y de ahí que a menudo la riqueza de una persona se estableciera por el número de trabajadores, es decir, de esclavos; que poseía.[89] Ser propietarios significaba tener cubiertas las necesidades de la vida y, por lo tanto, ser potencialmente una persona libre para trascender la propia vida y entrar en el mundo que todos tenemos en común.<br /> Sólo con la concreta tangibilidad de ese mundo común, esto es, con el nacimiento de la ciudad-estado, pudo esta especie de propiedad privada adquirir eminente significado político, y es evidente que el famoso «desdén por las ocupaciones serviles» no se halla en el mundo homérico. Si el propietario decidía ampliar su propiedad en lugar de usarla para llevar una vida política, era como si de modo voluntario sacrificara su libertad y pasara a ser lo que era el esclavo en contra de su voluntad, o sea, un siervo de la necesidad.[90]<br /> Hasta el comienzo de la Edad Moderna, esta especie de propiedad nunca se había considerado sagrada, y sólo donde la riqueza como fuente de ingreso se identificaba con el trozo de tierra donde se asentaba la familia, es decir, en una sociedad esencialmente agrícola, coincidieron estos dos tipos de propiedad y asumieron el carácter de sagrado. En todo caso, los abogados modernos de la propiedad privada, que unánimemente la consideran como riqueza individualmente poseída y nada más, tienen poco motivo para apelar a una tradición según la cual no podía existir libre esfera pública sin un adecuado establecimiento y protección de lo privado. Porque la enorme acumulación de riqueza, todavía en marcha, de la sociedad moderna, que comenzó con la expropiación —la de las clases campesinas, que, a su vez, fue la casi accidental consecuencia de la expropiación de las propiedades eclesiásticas después de la Reforma—,[91] jamás ha mostrado demasiada consideración por la propiedad privada, sino que la ha sacrificado siempre que ha entrado en conflicto con la acumulación de riqueza. El dicho de Proudhon de que la propiedad es robo tiene una sólida base de verdad en los orígenes del capitalismo moderno; resulta significativo que incluso Proudhon vacilase en aceptar el dudoso remedio de la expropiación general, puesto que sabía muy bien que la abolición de la propiedad privada, aunque curara el mal de la pobreza, atraía muy probablemente el mayor mal de la tiranía.[92] Puesto que Proudhon no distinguía entre propiedad y riqueza, las dos aparecen en su obra como contradictorias, lo que no es cierto. La apropiación individual de riqueza no respetará a la larga la propiedad privada más que la socialización del proceso de acumulación. No es un invento de Karl Marx, sino algo que existe en la misma naturaleza de esta sociedad, que en cualquier sentido lo privado no hace más que obstaculizar el desarrollo de la «productividad» social, y que se han de denegar las consideraciones de la propiedad privada en favor del proceso siempre creciente de la riqueza social.[93]<br /> 9. Lo social y lo privado<br /><br /><br /> Lo que llamábamos antes el auge de lo social coincidió históricamente con la transformación del interés privado por la propiedad privada en un interés público. La sociedad, cuando entró por vez primera en la esfera pública, adoptó el disfraz de una organización de propietarios que, en lugar de exigir el acceso a la esfera pública debido a su riqueza, pidió protección para acumular más riqueza. En palabras de Bodin, el gobierno pertenecía a los reyes y la propiedad a los súbditos, de manera que el deber de los reyes era gobernar en interés de la propiedad de sus súbditos. La «Commonwealth», como se ha señalado recientemente, «existió en gran manera para la common wealth, “riqueza común”».[94]<br /> Cuando esta riqueza común, resultado de actividades anteriormente desterradas a lo privado familiar, consiguió apoderarse de la esfera pública, las posesiones privadas —que por esencia son mucho menos permanentes y mucho más vulnerables a la mortalidad de sus dueños que el mundo común, que siempre surge del pasado y se propone perdurar para las futuras generaciones— comenzaron a socavar la durabilidad del mundo. Cierto es que la riqueza puede acumularse hasta tal extremo que ningún período de vida individual es capaz de consumirla, con lo que la familia más que el individuo se convierte en su propietario. No obstante, la riqueza sigue siendo algo destinado a usarlo y consumirlo, al margen de los periodos de vida individual que pueda sustentar. Únicamente cuando la riqueza se convirtió en capital, cuya principal función era producir más capital, la propiedad privada igualó o se acercó a la permanencia inherente al mundo comúnmente compartido.[95] Sin embargo, esta permanencia es de diferente naturaleza; se trata de la permanencia de un proceso, más que de la permanencia de una estructura estable. Sin el proceso de acumulación, la riqueza caería en seguida en el opuesto proceso de desintegración mediante el uso y el consumo.<br /> Por lo tanto, la riqueza común nunca puede llegar a ser común en el sentido que hablamos de un mundo común; quedó, o más bien se procuró que quedara, estrictamente privada. Sólo era común el gobierno nombrado para proteger entre sí a los poseedores privados en su competitiva lucha por aumentar la riqueza. La evidente contradicción de este moderno concepto de gobierno, donde lo único que el pueblo tiene en común son sus intereses privados, ya no ha de molestarnos como le molestaba a Marx, puesto que sabemos que la contradicción entre privado y público, típica de las iniciales etapas de la Edad Moderna, ha sido un fenómeno temporal que introdujo la completa extinción de la misma diferencia entre las esferas pública y privada, la sumersión de ambas en la esfera de lo social. También por lo anterior nos hallamos en una posición mucho mejor para darnos cuenta de las consecuencias que, para la existencia humana, se derivan cuando desaparecen las esferas pública y privada, la primera porque se ha convertido en una función de la privada y la segunda porque ha pasado a ser el único interés común que queda.<br /> Visto desde este punto de vista, el descubrimiento moderno de la intimidad parece un vuelo desde el mundo exterior a la interna subjetividad del individuo, que anteriormente estaba protegida por la esfera privada. La disolución de esta esfera en lo social puede observarse perfectamente en la progresiva transformación de la propiedad inmóvil hasta que finalmente la distinción entre propiedad y riqueza, entre los fungibiles y los consumptibiles de la ley romana, pierde todo significado, ya que la cosa tangible, «fungible», se ha convertido en un objeto de «consumo»; perdió su privado valor, de uso, que estaba determinado por su posición, y adquirió un valor exclusivamente social, determinado mediante su siempre cambiante intercambiabilidad, cuya fluctuación sólo podía fijarse temporalmente relacionándola con el común denominador del dinero.[96] En estrecho contacto con esta vaporización de lo tangible se hallaba la más revolucionaria contribución moderna al concepto de propiedad, según la cual ésta no era una fija y firmemente localizada parte del mundo adquirida por su dueño de una u otra manera, sino que por el contrario tenía su origen en el propio hombre, en su posesión de un cuerpo y su indisputable propiedad de la fuerza de este cuerpo, que Marx llamó «fuerza de trabajo».<br /> Así, la propiedad moderna perdió su carácter mundano y se localizó en la propia persona, es decir, en lo que un individuo sólo puede perder con su vida. Históricamente, el supuesto de Locke de que la labor del cuerpo de uno es el origen de la propiedad, resulta más que dudoso; pero si tenemos en cuenta el hecho de que ya vivimos bajo condiciones en las que nuestra propiedad más segura es nuestra habilidad y fuerza de trabajo, es más que probable que esto llegará a ser verdad. Porque la riqueza, tras convertirse en interés público, ha crecido en tales proporciones que es casi ingobernable por la propiedad privada. Es como si la esfera pública se hubiera vengado de quienes intentaron usarla para sus intereses privados. Sin embargo, la mayor amenaza no es la abolición de la propiedad de la riqueza, sino la abolición de la propiedad privada en el sentido de tangible y mundano lugar de uno mismo.<br /> Con el fin de comprender el peligro que para la existencia humana deriva de la eliminación de la esfera privada, para la que lo íntimo no es un sustituto muy digno de confianza, conviene considerar esos rasgos no privativos de lo privado que son más antiguos —e independientes del hecho— que el descubrimiento de la intimidad. La diferencia entre lo que tenemos en común y lo que poseemos privadamente radica en primer lugar en que nuestras posesiones privadas, que usamos y consumimos a diario, se necesitan mucho más apremiantemente que cualquier porción del mundo común; sin propiedad, como señaló Locke, «lo común no sirve».[97] La misma necesidad que, desde el punto de vista de la esfera pública, sólo muestra su aspecto negativo como una carencia de libertad, posee una fuerza impulsora cuya urgencia no es equilibrada por los llamados deseos y aspiraciones más elevados del hombre; no sólo será siempre la primera entre las necesidades y preocupaciones del hombre, sino que impedirá también la apatía y desaparición de la iniciativa que, de manera tan evidente, amenaza a las comunidades ricas de todo el mundo.[98] Necesidad y vida están tan íntimamente relacionadas, que la propia vida se halla amenazada donde se elimina por completo a la necesidad. Porque la eliminación de la necesidad, lejos de proporcionar de manera automática el establecimiento de la libertad, sólo borra la diferenciada línea existente entre libertad y necesidad. (Las modernas discusiones sobre la libertad, en las que ésta nunca se entiende como un estado objetivo de la existencia humana, sino que, o bien presenta un insoluble problema de subjetividad, de voluntad enteramente indeterminada o determinada, o se desarrolla a partir de la necesidad, señalan todas el hecho de que la objetiva y tangible diferencia entre ser libre y ser obligado por la necesidad ha dejado de captarse).<br /> La segunda característica sobresaliente y no privativa de lo privado es que las cuatro paredes de la propiedad de uno ofrecen el único lugar seguro y oculto del mundo común público, no sólo de todo lo que ocurra en él sino también de su publicidad, de ser visto y oído. Una vida que transcurre en público, en presencia de otros, se hace superficial. Si bien retiene su visibilidad, pierde la cualidad de surgir a la vista desde algún lugar más oscuro, que ha de permanecer oculto para no perder su profundidad en un sentido muy real y no subjetivo. El único modo eficaz de garantizar la oscuridad de lo que requiere permanecer oculto a la luz de la publicidad es la propiedad privada, lugar privadamente poseído para ocultarse.[99]<br /> Si bien es natural que los rasgos no privativos de lo privado aparezcan con mayor claridad cuando los hombres se ven amenazados con perderlo, el tratamiento moderno de la propiedad privada por los cuerpos políticos premodernos indica a las claras que los hombres siempre han sido conscientes de su existencia e importancia. Esto, sin embargo, no les hizo proteger las actividades en la esfera privada, sino más bien las fronteras que separaban lo previamente poseído de las otras porciones del mundo, del propio mundo común. Por otra parte, el rasgo característico de la moderna teoría política y económica, hasta donde considera a la propiedad privada como tema crucial, ha sido acentuar las actividades privadas; de los propietarios y su necesidad de protección por parte del gobierno, en beneficio de la acumulación de riqueza a expensas de la misma propiedad tangible. Lo importante para la esfera pública no es, sin embargo, el espíritu más o menos emprendedor de los hombres de negocios, sino las vallas alrededor de las casas y jardines de los ciudadanos. La invasión de lo privado por la sociedad, la «socialización del hombre» (Marx), se realiza de manera más eficiente por medio de la expropiación, si bien no es la única forma. Aquí, como en otros aspectos, las medidas revolucionarias del socialismo o del comunismo cabe reemplazarlas por el más lento y no menos seguro «marchitamiento» de la esfera privada en general y de la propiedad privada en particular.<br /> La distinción entre las esferas pública y privada, considerada desde el punto de vista de lo privado más bien que del cuerpo político, es igual a la diferencia entre cosas que deben mostrarse y cosas que han de permanecer ocultas. Sólo la Época Moderna, en su rebelión contra la sociedad, ha descubierto lo rica y diversa que puede ser la esfera de lo oculto bajo las condiciones de la intimidad; pero resulta sorprendente que desde el comienzo de la historia hasta nuestros días siempre haya sido la parte corporal de la existencia humana lo que ha necesitado mantenerse oculto en privado, cosas todas relacionadas con la necesidad del proceso de la vida, que antes de la Edad Moderna abarcaba todas las actividades que servían para la subsistencia del individuo y para la supervivencia de la especie. Apartados estaban los trabajadores, quienes «con su cuerpo atendían a las necesidades [corporales] de la vida»,[100] y las mujeres, que con el suyo garantizaban la supervivencia física de la especie. Mujeres y esclavos pertenecían a la misma categoría y estaban apartados no sólo porque eran la propiedad de alguien, sino también porque su vida era «laboriosa», dedicada a las funciones corporales.[101] En el comienzo de la Edad Moderna, cuando el trabajo «libre» había perdido su lugar oculto en lo privado de la familia, los trabajadores estaban apartados y, segregados de la comunidad como si fueran delincuentes, tras altas paredes y bajo constante supervisión.[102] El hecho de que la Edad Moderna emancipara a las mujeres y a las clases trabajadoras casi en el mismo momento histórico, ha de contarse entre las características dé una época que ya no cree que las funciones corporales y los intereses materiales tengan que ocultarse. Lo más sintomático de la naturaleza de estos fenómenos estriba en que los pocos residuos de lo estrictamente privado se relacionan, incluso en nuestra propia civilización, con las «necesidades», en el sentido original de ser necesarias por el hecho de tener un cuerpo.<br /> 10. El lugar de las actividades humanas<br /><br /><br /> Aunque la distinción entre lo público y lo privado coincide con la oposición de necesidad y libertad, de futilidad y permanencia; y, finalmente, de vergüenza y honor, en modo alguno es cierto que sólo lo necesario, lo fútil y lo vergonzoso tengan su lugar adecuado en la esfera privada. El significado más elemental de las dos esferas indica que hay cosas que requieren ocultarse y otras que necesitan exhibirse públicamente para que puedan existir. Si consideramos estas cosas, sin tener en cuenta el lugar en que las encontramos en cualquier civilización determinada, veremos que cada una de las actividades humanas señala su propio lugar en el mundo. Esto es cierto para las principales actividades de la vita activa, labor, trabajo y acción; pero hay un ejemplo, si bien extremo, de este fenómeno cuya ventaja como botón de muestra radica en que desempeñó un considerable papel en la teoría política.<br /> La bondad en sentido absoluto, diferenciada de lo «bueno para» o lo «excelente» de la antigüedad griega y romana, se conoció en nuestra civilización con el auge del cristianismo. Desde entonces conocemos las buenas acciones como una importante variedad de la posible acción humana. El famoso antagonismo entre el primer cristianismo y la res publica, tan admirablemente resumido en la frase de Tertuliano nec ulla magis res aliena quam publica («ninguna materia nos es más ajena que la pública»),[103] corriente y acertadamente se entiende como una consecuencia de las tempranas expectativas escatológicas, que sólo perdieron su inmediato significado cuando la experiencia demostró que incluso la caída del Imperio Romano no llevaba consigo el fin del mundo.[104] Sin embargo, la ultramundanidad del cristianismo aún tiene otra raíz, quizá más íntimamente relacionada con las enseñanzas de Jesús de Nazaret y, de todos modos, tan independiente de la creencia en lo perecedero del mundo, que a uno le tienta ver en ella la verdadera razón interna de por qué la alienación cristiana del mundo pudo tan fácilmente sobrevivir a la evidente no-realización de sus esperanzas escatológicas.<br /> La única actividad que enseñó Jesús con palabras y hechos fue la bondad, e indudablemente ésta acoge una tendencia a no ser vista ni oída. La hostilidad cristiana hacia la esfera pública, la tendencia al menos en los primeros cristianos a llevar una vida lo más alejada posible de la esfera pública, puede también entenderse como una consecuencia evidente de la entrega a las buenas acciones, independiente de todas las creencias y esperanzas. Ya que resulta manifiesto que en el momento en que una buena acción se hace pública y conocida, pierde su específico carácter de bondad, de ser hecha sólo en beneficio de la bondad. Cuando ésta se presenta abiertamente, deja de ser bondad, aunque pueda seguir siendo útil como caridad organizada o como acto de solidaridad. Por lo tanto: «Procura que tus limosnas no sean vistas por los hombres». La bondad sólo existe cuando no es percibida, ni siquiera por su autor; quien se ve desempeñando una buena acción deja de ser bueno, y todo lo más es un miembro útil de la sociedad o un fiel cumplidor de las enseñanzas de una determinada Iglesia. Por lo tanto; «Que tu mano izquierda no sepa lo que hace la derecha».<br /> Tal vez esta curiosa cualidad negativa de la bondad, su falta de manifestación externa, hizo de la aparición histórica de Jesús de Nazaret un acontecimiento tan profundamente paradójico; esa misma cualidad parece ser el motivo de que Jesús creyera y enseñara que ningún hombre puede ser bueno: «¿Por qué me llamáis bueno? Nadie es bueno, salvo uno, que es Dios».[105] La misma convicción se expresa en la historia de los treinta y seis hombres justos, en consideración a los cuales Dios salva al mundo y quienes no son conocidos por nadie, y menos aún por sí mismos. Recordamos la gran perspicacia socrática sobre la imposibilidad de que el hombre sea sabio, de la que nació el amor por la sabiduría o filosofía; toda la historia de Jesús parece atestiguar que el amor por la bondad surge de la perspicacia de que ningún hombre puede ser bueno.<br /> Tanto el amor a la sabiduría como el amor a la bondad, si se determina en actividades filosóficas y en el bien obrar, tienen en común que llegan a un fin inmediato, que se cancelan a sí mismos, por decirlo así, siempre que se dé por supuesto que el hombre puede ser sabio o bueno. Los intentos de dar existencia a lo que no puede sobrevivir al fugaz momento del acto no han faltado, y siempre condujeron al absurdo. Los filósofos de la tardía antigüedad que se exigían ser sabios eran absurdos cuando proclamaban su felicidad al quemarse vivos en el famoso Toro Falérico.<br /> Y aquí acaba la similitud entre las actividades que surgen del amor a la bondad y a la sabiduría. Es cierto que ambas se hallan en cierta oposición a la esfera pública, pero el caso de la bondad es mucho más extremo a este respecto y por lo tanto de mayor pertinencia para nuestro contexto. Si no quiere quedar destruida, sólo la bondad ha de ser absolutamente secreta y huir de toda apariencia. El filósofo, incluso si decide de acuerdo con Platón abandonar la «caverna» de los asuntos humanos, no tiene que ocultarse de sí mismo; por el contrario, bajo el firmamento de ideas no sólo encuentra la verdadera esencia de todo lo que existe, sino también a sí mismo en el diálogo entre «yo y yo mismo» (eme emautō), en el que Platón veía la esencia del pensamiento.[106] Estar en soledad significa estar con uno mismo, y pensar, aunque sea la más solitaria de todas las actividades, nunca es completo sin compañía.<br /> Sin embargo, el hombre que arna a la bondad nunca puede permitirse llevar una vida solitaria, y, no obstante, su vivir con otros y para otros ha de quedar esencialmente sin testimonio y carente en primer lugar de la compañía de sí mismo. No está solitario, sino solo; en su vida con los demás ha de ocultarse de ellos y ni siquiera puede confiar en sí mismo para atestiguar lo que hace. El filósofo siempre puede confiar en sus pensamientos para mantenerse en compañía, mientras que las buenas acciones jamás acompañan y han de olvidarse en el momento en que se realizan, porque incluso su recuerdo destruye la cualidad de «bueno». Más aún, el pensar, debido a que cabe recordar lo pensado, puede cristalizar en pensamiento, y los pensamientos, como todas las cosas que deben su existencia al recuerdo, pueden transformarse en objetos tangibles que, como la página escrita o el libro impreso, se convierten en parte de los artefactos humanos. Las buenas acciones, puesto que han de olvidarse instantáneamente, jamás pueden convertirse en parte del mundo; vienen y van, sin dejar huella. Verdaderamente no son de este mundo.<br /> Este no ser del mundo, inherente a las buenas acciones, hace del amante de la bondad una figura esencialmente religiosa y de la bondad, al igual que la sabiduría en la antigüedad, una cualidad en esencia no humana, superhumana. Y sin embargo; el amor a la bondad, a diferencia del amor a la sabiduría, no está limitado a la experiencia de unos pocos, de la misma manera que la soledad, a diferencia de la vida solitaria, se halla al alcance de la experiencia de cualquier hombre. Así, pues, en cierto sentido, bondad y soledad son de mucha más pertinencia a la política que la sabiduría y la vida solitaria; no obstante, sólo la vida solitaria puede convertirse en una auténtica forma de existencia en la figura del filósofo, mientras que la experiencia mucho más general de la soledad es tan contraria a la condición humana de pluralidad, que, sencillamente, resulta insoportable durante cualquier período de tiempo y requiere la compañía de Dios, único testigo imaginable de las buenas acciones, si no quiere aniquilar por completo la existencia humana. La ultramundanidad de la experiencia religiosa, hasta donde es verdadera experiencia de amor en el sentido de actividad, y no la mucho más frecuente de pasiva contemplación de una verdad revelada, se manifiesta dentro del mundo; ésta, al igual que todas las otras actividades, no abandona el mundo, sino que ha de realizarse dentro de él. Pero dicha manifestación, aunque se presenta en el espacio en que se realizan otras actividades y depende de dicho espacio, es de naturaleza activamente negativa; al huir del mundo y esconderse de sus habitantes, niega el espacio que el mundo ofrece a los hombres, y más que todo, esa porción pública donde todas las cosas y personas son vistas y oídas por los demás.<br /> La bondad, por lo tanto, como consistente forma de vida, no es sólo imposible dentro de los confines de la esfera pública, sino que incluso es destructiva. Quizá nadie ha comprendido tan agudamente como Maquiavelo esta ruinosa cualidad de ser bueno, quien, en un famoso párrafo, se atrevió a enseñar a los hombres «cómo no ser bueno».[107] Resulta innecesario añadir que no dijo ni quiso decir que a los hombres se les debe enseñar a ser malos; el acto criminal, si bien por otras razones, también ha de huir de ser visto y oído por los demás. El criterio de Maquiavelo para la acción política era la gloria, el mismo que en la antigüedad clásica, y la maldad no puede brillar más gloriosa que la bondad. Por lo tanto, todos los métodos que lleven a «ganar más poder que gloria» son malos.[108] La maldad que surge de lo oculto es impúdica y destruye directamente el mundo común; la bondad que surge de lo oculto y asume un papel público ya no es buena, sino corrupta en sus propios términos y llevará la corrupción a cualquier sitio que vaya. Así, para Maquiavelo, la razón por la que la Iglesia tuviera una corruptora influencia en la política italiana se debía a su participación en los asuntos seculares como tales y no a la corrupción individual de obispos y prelados. Para él, la alternativa planteada por el problema del dominio religioso sobre la esfera secular era ineludiblemente ésta: o la esfera pública corrompía al cuerpo religioso y por lo tanto también se corrompía, o el cuerpo religioso no se corrompía y destruía por completo a la esfera pública. Así, pues, a los ojos de Maquiavelo, una Iglesia reformada aún era más peligrosa, y seguía con gran respeto y con mayor aprensión el renacimiento religioso de su tiempo, las «nuevas órdenes» que, para «salvar a la religión de quedar destruida por la disipación de prelados y jerarquías de la Iglesia», enseñaban al pueblo a ser bueno y no a «resistir al mal», con el resultado de que los «perversos gobernantes hacen todo el mal que les place».[109]<br /> Hemos elegido el ejemplo extremo de realizar buenas obras, extremo porque esta actividad ni siquiera se encuentra en su elemento en la esfera de lo privado, con el fin de indicar que los juicios históricos de las comunidades políticas, por los que cada una determinaba qué actividades de la vita activa debían mostrarse en público y cuáles tenían que ocultarse en privado, pueden tener su correspondencia en la naturaleza de estas mismas actividades. Al plantear este problema no intento un exhaustivo análisis de las actividades de la vita activa, cuyas articulaciones han sido curiosamente despreciadas por una tradición que la consideró fundamentalmente desde el punto de vista de la vita contemplativa, sino procurar determinar con cierto grado de seguridad su significado político.<br /> <br /> CAPÍTULO III LABOR<br /><br /><br /> En este capítulo se critica a Karl Marx. Tengo la desgracia de hacerlo en un momento en que tantos escritores, que anteriormente vivieron de apropiarse explícita o tácitamente ideas e intuiciones del rico mundo de Marx, han decidido convertirse en antimarxistas, e incluso uno de ellos ha descubierto que el propio Marx fue incapaz de ganarse la vida, olvidando las generaciones de autores que ha «mantenido». Ante esta dificultad me alivia recordar un párrafo escrito por Benjamín Constant cuando se vio obligado a atacar a Rousseau: «J’éviterai certes de me joindre aux détracteurs d’un grand homme. Quand le hasard fait qu’en apparence je me recontre avec eux sur un seul point, je suis en défiance de moi-même; et pour me consoler de paraitre un instant de leur avis… j’ai besoin de désavouer et de flétrir, autant qu’íl est en moi, ces prétendus auxiliaires» (“Cierto es que evitaré unirme a los detractores de un gran hombre. Si la casualidad hace que en apariencia esté de acuerdo con ellos en un solo punto, desconfío de mí mismo; y para consolarme de parecer por un instante de su opinión… necesito contradecir e infamar todo lo que puedo a estos pretendidos colaboradores”).[110]<br /> 11. «La labor de nuestiro cuerpo y el trabajo de nuestras manos»[111]<br /><br /><br /> La distinción que propongo ent1e labor y trabajo no es usual. La evidencia a su favor es demasiado grande para no tenerla en cuenta, y, sin embargo, es un hecho histórico que salvo unas cuantas observaciones aisladas, que además ni siquiera desarrollaron los autores en sus teorías, apenas hay nada en la tradición premoderna del pensamiento político o en el amplio cuerpo de las modernas teorías sobre la labor que la sustente. No obstante, contra esta escasez histórica se levanta un testimonio muy articulado y obstinado, es decir, el simple hecho de que todo idioma europeo, antiguo y moderno, contiene dos palabras etimológicamente no relacionadas para definir lo que creemos es la misma actividad, conservadas pese a su persistente uso sinónimo.[112]<br /> Así, la distinción de Locke entre manos que trabajan y cuerpo que labora es algo reminiscente de la diferencia griega entre cheirotechnēs, artesano, a la que corresponde la palabra alemana Handwerker, y aquellos que, como los «esclavos y animales domésticos, atienden con sus cuerpos a las necesidades de la vida»,[113] en griego tō sōmati ergazesthai, trabajan con sus cuerpos (incluso aquí, labor y trabajo ya se tratan como idénticos, puesto que la palabra usada no es ponein, “labor”, sino ergazesthai, “trabajo”). Sólo en un aspecto que, sin embargo, es el más importante desde el punto de vista lingüístico, el uso antiguo y moderno de las dos palabras deja de ser sinónimo, es decir, en la formación del nombre correspondiente. De nuevo encontramos aquí completa unanimidad; la palabra «labor», entendida como nombre, nunca designa el producto acabado, el resultado de la labor, sino que se queda en nombre verbal para clasificarlo con el gerundio, mientras que el propio producto deriva invariablemente de la palabra que indica trabajo, incluso cuando el uso corriente ha seguido el desarrollo moderno tan estrechamente que la forma verbal de la palabra «trabajo» se ha quedado más bien anticuada.[114]<br /> El motivo de que esta distinción haya pasado por alto en la antigüedad y no se haya explorado su significación es bastante claro. El desprecio hacia la labor, que originalmente surge de la apasionada lucha por la libertad mediante la superación de las necesidades, y del no menos apasionado rechazo de todo esfuerzo que no dejara huella, monumento, ni gran obra digna de ser recordada, se propagó con las recientes exigencias de la vida de la polis sobre el tiempo de los ciudadanos, así como debido a su insistencia en la abstención (skholē) de lo que no fueran actividades políticas, hasta que englobó todo lo que suponía un esfuerzo. La primera costumbre política, anterior al pleno desarrollo de la ciudad-estado, distinguía simplemente entre esclavos, enemigos vencidos (dmōes o douloi) que eran llevados a la casa del vencedor con el resto del botín, donde en calidad de residentes (oiketai o familiares) se esclavizaban para atender a su propia vida y a la de su amo, y los d emiourgoi, trabajadores del pueblo, que se movían libremente fuera de la esfera privada y dentro de la pública.[115] Tiempo después cambió incluso el nombre de estos artesanos, a quienes Salón aún describía como hijos de Atenea y Hefesto, y los llamaba banausoi, o sea, hombres cuyo principal interés es el oficio y no el lugar del mercado. Sólo a partir de finales del siglo V comenzó la polis a clasificar las ocupaciones según el esfuerzo requerido, y así Aristóteles calificaba esas ocupaciones «en las que el cuerpo más se deteriora» como las más bajas. Aunque se negó a admitir a los banausoi como ciudadanos, hubiera aceptado a los pastores y pintores, y no a los campesinos y escultores.[116]<br /> Más adelante veremos que los griegos, aparte de su desprecio por la labor, tenían sus propias razones para desconfiar del artesano o más bien de la mentalidad del homo faber. No obstante, esta desconfianza sólo se da en ciertos periodos, mientras que la estima por las actividades humanas, incluso la de aquellos que, como Hesíodo, supuestamente elogian la labor,[117] se basa en la convicción de que la labor de nuestro cuerpo, requerida por sus necesidades, resulta abyecta. De ahí que las ocupaciones que no consistían en laborar, aunque se emprendieran no por su propio fin, sino para hacer frente a las necesidades de la vida, se asimilaban al status de labor, lo que explica las variaciones y cambios en su estima y clasificación en diferentes periodos y en distintos lugares. La opinión de que labor y trabajo eran despreciados en la antigüedad debido a que sólo incumbían a los esclavos, es un principio de los historiadores modernos. Los antiguos razonaban de manera totalmente distinta; creían que era necesario poseer esclavos debido a la servil naturaleza de todas las ocupaciones útiles para el mantenimiento de la vida.[118] Precisamente sobre esta base se defendía y justificaba la intuición de la esclavitud. Laborar significaba estar esclavizado por la necesidad, y esta servidumbre era inherente a las condiciones de la vida humana. Debido a que los hombres estaban dominados por las necesidades de la vida, sólo podían ganar su libertad mediante la dominación de esos a quienes sujetaban a la necesidad por la fuerza. La degradación del esclavo era un golpe del destino y un destino peor que la muerte, ya que llevaba consigo la metamorfosis del hombre en algo semejante al animal domesticado.[119] Por lo tanto, un cambio en el estado legal de un esclavo, como la manumisión por su dueño o un cambio en la circunstancia política general que elevara ciertas ocupaciones a la pertinencia pública, aseguraba de modo automático un cambio en la «naturaleza» del esclavo.[120]<br /> La institución de la esclavitud en la antigüedad, aunque no en los últimos tiempos, no era un recurso para obtener trabajo barato o un instrumento de explotación en beneficio de los dueños, sino más bien el intento de excluir la labor de las condiciones de la vida del hombre. Lo que los hombres compartían con las otras formas de vida animal no se consideraba humano. (Diremos de paso que ésta era también la razón del malentendido que ha suscitado la teoría griega sobre la no humana naturaleza del esclavo. Aristóteles, que argumentó dicha teoría de manera tan explícita, y luego, en su lecho de muerte, liberó a sus esclavos, no fue tan inconsistente como se inclinan a creer los modernos. No negó la capacidad del esclavo para ser humano, sino únicamente el uso de la palabra «hombres» para designar a los miembros de la especie mientras estuvieran totalmente sujetos a la necesidad).[121] Y la verdad es que está plenamente justificado el empleo de la palabra «animal» en concepto de animal laborans, para diferenciarlo del muy discutible uso de la misma palabra en la expresión animal rationale. En efecto, el animal laborans es sólo uno, a lo sumo el más elevado, de la especie animal que puebla la tierra. No es sorprendente que la distinción entre labor y trabajo fuera ignorada en la antigüedad clásica. La diferenciación entre la familia privada y la esfera política pública, entre el residente familiar que era el esclavo y el cabeza de familia que era el ciudadano, entre actividades que han de ocultarse en privado y las que son dignas de verse, oírse y recordarse, eclipsó y predeterminó todas las demás distinciones hasta que sólo quedó un criterio: ¿dónde se gasta la mayor cantidad de tiempo y esfuerzo, en público o en privado?, ¿está motivada la ocupación por cura privati negotii o cura rei publicae, por el cuidado de los asuntos privados o públicos?[122] Con el auge de la teoría política, los filósofos superaron incluso estas distinciones, que al menos habían diferenciado las actividades, oponiendo la contemplación a toda clase de actividades semejantes. Con ellos, incluso la actividad política quedó nivelada al rango de necesidad, que en adelante pasó a ser el denominador común de todas las articulaciones dentro de la vita activa. Razonablemente no cabe esperar ayuda alguna del pensamiento político cristiano, que aceptó la distinción de los filósofos, la refinó, y, al ser la religión para la mayoría y la filosofía para los pocos, le dio general validez, obligando a todos los hombres.<br /> No obstante, a primera vista resulta sorprendente que la Edad Moderna —con la inversión de todas las tradiciones; del tradicional rango de la acción y contemplación no menos que de la tradicional jerarquía dentro de la propia vita activa, con su glorificación del trabajo como fuente de todos los valores y su elevación desde animal laborans hasta la posición tradicionalmente mantenida por el animal rationale— no haya ideado una sola teoría en la que el animal laborans y el homo faber, «la labor de nuestro cuerpo y el trabajo de nuestras manos», estén claramente diferenciados. En vez de eso, primero encontramos la distinción entre labor productiva e improductiva, algo después la diferenciación entre trabajo experto e inexperto, y, finalmente, superando a las dos debido a que aparentemente es de significación más elemental, la división de todas las actividades en trabajo manual e intelectual De las tres, sólo la distinción entre labor productiva e improductiva llega al núcleo del asunto, y no es casualidad que los dos teóricos más importantes en este campo, Adam Smith y Karl Marx, basaran en ella toda la estructura de su argumentación. El motivo de la elevación de la labor en la Época Moderna fue su «productividad», y la, en apariencia, blasfema noción de Marx al afirmar que la labor (y no Dios) creó al hombre o que la labor (y no la razón) distinguía al hombre de los otros animales, únicamente era la formulación más radical y consistente de algo sobre lo que estaba de acuerdo toda la Época Moderna.[123]<br /> Más aún, tanto Smith como Marx estaban de acuerdo con la opinión pública moderna al despreciar la labor improductiva como parásita, en realidad una especie de perversión de la labor, como si nada que no fuera digno de este nombre enriqueciera al mundo. Marx compartió el desprecio de Smith por los «sirvientes domésticos», que como «huéspedes perezosos… nada dejan tras de sí a cambio de su consumo».[124] Sin embargo, eran precisamente estos sirvientes domésticos, estos residentes familiares, oiketai o familiares, que laboraban por pura subsistencia y que se necesitaban para el consumo sin esfuerzo más que para la producción, a quienes todas las épocas anteriores a la moderna tenían en mente cuando identificaban la condición laboral con la esclavitud. Lo que dejaban tras de sí a cambio de su consumo no era ni más ni menos que la libertad de sus dueños o, en lenguaje moderno, la potencial productividad de sus amos.<br /> Dicho con otras palabras, la distinción entre labor productiva e improductiva contiene, aunque con prejuicio, la distinción más fundamental entre trabajo y labor.[125] En efecto, signo de todo laborar es que no deja nada tras sí, que el resultado de su esfuerzo se consume casi tan rápidamente como se gasta el esfuerzo. Y no obstante, dicho esfuerzo, a pesar de su futilidad, nace de un gran apremio y está motivado por su impulso mucho más poderoso que cualquier otro, ya que de él depende la propia vida. La época moderna en general y Karl Marx en particular, anonadados, por decirlo así, por la productividad sin precedente de la humanidad occidental, tuvieron la casi irresistible tendencia a considerar toda labor como trabajo y a referirse al animal laborans en términos mucho más adecuados al homo faber, confiando en que sólo era necesario un poco más para eliminar por completo a la labor y a la necesidad.[126]<br /> Sin duda, el auténtico desarrollo histórico que sacó a la labor de lo oculto y la llevó a la esfera pública, donde pudo ser organizada y «dividida»,[127] constituyó un poderoso argumento en el desarrollo de estas teorías. Sin embargo, un hecho más significativo a este respecto, ya observado por los economistas clásicos y claramente descubierto y analizado por Karl Marx, es que la propia actividad laboral, al margen de las circunstancias históricas e independientemente de su lugar en la esfera privada o pública, posee una «productividad» suya, por fútiles y no duraderos que puedan ser sus productos. Dicha productividad no se basa en los productos de la labor, sino en el «poder» humano, cuya fuerza no queda agotada cuando ha producido los medios para su propia subsistencia y supervivencia, que es capaz de producir un «superávit», es decir, más de lo necesario para su propia «reproducción». Debido a que lo que explica la productividad de la labor no es ésta en sí misma, sino el superávit del «poder de la labor» humana (Arbeitskraft), la introducción de este término por Marx constituyó, como Engels señaló acertadamente, el elemento más original y revolucionario de todo su sistemá.[128] A diferencia de la productividad del trabajo, que añade nuevos objetos al artificio humano, la productividad del poder de la labor sólo produce objetos de manera incidental y fundamentalmente se interesa por los medios de su propia reproducción; puesto que su poder no se agota una vez asegurada su propia reproducción, puede usarse para la reproducción de más de un proceso de vida, si bien no «produce» más que vida.[129] Mediante la opresión violenta en una sociedad de esclavos o de explotación en la sociedad capitalista de la época de Marx, puede canalizarse de tal modo que la labor de unos baste para la vida de todos.<br /> Desde este punto de vista puramente social, que es de la Época Moderna pero que cobró su mayor y más coherente expresión en la obra de Marx, todo el laborar es «productivo», y la anterior distinción entre las «tareas domésticas» que no dejan huella y la producción de cosas lo suficientemente duraderas para su acumulación pierde su validez. Como vimos antes, el punto de vista social es idéntico a la interpretación que sólo tiene en cuenta el proceso de vida de la humanidad y, dentro de su marco de referencia, todas las cosas se convierten en objetos de consumo. En una «humanidad socializada» por completo, cuyo único propósito fuera mantener el proceso de la vida —y tal es, desgraciadamente, el nada utópico ideal que guía a las teorías de Marx—,[130] la distinción entre labor y trabajo desaparecería por entero; todo trabajo se convertiría en labor debido a que las cosas se entenderían no en su mundana y objetiva cualidad, sino como resultado del poder de la labor y de las funciones del proceso de la vida.[131]<br /> Es interesante observar que la distinción entre trabajo diestro y no diestro e intelectual y manual, no desempeña papel alguno en la economía política clásica ni en la obra de Marx. Comparados con la productividad de la labor, son de importancia secundaria. Toda actividad requiere una cierta destreza, tanto si se trata de limpiar y cocinar como de escribir un libro o construir una casa. La distinción no se aplica a diferentes actividades, sino que sólo señala ciertos grados y cualidades en cada una de ellas. Podría adquirir cierta importancia la moderna división del trabajo, donde las tareas asignadas anteriormente a los jóvenes e inexpertos quedaron congeladas en ocupaciones para toda la vida. Pero la consecuencia de la división del trabajo, en que una actividad se divide en tantas minúsculas partes que cada especialista sólo necesita un mínimo de habilidad, tiende a abolir por completo el trabajo diestro, como atinadamente predijo Marx. El resultado es que lo comprado y vendido en el mercado del trabajo no es habilidad individual, sino «poder de la labor», del que todo ser humano posee aproximadamente el mismo. Más aún, puesto que el trabajo no hábil es una contradicción expresiva, la propia distinción sólo es válida para la actividad laboral, y el intento de usada como importante marco de referencia ya indica que la distinción entre labor y trabajo ha quedado abandonada en favor de la labor.<br /> Muy distinto es el caso de la más popular categoría de trabajo manual e intelectual. Aquí, el lazo subyacente entre quien trabaja con la mano y el que lo hace con la cabeza es de nuevo el proceso laboral, en un caso desempeñado por la cabeza y en el otro por otra parte del cuerpo. Sin embargo, pensar, que presumiblemente es la actividad de la cabeza, aunque en cierta manera es como el laborar —también un proceso que probablemente sólo finaliza con la propia vida—, es incluso menos «productivo» que la labor; si ésta no deja huella permanente, el pensar no deja nada tangible. Por sí mismo, nunca se materializa en objeto. Siempre que el trabajador intelectual desea manifestar sus pensamientos, ha de usar sus manos y adquirir habilidad manual como cualquier otro trabajador. Dicho con otras palabras, pensar y trabajar son dos actividades diferentes que nunca coinciden por completo; el pensador que quiere que el mundo conozca el «contenido» de sus pensamientos, lo primero de todo ha de hacer una pausa y recordar sus pensamientos. Tanto aquí como en los demás casos, el recuerdo prepara lo intangible y lo fútil para su final materialización; es el comienzo del proceso de trabajo y, al igual que la consideración del artesano sobre el modelo que guiará su obra, su etapa más inmaterial. El propio trabajo siempre requiere entonces algún material sobre el que actuar y que mediante la fabricación, la actividad del homo faber, se transformará en un objeto mundano. La específica cualidad del trabajo intelectual no se debe menos al «trabajo de nuestras manos» que el de cualquier otra clase de trabajo.<br /> Parece razonable y es muy corriente relacionar y justificar la moderna distinción entre labor intelectual y manual con la antigua que diferenciaba las «artes serviles» de las «liberales». Sin embargo, el signo característico entre estas últimas no es en absoluto «un mayor grado de inteligencia» o que el «artista liberal» trabaje con el cerebro y el «sórdido artesano» lo haga con las manos. El antiguo criterio es fundamentalmente político. Son liberales las ocupaciones que requieren prudentia, capacidad para el juicio prudente, que es la virtud de los estadistas, y las profesiones de utilidad pública (ad hominum utílitatem),[132] tales como la arquitectura, la medicina y la agricultura.[133] Todos los oficios, tanto el del amanuense como el del carpintero, son «sórdidos», inapropiados para un ciudadano completo, y los peores son los considerados como más útiles, por ejemplo el de «pescadero, carnicero, cocinero, pollero y pescador».[134] No obstante, ni siquiera éstos son necesariamente puro trabajo. Aún hay una tercera categoría en la que se remuneran el esfuerzo y la fatiga (las operae diferenciadas del opus, la mera actividad diferenciada del trabajo), y en estos casos «el propio salario es señal de esclavitud».[135]<br /> La distinción entre trabajo manual e intelectual, aunque cabe encontrar su origen en la Edad Media,[136] es moderna y tiene dos causas por completo diferentes que, no obstante, son igualmente características del clima general de la Época Moderna. Puesto que bajo las condiciones modernas toda ocupación tenía que mostrar su «utilidad» para la sociedad en general, y puesto que la utilidad de las ocupaciones intelectuales se hizo más que dudosa debido a la glorificación de la labor, era natural que también los intelectuales quisieran contarse entre la población trabajadora. Al mismo tiempo, y sólo en aparente contradicción con este desarrollo, la necesidad y estima de esta sociedad por ciertas relaciones «intelectuales» ascendió a un grado sin precedente en nuestra historia, excepto en los siglos de la decadencia del Imperio Romano. Cabe recordar que, a través de la historia de la antigüedad, los servicios «intelectuales» de los amanuenses, ya sirvieran las necesidades de la esfera pública o de la privada, eran realizados por esclavos y clasificados en consonancia con el estado legal de éstos. Sólo la burocratización del Imperio Romano y el concomitante auge social y político de los emperadores llevó consigo una revaluación de los servicios «intelectuales».[137] Hasta donde el intelectual no es un «trabajador» —que, al igual que los demás trabajadores, desde el más humilde artesano al más grande artista, está comprometido en añadir una cosa más, a ser posible duradera, al mundo del hombre— se parece más que ningún otro al «sirviente doméstico» de Adam Smith, aunque su función radica menos en conservar intacto el proceso de la vida y mantener su regeneración que en ocuparse de la conservación del gigantesco aparato burocrático cuyo proceso consume sus servicios y devora sus productos tan rápida y despiadadamente como el propio proceso biológico de la vida.[138]<br /> 12. El carácter de cosa del mundo<br /><br /><br /> El desprecio por el trabajo en la teoría antigua y su glorificación en la moderna proceden de la actitud subjetiva o actividad del trabajador, desconfiando de su penoso esfuerzo o elogiando su productividad. Este carácter subjetivo del enfoque se ve de modo más claro en la distinción entre trabajo fácil y difícil, pero ya vimos, al menos en el caso de Marx —quien, como los más importantes teóricos del trabajo, suministra una especie de piedra de toque para estas cuestiones—, que la productividad del trabajo se mide y calibra según las exigencias del proceso de la vida para su propia reproducción; radica en la potencial plusvalía inherente a la fuerza de trabajo humano, no en la cualidad o carácter de las cosas que produce. De manera similar, la opinión griega, que clasificaba a los pintores en grado superior a los escultores, no se basaba en una mayor consideración por la pintura.[139] Parece que la diferencia entre labor y trabajo, que nuestros teóricos tanto se han obstinado en olvidar y nuestros idiomas tan tercamente en conservar, se convierte simplemente en una diferencia de grado si el carácter mundano de la cosa producida —su lugar, función y tiempo de permanencia en el mundo— no se tiene en cuenta. La diferencia entre un pan, cuya «expectativa de vida» en el mundo es apenas más de un día, y una mesa, que fácilmente puede sobrevivir a generaciones de hombres, es mucho más clara y decisiva que la distinción entre un panadero y un carpintero.<br /> La curiosa discrepancia entre lenguaje y teoría, que observamos anteriormente, resulta ser por lo tanto una discrepancia entre el lenguaje «objetivo» y orientado por el mundo que hablamos y las teorías subjetivas y orientadas por el hombre que usamos en nuestros intentos para entendernos. El lenguaje, y las fundamentales experiencias humanas que lo sustentan, es lo que nos enseña que las cosas del mundo, entre las que se consume la vita activa, son de naturaleza muy diferente y producidas por muy distintas clases de actividad. Considerados como parte del mundo, los productos del trabajo —y no los de la labor— garantizan la permanencia y «durabilidad», sin las que no sería posible el mundo. Dentro de este mundo de cosas duraderas encontramos los bienes de consumo que aseguran a la vida los medios para su propia supervivencia. Necesarias para nuestro cuerpo y producidas por su laborar, pero sin propia estabilidad, estas cosas de incesante consumo aparecen y desaparecen en un medio ambiente de objetos que no se consumen sino que se usan, y a los que, debido a que los usamos, nos acostumbrarnos. Como tales, originan la familiaridad del inundo, sus costumbres y hábitos de intercambio entre hombres y cosas, así como entre hombres. Lo que los bienes de consumo son para la vida, los objetos de uso son para el mundo. De ellos derivan los primeros su carácter de cosa; y el lenguaje, que no permite a la actividad laborante formar algo tan sólido y no verbal como un nombre, sugiere con extrema probabilidad que no conoceríamos lo que es una cosa sin tener ante nosotros «el trabajo de nuestras manos».<br /> Diferenciados de los bienes de consumo y de los objetos de uso, encontramos finalmente los «productos» de la acción y del discurso, que juntos constituyen el tejido de las relaciones y asuntos humanos. Dejados en sí mismos, no sólo carecen de la tangibilidad de las otras cosas, sino que incluso son menos duraderos y más fútiles que lo que producimos para consumo. Su realidad depende por entero de la pluralidad humana, de la constante presencia de otros que ven, y por lo tanto atestiguan de su existencia. Actuar y hablar siguen siendo manifestaciones exteriores de la vida humana, que sólo conoce una actividad que, si bien relacionada con el mundo exterior de muchas maneras, no se manifiesta necesariamente en él y no requiere ser vista, ni oída, ni usada, ni consumida para ser real: la actividad del pensamiento.<br /> Sin embargo, considerados en su mundanidad, acción, discurso y pensamiento tienen mucho más en común que cualquiera de ellos con el trabajo o la labor. No «producen», no engendran nada, son tan fútiles como la propia vida. Para convertirse en cosas mundanas, es decir, en actos, hechos, acontecimientos y modelos de pensamientos o ideas, lo primero de todo han de ser vistos, oídos, recordados y luego transformados en cosas, en rima poética, en página escrita o libro impreso, en cuadro o escultura, en todas las clases de memorias, documentos y monumentos. Todo el mundo real de los asuntos humanos depende para su realidad y continuada existencia en primer lugar de la presencia de otros que han visto, oído y que recordarán y, luego, de la transformación de lo intangible en la tangibilidad de las cosas. Sin el recuerdo y la transformación que aquél necesita para su propia realización y que lo convierte, como sostenían los griegos, en la madre de todas las artes, el discurso, la acción y el pensamiento perderían su realidad al final de cada proceso y desaparecerían como si nunca hubieran existido. La materialización que han de sufrir para permanecer en el mundo la pagan en cuanto que la «letra muerta» siempre reemplaza a algo que surgió de un momento fugaz y que durante ese breve tiempo existió como «espíritu vivo». Han de pagar ese precio porque su naturaleza es por completo no mundana y, por consiguiente, necesita la ayuda de una actividad cuya naturaleza sea diferente; para su realidad y materialización dependen de la misma mano de obra que construye las demás cosas.<br /> La realidad y confiabilidad del mundo humano descansan principalmente en el hecho de que estamos rodeados de cosas más permanentes que la actividad que las produce, y potencialmente incluso más permanentes que las vidas de sus autores. La vida humana, en la medida en que construye el mundo, se encuentra en constante proceso de transformación, y el grado de mundanidad de las cosas producidas depende de su mayor o menor permanencia en el propio mundo.<br /> 13. Labor y vida<br /><br /><br /> Las cosas menos duraderas son las necesarias para el proceso de la vida. Su consumo apenas sobrevive al acto de su producción; en palabras de Locke, todas esas «buenas cosas» que son «realmente útiles para la vida del hombre», para la «necesidad de subsistir», tienen «por lo general breve duración, de manera que —si no se consumen por el uso— decaen y perecen por sí mismas».[140] Tras corta permanencia en el mundo, vuelven al proceso natural que las produjo, ya por absorción en el proceso de la vida del animal humano o por decadencia; en su aspecto conferido por el hombre, con el que adquirieron su efímero lugar en el mundo de los objetos fabricados por los humanos, desaparecen mucho más rápidamente que cualquier otra porción del mundo. Consideradas en su mundanidad, son las menos mundanas y al mismo tiempo las más naturales de todas las cosas. Aunque están hechas por el hombre, vienen y van, son producidas y consumidas, en consonancia con el siempre repetido movimiento cíclico de la naturaleza. Cíclico, también, es el movimiento del organismo vivo, sin excluir el cuerpo humano, mientras puede resistir el proceso que impregna su ser y lo hace vivo. La vida es un proceso que en todas partes consume lo durable; lo desgasta, lo hace desaparecer, hasta que finalmente la materia muerta, resultado de pequeños, singulares y cíclicos procesos de la vida, retorna al total y gigantesco círculo de la propia naturaleza, en el que no existe comienzo ni fin y donde todas las cosas naturales giran en inmutable e inmortal repetición.<br /> La naturaleza y el cíclico movimiento en el que ésta obliga a entrar a todas las cosas vivas, desconocen el nacimiento y la muerte tal como los entendemos. El nacimiento y la muerte de los seres humanos no son simples casos naturales, sino que se relacionan con un mundo en el que los individuos, entidades únicas, no intercambiables e irrepetibles, aparecen y parten. Nacimiento y muerte presuponen un mundo que no está en constante movimiento, pero cuya cualidad de durable y de relativa permanencia hace posible la aparición y desaparición, que existía antes de la llegada de cualquier individuo y que sobrevivirá a su marcha final. Sin un mundo en el que los hombres nazcan y mueran, sólo existiría la inmutable y eterna repetición, la inmortal eternidad de lo humano y de las otras especies animales. Una filosofía de la vida que no llegue a la afirmación de la «eterna repetición» (ewige Wiederkehr, de Nietzsche) como el más elevado principio de todo ser, simplemente no sabe de lo que está hablando.<br /> Sin embargo, la palabra «vida» tiene un significado por completo diferente si la relacionamos con el mundo y deseamos designar el intervalo entre nacimiento y muerte. Limitada por un principio y un fin, es decir, por los dos supremos acontecimientos de aparición y desaparición del mundo, sigue un movimiento estrictamente lineal, llevada por el motor de la vida biológica que el hombre comparte con otras cosas vivas y que retiene para siempre el movimiento cíclico de la naturaleza. La principal característica de esta vida específicamente humana cuya apanc1on y desaparición constituyen acontecimiento mundanos, consiste en que en sí misma está llena siempre de hechos que en esencia se pueden contar como una historia, establecer una biografía; de esta vida, bios, diferenciada del simple zōē, Aristóteles dijo que «de algún modo es una clase de praxis».[141] Porque acción y discurso, que estaban muy próximos a la política para el entendimiento griego, como ya hemos visto, son las dos actividades cuyo resultado final siempre será una historia con bastante coherencia para contarla, por accidentales y fortuitos que los acontecimientos y su causa puedan parecer.<br /> Sólo dentro del mundo humano, el cíclico movimiento de la naturaleza se manifiesta como crecimiento y decadencia. Como el nacimiento y la muerte, tampoco ésos son casos naturales; no tienen sitio en el incesante, infatigable ciclo en el que toda la familia de la naturaleza gira a perpetuidad. Sólo cuando entran en el mundo hecho por el hombre, los procesos de la naturaleza pueden caracterizarse por el crecimiento y la decadencia; sólo si consideramos los productos de la naturaleza, este árbol o este perro, como cosas individuales, con lo cual ya los sacamos de su medio ambiente «natural» y los ponernos en nuestro mundo, comienzan a crecer y decaer. Mientras que la naturaleza se manifiesta en la existencia humana mediante el movimiento circular de nuestras funciones corporales, su presencia en el mundo hecho por el hombre la deja sentir en b constante amenaza de hacerlo crecer o decaer demasiado. La característica común del proceso biológico en el hombre y del proceso de crecimiento y decadencia en el mundo, consiste en que ambos son parte del movimiento cíclico de la naturaleza y, por lo tanto, interminablemente repetidos; todas las actividades humanas que surgen de la necesidad de hacerles frente se encuentran sujetas a los repetidos ciclos de la naturaleza y carecen en sí mismas de principio y fin, propiamente hablando; a diferencia del trabajar, cuyo final llega cuando el objeto está acabado, dispuesto a incorporarse al mundo común de las cosas, el laborar siempre se mueve en el mismo círculo, prescrito por el proceso biológico del organismo vivo, y el fin de su «fatiga y molestia» sólo llega con la muerte de este organismo.[142]<br /> Cuando Marx definió la labor como «el metabolismo del hombre con la naturaleza», en cuyo proceso «el material de la naturaleza se adapta mediante un cambio de forma a las necesidades del hombre», de manera que «la labor se ha incorporado a su circunstancia», indicaba con claridad que «hablaba fisiológicamente» y que labor y consumo no son más que dos etapas del siempre repetido ciclo de la vida biológica.[143] Este ciclo requiere que lo sustente el consumo, y la actividad que proporcionan los medios de consumo es la labor.[144] Cualquier cosa que ésta produce pasa casi de inmediato a alimentar el proceso de la vida, produce —o más bien reproduce— nueva «fuerza de labor», exigida para el posterior sostenimiento del cuerpo.[145] Desde el punto de vista de las exigencias del propio proceso de la vida, la «necesidad de subsistir», como decía Locke, el laborar y el consumir se siguen tan de cerca que casi constituyen un solo y único movimiento, que apenas acabado ha de empezar de nuevo. La «necesidad de subsistir» domina tanto a la labor como al consumo, y ésta, cuando se incorpora, «recoge» y corporalmente «mezcla» las cosas proporcionadas por la naturaleza,[146] realiza activamente lo que el cuerpo hace incluso más íntimamente cuando consume el alimento. Ambos son procesos devoradores que apresan y destruyen la materia, y el «trabajo» realizado por la labor sobre su material es sólo el preparativo para su final destrucción.<br /> Este aspecto destructivo y devorador de la actividad laborante sólo es visible desde el punto de vista del mundo y a diferencia del trabajo, que no prepara la materia para la incorporación, sino que la transforma en material con el fin de obrar sobre ella y usar el producto acabado. Desde el punto de vista de la naturaleza, el trabajo más que la labor es destructivo, puesto que su proceso saca la materia de las manos de la naturaleza, sin devolvérsela en el rápido curso del natural metabolismo del cuerpo vivo.<br /> Igualmente atada a los repetidos ciclos de los movimientos naturales, si bien no tan premiosamente impuesta al hombre por la «condición de la vida humana»,[147] se halla la segunda tarea del labrar, es decir, su constante e inacabable lucha contra los procesos de crecimiento y decadencia mediante los cuales la naturaleza invade para siempre el artificio humano, amenazando la cualidad de durable del mundo y su adecuación para el uso humano. La protección y preservación del mundo contra los procesos naturales son duros trabajos que exigen la realización de monótonas y diarias tareas. Esta lucha laborante, a diferencia del tranquilo cumplimiento con que la labor obedece las órdenes de las inmediatas necesidades corporales, aunque sea menos «productiva» que el directo metabolismo del hombre con la naturaleza, mantiene una relación mucho más estrecha con el mundo, al que defiende de la naturaleza. En viejos cuentos e historias mitológicas se da por sentada la grandeza de las luchas heroicas contra opresivas desigualdades, como en el relato de Hércules, cuya limpieza de los establos de Augías se cuenta entre sus doce trabajos. Un significado similar de actos heroicos que requieren gran fuerza y valor y su realización con espíritu de lucha, se manifiesta en el uso medieval de la palabra: labor, travail, Arbeit. Sin embargo, la lucha diaria entablada por el cuerpo humano para mantener limpio el mundo e impedir su decaimiento, guarda poca semejanza con los actos heroicos; el sufrimiento necesario para reparar cotidianamente el derroche del día anterior no es valor, y lo que hace penoso el esfuerzo no es el peligro, sino su inexorable repetición. Los trabajos de Hércules comparten con todas las grandes acciones su característica de ser únicos; por desgracia, una vez realizado el esfuerzo y concluida la tarea, lo único que queda limpio es el mitológico establo de Augías.<br /> 14. Labor y fertilidad<br /><br /><br /> El repentino y espectacular ascenso de la labor desde la más humilde y despreciada posición al rango más elevado, a la más estimada de todas las actividades humanas, comenzó cuando Locke descubrió que la labor es la fuente de toda propiedad. Siguió su curso cuando Adam Smith afirmó que la labor era la fuente de toda riqueza y alcanzó su punto culminante en el «sistema de labor»[148] de Marx, donde ésta pasó a ser la fuente de toda productividad y expresión de la misma humanidad del hombre. De los tres, sin embargo, sólo Marx se interesó por la labor como tal; Locke lo hizo de la institución de la propiedad privada como raíz de la sociedad y Smith quiso explicar y asegurar el progreso sin trabas de la ilimitada acumulación de riqueza. Pero los tres, si bien Marx con mayor fuerza y consistencia, sostuvieron que la labor se consideraba la suprema capacidad del hombre para constituir el mundo, y puesto que la labor es la más natural y menos mundana de las actividades del hombre, los tres autores, y de nuevo Marx el primero, se encontraron ante auténticas contradicciones. En la propia naturaleza de esta materia parece hallarse la más patente solución a dichas contradicciones, o, mejor dicho, la razón más evidente de que estos tres grandes autores no hayan sabido ver dichas contradicciones radica en que igualaron el trabajo con la labor, de manera que a ésta la dotaron de ciertas facultades que sólo posee el trabajo. Esta igualdad conduce siempre a patentes absurdos, si bien no suelen ser tan claramente manifiestos como en la siguiente frase de Veblen: «La prueba duradera de la labor productiva es su producto material, por lo general algún artículo de consumo»,[149] donde la «prueba duradera» con que comienza, debido a que la necesita para la pretendida productividad de la labor, queda inmediatamente destruida por él «consumo» del producto con que acaba la frase, obligado, por así decirlo, por la real evidencia del propio fenómeno.<br /> Así, Locke, con el fin de salvar la labor de su manifiesta desgracia de producir sólo «cosas de breve duración», tuvo que introducir el dinero —«cosa duradera que los hombres conservan sin que se estropee»—, una especie de deus ex machina sin cuya intervención el cuerpo laborante, en su obediencia al proceso de la vida, nunca hubiera llegado a ser el origen de algo tan permanente y duradero como la propiedad, debido a que no existen «cosas duraderas» que puedan conservarse y sobrevivir al proceso laborante. E incluso Marx, que definió al hombre como animal laborans, hubo de admitir que la productividad de la labor, propiamente hablando, comienza con la reificación (Vergegenstandlichung), con «la erección de un objetivo mundo de cosas» (Erzeugung einer gegenständlichen Welt).[150] Pero el esfuerzo de la labor nunca libera al animal laborante de la repetición una y otra vez de dicho esfuerzo y, por lo tanto, queda como una «eterna necesidad impuesta por la naturaleza».[151] Cuando Marx insiste en que el «proceso de la labor acaba en el producto»,[152] forja su propia definición de este proceso como el «metabolismo entre el hombre y la naturaleza» en el que queda inmediatamente «incorporado» el producto, consumido y aniquilado por el proceso vital del cuerpo.<br /> Puesto que ni Locke ni Smith se interesan por la labor como tal, pueden permitirse ciertas distinciones que realmente valen como una diferenciación en principio entre labor y trabajo, si no fuera por una interpretación inapropiada de los rasgos genuinos del laborar. Según este criterio, Smith califica de «labor productiva» a todas las actividades relacionadas con el consumo, como si esto fuera una despreciable y accidental característica de algo cuya verdadera naturaleza consistía en ser productivo. El mismo desprecio con que habla de que «las tareas y servicios domésticos perecen por lo general en el instante de su realización y rara vez dejan tras de sí huella o valor»,[153] está mucho más relacionado con la opinión premoderna sobre esta materia que con su glorificación moderna. Smith y Locke sabían muy bien que no toda clase de labor «establece la diferencia de valor sobre todo»[154] y que existe una actividad que no añade nada «al valor de los materiales sobre los que trabaja».[155] Sin duda, también la labor añade a la naturaleza algo propio del hombre, pero la proporción entre lo que la naturaleza da —las «buenas cosas»— y lo que el hombre añade es exactamente lo contrario en los productos de labor y en los productos de trabajo. Las «buenas cosas» para el consumo nunca pierden por completo su naturaleza, el grano de trigo nunca desaparece por entero en el pan, ni el árbol en la mesa. De este modo, Locke, aunque prestó escasa atención a su propia distinción entre «la labor de nuestro cuerpo y el trabajo de nuestras manos», tuvo que reconocer la diferencia entre cosas «de breve duración» y las suficientemente «duraderas» para que «los hombres las conserven sin que se estropeen».[156] La dificultad era la misma para Smith y Locke; sus «productos» tenían que permanecer lo bastante en el mundo de las cosas tangibles para llegar a ser «valiosos», con lo que carece de importancia que Locke defina el valor como algo que puede conservarse y convertirse en propiedad o que Smith lo considere como algo que dura lo bastante para cambiarlo por alguna otra cosa.<br /> La verdad es que éstas son cuestiones menores si las comparamos con la contradicción fundamental que como un hilo rojo recorre todo el pensamiento de Marx, y que está presente tanto en el tercer volumen de El capital como en sus escritos de juventud. La actitud de Marx con respecto a la labor, que es el núcleo mismo de su pensamiento, fue siempre equívoca.[157] Mientras fue una «necesidad eterna impuesta por la naturaleza» y la más humana y productiva de las actividades del hombre, la revolución, según Marx, no tiene la misión de emancipar a las clases laborales, sino hacer que el hombre se emancipe de la labor; sólo cuando ésta quede abolida, el «reino de la libertad» podrá suplantar al «reino de la necesidad». Porque «el reino de la libertad sólo comienza donde cesa la labor determinada por la necesidad y la externa utilidad», donde acaba «el gobierno de las necesidades físicas inmediatas».[158] Tan fundamental y flagrante contradicción raramente se encuentra en escritores de segunda categoría; en la obra de los grandes autores, dicha contradicción lleva directamente al centro de su trabajo. En el caso de Marx, de cuya lealtad e integridad al describir los fenómenos tal como se le presentaban no puede dudarse, las importantes discrepancias que existen en su obra, observadas por todos los estudiosos de Marx, no deben cargarse a la diferencia «entre el punto de vista científico del historiador y el punto de vista moral del profeta»,[159] ni al movimiento dialéctico que requiere lo negativo, o malo, para producir lo positivo, o bueno. Sigue en pie el hecho de que en todas las fases de su obra define al hombre como animal laborans y luego lo lleva a una sociedad en que su mayor y más humana fuerza ya no es necesaria. Nos deja con la penosa alternativa entre esclavitud productiva y libertad improductiva.<br /> Así, surge la cuestión de por qué Locke y sus sucesores, dejando aparte sus propias intuiciones, persistieron tan obstinadamente en considerar la labor como fuente de la propiedad, de la riqueza, de todos los valores y, finalmente, de la misma humanidad del hombre. O, para plantear la cuestión de otra manera, ¿cuáles eran las experiencias inherentes a la actividad laboral que la mostraban de tan gran importancia a la Época Moderna?<br /> Históricamente, los teóricos políticos a partir del siglo XVII tuvieron que enfrentarse con un proceso hasta entonces desconocido de crecimiento de la riqueza, de la propiedad, de la adquisición. En su intento de dar cuenta de este constante crecimiento, su atención se fijó en el fenómeno de un proceso en sí mismo progresivo, de manera que, por las razones que expondremos más adelante,[160] el concepto de proceso se convirtió en el término clave de la nueva edad, que además desarrolló las ciencias, naturales e históricas. Desde su comienzo, este proceso, debido a su aparente perpetuidad, se entendió como un proceso natural y más concretamente como imagen del propio proceso de la vida. La más tosca superstición de la Edad Moderna —la de que «el dinero engendra dinero»—, así como su más aguda percepción política —que el poder genera poder—, debe su credibilidad a la subyacente metáfora de la natural fertilidad de la vida. De todas las actividades humanas, sólo la labor, no la acción ni el trabajo, es interminable, y progresa de manera automática en consonancia con la propia vida y al margen de las decisiones o propósitos humanamente intencionados.<br /> Quizá nada indica con más claridad el nivel del pensamiento de Marx y la fidelidad de sus descripciones al fenómeno de la realidad, que el hecho de basar toda su teoría en el entendimiento del laborar y procrear como dos modos del mismo fértil proceso de la vida. Para él, labor era la «reproducción de la propia vida de uno» que aseguraba la supervivencia del individuo, y procreación era la producción de «vida extraña» que aseguraba la supervivencia de la especie.[161] Cronológicamente, esta percepción es el origen nunca olvidado de su teoría, que luego elaboró sustituyendo la fuerza de labor de un organismo vivo por la «labor abstracta» y entendiendo el superávit de labor como esa cantidad de fuerza laboral que aún queda después de haber sido producidos los medios para la propia reproducción del laborante. Con esto, sondeó una profunda experiencia no alcanzada por ninguno de sus predecesores —a quienes debía, por otra parte, casi todas sus decisivas inspiraciones— ni sucesores. Encajó su teoría, la teoría de la Edad Moderna, con las intuiciones sobre la naturaleza de la labor que, según la tradición hebraica y clásica, estaba tan íntimamente ligada a la vida como el nacimiento. Por la misma característica, el verdadero significado de la recientemente descubierta productividad de la labor sólo queda de manifiesto en la obra de Marx, donde se basa en la igualdad de la productividad con la fertilidad, de modo que el famoso desarrollo de las «fuerzas productivas» de la humanidad en una sociedad abundante en «cosas buenas», no obedece a otra ley ni está sujeto a otra necesidad que no sea la del mandato «creced y multiplicaos», que es como si nos hablara la propia voz de la naturaleza.<br /> La fertilidad del metabolismo humano con la naturaleza, que surge de la natural redundancia de la fuerza laboral, todavía participa de la superabundancia que observamos por todas partes en la familia de la naturaleza. La «bendición o júbilo» de la labor es el modo humano de experimentar la pura gloria de estar vivo que compartimos con todas las criaturas vivientes, e incluso es el único modo de que también los hombres permanezcan y giren contentamente en el prescrito ciclo de la naturaleza, afanándose y descansando, laborando y consumiendo, con la misma regularidad feliz y sin propósito que se siguen el día y la noche, la vida y la muerte. La recompensa a la fatiga y molestia radica en la fertilidad de la naturaleza, en la serena confianza de que quien ha realizado su parte con «fatiga y molestia», queda como una porción de la naturaleza en el futuro de sus hijos y de los hijos de éstos. El Antiguo Testamento, que, a diferencia de la antigüedad clásica, sostiene que la vida es sagrada y, por lo tanto, ni la muerte ni la labor son un mal (y menos aún un argumento contra la vida),[162] muestra en las historias de los patriarcas la despreocupación de éstos por la muerte, su no necesidad de inmortalidad individual y terrena, ni de seguridad en la eternidad de su alma, y cómo la muerte les llegaba bajo el familiar aspecto de sereno, nocturno y tranquilo descanso a una «edad avanzada y cargados de años».<br /> La bendición de la vida como un todo, inherente a la labor, jamás se encuentra en el trabajo y no debe tomarse con el inevitable y breve alivio y júbilo que sigue a la realización de una cosa. La bendición de la labor consiste en que el esfuerzo y la gratificación se siguen tan de cerca como la producción y consumo de los medios de subsistencia, de modo que la felicidad es concominante al propio proceso, al igual que el placer lo es al funcionamiento de un cuerpo sano. La «felicidad del mayor número», en la que hemos generalizado y vulgarizado la felicidad con la que siempre ha sido bendecida la vida terrena, conceptualizó en un «ideal» la realidad fundamental de una humanidad laborante. El derecho a la búsqueda de esta felicidad es tan innegable como el derecho a la vida; incluso son idénticos. Pero nada tiene en común con la buena fortuna, que es rara, nunca perdura y no puede buscarse, ya que la fortuna depende de la suerte y de lo que la oportunidad da y quita, aunque la mayoría de las personas, en su «búsqueda de la felicidad», corre tras la buena fortuna y se siente desventurada incluso cuando la encuentra, ya que desea conservar y disfrutar la suerte como si se tratara de una abundancia inagotable de «buenas cosas». No hay felicidad duradera al margen del prescrito ciclo de penoso agotamiento y placentera regeneración, y cualquier cosa que desequilibra este ciclo —la pobreza y la desgracia en las que el agotamiento va seguido por la desdicha en lugar de la regeneración, o las grandes riquezas y una vida sin esfuerzo alguno desde el aburrimiento ocupa el sitio del agotamiento y donde los molinos de la necesidad, del consumo y de la digestión, muelen despiadada e inútilmente hasta la muerte un imponente cuerpo humano— destruye la elemental felicidad de estar vivo.<br /> La fuerza de la vida es la fertilidad. El organismo vivo no se agota tras proveer lo necesario para su propia reproducción, y su «excedente» radica en su potencial multiplicación. El consistente naturalismo de Marx descubrió el «poder de la labor» como el modo específicamente humano de la fuerza de la vida, que es capaz de crear un «excedente» como la propia naturaleza. Puesto que estaba interesado casi de manera exclusiva por este proceso, el proceso de las «fuerzas productivas de la sociedad», en cuya vida, como en la de toda especie animal, producción y consumo siempre encuentran un equilibrio, la cuestión de una existencia aparte de las cosas mundanas, cuyo carácter duradero sobrevive y soporta los devoradores procesos de la vida, no se le ocurrió en absoluto. Desde el punto de vista la vida de la especie, todas las actividades hallan su común denominador en el laborar, y el único criterio diferenciador es la abundancia o escasez de los bienes que se consumen en el proceso de la vida. Cuando cada cosa se ha convertido en objeto de consumo, el hecho de que el excedente de labor no modifique la naturaleza, la «breve duración», de los propios productos, pierde importancia, y esta pérdida se manifiesta en la obra de Marx en el desprecio con que trata las elaboradas distinciones de sus predecesores entre labor productiva e improductiva o diestra e inhábil.<br /> El motivo por el que los predecesores de Marx no supieran librarse de estas distinciones, que esencialmente son equivalentes a la más fundamental distinción entre trabajo y labor, no era que fueran menos «científicos», sino que aún escribían bajo el supuesto de la riqueza nacional. Para el establecimiento de la propiedad, la mera abundancia nunca es bastante; los productos de la labor no se hacen más duraderos por su abundancia, ni pueden «amontonarse» y almacenarse para convertirse en parte de la propiedad de un hombre. Por el contrario, existe gran probabilidad de que sólo desaparezcan en el proceso de apropiación o «perezcan inútilmente» si no se consumen «antes de que se estropeen».<br /> 15. Lo privado de la propiedad y riqueza<br /><br /><br /> A primera vista parece extraño que una teoría que tan decisivamente concluía con la abolición de toda propiedad haya partido del establecimiento teórico de la propiedad privada. Sin embargo, esta extrañeza queda en cierto modo mitigada si recordamos el agudo aspecto polémico de la Edad Moderna con respecto a la propiedad, cuyos derechos se hicieron valer de manera explícita contra la esfera común y el Estado. Puesto que ninguna teoría política anterior al socialismo y comunismo había propuesto establecer una sociedad enteramente sin propiedad, y puesto que ningún gobierno antes del siglo XX había mostrado seria inclinación a expropiar a sus ciudadanos, el contenido de la nueva teoría no podía impulsarse basándose en la necesidad de proteger los derechos de la propiedad contra la posible intrusión de la administración gubernamental. La cuestión es que entonces, a diferencia de ahora en que todas las teorías de la propiedad están en evidente defensiva, los economistas no estaban a la defensiva, sino que, por el contrario, se manifestaban abiertamente hostiles a la esfera del gobierno que, como máximo, se consideraba un «mal necesario» y un «reflejo de la naturaleza humana»,[163] y, en el peor de los casos, como un parásito en la que sin él sería saludable vida de la sociedad.[164] Lo que la Época Moderna defendía con tanto ardor no era la propiedad, sino la búsqueda sin trabas de más propiedad o apropiación; contra todos los órganos que apoyaban la «muerta» permanencia de un mundo común, libraba sus batallas en nombre de la vida, de la vida de la sociedad.<br /> No hay duda de que, debido a que el proceso natural de la vida se localiza en el cuerpo, no existe actividad más inmediatamente ligada a la vida que la laborante. A Locke no le satisfacía la tradicional explicación de la labor, según la cual es la natural e inevitable consecuencia dela pobreza y nunca un medio para suprimirla, ni la tradicional explicación del origen de la propiedad por medio de la adquisición, conquista u original división del mundo común.[165] Lo que verdaderamente le interesaba era la apropiación, y lo que había de buscar era una actividad de apropiación del mundo, cuyo carácter privado debía estar al mismo tiempo fuera de duda y disputa.<br /> Evidentemente, nada más privado que las funciones corporales del proceso de la vida, sin excluir su fertilidad, y es digno de observarse que los pocos ejemplos en que incluso una «humanidad socializada» respeta e impone estrictamente lo privado, se refieren a esas «actividades» obligadas por el propio proceso de la vida. De éstas, la labor, porque es una actividad y no simplemente una función, es la menos privada, por decirlo así, la única en que no tenemos necesidad de ocultamos; sin embargo, se halla lo bastante próxima al proceso de la vida para admitir el argumento en favor de lo privado de la apropiación, diferenciado del muy distinto de lo privado de la propiedad.[166] Locke encontró la propiedad privada en la cosa más privada que se posee, es decir, en «la propiedad [del hombre] de su propia persona», o sea, de su propio cuerpo.[167] «La labor de nuestro cuerpo y el trabajo de nuestras manos» pasan a ser uno y lo mismo, ya que ambos son los «medios» para «apropiarse» de lo que «Dios… ha dado… en común a los hombres». Y estos medios, cuerpo, manos y boca, son los naturales apropiadores, ya que no «pertenecen en común a la humanidad», sino que se dan a cada hombre para su uso privado.[168]<br /> De la misma manera que Marx introdujo una fuerza natural, la «fuerza de labor» del cuerpo, para explicar la productividad de la labor y el progresivo proceso de crecimiento de la riqueza, Locke, aunque menos explícito, tuvo que rastrear la propiedad hasta un origen natural de apropiación con el fin de abrir esas estables y mundanas fronteras que «entierran» la parte que cada persona posee privadamente del mundo «de lo común».[169] Marx tenía en común eón Locke su deseo de ver el proceso de crecimiento de la riqueza como un proceso natural que, de manera automática, seguía sus propias leyes y se hallaba al margen de decisiones y propósitos. La única actividad implicada en este proceso era una «actividad» corporal, cuyo natural funcionamiento no pudiera comprobarse ni aunque uno lo quisiera. Comprobar estas «actividades» es destruir la naturaleza, y, para la Época Moderna, aunque eso afirme la institución de la propiedad privada o lo considere un impedimento para el aumento de la riqueza, toda comprobación o control del proceso de la riqueza era equivalente al intento de destruir la propia vida de la sociedad.<br /> El desarrollo de la Época Moderna y el auge de la sociedad, donde la más privada de todas las actividades humanas, la de laborar, ha pasado a ser pública y se le ha permitido establecer su propia esfera común, hacen dudoso que la existencia de la propi dad como lugar poseído privadamente dentro del mundo sea capaz de soportar el implacable proceso del crecimiento de la riqueza. No obstante, es cierto que el carácter privado de las pertenencias de uno, es decir, su completa independencia «de lo común», no podía garantizarse mejor que con la transformación de la propiedad en apropiación o con el «aislamiento de lo común», interpretado como el resultado, el «producto», de la actividad corporal. Bajo este aspecto, el cuerpo se convierte en la quintaesencia de toda propiedad, ya que es la única cosa que no se puede compartir aunque se desee hacerlo. De hecho nada es menos común y comunicable, y por eso de mayor escudo contra la visibilidad y audibilidad de la esfera pública, que le que ocurre dentro del cuerpo, sus placeres y dolores, su labora1 y consumir. Por lo mismo, nada arroja a uno de manera más radical del mundo que la exclusiva concentración en la vida del cuerpo, concentración obligada en la esclavitud o en el dolo: insoportable. Quien desee, por la razón que sea, hacer de la existencia humana algo «privado» por completo, independiente del mundo y sólo sabedor de su propio ser vivo, debe basar sus argumentos en estas experiencias; y puesto que el implacable esfuerzo de la labor del esclavo no es «natural» sino inventado por el hombre y en contradicción con la natural fertilidad del animal laborans, cuya fuerza no se agota ni se consume su tiempo cuando ha reproducido su propia vida, la experiencia «natural» en que radica la independencia del mundo tanto de los estoicos como de los epicúreos no es labor o esclavitud, sino dolor. La felicidad lograda en aislamiento del mundo y disfrutada en el interior de la privada existencia de uno mismo sólo puede ser la famosa «ausencia de dolor», definición con la que han de estar de acuerdo todas las variaciones de consistente sensualismo. El hedonismo, doctrina que sólo reconoce como reales las sensaciones del cuerpo, es la más radical forma de vida no política, absolutamente privada, verdadero cumplimiento de la frase de Epicuro lathe biōsas kai mē politeuesthai (“vivir oculto y no preocuparse del mundo”).<br /> Por lo general, la ausencia de dolor no es más que la condición corporal para conocer el mundo; sólo si el cuerpo no está irritado y, con la irritación, vuelto sobre sí mismo, pueden funcionar normalmente nuestros sentidos, recibir lo que se les da. La ausencia de dolor se suele «sentir» sólo en el breve intermedio entre el dolor y el no-dolor, y la sensación que corresponde al concepto sensualista de felicidad surge del dolor más que de su ausencia. Está fuera de duda la intensidad de esta sensación; sólo la iguala la propia sensación de dolor.[170] El esfuerzo mental exigido por las filosofías que, por diversas razones, desean «liberar» al hombre del mundo, siempre es un acto de imaginación en el que la mera ausencia de dolor se experimenta y realiza en la sensación de quedar liberado de él.[171]<br /> En cualquier caso, el dolor y la concomitante experiencia de liberarse de él son las únicas experiencias sensuales tan independientes del mundo que no contienen la experiencia de ningún objeto mundano. El dolor que causa una espada o el cosquilleo de una pluma de ave nada nos dice de la cualidad o incluso existencia de una espada o de una pluma.[172] Únicamente una irresistible desconfianza en la capacidad de los sentidos humanos para una adecuada experiencia del mundo —y dicha desconfianza es el origen de toda la filosofía moderna— explica la extraña e incluso absurda elección que emplea fenómenos —tales como el dolor o el cosquilleo, que impiden a nuestros sentidos funcionar con normalidad— a manera de ejemplo de toda experiencia sensual, de los que hace derivar la subjetividad de las cualidades «secundarias» e incluso «fundamentales». Si no tuviéramos otras percepciones que las sentidas por el propio cuerpo, la realidad del mundo exterior no sólo estaría abierta a la duda, sino que ni siquiera tendríamos noción del mundo.<br /> La única actividad que corresponde estrictamente a la experiencia de no-mundanidad o, mejor dicho, a la pérdida del mundo tal como ocurre bajo el dolor, es la labor, donde el cuerpo humano, a pesar de su actividad, vuelve sobre sí mismo, se concentra sólo en estar vivo, y queda apresado en su metabolismo con la naturaleza sin trascender o liberarse del repetido ciclo de su propio funcionamiento. Mencionábamos antes el doble dolor relacionado con el proceso de la vida, para el que el lenguaje sólo tiene una palabra y que según la Biblia se impuso junto con la vida del hombre, el penoso esfuerzo requerido para la reproducción de la propia vida de uno y la de la especie. Si este penoso esfuerzo de vivir y fertilizar fuera el verdadero origen de la propiedad, lo privado de dicha propiedad estaría tan sin mundo como el sin par carácter privado de tener un cuerpo y experimentar dolor.<br /> Este carácter privado, aunque esencialmente es lo privado de la apropiación, en modo alguno es lo que Locke, cuyos conceptos seguían siendo los de la tradición premoderna, entendía por propiedad privada. Sea cual sea su origen, esta propiedad era para él un «aislamiento de lo común», es decir, fundamentalmente un lugar en el mundo donde lo que es privado puede ocultarse y protegerse de la esfera pública. Como tal, permanecía en contacto con el mundo común incluso cuando el crecimiento de la riqueza y de la apropiación comenzó a amenazar con la extinción al mundo común. La propiedad no refuerza, sino que mitiga, la no-relación con el mundo del proceso de la labor, debido a su propia seguridad mundana. Por lo mismo, el carácter del proceso de laborar, la implacabilidad con que el propio proceso de la vida apremia y conduce a la labor, está contrarrestado por la adquisición de propiedad. En una sociedad de propietarios, a diferencia de otra de laborantes, sigue siendo el mundo, y no la abundancia natural ni la pura necesidad de la vida, el centro del cuidado y preocupación humanos.<br /> El tema se hace diferente por completo si el principal interés ya no es la propiedad, sino el crecimiento de la riqueza y el proceso de acumulación como tal. Dicho proceso puede ser tan infinito como el de la vida de la especie, y su infinidad se ve constantemente desafiada e interrumpida por el molesto hecho de que los individuos privados no viven siempre ni tienen ante sí un tiempo infinito. Sólo si la vida de la sociedad como un todo, en lugar de las limitadas vidas de los individuos, se considera materia gigantesca del proceso de acumulación, puede éste proseguir plenamente libre y a toda velocidad, sin estar trabado por las limitaciones que impone el periodo de vida individual y la propiedad poseída individualmente. Sólo cuando el hombre no actúa como individuo, interesado únicamente en su propia supervivencia, sino como un «miembro de la especie», un Gattungswesen, como solía decir Marx, sólo cuando la reproducción de la vida individual queda absorbida por el proceso de la vida de la especie, puede el proceso de la vida colectiva de una «humanidad socializada» seguir su propia «necesidad», es decir, su automático curso de fertilidad en el doble sentido de multiplicación de vidas y de la creciente abundancia de bienes que ellas necesitan.<br /> La coincidencia de la filosofía de la labor de Mar con las teorías de evolución y desarrollo del siglo XIX —la evolución natural de un proceso de vida singular desde las más bajas formas de vida orgánica hasta la aparición del animal humano y el histórico desarrollo de un proceso de vida de la humanidad como un todo— resulta sorprendente y ya fue observada por Engels, quien llamó a Marx «el Darwin de la historia». Lo que todas estas teorías en las diversas ciencias —economía, historia, biología, geología— tienen en común es el concepto de proceso, virtualmente desconocido antes de la Época Moderna. Puesto que el descubrimiento de los procesos por las ciencias naturales había coincidido con el hallazgo de la introspección en filosofía, es natural que el proceso biológico dentro de nosotros mismos se convirtiera finalmente en el mismo modelo del nuevo concepto; en el marco de las experiencias dadas a la introspección, no conocemos más proceso que el de la vida dentro de nuestros cuerpos, y la única actividad en la que podemos traducir y que corresponde a ella es la labor. De ahí que parezca casi inevitable que la igualdad de productividad con fertilidad en la filosofía de la labor propia de la Época Moderna se haya visto seguida por las diferentes variedades de filosofía de la vida que se basan en la misma igualdad.[173] La diferencia entre las primeras teorías de la labor y las últimas filosofías de la vida radica fundamentalmente en que éstas han perdido de vista la única actividad necesaria para mantener el proceso de la vida. Sin embargo, incluso esta pérdida parece corresponder al real desarrollo histórico que hizo más fácil la labor que antes y, por lo tanto, más similar al proceso de la vida que funciona automáticamente. Cuando a la vuelta del siglo (con Nietzsche y Bergson) se proclamó a la vida, y no a la labor, «creadora de todos los valores», esta glorificación del puro dinamismo del proceso de la vida excluía ese mínimo de iniciativa presente incluso en esas actividades en que, como el laborar y el procrear, la necesidad urge al hombre.<br /> No obstante, ni el enorme incremento en la fertilidad ni la socialización del proceso, esto es, la sustitución de la sociedad o especie colectiva por el hombre individual, puede eliminar el estricto e incluso cruel carácter privado de la experiencia de los procesos corporales en los que la vida se manifiesta, o de la propia actividad de la labor. Ni la abundancia de bienes ni la disminución del tiempo requerido en la labor dan por resultado el establecimiento de un mundo común, y el expropiado animal laborans no deja de ser menos privado porque se le haya desprovisto de un lugar privado de su propiedad para ocultarse y protegerse de la esfera común. Marx predijo correctamente, aunque con injustificado júbilo, «el marchitamiento» de la esfera pública bajo condiciones de desarrollo no trabado de las «fuerzas productivas de la sociedad», y fue también justo, es decir, consecuente con su concepción del hombre como animal laborans, cuando vaticinó que los «hombres socializados» dedicarían su liberación del laborar a esas actividades estrictamente privadas y esencialmente no mundanas que llamamos hobbies.[174]<br /> 16. Los instrumentos del trabajo y la división de la labor<br /><br /><br /> Por desgracia, parece estar en la naturaleza de las condiciones de la vida, tal como se ha concedido al hombre, la única posible ventaja de que la fertilidad de la fuerza laboral humana se base en su habilidad para hacer frente a las necesidades de más de un hombre o de una familia. Los productos de la labor, los productos del metabolismo del hombre con la naturaleza, no permanecen en el mundo lo bastante para convertirse en parte de él, y la propia actividad laborante, concentrada exclusivamente en la vida y en su mantenimiento, se olvida del mundo hasta el extremo de la no-mundanidad. El animal Zaborans, llevado por las necesidades de su cuerpo, no usa este cuerpo libremente como hace el homo faber con sus manos, sus herramientas primordiales, motivo por el que Platón decía que los laborantes y los esclavos no sólo estaban atados a la necesidad e incapacitados para la libertad, sino que tampoco podían dominar a la parte «animal» de ellos.[175] Una sociedad de masas de trabajadores, tal como Marx la tenía en mente cuando hablaba de «humanidad socializada», está compuesta de especímenes no mundanos de la especie de la humanidad, trátese de esclavos domésticos llevados a su situación por la violencia de otros, o de hombres libres que realizan sus funciones de manera voluntaria.<br /> Esta no-mundanidad del animal laborans es diferente por completo de la activa huida de la publicidad del mundo, inherente a la actividad de las «buenas obras». El animal laborans no huye del mundo, sino que es expulsado de él en cuanto que está encerrado en lo privado de su propio cuerpo, atrapado en el cumplimiento de necesidades que nadie puede compartir y que nadie puede comunicar plenamente. El hecho de que la esclavitud y exilio en el hogar fueran la condición social de todos los trabajadores antes de la Época Moderna, se debe de modo fundamental a la propia condición humana; la vida, que para las demás especies animales es la misma esencia de su ser, se convierte en una carga para el hombre debido a su innata «repugnancia por la futilidad».[176] Dicha carga se hace más pesada debido a que ninguno de los llamados «deseos más excelsos» tiene la misma urgencia, y el hombre se ve obligado a llevarla por necesidad. La esclavitud se convirtió en la condición social de las clases laborales porque se la consideraba como la condición natural de la vida misma. Omnis vita servitium est.[177]<br /> La carga de la vida biológica, que lastra y consume el período de vida humano entre el nacimiento y la muerte, sólo puede eliminarse con el empleo de sirvientes, y la función principal de los antiguos esclavos era más llevar la carga de consumo del hogar que producir para la sociedad en general.[178] El motivo de que la labor del esclavo desempeñara tan enorme papel en las sociedades antiguas y de que su improductividad y carácter antieconómico no se descubriera, radica en que las antiguas ciudades-estado eran principalmente «centros de consumo».[179] El precio pagado por liberar la carga de la vida de los hombros de los ciudadanos era enorme, y en modo alguno consistía sólo en la violenta injusticia de obligar a una parte de la humanidad a adentrarse en las tinieblas del dolor y de la necesidad. Puesto que estas tinieblas son naturales, inherentes a la condición humana —sólo el acto violento, cuando un grupo de hombres intenta liberarse de los grilletes sujetando a todos los demás al dolor y a la necesidad, es propio del hombre—, el precio exigido para liberarse por completo de la necesidad es, en un sentido, la propia vida, o más bien la institución de la vida real por la sufrida por otros. Bajo las condiciones de la esclavitud, el grande de la tierra podía incluso usar los sentidos de otros, podía «ver y oír mediante sus esclavos», como decía Herodoto.[180]<br /> En su nivel más elemental, la «fatiga y molestia» de obtener y el placer de «incorporar» las necesidades de la vida están tan estrechamente unidos en el ciclo biológico de la vida, cuyo repetido ritmo condiciona a la vida humana en su único y lineal movimiento, que la perfecta eliminación del dolor y del esfuerzo laboral no sólo quitaría a la vida biológica sus más naturales placeres, sino que le arrebataría su misma viveza y vitalidad. La condición humana es tal que el dolor y el esfuerzo no son meros síntomas que se pueden suprimir sin cambiar la propia vida; son más bien los modos en que la vida, junto con la necesidad a la que se encuentra ligada, se deja sentir. Para los mortales, la «vida fácil de los dioses» sería una vida sin vida.<br /> Porque nuestra confianza en la realidad de la vida y en la realidad del mundo no es la misma. La segunda procede fundamentalmente del carácter permanente y duradero del mundo, que es muy superior al de la vida mortal. Si uno supiera que el mundo iba a terminar con la muerte o poco después de morir uno, el mundo perdería toda su realidad, como la perdió para los primeros cristianos mientras estuvieron convencidos del inmediato cumplimiento de sus expectativas escatológicas. Por el contrario, la confianza en la realidad de la vida depende casi de modo exclusivo de la intensidad con que se sienta la vida, de la fuerza con que ésta se deje sentir. Dicha intensidad es tan grande y su fuerza tan elemental que siempre que prevalece, tanto en la felicidad como en el pesar, oscurece la restante realidad del mundo. Se ha observado con frecuencia que la vida del rico pierde en vitalidad, en proximidad a las «buenas cosas» de la naturaleza, lo que gana en refinamiento, en sensibilidad con respecto a las cosas hermosas del mundo. El hecho es que la capacidad humana para la vida en el mundo lleva siempre consigo una habilidad para trascender y para alienarse de los procesos de la vida, mientras que la vitalidad y viveza sólo pueden conservarse en la medida en que el hombre esté dispuesto a tomar sobre sí la carga, fatiga y molestia de la vida.<br /> Es cierto que el enorme progreso de nuestros instrumentos de labor —los mudos robots con que el homo faber va en ayuda del animal laborans, a diferencia de los instrumentos humanos y vocales (los instrumentum vocale, como se llamaba a los esclavos en los antiguos hogares) a quienes el hombre de acción tenía que dominar y oprimir cuando quería liberar al animal laborans de su servidumbre— han hecho más fácil y menos penosa la doble labor de la vida: el esfuerzo para su mantenimiento y el dolor del nacimiento. Naturalmente, esto no ha eliminado el apremio de la actividad laboral o la condición de estar sujeto a las necesidades de la vida humana. Pero, a diferencia de la sociedad esclavista, donde la «maldición» de la necesidad seguía siendo una vívida realidad, debido a que la vida de un esclavo atestiguaba a diario que la «vida es esclavitud», esta condición ya no está plenamente manifiesta y su no-apariencia la ha hecho más difícil de observar y recordar. El peligro es claro. El hombre no puede ser libre si no sabe que está sujeto a la necesidad, debido a que gana siempre su libertad con sus intentos nunca logrados por entero de liberarse de la necesidad. Y si bien puede ser cierto que su impulso más fuerte hacia esa liberación procede de su «repugnancia por la futilidad», también es posible que el impulso pueda debilitarse si esta «futilidad» se muestra más fácil, requiere menos esfuerzo. Porque es muy probable que los enormes cambios de la revolución industrial y los aún mayores de la revolución atómica seguirán siendo cambios para el mundo, y no para la básica condición de la vida humana en la Tierra.<br /> Los utensilios e instrumentos que facilitan de modo considerable el esfuerzo de la labor no son en sí mismos producto de la labor, sino del trabajo; no pertenecen al proceso del consumo, sino que son parte y parcela del mundo de los objetos usados. Su papel, dejando aparte su importancia en la labor de una determinada civilización, nunca puede ser tan fundamental como el de los útiles de toda clase de trabajo. Ningún trabajo puede realizarse sin útiles, y el nacimiento del homo faber y de un mundo de cosas hecho por el hombre son contemporáneos del descubrimiento de los útiles e instrumentos. Desde el punto de vista de la labor, los útiles fortalecen y multiplican la fuerza humana hasta el punto de casi reemplazarla, como en todos los casos en que las fuerzas naturales, la domesticación de animales o la energía hidráulica o la electricidad, y no las simples cosas materiales, caen bajo el dominio humano. Por lo mismo, incrementan la natural fertilidad del animal laborans y proporcionan abundancia de bienes de consumo. Pero todos estos cambios son de orden cuantitativo, mientras que la calidad de las cosas fabricadas, desde el más sencillo objeto de uso hasta la obra maestra artística, depende íntimamente de la existencia de instrumentos adecuados.<br /> Más aún, las limitaciones de los instrumentos para facilitar la vida laboral —el simple hecho de que los servicios de un sirviente no se pueden reemplazar enteramente por un centenar de artefactos en la cocina ni media docena de robots en la bodega— son de naturaleza fundamental. Una curiosa e inesperada prueba de esto es que hace miles de años pudo predecirse el fabuloso desarrollo moderno de los utensilios y máquinas. Con tono medio fantástico, medio irónico, Aristóteles imaginó lo que un día sería realidad, o sea, que «cada utensilio podría desempeñar su propio trabajo cuando se le ordenara… como las estatuas de Dédalo o los trípodes de Hefesto, que, según el poeta, entraron por su propio acuerdo en la asamblea de los dioses». Entonces, «la lanzadera tejería y el plectro tocarla la lira sin que una mano les guiara». Esto, sigue diciendo, significaría que el artesano ya no necesitaría ayudantes humanos, pero no que pudiera prescindirse de los esclavos domésticos. Porque los esclavos no son instrumentos de fabricación de cosas o de producción, sino de vida, que consume constantemente sus servicios.[181] El proceso de fabricar una cosa es limitado Y la función del instrumento acaba con el producto terminado; el proceso de vida que requiere el laborar es una actividad interminable y el único «instrumento» que le igualara tendría que ser un perpetuum mobile, es decir, el instrumentum vocale, tan vivo y «activo» como el organismo al que sirve. Debido precisamente a que de los «instrumentos de la casa nada resulta a excepción del uso de la propia posesión», no pueden reemplazarse por útiles e instrumentos de elaboración «de los que resulta algo más que el mero uso del instrumento».[182]<br /> Mientras que útiles e instrumentos, concebidos para producir más y algo por completo diferente de su mero uso, son de importancia secundaria para el laborar, no se puede decir lo mismo con respecto al otro gran principio del proceso de la labor humana, el de la división de la labor, que surge directamente del proceso laborante y que no ha de confundirse con el principio en apariencia similar de la especialización, que prevalece en los procesos del trabajo y con el que se suele igualar la especialización del trabajo y la división de la labor sólo tienen en común el principio general de organización, que en sí nada tiene que ver con el trabajo o con la labor, sino que debe su origen a la esfera estrictamente política de la vida, al hecho de la capacidad del hombre para actuar y hacerlo junto y de acuerdo con otros. Sólo dentro del marco de la organización política, donde los hombres no viven meramente, sino que actúan en común, cabe la especialización del trabajo y la división de la labor.<br /> Sin embargo, mientras que la especialización del trabajo está esencialmente guiada por el producto acabado, cuya naturaleza requiere diferentes habilidades que han de organizarse juntas, la división de la labor, por el contrario, presupone la cualitativa equivalencia de las actividades singulares para las que no se requiere especial destreza, y dichas actividades no tienen fin en sí mismas, sino que representan ciertas cantidades de fuerza laboral que se suman juntas de manera puramente cuantitativa. La división de la labor se basa en el hecho de que dos hombres pueden unir su fuerza laboral y «comportarse mutuamente como si fueran uno».[183] Esta unidad es exactamente lo opuesto a cooperación, indica la unidad de la especie con respecto a la cual todo miembro es el mismo e intercambiable. (La formación de una labor colectiva donde los laborantes estén socialmente organizados de acuerdo con este principio de común y divisible poder laboral, es lo opuesto a las varias organizaciones de trabajadores, desde los antiguos gremios y corporaciones hasta ciertos tipos de sindicatos modernos, cuyos miembros están unidos por la destreza y especialización que los diferencia de los demás). Puesto que ninguna de las actividades en las que se divide el proceso tiene un fin en sí misma, su fin «natural» es exactamente el mismo que en el caso de la labor «no dividida»: la simple reproducción de los medios de subsistencia, es decir, la capacidad de consumo de los laborantes, o el agotamiento de la fuerza de labor humana. Ninguna de estas dos limitaciones es final: el agotamiento es parte del proceso individual de la vida, no del colectivo, y el sujeto del proceso laborante bajo las condiciones de la división de la labor es una fuerza laboral colectiva, no individual. El carácter inagotable de esta fuerza laboral corresponde exactamente a la no-mortalidad de la especie, cuyo proceso de vida como un todo no queda interrumpido por los nacimientos y muertes individuales.<br /> Más grave parece la limitación impuesta por la capacidad para consumir, que sigue ligada al individuo incluso cuando una fuerza colectiva de labor reemplaza al poder individual de labor. El progreso de la acumulación de riqueza puede ser ilimitado en una «humanidad socializada» que se ha zafado de las limitaciones de la propiedad individual y superado la limitación de apropiación individual disolviendo toda la riqueza estable, la posesión de cosas «amontonadas» y «almacenadas», en dinero para gastar y consumir. Vivimos ya en una sociedad donde la riqueza se calcula en términos de ganancias y gastos, que no son más que modificaciones del doble metabolismo del cuerpo humano. Por lo tanto, el problema consiste en concertar el consumo individual con una ilimitada acumulación de riqueza.<br /> Puesto que la humanidad como un todo está muy lejos de haber alcanzado el límite de la abundancia, el modo de que se vale la sociedad para superar esta natural limitación de su propia fertilidad sólo es posible captarlo a modo de ensayo y a escala nacional. La solución parece ser bastante sencilla. Consiste en tratar todos los objetos usados como si fueran bienes de consumo, de manera que una silla o una mesa se consuman tan rápidamente como un vestido y éste se gaste casi tan de prisa como el alimento. Esta forma de intercambio con las cosas del mundo es perfectamente adecuada al modo en que son producidas. La revolución industrial ha reemplazado la artesanía por la labor, con el resultado de que las cosas del Mundo Moderno se han convertido en productos de la labor cuyo destino natural consiste en ser consumidos, en vez de productos del trabajo destinados a usarlos. De la misma manera que los útiles e instrumentos, aunque procedentes del trabajo, siempre se emplearon también en los procesos de la labor, así la división de ésta; enteramente apropiada y concertada con el proceso laboral, ha pasado a ser una de las principales características de los procesos del trabajo moderno, o sea, de la fabricación y producción de objetos de uso. La división de la labor, más que la creciente mecanización, ha reemplazado a la rigurosa especialización que anteriormente requería la artesanía. Ésta sólo se necesita para el diseño y fabricación de modelos antes de pasar a la producción masiva, que también depende de útiles y maquinaria. Pero, además, la producción masiva sería imposible sin reemplazar a los trabajadores y a la especialización por laborantes y la división de la labor.<br /> Útiles e instrumentos disminuyen el dolor y el esfuerzo y, por lo tanto, modifican las maneras en que la urgente necesidad inherente a la labor se manifestó anteriormente. No cambian la necesidad; únicamente sirven para ocultarla de nuestros sentidos. Algo similar puede decirse de los productos de la labor, que no se hacen más duraderos con la abundancia. El caso es distinto por completo en la correspondiente transformación moderna del proceso del trabajo por la introducción del principio de la división de la labor. Ahí, la misma naturaleza del trabajo queda modificada y el proceso de producción, aunque en modo alguno produce objetos para el consumo, asume el carácter de labor. Aunque las máquinas nos han obligado a un ritmo de repetición infinitamente más rápido que el prescrito ciclo de los procesos naturales —y esta aceleración específicamente moderna es, por desgracia, apta para hacemos despreciar el carácter repetitivo de todo laborar—, la repetición y la interminabilidad del proceso ponen una inconfundible marca de labor. Esto es incluso más evidente en los objetos de uso producidos por estas técnicas de labor. Su misma abundancia los transforma en bienes de consumo. La interminabilidad del proceso laborante está garantizada por las siempre repetidas necesidades de consumo; la interminabilidad de la producción sólo puede asegurarse si sus productos pierden su carácter de uso y cada vez se hacen más objetos de consumo, o bien si, para decirlo de otro modo, la proporción de uso queda tan tremendamente acelerada que la objetiva diferencia entre uso y consumo, entre la relativa duración de los objetos de uso y el rápido ir y venir de los bienes de consumo, disminuye hasta la insignificancia.<br /> En nuestra necesidad de reemplazar cada vez más rápidamente las cosas que nos rodean, ya no podemos permitirnos usarlas, respetar y preservar su inherente carácter durable; debemos consumir, devorar, por decirlo así, nuestras casas, muebles y coches, como si fueran las «buenas cosas» de la naturaleza que se estropean inútilmente si no se llevan con la máxima rapidez al interminable ciclo del metabolismo del hombre con la naturaleza. Es como si hubiéramos derribado las diferenciadas fronteras que protegían al mundo, al artificio humano, de la naturaleza, tanto el biológico proceso que prosigue su curso en su mismo centro como los naturales procesos cíclicos que lo rodean, entregándoles la siempre amenazada estabilidad de un mundo humano.<br /> Los ideales del homo faber, el fabricador del mundo, que son la permanencia, estabilidad y carácter durable, se han sacrificado a la abundancia, ideal del animal laborans. Vivimos en una sociedad de laborantes debido a que sólo el laborar, con su inherente fertilidad, es posible que origine abundancia; y hemos cambiado el trabajo por el laborar, troceándolo en minúsculas partículas hasta que se ha prestado a la división, donde el común denominador de la más sencilla realización se alcanza con el fin de eliminar de la senda de la fuerza laboral humana —que es parte de la naturaleza e incluso quizá la más poderosa de todas las fuerzas naturales— el obstáculo de la «no natural» y puramente mundana estabilidad del artificio humano.<br /> 17. Una sociedad de consumidores<br /><br /><br /> Se dice con frecuencia que vivimos en una sociedad de consumidores, y puesto que, como hemos visto, labor y consumo no son más que dos etapas del mismo proceso, impuesto al hombre por la necesidad de la vida, se trata tan sólo de otra manera de decir que vivimos en una sociedad de laborantes. Esta sociedad no ha surgido de la emancipación de las clases laborales, sino de la emancipación de la propia actividad laboral, que precedió en varios siglos a la emancipación política de los laborantes. La cuestión no es que por primera vez en la historia se admitiera y concediera a los laborantes iguales derechos en la esfera pública, sino que casi hemos logrado nivelar todas las actividades humanas bajo el común denominador de asegurar los artículos de primera necesidad y procurar que abunden. Cualquier cosa que hacemos, se supone que la hacemos para «ganarnos la vida»; tal es el veredicto de la sociedad, y el número de personas capaz de desafiar esta creencia ha disminuido rápidamente. La única excepción que la sociedad está dispuesta a conceder es el artista, quien, estrictamente hablando, es el único «trabajador» que queda en la sociedad laborante. La misma tendencia a considerar todas las actividades como un medio de ganarse la vida se manifiesta en las actuales teorías laborales, que casi de manera unánime definen la labor como lo contrario de diversión. De ahí que todas las actividades serias, prescindiendo de sus frutos, se llaman labor, y toda actividad que no es necesaria para la vida del individuo o para el proceso de vida de la sociedad se clasifica en la categoría de la mera diversión.[184] En estas teorías, que al hacerse eco de la opinión corriente que se da en una sociedad la agudizan y la llevan a su inherente extremo, ni siquiera queda el «trabajo» del artista; se disuelve en diversión y pierde su significado mundano. Esta característica «divertida» del artista se considera que desempeña la misma función en el proceso de la vida laborante de la sociedad que la de jugar al tenis o tener un hobby en la vida del individuo. La emancipación de la labor no ha dado como resultado la igualdad de esta actividad con las otras de la vita activa, sino casi su indisputado predominio. Desde el punto de vista de «ganarse la vida», toda actividad no relacionada con la labor se convierte en hobby.[185]<br /> Para disipar la aparente credibilidad de esta autointerpretación del hombre moderno, cabe recordar que todas las civilizaciones anteriores a la nuestra hubieran estado de acuerdo con Platón en que el «arte de ganar dinero» (technē mistharnētikē) no guarda relación alguna con el contenido real de artes como la medicina, navegación o arquitectura, que eran atendidas con recompensas monetarias. Para explicar esta recompensa monetaria que sin duda es de naturaleza distinta por completo a la salud, objeto de la medicina, a la erección de edificios, objeto de la arquitectura, Platón introdujo un nuevo arte que les acompañara. Este arte adicional en modo alguno se entiende como el elemento de labor de las artes libres, sino, por el contrario, como el único mediante el cual el «artista», el trabajador profesional, como diríamos, se mantiene libre de la necesidad de laborar.[186] Dicho arte se encuentra en la misma categoría que el requerido por el dueño de una familia, quien ha de saber cómo ejercer autoridad y usar la violencia en su gobierno sobre los esclavos. Su objetivo es librarse de tener que «ganarse la vida», y los objetivos de las demás artes están incluso más alejados de esta necesidad elemental.<br /> La emancipación de la labor y la concomitante emancipación de las clases laborantes de la opresión y explotación, sin duda alguna significó un progreso hacia la no-violencia. Mucho menos cierto es que también significó lo mismo hacia la libertad. Ninguna violencia ejercida por el hombre, excepto la empleada en la tortura, puede igualar la fuerza natural que ejerce la propia necesidad. Por esta razón los griegos derivaron la palabra que designaba a la tortura de la necesidad, llamándola anagkai, y no de bia, empleada para designar la violencia ejercida por el hombre sobre el hombre, y también es la razón de que a lo largo de la antigüedad occidental la tortura, la «necesidad que ningún hombre puede soportar», se aplicara sólo a los esclavos, que de todos modos estaban sujetos a la necesidad.[187] El arte de la violencia, de la guerra, de la piratería y, finalmente, del gobierno absoluto, llevaron a los derrotados a servir a los vencedores, con lo que éstos tuvieron en suspenso a la necesidad durante el período más largo de la historia.[188] La Época Moderna, mucho más marcadamente que el cristianismo, ha traído —junto con la glorificación de la labor— una tremenda degradación en la estimación de estas artes y un menor pero no menos importante decrecimiento en el empleo de los instrumentos de violencia en los asuntos humanos en general.[189] La elevación de la labor y la necesidad inherente al metabolismo laborante con la naturaleza parecen estar íntimamente relacionadas con la degradación de todas las actividades que surgen directamente de la violencia, como el empleo de la fuerza en las relaciones humanas, o que contienen en sí mismas un elemento de violencia que, como ya veremos, es el caso de toda habilidad en la elaboración de cosas. Es como si la creciente eliminación de la violencia en la Época Moderna abriera casi de manera automática las puertas para la reentrada de la necesidad en su nivel más elemental. Lo que ya ocurrió una vez en la historia, en los siglos de la decadencia del Imperio Romano, puede estar sucediendo de nuevo. Incluso entonces, la labor pasó a ser una ocupación de las clases libres, «sólo para llevarles las obligaciones de las clases serviles».[190]<br /> El peligro de que la emancipación de la labor en la Época Moderna no sólo fracase en asentar un periodo de libertad para todos, sino que por el contrario lleve por primera vez a la humanidad bajo el yugo de la necesidad, lo vio claramente Marx cuando insistió en que el objetivo de una revolución no podía ser la emancipación ya lograda de las clases laborantes, sino que el hombre se emancipara de la labor. A primera vista este objetivo parece utópico, el único elemento estrictamente utópico de las enseñanzas de Marx.[191] La emancipación de la labor, según el propio Marx, es la emancipación de la necesidad, y esto significaría en último término la emancipación también del consumo, es decir, del metabolismo con la naturaleza que es la condición misma de la vida humana.[192] Sin embargo, el desarrollo de la última década, y en especial las posibilidades que se abren mediante el posterior avance de la automatización, nos autoriza a preguntarnos si la utopía de ayer no se convertirá en realidad mañana, de tal manera que finalmente sólo quede de la «fatiga y molestia» inherente al ciclo biológico a cuyo motor está ligada la vida humana el esfuerzo del consumo.<br /> No obstante, ni siquiera esta utopía podría cambiar la esencial futilidad mundana del proceso de la vida. Las dos etapas por las que ha de pasar el siempre repetido ciclo de la vida biológica, las etapas de labor y consumo, pueden modificar su proporción hasta el punto de que casi toda la «fuerza de labor» humana se gaste en consumo, con el concomitante y grave problema social del ocio, es decir, el problema de cómo proporcionar la suficiente oportunidad al agotamiento diario para que conserve intacta su capacidad de consumo.[193] El consumo sin dolor y sin esfuerzo no cambiarla, sino que incrementarla, el carácter devorador de la vida biológica hasta que una humanidad «liberada» por completo de los grilletes del dolor y del esfuerzo quedaría libre para «consumir» el mundo entero y reproducir a diario todas las cosas que deseara consumir. Carecería de importancia para el mundo la cantidad de cosas que aparecerían y desaparecerían diariamente y a cada hora en el proceso de la vida de tal sociedad, siempre que el mundo y su carácter de cosa pudiera soportar el derrochador dinamismo de un proceso de vida enteramente motorizado. El peligro de la futura automatización radica menos en la tan deplorada mecanización y artificialización de la vida natural, que en el hecho de que toda la productividad humana, a pesar de su artificialidad, quedara absorbida en un proceso de vida enormemente intensificado y siguiera de manera automática, sin dolor ni esfuerzo, su siempre repetido ciclo natural. El ritmo de las máquinas ampliarla e intensificaría grandemente el ritmo natural de la vida, pero no cambiaría, sino que baria más mortal, el principal carácter de la vida con respecto al mundo, que es desgastar la «durabilidad».<br /> Hay un largo camino entre la gradual disminución de las horas de trabajo, que ha progresado de manera constante desde casi hace un siglo, y esta utopía. Más aún, se ha exagerado el valor del progreso, ya que se midió tomando como base las inhumanas condiciones de la explotación que prevalecían durante las primeras etapas del capitalismo. Si pensamos en períodos más prolongados, la suma total y al año del tiempo libre individual disfrutado en el presente parece menos un logro de la modernidad que una demorada aproximación a la normalidad.[194] En éste como en otros aspectos, la consideración que nos merece una verdadera sociedad de consumidores resulta más alarmante como ideal de la actual sociedad que como realidad ya existente. El ideal no es nuevo; estaba claramente indicado en el indisputable supuesto de la economía política clásica, según el cual el objetivo último de la vita activa es el aumento de la riqueza, la abundancia y la «felicidad del mayor número». Y qué otro es el ideal de la moderna sociedad sino el viejo ensueño de los pobres y menesterosos (cuyo encanto dura sólo mientras se mantiene como ensueño) de volver a la felicidad ilusoria en cuanto se realice dicho ideal.<br /> La esperanza que inspiró a Marx y a los mejores hombres de los varios movimientos obreros —la de que el tiempo libre emancipará finalmente a los hombres de la necesidad y hará productivo al animal laborans— se basa en la ilusión de una mecanicista filosofía que da por sentado que la fuerza de la labor, como cualquier otra energía, no puede perderse, de modo que si no se gasta y agota en las pesadas faenas de la vida nutre automáticamente a otras actividades «más elevadas». Sin duda, el modelo de esta esperanza de Marx es la Atenas de Pericles que, en el futuro, con ayuda de la incrementada productividad de la labor humana, no necesitaría esclavos para mantenerse y sería una realidad a pesar de eso. Cien años después de Marx sabemos que ese razonamiento es una falacia; el tiempo de ocio del animal laborans siempre se gasta en el consumo, y cuanto más tiempo le queda libre, más ávidos y vehementes son sus apetitos. Que estos apetitos se hagan más adulterados, de modo que el consumo no quede restringido a los artículos de primera necesidad, sino que por el contrario se concentre principalmente en las cosas superfluas de la vida, no modifica el carácter de esta sociedad que contiene el grave peligro de que ningún objeto del mundo se libre del consumo y de la aniquilación a través de éste.<br /> La incómoda verdad de esta cuestión es que el triunfo logrado por el mundo moderno sobre la necesidad se debe a la emancipación de la labor, es decir, al hecho de que al animal laborans se le permitió ocupar la esfera pública; y sin embargo, mientras el animal laborans siga en posesión de dicha esfera, no puede haber auténtica esfera pública, sino sólo actividades privadas abiertamente manifestadas. El resultado es lo que llamamos con eufemismo cultura de masas, y su enraizado problema es un infortunio universal que se debe, por un lado, al perturbado equilibrio entre labor y consumo y, por el otro, a las persistentes exigencias del animal laborans para alcanzar una felicidad que sólo puede lograrse donde los procesos de agotamiento y regeneración de la vida, del dolor y de librarse de él, encuentren un perfecto equilibrio. La universal demanda de felicidad y el ampliamente repartido infortunio en nuestra sociedad (y éstos son sólo dos lados de la misma moneda) se encuentran entre las señales más persuasivas de que hemos comenzado a vivir en una sociedad de labor a la que falta bastante actividad laboral para mantenerla satisfecha. Ya que sólo el animal laborans, no el artesano o el hombre de acción, ha exigido ser «feliz» o creído que los hombres mortales pudieran ser felices.<br /> Uno de los signos de peligro más claros en el sentido de que tal vez estamos acuñando el ideal del animal laborans, es el grado en que nuestra economía se ha convertido en una economía de derroche, en la que las cosas han de ser devoradas y descartadas casi tan rápidamente como aparecen en el mundo, para que el propio proceso no termine en repentina catástrofe. Pero si el ideal existiera ya y fuéramos verdaderos miembros de una sociedad de consumidores, dejaríamos de vivir en un mundo y simplemente seríamos arrastrados por un proceso en cuyo ciclo siempre repetido las cosas aparecen y desaparecen, se manifiestan y desvanecen, nunca duran lo suficiente para rodear al proceso de la vida.<br /> El mundo, el hogar levantado por el hombre en la Tierra y hecho con el material que la naturaleza terrena entrega a las manos humanas, está formado no por cosas que se consumen, sino por cosas que se usan. Si la naturaleza y la Tierra constituyen por lo general la condición de la vida humana, entonces el mundo y las cosas de él constituyen la condición bajo la que esta vida específicamente humana pueda estar en el hogar sobre la Tierra. La naturaleza vista con los ojos del animal laborans es la gran proveedora de todas las «cosas buenas» que pertenecen por igual a todos sus hijos, quienes «[las] sacan de sus [de la naturaleza] manos» y las «mezclan con» ellos mediante la labor y el consumo.[195] La misma naturaleza vista con los ojos del homo faber, o sea, del constructor del mundo, «proporciona sólo materiales casi sin valor en sí mismos», valorizados por entero con el trabajo realizado sobre ellos.[196] Sin sacar las cosas de las manos de la naturaleza, y sin defenderse de los naturales procesos de crecimiento y decadencia, el animal laborans no podría sobrevivir. Pero sin sentirse a gusto en medio de las cosas cuyo carácter duradero las hace adecuadas para el uso y para erigir un mundo cuya misma permanencia está en directo contraste con la vida, esta vida no sería humana.<br /> Cuanto más fácil se haga la vida en una sociedad de consumidores o laborantes, más difícil será seguir conociendo las urgencias de la necesidad, e incluso cuando existe dolor y esfuerzo, las manifestaciones exteriores de la necesidad apenas son observables. El peligro radica en que tal sociedad, deslumbrada por la abundancia de su creciente fertilidad y atrapada en el suave funcionamiento de un proceso interminable, no sea capaz de reconocer su propia futilidad, la futilidad de una vida que «no se fija o realiza en una circunstancia permanente que perdure una vez transcurrida la [su] labor».[197]<br /> <br /> CAPÍTULO IV TRABAJO<br /><br /><br /> 18. El carácter duradero del mundo<br /><br /><br /> El trabajo de nuestras manos, a diferencia del trabajo de nuestros cuerpos —el homo faber que fabrica y literalmente «trabaja sobre»[198] diferenciado del animal laborans que labora y «mezcla con»—, fabrica la interminable variedad de cosas cuya suma total constituye el artificio humano. Principalmente, aunque no de manera exclusiva, se trata de objetos para el uso que tienen ese carácter durable exigido por Locke para el establecimiento de la propiedad, el «valor» que Adam Smith necesitaba para el intercambio mercantil, y que dan testimonio de productividad, que para Marx era prueba de naturaleza humana. Su adecuado uso no las hace desaparecer y dan al artificio humano la estabilidad y solidez sin las que no merecerían confianza para albergar a la inestable y mortal criatura que es el hombre.<br /> El carácter duradero del artificio humano no es absoluto, ya que el uso que hacemos de él, aunque no lo consumamos, lo agota. El proceso de la vida que impregna todo nuestro ser lo invade también, y aunque no usemos las cosas del mundo, finalmente también decaen, vuelven al total proceso natural del que fueron sacadas y contra el que fueron erigidas. Abandonada a sí misma o descartada del mundo humano, la silla volverá a ser madera, la madera se deshará y volverá a la tierra, de donde surgió el árbol que fue talado para convertirse en el material sobre el que trabajar y con el que construir. Pero aunque éste sea el inevitable fin de todas las cosas del mundo, su signo de ser productos de un hacedor mortal, no es tan cierto el destino final del propio artificio humano, ya que todas las cosas se reemplazan constantemente con el cambio de las generaciones que llegan, habitan el mundo hecho por el hombre y se van. Más aún, mientras que el uso está sujeto a consumir estos objetos, este fin no es su destino en el sentido que tiene la destrucción de ser el fin inherente a todas las cosas de consumo. Lo que el uso agota es el carácter duradero.<br /> Este carácter duradero da a las cosas del mundo su relativa independencia con respecto a los hombres que las producen y las usan, su «objetividad» que las hace soportar, «resistir»[199] y perdurar, al menos por un tiempo, a las voraces necesidades y exigencias de sus fabricantes y usuarios. Desde este punto de vista, las cosas del mundo tienen la función de estabilizar la vida humana, y su objetividad radica en el hecho de que —en contradicción con la opinión de Heráclito de que el mismo hombre nunca puede adentrarse en el mismo arroyo— los hombres, a pesar de su siempre cambiante naturaleza, pueden recuperar su unicidad, es decir, su identidad, al relacionarla con la misma silla y con la misma mesa. Dicho con otras palabras, contra la subjetividad de los hombres se levanta la objetividad del mundo hecho por el hombre más bien que la sublime indiferencia de una naturaleza intocada, cuya abrumadora fuerza elemental, por el contrario, les obligaría a girar inexorablemente en el círculo de su propio movimiento biológico, tan estrechamente ajustado al movimiento cíclico total de la familia de la naturaleza. Sólo nosotros, que hemos erigido la objetividad de un mundo nuestro a partir de lo que nos da la naturaleza, que lo hemos construido en el medio ambiente de la naturaleza para protegernos de ella, podemos considerar a la naturaleza como algo «objetivo». Sin un mundo entre los hombres y la naturaleza, existe movimiento eterno, pero no objetividad.<br /> Aunque el uso y el consumo, como el trabajo y la labor, no son lo mismo, parecen coincidir en ciertas zonas importantes a tal extremo que está muy justificado el unánime acuerdo, tanto por la opinión pública como por la erudita, de identificar estas dos diferentes materias. En efecto, el uso contiene un elemento de consumo en la medida en que el proceso de desgaste se realiza mediante el contacto del objeto de uso con el organismo vivo de consumo, y cuanto más próximo sea el contacto entre el cuerpo y la cosa usada, más apropiada parecerá una igualdad de ambos. Si, por ejemplo, uno interpreta la naturaleza de los objetos de uso en términos de indumentaria; se sentirá tentado a sacar la conclusión de que el uso no es más que consumo a paso más lento. Contra esto se levanta lo mencionado anteriormente, que la destrucción, aunque inevitable, es contingente al uso e inherente al consumo. Lo que diferencia al par de zapatos más endeble de los simples bienes de consumo es que los zapatos no se estropean si no los llevo, que tienen su propia independencia, por modesta que sea, que les capacita para sobrevivir incluso durante considerable tiempo a la cambiante disposición de ánimo de su dueño. Usados o no, permanecerán en el mundo durante cierto tiempo, a menos que los destruya el desenfreno.<br /> Cabe presentar un argumento similar, aunque más famoso y adecuado, en favor de la identificación de labor y trabajo. La labor del hombre más necesaria y elemental, el cultivo del suelo, parece un perfecto ejemplo de labor transformándose en trabajo. Parece así porque el cultivo del suelo, a pesar de su estrecha relación con el ciclo biológico y su total dependencia del más amplio ciclo de la naturaleza, no deja tras sí ningún producto que sobreviva a su propia actividad y suponga una durable suma al artificio humano: la misma tarea, realizada año sí, año no, transformaría finalmente lo yermo en tierra de cultivo. Precisamente por esta razón, este ejemplo figura de manera destacada en todas las teorías antiguas y modernas sobre la labor. Sin embargo, a pesar de la innegable similitud y aunque sin duda la consagrada dignidad de la agricultura deriva de que el cultivo del suelo no sólo proporciona los medios de subsistencia, sino que en este proceso prepara también a la tierra para la edificación del mundo, incluso en este caso la distinción sigue estando clara: la tierra cultivada no es, propiamente hablando, un objeto de uso con su propio carácter durable y que para su permanencia no requiera más que el ordinario cuidado de conservación; el suelo cultivado, para seguir así, exige laborado a su debido tiempo. Dicho con otras palabras, una verdadera reificación, en la que nunca se da que la existencia de la cosa producida queda asegurada de manera definitiva; ha de ser reproducida una y otra vez para que permanezca en el mundo humano.<br /> 19. Reificación<br /><br /><br /> La fabricación, el trabajo del homo faber, consiste en reificación. La solidez, inherente a todas las cosas, incluso las más frágiles, procede del material trabajado, pero este material en sí no se da simplemente, como los frutos del campo y los árboles que podemos coger o dejar sin modificar la familia de la naturaleza. El material ya es un producto de las manos humanas que lo han sacado de su lugar natural, ya matando un proceso de vida, como el caso del árbol que debemos destruir para que nos proporcione madera, o bien interrumpiendo uno de los procesos más lentos de la naturaleza, como el caso del hierro, piedra o mármol, arrancados de las entrañas de la Tierra. Este elemento de violación y de violencia está presente en toda fabricación, y el homo faber, creador del artificio humano, siempre ha sido un destructor de la naturaleza. El animal laborans, que con su cuerpo y la ayuda de animales domesticados nutre la vida, puede ser señor y dueño de todas las criaturas vivientes, pero sigue siendo el siervo de la naturaleza y de la Tierra; sólo el homo faber se comporta como señor y amo de toda la Tierra. Desde que se consideró su productividad a imagen de Dios-Creador, de manera que donde Dios crea ex nihilo, el hombre lo hace a partir de una determinada sustancia, la productividad humana quedó por definición sujeta a realizar una rebelión de Prometeo, ya que podía erigir un mundo hecho por el hombre sólo tras haber destruido parte de la naturaleza creada por Dios.[200]<br /> La experiencia de esta violencia es la más elemental de la fuerza humana y, por lo tanto, lo opuesto al doloroso y agotador esfuerzo que se siente en la pura labor. Puede proporcionar seguridad y satisfacción, incluso convertirse en fuente de autoconfianza a lo largo de la vida, todo lo cual es muy diferente del deleite que cabe esperar de una vida de labor y fatiga o del pasajero, aunque intenso, placer del propio laborar que surge cuando el esfuerzo se coordina y ordena rítmicamente, y que en esencia es el mismo placer que se siente en los demás movimientos corporales. La mayoría de las descripciones sobre la «alegría del trabajo», si no son tardíos reflejos de la bíblica felicidad de la vida y de la muerte y no confunden el orgullo de haber hecho una tarea con el «júbilo» de realizarla, se relacionan con la soberbia sentida al ejercer una violenta fuerza que le sirve al hombre para medirse ante el abrumador poder de los elementos y que, mediante el astuto invento de ciertos útiles, sabe cómo multiplicarla más allá de su natural medida.[201] La solidez no es el resultado del placer o del agotamiento al ganarse el pan «con el sudor de su frente», sino de esta fuerza, y no se toma como libre don de la eterna presencia de la naturaleza, aunque sería imposible sin la materia extraída de ésta; ya es un producto de las manos del hombre.<br /> El verdadero trabajo de fabricación se realiza bajo la guía de un modelo, de acuerdo con el cual se construye el objeto. Dicho modelo puede ser una imagen contemplada por la mente o bien un boceto en el que la imagen tenga ya un intento de materialización mediante el trabajo. En cualquier caso, lo que guía al trabajo de fabricación está al margen del fabricante y precede al verdadero proceso de trabajo casi de la misma manera que los apremios del proceso de la vida en el laborante preceden al verdadero proceso de la labor. (Esta descripción está en flagrante contradicción con los hallazgos de la moderna psicología, que afirman casi unánimemente que las imágenes de la mente se hallan tan localizadas en nuestra cabeza como los dolores del hambre se localizan en nuestro estómago. Esta subjetivación de la ciencia moderna, reflejo sólo de una más radical subjetivación de1 Mundo Moderno, se justifica en este caso en el hecho de que la mayor parte del trabajo realizado en el Mundo Moderno se hace a modo de labor, de manera que el trabajador, aunque lo quisiera, no podría «laborar para su trabajo en vez de para sí mismo»,[202] y a menudo es mero instrumento en la producción de objetos de cuyo último aspecto no tiene la menor idea.[203] Estas circunstancias, si bien de gran importancia histórica, no son pertinentes en una descripción de las fundamentales articulaciones de la vita activa). Lo que reclama nuestra atención es el auténtico foso que separa a todas las sensaciones corporales, placer o dolor, deseos y satisfacciones —que son tan «privadas» que ni siquiera pueden expresarse de manera adecuada, mucho menos representarse en el mundo exterior y, podo tanto, incapaces por completo de ser transformadas—, de las imágenes mentales que tan fácil y naturalmente se prestan a la reificación que no concebimos construir una cama sin tener antes alguna imagen, alguna «idea» de una cama ante nuestros ojos internos, ni podemos imaginar una cama sin recurrir a alguna experiencia visual de una cosa real.<br /> Para el papel que desempeñó la fabricación en la jerarquía de la vita activa es de suma importancia que la imagen o modelo cuyo aspecto guía el proceso de fabricación no sólo preceda a éste, sino que no desaparezca una vez terminado el producto, que sobreviva intacta, presente, como si dijéramos, para prestarse a una infinita continuación o fabricación. Esta potencial multiplicación, inherente al trabajo, es diferente en principio de la repetición que es característica de la labor. Dicha repetición apremia y permanece sujeta al ciclo biológico; las necesidades y exigencias del cuerpo humano van y vienen y, aunque reaparezcan una y otra vez a intervalos regulares, nunca rigen durante un período de tiempo. La multiplicación, a diferencia · de la mera repetición, amplía algo que ya posee una relativamente estable y permanente existencia en el mundo. Esta cualidad de permanencia del modelo o imagen, de estar allí antes de que comience la fabricación y de seguir después de que ésta haya acabado, sobreviviendo a todos los posibles objetos de uso a los que ayuda a dar existencia, tiene una enorme influencia en la doctrina de Platón sobre las ideas eternas. En la medida en que su enseñanza se inspiró en la palabra idea o eidos («aspectos» o «formá»), que empleó por vez primera en un contexto filosófico, se basaba en las experiencias de poiēsis o fabricación, y aunque Platón usó esta teoría para expresar experiencias muy diferentes y quizá mucho más «filosóficas», nunca dejó de sacar sus ejemplos del campo de la fabricación cuando quiso demostrar la credibilidad de lo que decía.[204] La eterna idea que gobierna sobre una multitud de cosas perecederas deriva su credibilidad en la teoría platónica de la permanencia y unicidad del modelo, de acuerdo con el cual pueden hacerse muchos objetos perecederos.<br /> El proceso de la fabricación está en sí mismo determinado enteramente por las categorías de medios y fin. La cosa fabricada es un producto final en el doble sentido de que el proceso de producción termina allí («el proceso desaparece en el producto», dice Marx) y de que sólo es un medio para producir este fin. Es indudable que también la labor produce para el fin del consumo, pero puesto que este fin, la cosa que ha de consumirse, carece de la mundana permanencia de un objeto de trabajo, el fin del proceso no está determinado por el producto final, sino más bien por el agotamiento del poder laboral, mientras que los propios producto pasan a ser de inmediato medios otra vez, medios de subsistencia y reproducción de la fuerza de la labor. Por el contrario, en el proceso de fabricación el fin está fuera de duda: llega cuando se añade al artificio humano una cosa nueva por completo y lo suficientemente durable como para permanecer en el mundo en concepto de entidad independiente. En lo que respecta a la cosa, producto final de la fabricación, el proceso no necesita repetirse. El impulso hacia la repetición procede de la necesidad que tiene el artesano de ganar su medio de subsistencia, en cuyo caso su trabajo coincide con su labor, o bien de una demanda del mercado, en cuyo caso el artesano añade, como hubiera dicho Platón, a su oficio el arte de ganar dinero. La cuestión radica en que en cualquier caso el proceso se repite por razones externas a él y es diferente de la obligatoria repetición inherente al laborar, donde uno ha de comer para laborar y laborar para comer.<br /> Tener un comienzo definido y un fin definido «predictible» es el rasgo propio de la fabricación, que mediante esta sola característica se diferencia de las restantes actividades humanas. La labor, atrapada en el movimiento cíclico del proceso vital del cuerpo, carece de principio y de fin. La acción, aunque puede tener un definido principio, nunca tiene, como ya veremos, un fin «predictible». Esta gran confianza del trabajo se refleja en que el proceso de fabricación, a desemejanza de la acción, no es irreversible: toda cosa producida por manos humanas puede destruirse, y ningún objeto de uso se necesita tan urgentemente en el proceso de la vida que su fabricante no pueda sobrevivir y destruirlo. El homo faber es efectivamente seño, y dueño, no sólo porque es el amo o se ha impuesto como tal en toda la naturaleza, sino porque es dueño de sí mismo y de sus actos. No puede decirse lo mismo del animal laborans, sujeto a la necesidad de su propia vida, ni del hombre de acción, que depende de sus semejantes. Sólo con su imagen del futuro producto, el homo faber es libre de producir y, frente al trabajo hecho por sus manos, es libre de destruir.<br /> 20. Instrumentalidad y animal laborans<br /><br /><br /> Desde el punto de vista del homo faber, que confía por entero en los primordiales útiles de sus manos, el hombre es, según dijo Benjamín Franklin, un «fabricante de útiles». Los mismos instrumentos, que sólo aligeran y mecanizan la labor del animal laborans, los diseña e inventa el homo faber para erigir un mundo de cosas, y su adecuación y precisión están dictadas por finalidades tan «objetivas» como desee y no por exigencias y necesidades subjetivas. Útiles e instrumentos son objetos tan intensamente mundanos que su empleo sirve como criterio para clasificar a civilizaciones enteras. Sin embargo, en ninguna parte se manifiesta más su carácter mundano que cuando se usan en los procesos de la labor, donde son las únicas cosas tangibles que sobreviven al propio proceso de la labor y del consumo. Por lo tanto, para el animal laborans, como está sujeto y constantemente ocupado con los devoradores procesos de la vida, la duración y estabilidad del mundo se hallan representadas por los útiles e instrumentos, y en una sociedad de laborantes, los útiles asumen algo más que un simple carácter instrumental de función.<br /> Las frecuentes quejas que oímos sobre la perversión de fines y medios en la moderna sociedad, sobre el hecho de que los hombres se conviertan en siervos de las máquinas que han inventado y se «adapten» a sus requisitos en lugar de usarlas como instrumentos de las necesidades y exigencias humanas, tienen su raíz en la situación real del laborar. En esta situación, donde la producción consiste fundamentalmente en la preparación para el consumo, la propia distinción entre medios y fines; tan característica de las actividades del homo faber, simplemente no tiene sentido, y, por lo tanto, los instrumentos que inventó el homo faber y con los que ayudó a la labor del animal laborans, pierden su carácter instrumental una vez que son usados. Dentro del propio proceso de la vida, del que el laborar sigue siendo una parte integral y que nunca trasciende, resulta ocioso hacer preguntas que presupongan la categoría de medios y fin, tales como si el hombre vive y consume para cobrar fuerzas con el fin de laborar o si labora para tener los medios de consumo.<br /> Si consideramos en términos de conducta humana esta pérdida de la facultad para distinguir con claridad entre medios y fines, cabe decir que la libre disposición y uso de los instrumentos para un específico producto final queda reemplazada por la unificación rítmica del cuerpo laborante con su utensilio, en la que el movimiento del propio laborar actúa como fuerza unificadora. La labor, no el trabajo, requiere para alcanzar los mejores resultados una ejecución rítmicamente ordenada y, en la medida en que se agrupen muchos laborantes, una rítmica coordinación de todos los movimientos individuales.[205] En esta noción, los útiles pierden su carácter instrumental, y la clara distinción entre el hombre y sus utensilios, así como sus fines, se hace borrosa. Lo que domina al proceso de la labor y a todos los procesos del trabajo que se realizan a la manera del laborar, no es el esfuerzo con propósito determinado del hombre, ni el producto que desea, sino la noción del proceso mismo y el ritmo que impone a los laborantes. Los instrumentos de la labor son llevados a este ritmo hasta que cuerpo y útil giran en el mismo movimiento repetido, es decir, hasta que, en el uso de las máquinas, que de todos los útiles son los más adecuados a la ejecución del animal laborans, ya no es el movimiento del cuerpo el que determina el movimiento del útil, sino el de la máquina el que refuerza el movimiento del cuerpo. La cuestión es que nada puede mecanizarse más fácil y menos artificialmente que el ritmo del proceso de la labor, que a su vez corresponde al también repetido y automático ritmo del proceso de la vida y su metabolismo con la naturaleza. Precisamente porque el animal laborans no emplea los útiles e instrumentos para construir un mundo, sino para facilitar las labores de su propio proceso vital, ha vivido literalmente en un mundo de máquinas desde que la revolución industrial y la emancipación de la labor reemplazaron casi todos los útiles manuales por las máquinas, que de una u otra manera suplantaron la fuerza de la labor humana con el superior poder de las fuerzas naturales.<br /> La diferencia decisiva entre útiles y máquinas se ilustra perfectamente con la en apariencia interminable discusión sobre sí el hombre debe «ajustarse» a la máquina o las máquinas a la «naturaleza» del hombre. En el primer capítulo mencionamos la principal razón por la que parece estéril tal discusión: si la condición humana consiste en que el hombre sea un ser condicionado para el que todo, dado o hecho por él, se convierte en una condición de su posterior existencia, entonces el hombre se «ajustó» a un medio ambiente de máquinas en el mismo momento que las diseñó. Lo cierto es que se han convertido en una condición tan inalienable de nuestra existencia como lo fueron en todas las épocas anteriores los útiles e instrumentos. Desde nuestro punto de vista, el interés de la discusión radica en el hecho de que pudiera plantearse esta cuestión de ajustamiento. No hubo ninguna duda en que el hombre se ajustara o necesitara especial ajustamiento a los útiles que empleaba; uno podría haberse ajustado igualmente a sus manos. El caso de las máquinas es enteramente distinto. A diferencia de los útiles del artesanado, que en todo momento del proceso del trabajo siguen siendo siervos de la mano, las máquinas exigen que el trabajador las sirva a ellas, que ajuste el ritmo natural de su cuerpo a su movimiento mecánico. Esto no sólo implica que el hombre como tal se ajuste o se convierta en sen1idor de sus máquinas, sino que también significa, mientras dura el trabajo de las máquinas, que el proceso mecánico ha reemplazado al ritmo del cuerpo humano. Incluso el más refinado útil sigue siendo una ayuda, incapaz de reemplazar o guiar a la mano. Incluso la más primitiva máquina guía la labor del cuerpo y finalmente la reemplaza por completo.<br /> Parece como si las verdaderas implicaciones de la tecnología, es decir, el reemplazamiento de útiles e instrumentos por maquinaria, han surgido a la luz sólo en su última etapa, con h llegada de la automatización. Para nuestro propósito puede ser útil recordar, aunque sea brevemente, las principales etapas del moderno desarrollo tecnológico desde el comienzo de la Época Moderna. La primera etapa, la invención de la máquina de vapor, que llevó a la revolución industrial, todavía estaba caracterizada por la imitación de los procesos naturales y el empleo de fuerzas naturales para objetivos humanos, que en principio no diferían del antiguo uso de la fuerza del agua y del viento. El principio de la máquina de vapor no era nuevo, pero sí lo era e descubrimiento y uso de las minas de carbón para alimentarla.[206] Los útiles-máquina de esta primera etapa reflejan esa imitación de procesos naturales conocidos; imitan y aprovechan al máximo las actividades naturales de la mano humana. Pero hoy día se nos dice que «la mayor trampa en la que podemos caer consiste en asumir que el objetivo del diseño es la reproducción de los movimientos de la mano del operador o laborante».[207]<br /> La siguiente etapa se caracteriza fundamentalmente por el uso de la electricidad, y, en efecto, la electricidad determina este periodo de desarrollo técnico. Dicha etapa ya no puede describirse en términos de gigantesca ampliación y continuación de las viejas artes y oficios, y únicamente a este mundo dejan de aplicarse las categorías del homo faber, para quien todo instrumento es un medio para conseguir un fin prescrito. Aquí ya no usamos el material de la forma que lo produce la naturaleza, es decir, matando, interrumpiendo los procesos naturales. En todos estos ejemplos, cambiamos y desnaturalizamos la naturaleza para nuestros propios fines mundanos, de modo que el mundo humano o artificio, por un lado, y la naturaleza, por el otro, siguen siendo dos entidades claramente separadas. Hoy en día hemos empezado a «crear», por decirlo así, o sea, a desencadenar procesos naturales propios que nunca se hubieran dado sin nosotros, y en lugar de rodear cuidadosamente el artificio humano con defensas ante las fuerzas elementales de la naturaleza, manteniéndolas lo más alejadas posible del mundo hecho por el hombre, hemos canalizado dichas fuerzas, junto con su poder elemental, hacia el propio mundo. El resultado ha sido una verdadera revolución en el concepto de fabricación; ésta, que siempre había sido «una serie de pasos separados», se ha convertido en «un continuado proceso», el de la cadena de arrastre y montaje.[208]<br /> La automatización es la etapa más reciente de este desarrollo, que en efecto «ilumina toda la historia del maquinismo».[209] Seguirá siendo el punto culminante del progreso moderno, incluso si la era atómica y la tecnología basada en los descubrimientos nucleares le pone rápido punto final. Los primeros instrumentos de la tecnología nuclear, los diversos tipos de bombas atómicas, si se soltaran en cantidad suficiente, incluso no muy grande, podrían destruir toda la vida orgánica de la Tierra, prueba suficiente de la enorme escalada que podría traer tal cambio. Ya no se tratarla de desencadenar y liberar los procesos naturales elementales, sino de manejar en la vida cotidiana de nuestra Tierra energías y fuerzas que sólo se dan en el universo; esto ya se ha hecho, si bien sólo en los laboratorios de los físicos nucleares.[210] Si la actual tecnología consiste en canalizar fuerzas naturales hacia el mundo del artificio humano, la futura puede consistir en canalizar las fuerzas universales del cosmos a nuestro alrededor, hacia la naturaleza de la Tierra. Queda por ver si estas futuras técnicas transformarán la familia de la naturaleza, tal como la conocemos desde el comienzo de nuestro mundo, en la misma medida, o incluso mayor, que la presente tecnología ha cambiado la misma mundanidad del artificio humano.<br /> La canalización de las fuerzas naturales hacia el mundo humano ha destrozado el determinado propósito del mundo, el hecho de que los objetos son los fines para los que se diseñan los útiles e instrumentos. Característica de todos los procesos naturales es que surgen sin ayuda del hombre, y que son naturales las cosas que no «se hacen» sino que por sí mismas se convierten en lo que sea. (Éste es también el auténtico significado de nuestra palabra «naturaleza», la derivemos de su raíz latina nasci, nacer, o la remontemos a su origen griego physis, que procede de phyein, surgir de, aparecer por sí mismo). A diferencia de los productos de las manos del hombre, que han de realizarse paso a paso y cuyo proceso de fabricación es enteramente distinto a la existencia de la cosa fabricada, la natural existencia de la cosa no está separada, sino que de algún modo es idéntica al proceso mediante el que se origina: la simiente contiene y, en cierto sentido, ya es árbol, y éste deja de ser si se detiene el proceso de crecimiento por el que cobra existencia. Si consideramos estos procesos teniendo como fondo los propósitos humanos, que tienen un comienzo deseado y un fin definido, asumen el carácter de automatismo. Llamamos automáticos a todos los movimientos que se mueven por sí mismos y, por lo tanto, al margen del alcance de la deseada y determinada interferencia. En la producción introducida por la automación, la distinción entre operación y producto, lo mismo que la procedencia del producto sobre la operación (que sólo es el medio para producir el fin), carecen de sentido y se han hecho anticuadas.[211] Las categorías del homo faber y de su mundo no se aplican aquí más de lo que pudieran aplicarse a la naturaleza y al universo natural. A esto se debe, dicho sea de paso, que quienes hoy día abogan por la automatización suelan adoptar una actitud muy firme contra el aspecto mecanicista de la naturaleza y el utilitarismo práctico del siglo XVIII, eminentemente característico de la parcial y unilateral orientación del trabajo del homo faber.<br /> La discusión del problema global de la tecnología, es decir, de la transformación de la vida y del mundo mediante la introducción de la máquina, se ha descarriado extrañamente al concentrarse de modo exclusivo en el servicio o no servicio que las máquinas prestan al hombre. Se da por supuesto que todo útil e instrumento se diseña fundamentalmente para hacer más fácil la vida humana y menos penosa la labor del hombre. Su instrumentalídad se entiende de modo exclusivo con este sentido antropocéntrico. Pero la instrumentalidad de útiles e instrumentos está mucho más estrechamente relacionada con el objeto que se planea producir, y su puro «valor huma no» queda restringido al uso que hace de ellos el animal laborans. Dicho con otras palabras, el homo faber, fabricante de utensilios, inventó los útiles e instrumentos para erigir un mundo, y no —al menos, de manera fundamental— para ayudar al proceso de la vida humana. La cuestión, por consiguiente, no es tanto saber si somos dueños o esclavos de nuestras máquinas, sino si éstas aún sirven al mundo y a sus cosas, o si, por el contrario, dichas máquinas y el movimiento automático de sus procesos han comenzado a dominar e incluso a destruir el mundo y las cosas.<br /> Una cosa es cierta: el continuo proceso automático de la fabricación no sólo ha suprimido el «no garantizable supuesto» de que «las manos humanas guiadas por los cerebros humanos representan el máximo de eficacia»,[212] sino el mucho más importante de que las cosas que nos rodean del mundo deben depender del diseño humano y construirse de acuerdo con los modelos humanos de utilidad o belleza. En lugar de la utilidad y belleza, que son modelos del mundo, diseñamos productos que aún cumplen ciertas «funciones básicas» pero cuyo aspecto queda primordialmente determinado por la operación de la máquina. Las «funciones básicas» son, claro está, las propias del proceso vital del animal humano, ya que ninguna otra función es básicamente necesaria, pero el producto mismo —no sólo sus variaciones, sino incluso el «cambio total a un nuevo producto»— depende por completo de la capacidad de la máquina.[213]<br /> Diseñar objetos para la capacidad operativa de la máquina en vez de diseñar máquinas para la producción de ciertos objetos, sería lo inverso a la categoría medios-fin, si esta categoría aún tiene sentido. Pero incluso el fin más general, la liberación de la mano de obra, que se asignó a las máquinas, se considera ahora un objetivo secundario y obsoleto, inadecuado y restrictivo del «pasmoso incremento de la eficacia».[214] Tal como están las cosas hoy día, se ha hecho tan carente de sentido describir este mundo de máquinas en términos de medios y fines, como siempre lo fue preguntarse si la naturaleza produce la simiente para producir el árbol o éste para producir la simiente. Por el mismo motivo, resulta muy probable que el continuo proceso de canalizar los interminables procesos de la naturaleza hacia el mundo humano proporcionará ilimitadamente a la especie lo necesario para la vida, al igual que lo hizo la naturaleza antes de que los hombres erigieran su hogar artificial sobre la Tierra y levantaran una barrera entre la naturaleza y ellos mismos.<br /> Para una sociedad de laborantes, el mundo de las máquinas se ha convertido en un sustituto del mundo real, aunque este pseudomundo no pueda realizar la tarea más importante del artificio humano, que es la de ofrecer a los mortales un domicilio más permanente y estable que ellos mismos. En el proceso continuo de la operación, este mundo de máquinas pierde incluso ese carácter mundanamente independiente que en tan alto grado poseían los útiles, instrumentos y la primera maquinaria de la Época Moderna. Los procesos naturales de los que se alimenta lo relacionan cada vez más con el propio proceso biológico, de manera que los aparatos que manejamos libremente en otro tiempo comienzan a parecer «caparazones pertenecientes al cuerpo humano como el caparazón pertenece al cuerpo de la tortuga». Considerada desde este ventajoso punto de vista, la tecnología ya no se presenta «como el producto de un consciente esfuerzo humano para aumentar el poder material, sino como desarrollo biológico de la humanidad en la que las estructuras innatas del organismo humano están trasplantadas en medida siempre creciente al medio ambiente del hombre».[215]<br /> 21. Instrumentalidad y homo faber<br /><br /><br /> Los útiles instrumentos del homo faber, de los que surge la más fundamental experiencia de instrumentalidad, determinan todo el trabajo y la fabricación. Aquí sí que es cierto que el fin justifica los medios; más aún, los produce y los organiza. El fin justifica la violencia ejercida sobre la naturaleza para obtener el material, como la madera justifica la muerte del árbol y la mesa la destrucción de la madera. Debido al producto final, se diseñan los útiles y se inventan los instrumentos, y el mismo producto final organiza el propio proceso de trabajo, decide los especialistas que necesita, la medida de cooperación, el número de ayudantes, etc. Durante el proceso de trabajo, todo se juzga en términos de conveniencia y utilidad para el fin deseado, y para nada más.<br /> Los mismos modelos de medios y fin se aplican al producto mismo. Aunque es un fin con respecto a los medios con los que fue producido y es el fin del proceso de fabricación, nunca se convierte, por decirlo así, en fin en sí mismo, al menos mientras sigue siendo objeto de uso. La silla, que es el fin del trabajo del carpintero, sólo puede mostrar su utilidad pasando de nuevo a ser medio, ya como cosa cuyo carácter durable permite su uso en calidad de medio para la comodidad del vivir o como medio de intercambio. La dificultad del modelo utilitario inherente a la misma actividad de la fabricación radica en que la relación entre medios y fin con que cuenta se parece grandemente a una cadena cuyos fines pueden servir de nuevo como medios para otra cosa. Es decir que, en un mundo estrictamente utilitario, todos los fines están sujetos a tener breve duración y a transformarse en medios para posteriores fines.[216]<br /> Esta perplejidad, inherente a todo utilitarismo consistente, la filosofía del homo faber por excelencia, cabe diagnosticarla en teoría como innata incapacidad para comprender la diferencia entre utilidad y pleno significado, que expresamos lingüísticamente mediante la distinción entre «con el fin de» y «en beneficio de». Así, el ideal de utilidad que impregna a una sociedad de artesanos —como el ideal de comodidad en una sociedad de laborantes o el de adquisición que rige a las sociedades comerciales— ya no es una cuestión de utilidad sino de significado.<br /> «En beneficio de» la utilidad en general juzga el homo faber y realiza todo «con el fin de». El propio ideal de utilidad, al igual que los ideales de otras sociedades, ya no puede concebirse como algo necesario para tener algo más; simplemente, desafía el preguntar sobre su propio uso. Está claro que no existe respuesta a la cuestión planteada por Lessing a los filósofos utilitarios de su tiempo: «¿Y cuál es el uso del uso?». La perplejidad del utilitarismo radica en que éste se encuentra atrapado en una interminable cadena de medios y fines sin llegar a algún principio que pueda justificar la categoría de medios y fin, esto es, de la propia utilidad. El «con el fin de» ha pasado a ser el contenido del «en beneficio de»; en otras palabras, la utilidad establecida como significado genera la significación.<br /> Dentro de la categoría de medios y fin, y entre las experiencias de instrumentalidad que rigen el mundo total de objetos de uso y utilidad, no hay manera de terminar la cadena de medios y fines e impedir que todos los fines se usen de nuevo como medios, excepto para declarar que una u otra cosa es «un medio en sí misma». En el mundo del homo faber, donde todo ha de ser de algún uso, es decir, debe prestarse como instrumento para realizar algo más, el propio significado sólo puede presentarse como fin, como «fin en sí mismo», que realmente es una tautología que se aplica a todos los fines o una contradicción terminológica. Porque un fin, una vez alcanzado, deja de ser un fin y pierde su capacidad para guiar y justificar la elección de medios, para organizarlos y producirlos. Se convierte en objeto entre los objetos, esto es, se ha añadido al enorme arsenal de lo dado a partir del cual el homo faber selecciona libremente sus medios para conseguir sus fines. El significado, por el contrario, debe ser permanente y no perder nada de su carácter si está logrado o, mejor, encontrado por el hombre, o bien frustrado o pasado por alto. El homo faber, en la medida en que no es más que un fabricante y sólo piensa en términos de medios y fines que surgen directamente de su actividad de trabajo, es tan incapaz de entender el significado como el animal laborans de entender la instrumentalidad. Y de la misma manera que los útiles e instrumentos que usa el homo faber para erigir el mundo se convierten en el mundo del animal laborans, así la significación de este mundo, que realmente se encuentra más allá del alcance del homo faber, se convierte para él en el paradójico «fin en sí mismo».<br /> La única salida al dilema de la no-significación en toda filosofía estrictamente utilitaria es apartarse del mundo objetivo de las cosas de uso y recurrir a la subjetividad del propio uso. Sólo en u n mundo estrictamente antropocéntrico, donde el usuario, es decir, el propio hombre, pasa a ser el fin último que acaba con la interminable cadena de medios y fines, puede la utilidad como tal adquirir la dignidad de la significación. Sin embargo, la tragedia es que en el momento en que el homo faber parece haberse realizado en términos dé su propia actividad, comienza a degradar el mundo de cosas, el fin y el producto final de su mente y manos; si el hombre es el fin más elevado, «la medida de todas las cosas», entonces no sólo la naturaleza, tratada por el homo faber como casi el «material sin valor» sobre el que trabajar, sino las propias cosas «valiosas» se convierten en simples medios, perdiendo con ello su intrínseco «valor».<br /> El utilitarismo antropocéntrico del homo faber ha encontrado su mayor expresión en la fórmula kantiana de que ningún hombre debe convertirse en medio de un fin, que todo ser humano es un fin en sí mismo. Aunque conocíamos anteriormente (por ejemplo, en la insistencia de Locke de que a ningún hombre debe permitírsele poseer el cuerpo de otro hombre o usar su fuerza corporal) las fatales consecuencias que invariablemente ha de ocasionar en la esfera política pensar, sin trabas ni guía alguna, en términos de medios y fines, solamente en Kant la filosofía de las etapas precedentes a la Época Moderna se libera por entero de las trivialidades del sentido común que siempre hallamos donde el homo faber regula los modelos de sociedad. La razón se debe, claro está, a que Kant no desea formular o conceptualizar los dogmas del utilitarismo de su tiempo, sino que, por el contrario, quería ante todo relegar la categoría de medios-fin a su propio lugar e impedir su empleo en el marco de la acción política. Su fórmula, sin embargo, no puede negar su origen del pensamiento utilitario, al igual que su famosa y también paradójica interpretación de la actitud del hombre hacia los únicos objetos que no son «para uso», es decir, las obras de arte, en las que a su entender tenemos «placer sin interés».[217] Porque la misma operación que constituye al hombre como «supremo fin», le permite, «si puede, subrayar toda la naturaleza a él»,[218] es decir, degradar la naturaleza y el mundo a simples medios, despojándolos de su independiente dignidad. Ni siquiera Kant pudo solventar la perplejidad o iluminar la ceguera del homo faber con respecto al problema del significado sin recurrir al paradójico «fin en sí mismo», y esta perplejidad radica en el hecho de que mientras que sólo la fabricación con su instrumentalidad es capaz de construir un mundo, este mundo se hace tan sin valor como el material empleado, simples medíos para posteriores fines, si a los modelos que gobernaron su toma de existencia se les permite regirlo tras su establecimiento.<br /> El hombre, en la medida en que es homo faber, instrumentaliza, y su instrumentalización implica una degradación de todas las cosas en medios, su pérdida de valor intrínseco e independiente, de manera que finalmente no sólo los objetos de fabricación, sino también «la tierra en general y todas las fuerzas de la naturaleza», que claramente toman su ser sin ayuda del nombre y tienen una existencia independiente del mundo humano, pierden su «valor debido a que no presentan la reificación que proviene del trabajo».[219] Por esta actitud del homo faber con respecto al mundo, los griegos, en su período clásico, declararon que todo el campo de las artes y de los oficios, donde el hombre trabaja con instrumentos y hace algo no en su propio beneficio sino para producir algo más, era banáusico, palabra cuya mejor traducción quizá sea la de «filisteo», es decir, vulgaridad de pensamiento y actuación de conveniencia. Este Vehemente desprecio no deja de asombrarnos si pensamos que en modo alguno quedaron exceptuados de este veredicto los grandes maestros de la escultura y arquitectura griegas.<br /> El tema en juego no es, claro está, la instrumentalidad como tal, el uso de medios para lograr un fin, sino la generalización de la experiencia de fabricación en la que se establece la utilidad como modelo para la vida y el mundo de los hombres. Esta generalización es inherente a la actividad del homo faber debido a que la experiencia de medios y fin, tal como está presente en la fabricación, no desaparece con el producto terminado, sino que se extiende a su último destino, que es servir de objeto de uso. La instrumentalizacíón del mundo y de la Tierra, esa ilimitada devaluación de todo lo dado, ese proceso de creciente falta de significado donde todo fin se transforma en medio y que sólo puede detenerse haciendo del propio hombre el señor y dueño de todas las cosas, no surge directamente del proceso de fabricación; porque desde el punto de vista de la fabricación, el producto acabado es tanto un fin en sí mismo, una independiente y duradera entidad con existencia propia, como el hombre es un fin en sí mismo en la filosofía política kantiana. Sólo en la medida en que la fabricación produce principalmente objetos de uso, el producto acabado se convierte de nuevo en medio, y sólo en la medida en que el proceso de la vida se apodera de las cosas y las usa para sus propósitos, la productiva y limitada instrumentalidad de la fabricación se transforma en la ilimitada instrumentalización de todo lo que existe.<br /> Es evidente que los griegos temían esta devaluación del mundo y de la naturaleza con su inherente antropomorfismo —la «absurda» opinión de que el hombre es el ser más elevado y que todo lo demás se halla sujeto a las exigencias de la vida humana (Aristóteles)— no menos que despreciaban la pura vulgaridad de todo consistente utilitarismo. El mejor ejemplo de hasta qué grado conocían las consecuencias de considerad al homo faber como la más elevada posibilidad humana nos laida el famoso argumento de Platón contra Protágoras y su, en apariencia, evidente afirmación de que «el hombre es la medida de todas las cosas de uso (chrēmata), de la existencia de las que son, y de la no-existencia de las que no son».[220] (Protágoras no dijo que «el hombre es la medida de todas las cosas», como le atribuyen la tradición y las traducciones modelo). El quid del asunto es que Platón vio de inmediato que si se toma al hombre como medida de todas las cosas de uso, pasa a ser el usuario e instrumentalizador, y no el hombre orador, hacedor o pensador, a quien se relaciona con el mundo. Y puesto que la naturaleza del hombre usuario e instrumentalizador le lleva a considerar todo como medios para un fin —todo árbol como madera en potencia—, el significado final es que el hombre se convierte en la medida no sólo de las cosas cuya existencia depende de él, sino literalmente de todo lo que existe.<br /> En esta interpretación platónica, Protágoras parece el más antiguo precursor de Kant, ya que si el hombre es la medida de todas las cosas, entonces el hombre es la única cosa al margen de la relación medios-fin, el único fin en sí mismo que puede usar todo lo demás como medio. Platón sabía muy bien que las posibilidades de producir objetos de uso y de tratar a todas las cosas de la naturaleza como potenciales objetos de uso, son tan ilimitadas como las necesidades y talentos de los seres humanos. Si se permite que los modelos del homo faber rijan el mundo acabado como necesariamente han de regir el acceso a la existencia de este mundo, entonces el homo faber terminará sirviéndose de todo y considerando todo como simple medio para él. Juzgará todas las cosas como si pertenecieran a la clase chrēmata, de objetos de uso, de tal manera que, siguiendo el ejemplo de Platón, ya no se entenderá al viento como fuerza natural, sino que exclusivamente se le considerará apropiado para calentar o refrescar, según las necesidades humanas, lo que significa que el viento queda eliminado de la experiencia humana como algo objetivamente dado. Debido a estas consecuencias, Platón, que al final de su vida recuerda en las Leyes la afirmación de Protágoras, replica con una fórmula casi paradójica: no el hombre —quien por sus necesidades y talento desea el uso de todo y, por lo tanto, termina despojando a todas las cosas de su valor intrínseco—, sino «el dios es la medida (incluso] de los simples objetos de uso».[221]<br /> 22. El mercado de cambio<br /><br /><br /> Marx —en uno de sus numerosos apartes que atestiguan su eminente sentido histórico— observó en cierta ocasión que la definición de Benjamín Franklin del hombre como fabricante de útiles es tan característica de «Yanquilandia», es decir, de la Época Moderna, como fue para la antigüedad[222] la definición del hombre como animal político. La verdad de esta observación radica en el hecho de que la Época Moderna fue como un intento de excluir al hombre político, es decir, al hombre que actúa y habla, de la esfera pública, semejante a la exclusión qué la antigüedad hizo del homo faber. En ambos casos, dicha exclusión no era esperada, como lo fue la de las clases laborantes y desprovistas de propiedad hasta su emancipación en el siglo XIX. La Época Moderna sabía perfectamente que la esfera política no era siempre, ni requería serlo, una simple función de la «sociedad», destinada a proteger la faceta social y productiva de la naturaleza humana mediante la administración del gobierno, pero consideraba «charla ociosa» y «vanagloria» todo lo que estuviera más allá del reforzamiento de la ley y el orden. La capacidad humana en la que basaba su pretensión de la natural e innata productividad de la sociedad era la incuestionable productividad del homo faber. A la inversa, la antigüedad conocía muy bien tipos de comunidades humanas en las que ni el ciudadano de la polis ni la res publica como tales establecían y determinaban el contenido de la esfera pública, y en las que la vida pública del hombre corriente estaba restringida a «trabajar para el pueblo» en general, es decir, a ser un dēmiourgos, un trabajador para el pueblo a diferencia de un oiketēs, laborante familiar y, por lo tanto, esclavo.[223] El rasgo característico de estas comunidades no políticas era que su plaza pública, el agora, no era un lugar de reunión de los ciudadanos, sino una plaza de mercado donde los artesanos exhibían y cambiaban sus productos. Más aún, la ambición siempre frustrada de todos los tiranos griegos consistía en desalentar la preocupación por los asuntos públicos, el tiempo que pasaban los ciudadanos en improductivo agoreuein y politeuesthai, y transformar el agora en un conjunto de tiendas semejantes a los bazares del despotismo oriental. Lo que caracterizaba a estas plazas de mercado, y más adelante caracterizó a los barrios comerciales y artesanos de las ciudades medievales, era que la exhibición de productos para la venta iba acompañada de la exhibición de su producción. «La producción conspicua» (si se nos permite variar el término de Veblen) es, de hecho, un rasgo no menor de una sociedad de productores que el «conspicuo consumo» lo es de una sociedad de laborantes.<br /> A diferencia del animal laborans, cuya vida social carece de mundo y es semejante al rebaño y que, por lo tanto, es incapaz de establecer o habitar una esfera pública, mundana, el homo faber está plenamente capacitado para tener una esfera pública propia, aunque no sea una esfera política, propiamente hablando. Su esfera pública es el mercado de cambio, donde puede mostrar los productos de sus manos y recibir la estima que se le debe. Esta tendencia se relaciona estrechamente y es probable que no esté menos enraizada que la «propensión a la permuta, trueque e intercambio de una cosa por otra», que, según Adam Smith, diferencia al hombre del animal.[224] La cuestión es que el homo faber, constructor del mundo y productor de cosas, sólo encuentra su propia relación con otras personas mediante el intercambio de productos, ya que estos productos siempre se han producido en aislamiento. Lo privado, que la primera Época Moderna exigía como el supremo derecho de todo miembro de la sociedad, fue la garantía del aislamiento, sin el que no puede realizarse ningún trabajo. No fueron los observadores y espectadores de las plazas de mercado medievales (donde el artesano, en su aislamiento, estaba expuesto a la luz pública), sino sólo el auge de la esfera social (en la que los demás no se contentan con contemplar, juzgar y admirar, sino que desean que se les admita en la compañía del artesano y participar como iguales en el proceso del trabajo), lo que amenazó el «espléndido aislamiento» del trabajador y socavó finalmente las mismas nociones de competencia y excelencia. Este aislamiento es la necesaria condición de vida de toda maestría, que consiste en estar sola con la «idea», con la imagen mental de la cosa que va a ser. Dicha maestría, a diferencia de las formas políticas de dominio, es primordialmente un poder sobre las cosas y materiales y no sobre las personas. De hecho, éstas son secundarias a la actividad del artesanado, y las palabras «trabajador» y «maestro» —ouvrier y maître— se usaron originalmente como sinónimos.[225]<br /> La única compañía que surge directamente del artesanado es la necesidad que el maestro tiene de ayudantes o el deseo de éste de adiestrar a otros en su oficio. Pero la distinción entre su habilidad y la inhabilidad de los aprendices es temporal, al igual que la distinción entre adultos y niños. Apenas puede haber algo más extraño o incluso destructivo para el artesanado que el trabajo en equipo, que realmente no es más que una variedad de la división de la labor y presupone la «descomposición de las operaciones en sus simples movimientos constitutivos».[226] El equipo, multicéfalo sujeto de toda producción realizada según el principio de la división de la labor, posee la misma contigüidad que las partes que forman el todo, y cualquier intento de aislarlo de alguna de sus partes sería fatal para la producción. Pero el maestro y el trabajador no sólo carecen de esta contigüidad mientras se entregan activamente a la producción; las formas específicamente políticas de estar junto a otros, de actuar de acuerdo y hablar entre sí, están por completo al margen de su productividad. Sólo cuando acaba su producto, el maestro puede abandonar su aislamiento.<br /> Históricamente, la última esfera pública, el último lugar de reunión relacionado al menos con la actividad del homo faber, es el mercado de cambio en el que exhibe sus productos. La sociedad comercial, característica de las primeras etapas de la Época Moderna o del comienzo del capitalismo, surgió de esta «conspicua producción» con su concomitante apetito de universales posibilidades de trueque y permuta, y su fin llegó con el auge de la labor y de la sociedad laboral que reemplazó a la conspicua producción y su orgullo por el «conspicuo consumo» y su concomitante vanidad.<br /> Claro está que las personas que se reunían en el mercado de cambio ya no eran los propios fabricantes, y no se congregaban en calidad de personas, sino como dueños de artículos de primera necesidad y valores de cambio, tal como señaló repetidamente Marx. En una sociedad donde el cambio de productos se ha convertido en la principal actividad pública, incluso los laborantes, debido a que se enfrentan a «dueños de dinero o de artículos de primera necesidad», pasan a ser propietarios, «dueños de su propia fuerza de labor». Sólo en este punto se inicia la famosa autoalienación de Marx, la degradación de los hombres en artículos de primera necesidad, y dicha degradación es característica de la situación de la labor en una sociedad productora que juzga a los hombres no como personas, sino como productores, según la calidad de sus productos. Una sociedad laborante, por el contrario, juzga a los hombres de acuerdo con las funciones que realizan en el proceso de la labor; mientras que a los ojos del homo faber la fuerza de la labor es sólo el medio para producir el fin necesariamente más elevado, es decir, ya un objeto de uso o de cambio, la sociedad laborante concede a la fuerza de la labor el mismo alto valor que reserva a la máquina. Dicho con otras palabras, esta sociedad es sólo aparentemente más «humana», aunque es cierto que bajo sus condiciones el precio de la labor humana asciende a tal extremo que puede parecer de más valor y más apreciable que cualquier material o materia; de hecho, lo único que hace es prefigurar algo aún más «valioso» o sea, el funcionamiento más suave de la máquina cuyo tremendo poder de elaboración primero uniforma y luego desvaloriza todas las cosas al considerarlas bienes de consumo.<br /> La sociedad comercial, o el capitalismo en sus primeras etapas, cuando aún poseía un vehemente espíritu competitivo y adquisitivo, sigue regida por los modelos del homo faber. Cuando éste sale de su aislamiento, aparece como mercader y comerciante y establece el mercado de cambio. Dicho mercado ha de existir antes del auge de la clase manufacturera, que entonces produce exclusivamente para el mercado, esto es, produce objetos de cambio en vez de cosas de uso. En este proceso que va desde el artesanado aislado hasta la fabricación para el mercado de cambio, el producto acabado modifica de algún modo su cualidad pero no por completo. El carácter duradero, que determina si una cosa existe como cosa y perdura en el mundo como entidad diferenciada, sigue siendo el criterio supremo, aunque ya no hace una cosa adecuada para el uso, sino para «almacenarla de antemano» con destino al futuro cambio.[227]<br /> Ésta es la modificación cualitativa reflejada en la distinción corriente entre uso y valor de cambio, con lo cual éste se relaciona con el primero como el mercader y comerciante lo hacen con el fabricante y manufacturero. En la medida en que el homo faber fabrica objetos de uso, no sólo los produce en privado aislamiento, sino también para uso privado, y así aparecen y emergen en la esfera pública cuando se convierten en artículos de primera necesidad en el mercado de cambio. Se ha observado con frecuencia y por desgracia se ha olvidado a menudo que el valor, al ser «una idea de proporción entre la posesión de una cosa y la posesión de otra en la concepción del hombre»,[228] «siempre significa valor de cambio».[229] Porque sólo es en el mercado de cambio, en el que todo puede permutarse por otra cosa, donde todas las cosas, sean productos de la labor o del trabajo, bienes de consumo u objetos de uso, necesarias para la vida del cuerpo o convenientes para la vida de la mente, se convierten en «valores». Este valor consiste solamente en la estima de la esfera pública donde las cosas aparecen como artículos de primera necesidad, y ni la labor, el trabajo, el capital, el beneficio o el material conceden tal valor a un objeto, sino sólo y exclusivamente la esfera pública donde aparece para ser estimado, solicitado o despreciado. Valor es la cualidad que una cosa nunca puede tener en privado, pero que lo adquiere automáticamente, en cuanto aparece en público. Este «valor comerciable», como lo designó muy claramente Locke, nada tiene que ver con «la intrínseca valía natural de algo»,[230] que es una objetiva cualidad de la propia cosa, «al margen de la voluntad del comprador o vendedor; algo unido a la cosa, existente tanto si gusta como si no gusta, y que debe reconocerse».[231] Este valor intrínseco de una cosa sólo puede modificarse mediante el cambio de la propia cosa —se rebaja el valor de una mesa si le cortamos una pata—, mientras que el «valor comerciable» de un artículo de primera necesidad se modifica por «la alteración de una proporción que ese artículo tiene respecto a alguna otra cosa».[232]<br /> Dicho con otras palabras, los valores, a diferencia de las cosas, actos o ideas, nunca son los productos de una específica actividad humana, sino que cobran existencia siempre que cualquiera de tales productos se llevan a la siempre modificada relatividad de cambio entre los miembros de la sociedad. Nadie, como acertadamente señaló Marx, «produce valores en su aislamiento», y nadie, pudo haber añadido, se preocupa de ellos en su aislamiento; las cosas, ideas o ideales morales «sólo se convierten en valores en su relación social».[233]<br /> La confusión de la economía clásica,[234] y la todavía mayor confusión que surge del empleo de la palabra «valor» en filosofía, se deben originalmente al hecho de que la más antigua palabra «valía», que aún se encuentra en Locke, se suplantó por la aparentemente más científica expresión «valor de uso». También Marx aceptó esta terminología y, de acuerdo con su repugnancia por la esfera pública, vio en el cambio de valor de uso por valor de cambio el pecado original del capitalismo. Pero contra estos pecados de una sociedad comercial, donde en efecto el mercado de cambio es el lugar público más importante y por lo tanto toda cosa pasa a ser un valor comerciable, un artículo de consumo, Marx no situó la intrínseca valía objetiva de la cosa en sí. En su lugar puso la función que las cosas tienen en el proceso consumidor de la vida humana, que no conoce objetiva e intrínseca valía ni subjetivo y socialmente determinado valor. En la igual distribución socialista de todos los artículos entre todos los que laboren, cada cosa tangible se disuelve en simple función en el proceso de regeneración de la vida y de la fuerza de labor.<br /> Sin embargo, esta confusión verbal sólo nos cuenta una parte de la historia. El motivo de que Marx retuviera con terquedad la expresión «valor de uso», y sus numerosos y fútiles intentos para encontrar una fuente objetiva —tal como labor, tierra o beneficio— para el nacimiento de valores, fue que a nadie le resultaba fácil aceptar el simple hecho de que no existe «valor absoluto» en el mercado de cambio, que es la esfera propia de los valores, y que buscarlo es intentar la cuadratura del círculo. La muy deplorada devaluación de todas las cosas, es decir, la pérdida de todo valor intrínseco, comienza con su transformación en valores o artículos de primera necesidad, porque a partir de ese momento sólo existen en relación con alguna otra cosa que puede adquirirse en su lugar. La relatividad universal, o sea, que una cosa sólo exista en relación con otras cosas, y la pérdida de valor intrínseco, o sea, que nada posea un valor «objetivo» independiente de las siempre mudables estimaciones de la oferta y la demanda, son inherentes al propio concepto de valor.[235] La razón de que este desarrollo, que parece inevitable en una sociedad comercial, se convirtiera en fuente de inquietud y finalmente constituyera el principal problema de la nueva ciencia de la economía, no era la relatividad como tal, sino el hecho de que el homo faber, cuya actividad global está determinada por el empleo constante de patrones, medidas, normas y modelos, no podía soportar la pérdida de modelos o patrones «absolutos». Porque el dinero, que sin duda sirve como denominador común para la variedad de cosas con el fin de que puedan cambiarse entre sí, en modo alguno posee la independiente y objetiva existencia, que trasciende a todos los usos y sobrevive a toda manipulación, que posee el modelo o cualquier otra medida con respecto a las cosas que se supone que va a medir y a los hombres que las manejan.<br /> Esta pérdida de modelos y normas universales, sin las que el hombre no hubiera erigido el mundo, la captó ya Platón en la propuesta de Protágoras de establecer al hombre, fabricante de las cosas, y al uso que hace de ellas, como suprema medida. Esto muestra la estrecha relación de la relatividad del mercado de cambio con la instrumentalidad que surge del mundo del artesanado y de la experiencia de fabricación, La primera se desarrolla sin rupturas y de manera consistente a partir de la segunda. No obstante, la réplica de Platón —no el hombre, sino un «dios es la medida de todas las cosas»— sería un gesto vacío y moralizante si fuera realmente verdad, como da por sentado la Época Moderna, que la instrumentalidad bajo el disfraz de la utilidad gobierna la esfera del mundo acabado tan exclusivamente como rige la actividad mediante la que el mundo y todas las cosas que contiene cobran existencia.<br /> 23. La permanencia del mundo y la obra de arte<br /><br /><br /> Entre las cosas que confieren al artificio humano la estabilidad sin la que no podría ser un hogar de confianza para los hombres, se encuentran ciertos objetos que carecen estrictamente de utilidad alguna y que, más aún, debido a que son únicos, no son intercambiables y por lo tanto desafían la igualización mediante un denominador común como es el dinero; si entran en el mercado de cambio, su precio se fija arbitrariamente. Y lo que es más, el propio comercio de una obra de arte es para no usarla; por el contrario, debe separarse cuidadosamente de los objetos de uso ordinario para que alcance su lugar adecuado en el mundo. Por el mismo motivo, debe apartarse de las exigencias y necesidades de la vida cotidiana, con la que tiene menos contacto que cualquier otra cosa. Queda al margen de la cuestión si esta inutilidad ha acompañado siempre a los objetos de arte o si anteriormente el arte sirvió a las llamadas necesidades religiosas del hombre, al igual que los objetos de uso ordinario sirven a las necesidades más ordinarias. Incluso si el origen histórico del arte fuera de carácter exclusivamente religioso o mitológico, el hecho es que el arte ha sobrevivido de manera gloriosa a su separación de la religión, de la magia y del mito.<br /> Debido a su sobresaliente permanencia, las obras de arte son las más intensamente mundanas de todas las cosas tangibles; su carácter duradero queda casi inalterado por los corrosivos efectos de los procesos naturales, puesto que no están sujetas al usó por las criaturas vivientes, uso que, lejos de dar realidad a su inherente propósito —como se da realidad a la finalidad de una silla al sentarse en ella—, lo único que hace es destruirlas. Así, su carácter duradero es de un orden más elevado que el que necesitan las cosas para existir; puede lograr permanencia a lo largo del tiempo. En esta permanencia, la misma estabilidad del artificio humano —que, al estar habitado y usado por mortales, nunca, puede ser absoluto— consigue una representación propia. En ningún otro sitio aparece con tanta pureza y claridad el carácter duradero del mundo de las cosas, en ningún otro sitio, por lo tanto, se revela este mundo de cosas de modo tan espectacular como el hogar no mortal para los seres mortales. Es como si la estabilidad mundana se hubiera hecho transparente en la permanencia del arte, de manera que una premonición de inmortalidad, no la inmortalidad del alma o de la vida, sino de algo inmortal realizado por manos mortales, ha pasado a ser tangiblemente presente para brillar y ser visto, para resonar y ser oído, para hablar y ser leído.<br /> La fuente inmediata de la obra de arte es la capacidad humana para pensar, como su «tendencia al trueque y permuta» es la fuente de los objetos de cambio, y como su habilidad para usar es el origen de las cosas de uso. Se trata de capacidades del hombre y no de meros atributos del animal humano, tales como sentimientos, exigencias y necesidades, con los que se relacionan y que a menudo constituyen su contenido. Tales propiedades humanas se hallan tan separadas del mundo que el hombre crea como su hogar en la Tierra como las correspondientes propiedades de otra especie animal, y si tuvieran que constituir un medio ambiente hecho por el hombre para el animal humano, este mundo sería un no-mundo, el producto de la emancipación en vez del propio de la creación. El pensamiento está relacionado con el sentimiento y transforma su mudo e inarticulado desaliento, como el cambio transforma la desnuda avidez del deseo y el uso cambia el desesperado anhelo de cosas necesarias, hasta que todos ellos son aptos para entrar en el mundo y transformarse en cosas. En cada uno de los ejemplos, una capacidad humana que por su propia naturaleza es comunicativa y abierta al mundo, trasciende y libera en el mundo una apasionada intensidad que estaba prisionera en el yo.<br /> En el caso de las obras de arte, la reificación es más que simple transformación; es transfiguración, verdadera metamorfosis en la que ocurre como si el curso de la naturaleza que desea que todo el fuego se reduzca a cenizas quede invertido e incluso el polvo se convierta en llamas.[236] Las obras de arte son cosas del pensamiento, pero esto no impide que sean cosas. El proceso del pensamiento por sí mismo no produce ni fabrica cosas tangibles, tales como libros, pinturas, esculturas o composiciones, como tampoco el uso por sí mismo produce y fabrica casas y muebles. La reificación que se da al escribir algo, pintar una imagen, modelar una figura o componer una melodía se relaciona evidentemente con el pensamiento que precedió a la acción, pero lo que de verdad hace del pensamiento una realidad y fabrica cosas de pensamiento es la misma hechura que, mediante el primordial instrumento de las manos humanas, construye las otras cosas duraderas del artificio humano.<br /> Mencionamos antes que esta reificación y materialización, sin las que ningún pensamiento puede convertirse en una cosa tan tangible, siempre se paga, y que el precio es la vida misma: siempre es la «letra muerta» en la que debe sobrevivir el «espíritu vivo», y dicha letra sólo puede rescatarse de la muerte cuando se ponga de nuevo en contacto con una vida que desee resucitarla, aunque esta resurrección comparta con todas las cosas vivas el hecho de que también morirá. Este carácter de muerte, aunque de algún modo está presente en todo arte e indica, por así decirlo, la distancia entre el hogar original del pensamiento en el corazón o la cabeza del hombre y su destino final en el mundo, varia en las diferentes artes. En música y poesía, las menos «materialistas» de las artes debido a que su material está formado por sonidos y palabras, la reificación y elaboración se mantienen al mínimo. El joven poeta y el niño prodigio en la música pueden alcanzar gran perfección sin demasiado adiestramiento y experiencia, fenómeno apenas igualado en la pintura, escultura y arquitectura.<br /> La poesía, cuyo material es el lenguaje, quizás es la más humana y menos mundana de las artes, en la que el producto final queda muy próximo al pensamiento que lo inspiró. El carácter duradero de un poema se produce mediante la condensación, como si el lenguaje hablado en su máxima densidad y concentración fuera poético en sí mismo. En este caso el recuerdo, Mnēmosynē, madre de las musas, se transforma directamente en memoria, y el medio del poeta para lograr la transformación es el ritmo, mediante el cual el poema se fija en el recuerdo casi por sí mismo. Esta contigüidad al recuerdo vivo capacita al poema para permanecer, para retener su carácter duradero, al margen de la página impresa o escrita, y aunque la «calidad» de un poema puede estar sujeta a una variedad de modelos, su «memoriabilidad» determinará de manera inevitable su carácter duradero, es decir, su posibilidad de quedar permanentemente en el recuerdo de la humanidad. De todas las cosas del pensamiento, la poesía es la más próxima a él, y un poema es menos cosa que cualquier otra obra de arte; no obstante, incluso un poema, no importa el tiempo que exista como palabra viva hablada en el recuerdo del bardo y de quienes le escuchan, finalmente será «hecho», es decir, transcrito y transformado en una cosa tangible entre cosas, porque la memoria y el don de recuerdo, de los que surge todo deseo de ser imperecedero, necesita cosas tangibles para recordarlas, para que no perezcan por sí mismas.[237]<br /> Pensamiento y cognición no son lo mismo. El primero, origen de las obras de arte, se manifiesta en toda gran filosofía sin transformación o transfiguración, mientras que la principal manifestación del proceso cognitivo, por el que adquirirnos y almacenamos conocimiento, son las ciencias. La cognición siempre persigue un objetivo definido, que puede establecerse por consideraciones prácticas o por «ociosa curiosidad»; pero una vez alcanzado este objetivo, el proceso cognitivo finaliza. El pensamiento, por el contrario, carece de fin u objetivo al margen de sí, y ni siquiera produce resultados; no sólo la filosofía utilitaria del homo faber, sino también los hombres de acción y los científicos que buscan resultados, se han cansado de señalar lo «inútil» que es el pensamiento, tan inútil como las obras de arte que inspira. Y ni siquiera puede reclamar el pensamiento estos productos inútiles, ya que, al igual que los grandes sistemas filosóficos, apenas cabe calificarlos de resultados de puro pensar, estrictamente hablando, puesto que precisamente es el proceso del pensamiento lo que el artista o el filósofo escritor ha de interrumpir y transformar para materializar la reificación de su obra. La actividad de pensar es tan implacable y repetida como la misma vida, y la cuestión de si el pensamiento tiene algún significado constituye un enigma tan insoluble como el de la vida; sus procesos impregnan de manera tan íntima la totalidad de la existencia humana, que su comienzo y final coinciden con los de la vida del hombre. El pensamiento, por lo tanto, aunque inspira la más alta productividad mundana del homo faber, no es en modo alguno su prerrogativa; únicamente empieza a afirmarse como fuente de inspiración donde se alcanza a sí mismo, por así decirlo, y comienza a producir cosas inútiles, objetos que no guardan relación con las exigencias materiales o intelectuales, con las necesidades físicas del hombre ni con su sed de conocimiento. La cognición, por otra parte, pertenece a todos, y no sólo a los procesos de trabajo intelectual o artístico; al igual que la fabricación, es un proceso con principio y fin, cuya utilidad puede comprobarse, y que falla si no produce resultado, como fracasa el trabajo del carpintero si construye una mesa de dos patas. Los procesos cognitivos de las ciencias no son básicamente distintos de la función cognitiva en la fabricación; los resultados científicos que se producen mediante la cognición se añaden al artificio humano de la misma manera que las otras cosas.<br /> Tanto el pensamiento como la cognición han de distinguirse del poder del razonamiento lógico que se manifiesta en operaciones tales como deducciones de principios axiomáticos o evidentes, inclusión de casos particulares en reglas generales, o las técnicas de alargar consistentes series de conclusiones. En estas facultades humanas nos enfrentarnos realmente con una especie de poder cerebral que en más de un aspecto a nada se parece tanto como a la fuerza de labor que desarrolla el animal humano en su metabolismo con la naturaleza. Solemos llamar inteligencia u bs procesos mentales que se alimentan del poder del cerebro, y esta inteligencia puede medirse con tests al igual que también cabe medir la fuerza corporal. Sus leyes, las de la lógica, pueden descubrirse de la misma manera que otras leyes de la naturaleza porque están profundamente enraizadas en la estructura del cerebro humano y, en el individuo normalmente sano, poseen la misma fuerza de apremio que la de la necesidad que regula las demás funciones de nuestro cuerpo. En la estructura del cerebro humano radica que se le pueda forzar a admitir que dos más dos son cuatro. Si fuera cierto que el hombre es un animal rationale en el sentido que le da la Época Moderna, es decir, una especie animal que difiere de las restantes por estar dotada de un superior poder cerebral, entonces las recién inventadas máquinas eléctricas que, a veces para desaliento y otras para confusión de sus inventores, son tan espectacularmente más «inteligentes» que los seres humanos, serían homunculi. Tal como están las cosas, son, al igual que todas las máquinas, meros sustitutos y mejoradores de la fuerza de labor humana, que siguen el consagrado plan de toda división de la labor con el fin de fraccionar cada operación en sus más simples movimientos constitutivos, sustituyendo, por ejemplo, la suma repetida por la multiplicación. El superior poder de la máquina se manifiesta en su velocidad, que es mayor que la del cerebro humano; debido a esta mayor velocidad, la máquina puede prescindir de la multiplicación, que es el ingenio técnico preelectrónico para acelerar la suma. Lo que demuestran los gigantescos ordenadores es que la Época Moderna se equivocó al creer con Hobbes que la racionalidad, en el sentido de «tener en cuenta las consecuencias», era la más elevada y humana de las capacidades del hombre, y que los filósofos de la vida y de la labor, Marx, Bergson o Nietzsche, estaban en lo cierto al ver en este tipo de inteligencia, que confundían con la razón, una mera función del propio proceso de la vida o, como señaló Hume, un simple «esclavo de las pasiones». Claro está que el poder del cerebro y los apremiantes procesos lógicos que genera no son capaces de erigir un mundo; son tan sin mundo como los apremiantes procesos de la vida, de la labor y del consumo.<br /> Una de las notables discrepancias en la economía clásica es que los mismos teóricos que se enorgullecían de la consistencia de su utilitaria perspectiva, con frecuencia estiman poco la pura utilidad. Por regla general, sabían que la específica productividad del trabajo radica menos en su utilidad que en su capacidad para producir «durabilidad». Debido a esta discrepancia, admitían tácitamente la falta de realismo en su filosofía utilitaria. Porque si bien el carácter duradero de las cosas ordinarias no es más que un débil reflejo de la permanencia de que son capaces las cosas más mundanas, las obras de arte, algo de esta cualidad —para Platón divina porque acerca a la inmortalidad— es inherente a toda cosa como cosa, y precisamente esta cualidad o su carencia es lo que sobresale en su aspecto y lo hace hermoso o feo. Sin duda, el ordinario objeto de uso no es ni debe proponerse ser hermoso; sin embargo, cualquiera que sea su aspecto, no puede evitarse que se considere hermoso, feo o como una mezcla de ambos. Todo lo que existe ha de tener apariencia, y nada puede aparecer sin forma propia; de ahí que no haya ninguna cosa que no trascienda de algún modo su uso funcional, y su trascendencia, su belleza o fealdad, se identifica con su aparición pública y el que se la vea. Por lo mismo, es decir, en su pura existencia mundana, toda cosa trasciende también la esfera de la instrumentalidad en cuanto queda completada. El modelo por el que se juzga la excelencia de una cosa nunca es simple utilidad, como si una mesa fea cumpliera la misma función que otra de bello diseño, sino su adecuación o inadecuación a lo que debe parecer, y esto, en lenguaje platónico, no es más que adecuación o inadecuación al eidos o idea, la imagen mental, o más bien la imagen vista por el ojo interior, que precedió a su existencia y sobrevive a su potencial destrucción. Dicho con otras palabras, incluso los objetos de uso se juzgan no sólo de acuerdo con las necesidades subjetivas de los hombres, sino también con los modelos objetivos del mundo donde encontrarán su lugar para perdurar, para ser vistos y para usados.<br /> El mundo de cosas hecho por el hombre, el artificio humano erigido por el homo faber, se convierte en un hogar para los hombres mortales, cuya estabilidad perdurará al movimiento siempre cambiante de sus vidas y acciones sólo hasta el punto en que trascienda el puro funcionalismo de las cosas producidas para el consumo y la pura utilidad de los objetivos producidos para el uso. La vida en su sentido no biológico, el periodo de tiempo que tiene todo hombre entre nacimiento y muerte, se manifiesta en la acción y el discurso, que comparten con la vida su esencial futilidad. La «realización de grandes hechos y la articulación de grandes palabras» no dejarán huella, ni producto alguno que perdure al momento de la acción y de la palabra hablada. Sí el animal laborans necesita la ayuda del homo faber para facilitar su labor y aliviar su esfuerzo, y si los mortales necesitan su ayuda para erigir un hogar en la Tierra, los hombres que actúan y hablan necesitan la ayuda del homo faber en su más elevada capacidad, esto es, la ayuda del artista, de poetas e historiógrafos, de constructores de monumentos o de escritores, ya que sin ellos el único producto de su actividad, la historia que establecen y cuentan, no sobreviviría. Con el fin de que el mundo sea lo que siempre se ha considerado que era, un hogar para los hombres durante su vida en la Tierra, el artificio humano ha de ser lugar apropiado para la acción y el discurso, para las actividades no sólo inútiles por completo a las necesidades de la vida, sino también de naturaleza enteramente diferente de las múltiples actividades de fabricación con las que se produce el mundo y todas las cosas que cobija. No es necesario elegir entre Platón y Protágoras, o decidir si ha de ser el hombre o un dios la medida de todas las cosas; lo cierto es que la medida puede no ser ni la acuciante necesidad de la vida biológica y de la labor, ni el instrumentalismo utilitario de la fabricación y del uso.<br /> <br /> CAPÍTULO V ACCIÓN<br /><br /><br /> Todas las penas pueden soportarse si las ponemos en una historia o contamos una historia sobre ellas.<br /> ISAK DINESEN<br /><br /><br /> Nam in omni actione principaliter intenditur ab agente, sive necessitate naturae sive voluntarie agat, propriam similitudinem explicare; unde fit quod omne agens, in quantum huiusmodi, delectatur, quia, cum omne quod est appetat suum esse, ac in agendo agentis esse modammodo amplietur, sequitur de necessitate delectatio… Nihil igitur agit nisi tale existens quale patiens fieri debet.<br /><br /> «Porque en toda acción, lo que intenta principalmente el agente, ya actúe por necesidad natural o por libre voluntad, es explicar su propia imagen. De ahí que todo agente, en tanto que hace, se deleita en hacer; puesto que todo lo que es apetece su ser, y puesto que en la acción el ser del agente está de algún modo ampliado, la delicia necesariamente sigue… Así, nada actúa a menos que [al actuar] haga patente su latente yo».<br /> DANTE<br /><br /><br /> 24. La revelación del agente en el discurso y la acción<br /><br /><br /> La pluralidad humana, básica condición tanto de la acción como del discurso, tiene el doble carácter de igualdad y distinción. Si los hombres no fueran iguales, no podrían entenderse ni planear y prever para el futuro las necesidades de los que llegarán después. Si los hombres no fueran distintos, es decir, cada ser humano diferenciado de cualquier otro que exista, haya existido o existirá, no necesitarían el discurso ni la acción para entenderse. Signos y sonidos bastarían para comunicar las necesidades inmediatas e idénticas.<br /> La cualidad humana de ser distinto no es lo mismo que la alteridad, la curiosa calidad de alteritas que posee todo lo que es y, en la filosofía medieval, una de las cuatro características básicas y universales del Ser, trascendentes a toda cualidad particular. La alteridad es un aspecto importante de la pluralidad, la razón por la que todas nuestras definiciones son distinciones, por la que somos incapaces de decir que algo es sin distinguirlo de alguna otra cosa. La alteridad en su forma más abstracta sólo se encuentra en la pura multiplicación de objetos inorgánicos, mientras que toda la vida orgánica muestra variaciones y distinciones, incluso entre especímenes de la misma especie. Pero sólo el hombre puede expresar esta distinción y distinguirse, y sólo él puede comunicar su propio yo y no simplemente algo: sed o hambre, afecto, hostilidad o temor. En el hombre, la alteridad que comparte con todo lo que es, y la distinción, que comparte con todo lo vivo, se convierte en unicidad, y la pluralidad humana es la paradójica pluralidad de los seres únicos.<br /> El discurso y la acción revelan esta única cualidad de ser distinto. Mediante ellos, los hombres se diferencian en vez de ser meramente distintos; son los modos en que los seres humanos se presentan unos a otros, no como objetos físicos, sino qua hombres. Esta apariencia, diferenciada de la mera existencia corporal, se basa en la iniciativa, pero en una iniciativa que ningún ser humano puede contener y seguir siendo humano. Esto no ocurre en ninguna otra actividad de la vita activa. Los hombres pueden vivir sin laborar, pueden obligar a otros a que laboren por ellos, e incluso decidir el uso y disfrute de las cosas del mundo sin añadir a éste un simple objeto útil; la vida de un explotador de la esclavitud y la de un parásito pueden ser injustas, pero son humanas. Por otra parte, una vida sin acción ni discurso —y ésta es la única forma de vida que en conciencia ha renunciado a toda apariencia y vanidad en el sentido bíblico de la palabra— está literalmente muerta para el mundo; ha dejado de ser una vida humana porque ya no la viven los hombres.<br /> Con palabra y acto nos insertamos en el mundo humano, y esta inserción es como un segundo nacimiento, en el que confirmamos y asumimos el hecho desnudo de nuestra original apariencia física. A dicha inserción no nos obliga la necesidad, como lo hace la labor, ni nos impulsa la utilidad, como es el caso del trabajo. Puede estimularse por la presencia de otros cuya compañía deseemos, pero nunca está condicionada por ellos; su impulso surge del comienzo, que se adentró en el mundo cuando nacimos y al que respondemos comenzando algo nuevo por nuestra propia iniciativa.[238] Actuar, en su sentido más general, significa tomar una iniciativa, comenzar (como indica la palabra griega archein, «comenzar», «conducir» y finalmente «gobernar»), poner algo en movimiento (que es el significado original del agere latino). Debido a que son initium los recién llegados y principiantes, por virtud del nacimiento, los hombres toman la iniciativa, se aprestan a la acción. [Initium] ergo ut esset, creatus est homo, ante quem nullus fuit («para que hubiera un comienzo, fue creado el hombre, antes del cual no había nadie»), dice san Agustín en su filosofía política.[239] Este comienzo no es el mismo que el del mundo;[240] no es el comienzo de algo, sino de alguien que es un principiante por sí mismo. Con la creación del hombre, el principio del comienzo entró en el propio mundo, que, claro está, no es más que otra forma de decir que el principio de la libertad se creó al crearse al hombre, no antes.<br /> En la propia naturaleza del comienzo radica que se inicie algo nuevo que no puede esperarse de cualquier cosa que haya ocurrido antes. Este carácter de lo pasmoso inesperado es inherente a todos los comienzos y a todos los origen es. Así, el origen de la vida a partir de la materia inorgánica es una infinita improbabilidad de los procesos inorgánicos, como lo es el nacimiento de la Tierra considerado desde el punto de los procesos del universo, o la evolución de la vida humana a partir de la animal. Lo nuevo siempre se da en oposición a las abrumadoras desigualdades de las leyes estadísticas y de su probabilidad, que para todos los fines prácticos y cotidianos son certeza; por lo tanto, lo nuevo siempre aparece en forma de milagro. El hecho de que el hombre sea capaz de acción significa que cabe esperarse de él lo inesperado, que es capaz de realizar lo que es infinitamente improbable. Y una vez más esto es posible debido sólo a que cada hombre es único, de tal manera que con cada nacimiento algo singularmente nuevo entra en el mundo. Con respecto a este alguien que es único cabe decir verdaderamente que nadie estuvo allí antes que él. Si la acción como comienzo corresponde al hecho de nacer, si es la realización de la condición humana de la natalidad, entonces el discurso corresponde al hecho de la distinción y es la realización de la condición humana de la pluralidad, es decir, de vivir como ser distinto y único entre iguales.<br /> Acción y discurso están tan estrechamente relacionados debido a que el acto primordial y específicamente humano debe contener al mismo tiempo la respuesta a la pregunta planteada a todo recién llegado: «¿Quién eres tú?». Este descubrimiento de quién es alguien está implícito tanto en sus palabras como en sus actos; sin embargo, la afinidad entre discurso y revelación es mucho más próxima que entre acción y revelación,[241] de la misma manera que la afinidad entre acción y comienzo es más estrecha que la existente entre discurso y comienzo, aunque muchos, incluso la mayoría de los actos se realizan a manera de discurso. En todo caso, sin el acompañamiento del discurso, la acción no sólo perdería su carácter revelador, sino también su sujeto, como si dijéramos; si en lugar de hombres de acción hubiera robots se lograría algo que, hablando humanamente por la palabra y, aunque su acto pueda captarse en su cruda apariencia física sin acompañamiento verbal, sólo se hace pertinente a través de la palabra hablada en la que se identifica como actor, anunciando lo que hace, lo que ha hecho y lo que intenta hacer.<br /> Ninguna otra realización humana requiere el discurso en la misma medida que la acción. En todas las demás, el discurso desempeña un papel subordinado, como medio de comunicación o simple acompañamiento de algo que también pudo realizarse en silencio. Cierto es que el discurso es útil en extremo como medio de comunicación e información, pero como tal podría reemplazarse por un lenguaje de signos, que tal vez demostrara ser más útil y conveniente para transmitir ciertos significados, como en el caso de las matemáticas y otras disciplinas científicas o en ciertas formas de trabajo en equipo. Así, también es cierto que la capacidad del hombre para actuar, y especialmente para hacerlo concertadamente, es útil en extremo para los fines de autodefensa o de búsqueda de intereses; pero si no hubiera nada más en juego que el uso de la acción como medio para alcanzar un fin, está claro que el mismo fin podría alcanzarse mucho más fácilmente en muda violencia, de manera que la acción no parece un sustituto muy eficaz de la violencia, al igual que el discurso, desde el punto de vista de la pura utilidad, se presenta como un difícil sustituto del lenguaje de signos:<br /> Mediante la acción y el discurso, los hombres muestran quiénes son, revelan activamente su única y personal identidad y hacen su aparición en el mundo humano, mientras que su identidad física se presenta bajo la forma única del cuerpo y el sonido de la voz, sin necesidad de ninguna actividad propia. El descubrimiento de «quién» en contradistinción al «qué» es alguien —sus cualidades, dotes, talento y defectos que exhibe u oculta— está implícito en todo lo que ese alguien dice y hace. Sólo puede ocultarse en completo silencio y perfecta pasividad, pero su revelación casi nunca puede realizarse como fin voluntario, como si upo poseyera y dispusiese de este «quién» de la misma manera que puede hacerlo con sus cualidades. Por el contrario, es más que probable que el «quién», que se presenta tan claro e inconfundible a los demás, permanezca oculto para la propia persona, como el daimōn de la religión griega que acompañaba a todo hombre a lo largo de su vida, siempre mirando desde atrás por encima del hombro del ser humano y por lo tanto sólo visible a los que éste encontraba de frente.<br /> Esta cualidad reveladora del discurso y de la acción pasa a primer plano cuando las personas están con otras, ni a favor ni en contra, es decir, en pura contigüidad humana. Aunque nadie sabe a quién revela cuando uno se descubre a sí mismo en la acción o la palabra, voluntariamente se ha de correr el riesgo de la revelación, y esto no pueden asumirlo ni el hacedor de buenas obras, que debe ocultar su yo y permanecer en completo anonimato: ni el delincuente, que ha de esconderse de los demás. Los dos son figuras solitarias, uno a favor y el otro en contra de todos los hombres; por lo tanto, permanecen fuera del intercambio humano y, políticamente, son figuras marginales que suelen entrar en la escena histórica en período de corrupción, desintegración y bancarrota política. Debido a su inherente tendencia a descubrir al agente junto con el acto, la acción necesita para su plena aparición la brillantez de la gloria, sólo posible en la esfera pública.<br /> Sin la revelación del agente en el acto, la acción pierde su específico carácter y pasa a ser una forma de realización entre otras. En efecto, entonces no es menos medio para un fin que lo es la fabricación para producir un objeto. Esto ocurre siempre que se pierde la contigüidad humana, es decir, cuando las personas sólo están a favor o en contra de las demás, por ejemplo durante la guerra, cuando los hombres entran en acción y emplean medios de violencia para lograr ciertos objetivos en contra del enemigo. En estos casos, que naturalmente siempre se han dado, el discurso se convierte en «mera charla», simplemente en un medio más para alcanzar el fin, ya sirva para engañar al enemigo o para deslumbrar a todo el mundo con la propaganda; las palabras no revelan nada, el descubrimiento sólo procede del acto mismo, y esta realización, como todas las realizaciones, no puede revelar al «quién», a la única y distinta identidad del agente.<br /> En estos casos la acción pierde la cualidad mediante la que trasciende la simple actividad productiva, que, desde la humilde fabricación de objetos de uso hasta la inspirada creación de obras de arte, no tiene más significado que el que se revela en el producto acabado y no intenta mostrar más de lo claramente visible al final del proceso de producción. La acción sin un nombre, un «quién» unido a ella, carece de significado, mientras que una obra de arte mantiene su pertinencia conozcamos o no el nombre del artista. Los monumentos al «Soldado Desconocido» levantados tras la Primera Guerra Mundial testimonian la necesidad aún existente entonces de glorificación, de encontrar un «quién», un identificable alguien al que hubieran revelado los cuatro años de matanza. La frustración de ese deseo y la repugnancia a resignarse al hecho brutal de que el agente de la guerra no era realmente nadie, inspiró la erección de los monumentos al «desconocido», a todos los que la guerra no había dado a conocer, robándoles no su realización, sino su dignidad hurnana.[242]<br /> 25. La trama de las relaciones y las historias interpretadas<br /><br /><br /> La manifestación de quién es el que habla y quién el agente, aunque resulte visible, retiene una curiosa intangibilidad que desconcierta todos los esfuerzos encaminados a una expresión verbal inequívoca. En el momento en que queremos decir quién es alguien, nuestro mismo vocabulario nos induce a decir qué es ese alguien; quedamos enredados en una descripción de cualidades que necesariamente ese alguien comparte con otros como él; comenzamos a describir un tipo o «carácter» en el antiguo sentido de la palabra, con el resultado de que su específica unicidad se nos escapa.<br /> Esta frustración mantiene muy estrecha afinidad con la bien conocida imposibilidad filosófica de llegar a una definición del hombre, ya que todas las definiciones son determinaciones o interpretaciones de qué es el hombre, por lo tanto de cualidades que posiblemente puede compartir con otros seres vivos, mientras que su específica diferencia se hallaría en una determinación de qué clase de «quién» es dicha persona. No obstante, aparte de esta perplejidad filosófica; la imposibilidad, como si dijéramos, de solidificar en palabras la esencia viva de la persona tal como se muestra en la fusión de acción y discurso, tiene gran relación con la esfera de asuntos humanos, donde existimos primordialmente como seres que actúan y hablan. Esto excluye en principio nuestra capacidad para manejar estos asuntos como lo hacemos con cosas cuya naturaleza se halla a nuestra disposición debido a que podemos nombrarlas. La cuestión estriba en que la manifestación del «quien» acaece de la misma manera que las manifestaciones claramente no dignas de confianza de los antiguos oráculos que, según Heráclito, «ni revelan ni ocultan con palabras, sino que dan signos manifiestos».[243] Éste es un factor básico en la también notoria inseguridad no sólo de todos los asuntos políticos, sino de todos los asuntos que se dan directamente entre hombres, sin la intermediaria, estabilizadora y solidificadora influencia de las cosas.[244]<br /> Esta no es más que la primera de las muchas frustraciones que dominan a la acción y, por consiguiente, a la contigüidad y comunicación entre los hombres. Quizás es la más fundamental de las que hemos de afrontar en la medida en que no surge de comparaciones con actividades más productivas y dignas dé confianza, tales como la fabricación, contemplación, cognición e incluso labor, sino que indica algo que frustra la acción en términos de sus propios propósitos. Lo que está en juego es el carácter revelador sin el que la acción y el discurso perderían toda pertinencia humana.<br /> La acción y el discurso se dan entre los hombres, ya que a ellos se dirigen, y retienen su capacidad de revelación del agente aunque su contenido sea exclusivamente «objetivo», interesado por los asuntos del mundo de cosas en que se mueven los hombres, que físicamente se halla entre ellos y del cual surgen los específicos, objetivos y mundanos intereses humanos. Dichos intereses constituyen, en el significado más literal de la palabra, algo del inter-est, que se encuentra entre las personas y por lo tanto puede relacionarlas y unirlas. La mayor parte de la acción y del discurso atañe a este intermediario, que varía según cada grupo de personas, de modo que la mayoría de las palabras y actos se refieren a alguna objetiva realidad mundana, además de ser una revelación del agente que actúa y habla. Puesto que este descubrimiento del sujeto es una parte integrante del todo, incluso la comunicación más «objetiva», el físico, mundano en medio de junto con sus intereses queda sobrepuesto y, como si dijéramos, sobrecrecido por otro en medio de absolutamente distinto, formado por hechos y palabras y cuyo origen lo debe de manera exclusiva a que los hombres actúan y hablan unos para otros. Este segundo, subjetivo en medio de no es tangible, puesto que no hay objetos tangibles en los que pueda solidificarse; el proceso de actuar y hablar puede no dejar tras sí resultados y productos finales. Sin embargo, a pesar de su intangibilidad, este en medio de no es menos real que el mundo de cosas que visiblemente tenemos en común. A esta realidad la llamamos la «trama» de las relaciones humanas, indicando con la metáfora su cualidad de algún modo intangible.<br /> Sin duda, esta trama no está menos ligada al mundo objetivo de las cosas que lo está el discurso a la existencia de un cuerpo vivo, pero la relación no es como la de una fachada o, en terminología marxista, de una superestructura esencialmente superflua pegada a la útil estructura del propio edificio. El error básico de todo materialismo en la política —y dicho materialismo no es marxista y ni siquiera de origen moderno, sino tan antiguo como nuestra historia de la teoría política—[245] es pasar por alto el hecho inevitable de que los hombres se revelan como individuos, como distintas y únicas personas, incluso cuando se concentran por entero en alcanzar un objeto material y mundano. Prescindir de esta revelación, si es que pudiera hacerse, significaría transformar a los hombres en algo que no son; por otra parte, negar que esta revelación es real y tiene consecuencias propias es sencillamente ilusorio.<br /> La esfera de los asuntos humanos, estrictamente hablando, está formada por la trama de las relaciones humanas que existe dondequiera que los hombres viven juntos. La revelación del «quien» mediante el discurso, y el establecimiento de un nuevo comienzo a través de la acción, cae siempre dentro de la ya existente trama donde pueden sentirse sus inmediatas consecuencias. Juntos inician un nuevo proceso que al final emerge como la única historia de la vida del recién llegado, que sólo afecta a las historias vitales de quienes entran en contacto con él. Debido a esta ya existente trama de relaciones humanas, con sus innumerables y conflictivas voluntades e intenciones, la acción siempre realiza su propósito; pero también se debe a este medio, en el que sólo la acción es real, el hecho de que «produce» historias con o sin intención de manera tan natural como la fabricación produce cosas tangibles. Entonces esas historias pueden registrarse en documentos y monumentos, pueden ser visibles en objetos de uso u obras de arte, pueden contarse y volverse a contar y trabajarse en toda clase de material. Por sí mismas, en su viva realidad, son de naturaleza diferente por completo a estas reificaciones. Nos hablan más sobre sus individuos, el «héroe» en el centro de cada historia, que cualquier producto salido de las manos humanas lo hace sobre el maestro que lo produjo y, sin embargo, no son productos, propiamente hablando. Aunque todo el mundo comienza su vida insertándose en el mundo humano mediante la acción y el discurso, nadie es autor o productor de la historia de su propia vida. Dicho con otras palabras, las historias, resultados de la acción y el discurso, revelan un agente, pero este agente no es autor o productor. Alguien la comenzó y es su protagonista en el doble sentido de la palabra, o sea, su actor y paciente, pero nadie es su autor.<br /> Que toda vida individual entre el nacimiento y la muerte pueda contarse finalmente como una narración con comienzo y fin es la condición prepolítica y prehistórica de la historia, la gran narración sin comienzo ni fin. Pero la razón de que toda vida humana cuente su narración y que en último término la historia se convierta en el libro de narraciones de la humanidad, con muchos actores y oradores y sin autores tangibles, radica en que ambas son el resultado de la acción. Porque el gran desconocido de la historia, que ha desconcertado a la filosofía de la historia en la Época Moderna, no sólo surge cuando uno considera la historia como un todo y descubre que su protagonista, la humanidad, es una abstracción que nunca puede llegar a ser un agente activo; el mismo desconocido ha desconcertado a la filosofía política desde su comienzo en la antigüedad y contribuido al general desprecio que los filósofos desde Platón han tenido por la esfera de los asuntos humanos. La perplejidad radica en que en cualquier serie de acontecimientos que juntos forman una historia con un único significado, como máximo podemos aislar al agente que puso todo el proceso en movimiento; y aunque este agente sigue siendo con frecuencia el protagonista, el «héroe» de la historia, nunca nos es posible señalarlo de manera inequívoca como autor del resultado final de dicha historia.<br /> Por este motivo Platón creía que los asuntos humanos (ta tōn anthrōpōn pragmata), el resultado de la acción (praxis), no han de tratarse con gran seriedad; las acciones de los hombres parecen como los gestos de las marionetas guiadas por una mano invisible tras la escena, de manera que el hombre parece ser una especie de juguete de un dios.[246] Merece la pena señalar que Platón, que no tenía indicio alguno del concepto moderno de la historia, haya sido el primero en inventar la metáfora de un actor tras la escena que, a espaldas de los hombres que actúan, tira de los hilos y es responsable de la historia. El dios platónico no es más que un símbolo por el hecho de que las historias reales, a diferencia de las que inventamos, carecen de autor; como tal, es el verdadero precursor de la Providencia, la «mano invisible», la Naturaleza, el «espíritu del mundo», el interés de clase, y demás, con los que los filósofos cristianos y modernos intentaron resolver el intrincado problema de que si bien la historia debe su existencia a los hombres, no es «hecha» por ellos. (Nada indica con mayor claridad la naturaleza política de la historia —su carácter de ser una narración de hechos y acción en vez de tendencias, fuerzas o ideas— que la introducción de un actor invisible tras la escena a quien encontramos en todas las filosofías de la historia, las cuales sólo por esta razón pueden reconocerse como filosofías disfrazadas. Por el mismo motivo, el simple hecho de que Adam Smith necesitara una «mano invisible» para guiar las transacciones en el mercado de cambio muestra claramente que en dicho cambio se halla implicado algo más que la pura actividad económica, y que el «hombre económico», cuando hace su aparición en el mercado, es un ser actuante y no sólo un productor, negociante o traficante).<br /> El autor invisible tras la escena es un invento que surge de una perplejidad mental, pero que no corresponde a una experiencia real. Mediante esto, la historia resultante de la acción se interpreta erróneamente como una historia ficticia, donde el autor tira de los hilos y dirige la obra. Dicha historia ficticia revela a u n hacedor, de la misma manera que toda obra de arte índica con claridad que la hizo alguien; esto no pertenece a la propia historia, sino sólo al modo de cobrar existencia. La diferencia entre una historia real y otra ficticia estriba precisamente en que ésta fue «hecha», al contrario de la primera, que no la hizo nadie. La historia real en la que estarnos metidos mientras vivimos carece de autor visible o invisible porque no está hecha. El único «alguien» que revela es su héroe, y éste es el solo medio por el que la originalmente intangible manifestación de un único y distinto «quién» puede hacerse tangible ex post facto mediante la acción y el discurso. Sólo podemos saber quién es o era alguien conociendo la historia de la que es su héroe, su biografía, en otras palabras; todo lo demás que sabemos de él, incluyendo el trabajo que pudo haber realizado y dejado tras de sí, sólo nos dice cómo es o era. Así, aunque sabemos mucho menos de Sócrates, que no escribió una sola línea, que de Platón o Aristóteles, conocemos mucho mejor y más íntimamente quién era, debido a que nos es familiar su historia, que Aristóteles por ejemplo, sobre cuyas opiniones estamos mucho mejor informados.<br /> El héroe que descubre la historia no requiere cualidades heroicas; en su origen la palabra «héroe», es decir, en Homero, no era más que un nombre que se daba a todo hombre libre que participaba en la empresa troyana[247] y sobre el cual podía contarse una historia. La connotación de valor, que para nosotros es cualidad indispensable del héroe, se hallaba ya en la voluntad de actuar y hablar, de insertar el propio yo en el mundo y comenzar una historia personal. Y este valor no está necesaria o incluso primordialmente relacionado con la voluntad de sufrir las consecuencias; valor e incluso audacia se encuentran ya presentes al abandonar el lugar oculto y privado y mostrar quién es uno, al revelar y exponer el propio yo. El alcance de este valor original, sin el que no sería posible la acción ni el discurso y en consecuencia, según los griegos, la libertad, no es menos grande y de hecho puede ser mayor si el «héroe» es un cobarde.<br /> El contenido específico, al igual que su significado general, de la acción y del discurso puede adoptar diversas formas de reificación en las obras de arte que glorifican un hecho o un logro y, por transformación y condensación, mostrar algún extraordinario acontecimiento en su pleno significado. Sin embargo, la cualidad específica y reveladora de la acción y del discurso, la implícita manifestación del agente y del orador, está tan indisolublemente ligada al flujo vivo de actuar y hablar que sólo puede representarse y «reificarse» mediante una especie de repetición, la imitación o mimēsis, que, según Aristóteles, prevalece en todas las artes aunque únicamente es apropiada de verdad al drama, cuyo mismo nombre (del griego dran, «actuar») indica que la interpretación de una obra es una imitación de actuar.[248] Sin embargo, el elemento imitativo no sólo se basa en el arte del actor, sino también, como señala Aristóteles, en el hacer o escribir la obra, al menos en la medida en que el drama cobra plena vida sólo cuando se interpreta en el teatro. Únicamente los actores y recitadores que re-interpretan el argumento de la obra son capaces de transmitir el pleno significado, no tanto de la historia en sí como de los «héroes» que se revelan en ella.[249] En términos de la tragedia griega, esto significaba que la historia y su universal significado lo revelaba el coro, que no imita[250] y cuyos comentarios son pura poesía, mientras que las identidades intangibles de los agentes de la historia, puesto que escapan a toda generalización y por lo tanto a toda reificación, sólo pueden transmitirse mediante una imitación de su actuación. Éste es también el motivo de que el teatro sea el arte político por excelencia; sólo en él se transpone en arte la esfera política de la vida humana. Por el mismo motivo, es el único arte cuyo solo tema es el hombre en su relación con los demás.<br /> 26. La fragilidad de los asuntos humanos<br /><br /><br /> La acción, a diferencia de la fabricación, nunca es posible en aislamiento; estar aislado es lo mismo que carecer de la capacidad de actuar. La acción y el discurso necesitan la presencia de otros no menos que la fabricación requiere la presencia de la naturaleza para su material y de un mundo en el que colocar el producto acabado. La fabricación está rodeada y en constante contacto con el mundo; la acción y el discurso lo están con la trama de los actos y palabras de otros hombres. La creencia popular en un «hombre fuerte» que, aislado y en contra de los demás, debe su fuerza al hecho de estar solo es pura superstición, basada en la ilusión de que podemos «hacer» algo en la esfera de los asuntos humanos —«hacer» instituciones o leyes, por ejemplo, de la misma forma que hacemos mesas y sillas, o hacer hombres «mejores» o «peores»—,[251] o consciente desesperación de toda acción, política y no política, redoblada con la utópica esperanza de que cabe tratar a los hombres como se trata a otro «material».[252] La fuerza que requiere el individuo para cada proceso de producción pierde por completo su valor cuando la acción está en peligro, trátese de una fuerza intelectual o puramente material. La historia está llena de ejemplos de la impotencia del hombre fuerte y superior que no sabe cómo conseguir la ayuda, la co-acción de sus semejantes. A menudo se achaca su fallo a la fatal inferioridad de la mayoría y al resentimiento que toda persona sobresaliente inspira a los mediocres. Sin embargo; por ciertas que sean tales observaciones, no se adentran en el meollo del problema.<br /> Para ilustrar lo que aquí se halla en peligro hemos de recordar que el griego y el latín, a diferencia de las lenguas modernas, contienen dos palabras diferentes y sin embargo interrelacionadas para designar al verbo «actuar». A los verbos griegos archein («comenzar», «guiar» y finalmente «gobernar») y prattein («atravesar», «realizar», «acabar») corresponden los verbos latinos agere («poner en movimiento», «guiar») y gerere (cuyo significado original es «llevar»).[253] Parece como si cada acción estuviera dividida en dos partes, el comienzo, realizado por una sola persona, y el final, en el que se unen muchas para «llevar» y «acabar» la empresa aportando su ayuda. No sólo están las palabras interrelacionadas de manera similar, sino que también es muy similar la historia de su empleo. En ambos casos, la palabra que originalmente designaba sólo la segunda parte de la acción, su conclusión —prattein y gerere—, pasó a ser la palabra aceptada para la acción en general, mientras que las que designaban el comienzo de la acción se especializaron en el significado, al menos en el lenguaje político. Archein pasó a querer decir principalmente «gobernar» y «guiar» cuando se usó de manera específica, y agere significó «guiar» en vez de «poner en movimiento».<br /> Así, el papel de principiante y guía, que era primus inter pares (en el caso de Homero, rey entre reyes), pasó a ser el del gobernante; la original interdependencia de la acción, la dependencia del principiante y guía con respecto a los demás debido a la ayuda que éstos prestan y la dependencia de sus seguidores con el fin de actuar ellos mismos en una ocasión, constituyeron dos funciones diferentes por completo: la función de dar órdenes, que se convirtió en la prerrogativa del gobernante, y la función de ejecutarlas, que pasó a ser la obligación de sus súbditos. Este gobernante se encuentra solo, aislado y en contra de los demás por su fuerza, al igual que el principiante estaba aislado por su iniciativa de comenzar, antes de encontrar a otros que se le agregaran. Sin embargo, la fuerza del principiante y del guía sólo se muestra en la iniciativa y riesgo que corren, no en la verdadera realización. En el caso del gobernante con éxito, puede reclamar para sí lo que realmente es el logro de muchos, algo que Agamenón, que era rey pero no gobernante, nunca hubiera permitido. Mediante esta reclamación, el gobernante monopoliza, por decirlo así, la fuerza de aquellos sin cuya ayuda no hubiera podido realizar nada. De este modo surge la ilusión de fuerza extraordinaria y la falacia del hombre fuerte que es poderoso porque está solo.<br /> Debido a que el actor siempre se mueve entre y en relación con otros seres actuantes, nunca es simplemente un «agente», sino que siempre y al mismo tiempo es un paciente. Hacer y sufrir son como las dos caras de la misma moneda, y la historia que un actor comienza está formada de sus consecuentes hechos y sufrimientos. Dichas consecuencias son ilimitadas debido a que la acción, aunque no proceda de ningún sitio, por decirlo así, actúa en un medio donde toda reacción se convierte en una reacción en cadena y donde todo proceso es causa de nuevos procesos. Puesto que la acción actúa sobre seres que son capaces de sus propias acciones, la reacción, aparte de ser una respuesta, siempre es una nueva acción que toma su propia resolución y afecta a los demás. Así, la acción y la reacción entre hombres nunca se mueven en círculo cerrado y nunca · pueden confinarse a dos partícipes. Esta ilimitación es característica no sólo de la acción política, en el más estrecho sentido de la palabra, como si la ilimitación de la interrelación humana sólo fuera el resultado de la ilimitada multitud de personas comprometidas, que podrían escaparse al renunciar a la acción dentro de un limitado marco de circunstancias; el acto más pequeño en las circunstancias más limitadas lleva la simiente de la misma ilimitación, ya que un acto, y a veces una palabra, basta para cambiar cualquier constelación.<br /> Más aún, la acción, al margen de su específico contenido, siempre establece relaciones y por lo tanto tiene una inherente tendencia a forzar todas las limitaciones y cortar todas las fronteras.[254] Las limitaciones y fronteras existen en la esfera de los asuntos humanos, pero nunca ofrecen un marco que pueda soportar el asalto con el que debe insertarse en él cada nueva generación. La fragilidad de las instituciones y leyes humanas y, en general, de todas las materias que atañen a los hombres que viven juntos, surge de la condición humana de la natalidad y es independiente de la fragilidad de la naturaleza humana. Las vallas que aíslan la propiedad privada y aseguran los límites de cada familia, las fronteras territoriales que protegen y hacen posible la identidad física de un pueblo, y las leyes que protegen y hacen posible su existencia política, son de tan gran importancia para la estabilidad de los asuntos humanos precisamente porque ninguno de tales principios limitadores y protectores surge de las actividades que se dan en la propia esfera de los asuntos humanos. Las limitaciones de la ley nunca son por entero salvaguardas confiables contra la acción dentro del cuerpo político, de la misma manera que las fronteras territoriales no lo son contra la acción procedente de fuera. La ilimitación de la acción no es más que la otra cara de su tremenda capacidad para establecer relaciones, es decir, su específica productividad; por este motivo la antigua virtud de la moderación, de mantenerse dentro de los límites, es una de las virtudes políticas por excelencia, como la tentación política por excelencia es hubris (como los griegos, de gran experiencia en las potencialidades de la acción, sabían muy bien) y no voluntad de poder, como nos inclinamos a creer.<br /> Sin embargo, mientras las varias limitaciones y fronteras que encontramos en todo cuerpo político pueden ofrecer cierta protección contra la inherente ilimitación de la acción, son incapaces de compensar su segunda importante característica: su inherente falta de predicción. No es simplemente una cuestión de incapacidad para predecir todas las lógicas consecuencias de un acto particular, en cuyo caso un computador electrónico podría predecir el futuro, sino que deriva directamente de la historia que, como resultado de la acción, comienza y se establece tan pronto como pasa el fugaz momento del acto. El problema estriba en que cualquiera que sea el carácter y contenido de la subsiguiente historia, ya sea interpretada en la vida privada o pública, ya implique a muchos o pocos actores, su pleno significado sólo puede revelarse cuando ha terminado. En contraposición a la fabricación, en la que la luz para juzgar el producto acabado la proporciona la imagen o modelo captados de antemano por el ojo artesano, la luz que ilumina los procesos de acción, y por lo tanto todos los procesos históricos, sólo aparece en su final, frecuentemente cuando han muerto todos los participantes. La acción sólo se revela plenamente al narrador, es decir, a la mirada del historiador, que siempre conoce mejor de lo que se trataba que los propios participantes. Todos los relatos contados por los propios actores, aunque pueden en raros casos dar una exposición enteramente digna de confianza sobre intenciones, objetivos y motivos, pasan a ser simple fuente de material en manos del historiador y jamás pueden igualar la historia de éste en significación y veracidad. Lo que el narrador cuenta ha de estar necesariamente oculto para el propio actor, al menos mientras realiza el acto o se halla atrapado en sus consecuencias, ya que para él la significación de su acto no está en la historia que sigue. Aunque las historias son los resultados inevitables de la acción, no es el actor, sino el narrador, quien capta y «hace» la historia.<br /> 27. La solución griega<br /><br /><br /> Esta falta de predicción del resultado se relaciona estrechamente con el carácter revelador de la acción y del discurso, en los que se revela el yo de uno sin conocerse a sí mismo ni poder calcular de antemano a quién revela. El antiguo dicho de que nadie puede llamarse eudaimōn antes de su muerte puede apuntar al tema que tratamos si nos fuera posible oír su significado original después de dos mil quinientos años de manoseada repetición; ni siquiera su traducción latina, proverbial ya en Roma —nema ante mortem beatus esse dici potest—, lleva este significado, aunque haya inspirado la práctica de la Iglesia católica de beatificar a sus santos sólo después de transcurrido largo tiempo desde su muerte. Porque eudaimonia no significa ni felicidad ni beatitud; no puede traducirse y tal vez ni siquiera pueda explicarse. Tiene la connotación de santidad, pero sin matiz religioso, y literalmente significa algo como el bienestar del daimōn que acompaña a cada hombre a lo largo de la vida, que es su distinta identidad, pero que sólo aparece y es visible a los otros.[255] Por lo tanto, a diferencia de la felicidad, que es un modo pasajero, y a diferencia de la buena fortuna, que puede tenerse en ciertos momentos de la vida y faltar en otros, la eudaimonia, al igual que la propia vida, es un estado permanente de ser que no está sujeto a cambio ni es capaz de hacerlo. Ser eudaimōn y haber sido eudaimōn, según Aristóteles, son lo mismo, de igual forma que «vivir bien» (eu dzēn) y haber «vivido bien» son lo mismo mientras dure la vida; no son estados o actividades que cambian la cualidad de la persona, tales como aprender y haber aprendido, que indican dos atributos por completo diferentes de la misma persona en distintos momentos.[256]<br /> Esta incambiable identidad de la persona, aunque revelándose intangible en el acto y el discurso, sólo se hace tangible en la historia de la vida del actor y del orador; pero como tal únicamente puede conocerse, es decir, agarrarse como palpable entidad, después de que haya terminado. Dicho con otras palabras, la esencia humana —no la naturaleza humana en general (que no existe) ni la suma total de cualidades y defectos de un individuo, sino la esencia de quién es alguien— nace cuando la vida parte, no dejando tras de sí más que una historia. Por lo tanto, quienquiera que conscientemente aspire a ser «esencial», a dejar tras de sí una historia y una identidad que le proporcione «fama inmortal», no sólo debe arriesgar su vida, sino elegir expresamente, como hizo Aquiles, una breve vida y prematura muerte. Sólo el hombre que no sobrevive a su acto supremo es el indisputable dueño de su identidad y posible grandeza, debido a que en la muerte se retira de las posibles consecuencias y continuación de lo que empezó. Lo que da a la historia de Aquiles su paradigmática significación es que muestra en la cáscara de una nuez que la eudaimonia sólo puede adquirirse al precio de la vida y que uno no puede sentirse seguro de esto más que renunciando a la continuidad del vivir en donde nos revelamos gradualmente, resumiendo toda la vida de uno en un solo acto, de manera que la historia del acto termine junto con la vida misma. Cierto es que, incluso Aquiles, depende del narrador, poeta o historiador, sin quienes todo lo que hizo resulta fútil; pero es el único «héroe», y por lo tanto el héroe por excelencia, que entrega en las manos del narrador el pleno significado de su acto, de modo que es como si no hubiera simplemente interpretado la historia de su vida, sino que también la hubiera «hecho» al mismo tiempo.<br /> Sin duda, este concepto de acción es muy individualista, como diríamos hoy en día.[257] Acentúa la urgencia de la propia revelación a expensas de los otros factores y por lo tanto queda relativamente intocado por el predicamento de la falta de predicción. Como tal, pasó a ser el prototipo de la acción para la antigüedad griega e influyó, bajo la forma del llamado espíritu agonal, en el apasionado impulso de mostrar el propio yo midiéndolo en pugna con otro, que sustenta el concepto de la política prevalente en las ciudades-estado. Un notable síntoma de esta prevalente influencia es que los griegos, a diferencia de los posteriores desarrollos, no contaban a la legislación entre las actividades políticas. A su juicio, el jurista era como el constructor de la muralla de la ciudad, alguien que debía realizar y acabar su trabajo para que comenzara la actividad política. De ahí que fuera tratado como cualquier otro artesano o arquitecto y que pudiera traerse de fuera y encargarle el trabajo sin tener que ser ciudadano, mientras que el derecho a politeuesthai, a comprometerse en las numerosas actividades que finalmente continuaban en la polis, estaba exclusivamente destinado a los ciudadanos. Para éstos, las leyes, como la muralla que rodeaba la ciudad, no eran resultados de la acción, sino productos del hacer. Antes de que los hombres comenzaran a actuar, tuvo que asegurarse un espacio definido y construirse una estructura donde se realizaran todas las acciones subsecuentes, y así el espacio fue la esfera pública de la polis y su estructura la ley; el legislador y el arquitecto pertenecían a la misma categoría.[258] Pero estas entidades tangibles no eran el contenido de la política (ni Atenas era lapolis,[259] sino los atenienses), y no imponían la misma lealtad que la del tipo romano de patriotismo.<br /> Aunque es cierto que Platón y Aristóteles elevaron la legislación y la edificación de la ciudad a la máxima categoría de la vida política, no quiere decir que ampliaran las fundamentales experiencias griegas de la acción y de la política para abarcar lo que luego resultó ser el genio político de Roma: la legislación y la fundación. La escuela socrática, por el contrario, recurrió a estas actividades, que eran prepolíticas para los griegos, ya que deseaba volverse contra la política y la acción. Para los socráticos, la legislación y la ejecución de las decisiones por medio del voto son las actividades políticas más legítimas, ya que en ellas los hombres «actúan como artesanos»: el resultado de su acción es un producto tangible, y su proceso tiene un fin claramente reconocible.[260] Ya no es o, mejor dicho, aún no es acción (praxis), propiamente hablando, sino fabricación (poiēsis) lo que prefieren debido a su gran confiabilidad. Es como si hubieran dicho que si los hombres renunciaran a su capacidad para la acción, con su futilidad, ilimitacíón e inseguridad de resultado, pudiera existir un remedio para la fragilidad de los asuntos humanos.<br /> Hasta qué punto este remedio puede destruir la propia substancia de las relaciones humanas, lo podemos ver en uno de los raros casos en que Aristóteles saca un ejemplo de actuación a partir de la esfera de la vida privada, en la relación entre el benefactor y la persona que recibe. Con esa ingenua falta de moralización que es el signo característico de la antigüedad griega, aunque no de la romana, afirma como cosa natural que el benefactor siempre ama más a quienes ayuda que éstos a él. Continúa diciendo que esto es natural, ya que el benefactor ha realizado un trabajo, un ergon, mientras que el que recibe se ha limitado a sufrir su beneficencia. El benefactor, según Aristóteles, ama su «trabajo», la vida del que recibe lo que él ha «hecho», como el poeta ama su poema, y recuerda a sus lectores que el amor del poeta hacia su obra apenas es menos apasionado que el de la madre por sus hijos.[261] Esta explicación muestra con claridad que la actuación la ve en términos de fabricación, y su resultado, la relación entre los hombres, en términos de «trabajo» realizado (a pesar de sus intentos de distinguir entre acción y fabricación, praxis y poiēsis).[262] En dicho ejemplo queda perfectamente claro que esta interpretación, aunque sirva para explicar psicológicamente el fenómeno de la ingratitud al dar por sentado que tanto el benefactor como quien recibe están de acuerdo en interpretar la acción en términos de fabricación, que realmente estropea a la acción y a su verdadero resultado, la relación ha de establecerse. El caso del legislador es menos adecuado para nosotros debido a que el concepto griego de la tarea y papel del legislador en la esfera pública resulta extraño por completo al nuestro. En cualquier caso, el trabajo, tal como la actividad del legislador en el concepto griego, puede convertirse en el contenido de la acción sólo bajo la condición de que no es deseable o posible la acción posterior, y la acción sólo puede resultar un producto final bajo la condición de que se destruya su auténtico, no tangible y siempre frágil significado. El original y prefilosófico remedio griego para esta fragilidad fue la fundación de la polis. Ésta, como surgió y quedó enraizada en la experiencia griega de la pre-polis y en la estima de lo que hace que valga la pena para los hombres vivir juntos (syzēn), es decir, el «compartir palabras y hechos»,[263] tenía una doble función. En primer lugar, se destinó a capacitar a los hombres para que realizaran de manera permanente, si bien bajo ciertas restricciones, lo que de otro modo sólo hubiera sido posible como extraordinaria e infrecuente empresa que les hubiera obligado a dejar sus familias. Se suponía que la polis multiplicaba las ocasiones de ganar «fama inmortal», es decir, de multiplicar las oportunidades para que el individuo se distinga, para que muestre con hechos y palabras quién es en su única distinción. Una de las razones, si no la principal, del increíble desarrollo del genio en Atenas, al igual que de la no menos sorprendente rápida decadencia de la ciudad-estado, fue precisamente que desde el principio hasta el final su primer objetivo fue hacer de lo extraordinario un caso corriente de la vida cotidiana. La segunda función de la polis, de nuevo muy en relación con los azares de la acción experimentados antes de que ésta cobrara existencia, era ofrecer un remedio para la futilidad de la acción y del discurso; porque las oportunidades de que un hecho merecedor de fama no se olvidara, de que verdaderamente se convirtiera en «inmortal», no eran muy grandes. Homero no fue sólo un brillante ejemplo de función política del poeta, y por lo tanto el «educador de toda la Hélade»; el mismo hecho de que una empresa tan grande como la guerra de Troya pudiera haberse olvidado de no haber existido un poeta que la inmortalizara varios centenares de años después, ofrecía un excelente ejemplo de lo que le podía ocurrir a la grandeza humana si para su permanencia sólo se confiaba en los poetas.<br /> Aquí no nos interesan las causas históricas que determinaron el nacimiento de la ciudad-estado; los griegos dejaron muy claro lo que pensaban de ella y de su raison d’être. La polis —si confiamos en las famosas palabras de Pericles en la Oración Fúnebre— garantizaba a quienes obligaran a cualquier mar y tierra a convertirse en escenario de su bravura que ésta no quedaría sin testimonio, y que no necesitarían ningún Homero ni cualquier otro que supiera hacer su elogio con palabras; sin ayuda de otros, quienes actuaran podrían asentar el imperecedero recuerdo de sus buenas o malas acciones, inspirar admiración en el presente y en el futuro.[264] Dicho con otras palabras, la vida en común de los hombres en la forma de la polis parecía asegurar que la más fútil de las actividades humanas, la acción y el discurso, y el menos tangible y más efímero de los «productos» hechos por el hombre, los actos e historias que son su resultado, se convertirían en imperecederos. La organización de la polis, físicamente asegurada por la muralla que la rodeaba y fisonómicamente garantizada por sus leyes —para que las siguientes generaciones no cambiaran su identidad más allá del reconocimiento—, es u na especie de recuerdo organizado. Asegura al actor mortal que su pasajera existencia y fugaz grandeza nunca carecerá de la realidad que procede de que a uno lo vean, le oigan y, en general, aparezca ante un público de hombres, realidad que fuera de la polis duraría el breve momento de la ejecución y necesitaría de Homero y de «otros de su oficio» para que la presentaran a quienes no se encontraban allí.<br /> Según esta autointerpretación, la esfera política surge de actuar juntos, de «compartir palabras y actos». Así, la acción no sólo tiene la más íntima relación con la parte pública del mundo común a todos nosotros, sino que es la única actividad que la constituye. Es como si la muralla de la polis y las fronteras de la ley se trazaran alrededor de un espacio ya existente que, no obstante, sin tal estabilizadora protección pudiera no perdurar, no sobrevivir al momento de la acción y del discurso. No históricamente, claro está, sino metafórica y teóricamente hablando, es como si los hombres que volvían de la guerra de Troya hubieran deseado hacer permanente el espacio de la acción que había surgido de sus hechos y sufrimientos, e impedir que pereciera al dispersarse y retornar a sus aislados lugares de origen.<br /> La polis, propiamente hablando, no es la ciudad-estado en su situación física; es la organización de la gente tal como surge de actuar y hablar juntos, y su verdadero espacio se extiende entre las personas que viven juntas para este propósito, sin importar dónde estén. «A cualquier parte que vayas, serás una polis»: estas famosas palabras no sólo se convirtieron en el guardián fiel de la colonización griega, sino que expresaban la certeza de que la acción y el discurso crean un espacio entre los participantes que puede encontrar su propia ubicación en todo tiempo y lugar. Se trata del espacio de aparición en el más amplio sentido de la palabra, es decir, el espacio donde yo aparezco apte otros como otros aparecen ante mí, donde los hombres no existen meramente como otras cosas vivas o inanimadas, sino que hacen su aparición de manera explícita.<br /> Este espacio no siempre existe, y aunque todos los hombres son capaces de actos y palabras, la mayoría de ellos —como el esclavo, el extranjero y el bárbaro en la antigüedad, el laborante o artesano antes de la Época Moderna, el hombre de negocios en nuestro mundo— no viven en él. Más aún, ningún hombre puede vivir en él todo el tiempo. Estar privado de esto significa estar privado de realidad, que, humana y políticamente hablando, es lo mismo que aparición. Para los hombres, la realidad del mundo está garantizada por la presencia de otros, por su aparición ante todos; «porque lo que aparece a todos, lo llamamos Ser»,[265] y cualquier cosa que carece de esta aparición viene y pasa como un sueño, íntima y exclusivamente nuestro pero sin realidad.[266]<br /> 28. El poder y el espacio de la aparición<br /><br /><br /> El espacio de aparición cobra existencia siempre que los hombres se agrupan por el discurso y la acción, y por lo tanto precede a toda formal constitución de la esfera pública y de las varias formas de gobierno, o sea, las varias maneras en las que puede organizarse la esfera pública. Su peculiaridad consiste, en que, a diferencia de los espacios que son el trabajo de nuestras manos, nos sobrevive a la actualidad del movimiento que le dio existencia, y desaparece no sólo con la dispersión de los hombres —como en el caso de grandes catástrofes cuando se destruye el cuerpo político de un pueblo—, sino también con la desaparición o interrupción de las propias actividades. Siempre que la gente se reúne, se encuentra potencialmente allí, pero sólo potencialmente, no necesariamente ni para siempre. Que las civilizaciones nazcan y declinen, que los poderosos imperios y grandes culturas caigan y pasen sin catástrofes externas —y, con mayor frecuencia, que tales «causas» externas no vayan precedidas por una no menos visible decadencia interna que invita al desastre— se debe a esta peculiaridad de la esfera pública que, puesto que en su esencia reside en la acción y el discurso, nunca pierde por completo su potencial carácter. Lo que primero socava y luego mata a las comunidades políticas es la pérdida de poder y la impotencia final; y el poder no puede almacenarse y mantenerse en reserva para hacer frente a las emergencias, como los instrumentos de la violencia, sino que sólo existe en su realidad. Donde el poder carece de realidad, se aleja, y la historia está llena de ejemplos que muestran que esta pérdida no pueden compensarla las mayores riquezas materiales. El poder sólo es realidad donde palabra y acto no se han separado, donde las palabras no están vacías y los hechos no son brutales, donde las palabras no se emplean para velar intenciones sino para descubrir realidades, y los actos no se usan para violar y destruir sino para establecer relaciones y crear nuevas realidades.<br /> El poder es lo que mantiene la existencia de la esfera pública, el potencial espacio de aparición entre los hombres que actúan y hablan. La palabra misma, su equivalente griego dynamis, como el latino potentia con sus diversos derivados modernos o el alemán Macht (que procede de mögen y möglich, no de machen), indica su carácter «potencial». Cabría decir que el poder es siempre un poder potencial y no una intercambiable, mensurable y confiable entidad como la fuerza. Mientras que ésta es la cualidad natural de un individuo visto en aislamiento, el poder surge entre los hombres cuando actúan juntos y desaparece en el momento en que se dispersan. Debido a esta peculiaridad, que el poder comparte en todas las potencialidades que pueden realizarse pero jamás materializarse plenamente, el poderes en grado asombroso independiente de los factores materiales, ya sea el número o los medios. Un grupo de hombres comparativamente pequeño pero bien organizado puede gobernar casi de manera indefinida sobre grandes y populosos imperios, y no es infrecuente en la historia que países pequeños y pobres aventajen a poderosas y ricas naciones. (La historia de David y Gollat sólo es cierta metafóricamente; el poder de unos pocos puede ser mayor que el de muchos, pero en una lucha entre dos hombres no decide el poder sino la fuerza, y la inteligencia, esto es, la fuerza del cerebro, contribuye materialmente al resultado tanto como la fuerza muscular). La rebelión popular contra gobernantes materialmente fuertes puede engendrar un poder casi irresistible incluso si renuncia al uso de la violencia frente a fuerzas muy superiores en medios materiales. Llamar a esto «resistencia pasiva» es una idea irónica, ya que se trata de una de las más activas y eficaces formas de acción que se hayan proyectado, debido a que no se le puede hacer frente con la lucha, de la que resulta la derrota o la victoria, sino únicamente con la matanza masiva en la que incluso el vencedor sale derrotado, ya que nadie puede gobernar sobre muertos.<br /> El único factor material indispensable para la generación de poder es el vivir unido del pueblo. Sólo donde los hombres viven tan unidos que las potencialidades de la acción están siempre presentes, el poder puede permanecer con ellos, y la fundación de ciudades, que como ciudades-estado sigue siendo modelo para toda organización política occidental, es por lo tanto el más importante prerrequisito material del poder. Lo que mantiene al pueblo unido después de que haya pasado el fugaz momento de la acción (lo que hoy día llamamos «organización») y lo que, al mismo tiempo, el pueblo mantiene vivo al permanecer unido es el poder. Y quienquiera que, por las razones que sean, se aísla y no participa en ese estar unidos, sufre la pérdida de poder y queda impotente, por muy grande que sea su fuerza y muy válidas sus razones.<br /> Si el poder fuera más que esta potencialidad de estar juntos, si pudiera poseerse como la fuerza o aplicarse como ésta en vez de depender del acuerdo temporal y no digno de confianza de muchas voluntades e intenciones, la omnipotencia sería una concreta posibilidad humana. Porque el poder, como la acción, es ilimitado; carece de limitación física en la naturaleza humana, en la existencia corporal del hombre, como la fuerza. Su única limitación es la existencia de otras personas, pero dicha limitación no es accidental, ya que el poder humano corresponde a la condición de la pluralidad para comenzar. Por la misma razón, el poder puede dividirse sin aminorarlo, y la acción recíproca de poderes con su contrapeso y equilibrio es incluso propensa a generar más poder, al menos mientras dicha acción recíproca sigue viva y no termina estancándose. La fuerza, por el contrario, es indivisible, y aunque se equilibre también por la presencia de otros, la acción recíproca de la pluralidad da por resultado una definida limitación de la fuerza individual, que se mantiene dentro de unos límites y que puede superarse por el potencial poder de los demás. La identificación de la fuerza necesaria para la producción de cosas con el poder necesario para la acción, sólo es concebible como el atributo divino de un dios. La omnipotencia nunca es, por lo tanto, un atributo de los dioses en el politeísmo, sea cual sea la superioridad de su fuerza con respecto a la de los hombres. Inversamente, la aspiración hacia la omnipotencia siempre implica —aparte de su utópica hubris— la destrucción de la pluralidad.<br /> Bajo las condiciones de la vida humana, la única alternativa al poder no es la fortaleza —que es impotente ante el poder— sino la fuerza, que un solo hombre puede ejercer contra sus semejantes y de la que uno o unos pocos cabe que posean el monopolio al hacerse con los medios de la violencia. Pero si bien la violencia es capaz de destruir al poder, nunca puede convertirse en su sustituto. De ahí resulta la no infrecuente combinación política de fuerza y carencia de poder, impotente despliegue de fuerzas que se consumen a sí mismas, a menudo de manera espectacular y vehemente pero en completa futilidad, no dejando tras sí monumentos ni relatos, apenas con el justo recuerdo para entrar en la historia. En la experiencia histórica y la teoría tradicional, esta combinación, aunque no se reconozca como tal, se conoce como tiranía, y el consagrado temor a esta forma de gobierno no se inspira de modo exclusivo en su crueldad, que —como atestigua la larga serie de benévolos tiranos y déspotas ilustrados— no es uno de sus rasgos inevitables, sino en la impotencia y futilidad a que condena a gobernantes y gobernados.<br /> Más importante es un descubrimiento hecho por Montesquieu, el último pensador político que se interesó seriamente por el problema de las formas de gobierno. Montesquieu se dio cuenta de que la característica sobresaliente de la tiranía era que se basaba en el aislamiento —del tirano con respecto a sus súbditos y de éstos entre sí debido al mutuo temor y sospecha—, y de ahí que la tiranía no era una forma de gobierno entre otras, sino que contradecía la esencial condición humana de la pluralidad, el actuar y hablar juntos, que es la condición de todas las formas de organización política. La tiranía impide el desarrollo del poder, no sólo en un segmento particular de la esfera pública sino en su totalidad; dicho con otras palabras, genera impotencia de manera tan natural como otros cuerpos políticos generan poder. Esto hace necesario, en la interpretación de Montesquieu, asignarle un lugar especial en la teoría de los cuerpos políticos: sólo la tiranía es incapaz de desarrollar el poder suficiente para permanecer en el espacio de la aparición, en la esfera pública; por el contrario, fomenta los gérmenes de su propia destrucción desde que cobra existencia.[267]<br /> Resulta bastante curioso que la violencia pueda destruir al poder más fácilmente que a la fuerza, y aunque la tiranía siempre se caracteriza por la impotencia de sus súbditos, que pierden su capacidad humana de actuar y hablar juntos, necesariamente no se caracteriza por la debilidad y esterilidad; por el contrario, las artes y oficios pueden florecer bajo estas condiciones si el gobernante es lo bastante «benévolo» para dejar a sus súbditos solos en su aislamiento. Por otra parte, la fuerza, don de la naturaleza que el individuo no puede compartir con otros, hace frente a la violencia con más éxito que al poder, ya de modo heroico, consintiendo en luchar y morir, ya estoicamente, aceptando el sufrimiento y desafiando a la aflicción mediante la autosuficiencia y el retiro del mundo; en ambos casos, la integridad del individuo y su fuerza permanecen intactas. A la fuerza sólo la puede destruir el poder y por eso siempre está en · peligro ante la combinada fuerza de la mayoría. El poder corrompe cuando los débiles se congregan con el fin de destruir a los fuertes, pero no antes. La voluntad de poder, como la Época Moderna de Hobbes a Nietzsche la entendió en su glorificación o denuncia, lejos de ser una característica de los fuertes, se halla, como la envidia y la codicia; entre los vicios de los débiles, y posiblemente es el más peligroso.<br /> Si la tiranía puede describirse como el intento siempre abortado de sustituir el poder por la violencia, la oclocracia, o gobierno de la plebe, que es su exacta contrapartida, puede caracterizarse por el intento mucho más prometedor de sustituir la fuerza por el poder. En efecto, éste es capaz de destruir a toda fuerza y sabemos que donde la principal esfera pública es la sociedad, existe siempre el peligro de que, mediante una perversa forma de «actuar juntos» —por presión y los trucos de las clíques—, pasen a primer plano quienes nada saben y nada pueden hacer. El vehemente anhelo por la violencia, tan característico de algunos de los mejores y más creativos artistas modernos, pensadores, eruditos y artesanos, es una reacción natural de aquellos cuya fuerza ha tratado de engañar la sociedad.[268]<br /> El poder preserva a la esfera pública y al espacio de la aparición, y, como tal, es también la sangre vital del artificio humano que, si no es la escena de la acción y del discurso, de la trama de los asuntos humanos y de las relaciones e historias engendradas por ellos, carece de su última raison d’étre. Sin que los hombres hablen de él y sin albergarlos, el mundo no sería un artificio humano, sino un montón de cosas sin relación al que cada individuo aislado estaría en libertad de añadir un objeto más; sin el artificio humano para albergarlos, los asuntos humanos serían tan flotantes, fútiles y vanos como los vagabundeos de las tribus nómadas. La sabia melancolía del Eclesiastés —«Vanidad de vanidades, todo es vanidad… No hay nada nuevo bajo el sol… no hay memoria de lo que precedió, ni de lo que sucederá habrá memoria en los que serán después»— no surge necesariamente de la específica experiencia religiosa, pero sin duda es inevitable donde y siempre que nuestra confianza en el mundo como lugar adecuado para la aparición humana, para la acción y el discurso, se haya perdido. Sin la acción para hacer entrar en el juego del mundo el nuevo comienzo de que es capaz todo hombre por el hecho de nacer, «no hay nada nuevo bajo el sol»; sin el discurso para materializar y conmemorar, aunque sea de manera tentativa, lo «nuevo» que aparece y resplandece, «no hay memoria»; sin la permanencia del artificio humano, no puede haber «memoria de lo que sucederá en los que serán después». Y sin poder, el espacio de aparición que se crea mediante la acción y el discurso en público se desvanece tan rápidamente como los actos y palabras vivas.<br /> Quizá nada en nuestra historia ha tenido tan corta vida como la confianza en el poder, ni nada más duradera que la desconfianza platónica y cristiana sobre el esplendor que acompaña al espacio de aparición, ni nada —finalmente en la Época Moderna— más común que la convicción de que el «poder corrompe». Las palabras de Pericles, tal como las relata Tucídides, son tal vez únicas en su suprema confianza de que los hombres interpretan y salvan su grandeza al mismo tiempo, por decirlo así, con un solo y mismo gesto, y que la interpretación como tal bastará para generar dynamis y no necesitará la transformadora reificación del homo faber para mantenerse en realidad.[269] El discurso de Pericles, aunque correspondía y se articulaba en las íntimas convicciones del pueblo de Atenas, siempre se ha leído con esa triste sabiduría de la percepción posterior que nos dice que sus palabras se pronunciaron en el comienzo del final. No obstante, por breve que haya sido esta fe en la dynamis (y en consecuencia en la política) —y ya había llegado al fin cuando se formularon las primeras filosofías políticas—, su desnuda existencia ha bastado para elevar a la acción al más alto rango en la jerarquía de la vita activa y para singularizar el discurso como decisiva distinción entre la vida humana y animal, acción y discurso que concedieron a la política una dignidad que incluso hoy día no ha desaparecido por completo.<br /> Lo que es evidente en la formulación de Pericles —y no menos transparente en los poemas de Homero— es que el íntimo significado del acto actuado y de la palabra pronunciada es independiente de la victoria y de la derrota y debe permanecer intocado por cualquier resultado final, por sus consecuencias para lo mejor o lo peor. A diferencia de la conducta humana —que los griegos, como todos los pueblos civilizados, juzgaban según «modelos morales», teniendo en cuenta motivos e intenciones por un lado y objetivos y consecuencias por el otro—, la acción sólo puede juzgarse por el criterio de grandeza debido a que en su naturaleza radica el abrirse paso entre lo comúnmente aceptado y alcanzar lo extraordinario, donde cualquier cosa que es verdadera en la vida común y cotidiana ya no se aplica, puesto que todo lo que existe es único y sui generis.[270] Tucídides (o Pericles) sabía perfectamente que había roto con los modelos normales de conducta cotidiana cuando encontró que la gloria de Atenas consistía en haber dejado tras de sí «por todas partes imperecedera memoria (mnēemeia aidia) de sus actos buenos y malos». El arte de la política enseña a los hombres cómo sacar a la luz lo que es grande y radiante, ta megala kai lampra, en palabras de Demócrito; mientras está allí la polis para inspirar a los hombres que se atreven a lo extraordinario, todas las cosas están seguras; si la polis perece, todo está perdido.[271] Los motivos y objetivos, por puros y grandiosos que sean, nunca son únicos; al igual que las cualidades psicológicas, son típicos, característicos de diferentes clases de personas. La grandeza, por lo tanto, o el significado específico de cada acto, sólo puede basarse en la propia realización, y no en su motivación ni en su logro.<br /> Esta insistencia en los actos vivos y en la palabra hablada como los mayores logros de que son capaces los seres humanos, fue conceptualizada en la noción aristotélica de energeia («realidad»), que designaba todas las actividades que no persiguen un fin (son ateleis) y no dejan trabajo tras sí (no par autas erga), sino que agotan su pleno significado en la actuación.[272] De la experiencia de esta plena realidad deriva su significado original del paradójico «fin en sí mismo»; porque en estos ejemplos de acción y discurso[273] no se persigue el fin (lelos), sino que yace en la propia actividad que por lo tanto se convierte en entelecheia, y el trabajo no es lo que sigue y extingue el proceso, sino que está metido en él; la realización es el trabajo, es energeia.[274] Aristóteles, en su filosofía política, es plenamente consciente de lo que está en juego en la política, o sea, nada menos que el ergon tau anthrōpou[275] (el «trabajo del hombre» qua hombre), y al definir este «trabajo» como «vivir bien» (eu zēn), claramente quería decir que aquí ese «trabajo» no es producto de trabajo, sino que sólo existe en pura realidad. Este logro específicamente humano se sitúa fuera de la categoría de medios y fines; el «trabajo del hombre» no es fin porque los medios para lograrlo —las virtudes o aretai— no son cualidades que puedan o no realizarse, sino que por sí mismas son «realidades». Dicho con otras palabras, los medios para lograr el fin serían ya el fin; y a la inversa, este «fin» no puede considerarse un medio en cualquier otro aspecto, puesto que no hay nada más elevado que alcanzar que esta realidad misma.<br /> Es como un débil eco de la experiencia prefilosófica griega de la acción y el discurso como pura realidad para indicar una y otra vez en la filosofía política a partir de Demócrito y Platón que la política es una technē, está incluida entre las artes, y puede semejarse a actividades tales como la curación o la navegación, donde, como en la interpretación del danzarín o del actor, el «producto» es idéntico al propio acto interpretativo. Pero cabe apreciar lo que les ha ocurrido a la acción y al discurso, que son los únicos con existencia real, y por consiguiente las actividades más altas en la esfera política, cuando escucharnos lo que ha dicho sobre ellos la sociedad moderna, con la peculiar y no comprometedora consistencia que la caracterizó en sus primeras etapas. Porque esta importantísima degradación de la acción y del discurso se denota cuando Adam Smith clasifica todas las ocupaciones que se basan esencialmente en la interpretación —como la profesión militar, «eclesiásticos, abogados, médicos y cantantes de ópera»— junto a los «servicios domésticos»; la más baja e improductiva «labor».[276] Fueron precisamente estas ocupaciones —la curación, el tañido de flauta, la interpretación teatral— las que proporcionaron al pensamiento antiguo ejemplos para las más elevadas y grandes actividades del hombre.<br /> 29. El homo faber y el espacio de aparición<br /><br /><br /> La raíz de la antigua estima por la política radica en la convicción de que el hombre qua hombre, cada individuo en su única distinción, aparece y se confirma a sí mismo en el discurso y la acción, y que estas actividades, a pesar de su futilidad material, poseen una permanente cualidad propia debido a que crean su propia memoria.[277] La esfera pública, el espacio dentro del mundo que necesitan los hombres para aparecer, es por lo tanto más específicamente «el trabajo del hombre» que el trabajo de sus manos o la labor de su cuerpo.<br /> La convicción de que lo más grande que puede lograr el hombre es su propia aparición y realización no es cosa natural. Contra esta convicción se levanta la del homo faber al considerar que los productos del hombre pueden ser más —y no sólo más duraderos— que el propio hombre, y también la firme creencia del animal laborans de que la vida es el más elevado de todos los bienes. Por lo tanto, ambos son apolíticos, estrictamente hablando, y se inclinan a denunciar la acción y el discurso como ociosidad, ocio de la persona entrometida y ociosa charla, y por lo general juzgan las actividades públicas por su utilidad con respecto a fines supuestamente más elevados: hacer el mundo más útil y hermoso en el caso del homo faber, hacer la vida más fácil y larga en el caso del animal laborans.<br /> Sin embargo, esto no quiere decir que estén libres de prescindir por completo de una esfera pública, ya que sin un espacio de aparición y sin confiar en la acción y el discurso como modo de estar juntos, ni la realidad del yo de uno, de su propia identidad, ni la realidad del mundo circundante pueden establecerse fuera de toda duda. El sentido humano de la realidad exige que los hombres realicen la pura y pasiva concesión de su ser, no con el fin de cambiarlo sino de articular y poner en plena existencia lo que de otra forma tendrían que sufrir de cualquier modo.[278] Esta realización reside y acaece en esas actividades que sólo existen en pura realidad.<br /> El único carácter del mundo con el que calibrar su realidad es el de ser común a todos, y si el sentido común ocupa tan alto rango en la jerarquía de las cualidades políticas se debe a que es el único sentido que encaja como un todo en la realidad de nuestros cinco sentidos estrictamente individuales y los datos; exclusivamente particulares que captan. Por virtud del sentido común, las percepciones de los demás sentidos revelan la realidad y no se sienten simplemente como irritaciones de nuestros nervios o sensaciones de resistencia de nuestros cuerpos. Un apreciable descenso del sentido común en cualquier comunidad y un notable incremento de la superstición y charlataneri4 son, por lo tanto, signos casi infalibles de alienación del mundo.<br /> Esta alienación —la atrofia del espacio de aparición y el debilitamiento del sentido común— se lleva a un extremo mucho mayor en el caso de una sociedad laborante que en el de una sociedad de productores. En su aislamiento, no molestado, ni visto, ni oído, ni confirmado por los demás, el homo faber no sólo está junto al producto que hace, sino también al mundo de cosas donde añadirá sus propios productos; de esta manera, si bien de forma indirecta, sigue junto a los demás, que hicieron el mundo y que también son fabricantes de cosas. Ya hemos mencionado el mercado de cambio en el que los artesanos se reúnen con sus pares y que para ellos representa una común esfera pública en la medida en que cada uno ha contribuido a ella con algo. No obstante, mientras que la esfera pública como mercado de cambio corresponde de modo más adecuado a la actividad de la fabricación, el intercambio en sí pertenece ya al campo de la acción y en modo alguno es una prolongación de la producción; incluso es menos que una simple función de los procesos automáticos, ya que la compra de alimento y de otros medios de consumo es necesariamente aneja al laborar. La pretensión de Marx de que las leyes económicas son como leyes naturales, que no están hechas por los hombres para regular los actos libres del intercambio, sino que son funciones de las condiciones productivas de la sociedad como un todo, sólo es correcta en una sociedad laboral, donde todas las actividades están ajustadas al metabolismo del cuerpo humano con la naturaleza y donde no existe el intercambio sino sólo el consumo.<br /> Sin embargo, las personas que se reúnen en el mercado de cambio no son principalmente personas sino productoras de productos, y nunca se muestran a sí mismas, ni siquiera exhiben sus habilidades y cualidades como en la «conspicua producción» de la Edad Media, sino sus productos. El impulso que lleva al fabricante al mercado público es la apetencia de productos, no de personas, y la fuerza que mantiene unido y en existencia a este mercado no es la potencialidad que surge entre la gente cuando se unen en la acción y el discurso, sino un combinado «poder de cambio» (Adam Smith) que cada uno de los participantes adquirió en aislamiento. A esta falta de relación con los demás y este interés primordial por el intercambio los calificó Marx como la deshumanización y autoalienación de la sociedad comercial, que excluye a los hombres qua hombres y exige, en sorprendente contradicción con la antigua relación entre lo público y lo privado, que los hombres se muestren sólo en lo privado de sus familias o en intimidad con sus amigos.<br /> La frustración de la persona humana inherente a una comunidad de productores e incluso más a una sociedad comercial quizá se ilustre de la mejor manera con el fenómeno del genio, en el que, desde el Renacimiento hasta finales del siglo XIX, la sociedad moderna vio su más elevado ideal. (El genio creativo como expresión quintaesencial de la grandeza humana era totalmente desconocido en la antigüedad o en la Edad Media). Fue al comienzo de nuestro siglo cuando los grandes artistas protestaron con sorprendente unanimidad contra la calificación de «genios» e insistieron en los conceptos de elaboración, competencia y la estrecha relación entre el arte y el oficio. Sin duda, esta protesta no es en parte más que una reacción contra la vulgarización y comercialización de la noción de genio; pero también se debe al más reciente auge de la sociedad laboral, para la que no es ningún ideal la productividad o creatividad y que carece de todas las experiencias a partir de las cuales puede surgir la propia noción de grandeza. Lo importante en nuestro contexto es que el trabajo del genio, a diferencia del producto del artesano, parece haber absorbido esos elementos de distinción y unicidad que sólo encuentran su inmediata expresión en la acción y en el discurso. La obsesión de la Época Moderna por la firma de cada artista, su no precedente sensibilidad por el estilo, muestra una preocupación por esos rasgos que hacen que el artista trascienda su habilidad de manera similar a la que la unicidad de cada persona trascienda la suma total de sus cualidades. Debido a esta trascendencia, que diferencia el gran trabajo del arte de todos los demás productos de las manos humanas, el fenómeno del genio creativo parece la más alta legitimación de la seguridad del homo faber de que los productos de un hombre pueden ser más y esencialmente más grandes que él mismo.<br /> Sin embargo, el gran acato que rindió la Época Moderna al genio, y que tan frecuentemente ha bordeado la idolatría, apenas pudo cambiar el hecho elemental de que la esencia de quien es alguien no puede reificarse por sí misma. Cuando aparece «objetivamente» —en el estilo de una obra de arte o en la escritura corriente— manifiesta la identidad de una persona y por lo tanto sirve para identificar al autor, pero permanece muda y se nos escapa si intentamos interpretarla como el espejo de una persona viva. Dicho con otras palabras, la idolatría al genio contiene la misma degradación de la persona humana que los otros principios que prevalecen en la sociedad comercial.<br /> Es un elemento indispensable del orgullo humano la creencia de que quien es alguien trasciende en grandeza e importancia a todo lo que el hombre puede hacer y producir. «Dejemos que los médicos, reposteros y criados de las grandes casas sean juzgados por lo que han hecho o incluso por lo que han querido hacer; las grandes personas se juzgan por lo que son».[279] Sólo el vulgo aceptará que su orgullo deriva de lo que ha hecho; por esta aceptación, dichas personas se convierten en «esclavos y prisioneros» de sus propias facultades y comprenderán, si en ellas queda algo más que la pura y estúpida vanidad, que ser esclavo y prisionero de uno mismo no es menos amargo y quizá más vergonzoso que ser el siervo de algún otro. No es la gloria, sino el predicamento del genio creativo, lo que hace que parezca invertida la superioridad del hombre con respecto a su trabajo, de manera que él, el creador vivo, se halla en competencia con sus creaciones, a las que sobrevive, aunque finalmente le sobrevivan. La única buena cualidad de todos los dones realmente grandes es que las personas que los tienen siguen siendo superiores a lo que han hecho, al menos mientras está viva la fuente de la creatividad; porque esta fuente surge de quién son y permanece al margen del verdadero proceso de trabajo, así como independiente de lo que realice. Que el predicamento del genio es no obstante real queda claro en el caso de los literati, donde el invertido orden entre el hombre y su producto es de hecho consumado; lo que en su caso es tan afrentoso, y que incita el odio popular incluso más que la espuria superioridad intelectual, es que incluso su peor producto es probablemente mejor que lo que son ellos mismos. La característica del «intelectual» es que permanece imperturbable ante «la terrible humillación» bajo la que labora el verdadero artista o escritor, que es «sentir que se convierte en el hijo de su obra», en la que está condenado a verse «como en un espejo, limitado, tal y tal».[280]<br /> 30. El movimiento de la labor<br /><br /><br /> La actividad del trabajo, cuyo necesario prerrequisito es el aislamiento, aunque puede no ser capaz de establecer una esfera pública autónoma en la que aparezcan los hombres qua hombres, sigue estando de muchas maneras en relación con este espacio de apariciones; por lo menos sigue en relación con el mundo tangible de las cosas que produjo. Por consiguiente, la elaboración puede ser una forma no política de la vida, pero ciertamente no es antipolítica. Precisamente éste es el caso del laborar, actividad en la que el hombre no está junto con el mundo ni con los demás, sino solo con su cuerpo, frente a la desnuda necesidad de mantenerse vivo.[281] No cabe duda de que también vive en presencia de y junto a otros, pero esta contigüidad carece de los rasgos distintivos de la verdadera pluralidad. No consiste en la intencionada combinación de diferentes habilidades y oficios como en el caso de la elaboración (para no hablar de las relaciones entre personas únicas), sino que existe en la multiplicación de especímenes que son fundamentalmente semejantes p9rque son lo que son como meros organismos vivos.<br /> En la naturaleza del laborar radica que los hombres se junten en forma de grupo de labor, donde cualquier número de individuos «laboran juntos como si fueran uno»,[282] y en este sentido la contigüidad puede impregnar el laborar de manera más íntima que cualquier otra activídad.[283] Pero esta «naturaleza colectiva de la labor»,[284] lejos de establecer una reconocible, identificable realidad para cada miembro del grupo de labor, requiere por el contrario la verdadera pérdida de todo conocimiento de individualidad e identidad; por esta razón todos esos «valores» que derivan del laborar, más allá de su obvia función en el proceso de la vida, son enteramente «sociales» y esencialmente no diferentes del placer adicional derivado de comer y beber en compañía. La sociabilidad de esas actividades que surgen del metabolismo del cuerpo humano con la naturaleza no se basa en la igualdad, sino en la identidad, y desde este punto de vista resulta perfectamente cierto que «por naturaleza un filósofo no es un genio y modo de ser ni la mitad diferente de un mozo de cuerda que lo es un mastín de un galgo». Esta frase de Adam Smith, que Marx citó con sumo agrado,[285] corresponde mucho mejor a una sociedad de consumidores que a la reunión de personas en el mercado de cambio, que saca a la luz las habilidades y cualidades de los productores y de esta manera siempre proporciona alguna base para la distinción.<br /> La identidad que prevalece en una sociedad basada en la labor y el consumo y expresada en su conformidad, está íntimamente relacionada con la experiencia somática de laborar juntos, donde el ritmo biológico de la labor une al grupo de laborantes hasta el punto de que cada uno puede sentir que ya no es un individuo, sino realmente uno con todos los otros. Sin duda, esto facilita la fatiga y molestia de la labor tanto como el caminar juntos facilita el esfuerzo de cada soldado durante la marcha. Por lo tanto, es absolutamente cierto que para el animal laborans «el sentido de la labor y el valor dependen por entero de las condiciones sociales», o sea, de la medida en que el proceso de labor y consumo se permite funcionar suave y fácilmente, con independencia de las «actitudes profesionales propiamente dichas»;[286] el problema radica en que las mejores «condiciones sociales» son aquellas bajo las que es posible perder la propia identidad. Esta unión de muchos en uno es básicamente antipolítica; es el extremo opuesto de esa contigüidad que prevalece en las comunidades políticas o comerciales, que —siguiendo el ejemplo de Aristóteles— no está formada por una asociación (koinōnia) entre dos médicos, sino entre un médico y un agricultor, «y en general entre personas que son diferentes y desiguales».[287]<br /> La igualdad que lleva consigo la esfera pública es forzosamente una igualdad de desiguales que necesitan ser «igualados» en ciertos aspectos y para fines específicos. Como tal, el factor igualador no surge de la «naturaleza» humana, sino de fuera, de la misma manera que el dinero —y continuamos con el ejemplo aristotélico— se necesita como factor externo para igualar las desiguales actividades del médico y del agricultor. La igualdad política, por lo tanto, es el extremo opuesto a nuestra igualdad ante la muerte, que como destino común a todos los hombres procede de la condición humana, o a la igualdad ante Dios, al menos en su interpretación cristiana, en la que afrontamos una igualdad pecaminosa inherente a la naturaleza humana. En estos casos no se requiere ningún igualador, ya que prevalece la uniformidad; sin embargo, por el mismo motivo, la experiencia real de esta uniformidad, la experiencia de la vida y de la muerte, no sólo se da en aislamiento, sino en total soledad, donde no es posible la verdadera comunicación, y mucho menos la asociación y comunidad. Desde el punto de vista del mundo y de la esfera pública, la vida y la muerte y todo lo que atestigua uniformidad son experiencias no mundanas, antipolíticas y verdaderamente trascendentes.<br /> La incapacidad del animal laborans para la distinción y, de ahí, para la acción y el discurso parece confirmarse por la sorprendente inexistencia de rebeliones de esclavos en los tiempos antiguos y modernos.[288] No menos sorprendente es el repentino y a menudo extraordinario papel productivo que los movimientos laborales han desempeñado en la política moderna. Desde las revoluciones de 1848 hasta la húngara de 1956, la clase trabajadora europea, por ser la única organizada y por lo tanto la dirigente del pueblo, ha escrito uno de los más gloriosos y probablemente más prometedores capítulos de la historia contemporánea. No obstante, aunque la frontera entre las demandas económicas y políticas, entre las organizaciones políticas y los sindicatos, estaba bastante difuminada, no hay que confundir ambas organizaciones. Los sindicatos, al defender y luchar por los intereses de la clase trabajadora, son responsables de su incorporación final en la sociedad moderna, en especial del extraordinario incremento en la seguridad económica, prestigio social y poder político. Los sindicatos nunca fueron revolucionarios en el sentido de desear una transformación de la sociedad junto con una transformación de las instituciones políticas en que esta sociedad estaba representada, y los partidos políticos de la clase trabajadora han sido la mayor parte del tiempo partidos de intereses, en modo alguno diferentes de los partidos que representaban a las demás clases sociales. Sólo apareció una distinción en esos raros y sin embargo decisivos momentos en que, durante el proceso de una revolución, resultó repentinamente que la clase trabajadora, sin estar dirigida por ideologías y programas oficiales de partido, tenía sus propias ideas sobre las posibilidades de gobierno democrático bajo las condiciones modernas. Dicho con otras palabras, la línea divisoria entre las organizaciones políticas y los sindicatos no es una cuestión de extremas exigencias económicas y sociales, sino sólo de propuesta de una nueva forma de gobierno.<br /> Lo que fácilmente pasa por alto el historiador moderno que se enfrenta al auge de los sistemas totalitarios, en especial cuando se trata de los progresos en la Unión Soviética, es que de la misma manera que las masas modernas y sus líderes lograron, al menos temporalmente, producir en el totalitarismo una auténtica, si bien destructiva, forma de gobierno, las revoluciones del pueblo han adelantado durante más de cien años, aunque nunca con éxito, otra nueva forma de gobierno: el sistema de los consejos populares con el que sustituir al sistema continental de partidos que, cabe decir, estaba desacreditado incluso antes de cobrar existencia.[289] Los destinos históricos de las dos tendencias de la clase trabajadora, el movimiento sindical y las aspiraciones políticas del pueblo, no podían estar más en desacuerdo: los sindicatos, es decir, la clase trabajadora en la medida en que sólo es una de las clases de la sociedad moderna, ha ido de victoria en victoria; mientras que al mismo tiempo el movimiento político laboral ha salido derrotado cada vez que se atrevió a presentar sus propias demandas, diferenciado de los programas de partido y de las reformas económicas. Si la tragedia de la revolución húngara sólo logró mostrar al mundo que, a pesar de todas las derrotas y apariencias, este impulso político aún no ha muerto, sus sacrificios no fueron en vano.<br /> Esta aparentemente flagrante discrepancia entre el hecho histórico —la productividad política de la clase trabajadora— y los datos fenomenales obtenidos de un análisis de la actividad laboral, desaparece probablemente al examinar con mayor atención el desarrollo y sustancia del movimiento laboral. La principal diferencia entre la labor del esclavo y la libre y moderna no radica en que el laborante tenga libertad personal —libertad de movimiento, actividad económica e inviolabilidad personal—, sino en que se le admite en la esfera pública y está plenamente emancipado como ciudadano. El momento decisivo en la historia de la labor llegó con la abolición del requisito de la propiedad para ejercer el derecho de voto. Hasta entonces el estado legal de la labor libre había sido muy similar al de la población esclava de la antigüedad, cuya emancipación se incrementaba de manera constante; estos hombres eran libres, asimilados al estado legal de los residentes extranjeros, pero no ciudadanos. En contraste con las antiguas emancipaciones de esclavos, en las que regía como norma que el esclavo dejaba de ser un laborante en cuanto dejaba de ser esclavo, y en las que, por lo tanto, la esclavitud seguía siendo la condición social del laborar al margen de la cantidad de esclavos que se emanciparan, la moderna emancipación laboral se propuso elevar la propia actividad de la labor, que se logró mucho antes de que el trabajador, como persona, obtuviera derechos civiles y personales.<br /> Sin embargo, uno de los más importantes efectos secundarios de la real emancipación de los laborantes fue que un nuevo sector de la población quedó de pronto más o menos admitido en la esfera pública, es decir, apareció en público,[290] sin que al mismo tiempo fuera admitido en sociedad, sin desempeñar ningún papel dirigente en las importantes actividades económicas de esta sociedad y, por consiguiente, sin ser absorbido por la esfera social y, como si dijéramos, arrebatado de la esfera pública. El decisivo papel de simple aparición, de distinguirse uno mismo y descollar en la esfera de los asuntos humanos, queda perfectamente reflejado en el hecho de que los laborantes, cuando entraron en la escena de la historia, sintieron la necesidad de adoptar una indumentaria propia, el sans-culotte, del que tomarían él nombre durante la Revolución francesa.[291] Con esta indumentaria se distinguieron, y dicha distinción iba dirigida contra todos los demás.<br /> El rasgo conmovedor del movimiento laboral en sus primeras etapas —y sigue en sus primeras etapas en todos los países donde el capitalismo no ha alcanzado su pleno desarrollo, en la Europa oriental, por ejemplo, y también en Italia o España e incluso en Francia— surge de su lucha contra la sociedad como un todo. El enorme poder potencial que estos movimientos adquirieron en un tiempo relativamente corto y a menudo bajo circunstancias muy adversas se debe a que, a pesar de todas las teorías y palabras, era el único grupo en la escena política que no sólo defendía sus intereses económicos, sino que libraba una batalla política completa. Dicho con otras palabras, cuando apareció el movimiento laboral en la escena pública era la única organización en la que los hombres actuaban y hablaban qua hombres, y no qua miembros de la sociedad.<br /> Para este papel político y revolucionario del movimiento laboral, que con toda probabilidad está próximo a su fin, es decisivo que la actividad de sus miembros sea incidental y que su fuerza de atracción no se limite a la clase trabajadora. Aunque durante cierto tiempo pareció que el movimiento lograría establecer, al menos dentro de sus propias filas, un nuevo espacio público con modelos políticos distintos, el motivo de estos intentos no fue la labor —ni la propia actividad laboral, ni la siempre utópica rebelión contra las urgentes necesidades de la vida—, sino esas injusticias e hipocresías que han desaparecido con la transformación de una sociedad de clases en una de masas y con la sustitución de un salario anual garantizado por la paga diaria o semanal.<br /> Hoy día los trabajadores ya no están al margen de la sociedad; son sus miembros y participan en las tareas colectivas como todos los demás. El significado político del movimiento laboral es ahora igual al de cualquier otro grupo de presión; ha pasado el tiempo, que duró casi cien años, en que representaba al pueblo como un todo, si entendemos por le peuple el cuerpo político real, diferenciado como tal de la población y de la sociedad.[292] (Durante la revolución húngara los trabajadores no se diferenciaban en nada del resto del pueblo; lo que desde 1848 hasta 1918 había sido casi un monopolio de la clase trabajadora —la noción de un sistema parlamentario basado en consejos en lugar de partidos— se había convertido en la unánime demanda de todo el pueblo). El movimiento laboral, equívoco en su contenido y objetivos desde el comienzo, perdió esta representación y por consiguiente su papel político en todos los países en que la clase trabajadora pasó a ser parte integrante de la sociedad, una fuerza económica y social propia en la mayoría de las economías desarrolladas del mundo occidental, o donde «logró» transformar toda la población en una sociedad laboral, como en Rusia y como puede ocurrir en cualquier otra parte incluso en condiciones no totalitarias. Bajo circunstancias en las que incluso se está suprimiendo el mercado de cambio, el debilitamiento de la esfera pública, tan evidente a lo largo de la Época Moderna, puede llegar a su última fase de desaparición.<br /> 31. La tradicional sustitución del hacer por el actuar<br /><br /><br /> La Época Moderna, en su primera etapa de interés por los productos tangibles y beneficios demostrables o en su posterior obsesión por el suave funcionamiento y sociabilidad, no fue la primera en denunciar la ociosa inutilidad de la acción y del discurso en particular y de la política en general.[293] La exasperación por la triple frustración de la acción —no poder predecir su resultado, la irrevocabilidad del proceso, y el carácter anónimo de sus autores— es casi tan antigua como la historia registrada. Siempre ha supuesto una gran tentación, tanto para los hombres de acción como para los de pensamiento, encontrar un sustituto a la acción con la esperanza de que la esfera de los asuntos humanos escapara de la irresponsabilidad moral y fortuita inherente a una pluralidad de agentes. La notable monotonía de las soluciones propuestas a lo largo de la historia da testimonio de la elemental simplicidad de la materia. Hablando en términos generales, siempre intentan refugiarse de las calamidades de la acción en cualquier actividad en que un hombre solo, aislado de los demás, sea dueño de sus actos desde el comienzo hasta el final. Este intento de reemplazar el actuar por el hacer es manifiesto en el conjunto de argumentos contra la «democracia», que, cuanto más consistente y razonado sea, se convierte en alegato contra la esencia de la política.<br /> Las calamidades de la acción derivan de la condición humana de la pluralidad, condición sine qua non para ese espacio de aparición que es la esfera pública. De ahí que el intento de suprimir esta pluralidad sea equivalente a la abolición de la propia esfera pública. La salvación más clara de los peligros de la pluralidad es la monarquía, o gobierno de un hombre, en sus numerosas variedades, desde la completa tiranía de uno contra todos hasta el benevolente despotismo y esas formas de democracia en las que la mayoría forma un cuerpo colectivo de tal modo que el pueblo «es muchos en uno» y se constituye en «monarca».[294] La solución platónica del filósofo-rey, cuya «sabiduría» solventa las perplejidades de la acción como si fueran solubles problemas de cognición, no es más que una variedad del gobierno de un hombre, y en modo alguno la menos tiránica. El problema que originan estas formas de gobierno no es que sean crueles, ya que a menudo no lo son, sino más bien que funcionan demasiado bien. Los tiranos, si conocen su cometido, pueden ser «amables y suaves en todo», como Pisístrato, cuyo gobierno fue comparado en la antigüedad a «la edad de oro de Cronos»;[295] sus medidas pueden ser muy «poco tiránicas» y beneficiosas a les oídos modernos, en especial cuando se nos informa que el único —aunque fracasado— intento de abolir la esclavitud en la antigüedad lo hizo Periandros, tirano de Corinto.[296] Sin embargo, todos tienen en común el destierro de los ciudadanos de la esfera pública y la insistencia en que se preocupen de sus asuntos privados y que sólo «el gobernante debe atender los asuntos públicos».[297] Sin duda, esto equivalía a fomentar la industria privada y la laboriosidad, pero los ciudadanos no veían en esta política más que el intento de quitarles el tiempo necesario para su participación en los asuntos comunes. Las ventajas de corto alcance de la tiranía, es decir, la estabilidad, seguridad y productividad, preparan el camino para la inevitable pérdida de poder, aunque el desastre real ocurra en un futuro relativamente lejano.<br /> Escapar de la fragilidad de los asuntos humanos para adentrarse en la solidez de la quietud y el orden se ha recomendado tanto, que la mayor parte de la filosofía política desde Platón podría interpretarse fácilmente como los diversos intentos para encontrar bases teóricas y formas prácticas que permitan escapar de la política por completo. El signo característico de tales huidas es el concepto de gobierno, o sea, el concepto de que los hombres sólo pueden vivir juntos legal y políticamente cuando algunos tienen el derecho a mandar y los demás se ven obligados a obedecer. La trivial noción, que ya se encuentra en Platón y Aristóteles, de que toda comunidad política está formada por quienes gobiernan y por los que son gobernados (en la que se basan las actuales definiciones de formas de gobierno: gobierno de uno o monarquía, gobierno de pocos u oligarquía, gobierno de muchos o democracia), se fundamenta en la sospecha que inspira la acción más que en el desprecio hacia los hombres, y procede del deseo de encontrar un sustituto a la acción más que de la irresponsable o tiránica voluntad de poder.<br /> En teoría, la versión más breve y fundamental de ese escapar de la acción para adentrarse en el gobierno se da en el Político, donde Platón abre una brecha entre los dos modos de acción, archein y prattein («comienzo» y «actuación»), que según el pensamiento griego estaban relacionados. El problema, tal como lo vio Platón, consistía en asegurarse que el principiante seguiría siendo el dueño completo de lo que había comenzado, sin necesitar la ayuda de los demás para realizarlo. En la esfera de la acción, este dominio aislado sólo puede lograrse si los demás ya no necesitan unirse a la empresa por su propio acuerdo, con sus motivos y objetivos propios, sino que están acostumbrados a ejecutar órdenes, y si, por otra parte, el principiante que tornó fa iniciativa no se permite comprometerse en la acción. De esta manera, comenzar (archein) y actuar (prattein) pueden convertirse en dos actividades diferentes por completo, y el principiante llegar a ser un gobernante (archōn en el doble sentido de la palabra) que «no tiene que actuar (prattein), sino que gobierna (archein) sobre quienes son capaces de ejecución». En esas circunstancias, la esencia de la política es «saber cómo comenzar y gobernar los asuntos más graves con respecto a oportunidad e inoportunidad»; la acción como tal se ha eliminado totalmente y ha pasado a ser la simple «ejecución de órdenes».[298] Platón fue el primero en introducir la división entre, quienes saben y no actúan y los que actúan y no saben, en lugar de la antigua articulación de la acción en comienzo y realización, de modo que saber qué hacer y hacerlo se convirtieron en dos actividades completamente diferentes.<br /> Puesto que Platón identificó de inmediato la línea divisoria entre acción y pensamiento con la brecha que separa a los gobernantes de los gobernados, resulta evidente que las experiencias en las que se basa la división platónica son las de la familia, donde nada podía hacerse sí el dueño no sabía qué hacer y no daba órdenes a los esclavos, órdenes que éstos ejecutaban sin saber. De ahí que quien sabe no tiene que hacer y quien hace no necesita pensamiento ni conocimiento. Platón era plenamente consciente de que proponía una transformación revolucionaria de la polis cuando aplicaba a su administración las máximas reconocidas para u na familia bien ordenada.[299] (Es un error común creer que Platón deseaba abolir la familia; quería, por el contrario, ampliar este tipo de vida hasta el extremo de que una familia incluyera a todos los ciudadanos. Dicho con otras palabras, quería eliminar de la comunidad familiar su carácter privado, y con ésta finalidad recomendaba la abolición de la propiedad privada y del status marital individual).[300] Según el pensamiento griego, la relación entre gobernar y ser gobernado, entre mando y obediencia, era por definición idéntica a la relación entre amo y esclavos y por consiguiente impedía toda posibilidad de acción. Por lo tanto, la argumentación de Platón de que las normas de conducta en los asuntos públicos debían derivarse de la relación amo-esclavo en una familia bien ordenada, significaba realmente que la acción no tenía que desempeñar parte alguna en los asuntos humanos.<br /> Es evidente que el esquema de Platón ofrece muchas más posibilidades para establecer un orden permanente en los asuntos humanos que los esfuerzos del tirano para eliminar a todos, con excepción de él, de la esfera pública. Aunque cada uno de los ciudadanos retuviera algún derecho en el manejo de los asuntos públicos, en conjunto «actuarían» como un solo hombre sin tener siquiera la posibilidad de disensión interna, menos aún de lucha de facciones: mediante el gobierno «los muchos se convierten en uno en todo aspecto» excepto en la aparición fisica.[301] Históricamente, el concepto de gobierno, aunque tiene su origen en la esfera familiar, ha desempeñado su papel más decisivo en la organización de los asuntos públicos y para nosotros está invariablemente relacionado con la política. Esto no debe hacer que pasemos por alto el hecho de que para Platón era una categoría mucho más general. Veía en dicho concepto el principal dispositivo para ordenar y juzgar los asuntos humanos en todo aspecto. Esto no sólo resulta evidente debido a su insistencia en que la ciudad-estado ha de considerarse como «amplio mandamiento del hombre», sino también debido a su const1ucción de un orden psicológico que realmente sigue al orden público de su utópica ciudad, y aún es más manifiesto en la grandiosa consistencia con la que introdujo el principio de dominación en la relación del hombre consigo mismo. El supremo criterio de aptitud para gobernar a los demás es, tanto en Platón como en la aristocrática tradición del Occidente, la capacidad para gobernarse a uno mismo. Al igual que el filósofo-rey manda en la ciudad, el alma manda en el cuerpo y la razón lo hace en las pasiones. En el propio Platón, la legitimidad de esta tiranía en todo lo que atañe al hombre, su conducta con respecto a su mismo y a los demás, sigue estando firmemente enraizada en la equívoca significación de la palabra archein, que significa comenzar y gobernar; para Platón es decisivo, como lo dice expresamente al final de las Leyes, que sólo el comienzo (archē) da derecho a gobernar (archein). En la tradición del pensamiento platónico, esta identidad original y lingüísticamente predeterminada de gobernar y comenzar tuvo como consecuencia que todo comienzo se entendió como legitimación de gobierno hasta que, finalmente, el factor comienzo desapareció por completo del concepto de gobierno. Con él desapareció de la filosofía política la comprensión más elemental y auténtica de la libertad humana.<br /> La separación platónica de saber y hacer ha quedado en la raíz de todas las teorías de dominación que no son simples justificaciones de una irreductible e irresponsable voluntad de poder. Debido a la conceptualización y clarificación filosófica, la identificación platónica de conocimiento con mando y gobierno y de acción con obediencia y ejecución rigieron las primeras experiencias y articulaciones de la esfera política y pasó a ser autoritaria para toda la tradición del pensamiento político, incluso después de que hubieran quedado olvidadas las raíces de las que Platón derivó sus conceptos. Aparte de la singular mezcla platónica de profundidad y belleza, cuyo peso iba a llevar sus pensamientos a través de los siglos, la razón de la longevidad de esta parte concreta de su obra radica en que vigorizó la sustitución de gobierno por acción mediante una interpretación aún más razonable, en términos de hacer y fabricar. Es cierto —y Platón, que había obtenido la palabra clave de su filosofía, la «idea», de las experiencias en la esfera de la fabricación, debió de ser el primero en observarlo— que la división entre conocer y hacer, tan extraña a la esfera de la acción, cuya validez y significación se destruyen en el momento en que pensamiento y acción se separan, es una experiencia cotidiana en la fabricación, cuyos procesos se dividen en dos partes: en primer lugar, captar la imagen o aspecto (eidos) del producto que va a ser, y luego organizar los medios y comenzar la ejecución.<br /> El deseo platónico de sustituir el hacer por el actuar con el fin de conceder a la esfera de los asuntos humanos la solidez inherente al trabajo y a la fabricación se hace más aparente donde toca la esencia de su filosofía, la doctrina de las ideas. Cuando Platón no se interesa por la filosofía política (como en el Banquete y en alguna otra obra), describe las ideas como lo que «brilla más» (ekphanestaton) y por consiguiente como variaciones de lo hermoso. Sólo en la República se transforman las ideas en modelos, medidas y normas de conducta, que son variaciones o derivaciones de la idea de lo «bueno» en el sentido griego de la palabra, o sea, de lo «bueno para» o de adecuación.[302] Esta transformación era necesaria para aplicar la doctrina de las ideas a la política, y debido esencialmente a un propósito político, el de" eliminar el carácter de fragilidad de los asuntos humanos, Platón creyó preciso declarar lo bueno, y no lo hermoso, como la más elevada idea. Pero esta idea de lo nuevo no es la más elevada del filósofo, quien desea contemplar la verdadera esencia del Ser y por consiguiente cambia la oscura caverna de los asuntos humanos por el brillante firmamento de las ideas; incluso en la República, el filósofo sigue definido como amante de lo hermoso, no de lo bueno. La bondad es la más elevada idea del filósofo-rey, que desea gobernar los asuntos humanos porque ha de pasar su vida entre los hombres y no puede residir para siempre bajo el firmamento de las ideas. Sólo cuando vuelve a la oscura caverna de los asuntos humanos para vivir de nuevo con sus semejantes, necesita las ideas para que le guíen como modelos y normas con los que medir y clasificar la variada multitud de actos y palabras humanas, con la misma absoluta y «objetiva» certeza con que el artesano se guía en la fabricación y el lego en juzgar las camas individuales mediante el determinado y siempre presente modelo, la «idea» de la cama en general.[303]<br /> Técnicamente, la mayor ventaja de esta transformación y aplicación de la doctrina de las ideas a la esfera política radica en que se elimina el elemento personal en el concepto platónico del gobierno ideal. Platón sabía muy bien que sus analogías favoritas sacadas de la vida familiar, tales como la relación dueño-esclavo o pastor-rebaño, exigían en el gobernante una cualidad casi divina para diferenciarlo de sus súbditos tan claramente como se diferencian los esclavos del amo o la oveja del pastor.[304] La construcción del espacio público en la imagen de un objeto fabricado llevaba sólo consigo, por el contrario, la implicación de la maestría y experiencia corriente en el arte de la política como en todas las demás artes, donde el factor apremiante no radica en la persona del artista o artesano, sino en el objeto impersonal de su arte u oficio. En la República, el filósofo-rey aplica las ideas como el artesano lo hace con sus normas y modelos; «hace» su ciudad como el escultor una estatua;[305] y en la obra platónica final estas mismas ideas incluso se han convertido en leyes que sólo necesitan ser ejecutadas.[306]<br /> Dentro de este marco, la aparición de un sistema político utópico que de acuerdo con un modelo podría construirlo alguien con dominio de las técnicas de los asuntos humanos, casi pasa a ser una cosa natural; Platón, que fue el primero en concebir un dibujo de ejecución para la formación de cuerpos políticos, ha sido la inspiración de todas las posteriores utopías. Y aunque ninguna de estas utopías ha desempeñado un papel importante en la historia —porque en los pocos casos en que se realizaron los esquemas utópicos, quedaron destruidos bajo el peso de la realidad, no tanto de la realidad de las circunstancias exteriores como de las reales relaciones humanas que no podían controlar—, estaban entre los medios más eficientes para conservar y desarrollar una tradición del pensamiento político en la que, consciente o inconscientemente, el concepto de acción se interpretaba como formación y fabricación.<br /> En el desarrollo de esta tradición es digna de observarse una cosa. Es cierto que la violencia, sin la que no podía darse ninguna fabricación, siempre ha desempeñado un importante papel en el pensamiento y esquemas políticos basados en una interpretación de la acción como construcción; pero hasta la Época Moderna, este elemento de violencia siguió siendo estrictamente instrumental, un medio que necesitaba u n fin para justificarlo y limitarlo, con lo que la glorificación de la violencia como tal está ausente de la tradición del pensamiento político anterior a la Época Moderna. En términos generales, dicha glorificación era imposible mientras se supusiera que la contemplación y la razón eran las más elevadas capacidades del hombre, ya que con tal supuesto todas las articulaciones de la vita activa, la fabricación no menos que la acción, y no digamos la labor, seguían siendo secundarias e instrumentales. En la ms estrecha esfera de la teoría política, la consecuencia fue que la noción de gobierno y las concomitantes cuestiones de legitimidad y justa autoridad desempeñaron un papel mucho más decisivo que la comprensión e interpretaciones de la propia acción. Sólo la convicción de la Época Moderna de que el hombre únicamente puede conocer lo que hace, que sus capacidades pretendidamente más elevadas dependen de la fabricación y que, por lo tanto, es profundamente homo faber y no animal rationale, pusieron de manifiesto las implicaciones mucho más antiguas de la violencia inherentes a todas las interpretaciones de la esfera de los asuntos humanos como esfera de la fabricación. Esto ha llamado la atención especialmente en las series de revoluciones, características de la Época Moderna, todas las cuales —con excepción de la norteamericana— muestran la misma combinación del antiguo entusiasmo romano por la creación de un nuevo cuerpo político con la glorificación de la violencia como único medio para «hacerlo». La sentencia de Marx, la «violencia es la partera de toda vieja sociedad preñada de otra nueva», es decir, de todo cambio en la historia y la política,[307] sólo resume la convicción de la Época Moderna y saca las consecuencias de su profunda creencia en que la historia la «hacen» los hombres de la misma manera que la naturaleza la «hace» Dios.<br /> La mejor prueba de la persistente y triunfal transformación de la acción en un modo de hacer nos la da la terminología del pensamiento y de la teoría políticos, que hace casi imposible tratar de estas materias sin emplear la categoría de medios y fines y discutir en términos de instrumentalidad. Quizá más convincente aún es la unanimidad con que los proverbios populares de todas las lenguas modernas nos advierten que «quien desea un fin debe desear también los medios» y que «no se puede hacer una tortilla sin romper el huevo». Tal vez seamos la primera generación que se ha dado perfecta cuenta de las fatales consecuencias inherentes a una línea de pensamiento que admite que todos los medios, con tal de que sean eficaces, están permitidos y justificados en la busca de algo definido como fin. Para escapar de estas trilladas sendas de pensamiento no es suficiente añadir algunas calificaciones, tales como que no todos los medios están permitidos o que en ciertas circunstancias los medios pueden ser más importantes que los fines; estas calificaciones dan por sentado un sistema moral que, como demuestran las exhortaciones, apenas puede darse por sentado, o quedan vencidas por el propio lenguaje o las analogías que usan. Afirmar que los fines no justifican todos los medios es hablar en términos paradójicos, ya que la definición de un fin es precisamente la justificación de los medios; y las paradojas siempre indican perplejidad, nada solventan y de ahí que no sean convincentes. Mientras creamos que tratamos con medios y fines en la esfera política, no podremos impedir que cualquiera use todos los medios para perseguir fines reconocidos.<br /> La sustitución de hacer por actuar y la concomitante degradación de la política en medios para obtener un presunto fin «más elevado» —en la antigüedad la protección de los buenos del gobierno de los malos en general, y la seguridad del filósofo en particular,[308] en la Edad Media la salvación de las almas, en la Época Moderna la productividad y el progreso de la sociedad— es tan vieja como la tradición de la filosofía política. Cierto es que sólo la Época Moderna definió al hombre fundamentalmente como homo faber, fabricante de utensilios y productor de cosas, y por lo tanto pudo superar el arraigado desprecio y sospecha que la tradición había tenido de la fabricación. Sin embargo, esta misma tradición, en cuanto también se había vuelto contra la acción —de manera menos abierta, sin duda, aunque no menos eficazmente—, se vio obligada a interpretar la acción en términos de hacer, con lo que, a pesar de la sospecha y desprecio, introdujo en la filosofía política ciertas tendencias y modelos de pensamiento a los que podía recurrir la Época Moderna. A este respecto, la Época Moderna no invirtió la tradición, sino que la liberó de los «prejuicios» que le habían impedido declarar abiertamente que el trabajo del artesano debía clasificarse en un puesto más alto que las «perezosas» opiniones y hechos constitutivos de la esfera de los asuntos humanos. La cuestión es que Platón, en menor grado Aristóteles, a cuyo criterio los artesanos no merecían la plena ciudadanía, fueron los primeros en proponer que se manejaran los asuntos políticos y se rigieran los cuerpos políticos a la manera de la fabricación. Esta aparente contradicción indica con claridad lo profundo de las auténticas perplejidades inherentes a la capacidad humana para la acción y la fuerza de la tentación para eliminar los riesgos y peligros al introducir en la trama de las relaciones humanas las categorías, mucho más cálidas y dignas de confianza, inherentes a las actividades en las que nos enfrentamos a la naturaleza y construimos el mundo del artificio humano.<br /> 32. El carácter procesual de la acción<br /><br /><br /> La instrumentalización de la acción y la degradación de la política en un medio para algo más nunca han logrado eliminar la acción, impedir que sea una de las decisivas experiencias humanas, o destruir por completo la esfera de los asuntos humanos. Vimos anteriormente que en nuestro mundo la aparente eliminación de la labor como penoso esfuerzo al que estaba ligada toda vida, tuvo en primer lugar como consecuencia que el trabajo se realizara a manera de laborar, y que los productos del trabajo, objetos para el uso, se consumieran como si fueran simples artículos de consumo. De modo similar, el intento de eliminar la acción debido a su inseguridad y con el fin de salvar los asuntos hermanos de su fragilidad al tratarlos como si fueran o pudieran llegar a ser los planeados productos de la fabricación humana, ha dado como resultado canalizar la capacidad humana para la acción, para comenzar nuevos y espontáneos procesos que sin los hombres no se hubieran realizado, en una actitud hacia la naturaleza que hasta el último periodo de la Época Moderna había sido de exploración de las leyes naturales y de fabricación de objetos a partir del material de la naturaleza. Hasta qué grado hemos comenzado a actuar en la naturaleza, en el sentido literal de la palabra, nos lo ilustra una reciente y casual observación de un científico que con la máxima seriedad sugirió que la «investigación básica se produce cuando hago lo que no sé qué hago».[309]<br /> Esto comenzó de manera bastante inofensiva al experimentar los hombres que ya no estaban satisfechos con observar, registrar y contemplar lo que la naturaleza producía, y empezaron a prescribir condiciones y provocar procesos naturales. Lo que luego se desarrolló en una creciente habilidad en desencadenar procesos elementales que, sin la interferencia de los hombres, hubieran permanecido latentes y quizá no se hubieran realizado, acabó finalmente en un verdadero arte de «fabricar» naturaleza, es decir, de crear procesos «naturales» que sin los hombres no existirían y cuya naturaleza terrena parece incapaz por sí misma de realizar, aunque procesos similares o idénticos sean fenómenos comunes en el universo que rodea a la Tierra. Mediante este experimento, en el que prescribimos las condiciones Pensadas por el hombre para los procesos naturales y les obligamos a adecuarse a los modelos de ideación humana, aprendimos finalmente a «repetir el proceso que se desarrolla en el sol», es decir, a obtener a partir de los progresos naturales de la Tierra esas energías que sin nosotros sólo se desarrollan en el universo.<br /> El hecho mismo de que las ciencias naturales se han convertido exclusivamente en ciencias de proceso y, en su última etapa, en ciencias de «procesos sin retorno», potencialmente irreversibles e irremediables, es una clara indicación de que, cualquiera que sea la fuerza cerebral necesaria para iniciarlos, la efectiva y fundamental capacidad humana que podría originar este desarrollo no es capacidad «teórica», ni contemplación ni razón, sino habilidad para actuar, para comenzar nuevos procesos sin precedente cuyo resultado es incierto, de pronóstico imposible, ya se desencadenen en la esfera humana o en la natural.<br /> En este aspecto de la acción —importantísimo para la Época Moderna, para su enorme ampliación de las capacidades humanas como para su concepto y conciencia de la historia— se inician procesos cuyo resultado no se puede vaticinar, de manera que la inseguridad más que la fragilidad pasa a ser el carácter decisivo de los asuntos humanos. Esta propiedad de la acción escapó a la atención de la antigüedad en general, y apenas encontró adecuada articulación en la filosofía antigua, para la que el concepto de la historia tal como lo conocemos era extraño por completo. El concepto central de las dos nuevas ciencias de la Época Moderna, las naturales no menos que las históricas, es el de proceso, y la real experiencia humana subyacente es acción. Sólo debido a que somos capaces de actuar, de iniciar procesos nuestros, podemos concebir la naturaleza y la historia como sistemas de procesos. Cierto es que este carácter del pensamiento moderno se colocó por primera vez en primer plano en la ciencia de la historia, que, desde Vico, se ha presentado conscientemente como una «nueva ciencia», mientras que las ciencias naturales necesitaron varios siglos antes de verse obligadas por los resultados de sus logros a cambiar su marco conceptual obsoleto por un vocabulario que es sorprendentemente similar al usado en las ciencias históricas.<br /> Sea como sea, sólo bajo ciertas circunstancias históricas se presenta la fragilidad como la característica principal de los asuntos humanos. Los griegos se oponían a la constante presencia o eterna repetición de todas las cosas naturales, y su principal preocupación consistía en hacerse merecedores de una inmortalidad que rodea a los hombres pero que los mortales no poseen. Para quienes no sienten dicha preocupación por la inmortalidad, la esfera de los asuntos humanos muestra un aspecto diferente por completo, incluso contradictorio en cierto modo, o sea, una extraordinaria elasticidad cuya fuerza de persistencia y continuidad en el tiempo es muy superior a la estable duración del sólido mundo de las cosas. Si bien los hombres han podido destruir cualquier producto salido de las manos humanas e incluso hoy día tienen capacidad para la potencial destrucción de lo que han hecho —la Tierra y la naturaleza terrena—, nunca han sido capaces ni lo serán de deshacer o controlar con seguridad cualquiera de los procesos que comenzaron a través de la acción. Ni siquiera el olvido y la confusión, que encubren eficazmente el origen y la responsabilidad de todo acto individual, pueden deshacer un acto o impedir sus consecuencias. Y esta incapacidad para deshacer lo que se ha hecho va ligada a una casi completa imposibilidad para predecir las consecuencias de cualquier acto o tener un conocimiento digno de confianza de sus motivos.[310]<br /> Mientras que la fuerza del proceso de producción queda enteramente absorbida y agotada por el producto final, la fuerza del proceso de la acción nunca se agota en un acto individual, sino que, por el contrario, crece al tiempo que se multiplican sus consecuencias; lo que perdura en la esfera de los asuntos humanos son estos procesos, y su permanencia es tan ilimitada e independiente de la caducidad del material y de la mortalidad de los hombres como la permanencia de la propia humanidad. El motivo de que no podamos vaticinar con seguridad el resultado y fin de una acción es simplemente que la acción carece de fin. El proceso de un acto puede literalmente perdurar a través del tiempo hasta que la humanidad acabe.<br /> Que los actos posean tan enorme capacidad de permanencia, superior a la de cualquier otro producto hecho por el hombre, podría ser materia de orgullo si fuéramos capaces de soportar su peso, el peso de su carácter irreversible y no pronosticable, del que el proceso de la acción saca su propia fuerza. Los hombres siempre han sabido que esto es imposible. Tienen plena conciencia de que quien actúa nunca sabe del todo lo que hace, que siempre se hace «culpable» de las consecuencias que jamás intentó o pronosticó, que por muy desastrosas e inesperadas que sean las consecuencias de su acto no puede deshacerlo, que el proceso que inicia nunca se consuma inequívocamente en un solo acto o acontecimiento, y que su significado jamás se revela al agente, sino a la posterior mirada del historiador que no actúa. Todo esto es razón suficiente para alejarse con desesperación de la esfera de los asuntos humanos y despreciar la capacidad del hombre para la libertad, que, al producir la trama de las relaciones humanas, parece enmarañar su producto en tal medida que el individuo más semeja la víctima y el paciente que el autor y agente de lo que ha hecho. Dicho con otras palabras, en ninguna parte, ni en la labor, sujeta a la necesidad de la vida, ni en la fabricación, dependiente del material dado, aparece el hombre menos libre que en esas actividades cuya esencia es la libertad y en esa esfera que no debe su existencia a nadie ni a nada si no es al hombre.<br /> La gran tradición del pensamiento occidental acusa a la libertad de atraer al hombre a la necesidad, condena la acción, el espontáneo comienzo de algo nuevo, ya que sus resultados caen en una predeterminada red de relaciones que invariablemente arrastran con ellas al agente, quien parece empeñar su libertad en el instante en que hace uso de ella. La única manera de salvarse de esta clase de libertad parece radicar en la no-actuación, en la abstención de participar en la esfera de los asuntos humanos como medio de salvaguarda de la soberanía e integridad personal. Dejando aparte las desastrosas consecuencias de estas recomendaciones (que sólo se materializaron en un consistente sistema de conducta humana en el estoicismo), su error básico parece radicar en la identificación de la soberanía con la libertad, que siempre se ha dado por sentada en el pensamiento tanto político como filósofo. Si fuera verdad que soberanía y libertad son lo mismo, ningún hombre sería libre, ya que la soberanía, el ideal de intransigente autosuficiencia y superioridad, es contradictoria a la propia condición de pluralidad. Ningún hombre puede ser soberano porque ningún hombre solo, sino los hombres, habitan la Tierra, y no, como mantiene la tradición desde Platón, debido a la limitada fuerza del hombre, que le hace depender de la ayuda de los demás. Todas las recomendaciones que la tradición ofrece para superar la condición de no-soberanía y ganar una intocable integridad de la persona humana sólo son una compensación de la intrínseca «debilidad» de la pluralidad. Sin embargo, si dichas recomendaciones se siguieran y el intento de superar las consecuencias de la pluralidad tuviera éxito, el resultado no sería tanto el soberano dominio del yo de uno como el arbitrario dominio sobre los demás, o, como en el estoicismo, el cambio del mundo real por otro imaginario donde los demás dejarían sencillamente de existir.<br /> Con otras palabras, no se trata de fuerza o debilidad en el sentido de autosuficiencia. En los sistemas politeístas, por ejemplo, incluso un dios, por poderoso que sea, no puede ser soberano; sólo bajo el supuesto de un solo dios («Uno es uno y sólo uno y siempre será así») cabe que la soberanía y la libertad sean lo mismo. En las demás circunstancias, la soberanía únicamente es posible en la imaginación, pagada al precio de la realidad. De la misma manera que el epicureísmo se basa en la ilusión de felicidad cuando asan vivo a uno en el Toro Falérico, el estoicismo lo hace en la ilusión de libertad cuando uno está esclavizado. Ambas ilusiones atestiguan el poder psicológico de la imaginación, pero dicho poder sólo puede ejercerse a condición de que el mundo y los vivos, donde uno es y aparece como feliz o infortunado, libre o esclavo, queden eliminados en tal medida que ni siquiera se les admita en calidad de espectadores del espectáculo de la propia decepción.<br /> Si consideramos la libertad desde el punto de vista de la tradición, identificando la soberanía con la libertad, la simultánea presencia de la libertad y de la no-soberanía, de ser capaz de comenzar algo nuevo y no poder controlar o incluso predecir sus consecuencias, casi parece obligarnos a sacar la conclusión de que la existencia humana es absurda.[311] En vista de la realidad humana y de su fenomenal evidencia, es tan espurio negar la libertad humana a actuar debido a que el agente nunca es dueño de sus actos como mantener que es posible la soberanía humana por el incontestable hecho de la libertad humana.[312] La cuestión que surge entonces es la de si nuestra noción de que la libertad y la no-soberanía son mutuamente exclusivas no queda derrotada por la realidad, o, para decirlo de otra manera, si la capacidad para la acción no alberga en sí ciertas potencialidades que la hacen sobrevivir a las incapacidades dé la no-soberanía.<br /> 33. Irreversibilidad y el poder de perdonar<br /><br /><br /> Hemos visto que el animal laborans podía redimirse de su encarcelamiento en el siempre repetido ciclo del proceso de la vida, de estar para siempre sujeto a la necesidad de la labor y del consumo, sólo mediante la movilización de otra capacidad humana, la de hacer, fabricar y producir del homo faber, quien como constructor de utensilios alivia el dolor y molestia del laborar y erige también un mundo duradero. La redención de la vida, que es sostenida por la labor, es mundanidad, sostenida por la fabricación. Vimos además que el homo faber podía redimirse de su situación insignificante, de la «devaluación de todos los valores», y de la imposibilidad de encontrar modelos válidos en un mundo determinado por la categoría de medios y fines, sólo mediante las interrelacionadas facultades de la acción y del discurso, que produce historias llenas de significado de manera tan natural como la fabricación produce objetos de uso. Si no quedara al margen de estas consideraciones, cabría añadir a estos ejemplos el pensamiento, ya que también éste es incapaz de «pensar por sí mismo» al margen de los predicamentos que engendra la propia actividad de pensar. Lo que en cada uno de estos casos salva al hombre —al hombre qua animal laborans, qua homo faber, qua pensador— es algo diferente por completo, algo que llega del exterior, no del exterior del hombre, sino de cada una de las respectivas actividades. Desde el punto de vista del animal laborans, es como un milagro que sea también un ser que conozca y habite un mundo; desde el punto de vista del homo faber, parece un milagro, como la revelación de la divinidad, que el significado tenga un lugar en este mundo.<br /> El caso de la acción y de los predicamentos de la acción es muy distinto. Aquí, el remedio contra la irreversibilidad y carácter no conjeturable del proceso iniciado por el actuar no surge de otra facultad posiblemente más elevada, sino que es una de las potencialidades de la misma acción. La posible redención del predicamento de irreversibilidad —de ser incapaz de deshacer lo hecho aunque no se supiera, ni pudiera saberse, lo que se estaba haciendo— es la facultad de perdonar. El remedio de la imposibilidad de predecir, de la caótica inseguridad del futuro, se halla en la facultad de hacer y mantener las promesas. Las dos facultades van juntas en cuanto que una de ellas, el perdonar, sirve para deshacer los actos del pasado, cuyos «pecados» cuelgan como la espada de Damocles sobre cada nueva generación; y la otra, al obligar mediante promesas, sirve para establecer en el océano de inseguridad, que es el futuro por definición, islas de seguridad sin las que ni siquiera la continuidad, menos aún la duración de cualquier clase, sería posible en las relaciones entre los hombres.<br /> Sin ser perdonados, liberados de las consecuencias de lo que hemos hecho, nuestra capacidad para actuar quedaría, por decirlo así, confinada a un solo acto del que nunca podríamos recobrarnos; seriamos para siempre las víctimas de sus consecuencias, semejantes al aprendiz de brujo que carecía de la fórmula mágica para romper el hechizo. Sin estar obligados a cumplir las promesas, no podríamos mantener nuestras identidades, estaríamos condenados a vagar desesperados, sin dirección fija, en la oscuridad de nuestro solitario corazón, atrapados en sus contradicciones y equívocos, oscuridad que sólo desaparece con la luz de la esfera pública mediante la presencia de los demás, quienes confirman la identidad entre el que promete y el que cumple. Por lo tanto, ambas facultades dependen de la pluralidad, de la presencia y actuación de los otros, ya que nadie puede perdonarse ni sentirse ligado por una promesa hecha únicamente a sí mismo; el perdón y la promesa realizados en soledad o aislamiento carecen de realidad y no tienen otro significado que el de un papel desempeñado ante el yo de uno mismo.<br /> Puesto que estas facultades corresponden a la condición humana de la pluralidad, su papel en la política establece una serie diametralmente distinta de principio-guía con respecto a, los modelos «morales» inherentes a la noción platónica de gobierno. Ésta, cuya legitimidad se basa en el dominio del yo, deriva sus principios-guía —los que al mismo tiempo justifican y limitan el poder sobre los demás— de una relación establecida entre uno y uno mismo, de manera que lo bueno y malo de las relaciones con los otros está determinado por las actitudes hacia el yo de uno mismo, hasta que el conjunto de la esfera pública se ve en el recto orden entre las capacidades de mente, alma y cuerpo del hombre individual. Por otra parte, el código deducido de las facultades de perdonar y de prometer, se basa en experiencias que nadie puede tener consigo mismo, sino que, por el contrario, se basan en la presencia de los demás. Y así como el grado y maneras del gobierno del yo justifica y determina el gobierno sobre los otros —como uno se gobierna, gobernará a los demás—, así el grado y maneras de ser perdonado y prometido determina el grado y maneras en que uno puede perdonarse o mantener promesas que sólo le incumben a él. · Debido a que los remedios contra la enorme fuerza y elasticidad inherentes a los procesos de la acción sólo funcionan bajo la condición de la pluralidad, resulta muy peligroso usar esta facultad en cualquier esfera que no sea la de los asuntos humanos. La ciencia natural moderna y la tecnología, que ya no observan, toman material o imitan los procesos de la naturaleza, sino que realmente actúan en ella, parecen haber llevado la irreversibilidad y la humana incapacidad de predecir a la esfera natural, donde no cabe remedio alguno para deshacer lo que se ha hecho. De manera similar, parece que uno de los grandes peligros del actuar a la manera del hacer y dentro del categórico marco de medios y fines, radica en la concomitante autoprivación de los remedios sólo inherentes a la acción, de manera que uno está obligado a hacer con los medios de violencia necesarios a toda fabricación, y también a deshacer lo que ha hecho como deshace un objeto fallido, por medio de la destrucción. Nada parece más manifiesto en estos intentos que la grandeza del poder humano, cuya fuente se basa en la capacidad para actuar, y que sin los remedios inherentes a la acción comienza de modo inevitable a subyugar y destruir no al propio hombre, sino a las condiciones bajo las que se le dio la vida.<br /> El descubridor del papel del perdón en la esfera de los asuntos humanos fue Jesús de Nazaret. El hecho de que hiciera este descubrimiento en un contexto religioso y lo articulara en un lenguaje religioso no es razón para tomarlo con menos seriedad en un sentido estrictamente secular. En la naturaleza de nuestra tradición de pensamiento político (y por razones que no podemos explorar aquí) radica su carácter altamente selectivo y el excluir de la conceptualización articulada una gran variedad de experiencias políticas, entre las que no ha de sorprendernos encontrar algunas de naturaleza elemental. Ciertos aspectos de la enseñanza de Jesús de Nazaret que no están fundamentalmente relacionados con el mensaje religioso cristiano, sino que surgieron de las experiencias en la pequeña y cerradamente entramada comunidad de sus seguidores, inclinada a desafiar a las autoridades públicas de Israel, se encuentran entre dichas experiencias políticas, aunque han sido despreciados debido a su alegada naturaleza exclusivamente religiosa. El único signo rudimentario de que se sabía que el perdón puede ser el correctivo necesario para los inevitables daños que resultan de la acción, puede verse en el principio romano de ahorrar la vida del vencido (parcere subiectis) —buen criterio absolutamente desconocido por los griegos— o en el derecho a conmutar la pena de muerte, probablemente también de origen romano, prerrogativa de casi todos los jefes de estado occidentales.<br /> En nuestro contexto es decisivo el hecho de que Jesús mantenga en contra de los «escribas y fariseos» no ser cierto que sólo Dios tiene el poder de perdonar,[313] y que este poder no deriva de Dios —como si Dios, no los hombres, perdonara mediante el intercambio de los seres humanos—, sino que, por el contrario, lo han de poner en movimiento los hombres en su recíproca relación para que Dios les perdone también. La formulación de Jesús aún es más radical. En el evangelio, el hombre no perdona porque Dios perdona y él ha de hacerlo «asimismo», sino que «si cada uno perdonare de todo corazón», Dios lo hará «igualmente».[314] La insistencia en el deber de perdonar procede claramente de que «no saben lo que hacen», y esto no se aplica al punto extremo del pecado y al mal voluntariamente deseado, ya que entonces no habría sido necesario enseñar: «Si siete veces al día peca contra ti y siete veces se vuelve a ti diciéndote: “Me arrepiento”, le perdonarás».[315] Tanto el extremo pecado como el mal voluntariamente deseado son raros, incluso más raros que las buenas acciones; según Jesús, Dios dará a cada uno según sus obras en el Juicio Final, que no desempeña papel alguno en la vida terrena, y que no se caracteriza por el perdón sino por la justa retribución (apodounai).[316] Pero pecar es un hecho diario que radica en la misma naturaleza del constante establecimiento de nuevas relaciones de la acción dentro de una trama de relaciones, y necesita el perdón para posibilitar que la vida prosiga, exonerando constantemente a los hombres de lo que han hecho sin saberlo.[317] Sólo mediante esta mutua exoneración de lo que han hecho, los hombres siguen siendo agentes libres, sólo por la constante determinación de cambiar de opinión y comenzar otra vez se les confía un poder tan grande como es el de iniciar algo nuevo.<br /> En este aspecto, el perdón es el extremo opuesto a la venganza, que actúa en forma de reacción contra el pecado original, por lo que en lugar de poner fin a las consecuencias de la falta, el individuo permanece sujeto al proceso, permitiendo que la reacción en cadena contenida en toda acción siga su curso libre de todo obstáculo. En contraste con la venganza, que es la reacción natural y automática a la transgresión y que debido a la irreversibilidad del proceso de la acción puede esperarse e incluso calcularse, el acto de perdonar no puede predecirse; es la única reacción que actúa de manera inesperada y retiene así, aunque sea una reacción/algo del carácter original de la acción. Dicho con otras palabras, perdonar es la única reacción que no reactúa simplemente, sino que actúa de nuevo y de forma inesperada, no condicionada por el acto que la provocó y por lo tanto libre de sus consecuencias, lo mismo quien perdona que aquel que es perdonado. La libertad contenida en la doctrina de Jesús sobre el perdón es liberarse de la venganza, que incluye tanto al agente como al paciente en el inexorable automatismo del proceso de la acción, que por sí mismo nunca necesita finalizar.<br /> La alternativa del perdón, aunque en modo alguno lo opuesto, es el castigo, y ambos tienen en común que intentan finalizar algo que sin interferencia proseguiría inacabablemente. Por lo tanto es muy significativo, elemento estructural en la esfera de los asuntos públicos, que los hombres sean incapaces de perdonar lo que no pueden castigar e incapaces de castigar lo que ha resultado ser imperdonable. Ésta es la verdadera marca de contraste de esas ofensas que, desde Kant, llamamos «mal radical» y sobre cuya naturaleza se sabe tan poco. Lo único que sabemos es que no podemos castigar ni perdonar dichas ofensas, que, por consiguiente, trascienden la esfera de los asuntos humanos y las potencialidades del poder humano. Aquí, donde el propio acto nos desposee de todo poder, lo único que cabe es repetir con Jesús: «Mejor le fuera que le atasen al cuello una rueda de molino y le arrojasen al mar».<br /> Quizás el argumento más razonable de que perdonar y actuar estén tan estrechamente relacionados como destruir y hacer, deriva de ese aspecto del perdón en el que deshacer lo hecho parece mostrar el mismo carácter revelador que el acto mismo. El perdón y la relación que establece siempre es un asunto eminentemente personal (aunque no es necesario que sea individual o privado), en el que lo hecho se perdona por amor a quien lo hizo. También esto lo reconoció claramente Jesús («Le son perdonados sus muchos pecados, porque amó mucho. Pero a quien poco se le perdona, poco ama»), y éste es el motivo de la convicción corriente de que sólo el amor tiene poder para perdonar. Porque el amor, aunque es uno de los hechos más raros en la vida humana,[318] posee un inigualado poder de autorrevelación y una inigualada claridad de visión para descubrir el quién, debido precisamente a su desinterés, hasta el punto de total no-mundanidad, por lo que sea la persona amada, con sus virtudes y defectos no menos que con sus logros, fracasos y transgresiones. El amor, debido a su pasión, destruye el en medio de que nos relaciona y nos separa de los demás. Mientras dura su hechizo, el único en medio de que puede insertarse entre dos amantes es el hijo, producto del amor. El hijo, este en medio de con el que los amantes están relacionados y que poseen en común, es representativo del mundo en que también esto les separa; es una indicación de que insertarán un nuevo mundo en el ya existente.[319] Mediante el hijo es como si los amantes volvieran al mundo del que les ha expulsado su amor. Pero esta nueva mundanidad, el posible resultado y el único posible final de un amor es, en un sentido, el fin del amor, que debe subyugar de nuevo a los amantes o transformarse en otra manera de pertenecerse. El amor, por su propia naturaleza, no es mundano, y por esta razón más que por su rareza no sólo es apolítico sino antipolítico, quizá la más poderosa de todas las fuerzas antipolíticas humanas.<br /> Si fuera verdad, por lo tanto, como el cristianismo da por sentado, que sólo el amor puede perdonar, ya que sólo él es plenamente receptivo de quién es alguien, hasta el punto de estar siempre dispuesto a perdonar cualquier cosa que se haya hecho, habría que excluir por completo de nuestras consideraciones al perdón. Sin embargo, lo que el amor es en su propio respeto —y en su estrechamente circunscrita esfera— se halla en el más amplio dominio de los asuntos humanos. El respeto, no diferente de la aristotélica philia politikē, es una especie de «amistad» sin intimidad ni proximidad; es una consideración hacia la persona desde la distancia que pone entre nosotros el espacio del mundo, y esta consideración es independiente de las cualidades que admiremos o de los logros que estimemos grandemente. Así, la moderna pérdida de respeto, o la convicción de que sólo cabe el respeto en lo que admiramos o estimarnos, constituye un claro síntoma de la creciente despersonalización de la vida pública y social. En todo caso, el respeto, debido a que sólo concierne a la persona, es totalmente suficiente para impulsar lo que hizo una persona, por amor a la persona. Pero el hecho de que el mismo quién, revelado en la acción y en el discurso, sigue siendo también el sujeto del perdón es la razón más profunda de por qué nadie puede perdonarse a sí mismo; aquí, al igual que por la general en la acción y en el discurso, dependemos de los demás, ante quienes aparecemos con una distinción que nosotros somos incapaces de captar. Encerrados en nosotros mismos, nunca podríamos perdonamos ningún fallo o transgresión debido a que careceríamos de la experiencia de la persona por cuyo amor uno puede perdonar.<br /> 34. La imposibilidad de predecir y el poder de la promesa<br /><br /><br /> En contraste con el perdón, que —quizá debido a su contexto religioso, quizás a su conexión con el amor que acompaña a su descubrimiento— siempre se ha considerado no realista e inadmisible en la esfera pública, el poder de estabilización inherente a la facultad de hacer promesas ha sido conocido a lo largo de nuestra tradición. Lo encontramos en el sistema legal romano, en la inviolabilidad de acuerdos y tratados (pacta sunt servanda); o cabe ver a su descubridor en Abraham, el hombre de Ur, cuya historia, tal como la cuenta la Biblia, muestra tal apasionamiento en pactar alianzas que parece haber salido de su país con el único fin de comprobar el poder de la mutua promesa en el desierto del mundo, hasta que finalmente el propio Dios aceptó una Alianza con él. En todo caso, la gran variedad de teorías de contrato desde la época romana atestigua que el poder de hacer promesas ha ocupado el centro del pensamiento político durante siglos.<br /> La no-predicción que, al menos parcialmente, disipa el acto de prometer es de doble naturaleza: surge simultáneamente de la «oscuridad del corazón humano», o sea, de la básica desconfianza de los hombres que nunca pueden garantizar hoy quiénes serán mañana, y de la imposibilidad de pronosticar las consecuencias de un acto en una comunidad de iguales en la que todo el mundo tiene la misma capacidad para actuar. La inhabilidad del hombre para confiar en sí mismo o para tener fe completa en sí mismo (que es la misma cosa) es el precio que los seres humanos pagan por la libertad; y la imposibilidad de seguir siendo dueños únicos de lo que hacen, de conocer sus consecuencias y confiar en el futuro es el precio que les exige la pluralidad y la realidad, por el júbilo de habitar junto con otros un mundo cuya realidad está garantizada para cada uno por la presencia de todos.<br /> La función de la facultad de prometer es dominar esta doble oscuridad de los asuntos humanos y, como tal, es la única alternativa a un dominio que confía en ser dueño de uno mismo y gobernar a los demás; corresponde exactamente a la existencia de una libertad que se concedió bajo la condición de no soberanía. El peligro y la ventaja inherente a todos los cuerpos políticos que confían en contratos y tratados radica en que, a diferencia de los que se atienen al gobierno y la soberanía, dejan tal como son el carácter de no-predicción de los asuntos humanos y la desconfianza de los hombres, usándolos simplemente como el expediente, por decirlo así, en el que se arrojan ciertas islas de predicción y se levantan ciertos hitos de confianza. En el momento en que las promesas pierden su carácter de aisladas islas de seguridad en un océano de inseguridad, es decir, cuando esta facultad se usa mal para cubrir todo el terreno del futuro y formar una senda segura en todas direcciones, pierden su poder vinculante y, así, toda la empresa resulta contraproducente.<br /> Ya hemos mencionado el poder que se genera cuando las personas se reúnen y «actúan de común acuerdo», poder que desaparece en cuanto se dispersan. La fuerza que las mantiene unidas, a diferencia del espacio de aparición en que se agrupan y el poder que mantiene en existencia este espacio público, es la fuerza del contrato o de la mutua promesa. La soberanía, que es siempre espuria si la reclama una entidad aislada, sea la individual de una persona o la colectiva de una nación, asume una cierta realidad limitada en el caso de muchos hombres recíprocamente vinculados por promesas. La soberanía reside en la resultante y limitada independencia de la imposibilidad de calcular el futuro, y sus límites son los mismos que los inherentes a la propia facultad de hacer y mantener las promesas. La soberanía de un grupo de gente que se mantiene unido, no por una voluntad idéntica que de algún modo mágico les inspire, sino por un acordado propósito para el que sólo son válidas y vinculantes las promesas, muestra claramente su indiscutible superioridad sobre los que son completamente libres, sin sujeción a ninguna promesa y carentes de un propósito. Esta superioridad deriva de la capacidad para disponer del futuro como si fuera el presente, es decir, la enorme y en verdad milagrosa ampliación de la propia dimensión en la que el poder puede ser efectivo. Nietzsche, con su extraordinaria sensibilidad para los fenómenos morales, y a pesar de su prejuicio moderno de considerar el origen de todo poder en la voluntad de poder del individuo aislado, vio en la facultad de las promesas (la «memoria de la voluntad», como la llamó) la distinción misma que deslinda la vida humana de la animal.[320] Si la soberanía es en la esfera de la acción y de los asuntos humanos lo que la maestría es en la esfera del hacer y del mundo de las cosas, entonces su principal diferencia consiste en que una sólo puede realizarse por muchos unidos, mientras que la otra sólo se concibe en aislamiento.<br /> En la medida en que la moralidad es más que la suma total de mores, de costumbres y modelos de conducta solidificados a lo largo de la tradición y válidos en el terreno de los acuerdos, costumbres y modelos que cambian con el tiempo, no tiene, al menos políticamente, más soporte que la buena voluntad para oponerse a los enormes riesgos de la acción mediante la aptitud de perdonar y ser perdonado, de hacer promesas y mantenerlas. Estos preceptos morales son los únicos que no se aplican a la acción desde el exterior, desde alguna supuestamente más elevada facultad o desde las experiencias fuera del alcance de la acción. Por el contrario, surgen directamente de la voluntad de vivir junto a otros la manera de actuar y de hablar, y son así como mecanismos de control construidos en la propia facultad para comenzar nuevos e interminables procesos. Puesto que sin la acción y el discurso, sin la articulación de la natalidad, estaríamos condenados a girar para siempre en el repetido ciclo del llegar a ser, sin la facultad para deshacer lo que hemos hecho y controlar al menos parcialmente los procesos que hemos desencadenado, seríamos las víctimas de una automática necesidad con todos los signos de las leyes inexorables que, según las ciencias naturales anteriores a nuestra época, se suponía que constituían las características sobresalientes de los procesos naturales. Ya hemos visto que para los seres mortales esta fatalidad natural, aunque gira alrededor de sí misma y puede ser eterna, únicamente puede significar predestinación. Si fuera cierto que la fatalidad es la marca inalienable de los procesos históricos, sería igualmente cierto que todo lo que se hace en la historia está predestinado.<br /> Y en cierta medida esto es verdad. Dejados sin control, los asuntos humanos no pueden más que seguir la ley de la mortalidad, que es la más cierta y la única digna de confianza de una vida que transcurre entre el nacimiento y la muerte. La facultad de la acción es la que se interfiere en esta ley, ya que interrumpe el inexorable curso automático de la vida cotidiana, que a su vez, como vimos, se interfería e interrumpía el ciclo del proceso de la vida biológica. El lapso de vida del hombre en su carrera hacia la muerte llevaría inevitablemente a todo lo humano a la ruina y destrucción si no fuera por la facultad de interrumpirlo y comenzar algo nuevo, facultad que es inherente a la acción a manera de recordatorio siempre presente de que los hombres, aunque han de morir, no han nacido para eso sino para comenzar. De la misma manera que, desde el punto de vista de la naturaleza, el movimiento rectilíneo del lapso de vida del hombre comprendido entre el nacimiento y la muerte parece una peculiar desviación de la común y natural norma del movimiento cíclico, también la acción, considerada desde el punto de vista de los procesos automáticos que parecen determinar el curso del mundo, semeja un milagro. En el lenguaje de la ciencia natural, es la «infinita improbabilidad lo que se da regularmente». De hecho, la acción es la única facultad humana de hacer milagros, como Jesús de Nazaret (cuya confianza de esta facultad puede compararse por su originalidad sin precedente con la de Sócrates en lo que respecta a las posibilidades del pensamiento), debió de conocer muy bien al comparar el poder de perdonar con el más general de realizar milagros, poniendo ambos al mismo nivel y al alcance del hombre.[321]<br /> El milagro que salva al mundo, a la esfera de los asuntos humanos, de su ruina normal y «natural» es en último término el hecho de la natalidad, en el que se enraíza ontológicamente la facultad de la acción. Dicho con otras palabras, el nacimiento de nuevos hombres y un nuevo comienzo es la acción que son capaces de emprender los humanos por el hecho de haber nacido. Sólo la plena experiencia de esta capacidad puede conferir a los asuntos humanos fe y esperanza, dos esenciales características de la existencia humana que la antigüedad griega ignoró por completo, considerando el mantenimiento de la fe como una virtud muy poco común y no demasiado importante y colocando a la esperanza entre los males de la ilusión en la caja de Pandora. Esta fe y esperanza en el mundo encontró tal vez su más gloriosa y sucinta expresión en las pocas palabras que en los evangelios anuncian la gran alegría: «Os ha nacido hoy un Salvador».<br /> <br /> CAPÍTULO VI LA VITA ACTIVA Y LA ÉPOCA MODERNA<br /><br /><br /> Er hat den archimedischen Punkt gefunden, hat ihn aber gegen sich ausgenutzt, offenbar hat er ihn nur unter dieser Bedingung finden dürfen.<br /><br /> «Encontró el punto de Arquímedes, pero lo usó contra sí mismo; parece que sólo se le permitió encontrarlo con esta condición».<br /> FRANZ KAFKA<br /><br /> 35. La alienación del mundo<br /><br /><br /> Tres grandes acontecimientos se sitúan en el umbral de la Época Moderna y determinan su carácter: el descubrimiento de América y la consiguiente exploración de toda la Tierra; la Reforma, que al expropiar las posesiones eclesiásticas y monásticas inició el doble proceso de expropiación individual y acumulación de riqueza social; la invención del telescopio y el desarrollo de una nueva ciencia que considera la naturaleza de la Tierra desde el punto de vista del universo. Éstos no pueden llamarse acontecimientos modernos, ya que los conocemos desde la Revolución Francesa, y aunque no pueden explicarse por ninguna cadena de causalidad, ya que no cabe hacerlo de ningún acontecimiento, continúan ocurriendo en una continuidad intacta en la que existen los precedentes y pueden nombrarse los predecesores. Ninguno de ellos exhiben el carácter peculiar de una explosión de corrientes subterráneas que, tras cobrar fuerza en la oscuridad, afloran de repente. Los nombres relacionados con dichos acontecimientos, Galileo Galiki, Martín Lutero y los grandes navegantes, exploradores y aventureros de la época de los descubrimientos, todavía pertenecen a un mundo premoderno. Más aún, el extraño rasgo conmovedor de la novedad, la casi violenta insistencia de la mayoría de los grandes autores, científicos y filósofos desde el siglo XVII que vieron cosas nunca vistas, que meditaron pensamientos nunca hasta entonces desarrollados, no se encuentra en ninguno de ellos, ni siquiera en Galileo.[322] Estos precursores no son revolucionarios, y sus motivos e intenciones siguen firmemente enraizados en la tradición.<br /> A los ojos de sus contemporáneos, el más espectacular de estos acontecimientos debe de haber sido el descubrimiento de continentes no oídos y de océanos no soñados; el más turbador pudo haber sido la irremediable partición de la Cristiandad occidental por la Reforma, con su inherente desafío a la ortodoxia como tal y su inmediata amenaza a la tranquilidad de las almas; seguramente el que menos llamó la atención fue la adición de un nuevo aparato al ya amplio arsenal de instrumentos, cuya única utilidad era observar las estrellas, aunque se trataba del primer instrumento puramente científico que se diseñaba. Sin embargo, si pudiéramos medir el impulso de la historia como medimos los procesos naturales, hallaríamos que lo que originariamente tuvo la menor repercusión, los primeros pasos del hombre hacia el descubrimiento del universo, ha ido constantemente incrementando su importancia y velocidad hasta eclipsar no sólo a la ampliación de la superficie de la Tierra, que tuvo su limitación final en las limitaciones del globo, sino también al aparentemente ilimitado proceso de acumulación económica.<br /> Pero esto no es más que simple especulación. De hecho, el descubrimiento de la Tierra, la cartografía de tierras y aguas, tardó muchos siglos y sólo ahora ha comenzado a verse su final. Sólo ahora ha tomado el hombre plena posesión de su mortal vivienda y reunido los horizontes infinitos, que estuvieron tentadora y prohibitivamente abiertos a todas las épocas anteriores, en un globo cuyo mayestático contorno y detallada superficie conoce el hombre como si se tratara de las líneas de su mano. Precisamente cuando se descubrió la inmensidad del espacio que disponía la Tierra, comenzó la famosa reducción del globo, hasta que finalmente en nuestro mundo (que, aunque resultado de la Época Moderna, no es en modo alguno idéntico al mundo de la Época Moderna) cada hombre es tanto un habitante de la Tierra como un habitante de su país. Los hombres viven ahora en una total y continua amplia Tierra donde incluso la noción de distancia, todavía inherente a la más perfectamente entera contigüidad de las partes, ha sucumbido al asalto de la velocidad. Ésta ha conquistado el espacio; y aunque este proceso conquistador ha encontrado su límite en la inconquistable frontera de la simultánea presencia de un cuerpo en dos lugares diferentes, ha dejado sin sentido a la distancia, ya que ninguna parte significante de una vida humana —años, meses o incluso semanas— es necesaria para alcanzar cualquier punto de la Tierra.<br /> Sin duda, nada podría haber sido más extraño al propósito de los exploradores y circunnavegantes de la primera Época Moderna que este proceso final; ellos fueron a ampliar la Tierra, no a reducirla, y cuando se sometieron a la llamada de lo distante, no tenían la intención de abolir la distancia. Sólo la sabiduría de la percepción tardía ve lo obvio, que nada puede permanecer inmenso si cabe medirlo, que toda panorámica junta partes distantes y por lo tanto establece la contigüidad donde antes imperaba la distancia. Así, los mapas y cartas de navegación de las primeras etapas de la Época Moderna anticiparon los inventos técnicos mediante los cuales todo el espacio terráqueo ha pasado a ser pequeño y al alcance de la mano. Antes de la reducción del espacio y la abolición de la distancia mediante el ferrocarril, el barco y el avión, se da la infinitamente mayor y más efectiva reducción que acaece mediante la capacidad topográfica de la mente humana, cuyo uso de los números, símbolos y modelos puede condensar y medir según escala la distancia física terráquea, poniéndola al alcance del entendimiento y natural sentido del cuerpo humano. Antes de aprender a rodear la Tierra, a limitar a días y horas la habitación humana, trajimos el globo a nuestro cuarto de estar para tocarlo con nuestras manos y hacerlo girar ante nuestros ojos.<br /> Hay otro aspecto de esta materia que, como veremos, será de la mayor importancia en nuestro contexto. Por su propia naturaleza, la capacidad topográfica humana sólo puede funcionar si el hombre se desenreda de toda complicación e interés por lo que tiene al alcance de la mano y se distancia de todo lo que tiene cerca. Cuanto mayor sea la distancia entre él y su medio, mundo o Tierra, más fácil le resultará medir y menos espacio mundano y ligado a la Tierra le quedará. El hecho de que la decisiva reducción de la Tierra fue consecuencia de la invención del avión, es decir, abandonar la superficie de la Tierra, es como un símbolo del general fenómeno que atestigua que cualquier disminución de la distancia terrestre sólo se gana al precio de poner una decisiva distancia entre el hombre y la Tierra, de alienar al hombre de su inmediato medio terreno.<br /> El hecho de que la Reforma, acontecimiento por completo diferente, nos confronta finalmente con un similar fenómeno de alienación, que Max Weber incluso identificó, bajo el nombre de «ascetismo interior mundano», como el móvil más profundo de la nueva mentalidad capitalista, puede ser una de las muchas coincidencias que hacen tan difícil que el historiador no crea en fantasmas, demonios y Zeitgeists. Lo sorprendente y turbador es la similitud en la más distante divergencia. Porque esta alienación del interior mundano nada tiene que hacer, en intención o contenido, con la alienación de la Tierra inherente al descubrimiento y torna de posesión de la Tierra. Más aún, la alienación del interior mundano cuyos hechos históricos demostró Max Weber en su famoso ensayo, no está sólo presente en la nueva moralidad que surgió de los intentos de Lutero y Calvino por restaurar la inflexible ultramundanidad de la fe cristiana; también está presente, aunque a un nivel diferente por completo, en la expropiación del campesinado, que fue la imprevista consecuencia de la expropiación de la propiedad de la Iglesia y, como tal, el mayor factor del derrumbamiento del sistema feudal.[323] Naturalmente, resulta ocioso especular sobre cuál hubiera sido el curso de nuestra economía sin este acontecimiento, que lanzó a la humanidad occidental a un desarrollo en el que se destruyó toda propiedad en el proceso de su apropiación, se devoraron todas las cosas en el proceso de su producción, y la estabilidad del mundo se socavó en un constante proceso de cambio. No obstante, tal especulación está plena de significado en la medida en que nos recuerda que la historia es un relato de acontecimientos y no de fuerzas o ideas cuyo curso cabe predecir. Es ociosa e incluso peligrosa cuando la empleamos como argumentos en contra de la realidad y cuando indicamos positivas potencialidades y alternativas, ya que su número no sólo es indefinido por definición, sino que también carece de esa tangible calidad de lo inesperado del acontecimiento, y se iguala por la mera plausibilidad. Por consiguiente, se queda en puro fantasma, sea cual sea la pedestre manera en que se presente.<br /> Con el fin de no subestimar el impulso que este proceso ha alcanzado tras siglos de desarrollo casi no obstaculizado, puede ser conveniente reflexionar sobre el llamado «milagro económico» de la Alemania de postguerra, milagro solamente si se le considera en un anticuado marco de referencia. El ejemplo alemán muestra claramente que bajo condiciones modernas la expropiación del pueblo, la destrucción de objetos y la devastación de ciudades pasan a ser un radical estimulante para un proceso no de simple recuperación, sino de más rápida y eficaz acumulación de riqueza, con tal que el país sea lo bastante moderno para responder en términos del proceso de producción. Alemania, la destrucción completa ocupó el lugar del implacable proceso de depreciación de todas las cosas mundanas, que es la marca de contraste de la economía de derroche en la que vivimos. El resultado es casi el mismo: un alza de la prosperidad que, como ilustra la Alemania de postguerra, no se alimenta de la abundancia de bienes materiales o de algo estable y dado, sino del propio proceso de producción y consumo. Bajo las condiciones modernas, la conservación, no la destrucción, significa ruina debido a que la misma duración de los objetos conservados es el mayor impedimento para el proceso de renovación, cuyo constante aumento de velocidad es la única constancia que deja dondequiera que se apodera.[324]<br /> Vimos anteriormente que la propiedad, a diferencia de la riqueza y de la apropiación, indica la parte privadamente poseída de un mundo común y, por lo tanto, es la condición política más elemental para la mundanidad del hombre. Por lo mismo, la expropiación y la alienación del mundo coinciden, y la Época Moderna, muy en contra de todos los actores de la obra, comenzó a alienar del mundo a ciertos estratos de la población. Tendemos a pasar por alto la gran importancia de esta alienación para la Época Moderna debido a que solemos acentuar su carácter secular e identificar la palabra secularidad con mundanidad. Sin embargo, la secularización como hecho histórico tangible no significa más que separación de Iglesia y Estado, de religión y política, y esto, desde un punto de vista religioso, implica una vuelta a la primitiva actitud cristiana de «Dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios» en vez de una pérdida de fe y trascendencia o un nuevo y enfático interés en las cosas de este mundo.<br /> La moderna pérdida de fe no es de origen religioso —no puede derivarse de la Reforma y Contrarreforma, los dos grandes movimientos religiosos de la Época Moderna— y su alcance no está en modo alguno restringido a la esfera religiosa. Más aún, incluso si admitiésemos que la Época Moderna comenzó con un súbito e inexplicable eclipse de trascendencia, de creencia en el más allá, de ninguna manera se seguiría que esta pérdida devolvió el hombre al mundo. Por el contrario, la evidencia histórica demuestra que los hombres modernos no fueron devueltos al mundo sino a sí mismos. Una de las más persistentes tendencias de la filosofía moderna desde Descartes, y quizá su contribución más original a la filosofía, ha sido la exclusiva preocupación por el yo, diferenciado del alma, la persona o el hombre en general, intento de reducir todas las experiencias, tanto con el mundo como con otros seres humanos, a las propias del hombre consigo mismo. La grandeza del descubrimiento de Max Weber sobre los orígenes del capitalismo radica precisamente en demostrar que resulta posible una enorme y estrictamente mundana actividad sin tener que preocuparse o disfrutar del mundo, actividad cuya motivación más profunda es, por el contrario, el interés y preocupación por el yo. La alienación del mundo, y no la propia alienación como creía Max,[325] ha sido la marca de contraste de la Época Moderna.<br /> La expropiación, la privación para ciertos grupos de su lugar en el mundo y su desnuda exposición a las exigencias de la vida, crearon tanto la original acumulación de riqueza como la posibilidad de transformar esa riqueza en capital mediante la labor. Esto constituyó las condiciones para el auge de una economía capitalista. Que este desarrollo, comenzado y alimentado con la expropiación, daría como resultado un enorme incremento de la productividad humana era evidente desde el comienzo, siglos antes de la revolución industrial. La nueva clase laboral, que literalmente vivía al día, no sólo permaneció bajo la apremiante urgencia de la necesidad,[326] sino que al mismo tiempo quedó enajenada de todos los cuidados y preocupaciones que no eran inmediato resultado del propio proceso de la vida. Lo que se liberó en las etapas iniciales de la primera clase laboral que ha sido libre en la historia, fue la fuerza inherente al «poder laboral», es decir, a la pura abundancia natural del proceso biológico, que, como todas las fuerzas naturales —tanto de procreación como de labor—, proporciona un generoso excedente que va más allá de la reproducción de lo joven para equilibrar lo viejo. Lo que en el comienzo de la Época Moderna diferencia a este desarrollo de los casos similares dados en el pasado es que la expropiación y apropiación de riqueza no derivó en nueva propiedad ni llevó a una distinta redistribución de riqueza, sino que volvieron a proveer el proceso para generar posteriores apropiaciones, mayor productividad y apropiación.<br /> Dicho con otras palabras, la liberación de la fuerza laboral como proceso natural no quedó restringida a ciertas clases de la sociedad, y la apropiación no terminó con la satisfacción de necesidades y deseos; la acumulación de capital no llevó, por lo tanto, al estancamiento que tan bien conocemos por los ricos imperios anteriores a la Época Moderna, sino que se extendió por toda la sociedad e inició un continuo y creciente flujo de riqueza. Pero este proceso, que es el «proceso de la vida de la sociedad», como solía llamarlo Marx, y cuya capacidad de producir riqueza sólo cabe compararla con la fertilidad de los procesos naturales en los que la creación de un hombre y de una mujer bastaron para producir por multiplicación cualquier número dado de seres humanos, sigue sujeto al principio de la alienación del mundo, principio del que surgió; el proceso sólo puede continuar con tal que no se permita la interferencia de la duración y estabilidad mundanas, sólo mientras todas las cosas del mundo, todos los productos finales del proceso productivo, lo provean de nuevo a velocidad siempre creciente. Dicho con otras palabras, el proceso de acumulación de riqueza, tal como lo conocemos, estimulado por el proceso de la vida y a su vez estimulando la vida humana, sólo es posible si se sacrifican el mundo y la misma mundanidad del hombre.<br /> La primera etapa de esta alienación se señaló por su crueldad, por el infortunio y miseria material que significó para un número constantemente incrementado de «pobres trabajadores», a quienes la expropiación desposeyó de la doble protección de la familia y de la propiedad, es decir, de la parte privada poseída por la familia en el mundo, que hasta la Época Moderna había albergado el proceso de la vida individual y la actividad laboral sujeta a sus necesidades. La segunda etapa se alcanzó cuando la sociedad se convirtió en el sujeto del nuevo proceso de la vida, como lo había sido antes la familia. La pertenencia a una clase social reemplazó a la protección previamente ofrecida por la familia, y la solidaridad social se convirtió en el muy eficaz sustituto de la anterior y natural solidaridad que regía a la unidad familiar. Más aún, la sociedad en conjunto, el «sujeto colectivo» del proceso de la vida, en modo alguno siguió siendo una entidad intangible, la «ficción comunista» requerida por la economía clásica; así como la unidad familiar se había identificado con la parte privadamente poseída del mundo, con su propiedad, la sociedad se identificó con una tangible, aunque colectivamente poseída, parte de propiedad, el territorio de la nación-estado, que hasta su decadencia en el siglo XX ofreció a todas las clases u n sustituto al hogar privadamente poseído, del que se había desprovisto a los pobres.<br /> Las teorías orgánicas del nacionalismo, en especial en su versión centroeuropea, se basan en la identificación de la nación y las relaciones entre sus miembros con la familia y las relaciones familiares. Debido a que la sociedad pasa a ser el sustituto de la familia, se da por supuesto que la «sangre y el suelo» rigen las relaciones entre sus miembros; la homogeneidad de la población y su enraizamiento en el suelo de un determinado territorio se convirtieron en los requisitos de la nación-estado. No obstante, si bien este desarrollo mitigó sin duda alguna la crueldad y aflicción, apenas influyó en el proceso de expropiación y de alienación del mundo, puesto que la propiedad colectiva, estrictamente hablando, es una contradicción terminológica.<br /> La decadencia del sistema europeo de nación-estado; la reducción geográfica y económica de la Tierra, de tal modo que la prosperidad y depresión tienden a convertirse en fenómenos de alcance mundial; la transformación de la humanidad, que hasta nuestro tiempo era un concepto abstracto o un principio-guía solamente para los humanistas, en una entidad realmente existente cuyos miembros situados en los puntos más distantes del globo necesitan menos tiempo para reunirse que el requerido hace una generación por los miembros de un mismo país, todo esto señala el comienzo de la última etapa de este desarrollo. Al igual que la familia y su propiedad fueron reemplazados por la pertenencia a una clase y por el territorio nacional, la humanidad comienza ahora a reemplazar a las sociedades nacionalmente ligadas, y la Tierra sustituye al limitado territorio del Estado. Cualquier cosa que sea lo que nos aporte el futuro, el proceso de la alienación del mundo, iniciado por la expropiación y que se caracteriza por un progreso siempre creciente de la riqueza, asumirá proporciones aún más radicales sí se le permite seguir su propia e inherente ley. Porque los hombres no pueden convertirse en ciudadanos del mundo como lo son de sus respectivos países, ni los hombres sociales poseer colectivamente como lo hace la familia con su propiedad privada. El auge de la sociedad acarreó la simultánea decadencia de la esfera pública y de la privada. Pero el eclipse de un mundo común público, tan crucial en la formación del solitario hombre de masas y tan peligroso en la formación de la mentalidad no mundana de los modernos movimientos ideológicos de las masas, comenzó con la pérdida mucho más tangible de una parte privadamente compartida del mundo.<br /> 36. El descubrimiento del punto de Arquímedes<br /><br /><br /> «Desde que un niño nació en un pesebre, cabe dudar de si ha acontecido una cosa tan grande con tan pequeño revuelo». Con estas palabras Whitehead presenta a Galileo y al descubrimiento del telescopio en la etapa del «Mundo Moderno».[327] No hay exageración en dichas palabras. Como el nacimiento en un pesebre, que no significó el fin de la antigüedad, sino el comienzo de algo tan imposible de predecir e inesperadamente nuevo que ni la esperanza ni el temor podían haberlo anticipado, estas primeras miradas de tanteo al universo a través de un aparato, ajustado a los sentidos humanos y destinado a descubrir lo que de manera definitiva y permanente debía quedar fuera de su alcance, preparó el terreno a un mundo nuevo por completo y determinó el curso de otros acontecimientos que con mucho mayor alboroto iban a introducirse en el Mundo Moderno. Excepto para los numéricamente escasos, y de poca importancia política, especialistas —astrónomos, filósofos y teólogos—, el telescopio no produjo conmoción alguna; la atención del público se concentraba en las dramáticas demostraciones de Galileo sobre las leyes de caída de los cuerpos, que se consideraban como el comienzo de la moderna ciencia natural (aunque cabe dudar de si por sí mismas, sin ser transformadas posteriormente por Newton en la ley universal de la gravitación —que sigue siendo uno de los más grandiosos ejemplos de la moderna amalgama de astronomía y física—, hubieran llevado a la nueva ciencia por la senda de la astrofísica). Porque lo que diferenciaba más drásticamente el criterio del nuevo mundo no sólo del propio de la antigüedad o de la Edad Media, sino también de la gran sed de experiencia directa propia del Renacimiento, fue el dar por s-en do que la misma clase de fuerza exterior debe manifestarse en la caída de los cuerpos terrestres y en los movimientos de los celestes.<br /> Más aún, la novedad del descubrimiento de Galileo quedó oscurecida por su estrecha relación con sus antecedentes y predecesores. No sólo las especulaciones filosóficas de Nicolás de Cusa y Giordano Bruno, sino también la imaginación matemáticamente adiestrada de los astrónomos, Copérnico y Kepler, habían desafiado el punto de vista finito y geocéntrico que los hombres compartían desde tiempo inmemorial. No fue Galileo, sino los filósofos, quienes abolieron la dicotomía entre una Tierra y un cielo sobre ésta, elevando a la Tierra, según su criterio, «al rango de las nobles estrellas» y hallándole un lugar en un universo eterno e infinito.[328] Y al parecer los astrónomos no necesitaban telescopio para afirmar que, contrariamente a la experiencia sensorial, no es el Sol el que se mueve alrededor de la Tierra, sino ésta la que gira alrededor del Sol. Si el historiador vuelve la vista hacia estos comienzos con toda la sabiduría y prejuicios de la intuición, se siente tentado a concluir que no era precisa ninguna confirmación empírica para abolir el sistema de Ptolomeo. Más bien lo que se necesitaba era el valor especulativo para seguir el antiguo y medieval principio de la simplicidad de la naturaleza —incluso si llevaba a la negación de toda experiencia sensorial— y la gran audacia de la imaginación de Copérnico, que le elevó de la Tierra y le capacitó para observarla como si fuera un habitante del Sol. Y el historiador se siente justificado en sus conclusiones cuando considera que los descubrimientos de Galileo estuvieron precedidos por un véritable retour à Archimède, efectivo desde el Renacimiento. La verdad es que resulta sugestivo que Leonardo lo estudiara con apasionado interés y que a Galileo se le pueda llamar su discípulo.[329]<br /> Sin embargo, ni las especulaciones de los filósofos ni las imaginaciones de los astrónomos han constituido un acontecimiento. Antes de los descubrimientos telescópicos de Galileo, la filosofía de Giordano Bruno apenas atrajo la atención de los eruditos, y sin la confirmación que los hechos concedieron a la revolución de Copérnico, no sólo los teólogos sino todos los «hombres sensatos… la habrían considerado el insensato llamamiento… de una imaginación incontro1ada».[330] En la esfera de las ideas sólo hay originalidad y profundidad, ambas cualidades personales, pero no absoluta y objetiva novedad; las ideas van y vienen, tienen una permanencia, incluso una inmortalidad propia, que depende de su inherente poder de iluminación, el cual es y perdura independientemente del tipo y de la historia. Más aún, las ideas, a diferencia de los hechos, nunca carecen de precedente, y las especulaciones empíricamente no confirmadas sobre el movimiento de la Tierra alrededor del Sol carecían de precedente no menos que les ocurría a las teorías contemporáneas sobre los átomos si no tuvieran base en los experimentos y consecuencias en el mundo real.[331] Lo que Galileo hizo y que nadie había hecho antes fue emplear el telescopio de tal manera que los secretos del universo se entregaran a la cognición humana «con la certeza de la percepción de los sentidos»;[332] es decir, puso al alcance de la criatura atada a la Tierra y de su cuerpo sujeto a los sentidos lo que siempre había parecido estar más allá de sus posibilidades, abierto a lo sumo a las inseguridades de la especulación e imaginación.<br /> Esta diferencia entre el sistema de Copérnico y los descubrimientos de Galileo fue perfectamente entendida por la Iglesia católica, que no puso objeciones a la teoría anterior a Galileo de un Sol inmóvil y una Tierra en movimiento mientras los astrónomos la emplearon como hipótesis conveniente para finalidades matemáticas; pero, como señaló el cardenal Bellarmino a Galileo, «probar que la hipótesis… salva las apariencias no es en modo alguno lo mismo que demostrar la realidad del movimiento de la Tierra».[333] Inmediatamente pudo verse lo atinado de esta observación por el repentino cambio de ánimo del mundo de la erudición tras la confirmación del descubrimiento de Galileo. A partir de entonces, brillaron por su ausencia el entusiasmo con que Giordano Bruno había concebido un universo infinito, y la pía exultación con que Kepler había contemplado al Sol, «el más excelente de todos los cuerpos del universo, cuya esencia completa no es más que pura luz» y que, por consiguiente, consideraba como el lugar más adecuado para que habitara «Dios y los benditos ángeles»,[334] y la más soberbia satisfacción de Nicolás de Cusa al ver finalmente a la Tierra en su elemento en el firmamento estrellado. Al «confirmar» a sus predecesores, Galileo estableció un hecho demostrable donde antes de él hubo inspiradas especulaciones. La inmediata reacción filosófica a esta realidad no fue la exultación, sino la duda cartesiana en la que se fundaba la moderna filosofía —esa «escuela de sospecha», como la calificó en cierta ocasión Nietzsche—, y que terminó en la convicción de que «sólo en el firme fundamento de la inexorable desesperación puede en adelante construirse con seguridad la morada del alma».[335]<br /> Durante muchos siglos las consecuencias de este acontecimiento, de nuevo no diferente de las consecuencias de la Natividad, fueron contradictorias e inconclusas, e incluso hoy día el conflicto entre el propio acontecimiento y sus casi inmediatas consecuencias está lejos de haberse resuelto. Al auge de las ciencias naturales se le atribuye un aumento demostrable y cada vez más rápido del poder y conocimiento humanos; poco antes de la Época Moderna, la humanidad europea sabía menos que Arquímedes en el siglo III antes de J.C., mientras que los primeros quince años de nuestro siglo han sido testigos de descubrimientos más importantes que el conjunto de todos los siglos de historia registrada. Sin embargo, y con igual razón, se ha culpado al mismo fenómeno del apenas menos demostrable incremento de la desesperación humana o del nihilismo específicamente moderno que se ha extendido a más amplias zonas de la población, ambos con el significado aspecto de incluir a los propios científicos, cuyo bien fundado optimismo todavía se alzaba, en el siglo XIX, contra el también justificable pesimismo de los pensadores y poetas. El moderno punto de vista del mundo astrofísico, que comenzó con Galileo, y su desafío a la suficiencia de los sentidos para revelar la realidad, nos ha dejado un universo de cuyas cualidades sólo conocemos la manera en que afectan nuestros instrumentos de medida, y —según Eddington— «el anterior tiene tanta semejanza con el último como un número de teléfono con un abonado».[336] En lugar de cualidades objetivas en otros mundos encontramos instrumentos, y en vez de la naturaleza o el universo —copiamos las palabras de Heisenberg— el hombre sólo se encuentra consigo mismo.[337]<br /> En nuestro contexto, la cuestión es que tanto la desesperación como el triunfo son inherentes al mismo acontecimiento. Si queremos enfocarlo con una perspectiva histórica, es como si el descubrimiento de Galileo probara con un hecho demostrable que el peor temor y la esperanza más presuntuosa de la especulación humana, el antiguo temor a que nuestros sentidos, nuestros propios órganos de recepción de la realidad, pudieran traicionarnos, y que el anhelo de Arquímedes de un punto exterior a la Tierra desde el que desequilibrar al mundo, sólo juntos pudieran realizarse, como si el deseo solamente se garantizase con tal que perdiéramos la realidad y el temor tuviera que acabarse sólo si se compensaba por la adquisición de poderes supramundanos. Porque cualquier cosa que hagamos hoy día en física —ya liberemos procesos de energía que por lo general sólo se dan en el Sol, o intentemos iniciar en un tubo de ensayo los procesos de la evolución cósmica, o penetremos con la ayuda de telescopios el espacio cósmico hasta dos e incluso seis billones de años luz, o construyamos máquinas para la producción y control de energías desconocidas en la naturaleza terrena, o alcancemos en los aceleradores atómicos velocidades que se aproximan a la de la luz, o produzcamos elementos que no se encuentran en la naturaleza, o dispersemos partículas radioactivas, creadas mediante el uso de la radiación cósmica— siempre manejarnos la naturaleza desde un punto del universo exterior a la Tierra. Sin encontrarnos realmente en el lugar en que Arquímedes quiso estar (dos moi pou stō), sujetos todavía a la Tierra por nuestra condición humana, hemos hallado una manera de actuar sobre la Tierra y en la naturaleza terrestre como si dispusiéramos de ella desde el exterior, desde el punto de Arquímedes. E incluso al riesgo de poner en peligro el proceso de la vida natural, exponemos la Tierra a fuerzas universales y cósmicas extrañas al entorno de la naturaleza.<br /> Mientras estos logros no fueron anticipados por nadie, y mientras la mayor parte de las teorías actuales contradicen lisa y llanamente las formuladas durante los primeros siglos de la Época Moderna, este desarrollo sólo fue posible porque al principio la antigua dicotomía entre Tierra y cielo se abolió y se efectuó una unificación del universo, de manera que a partir de entonces nada de lo que ocurriera en la naturaleza terrestre se tuvo como simple acaecer terreno. Todos los hechos se consideraron ligados a una ley universalmente válida en el pleno sentido de la palabra, lo que significa, entre otras cosas, válida más allá del alcance de la experiencia del sentido humano (incluso de las experiencias sensoriales realizadas con la ayuda de los instrumentos más precisos), válida más allá de la memoria humana y de la aparición de la humanidad sobre la Tierra, válida incluso más allá del comienzo de la existencia de la vida orgánica y de la misma Tierra. Todas las leyes de la nueva ciencia astrofísica se formulan a partir del punto de Arquímedes, y este punto probablemente se encuentra mucho más lejos de la Tierra y ejerce sobre ella mucho más poder de lo que se atrevieron a pensar Arquímedes o Galileo.<br /> Si hoy en día los científicos señalan que podemos asumir con igual validez que la Tierra gira alrededor del Sol o que éste lo hace alrededor de la Tierra, que ambos supuestos están en consonancia con los fenómenos observados y que la diferencia sólo estriba en el punto de referencia elegido, esto en modo alguno indica una vuelta a la posición del cardenal Bellarmino o de Copérnico, en la que los astrónomos trataban con simples hipótesis. Más bien significa que hemos trasladado el punto de Arquímedes un paso más lejos de la Tierra a un lugar del universo donde ni la Tierra ni el Sol son centros de un sistema universal. Significa que ni siquiera nos sentimos ligados al Sol, que nos movemos libremente en el universo, que elegimos nuestro punto de referencia donde sea conveniente para un propósito específico. Para los logros reales de la ciencia moderna este cambio del primitivo sistema heliocéntrico a otro sin centro fijo es, sin duda, tan importante como el cambio original desde el punto de vista del mundo geocéntrico al heliocéntrico. Sólo ahora nos hemos establecido como seres «universales», como criaturas que son terrenas no por naturaleza y esencia sino únicamente por la condición de estar vivas y que por consiguiente en virtud del razonamiento pueden superar esta condición no de manera especulativa sino real. No obstante, el general relativismo que resulta automáticamente del cambio del punto de vista de un mundo heliocéntrico a otro sin centro alguno —conceptualizado en la teoría de la relatividad de Einstein con su negación en que «en un definido instante presente toda la materia es simultáneamente real»[338] y la concomitante e implicada negación de que el Ser que aparece en tiempo y espacio posee una realidad absoluta— estaba ya contenido, o al menos precedido, en esas teorías del siglo XVII según las cuales el azul no es más que una «relación con el ojo que ve», y el peso una «relación de aceleración recíproca».[339] La ascendencia del relativismo moderno no está en Einstein sino en Galileo y Newton.<br /> Lo que se introdujo en la Época Moderna no fue el antiguo deseo de los astrónomos de simplicidad, armonía y belleza, que hizo que Copérnico considerara las órbitas de los planetas desde el Sol en lugar de hacerlo desde la Tierra, ni el recién despertado amor del Renacimiento por la Tierra y el mundo, con su rebelión contra el racionalismo del escolasticismo medieval; este amor por el mundo fue, por eCc6ntrario, la primera víctima de la triunfal alienación del mundo de la Época Moderna. Fue más bien el descubrimiento, debido al nuevo instrumento, de que la imagen de Copérnico del «hombre viril que permanece en el Sol… mirando desde lo alto los planetas»[340] era mucho más que una imagen o un gesto, era una indicación de la asombrosa capacidad humana para pensar en términos del universo mientras seguía en la Tierra, y la quizás aún más asombrosa habilidad humana para usar las leyes cósmicas como principios-guía de la acción terrestre. Comparada con la alienación de la Tierra que sirve de base a todo el desarrollo de la ciencia natural en la Época Moderna, la retirada de la proximidad terrestre que encierra el descubrimiento del globo como un todo y la alienación del mundo producida en el doble proceso de expropiación y acumulación de riqueza son de menor significado.<br /> En todo caso, mientras la alienación del mundo determinó el curso y desarrollo de la sociedad moderna, la alienación de la Tierra pasó a ser, y sigue siéndolo, la marca de contraste de la ciencia moderna. Bajo el signo de la alienación de la Tierra, toda ciencia, no sólo la física y natural, cambió tan radicalmente su íntimo contenido que cabe dudar de si existía algo semejante a la ciencia antes de la Época Moderna. Esto quizá se ve con mayor claridad en el desarrollo del más importante instrumento mental de la nueva ciencia, las invenciones de la moderna álgebra, mediante el cual las matemáticas «lograron liberarse de los grilletes de la espacialidad»,[341] es decir, de la geometría, que, como su nombre indica, depende de medidas y mediciones terrestres. Las matemáticas modernas liberaron al hombre de los grilletes de la experiencia sujeta a la Tierra y a su poder de cognición de los grilletes de la finitud.<br /> Aquí el punto decisivo no estriba en que los hombres al comienzo de la Época Moderna creyeran con Platón en la estructura matemática del universo, ni que, una generación después, creyeran con Descartes que cierto conocimiento sólo es posible sí la mente maneja sus propias formas y fórmulas. Lo decisivo, es la completa y no platónica sujeción de la geometría al tratamiento algebraico, que revela el ideal moderno de reducir a símbolos matemáticos los movimientos y datos de la sensación terrena. Sin este simbólico lenguaje no espacial Newton no hubiera podido unificar en una sola ciencia a la física y la astronomía ni, para decirlo de otra manera, formular una ley de la gravedad en la que la misma ecuación sirviera para los movimientos de los cuerpos celestes y de los terrestres. Incluso entonces estaba claro que las matemáticas modernas, ya en un pasmoso desarrollo, habían descubierto la sorprendente facultad humana de captar en símbolos esas dimensiones y conceptos que a lo sumo habían sido pensados como negaciones y por lo tanto limitaciones de la mente, porque su inmensidad parecía trascender las mentes de los simples mortales, cuya existencia dura un tiempo insignificante y se halla ligada a un rincón no demasiado importante del universo. Más significativo aún que esta posibilidad —habérselas con entidades que no podía «ver» el ojo de la mente— era el hecho de que el nuevo instrumento mental, en este aspecto incluso más nuevo y significativo que todos los utensilios científicos que ayudó a proyectar, abrió el camino a una manera completamente original de enfocar en el experimento a la naturaleza. En el experimento el hombre se dio cuenta de su recién ganada liberación de los grilletes que le araban a la experiencia sujeta a la Tierra; en lugar de observar los fenómenos naturales tal como se le presentaban, colocó a la naturaleza bajo las condiciones de su propia mente, es decir, bajo las condiciones obtenidas a partir de un universal, astrofísico, cósmico punto de vista, exterior a la propia naturaleza.<br /> Por esta razón las matemáticas se convirtieron en la ciencia guía de la Época Moderna, y este ascenso nada tenía que ver con Platón, quien consideraba a las matemáticas como la más noble de todas las ciencias, superada sólo por la filosofía, a la que nadie debería acercarse sin estar antes familiarizado con el mundo matemático de las formas ideales. Porque las matemáticas (es decir, la geometría) eran la introducción adecuada a ese firmamento de ideas en el que ni las meras imágenes (eidōla) y sombras, ni la materia perecedera, no podían ya interferir la aparición del ser eterno, en el que estas apariciones están seguras y salvas (sōzein ta phainomena), tan purificadas de la sensualidad y mortalidad humanas como del material perecedero. Sin embargo, las formas matemáticas e ideales no eran productos del intelecto, sino que se daban a los ojos de la mente como los datos sensoriales se daban a los órganos de los sentidos; y quienes estaban adiestrados a percibir lo que estaba oculto a los ojos, de la visión corporal y a la mente no preparada de la mayoría, captaban al verdadero ser, o más bien al ser en su verdadera apariencia. Con el auge de la modernidad, las matemáticas no sólo ampliaron su contenido y penetración en el infinito para hacerse aplicables a la inmensidad de un infinito e infinitamente creciente universo en expansión, sino que dejaron de interesarse por las apariencias. Ya no son el comienzo de la filosofía, de la «ciencia» del Ser en su verdadera apariencia, sino que se convierten en la ciencia de la estructura de la mente humana.<br /> Cuando la geometría analítica de Descartes trataba el espacio y la extensión, la res extensa de la naturaleza y del mundo, de manera «que sus relaciones, por complicadas que sean, deben ser siempre expresables en fórmulas algebraicas», las matemáticas lograron reducir y verter todo lo que el hombre no es en modelos que son idénticos a las estructuras mentales humanas. Más aún, cuando la misma geometría analítica mostró «inversamente que las verdades numéricas… pueden representarse por entero espacialmente» se había desarrollado una ciencia física que para su cumplimiento no requería otros principios que los puramente matemáticos, y en esta ciencia el hombre podía moverse, arriesgarse en el espacio con la seguridad de que no encontrada nada que no fuera él mismo, nada que no pudiera reducirse a modelos presentes en él.[342] Ahora 1os fenómenos podían aprovecharse en la medida en que fuera posible reducirlos a un orden matemático, y esta operación matemática no sirve para preparar la mente del hombre para la revelación del verdadero Ser dirigiéndolo a las medidas ideales que aparecen en los datos dados sensorialmente, y servir, por el contrario, para reducir estos datos a la medida de la mente humana, que, dada la suficiente distancia, si es lo bastante remota y no comprometida, puede considerar y manejar la multitud y variedad de lo concreto de conformidad con SUS propios modelos y símbolos. Ya no son formas ideales reveladas al ojo de la mente, sino los resultados de apartar los ojos de la mente, no menos que los del cuerpo, de los fenómenos, de reducir todas las apariencias mediante la fuerza inherente a la distancia.<br /> Bajo esta condición de lejanía, todo agrupamiento de cosas se transforma en simple multitud, y toda multitud, por desordenada, incoherente y confusa que sea, cae en ciertos modelos y configuraciones que poseen la misma validez y no mayor significado que la curva matemática que, según observó Leibniz, siempre puede encontrarse entre puntos colocados al azar en un trozo de papel. Porque sí «puede demostrarse que una trama matemática de cierta clase puede tejerse alrededor de cualquier universo que contenga varios objetos… entonces el hecho de que nuestro universo se preste a tratamiento matemático no es de gran significado filosófico».[343] La verdad es que no es una demostración de un inherente e inherentemente hermoso orden de la naturaleza ni ofrece una confirmación de la mente humana, de su capacidad para superar a los sentidos en perceptividad o de su adecuación como órgano para la recepción de la verdad.<br /> La moderna reductio scientiae ad mathematicam ha superado al testimonio de la naturaleza observado muy de cerca por los sentidos humanos, de la misma manera que Leibniz superó el conocimiento del casual origen y caótica naturaleza del trozo de papel cubierto de puntos. Y la sensación de sospecha, ultraje y desesperación, que fue la primera y espiritualmente sigue siendo la consecuencia más duradera del descubrimiento de que el punto de Arquímedes no era vano sueño de perezosa especulación, no es diferente del ultraje sentido por un hombre que, habiendo observado con sus propios ojos cómo estos puntos se han colocado en el papel de manera arbitraria y sin previsión, se le demuestra y obliga a admitir que sus sentidos y poder de juicio le han traicionado y que lo que vio fue la evolución de una «línea geométrica cuya dirección está constante y uniformemente definida por una regla».[344]<br /> 37. Lo universal y la ciencia natural<br /><br /><br /> Pasaron muchas generaciones y unos cuantos siglos antes de que se revelara el verdadero significado de la revolución de Copérnico y el descubrimiento del punto de Arquímedes. Sólo nosotros, y únicamente desde hace poco más de unas décadas, hemos llegado a vivir en un mundo determinado enteramente por una ciencia y una tecnología cuya verdad objetiva y conocimiento práctico derivan de leyes cósmicas y universales, a diferencia de las terrestres y «naturales», y en el que un conocimiento adquirido al seleccionar un punto de referencia exterior a la Tierra se aplica a la naturaleza terrena y al artificio humano. Hay una profunda zanja entre quienes sabían que la Tierra gira alrededor del Sol, que ninguno de los dos es el centro del universo, y que sacaban la conclusión de que el hombre había perdido su hogar y su privilegiada posición en la creación, y nosotros, que seguimos siendo y probablemente para siempre criaturas ligadas a la Tierra, dependientes del metabolismo con una naturaleza terrena, y que hemos hallado los medios para efectuar procesos de origen cósmico y posiblemente de cósmica dimensión. La línea distintiva entre la Época Moderna y el mundo en que vivimos cabe trazarla en la diferencia entre una ciencia que considera a la naturaleza desde un punto de vista universal y que de esta manera adquiere pleno dominio sobre ella, y una verdadera ciencia «universal» que conlleva procesos cósmicos incluso con el claro peligro de destruir a la naturaleza y, por consiguiente, el dominio que sobre ella tiene el hombre.<br /> Claro está que en el presente lo primero que ocupa nuestras mentes es el enormemente acrecentado poder de destrucción del hombre, el hecho de que somos capaces de arrasar toda vida orgánica y muy probablemente, algún día, de destruir incluso la misma Tierra. Sin embargo, no es menos horrible y difícil de aceptar el correspondiente nuevo poder de creación, el hecho de que podemos producir nuevos elementos que no se encuentran en la naturaleza, que no solamente seamos capaces de especular sobre las relaciones entre masa y energía y su profunda identidad, sino que podamos también transformar la masa en energía o la radiación en materia. Al mismo tiempo, hemos comenzado a poblar el espacio que rodea a la Tierra con estrellas fabricadas por el hombre, creando, por así decirlo, nuevos cuerpos celestes en forma de satélites, y confiamos en que en un futuro no muy lejano podamos realizar lo que las épocas anteriores a la nuestra consideraron como el secreto más grande, más profundo y más sagrado de la naturaleza: la creación o recreación del milagro de la vida. Empleo deliberadamente la palabra «crear» para señalar que estamos haciendo lo que hasta ahora se consideraba prerrogativa de la acción divina.<br /> Este pensamiento nos tacha de blasfemos, y aunque es blasfemo en todo marco de referencia filosófico o teológico de la tradición occidental u oriental, no lo es más que lo que hemos estado haciendo y aspiramos a realizar. El pensamiento pierde su carácter blasfemo en cuanto entendemos lo que Arquímedes comprendió tan perfectamente —aunque no supiera cómo alcanzar su punto exterior a la Tierra—, es decir, que sin importar la forma en que expliquemos la evolución de la Tierra, de la naturaleza y del hombre, su existencia se ha debido a alguna fuerza transmundana, «universal», cuyo trabajo ha de ser comprensible hasta el punto de imitación por alguien que es capaz de ocupar la misma posición. En último término sólo esta asumida situación en el universo exterior a la Tierra nos capacita para producir procesos que no se dan en la Tierra, que no desempeñan ningún papel en la estable materia, pero que son decisivos para crearla. En efecto, la astrofísica y no la geofísica, la ciencia «universal» y no la «natural», podrían haber penetrado los últimos secretos de la Tierra y de la naturaleza en la misma estructura de la cosa. Desde el punto de vista del universo, la Tierra no es más que un caso especial, y como tal puede entenderse; bajo este criterio no puede haber una fundamental distinción entre materia y energía, al ser ambas «sólo formas diferentes de la mismísima sustancia básica».[345]<br /> Ya en Galileo, sin duda desde Newton, la palabra «universal» comenzó a adquirir un significado muy específico; quiere decir «válido más allá de nuestro sistema solar». Y algo similar ha ocurrido con otra palabra de origen filosófico, la palabra «absoluto», «movimiento absoluto» o «velocidad absoluta», con el significado de un tiempo, espacio, movimiento y velocidad que están presentes en el universo y que en comparación con los cuales el tiempo, espacio, movimiento o velocidad ligados a la Tierra son sólo «relativos». Todo lo que ocurre en la Tierra ha pasado a ser relativo desde que la relación de la Tierra con el universo se ha convertido en el punto de referencia de todas las mediciones.<br /> Filosóficamente, parece que la habilidad del hombre para adoptar este punto de vista cósmico, universal, sin cambiar su posición es la más clara indicación de su origen universal, por así decirlo. Es como si ya no necesitáramos teología que nos diga que el hombre no es, no puede ser, de este mundo aunque en él pase su vida; y cabe que un día consideremos el antiguo entusiasmo de los filósofos por lo universal como la primera indicación, algo así como un presentimiento, de que llegaría un tiempo en que los hombres vivirían bajo las condiciones de la Tierra y a la vez podrían actuar sobre ella desde un punto exterior. (El problema consiste —o así lo parece ahora— en que si bien d hombre puede hacer cosas desde un punto de vista «universal», absoluto, lo cual siempre habían considerado imposible los filósofos, ha perdido su capacidad de pensar en términos universales, absolutos, cumpliendo y rechazando al mismo tiempo los modelos e ideales de la filosofía tradicional. En lugar de la antigua dicotomía entre Tierra y firmamento, tenemos otra entre hombre y universo, o entre las capacidades de la mente humana para comprender y las leyes universales que el hombre puede descubrir y manejar sin verdadera comprensión). Cualquiera que sean las recompensas y cargas de este futuro aún incierto, una cosa es segura: aunque afecte grandemente, quizás incluso de manera radical, al vocabulario y al contenido metafórico de las religiones existentes, no abolirá, ni suprimirá, ni siquiera desviará a lo desconocido, que es la región de la fe.<br /> Mientras que la nueva ciencia, la ciencia del punto de Arquímedes, necesitó siglos y generaciones para desarrollar sus plenas potencialidades, y le costó unos dos siglos para el inicio del cambio en el mundo y el establecimiento de nuevas condiciones para la vida del hombre, la mente humana no tardó más de unas décadas, apenas una generación, para sacar ciertas conclusiones de los descubrimientos de Galileo y de la suposición y métodos empleados para realizarlos. La mente humana cambió en años o décadas tan radicalmente como el mundo humano en siglos; y mientras este cambio quedó restringido a los pocos que pertenecían a la más extraña de las sociedades modernas, la sociedad de los científicos y la república de las letras (la única que ha sobrevivido a todos los cambios de convicción y conflicto sin una revolución y sin olvidarse de «respetar al hombre cuyas creencias no se comparten»),[346] esta sociedad anticipó en muchos aspectos, por la pura fuerza de la imaginación adiestra da y controlada, el cambio radical de la mente del hombre moderno que sólo en nuestro tiempo pasó a ser una realidad políticamente demostrable.[347] Descartes no es menos padre de la filosofía moderna que Galileo es el antecesor de la ciencia moderna, y si bien es cierto que después del siglo XVII, y principalmente debido al desarrollo de la filosofía moderna, la ciencia y la filosofía se separaron más radicalmente que antes[348] —Newton fue casi el último en considerar sus propios esfuerzos como «filosofía experimental» y en ofrecer sus descubrimientos a la reflexión de «astrónomos y filósofos»,[349] de la misma manera que Kant fue el último filósofo que era también una especie de astrónomo y de científico natural—,[350] la filosofía moderna debe su origen y su curso exclusivamente más a específicos descubrimientos científicos que cualquier previa filosofía. Que esta filosofía, exacta equivalencia de un punto de vista hace tiempo · descartado del mundo científico, no haya quedado anticuada hoy día, no sólo se debe a la naturaleza de la filosofía que, si es auténtica, posee la misma permanencia y carácter duradero que las obras de arte, sino que en este caso particular se halla estrechamente relacionada a la evolución final de un mundo en el que las verdades, durante muchos años accesibles sólo a unos pocos, han pasado a ser realidades para todo el mundo.<br /> Sería necio pasar por alto la casi demasiado precisa congruencia de la alienación del mundo del hombre moderno con el subjetivismo de la filosofía moderna, desde Descartes y Hobbes hasta el sensualismo, empirismo y pragmatismo ingleses, así como el idealismo y materialismo alemanes hasta el reciente existencialismo fenomenológico y el positivismo lógico o epistemológico. Pero también sería necio creer que lo que desvió la mente del filósofo de las viejas cuestiones metafísicas y la dirigió hacia una gran variedad de introspecciones —introspección en su aparato sensual o cognitivo, en su conciencia, en los procesos psicológicos y lógicos— fue un ímpetu surgido de un desarrollo autónomo de ideas, o, como variación del mismo enfoque, creer que nuestro mundo hubiera sido diferente si la filosofía se hubiera agarrado firmemente a la tradición. Como decíamos antes, no son las ideas, sino los hechos, los que cambian el mundo —el sistema heliocéntrico como idea es tan antiguo como la especulación de Pitágoras y tan persistente en nuestra historia como la tradición neoplatónica, sin que por eso haya cambiado el mundo o la mente humana—, y el autor del hecho decisivo de la Época Moderna es Galileo más que Descartes. Así lo entendía éste, y cuando se enteró del juicio y retractación de Galileo, por un momento estuvo tentado de quemar todos sus papeles, ya que «si el movimiento de la Tierra es falso, todas las bases de mi filosofía son también falsas».[351] Pero Descartes y los filósofos, al elevar lo ocurrido al nivel de firme pensamiento, señalaron con desigual precisión la enorme conmoción del hecho; anticiparon, al menos parcialmente, las perplejidades inherentes al nuevo punto de vista del hombre de las que los científicos no se preocuparon hasta que, en nuestra época, comenzaron a aparecer en su trabajo y a interferirse en sus propias pesquisas. Desde entonces, la curiosa discrepancia entre el carácter de la moderna filosofía, que desde el principio ha sido predominantemente pesimista, y el carácter de la ciencia moderna, que hasta fecha muy reciente ha sido alegremente optimista, se ha superado. Parece que queda poca alegría en ambas.<br /> 38. El auge de la duda cartesiana<br /><br /><br /> La filosofía moderna comenzó con el de omnibus dubitandum est de Descartes, con la duda, pero no con la duda como control inherente a la mente humana para protegerse de las decepciones del pensamiento y de las ilusiones de los sentidos, ni como escepticismo ante los prejuicios y morales de los hombres y de los tiempos, ni siquiera como método crítico de la investigación científica y de la especulación filosófica. La duda cartesiana es de alcance mucho más amplio y de intención demasiado fundamental para determinarla con tan concretos contenidos. En el pensamiento y la filosofía modernos, la duda ocupa la misma posición central que durante siglos ocupó el thaumazein griego; la extrañeza de que todo sea como es. Descartes fue el primero en conceptualizar esta duda moderna, que tras él se convirtió en el evidente e inaudible motor que ha movido todo pensamiento, en el invisible eje a cuyo alrededor se ha centrado todo el pensar. Lo mismo que, desde Platón y Aristóteles hasta la Época Moderna, la filosofía conceptual, en sus representantes mejores y más auténticos, había sido la articulación de la admiración, así la filosofía moderna desde Descartes ha consistido en las articulaciones y ramificaciones de la duda.<br /> La duda cartesiana, en su radical y universal significación, fue originariamente la respuesta a una nueva realidad, no menos real por haber estado restringida durante siglos al pequeño y políticamente insignificante círculo de especialistas y eruditos. Los filósofos comprendieron en seguida que los descubrimientos de Galileo no implicaban un mero desafío al testimonio de los sentidos y que ya no era la razón la que, como en Aristarco y Copérnico, había «cometido tal violación de sus sentidos», en cuyo caso los hombres sólo habrían necesitado elegir entre sus facultades y dejar que la innata razón se convirtiera en «la querida de su credulidad».[352] No era la razón, sino un aparato construido por el hombre, el telescopio, el que cambiaba el punto de vista sobre el mundo físico; no eran la contemplación, la observación y la especulación las que llevaban al nuevo conocimiento, sino la intervención activa del homo faber, su capacidad de fabricar. Dicho con otras palabras, el hombre estuvo engañado mientras confió en que la realidad y la verdad se revelarían a sus sentidos y a su razón con tal de que se mantuviera fiel a lo que veía con los ojos del cuerpo y de la mente. La antigua oposición entre verdad sensorial y racional, entre la inferior capacidad de verdad de los sentidos y la superior de la razón, palidecía ante este desafío, ante la obvia implicación de que ni la verdad ni la realidad se dan, de que ninguna de ellas aparece como es, y que sólo la supresión de las apariencias puede ofrecer una esperanza de lograr el verdadero conocimiento.<br /> El grado en que la razón y la fe en ésta no depende de las percepciones aisladas de los sentidos, cada una de las cuales puede ser una ilusión, sino del indiscutible supuesto de que los sentidos como un todo —mantenidos juntos y gobernados por el sentido común, el sexto y más elevado sentido— ajustan al hombre a la realidad que le rodea, se descubrió entonces. Si el ojo humano traiciona al hombre a tal extremo que muchas generaciones creyeron engañosamente que el Sol gira alrededor de la Tierra, entonces ya no es posible mantener por más tiempo la metáfora de los ojos de la mente; ésta se basaba, aunque implícitamente e incluso cuando se empleaba en oposición a los sentidos, en una esencial confianza en la visión corporal. Si el Ser y la Apariencia se separan para siempre, y esto es —como señaló Marx— el supuesto básico de toda la ciencia moderna, a la fe no le quedó nada para tomar a su cargo; hay que dudar d todo. Fue como si se hubiera convertido en verdad la predicción de Demócrito en el sentido de que una victoria de la mente sobre los sentidos sólo podría terminar en la derrota de la mente, con la diferencia de que ahora la lectura de un aparato parecía haber obtenido una victoria tanto sobre la mente como sobre los sentidos.[353]<br /> La característica sobresaliente de la duda cartesiana es su universalidad, el hecho de que nada, ni pensamiento ni experiencia, puede escapar a ella. Tal vez nadie ha explorado sus verdaderas dimensiones con mayor honestidad que Kierkegaard cuando saltó —no a partir de la razón, como creía, sino de la duda— a la creencia, con lo que llevó la duda al propio corazón de la religión moderna.[354] Su universalidad se extiende desde el testimonio de los sentidos hasta el testimonio de la razón y de la fe debido a que esta duda reside fundamentalmente en la pérdida de la propia evidencia, y todo pensamiento había partido siempre de lo que es evidente en y por sí mismo, evidente no sólo para el pensador, sino para todo el mundo. La duda cartesiana no sólo dudó de que el entendimiento humano puede no abrirse a toda verdad o que la visión humana puede no ser capaz de verlo todo, sino también de que para el entendimiento humano la inteligibilidad no constituye en absoluto una demostración de verdad, de la misma manera que la visibilidad no constituye en modo alguno prueba de realidad. Esta duda pone en cuestión que exista la verdad, y descubre de este modo que el concepto tradicional de verdad, basado en la percepción sensorial o en la razón o en la creencia en la revelación divina, se había basado en el doble supuesto de que lo que verdaderamente existe aparece espontáneamente y que las capacidades humanas son adecuadas para captarlo.[355] Que la verdad se revela a si misma fue credo común de la antigüedad pagana y hebrea, de la filosofía cristiana y secular. Ésta es la razón por la que la moderna filosofía atacó con tanta vehemencia —con una violencia que bordeaba el odio— a la tradición, despachando sumariamente el entusiasmo renacentista sobre el descubrimiento de la antigüedad.<br /> La acerbidad de la duda de Descartes se comprende perfectamente si uno considera que los nuevos descubrimientos asestaban un golpe aún más desastroso a la confianza humana en el mundo y en el universo de lo que indicaba la tajante separación del ser y de la apariencia. Porque la relación entre estos dos ya no es estática como lo había sido el escepticismo tradicional, como si las apariencias ocultaran y encubrieran a un ser verdadero que escapara siempre a la observación del hombre. Por el contrario, este Ser es tremendamente activo y vigoroso: crea sus propias apariencias, aunque dichas apariencias son engañosas. Cualquier cosa que captan los sentidos del hombre es realizada por fuerzas secretas e invisibles, y si mediante ciertos ingeniosos instrumentos esas fuerzas se cogen in fraganti en vez de descubrirlas —como se atrapa a un animal o se coge a un ladrón—, resulta que este Ser tremendamente eficaz es de tal naturaleza que sus revelaciones deben ser ilusiones y las conclusiones sacadas de su apariencia han de ser engaños.<br /> La filosofía de Descartes está acosada por dos pesadillas que en cierto sentido se convirtieron en las pesadillas de toda la Época Moderna, no porque esta época estuviera profundamente influenciada por la filosofía cartesiana, sino porque su emergencia era casi ineludible en cuanto se entendieron las verdaderas implicaciones del punto de vista del Mundo Moderno. Estas pesadillas son muy simples y muy bien conocidas. En una de ellas se duda de la realidad del mundo y de la vida humana; si no se puede confiar en los sentidos, ni en la razón, ni en el sentido común, cabe perfectamente que todo lo que consideremos realidad sólo sea un sueño. La otra se refiere a la general condición humana tal como fue revelada por los nuevos descubrimientos y a la imposibilidad por parte del hombre de confiar en sus sentidos y su razón; bajo estas circunstancias parece mucho más probable que un mal espíritu, un dieu trompeur, intencionada y malévolamente traicione al hombre que no que ese dios sea el gobernante del universo. La consumada perversidad de este espíritu malo consistiría en haber creado a un ser que, si bien tiene el concepto de verdad, es incapaz de alcanzar verdad alguna, de estar seguro de algo.<br /> Este último punto, la cuestión de la certeza, iba a ser decisivo en el desarrollo de la moralidad moderna. Lo que se perdió en la Época Moderna no fue la aptitud por la verdad, la realidad, la fe, ni la concomitante e inevitable aceptación del testimonio de los sentidos y de la razón, sino la certeza que anteriormente iba con ellas. En la religión no fue la creencia en la salvación o en el más allá lo que inmediatamente se perdió, sino la certitudo salutis, y esto ocurrió en todos los países protestantes en los que la caída de la Iglesia católica había eliminado la última institución ligada a la tradición que, donde su autoridad no fue desafiada, se mantuvo entre el choque de la modernidad y las masas de creyentes. De la misma manera que la inmediata consecuencia de esta pérdida de certeza fue un nuevo celo para hacer el bien en esta vida como si fuera un período más largo de prueba,[356] así la pérdida de la certeza en la verdad terminó en un nuevo y sin precedente celo por la veracidad, como si el hombre pudiera permitirse el lujo de ser un embustero sólo cuando estaba seguro de la existencia no desafiada de la verdad y de la realidad objetiva, que sin duda sobreviviría y derrotaría a todas sus mentiras.[357] El radical cambio que sufrieron los modelos morales en el primer siglo de la Época Moderna se inspiró en las necesidades e ideales de su más importante grupo de hombres, los nuevos científicos; y las modernas virtudes cardinales —éxito, industria y veracidad— son al mismo tiempo las más grandes virtudes de la ciencia moderna.[358]<br /> Las sociedades ilustradas y las reales academias pasaron a ser centros moralmente influyentes donde los científicos estaban organizados con el fin de encontrar caminos y medios con los que atrapar a la naturaleza mediante experimentos e instrumentos, de tal modo que ésta se viera obligada a rendir sus secretos. Y esta gigantesca tarea, sólo adecuada al esfuerzo colectivo de las mentes, prescribió las normas de conducta y los nuevos modelos de juicio. Si antiguamente la verdad residió en la especie de «teorías» que desde los griegos significó la mirada contemplativa del espectador interesado en —y que recibía— la realidad que se revelaba ante él, ahora la cuestión del éxito se impuso y la prueba de la «teoría» se convirtió en prueba «práctica», funcionara o no funcionara. La teoría pasó a ser hipótesis, y el éxito de la hipótesis se convirtió en verdad. Sin embargo, este importante modelo de éxito no depende de consideraciones prácticas o de desarrollos técnicos que pueden ir o no acompañados de específicos descubrimientos científicos. El criterio del éxito es inherente a la misma esencia y progreso de la ciencia moderna, completamente al margen de su aplicabilidad. Aquí d éxito no es el vacío ídolo en que degeneró en la sociedad burguesa; era, y sigue siéndolo en las ciencias, un verdadero triunfo de la inventiva humana sobre las abrumadoras desigualdades.<br /> La solución cartesiana de la duda universal o su salvación de las dos pesadillas interrelacionadas —que todo es sueño y no existe la realidad y que no es Dios, sino un mal espíritu, quien gobierna el mundo y se burla del hombre— fue similar en método y contenido al desviarse de la verdad a la veracidad y de la realidad a la confiabilidad. La convicción de Descartes de que «aunque nuestra mente no es la medida de las cosas o de la verdad, sin duda debe ser la medida de las cosas que afirmamos o negamos»,[359] es un eco de lo que habían descubierto los científicos en general y sin articulación explícita: que incluso si no existe la verdad, el hombre puede ser verdadero, e incluso si no hay certeza confiable, el hombre puede ser digno de confianza. Si había salvación, tenía que radicar en el propio hombre, y si existía una solución a las cuestiones planteadas por la duda, tenía que proceder del dudar. Si todo se ha hecho dudoso, al menos la duda es cierta y real. Cualquiera que sea el estado de la realidad y de la verdad tal como se dan a los sentidos y a la razón, «nadie puede dudar de su duda y permanecer inseguro de si duda o no duda».[360] El famoso cogito ergo sum (pienso, luego existo) no le surgió a Descartes de una autocerteza de pensamiento como tal —en cuyo caso el pensamiento habría adquirido una nueva dignidad y significado para el hombre—, sino que era una mera generalización de un dubito ergo sum.[361] Dicho con otras palabras, de la mera certeza lógica de que al dudar de algo conozco un proceso de duda en mi conciencia, Descartes sacó la conclusión de que esos procesos que prosiguen en la mente del hombre tienen una certeza por sí mismos, que pueden convertirse en el objeto de la investigación en la introspección.<br /> 39. La introspección y la pérdida del sentido común<br /><br /><br /> En realidad, la introspección, no la reflexión de la mente del hombre sobre el estado de su alma o cuerpo, sino el puro interés cognitivo de la conciencia por su propio contenido (y ésa es la esencia de la cogitatio cartesiana, en la que cogito siempre significa cogito me cogitare), debe producir certeza, ya que aquí sólo queda implicado lo que la mente ha producido por sí misma; nadie a excepción del productor del producto se ha interferido, el hombre no hace frente a nada ni a nadie sino a sí mismo. Mucho antes de que las ciencias físicas y naturales comenzaran a preguntarse si el hombre es capaz de enfrentarse, conocer y comprender algo que no sea él, la moderna filosofía se había cerciorado de que en la introspección el hombre sólo se interesa por sí mismo. Descartes creía que la certeza producida por este nuevo método de introspección era la certeza del yo soy.[362] Dicho con otras palabras, el hombre lleva su certeza, la de su existencia, dentro de él; el puro funcionamiento de la conciencia, aunque no puede asegurar una realidad mundana dada a los sentidos y a la razón, confirma fuera de duda la realidad de las sensaciones y del razonamiento, es decir, la realidad de los procesos que se dan en la mente. Éstos no son diferentes a los procesos biológicos que se desarrollan en el cuerpo y de cuya realidad, cuando se les conoce, queda uno convencido. Puesto que incluso los sueños son reales, ya que presuponen un soñador y un sueño, el mundo de la conciencia es bastante real. La única dificultad radica en que de la misma manera que sería imposible inferir del conocimiento de los procesos corporales el verdadero aspecto de cualquier cuerpo, incluyendo el propio, resulta también imposible alcanzar a partir de la mera conciencia de las sensaciones, en la que uno siente sus sentidos y en la que incluso el objeto sentido pasa a ser parte de la sensación, la realidad con sus formas, aspectos, colores y constelaciones. El árbol visto puede ser lo suficientemente real para la sensación de la visión, de igual modo que el árbol soñado es lo suficientemente real para el soñador mientras dura el sueño, pero ninguno de los dos puede convertirse en árbol verdadero.<br /> Partiendo de estas perplejidades, Descartes y Leibniz tuvieron que demostrar no la existencia de Dios, sino Su bondad, el primero demostrando que ningún mal espíritu gobierna el mundo y se burla del hombre, y el otro que este mundo, incluido el hombre, es el mejor de los mundos posibles. La característica de estas justificaciones exclusivamente modernas, desde Leibniz conocidas como teodiceas, es que la duda no se interesa por la existencia de un ser más elevado, que se da ya por sentado, sino por su revelación, tal como se da en la tradición bíblica, y por sus intenciones con respecto al hombre y al mundo, o más bien por la adecuación de la relación entre hombre y mundo. De estas dos, la duda de que la Biblia o la naturaleza contiene la revelación divina es cosa natural, u na vez que se ha demostrado que la revelación como tal, el descubrimiento de la realidad a los sentidos y de la verdad a la razón, no es garantía para ninguno de los dos. Sin embargo, la duda sobre la bondad de Dios, la noción de un dieu trompeur, surgió de la misma experiencia de la decepción inherente a la aceptación del nuevo punto de vista del mundo, decepción cuya acerbidad radica en su irremediable repetición, ya que ningún conocimiento sobre la naturaleza heliocéntrica de nuestro sistema planetario puede cambiar el hecho de que todos los días se ve al Sol circundar la Tierra, levantándose y poniéndose en su lugar predeterminado. Sólo cuando se comprendió que, de no haber sido por la casual aparición del telescopio, el hombre quizá se hubiera mantenido en el engaño para siempre, los designios de Dios se hicieron inescrutables; cuanto más aprendía el hombre sobre el universo, menos entendía las intenciones y propósitos por los que había sido creado. La bondad del Dios de las teodiceas es, por lo tanto, estrictamente la cualidad de un deus ex machina; la bondad inexplicable es en esencia la última cosa que salva a la realidad en la filosofía de Descartes (la coexistencia de mente y extensión, res cogitans y res extensa), como salva la preestablecida armonía entre el hombre y el mundo en la filosofía de Leibniz.[363]<br /> La verdadera ingeniosidad de la introspección cartesiana, y de ahí la razón de que esta filosofía fuera tan importante para el desarrollo espiritual e intelectual de la Época Moderna, radica en que empleó la pesadilla de la no-realidad como recurso para sumergir todos los objetos mundanos en la corriente de la conciencia y de sus procesos. El «árbol visto» hallado en la conciencia median te la introspección ya no es el árbol dado por la vista y el tacto, entidad en sí misma con un inalterable e idéntico aspecto propio. Al ser elaborado en un objeto de conciencia al mismo nivel que una cosa meramente recordada o por completo imaginaria, pasa a ser parte integrante de este proceso, de esa conciencia, es decir, lo que uno conoce solamente como una corriente siempre en movimiento. Quizá nada preparó mejor nuestras mentes para la final disolución de la materia en energía, de los objetos en un remolino de casos atómicos, que esa disolución de la realidad objetiva en los estados subjetivos de la mente o, más bien, en los procesos subjetivos mentales. En segundo lugar, y esto aún fue de mayor pertinencia en las etapas iniciales de la Época Moderna, el método cartesiano de asegurar la certeza sobre la duda universal correspondió más precisamente a la más obvia conclusión que iba a extraerse de la nueva ciencia física: aunque no se puede conocer la verdad como algo dado y revelado, el hombre puede al menos conocer lo que hace. Esto se convirtió en la actitud más generalmente aceptada de la Época Moderna, y dicha convicción, más que la duda subyacente, empujó a una generación tras otra durante más de trescientos años a caminar con paso siempre acelerado por la senda de los descubrimientos y del desarrollo.<br /> La razón cartesiana se basa por entero «en la implícita asunción de que la mente sólo puede conocer lo que ha producido y retiene en cierto sentido dentro de sí».[364] Por lo tanto, su ideal más elevado debe ser el conocimiento matemático tal como lo entiende fa Época Moderna, es decir, no el conocimiento de formas ideales dadas fuera dela mente, sino de formas producidas por una mente que en este caso particular ni siquiera necesitó el estímulo —o, más bien, la irritación— de los sentidos por objetos distintos a ella misma. Esta teoría la califica Whitehead como «el resultado del sentido común en retirada».[365] Porque el sentido común, que en otro tiempo babia sido el que ajustaba a. · los otros sentidos, con sus sensaciones íntimamente privadas, en el mundo común, al igual que la visión ajustaba al hombre al mundo visible, se convirtió en una facultad interior sin relación con el mundo. Se le llamó sentido común simplemente porque era común a todos. Lo que entonces tienen en común los hombres no es el mundo, sino la estructura de sus mentes, y ésta no pueden tenerla en común, estrictamente hablando; sólo su facultad de razonamiento puede ser común a todos.[366] El hecho de que, planteado el problema de saber qué suman dos más dos, la respuesta de todos sea la misma, cuatro, en adelante se convierte en el modelo de razonamiento del sentido común.<br /> La razón, en Descartes no menos que en Hobbes, pasa a ser «consciente de las consecuencias», de la facultad de deducir y sacar conclusiones, es decir, un proceso que el hombre puede en todo momento desencadenar dentro de sí mismo. La mente de este hombre —para seguir en la esfera de las matemáticas— ya no considera que «dos más dos son cuatro» como una ecuación en la que dos términos se equilibran en una evidente armonía, sino que entiende dicha ecuación como expresión de un proceso en el que dos más dos se convierten en cuatro con el fin de generar posteriores procesos de suma que finalmente llevarán al infinito. La Época Moderna califica a esta facultad como razonamiento del sentido común; es el juego de la mente consigo misma, que se da cuando ésta se cierra a toda realidad y únicamente se «siente» a sí misma. Los resultados de este juego son «verdades» apremiantes porque la estructura de las mentes de dos hombres se supone que no difiere más que el aspecto de sus respectivos cuerpos. Cualquier diferencia que haya es una diferencia de fuerza mental, que puede probarse y medirse como si fuera un caballo de fuerza. Aquí la vieja definición del hombre como animal rationale adquiere terrible precisión: desprovistos del sentido mediante el cual los cinco sentidos animales del hombre se ajustan al mundo común de todos los hombres, los seres humanos no son más que animales capaces de razonar, «de tener en cuenta las consecuencias».<br /> La perplejidad inherente al descubrimiento del punto de Arquímedes fue y sigue siendo el hecho de que el punto situado fuera de la Tierra lo encontrara una criatura sujeta a la Tierra, quien en cuanto intentó aplicar su criterio del mundo universal a su real medio ambiente vio que no sólo vivía en un mundo diferente, sino también trastornado. La solución cartesiana a esta perplejidad fue trasladar el punto de Arquímedes al interior del propio hombre,[367] elegir como último punto de referencia el modelo de la mente humana, la cual manifiesta b realidad y certeza en un entramado de fórmulas matemáticas que son sus propios productos. Aquí la famosa reductio scientiae ad mathematicam permite reemplazar lo que se da sensualmente por un sistema de ecuaciones matemáticas en el que todas las relaciones reales se disuelven en lógicas relaciones entre símbolos hechos por el hombre. Dicho reemplazo permite a la ciencia moderna cumplir su «tarea de producir» los fenómenos y objetos que desea observar.[368] Y se da por supuesto que ni Dios ni un espíritu maligno pueden cambiar el hecho de que dos más dos sean cuatro.<br /> 40. El pensamiento y el punto de vista del mundo moderno<br /><br /><br /> El traslado cartesiano del punto de Arquímedes a la mente del hombre, si bien capacitó al hombre a llevarlo, por así decirlo, dentro de sí dondequiera que fuera, liberándose por completo de la realidad dada —es decir, de la condición humana de ser habitante de la Tierra—, quizá nunca ha sido tan convincente como la duda universal de la que surgió y que se suponía iba a disipar.[369] De todos modos, hoy día encontramos en las dudas que asaltan a los científicos en medio de sus mayores triunfos las mismas pesadillas que han obsesionado a los filósofos desde el comienzo de la Época Modera. Dicha pesadilla está presente en el hecho de que una ecuación matemática, como la de masa y energía —que originalmente se destinó únicamente a salvar los fenómenos, a estar de acuerdo con los hechos observables que también podían explicarse de modo diferente, al igual que los sistemas de Ptolomeo y de Copérnico diferían originalmente sólo en sencillez y armonía—, se presta a una conversión muy real de masa en energía y viceversa, de modo que la «conversión» matemática implícita en toda ecuación corresponde en la realidad a la convertibilidad; se halla presente en el misterioso fenómeno de haber encontrado los sistemas de matemáticas no euclidianas sin premeditación de aplicabilidad ni siquiera de significado empírico antes de que alcanzara su sorprendente validez en la teoría de Einstein; y aún es más turbadora en la inevitable conclusión de que «la posibilidad de tal aplicación debe mantenerse abierta a todo, incluso a las más remotas construcciones de las matemáticas puras».[370] Si fuera cierto que todo un universo, o más bien cualquier número de universos completamente diferentes, cobraran existencia y «demostraran» cualquier modelo construido por la mente humana, el hombre podría, por un momento, regocijarse en una reafirmación de la «preestablecida armonía entre las matemáticas puras y la física»,[371] entre mente y materia, entre el hombre y el universo. Pero será difícil evitar la sospecha de que este mundo matemáticamente preconcebido sea un mundo de ensueño en el que toda soñada visión que produce el hombre sólo tiene el carácter de realidad mientras dura el ensueño. Y las sospechas aumentarán al descubrir que los hechos y casos que acaecen en lo infinitamente pequeño, en el átomo, siguen las mismas leyes y regularidades que se dan en lo infinitamente grande, en los sistemas planetarios.[372] Lo que esto parece indicar es que si investigamos la naturaleza desde el punto de vista de la astronomía recibimos sistemas planetarios, mientras que si realizamos nuestras investigaciones astronómicas desde el punto de vista de la Tierra obtenemos sistemas geocéntricos, es decir, terrestres.<br /> En todo caso; dondequiera que intentamos trascender la apariencia más allá de toda experiencia sensual, incluso con ayuda de aparatos, con el fin de captar los secretos esenciales del Ser, que según nuestro punto de vista del mundo físico se halla tan oculto que nunca aparece y al mismo tiempo es tan poderoso que produce toda apariencia, encontramos que los mismos modelos rigen al macrocosmos y el microcosmos, que los aparatos registran las mismas lecturas. Aquí, una vez más, cabe que nos recreemos en una reencontrada unidad del universo para caer luego en la sospecha de que tal vez lo que hemos encontrado nada tiene que ver con el macrocosmos o el microcosmos, que sólo tratamos con modelos de nuestra mente, la que diseñó los aparatos y puso a la naturaleza bajo sus condiciones en el experimento —que prescribió sus leyes a la naturaleza, según la frase de Kant—, en cuyo caso es como si nos halláramos en manos de un espíritu maligno que se buda de nosotros y frustra nuestra sed de conocimiento, de tal modo que al buscar lo que no somos, encontramos solamente los modelos de nuestra propia mente.<br /> La duda cartesiana, lógicamente la más razonable y cronológicamente la consecuencia más inmediata del descubrimiento de Galileo, fue acallada durante siglos por el ingenioso desplazamiento del punto de Arquímedes al interior del propio hombre, al menos en lo que respecta a la ciencia natural. Pero la «matematización» de la física, mediante la que se realizó la absoluta renuncia de los sentidos en favor del conocimiento, tuvo en sus últimas etapas la inesperada y sin embargo razonable consecuencia de que toda cuestión que el hombre plantea a la naturaleza se contesta en términos matemáticos a los que no puede adecuarse ningún modelo, puesto que uno tendría que estar ahormado según nuestras experiencias sensoriales.[373] En este punto, la conexión entre pensamiento y experiencia de los sentidos, inherente a la condición humana, parece cobrarse su venganza: si bien la tecnología demuestra la «verdad» de los conceptos más abstractos de la ciencia moderna, sólo demuestra que el hombre siempre puede aplicar los resultados de su mente, que sea cual sea el sistema que emplee para la explicación de los fenómenos naturales siempre podrá adoptarlo como principio-guía para hacer y actuar. Esta posibilidad estaba latente incluso en el comienzo de las modernas matemáticas, cuando resultó que las verdades numéricas podían traducirse plenamente en relaciones espaciales. Si, por lo tanto, la ciencia actual apunta en su perplejidad a logros técnicos para «probar» que tratamos con un «auténtico orden» dado en la naturaleza,[374] parece que ha caído en un círculo vicioso, que cabe formular así: los científicos formulan sus hipótesis para disponer sus experimentos y luego usan dichos experimentos para comprobar sus hipótesis; durante toda esta actividad está claro que tratan con una naturaleza hipotética.[375]<br /> Dicho con otras palabras, el mundo del experimento siempre parece capaz de convertirse en una realidad hecha por el hombre, y esto, que acrecienta el poder del hombre para hacer y actuar, incluso para crear un mundo, mucho más allá de lo que cualquier época anterior se atrevió a imaginar en sueños y fantasías, por desgracia hace retroceder una vez más al hombre —y ahora de manera más enérgica— a la cárcel de su propia mente, a las limitaciones de los modelos que él mismo creó. En el momento en que desea lo que todas las épocas anteriores lograron, es decir, experimentar la realidad de lo que no es, encontrará que la naturaleza y el universo «se le escapan» y que un universo construido a partir del comportamiento de la naturaleza en el experimento y de acuerdo con los principios que el hombre puede traducir técnicamente en una realidad laborante carece de posible representación. La novedad aquí no es que existan cosas de las que no podernos formar una imagen —tales «cosas» fueron siempre conocidas y entre ellas se contaba, por ejemplo, el «alma»—, sino que las cosas materiales que vemos y representamos y que nos sirvieron para juzgar las cosas inmateriales cuyas imágenes no podemos formar son también «inimaginables». Con la desaparición del mundo sensualmente dado, desaparece también el mundo trascendente, y con él la posibilidad de trascender el mundo material en concepto y pensamiento. Por lo tanto, no es sorprendente que el nuevo universo no sea sólo «prácticamente inaccesible, sino ni siquiera pensable», ya que, «por mucho que lo pensemos, es falso; quizá no tan falto de significado como un “círculo triangular”, pero mucho más que un “león alado”».[376]<br /> La universal duda cartesiana ha alcanzado ahora al corazón de la propia ciencia física; porque la huida hacia la mente del hombre está cerrada si resulta que el moderno universo físico no sólo no se presenta, lo que es natural bajo el supuesto de que ni la naturaleza ni el Ser se revelan a los sentidos, sino que además es inconcebible, impensable en términos de puro razonamiento.<br /> 41. La inversión de la contemplación y de la acción<br /><br /><br /> Quizá la más importante de las consecuencias espirituales de los descubrimientos de la Época Moderna y, al mismo tiempo, la única que pudo evitarse, puesto que seguía muy de cerca al descubrimiento del punto de Arquímedes y al concomitante auge de la duda cartesiana, haya sido la inversión del orden jerárquico entre la vita contemplativa y la vita activa.<br /> Para atender el carácter apremiante de los motivos que llevaran a dicha inversión es necesario ante todo librarnos del prejuicio común que atribuye el desarrollo de la ciencia moderna, debido a su aplicabilidad, al deseo pragmático de mejorar las condiciones de la vida humana en la Tierra. Es un hecho histórico que la moderna tecnología no se origina en la evolución de esos utensilios que el hombre había diseñado con el doble propósito de facilitar sus labores y crear el artificio humano, sino exclusivamente en una búsqueda no práctica de conocimiento inútil. Así, el reloj, uno de los primeros instrumentos modernos, no se inventó pensando en fines prácticos, sino de modo exclusivo con el elevado propósito «teórico» de realizar ciertos experimentos sobre la naturaleza. No cabe duda de que este invento, en cuanto se vio su utilidad práctica, cambió el ritmo y la fisonomía de la vida humana; pero desde el punto de vista de los inventores, el resultado fue simple incidente. Si sólo hubiéramos confiado en el llamado instinto práctico del hombre, no cabría hablar de ninguna clase de tecnología, y, aunque en la actualidad los inventos técnicos ya existentes llevan cierto impulso que posiblemente generará mejoras hasta un cierto punto, no es probable que nuestro mundo técnicamente condicionado sobreviva, y mucho menos que se desarrolle, si nos convencemos de que el hombre es primordialmente un ser práctico.<br /> Al margen de lo que ocurra, la experiencia fundamental de la inversión de la contemplación y de la acción fue precisamente que la sed de conocimientos del hombre sólo podía saciarse si confiaba en la inventiva de sus manos. No se trataba de que la verdad y el conocimiento ya no eran importantes, sino de que sólo se podían alcanzar mediante la «acción» y no por la contemplación. Un aparato, el telescopio, construido por las manos del hombre, obligó finalmente a la naturaleza, o más bien al universo, a entregar sus secretos. Las razones para confiar en el hacer y desconfiar de la contemplación u observación aún se hicieron más convincentes tras los resultados de las primeras investigaciones. Separados el ser y la aparición y dado por supuesto que la verdad ya no se presentaba, no se revelaba al ojo mental del observador, surgió una verdadera necesidad de buscar la verdad tras las apariencias engañosas. Nada podía ser menos digno de confianza para adquirir conocimientos y aproximarse a la verdad que la observación pasiva o la mera contemplación. Para estar en lo cierto había que cerciorarse, y para conocer había que hacer. Sólo podía alcanzarse la certeza del conocimiento bajo una doble condición: primera, que el conocimiento sólo se relacionara con lo que uno había hecho —de modo que, al tratar con entidades autorrealizadas de la mente, su ideal se convirtió en el conocimiento matemático—, y segunda, que el conocimiento fuera de tal naturaleza que sólo pudiera comprobarse mediante nueva acción.<br /> Desde entonces la verdad científica y la filosófica se separaron; la primera no sólo no necesitaba ser eterna, sino ni siquiera comprensible o adecuada a la razón humana. Pasaron muchas generaciones de científicos antes de que la mente del hombre se atreviera a enfrentarse por entero a esta implicación de la modernidad. Si la naturaleza y el universo son productos de un hacedor divino, y si la mente humana es incapaz de entender lo que el hombre no ha hecho por sí mismo, no cabe que el hombre confíe en aprender algo sobre la naturaleza que pueda entender. Quizá pueda, mediante la inventiva, averiguar e incluso imitar los esquemas de los procesos naturales, pero eso no significa que dichos esquemas tengan sentido para él: no tienen que ser necesariamente inteligibles. En realidad, ninguna supuesta revelación divina suprarracional y ninguna supuestamente abstrusa verdad filosófica ha ofendido tan notoriamente a la razón humana como ciertos resultados de la ciencia moderna. Cabe decir con Whitehead: «El cielo sabe qué aparente tontería puede el día de mañana quedar como demostrada verdad».[377]<br /> El cambio ocurrido en el siglo XVII fue mucho más radical de lo que es capaz de indicar una simple inversión del tradicional orden establecido entre la contemplación y la acción. Estrictamente hablando, la inversión afectó solamente a la relación entre pensamiento y acción, mientras que la contemplación, en el sentido original de contemplar la verdad, fue eliminada por completo. Porque pensamiento y contemplación no son lo mismo. Tradicionalmente, el pensamiento se concibió como d camino más directo e importante que llevaba a la contemplación de la verdad. Desde Platón, y probablemente desde Sócrates, el pensamiento se entendió como el diálogo interior con el que uno habla consigo (eme emautō, en los diálogos de Platón); y aunque este diálogo carece de toda manifestación externa e incluso requiere un cese más o menos completo de las demás actividades, constituye por sí mismo un estado grandemente activo. Su inactividad externa está claramente separada de la pasividad, de la completa quietud, en la que la verdad se revela finalmente al hombre. El escolasticismo medieval, que consideró a la filosofía como la asistenta de la teología, podía muy bien haber recurrido a Platón y a Aristóteles; ambos, si bien en un contexto muy diferente, consideraron este proceso de pensamiento dialogal como el medio para preparar al alma y llevar a la mente a la contemplación de la verdad más allá del pensamiento y del discurso, una verdad que es arrbēton, incapaz de comunicarse mediante palabras, como señala Platón,[378] o está más allá del discurso, como en Aristóteles.[379]<br /> La inversión de la Época Moderna consistió, pues, en elevar la acción al rango de contemplarla como el estado más elevado del ser humano, como si en adelante la acción fuera el significado último en virtud del cual tenía que interpretarse la contemplación, al igual que, hasta ese tiempo, todas las actividades de la vita activa se habían juzgado y justificado en la medida en que hacían posible la vita contemplativa. La inversión afectó sólo al pensamiento, que a partir de entonces fue el sirviente de la acción como ésta había sido la ancilla theologiae, la asistenta de la contemplación de la verdad divina en la filosofía medieval y la asistenta de la contemplación de la verdad del Ser en la filosofía antigua. La propia contemplación se vació de significado.<br /> El carácter radical de esta inversión está un tanto oscurecido por otra clase de inversión, con la que es frecuentemente identificada y que, desde Platón, ha dominado la historia del pensamiento occidental. Quien lea la alegoría de la caverna en la República de Platón a la luz de la historia griega comprenderá en seguida que el periagōgē, el giro que Platón exige al filósofo equivale en realidad a una inversión del orden del mundo homérico. No es la vida tras la muerte, como en el Hades homérico, sino la vida corriente en la Tierra la que se localiza en una «caverna», en un averno; el alma no es la sombra del cuerpo, sino que éste es la sombra del alma, y el movimiento sin sentido, fantasmal, que atribuye Homero a la existencia sin vida del alma en el Hades tras la muerte, se atribuye ahora a las acciones sin sentido de los hombres que no abandonan la caverna de la existencia humana para contemplar las ideas eternas visibles en el firmamento.[380]<br /> En este contexto, sólo me importa el hecho de que la tradición platónica de pensamiento tanto filosófico como político comenzó con una inversión, y que esta original inversión determinó en gran medida los modelos de pensamiento en los que cayó casi automáticamente la filosofía occidental en cualquier lugar donde no estuvo animada por un gran y original ímpetu filosófico. La filosofía académica ha estado desde entonces dominada por las inacabables inversiones de idealismo y materialismo, de trascendentalismo e inmanentismo, de realismo y nominalismo, de hedonismo y ascetismo, etcétera. Lo que aquí importa es la invertibilidad de todos estos sistemas, que se puedan poner hacia arriba o hacia abajo en cualquier momento de la historia sin requerir acontecimientos históricos o cambios en los elementos estructurales. Los propios conceptos siguen siendo lo mismo cualquiera que sea el lugar donde se les coloque en los varios órdenes sistemáticos. En cuanto Platón logró hacer invertibles estos conceptos y elementos estructurales, las inversiones dentro del curso de la historia intelectual ya no necesitaron más que la experiencia puramente intelectual, experiencia dentro del marco del pensamiento conceptual. Estas inversiones comenzaron ya en la tardía antigüedad con las escuelas filosóficas y siguen siendo parte de la tradición occidental. La misma tradición, el mismo juego intelectual con emparejadas antítesis rige, en cierto grado, las famosas inversiones modernas de las jerarquías espirituales, tal como el vuelco de Marx a la dialéctica hegeliana o la revolución nietzscheana de lo sensual y natural en contraste con lo supersensual y supernatural.<br /> La inversión que tratamos aquí, la consecuencia espiritual de los descubrimientos de Galileo, aunque se ha interpretado frecuentemente en función de las inversiones tradicionales y por consiguiente como integrante de la historia occidental de las ideas, es de naturaleza diferente por completo. La convicción de que la verdad objetiva no se le da al hombre y de que sólo puede conocer lo que él mismo hace, no es resultado del escepticismo sino de un descubrimiento demostrable, y por lo tanto no lleva a la renuncia sino a la actividad redoblada o a la desesperación. La pérdida del mundo de la moderna filosofía, cuya introspección descubrió la conciencia como el sentido interior con el que uno siente sus sentidos y que consideró como la única garantía de la realidad, es diferente no solamente en grado de la antigua sospecha de los filósofos hacia el mundo y los otros con quienes comparten dicho mundo; el filósofo ya no pasa del mundo de la engañosa caducidad a otro de verdad eterna, sino que se aleja de ambos y se adentra en sí mismo. Lo que descubre en la región del yo interior no es una imagen cuya permanencia pueda contemplarse, sino por el contrario el movimiento constante de las percepciones sensuales y la no menos constante actividad de la mente. Desde el siglo XVII la filosofía ha logrado los mejores y menos disputados resultados al investigar, mediante un supremo esfuerzo de autoinspección, los procesos de los sentidos y de la mente. En este aspecto, la mayor parte de la filosofía moderna es teoría del conocimiento y psicología, y en los pocos casos en que hombres como Pascal, Kierkegaard y Nietzsche dieron plena realidad a las potencialidades del método de introspección cartesiano, cabe decir que los filósofos experimentaron consigo mismo de manera no menos radical e incluso quizá más valerosa que lo hicieron los científicos con la naturaleza.<br /> Por mucho que admiremos el valor y respetemos la extraordinaria inventiva de los filósofos a la largo de la Época Moderna, apenas puede negarse que su influencia e importancia decreció más que nunca hasta entonces. No fue en el pensamiento medieval, sino en el moderno, donde la filosofía pasó a desempeñar un segundo e incluso tercer papel. Después de que Descartes basó su propia filosofía en los descubrimientos de Galileo, la filosofía pareció condenada a ir siempre un paso por detrás de los científicos y de sus descubrimientos cada vez más asombrosos, cuyos principios se ha esforzado arduamente en descubrir ex post facto y adecuar en alguna interpretación total de la naturaleza del conocimiento humano. Como tal, la filosofía no ha sido necesaria a los científicos, quienes creían —al menos hasta nuestra época— que no necesitaban sirvienta, y menos aún una que «llevara la antorcha delante de su agradable señora» (Kant). Los filósofos se convirtieron en epistemólogos, preocupándose por una teoría total de la ciencia que los científicos no necesitaban, o bien pasaron a ser lo que Hegel deseaba que fueran: órganos del Zeitgeist, portavoces que expresaron con conceptual claridad el talante general de la época. En ambos casos, consideraran la naturaleza o la historia, intentaron entender y arreglarse con lo que ocurría sin ellos. Sin duda alguna, la filosofía sufrió más debido a la modernidad que cualquier otro campo del esfuerzo humano, y resulta difícil decir si sufrió más por el ascenso casi automático de la actividad a una dignidad del todo inesperada y sin precedentes, o debido a la pérdida de la verdad tradicional, es decir, del concepto de verdad en que se basaba nuestra tradición.<br /> 42. La inversión dentro de la vita activa y la victoria del homo faber<br /><br /><br /> Hacer y fabricar, prerrogativas del homo faber, fueron las primeras actividades de la vita activa que ascendieron al puesto ocupado anteriormente por la contemplación. Dicho ascenso fue bastante natural, ya que las actividades del hombre como fabricante de utensilios llevaba a la revolución moderna. A partir de entonces, todo el progreso moderno ha estado muy íntimamente ligado al desarrollo cada vez más refinado de la manufactura de útiles e instrumentos. A manera de ejemplo cabe decir que si bien los experimentos de Galileo sobre la caída de los cuerpos pesados podrían haberse realizado en cualquier momento histórico con tal de que los hombres se hubieran sentido inclinados a buscar la verdad por medio de los experimentos, el de Michelson con el interferómetro a finales del siglo XIX no se basa sólo en su «genio experimental», sino que «requirió el avance de la tecnología», y por lo tanto «no pudo hacerse antes de cuando se hizo».[381]<br /> No fue únicamente el conjunto de instrumentos —y de ahí la ayuda que el hombre solicitó de1 homo faber para adquirir conocimientos— lo que hizo ascender a estas actividades desde su humilde puesto en la jerarquía de las capacidades humanas. Aún más decisivo fue el factor de hacer y fabricar presente en el propio experimento, que produce sus fenómenos de observación y que por consiguiente depende desde el principio de la capacidad productiva del hombre. El empleo del experimento con el fin de adquirir conocimientos era ya la consecuencia de la convicción de que uno sólo puede saber lo que él mismo ha hecho, ya que esta convicción significaba que cabía aprender sobre las cosas no hechas por el hombre y ello mediante el cálculo e imitación de los procesos que dan existencia a esas cosas. El muy discutido cambio de acentuación en la historia de la ciencia de las viejas preguntas sobre la existencia de algo o las causas de ella, al modo como cobró existencia es consecuencia directa de dicha convicción, y su respuesta sólo puede hallarse en el experimento. Éste repite el proceso natural como si el propio hombre estuviera a punto de hacer objetos a partir de la naturaleza, y aunque en las primeras etapas de la Época Moderna ningún científico responsable podía sospechar el alcance de la capacidad humana para «fabricar» naturaleza, no obstante, enfocó a ésta desde el punto de vista de Quien la creó, y eso no por razones prácticas de aplicabilidad técnica, sino de manera exclusiva por la razón «teórica» de que la certeza del conocimiento no podía obtenerse de otro modo: «Dadme materia y construiré un mundo a partir de ella, es decir, dadme materia y os demostraré cómo a partir de ella se desarrolló un mundo».[382] Estas palabras de Kant muestran en sustancia la moderna mezcla de hacer y conocer, como si se hubieran necesitado unos cuantos siglos de conocer la manera de hacer a manera de aprendizaje para preparar al hombre moderno a hacer lo que deseaba saber.<br /> Productividad y creatividad, que iban a convertirse en los ideales más elevados e incluso en los ídolos de la Época Moderna en sus fases iniciales, son modelos inherentes al homo faber, al hombre como constructor y fabricante. Sin embargo, existe otro elemento y quizá más significativo en la versión moderna de estas facultades. El cambio del «qué» y «por qué» al «cómo» implica que los verdaderos objetos de conocimiento ya no pueden ser cosas o movimientos eternos; sino que han de ser proceso, y que por lo tanto el objeto de la ciencia no es ya la naturaleza o el universo, sino la historia, el relato de la manera de cobrar existencia, de la naturaleza o de la vida o del universo. Mucho antes de que la Época Moderna desarrollara su conciencia histórica y de que el concepto de historia se hiciera dominante en la filosofía moderna, las ciencias naturales se habían desarrollado en disciplinas históricas, hasta que en el siglo XIX añadieron a la física y química, a la zoología y botánica, las nuevas ciencias de la geología o historia de la Tierra, biología o historia de la vida, antropología o historia de la vida humana, y, generalmente, la historia natural. En todos estos casos, el desarrollo, concepto clave de las ciencias históricas, pasó a ser también el concepto central de las ciencias físicas. La naturaleza, debido a que sólo podía conocerse en procesos que la inventiva humana, el ingenio del homo faber, podía repetir y rehacer en el experimento, se convirtió en un proceso,[383] y todas las cosas particulares derivaron su significado de sus funciones en el proceso total. En lugar del concepto de Ser encontrarnos ahora el concepto de Proceso. Y de la misma manera que por su propia naturaleza el Ser aparece y así se revela, el Proceso por su propia naturaleza permanece invisible, es algo cuya existencia sólo puede inferirse a partir de la presencia de ciertos fenómenos. Originariamente este proceso fue el de fabricación que «desaparece en el producto», y se basó en la experiencia del homo faber, quien sabía que un proceso de producción precede necesariamente a la existencia real de todo objeto.<br /> Esta insistencia en el proceso de fabricación o en considerar toda cosa como resultado de un proceso de fabricación es sumamente característica del homo faber y de su esfera de experiencia, mientras que es nuevo el exclusivo acento que puso en ello la Época Moderna a costa de todo interés por las cosas, por los propios productos. Esto trasciende la mentalidad del hombre en su doble cualidad de creador de útiles y fabricante, para quien, por el contrario, el proceso de producción o el desarrollo, fueran más importantes que el fin, el producto acabado. La razón de este cambio de acentuación es evidente: el científico sólo fabricaba con el fin de saber, no para producir cosas, y el producto era un subproducto, un efecto secundario. Incluso hoy en día todos los verdaderos científicos estarán de acuerdo en que la aplicabilidad técnica de lo que hacen es un simple subproducto de su esfuerzo.<br /> El pleno significado de esta inversión de medios y fines estuvo latente mientras predominó el punto de vista del mundo mecanicista, el punto de vista del homo faber por excelencia. Este enfoque encontró su teoría más razonable en la famosa analogía de la relación entre la naturaleza y Dios con la existente entre el reloj y el relojero. Lo destacable de nuestro contexto no es tanto que la idea de Dios del siglo XVIII estuviera formada a imagen del homo faber como que en este caso el carácter de proceso de la naturaleza era aún limitado. Aunque todas las cosas particulares de carácter natural se habían ya sumido en el proceso a partir del cual habían cobrado existencia, la naturaleza como un todo no era aún un proceso, sino el más o menos estable producto final de un divino hacedor. La imagen del reloj y del relojero es tan apropiada precisamente porque contiene la noción del carácter de un proceso de naturaleza —representado por los movimientos del reloj— y la noción de ser todavía un objeto intacto, proporcionada por la imagen del propio reloj y de su fabricante.<br /> Es importante recordar que la específica sospecha moderna hacia la capacidad receptora de la verdad que tiene el hombre, la desconfianza de lo dado, y de ahí la nueva confianza en el hacer y la introspección inspirada en la esperanza de que en la conciencia humana habría una esfera donde coincidieran el saber y el producir, no surgieron directamente del descubrimiento del punto de Arquímedes en el universo, fuera de la Tierra. Fueron más bien las necesarias consecuencias que dicho descubrimiento tuvo para el descubridor, en cuanto que éste seguía siendo una criatura atada a la Tierra. Esta estrecha relación de la mentalidad moderna con la reflexión filosófica implica naturalmente que la victoria del homo faber no podía quedar restringida al empleo de nuevos métodos en las ciencias naturales, al experimento y la «matematización» de la investigación científica. Una de las consecuencias más razonables que cabía derivar de la duda cartesiana era el abandono de todo intento de comprender a la naturaleza y, en general, de conocer sobre las cosas no producidas por el hombre, y volverse exclusivamente hacía las cosas cuya existencia se debía al hombre. Esta argumentación hizo que Vico trasladara su atención de la ciencia natural a la historia, que a su entender era la única esfera donde el hombre podía lograr cierto conocimiento, debido precisamente a que en dicha disciplina sólo trataba con los productos de la actividad humana.[384] El descubrimiento moderno de la historia y de la consciencia histórica no debió uno de sus mejores impulsos al nuevo entusiasmo por la grandeza del hombre, por sus actos y sufrimientos ni a la creencia de que el significado de la existencia humana podía encontrarse en la historia de la humanidad, sino a la desesperación de la razón humana, que sólo parecía adecuada cuando se confrontaba con los objetos hechos por el hombre.<br /> Anteriores al moderno descubrimiento de la historia, si bien estrechamente relacionados con él en sus impulsos, se hallan los intentos del siglo XVII de formular nuevas filosofías políticas o, más bien, de inventar los medios e instrumentos con los que «hacer un animal artificial… llamado Commonwealth o Estado».[385] Tanto en Hobbes como en Descartes «el principal móvil fue la duda»,[386] y el método elegido para establecer el «arte del hombre», mediante el cual haría y gobernaría su propio mundo como «Dios ha hecho y gobierna al mundo» por el arte de la naturaleza, es también la introspección, «leer en sí mismo», ya que esta lectura le mostrará «la similitud de los pensamientos y pasiones de un hombre con los pensamientos y pasiones de otro». También aquí las reglas y modelos con los que construir y juzgar la más humana de las obras de arte[387] humanas no se hallan fuera del hombre, no son algo que los hombres tengan en común en una realidad mundana captada por los sentidos o por la mente. Se encuentran más bien en el interior del hombre, abiertas solamente a la introspección, de modo que su validez se basa en la asunción de que «no… los objetos de las pasiones», sino las propias pasiones, son las mismas en todo espécimen de la especie humana. Volvemos a encontrar la imagen del reloj, esta vez aplicada al cuerpo humano y luego usada para los movimientos de las pasiones. El establecimiento de la Commonwealth, la creación humana de «un hombre artificial» significa construir un «autómata [una máquina] que se mueva por medio de muelles y ruedas como lo hace un reloj».<br /> Dicho con otras palabras, el proceso que, como vimos, invadió las ciencias naturales mediante el experimento, mediante el intento de imitar en condiciones artificiales el proceso de «fabricación» por el que una cosa natural cobraba existencia, sirve igualmente o incluso mejor que el principio de la acción en la esfera de los asuntos humanos. Porque aquí los procesos de vida interior, hallados en las pasiones mediante la introspección, pueden convertirse en los modelos y normas para la creación de la vida «automática» de ese «hombre artificial» que es «el gran Leviatán». Los resultados obtenidos con la introspección, único método que posiblemente puede ofrecer cierto conocimiento, se hallan en la naturaleza de los movimientos: sólo los objetos de los sentidos permanecen tal como son, preceden y sobreviven al acto de la sensación; sólo los objetos de las pasiones son permanentes y fijos en la medida en que no son devorados por el logro de algún apasionado deseo; sólo los objetos del pensamiento, aunque nunca el propio pensamiento, se encuentran más allá del movimiento y de lo perecedero. Por lo tanto, los procesos, y no las ideas, los modelos y formas de las cosas que van a ser, se convierten en guía de las actividades fabricadoras del homo faber en la Época Moderna.<br /> El intento de Hobbes de introducir los nuevos conceptos de fabricar y calcular en la filosofía política —o, más bien, su intento de aplicar las recién descubiertas aptitudes de fabricar a la esfera de los asuntos humanos— fue de suma importancia; el racionalismo moderno como se le conoce corrientemente, con el asumido antagonismo de la razón y de la pasión, nunca ha encontrado un representante más claro y firme. No obstante, fue precisamente en la esfera de los asuntos humanos donde se halló deficiente a la nueva filosofía, ya que por su propia naturaleza no podía entender ni siquiera creer en la realidad. La idea de que sólo lo que voy a fabricar será real —perfectamente cierta y legítima en la esfera de la fabricación— queda para siempre vencida por el curso real de los acontecimientos, donde lo que ocurre con más frecuencia es lo totalmente inesperado. Actuar en forma de fabricación, razonar en forma de «tener en cuenta las consecuencias», significa omitir lo inesperado, el propio hecho, ya que sería irrazonable o irracional esperar lo que no es más que una «infinita improbabilidad». Puesto que el hecho constituye el propio tejido de la realidad en la esfera de los asuntos humanos, en la que lo «totalmente improbable ocurre regularmente», es muy poco realista no tenerlo en cuenta, es decir, no tener en cuenta algo con lo que nadie puede contar con seguridad. La filosofía política de la Época Moderna, cuyo máximo representante sigue siendo Hobbes, zozobra en la perplejidad de que el moderno racionalismo es irreal e irracional el realismo moderno, lo cual no es más que otra manera de decir que la realidad y la razón humana se han separado. La gigantesca empresa hegeliana de reconciliar espíritu con realidad (den Geist mit der Wirklichkeit zu versöhnen), reconciliación que es la mayor preocupación de todas las teorías modernas de la historia, se basó en la intuición de que la razón moderna se fue a pique en la roca de la realidad.<br /> El hecho de que la alienación del Mundo Moderno fuera lo bastante radical para extenderse incluso a la más mundana de las actividades humanas, al trabajo y la reificación, a la fabricación de cosas y a la construcción de un mundo, diferencia las actitudes y evaluaciones modernas de las tradicionales de manera más aguda de lo que podría indicar una simple inversión de contemplación y acción, de pensamiento y acción. La ruptura con la contemplación no se consumó con la elevación del hombre fabricante a la posición que anteriormente ocupaba el hombre contemplador, sino con la introducción del concepto de proceso en la fabricación. Comparado con esto, resulta de menor importancia la nueva y asombrosa disposición del orden jerárquico en la vita activa, en la que la fabricación pasó a ocupar el rango que antes tenía la acción política. Ya vimos que esta jerarquía fue denegada, aunque no de manera expresa, en el comienzo de la filosofía política por la arraigada sospecha de los filósofos ante la política en general y la acción en particular.<br /> El asunto es algo confuso, ya que la filosofía política griega sigue el orden establecido por la polis aun cuando le es hostil; pero en sus obras estrictamente políticas (a las que hay que volver si se desea conocer sus pensamientos más profundos), Platón tiende al igual que Aristóteles a invertir la relación entre trabajo y acción en favor del primero. Así, Aristóteles, al debatir en su Metafísica las diferentes clases de conocimiento, coloca la dianoia y la epistēmē praktikē, el discernimiento práctico y la ciencia política, en el puesto más bajo de su orden, y sitúa por encima a la ciencia de la fabricación, la epistēmē poiētikē, que inmediatamente precede y guía a la theoria, la contemplación de la verdad.[388] El motivo de esta predilección en la filosofía no es la sospecha políticamente inspirada de la acción, sino la filosóficamente mucho más apremiante de que la contemplación y la fabricación (theōria y poiēsis) tienen una afinidad interna y no se hallan en la misma inequívoca oposición entre si como la contemplación y la acción. La cuestión decisiva de la similitud, al menos en la filosofía griega, fue que la contemplación se consideró que también era un elemento inherente a la fabricación, puesto que el trabajo del artesano se guiaba por la «idea», el modelo qué contemplaba antes de que comenzara: el proceso de fabricación y después de que terminara, y dicho modelo le indicaba lo que debía hacer y luego le capacitaba para juzgar el producto acabado.<br /> Históricamente, la fuente de esta contemplación, descrita por vez primera en la escuela socrática, es al menos doble. Por una parte, se halla en obvia y consistente relación con el famoso argumento platónico, citado por Aristóteles, de que el thaumazein, el pasmo ante el milagro del Ser, es el comienzo de toda filosofía.[389] Me parece muy probable que este argumento platónico sea resultado inmediato de una experiencia, quizá la más asombrosa, ofrecida por Sócrates a sus discípulos: la repetida visión del maestro vencido de repente por sus pensamientos y absorto en un estado de perfecta inmovilidad durante muchas horas. No parece menos probable que este pasmo fuera en esencia silencioso, es decir, que su verdadero contenido fuera intraducible en palabras. Esto explicaría al menos por qué Platón y Aristóteles, que mantenían que el thaumazein era el comienzo de la filosofía, estaban también de acuerdo —a pesar de tantos y tan decisivos desacuerdos— en que cierto estado de mutismo, el esencialmente mudo estado de contemplación, era el fin de la filosofía. De hecho, theōria no es más que otra palabra para designar thaumazein; la contemplación de la verdad a la que finalmente llega el filósofo es el mudo pasmo, filosóficamente purificado, con el que empezó.<br /> Hay, sin embargo, otro aspecto de esta cuestión, que se muestra más articulado en la doctrina de las ideas de Platón, tanto en su contenido como en su terminología y ejemplos. Éstos se basan en las experiencias del artesano, quien ve ante su ojo interno la forma del modelo con arreglo al cual fabrica su objeto. Para Platón, este modelo, que la artesanía sólo puede imitar pero no crear, no es producto de la mente humana, sino algo que se le da. Como tal posee un grado de durabilidad y excelencia que no se realiza y que, por el contrario, se deteriora en su materialización a través del trabajo de las manos del hombre. El trabajo hace perecedero y daña la excelencia de lo que permaneció eterno mientras fue objeto de la mera contemplación. Por lo tanto, la actitud apropiada con respecto a los modelos que guían al trabajo y a la fabricación, es decir, con respecto a las ideas platónicas, es dejarlas tal como son y se presentan al ojo interno de la mente. Si el hombre renuncia a su capacidad para el trabajo y no hace nada, puede contemplarlas y de este modo participar de su eternidad. En este aspecto la contemplación es por entero diferente al embelesado estado de pasmo con el que el hombre responde al milagro del Ser. Es y sigue siendo parte integrante de un proceso de fabricación aun cuando se haya divorciado de todo trabajo y de toda acción; la contemplación del modelo, que ahora ya no guía a ninguna acción, se prolonga y disfruta en su propio provecho.<br /> En la tradición filosófica, esta segunda clase de contemplación pasó a ser la predominante. Por lo tanto, la inmovilidad que en el estado de mudo pasmo no es más que un resultado incidental e inintencionado de la concentración, se convierte en la condición y principal característica de la vita contemplativa. No es el pasmo el que sojuzga y arroja al hombre a la inmovilidad, sino que, mediante el cese consciente de la actividad, de la actividad de fabricar, se alcanza el estado contemplativo. Al leer las fuentes medievales sobre las delicias de la contemplación, parece como si los filósofos hubieran querido cerciorarse de que el homo faber atendía a su llamada, dejaba caer sus brazos y comprendía finalmente que su mayor deseo, el deseo de permanencia e inmortalidad, no podía lograrse por medio de la acción, sino únicamente al comprender que lo hermoso y eterno no puede fabricarse. En la filosofía platónica, el mudo pasmo, el comienzo y el fin de la filosofía, junto con el amor del filósofo hacia lo eterno y el deseo del artesano por la permanencia e inmortalidad, los impregna recíprocamente hasta que son casi indiferenciados. Sin embargo, el hecho de que el mudo pasmo del filósofo parecía ser una experiencia reservada a muy pocos, mientras que la mirada contemplativa del artesano era conocida por muchos, pesaba en favor de una contemplación derivada fundamentalmente de las experiencias del homo faber. Ya pesaba en Platón, quien sacó sus ejemplos de la esfera de la fabricación puesto que estaban más próximos a una experiencia humana más general, e incluso pesó más donde, como en la cristiandad medieval, se requería de todo el mundo cierta clase de contemplación y meditación.<br /> Así, pues, no fue primordialmente el filósofo y el mudo pasmo filosófico los que moldearon el concepto y práctica de la contemplación y de la vita activa, sino más bien el homo faber disfrazado; el hombre hacedor y fabricante, cuya tarea es violentar a la naturaleza con el fin de construir un permanente hogar para sí, fue persuadido a renunciar a la violencia y a toda actividad, a dejar las cosas como son, y a buscar su hogar en la morada contemplativa situada en la vecindad de lo imperecedero y eterno. El homo faber se convenció de realizar este cambio de actitud debido a que conocía por propia experiencia la contemplación y algunas de sus delicias; no necesitó un completo cambio de ánimo, una verdadera periagōgē, una radical mudanza. Lo único que tuvo que hacer fue dejar caer los brazos y prolongar indefinidamente el acto de contemplar el eidos, el eterno modelo y forma que antes había querido imitar y cuya excelencia y belleza sabía ahora que podía estropear mediante cualquier intento de reificación.<br /> Aunque el desafío moderno a la prioridad de la contemplación sobre cualquier clase de actividad había volteado el orden establecido entre fabricación y contemplación, no por eso dejó de permanecer en el marco tradicional. No obstante, dicho marco se amplió cuando en el modo de entender la fabricación el énfasis pasó del producto y del permanente modelo-guía al proceso de fabricación, de la pregunta de qué es una cosa y qué clase de cosa debía producirse a la pregunta de cómo y con qué medios y procesos había cobrado realidad y podía reproducirse. Esto implicaba que ya no se creía que la contemplación condujera a la verdad y que aquélla había perdido su posición en la vita activa y, por consiguiente, en la esfera de la común experiencia humana.<br /> 43. La derrota del homo faber y el principio de felicidad<br /><br /><br /> Si se consideran solamente los acontecimientos que llevaron a la Época Moderna y se reflexiona en las inmediatas consecuencias del descubrimiento de Galileo, que debió de impresionar a las grandes mentes del siglo XVII con la fuerza de la verdad incontrovertible, la in versión de la contemplación y de la fabricación, o más bien la eliminación de aquélla de la esfera de las capacidades humanas significantes, es casi algo natural. También parece verosímil que esta inversión haya elevado al homo faber, al hacedor y fabricante, más que al hombre actor o animal laborans, al más alto grado de las posibilidades humanas. Y, en efecto, entre las características sobresalientes de la Época Moderna desde su comienzo hasta nuestros días encontramos las actitudes típicas del homo faber: su instrumentalización del mundo, su confianza en los útiles y en la productividad del fabrican te de objetos artificiales; su confianza en la total categoría de los medios y fin, su convicción de que cualquier problema puede resol verse y de que toda motivación humana puede reducirse al principio de utilidad; su soberanía, que considera como material lo dado y cree que la naturaleza es «un inmenso tejido del que podemos cortar lo que deseemos para recoserlo a nuestro gusto»;[390] su ecuación de inteligencia con ingeniosidad, es decir, su desprecio por todo pensamiento que no se pueda considerar como «el primer paso… hacia la fabricación de objetos artificiales, en particular de útiles para fabricar útiles, y para variar su fabricación indefinidamente»;[391] por último, su lógica identificación de la fabricación con la acción.<br /> Nos llevaría demasiado lejos seguir las ramificaciones de esta mentalidad, y no es necesario, ya que dichas ramificaciones se descubren con facilidad en las ciencias naturales, en las que el esfuerzo puramente teórico se entiende como el deseo de crear orden a partir del «mero desorden», de la «desenfrenada variedad de la naturaleza»,[392] y en las que por lo tanto la predilección del homo faber hacia modelos para producir cosas reemplaza a las más antiguas nociones de armonía y sencillez. Dicha mentalidad se encuentra en la economía clásica, cuyo modelo más elevado es la productividad y cuyo prejuicio contra las actividades no productivas es tan fuerte que incluso Marx pudo justificar su alegato en favor de la justicia para los trabajadores únicamente desfigurando la actividad laboral no productiva con el empleo de los términos trabajo y fabricación. Naturalmente, está más articulada en las tendencias pragmáticas de la filosofía moderna, que no sólo están caracterizadas por la cartesiana alienación del mundo, sino también por la unanimidad con la que la filosofía inglesa desde el siglo XVII en adelante y la francesa en el XVIII adoptaron el principio de utilidad como la llave que abriría todas las puertas a la explicación de la motivación y conducta del hombre. Hablando en términos generales, la más antigua convicción del homo faber —la de que «el hombre es la medida de todas las cosas»— ascendió al rango de lugar común universalmente aceptado.<br /> Lo que exige explicación no es la moderna estima del homo faber, sino el hecho de que esa estima fue rápidamente seguida por la elevación de la labor al más alto puesto en el orden jerárquico de la vita activa. Esta segunda in versión de la jerarquía dentro de la vita activa se realizó de manera más gradual y menos dramática que la inversión de la contemplación y de la acción en general o la de la acción y fabricación en particular. La elevación de la labor estuvo precedida por ciertas desviaciones y variaciones de la tradicional mentalidad del homo faber que eran sumamente características de la Época Moderna y que surgieron casi de modo automático a partir de la misma naturaleza de los hechos que la introdujeron. Lo que cambió la mentalidad del homo faber fue la posición central del concepto de proceso en la modernidad. En lo que atañía al homo faber, el moderno cambio de énfasis del «qué» al «cómo», de la propia cosa a su proceso de fabricación, no fue en modo alguno pura bendición. Privó al hombre constructor de esos modelos y mediciones permanentes y fijos que, antes de la Época Moderna, le habían servido de guía para su acción y de criterio para su juicio. No es sólo, y quizá ni siquiera primordialmente, el desarrollo de la sociedad comercial lo que, con la triunfal victoria del valor de cambio sobre el valor de uso, introdujo en primer lugar el principio de intercambiabilidad, luego el de relativización y, finalmente, la devaluación, de todos los valores. Para la mentalidad del hombre moderno, tal como quedó determinada por la evolución de la ciencia moderna y el concomitante desarrollo de la filosofía moderna, fue decisivo que el hombre comenzara a considerarse parte integrante de los dos procesos, superhumanos y que lo abarcan todo, de la naturaleza y de la historia, los cuales parecían destinados a un infinito progreso sin alcanzar ningún inherente telos ni aproximarse a ninguna idea predeterminada.<br /> Dicho con otras palabras, el homo faber, tal como surgió de la gran revolución de la modernidad, aunque iba a adquirir una habilidad inimaginada en idear instrumentos para medir lo infinitamente grande y pequeño, quedó desprovisto de esas medidas permanentes que preceden y sobreviven al proceso de fabricación y forman un auténtico y confiable absoluto con respecto a la actividad de la fabricación. Sin duda, ninguna de las actividades de la vita activa tuvo tantas probabilidades de perder, mediante la eliminación de la contemplación del campo de las capacidades humanas significantes, como la fabricación. Porque a diferencia de la acción, que en parte consiste en el desencadenamiento de procesos, y a diferencia del laborar, que sigue muy de cerca el proceso metabólico de la vida biológica, la fabricación experimenta los procesos como simples medios hacia un fin, es decir, como algo secundario y derivado. Más aún, ninguna otra capacidad perdió tanto debido a la moderna alienación del mundo y al ascenso de la introspección a un omnipotente recurso para conquistar a la naturaleza como esas facultades primordialmente dirigidas a la construcción del mundo y a la producción de cosas mundanas.<br /> Quizá nada indica con mayor claridad el fundamental fracaso del homo faber en afirmarse como la rapidez con que el principio de utilidad, la quintaesencia de su punto de vista sobre el mundo, desapareció y se reemplazó por el de «la mayor felicidad del mayor número».[393] Cuando sucedió esto quedó de manifiesto que la convicción de la época relativa a que el hombre sólo puede conocer lo que fabrica —que en apariencia era tan propicia para la plena victoria del homo faber— seria dominada y finalmente destruida por el aún más moderno principio de proceso, cuyos conceptos y categorías son extraños por completo a las necesidades e ideales del homo faber. Porque el principio de utilidad, aunque su punto de referencia es claramente el hombre, quien emplea la materia para producir cosas, todavía presupone un mundo de objetos de uso que rodean al hombre y entre los que éste se mueve. Si esta relación entre hombre y mundo ya no es segura, si las cosas mundanas ya no se consideran primordialmente por su utilidad sino más o menos como resultados incidentales del proceso de producción que les dio realidad, de manera que el proceso de producción deja de ser un fin verdadero y se valora la cosa producida no por uso predeterminado sino «por su producción de algo más», está claro que entonces cabe objetar que «… su valor es sólo secundario, y un mundo que no contiene valores fundamentales tampoco puede contener valores secundarios».[394] Esta radical pérdida de valores en el restringido marco de referencia del homo faber se da casi automáticamente en cuanto éste se define no como fabricante de objetos y constructor del artificio humano que incidentalmente inventa útil es, sino como fabricante de útiles y «en particular de útiles para fabricar útiles» que sólo de manera incidental produce también cosas. Si en este contexto aplicamos el principio de utilidad, vemos que se refiere de modo primordial no a los objetos de uso, sino al proceso de producción. Ahora bien, lo que ayuda a estimular la productividad y disminuye el dolor y el esfuerzo es útil. Dicho con otras palabras, el modelo esencial de medición no es la utilidad y el uso, sino la «felicidad», es decir, el grado de dolor y de placer experimentado en la producción o en el consumo de las cosas.<br /> El invento de Bentham del «cálculo del dolor y del placer» combinó la ventaja de introducir aparentemente el método matemático en las ciencias morales con la atracción aún mayor de haber encontrado un principio que se basaba por completo en la introspección. Su «felicidad», la suma total de placeres menos dolores, es tanto un sentido interno que percibe sensaciones y se mantiene sin relación alguna con los objetos mundanos como la conciencia cartesiana que es consciente de su propia actividad. Más aún, el básico supuesto de Bentham de que lo que todos los hombres tienen en común no es el mundo sino la identidad de cálculo y de ser afectados por el dolor y el placer, deriva directamente de los filósofos anteriores de la Época Moderna. Para esta filosofía, el término «hedonismo» aún es más inapropiado que para el epicureísmo de la tardía antigüedad, con el que el moderno hedonismo está superficialmente relacionado. El principio de todo hedonismo, tal como vimos, no es el placer, sino la evitación del dolor, y Hume, que, a diferencia de Bentbam, fue un filósofo, sabía muy bien que quien desea hacer del placer el fin último de toda acción humana se ve obligado a admitir que sus verdaderos guías no son el placer sino el dolor, no el deseo sino el temor. «Si uno pregunta por qué [alguien] desea la salud, la respuesta inmediata será porque la enfermedad es dolorosa. Sí se sigue preguntando y se desea saber la razón por la que ese alguien odia el dolor, será imposible obtener respuesta. Se trata de un fin último, al que nunca hace referencia ningún otro objeto».[395] La razón de esta imposibilidad radica en que sólo el dolor es independiente por completo de cualquier objeto, que sólo quien padece dolor se siente a sí mismo de manera exclusiva; no se disfruta el placer, sino algo fuera de él. El dolor es el único sentido interno encontrado por la introspección que puede rivalizar independientemente de los objetos experimentados con la evidente certeza del razonamiento lógico y matemático.<br /> Si bien este fundamento esencial del hedonismo en la experiencia del dolor es cierto tanto en sus variedades antiguas como modernas, en la Época Moderna adquiere un énfasis mucho más acusado y diferente por entero. Porque ahora no es el mundo lo que lleva al hombre hacia si mismo, como en la antigüedad, para escapar de los dolores que puede ocasionarle bajo cuya circunstancia el dolor y el placer siguen reteniendo mucha parte de su significado mundano. La alienación de mundo antiguo en todas sus variedades —desde el estoicismo hasta el epicureísmo, el hedonismo y el cinismo— estuvo inspirada por una profunda desconfianza del mundo y movida por un vehemente impulso de retirada de la intrincación mundana, de la molestia y d olor que inflige, y de caminar hacia la seguridad de una esfera interior en la que el yo sólo queda expuesto a sí mismo. Sus modernos correlatos —puritanismo, sensualismo y el hedonismo de Bentham— se inspiraron, por el contrario, en una igualmente profunda desconfianza del hombre como tal; las impulsó la duda sobre la adecuación de los sentidos humanos para captar la realidad, sobre la adecuación de la razón humana para aptar la verdad y, en consecuencia, la convicción de la deficiencia o incluso de la depravación de la naturaleza humana.<br /> Dicha depravación no es cristiana o bíblica ni en su origen ni en el contenido, aunque se interpretó en términos de pecado original, y resulta difícil decir si es más nociva y repulsiva cuando los puritanos denuncian la corrupción del hombre o cuando los seguidores de Bentham vocean como virtudes lo que los hombres han tenido siempre como vicios. Mientras que los antiguos confiaron en la imaginación y la memoria, en la imaginación de los dolores de los que se habían librado o en la memoria de pasados placeres en situaciones agudamente dolorosas, para convencerse de su felicidad, los modernos necesitaron el cálculo del placer o la puritana contaduría moral de méritos y transgresiones para llegar a cierta ilusoria certeza matemática de felicidad o salvación. (Esta aritmética moral es, claro está, extraña por completo al espíritu de las escuelas filosóficas de la tardía antigüedad. Más aún, basta reflexionar sobre la rigidez de la disciplina impuesta a sí misma y la concomitante nobleza de carácter, tan manifiesta en quienes se habían formado en el antiguo estoicismo o epicureísmo, para darse cuenta del foso que separa estas versiones hedonistas del moderno puritanismo, sensualismo y hedonismo. Para esta diferencia resulta casi fuera de lugar que el carácter moderno esté formado por el fariseísmo mezquino y fanático o haya producido el más reciente egotismo autoindulgente y autosuficiente co6su infinita variedad de fútiles miserias). Parece más que dudoso que el «principio de máxima felicidad» hubiera logrado sus triunfos intelectuales en el mundo de habla inglesa si no hubiera tenido más consecuencia que el discutible descubrimiento de que «la naturaleza ha colocado a la humanidad bajo el gobierno de dos dueños soberanos: el dolor y el placer»,[396] o la absurda idea de establecer morales como si se tratara de una ciencia exacta aislando «en el alma humana ese sentimiento que parece ser el más fácilmente mensurable».[397]<br /> Oculto tras estas menos interesantes variaciones de la sacralidad del egoísmo y del penetrante poder del propio interés, tan corrientes que pasaron a ser lugar común en los siglos XVIII y comienzos del XIX, encontramos otro punto de referencia que constituye un principio mucho más poten te que cualquier cálculo del dolor-placer, y ese principio no es otro que el de la misma vida. Lo que el dolor y el placer, el temor y el deseo, se supone que logran en todos estos sistemas no es la felicidad, sino el ascenso de la vida individual o la garantía de supervivencia de la humanidad. Si el egoísmo moderno fuera la despiadada búsqueda del placer (llamada felicidad) como pretende, no faltaría lo que en todos los sistemas verdaderamente hedonistas es un elemento indispensable de la argumentación: la radical justificación del suicidio. Esta ausencia indica que en realidad nos ocupamos aquí de la filosofía de la vida en su forma más vulgar y menos critica. En último término, la vida es siempre el modelo supremo al que ha de referirse todo lo demás, y tanto los intereses de la vida individual como los de la humanidad están siempre igualados con la vida individual o la de las especies como si fuera evidente que la vida es el bien supremo.<br /> El fracaso del homo faber en afirmarse bajo condiciones en apariencia tan propicias pudiera también haberse explicado por otra revisión, filosóficamente incluso más adecuada, de las creencias básicas tradicionales. La radical crítica de Hume del principio de causalidad, que preparó el camino para la posterior adopción del principio de evolución, se ha considerado a menudo como uno de los orígenes de la filosofía moderna. El principio de causalidad con su doble axioma central —que todo lo que existe ha de tener una causa (nihil sine causa) y qué la causa debe ser más perfecta que su efecto más perfecto— se basa por completo en las experiencias de la esfera de la fabricación, en las que el fabricante es superior a sus productos. Visto con este enfoque, el momento crítico de la historia intelectual de la Época Moderna acaeció cuando la imagen del desarrollo de la vida orgánica —en: la que la evolución de un ser inferior, por ejemplo el mono, puede ser la causa de la aparición de un ser superior, por ejemplo el hombre— apareció en lugar de la imagen del relojero que debe ser superior a todos los relojes que fabrica.<br /> En este cambio se halla implicado mucho más que la simple negación de la rigidez sin vida de un punto de vista del mundo mecanicista. Es como si en el latente conflicto del siglo XVII entre los dos posibles métodos a derivar del descubrimiento de Galileo, el método del experimento y de la fabricación por un lado y el de la introspección por el otro, este último lograra algo así como una tardía victoria. Porque el único objeto tangible que produce la introspección, si es que produce algo más que una vacía consciencia de sí misma, es el proceso biológico. Y puesto que esta vida biológica, accesible a la propia observación, es al mismo tiempo un proceso metabólico entre el hombre y la naturaleza, resulta como si la introspección ya no necesitara perderse en las ramificaciones de una consciencia sin realidad, ya que ha encontrado dentro del hombre —no en su mente, sino en sus procesos corporales— suficiente materia exterior para unirse de nuevo con el mundo exterior. La división entre sujeto y objeto, inherente a la consciencia humana e irremediable en la oposición cartesiana del hombre como res cogitans con el mundo circundan te de las res extensae, desaparece por completo en el caso de un organismo vivo, cuya supervivencia depende de la incorporación, del consumo, de materia exterior. El naturalismo, versión del siglo XIX del materialismo, pareció encontrar en la vida el medio de resolver los problemas de la filosofía cartesiana y al mismo tiempo salvar la fosa cada vez más amplia que separa la filosofía de la ciencia.[398]<br /> 44. La vida como bien supremo<br /><br /><br /> Por tentador que sea —debido a pura consistencia— derivar el concepto de la vida moderna de las perplejidades autoinfligidas de la filosofía moderna, sería un engaño y una grave injusticia a la seriedad del problema de la Época Moderna si se las considerara desde el punto de vista del desarrollo de las ideas. La derrota del homo faber puede explicarse en función de la inicial transformación de la física en astrofísica, de las ciencias naturales en una ciencia «universal». Lo que aún falta por explicar es por qué esta derrota terminó en victoria del animal laborans; por qué, con el ascenso de la vita activa, fue precisamente la actividad laboral la que subió al más alto rango de las capacidades del hombre o, para decirlo de otra manera, por qué dentro de la diversidad de la condición humana, con sus múltiples y diversas capacidades, fue la vida la que dominó sobre todas las demás consideraciones.<br /> La razón de que la vida se afirmara como fundamental punto de referencia en la Época Moderna y de que siga siendo el supremo bien de la sociedad moderna, radica en que la inversión moderna operó en la estructura de una sociedad cristiana cuya creencia principal en la sacralidad de la vida ha sobrevivido —e incluso ha permanecido inamovible— a la secularización y a la general decadencia de la fe cristiana. Dicho con otras palabras, la inversión moderna siguió y no puso en tela de juicio a la más importante inversión con la que irrumpió el cristianismo en el mundo antiguo, inversión que políticamente fue incluso de mucho mayor alcance —históricamente, desde luego— y más duradera que cualquier específico contenido dogmático o creencia. Porque la «buena nueva» cristiana sobre la inmortalidad de la vida humana individual invirtió la antigua relación entre el hombre y el mundo y elevó la coa más mortal, la vida humana, a la posición de la inmortalidad, hasta entonces ocupada por el cosmos.<br /> Históricamente, es más que probable que el triunfo de la fe cristiana en el mundo antiguo se debió en gran parte a esta inversión, que llevó la esperanza a quienes sabían que su mundo estaba condenado, una esperanza más allá de la esperanza, puesto que el nuevo mensaje prometía una inmortalidad que nunca se habían atrevido a esperar. Dicha inversión fue desastrosa para la estima y dignidad de la política. La actividad política, que hasta entonces se inspiró fundamentalmente en anhelar una inmortalidad mundana, se hundió al bajo nivel de una actividad sujeta a la necesidad, destinada a remediar las consecuencias de la pecaminosidad humana, por un lado, y a complacer los deseos e intereses de la vida terrena, por el otro. La aspiración a la inmortalidad se equiparó a la vanagloria; la fama que el mundo concedía al hombre era ilusión, puesto que el mundo era mucho más perecedero que el hombre, y el esfuerzo para alcanzar la inmortalidad mundana carecía de significado, ya que la propia vida era inmortal.<br /> Fue precisamente la vida individual la que pasó a ocupar el puesto que tenía en otro tiempo la «vida» del cuerpo político, y la frase de san Pablo «la muerte es el premio del pecado» resuena en Cicerón cuando dice que la muerte es la recompensa de los pecados cometidos por las comunidades políticas que se crearon para durar eternamente.[399] Es como si los primeros cristianos —al menos san Pablo, que después de todo era ciudadano romano— amoldaran conscientemente su concepto de inmortalidad según el modelo romano, sustituyendo la vida individual por la vida política del cuerpo político. De la misma manera que éste posee una inmortalidad potencial que puede perderse por transgresiones políticas, la vida individual perdió en otro tiempo su garantizada inmortalidad con la caída de Adán y ahora, por medio de Cristo, había vuelto a ganar una nueva vida, potencialmente perdurable, que, no obstante, podía perderse de nuevo con una segunda muerte debida al pecado individual.<br /> Sin duda alguna, el énfasis cristiano en la sacralidad de la vida es parte integrante de la herencia hebrea, que ya presentaba asombroso contraste con las actividades de la antigüedad: el desprecio pagano por los sufrimientos que la vida impone al ser humano en el trabajo y en el parto, la envidiada imagen de la «vida fácil» de los dioses, la costumbre de abandonar a los hijos no deseados, la convicción de que la vida sin salud no val; la pena vivirla (de tal manera que, por ejemplo, se considera un error la actitud del médico que prolonga una vida cuya salud no puede restablecerse),[400] y de que el suicidio es un noble gesto para escapar de una existencia que se ha hecho gravosa. Basta recordar que el Decálogo enumera el asesinato, sin especial énfasis, entre otras transgresiones —que para nuestro modo de pensar difícilmente pueden competir en gravedad con este supremo delito— para darse cuenta de que ni siquiera el código legal hebreo, aunque está mucho más próximo a nosotros que cualquier escala pagana de ofensas, hizo de la conservación de la vida la piedra angular del sistema legal del pueblo judío. Esta posición intermedia que el código legal hebreo ocupa entre la antigüedad pagana y todos los sistemas legales cristianos o postcristianos, cabe explicarla por el credo hebreo que acentúa la inmortalidad potencial de la gente, a diferencia de la inmortalidad cristiana de la vida individual. En cualquier caso, la inmortalidad cristiana concedida a la persona, quien en su unicidad comienza la vida con el nacimiento en la Tierra, no sólo dio por resultado el incremento de otra mundanidad, sino también una enorme importancia a la vida terrena. La cuestión es que el cristianismo —a excepción de las especulaciones heréticas y gnósticas— siempre insistió en que la vida, aunque no tuviera un final, contaba con un definido comienzo. Cabe que la vida terrena no sea más la primera y más miserable etapa de la vida eterna; a pesar de todo, es vida, y sin esta vida que terminará con la muerte, no puede haber vida eterna. Tal vez sea ésta la razón del indiscutible hecho de que sólo cuando la inmortalidad de la vida individual se convirtió en el credo central de la humanidad occidental, es decir, sólo con el auge del cristianismo, la vida terrena pasó a ser el bien supremo del hombre.<br /> El énfasis cristiano en la sacralidad de la vida tendió a nivelar las antiguas distinciones y articulaciones dentro de la vita activa; tendió a considerar igualmente sujetos a la necesidad de la vida presente la labor, el trabajo y la acción. Al mismo tiempo, ayudó a liberar la actividad laboral, es decir, cualquier cosa que sea necesaria para mantener el proceso biológico, del desprecio que por ella sentía la antigüedad. El viejo desdén hacia el esclavo, despreciado porque únicamente servía a las necesidades de la vida y se sometía a la coacción de su amo porque a toda costa deseaba seguir vivo, no pudo mantenerse en la era cristiana. Ya no cabía despreciar —como hizo Platón— al esclavo por someterse a un dueño en vez de suicidarse, ya que conservar la vida bajo cualquier circunstancia se había convertido en un deber sagrado, y el suicidio se consideraba peor que el asesinato. No se le negaba el entierro cristiano al asesino, sino a quien había puesto fin a su propia vida.<br /> Sin embargo, contrariamente a lo que algunos intérpretes modernos han creído ver en las fuentes cristianas, no hay indicaciones de la moderna glorificación de la labor en el Nuevo Testamento o en otros premodernos escritores cristianos. San Pablo, a quien se ha llamado «el apóstol del trabajo»,[401] no era nada de eso, y los pocos párrafos en los que se basa dicha denominación están dirigidos a quienes por pereza «comían el pan de los otros» o bien recomiendan el trabajo como un buen medio para evitar las molestias, es decir, refuerzan la prescripción general de una vida estrictamente privada y ponen en guardia sobre las actividades políticas.[402] Resulta mucho más apropiado el hecho de que en la posterior filosofía cristiana, en particular en santo Tomás, el trabajo se convirtió en deber para quienes no tenían otros medios de subsistencia, y dicho deber no consistía en laborar, sino en mantenerse vivo; si podía hacerlo pidiendo limosna, tanto mejor. Quien lea las fuentes sin los modernos prejuicios en pro del trabajo, se sorprenderá de lo poco que los padres de la Iglesia se aprovecharon para justificar el trabajo como castigo por el pecado original. Así, santo Tomás no vacila en seguir a Aristóteles, en vez de la Biblia, en esta cuestión y en afirmar que «sólo la necesidad de mantenerse vivo obliga a realizar el trabajo manual».[403] Para él la labor es el medio de la naturaleza para mantener la vida de la especie humana, y de ahí saca la conclusión de que no es necesario que todos los hombres se ganen el pan con el sudor de la frente, sino que más bien se trata de un último y desesperado recurso para solventar el problema o cumplir el deber.[404] Ni siquiera es descubrimiento cristiano el empleo del trabajo como medio para alejar los peligros de la ociosidad, puesto que ya era un lugar común en la moralidad romana. Finalmente, en completo acuerdo con la antigua convicción sobre el carácter de la actividad laboral se halla el frecuente uso cristiano de la mortificación de la carne, en el que el trabajo, especialmente en los monasterios, desempeñó a veces el mismo papel que otros dolorosos ejercicios y formas de autotortura.[405]<br /> La razón por la que el cristianismo, a pesar de su insistencia en la sacralidad de la vida y en el deber de mantenerse vivo, no desarrolló nunca una positiva labor filosófica radica en la incuestionable prioridad que concedió a la vita contemplativa sobre todas las demás actividades humanas. Vita contemplativa simpliciter melior est quam vita activa («La vida contemplativa es simplemente mejor que la vida de acción»), y cualesquiera que sean los méritos de una vida activa, los de una vida dedicada a la contemplación son «más efectivos y poderosos».[406] Cierto es que esta convicción apenas puede hallarse en la predicación de Jesús, y ello se debe a la influencia de la filosofía griega; no obstante, incluso si la filosofía medieval se hubiera mantenido más próxima a los evangelios, difícilmente hubiera encontrado allí alguna razón para la glorificación del trabajo.[407] La única actividad que recomienda Jesús en su predicación es la acción, y la única capacidad humana que acentúa es la de «realizar milagros».<br /> De todos modos, lo cierto es que la Época Moderna siguió actuando bajo el supuesto de que la vida, y no el mundo, es el supremo bien del hombre; en sus más audaces y radicales revisiones y críticas de los conceptos y creencias tradicionales, ni siquiera se le ocurrió poner en tela de juicio esta inversión fundamental que el cristianismo llevó al agonizante mundo antiguo. Al margen de lo conscientes y claros que fueran los pensadores de la modernidad en sus ataques a la tradición, la prioridad de la vida sobre todo lo demás había adquirido para ellos la categoría de «verdad axiomática», y como tal ha sobrevivido hasta nuestro mundo actual, que ya ha comenzado a dejar atrás a toda la Época Moderna y a sustituir esa sociedad por la sociedad laboral. Si bien es concebible que el desarrollo que siguió al descubrimiento del punto de Arquímedes habría tomado una dirección diferente por completo si se hubiera realizado mil setecientos años antes, cuando el mundo y no la vida era el bien supremo del hombre, en modo alguno se desprende que sigamos viviendo en un mundo cristiano. Porque lo que hoy día importa no es la inmortalidad de la vida, sino que ésta es el bien supremo. Y si bien este supuesto es sin duda alguna de origen cristiano, no constituye para la fe cristiana más que una importante circunstancia auxiliar. Más aún, incluso si no hacemos caso de los detalles del dogma cristiano y consideramos sólo el carácter general del cristianismo, que se basa en la importancia de la fe, resulta evidente que nada puede ser más perjudicial para su espíritu que la desconfianza y recelo dela Época Moderna. La duda cartesiana en ningún sitio ha demostrado su eficiencia de forma más desastrosa e irreparable que en la esfera de la creencia religiosa, donde la introdujeron Pascal y Kierkegaard, los dos máximos pensadores religiosos de la modernidad. (Porque lo que socavó la fe cristiana no fue el ateísmo del siglo XVIII o el materialismo del XIX —sus argumentos son con frecuencia vulgares y, en su mayor parte, fácilmente refutables por la teología tradicional—, sino más bien el dudoso interés por la salvación de hombres genuinamente religiosos, para quienes el tradicional contenido y promesa cristianos habían pasado a ser «absurdos»).<br /> De la misma manera que no sabemos lo que hubiera ocurrido si se hubiera descubierto el punto de Arquímedes antes del auge del cristianismo, tampoco podemos determinar lo que habría sido el destino del cristianismo si el gran despertar del Renacimiento no se hubiera interrumpido por este acontecimiento. Antes de Galileo todas las sendas parecían abiertas. Si pensamos en Leonardo da Vinci, cabe imaginar que en cualquier caso el desarrollo de la humanidad se habría visto alcanzado por una revolución técnica. Tal vez se hubiera conseguido volar, dando así realidad a uno de los más antiguos y persistentes sueños del hombre, pero difícilmente habría llevado a adentrarse en el universo; quizá se hubiera logrado la unificación de la Tierra, pero difícilmente se habría realizado la transformación de la materia en energía ni facilitado aventurarse en el universo microscópico. De lo único que podemos estar seguros es de que la coincidencia de la inversión de la acción y de la contemplación con la anterior de la vida y del mundo pasó a ser el punto de partida de todo el desarrollo moderno. Sólo cuando la vita activa perdió su punto de referencia en la vita contemplativa pudo convertirse en vida activa en el pleno sentido de la palabra; y sólo debido a que esta vida activa permaneció ligada a la vida como su único punto de referencia pudo la vida como tal, el metabolismo laboral del hombre con la naturaleza, hacerse activa y desplegar toda su fertilidad.<br /> 45. La victoria del animal laborans<br /><br /><br /> La victoria del animal laborans no habría sido completa si el proceso de secularización, la moderna pérdida de la fe que inevitablemente originó la duda cartesiana, no hubiera desprovisto a la vida individual de su inmortalidad, o al menos de su certeza de inmortalidad. La vida individual se hizo mortal de nuevo, tan mortal como lo había sido en la antigüedad, y el mundo fue menos estable, menos permanente, y por consiguiente menos digno de confianza que lo había sido durante la era cristiana. El hombre moderno, cuando perdió la certeza de un mundo futuro, se lanzó dentro de sí mismo y no del mundo; no sólo inmortal, sino que ni siquiera estuvo seguro de que fuera real. Y en la medida en que hubo de asumir que era real debido al optimismo no crítico de una ciencia en constante progreso, se trasladó de la Tierra a un punto mucho más distante del que cualquier otra mundanidad cristiana le había llevado. Sea cual fuere el significado pe la palabra «secular» en el uso común, históricamente no es posible equipararla a mundanidad; el hombre moderno no ganó este mundo cuando perdió el otro, ni tampoco, estrictamente hablando, ganó la vida. Se vio obligado a retroceder y a adentrarse en la cerrada interioridad de la introspección, donde lo máximo que pudo experimentar fueron los vacíos procesos de cálculo de la mente, su juego consigo misma. El único contenido que quedó fueron los apetitos y deseos, los apremios sin sentido de su cuerpo, que erróneamente tomó por pasión y consideró que eran «irrazonables» debido a que no podía «razonar», es decir, calcular con ellos. La única cosa que podía ser potencialmente inmortal, tan inmortal como el cuerpo político en la antigüedad y la vida individual durante la Edad Media, era la vida misma, es decir, el posiblemente eterno proceso vital de la especie humana.<br /> Vimos anteriormente que en el auge de la sociedad lo último que se afirmó fue la vida de la especie. En teoría, el punto decisivo desde la insistencia de la Época Moderna en la vida «egoísta» del individuo hasta su posterior énfasis en la vida «social» y el «hombre socializado» (Marx) se alcanzó cuando Marx transformó el concepto de economía clásica —que todos los hombres, en la medida en que actúan, lo hacen por razones de propio interés— en fuerzas de interés que informan, mueven y guían a las clases sociales, y cuyos conflictos dirigen a la sociedad como un todo. La humanidad socializada es ese estado de la sociedad en el que sólo rige un interés, y el sujeto de dicho interés es la humanidad o las clases, pero nunca el hombre o los hombres. La cuestión es que desapareció incluso el último vestigio de acción en lo que los hombres hacían, el motivo implicado en el propio interés. Quedó una «fuerza natural», la fuerza del propio proceso de la vida, al que todos los hombres y todas las actividades humanas estaban sometidos («el proceso del pensamiento es un proceso natural»)[408] y cuyo único objetivo, si es que había alguno, era la supervivencia de la especie animal del hombre. Ya no era necesaria ninguna de las más elevadas capacidades del hombre para conectar la vida individual a la de la especie; aquélla pasó a formar parte del proceso de la vida, y lo único necesario fue trabajar, con el fin de asegurar la continuidad de la existencia de uno y la vida de su familia. Lo no necesario, lo no requerido por el metabolismo de la vida con la naturaleza, o bien era superfluo o sólo podía justificarse como peculiaridad de lo humano para diferenciarlo de cualquier otra vida animal; de ahí que se consideró que Milton había escrito El paraíso perdido por las mismas razones y similares urgencias que apremian al gusano de seda a producir seda.<br /> Si comparamos el Mundo Moderno con el pasado, la pérdida de la experiencia humana comprometida en este desarrollo es sorprendente. No es sólo, ni de manera primordial, la contemplación lo que ha pasado a ser una experiencia desprovista por completo de significado. El propio pensamiento, cuando se convirtió en «cálculo de las consecuencias», pasó a ser una función del cerebro, con el resultado de que los instrumentos electrónicos sirven mucho mejor para cumplir estas funciones. No tardó en entenderse la acción —y así continúa— casi exclusivamente como hacer y fabricar, con la diferencia de que hacer, debido a su mundanidad e inherente indiferencia por la vida, se consideró como otra forma de laborar, una función más complicada pero no más misteriosa del proceso de la vida.<br /> Mientras tanto, hemos demostrado bastante habilidad en hallar medios que mitiguen la fatiga y molestia del vivir, a tal extremo que ya no cabe considerar como utópica la eliminación del trabajo de la esfera de las actividades humanas. Porque incluso ahora la palabra labor es demasiado elevada, demasiado ambiciosa para lo que hacemos, o creemos que hacemos, en el mundo que nos ha tocado vivir. La última etapa de la sociedad laboral exige de sus miembros una función puramente automática, como si la vida individual se hubiera sumergido en el total proceso vital de la especie y la única decisión activa que se exigiera del individuo fuera soltar, por decirlo así, abandonar su individualidad, el aún individualmente sentido dolor y molestia de vivir, y conformarse con un deslumbrante y «tranquilizado» tipo funcional de conducta. Lo malo de las modernas teorías de behaviorismo no es que sean erróneas, sino que podrían llegar a ser verdaderas, que en realidad son 1mejores conceptualizaciones posibles de ciertas claras tendencias de la sociedad moderna. Resulta fácilmente concebible que la Época Moderna —que comenzó con una explosión de actividad humana tan prometedora y sin precedente— acabe en la pasividad más mortal y estéril de todas las conocidas por la historia.<br /> Pero aún existen otras indicaciones más peligrosas de que el hombre desee y esté a punto de evolucionar en esa especie animal de la que, desde Darwin, imagina que procede. Si volvemos una vez más al descubrimiento del punto de Arquímedes y lo aplicamos al propio hombre —cosa que Kafka nos advirtió que no hiciéramos— y a lo que hace en esta Tierra, de inmediato se hace manifiesto que todas sus actividades, observadas desde un punto del universo suficientemente alejado y ventajoso, no parecerían actividades sino procesos, de manera que, como ha señalado recientemente un científico, la motorización moderna parecería un proceso de mutación biológica en el que los cuerpos humanos comienzan gradualmente a cubrirse de caparazones de acero. Para el observador situado en el universo, esta mutación no sería ni más ni menos misteriosa que la que surge ante nuestros ojos en esos pequeños organismos vivos que combatimos con antibióticos y que misteriosamente han desarrollado nuevas fuerzas que nos hacen frente. En las metáforas que dominan el pensamiento científico de hoy día se observa lo arraigado que se halla en contra nuestra este uso del punto de Arquímedes. La razón de que los científicos nos hablen de la «vida» en el átomo —en el que aparentemente toda partícula es «libre» de comportarse como quiera y donde las leyes que rigen estos movimientos son estadísticamente las mismas que, según los científicos sociales, gobiernan la conducta humana y hacen que la multitud se comporte como debe, por «libre» que pueda parecer en sus elecciones, la partícula individual—, la razón, dicho con otras palabras, de que la conducta de la partícula infinitamente pequeña no sólo sea de modelo similar al sistema planetario, tal como éste se nos presenta, sino que además se asemeje a la vida y modelos de conducta de la sociedad humana, se debe a que vivimos en esta sociedad como si estuviéramos tan lejanos de nuestra propia existencia humana como lo estamos de lo infinitamente pequeño y de lo inmensamente grande que, aunque pudieran captarse con los aparatos más sensibles, están demasiado lejos de nosotros para experimentarlos.<br /> Ni que decir tiene que esto no significa que el hombre moderno haya perdido sus capacidades o esté a punto de perderlas. Al margen de lo que nos diga la sociología, la psicología y la antropología sobre el «animal social», los hombres persisten en hacer, fabricar y construir, aunque estas facultades se restrinjan cada vez más a las habilidades del artista, de manera que las existencias concomitantes a la mundanidad escapan cada vez más de la experiencia humana corriente.[409]<br /> De modo similar, la capacidad para la acción, al menos en el sentido de liberación de procesos, sigue en nosotros, aunque se ha convertido en prerrogativa exclusiva de los científicos, quienes han ampliado la esfera de los asuntos humanos hasta el extremo de borrar la consagrada y protectora línea divisoria entre la naturaleza y el mundo humano. Ante tales logros, realizados durante siglos en la invisible quietud de los laboratorios, parece natural que sus actos hayan terminado por tener mayor resonancia pública, mayor significación política, que las actividades administrativas y diplomáticas de la mayoría de los llamados estadistas. No deja de ser irónico que quienes la opinión pública ha considerado desde siempre como los miembros menos prácticos y políticos de la sociedad, hayan resultado ser los únicos que aún saben cómo actuar y cómo hacerlo de común acuerdo. Las organizaciones que fundaron en el siglo XVII para la conquista de la naturaleza, y donde desarrollaron sus propios modelos morales y su propio código de honor, no sólo han sobrevivido a todas las vicisitudes de la Época Moderna, sino que se han convertido en los más poderosos focos generadores de poder de toda historia. Pero la acción de los científicos, puesto que actúa en la naturaleza desde el punto de vista del universo y no en la trama de las relaciones humanas, carece del carácter revelador de la acción, así como de la habilidad para crear relatos y hacerse histórica, factores que juntos son la fuente de donde surge la plenitud de significado que ilumina a la existencia humana. En este aspecto existencialmente de suma importancia, la acción se ha convertido además en una experiencia para unos pocos privilegiados, y estos pocos que aún saben lo que significa actuar tal vez sean menos que los artistas, e incluso su experiencia más rara que la genuina experiencia por el mundo.<br /> Por último, el pensamiento —que, siguiendo la tradición premoderna y moderna, hemos omitido de nuestra reconsideración de la vita activa— todavía es posible, y sin duda real, siempre que los hombres vivan bajo condiciones de libertad política. Por desgracia, y contrariamente a lo que se suele creer de la proverbial e independiente torre de marfil de los pensadores, no existe ninguna otra capacidad humana tan vulnerable, y de hecho es mucho más fácil actuar que pensar bajo un régimen tiránico. Como experiencia viva, siempre se ha supuesto —quizás erróneamente— que el pensamiento era patrimonio de unos pocos. Quizá no sea excesivo atrevimiento creer que en nuestros días esos pocos son aún menos. Esto puede ser de escasa o de limitada importancia para el futuro del mundo, pero no lo es para el futuro del hombre. Porque si a las varias actividades dentro de la vita activa no se les aplicara más prueba que la experiencia de estar activo, ni otra medida que el alcance de la pura actividad, pudiera ocurrir que el pensamiento como tal las superara a todas. Quien tiene cualquier experiencia en esta materia sabe la razón que asistía a Catón cuando dijo: Numquam se plus agere quam nihil cum ageret, numquam minus solum esse quam cum solus esset («Nunca está nadie más activo que cuando no hace nada, nunca está menos solo que cuando está consigo mismo»).<br /> <br /> Notas<br /><br /><br /> [1] En la entrevista televisada que le hizo Günter Gauss el 28 de octubre de 1964 Hannah Arendt iba todavía más allá y declaraba: «Yo no pertenezco al círculo de los filósofos. […] No me siento filósofa de ninguna manera y tampoco creo que haya sido recibida en el círculo de los filósofos» (trad. catalana en la revista Saber, n. 13, primavera 1987). También Ingebor Nordman, en su trabajo «Hannah Arendt: las vías hacia la acción y el pensamiento políticos», Debats n. 37, diciembre de 1991, págs. 38-35, ha destacado este mismo rasgo. <<<br /> [2] Laura Boella, «L’attimo inevitabile del presente», Il manifesto, 24 de octubre de 1992. <<<br /> [3] «Soy un individuo judío feminini generis, como Vds. pueden ver, nacida y educada en Alemania, como tampoco es difícil de adivinar, y durante ocho largos y felices años me formé en Francia», se autorretrataba en el discurso pronunciado en Cophenague en 1975, con motivo de la concesión del premio Sonning (trad. cat., «El gran joc del món», Saber, cit).. <<<br /> [4] La bibliografía más completa y fiable de la obra de H. Arendt es la contenida en la bibliografía escrita por Elisabeth Young-Bruehl, Hanna Arendt. For love of the World, New Haven, Londres, Yale University Press, 1982 (trad. cast., Hannah Arendt, Valencia, Edicions Alfons el Magnanim, 1993). Otra biografía, la de Wolfgang Heuer, Hannah Arendt, Hamburgo, Rowohlt Verlag, 1987, incluye un anexo bibliográfico dedicado a estudios sobre su obra con diversos apartados dedicados a estudios monográficos y números especiales, artículos en general, estudios comparativos, reseñas y conmemoraciones. <<<br /> [5] «From the pariah’s point of view: reflections on Hannah Arendt’s life and work» en M.A. Hill (comp)., Hannah Arendt: The Recovery of the Public World, Nueva York, St. Martin’s Press, 1979 (trad. cast. del artículo con el título «Reflexiones sobre la vida y la obra de Hannah Arendt» en Revista de Occidente n. 23, abril 1983, págs. 21-42, de donde procede la cita). <<<br /> [6] Arendt empezó a trabajar en la biografía de esta dama, que tenía un salón en Berlín a fines del siglo XVIII, casi inmediatamente después de terminar su tesis doctoral (El concepto del amor en San Agustín) en 1929. La primera noticia del personaje la había obtenido a través de su compañera de escuela de Konisberg Anne Mendelssohn, que luego fue mujer del filósofo Eric Weil. Con ambos, judíos también, se encontró en París, en la época en la que dio por concluido el manuscrito (hacia 1938), y tenemos indicios para suponer que esta coincidencia tuvo poco de casual. El libro no apareció hasta 1958, cuando se encontraba ya en Nueva York (Rahel Varnhagen: The Lif e of a Jewess, Londres, Eastend West Library, 1959). <<<br /> [7] «Estamos tan acostumbrados a las viejas contraposiciones entre razón y pasión, y entre espíritu y vida, que en cierto modo nos extraña la idea de un pensamiento apasionado en el que pensar y ser viviente se convierte en una misma cosa» (H. Arendt, «Martin Heidegger, octogenario», Madrid, Revista de Occidente, n. 84, pág. 261. De este mismo texto hay nueva traducción con el título de «Martin Heidegger o el pensamiento como actividad pura» en Archipiélago, n. 9, 1992). <<<br /> [8] En Debats, cit., págs. 4-7. <<<br /> [9] The Origins of Totalitarism Nueva York, Hartcourt Brace & Co., 1951, 2.ª ed. aumentada: 1958 (trad. cast., Los origenes del totalitarismo, Madrid, Tauros, 1974). <<<br /> [10] Elisabeth Young-Bruehl, «Reflexiones sobre…», cit., pág. 27. <<<br /> [11] Bastará con recordar que el libro de Pareto Tratado de sociología general, donde se plantea la cuestión general de la formación y circulación de las minorías, es de 1916, el de Mosca, Elementos de ciencias políticas, donde se contiene la primera formulación sistemática sobre la «clase política», de 1923, y que de la misma época son los trabajos de R. Mitchels sobre la situación de los partidos políticos y la «ley de bronce de las oligarquías». Estos textos constituyen el substrato teórico del libro de David Riesman, La muchedumbre solitaria (Barcelona, Paidós, 1981) de enorme repercusión en los Estados Unidos precisamente en los años cincuenta. <<<br /> [12] El escrito se publicó por primera vez en la revista alemana Merkur con el título «Walter Benjamin» (vol. XXII, 1968), traduciéndose al inglés en The New Yorker (19 octubre 1968) y apareciendo, a continuación, como Introducción a la versión americana del Iluminaciones benjaminiano (Iluminations, Nueva York, Harcout Brace & Worl, 1968). Este mismo texto se halla también incluido en el volumen de Hannah Arendt M en in Dark Times (Nueva York, Harcout Brace & World, 1968). Existen dos versiones castellanas del libro: una primera, Walter Benjamin; Bertold Brecht; Hermann Broch; Rosa Luxemburgo (Barcelona, Anagrama, 1971), que recoge tan sólo los cuatro trabajos indicados en el título, y una segunda, ya más completa, y fielmente traducida como Hombres en tiempos de oscuridad (Barcelona, Gedisa, 1990), en la que sin embargo sigue faltando el importante trabajo «Karl Jaspers: a laudatio». <<<br /> [13] Véaseu Claude Lefort, «Hannah Arendt et la question du politique» en Essais sur le politique (XIX-XX siecles), París, Seuil, 1986, págs. 59-72. <<<br /> [14] Los orígenes…, cit., pág. 388. <<<br /> [15] Ibídem, pág. 392. <<<br /> [16] Raymond Aron, p. ej. ha insistido en la centralidad de la función del terror en el totalitarismo en su trabajo «L’essence du totalitarisme», Critique, X/80 (1954), págs. 51-70. <<<br /> [17] Véase Genevieve Even-Granbuolan, Une femme de pensee, Hannah Arendt, París, Anthropos, 1990, prefacio de Paul Ricoeur, especialmente el epígrafe titulado «Le mal, príncipe d’organisation politique», págs. 173-211. <<<br /> [18] La cita abre la tercera parte de Los orígenes…, y se diría que Hannah Arendt estaba pensando en ella cuando, en la entrevista citada supra, afirmaba: «[En Auschwitz] pasó algo que todavía no hemos entendido». La cita de Rousset pertenece a su libro Les jours de notre mort, París, 10/18, 1974, l.ª ed., 1947. <<<br /> [19] Paul Ricoeur, «De la filosofía…», cit., pág. 6. <<<br /> [20] Ibídem, pág. 554. Significativamente, el texto de Claude Lefort dedicado a reflexionar sobre el archipiélago Gulag lleva por título Un homme de trop, París, Seuil, 1976. Otro desarrollo valioso de las tesis de Arendt a este respecto se encuentra en R.L. Rubinstein, The Cunning of History. The Holocaust and the American Future, Nueva York, Harper & Row, 1975. <<<br /> [21] El resultado fue el libro Eichmann in Jerusalem: A report on the Banality of Evil, Nueva York, The Viking Press, l.ª ed., 1963; 2.ª ed., revisada y aumentada, 1965 (trad. cast., Eichamnn en Jerusalén. Un estudio sobre la banalidad del mal, Barcelona, Lumen, 1967). <<<br /> [22] Hannah Arendt, La vida del espíritu, Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1984, pág. 14 (la edición original inglesa es de 1978: The Life of the Mind, pref. y comp. de Mary McCarthy, Nueva York, Harcourt Brace Jov., 1978, 2 vols).. <<<br /> [23] H. Arendt, On Revolution, Nueva York, The Viking Press, 1963; 2.ª ed. revisada, 1965 (trad. cast., «Sobre la revolución», Madrid, Revista de Occidente, l.ª ed. 1967). <<<br /> [24] Un comentario de la crítica que Habermas (en su trabajo «La historia de dos revoluciones») ha hecho de esta tesis de H. Arendt se encuentra en Jean-Marc Ferry, Habermas. L’éthique de la communication, París, PUF, 1987, págs. 75-115. A lo largo de su cap. 11, titulado «Rationalité et politique», el autor pone en conexión aquella crítica con la que el propio Habermas (en su otro trabajo, «El concepto de poder de Hannah Arendt») ha presentado de la concepción arendtiana de la política y, más allá, de su posición en el tema del fundamento de la legitimidad. Los textos de Habermas están incluidos en Perfiles filosófico-políticos, Madrid, Taurus, 1984. <<<br /> [25] «El poder surge allí donde las personas se juntan y actúan concertadamente», escribe H. Arendt en Crisis de la república, Madrid, Tauros, 1973, pág. 154 (la revisión original inglesa es del año 1972: Crises of the Republic, Nueva York, Harcort Brace & World). <<<br /> [26] Hannah Arendt parecía depositar en el sistema de consejos implantado en Rusia tras la revolución del 17 (y desaparecido en beneficio del sistema de partido único), en España durante la guerra civil o en Hungría en 1956, todas sus esperanzas de actualización del modelo de la polis. Aludió a ello en diversas ocasiones: en el prólogo a Between Past and Future, cit., en las últimas páginas de On Revolution, cit., o, sin ir más lejos, en algún pasaje de este mismo libro. <<<br /> [27] Paolo Flores d’Arcais abre su ensayo «L’esistenzialismo libertario di Hannah Arendt», en Esistenza e liberta, Génova, Marietti, 1990, con estas palabras: «La política es la esfera de la existencia auténtica, el lugar exclusivo y privilegiado donde le es dado al hombre realizarse en cuanto hombre». <<<br /> [28] Según propia declaración, «en toda mi vida no he querido a ningún pueblo o colectividad alguna, fueran los alemanes, los franceses o los americanos, ni siquiera a la clase obrera o a cualquier otra. De hecho, sólo quiero a mis amigos y soy absolutamente incapaz de tener ninguna otra forma de amor». <<<br /> [29] «Quiero contemplar la política con los ojos por así decir puros de toda filosofía,» le declaraba a Günter Gauss en la entrevista mencionada, supra, nota 1. <<<br /> [30] La condición humana apareció primero en versión inglesa en 1958: The Human Condition, Chicago/Londres, Univ. of Chicago Press. La versión alemana lleva el título vita activa (exactamente, Vita activa oder vom tätigen Lebem; Stuttgart, Kohlhammer-München, Piper, 1960) con el que denominó el ciclo de conferencias en las que tiene su origen este trabajo y con el que Arendt se refería al manuscrito en su correspondencia con Jaspers. La vida activa o mundo de la práctica se opone a la vita contemplativa o vida del espíritu, a la que nuestra autora dedicó su último e inacabado libro (The Life of the Mind, cit).. <<<br /> [31] A algunas de las dificultades que plantea esta clasificación tricotómica se ha referido Bhikhu Parekh en su libro Hannah Arendt and the Search for a New Polítical Philosophy, Londres, Macmillan, 1981, págs. 108-123. <<<br /> [32] Carece de sentido, por tanto, la expresión «naturaleza humana». El hombre en tanto que humano no tiene naturaleza. La discusión que Eric Voeglin mantuvo con Arendt a propósito del totalitarismo giraba alrededor de esta noción: mientras que ésta veía en la expresión «naturaleza humana» una contradicción en los términos, el autor de The New Science of Politics veía ese mismo tipo de contradicción en la expresión «cambio de naturaleza» (Voeglin, «The Origins of Totalitarianism», Review of Politics, 15, 1953). <<<br /> [33] Richard Bernstein ha analizado esta noción en su trabajo «Rethinking the Social and the Political», incluido en Philosophical Profiles, Cambridge, Polity Press, 1986, págs. 238 y sigs. <<<br /> [34] Fina Birulés ha subrayado este extremo en «Poética y Política: Hannah Arendt», incluido en el vol. col. Hannah Arendt. La política tra natalità e mortalità, Milán, Franco Angeli Libri, en prensa, donde se recogen las ponencias presentadas en el coloquio que, bajo el mismo título, tuvo lugar en Sorrento el 13 y 14 de octubre de 1992. <<<br /> [35] Véase J.M. Chaumont, «La singularité de l’univers concentrationnair selon Hannah Arendt» en A.M. Roviello y M. Weyembergh (coords)., Hannah Arendt et la modernité, París, Vrin, 1992. <<<br /> [36] Véase su «The Concept of History» en Between Past and Future, Nueva York, The Viking Press, l.ª ed., 1961; hay una segunda edición en 1968, en la que se han añadido dos ensayos y también una traducción catalana parcial con el título La crisi de la cultura, Barcelona, Portie, 1989. <<<br /> [37] Seyla Behabib ha enfatizado el ascendente benjaminiano de Arendt a este respecto en «Models of Public Space», Situating the Self, Cambridge, Polity Press 1992, pág. 92. <<<br /> [38] En Hombres en tiempos…, cit., pág. 20. <<<br /> [39] Citado por Ingeborg Nordmann, en «Hannah Arendt: las vías hacia la acción y el pensamiento políticos», en Debats, cit., pág. 41. <<<br /> [40] Los orígenes… cit., pág. 10. <<<br /> [41] Para la crítica de Arendt a la idea de sujeto y su relación con el planteamiento heideggeriano véase Alessandro del Lago, Il paradosso dell’agire, Nápoles, Liguori Editore, 1990, cap. 8, «Una filosofia della presenza». <<<br /> [42] Escribe Hannah Arendt en «Sobre la humanidad en tiempos de oscuridad. Reflexiones sobre Lessing» (en Hombres en tiempos… cit., pág. 31, aunque la afirmación se repite casi literalmente en «Understanding Politics», Partisan Review, 1953, pág. 388): «El significado de un acto se revela cuando la acción en sí ha concluido y se ha convertido en historia susceptible de narración». Sólo cuando la escucha, Ulises llega a ser plenamente consciente del significado de esa historia extraída de su propia vida (La vida del espíritu, cit., pág. 159). <<<br /> [43] Véase André Enegrén, La pensée politique de Hannah Arendt, París, PUF, 1984, especialmente el epígrafe «La mémoire du précaire», págs. 168 y sigs. <<<br /> [44] Véase los textos de H. Arendt sobre Kant en el volumen Lectures on Kant’s Política! Philosophy, Chicago, The University of Chicago Press, 1982. El volumen contiene, además del post-scriptum al tomo I de La vida del espíritu, incluido en la edición castellana de la obra, trece conferencias sobre la filosofía política de Kant y las notas de un seminario sobre la Crítica del juicio, impartido en la New School for Social Research en el otoño de 1970. <<<br /> <br /> Notas<br /><br /><br /> [1] En el análisis del pensamiento político postclásico, resulta a menudo sumamente iluminador averiguar cuál de las dos versiones bíblicas de la creación se cita. Así, es muy característico de la diferencia entre la enseñanza de Jesús de Nazaret y la de san Pablo el hecho de que Jesús; al discutir la relación entre hombre y mujer, se refiere a Gén., I. 27: «¿No habéis leído que al principio el Creador los hizo varón y hembra?» (Mt., XIX. 4), mientras que san Pablo en una ocasión similar insiste en que la mujer se creó «del hombre» y de ahí «para el hombre», si bien atenúa en cierto modo la diferencia: «ni la mujer sin el varón ni el varón sin la mujer» (I Cor., XI. 8-12), La diferencia indica mucho más que una diferente actitud sobre el papel de la mujer. Para Jesús, la fe estaba íntimamente relacionada con la acción; para san Pablo, la fe estaba conectada de manera primordial con la salvación. Sobre este punto es de especial interés la aportación de san Agustín (De civitate Dei, XII. 21), quien no sólo se desvía por completo de Gén., 1. 27, sino que ve la diferencia entre hombre y animal en el hecho de que el primero fue creado unum ac singulum, mientras que a todos los animales se les ordenó «existir varios al mismo tiempo» (plura simul iussit exsistere). Para san Agustín, la creación ofrece una grata oportunidad para acentuar el carácter de especie de la vida animal, a diferencia de la singularidad de la existencia humana. <<<br /> [2] San Agustín, a quien se suele considerar el primero que planteó la llamada cuestión antropológica en filosofía, lo sabía muy bien. Distingue entre «¿Quién soy yo?» y «¿Qué soy yo?», la primera pregunta dirigida por el hombre a sí mismo («Y me dirigí a mí mismo y me dije: Tú, ¿quién eres tú? Y contesté: un hombre» —tu, quis es?, Confesiones, x. 6) y la segunda a Dios («Entonces, ¿qué soy, Dios mío? ¿Lo que es mi naturaleza?»— Quid ergo sum, Deus meus? Quae natura sum?, x. 17). Porque en el «gran misterio», el grande profundum, en que se halla el hombre (IV. 14), hay «algo de hombre (aliquid hominis) que el espíritu del hombre que está en él no conoce. Pero, Tú, Señor, que le has hecho (fecisti eum), conoces todo de él (eius omnia)» (x. 5). Así, la más familiar de estas frases cuyo texto he citado, la quaestio mihi factus sum, es una pregunta planteada en presencia de Dios, «ante cuyos ojos he llegado a ser un problema para mí mismo» (x. 33). En resumen, la respuesta a la pregunta «¿quién soy yo?» es sencillamente: «Eres un hombre, cualquier cosa que eso sea»; y la respuesta a «¿qué soy?» sólo puede darla Dios, que hizo al hombre. El interrogante sobre la naturaleza del hombre no es menos teológico que el referido a la naturaleza de Dios; ambos sólo cabe establecerlos en el marco de una respuesta divinamente revelada. <<<br /> [3] Véase san Agustín, De civitate Dei, XIX. 19. <<<br /> [4] William L. Westermann —«Between Slavery and Freedom», American Historical Review, L (1945)— sostiene que el «criterio de Aristóteles… de que los artesanos viven en una condición de esclavitud limitada, significa que éstos, cuando hacían un contrato de trabajo, disponían de dos de los cuatro elementos de su libre estado social (o sea, libertad de actividad económica y derecho al movimiento no restringido), pero por su propia voluntad y durante un periodo temporal»; esta cita de Westermann demuestra que la libertad se entendía formada por «el estado social, la inviolabilidad personal, la libertad de actividad económica, el derecho al movimiento no restringido», y en consecuencia la esclavitud «era la ausencia de estos cuatro atributos». Aristóteles, en su enumeración de «modos de vida» en la Ética a Nicómaco (1. 5) y Ética a Eudemo (1215a35 sigs)., ni siquiera menciona la forma de vida del artesano; para él resulta claro que un banausos no es libre (véase Política, 1337b5). Se refiere, sin embargo, a «la vida de lucro» y la rechaza porque también se «emprende bajo apremio» (Ét. Nic., 1096a5). En la Ética a Eudemo se acentúa que el criterio sea libre: únicamente enumera esas vidas que se eligen ep’exousian. <<<br /> [5] Con respecto a la oposición de lo hermoso a lo necesario y útil, véase Política, 1333a30 sigs., 1332b32. <<<br /> [6] Con respecto a la oposición de lo libre a lo necesario y útil, véase ibíd. 1332b2. <<<br /> [7] Véase ibíd., 1277b8 con respecto a la distinción entre la ley despótica y la política. Sobre el tema de que la vida del déspota no es igual a la del hombre libre porque el primero está interesado por las «cosas necesarias», véase ibíd. 1325a24. <<<br /> [8] Sobre la extendida opinión de que la estimación moderna del trabajo es de origen cristiano, véase apartado 44. <<<br /> [9] Consúltese santo Tomás, Summa theologica, II - II. 179, esp. art. 2, donde la vita activa surge de la necessitas vitae praesentis, y Expositio in Psalmos, XLV, 3, donde al cuerpo político se le asigna la tarea de hallar todo lo que sea necesario para la vida: in civitate oportet invenire omnia necessaria ad vitarn. <<<br /> [10] La palabra griega skholē, al igual que la latina otium, significa primordialmente libertad de actividad política y no sólo tiempo de ocio, si bien ambas palabras se emplean también para indicar libertad de labor y necesidades de la vida. En cualquier caso, siempre señalan una condición libre de preocupaciones y cuidados. Una excelente descripción de la vida cotidiana de un ciudadano ateniense corriente, que disfruta de plena libertad de labor y trabajo, se halla en Fustel de Coulanges, The Ancient City (Anchor ed., 1956), págs. 334-336; descripción que convencerá a cualquiera del tiempo que se consumía en la actividad política bajo las condiciones de la ciudad-estado. Resulta fácil imaginar la cantidad de preocupaciones que acarreaba esta ordinaria vida política si recordamos que la ley ateniense no permitía permanecer neutral y castigaba con pérdida de la ciudadanía a quienes se negaban a tomar parte en la pugna de las distintas facciones. <<<br /> [11] Véase Aristóteles, Política, 1333a30-33. Santo Tomás define la contemplación como quies ab exterioribus motibus (Summa theologica, II - II. 179.1). <<<br /> [12] Santo Tomás acentúa la tranquilidad del alma y recomienda la vita activa porque agota y, por lo tanto, «aquieta las pasiones interiores» facilitando la contemplación (Summa theologica, II - II. 182.3). <<<br /> [13] Santo Tomás se muestra muy explícito sobre la relación entre la vita activa y las exigencias y necesidades del cuerpo humano que tienen en común hombres y animales (Summa theologica, II - II. 182.1). <<<br /> [14] San Agustín habla de la «carga» (sarcina) de la vida activa impuesta por el deber de la caridad, que sería insoportable sin la «suavidad» (suavitas) y el «deleite de la verdad» que se da en la contemplación (De civitate Dei, XIX. 19). <<<br /> [15] El tradicional resentimiento del filósofo contra la condición humana por el hecho de tener un cuerpo, no es idéntico al antiguo desprecio por las necesidades de la vida; estar sujeto a la necesidad era sólo un aspecto de la existencia corporal, y el cuerpo, una vez liberado de esta necesidad, era capaz de esa pura apariencia que los griegos llamaban belleza. Desde Platón, los filósofos añadieron al resentimiento por estar obligados a las exigencias del cuerpo, un nuevo resentimiento hacia el movimiento de cualquier clase. Debido a que el filósofo vive en completa quietud, sólo su cuerpo, según Platón, habita en la ciudad. De aquí deriva también el anterior reproche de interferencia dirigido contra los que dedicaban su vida a la política. <<<br /> [16] Véase F. M. Cornford, «Plato’s Commonwealth», Unwritten Philosophy (1950), pág. 54: «La muerte de Pericles y la guerra del Peloponeso marcan el momento en que los hombres de pensamiento y los de acción emprenden diferentes senderos, destinados a divergir cada vez más hasta que el sabio estoico dejó de ser ciudadano de su propio país y se convirtió en ciudadano del universo». <<<br /> [17] Herodoto (L 131), tras referir que los persas «no tienen imágenes de los dioses, ni templos, ni altares, y que consideran necias estas cosas», pasan a explicar que eso demuestra que «no creen, a diferencia de los griegos, que los dioses sean anthrōpophyeis, de naturaleza humana», o, podemos añadir, que dioseó y hombres tengan la misma naturaleza. Véase también Píndaro, Cannina Nemaea, vi. <<<br /> [18] Véase Aristóteles, Económica, l343b24. La naturaleza garantiza para siempre a las especies su ser a través de la repetición (periodos), pero no puede hacerlo para siempre al individuo. El mismo pensamiento, «para las cosas vivas, la vida es ser», aparece en Sobre el alma, 415b13. <<<br /> [19] El idioma griego no distingue entre «trabajos» y «actos»; denomina a los dos erga si son lo bastante duraderos para perdurar y lo suficientemente grandes para que se les recuerde. Sólo cuando los filósofos o, mejor dicho, los sofistas, comenzaron a trazar sus «interminables distinciones» y a diferenciar entre hacer y actuar (poiein y prattein), las palabras poiēmata y pragmata adquirieron mayor uso (véase Platón, Cármides, 163). Homero aún desconoce la palabra pragmata, que en Platón (ta ton anthrōpōn pragmata) está mejor interpretado por «asuntos humanos» y que tiene las connotaciones de trastorno y futilidad. En Herodoto, pragmata puede tener la misma connotación (véase, por ejemplo, I. 155). <<<br /> [20] Heráclito, frag. B29 (Diels, Fragmente der Vorsokratiker, 19224). <<<br /> [21] In vita activa fixi permanere possumus; in contemplativa autem intenta mente manere nullo modo valemus (santo Tomás, Summa theologica, II. II.181.4). <<<br /> [22] Resulta Sorprendente que los dioses homéricos sólo actúen con respecto a los hombres gobernándoles desde lejos o interfiriéndose en sus asuntos. También los conflictos y luchas entre los dioses parecen surgir principalmente por su intromisión en los problemas humanos o su conflictiva parcialidad hacía los mortales. Lo que entonces aparece es una historia en la que actúan juntos hombres y dioses, pero la escena está montada por los mortales, incluso cuando la decisión se toma en la asamblea de los dioses en el Olimpo. Creo que tal «cooperación» está señalada en el homérico erg’ andrōn te theōn te (Odisea, l. 338): el bardo canta las hazañas de dioses y hombres, no historias de dioses e historias de hombres. De manera similar, la Teogonía de Hesíodo no trata las hazañas de los dioses, sino la génesis del mundo (116); así, pues, refiere cómo comenzaron a existir las cosas mediante la procreación y nacimiento (repetidos constantemente). El cantor, sirviente de las musas, exalta «las gloriosas hazañas de los hombres del pasado y de los dioses benditos» (pág. 97 sigs)., pero en ninguna parte, por lo que he podido ver, elogia las gloriosas hazañas de los dioses. <<<br /> [23] La cita está tomada del «Index Rerum», de la edición de Tauro de santo Tomás (1922). La palabra «politicus» no se da en texto, pero el Index resume correctamente el significado de santo Tomás, como puede cumprobarse en la Summa theologica, I. 96.4; II. II.109.3. <<<br /> [24] Societas regni en Livio, societas sceleris en Camelio Nepote. Tal alianza pudo también concluirse con propósitos comerciales, y santo Tomás todavía mantiene que una «verdadera societas» entre hombres de negocios sólo existe «donde el propio inversor comparte el riesgo», esto es, donde la sociedad es una alianza. Véase W. J. Ashley, An introduction to English Economic History and Theory (1931), pág. 419). <<<br /> [25] Empleo aquí y en el resto del libro la expresión «especie humana» (mankind) para diferenciarla de «humanidad» (mankind), que indica la suma total de seres humanos. <<<br /> [26] Werner Jaeger, Paideia (1945), vol. III, pág. 111. <<<br /> [27] Aunque la principal tesis de Fustel de Coulanges, según la introducción a The Ancient City (Anchor ed., 1950), consiste en demostrar que «la misma religión» constituyó la organización de la antigua familia y la antigua ciudad-estado, aporta numerosas referencias al hecho de que el régimen de la gens, basado en la religión de la familia, y el de la ciudad «eran en realidad dos formas antagónicas de gobierno… O la ciudad no podía perdurar o con el tiempo tenía que destruir a la familia» (pág. 252). La contradicción existente en este gran libro me parece que reside en el intento de Coulanges de tratar juntas a Roma y a las ciudades-estado griegas; confía principalmente en el sentimiento político e institucional romano, si bien reconoce que el culto a la diosa Vesta «se debilitó en Grecia en una fecha muy temprana… y nunca disminuyó en Roma» (pág. 146). No sólo era mucho mayor la separación entre familia y ciudad en Grecia que en Roma, sino que únicamente en Grecia existía la religión del Olimpo, la de Homero y la ciudad-estado, diferenciada y superior a la más antigua de la familia. Mientras que Vesta, la diosa del hogar, se convirtió en la protectora de una «ciudad-hogar» y parcialmente en el culto oficial y político tras la unificación y segunda fundación de R0ma, a su colega griega, Hestia, la menciona por vez primera Hesíodo, único poeta griego que, en consciente oposición a Homero, elogia la vida del hogar; en la religión oficial de la polis tuvo que ceder su puesto a Dioniso en la asamblea de los doce dioses del Olimpo. (Véase Mommsen, Römische Geschichte, 5.ª ed., libro I, cap. 12, y Robert Graves, The Greek Myths, 1955, 27.k). <<<br /> [28] El pasaje se encuentra en el discurso de Fénix, Iliada, IX. 443. Claramente se refiere a la educación para la guerra y el agora, la reunión pública, en las que pueden distinguirse los hombres. La traducción literal es así: «[tu padre] me encargó que te enseñara todo esto, a ser un orador de palabras y agente de hazañas» (mylthōn te rhētēr’ emenai prēktēra te ergōn). <<<br /> [29] La traducción literal de las últimas líneas de Antígona es como sigue: «Pero las grandes palabras, contrarrestando (o devolviendo] los grandes golpes del demasiado orgulloso, enseñan entendimiento en la vejez». El significado de este párrafo es tan confuso para la comprensión moderna que rara vez se encuentra un traductor que se atreva a dar el sentido desnudo. Una excepción es la traducción de Holderlin: «Grosse Blicke aber, / Grosse Streiche der hohen Schultern / Vergeltend, / Sie haben im Alter gelehrt, zu denken». Una anécdota relatada por Plutarco puede ilustrar, a un nivel mucho más bajo, la conexión entre actuar y hablar. En cierta ocasión un hombre se acercó a Demóstenes y le relató lo horriblemente que le habían golpeado. «Pero tú no sufriste nada con lo que me cuentas», dijo Demóstenes. A lo que el otro levantó la voz y chilló: «¿Que no sufrí nada?». Demóstenes dijo a su vez: «Ahora oigo la voz de alguien que fue maltratado y sufrió» (en «Demóstenes», Vidas paralelas). Un último residuo de esta antigua conexión entre discurso y pensamiento, de la que carece nuestra noción de expresar el pensamiento por medio de palabras, puede hallarse en la fórmula ciceroniana de ratio et orntio. <<<br /> [30] Característica de este desarrollo es que a todo político se le llamaba «rhetor» y que la retórica, el arte de hablar en público, a diferencia de la dialéctica, arte del discurso filosófico, la define Aristóteles como el arte de la persuasión (véase Retórica, 1354 al 2 sigs., y 1355b26 sigs).. (La propia distinción deriva de Platón, Gorgías, 448). En este sentido hemos de entender la decadencia de Tebas, que se imputó a la negligencia tebana por la retórica en favor del ejercicio militar (véase Jacob Burckhardt, Griechische Kulturgeschichte, Kroener ed., vol. III, pág. 190). <<<br /> [31] Ética a Nicómáco, 1142a25 y 1178a6 sigs. <<<br /> [32] Santo Tomás, op. cit., II-II. 50.3. <<<br /> [33] Por lo tanto, dominus y paterfamilias fueron sinónimos, al igual que servus y familiaris: Domínum patrem familiae apellaverunt; servos… familiares (Séneca, Epístolas, 47.12). La antigua libertad romana del ciudadano desapareció cuando los emperadores romanos adoptaron el título de dominus, «ce nom, qu’Auguste et que Tibère encore, repoussaient comme une malédiction et une injure» (H. Wallon, Histoire de l’esclavage dans l’antíquité, 1847, vol. III, pág. 21). <<<br /> [34] Segun Gunnar Myrdal (The Polítical Element in the Development of Economic Theory, 1953, p. XI), la «idea de economía social o administración doméstica colectiva (Volkswirtschaft)» es uno de los «tres principales focos» a cuyo alrededor «la especulación política que ha impregnado a la economía desde el mismo principio se halla para cristalizarse». <<<br /> [35] Con esto no pretendo negar que la nación-estado y su sociedad surjan del reino medieval y del feudalismo, en cuyo marco la unidad familiar y el conjunto de vasallos tienen una importancia inigualable en la antigüedad clásica. La diferencia, sin embargo, es marcada. Dentro del marco feudal, familias y conjunto de vasallos eran mutuamente casi independientes, de tal modo que [a realeza, que representa una determinada zona territorial y que gobierna a los señores feudales como primus inter pares, no pretendía ser como gobernante absoluto la cabeza de una familia. La «nación» medieval era un conglomerado de familias, sus miembros no se consideraban componentes de una familia que abarcara toda la nación. <<<br /> [36] La diferencia está muy clara en los primeros párrafos de la Económica de Aristóteles, ya que al despótico gobierno de un hombre (monarchia) de la organización familiar opone la organización de la polis, diferente por completo. <<<br /> [37] Puede verse en Atenas el punto decisivo en la legislación de Salón. Coulanges observa acertadamente que la ley ateniense que instituyó el deber filial de mantener a los padres es la prueba de la pérdida del poder paterno (op. cit., págs. 315-316). No obstante, el poder paterno sólo se limitaba si entraba en conflicto con los intereses de la ciudad y nunca en beneficio del individuo de la familia. Así, la venta de niños y la exposición de criaturas perduró a lo largo de la antigüedad. (Véase R. H. Barrow; Slavery in the Roman Empire, 1928, pág. 8: «Otros derechos de la patria potes/as habían quedado en desuso, pero el de exposición no fue prohibido hasta el año 374 después de J.C.») <<<br /> [38] Con respecto a esta distinción es interesante observar que había ciudades griegas en las que se obligaba a los ciudadanos a compartir sus cosechas y consumirlas en común, al tiempo que cada: uno de ellos tenía la propiedad de su terreno de manera absoluta e incontrovertida. Véase Coulanges (op. cit., pág. 61), quien califica esta ley de «singular contradicción»; no es contradicción, ya que estos dos tipos de propiedad no tenían nada en común para el antiguo entendimiento. <<<br /> [39] Véase Leyes, 842. <<<br /> [40] Tomado de Coulanges, op. cit., pág. 96; la referencia a Plutarco se halla en Quaestiones romanae, 51. Parece extraño que el parcial énfasis de Coulanges sobre las deidades del averno en la religión griega y romana haya pasado por alto que estos dioses no eran simples dioses de los muertos ni su culto un «culto de muerte», sino que esta temprana religión atada a la tierra servía a la vida y a la muerte como dos aspectos del mismo proceso. La vida surge de la tierra y a ella vuelve; nacimiento y muerte sólo son dos diferentes etapas de la misma vida biológica sobre la que gobiernan los dioses subterráneos. <<<br /> [41] La discusión entre Sócrates y Eutero en la M.emorabilia (II.8) de Jenofonte es muy interesante. El segundo se ve obligado por la necesidad a trabajar y está convencido de que su cuerpo no podrá soportar esa clase de vida durante mucho tiempo y también que en su vejez será un menesteroso. A pesar de lo cual cree que trabajar es mejor que pedir. Sócrates le propone que busque a alguien «que sea rico y necesite un ayudante», a lo que Eutero responde que no podría soportar la servidumbre (douleia). <<<br /> [42] La cita está tornada de Hobbes, Leviathan, parte I, cap. 13. <<<br /> [43] La referencia más conocida y hermosa es la discusión de las diferentes formas de gobierno en Herodoto (m. 80-83), donde Otanes, defensor de la igualdad griega (isonomiē), declara que «no desea gobernar ni ser gobernado». Con igual espíritu Aristóteles afirma que la vida de un hombre libre es mejor que la de un déspota, negando como cosa natural la libertad de éste (Política, 1325a24). Según Coulanges, todas las palabras griegas y latinas que expresan gobierno sobre otros, tales como rex, pater, anax, basileus, se refieren originalmente a las relaciones domésticas y eran nombres dados por los esclavos a sus amos (op. cit., págs. 89 sigs.; 228). <<<br /> [44] La proporción variaba y es ciertamente exagerada en el informe de Jenofonte sobre Esparta, donde un extranjero no contó más de sesenta ciudadanos entre cuatro mil personas reunidas en el mercado (Hellenica, III. 35). <<<br /> [45] Véase Myrdal, op. cit.: «La noción de que la sociedad, al igual que el cabeza de familia, se responsabiliza de sus miembros, se halla profundamente enraizada en la terminología económica… La palabra alemana Volkswirtschaftslehre sugiere que existe un tema colectivo de actividad económica… con un propósito y valores comunes. En inglés, “teoría de la riqueza” o “teoria del bienestar” expresan ideas similares» (pág. 140). «¿Qué significa una economía social cuya función es una economía doméstica social? En primer lugar, implica o sugiere una analogía entre el individuo que dirige a su familia y la sociedad. Adam Smith y James Mill elaboraron explícitamente esta analogía. Tras la crítica de J. S. Smith, y con el más amplio reconocimiento de la distinción entre economía política práctica y teórica, la analogía fue menos puesta de relieve por lo general» (pág. 143). El hecho de que la analogía dejara de usarse puede también deberse a una evolución, en cuyo transcurso la sociedad devoró a la unidad familiar hasta que se convirtió en su total sustituta. <<<br /> [46] R. H. Barrow, The Romans (1953), pág. 194. <<<br /> [47] Las características que E. Levasseur (Histoire des classes ouvrières et de l’industrie en France avant 1789, 1900) halla en la organización feudal del trabajo, son válidas para el conjunto de las comunidades feudales: «Chacun vivait chez soi et vivait de soi-mème, le noble sur sa seigneurie, le vilain sur sa culture, le citadin dans sa vílle» (pág. 229). <<<br /> [48] El trato justo a los esclavos, recomendado por Platón en las Leyes (777), tiene poco que ver con la justicia y no se recomienda «por consideración a los esclavos, sino por respeto a nosotros mismos». Con respecto a la coexistencia de las dos leyes, la política de justicia y la doméstica, véase Wallon, op. cit., vol. II, pág. 200: «La loi, pendant bien longtemps, donc… s’abstenait de pénétrer dan la famille, ou elle reconnaissait l’empire d’une autre loi». La jurisdicción antigua, especialmente la romana, relativa a los asuntos domésticos, trato dado a los esclavos, relaciones familiares, etc., estaba en esencia destinada a limitar el poder, de otra forma no restringido, del cabeza de familia; era inimaginable que pudiera existir una norma de justicia en la por completo «privada» sociedad de los mismos esclavos, ya que por definición estaban al margen de la ley y sujetos a la voluntad de su dueño. Sólo éste, en cuanto también era ciudadano, estaba sometido a las leyes, que, en beneficio de la ciudad, a veces incluso reducían su poder doméstico. <<<br /> [49] W. J. Ashley, op. cit., pág. 415. <<<br /> [50] Este «ascenso» de una esfera o rango a otro más elevado es un tema repetido en Maquiavelo. (Véase en especial El príncipe, cap. 6, sobre Hierón de Siracusa, así como cap. 7; y Discursos, libro II, cap. 13). <<<br /> [51] «En tiempo de Salón, la esclavitud había lleado a ser considerada peor que la muerte» (Robert Schlaifer, «Greek Theories of Slavery from Homer to Aristotle», Harvard Studies in Classical Philology, XLVII, 1936). Desde entonces, philopsychia «amor a la vida» y cobardía se identificaron con esclavitud. De este modo Platón podía creer que había demostrado la natural servidumbre de los esclavos por el hecho de que no habían preferido la muerte (República, 386A). Un eco posterior de esto se halla en la respuesta de Séneca a las quejas de los esclavos: «¿No está la libertad tan próxima a la mano para que no haya ningún esclavo?» (Ep. 77.14) o en su vita si moriendi virtus abest, servitus est, «la vida es esclavitud sin la virtud que sabe cómo morir» (77.13). Para entender la antigua actitud hacia la esclavitud, no deja de tener importancia recordar que la mayoría de los esclavos eran enemigos derrotados y que por lo general sólo un pequeño porcentaje habían nacido esclavos. Mientras que bajo la República romana los esclavos procedían de territorios al margen de la ley romana, los esclavos g1iegos solían ser de la misma nacionalidad que sus dueños; habían demostrado su naturaleza servil al no suicidarse y, puesto que el valor era la virtud política por excelencia, su «natural» indignidad, su incapacidad para ser ciudadanos. La actitud hacia los esclavos cambió en el Imperio Romano, no sólo debido a la influencia del estoicismo, sino también a que una gran parte de la población esclava lo era de nacimiento. Pero incluso en Roma, labos es considerado por Virgilio:(Eneida, VI) como algo estrechamente relacionado con la muerte no gloriosa. <<<br /> [52] Que el hombre libre se distingue del esclavo por su valor parece haber sido el tema de un poema del poeta cretense Hibrias: «Mis riquezas son la lanza, la espada y el hermoso escudo… quienes no se atreven a llevar lanza, espada y el hermoso escudo que protege al cuerpo, caen a mis pies empavorecidos y me llaman señor y gran rey» (tomado.de Eduard Meyer, Die S klaverei im Altertum, 1898, pág. 22). <<<br /> [53] Max Weber, «Agrarverhaltnisse im Altertum», Gesammelte Aufsätze zur Social und Wirtschaftsgeschichte (1924), pág. 147. <<<br /> [54] Perfectamente ilustrado por una observación de Séneca, quien, al discutir la utilidad de los esclavos altamente instruidos (los que conocen de memoria a todos los clásicos) con un dueño presuntamente ignorante, comenta: «Lo que la familia sabe, sabe el amo» (Ep. 27.6, tomado de Barrow, Slavery in the Roman Empire, pág. 61). <<<br /> [55] Aien aristeuein kai hypeirochon emmenai allōn («ser siempre el mejor y sobresalir de los demás») es la preocupación fundamental de los héroes homéricos (Ilíada, VI. 208), y Homero fue «el preceptor de la Hélade». <<<br /> [56] «La concepción de la economía política como ciencia data únicamente de Adam Smith» y fue desconocida no sólo en la antigüedad y Edad Media, sino también en la doctrina canónica, la primera «doctrina completa y económica» que «difería de la economía moderna por ser un “arte” en vez de una “ciencia”» (W. J. Ashley, op. cit., págs. 379 sigs).. La economía clásica da por sentado que el hombre, hasta donde es un ser activo, actúa exclusivamente por interés propio y sólo se deja arrastrar por un deseo, el de adquirir. La introducción de Adam Smith de una «mano invisible para fomentar un fin que no formaba parte de la intención (de nadie)», demuestra que incluso este mínimo de acción, con su uniforme motivación, contiene todavía demasiadas iniciativas que no se pueden predecir para el establecimiento de una ciencia. Marx desarrolló la economía clásica al sustituir los intereses individuales y personales por los de grupo o clase y al reducir éstos en dos clases importantes, capitalistas y trabajadores, con lo que se quedó con un conflicto, mientras que los economistas clásicos habían visto multitud de conflictos contradictorios. La razón de que el sistema económico marxista sea mucho más consistente y coherente y en consecuencia mucho más «científico» en apariencia que los de sus predecesores, radica principalmente en la elaboración del «hombre socializado», que incluso es menos activo que el «hombre económico» de la economía liberal. <<<br /> [57] Que el utilitarismo liberal, y no el socialismo, se ve «obligado a una insostenible “ficción comunista” sobre la unidad de la sociedad» y que «la ficción comunista [está] implícita en muchos textos de economía», constituye una de las principales tesis del brillante trabajo de Myrdal (op. cit., págs. 54 y 150). Demuestra de manera concluyente que la economía sólo puede ser una ciencia si se da por sentado que un interés llena a la sociedad como un todo. Tras la «armonía de intereses» se erige siempre la «ficción comunista» de un interés, que podría llamarse bienestar. Los economistas liberales, en consecuencia, siempre se dejaron llevar por un ideal «comunista», es decir, por el «interés de la sociedad como un todo» (págs. 194-195). El problema del argumento radica en que esto «equivale a la afirmación de que la sociedad ha de concebirse como un solo súbdito, que es precisamente lo que no puede concebirse. Si lo hiciéramos, estaríamos intentando abstraer el hecho esencial de que la actividad social es el resultado de varios individuos» (pág. 154). <<<br /> [58] Para una brillante exposición de este aspecto, por lo general olvidado, de la pertinencia de Marx a la sociedad moderna, véase Siegfried Landshut, «Die Gegenwart im Lichte de Marxschen Lehre», Hamburger Jahrbuch für Wirtschafts und Gesellschaftspolitik, I (1956). <<<br /> [59] Aquí y más adelante aplico la expresión «división del trabajo» sólo a las modernas condiciones de trabajo en las que una actividad es dividida y atomizada en innumerables y minúsculas manipulaciones, y no a la «división del trabajo» dado en la especialización profesional. Ésta únicamente se puede clasificar así bajo el supuesto de que la sociedad debe concebirse como un solo individuo, la satisfacción de cuyas necesidades las subdivide entonces «una mano invisible» entre sus miembros. Lo mismo cabe afirmar, mutatis mutandis, de la antigua noción de la división del trabajo entre los sexos, considerada por algunos escritores como la más original. Supone que su único individuo es la especie humana, que ha dividido sus labores entre hombres y mujeres. Donde se empleó el mismo argumento en la antigüedad (véase, por ejemplo, Jenofonte, Oeconomicus, VII, 22), el énfasis y el significado son por completo distintos. La principal división es entre una vida transcurrida puertas adentro, en la familia, y la que se vive afuera, en el mundo. Sólo ésta es plenamente digna del hombre, y la noción de igualdad entre hombre y mujer que es un supuesto necesario para la división del trabajo, está ausente por entero (véase n. 81). Parece que la antigüedad sólo conoció la especialización profesional, que supuestamente estaba predeterminada por cualidades y dotes naturales. Así, el trabajo en las minas de oro, que ocupaba a varios miles de trabajadores, se distribuía de acuerdo con la fuerza y habilidad. Véase J. P. Vernant, «Travail et nature dans la Grèce ancienne», Journal de Psychologie Normale et Fathologique, LII, n. 1 (enero-marzo 1955). <<<br /> [60] Todas las palabras europeas que indican «labor», la latina y la inglesa labor, la griega panos, la francesa travail, la alemana Arbeit, significan dolor y esfuerzo y también se usan para los dolores del parto. Labor tiene la misma raíz etimológica que labare («tropezar bajo una carga»); ponos y Arbeit, la misma que «pobreza» (penia en griego y Armut en alemán). Incluso Hesíodo, considerado entre los pocos defensores del trabajo en la antigüedad, pone el «trabajo doloroso», ponon alginoenta, como el primero de los males que importunan al hombre (Teogonía, 226). Con respecto al uso griego, véase G. Herzog-Hauser, Ponos, en Pauly-Wissowa. Arbeit y arm derivan del germánico arbma, solitario y olvidado, abandonado. Véase Kluge y Götze, Etymologisches Worterbttch (1951). En alemán medieval, la palabra se emplea para traducir labor, tribulatío, persecutio, adversitas, malum (véase la tesis de Klara Vontobel, Das Arbeitsethos des deutschen Protestantismus, Berna 1946). <<<br /> [61] El muy citado párrafo de Homero en el que dice que Zeus se lleva la mitad de la excelencia (arete) de un hombre el día que.se convierte en esclavo (Odisea, XVII, 320 sigs)., está puesto en boca del esclavo Eumeo, y se trata de una afirmación objetiva, no de una crítica o juicio moral. El esclavo perdía la excelencia porque no era admitido en la esfera pública, donde puede mostrarse la excelencia. <<<br /> [62] Ésta es también la razón por la que resulta imposible «diseñar el carácter de algún esclavo que vivió… Hasta que surgían a la libertad y notoriedad, era tipos indefinidos más que personas» (Barrow, Slavery in the Roman Empire, pág. 156). <<<br /> [63] Tengo presente un poema poco conocido de Rilke sobre el dolor, escrito en su lecho de muerte. Los primeros versos del intitulado poema son éstos: «Komm du, du letzter, den ich anerkenne, / heilloser Schmerz im leiblichen Geweb», y concluye así: «Bin ich es noch, derda unkenntlich brennt? / Erinnerungen reiss ich nicht herein. / O Leben, Leben: Draussensein. / Und ich in Lohe. Niemand, der mich kennt». <<<br /> [64] Sobre la subjetividad del dolor y su pertinencia en todas las variaciones de hedonismo y sensualismo, véase apartados 15 y 43. Para los vivos, la muerte es fundamentalmente desaparición. Pero, a diferencia del dolor, hay un aspecto de la muerte en que es como si ésta apareciera entre los vivos, aspecto que se da en la vejez. Goethe señaló que hacerse viejo es «retroceder gradualmente de la apariencia» (stufenweises Zurücktreten aus der Erscheinung); la verdad de esta observación, así como la aparición real de este proceso de desaparición, se hace tangible en los autorretratos de los grandes maestros en edad avanzada —Rembrandt, Leonardo, etc.— en los que la intensidad de los ojos parece iluminar y presidir el retroceso de la carne. <<<br /> [65] Contra Faustum Manichaeum, v. 5. <<<br /> [66] Esta presuposición todavía se da incluso en la filosofía política de santo Tomás (véase op. cit., II-II.181.4). <<<br /> [67] La expresión corpus rei publicae es corriente en el latín preclásico, pero tiene la connotación de población que habita una res publica, una esfera política determinada. La palabra griega correspondiente, soma, nunca se empleó en el griego preclásico en sentido político. La metáfora se da por primera vez en san Pablo (I Cor., XII. 12-27) y es corriente en todos los escritos cristianos del primer periodo (véase, por ejemplo, Tertuliano, Apologeticus, 39, o san Ambrosio De officiis ministrorum, III. 3.17). Pasó a ser de la mayor importancia para la teoría política medieval, que de manera unánime asumió que todos los hombres eran quasi unum corpus (santo Tomás, op. cit., II-II.81.1). Pero mientras que los primeros escritores acentuaron la igualdad de los miembros, todos igualmente necesarios para el bienestar del cuerpo como un todo, más tarde se pasó la acentuación y la diferencia entre la cabeza y los miembros, al deber de la cabeza de gobernar y de los miembros de obedecer. (Para la Edad Media, véase Anton-Hennann Chrous «The Corporate Idea in the Middle Ages», Review of Politics, VIII, 1947). <<<br /> [68] Santo Tomás, op. cit., II-II. 2.179.2. <<<br /> [69] Véase el capítulo 57 de la Regla benedictina, en Levasseur, op. cit., 187: se uno de los monjes se enorgullecía de su trabajo, tenía que dejarlo. <<<br /> [70] Barrow (Slavery in the Roman Empire, pág. 168), en un iluminador estudio sobre la asociación de esclavos en los colegios romanos, que les proporcionaba, además de «buena compañía en vida y la certeza de un entierro decente… el glorioso remate de un epitafio; y en esto último el esclavo encontraba un placer melancólico». <<<br /> [71] Ética a Nicómaco, 1177b31. <<<br /> [72] Wealth of Nations, Colección Everyman libro I, cap. 10, vol. I, págs. 95 y 120. <<<br /> [73] Con respecto a la soledad como fenómeno de masas, véase David Riesman, The Lonely Crowd (1950). <<<br /> [74] Plinio el Joven. El dato está tomado de W. L. Westermann, Sklaverei, en Pauly-Wissowa, suplem. VI, pág. 1045. <<<br /> [75] Hay muchas pruebas que atestiguan la diferente estimación de la riqueza y de la cultura en Roma y en Grecia. Resulta interesante observar la sólida coincidencia de dicha estimación con la situación de los esclavos. Los esclavos romanos desempeñaron un papel mucho mayor en la cultura romana que sus colegas griegas en la suya, mientras que el papel de éstos en la vida económica fue mucho más importante. (Véase Westermann, en Pauly-Wissowa, pág. 984). <<<br /> [76] San Agustín (De civitate Dei, XIX. 19) ve en el deber de la caridad hacia la utilitas proximi («el interés del prójimo») la limitación del otium y de la contemplación. Pero «en la vida activa no debemos codiciar los honores o poder dé esta vida… sino que el bienestar de quienes están debajo de nosotros (salutem subditorum)». Sin duda, esta clase de responsabilidad se parece más a la del cabeza de familia que a la responsabilidad política, propiamente hablando. El precepto cristiano de ocuparse de los propios asuntos de uno deriva de I Thess., 4.11: «que os esforcéis en llevar una vida quieta, laboriosa en vuestros negocios» (prattein ta idia, por lo cual ta idia se entiende como opuesto a ta koina «asuntos públicos comunes»). <<<br /> [77] Coulanges (op. cit). sostiene lo siguiente: «El verdadero significado de familia es propiedad; designa el campo, la casa, el dinero y los esclavos», (pág 107). Sin embargo, esta «propiedad» no se considera vinculada a la familia, sino que, por el contrario, «la familia está vinculada al hogar, y éste al suelo» (pág. 62). La cuestión es que «la fortuna es inamovible como el hogar y la tumba a los que está vinculada. El único que pasa es el hombre» (pág. 74). <<<br /> [78] Levasseur (op. cit). relata la fundación de una comunidad medieval y sus condiciones de admisión: «Il ne suffisait pas d’habiter la ville pour avoir droit à cette admission. Il fallait… posséder une maison…». Más aún: «Toute injure proférée en public contre la commune entrainait la démolition de la maison et le bannissement du coupable» (pág. 240, incluyendo n. 3). <<<br /> [79] La distinción es mucho más obvia en el caso de los esclavos que, aunque sin propiedad en el sentido antiguo (es decir, sin un lugar propio), en modo alguno carecían de propiedad en el sentido moderno. El peculium (la «posesión privada de un esclavo») podía ascender a una suma considerable e incluso contar con esclavos propios (vicarii). Barrow habla de «la propiedad que poseían los más humildes de su clase» (Slavery in the Roman Empire, pág. 122; esta obra es el mejor informe sobre el papel desempeñado por el peculium). <<<br /> [80] Coulanges refiere la observación de Aristóteles de que el hijo no podía ser ciudadano mientras vivía su padre; a la muerte de éste, sólo el primogénito disfrutaba de los derechos políticos (op. cit., pág. 228). Coulanges mantiene que la plebs romana estaba formada por gente sin hogar y, por lo tanto, claramente diferenciada del populus Romanus (págs. 229 sigs).. <<<br /> [81] El conjunto de esta religión se hallaba encerrado entre las paredes de cada casa. A todos estos dioses, el Hogar, los Lares y los Manes, se les llamaba dioses ocultos o dioses del interior. Para los actos de esta religión se exigía el secreto, sacrificia occulta, como dice Cicerón (De arusp. respl., 17). Coulanges, op. cit., pág. 37). <<<br /> [82] Parece como si los misterios eleusinos proporcionaran una experiencia común y casi pública de toda esta esfera, ya que, si bien eran comunes a todos, requerían ocultarse, mantenerse en secreto de la esfera pública. Todos podían participar en ellos, pero a nadie se le permitía hablar sobre su experiencia. Los misterios relativos a lo indecible y las experiencias más allá del discurso eran no políticos y quizás antipolíticos por definición. (Véase Karl Kerenyi, Die Geburt der Helena, 1943-1945, págs. 48 sigs). Que se referían al secreto del nacimiento y de la muerte parece demostrado por un fragmento de Píndaro: oide merz biou teleutan, oiderz de diosdotorz archan (frag. 137a). donde se dice que el iniciado conoce «el fin de la vida y el comienzo dado por Zeus». <<<br /> [83] La palabra griega nomos, ley, procede de nemein, que significa distribuir, poseer (lo que se ha distribuido) y habitar. La combinación de ley y valla en la palabra nomos queda de manifiesto en un fragmento de Heráclito: machesthai chré ton demorz hyper tau nomou hokósper teicheos, «el pueblo ha de luchar tanto por la ley como por la valla». La palabra romana lex, ley, tiene un significado diferente por completo; indica una relación formal entre personas más que la valla que separa a unas de otras. Pero el límite y su dios, Terminus, que dividía d agrum publicum a privato (Livio). eran mucho más venerados que sus correspondientes theoi horoi griegos. <<<br /> [84] Coulanges habla de una antigua ley griega que prohibía el contacto de dos edificios (op. cit., pág. 63). <<<br /> [85] En su origen, la palabra polis llevaba consigo la aceptación de algo como una «pared circundante», y parece que la urbs latina también expresaba la noción de «círculo», derivada de la misma raíz que orbis. Encontramos la misma relación en la palabra inglesa town, que, originalmente, al igual que la alemana Zaun tiene el significado de valla circundante. (Véase R. B. Onians. The Origins of European Thought, J 954, pág. 444, n. 1). <<<br /> [86] Por lo tanto, al legislador no se le exigía ser ciudadano y a menudo procedía de afuera. Su trabajo no era político; sin embargo, la vida política sólo podrá comenzar después de que hubiera acabado de legislar. <<<br /> [87] Demóstenes, Ora/iones, 57.45: «La pobreza obliga al hombre libre a hacer muchas cosas serviles y bajas» (polla doulika kai tapeina pragmata tous eleutherous he pēnia biazetai poiein). <<<br /> [88] Esta condición para ser admitido en la esfera pública todavía existía en la alta Edad Media. Los Books of Customs ingleses aún establecen «una definida distinción entre el artesano y el hombre libre, franke homme, de la ciudad… Si un artesano se hacía tan rico que deseaba convertirse en hombre libre, en primer lugar tenía que renegar de su oficio y sacar de su casa todos los utensilios de trabajo» (W. J. Ashley, op. cit., pág. 83). Sólo en el reinado de Eduardo III llegaron a ser tan ricos los artesanos que «en lugar de serlos artesanos quienes eran incapaces de alcanzar la ciudadanía, ésta quedó ligada a ser miembro de una de las compañías» (pág. 89). <<<br /> [89] A diferencia de otros autores, Coulanges pone de relieve el tiempo y el esfuerzo que le exigían sus actividades a un ciudadano de la antigüedad, y añade que la afirmación aristotélica de que nadie que hubiera de trabajar para vivir podía ser ciudadano, es la simple confirmación de un hecho y no la expresión de un prejuicio (op. cit., págs. 335 sigs).. Una de las características del desarrollo moderno fue que las riquezas en sí, sin que importara la ocupación de su dueño, pasaron a ser calificación para la ciudadanía: únicamente después fue un privilegio ser ciudadano, desligado de cualquier actividad específicamente política. <<<br /> [90] A mi entender, ésta es la solución del «famoso misterio que se nos presenta al estudiar la historia económica del mundo antiguo, es decir, que la industria se desarrolló hasta cierto punto, pero dejó de pronto de hacer los progresos que cabía esperar… (teniendo en cuenta] la calidad y capacidad organizativa mostrada a gran escala por los romanos en otros aspectos, en los servicios públicos y en el ejército» (Barrow, Slavery in the Roman Empire, págs. 109-110). Parece un prejuicio, debido a las condiciones modernas, esperar la misma capacidad de organización en lo privado que en los «servicios públicos». Max Weber, en su notable ensayo (op. cit)., ya había insistido en el hecho de que las ciudades antiguas eran más bien «centros de consumo que de producción» y que el antiguo esclavo propietario era un «rentier y no un capitalista (Unternehmer)» (págs. 13, 22 sigs. y 144). La misma indiferencia de los escritores antiguos por los asuntos económicos, así como la falta de documentos a este respecto, añade peso a la argumentación de Weber. <<<br /> [91] Todas las historias sobre la clase trabajadora, es decir, una clase de personas que carece de propiedad y vive del trabajo de sus manos, sufren del ingenuo supuesto de que siempre ha existido tal clase. Sin embargo, como ya vimos, incluso los esclavos no carecían de propiedad, y en la antigüedad el llamado trabajo libre estaba formado generalmente por «tenderos libres, traficantes y artesanos» (Barrow, Slavery in the Roman Empire, pág. 126). M. E. Park (The Plebs Urbana in Cicero’s Day, 1921) llega por lo tanto a la conclusión de que no había trabajo libre, puesto que el hombre libre siempre aparece de alguna manera como propietario.<br /> W. J. Ashley resume así la situación de la Edad Media hasta el siglo XV: «No había una amplia clase de jornaleros, ni “clase trabajadora” en el sentido moderno de la expresión. Con el nombre de “trabajadores” indicamos a un número de hombres entre quienes puede surgir algún dueño, pero que en su mayoría no pueden elevarse a una posición superior. Pero en el siglo XIV los más pobres tenían que pasar unos cuantos años como jornaleros, mientras que la mayoría probablemente se establecía por su cuenta en calidad de maestros artesanos en cuanto terminaban su aprendizaje» (op. cit., págs. 93-94).<br /> Así, pues, la clase trabajadora de la antigüedad no era libre ni estaba carente de propiedad; si, por la manumisión, al esclavo se le concedía (en Roma) o tenía que comprar (en Atenas) su libertad, no pasaba a ser un trabajador libre, sino que instantáneamente se convertía en un comerciante independiente o en un artesano. («Parece ser que la mayoría de los esclavos llevaba a su estado libre algún capital de su propiedad» para establecerse en el comercio o la industria. Barrow, Slavery in the Roman Empire, pág. 103). Y en la Edad Media, ser un trabajador en el moderno sentido de la palabra no suponía más que una etapa temporal en la vida del individuo, una preparación para la maestría y la madurez. El trabajo alquilado era una excepción en la Edad Media, y los trabajadores alemanes (los Tagelohner, según la traducción de la Biblia de Lutero) o los manceuvres franceses vivían fuera de las comunidades asentadas y eran idénticos a los pobres, los «pobres trabajadores» de Inglaterra (véase Pierre Brizon, Histoire du travail et des travailleurs, 1926, pág. 40). Más aún, el hecho de que ningún código de Napoleón trate del trabajo libre (véase W. Endemann, Die Behandiung der Arbeit im Privatrecht, 1896, págs. 49 y 53) demuestra de manera concluyente lo reciente que es la existencia de la clase trabajadora. <<<br /> [92] Véase el ingenioso comentario sobre la «propiedad es robo» en la obra de Proudhon, póstumamente publicada, Théorie de la propriété, págs. 209-210, donde presenta, la propiedad en su «egoísta y satánica naturaleza» como el «medio más eficaz para resistir al despotismo sin derribar al Estado». <<<br /> [93] Debo confesar que no sé ver en qué se basan los economistas liberales de la sociedad actual (que hoy día se califican de conservadores) para justificar su optimismo en que la apropiación privada de riqueza bastará para salvaguardar las libertades individuales, es decir, que desempeñará el mismo papel que el de la propiedad privada. En una sociedad que acapara las tareas, esas libertades sólo están seguras mientras las garantice el Estado, e incluso entonces se hallan constantemente amenazadas, no por el Estado, sino por la sociedad, que distribuye las tareas y determina la porción de apropiación individual. <<<br /> [94] R. W. K. Hinton, «Was Charles I a Tyrant?», Review of Politics, XVIII (enero 1956). <<<br /> [95] Para la historia de la palabra «capital» como derivada de la latina caput, que se empleaba en la ley romana para designar al causante de una deuda, véase W. J. Ashley, op. cit., págs. 429 y 433, n. 183. Hasta el siglo XVIII no comenzaron los escritores a usar la palabra en el sentido moderno de «riqueza invertida de tal manera que produzca beneficio». <<<br /> [96] La teoría económica medieval no concibió el dinero como denominador común y patrón, sino que lo incluía entre los consumptibiles. <<<br /> [97] Second Treatise of Civil Govemment, sec. 27. <<<br /> [98] Los relativamente escasos autores antiguos que elogian el trabajo y la pobreza se inspiran en este peligro (véase G. Herzog-Hauser, op. cit).. <<<br /> [99] Las palabras griega y latina que designan el interior de la casa, megaron y atrium, guardan íntimo parentesco con oscuridad y negrura (véase Mommsen, op. cit., págs. 22 y 236). <<<br /> [100] Aristóteles, Política, 1254b25. <<<br /> [101] Aristóteles (Sobre la generación de los animales, 775a33) llama ponētikos a la vida de una mujer. Que mujeres y esclavos pertenecieran y vivieran juntos, que ninguna mujer, ni siquiera la esposa del cabeza de familia, viviera entre sus iguales —otras mujeres libres—, de modo que la categoría dependía mucho menos del nacimiento que de la «ocupación» o función, está muy bien presentado por Wallon (op. cit., vol. I, págs. 77 sigs)., quien habla de una «confusion des rangs, ce partage de toutes les fonctions domestiques»: «Les femmes… se confondaient avec leurs esclaves dans les soins habituels de la vie intérieure. De quelque rang qu’e lles fussent, le travail était leur apanage, comme aux hommes la guerre». <<<br /> [102] Véase Pierre Brizon, Histoire du travail et des travailleurs (19264), pág. 184, con respecto a las condiciones del trabajo en fábrica en el siglo XVII. <<<br /> [103] Tertuliano, op. cit., 38. <<<br /> [104] Esta distinta experiencia puede explicar en parte la diferencia existente entre la gran cordura de san Agustín y la horrible concreción de los juicios de Tertuliano sobre política. Ambos eran romanos y profundamente modelados por la vida política romana. <<<br /> [105] Lc. VIII. 19. El mismo pensamiento lo encontramos en Mt. VI. 1-18, donde Jesús advierte contra la hipocresía, contra la abierta exhibición de piedad. Esta no puede «aparecer en los hombres», sino sólo en Dios, que «está en lo secreto».<br /> Cierto es que Dios «recompensará» al hombre, pero no «abiertamente»; como afirma el modelo de traducción. La palabra alemana Scheinheiligkeit expresa este fenómeno religioso, en el que la simple apariencia ya es hipocresía, de manera muy adecuada. <<<br /> [106] Se encuentra este modismo passim en Platón (véase esp. Gorgias 482). <<<br /> [107] El príncipe, cap. 15. <<<br /> [108] Ibíd., cap. 8. <<<br /> [109] Discursos, libro III, cap. 1. <<<br /> [110] Véase «De la libertè eles anciens comparée a celle des modernes» (1819), reimpreso en Cours de Poliiique Conscitutionelle, II (1872), 549. <<<br /> [111] Locke, Second Treatise of Civil Coverment, sec. 26. <<<br /> [112] Así, el idioma griego distingue entre punein y ergazesthai, el latino entre laborare y facere o fabricarí, que tienen la misma raíz etimológica, el francés entre travailler y ouvrer, el alemán entre árbeiten y werken. En todos estos casos, sólo los equivalentes de «labor» tienen un inequívoco sentido de dolor y molestia. La palabra alemana Arbeit originariamente sólo se aplicó a la labor campesina ejecutada por siervos y no al trabajo del artesano, que se llamó Werk. La francesa travailler reemplazó a la antigua labourer y deriva de tripalium, una especie de tortura. Véase Grimm, Wörterbuch, págs. 1854 sigs., y Lucien Fébre, Travail: évolution d’un mot et d’une idée…Journal de Psychologie Normale et Pathologique, XLI, n. 1 (1948). <<<br /> [113] Aristóteles, Política, 1254b25. <<<br /> [114] Tal es el caso del francés ouvrer y del alemán werken. En ambos idiomas, a diferencia del uso corriente en inglés de «labor», las palabras travailler y arbeiten casi han perdido el significado original de dolor y molestia; Grimm (op. cit). ya había observado a mediados del siglo pasado este desarrollo: «Während in älterer Sprache die Bedeutung von molestia und schwerer Arbeit vorherrschte, die von opus. opera, zurücktrat, tritt umgekehrt in der heutigen diese vor und jene erscheint seltener». También es interesante que los nombres work, œuvre y Werk muestren una creciente tendencia a usarse en los tres idiomas para designar obras de arte. <<<br /> [115] Véase J.-P. Vemant, «Travail et nature dans la Grèce ancienne»,Journal de Psychologie Nonnale et Pathologique, LII, n. 1 (enero-marzo 1955): «Le tenne dèmiourgoi, chez Homère et Hésiode, ne qualifie pas à l’origine l’artisan en tant que tel, comme “ouvrier”: il définit toutes les activités qui s’exercent en dehors du cadre de l’oikos, en faveur d’un public, dēmos: les artisans —charpentiers et forgerons— mais non moins qu’eux les devins, les héraults, les aèdes». <<<br /> [116] Política, 1258b35 sigs. Para la argumentación de Aristóteles sobre la admisión de los banausoi en la ciudadanía, véase Política, III. S. Su teoría se corresponde estrechamente con la realidad: se estimaba que el ochenta por ciento del comercio, la labor y el trabajo libres lo realizaban no ciudadanos, ya «extranjeros» (katoikountes y metoikoi) o esclavos emancipados que destacaban en estas clases (véase Fritz Heichelheim, Wirtschaftsgeschichte des Altertums, 1938, vol. I, págs. 398 sigs).. Jacob Burckhardt, que en su Griechiscize Kulturgeschichte (vol. II, secs. 6 y 8) refiere la opinión griega sobre quién pertenece y quién no a la clase de los banausoi, nos informa también que no conocemos tratado alguno sobre la escultura. Teniendo en cuenta los muchos ensayos relativos a la música y a la poesía, probablemente esta carencia se debe a un simple accidente sobre la actitud de superioridad e incluso de arrogancia de los pintores famosos y ninguna anécdota sobre los escultores. Dicha estimación sobre los pintores y escultores sobrevivió muchos siglos. Todavía se la encuentra en el Renacimiento, donde la escultura se cuenta entre las artes serviles y la pintura se sitúa entre éstas y las liberales (véase Otto Neurath, «Beitrage zur Geschichte der Opera Servilia», Archiv für Sozialwissenschaft und Sozialpolitik, XLI, n. 2, 1915).<br /> Que la opinión pública griega de las ciudades-estado juzgara las ocupaciones según el esfuerzo y el tiempo que requerían, nos lo confirma una observación de Aristóteles sobre la vida de los pastores: «Hay grandes diferencias en los modos de vida humana. Los más perezosos son los pastores, ya que sin labor (ponòs) se alimentan de los animales domesticados y están en holganza (skholazousin)» (Política, 1256a30 sigs).. Resulta interesante que Aristóteles, posiblemente siguiendo la opinión general, mencione aquí la pereza (aergia) junto a, y de algún modo candición de, skholē, abstención de ciertas actividades, que es la condición para llevar una vida política. El lector actual ha de saber que aergia y skholē no es lo mismo. La pereza tenía el mismo sentido que para nosotros, y una vida de skholē no se consideraba una vida perezosa. Sin embargo, la igualdad de skholē y pereza es característica de un desarrollo dentro de la polis. Así. Jenofonte relata que Sócrates fue acusado de haber citado el siguiente párrafo a Hesíodo: «El trabajo no es desgracia, pero la pereza (aergia) es desgracia». La acusación significaba que Sócrates había inculcado a sus alumnos un espíritu servil (Memorabilia, l. 2.56). Históricamente es importante tener en cuenta la distinción entre el desprecio de las ciudades-estado griega5 hacia todas las ocupaciones no políticas, que derivan de la enorme exigencia de tiempo y energía de los ciudadanos, y el anterior, más original y extendido, desprecio por las actividades que sólo sirven para mantener la vida; ad vitae sus1en1ationem se sigue definiendo en el siglo XVIII como opera servilia. En el mundo homérico, París y Odisea ayudan en la construcción de sus casas, y la propi Nausica lava la ropa de sus hermanos, etc. Todo esto pertenece a la autosuficiencia del héroe homérico, a su independencia y autónoma supremacía de su persona. Ningún trabajo es sórdido si confiere mayor independencia; la mismísima actividad pudiera ser un signo de esclavitud si no está en juego la independencia personal, sino la pura supervivencia, si no es expresión de soberanía, sino de sujeción a la necesidad. La diferente estimación de la artesanía en Homero es bien conocida. Su verdadero significado nos lo ofrece galanamente expuesto Richard Harder en un reciente ensayo titulado Eigenart der Griechen (1949). <<<br /> [117] Labor y trabajo (panos y ergon) están diferenciados en Hesíodo; sólo el trabajo se debe a Eris, diosa de la buena lucha (Los trabajos y los días, págs. 20-26), pero la labor, como los demás males, salió de la caja de Pandera (90 sigs). y es castigo de Zeus porque Prometeo, «el astuto, le engañó». Desde entonces, «los dioses han ocultado su vida de los hombres» (42 sigs). y su maldición cae sobre los «hombres comedores de pan» (82). Más aún, Hesíodo da por sentado como cosa natural que la verdadera labor campesina la realizan los esclavos y los animales domesticados. Elogia la vida cotidiana —lo que ya bastante extraordinario en un griego—, pero su ideal es el campesino-caballero, en vez del laborante, que permanece en su casa, se aleja de las aventuras marítimas y de los asuntos públicos en el agora (29 sigs)., y se ocupa de los suyos. <<<br /> [118] Aristóteles comienza su famosa discusión sobre la esclavitud (Política, 1253b25) afirmando que «sin las cosas necesarias, la vida, así como la buena vida, son imposibles». Tener esclavos es la forma humana de dominar la necesidad, y por lo tanto no va para pbysin, contra naturaleza; la propia vida lo exige. Así, pues, los campesinos, que proporcionan lo necesario para la vida, quedan clasificados por Platón y Aristóteles entre los esclavos (véase Roben Schlaifer, «Greek Theories of Slavery from Homer lo Aristotle», Harvard Studies in Classical Philology, XLVII, 1936). <<<br /> [119] En este sentido Eurípides llama «malos» a los esclavos: lo ven todo desde el punto de vista del estómago. (Supplementum Euripideum, ed. Arnim, frag. 49, n. 2). <<<br /> [120] Así, Aristóteles recomendaba que a los esclavos a quienes se les confiaran «ocupaciones libres» (ta eleuthera tōn ergōn), se les tratara con más dignidad y no como esclavos. Por otra parte, cuando en los primeros siglos del Imperio Romano ciertas funciones públicas, que siempre las habían ejercido esclavos públicos, adquirieron estimación e importancia a estos servi publici —verdaderos funcionarios públicos— se les permitió llevar toga y casarse con mujeres libres. <<<br /> [121] Según Aristóteles, las dos cualidades que le faltan al esclavo —y que por ese motivo no es humano— son la facultad de deliberar y decidir (to bouleutikon) y la de prever y elegir (proairesis). Naturalmente, esto es una forma más explícita de decir que el esclavo se encuentra sujeto a la necesidad. <<<br /> [122] Cicerón, De re publica, v. 2. <<<br /> [123] «La creación del hombre mediante la labor humana» fue una de las ideas más persistentes de Marx desde su juventud. Se halla en muchas variaciones en Jugendschriften, donde en la «Kritik der Hegelschen Dialektik» se la atribuye a Hegel. (Véase Marx-Engels Gesamtausgabe, Berlín 1932, parte I, vol. 5. págs. 156 y 167). Del contexto resulta evidente que Marx quiso reemplazar la tradicional definición de hombre como animal rationale por la de animal laborans. Abona esta teoría una frase, posteriormente suprimida, de la Deutsche Ideologie: «Der erste geschit:htliche Akt dieser Individuen, wodurch sie sich von den Tieren unterscheiden, ist nicht, dass sie denken, sondern, dass sie anfungen ihre Lebensmittel zu produzieren» (ibíd., pág. 568). Similares formulaciones se hallan en el «Ökonomisch-philosophische Manuskripte» (ibíd., pág. 125), y en «Die heilige Familíe» (ibíd., pág. 189). También Engels usó similares formulaciones muchas veces, por ejemplo en el prólogo de 1884 a Ursprung der Familie o en un artículo periodístico de 1876, «Labour in the Transition from Ape to Man» (véase Marx y Engels, Selective Works, Londres 1950, vol. II).<br /> Parece que fue Hume, y no Marx, el primero en insistir en que la labor distingue al hombre del animal (Adriano Tilgher, Homo faber, 1929; ed. inglesa: Work: What It Has Meant to Men through the Ages, 1930). Como la labor no desempeña un papel significativo en la filosofía de Hume, lo anterior tiene un exclusivo valor histórico; para él, esta característica no hacía más productiva la vida humana, sino más dura y dolorosa que la del animal. Sin embargo, resulta interesante observar con qué cuidado Hume insistía repetidamente en que ni el pensamiento ni el razonamiento diferencia al hombre del animal, y que el comportamiento de las bestias demuestra que son capaces de ambas actividades. <<<br /> [124] Everyman ed., Wealth of Nations, vol. II; pág. 302. <<<br /> [125] La distinción entre labor productiva e improductiva se debe a los fisiócratas, quienes distinguen entre clases productoras, poseedoras de propiedad y estériles. Puesto que sostenían que la fuente principal de toda productividad radicaba en las fuerzas naturales de la tierra, su modelo de productividad se relacionaba con la creación de nuevos objetos y no con las necesidades y exigencias di; los hombres. Así, el marqués de Mirabeau, padre del famoso orador, llama estéril a «la classe d’ouvriers dont les travaux, quoique nécessaires aux besoins des hommes et utiles à la société, ne sont pas néanmoins productifs», e ilustra su distinción entre trabajo estéril y productivo comparándola con la diferencia entre cortar una piedra y producirla (véase Jean Dautry, «La notion de travail chez Saint-Simon et Fourier», Journal de Psychologie Normale et Pathologique, LII; n. 1, enero-marzo 1955). <<<br /> [126] Esta esperanza acompañó a Marx desde el principio hasta el final. La encontramos ya en la Deutsche ldeologie: «Es handelt sich nicht darum die Arbeit zu befreien, sondem sie aufzuheben» (Gesamtausgabe, parte I, vol. 3, pág. 185), y muchas décadas después en el tercer volumen de Das Kapital, cap. 48: «Das Rekh der Freiheít beginnt in der Tat erst da, wo das Arbeiten… aufhört» (Marx-Engels Gesamtausgabe, Zurich 1933, parte II. pág. 873). <<<br /> [127] En su introducción al segundo libro de la Wealth of Nations (Everyman ed., vol. I. págs. 241 sigs.\'7d, Adam Srmith pone de relieve que la productividad se debe a la división de la labor más que a ésta misma. <<<br /> [128] Véase la introducción de Engels al «Wage, Labour and Capital» de Marx (en Marx y Engels, Selected Works, Londres 1950, vol. l, pág. 384), donde Marx había introducido el nuevo término con cierto énfasis. <<<br /> [129] Marx siempre acentuó, y especialmente en su juventud, que la principal función de la labor era la «producción de vida» y, por lo tanto, veía la labor junto a la procreación (véase Deutsche ldeologie, pág. 19; también «Wage, Labour and Capital», pág. 77). <<<br /> [130] Las expresiones vergesel/lchafteter Mensh o gesellschaftliche Menschheit las usó con frecuencia Marx para indicar el objetivo del socialismo (véase, por ejemplo, el tercer volumen de Das Kapital, pág. 873, y el décimo de las «Tesis sobre Feuerbach»: «El punto de vista del antiguo materialismo es la sociedad “civil”; el punto de vista del nuevo es la sociedad humana, o humanidad socializada» - Selected Works, vol. II, pág. 367). Consistía en la eliminación de la fosa entre la existencia individual y social del hombre, para que éste «en su ser más individual fuera al mismo tiempo un ser social (un Gemeinwesen)» (Jugendschriften, pág. 113). Marx llama con frecuencia a esta naturaleza social del hombre su Gat tungswesen, su ser miembro de la especie, y la famosa «autoalienación» marxista es lo primero de todo alienación del hombre de ser un Gattungswesen (ibíd., pág. 89: «Eine unmittelbare Konsequenz davon, dass der Mensch dem Produkt seiner Arbeit, seiner Lebenstätigkeit, seinem Gattungswesen entfremdet ist, ist die Entfremdung des Menschen von dem Menschen»). La sociedad ideal es un estado de asuntos donde todas las actividades humanas derivan como algo natural de la «naturaleza» humana, al igual que la cera de las abejas para formar el panal de miel; vivir y laborar por la vida tendrá que llegar a ser uno y lo mismo, y la vida ya no «comenzará para [el laborante] donde cese [la actividad de laborar]» («Wage, Labour and Capital», pág. 77). <<<br /> [131] La original acusación de Marx contra la sociedad capitalista no se basaba simplemente en que ésta transformaba todos los objetos en cosas útiles, sino también en que «el trabajador se comporta con respecto al producto de su labor como si fuera un objeto extraño» («dass der Arbeiter zurn Produkt seiner Arbeit als einem fremden Gegenstand sich berhält» - Jugendschriften, pág. 83). En otras palabras, que las cosas del mundo, una vez producidas por los hombres, quedan independientes, «extrañas» a la vida humana. <<<br /> [132] Por comodidad sigo la exposición de Cicerón sobre ocupaciones liberales y serviles en De officiis, I. 50-54. Los criterios de prudentia y utilitas o utilitas hominum figuran en 151 y 155. (La traducción de prudentia como «un grado más elevado de inteligencia» —Walter Miller en la edición Loeb Classical Library— me parece desorientadora). <<<br /> [133] La clasificación de la agricultura entre las artes liberales es, claro está, específicamente romana. No se debe a ninguna «utilidad» especial de la agricultura como la concebimos ahora, sino que se relaciona con la idea de patria, según la cual el ager romanus, y no sólo la ciudad de Roma, es el lugar ocupado por la esfera pública. <<<br /> [134] Esta utilidad del puro vivir es lo que Cicerón llama mediocris utilitas (151) y la elimina de las artes liberales. A mi entender, la traducción tampoco da aquí el verdadero sentido; no se trata de «profesiones… de las que no se deriva ningún pequeño beneficio para la sociedad», sino de ocupaciones que, en clara oposición a las mencionadas anteriormente, trascienden la vulgar utilidad de los bienes de consumo. <<<br /> [135] Los romanos consideraban tan decisiva la diferencia entre opus y operae que tenían dos formas diferentes de contrato, la locatio operis y la locatio operarum, de las que ésta desempeñaba un papel insignificante, ya que la mayor parte del trabajo lo realizaban los esclavos (véase Edgar Loening, Handwörterbuch dr Staatswissenschaften, 1890, vol. I, págs. 742 sigs).. <<<br /> [136] Las Opera liberalia fueron identificadas en la Edad Media con el trabajo intelectual o más bien espiritual (véase Otto Neurath, «Beitrage zur Geschichte der Opera Servilia», Archiv für Sozialwissenschaft und Sozialpolitik, XLI, n. 2, 1915). <<<br /> [137] H. Wallon describe este proceso bajo el reinado de Diocleciano: «… les fonctions jadis serviles se trouvèrent anoblies, élevées au premier rang de l’État. Cette haute considération qui de l’empereur se répandait sur les premiers serviteurs du palais, sur les plus hauts dignitaires de l’empire, descendait à tous les degrés des fonctions publiques… le service public devint un office public». «Les charges les plus serviles… les noms que nous avons cités aux fonctions de l’esclavage, sont revètus de l’éclat qui rejaillit de la personne du prince» (Histoire de l’esclavage dans l’antiquité, 1847, vol. III, págs. 126 y 131). Antes de esta elevación de los servicios, los amanuenses estaban clasificados entre los vigilantes de los edificios públicos o incluso con los hombres que conducían a los púgiles a la arena del circo (ibíd., pág. 171). Merece señalarse que la elevación de los «intelectuales» coincidió con el establecimiento de la burocracia. <<<br /> [138] «La labor de algunas de las más respetables clases de la sociedad, como la de los sirvientes domésticos, no produce valor alguno», dice Adam Smith, entre ellas coloca a «todo el ejército y la marina», «funcionarios públicos» y profesiones liberales como la de los «eclesiásticos, abogados, médicos y hombres de letras de toda clase». Su trabajo, «como la declamación de los actores, la arenga del orador o la melodía del músico… perece en el mismo instante en que se produce» (op. cit., vol. I, págs. 295-296). No cabe duda de que Smith no hubiera tenido dificultad alguna en clasificar a los empleados de oficina. <<<br /> [139] Por el contrario, es dudoso que haya habido alguna pintura más admirada que la estatua de Zeus en Olimpia, obra de Fidias, a cuyo mágico poder se le concedía la virtud de hacer olvidar toda molestia y pena; quien no la había contemplado, había vivido en vano, etc. <<<br /> [140] Locke, op. cit., sec. 46. <<<br /> [141] Política, 1254a7. <<<br /> [142] En la literatura que, sobre la labor, se escribió antes del último tercio del siglo XIX, no era infrecuente insistir en la relación entre labor y el movimiento cíclico del proceso de la vida. Así, Schulze-Delitzsch, en su conferencia sobre Die Arbeit (Leipzig 1863), comienza con una descripción del ciclo deseo-esfuerzo-satisfacción: «Beim letzten Bissen fängt schon die Verdauung an». Sin embargo, en la enorme literatura postmarxista sobre el problema de la labor, el único autor que pone de relieve y teoriza sobre este aspecto muy elemental de la actividad laborante es Pierre Naville, cuya La vie de travail et ses problémes (1954) es una de las más interesantes y quizá más originales aportaciones de última hora. Al exponer los rasgos particulares del trabajo cotidiano, diferenciado de otra medida del tiempo laboral, dice lo siguiente: «Le trait principal est son caractère cyclique ou rythrnique. Ce caractère est lié à la fois a l’esprit naturel et cosmologique de la journée… et au caractère des fonctions physiologiques de l’étre humain, qu’il a en commun avec les espèces animales supérieures… Il est évidem que le travail devait être de prime abord lié à des rythmes et fonctions naturels». De ahí deriva el carácter cíclico en el gasto y reproducción de la fuerza de la labor, que determina la unidad de tiempo del trabajo cotidiano. La más importante percepción de Naville es que el carácter temporal de la vida humana, en cuanto no es meramente parte de la vida de la especie, se halla en total contraste con el cíclico carácter temporal del trabajo cotidiano: «Les limites naturelles supérieures de la vie… ne sont pas díctées, comme celle de la journée, par la nécessité et la possibílité de se reproduire, mais au contraire, par l’impossibilité de se renouveler, sinon a l’échelle de l’espéce. Le cycle s’accomplit en une fois, et ne se renouvelle pas» (págs. 19-24). <<<br /> [143] Capital (Modern Library ed)., pág. 201. Esta fórmula es frecuente en la obra de Marx y siempre está repetida casi verbaim: labor es la eterna necesidad natural para realizar el metabolismo entre el hombre y la naturaleza. (Véase, por ejemplo, Das Kapital, vol. I, parte 1, cap. 1, sec. 2; y parte 3, cap. 5. La traducción inglesa modelo, Modero Library ed., págs. 50 y 205, no acierta a dar la precisión de Marx). Casi la misma formulación la encontramos en Das Kapital, vol. III, pág. 872. Sin duda, cuando Marx habla tan a menudo del «proceso de la vida de la sociedad» no está pensando en metáforas. <<<br /> [144] Marx llamó «consumo productivo» a la labor (Capital, Modern Library ed., pág. 204) y nunca perdió de vista que era una condición fisiológica. <<<br /> [145] Toda la teoría de Marx gira alrededor de la intuición primera, es decir, que ante todo el trabajador reproduce su propia vida al producir sus medios de subsistencia. En sus primeros escritos pensé, «que los hombres comienzan a diferenciarse de los animales cuando empiezan a producir sus medios de subsistencia» (Deutsche Ideologie, pág. 10). En efecto, tal es el contenido mismo de la definición de hombre como animal laborans. Lo más digno de observarse es que en otros pasajes Marx no está satisfecho con esta definición, ya que, a su juicio, no distingue lo bastante claramente al hombre de los animales. «Una araña conduce las operaciones de manera semejante a una tejedora, y una abeja pone en entredicho en la construcción de sus celdas a más de un arquitecto. Pero lo que diferencia al peor arquitecto de la mejor abeja es que éste levanta imaginativamente la estructura antes de erigirla en la realidad. Al final de todo proceso laboral obtenernos un resultado que ya existía en la imaginación del laborante en su comienzo» (Capital, Modern Library, pág. 198). Es evidente que Marx ya no habla de labor sino de trabajo, que cae fuera de sus intereses; la mejor prueba de eso estriba en que el elemento aparentemente muy importante de «imaginación» no desempeña papel alguno en su teoría de la labor. En el tercer volumen de Das Kapital repite que el superávit de labor más allá de sus inmediatas necesidades sirve a la «progresiva extensión del proceso de reproducción» (págs. 278 y 872). A pesar de ocasionales vacilaciones, Marx siguió convencido de que «Milton produjo el Paraíso perdido por la misma razón que un gusano de seda produce seda» (Theories of Surplus Value, Londres 1951, pág. 186). <<<br /> [146] Locke, op. cit., secs. 46, 26 y 27, respectivamente. <<<br /> [147] Ibíd., sec. 34. <<<br /> [148] La expresión es de Karl Dunkmann (Soziologie de Arbeit, 1933, pág. 71), quien observa correctamente que el título de la más importante obra de Marx es inapropiado y que debería haberse titulado System der Arbeit. <<<br /> [149] La curiosa formulación se halla en Thorstein Veblen, The Theory of the Leisure Class, 1917, pág. 44. <<<br /> [150] El término vergegenständlichen no se halla con mucha frecuencia en Marx, aunque siempre en un contexto crucial. Véase Jugendschriften, pág. 88: «Das praktische Erzeugen einer gegenstandlichen Welt, die Bearbeitung der unorganíschen Natur ist die Bewährung des Menschen als eines bewussten Gattungswesens… [Das Tier] produziert unter der Herrschaft des unmittelbaren Bedürfnisses, wärhrend der Mensch selbst freí vom physischen Bedürfnis produziert und erst wahrhaft produziert in der Freiheit von demselben». Aquí, como en el párrafo de El capital citado en la nota 36, Marx introduce un concepto de labor por completo diferente, es decir, habla de trabajo y fabricación. La misma reificación se menciona en Das Kapital (vol. I, parte 3, cap. 5), aunque de manera algo equívoca: «[Die Arbeit] ist vergegenständlicht und der Gegenstand ist verarbeitet». El juego de palabras con el término Gegenstand oscurece lo que ocurre realmente en el proceso: por medio de la reificación, se ha producido una nueva cosa, pero el «objeto» que este proceso transformó en cosa es, desde el punto de vista del proceso, sólo material y no una cosa. (La traducción inglesa —Modern Library ed., pág. 201— pierde el significado del texto alemán y por lo tanto escapa del equívoco). <<<br /> [151] Se trata de una formulación repetida en las obras de Marx. Véase, por ejemplo, Das Kapital (Modern Library ed)., vol. I, pág. 50, y vol. III, págs. 873-874. <<<br /> [152] «Des Prozess erlischt im Produkt» (Das Kapital, vol. I, parte III, cap. 5). <<<br /> [153] Adam Smith, op. cit., vol. I. pág. 295. <<<br /> [154] Locke, op. cit., sec. 40. <<<br /> [155] Adam Smith, op. cit., vol. I, pág. 294. <<<br /> [156] Op. cit., secs. 46 y 47. <<<br /> [157] L’ètre et le travail (1949), de Jules Vuillemin, es un buen ejemplo de lo que ocurre si uno intenta resolver los equívocos y contradicciones centrales del pensamiento de Marx. Esto sólo es posible si uno abandona por entero la prueba fenomenal y comienza a tratar los conceptos de Marx como si constituyeran por sí mismos un complicado rompecabezas de abstracciones. Así, la labor «surge aparentemente de la necesidad», pero «realmente realiza el trabajo de la libertad y afirma nuestra fuerza»; en la labor, la «necesidad expresa [para el hombre] una libertad oculta» (págs. 15 y 16). Contra estos intentos de adulterada vulgarización, cabe recordar la soberana actitud de Marx con respecto a su obra, según relata Kautsky en la siguiente anécdota: Kautsky le preguntó a Marx en 1881 si no pensaba en la edición de sus obras completas, a lo que éste contestó: «Primero hay que escribir esas obras» (Kautsky, Aus der Frühzeit des Marxismus, 1935, pág. 53). <<<br /> [158] Das Kapital, vol. III. pág. 873. En la Deutsche Ideologie, Marx afirma que «die kommunistische Revolution… die Arbeit beseítigt» (pág. 59), tras haber afirmado poco antes (pág. 10) que sólo mediante la labor se diferencia el hombre de los animales. <<<br /> [159] La formulación es de Edmund Wilson en To the Finland Statian (Anchor ed., 1953), pero esta crítica es familiar en la literatura marxista. <<<br /> [160] Véase cap. VI, sec. 42 de este libro. <<<br /> [161] Deutsche Ideologie, pág. 17. <<<br /> [162] En ninguna parte del Antiguo Testamento figura la muerte como «salario del pecado». Ni la maldición que expulsó al hombre del Paraíso le castiga con el trabajo y el nacimiento; únicamente hizo más dura la labor y penoso el nacimiento. Según el Génesis, el hombre (adam) fue creado para que cuidara el suelo (adamah), como su nombre, forma masculina de «suelo», índica (véase Gén. u. 5.15). «Y Adam no tenía que cultivar adamah… y Él, Dios, creó a Adán del polvo de adamah… Él. Dios, tomó a Adán y le puso en el jardín del Edén para que lo cultivase y guardase» (sigo la traducción de Martín Buber y Franz Rosenzweig, Die Schrift, Berlín, sin fecha). La palabra que indica «cultivar», que más tarde se convirtió en la que indicaba laborar en hebreo, leawad, tiene el sentido de «servir». La maldición (m. 17-19) no menciona esta palabra, pero el significado es claro: «el servicio para el que fue creado el hombre se convirtió en servidumbre». El corriente y popular malentendido de la maldición se debe a una inconsciente interpretación del Antiguo Testamento a la luz del pensamiento griego. Dicho malentendido suelen evitarlo los escritores católicos. Véase, por ejemplo, Jacques Leclercq, «Travail. Propríété», en Leçons de droit naturel, 1946, vol. IV, parte 2, pág. 31: «La peine du travail est le résultat du péché original… L’homme non déchu eût travaillé dans la joie, mais il eût travaillé»; o J. Chr. Nattermann, Die moderne Arbeit, soziologisch und theologisch betrachtet, 1953, pág. 9. En este contexto resulta interesante comparar la maldición del Antiguo Testamento con la en apariencia similar explicación de la rudeza de la labor en Hesíodo. Éste dice que los dioses, para castigar al hombre, le escondieron la vida (véase n. 8) y tuvo que ir en su busca, mientras que antes sólo tenía que recoger los frutos que la tierra le proporcionaba en campos y árboles. Aquí la maldición no sólo consiste en la rudeza de la labor, sino en la propia labor. <<<br /> [163] Todos los escritores de la Época Moderna están de acuerdo en que el aspecto «bueno» y «productivo» de la naturaleza humana se refleja en la sociedad, mientras que su lado malo hace necesario el gobierno. Como Thomas Paine escribía: «La sociedad se produce por nuestras necesidades, y el gobierno por nuestra maldad; la primera fomenta de manera positiva nuestra felicidad uniendo nuestros afectos, el segundo lo hace de modo negativo refrenando nuestros defectos… La sociedad es una bendición en cualquier Estado, y el gobierno, incluso en el mejor Estado, es un mal necesario» (Common Sense, 1776). O bien Madison: «Pero ¿qué es el gobierno sino el mayor de todos los reflejos de la naturaleza humana? Si los hombres fueran ángeles, no sería necesario ningún gobierno. Si los ángeles gobernaran a los hombres, no serían necesarios los controles externos ni internos» (The Federalist, Modern Library ed., pág. 337). <<<br /> [164] Por ejemplo, ésta era la opinión de Adam Smith, a quien le indignaba «la pública extravagancia del gobierno»: «la totalidad, o casi la totalidad de la renta pública, se emplea en la mayoría de los países en mantener manos improductivas» (op. cit. vol. I, pág. 306). <<<br /> [165] Es indudable que «antes de 1690 nadie comprendía que un hombre tuviera un derecho natural a la propiedad creada por su labor; después de 1690 la idea se convirtió en axioma de la ciencia social» (Richard Schlatter, Private Property: the History of an Idea, 1951, pág. 156). Los conceptos de la labor y propiedad eran mutuamente exclusivos, mientras que labor y pobreza (ponos y penia, Arbeit y Armut) se relacionaban en el sentido de que la actividad correspondiente a la situación de la pobreza era el laborar. Platón, que sostuvo que los esclavos eran «malos» porque no eran dueños de su propia parte animal, dijo casi lo mismo sobre el estado de pobreza. El pobre «no es dueño de si» (penēs ōn kai heautou mē kratōn, Séptima carta, 351A). Ningún escritor clásico pensó en la labor como posible fuente de riqueza. Según Cicerón —quien probablemente se limita a resumir la opinión de sus contemporáneos—, la propiedad se da por antigua conquista o victoria, o bien por división legal (aut vetere occupatione aut victoria aut lege, De officiis, I. 21) <<<br /> [166] Véase la sec. 8 de este libro. <<<br /> [167] Op. cit., sec. 26. <<<br /> [168] Ibíd., sec. 25. <<<br /> [169] Ibíd., sec. 31. <<<br /> [170] A mi entender, ciertos tipos de suave, aunque frecuente, entrega a la droga, cuya culpa se carga a la propiedad que tiene la droga para crear hábito, quizá puedan deberse al deseo de repetir el experimentado placer de quedar aliviado del dolor, con la intensa sensación de euforia que lleva consigo. La antigüedad conoció muy bien este fenómeno, mientras que en la literatura moderna sólo he encontrado apoyo a mi criterio en Isak Dinesen, «Converse at Night in Copenhagen», en Last Tales, 1957, págs. 338 sigs., donde la autora sitúa el «cese del dolor» entre las «tres clases de felicidad perfecta». Ya Platón argumentaba contra quienes, «una vez libres de dolor, creen firmemente que han alcanzado la meta del… placer» (República, 585A), aunque concede que esos «placeres mezclados» que siguen al dolor son más intensos que los placeres puros, tal como oler un exquisito aroma o contemplar figuras geométricas. Resulta bastante curioso que fueran los hedonistas quienes no quisieran admitir que el placer de librarse del dolor es de mayor intensidad que el «puro placer», para no hablar de la mera ausencia de dolor. Así, Cicerón acusó a Epicuro de haber confundido la simple ausencia de dolor con la liberación de él (véase Brochard, Études de philosophie ancienne et de philosophie moderne, 1912, págs. 252 sigs).. Y Lucrecio exclamó: «¿No ves que la naturaleza sólo clama por dos cosas, un cuerpo libre de dolor y una mente sin preocupación…?» (De rerum natura, trad. inglesa The Nature of the Universe, Penguin, pág. 60). <<<br /> [171] Brochard (op. cit). ofrece un excelente sumario de los filósofos de la tardía antigüedad, en especial de Epicuro. El camino para alcanzar la firme felicidad sensual reside en la capacidad del alma «paca escapar a un mundo más feliz que se crea, de modo que con la ayuda de la imaginación siempre puede persuadir al cuerpo a que experimente el mismo placer que ya ha conocido» (págs. 278 y 294 sigs).. <<<br /> [172] Característica de todas las teorías que argumentan en contra de la capacidad de los sentidos dada por el mundo, es que no reconocen a la vista como el más elevado y noble de los sentidos y la sustituyen por el gusto o el tacto, que son los sentidos más privados, es decir, los pensadores que niegan la realidad del mundo exterior estarían de acuerdo con esta frase de Lucrecio: «Porque el tacto y nada más que el tacto (de todo lo que los hombres llaman sagrado) es la esencia de todas nuestras sensaciones corporales» (op. cit., pág. 72). Sin embargo, esto no es bastante; el tacto o el gusto en un cuerpo no irritado aún dan demasiada realidad del mundo: cuando como un plato de fresas, experimento el gusto de las fresas y no el gusto mismo, o, para tomar un ejemplo de Galileo, cuando «paso la mano, primero sobre una estatua de mármol, luego sobre un hombre vivo», siento el mármol y el cuerpo vivo, y no mi propia mano. Por lo tanto, Galileo, cuando desea demostrar que las cualidades secundarias, tales como colores, gustos, olores, «no son más que simples nombres (que tienen] su residencia solamente en el cuerpo sensitivo», tiene que abandonar su ejemplo e introducir la sensación que produce el cosquilleo de una pluma de ave, con lo que concluye así: «Creo firmemente que estas varías cualidades que se atribuyen a los cuerpos naturales, tales como olores, sabores, colores y demás, están poseídas de una existencia similar y no mayor», «Il saggiatore», en Opere, vol. IV, págs. 333 sigs.; cita sacada de la traducción de E. A. Burtt, Metaphysical Foundations of Modern Science, 1932.<br /> Este argumento sólo puede basarse en las experiencias sensoriales en que el cuerpo se vuelve sobre sí mismo y, por lo tanto, cabe decir que arrojado del mundo en que normalmente se mueve. Cuanto más fuerte es la sensación corporal interna, más verosímil parece el argumento. Descartes, situado en la misma línea, dice así: «El simple movimiento de una espada que corta una porción de nuestra piel produce dolor, pero no por eso nos hace conocer el movimiento o la figura de la espada. Y es cierto que esta sensación de dolor no es menos diferente del movimiento que la produce… que es la sensación que tenemos de color, sonido, olor o gusto» (Principios, parte 4; traducción inglesa de Haldane y Ross, Philosophical Works, 1911). <<<br /> [173] Esta relación fue débilmente captada por los discípulos de Bergson en Francia (véase en especial Édouard Berth, Les méfaits des irztellectuells, 1914, cap. 1, y Georges Sorel, D’Aristote á. Marx, 1935). A la misma escuela pertenece la obra del erudito italiano Adriano Tilgher (op. cit)., quien acentúa la idea de que la labor es el centro y constituye la clave para el nuevo concepto e imagen de la vida (ed. inglesa, pág. SS). La escuela de Bergson, al igual que su maestro, idealiza la labor al equipararla con el trabajo y la fabricación. No obstante, la similitud entre el motor de la vida biológica y el élan vital de Bergson es sorprendente. <<<br /> [174] En una sociedad comunista o socialista, todas las profesiones pasarían a ser hobbies; no habría pintores, sino personas que entre otras cosas dedicarían una parte de su tiempo a pintar; personas que «hacen esto hoy y eso mañana, que cazan por la mañana, van a pescar por la tarde, crían ganado al atardecer, son criticas después de cenar, según lo creen conveniente, sin que por eso se conviertan en cazadores, pescadores, pastores o críticos» (Deutsche Ideologie, págs. 22 y 373). <<<br /> [175] República, 590C. <<<br /> [176] Veblen, op. cit., pág. 33. <<<br /> [177] Séneca, De tranquíllitate anímae, II. 3. <<<br /> [178] Véase el excelente análisis de Winston Ashley, The Theory of Natural Slavery, according to Aristotle and St. Thomas (Disertación, Universidad de Notre Dame 1941, cap. 5), quien adecuadamente pone de relieve lo siguiente: «Por lo tanto, sería perder por completo la argumentación de Aristóteles creer que consideraba a los esclavos como universalmente necesarios sólo como instrumentos productivos. Más bien acentúa su necesidad para el consumo». <<<br /> [179] Max Weber, «Agrarverhältnisse in Altertum», en Gesammelte Aufsätze zur Sozial und Wirtschaftsgeschichte (1924), pág. 13. <<<br /> [180] Por ejemplo, Herodoto, l. 113: eide te día toutōn, y passim. Una expresión similar se da en Plinio, Naturalis historia, XXIX. 19: alienis pedibus ambulamus; alienis oculis agnoscimus; aliena memoria salutamus; aliena vivimus opera (cita tomada de R. H. Barrów, Slavery in the Roman Empire, 1928, pag. 26). «Andamos con pies ajenos, vislumbramos las cosas con ojos ajenos, saludamos a los demás con memoria ajena, vivimos mediante la labor de los demás». <<<br /> [181] Aristóteles, Política, 1253b30-1254a18. <<<br /> [182] Winston Ashley, op. cit., cap. 5. <<<br /> [183] Véase Viktor von Weizsacker, «Zuro Begriff der Arbeit», en Festschrift für Alfred Weber (1948), pág. 739. El ensayo es digno de señalarse por ciertas observaciones dispersas, si bien en conjunto es inútil, ya que Weizsacker oscurece el concepto de labor con el gratuito supuesto de que el ser humano enfermo tiene que «realizar labor» para ponerse bien. <<<br /> [184] Aunque esta categoría de labor-juego parezca a primera vista tan general como desprovista de significado, es característica en otro aspecto: la verdadera oposición subyacente es la de la necesidad con la libertad, y debe señalarse lo apropiado que resulta para el pensamiento moderno considerar la diversión como fuente de libertad. Aparte de esta generalización, las modernas idealizaciones de la labor pueden incluirse de una manera global en las siguientes categorías: 1). La labor es un medio para alcanzar un fin más elevado. Ésta es la posición católica, que tiene el gran mérito de no escapar por completo de la realidad, de manera que las íntimas relaciones entre labor y vida, así como entre labor y dolor, suelen ser al menos mencionadas. Un destacado representante es Jacques Leclercq de Lovaina, especialmente en su análisis de la labor y de la propiedad en Leçons de droit naturel (1946), vol. IV, parte 2. 2). La labor es un acto de modelado en el que «una determinada estructura se transforma en otra más elevada». Ésta es la tesis básica de la famosa obra de Otto Lipmann, Grundriss der Arbeitswissenschaft (1926). 3). La labor en una sociedad laboral es puro placer o «puede realizarse plenamente de manera tan satisfactoria como las actividades de ocio» (véase Glen W. Cleeton, Making Work Human, 1949). Esta posición es la adoptada hoy en día por Corrado Gini en su Ecconomica Lavorista (1954), quien considera que los Estados Unidos son una «sociedad laborante» (societa lavorista) donde la «labor es un placer y donde los hombres quieren laborar». (Para un resumen de esta opinión, véase Zeitschríft für die gesamte Staatswissenschaft, CIX, 1953; y CX, 1954). Esta teoría es menos nueva de lo que parece. El primero que la formuló fue F. Nitti («Le travail humain et ses lois», Revue Internationale de Sociologie, 1895), quien incluso mantuvo entonces que la «idea de que la labor es dolorosa es un hecho psicológico más que fisiológico», de manera que el dolor desaparecerá en una sociedad en que todos trabajen. 4). Finalmente, la labor es la confirmación del hombre en sí mismo y en contra de la naturaleza, a la que domina mediante la labor. Éste es el supuesto que sustenta —explícita o implícitamente— la nueva tendencia, especialmente francesa, de un humanismo de la labor. Su representante más conocido es Georges Friedmann.<br /> Después de todas estas teorías y discusiones académicas, resulta un alivio enterarse de que si a la mayoría de los trabajadores se les pregunta «¿por qué trabaja el hombre?», contestan simplemente «para poder vivir» o «para ganar dinero» (véase Helmut Schelsky, Arbeiterjugend Gestem und Heute, 1955, cuyos libros están libres de prejuicios e idealizaciones). <<<br /> [185] El papel que desempeña el hobby en la moderna sociedad laboral es sorprendente y puede ser la raíz de la experiencia en las teorías labor-diversión. Lo especialmente notable en este contexto es que Marx, que no tuvo la menor vislumbre de este desarrollo, confiaba que en su utópica sociedad sin labor todas las actividades se realizarían de manera muy semejante a las actividades propias del hobby. <<<br /> [186] República, 346. Por lo tanto, «el arte de la adquisición evita la pobreza, como la medicina evita la enfermedad» (Gorgias, 478). Puesto que el pago de sus servicios era voluntario (Loening, op. cit)., las profesiones liberales debían haber alcanzado una notable perfección en el «arte de hacer dinero». <<<br /> [187] La corriente explicación moderna de esta costumbre que fue característica de toda la antigüedad griega y latina —que su origen ha de buscarse en «la creencia de que el esclavo es incapaz de decir la verdad si no es en el potro de tormento» (Barrow, op. cit., pág. 31)— es absolutamente errónea. Lo cierto es lo contrario, es decir, que nadie puede inventar una mentira bajo tortura: «On croyait recueillir la voix même de la nature dans les cris de la douleur. Plus la douleur pénétrait avant, plus intime et plus vrai sembla être ce témoignage de la chair et du sang» (Wallon, op. cit., vol. I, pág. 325). La psicología antigua conocía mucho mejor que nosotros el elemento de libertad, de libre invención, en contar mentiras. Las «necesidades». de la tortura se suponía que destruían esta libertad y, por lo tanto, no podía aplicarse a los ciudadanos libres. <<<br /> [188] Las palabras griegas más antiguas para designar a los esclavos, douloi y dmóes, significan el enemigo derrotado. Sobre las guerras y la venta de prisioneros de guerra como la fuente principal de la antigua esclavitud, véase W. L. Westennann, «Sklaverei», en Pauly-Wissowa. <<<br /> [189] Hoy día, debido a los progresos en las armas de guerra y destrucción, solemos pasar por alto esta importante tendencia de la Época Moderna. En realidad, el siglo XIX fue uno de los más pacíficos de la historia. <<<br /> [190] Wallon, op. cit., vol. III, pág. 265. Wallon muestra brillantemente que la última generalización estoica, la de que todos los hombres son esclavos, se basa en el desarrollo del Imperio Romano, donde la antigua libertad fue gradualmente abolida por el gobierno imperial, de tal modo que al final nadie era libre y todos tenían su dueño. El punto decisivo fue cuando Calígula, primero, y después Trajano consintieron en que los llamaran dominus, palabra que anteriormente se empleaba para el cabeza de familia. la llamada moralidad esclava de la tardía antigüedad y su supuesto de que no existía verdadera diferencia entre la vida de un esclavo y la de un hombre libre, tenía un fondo muy realista. Ahora el esclavo podía decir a su dueño: nadie es libre, todo el mudo tiene su dueño. Segú Wallon: «Les condamnés aux mines ont pour confréres, a un moindre degré de peine, les condamnés aux moulins, aux boulangeries, aux relais publics, a tout autre travail faisant l’objet d’une corporation particulière» (pág. 216). «C’est le droit de l’esclavage qui gouverne maintenant le citoyen; et nous avons retrouvé toute la législation propre aux esclaves dans les règlements qui concernent sa personne, sa famille ou ses biens» (págs. 219-220). <<<br /> [191] La sociedad sin clases y sin estados de Marx no es utópica. Dejando aparte el hecho de que los progresos modernos tienen una inconfundible tendencia a suprimir las distinciones de clase en la sociedad y a reemplazar el gobierno por esa «administración de cosas» que, según Engels, era la señal distintiva de la sociedad socialista, estos ideales los concibió Marx basándose en la democracia ateniense, con la excepción de que en la sociedad comunista los privilegios de los ciudadanos libres tenían que extenderse a todos. <<<br /> [192] Quizá no sea exagerado decir que La condition ouvrière (1951), de Simone Weil, es el único libro en la enorme literatura sobre la cuestión laboral que trata el problema sin prejuicio ni sentimentalismo. Como lema de su diario, que relata día a día sus experiencias en una fábrica, escogió esta frase de Homero: poll’ aekadzomenē, kraterē d’epikeiset’ anagkē («mucho contra tu propia voluntad, ya que la necesidad pesa más poderosamente sobre ti»), y concluye diciendo que la esperanza de una liberación final con respecto a la labor y a la necesidad es el único elemento utópico del marxismo y, al mismo tiempo, el verdadero motor de todos los movimientos laborales revolucionarios inspirados en el marxismo. Es el «opio del pueblo» que Marx creyó que era la religión. <<<br /> [193] Ni que decir tiene que este ocio no es lo mismo, como mantiene la opinión corriente, que la skholē de la antigüedad, que no era un fenómeno de consumo, «conspicuo» o no, y que no se daba mediante el «tiempo sobrante» ahorrado del laborar, sino que por el contrario era una consciente «abstención» de todas las actividades relacionadas con el simple estar vivo, la actividad consumidora no menos que la laborante. la piedra de toque de esta skholē, a diferencia del ideal moderno de ocio, es la conocida y muy descrita frugalidad de la vida griega en el período clásico. Así, es característico que el comercio marítimo, responsable más que cualquier otra actividad de la riqueza de Atenas, se consideró sospechoso, de tal modo que Platón, siguiendo a Hesíodo, recomendó la fundación de nuevas ciudades-estado lejos del mar. <<<br /> [194] Durante la Edad Media, se calcula que apenas se trabajaba más de la mitad de los días del año. Los días festivos oficiales sumaban 141 (véase Levasseur, op. cit., pág. 329, y Liesse, Le Travail, 1899, pág. 253, en lo que respecta a los días laborables en Francia antes de la Revolución). La monstruosa extensión del día laboral es característica del comienzo de 12. revolución industrial, cuando los trabajadores tuvieron que competir con la introducción de nuevas máquinas. Antes de eso, el día de trabajo comprendía de once a doce horas en Inglaterra durante el siglo XV y diez en el XVII (véase H. Herkner, «Arbeitszeit», en Handworterbuch für die Staatswissenschaft, 1923, vol. I, págs. 889 sigs).. En resumen, «les travailleurs ont connu, pendant la premiére moitié du XIXe siécle. des conditíons d’existence pires que celles subíes auparavant par les plus infortunés» (Édouard Dolléans, Histoire du travail en France, 1953). Se suele sobrevalorar el progreso logrado en nuestro tiempo, ya que lo comparamos con una «época oscura». Por ejemplo, tal vez el promedio de vida de la mayoría de los países altamente civilizados de hoy día corresponda sólo al promedio dado por la antigüedad durante varios siglos. No lo sabemos con seguridad, pero los años de vida que nos dan las biografías de personajes famosos nos invitan a mantener esa suposición. <<<br /> [195] Locke, op. cit., sec. 28. <<<br /> [196] Ibíd., sec. 43. <<<br /> [197] Adam Smith, op. cit., vol. I, pág. 295. <<<br /> [198] La palabra latina faber, probablemente relacionada con facere («hacer algo» en el sentido de producción), designaba originariamente al fabricador y artista que trabajaba el material duro, tal como la piedra o la madera; también se empleó como traducción del griego tektón, que tiene la misma connotación. La palabra fabri. a menudo seguida de tignarii, designa en especial a los trabajadores de la construcción y carpinteros. Me ha sido imposible averiguar cuándo y dónde apareció por primera vez la expresión homo faber, sin duda de origen moderno, postmedieval. Jean Leclercq («Vers la société basée sur le travail», Revue du Travail LI, n. 3, marzo 1950) sugiere que fue Bergson quien «lanzó el concepto de homo faber en la circulación de ideas». <<<br /> [199] Esto queda implicado en el verbo latino obicere, del que nuestra palabra «objeto» es una tardía derivación, y en la palabra alemana que designa objeto, Gegenstand. «Objeto» significa literalmente «algo lanzado» o «puesto contra». <<<br /> [200] Esta interpretación de la creatividad humana es medieval. mientras que la noción del hombre como señor de la Tierra es característica de la Época Moderna. Ambas están en contradicción con el espíritu de la Biblia. Según el Antiguo Testamento, el hombre es el dueño de todas las criaturas vivas (Gén., 1), que fueron creadas para ayudarle (11. 19). Pero en ninguna parte figura que se le haya hecho señor y amo de la Tierra; por el contrario, fue puesto en el jardín del Edén para servirlo y conservarlo (11. 15). Resulta interesante observar que Lutero, rechazando conscientemente el compromiso escolástico con la antigüedad griega y latina, intenta eliminar del trabajo y de la labor humanos todos los elementos de producción y fabricación. Según él, la labor humana es únicamente «búsqueda» de los tesoros que Dios ha puesto en la Tierra. Siguiendo el Antiguo Testamento, acentúa la total dependencia del hombre con respecto a la Tierra, no su dominio: «Sage an, wer legt das Silber und Gold in die Berge, dass man es findet? Wer legt in die Acker solch grosses Gut als heraus wächst…? Tut das Menschen Arbeit? Ja wohl, Arbeit findet es wohl; aber Gott muss es dah1n legen, soll es die Arbeit finden… So finden wir denn, dass alle unsere Arbeit nichts ist denn Gottes Güter finden und aufheben, nichts aber möge machen und erhalten» (Werke, Walch ed., vol. V, 1873). <<<br /> [201] Hendrik de Man, por ejemplo, describe casi exclusivamente las satisfacciones de hacer y laborar bajo el desorientador título siguiente: Der Kampf um die Arbeítsfreude (1927). <<<br /> [202] Yves Simon, Trois leçons sur le travail (París, sin fecha). Este tipo de idealización es frecuente en el pensamiento católico liberal o de izquierda francés. (Véase en especial Jean Lacroix, «La notion du travail», La Víe Intellectuelle, junio 1952, y el dominico M. D. Chenu, «Pour une théologie du travail», Esprit, 1952 y 1955: «Le travailleur travaille pour son reuvre plutôt que pour lui-même: loi de générosité métaphysique, qui définit l’activité laborieuse»). <<<br /> [203] Georges Friedmann (Problemes humains du machinisme índustriel. 1946, pág. 211) relata con qué frecuencia los trabajadores de las grandes fábricas ni siquiera conocen el nombre o la exacta función de la piedra producida por su máquina. <<<br /> [204] El testimonio de Aristóteles de que Platón introdujo el término idea en la terminología filosófica, se encuentra en el primer libro de su Metafísica (987b8). Un excelente relato del uso anterior de la palabra y de la doctrina de Platón se halla en Gerard F. Else, «The Terminology of Ideas», Harvard Studies in Classical Philology, XLVII (1936). Else insiste en que «lo que la doctrina de las ideas fue en su forma completa y final es algo que no podemos saber por los diálogos». Tampoco estamos seguros del origen de la doctrina, aunque en este caso la guía más certera puede ser la misma palabra que Platón introdujo tan sorprendentemente en la terminología filosófica, aunque esa palabra no era corriente en el habla del Ática. Sin duda alguna, las palabras eidos e idea se relacionan con aspectos o formas visibles, en especial de criaturas vivas; esto hace improbable que Platón concibiera la doctrina de las ideas influido por formas geométricas. La tesis de Francis M. Cornford (Plato and Parmenides, Liberal Arts ed., págs. 69-100) en el sentido de que la doctrina es posiblemente de origen socrático, ya que Sócrates intentó definir la justicia en sí misma o el bien en sí mismo al no poderlos percibir con nuestros sentidos, y asimismo pitagórico, ya que la doctrina de la existencia (chórismos) eterna y separada de las ideas entraña «la separada existencia de un alma consciente y conocedora aparte del cuerpo y de los sentidos», me parece muy convincente. Pero mi presentación deja todos estos supuestos en suspenso. Se relaciona simplemente con el tercer libro de la República, donde Platón explica su doctrina tomando el «ejemplo común» de un artesano que hace camas y mesas «de acuerdo con su idea de ellas», y luego añade: «Ésa es nuestrá manera de hablar en éste y similares ejemplos». Sin duda, la misma palabra idea era sugestiva para Platón y quiso que sugiriera al «artesano que hace un lecho o una mesa sin mirar… otro lecho o mesa, mirando a la idea del lecho» (Kurt von Fritz, The Constitution of Athens, 1950, págs. 34-35). No es necesario decir que en ninguna de estas explicaciones se toca la raíz del tema, es decir, la especifica experiencia filosófica subyacente en el concepto de idea, por un lado, y su más asombrosa cualidad, por el otro, o sea, su iluminador poder, su ser to phanotaton o ekphanestaton. <<<br /> [205] A la famosa compilación que Karl Bücher hizo de canciones rítmicas de labor en 1897 (Arbeit und Rhythmus 19246) siguió una voluminosa literatura de naturaleza más científica. Uno de los mejores de estos estudios (Joseph Schopp, Das deutsche Arbeitslied, 1935) recalca que existen sólo canciones de labor, no canciones de trabajo. A menudo se observa el sorprendente parecido entre el ritmo «natural» inherente a toda operación laboral y el de las máquinas, al margen de las repetidas quejas sobre el ritmo «artificial» que imponen las máquinas al laborante. Tales quejas son relativamente raras entre los laborantes, quienes, por el contrario, parecen encontrar el mismo grado de placer en el repetido trabajo de la máquina que en cualquier otra repetida labor (véase. por ejemplo, Georges Friedmann, Où va le travail humain?, 19532, pág. 233, y Hendrik de Man, op. cit., pág. 213). Esto confirma las observaciones que se hicieron en las fábricas de la Ford al comienzo de nuestro siglo. Karl Bücher, que creía que la «labor rítmica es labor altamente espiritual» (vergeistigt), escribió «Aufreibend werden nur solche einförmigen Arbeiten, die sich nicht rhythrnisch gestalten Lassen» (op. cit., pág. 443). Porque si bien la velocidad de trabajo de la máquina es sin duda mucho mayor y repetida que la de la «natural» labor espontánea, el hecho de una realización rítmica como tal hace que la labor de la máquina y la labor preindustrial tengan más en común entre sí que cualquiera de ellas con el trabajo. Hendrik de Man, por ejemplo, sabe bien que «diese von Bücher… gepriesene Welt weniger die des… handwerksmässig schöpferischen Gewerbes als die der eínfachen, sehieren… Arbeítsfron [ist]» (op. cit., pág. 244).<br /> Todas estas teorías son muy discutibles debido a que los propios trabajadores dan una razón diferente por completo a su preferencia por la labor repetida. La prefieren porque es mecánica y no exige atención, de manera que mientras la realizan pueden pensar en otra cosa. (Pueden «geistig wegtreten», como dijeron los trabajadores de Berlín. Véase Thielicke y Pentzlin, Mensch und Arbeit im technischen Zeitalter: Zum Problem der Rationalisierung. 1954, pág. 35 sigs., quienes también informan que, según una investigación del Max Planck Institut für Arbeitspsychologie, alrededor del 90 por ciento de los trabajadores prefieren tareas monótonas). Esta explicación es digna de observarse, ya que coincide con las recomendaciones de los primeros cristianos sobre los méritos de la labor manual, que, al exigir menos atención, probablemente se interfiere menos en la contemplación que otras ocupaciones (véase Étienne Delaruelle, «Le travail dans les règles monastiques occidentales du IVe al IXe siecle», Joumal de Psychologie Norma/e et Pathologique, XLI, n. 1, 1948). <<<br /> [206] Una de las importantes condiciones materiales de la Revolución Industrial fue la extinción de los bosques y el descubrimiento del carbón como sustituto de la madera. La solución que R H. Barrow (en su Slavery in the Roman Empire, 1928) propuso al «famoso misterio que se nos presenta al estudiar la historia económica del mundo antiguo, es decir, que la industria se desarrolló hasta cierto punto, pero dejó de pronto de hacer los progresos que cabía esperar», es muy interesante y más bien convincente en esta cuestión. Sostiene que el único factor que «obstaculizó la aplicación de maquinaria a la industria [fue]… la falta de combustible bueno y barato… que no [estuviera] a mano un abundante suministro de carbón» (pág. 123). <<<br /> [207] John Diebold, Automation: the Advent of the Automatic Factory, 1952, pág. 67. <<<br /> [208] Ibíd., pág. 69. <<<br /> [209] Friedmann, Problèmes humains du machinisme industriel, pág. 168. La conclusión más clara que se obtiene del libro de Diebold es ésta. La cadena de montaje es el resultado «del concepto de fabricación como proceso continuo», y la automatización, cabe añadir, es el resultado de la maquinización de la cadena de montaje. A la liberación de la fuerza de labor humana en la primera etapa de la industrialización, la automatización añade la liberación de la fuerza del cerebro humano, porque las «tareas de dirección y control, ahora humanamente realizadas, las harán las máquinas» (op. cit., pág. 140). Queda liberada la labor, pero no el trabajo. El trabajador o el «artesano pundonoroso», cuyos «valores humanos y psicológicos» (pág. 164) casi todos los autores intentan desesperadamente salvar —y a veces con un grano de involuntaria ironía, como es el caso de Diebold y otros que creen que el trabajo de reparación, que quizá nunca será automático por completo, da el mismo contento que la fabricación y producción de un objeto nuevo—, no pertenece a este campo por la sencilla razón de que fue eliminado de la fábrica mucho antes de que se conociera la automatización. Los trabajadores de una fábrica han sido siempre laborantes, y aunque tengan excelentes razones para justificar su pundonor, éste evidentemente no surge del trabajo que realizan. En lo único que cabe confiar es en que no aceptarán los sustitutos sociales de contento y pundonor en que les ofrecen los teóricos de la labor, que por ahora creen que el interés hacia el trabajo y la satisfacción de la elaboración pueden reemplazarse por las «relaciones humanas» y por el respeto que los trabajadores «se ganan entre sus compañeros» (pág. 164). La automatización debe tener al menos la ventaja de demostrar los absurdos de todos los «humanismos de la labor»; si el significado verbal e histórico de la palabra «humanismo» se tiene en cuenta, la expresión «humanismo de la labor» es claramente una contradicción. (Véase una excelente crítica sobre la boga de las «relaciones humanas» en Daniel Bell, Work and lis Discontents, 1956, cap. 5, y en R. P. Genelli, «Facteur humaín ou facteur social du travail», Revue Française du Travail, VII, n. 1-3, enero-marzo 1952, donde se halla una muy determinada denuncia de la «terrible ilusión» del «júbilo de la labor»). <<<br /> [210] Günther Anders, en un interesante ensayo sobre la bomba atómica (Die Antiquiertheit des Menschen, 1956), argumenta de manera convincente que la palabra «experimento» ya no es aplicable a los experimentos nucleares que implican explosiones de las nuevas bombas. Porque la característica de los experimentos fue que el espacio donde se realizaban estaba estrictamente limitado y aislado del mundo que le rodeaba. Los efectos de dichas bombas son tan enormes que «su laboratorio se ha hecho coextensivo con el globo» (pág. 260). <<<br /> [211] Diebold, op. cit., págs. 59-60. <<<br /> [212] Ibíd., pág. 67. <<<br /> [213] Ibíd., págs. 38-45. <<<br /> [214] Ibíd., págs. 110 y 157. <<<br /> [215] Werner Heisenberg, Das Naturbild der heutigen Physik, 1955, págs. 14-15. <<<br /> [216] Sobre la limitación de la cadena de medios (Zweckprogressus in infinitum) y su inherente destrucción de significado, compárese Nietzsche, afor. 666 en Wille zur Macht. <<<br /> [217] La expresión kantiana es «ein Wohlgefallen ohne alles Interesse» (Kritik der Urteilskraft, Cassirer ed., vol. V, pág. 272). <<<br /> [218] Ibíd., pág. 515. <<<br /> [219] «Der Wasserfall, wie die Erde überhaupt, wie alle Naturkraft hat keínen Wert, weil er keine in íhm vergegenständlichte Arbeit darstellt» (Das Kapital, vol. III, pág. 698, Marx-Engels Gesamtausgabe, Zurich 1933, abt. II). <<<br /> [220] Theaetetus, 152, y Cratylus, 385E. En estos ejemplos, al igual que en otras antiguas citas de la famosa frase, a Protágoras se le cita siempre como sigue: pantōn chrēmatōn metron estin anthrōpos (véase Diels, Fragmente der Vorsokratiket, 19224, frag. B1). La palabra chrēmata no significa «todas las cosas», sino específicamente las cosas usadas, necesarias o poseídas por el hombre. La supuesta frase de Protágoras «el hombre es la medida de todas las cosas» sería el griego anthrōpos metron pantōn, correspondiente por ejemplo a polemos patēr pantōn de Heráclito («la lucha es el padre de todas las cosas»). <<<br /> [221] Leyes, 716D cita textualmente la frase de Protágoras, excepto que en lugar de la palabra «hombre» (anthrōpos) pone el «dios» (ho theos). <<<br /> [222] Capital, Modem Library ed., pág. 358, n. 3. <<<br /> [223] La primera historia medieval, y en particular la historia de los gremios artesanos, ofrece un buen ejemplo de la verdad inherente al antiguo entendimiento de los laborantes como residentes familiares, a diferencia de los artesanos, considerados trabajadores por el pueblo en general. Porque «la aparición [de los gremios] marca la segunda etapa de la historia de la industria, la transición del sistema familiar al artesano o sistema gremial. En el anterior no había clase de artesanos propiamente dicha… ya que todas las necesidades de una familia u otros grupos domésticos… estaban satisfechas con las labores del propio grupo» (W. J. Ashley, An introduction to English Economic History and Theory, 193l, pág. 76). En la Alemania medieval, la palabra Störer es un equivalente exacto de la palabra griega dēmiourgos. «Der griechische dēmiourgo heisst “Störer” er geht beim Volk arbeiten, er geht auf die Stör». Stör significa dēmos («pueblo») (véase Jost Trier, «Arbeit und Gemeinschaft», Studium Generale, III, n. 11, noviembre 1950). <<<br /> [224] Y de un modo más bien enfático añade: «Nadie ha visto a un perro hacer un claro y deliberado intercambio de huesos con otro perro» (Wealth of Nations, Everyman ed., vol. I, pág. 12). <<<br /> [225] E. Levasseur, Hístoire des classes ou.vrières et de l’índustrie en France avant 1789 (1900): «Les mots maître et ouvrier étaient encere pris comme synonymes au XIVe siecle» (pág. 564, n. 2), mientras que «au XVe siecle… la maitrise est devenue un titre auquel iln’est permis à taus d’aspirer» (pág. 572). Originalmente, «le mot ouvrier s’appliquait d’ordinaíre à quiconque ouvrait, faisait ouvrage, maître ou valet» (pág. 309). En los propios talleres y fuera de ellos en la vida social, no existía gran diferencia entre el maestro o propietario del taller y los trabajadores (pág. 313). (Véase también Pierre Brizan, Histoire du travail et des travailleurs, 19264, págs. 39 sigs). <<<br /> [226] Charles R. Walker y Robert H. Guest, The Man on the Assembly Line (1952). pág. 10. La famosa descripción de Adam Smith de este principio en la fabricación de alfileres (op. cit., vol. I. págs. 4 sigs). muestra claramente que al trabajo de la máquina precedió la división de la labor y de ella deriva su principio. <<<br /> [227] Adam Smith, op. cit., vol. II. pág. 241. <<<br /> [228] Esta definición la dio el economista italiano Abbey Galiani. Tomo la cita de Hannah R. Sewall, «The Theory of Value before Adam Smith», Publicacions of the American Economic Association, tercera serie, II. n. 3 (1901), pág. 92. <<<br /> [229] Alfred Marshall, Principles of Economics (1920), vol. I, pág. 8. <<<br /> [230] «Considerations upon the Lowering of Interest and Raising the Value of Money», Collected Works (1801), vol. II, pág. 21. <<<br /> [231] W. J. Ashley (op. cit., pág. 140) observa que «la diferencia fundamental entre el punto de vista medieval y el moderno… es que, para nosotros, el valor es algo enteramente subjetivo; es lo que cada indviduo estima dar por una cosa. Para santo Tomás era algo objetivo». Esto sólo es verdad en cierto grado, ya que «la primera cosa en la que insisten los maestros medievales es en que el valor no está determinado por la intrínseca excelencia de la cosa en sí, puesto que, si así fuera, una mosca sería más valiosa que una perla al ser intrínsecamente más excelente» (George O’Brien, An Essay on Medieval Ecunomic Teaching, 1920, pág. 109). La discrepancia se resuelve si se introduce la distinción de Locke entre «valía» y «valor», llamando a la primera valor naturalis y al segundo pretium y también valor. Claro está que dicha distinción existe en todas partes a excepción de las sociedades más primitivas, pero en la Época Moderna la primera va desapareciendo en favor del segundo. (Para la doctrina medieval, véase también Slater, «Value in Theology and Political Economy», Irish Ecclesiastical Record, septiembre 1901). <<<br /> [232] Locke, Second Treatise of Civil Gavemment, sec. 22. <<<br /> [233] Das Kapital, vol. III, pág. 689 (Marx-Engels Gesamtausgabe, parte II, Zurich 1933). <<<br /> [234] El ejemplo más claro de esta confusión es la teoría de Ricardo del valor, en particular su desesperada creencia en un valor absoluto. (Son excelentes las interpretaciones de Gunnar Myrdal, The Political Element in the Development of Economic Theory, 1953, págs. 66 sigs., y de Walter A. Weisskopf, The Psychology of Economics, 1955, cap. 3). <<<br /> [235] Lo cierto de la observación de Ashley, citada en la nota 231, estriba en el hecho de que la Edad Media no conoció el mercado de cambio, propiamente hablando. Para los maestros medievales, el valor de una cosa estaba determinado por su valía o por las necesidades objetivas de los hombres —como por ejemplo en Buridan: valar rerum aestimatur secundum humanam indigentiam—, y el «precio justo» era normalmente el resultado de la estima común, excepto que, «a causa de los variados y corrompidos deseos del hombre, se hace conveniente que el medio sea fijado de acuerdo con el juicio de algunos hombres sabios» (Gerson, De cantractibus, I. 9, citado por O’Brien, op. cit., págs. 104 sigs).. A falta de un mercado de cambio, era inconcebible que el valor de una cosa consistiera sólo en su relación o proporción con otra cosa. Por lo tanto, la cuestión no es tanto si el valor es objetivo o subjetivo, sino si puede ser absoluto o indica solamente la relación entre cosas. <<<br /> [236] El texto hace referencia a un poema de Rilke sobre el arte que, bajo el titulo de «Magia», describe esta transfiguración. Dice asi: «Aus unbeschreiblicher Verwandlung stammen / solche Gebilde: Fülh! und glaub! / Wir leidens oft: zu Asche werden Flammen, / doch, in der Kunst: zur Flamme wird der Staub. / Hier ist Magie. In das Bereich des Zauoers / scheint das gemeine Wort hinaufgestuft… / und ist doch wirklich wie der Ruf des Taubers, / der nach der unsichtbaren Taube ruft» (en Aus Taschen-Büchern und Merk-Blättern, 1950). <<<br /> [237] La expresión «hacer un poema» o faire des vers para indicar la actividad del poeta ya se relaciona con esta reificación. Lo mismo cabe decir de la palabra alemana dichten, que probablemente procede de la latina dictare: «das ausgesonnene geistig Geschaffene niederschreiben oder zum Niederschreiben vorsagen» (Wörterbuch de Grimm); igualmente sería cierto si la palabra derivara, como se ha sugerido en las Etymologisches Wörterbuch, 1951, de Kluge y Götze, de tichen, antigua palabra pata indicar schaffen, que quizá se relaciona con la latina fingere. En este caso, la actividad poética que produce el poema antes de que sea transcrito también se entiende como «hacer». Así. Demócrito elogia el genio divino de Homero, quien «forjó un cosmos a partir de toda clase de palabras» epeōn Kosmon etektēnato pantoiōn (Diels, op. cit., B21). El mismo énfasis sobre la elaboración de los poetas se halla en la expresión griega que designa el arte de la poesía: tektōnes hymnōn. <<<br /> [238] Esta descripción se halla apoyada por recientes descubrimientos en psicología y biología. que también acentúan la interna afinidad entre discurso y acción, su espontaneidad y finalidad práctica. Véase en especial Arnold Gehlen, Der Mensch: Seine Natur und seine Stellung in der Welt (1955), que ofrece un excelente resumen de los resultados e interpretaciones de la actual investigación científica y contiene gran cantidad de valiosas percepciones. Que Gehlen, al igual que los científicos en cuyos resultados basa sus propias teorías, crea que estas capacidades específicas humanas sean también una «necesidad biológica», es decir, necesarias para un organismo biológicamente débil y mal adecuado como es el del hombre, es otra cuestión que aquí no nos concierne. <<<br /> [239] De civitate Dei, XII. 20. <<<br /> [240] Según san Agustín, los dos eran tan distintos que empleaba la palabra initium para indicar el comienzo del hombre y principium para designar el comienzo del mundo, que es la traducción modelo del primer verso de la Biblia. Como puede verse en De civicate Dei, XI. 32, la palabra principium tenía para san Agustín un significado mucho menos radical; el comienzo del mundo «no significa que nada fuera hecho antes (porque los ángeles existían)», mientras que explícitamente añade en la frase citada con referencia al hombre que nadie existía antes de él. <<<br /> [241] Por esta razón dice Platón que lexis («discurso») se adhiere más estrechamente a la verdad que la praxis. <<<br /> [242] Una fábula (1954) de William Faulkner sobrepasa a casi toda la literatura de la Primera Guerra Mundial en perceptividad y claridad debido a que su héroe es el Soldado Desconocido. <<<br /> [243] Oute legei oute kryptei alla sēmainei (Diels, Fragmente der Vorsokratiker, 19224, frag. B93). <<<br /> [244] Sócrates empleó la misma palabra que Heráclito, sēmainein («mostrar y dar signos»), para la manifestación de su daimonion (Jenofonte, Memorabilia, I. 1.2, 4). Si hemos de confiar en Jenofonte, Sócrates comparaba su daimonion con los oráculos e insistía en que ambos se usaran sólo para los asuntos humanos, donde nada es cierto, y no para los problemas de las artes y oficios, donde todo se puede predecir (ibíd., 7-9). <<<br /> [245] En la teoría política, el materialismo es al menos tan antiguo como el platónico-aristotélico supuesto de que las comunidades políticas (poleis) —y no sólo la vida familiar o la coexistencia de varias familias (oikiai)— deben su existencia a la necesidad material. (Por lo que respecto a Platón, véase República, 369, donde el origen de la polis se ve en nuestras necesidades y falta de autosuficiencia. En cuanto a Aristóteles, que aquí como en todo está mucho más próximo que Platón a la opinión corriente griega, véase Política, 1252b29: «La polis cobra existencia por el interés de vivir, pero sigue existiendo por el interés de vivir bien»). El concepto aristotélico de sympheron, que más adelante encontramos en la utilitas de Cicerón, ha de entenderse en este contexto. Ambos son precursores de la posterior teoría del interés, plenamente desarrollada por Bodin: como los reyes gobiernan sobre los pueblos, el Interés gobierna sobre los reyes. En el desarrollo moderno, Marx sobresale no debido a su materialismo, sino a que es el único pensador político que fue lo bastante consistente para basar su teoría de interés material en una demostrable actividad materia [humana, en laborar. es decir, en el metabolismo del cuerpo humano con la materia. <<<br /> [246] Leyes, 803 y 644. <<<br /> [247] En Homero, la palabra hērōs tiene ciertamente una connotación de distinción, pero sólo de la que era capaz todo hombre libre. En ningún lugar aparece con el posterior significado de «semi-dios», que quizá procedía de una deificación de los antiguos héroes épicos. <<<br /> [248] Aristóteles ya menciona que se eligió la palabra drama porque los drōntes («las personas actuantes») son imitados (Poética. 1448a28). Del propio tratado se desprende que el modelo de Aristóteles para la «imitación» en arte está tomado del drama, y la generalización del concepto para hacerlo aplicable a todas las artes parece más bien difícil. <<<br /> [249] Por lo tanto, Aristóteles se refiere no a una imitación de la acción (praxis), sino de los agentes (prattontes) (véase Poética, l 448al sigs., 1448b25, 1449b24 sigs).. Sin embargo, no es consecuente con este uso (veá5e 1451a29, 1447a28). El punto decisivo radica en que la tragedia no trata de las cualidades de los hombres, de su poiotēs, sino de todo lo que ocurría con respecto a ellos, a sus acciones, vida y buena o mala fortuna (1450al5-18). El contenido de la tragedia, por lo tanto, no es lo que llamaríamos carácter, sino acción o argumento. <<<br /> [250] Que el coro «imita menos» se menciona en los Problemata aristotélicos (918b28). <<<br /> [251] Ya Platón reprochaba a Pericles que no «mejorara al ciudadano» y que los atenienses eran peores al final de su carrera que antes (Gorgias, 515). <<<br /> [252] La reciente historia política está llena de ejemplos indicativos de que la expresión «material humano» no es una metáfora inofensiva, y lo mismo cabe decir de la multitud de modernos experimentos científicos en ingeniería, bioquímica, cirugía cerebral, etc., que tienden a tratar y cambiar el material humano como si fuera cualquier otra materia. Este enfoque mecanicista es típico de la Época Moderna; la antigüedad, cuando perseguía similares objetivos, se inclinaba a pensar en los hombres como si fueran animales salvajes a los que era preciso domesticar. Lo único posible en ambos casos es malar al hombre, no necesariamente como organismo vivo, sino qua hombre. <<<br /> [253] Con respecto a archein y prattein véase en especial su empleo en Homero (C. Capelle, Wörlerbuch des Homeros und der Homeriden, 1889). <<<br /> [254] Resulta interesante ver que Montesquieu, que no se interesaba por las leyes, sino por las acciones que su espíritu inspira, define las leyes como rapports subsistentes entre diferentes seres (Esprit des lois, libro I, cap. 1; véase libro XXVI, cap. 1). Dicha definición es sorprendente porque las leyes siempre han sido definidas en términos de fronteras y limitaciones. La razón estriba en que Montesquieu se interesaba menos en lo que llamaba la «naturaleza del gobierno» —que fuera república o monarquía, por ejemplo— que en su «principio… por el que se le obliga a actuar… las pasiones humanas que pone en movimiento» (libro III, cap. l). <<<br /> [255] En lo que respecta a esta interpretación de daimōn y eudaimonia, véase Sófocles, Edipo rey, 1186 sigs., en especial estos versos: Tis gar, tis anēr pleon / tas eudaimonias pherei / é tosouton hoson dokein / kai doxant’ apoklinai («Porque qué, qué hombre [puede] soportar más eudaimonia de la que apresa a partir de la aparición y desvía en su aparición»). Contra esta inevitable distorsión el coro afirma su propio conocimiento: estos otros ven, «tienen» el daimōn de Edipo ante sus ojos como ejemplo; la aflicción de los mortales es su ceguera ante su propio daimōn. <<<br /> [256] Aristóteles, Metafísica, 1043a23 sigs. <<<br /> [257] El hecho de que la palabra griega para indicar «cada uno» (hekastos) derive de hekas («a lo lejos») parece señalar lo profundamente enraizado que debe de haber estado este «individualismo». <<<br /> [258] Véase, por ejemplo, Aristóteles, Ética a Nicómaco, 1141b25. No existe otra diferencia elemental entre Grecia y Roma que sus respectivas actitudes con respecto al territorio y la ley. En Roma, la función de la ciudad y el establecimiento de sus leyes siguió siendo el gran y decisivo acto con el que todos los hechos y logros posteriores tenían que relacionarse para adquirir validez política y legitimación. <<<br /> [259] Véase M. F. Schachermeyr, «La fonnation de la cité Grecque», Diogenes, n. 4 (1953), quien compara el uso griego con el de Babilonia, donde el concepto de «los babilonios» sólo podía expresarse diciendo: el pueblo del territorio de la ciudad de Babilonia. <<<br /> [260] «Porque [los legisladores] sólo actúan como artesanos (cheirotechnoi)» debido a que su acto tiene un fin tangible, un eschaton, que es el decreto aprobado en la asamblea (psēphisma) (Ética a Nicómaco, 1141b29). <<<br /> [261] Ibíd., ll68a13 sigs. <<<br /> [262] 25. Ibíd., 1140. <<<br /> [263] Logōn kai pragmatōn kuinōnein, como dijo Aristóteles (ibíd., 1l26bl2). <<<br /> [264] Tucídides, II. 41. <<<br /> [265] Aristóteles, Ética a Nicómaco, 1172b36 sigs. <<<br /> [266] La afirmación de Heráclito de que el mundo es uno y común a quienes están despiertos y que quien está dormido se aleja de sí mismo (Diels, op. cit., B89), dice esencialmente lo mismo que la citada observación de Aristóteles. <<<br /> [267] Con palabras de Montesquieu, que ignora la diferencia entre tiranía y despotismo: «Le principe du gouvernement despotique se corrompt sans éesse, parcequ’il est corrompu par sa nature. Les autres gouvernements périssent, parce-que des accidents particuleurs en violent le príncipe: celui-ci périt par son vice intérieur, lorsque quelques causes accidentelles n’ernpéchent point son príncipe de se currompre» (op. cit., libro VIII, cap. 10). <<<br /> [268] El grado en que la glorificación nietzscheana de la voluntad de poder se inspiró en tales experiencias del intelectual moderno cabe conjeturarlo de la siguiente observación: «Denn die Ohnrnacht gegen Menschen, nicht die Ohnmacht gegen die Natur, erzeugt die desperateste Verbitterung gegen das Dasein» (Wille zur Macht, n. 55). <<<br /> [269] En la mencionada frase de la Oración Fúnebre (n. 27), Pericles contrasta deliberadamente la dynamis de la polis con la habilidad en el oficio de los poetas. <<<br /> [270] La razón por la que Aristóteles en su Poética diga que la grandeza (megethos) es un prerrequisito del argumento dramático se debe a que el drama imita a la actuación y ésta se considera como grandeza, por su distinción con respecto a lo común (1450b25). Lo mismo cabe decir de lo hermoso. que reside en la grandeza y en la taxis, el ensamblaje de las partes (1450b34 sigs).. <<<br /> [271] Véase el fragmento B157 de Demócrito en Diels. op. cit. <<<br /> [272] Con respecto al concepto de energeia, véanse Ética a Nicómaco, 1094a1-5; Física, 201b31; Sobre el alma, 417a16, 431a6. Los ejemplos más frecuentemente empleados son la vista y el tañido de flauta. <<<br /> [273] Carece de importancia en nuestro contexto que Aristóteles viera la mayor posibilidad de la «existencia real» no en la acción y el discurso, sino en la contemplación y el pensamiento, en theōria y nous. <<<br /> [274] Los dos conceptos aristotélicos de energeia y entelecheia están estrechamente relacionados (energeia… synteinei pros tēn entelecheian): la plena existencia real (energeia) no efectúa ni produce nada aparte de si misma, y la plena realidad (entelecheia) no tiene otro fin aparte de sí misma (véase Metafísica, 1050a22-35). <<<br /> [275] Ética a Nicómaco, 1097b22. <<<br /> [276] Wealth of Nations, Co. Everyman, vol. II, pág. 295. <<<br /> [277] Éste es un rasgo decisivo del concepto griego de «virtud», aunque quizá no del romano: donde está el aretē, no se da el olvido (véase Aristóteles, Ética a Nicómaco, 1100b 12-17). <<<br /> [278] Éste es el significado de la última frase la cita de Dante que figura al comienzo del presente capítulo; la frase, aunque muy clara y sencilla en el original latino, desafía a su traducción (De monarchia, I. 13). <<<br /> [279] Empleo aquí la maravillosa narración «The Dreamers» de Isak Dinesen, contenida en su libro Seven Gothic Tales, Modern Library ed., esp. págs. 340 y sigs. <<<br /> [280] El texto completo del aforismo de Paul Valéry, del que se han tomado las citas, dice así: «Créateur créé. Qui viem d’achever un long ouvrage le voit fonner enfin un être qu’il n’avait pas voulu, qu’il n’a pa conçu, précisément puisqu’il l’a enfanté, et ressenl cette terrible humiliation de se sentir devenir le fils de son ouvre, de lui emprunter des traits irrecusables, une ressemblance, des manies, une borne, un miroir; et ce qu’il a de pire dans un miroir, s’y voir limité, tel et tel» (Tel que!, vol. II, pág. 149). <<<br /> [281] La soledad del laborante qua laborante suele pasarse por alto en la literatura sobre este tema, ya que las condiciones sociales y la organización de la labor exigen la simultánea presencia de muchos laborantes para cualquier tarea y derribar todas las barreras del aislamiento. Sin embargo, M. Halbwachs (La classe ouvriere er les niveaux de vie, 1913) es consciente de este fenómeno: «L’ouvrier est celui qui dans et par son travail ne se trouve en rapport qu’avet: de la matière, et non avec des hommes», y en esta inherente falta de contacto halla la razón por la que, durante tantos siglos, esta clase fuera marginada de la sociedad (pág. 118). <<<br /> [282] Viktor von Weizsäcker, psiquiatra alemán, describe la relación entre laborantes durante su labor como sigue: «Es ist zunächst bemerkenswen, dass die zwei Arbeiter sich zqsammen verhalten, als ob sie einer wären… Wir haben hier einen Fall von Kollektivbildung vor uns, der in der annähernden Identität oder Einswerdung der zwei Individuen besteht. Man kann auch sagen, dass zwei Personen durch Verschmelzung eine einzige dritte geworden seien; aber die Regeln, nach der diese dritte arbeitet, unterscheiden sich in nichts von der Arbelt einer einzigen Person» («Zum Begriff der Arbeit», en Festschrifr für Alfred Weber, 1948, pags. 739-740). <<<br /> [283] Ésta parece ser la razón por la que etimológicamente «Arbeit und Gemeinschaft für den Menschen älterer geschichtlicher Stufen grosse lnhaltsflächen gemeinsam [haben]». (Con respecto a la relación entre labor y comunidad, véase Jost Trier, «Arbeit und Gemeinschaft», Studium Generale, III, n. 11, noviembre 1950). <<<br /> [284] Véase R. P. Genelli, «Facteur humain ou fucteur social du travail», Revue Française du travail, VII, ns. 1-3 (enero-marzo 1952), quien cree que ha de encontrarse una «nueva solución del problema laboral» que tenga en cuenta la «naturaleza colectiva de la labor» y, por consiguiente, que no se ocupe del individuo laborante, sino de él como miembro de su grupo. Esta «nueva» solución es, claro está, la única que rige en la sociedad moderna. <<<br /> [285] Adam Smith. op. cit., vol. I, pág. 15, y Marx, Das Elend der Philosophie (Stuttgart, 1885), pág. 125: Adam Smith «hat sehr wohl gesehen, dass “in Wirklichkeit die Verschledenheit der natürlichen Anlagen zwischen den Individuen weit geringer ist als wir glauben”… Ursprünglich unterscheidet sich ein Lastträger weniger von einem Philosophen als ein Kettenhund von einem Windhund. Es ist die Arbeitsteilung, welche einen Abgrund zwischen beiden aufgetan hat». Marx usa la expresión «división de la labor» indiscriminadamente para la especialización profesional y para la partición del propio proceso laboral, aunque resulta. claro que aquí significa lo primero. La especialización profesional es una forma de distinción, y el artesano o trabajador profesional, incluso si recibe la ayuda de otros, trabaja esencialmente en aislamiento. Se encuentra con otros qua trabajador sólo cuando llega al intercambio de productos. En la verdadera división laboral, el laborante no puede realizar nada en aislamiento; su esfuerzo es sólo parte y función del esfuerzo de todos los laborantes entre quienes se divide la tarea. Pero estos otros laborantes qua laborantes no son diferentes de él, sino que todos son lo mismo. Así, no es la relativamente reciente división laboral, sino la antigua especialización profesional, la que «abrió la zanja» entre el mozo de cuerda y el filósofo. <<<br /> [286] Alain Touraine, L’évolution du travail ouvrier aux usines Renault (1955), pág. 177. <<<br /> [287] Ética a Nicómaco, 1133a16. <<<br /> [288] El punto fundamental es que las rebeliones y revoluciones modernas piden siempre libertad y justicia para todos, mientras que en la antigüedad «los esclavos nunca exigían la libertad como derecho inalienable de todos los hombres, y jamás hubo un intento para lograr la abolición de la esclavitud como tal mediante una acción combinada» (W. L. Westennann, «Sklaverei», en Pauly-Wissowa, suplem. VI, pág. 981). <<<br /> [289] Es importante tener presente la gran diferencia en sustancia y función política entre el sistema continental de partidos y los sistemas inglés y norteamericano. Un hecho decisivo, aunque poco señalado, en el desarrollo de las revoluciones europeas es que la consigna de los Consejos (soviets. Räte, etc). nunca partió dé los movimientos y partidos que tomaron parte activa en organizarlos, sino que surgió de las rebeliones espontáneas; como tales, los consejos no fueron propiamente entendidos ni particularmente bien recibidos por los ideólogos de los diversos movimientos que querían usar la revolución para imponer al pueblo una forma preconcebida de gobierno. La famosa consigna de la rebelión de Kronstadt, que fue uno de los puntos decisivos de la revolución rusa, era el siguiente: soviets sin comunismo. En ese tiempo, lo anterior implicaba esto: soviets sin partidos.<br /> La tesis que sostiene que los regímenes totalitarios nos confrontan con una nueva forma de gobierno la explico con cierta extensión en mi artículo «Ideology and Terror: A Novel Form of Govemment», Review of Politics (julio 1953). Un análisis más detallado sobre la revolución húngara y el sistema de consejos puede encontrarse en un reciente artículo titulado «Totalitarian imperialism», Journal of Politics (febrero 1958). <<<br /> [290] Una anécdota de la Roma imperial, relatada por Séneca, nos ilustra de lo peligroso que se consideraba la mera aparición en público. En ese tiempo se propuso ante el senado que los esclavos vistieran de la misma forma en público, con el fin de poderlos diferenciar inmediatamente de los ciudadanos libres. La propuesta fue rechazada por creerla demasiado peligrosa, ya que los esclavos podrían reconocerse y comprender su potencial poder. De este hecho los intérpretes modernos han sacado la conclusión de que el número de esclavos debía de ser muy elevado; sin embargo, la conclusión es errónea. Lo que el instinto político de los romanos juzgaba peligroso era la aparición como tal, independientemente del número de personas involucradas (véase Westermann, op. cit., pág. 1000). <<<br /> [291] A. Soboul. «Problèmes de travail en l’an II», Journal de psychologie normale et pathologique, LII. n. 1 (enero-marzo 1955), describe muy bien la primera aparición de los trabajadores en la escena histórica: «Les travailleurs ne sont pas désignés par leur fonction sociale, mais simplement par leur costume. Les ouvriers adoptèrent le panralon boutonné à la veste, et ce costume devint une caractéristique du peuple: des sans-culottes… “en parlant des sans-culottes, déclare Petion à la Convention, le 10 avril 1793, on n’entend pas taus les citoyens, les nobles et les aristocrates exceptés, mais on entend des hommes qui n’ont pas, pour les distinguer de ceux qui ont”». <<<br /> [292] Originalmente, la expresión le peuple, que se hizo corriente a finales del siglo XVIII, designaba solamente a quienes carecían de propiedad. Como ya hemos indicado, tal clase de personas por completo necesitadas no se conoció antes de la Época Moderna. <<<br /> [293] El autor clásico sobre esta materia sigue siendo Adam Smith, para quien la única función legítima de gobierno es «la defensa de los ricos contra los pobres, o la de aquellos que tienen alguna propiedad contra quienes no tienen ninguna» (op. cit., vol. II, págs. 198 sigs.; en lo que respecta a la cita, véase vol. II, pág. 203). <<<br /> [294] Ésta es la interpretación aristotélica de la tiranía en la forma de una democracia (Política, 1292a16 sigs).. La realeza, sin embargo, no entra en las formas tiránicas de gobierno, ni puede definirse como el gobierno de un hombre o monarquía. Si «tiranía» y «monarquia» pueden usarse indistintamente, las palabras «tirano» y basileus (“rey”) se emplean como términos opuestos (véase, por ejemplo, Aristóteles, Ética a Nicómaco 1160b3, y Platón, República, 576D).<br /> En general, la antigüedad alabó el gobierno de un sólo hombre únicamente en asuntos familiares o de guerra, y en textos militares o «económicos» se suele encontrar esta famosa cita de la Iliada: ouk agathon polykoiraniē; heis koiranos estō, heis basileus, «el gobierno de muchos no es bueno; uno debe ser el dueño, uno debe ser el rey» (II. 204). (Aristóteles, que aplica la frase de Homero en su Metafísica, 1076a3 sigs., a la vida política de la comunidad —politeuesthai— en un sentido metafórico, es una excepción. En su Política, 1292a13, donde de nuevo cita la frase de Homero, se declara contrario a que muchos tengan el poder «no como individuos, sino colectivamente», y afirma que esto no es más que una forma disfrazada del gobierno de un solo hombre, o tiranía). Por el contrario, el gobierno de muchos, más adelante llamado polyarkhia, se usa desdeñosamente para indicar confusión de mando en la guerra (véase, por ejemplo, Tucídides, VI. 72; y también Jenofonte, Anábasis, VI. 1.18). <<<br /> [295] Aristóteles, Constitución de Atenas, XVI. 2,7. <<<br /> [296] Véase Fritz Heichelheim, Wirtschaftsgeschichte des Altertums (1938), vol. I, pág. 258. <<<br /> [297] Aristóteles (Constitución de Atenas, xv. 5) toma la frase de Pisístrato. <<<br /> [298] Político, 305. <<<br /> [299] El tema fundamental del Político es que no existe diferencia entre la constitución de una amplia familia y la de la polis (véase 259), de tal manera que la misma ciencia abarca las materias políticas y «económicas» y las de la familia. <<<br /> [300] Particularmente manifiesto en los párrafos del libro quinto de la República, donde Platón sostiene que el temor de cada uno a atacar a su propio hijo, hermano o padre, asentarla la paz general en su utópica república. Debido a la comunidad de mujeres; nadie sabría quiénes eran sus próximos parientes (véase en especial 463C y 465B). <<<br /> [301] República, 443E. <<<br /> [302] La palabra ekphanestaton se halla en el Fedro (250) como la principal cualidad de lo hermoso. En la República (518) se reivindica una cualidad similar para la idea de lo bueno, que denomina phanotaton. Las dos palabras derivan de phainesthai («aparecer» y «brillar») y en ambos casos se emplea el superlativo. Resulta claro que la cualidad de brillantez se aplica mucho más a lo hermoso que a lo bueno. <<<br /> [303] La afirmación de Werner Jaeger (Paideia, 1945, vol. II, 416 n)., «la idea de que hay un supremo arte de medida y de que el conocimiento del filósofo sobre el valor (phronēsis) es la habilidad para medir, se manifiesta en la obra de Platón desde el principio hasta el fin», sólo es cierta en la filosofía política de Platón, donde la idea de lo bueno reemplaza a la idea de lo hermoso. El mito de la caverna, tal como se cuenta en la República, es el núcleo de la filosofía política de Platón, pero la doctrina de las ideas tal como se presenta allí ha de entenderse como su aplicación a la política, no como desarrollo original y puramente filosófico, que no podemos discutir aquí. La caracterización de Jaeger del «conocimiento de valores de filósofos» como phronēsis, indica la naturaleza política y no filosófica de este conocimiento; ya que en Platón y Aristóteles la palabra phronēsis caracteriza a la percepción del estadista en vez de la visión del filósofo. <<<br /> [304] En el Político, donde Platón persigue esta línea de pensamiento, concluye irónicamente de este modo: «En la búsqueda de alguien que fuera tan adecuado para gobernar al hombre como el pastor al rebaño, encontraríamos “un dios en lugar de un hombre mortal”» (275). <<<br /> [305] República, 420. <<<br /> [306] Puede tener interés señalar el siguiente desarrollo en la teoría política de Platón: en la República, su división entre gobernantes y gobernados se guía por la relación entre experto y profano; en el Político se orienta por la relación entre conocer y hacer; y en las Leyes, la ejecución de las leyes inmutables es lo único que le queda al estadista para el funcionamiento de la esfera pública. Lo más sorprendente de este desarrollo es la progresiva reducción de las facultades necesarias para el dominio de la política. <<<br /> [307] La cita está sacada del Capital (Modem Library, pág. 824). Otros párrafos de Marx muestran que no restringe su observación a la manifestación de fuerzas sociales o económicas. Por ejemplo: «En la historia real es notorio que la conquista, esclavitud, robo, asesinato, la violencia en suma, desempeña la parte más importante» (ibíd., 785). <<<br /> [308] Compárese la afirmación de Platón de que el deseo del filósofo de convertirse en gobernante sólo puede surgir del temor a verse gobernado por quienes son peores (República, 347) con la afirmación de san Agustín de que la función del gobierno es capacitar a «los buenos» para vivir más tranquilamente entre «los malos» (Episiolae, 153.6). <<<br /> [309] De una entrevista a Wernher van Braun en el New York Times, 16 de diciembre de 1957. <<<br /> [310] «Man weiss die Herkunft nicht, man weiss die Folgen nicht… (der Wert der Handlung ist] unbekannt», como Nietzsche señaló (Wille zur Macht, n. 291), casi sin darse cuenta de que no era más que el eco de la antigua sospecha del filósofo con respecto a la acción. <<<br /> [311] Esta conclusión «existencialista» se debe mucho menos de lo que parece a una auténtica revisión de los conceptos y modelos tradicionales; en realidad, sigue operando dentro de la tradición y con conceptos tradicionales, si bien con un cierto espíritu de rebelión. El resultado más consistente de esta rebelión es un retorno a los «valores religiosos» que, no obstante, ya no están arraigados en auténticas experiencias religiosas de fe, sino que son, como todos los modernos «valores» espirituales, valores de cambio, obtenidos en este caso por los descartados «valores» de la desesperación. <<<br /> [312] Donde el orgullo humano sigue intacto, se toma la tragedia más que la absurdidad como contraste de la existencia humana. Su mayor representante es Kant, para quien la espontaneidad del actuar, y las concomitantes facultades de la razón práctica, incluyendo la fuerza de juicio, siguen siendo las sobresalientes cualidades del hombre, aunque su acción caiga en el determinismo de las leyes naturales y su juicio no pueda penetrar el secreto de la realidad absoluta (Ding an sich). Kant tuvo el valor de exculpar al hombre de las consecuencias de su acto, insistiendo únicamente en la pureza de sus motivos, y esto le salvaba de perder la fe en el hombre y en su potencial grandeza. <<<br /> [313] Así se afirma enfáticamente en Lc., v. 21-24 (véase Mt., IX. 4-6 o Mc., XII. 7-10), donde Jesús realiza un milagro para demostrar que «el Hijo del hombre tiene poder sobre la Tierra para perdonar los pecados», poniendo el énfasis en «sobre la Tierra». Su insistencia en el «poder para perdonar» asombra al pueblo más aún que la realización de milagros, de manera que «comenzaron los convidados a decir entre si: “¿Quién es éste para perdonar los pecados?”» (Lc., VII. 49). <<<br /> [314] Mt., XVIII. 35; véase Mc., XI. 25. «Cuando os pusiereis en pie para orar, si tenéis alguna cosa contra alguien, perdonadlo primero, para que vuestro Padre, que está en los cielos, os perdone a vosotros vuestros pecados». O: «Porque si vosotros perdonáis a otros sus faltas, también os perdonará a vosotros vuestro Padre celestial. Pero sí no perdonáis a los hombres las faltas suyas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestros pecados» (Mt., VI. 14-15). En todos estos ejemplos, el poder de perdonar es fundamentalmente un poder humano: Dios nos perdona «nuestras deudas como nosotros perdonamos a nuestros deudores». <<<br /> [315] Lc, XVII. 3-4. Es importante tener en cuenta que las tres palabras clave del texto —aphienai, metanoein y hamartanein— llevan ciertas connotaciones incluso en el Nuevo Testamento griego que las traducciones no reflejan plenamente. El significado original de aphienai es «despedir» y «exonerar» más que «perdonar»; metanoein significa «cambiar de opinión» y —puesto que también sirve para traducir la palabra hebrea shuv— «volver», «seguir los pasos de uno» en vez de «arrepentimiento», con su psicológico sobretono emocional; lo que se requiere es cambiar de opinión y «no volver a pecar», que es casi lo opuesto a hacer penitencia. Hamartanein, por último, está muy bien traducido por «falta» en cuanto que significa «perder», «fallar y perderse» en lugar de «pecar» (véase Heinrich Ebeling, Griechisch-deutsches Wörterbuch zum Neuen Testamente, 1923). El párrafo que cito de la traducción modelo podrá quedar así: «Si peca contra ti… y… se vuelve: a ti diciendo: “He cambiado de opinión”, le exonerarás». <<<br /> [316] Mt., XVI. 27. <<<br /> [317] Esta interpretación parece justificada por el contexto (Lc., XVII. 1-5): Jesús introduce sus palabras señalando la inevitabilidad de los «escándalos» ,(skandala) que son imperdonables, al menos en la tierra; porque «¡ay de aquel por quien vengan! Mejor le fuera que le atasen al cuello una rueda de molino y le arrojasen al mar», y luego continúa enseñando a perdonar los pecados (hamartanein). <<<br /> [318] El prejuicio corriente de que el amor es tan común como el «romance» puede deberse al hecho de que los primeros que nos lo enseñan son los poetas. Pero éstos nos engañan, ya que son los únicos para quienes el amor no sólo es una experiencia crucial, sino indispensable, que les califica para confundirla con una universal. <<<br /> [319] Esta facultad del amor de crear mundo no es lo mismo que la fertilidad, en la que se basan la mayoría de los mitos de la creación. Por el contrario, la siguiente historia mitológica toma claramente su imaginería de la experiencia del amor: se ve al cielo como gigantesca diosa que sigue inclinada sobre el dios tierra, del que está siendo separada por el dios aire, nacido entre ellos y que ahora eleva a la diosa. Así toma existencia un espacio de mundo compuesto de aire y se inserta entre la tierra y el firmamento. Véase H. A. Frankfort, The lntellectual Adventure of Ancient Man (Chicago 1946), pág. 18, y Mircea Eliade, Traité d’Histoire des Religions (París 1953), pág. 212. <<<br /> [320] Nietzsche vio con inigualada claridad la conexión entre la soberanía humana y la facultad de hacer promesas, que le llevó a una singular percepción sobre la relación entre el orgullo y la conciencia humanos. Por desgracia, ambas percepciones no estaban relacionadas con su principal concepto, la «voluntad de poder», y de ahí que con frecuencia las pasan por alto incluso los estudiosos de Nietzsche. Se encuentran en los dos primeros aforismos del segundo tratado de Zur Genealogie der Moral. <<<br /> [321] Véase las citas dadas en n. 315. El propio Jesús vio la raíz humana de este poder de realizar milagros en la fe, que omitimos de nuestras consideraciones. En nuestro contexto, el único punto que importa es que el poder de realizar milagros no se considera divino: la fe mueve montañas y la fe perdona; el uno no es menos milagro que el otro, y la réplica de los apóstoles cuando Jesús les pidió que perdonaran siete veces en un día fue: «Señor, aumenta nuestra fe». <<<br /> [322] La expresión scienza nuova parece darse por vez primera en la obra de Niccolò Tartaglia, matemático italiano del siglo XVI, quien ideó la nueva ciencia de la balística, cuya paternidad reclamaba debido a ser el primero en aplicar el razonamiento geométrico al movimiento de proyectiles. (Debo esta información al profesor Alexandre Koyré). De mayor pertinencia para nuestro contexto es que Galileo, en su Sidereus nuncius (1610), insiste en la «absoluta novedad» de sus descubrimientos, aunque hay sin duda una gran diferencia entre estas palabras y la pretensión de Hobbes al decir que la filosofía política no era «más antigua que mi libro De cive» (English Works, Molesworth ed., 1839, vol. I, pág. IX) o la convicción de Descartes de que ningún filósofo anterior a él había tenido éxito en la filosofía («Lettre au traducteur pouvant servir de préface», en les principes de la phílosophie). A partir del siglo XVII, la insistencia en la absoluta novedad y en el rechazo de toda la tradición pasó a ser lugar común. Karl Jaspers (Descartes und die Philosophie, 19482, págs. 61 sigs). acentúa la diferencia entre la filosofía del Renacimiento, en la que «Drang nach Geltung der originalen Personlichkeit… das Neusein als Auszeichnung verlangte», y la ciencia moderna, en la que «sich das Wort “neu” als sachliches Wertpraedikat verbreitet». En el mismo contexto muestra la gran diferencia de significado que la pretensión de novedad tiene en la ciencia y en la filosofía. Descartes expuso su filosofía como un científico expone un descubrimiento de la ciencia. Así, escribe como sigue sobre sus considérations: «Je ne mérite point plus de glorie de les avoir trouvées, que ferait un passant d’avoir rencontré par bonheur à ses pieds quelque riche trésor, que la diligence de plusieurs aurait inutilement cherché longtemps auparavant» (La recherche de la vérité, Pléiade ed., pág. 669). <<<br /> [323] Con esto no pretendemos negar la grandeza del descubrimiento de Max Weber sobre el enorme poder que se deriva de una «ultramundanidad» dirigida hacia el mundo (véase «Ética protestante y espíritu del capitalismo», en Religions soziologie, 1920, vol. I). Weber observa ciertos rasgos propios de la ética monástica como predecesores del carácter de la obra protestante, y en efecto cabe ver un primer germen de estas actitudes en la famosa distinción de san Agustín entre uti y frui, entre las cosas de este mundo que uno puede usar pero no disfrutar y las del mundo venidero que pueden disfrutarse por su propio beneficio. El incremento del poder humano sobre las cosas de este mundo surge en ambos casos de la distancia que establece el hombre entre él y el mundo, es decir, de la alienación del mundo. <<<br /> [324] La razón que se da con más frecuencia sobre la sorprendente recuperación de Alemania —que no tuvo que soportar la carga de un presupuesto militar— no es convincente por dos razones: primera, Alemania hubo de pagar durante años los gastos de ocupación, que ascendían a una suma casi igual a la de un presupuesto militar completo, y segunda, en otras economías se considera la producción de material bélico como el factor más importante de la prosperidad de postguerra. Más aún, mi criterio lo confirma también el corriente y asombroso fenómeno de ver la estrecha relación de la prosperidad con la «inútil» producción de medios de destrucción, de bienes fabricados para derrocharlos en destrucción o —y éste es el caso más común— para destruirlos porque pronto se quedan anticuados. <<<br /> [325] Hay varias indicaciones en los escritos del joven Marx reveladoras de que no desconocía por completo las implicaciones de la alienación del mundo en la economía capitalista. Así, en el artículo de 1842 «Debatten über das Holzdiebstahlsgesetz» (véase Marx-Engels Gesamtausgabe, Berlín, 1932, vol. I, parte 1, págs. 266 sigs). critica una ley contra el robo no sólo porque la oposición formal de propietario y ladrón deja fuera de consideración las «necesidades humanas» —el hecho de que el ladrón que usa la madera la necesita con mayor urgencia que el propietario que la vende— y por consiguiente deshumaniza a los hombres al igualar como propietarios de la madera a quien la usa y a quien la vende, sino también porque desposee a la madera de su naturaleza. Una ley que juzgue a los hombres sólo como propietarios, considera a las cosas sólo como uso. Que las cosas quedan desnaturalizadas cuando se usan para el cambio debió de conocerlo Marx a través de Aristóteles, quien señaló que si bien un zapato puede servir para usarlo o para cambiarlo, esto último va en contra de su naturaleza, «ya que el zapato no se hace para que sea objeto de trueque» (Política, 1257a8). (Dicho sea de paso, la influencia de Aristóteles en el estilo del pensamiento de Marx me parece casi tan característico y decisivo como la influencia de la filosofía de Hegel). Sin embargo, estas ocasionales consideraciones desempeñan un papel menor en su obra, que permaneció firmemente enraizada en el extremo subjetivismo de la Época Moderna. En su sociedad ideal, donde los hombres producirán como seres humanos, la alienación del mundo está aún más presente de lo que estaba antes; porque entonces los hombres podrán objetiver (vergegenständlichen) su individualidad, su peculiaridad, confirmar y realizar su verdadero ser: «Unsere produktionen wären ebensoviele Spiegel, woraus unser Wesen sich entgegen leuchtete» («Aus den Exzerptheften», en Gesamtausgabe, 1844-1845, vol. III, parte 1, págs. 546-547). <<<br /> [326] Claro está que esto difiere enormemente de las condiciones actuales, en las que el trabajador obtiene un jornal semanal; resulta probable que en un futuro no muy lejano el salario anual garantizado suprima por completo estas primitivas condiciones. <<<br /> [327] A. N. Whitehead, Science and the Modern World (Pelican ed., 1926), pág. 12. <<<br /> [328] Sigo la excelente exposición sobre la interrelacionada historia del pensamiento filosófico y científico en «la revolución del siglo XVII», recientemente expresada por Alexandre Koyré en su libro From the Closed World to the Infinite Universe (1957), págs. 43 sigs. <<<br /> [329] Véase P. M. Schuhl, Machinisme et philosophíe (1947), págs. 28-29. <<<br /> [330] E. A. Burtt, Metaphysical Foundations of Modern Science, Anchor ed., pág. 38 (véase Koyré, op. cit., pág. 55, quien afirma que la influencia de Bruno se dejó sentir «sólo después de los grandes descubrimientos telescópicos de Galileo»). <<<br /> [331] El primero en afirmar que «el firmamento está quieto y que la Tierra gira en una órbita oblicua, al tiempo que gira también sobre su propio eje» fue Aristarco de Samos en el siglo III antes de J.C., y el primero en concebir una estructura atómica de la materia fue Demócrito de Abdera en el siglo V antes de J.C. Un informe muy instructivo del mundo físico griego desde el punto de vista de la ciencia moderna nos lo proporciona S. Sambursky en su libro The Physical World of the Greeks (1956). <<<br /> [332] Galileo (op. cit). acentúa este punto: «Cualquiera puede saber con la certeza de la percepción de los sentidos que la Luna no está dotada en modo alguno de una superficie suave y pulida, etc». (cita tomada de Koyré, op. cit., pág. 89). <<<br /> [333] Similar posición adoptó el teólogo luterano Osiander de Nuremberg, quien en la introducción a la obra póstuma de Copérnico, Sobre las revoluciones de los cuerpos celestes (1546), escribió: «Las hipótesis de este libro no son necesariamente verdaderas ni siquiera probables. Sólo una cosa importa. Han de llevar mediante cálculo a resultados que estén de acuerdo con los fenómenos observados». Tomo ambas citas de Philipp Frank, «Philosophical Uses of Science», Bulletín of Atomic Scientists, XIII. n. 4 (abril 1957). <<<br /> [334] Burtt, op. cit., pág. 58. <<<br /> [335] Bertrand Russell, «A Free Man’s Worship», en Mysticism and Logic (1918), pág. 46. <<<br /> [336] Citado por J. W. N. Sullivan, Limitations of Science (Mentor ed)., pág. 141. <<<br /> [337] El físico alemán Werner Heisenberg ha expresado este pensamiento en cierto número de publicaciones recientes. Por ejemplo: «Wenn man versucht, von der Situation in der modernen Naturwissenschaft ausgehend, sich zu den in Bewegung geratenen Fundamenten vorzutasten, so hat man den Eindruck… dass zum erstenmal im Laufe der Geschichte der Mensch auf dieser Erde nur noch sich selbst gegenübersteht… dass wir gewissermassen immer nur uns selbst begegnen» (Das Naturbild der heutigen Physik, 1955, págs. 17-18). El criterio de Heisenberg es que el objeto observado carece de existencia independiente del sujeto observador: «Durch die Art der Beobachtung wird entschieden, welche Züge der Natur bestimmt werden und welche wir durch unsere Beobachtungen verwischen» (Wandlungen in den Grundlagen der Naturwissenschaft, 1949, pág. 67). <<<br /> [338] Whitehead, op. cit., pág. 120. <<<br /> [339] El ensayo de Ernst Cassirer, Einstein’s Theory of Relativíty (Dover Publications, 1953) acentúa mucho esta continuidad entre la ciencia del siglo XX y la de XVII. <<<br /> [340] J. Bronowski, en su artículo «Science and Human Values» señala el gran papel que desempeñó la metáfora en la mente de importantes científicos (véase Nation, 29 de diciembre de 1956). <<<br /> [341] Burtt, op. cit., pág. 44. <<<br /> [342] Ibíd, pág. 106. <<<br /> [343] Estas palabras de Bertrand Russell las cita J. W. N. Sullivan, op. cit., pág. Véase también la distinción que hace Whitehead entre el método científico tradicional de clasificación y el moderno enfoque de medida: el primero persigue realidades objetivas cuyo principio se encuentra en la «alteridad» de la naturaleza; el segundo es subjetivo por entero, independiente de cualidades, y sólo requiere que se den una multitud de objetos. <<<br /> [344] Leibniz, Discours de métaphysique, n. 6. <<<br /> [345] Sigo la presentación dada por Wemer Heisenberg, «Elementarteile der Materie», en Vom Atom zum Weltsystem (1954). <<<br /> [346] Bronowski, op. cit. <<<br /> [347] La fundación y primera historia de la Royal Society es muy sugestiva. En la época de su fundación, los socios tenían que comprometerse a no intervenir en actividades ajenas a las señaladas por el rey a la sociedad, en especial a no intervenir en la lucha política o religiosa. Uno se siente tentado a concluir que el moderno ideal científico de «objetividad» nació allí, lo cual sugeriría que su origen es político y no científico. Más aún, merece señalarse que los científicos creyeron necesario desde un principio organizarse en una sociedad, y el hecho de que el trabajo realizado al margen de ella demostró que estaban en lo cierto. Toda organización, sea de políticos o de científicos que han abjurado de la política, es siempre una institución política; los hombres se organizan para actuar y adquirir poder. Ningún equipo de trabajo científico es pura ciencia, ya sea su objetivo actuar sobre la sociedad y asegurar a sus miembros una cierta posición dentro de ella o —como fue y sigue siendo en gran medida el caso de la investigación organizada en las ciencias naturales— actuar juntos y de acuerdo para conquistar la naturaleza. Como señaló Whitehead, no es «casualidad que una época de ciencia se haya desarrollado en una época de organización». El pensamiento organizado es la base de la acción organizada, y se siente uno tentado a añadir, no porque el pensamiento sea la base de la acción, sino más bien porque la ciencia moderna como «la organización del pensamiento» introdujo un elemento de acción en el pensar. (Véase The Aims of Education, Mentor ed., págs. 106-107). <<<br /> [348] En su excelente interpretación de la filosofía cartesiana, Karl Jaspers insiste en la extraña ineptitud de las ideas «científicas» de Descartes, en su falta de comprensión del espíritu de la ciencia moderna, y en su inclinación a aceptar teorías sin evidencia tangible, lo que ya había sorprendido a Spinoza (op. cit., esp. págs. 50 sigs. y 93 sigs).. <<<br /> [349] Véase Newton, Mathematical Principles of Natural Philosophy, trad. Motte (1803), vol. II, pág. 314. <<<br /> [350] Entre las primeras publicaciones de Kant se encuentran una Allgemeine Naturgeschichte und Theorie des Himmels. <<<br /> [351] Véase la carta de Descartes a Mersenne, de noviembre de 1633. <<<br /> [352] Galileo expresa con estas palabras su admiración por Copérnico y Aristarco, cuya razón «fue capaz… de cometer tal violación de sus sentidos como a pesar de eso hacerse la querida de su credulidad» (Dialogues Concerning the Two Great Systems of the World, trad. Salusbury, 1661, pág. 301). <<<br /> [353] Demócrito, tras afirmar que «en realidad no existe blanco o negro, amargo o dulce», añadía: «Pobre mente, que tomas tus argumentos de los sentidos y luego quieres derrotar a éstos. Tu victoria es tu derrota» (Diels, Fragmente der Vorsokratiker, 19224. frag. B125). <<<br /> [354] Véase Johannes Climacus oder De omnibus dubitandum est, uno de los primeros libros de Kierkegaard y que quizá sigue siendo la interpretación más profunda de la duda cartesiana. En forma de autobiografía espiritual nos cuenta lo mucho que aprendió sobre Descartes a partir de Hegel y cuánto lamentó no haber empezado con las obras de aquél sus estudios filosóficos. Este pequeño tratado, publicado en la edición danesa de sus Obras Completas (Copenhague 1909), vol. IV, se halla en traducción alemana (Darmstadt 1948). <<<br /> [355] La estrecha relación entre la confianza en los sentidos y la confianza en la razón en el concepto tradicional de verdad fue claramente reconocida por Pascal. Según él: «Ces deux príncipes de vérité, la raison et les sens, outre qu’ils manquent chacun de sincérité, s’abusent réciproquement l’unt et l’autre. Les sens abusent la raison par de fausses apparences; et cette même piperie qu’ils apportent á la raison, ils la reçoivent d’elle à leur tour: elle s’en revanche. Les passions de l’âme troublent les sens, et leur font des impressions fausses. Ils mentent et se trompent à l’envi»(Pensées, Pléiade ed., n. 92, 1950, pág. 849). La famosa apuesta de Pascal, es decir, que arriesgaría menos creyendo lo que el cristianismo tiene que enseñar sobre el más allá que descreyéndolo, es suficiente demostración de la interrelación de verdad racional y sensorial con la de revelación divina. Para Pascal, como para Descartes, Dios es un Dieu caché (ibíd., n. 366, pág. 923) que no se revela a sí mismo, pero cuya existencia e incluso bondad es la única hipotética garantía de que la vida humana no es un sueño (la pesadilla cartesiana se repite de nuevo en Pascal, ibíd., n. 380, pág. 928) ni un fraude divino el conocimiento del hombre. <<<br /> [356] Max Weber, que, a pesar de algunos errores de detalle ya corregidos, sigue siendo el único historiador que planteó la cuestión de la Época Moderna con la profundidad y pertinencia que corresponde a su importancia, sabia también que la simple pérdida de fe no cambiaba la estimación del trabajo y de la labor, sino la pérdida de la certitudo salutis, de la certeza de salvación. En nuestro contexto, parecería que esta certeza era la única entre las muchas certezas perdidas al llegar la Época Moderna. <<<br /> [357] La verdad es que resulta sorprendente que ninguna de las religiones principales, a excepción del zoroastrismo, haya incluido al mentir entre los pecados mortales. No sólo no existe mandamiento que diga: «No mentirás» («No levantarás falso testimonio contra tu prójimo» es de diferente materia), sino que parece como si antes de la moralidad puritana nadie considerara la mentira como una grave ofensa. <<<br /> [358] Éste es el punto principal del citado artículo de Bronowski. <<<br /> [359] De una carta de Descartes a Henry More, citada por Koyré, op. cit., pág. 117. <<<br /> [360] En el diálogo La recherche de la vérité par la lumière naturelle, donde Descartes expone sus instituciones fundamentales sin formalidad técnica, la posición central de la duda aún es más evidente que en sus otras obras. Así, Eudoxe, que representa a Descartes, explica: «Vous pouvez douter avec raison de toutes les choses dont la connaissance ne vous vient que par l’office des sens; mais pouvez-vous douter de votre doute et rester incertain si vous doutez ou non?… vous qui doutez vous ètes, et cela est si vrai que vous n’en pouvez douter davantage» (Pléiade ed., pág. 680). <<<br /> [361] «Je doute, done je suis, ou bien ce qui est la même chose: je pense, donc je suis» (ibíd., p. 687). Aunque en Descartes tiene un simple carácter derivativo: «Car s’il est vrai que je doute, comme je n’en puis douter, il est également vrai que je pense; en effet douter est-il autre chose que penser d’une certaine maniere?» (ibíd., pág. 686). La idea guía de esta filosofía no es que ya no podría pensar sin ser, sino que «nous ne sauríons douter sans être, et que cela est la première connaissance certaine qu’on peut acquérir» (Príncipes, Pléiade ed., parte I, sec. 7). Naturalmente, el argumento no es nuevo. Se da, por ejemplo, casi palabra por palabra en De libero arbitrio (cap. 3) de san Agustín, pero sin la implicación de ser la única certeza ante la posibilidad de un Dieu trompeur y, en general, sin ser el fundamento de un sistema filosófico. <<<br /> [362] Que el cogito ergo sum contiene un error lógico, que, como señaló Nietzsche, debería decir: cogito, ergo cogitationes sunt, y que por lo tanto el conocimiento mental expresado en el cogito no demuestra que yo exista, sino solamente que existe la conciencia, es otra cuestión que aquí no nos interesa (véase Nietzsche, Wille zur Macht, n. 484). <<<br /> [363] Esta cualidad de Dios como deus ex machina, como única solución posible a la duda universal, se halla especialmente manifiesta en las Méditations de Descartes. Así, en la tercera meditación, con el fin de eliminar la causa de la duda, dice: «je dois examiner s’il y a un Dieu…; et si je trouve qu’il y en ait un, je dois aussi examiner s’il peut être trompeur: car sans la connaissance de ces deux vérités, je ne vois pas que je puisse jamais être certain d’aucune chose». Y al final de la quinta meditación concluye de esta manera: «Ainsi je reconnais très clairement que la certitude et la vérité de toute science dépend de la seule connaissance du vrai Dieu: en sorte qu’avant que je le connusse je ne pouvais savoir parfaitement aucune autre chose» (Pléiade ed., págs. 177 y 208). <<<br /> [364] A. N. Whitehead, The Concept of Nature, Ann Arbor ed., pág. 32. <<<br /> [365] Ibíd.,pág. 43. Vico fue el primero en comentar y criticar la falta de sentido común en Descartes (véase De nostri temporis studiorum ratione, cap. 3). <<<br /> [366] Esta transformación del sentido común en otro más interior es característica de toda la Época Moderna; en alemán se indica por la diferencia entre la antigua palabra Gemeinsinn y la más reciente expresión gesunder Menschenverstand, que ha reemplazado a aquélla. <<<br /> [367] Este traslado del punto de Arquímedes al propio hombre fue una operación consciente de Descartes: «Car à partir de ce doute universel, comme à partir d’un point fixe et immobile, je me suis propasé de faire dériver la connaissance de Dieu, de vous-mêmes et de toutes les choses qui existent dans le monde», (Recherche de la vérité, pág. 680). <<<br /> [368] Frank, op. cit., define la ciencia por su «tarea de producir deseados y observables fenómenos». <<<br /> [369] La esperanza de Ernst Cassirer de que la «duda se vence al ser exagerada» y que la teoría de la relatividad liberaría a la mente humana de su último «residuo humano», es decir, el antropomorfismo inherente a «la manera de hacer mediciones empíricas de espacio y tiempo» (op. cit., págs. 389 y 382), no se ha cumplido; por el contrario, la duda no de la validez de las afirmaciones científicas, sino de la inteligibilidad de los datos científicos, ha aumentado a lo largo de las últimas décadas. <<<br /> [370] Ibíd., pág. 443. <<<br /> [371] Hennann Mípkowski, «Raum und Zeit», en Lorentz, Einstein, y Minkowski, Das Relativitätsprinzip (1913); cita tomada de Cassirer, op. cit., pág. 419. <<<br /> [372] Y esta duda no se aminora si se le añade otra coincidencia, la existente entre lógica y realidad. Lógicamente, parece evidente que «si los electrones tuvieran que explicar las cualidades sensoriales de la materia pudieran muy bien no poseer dichas cualidades, ya que en ese caso el problema de la causa de esas cualidades se habría alejado un paso más, pero no resuelto». (Heisenberg, Wandlungen in den Grundlagen der Naturwissenschaft, pág. 66). La razón de nuestra suspicacia se debe a que sólo cuando «en el curso del tiempo» se enteraron los científicos de esta lógica necesidad, descubrieron que la «materia» no tenía cualidades y que por lo tanto ya no podía llamarse materia. <<<br /> [373] Con palabras de Erwin Schrödinger: «Como nuestro ojo mental penetra en distancias cada vez más pequeñas y en tiempos cada vez más cortos, hallamos que la naturaleza se comporta de manera tan absolutamente distinta de lo que observamos en los cuerpos visibles y palpables de nuestro contorno, que ningún modelo formado según nuestras experiencias en gran escala puede ser verdadero» (Science and Humanism, 1952, pág. 25). <<<br /> [374] Heisenberg, Wandlungen in den Grundlagen, pág. 64. <<<br /> [375] Este punto está más claro en un párrafo de Planck, citado por Simone Weil en un esclarecedor artículo (publicado bajo el seudónimo de «Emil Novis» y titulado «Réflexions à propos de la théorie des quanta» en Cahiers du Sud, diciembre de 1942), que en traducción francesa dice así: «Le créateur d’une hypothèse dispose de possibilités pratiquement illimitées, il est aussi peu lié par le fonctionnement des organes de ses sens qu’il ne l’est par celui des instruments dont il se sert… On peut même dire qu’il se crée une géométrie à sa fantasie… C’est pourquoi aussi jamais des mesures ne pourront confirmer ni infirmer directement une hypothèse; elles pourront seulemen r en faire ressortir la convenance plus ou moins grande». Simone Weil señala extensamente que algo «infiniment plus précieux» de la ciencia está comprometido en esta crisis, es decir, la noción de verdad; no obstante, deja de ver que la mayor perplejidad en este estado de cosas surge del innegable hecho de que estas hipótesis «funcionan». (Debo el conocimiento de este artículo poco conocido a Beverly Woodward, exalumna mía). <<<br /> [376] Schrödinger, op. cit., pág. 26. <<<br /> [377] Science and the Modern World, pág. 116. <<<br /> [378] En la Séptima carta 341C: rhēton gar oudamōs estin hōs alla mathēmata («porque nunca se expresa con palabras como otras cosas que aprendemos»). <<<br /> [379] Véase en especial Ética a Nicómaco, 1142a25 y sigs. y 1143a36 y sigs. La traducción inglesa corriente falsea el significado al verter logos por «razón» o «argumento». <<<br /> [380] El empleo por Platón de las palabras eidólōn y skia en el relato de la caverna hace que dicho relato parezca una réplica y una inversión de Homero, ya que éstas son las palabras clave de la descripción homérica del Hades en la Odisea. <<<br /> [381] Whitehead, Science and Modern World, págs. 116-117. <<<br /> [382] «Gebet mir Materíe, ich will eine Welt daraus bauen! das ist, gebet mir Materíe, ich will euch zeigen, wie eine Welt daraus entstehen soll» (véase el prólogo de Kant a su Allgemeine Naturgeschichte und Theorie des Himmels). <<<br /> [383] Que la «naturaleza es un proceso», que por lo tanto «el hecho esencial para el conocimiento sensorial es un acontecimiento», que la ciencia natural sólo se ocupa de casos, sucesos o acontecimientos, pero no de cosas, y que «aparte de los sucesos no hay nada» (véase Whitehead, The Concept of Nature, págs. 53, 15 y 66), son algunos de los axiomas de la moderna ciencia natural en todas sus ramas. <<<br /> [384] Vico (op. cit., cap. 4) aclara explícitamente por qué se alejó de la ciencia natural. El conocimiento verdadero de la naturaleza es imposible debido a que no fue el hombre, sino Dios, quien la creó; Dios puede conocer la naturaleza con la misma certeza que el hombre conoce la geometría: Geometrica demonstramus quia facimus; si physica demonstrare possemus, faceremus («Podemos demostrar la geometría porque la hacemos; para demostrar la física tendríamos que hacerla»). Este pequeño tratado, escrito más de quince años antes de la primera edición de la Scienza nuova (1725), es interesante en más de un aspecto. Vico critica todas las ciencias existentes, pero no en provecho de su nueva ciencia de la historia; lo que recomienda es el estudio de la moral y de la ciencia política, que considera indebidamente descuidadas. Debió de haber sido mucho más tarde cuando se le ocurrió la idea de que el hombre hace la historia al igual que Dios hace la naturaleza. Este desarrollo biográfico, aunque absolutamente extraordinario al comienzo del siglo XVIII. pasó a ser norma un siglo después: cada vez que la Época Moderna tuvo motivo para esperar u na nueva filosofía política, obtuvo en su lugar una filosofía de la historia. <<<br /> [385] Introducción de Hobbes a Leviathan. <<<br /> [386] Véase la excelente introducción de Michael Oakeshott a Leviathan (Blackwell’s Political Texts), pág. XIV. <<<br /> [387] Ibíd., pág. XIV. <<<br /> [388] Metafísica, 1025b25 sigs. y 1064a17 sigs. <<<br /> [389] Para Platón, véase Theaetecus, 155: Mala gar philosophou touto to pathos, to thaumazein; ou gar allē archē philosophias ē hautē («Porque el asombro es lo que más sufre el filósofo; porque no hay otro comienzo de la filosofía que éste»).<br /> Aristóteles, que al comienzo de la Metafísica (982b 12 sigs). repite casi textualmente las palabras de Platón —«Porque debido a su asombro los hombres comienzan ahora y comenzaron al principio a filosofar»—. emplea este asombro de modo completamente distinto; a su entender, el verdadero impulso para filosofar radica en el deseo de «escapar de la ignorancia». <<<br /> [390] Hemi Bergsan, Évolution créatrice (1948), pág. 157. Un análisis de la posición de Bergson en la filosofía moderna nos alejaría demasiado del tema. Pero es muy sugestiva su insistencia en la prioridad del homo faber sobre el homo sapiens y en la fabricación como fuente de la inteligencia humana, así como su enfática oposición de la vida con la inteligencia. La filosofía de Bergson pudiera interpretarse fácilmente como el estudio de un caso que nos muestra cómo la primitiva convicción de la Época Moderna con respecto a la relativa superioridad de la fabricación sobre el pensamiento quedó luego reemplazada y aniquilada por su más reciente convicción de una absoluta superioridad de la vida sobre todo lo demás. Debido a que en Bergson todavía se unen estos dos elementos, su influencia fue decisiva en el comienzo de la elaboración de las teorías laborales en Francia. No sólo los primeros trabajos de Édouard Berth y de Georges Sorel, sino también a L’Être et le travail (1949) de Jules Vuillemin, aunque este autor, como casi todos los actuales escritores franceses, piensa primordialmente en términos hegelianos. <<<br /> [391] Bergson, op. cit., pág. 140. <<<br /> [392] Bronowski, op. cit. <<<br /> [393] La fórmula de Jeremy Bentham en AnIlntroduction to the Principies of Morals and Legislation (1789) «se la sugirió Joseph Priestley y se parece mucho a la massima felicità divisa nel maggior numero de Beccaria» (Introducción de Laurence J. Lafleur a la edición Hafner). Según Élie Halévy (The Growth of Philosophic Radicalism, Beacon Press 1955), tanto Beccaria como Bentham se basaron en De l’esprit de Helvétius. <<<br /> [394] Lafleur, op. cit., pág. XI. El propio Bentham expresa en una nota añadida a la última edición de su obra (Hafner ed., pág. 1) su descontento por una filosofía meramente utilitaria: «La palabra utilidad no indica tan claramente las ideas de placer y de dolor como lo hacen las voces felicidad y dicha». Su principal objeción radica en que la utilidad no es mensurable y que por lo tanto no «nos lleva a la consideración del número,» sin el cual resultaría imposible una «formación del modelo de lo cierto y de lo erróneo». Bentham deduce su principio de felicidad del principio de utilidad divorciando el concepto de utilidad de la noción de uso (véase cap. 1, par. 3). Esta separación señala un punto decisivo en la historia del utilitarismo. Porque si bien es cierto que antes de Bentham se había relacionado primordialmente con el ego, fue Bentham quien radicalmente vació la idea de utilidad de toda referencia a un mundo independiente de cosas de uso y transformó así el utilitarismo en un verdadero «egoísmo universalizado» (Halévy). <<<br /> [395] Cita tomada de Halévy, op. cit., pág. 13. <<<br /> [396] Se trata de la primera frase de los Principles of Morals and Legislation. La famosa frase está «copiada casi palabra por palabra de Helvétius» (Halévy, op. cit., pág. 26). Halévy señala atinadamente que «era natural que una idea generalmente aceptada en todas partes tendiera a encontrar expresión en las mismas fórmulas» (pág. 22). Este hecho muestra claramente que los autores aquí tratados no eran filósofos; porque al margen de lo generalmente aceptadas que pudieran ser ciertas ideas durante un determinado periodo, no hay dos filósofos que lleguen a idénticas formulaciones sin copiarse uno del otro. <<<br /> [397] Ibíd., pág. 15. <<<br /> [398] Los representantes más importantes de la filosofía de la vida moderna son Marx, Nietzsche y Bergson, en cuanto que los tres igualan Vida y Ser. Basan esta igualdad en la introspección, y, en efecto, la vida es el único «ser» que el hombre puede conocer mirándose a sí mismo. La diferencia entre estos filósofos y los anteriores de la Época Moderna radica en que para los primeros la vida parece ser más activa y productiva que la conciencia, la cual parece que sigue demasiado estrechamente relacionada con la contemplación y el antiguo ideal de la verdad. Tal vez la mejor definición de esta última etapa de la filosofía moderna sea la de rebelión de los filósofos contra la filosofía, rebelión que, comenzada por Kierkegaard y terminada por el existencialismo, parece a primera vista acentuar la acción en contra de la contemplación. No obstante, un examen más atento nos indica que ninguno de estos filósofos se interesa por la acción como tal. Dejemos aparte a Kierkegaard y a su acción no mundana y dirigida hacia el interior. Nietzsche y Bergson describen la acción con terminología de fabricación —homo faber en lugar de homo sapiens—, al igual que Marx, quien describe la labor en términos de trabajo. Pero el fundamental punto de referencia de los tres no es ni el trabajo, ni la mundanidad, ni la acción; es la vida y la fertilidad de ésta. <<<br /> [399] La frase de Cicerón es la siguiente: Civitatibus autem mors ipsa poena est… debet enim constituta sic esse civitas ut aeterna sit (De re publica, m. 23). Con respecto a la convicción en la antigüedad de que un sólido cuerpo político debe ser inmortal, véase también Platón, Leyes, 713, donde se les dice a los fundadores de una nueva polis que imitan la parte inmortal del hombre (hoson en hēmin athanasias enest). <<<br /> [400] Véase Platón, República, 405C. <<<br /> [401] Por el dominico Bernard Allo, Le travail d’après St. Paul (1914). Entre los defensores del origen cristiano de la moderna glorificación de la labor se encuentran los siguientes: en Francia, Étienne Borne y François Henry, Le travail et l’homme (1937); en Alemania, Karl Müller, Die Arbeit: Nach moral-philosophischen Grundsätzen des heiligen Thomas von Aquino (1912). Más recientemente, Jacques Leclercq de Lovaina, quien ha aportado uno de los trabajos más valiosos e interesantes a la filosofía de la labor en el cuarto libro de sus Leçons de droit naturel, titulado Travail, propriété (1946), ha rectificado esta errónea interpretación de las fuentes cristianas: «Le christianisme n’a pas changé grand’chose à l’estime du travail»; y en la obra de santo Tomás «la notion du travail n’apparait que fort accidentellement» (págs. 61-62). <<<br /> [402] Véase Thess., I. 1v. 9-12 y II, m. 8-12. <<<br /> [403] Summa contra Gentiles, III. 135: Sola enim necessitas victus cogit manibus operari. <<<br /> [404] Summa theologica, II-II. 187. 3, 5. <<<br /> [405] En las reglas monásticas, particularmente en el ora et labora benedictino, se recomienda la labor para luchar contra las tentaciones de un cuerpo perezoso (véase el cap. 48 de la Regla). En la llamada regla de san Agustín (Epistolae, 211), se considera que el trabajo es una ley de la naturaleza, no un castigo por el pecado. San Agustín recomienda el trabajo manual —emplea como sinónimos las palabras opera y labor en oposición a otium— por tres razones: ayuda a luchar contra las tentaciones de la ociosidad, ayuda a que los monasterios cumplan su deber de caridad hacia los pobres, y favorece la contemplación debido a que no distrae indebidamente a la mente como otras ocupaciones, por ejemplo, la compra y venta de artículos. Con respecto al papel del trabajo en los monasterios, compárese Étienne Delaruelle, «Le travail dans les règles monastiques occidentales du IVe au IXe siècles», Journal de Psychologie Normale et Pathologique, XLI, n. 1 (1948). Dejando aparte estas consideraciones formales, resulta sumamente característico que los Solitarios de Port-Royal, en su búsqueda de algún instrumento de castigo realmente efectivo, pensaron inmediatamente en el trabajo (véase Lucien Febre, «Travail: Évolution d’un mot et d’une idée», Journal de Psychologie Normale et Pathologique, XLI, n. 1, 1948). <<<br /> [406] Santo Tomás, Summa theologica, II-II. 182. 1, 2. En su insistencia sobre la absoluta superioridad de la vita. contemplativa, santo Tomás muestra una característica diferencia con respecto a san Agustín, quien recomienda la inquisitio aut inventio veritatis: ut in ea quisque proficiat («inquisición o descubrimiento de la verdad con el fin de que alguien pueda aprovecharla») (De civitate Dei, XIX. 19) Pero esta diferencia apenas es algo más que la existente entre un pensador cristiano formado en la filosofía griega y otro cuya formación se debía a la romana. <<<br /> [407] Los evangelios se ocupan de lo perjudicial de las propiedades terrenas, pero no elogian el trabajo ni a los trabajadores (véase en especial Mt., VI. 19-32 y XIX. 21-24; Mc., IV. 19; Lc., VI. 20-34 y XVIII. 22-25; Ac., IV. 32-35). <<<br /> [408] En una carta que escribió Marx a Kugelmann en julio de 1868. <<<br /> [409] Esta inherente mundanidad del artista no cambia si un «arte no objetivo» reemplaza a la representación de las cosas; tomar esta «no-objetividad» por subjetividad, en la que el artista se siente obligado a «expresarse», a manifestar sus sentimientos subjetivos, es propio de los charlatanes, no de los artistas. El artista, sea pintor, escultor, poeta o músico, produce objetos mundanos, y esta reificación nada tiene en común con la muy discutible y, de todos modos, no artística práctica de la expresión. El arte expresionista es una contradicción terminológica, pero no el arte abstracto. <<<br /> <br /> <br /><br /> HANNAH ARENDT (Linden-Limmer, 14 de octubre de 1906-Nueva York, 4 de diciembre de 1975). Discípula de Heidegger y Husserl, protegida de Karl Jaspers y establecida en Nueva York desde 1941, tras la ocupación alemana de Francia, dividió conscientemente su actividad intelectual entre la filosofía y la teoría política, llegando a adquirir un sólido prestigio tanto en Europa como en América. En 1951 publicó Los orígenes del totalitarismo (Origins of Totalitarianism), quizá su libro más famoso, al que siguieron textos tan fundamentales para el pensamiento contemporáneo como Sobre la revolución (On revolution, 1963), Hombres en tiempos de oscuridad (Men in dark times, 1968), La condición humana (The human condition, 1969), La vida del espíritu (The life of the mind, 1971) o La crisis de la república (Crise of the republic, 1972).<br /> Profesora en las universidades de Berkeley, Princeton, Columbia y Chicago; directora de investigaciones de la Conference on Jewish Relations (1944-1946), y colaboradora de diversas publicaciones periódicas como Review of politics, Jewish Social Studies, Partisan Review y Nation, Hannah Arendt pasó sus últimos años ejerciendo la enseñanza en la New School for Social Research. Murió en 1975.<br /> <br /> Título original: The Human Condition<br /><br /> Hannah Arendt, 1958<br /><br /> Traducción: Ramón Gil Novales<br /><br /> <br /> AGRADECIMIENTOS<br /><br /><br />
El presente estudio debe su origen a una serie de conferencias dadas
bajo el auspicio de la Charles R. Walgreen Foundation en abril de 1956,
en la Universidad de Chicago, y con el título de «Vita activa». En la
etapa inicial de este trabajo, que se remonta al comienzo de los años
cincuenta, obtuve una subvención de la Simon Guggenheim Memorial
Foundation, y en la última etapa conté con la inestimable ayuda de una
subvención de la Rockefeller Foundation. En el otoño de 1953, el
Christian Gauss Seminar in Criticism de la Universidad de Princeton me
ofreció la oportunidad de presentar algunas de mis ideas en una serie de
conferencias bajo el título de «Karl Marx and the Tradition of
Political Thought». Agradezco la paciencia con que se acogieron estos
primeros ensayos, actitud que para mí supuso un gran estímulo, así como
el animado intercambio de ideas con escritores de aquí y del extranjero,
para lo cual el Seminario, único en este aspecto, sirve de tornavoz.<br />
Rose Feitelson, que me ha ayudado desde que comencé a publicar en este
país, fue una vez más un extraordinario auxiliar en la preparación del
manuscrito. Si tuviera que agradecerle todo lo que ha hecho por mí
durante un período de doce años, me sería completamente imposible.<br /> H. A.<br /><br /> </span></span><p><span style="font-family: times;"><span style="font-size: medium;"><br /> INTRODUCCIÓN HANNAH ARENDT, PENSADORA DEL SIGLO<br /><br /><br />
Algo se mueve alrededor de Hannah Arendt: ¿Qué es? Sobre el papel no
debiera sorprender el creciente interés que viene despertando su obra en
los últimos tiempos. Poco tiene de extraño que, ante la crisis de la
política y de la filosofía de la historia, muchos hayan vuelto su mirada
hacia esta pensadora audaz, difícilmente encasillable en ninguna
escuela filosófica,[1] pero al mismo tiempo capaz de percibir eso de más
valor (la vida, la muerte, el absoluto) que se halla en juego en el
corazón de las cuestiones históricas y políticas concretas.[2] Si a ello
le unimos la complejidad del personaje mismo —pensadora, mujer,
judía…—[3] un inicial cuadro explicativo del fenómeno parece quedar
completado.<br /> Pero hay algún que otro dato resistente al esquema.
Por ejemplo, el de que la casi totalidad de textos de Hannah Arendt
llevaba años publicada. Sin que quepa argumentar, ni remotamente, que
hasta hace poco su aportación había pasado desapercibida. Antes bien al
contrario, recoger con pretensiones de exhaustividad las referencias de
terceros a la obra de Arendt resulta una tarea proteica, prácticamente
inabarcable a escala individual.[4] Desde algún otro lugar, por tanto,
habrá que dar cuenta de ese plus de actualidad por el que hemos empezado
preguntándonos. O quizá la clave esté precisamente en el lugar.<br />
Elisabeth Young-Bruehl[5] ha propuesto leer la entera evolución de su
pensamiento utilizando una categoría que la propia Arendt utilizó en uno
de sus primeros textos, Rahel Varnhagen: vida de una judía,[6] la
categoría de paria. Puede argumentarse, y no sin parte de razón, que con
ella Hannah Arendt sólo pretendía dar una concreta respuesta teórica y
política al nacionalsocialismo. Pero queda claro desde el mismo texto
que el alcance de la categoría es considerablemente mayor («Rabel
siempre fue una judía y una paria. El hecho de mantenerse fiel a ambas
cosas es lo que le ha dado derecho a ocupar un lugar en la historia de
los europeos»). El paria es mucho más que un apátrida, que un
desarraigado: es un outsider. La figura completamente opuesta al
arribista, al parvenu, quien a su vez no se limita a ser un mero
escalador social. Es alguien con una pulsión tan enfermiza por
asimilarse al mundo que está dispuesto a negarse a sí mismo con tal de
no sentirse separado de él. El que nosotros hoy podamos utilizar la
biografía de Rahel Varhagen como una metaTiografia de Hannah Arendt es
un dato de partida, no de llegada. La obra, tal vez la más íntima y
subjetiva de nuestra autora (allí donde se pregunta, barruntando el
horror que se acercaba, «¿cómo es posible vivir en el mundo, amar al
prójimo, si el prójimo —o incluso tú mismo— no acepta quien eres?»),
constituye una auténtica búsqueda de identidad por persona interpuesta,
pero también el inicio de una aventura de pensamiento[7] a la que sólo
la muerte de la autora pondrá fin. La veracidad en este caso
proporciona, por tanto, una clave sólo parcial del sentido. A partir de
un cierto momento, la función teórica de la categoría de paria deviene
otra. Perderá parte de su ropaje descriptivo para pasar a designar una
perspectiva, un lugar teórico, una mirada que no se incorpora al paisaje
(o, wittgensteinianamente, un ojo que no forma parte del mundo), pero
constituye —ordena— lo mirado, no únicamente para el conocimiento sino
también para la vida. De ahí que se le atribuyan tareas a la figura, que
se le asigne la labor de estar alerta ante lo inesperado, la de
observar cómo ocurren cosas y sucesos sin apriorismos sobre el curso y
la estructura de la historia. La evolución del pensamiento de Hannah
Arendt, glosada por Paul Ricoeur como «De la filosofía a lo
político»,[8] se deja caracterizar entonces como el tránsito desde su
experiencia particular a un discurso general acerca de las condiciones
para la acción y acerca de la naturaleza del juicio o, con otras
palabras, desde su personal idea de la condición de paria a una teoría
de lo público.<br /> El hecho de que Hannah Arendt se viera obligada,
por causa de su origen judío, a emigrar a principios de los cuarenta a
Estados Unidos —como tantos otros compatriotas suyos, por lo demás—
concede a su texto Los orígenes del totalitarismo,[9] qué duda cabe, un
especial atractivo. Entre otras cosas, coloca a la autora en la tesitura
de medirse con alguna de sus afirmaciones. Por ejemplo, con las que,
aproximadamente por las mismas fechas (1948) en que escribía dicho
libro, hacía a propósito de los intelectuales: «El anticonformismo
social, como tal, ha sido y siempre será el distintivo de los
intelectuales; para un intelectual, el anticonformismo es casi la
condición sine qua non para su realización».[10] No fue el suyo,
definitivamente, el texto esperable desde una simplista perspectiva ad
hominem. Hubo quien saludó su publicación, es cierto, como una
contribución al discurso de la guerra fría, por aquel entonces
característico del antitotalitarismo norteamericano. Y hay que decir que
tanto el tono general del libro como su afirmación de que las formas
nazi y comunista de gobierno totalitario eran esencialmente las mismas
parecían dar la razón a estos intérpretes. Pero el lector perspicaz
puede percibir en las preguntas, de inequívocas resonancias kantianas,
que se formulan en el texto («¿qué ha sucedido?, ¿por qué sucedió?,
¿cómo ha podido suceder?») el alcance que Hannah Arendt pretende dar a
su análisis. Del que se desprenderá que para ella el totalitarismo no es
sólo un fenómeno histórico de decisiva importancia sino también una
categoría de explicación filosófica.<br /> La idea, mantenida en el
libro, de que el totalitarismo no es simplemente el último episodio
hasta el momento en la historia de las tiranías sitúa a la autora ante
el compromiso teórico de definir la novedad del gobierno totalitario. En
principio, dicha novedad podría formularse así: lo específico del
totalitarismo viene dado por el protagonismo de las masas, el cual, a su
vez, tiene su raíz en una determinada experiencia, característica del
mundo contemporáneo. Bajo la propuesta parecen operar, si bien
desigualmente, por lo menos dos elementos diferenciales. De un lado, el
tema, tan propio de la sociología europea de entreguerras, del
surgimiento de lo que se perfila como un nuevo sujeto histórico y de sus
relaciones con las élites.[11] De otro, el uso, cuyo origen
benjaminiano hará explícito Hannah Arendt en su Introducción a
Iluminaciones,[12] del concepto de experiencia para dar cuenta de
determinadas dimensiones de la vida colectiva. Para Benjamin, como es
sabido, el sentido no puede ser generado por el trabajo, sino a lo sumo
sufrir transformaciones dependientes del proceso de trabajo.<br />
Esta autonomización del sentido (y, por tanto, de la interpretación de
la experiencia) respecto del proceso productivo, que resultará
absolutamente central cuando Arendt plantee el tema de la revolución,
desarrolla una particular eficacia en esta obra. Porque uno de los
rasgos del totalitarismo[13] es justamente que en él todo se presenta
como político: lo jurídico, lo económico, lo científico, lo pedagógico.
De este rasgo se sigue en cierto modo un segundo: el totalitarismo
aparece como un régimen en el que todas las cosas se tornan públicas.
Ambos deben ser entendidos en sentido fuerte, como desarrollo de la
novedad enunciada. La experiencia en la que se funda el totalitarismo es
la soledad. Soledad es ausencia de identidad, que sólo brota en la
relación con los otros, con los demás. El totalitarismo se aplicará
sistemáticamente a la destrucción de la vida privada, al desarraigo del
hombre respecto al mundo, a la anulación de su sentido de pertenencia al
mundo. A la profundización en la experiencia de la soledad.<br /> Se
entenderá ahora mejor uno de los reproches mayores que Hannah Arendt le
dirige al totalitarismo, a saber, el de ser un individualismo gregario
(«comprimidos los unos contra los otros, cada uno está absolutamente
aislado de todos los demás»). La soledad, que hace referencia a la vida
humana en conjunto, encuentra en la vida política totalitaria su
complemento obligado en el aislamiento. La crítica del libro va dirigida
específicamente contra la pretensión, propia de los movimientos
totalitarios, de organizar a las masas. De ahí el matiz que se añade a
continuación: «No a las clases, como los antiguos partidos de intereses
de las Naciones-Estados continentales; no a los ciudadanos con opiniones
acerca de la gobernación de los asuntos públicos y con intereses en
éstos, como los partidos de los países anglosajones».[14] Lo que define a
las masas es precisamente ese ser puro número, mera agregación de
personas incapaces de integrarse en ninguna organización basada en el
interés común: «Las masas […] carecen de esa clase específica de
diferenciación que se expresa en objetivos limitados y obtenibles».[15]<br />
Se puede analizar el totalitarismo, evidentemente, por otra vía.
Enfatizando, por ejemplo, los instrumentos fundamentales de los que se
sirve el poder totalitario. Se destaca entonces el terror, la mentira,
la identificación de control con seguridad y con falta de novedad, etc.
Dimensiones ciertamente reales en una sociedad totalizada,[16] pero que
en ningún caso deben dejar sin analizar lo que a Hannah Arendt
verdaderamente importa: la lógica profunda del totalitarismo, que
permite pensar tales dimensiones como efectos. Cuando se accede a ella,
lo que aparece como núcleo básico de su estructura de funcionamiento es
el mal radical, un mal sin confines.[17] Que todo puede ser destruido es
un ejercicio de demostración de la apuesta básica del totalitarismo:
todo es posible. Así debe entenderse el hecho de que el terror del campo
de concentración aparezca como arbitrario: cualquier restricción
implicaría poner límites al principio fundamental («los hombres normales
no saben que todo es posible», David Rousset.[18] El círculo se va
estrechando: masas impotentes —porque una de las consecuencias del
aislamiento es la incapacidad para actuar (se actúa entre y con los
demás) y la falta de poder («el poder persiste mientras los hombres
actúan en común; desaparece cuando se dispersan», ha escrito
«arendtianamente» Paul Ricoeur[19]— afirmando sin restricciones que todo
es posible, masas incapaces de proponerse objetivos obtenibles
afirmando que el mundo está en sus manos. La conclusión de Arendt ya no
es un juicio de intenciones: «El totalitarismo busca, no la dominación
despótica sobre los hombres, sino un sistema en el que los hombres sean
superfluos».[20]<br /> Es por todo ello por lo que no incurre en el
error, tranquilizador en el fondo, de considerar el nazismo —y a los
nazis, por extensión— como una patología de la historia. Su opinión
acerca de Eichmann resulta, a este respecto, absolutamente inequívoca.
En 1961 Hannah Arendt recibió de la revista americana The New Yorker el
encargo de informar sobre el proceso contra el dirigente
nacionalsocialista.[21] Su contacto personal con él no hizo otra cosa
que reafirmar sus convicciones: «Me impresionó la manifiesta
superficialidad del acusado, que hacía imposible vincular la
incuestionable maldad de sus actos a ningún nivel más profundo de
enraizamiento o motivación. Los actos fueron monstruosos, pero el
responsable —al menos el responsable efectivo que estaba siendo juzgado—
era totalmente corriente, del montón, ni demoníaco ni monstruoso».[22]
Nada hay de sorprendente, ni mucho menos de provocador, en estas
afirmaciones, que se limitan a ser mera aplicación de las categorías.
Ese hombre del montón es un hombre de la masa, y la característica
principal del hombre-masa no es la brutalidad y el atraso, sino su
aislamiento y su falta de relaciones sociales. Las mismas categorías que
autorizan a Hannah Arendt a aquella otra afirmación, tal vez algo más
concluyente: el padre de familia, escribirá, es «el gran criminal de
siglo».<br /> Obviamente, todas estas tesis deben ser puestas en
conexión con las que, años más tarde, desarrollará en otro de sus textos
clásicos: Sobre la revolución.[23] Analiza allí el fenómeno de la
revolución a través del análisis de dos de ellas —una buena y otra mala:
la americana y la francesa—, en un modo que, según algunos, desliza
preferencias ideológicas extradiscursivas,[24] pero semejante apariencia
no agota en todo caso el contenido de sus tesis, que se entienden mejor
conectándolas con una idea, de raíz aristotélica, tangencialmente
mencionada: la institucionalización de la libertad pública no debe
quedar lastrada por los conflictos del trabajo social, y las cuestiones
políticas no deben mezclarse con las cuestiones socioeconómicas. Es este
mismo convencimiento el que opera a la hora de reflexionar sobre el
poder. Según Arendt, el fenómeno fundamental del poder no es la
instrumentalización de una voluntad ajena para los propios fines, sino
la formación de una voluntad común en una comunicación orientada al
entendimiento. El poder se deriva básicamente de la capacidad de actuar
en común.[25] Esa «opinión en la que muchos se han puesto públicamente
de acuerdo» significa poder en la medida en que descansa sobre
convicciones, esto es, sobre esa peculiar coacción no coactiva con que
se imponen las ideas, y en que se regula mediante un vínculo
institucional reconocido. La distancia que separa esto de las formas
criticadas de organización de la política es la misma que en el terreno
de los conceptos separa el de poder del de violencia.<br /> Así, pues,
desde los trabajos posteriores a Los Orígenes… queda descartada una
interpretación de la posición de Hannah Arendt que tal vez la exclusiva
atención a este libro podía haber propiciado: aquella interpretación
según la cual sus análisis implican una defensa a contrario de alguna
variante del discurso individualista de tinte liberal-conservador, tal y
como tienden a entenderse hoy en día estos términos. Ahora vemos que
nada hay de apología del individualismo o de la privacidad en su
propuesta. De hecho, critica vehementemente el privatismo instaurado en
las sociedades modernas. Aludiendo al mundo griego, la autora de La
condición humana ha dejado claro en el texto su modelo:[26] «… La esfera
pública estaba reservada a la individualidad; se trataba del único
lugar donde los hombres podían mostrar real e invariablemente quiénes
eran».[27] Hannah Arendt entiende la política en tanto que disciplina
que tiene como su telos un fin práctico: la conducción de una vida buena
y justa en la polis. Habermas ha sido justo al definirla como una
convencida demócrata radical, definición que acaso no entre del todo en
conflicto con la que propone su biógrafa Elisabeth Young-Bruehl, al
elogiar la vigorosa imagen de conservadurismo revolucionario ofrecida
por nuestra autora.<br /> De cualquier forma, ambas definiciones son
sólo acercamientos, intentos de caracterización de un punto de vista
que, por definición, se resiste a ser homologado. Arendt era una paria
también en materia de pensamiento y nunca quiso abandonar esa condición
para convertirse en una parvenue, para reconciliarse finalmente con un
mundo que nunca había sentido como propio.[28] Sus textos aludidos
proclaman esa extrañeza: en un caso bajo el registro del horror, en el
otro bajo el de la decepción. Ni hombres-masa, ni revolucionarios
convertidos en parvenus. Ni el espanto ante la insaciable voracidad del
mal, ni la tristeza ante una revolución sistemáticamente incapaz de
conservar su legado. ¿Hay discurso para este punto de vista? La frágil
tesis que sostiene esta introducción es la de que, en efecto, lo hay y
que se encuentra precisamente en La condición humana. Porque es
precisamente aquí donde se encuentra la clave última que convierte en
inteligibles aquellos textos, el espacio teórico donde se hace más
visible el entramado de convicciones y apuestas desde el que fueron
pensados, el conjunto de argumentos que antes nos permitió afirmar que
el totalitarismo es en el fondo una categoría filosófica.[29]<br />
Como el lector puede comprobar, el texto de Arendt[30] se halla
dividido en tres partes, Labor, Trabajo y Acción, correspondientes a las
tres actividades fundamentales bajo las que se ha dado al hombre la
vida en la tierra. Es en la tercera donde más claramente se percibe la
diferencia cualitativa que separa al hombre del resto de la naturaleza.
Mientras que la labor se refiere a todas aquellas actividades humanas
cuyo motivo esencial es atender a las necesidades de la vida (comer,
beber, vestirse, dormir…), y el trabajo incluye aquellas otras en las
que el hombre utiliza los materiales naturales para producir objetos
duraderos, la acción es el momento en el que el hombre desarrolla la
capacidad que le es más propia: la capacidad de ser libre.[31] Pero la
libertad de Hannah Arendt no es mera capacidad de elección, sino
capacidad para trascender lo dado y empezar algo nuevo, y el hombre sólo
trasciende enteramente la naturaleza cuando actúa.[32] En el concepto
de acción quedan subrayados tres rasgos: el hecho de la pluralidad[33]
humana («el hecho de que no un hombre, sino muchos hombres viven sobre
la tierra», por decirlo con sus mismas palabras), la naturaleza
simbólica de las relaciones humanas y el hecho de la natalidad en tanto
que opuesto a la mortalidad. Con otras palabras, la intersubjetividad,
el lenguaje y la voluntad libre del agente.<br /> Los dos primeros
rasgos dibujan una concepción del hombre rigurosamente incompatible con
los totalitarismos. Frente a la ley de la Vida o de la Historia, propia
de éstos, Arendt propone como diferencia específica de la condición
humana la libre comunicación de proyectos por parte de individuos en un
espacio público donde el poder se divide entre iguales. Pero la
diferencia específica remite necesariamente al hecho de la natalidad.
Ella representa la capacidad de los hombres para empezar algo nuevo,
para añadir algo propio al mundo, y ningún totalitarismo puede soportar
esto. Morir significa separarse de la comunidad, aislarse, mientras que
la natalidad simboliza (y constituye) ese acto inaugural, ese hacer
aparecer por primera vez en público:[34] «Los hombres, aunque han de
morir, no han nacido para eso sino para comenzar», se lee en este libro.
Por eso no hay exageración en la tesis de que la lógica profunda de la
sociedad totalitaria es la lógica del campo de concentración.[35] El
totalitarismo se aplica con tanta saña a suprimir la individualidad,
porque con la pérdida de la individualidad se pierde también toda
posible espontaneidad o capacidad para empezar algo nuevo: desaparece
cualquier sombra de iniciativa en el mundo. No tiene más secreto la
fascinación totalitaria por la muerte. Pero al mundo le es consustancial
la novedad. Tiene el anhelo, si no de lo absolutamente otro, por lo
menos de lo modestamente otro, de lo posiblemente otro. De lo
humanamente otro, en suma.<br /> Si de esta perspectiva pasamos a la
de la crítica de las revoluciones, habrá que decir que, por más que
Habermas haya mantenido que no ve contradicción entre el enfoque de
Hannah Arendt y una teoría crítica de la sociedad, lo cierto es que
aquélla ha extraído de su concepto de acción conclusiones directamente
enfrentadas al marxismo. Ahora estamos en condiciones de entender que
haya considerado dicha doctrina como una teoría del siglo XIX: la obra
de Marx era una respuesta revolucionaria a aquella «cuestión social» que
con la mejora del nivel de vida en el siglo XX quedó paliada de manera
fundamental. Si, a pesar de ello, el pensamiento que se reclamaba de
Marx parecía conservar buena parte de su originario impulso
emancipatorio era porque cabalgaba a lomos de un malentendido. Algo
había avanzado la Escuela de Fráncfort en la clarificación del asunto,
es cierto, al denunciar la reificación de la naturaleza como un campo
para la explotación humana (si Marx se saliera con la suya, el mundo
entero se transformaría en un «taller gigantesco», declaró Adorno). Pero
Arendt había apuntado al corazón del problema al criticar la reducción
del hombre a un animal laborans, y hay que decir que la distinción entre
el hombre como animal laborans y como homo faber planteada en el
presente libro (infra, caps. III y IV) la Escuela de Francfort nunca la
realizó. Para nuestra autora, la confusión entre techne y praxis que se
ha producido en el marxismo, y la identificación consiguiente entre una
acción así (mal) entendida y hacer la historia[36] desemboca en una
paradójica incapacidad para dar cuenta del devenir de los
acontecimientos históricos.<br /> Frente a esto, Arendt confía en que
su concepto de acción permita sentar las bases para una nueva idea de la
historia. En este punto, la evocación de Benjamin resulta, de nuevo,
inevitable.[37] Cómo no recordar el Angelus Novus al leer este pasaje de<br />
«Sobre la humanidad en tiempos de oscuridad»: «Sólo necesitamos mirar a
nuestro alrededor para ver que estamos de pie en medio de una montaña
de escombros de aquellos pilares [de las verdades más conocidas]».[38]
De Benjamin toma el concepto de la historia como construcción y con él
comparte la convicción de que la misión del historiador es hacer saltar
por los aires el continuum histórico a fin de conquistar un espacio que
le permita construirse un juicio crítico y autónomo. La voladura obliga,
por lo pronto, al abandono de una cierta práctica historiográfica. De
hecho, Hannah Arendt se mantuvo siempre alejada de la literatura
histórica por una razón muy clara: «La literatura histórica […] no es
otra cosa, en última instancia, que justificación de lo que
sucedió»,[39] o, lo que es lo mismo, historia deformada por la mano de
los vencedores.<br /> No hay conocimiento histórico neutro, y eso
queda explicitado desde la misn1a cita de Isak Dinesen que sirve de lema
para el capítulo sobre la acción: «Todas las penas pueden soportarse si
las ponemos en una historia o contamos una historia sobre ellas».
Historia para la vida, si se quiere decir así, pero en ningún caso para
el consuelo: «Comprender no significa […] negar lo terrible. […]
Significa, más bien, analizar y soportar conscientemente la carga que
los acontecimientos nos han legado sin, por otra parte, negar su
existencia o inclinarse humildemente ante su peso, como si todo aquello
que ha sucedido no pudiera haber sucedido de ninguna otra manera»[40]
(cursiva, M.C).. Se resisten a aceptar esto último quienes necesitan
pensar que todo lo que sucede en la Tierra debe ser comprensible para el
hombre. Pero Hannah Arendt no rehúye el choque con la realidad del
mundo. Y es que lo que convierte en soportable la noticia de lo sucedido
es precisamente el acceso al conocimiento de la auténtica naturaleza de
lo real, el descubrimiento de su condición plástica e incompleta.<br />
A estas alturas debiéramos estar en condiciones de anudar los cabos
que hasta aquí habían permanecido sueltos. Así, no debiera quedar
resquicio alguno para interpretar la propuesta de Arendt en términos de
una versión reactualizada de los viejos subjetivismos filosóficos.[41]
Es verdad que en este libro se sostiene que es a través de las historias
contadas cómo el protagonista de las acciones —quien las realiza— se
identifica, se reconoce y recibe lo que se denomina adecuadamente una
identidad narrativa. Pero no hay que confundir esto con una especie de
soberanía del agente sobre el sentido de su acción. Precisamente la
exteriorización —la objetivación lingüística— en el relato viene a
probar este carácter de descubrimiento con el que ante el agente aparece
el significado de lo realizado por él mismo.[42] Las historias nos
revelan un actor, pero no un autor. Aquel significado sólo emerge a la
superficie de la narración merced al narrador: «No es el actor sino el
narrador quien acepta y ‘hace’ la historia», afirma la autora en este
libro.<br /> La identidad obtenida de tal forma por el agente es una
identidad frágil, precaria, como corresponde a la naturaleza misma de
las cosas.[43] Arendt sabía, al igual que Dinesen, que la mayor trampa
en la vida es la propia identidad, y por eso le escribía a Jaspers: «No
se fíe usted del narrador, sino de la historia». Y aún así, importa
dejar en claro que el relato ni resuelve ningún problema ni domina nada
de una vez para siempre. No hay conocimiento histórico neutro, por la
misma razón que no existe punto de vista privilegiado. Imposible, por
tanto, atribuirle a nuestra autora una concepción continuista de la
historia: no en vano ha reiterado, en más de una ocasión, que la
historia es un relato que no cesa de comenzar, pero que no termina
jamás. Tesis como la de que la historia se vence del lado de la libertad
o la de que el hombre hace la historia pueden ser asumidas siempre que
se las entienda en clave de contingencia. Se percibe entonces la
diferencia entre la perspectiva arendtiana y la de las filosofías de la
historia posteriores a Kant,[44] empeñadas en devolvernos un mundo sin
pasado.<br /> Para Hannah Arendt, la idea de un proceso unilineal
arruina la libertad de acción. No hay ley de la historia que asegure el
progreso: este siglo ha proporcionado demasiados ejemplos de que en
cualquier momento podemos regresar a la barbarie.<br /> ¿Nos aboca
esta incertidumbre a una idea de la historia en la que ella misma en
cuanto tal aparece como una contingencia desoladora? Sólo parece caber
una respuesta: no necesariamente. O en positivo: depende de los propios
hombres. Las revoluciones revelan la grandeza de esa posibilidad que
reside en la acción. Nada más fuerte y más débil al mismo tiempo que el
recién nacido. La natalidad funda simultáneamente la renovación y la
contingencia radical. Las revoluciones que se han torcido, las
sociedades que no han sabido estar a la altura de sus proyectos, no han
incumplido el designio de Hannah Arendt. Lejos de ello, han mostrado el
carácter abismático de esta apertura, el riesgo de su propio envite. Los
totalitarismos han acosado a las revoluciones como la muerte acosa a la
vida. Tal vez sea esto lo que hoy más nos importe retener. Hay
revolución allí donde triunfa la acción, en el mismo sentido en que hay
totalitarismo allí donde se conculca el derecho humano fundamental: la
libertad de acción. No es éste un tiempo de certezas, sino de enigmas o,
como decía Tocqueville, «el pasado ya no ilumina el porvenir, el
espíritu humano camina entre tinieblas». El pasado, bien pudiéramos
decir, parece acordarse de nosotros. Hannah Arendt se anticipó con
verdad a nuestra mentira dominante: ninguna acción consigue la meta que
se proponía. Pero nunca extrajo de esta convicción conclusiones
desoladoras o derrotistas. No dio por muerto lo que no entendía, ni se
declaró desencantada ante lo nunca alcanzado. Le alimentaba el orgullo
de pensar.<br /></span></span></p><p style="text-align: right;"><span style="font-family: times;"><span style="font-size: medium;"> </span></span></p><p style="text-align: right;"><span style="font-family: times;"><span style="font-size: medium;"> MANUEL CRUZ<br /> Universidad de Barcelona<br /> Barcelona, diciembre de 1992<br /></span></span></p><p><span style="font-family: times;"><span style="font-size: medium;"> <br /></span></span><br /></p>estafetahttp://www.blogger.com/profile/10314797590011827695noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4391952270751641520.post-10199625317467332362022-02-21T20:03:00.001-08:002022-02-21T20:03:41.864-08:00RAMÓN GÓMEZ DE LA SERNA - Museo de reproducciones (novela)<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: center;">
<b><br />
</b></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: center;">
<b><br />
</b></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgs-tfaU_YUxONP2C37k3vsfr3RqfhNy7Tk6k-PoHIJc6Oko7zPBkYcr2DeRQirh2O1FOelHHyIndG9LgtcWT2vyCTETk6aQ-tuojYYWymzvkgQQtnTkXnAx5Y-eI4Eryk7c0xbC-QtJTo/s1600/foto1b_017.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgs-tfaU_YUxONP2C37k3vsfr3RqfhNy7Tk6k-PoHIJc6Oko7zPBkYcr2DeRQirh2O1FOelHHyIndG9LgtcWT2vyCTETk6aQ-tuojYYWymzvkgQQtnTkXnAx5Y-eI4Eryk7c0xbC-QtJTo/s320/foto1b_017.jpg" /></a></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20px; margin-bottom: 0px; margin-left: 28.4px; margin-right: 0px; margin-top: 3px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; min-height: 18px; text-align: center; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;"></span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; min-height: 18px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;"></span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20px; margin-bottom: 0px; margin-left: 28.4px; margin-right: 0px; margin-top: 3px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: center;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">I</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; min-height: 18px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;"></span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Sabía que iba a hacer una experiencia tremenda, pero quise apoderarme mejor de su alma en el Museo de Reproducciones.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Avanzamos por la antesala llena de yesos como si entrásemos a amarnos en un cementerio, a saber si era verdad nuestra pasión en contraste con los mausoleos.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Tenían las estatuas un recuerdo oído -porque salieron de la oreja de molde, que recogió en su tímpano el recuerdo de la auténtica estatua- de las mañanas que presenció la estatua original en su lejano alcor.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">¿Eran hijas de las otras? Y por ley de herencia entran en un fondo todos los misterios de la antigüedad, la misma sonrisa, la misma idea de sus antepasados tal día de verano cuando todos son bañistas en el museo y tal día de invierno en que tienen la tristeza de lo esquelético, con esqueleto moldeado mórbidamente, esqueleto que es cuerpo y plástica de sus figuras. Resumiendo mi pensamiento, y para desconcertar a Olga, dije:</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Estas estatuas se hicieron con corsés de otras estatuas.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- ¿Con qué corsés? - me preguntó ella volviéndose a mí.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Los moldes son como corsés en que están encerrados los relieves que después se juntaron.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Por lo menos has podido decir peplos.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Las esculturas nos encubrían con sus gestos sonámbulos.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Tienen algo de abuelos nuestros en la casa solariega.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Se hizo una pausa de yeso.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- De estas estatuas nacen muchos de esos niños que juegan al aro en los jardines.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Son las amas de cría de los desilusionados, tienen la leche condensada del mundo ido.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Mira mi suegra.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Menuda suegra... Nada menos que Agripina.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Alguna me recuerda jardines en que jugué de niña.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- A mí, laberintos en que no me atrevía a entrar.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Se hizo otra pausa de nalgas blancas.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Este es el único Sitio en que estamos como fuimos en las generaciones y reencarnaciones pasadas.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Se siente una gran tranquilidad, porque parece que se entra en un pasado irreal... Todos esos torsos pueden ser o no ser verdad... ¿Resucitarán las estatuas?</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- En ti están ya resucitadas.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Un carro triunfal con caballos quiso atropellarnos.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- La Pudicicia.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Mírate en ella.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Venus Esquilina... «Se encontraba en el lugar que en Esquilmo ocupaban los jardines de Mecenas.»</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Siempre abandonadas de ricos...</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Las estatuas dan ejemplo de grandes frentes...</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Frentes para la jaqueca... Nos refrescaría enmascararnos con ellas.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Piensan en mausoleos.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Y en modas que no podrán usar.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Tienen la ropa tendida en la eternidad.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Se han empolvado demasiado.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Salen del baño de la muerte.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Tienen alma de botijos.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Me la quedé mirando. Tenía el cinismo moderno, pero se había excedido con aquello del alma de botijos.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Polichinelas de nuestras almas, las estatuas imitaban un connubio en otro tiempo y con otros cuerpos. ¿Cómo nos metíamos en ellas? No era el brazo sino todo nuestro ser el que las levantaba en alto. Nuestro ectoplasma se introducía en un vacío y nos devolvía nuestros gritos a la orilla de un río lejano.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- ¡Eres tú!</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- ¡Sí, soy yo!</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Gritábamos como en ecos blancos y se nos hacían ojeras de decalados.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Lo más curioso es que no se les resbale la falda.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- El médico de las termas les dejó paralizados en este balneario para los que tienen el más terrible reúma articular.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Murieron bicarbonatados.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Se les pegó el mármol del baño.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Siento el frío de las más frías sábanas.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Se ve que no tiene objeto la inmortalidad.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Después de nuestras acostumbradas incongruencias nos acercamos como resucitados y nos sentimos más blandos.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Mira Sófocles.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Sófocles con sus papiros enrollados en un cubo, intentaba discurseamos.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Antes, en vez de la carpeta intelectual, llevaban un cubo.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">La amazona muerta se interpuso entre noSotros.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">La llevé hasta Mausolo.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Mira qué monumento hizo una viuda a su marido muerto... Eso es amor... y el original fue de mármol y tenía los brazos que le faltan y además un pedestal con relieves.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Pero para eso era más alto que tú.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- No te creas eso... Lo<sub> </sub>agrandó su viuda hasta lo sobrenatural. El, probablemente, era pequeñito... Por él, por Mausolo, todos los monumentos fúnebres se llaman mausoleos.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Mira, y además fue el inventor de los bigotes de cine.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">El barco de nuestra visita sorteaba las sirtes escultóricas.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Mira... De esta estatua no queda más que una sandalia y, sin embargo, se yergue entera...</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Un sátiro blanco pasó saltando por entre nosotros.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Sólo envidio sus senos.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Son lo más falso de ellas... Ya sabes que los hacían con una copa... Los escultores siempre sedujeron a las mujeres moldeando senos perfectos, su mayor envidia... Cuenta la Duncan que Rodín quiso sobornaría haciendo ante sus ojos un seno solitario, como una petición, como una anticipación...</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Se había encendido el color de Olga y por eso no le conté que la Duncan estuvo arrepentida toda la vida de no haberse entregado al escultor en aquel momento.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Hypnos, el sueño... ¿Por qué tiene los ojos abiertos?</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Porque como más se sueña es así... ¿No sueño yo que te tengo y eres como la estatua que aún no es estatua siquiera?</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- ¿Preferirías que fuese estatua?</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- No es eso... Es que así me pertenecerías parada... No te podrías desvanecer en cualquier momento.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- ¿Y no crees que lo mejor de estas figuras es lo<b> </b>que se desvaneció?</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Sí... Pero que no se sabe dónde está... Y ellas, están.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Una cabeza se interpuso.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Rómulo parece un pobre de pedir limosna.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Eso era, sino que canturreaba poemas mientras extendía la mano.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Triscando como dos chicos en una calle aparecieron Centauro y Eros.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Debían limpiar las estatuas de yeso con una crema especial.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Tienen la suciedad de haber retozado en el suelo... No les va mal eso.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Ellos parecen boxeadores solos en el ring.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">A veces aparecía la sombra de un bedel del museo, de esos bedeles que miran mucho el reloj para ver si ya se aproxima la hora de cerrar, bedeles que parecen guardar escondida la ropa interior de tantas estatuas, camisas y pantalones, en el antro de los pedestales.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Saben que nada se puede robar, que no hay rapto posible de las imágenes de yeso, que a lo más puede haber tentación de lápices que pinten pelos a las estatuas blancas, y por eso dejan solos a los visitantes.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Son viudos ellos y viudas ellas.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Pero casados en segundas nupcias unos con otros.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Parece una sesión de espiritismo.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Ya que no tenemos museo de figuras de cera tenemos museo de figuras de yeso...</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Como un forero de penetraciones la llevé frente a la Psiquis, para que su alma humillase la cabeza.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Ésta es la Psiquis y procede nada menos que de las ruinas del anfiteatro de Capua.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Tiene el gesto del pudor del alma... Ante muchas preguntas tuyas he hecho yo ese gesto.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">La Venus Capitolina se presentaba como premio de belleza del pasado.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Vuelve a ser el tipo ideal de hoy.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Pues era el tipo al gusto del siglo tercero antes de Jesucristo.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Olga andaba desenvuelta frente a las estatuas, pero aún no había llegado el momento de las preguntas que me revelasen su resistencia para el idilio a prueba de absurdos, esa prueba que si no produce efecto es que no hay amor duradero ni seguridad del alma en la otra alma.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">La llevé hacia el rincón del hermafrodita, donde está vuelta de espaldas la más inquietante de las obras escultóricas.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">El granuja del escultor hizo una mujer y sólo en un rincón de su cuerpo lo dotó de los atributos del hombre.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Olga, cuando la hube mostrado el jeroglífico, se volvió hacia mí como si la hubiese engañado y la hubiese hecho caer en la peor trampa de la vida.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Quedaron tambaleándose las estatuas y vi cómo ella salía del cepo arrastrando una imagen llena de contagio mortal.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">La falsa mujer acostada en el almohadón teratológico ya no la engañaría más, pero había pasado como Eva por el haber mordido una nueva manzana.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Callada y como hostil varió de sala.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Estábamos en la sala de los fantasmas egipcios y de la entrada en el Nirvana.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Aquí tienes a Sakya Muni, el fundador del Budismo, entrando en el Nirvana.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Me gusta esta manera de desaparecer en el sueño... Ni castigo, ni promesas... Sólo el Nirvana.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Se parece a la galvana.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- No seas cafre, el Nirvana es lo más serio que existe... Es la palabra que más me ha conmovido siempre.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Sakya Muni, en el rincón de la pared, era como un ser que se difuminase en la nada, conforme con su muerte y sin ambiciones con el dormir eterno.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Todos los bajorrelieves parecen entrar en el Nirvana.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Y en los divanes también se entra en el Nirvana.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">En aquella sala se podía estar poco, porque se iba uno por el hueco de la chimenea nirvanática.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Volvimos a la sala cuyo ventanal daba a la calle y donde se veía el contraste entre la realidad y el fondo de panteón del museo.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Daba aquel gran balcón a una escalera cegada a la que iban a parar los caballetes abandonados y parecía la fosa común de la desilusión de copiar del yeso.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- ¿Qué hay ahí?</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- No te asomes que eso da mala pata... No lo podrías olvidar.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Olga, excitada por la curiosidad y creyendo que aquél era el rincón del hermafroditismo monstruoso, se asomó al vano con esqueletos de caballetes...</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- No veo por qué no me podía asomar.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Es que no sabes qué de renuncias al arte hay en todo eso y cómo esos chicos que abandonaron sus bártulos sufrieron el desengaño de las diosas pensando en la mujer...</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- ¿Y esas cajas cerradas?</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Esos son los niños que vienen de París... Estatuas aún no embalsamadas... No miremos más, vámonos a las salas grandes...</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Se nos interpuso un escriba. Le sorteamos.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">De nuevo un corredor largo en que poder hablar y esconderse.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Uno de los adolescentes que aún no se había desengañado del horror del carboncillo sobre el papel, dibujaba una Venus.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Miró a Olga como si copiase de ella la curva de las caderas y yo la empujé hacia otro sitio, porque como copista que fui en tiempos de recordatorios de la belleza del pasado, sabía que donde más corta el aire la belleza viva es en un Museo de Reproducciones. ¡Que luchase el joven con el crimen de la carne y que supiese vencer a su víctima! ¡Víctimas prestadas no! ¡Que cada cual asesine a quien pueda y que sepa hacer que no grite la asesinada pidiendo auxilio!</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Yo había llevado allí a Olga para luchar con los hombres desnudos y gallardos que eran la selección del pasado, para enfrentarme con ella y que ella se enfrentase conmigo, para exigirle respuestas que lo mismo me daba que fuesen afirmativas o negativas, con tal de conocerla mejor, de saber si podía fiarme de ella en el mismo naufragio.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">¿Tenía el tatuaje mío que mi ausencia podría volver venenoso? Sólo quería saber eso para yo ahondar el tatuaje de ella, que sólo con su ausencia se tornaría en morado veneno.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Así es la dedicación. ¿Estaba dedicada a mí?</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Ante aquella revelación de la cama lunar, todas las estatuas, con el escalofrío de levantarse a orinar, esperaban que ella sintiese más el sí o el no.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- ¿Me vas queriendo más en medio de todo eso o me vas queriendo menos?</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Todo esto es cero en mi vida. No sé por qué le das tanta importancia.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Porque esto es estar en una sala de operaciones.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Una operación difícil en un instituto de belleza, pero yo me estaría operando siempre para ti.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Algo de eso quería que me dijeses.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Pues ya lo has oído... ¿Así es que me has querido probar entre tentaciones?</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- No... Entre vaciados que es peor.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Quería vaciar tu alma y ver si dudabas...</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- ¡Valiente experiencia!</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Nos curaban de sentirnos morir como si pasásemos por salas de hospital en que los enfermos levantados a medio vestir, vivían la palidez postoperatoria de la que ya estaban muertos, aunque disfrutaban del ponerse en pie después de la postrer orinación.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Mascarillas de lo que fuimos, eran como un desprendimiento que dejábamos detrás de nosotros, como costra de un escayolado que sufrimos en el pasado para poder llevar ahora la espina dorsal bastante tiesa.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Cogí la mano de Olga para sentir la palma de fiebre que no engaña.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Eres más bella que todas las estatuas del museo y eso es decirte algo... En un museo de pinturas eso no significaría nada porque hay muchas mujeres pintadas por el compromiso de su categoría, pero aquí no hay más que mujeres bellas.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Ella sonrió incrédula y nos apresuramos a salir a la calle, ansiosos de vida como si el idilio hubiera ganado su premio entre las escayolas.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; min-height: 18px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;"></span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; min-height: 18px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;"></span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20px; margin-bottom: 0px; margin-left: 28.4px; margin-right: 0px; margin-top: 3px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: center;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">II</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; min-height: 18px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;"></span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Nos aficionamos a ir al Museo de Reproducciones como a un sitio que cocainizase nuestros huesos.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Sentíamos que en un Museo de Reproducciones se pueden decir palabras que no se pueden decir en las alcobas estucadas.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- A mí no me digas que a todas estas mujeres no se les ha hinchado la nariz en el entrecejo.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Eso es lo griego.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- ¡Vaya una depilación que debían hacerse de mañanita!</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Están como después de un baño de siglos.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Y no encuentran el albornoz.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Mira a Artemisa...</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Tenía ganas de conocer a Artemisa, la lavandera de los dioses.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- No seas blasfema... Artemisa fue la hermana gemela de Apolo y la llamaban Feba la brillante, porque así como Apolo era el dios solar, Artemisa era la diosa lunar.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- A mí no me abrumes con mitologías... Odio la mitología como odio la muerte... Para mí ellos son futbolistas sin calzoncillos y ellas bañistas en maillot blanco.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Estaba feliz y dicharachera.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- ¡Perlótida!</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- ¿Por qué me llamas eso?</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Por lo bien que te van las perlas. El día era friolento.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- ¿Tiene esto calefacción?</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Sale de las propias entrañas... Aún les queda calor de la Hélade...</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Nos detuvimos ante Livia, la mujer de Augusto.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Quiero un traje como el de Livia.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- No seas liviana.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Entonces seré libidinosa.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">La miré enfurecido y seguimos la burla de las estatuas.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Me gusta la mano de Septimio Severo...</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">La apreté el brazo.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Algunos parecen estar leyendo un periódico de la antigua Grecia.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Tuvimos una sorpresa ante una estatua que no habíamos visto otras veces, como una paseante del barrio de El Cerámico que hubiese recalado en el museo.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Nos acercamos al bedel y le preguntamos:</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- ¿Esta estatua estaba ahí antes?</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Siempre ha estado en ese sitio.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- ¿Está usted seguro? -preguntó ella sin quererlo creer.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- La conoce mi plumero desde hace muchos años.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- ¿Pero tenía la misma cabeza? -volvió a preguntar ella.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- ¿Pero usted cree que aquí cambiamos la cabeza de las estatuas los días de muda?</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Ante esas palabras ya un poco indignadas del hombre, nos dirigimos a otros rincones.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- ¿En qué quedamos, crees en todo esto o no crees en ello?</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Soy iconoclasta a ratos y a ratos tiemblo ante sus taburetes de madera como si fueran aras… Te traigo aquí porque sólo aquí quiero que me jures tu amor y de pronto me entra un delirio blasfemo...</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Las mujeres egipcias aparecieron ante nosotros como encamisadas con una funda de almohada. El Nirvana nos amenazaba con tragarnos por su agujero.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- ¿Sabes también lo que aprendo aquí? Que tu alma alguna vez no ha sido mía... Te vendieron.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">La satiriasis deambula por las salas de las reproducciones y es capaz de hacer parir gatos blancos a las estatuas.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">También surgía el temor a veces de cosas desconmesuradas y extrañas como que se envenenase alguien con la aspirina modelada de las estatuas o con el luminal de la que representa el sueño.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">A veces el bedel de la pipa buscaba detrás de las estatuas de nieve a alguien desmayado del dolor vano del yeso, a alguna mendiga del pasado a los pies de un dios pagano.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Patinando sobre todas las estatuas he llegado a ti... Pero ahora ten la seguridad de que estoy completamente a tu lado.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- ¿A mi lado? Mira cómo se burlan las estatuas.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- A ti te pone frenético este museo... No vamos a volver.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- No me digas eso... Yo no soy un cobarde y sé que aquí tiene que haber una revelación... Tenemos que hacer aquí penitencia de tanto cine y tanta casa de té y de café como visitamos.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Esto es cansado.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Siempre se copia una postura distinta y dicen algo de la inutilidad del pasado...</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Parecían enjabonados de arcaísmos, como si brochas de otro tiempo les hubiesen dado mucha laca a todas y hubieran quedado así.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Son fantasmas de la peluquería del tiempo.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- ¿Pero tú estás loco?</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- La loca eres tú que crees que todo esto es verdad, belleza griega, algo que no sea broma del yeso y jabón.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Cada vez me acuerdo aquí más de cuando me dieron los baños fríos cuando el tifus... Me veo envuelta en una sábana a perpetuidad... Estos seres es que se quedaron ensabanados después del tifus que acabó con su vida...</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">La Musa escribiendo parecía apuntar las palabras de Olga.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- ¡Vámonos! ¡Vámonos! -exclamó como sintiéndose mordida por el chucho.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Quiero descifrar si me puedes abandonar... Si me has de abandonar, abandóname cuanto antes.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Vamos a descifrar eso fuera, en la calle, frente a una tetera de panza caliente.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">En realidad me sentía sobreexcitado y me daba cuenta que allí se descifraba el destino más que en casa de una echadora de cartas.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Salimos a la vida como si nos hubiesen dado de alta en un hospital y nos hubieran quitado los apósitos de escayola que nos habrían hecho parecer estatuas entre las estatuas...</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; min-height: 18px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;"></span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; min-height: 18px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;"></span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20px; margin-bottom: 0px; margin-left: 28.4px; margin-right: 0px; margin-top: 3px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: center;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">III</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; min-height: 18px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;"></span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">La tormenta tempranera abatió el jardín y entonces se me ocurrió que nos refugiásemos en el Museo de Reproducciones.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Disputamos agriamente en el camino, porque ella no quería entrar.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Regañados se ven mejor las esculturas.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">La primera parte sucedió en silencio y entramos de nuevo en el diálogo gracias a que ella dijo:</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Quisiera vivir en la época de Fidias.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Pero conmigo.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Sin ti...</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Había sido dura su contestación. Se me había ido muy lejos en el tiempo, pero sus palabras significaban la paz.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">La tormenta de fuera emblanquecía las figuras de dentro y las ponía nerviosas como si se acordasen de otra tormenta en los patios pompeyanos o atenienses.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Un relámpago podía ponerlas a todas en movimiento y el Discóbolo arrojaría su disco contra los cristales del ventanal.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Íbamos a verlas iluminarse como esas lámparas que viven una vez más después de fundidas.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Entre hacer vivir el amor en contraste con las alcahueterías de la vida, prefería aquel contraste con las reproducciones.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Lo verde, el deseo de mascar tranvías, el afán de hospedarse en pisos bajos, la locura de ser recién licenciados, la persistencia en hacer primeras comuniones y tomar el primer chocolate de novios, todo se hacía posible y se exaltaba en la crispadura ortopédica del Museo de Reproducciones.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Éramos como colegiales del primer colegio escapados para amarnos al internado vigilante de la vida.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Necesito una combinación.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Pero con zócalo para que no se te trasparenten las piernas ahora que viene el verano.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Eso que creas que son mis piernas las únicas que se ven en la ciudad...</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- No, pero tú tienes unas rodillas que sacan la lengua al transeúnte.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">La tormenta nos iba a teñir con sus aguas cárdenas que traían hojas de acacia en su riada.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Estábamos como dentro de un libro de esculturas, resguardados con el túnel del lomo de un gran tomo de enciclopedia, sintiendo en el alma el satinado de las estampas.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Olga estaba asustada de aquel contraste entre la tormenta y el mundo escondido en que vivíamos.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Se veían más que nunca las estatuas descabezadas y estábamos como ante los restos operatorios del pasado.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Estábamos solos en el museo con la responsabilidad de aquellos mutilados gloriosos, en una especie de colegio de sordomudos ciegos y a veces troncos sin más que tronco, los únicos troncos aún vivos sin tener cabeza.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">La tormenta nos tenía metidos debajo de sus nubes como dentro de una red metálica.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Las estatuas nos enviaban efluvios, gases del más allá, síntomas arrasadores de muerte.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Siempre se está muriendo de estatuas -dije yo para ver qué cara ponía.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Por eso hay que huir de las estatuas y tú te empeñas en que acabemos aquí nuestros paseos... Me conviertes en una enfermera que no sabe qué hacer en este hospital de enyesados que esperan así la eternidad o la guerra.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Quiero que tú las vivifiques a ellas o que ellas te vivifiquen a ti.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Aprovechando su miedo le dije:</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- ¿Sabes un secreto? Las estatuas están locas... Viven en la muerte y en la vida y no saben nada ni de la muerte ni de la vida...</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Eso es un lío.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Olga pareció sonreír, pero en el fondo miró como a un manicomio aquel conjunto de seres sin sangre que hacían gestos incongruentes y miraban a distinto lado y uno se creía Hermes y el otro Dionisios.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Un busto bifronte nos distrajo. Olga dijo:</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Me gustan estas cabezas en que dos amigos se reúnen o dos condiscípulos.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Pero mejor sería -dije yo- que fuesen dos amantes... De un lado tú y de otro yo.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- No ves que dos amantes no pueden estar de espaldas para siempre... Sólo la amistad permite esa postura. A nosotros nos tendrían que hacer como los fotógrafos cuando reúnen por la sien a los enamorados.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Mira, parece que oyen por una sola oreja... Pero no pueden dejar de ver la una la comedia y el otro la tragedia.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Se veía cómo las telas escultóricas buscaban su moda en los pliegues y se veían las vírgulas que jamás se enderezarían.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- ¿Por qué no eres más pálida?</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">No me contestó. Sacó su borla de polvos y se embadurno sin sacudir el polvo.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- ¿Te parezco ahora bien?</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Se había puesto blanca como la de Médicis.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Lo que tenía ella también de griego apareció súbitamente.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Sentí subir montes y saltar horizontes y cruzar mares en viaje a Grecia.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Entonces surgió súbitamente en mí la idea que había de hacer girar la realidad hacia lo irreal, toda la realidad movida como esa hornilla giratoria sobre la que se levantan las estatuas más copiadas por los dibujantes y que moviendo una palanca giran presentando al atleta o a la Venus en todas las posturas.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">¿La cabeza de Olga no era la cabeza de una de las estatuas decapitadas?</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Indudablemente lo que yo había rondado en aquellas confrontaciones del museo era apoderarme de esa certidumbre.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Rumbosamente empolvada tomó el aspecto de una cabeza de mujer eterna, que venía con sus sonrisas y sus zalemas de otra época.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Las cabezas perdidas de las estatuas no quedan hundidas en la tierra, sino que son cabezas de repuesto que van buscando sobre el tapial de las estatuas reunidas el sitio en que quedarse enclavadas.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Muchas veces ya, ante la mujer desnuda, había encontrado que la cabeza no pertenecía a su cuerpo.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">¿Será que yo siempre he buscado mujeres con rostro de estatuas y lo que me atrajo en ellas fue lo que tenían de eternidad?</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- ¿Pero por qué te has quedado tan callado?</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Olga, ¿no sientes la maternidad de las estatuas?</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- ¡Yo qué tengo que ver con ellas!</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- ¿No sientes que alguna podría ser tu madre?</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- ¿Mi madre?</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Más... tú misma...</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Olga se me quedó mirando desde su pasado, desde ese montículo al que se suben las mujeres para ver las cometas de la suposición delirante que lanzan los hombres.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Para horrorizarla y para ver qué cara ponía le dije:</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- A una de las que no tienen cabeza pertenece la tuya.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Echó hacia atrás su melena y me miró como pudiera haber mirado al verdugo una guillotinada, a la que en un trastrueque instantáneo la hubiesen cortado y cambiado la cabeza.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Después dirigió una mirada delirante alrededor y se detuvo en la imagen sentada en visita de siglos, con las manos sobre las piernas, pero sin cabeza.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Me volvió a mirar y con la boca seca me preguntó:</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- ¿Por qué se te ha ocurrido pensar eso? Yo, viéndome precisado a disculparme de algo que la había enloquecido, fríamente dije:</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Te has empolvado tanto que ha pasado por mi imaginación esa absurda idea.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- ¿Y si queda en mí por casualidad? Siento en las sienes el frío de la neuralgia... Hay suposiciones que no se pueden hacer.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Volvió a mirar al mismo candelabro de pliegues sin cabeza y me dijo, cogiéndose a mi brazo:</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Vámonos... Ya ha pasado la tormenta. Pasamos por las salas de las momias de yeso, como saliendo de un temblor, lívido el rostro de ella y yo como aquejado de haber descubierto un engaño posible, la posible verdad del eterno femenino.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- La tormenta que pasa sin descargar se lleva una promesa incumplida.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Ella callaba como si en su cabeza de yeso vivo no hubiera contestaciones.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Olga... no es para tanto...</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Olga, con la cara hostil de los grandes enfados, miró el cielo como si la última nube rezagada se llevase su cabeza viva...</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Para distraerla dije:</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Parecía que la tormenta se iba a comer la escarola de las acacias y todas están como si tal cosa.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Volviendo al tema de su enfado me dijo:</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- No ves que si una estatua se mirase en una polvera quedaría convertida en mujer... Pues también una mujer que se mira en el espejo que es una estatua sin cabeza se queda convertida en estatua...</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Ya ha quedado eso atrás. No pienses más...</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- ¡Y has sido ensañado!... Pues venías pensando eso hace tiempo y no te habías atrevido a decírmelo... Hay cosas que sólo se atreve uno a decir los días de tormenta.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- No seas tonta... Se me ha ocurrido de pronto y ha sido un piropo, porque esas cabezas desaparecidas tenían toda la belleza clásica...</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Y toda la muerte clásica.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Vives porque te adoro...</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- También se adora la belleza muerta.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Vamos a un cinematógrafo. Una estatua no podría ver películas nunca.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Las hijas de Loth se convirtieron en sal no porque hubiera en ellas más sal que en ningún otro ser humano, sino porque se lo dijo su padre...</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">La apreté la cintura aún estando en la calle y siendo ése un gesto que detiene toda la circulación, como el gesto del brazo del guardia cuando para el tráfico.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Su cabeza, con palideces de una tisis latente, su rostro eventual, habían adquirido la posibilidad de sonreír siempre y de traer la sonrisa de la caja de huesos del pasado. Exaltada por su idea fija me interrogó con los ojos muy abiertos:</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- ¿No te ha hecho temblar la suposición de que todo rostro y toda cabeza sean heredados? ¿No seremos nosotros seres de un Museo de Reproducciones que se pasean?</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Olvídate de lo que te he dicho.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- No puedo... No sé si he olvidado allí mi cabeza o si traigo otra que no es la mía.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Vamos a tomarnos dos Amer Picon en el camino del cine.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- No, que me salen granos con el alcohol.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Lo ves... Si te salen granos no eres estatua.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Entramos en el bar y al calor de las yerbas en alcohol remitió en Olga la fiebre blanca de la cabeza superpuesta.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; min-height: 18px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;"></span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; min-height: 18px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;"></span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20px; margin-bottom: 0px; margin-left: 28.4px; margin-right: 0px; margin-top: 3px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: center;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">IV</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; min-height: 18px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;"></span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">En el día atosigante de calor volvimos al museo como si todas las estatuas fuesen de helado y sintiésemos la necesidad de bañarnos en los baños de mármol del tiempo enfriado en la remotidad.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">El fenómeno de reencarnación se verificaba repentino al sonar el timbre de la puerta de entrada y dejando el calor y sombras nos identificábamos con los seres blancos. No nos equivocábamos. Ella mujer y yo hombre.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Las estatuas son fantasmas en conserva -dijo ella como para envalentonarse al llegar a la sala en que la estatua descabezada esperaba su cabeza para ponérsela.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Yo andaba con cuidado con ella, pues tenía un aire osado de venganza.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">No se había resistido demasiado, pero había entrado a vengarse de aquel día, de aquella suposición que indudablemente volvió a ella muchos días al mirarse a los espejos, pero a la que no había vuelto a aludir.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Era más dueña del sitio y yo debía resignarme porque la había incitado a ser la dueña.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Yo no tenía que ver nada con aquellos seres, pero yo había tenido la indiscreción de revelarle a ella que por la ley de la belleza estaba cerca de aquellas creaciones del arte.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Andábamos por parejas de inmortalidad, en las termas del verano.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- ¡Olga, no corras! -tuve que gritarle al ver cómo buscaba a sus parientes.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Su pelo castaño me consolaba de encontrarla no estatua entre las estatuas.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Aristóteles meditaba.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Fidias se paseaba con la túnica inconsútil del escultor muerto, sin representación entre sus estatuas, porque si bien al pintor le está permitido el autorretrato, al escultor no le está permitido ni su autobusto.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Estaba en la sombra de sus creaciones y temía yo que cogiese a Olga por su cuenta y restaurase con ella la estatua quebrada.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">El copista, loco de copiar en vano mujeres desnudas, sacó la cabeza por su biombo y miró a Olga como si fuese lo que faltaba a la mujer sin cabeza que estaba copiando...</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Vi sus ojos de iluminado y para que Olga no viese aquella mirada que comprobaba mis augurios, la llamé con angustia:</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- ¡Olga! ¡Olga!</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Ella se volvió a mí como si me viese sobrecogido de arrepentimiento y me miró como desde una columnata, con un desdén que no había conocido antes.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Lo que más ha impresionado siempre en las historias de coquetería de las mujeres y del transformismo que operan en ellas los afeites y los institutos de belleza, es la historia del estucado.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Nunca he sabido bien lo que es el estucado, pero Olga estaba como estucada entre aquellas matronas que habían tropezado hasta con el complejo de Edipo.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Mira, el amigo de Delfos. Guía un carro hacia el templo de la muerte... Para ver mejor el camino tiene los ojos vaciados...</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Olga le miró como si supiese su nombre y como si pudiese ir detrás de su pescante cogida a un hombro y flotando las puntas de su vestido al aire removido por la carrera. Tuvo tal familiaridad su mirada como la que sorprendemos en la mujer cuando saluda al chófer que ya la llevó otra vez por el mismo camino.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- ¡Si no hablas eres estatua! -le dije sin poderme contener.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Entornó los ojos como si los hubiese rayado en la comisura con el lápiz de la ira y siguió callando.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">La bella Herculanesa pasó por encima de nosotros como siguiendo su rumbo de noble campesina.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Mira la Venus de Milo, pide limosna en su rincón.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Ni la gracia la congraciaba conmigo.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Así como a la que es rusa le sale lo que tiene de rusa alguna vez, a Olga que aun con su nombre ruso no era rusa, le salía lo que tenía de griega que dejó que otro amante envenenase a su primer amante.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">La conduje a la sala central donde la Victoria de Samotracia, no era más que un barco roto y encallado frente a la roca de los siglos.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">En la sala central se pierden los miedos íntimos y se ve lo que de silo de detritus y de teatro sin vida tienen estos museos.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Al pie de la Victoria de Samotracia parecíamos náufragos que se hubiesen salvado en su bote salvavidas.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Por distraerla dije, apelando a la medicina de las grandes anécdotas:</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- La Victoria era la diosa más apreciada del pasado... Por eso una vez que cayó un rayo en el Templo de la Victoria y la rompió las alas, todo el pueblo salió despavorido creyendo que aquello significaba los peores augurios... Entonces Augusto, desde las gradas del templo, para salvar la situación, se dirigió al pueblo y le dijo:</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">«Conciudadanos, los dioses han cortado las alas a la Victoria para que ésta no pueda abandonarnos jamás».</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Olga comentó mi historia diciendo despectivamente:</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Ya lo sabía.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Aquello me indigno:</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- ¿De dónde lo sabías?</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Sonrió con una sonrisa de contemporánea de la anécdota, como si la hubiese leído en la croniquilla de los periódicos de su tiempo.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Más encolerizado y ya un poco temblón de presagio, repetí mi pregunta:</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- ¿De dónde lo sabías?</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Olga volvió a sonreír flemáticamente y me preguntó a su vez:</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- ¿Tanto interés tienes en saber dónde he sabido eso?</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Sí.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Pues porque te lo he oído a ti otra vez...</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Vencido por ella partí en menudos pedazos mi cólera, como una carta inútil y metí la cabeza tranquila entre las espumas de las túnicas caídas sobre las sandalias...</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Buena playa de veraneo -la dije.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Sólo faltan sillones de tijera y lona -me repuso ella ya dentro de la frivolidad de nuestro tiempo.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- ¿Cómo pudo perder los dos y tan a cercén?</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Yo creo que a la Venus de Milo le cortaron los brazos para que los siglos pudieran tocarla sin resistencia.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- ¡Salaz! No puede abusarse así de las estatuas mancas.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Lo que se ve mirando tanto las estatuas, es que el modelo de seducción que es la mujer ha sido pensado mucho por el Creador. No es una langosta que haya resultado seductora por casualidad...</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Lo que te digo es que las actrices cinematográficas tienen ya párpados de estatua.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Se los pone la luz.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Quietos en aquel pozal del tiempo, estamos como peces fósiles mientras las estatuas eran las supervivientes, las vivas, las que estaban en pie sobre las rocas de la orilla.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Como huyendo de aquel estuario triste, buscamos los otros rincones, los ventiladores de los senos redondos que se hicieron con las copas de champán del pretérito.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Olga estaba en un día en que la mujer dice la sospecha que menos merecemos y que nos deja sobrecogidos y de mal talante para toda la vida.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Se le había quedado en la cara el agua de la toilette y su nariz tenía fuerza de nariz superpuesta.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Era ese momento iracundo en que podemos pensar: «Si nos hemos de quedar alguna vez sin esta mujer, ¿por qué no nos quedamos ya sin ella?».</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Tenía algo de intrusa y parecía que habían tenido trato de celestinaje con ella aquellas compañeras. Dijeron que la acompañaban hasta el Templo de Apolo aquella mañana y ella torció sola por detrás del templo, hasta donde está la sombra erótica de la vida.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">La irritación sorda que me impresionaba tenía que prorrumpir en disputa.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Yo dije «aquello» llevado por la fantasía, quizá dando con un secreto fatal de los atavismos, pero no merecía por eso tanta venganza.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Olga se había parado frente a Antinoo y lo miraba como con impertinentes.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Antinoo se dejaba mirar complacido, con esa cosa de rebeco puesto de manos que tienen los hombres representados desnudos por la estatuaria.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Parece que te gusta Antinoo. Antinoo, erguido, como fuente de amores, estaba ajeno a la escena de celos.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Eres celoso hasta en un Museo de Reproducciones.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Sin embargo, aun después de mi observación, volvió los ojos a Antinoo.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Si te gusta te entregaría en holocausto al dios... No debía haber cosa más cómoda que dejar una mujer en holocausto a los dioses.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Puedes dejarme cuando quieras, pero no a los dioses de yeso.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Irritaban las estatuas con la vida y la vida con las estatuas.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Yo quería armar la camorra de los yesos, gritar en aquellas alcobas esculpidas, forzar un alma a la declaración.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Tu Antinoo no lleva nada... Te espera solícito.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">No seas majadero... Es un pastor que está ya en una estrella.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Antinoo vestido de pechera de frac de arriba abajo, tenía en grande la desfachatez disimulada de las reproducciones en pequeño que hay sobre los ábacos de las chimeneas. Siempre me fueron indeseables -y se lo dije al pasajero- las mujeres que faltaban a todos con sus estatuas blancas y desnudas, como perritos complacientes para señoras muy caseras.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">El que Olga estuviese con traje blanco me irritaba más, pues Antinoo parecía solazarse en su blanco.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- El verano acalora las estatuas... No mires tanto a tu Antinoo.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Le miro porque puedo. ¿No me dijiste que tenía cabeza de estatua?</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- ¿Entonces por qué me miras a mí?</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- ¿Pero no has notado que las mujeres lo miramos todo?</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Estás demasiado sincera... Eres la mujer que no miente y por eso te odio en medio de todo lo que te amo.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- ¿Quieres que te diga entonces una sospecha? Que te indignas con mi predilección a Antinoo porque Antinoo te gusta... Eso es lo que hay en el fondo de tus celos...</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Aquello me encolerizó sobremanera.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Nadie más indiferente que yo a todas las presencias y si alguna afición había sentido entre las estatuas había sido a la Venus Calipigia.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Olga, eres una hetaira... Si no, no se te hubiera ocurrido nunca decirme eso... Sabes que no tengo el alma llena más que de indiferencia por todo el género humano y que no venero sino el amor porque es una sospecha de lo eterno...</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Olga, como si se hubiese puesto de verdad su cabeza de estatua, indiferente a un solo hombre, emparentada con todos los engaños, con otra moral que yo pobre hombrecillo de los tranvías, me miró de arriba a abajo y me dijo:</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Permíteme que no te conteste.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Antinoo quedaba victorioso en la contienda y como esperanzado de poder aupar sobre su pedestal a la mujer con la cara dura de las estatuas, pobre en cariño para un solo hombre, pero rica en saludos y promesas para todos.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Olga pálida, como cuando salía del baño en que no se mojaba la cabeza, esperaba fija ante Antinoo la invitación a las orgías.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Cansado ya de la escena me agarré a la manivela que mueve la plataforma de las estatuas y como si fuese un guardagujas del destino, varié la vía de aquel desvío y Antinoo quedó de espaldas.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Olga sonrió como si hubiera visto mi debilidad de rival y se burlase de mi cobardía.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Yo le dije:</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- No me importa tu desprecio... Lo que me importa es tu desamor.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Las esculturas reconocían en mí al mismo encolerizado de sus tiempos ante esa actitud de lunas muertas que tienen las mujeres, sabias en encontrar la insinuación que más duele, que menos verdad es.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Te podías quedar aquí con las manos cruzadas sobre la mentira, haciendo redes para cazar hombres, que es la labor que hacen vuestras manos cuando están quietas.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Olga se fue al salón del Nirvana por no oírme.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Se veía que no nos sentaba el clima del Museo de Reproducciones y no sé por qué chulería especial volvíamos allí. Todos aquellos seres blancos eran unos sinvergüenzas.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Como el amor, el verdadero amor presidía mis disputas me inquietó de pronto que por esa afición a suicidarse que tienen las mujeres, para volverse al pasado o postular puesto nuevo en el porvenir, se metiese en la ventana apaisada del Nirvana.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- ¡Olga! ¡Olga!</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">No estaba allí.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- ¡Olga! ¡Olga!</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Me di cuenta de lo que de laberinto tenían los Museos de Reproducciones y cómo están hechos y preparados para ocultar a la mujer con quien se iba.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Como un idiota miré a las estatuas sentadas sin cabeza como si su cabeza pudiera sonreírme en el cuello guillotinado, como si estuviera en una verbena y buscase esa superposición sobre las siluetas preparadas para eso en las barracas de los fotógrafos de lo grotesco.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- ¡Olga! ¡Olga!</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">El silencio de las tumbas respondía a mi llamada. Se veía que todo podía ser silencioso y ausencia o sueño de Ariadna.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Si desaparecía para siempre me quedaría tranquilo sin su rostro de piedra, pero lo que me desesperaba era que iba a volver a aparecer aunque por de pronto estuviera desaparecida.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- ¡Olga! ¡Olga!</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Sonreía demasiado cerca de mí. ¡Ya se podía haber ido a la Vía Appia de las peripatéticas!</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- ¿Sabes el susto que me has dado?</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Por eso te perdono -me contestó ella.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Parece que la paz provisional vale más que el odio eterno y cogiéndola del brazo salimos una vez más del museo como después de otra experiencia letal. ¿Por qué habíamos vuelto otra vez a aquella casa de prostitución de las estatuas?</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; min-height: 18px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;"></span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; min-height: 18px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;"></span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20px; margin-bottom: 0px; margin-left: 28.4px; margin-right: 0px; margin-top: 3px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: center;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">V</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; min-height: 18px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;"></span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Después de esa tarde con Olga en el Museo de Reproducciones tuve una noche de mal sueño.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Se me apareció la Venus de Milo en sueños y tuvimos un diálogo largo en el que quise dilucidar muchas cosas en esa atmósfera incongruente de los sueños y de la vida.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">La Venus de Milo erguida a los pies de mi cama, como el recuerdo de un crimen que no cometí, contestó mi largo cuestionario:</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">YO. - ¿Fue usted manca siempre?</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">ELLA. - No... Peinaba mis cabellos con mis propias manos y colocaba la fíbula en mi pecho para sostener la túnica...</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">YO. - Pero cómo la fijó el escultor.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">ELLA. - En un gesto de naturalidad espontánea que no le podría explicar más que imitándolo con las manos que me faltan.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">YO. - ¿Se miraba en un espejo de mano como han querido imitar algunos de los escultores que se atrevieron a restaurarla?</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">ELLA. - Nada de eso... Hubiese corrompido la serenidad mañanera de mi apostura ese rasgo sobrante de coquetería.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">YO. - Serenidad mañanera para todas las mañanas del mundo mientras no se trituren todas las cosas... ¿Y su pelo? ¿De qué color era su pelo? Es una cosa que les interesa ahora a las revistas cinematográficas.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">ELLA. - Pues diga usted que era castaño... Es el verdadero color pelo del pelo... Castaño claro... En Grecia eran muy raras las rubias... Es un color que aparece en las ciudades de después y sobre todo en las ciudades de ahora.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">YO. - Usted comprenderá que era difícil apreciar eso en la blancura de su mármol.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">ELLA. - En el mármol encanecemos para pasar con la ancianidad suficiente de un tiempo a otro... Empolvadas de siglos.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">YO. - ¿Y cómo la sorprendió el artista en esa actitud?</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">ELLA. - Entonces no se había inventado el maillot de baño y el escultor quiso esculpirme saliendo del baño.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">YO. - Señorita Milo era usted mujer de sandalias.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">ELLA. - Por entre el cuero de las sandalias sonreían los dedos de los pies.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">YO. - Ahora se vuelve al zapato casi abierto, pero sonríen sólo las medias de seda.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">ELLA. - A todo se ha de volver... Nosotras inventamos la moda ideal. Cada una era modista de su túnica... Según nos envolvíamos en nuestras sábanas azules. Así marcábamos la moda como el mejor sastre.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">YO. - Señorita Milo... ¿Era usted actriz del anfiteatro?</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">ELLA. - No, era espectadora... Fui premio de belleza en un concurso y entonces fue cuando el escultor quiso representarme.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">YO. - Señorita Milo...</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">ELLA. - ¿Por qué me llama señorita?</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">YO. - Porque es como ahora se llama a las muchachas solteras.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">ELLA. - Pues no es así como me debe llamar. Yo fui casada con un marino que naufragó y muy joven resulté viuda... Llámeme matrona.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">YO. - Señora Milo, usted perdone, pero aun con su tipo matronil no me hubiera atrevido a llamarla señora... ¿Está usted satisfecha de bailar la jota de la inmortalidad con sus muñones cortados en todos los pedestales posibles?</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">ELLA. - Me agrada... Pero lo único que no me ha gustado es que me hayan utilizado algunos comerciantes para exhibir mis ortopedias de caucho. ¡Eso me indigna!</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">YO. - Quisiera aprovechar los momentos para preguntarle las cosas más difíciles... No se encuentra a la esfinge muchas veces en la vida... ¿Resucitarán las estatuas?</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">ELLA. - Todas se bañaron en el mismo mar de que salieron.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">YO. - Bien, Venus esfíngica, ahora dime algo por tu cuenta, que no obedezca a ninguna pregunta.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">ELLA. -Que las rosas color de carne mueren como sueños... Que las estrellas se esconden en los árboles durante el día... Que los domingos son el catafalco de las máquinas de escribir. Que la firma del viento decreta los días futuros.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">YO. - Así había yo supuesto que hablaban las esfinges. ¿Pero qué hay detrás de la puerta que da al misterio?</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">ELLA. - Otros que llaman para que la abran también.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">YO. - Me deja confuso... ¿Eso quiere decir que el misterio no es más que una puerta, por un lado y por otro?</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">ELLA. - No puedo contestar a segundas preguntas... Doy mi respuesta y basta.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">YO. - Dime cosas inauditas. ¿Qué quieren los cisnes?</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">ELLA. - Morir estrangulados de amor. </span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">YO. - ¿Qué hay en el más allá de los espejos?</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">ELLA. - Cipreses.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">YO. - ¿Y no desea aparecer en la vida? ¿Ir a los cabarets y a los cinematógrafos?</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">ELLA. - Me aburro mucho en mi sala solitaria del Louvre, pero me resarce estar en tantos sitios diferentes... Presencio historias de familia interesantes... Hasta me tiene en reproducción de yeso el prestamista usurario.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">YO. - Representa usted el arte levantándose sobre la cotidianidad de la vida... El alma blanca siempre incólume y erguida... No la contaminación ni las consultas tristes que hacen al doctor en medicina, ni la lectura de la escritura en casa del procurador...</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">ELLA. - La psiquis es más el espíritu que yo, pero es una escultura tímida... Yo afronto con más valentía las cosas.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">YO. - Tiene algo de imagen de la Justicia, sin necesidad de tener la balanza en la mano... Es la sensatez que triunfa.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">ELLA. - Basta de piropos... Tengo que volver a mi silencio... Una estatua se descompondría si hablase demasiado... Ahora que nadie se entere de que he hablado.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">YO. - Ya es tarde... Se ha enterado todo el mundo...</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">ELLA. - ¿Quiere alcanzarme mi bolsillo?</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">YO. - Tome.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">ELLA. - Un poco de <i>rouge </i>en los labios para poder pasar la calle sin desentonar... Ya esta... Adiós.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">YO. - Adiós.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Después de eso desapareció de mi sueño de estatuas la Venus de Milo.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; min-height: 18px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;"></span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; min-height: 18px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;"></span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20px; margin-bottom: 0px; margin-left: 28.4px; margin-right: 0px; margin-top: 3px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: center;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">VI</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; min-height: 18px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;"></span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Ya habían caído los yesos a los golpes del martillo del olvido.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Antinoo se me presentaba a veces cuando sacaba mi ropa interior del armario de luna y la Venus de Milo había vuelto a ser la diosa olvidada en la antesala de los usureros.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Un día se recibió por el correo interior una carta escrita a máquina que venía a nombre de Olga.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">¿Quién había escrito aquella carta? ¿La había escrito yo y al venir por el correo, al serme devuelta por la vía postal, ya no era mía sino del firmante?</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Olga la leyó sonriendo y me miró como si comprendiese la broma, pero con algo de sorna en su sonrisa como si hubiese podido ser verdad la carta.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- ¿Quién te ha escrito?</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- ¿Y a ti qué te importa? ¿Es que no voy a ser dueña ni de mi correspondencia?</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Quiero saber qué dice esa carta... Es demasiado larga para que yo deje de saber qué dice.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- ¡Pues no te la doy!</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Con una artería indigna de mí salté sobre ella y le arrebaté la carta...</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">La leí en voz alta agravando más su envenenado texto:</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; min-height: 18px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;"></span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">«Mi adorada Olga: Estoy triste sin verte por el museo y más siendo otoño, que es cuando me podrías traer en tu sombrero la ofrenda de hojas caídas que es el encanto de nuestros plintos... ¿Tienes miedo de comprometer tu tranquilidad pequeño-burguesa viniendo a ver al que ya está por encima de todo, pero comprende el amor como un baile celestial?</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Si una noche te quedases en el museo aprovechando la sombra en que se queda a la hora de cerrar, conocerías la molicie de las nubes.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Sentirías el frío de mi pecho pero te sentirás turbada por ese frío si mis brazos te aprietan contra mi frente y aprenderás tu blandura en mi dureza.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Te diré entre todas las estatuas sin cabeza a cuál pertenece la tuya y verás el cuerpo inmortal que echas de menos envuelto en guirnalda de flores que parecen conchas rotas.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Reconocerás así algo más que a tu hermana o a tu madre, porque te reconocerás a ti misma tal como anduviste por los viñedos de hace siglos... Yo podré darte una uva de aquellas uvas y al paladearla lo recordarás todo, tus fíbulas y tu abanico.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Te enseñaré el secreto de la conversión en estatua y conocerás el escondite de lo aún no descubierto.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Tendrás la doble vista de las estatuas, que si bien ven el pasado pueden ver el porvenir.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Comprenderás nuestra dignidad y que somos los que nunca necesitamos paraguas.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Verás cómo se reanima lo que tenemos de fotografías de otros tiempos en playas enarenadas de un sol mejor.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Serás mía y de los otros dioses, porque no ha sido posible a ningún dios secundario evitar la competencia de los grandes dioses. ¡Recurren a tales estratagemas!</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Te divertirás con las transformaciones con que se disfrazan y un día será una planta, una liana amorosa la que te envolverá y en ella palpitará Hércules o Mercurio.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">¿Y si le gustas a Júpiter? Podrás optar al cisne blanco y sabrás la postura de su pasión, la postura que ningún escultor ni ningún pintor acertó nunca.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Tendrás el oro de los dioses que cae en sus manos en forma de lluvia amonedada. Todo el oro que quieras para envolverte en todos los zorros azules que apetezcas.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Nuestro banco es el sol.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Sabrás hasta dónde puede subir una mujer y de dónde puede caer. Te dotaremos de paracaídas y así lo mismo dará que sea desde muy alto de donde caigas.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Somos ya la pasión fría y si no recibirás besos, tampoco los sabrá dar tu cabeza de estatua restaurada. Lo único que no se descompondrá en ti el día que te descompongas toda. Porque servirá para que se encuentre al correr de los siglos lo que le faltó demasiado tiempo a las obras de Escopas que el día del juicio final de las estatuas deberá aparecer íntegra. ¡Ese día en que la Venus de Milo tendrá brazos!</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Ven por aquí y conocerás el escalofrío de la estratosfera y la noche del jardín celestial. El yeso de tu cabeza te hará saber el ardor de tu carne.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">No hagas caso a ese feligrés de museos que tienes a tu lado y te sorprenderá el ardor claro de las imágenes inmóviles.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">El museo sin ti no tiene problemas. Ven. Tu cabeza es útil para todas las botellas de nuestro amor.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Adiós. Hasta pronto.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;"> Tu Antinoo. »</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px; min-height: 18px; text-align: justify;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;"></span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- ¡Vaya cartita! -exclamé después de haber acabado la lectura.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- ¿Te parece bien? -dijo ella con profunda tristeza y sus ojos se rasgaron como si una daga repentina los hubiera herido súbitamente de sien a sien.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- ¿Y si haciendo caso a Antinoo me quedase una noche en el museo? - me preguntó desafiadora.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Te encontrarían... Vigila el museo el lebrel del yeso...</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Pasó un temblor nervioso y blanco por su rostro, como si se hubiesen encendido en ella antiguas cicatrices.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Para consolarla le cogí una pierna y le dije acariciándola:</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">- Olvidemos las estatuas... A mi me gusta andar por los claros que quedan en los rotos de tus medias de gasa... ¡Las estatuas no tienen medias!</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;">Como en venganza de lo que nos había hecho sufrir el Museo de Reproducciones nos abrazamos y al lanzar sobre el espejo esa mirada de reojo que teme testigos, vi a Antinoo ahorcado, colgando de esa triste cornisa de la Arquitectura hecha para el suicidio de la estatua.</span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; min-height: 18px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;"></span></div>
<div style="font: 16px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; min-height: 18px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;"></span></div>
<div style="font: 14px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px; min-height: 16px; text-indent: 28.4px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;"></span></div>
<div style="font: 14px / 20px "Times New Roman"; line-height: 20.0px; margin: 3px 0px 0px 28.4px;">
Ramón Gómez de la Serna . <i>Museo de reproducciones</i>. Ediciones Destino. Colección Destinolibro. Volumen 97. Primera edición: julio 1980. </div>
<div style="font: 12px "Times New Roman"; margin: 0px 0px 10px; min-height: 15px;">
<span style="letter-spacing: 0.1px;"></span></div>
<div style="font: 12px "Times New Roman"; margin: 0px 0px 10px; min-height: 15px;">
<br /></div>
<div style="font: 12px "Times New Roman"; margin: 0px 0px 10px; min-height: 15px; text-align: center;">
<br /></div>
estafetahttp://www.blogger.com/profile/10314797590011827695noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4391952270751641520.post-85051612151070866882017-08-29T12:48:00.000-07:002017-08-31T09:21:10.706-07:00Ambrose Bierce - Diccionario del diablo<div style="font: 18.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 21.0px; text-align: center; text-indent: -2.0px;">
<br /></div>
<div style="font-family: 'Times New Roman'; font-stretch: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 0px 28.4px; min-height: 21px; text-indent: -2px;">
<div class="separator" style="clear: both; font-size: 18px; font-style: normal; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEia8JmhFC6zlLKrOQrkj45xqL3bc5fi93Qbg2eOsUnsjX7RaYV9AkAqBqPy2Ht0COMiSgqmkefmk6ArWZFC7wwkrbbHvFNV7SN1MoFKCxiMDdLWy5WE7QqDfjQIuVzr148VcTC7m_B1UCM/s1600/ambrose-bierce--.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEia8JmhFC6zlLKrOQrkj45xqL3bc5fi93Qbg2eOsUnsjX7RaYV9AkAqBqPy2Ht0COMiSgqmkefmk6ArWZFC7wwkrbbHvFNV7SN1MoFKCxiMDdLWy5WE7QqDfjQIuVzr148VcTC7m_B1UCM/s1600/ambrose-bierce--.jpg" width="238" /></a></div>
<div style="text-align: center;">
<i><span style="color: white; font-size: xx-small;">.</span></i><i style="font-size: small;">Ambrose Bierce</i></div>
</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><br />
<br /></div>
<div style="font-family: 'Times New Roman'; font-size: 14px; font-stretch: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 0px 28.4px; text-indent: -2px;">
<span class="Apple-tab-span" style="font-style: normal; white-space: pre;"> </span><i>El Diccionario del Diablo (The Devil's Dictionary) </i>es una recopilación de 998 definiciones corrosivas, escrito de 1881 a 1906, y publicado en fragmentos en diversos periódicos durante más de veinte años. Se recopiló una versión completa en 1911. </div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 16.0px; text-indent: -2.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: center; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span> </div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 16.0px; text-indent: -2.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: center; text-indent: -2.0px;">
<b> A</b></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-indent: -2.0px;">
<b></b><br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-indent: -2.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Abandonado</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. y <i>adj</i>. El que no tiene favores que otorgar. Desprovisto de fortuna. Amigo de la verdad y el sentido común.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Abdicación</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Acto mediante el cual un soberano demuestra percibir la alta temperatura del trono.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Abdomen</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Templo del dios Estómago, al que rinden culto y sacrificio todos los hombres auténticos. Las mujeres sólo prestan a esta antigua fe un sentimiento vacilante. A veces ofician en su altar, de modo tibio e ineficaz, pero sin veneración real por la única deidad que los hombres verdaderamente adoran. Si la mujer manejara a su gusto el mercado mundial, nuestra especie se volvería graminívora.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Aborígenes</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Seres de escaso mérito que entorpecen el suelo de un país recién descubierto. Pronto dejan de entorpecer; entonces, fertilizan.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Abrupto</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. Repentino, sin ceremonia, como la llegada de un cañonazo y la partida del soldado a quien está dirigido. El doctor Samuel Johnson, refiriéndose a las ideas de otro autor, dijo hermosamente que estaban «concatenadas sin abrupción».</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Absoluto</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. Independiente, irresponsable. Una monarquía absoluta es aquella en que el soberano hace lo que le place, siempre que él plazca a los asesinos. No quedan muchas: la mayoría han sido reemplazadas por monarquías limitadas, donde el poder del soberano para hacer el mal (y el bien) está muy restringido; o por repúblicas, donde gobierna el azar.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Abstemio</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Persona de carácter débil, que cede a la tentación de negarse un placer. Abstemio total es el que se abstiene de todo, menos de la abstención; en especial, se abstiene de no meterse en los asuntos ajenos.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Absurdo</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Declaración de fe en manifiesta contradicción con nuestra opiniones. Adj. Cada uno de los reproches que se hacen a este excelente diccionario.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Aburrido</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. Dícese del que habla cuando uno quiere que escuche.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Academia</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Escuela antigua donde se enseñaba moral y filosofía. Escuela moderna donde se enseña el fútbol.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Accidente</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Acontecimiento inevitable debido a la acción de leyes naturales inmutables.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Acéfalo</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. Lo que se encuentra en la sorprendente condición de aquel cruzado que, distraído, tironeó de un mechón de sus cabellos, varias horas después de que una cimitarra sarracena, sin que él lo advirtiera, le rebanara el cuello, según cuenta Joinville.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Acorde</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Armonía.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Acordeón</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Instrumento en armonía con los sentimientos de un asesino.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Acreedor</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Miembro de una tribu de salvajes que viven más allá del estrecho de las Finanzas; son muy temidos por sus devastadoras incursiones.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Acusar</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>v.t. Afirmar la culpa o indignidad de otro; generalmente, para justificarnos por haberle causado algún daño.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Adagio</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Sabiduría deshuesada para dentaduras débiles.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Adherente</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Secuaz que todavía no ha obtenido lo que espera.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Adivinación</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Arte de desentrañar lo oculto. Hay tantas clases de adivinación como variedades fructíferas del pelma florido y del bobo precoz.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Administración</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. En política, ingeniosa abstracción destinada a recibir las bofetadas o puntapiés que merecen el primer ministro o el presidente. Hombre de paja a prueba de huevos podridos y rechiflas.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Admiración</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Reconocimiento cortés de la semejanza entre otro y uno mismo.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Admitir</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>v</i>. <i>t</i>. Confesar. Admitir los defectos ajenos es el deber más alto que nos impone el amor de la verdad.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Admonición</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Reproche suave o advertencia amistosa que suele acompañarse blandiendo un hacha de carnicero.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Adoración</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Testimonio que da el Homo Creator de la sólida construcción y elegante acabado del Deus Creatus. Forma popular de la abyección que contiene un elemento de orgullo.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Adorar</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>v</i>. <i>t</i>. Venerar de modo expectante.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Aflicción</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Proceso de aclimatación que prepara el alma para otro mundo más duro.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Aforismo</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Sabiduría predigerida.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Africano</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Negro que vota por nuestro partido.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Agitador</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Estadista que sacude los frutales del vecino… para desalojar a los gusanos.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Agua de arroz</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Bebida mística usada secretamente por nuestros novelistas y poetas más populares para regularizar la imaginación y narcotizar la conciencia. Se la considera rica en obtusita y letargina y debe ser preparada en una noche de niebla por una bruja gorda de la Ciénaga Lúgubre.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Aire</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Sustancia nutritiva con que la generosa Providencia engorda a los pobres.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Alá</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. El Supremo Ser Mahometano por oposición al Supremo Ser Cristiano, Judío, etc.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Alba</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Momento en que los hombres razonables se van a la cama. Algunos ancianos prefieren levantarse a esa hora, darse una ducha fría, realizar una larga caminata con el estómago vacío y mortificar su carne de otros modos parecidos. Después orgullosamente atribuyen a esas prácticas su robusta salud y su longevidad; cuando lo cierto es que son viejos y vigorosos no a causa de sus costumbres sino a pesar de ellas. Si las personas robustas son las únicas que siguen esta norma es porque las demás murieron al ensayarla.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Alianza</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. En política internacional la unión de dos ladrones cada uno de los cuales ha metido tanto la mano en el bolsillo del otro que no pueden separarse para robar a un tercero.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Alma</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Entidad espiritual que ha provocado recias controversias. Platón sostenía que las almas que en una existencia previa (anterior a Atenas) habían vislumbrado mejor la verdad eterna, encarnaban en filósofos. Platón era filósofo. Las almas que no habían contemplado esa verdad animaban los cuerpos de usurpadores y déspotas. Dionisio I, que amenazaba con decapitar al sesudo filósofo, era un usurpador y un déspota. Platón, por cierto, no fue el primero en construir un sistema filosófico que pudiera citarse contra sus enemigos; tampoco fue el último. «En lo que atañe a la naturaleza del alma» dice el renombrado autor de Diversiones Sanctorum, «nada ha sido tan debatido como el lugar que ocupa en el cuerpo. Mi propia opinión es que el alma asienta en el abdomen, y esto nos permite discernir e interpretar una verdad hasta ahora ininteligible, a saber: que el glotón es el más devoto de los hombres. De él dicen las Escrituras que «hace un dios de su estómago». ¿Cómo entonces no habría de ser piadoso, si la Divinidad lo acompaña siempre para corroborar su fe? ¿Quién podría conocer tan bien como él el poder y la majestad a que sirve de santuario? Verdadera y sobriamente el alma y el estómago son una Divina Entidad; y tal fue la creencia de Promasius, quien, no obstante, erró al negarle inmortalidad. Había observado que su sustancia visible y material se corrompía con el resto del cuerpo después de la muerte, pero de su esencia inmaterial no sabía nada. Esta es lo que llamamos el Apetito, que sobrevive al naufragio y el hedor de la mortalidad, para ser recompensado o castigado en otro mundo, según lo haya exigido en éste. El Apetito que groseramente ha reclamado los insalubres alimentos del mercado popular y del refectorio público, será arrojado al hambre eterno, mientras aquel que firme, pero cortésmente, insistió en comer caviar, tortuga, anchoas, paté de foi gras y otros comestibles cristianos, clavará su diente espiritual en las almas de esos manjares, por siempre jamás, y saciará su divina sed en las partes inmortales de los vinos más raros y exquisitos que se hayan escanciado aquí abajo. Tal es mi fe religiosa, aunque lamento confesar que ni Su Santidad el Papa, ni su Eminencia el Arzobispo de Canterbury (a quienes imparcial y profundamente reverencio) me permiten propagarla».</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Almirante</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Parte de un buque de guerra que se encarga de hablar, mientras el mascarón de proa se encarga de pensar.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Altar</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Sitio donde antiguamente el sacerdote arrancaba, con fines adivinatorios, el intestino de la víctima sacrificial y cocinaba su carne para los dioses. En la actualidad, el término se usa raramente, salvo para aludir al sacrificio de su tranquilidad y su libertad que realizan dos tontos de sexo opuesto.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Ambición</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Deseo obsesivo de ser calumniado por los enemigos en vida, y ridiculizado por los amigos después de la muerte.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Ambidextro</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. Capaz de robar con igual habilidad un bolsillo derecho que uno izquierdo.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Amistad</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Barco lo bastante grande como para llevar a dos con buen tiempo, pero a uno solo en caso de tormenta.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Amnistía</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Magnanimidad del Estado para con aquellos delincuentes a los que costaría demasiado castigar.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Amor</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Insania temporaria curable mediante el matrimonio, o alejando al paciente de las influencias bajo las cuales ha contraído el mal. Esta enfermedad, como las caries y muchas otras, sólo se expande entre las razas civilizadas que viven en condiciones artificiales; las naciones bárbaras, que respiran el aire puro y comen alimentos sencillos, son inmunes a su devastación. A veces es fatal, aunque más frecuentemente para el médico que para el enfermo.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Ancianidad</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Epoca de la vida en que transigimos con los vicios que aún amamos, repudiando los que ya no tenemos la audacia de practicar.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Anécdota</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Relato generalmente falso. La veracidad de las anécdotas que siguen, sin embargo, no ha sido exitosamente objetada: Una noche el señor Rudolph Block, de Nueva York, se encontró sentado en una cena junto al distinguido crítico Percival Pollard. Señor Pollard —dijo—, mi libro Biografía de una Vaca Muerta, se ha publicado anónimamente, pero usted no puede ignorar quién es el autor. Sin embargo, al comentarlo, dice usted que es la obra del Idiota del Siglo. ¿Le parece una crítica justa?</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>—Lo siento mucho, señor —respondió amablemente el critico—, pero no pensé que usted deseara realmente conservar el anonimato.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>El señor W.C. Morrow, que solía vivir en San José, California, acostumbraba escribir cuentos de fantasmas que daban al lector la sensación de que un tropel de lagartijas, recién salidas del hielo, le corrían por la espalda y se le escondían entre los cabellos. En esa época, se creía que merodeaba por San José el alma en pena de un famoso bandido llamado Vásquez, a quien ahorcaron allí. El pueblo no estaba muy bien iluminado y de noche la gente salía lo menos posible de su casa. Una noche particularmente oscura, dos caballeros caminaban por el sitio más solitario dentro del ejido, hablando en voz baja para darse coraje, cuando se tropezaron con el señor J.J. Owen, conocido periodista:— ¡Caramba Owen! —dijo uno—. ¿Qué le trae por aquí en una noche como ésta? ¿No me dijo que este era uno de los sitios preferidos por el ánima de Vásquez? ¿No tiene miedo de estar afuera?</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>—Mi querido amigo —respondió el periodista con voz lúgubre— tengo miedo de estar adentro. Llevo en el bolsillo una de las novelas de Will Morrow y no me atrevo a acercarme donde haya luz suficiente para leerla.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>El general H.H. Wolherspoon, director de la Escuela de Guerra del Ejército, tiene como mascota un babuino, animal de extraordinaria inteligencia aunque nada hermoso. Al volver una noche a su casa el general descubrió con sorpresa y dolor que Adán (así se llamaba el mono, pues el general era darwinista) lo aguardaba sentado ostentando su mejor chaquetilla de gala.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>—¡Maldito antepasado! —tronó el gran estratega— ¿Qué haces levantado después del toque de queda? ¡Y con mi uniforme! Adán se incorporó con una mirada de reproche, se puso en cuatro patas, atravesó el cuarto en dirección a una mesa y volvió con una tarjeta de visita: el general Barry había estado allí y a juzgar por una botella de champán vacía y varias colillas de cigarros, había sido amablemente atendido mientras esperaba. El general presentó excusas a su fiel progenitor y se fue a dormir. Al día siguiente se encontró con el general Barry, quien le dijo:—Oye viejo, anoche al separarme de ti olvide preguntarte por esos excelentes cigarros. ¿Dónde los consigues? El general Wotherspoon sin dignarse responder se marchó.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>—Perdona por favor —gritó Barry corriendo tras él—Bromeaba por supuesto. Anda, si no había pasado quince minutos en tu casa y ya me di cuenta que no eras tú.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Anormal</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. Que no responde a la norma. En cuestiones de pensamiento y conducta ser independiente es ser anormal y ser anormal es ser detestado. En consecuencia, el autor aconseja parecerse más al Hombre Medio que a uno mismo. Quien lo consiga obtendrá la paz, la perspectiva de la muerte y la esperanza del Infierno.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Antiamericano</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. Perverso, intolerable, pagano.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Antipatía</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Sentimiento que nos inspira el amigo de un amigo.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Año</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Período de trescientos sesenta y cinco desengaños.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Apelar</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>v</i>. <i>i</i>. En lenguaje forense, volver a poner los dados en el cubilete para un nuevo tiro.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Apetito</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Instinto previsor implantado por la Providencia como solución al problema laboral.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Aplauso</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. El eco de una tontería. Monedas con que el populacho recompensa a quienes lo hacen reír y lo devoran.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Apóstata</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Sanguijuela que tras penetrar en el caparazón de una tortuga y descubrir que hace mucho que está muerta, juzga oportuno adherirse a una nueva tortuga.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Arado</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Implemento que pide a gritos manos acostumbradas a la pluma.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Árbol</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Vegetal alto, creado por la naturaleza para servir de aparato punitivo, aunque por deficiente aplicación de la justicia la mayoría de los árboles sólo exhiben frutos despreciables, o ninguno. Cuando está cargado de su fruta natural, el árbol es un benéfico agente de la civilización y un importante factor de moralidad pública. En el severo Oeste y en el sensitivo Sur de Estados Unidos, su fruta (blanca y negra respectivamente) satisface el gusto público, aunque no se coma, y contribuye al bienestar general, aunque no se exporte. La legítima relación entre árbol y justicia no fue descubierta por el juez Lynch (quien, a decir verdad, no lo consideraba preferible al farol o la viga del puente), como lo prueba este pasaje de Morryster, quien vivió dos siglos antes: Encontrándome en ese país, fui llevado a ver el árbol Ghogo, del que mucho oyera hablar; pero como yo dijese que no observaba en él nada notable, el jefe de la aldea en que crecía me respondió de este modo: —En este momento el árbol no da fruta, pero cuando esté en sazón, veréis colgar de sus ramas a todos los que han ofendido a Su Majestad el Rey—. Asimismo me explicaron que la palabra «Ghogo» significaba en su lengua lo mismo que «bandido» en la nuestra. (Viaje por Oriente.)</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Ardor</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Cualidad que distingue al amor inexperto.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Arena</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. En política, ratonera imaginaria donde el estadista lucha con su pasado.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Aristocracia</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Gobierno de los mejores. (En este sentido la palabra es obsoleta, lo mismo que esa clase de gobierno). Gentes que usan sombreros de copa y camisas limpias, culpables de educación y sospechosos de cuenta bancaria.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Armadura</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Vestimenta que usa un hombre cuyo sastre es un herrero.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Arquitecto</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. El que traza los planos de nuestra casa y planea el destrozo de nuestras finanzas.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Arrepentimiento</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Fiel servidor y secuaz del Castigo. Suele traducirse en una actitud de enmienda que no es incompatible con la continuidad del pecado.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Arruinar</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>v</i>. <i>t</i>. Destruir. Específicamente, destruir la creencia de una doncella en la virtud de las doncellas.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Arsénico</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Especie de cosmético a que son afectas las mujeres y que, a su vez, las afecta grandemente.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Arzobispo</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Dignatario eclesiástico un punto más santo que un obispo.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Asilo</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Todo lo que asegura protección a alguien en peligro: Moisés y Josué establecieron seis ciudades de asilo —Beze, Golan, Ramoth, Kadesh, Schekem y Hebrón— donde el homicida involuntario podía refugiarse al ser perseguido por los familiares de la víctima. Este 18 admirable recurso proveía al matador de un saludable ejercicio, sin privar a los deudos de los placeres de la caza; así, el alma del muerto era debidamente honrada con prácticas similares a los juegos fúnebres de la primitiva Grecia.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Asno</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Cantante público de buena voz y mal oído. En Virginia City, Nevada, le llaman el Canario de Washoe; en Dakota, el Senador; y en todas partes, el Burro. Este animal ha sido amplia y diversamente celebrado en la literatura, el arte y la religión de todas las épocas y pueblos; nadie inflama la imaginación humana como este noble vertebrado. En realidad, algunos (Ramasilus, lib II, de Clem., y C. Stantatus de Temperamente) sospechan si no es un dios; y como tal sabemos que fue adorado por los etruscos y, si hemos de creer a Macrobius, también por los eupasios. De los únicos dos animales admitidos en el Paraíso Mahometano junto con las almas de los hombres, uno es la burra de Balaam, otro el perro de los Siete Durmientes. Esta es una distinción muy grande. Con lo que se ha escrito sobre esta bestia, podría compilarse una biblioteca de gran esplendor y magnitud, que rivalizara con la del culto shakespeariano y la literatura bíblica. En términos generales puede decirse que toda la literatura es más o menos asnina.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Astucia</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Cualidad que distingue a un animal o persona débil de otro fuerte. Acarrea a su poseedor gran satisfacción intelectual, y gran adversidad material. Un proverbio italiano dice: «EI peletero consigue más pieles de zorro que de burro».</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Audacia</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Una de las cualidades más evidentes del hombre que no corre peligro.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Ausente</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. Singularmente expuesto a la mordedura de la calumnia; vilipendiado; irremediablemente equivocado; sustituido en la consideración y el afecto de los demás.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Ausentista</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. Dícese del propietario lo bastante precavido para alejarse del territorio de sus exacciones.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Australia</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. País situado en los Mares del Sur, cuyo desarrollo industrial y comercial, se ha visto increíblemente demorado por una funesta disputa entre geógrafos sobre si es un continente o una isla.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Autoestima</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Evaluación errónea.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Autoevidente</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Evidente para uno mismo y para nadie mas.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Averno</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Lago por el cual los antiguos entraban en las regiones infernales. El erudito Marcus Ansello Scrutator sostiene que de ahí deriva el rito cristiano del bautismo por inmersión. Lactancio, sin embargo, ha demostrado que esto es un error.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Avestruz</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Ave de gran tamaño, a quien la naturaleza (sin duda en castigo de sus pecados) negó ese dedo posterior en el que tantos naturalistas piadosos han visto una prueba manifiesta de un planeamiento divino. La ausencia de alas que funcionen no es un defecto, porque, como se ha señalado ingeniosamente, el avestruz no vuela.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Ayer</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Infancia de la juventud, juventud de la madurez, el pasado entero de la ancianidad.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 16.0px; text-indent: -2.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: center; text-indent: -2.0px;">
<b> B</b></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-indent: -2.0px;">
<b></b><br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-indent: -2.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Baal</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Antigua deidad muy venerada bajo distintos nombres. Como Baal era popular entre los fenicios; como Belus o Bel tuvo el honor de ser servido por el sacerdote Berosus, quien escribió la célebre crónica del Diluvio; como Babel, contó con una torre parcialmente erigida a su gloria, en la Llanura de Shinar. De Babel deriva la expresión «blablá». Cualquiera sea el nombre con que se lo adora, Baal es el dios Sol. Como Belzebú, es el dios de las moscas, que son engendradas por los rayos solares en el agua estancada.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Baco</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Cómoda deidad inventada por los antiguos como excusa para emborracharse.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Bailar</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>v</i>. <i>i</i>. Saltar a compás de una música alegre, preferiblemente abrazando a la esposa o la hija del vecino. Hay muchas clases de bailes, pero todos los que requieren la participación de ambos sexos tienen dos cosas en común: son notoriamente inocentes y gustan mucho a los libertinos.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Baño</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Especie de ceremonia mística que ha sustituido al culto religioso. Se ignora su eficacia espiritual.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Barba</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. El pelo que suelen cortarse los que justificadamente abominan de la absurda costumbre china de afeitarse la cabeza.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Barómetro</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Ingenioso instrumento que nos indica qué clase de tiempo tenemos.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Basilisco</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Cocatriz. Especie de serpiente empollada en el huevo de un gallo. El basilisco tenía un mal ojo y su mirada era letal. Muchos infieles niegan la existencia de este ser, pero Semprello Aurator vio y tuvo en sus manos uno que había sido cegado por un rayo por haber fatalmente contemplado a una dama de alcurnia a quien Júpiter amaba. Más tarde Juno devolvió la vista al reptil y lo escondió en una cueva. Nada está tan bien atestiguado por los antiguos como la existencia del basilisco, pero los gallos han dejado de poner.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Bastonada</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Arte de caminar sobre madera sin esfuerzo. (Recuérdese que bastonada es una especie de tormento que consiste en golpear con un bastón las plantas de los pies.)</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Batalla</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Método de desatar con los dientes un nudo político que no pudo desatarse con la lengua.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Bautismo</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Rito sagrado de tal eficacia que aquel que entra en el cielo sin haberlo recibido, será desdichado por toda la eternidad. Se realiza con agua, de dos modos: por inmersión o zambullida, y por aspersión o salpicadura. Si la inmersión es mejor que la aspersión, es algo que los inmergidos y los asperjados deben resolver consultando la Biblia y comparando sus respectivos resfríos.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Bebé</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Ser deforme, sin edad, sexo ni condición definidos, notable principalmente por la violencia de las simpatías y antipatías que provoca en los demás, y desprovisto él mismo de sentimientos o emociones. Ha habido bebés famosos, por ejemplo, el pequeño Moisés, cuya aventura entre los juncos indudablemente inspiró a los hierofantes egipcios de siete siglos antes su tonta fábula del niño Osiris, salvado de las aguas sobre una flotante hoja de loto.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Beber</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>v</i>. <i>t</i>. e. i. Echar un trago, ponerse en curda, chupar, empinar el codo, mamarse, embriagarse. El individuo que se da a la bebida es mal visto, pero las naciones bebedoras ocupan la vanguardia de la civilización y el poder. Enfrentados con los cristianos, que beben mucho, los abstemios mahometanos se derrumban como el pasto frente a la guadaña. En la India cien mil británicos comedores de carne y chupadores de brandy con soda subyugan a doscientos cincuenta millones de abstemios vegetarianos de la misma raza aria. ¡Y con cuánta gallardía el norteamericano bebedor de whisky desalojó al moderado español de sus posesiones! Desde la época en que los piratas nórdicos asolaron las costas de Europa occidental y durmieron, borrachos, en cada puerto conquistado, ha sido lo mismo: en todas partes las naciones que toman demasiado pelean bien, aunque no las acompañe la justicia.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Belladona</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. En italiano, hermosa mujer; en inglés, veneno mortal. Notable ejemplo de la identidad esencial de ambos idiomas.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Belleza</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Don femenino que seduce a un amante y aterra a un marido.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Benefactor</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Dícese del que compra grandes cantidades de ingratitud, sin modificar la cotización de este artículo, que sigue al alcance de todos.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Beso</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Palabra inventada por los poetas para que rime con «embeleso».Se supone que designa, de un modo general, una especie de rito o ceremonia que expresa un buen entendimiento, pero este lexicógrafo desconoce la forma en que se realiza.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Bestia</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Miembro de la dinastía reinante en las letras y la vida. La tribu de los Bestias llegó con Adán, y como era numerosa y fuerte, infestó el mundo habitable. El secreto de su poder es su insensibilidad a los golpes; basta hacerles cosquillas con un garrote para que se rían con una perogrullada. Originariamente los Bestias procedían de Beocia, de donde los desalojó el hambre, pues su estupidez esterilizó las cosechas. Durante algunos siglos infestaron Filistea, y por eso a muchos de ellos se les llama filisteos hasta hoy. En la época turbulenta de las Cruzadas salieron de allí y se extendieron gradualmente por Europa, ocupando casi todos los altos puestos de la política, el arte, la literatura, la ciencia y la teología. Desde que un pelotón de Bestias llegó a Norteamérica en el Mayflower, junto con los Padres Peregrinos, (o Pilgrim Fathers fundaron la primera colonia de Nueva Inglaterra, origen de los Estados Unidos.); su proliferación por nacimiento, inmigración y conversión ha sido rápida y constante. Según las estadísticas más dignas de crédito, el número de Bestias adultos en los Estados Unidos es apenas menor de treinta millones, incluyendo a los estadísticos. El centro intelectual de la raza está en Peoria, lllinois, pero el Bestia de Nueva Inglaterra es el más escandalosamente moral.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Bigamia</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Mal gusto que la sabiduría del futuro castigará con la trigamia.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Blanco</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. Negro.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Boca</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. En el hombre, puerta de entrada al alma; en la mujer, vía de salida del corazón.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Boda</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Ceremonia por la que dos personas se proponen convertirse en una, una se propone convertirse en nada, y nada se propone volverse soportable.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Bolsillo</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Cuna de los nativos, tumba de la conciencia. En la mujer, este órgano falta; en consecuencia, actúa sin motivo, y su conciencia, desprovista de sepultura, queda siempre viva, confesando los pecados de otros.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Botánica</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Ciencia de los vegetales, comestibles o no. Se ocupa principalmente de las flores, que generalmente están mal diseñadas, tienen colores poco artísticos y huelen mal.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Boticario</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Cómplice del médico, benefactor del sepulturero, proveedor de los gusanos del cementerio.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Brahma</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Creador de los hindúes, que son preservados por Vishnu y destruidos por Siva; división del trabajo más prolija que la que encontramos en las divinidades de otras naciones. Los abracadabrenses, por ejemplo, son creados por el Pecado, mantenidos por el Robo y destruidos por la Locura. Los sacerdotes de Brahma, como los de Abracadabra, son hombres santos y sabios, que jamás incurren en una maldad.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Bruja</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. (1) Mujer fea y repulsiva en perversa alianza con el demonio. (2) Muchacha joven y hermosa, en perversa alianza con el demonio.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Brujería</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Antiguo prototipo de la influencia política. Gozaba, sin embargo, de menos prestigio, y a veces era castigada con la tortura y la muerte. Augustine Nicholas cuenta que un pobre campesino acusado de brujería fue sometido a tortura para que confesara. Tras los primeros castigos, el pobre admitió su culpa, pero preguntó ingenuamente a sus verdugos si no era posible ser un brujo sin saberlo.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Bruto</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Ver Marido.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Bueno</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. Sensible, señora, a los méritos de este autor. Advertido, señor, de las ventajas de que lo dejen solo.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Bufón</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Antiguamente, funcionario adscripto a la corte de un rey, cuya función consistía en divertir a los cortesanos mediante actos y palabras ridículas, cuyo absurdo era atestiguado por sus abigarradas vestiduras. Como el rey, en cambio, vestía con dignidad, el mundo tardó varios siglos en descubrir que su conducta y sus decretos eran lo bastante ridículos como para divertir no sólo a su corte sino a todo el mundo. Al bufón se le llamaba comúnmente «tonto» («fool»), pero los poetas y los novelistas se han complacido siempre en representarlo como una persona singularmente sabia e ingeniosa. En el circo actual, la melancólica sombra del bufón de la corte deprime a los auditorios más modestos con los mismos chistes con que en su época de esplendor ensombrecía los marmóreos salones, ofendía el sentido del humor de los patricios y perforaba el tanque de las lágrimas reales.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 16.0px; text-indent: -2.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: center; text-indent: -2.0px;">
<b> C</b></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-indent: -2.0px;">
<b></b><br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-indent: -2.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Caaba</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Piedra de gran tamaño ofrecida por el arcángel Gabriel al patriarca Abraham, que se conserva en La Meca. Es posible que el patriarca le haya pedido al arcángel un pedazo de pan.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Cabezas Redondas</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Miembros del partido parlamentario en la guerra civil inglesa, llamados así por su costumbre de usar el cabello corto, mientras que sus enemigos, los Caballeros, los llevaban largos. Había otras diferencias entre ellos, pero la moda en el peinado constituía la causa fundamental de sus reyertas. Los Caballeros eran realistas porque su rey, un individuo indolente, prefería dejarse crecer el pelo antes que lavarse el cuello. Los Cabezas Redondas, en su mayoría barberos y fabricantes de jabón, consideraban eso como un insulto a su profesión; es natural que el cuello del monarca fuese el objeto de su particular indignación. Hoy, los descendientes de los beligerantes se peinan todos igual, pero las brasas del odio encendido en aquel antiguo conflicto siguen ardiendo bajo las cenizas de la cortesía británica.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Cabo</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Hombre que ocupa el último peldaño de la escalera militar; cuando un cabo cae en combate, el golpe es menor.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Cagada de mosca</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Prototipo de la puntuación. Observa Garvinus que los sistemas de puntuación usados por los distintos pueblos que cultivan una literatura, dependían originalmente de los hábitos sociales y la alimentación general de las moscas que infestaban los diversos países. Estos animalitos, que siempre se han caracterizado por su amistosa familiaridad con los autores, embellecen con mayor o menor generosidad, según los hábitos corporales, los manuscritos que crecen bajo la pluma, haciendo surgir el sentido de la obra por una especie de interpretación superior a, e independiente de, los poderes del escritor. Los «viejos maestros» de la literatura, —es decir los escritores primitivos cuya obra es tan estimada por los escribas y críticos que usan luego el mismo idioma— jamás puntuaban, sino que escribían a vuelapluma sin esa interrupción del pensamiento que produce la puntuación. (Lo mismo observamos en los niños de hoy, lo que constituye una notable y hermosa aplicación de la ley según la cual la infancia de los individuos reproduce los métodos y estadios de desarrollo que caracterizan a la infancia de las razas.). Los modernos investigadores, con sus instrumentos ópticos y ensayos químicos, han descubierto que toda la puntuación de esos antiguos escritos, ha sido insertada por la ingeniosa y servicial colaboradora de los escritores, la mosca doméstica o «Musca maledicta». Al transcribir esos viejos manuscritos, ya sea para apropiarse de las obras o para preservar lo que naturalmente consideraban como revelaciones divinas, los literatos posteriores copian reverente y minuciosamente todas las marcas que encuentran en los papiros y pergaminos, y de ese modo la lucidez del pensamiento y el valor general de la obra se ven milagrosamente realzados. Los autores contemporáneos de los copistas, por supuesto, aprovechan esas marcas para su propia creación, y con la ayuda que les prestan las moscas de su propia casa, a menudo rivalizan y hasta sobrepasan las viejas composiciones, por lo menos en lo que atañe a la puntuación, que no es una gloria desdeñable. Para comprender plenamente los importantes servicios que la mosca presta a la literatura, basta dejar una página de cualquier novelista popular junto a un platillo con crema y melaza, en una habitación soleada, y observar cómo el ingenio se hace más brillante y el estilo más refinado, en proporción directa al tiempo de exposición.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Cagatintas</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Funcionario útil que con frecuencia dirige un periódico. En esta función está estrechamente ligado al chantajista por el vínculo de la ocasional identidad; en realidad el cagatintas no es más que el chantajista bajo otro aspecto, aunque este último aparece a menudo como una especie independiente. El cagatintismo es más despreciable que el chantaje, así como el estafador es más despreciable que el asaltante de caminos.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Caimán</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Cocodrilo de América, superior, en todo, al cocodrilo de las decadentes monarquías del Viejo Mundo. Herodoto dice que, el Indus es, con una excepción, el único río que produce cocodrilos; estos, sin embargo, parecen haberse trasladado al Oeste, y haber crecido con los otros ríos.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Calamidad</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Recordatorio evidente e inconfundible de que las cosas de esta vida no obedecen a nuestra voluntad. Hay dos clases de calamidades: las desgracias propias y la buena suerte ajena.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Camello</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Cuadrúpedo («Palmipes Jorobidorsus») muy apreciado en el negocio circense. Hay dos clases de camellos: el camello propiamente dicho y el camello impropiamente dicho. Este último es el que siempre se exhibe.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Camino</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Faja de tierra que permite ir de donde uno está cansado a donde es inútil ir.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Candidatear</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Someter a alguien al más elevado impuesto político. Proponer una persona adecuada para que sea enlodada y abucheada por la oposición.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Candidato</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Caballero modesto que renuncia a la distinción de la vida privada y busca afanosamente la honorable oscuridad de la función pública.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Cangrejo</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Pequeño crustáceo parecido a la langosta, aunque menos indigerible. En este animalito está admirablemente figurada y simbolizada la sabiduría humana; porque así como el cangrejo se mueve sólo hacia atrás, y sólo puede tener una mirada retrospectiva, no viendo otra cosa que los peligros ya pasados, así la sabiduría del hombre no le permite eludir las locuras que asedian su marcha, sino únicamente aprender su naturaleza con posterioridad.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Caníbal</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Gastrónomo de la vieja escuela, que conserva los gustos simples y la dieta natural de la época preporcina.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Cáñamo</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Planta con cuya corteza fibrosa se hacen collares, que suelen usarse al aire libre en una ceremonia precedida de oratoria; el que se pone uno de esos collares, deja de tener frío.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Cañón</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Instrumento usado en la rectificación de las fronteras.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Capacidad</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Conjunto de dotes naturales que permiten realizar una pequeña parte de las ambiciones más mezquinas que distinguen a los hombres capaces de los muertos. En último análisis, la capacidad consiste, por lo general, en un alto grado de solemnidad. Es posible, sin embargo, que esta notable cualidad sea apreciada a justo título; ser solemne, no es tarea fácil.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Capital</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Sede del desgobierno. Lo que provee el fuego, la olla, la cena, la mesa, el cuchillo y el tenedor al anarquista, quien sólo contribuye con la desgracia antes de la comida.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Carcaj</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Vaina portátil en que el antiguo estadista y el abnegado aborigen transportaban su argumento más liviano.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Carnada</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Preparado que hace más apetitoso el anzuelo. La belleza es la mejor de las carnadas.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Carne</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Segunda Persona de la Trinidad secular.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Carne de gusano</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Producto terminado del que somos la materia prima. Contenido del Taj Mahal, el Monumento a Napoleón y el Grantarium. La estructura que la alberga suele sobrevivirle, aunque también ella «ha de irse con el tiempo». Probablemente la tarea más necia que puede ocupar a un ser humano es la construcción de su propia tumba; el propósito solemne que lo anima en tales casos acentúa por contraste la previsible futilidad de su empresa.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Carnívoro</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. Dícese del que cruelmente acostumbra devorar al tímido vegetariano, a sus herederos y derechohabientes.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Carro fúnebre</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Cochecito de niños de la muerte.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Cartesiano</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. Relativo a Descartes, famoso filósofo, autor de la célebre sentencia «Cogito, ergo sum», con la que pretende demostrar la realidad de la existencia humana. Esa máxima podría ser perfeccionada en la siguiente forma: «Cogito, cogito, ergo cogito sum» («Pienso que pienso, luego pienso que existo»), con lo que se estaría más cerca de la verdad que ningún filósofo hasta ahora.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Casa</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Estructura hueca construida para habitación del hombre, la rata, el escarabajo, la cucaracha, la mosca, el mosquito, la pulga, el bacilo y el microbio. «Casa de corrección»: lugar de recompensa por servicios políticos o personales. «Casa de Dios»: edificio coronado por un campanario y una hipoteca. «Perro Guardián de la Casa»: bestia pestilente encargada de insultar a los transeúntes y aterrar a los visitantes. «Sirvienta de la Casa»: persona joven, del sexo opuesto, a quien se emplea para que se muestre variadamente desagradable e ingeniosamente desalineada en la situación que el bondadoso Dios le ha dado.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Castigo</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Lluvia de fuego y azufre que cae sobre los justos e igualmente sobre los injustos que no se han protegido expulsando a los primeros.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Celo</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Cierto desorden nervioso que afecta a los jóvenes e inexpertos. Pasión que precede a una prosternación.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Celoso</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. Indebidamente preocupado por conservar lo que sólo se puede perder cuando no vale la pena conservarlo.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Cementerio</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Terreno suburbano aislado donde los deudos conciertan mentiras, los poetas escriben contra una víctima indefensa y los lapidarios apuestan sobre la ortografía. Los siguientes epitafios demuestran el éxito alcanzado por estos juegos olímpicos: «Sus virtudes eran tan notorias que sus enemigos, incapaces de pasarlas por alto, las negaron, y sus amigos, refutados por ellas en sus vidas insensatas, las arguyeron por vicios. Esas virtudes son aquí conmemoradas por su familia, que las compartió.» «Aquí en la tierra nuestro amor prepara. Un lugarcito a la pequeña Clara. Que todos compadezcan nuestro duelo Y el arcángel Gabriel la lleve al cielo.»</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Cenobita</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Hombre que piadosamente se encierra para meditar en el pecado; y que para mantenerlo fresco en la memoria, se une a una comunidad de atroces pecadores.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Centauro</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Miembro de una raza de personas que existió antes que la división del trabajo alcanzara su grado actual de diferenciación, y que obedecían la primitiva máxima económica. «A cada hombre su propio caballo». El mejor fue Quirón, que unía la sabiduría y las virtudes del caballo a la rapidez del hombre.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Cerbero</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. El perro guardián del Hades, que custodiaba su entrada, no se sabe contra quién, puesto que todo el mundo, tarde o temprano, debía franquearla, y nadie deseaba forzarla. Es sabido que Cerbero tuvo tres cabezas, pero algunos poetas le atribuyeron hasta un centenar. El profesor Graybill, cuyo erudito y profundo conocimiento del griego da a su opinión un peso enorme, ha promediado todas esas cifras, llegando a la conclusión de que Cerbero tuvo veintisiete cabezas; juicio que sería decisivo si el profesor Graybill hubiera sabido: a) algo de perros y b) algo de aritmética.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Cerdo</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Ave notable por la uníversalidad de su apetito, y que sirve para ilustrar la universalidad del nuestro. Los mahometanos y judíos no favorecen al cerdo como producto alimenticio, pero lo respetan por la delicadeza de sus costumbres, la belleza de su plumaje y la melodía de su voz. Esta ave es particularmente apreciada como cantante: una jaula llena, puede hacer llorar a más de cuatro. El nombre científico de este pajarito es Porcus Rockefelleri. El señor Rockefeller no descubrió el cerdo, pero se lo considera suyo por derecho de semejanza.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Cerebro</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Aparato con que pensamos que pensamos. Lo que distingue al hombre contento, con «ser» algo del que quiere «hacer» algo. Un hombre de mucho dinero, o de posición prominente, tiene por 32 lo común tanto cerebro en la cabeza que sus vecinos no pueden conservar el sombrero puesto. En nuestra civilización y bajo nuestra forma republicana de gobierno, el cerebro es tan apreciado que se recompensa a quien lo posee eximiéndolo de las preocupaciones del poder.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Cerradura</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Divisa de la civilización y el progreso.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Cetro</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Bastón de mando de un rey, signo y símbolo de su autoridad. Originariamente era una maza con que el soberano reprendía a su bufón y vetaba las medidas ministeriales, rompiendo los huesos a sus proponentes.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Cimitarra</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Espada curva de extremado filo en cuyo manejo ciertos orientales alcanzan extraordinario virtuosismo, como ilustra el incidente que narraremos, traducido del japonés de Shushi Itama, famoso escritor del siglo trece:</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Cuando el gran GichiKuktai era Mikado, condenó a la decapitación a Jijiji Ri, alto funcionario de la Corte. Poco después del momento señalado para la ceremonia, ¡cuál no sería la sorpresa de Su Majestad al ver que el hombre que debió morir diez minutos antes, se acercaba tranquilamente al trono!</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>—¡Mil setecientos dragones!— exclamó el enfurecido monarca— ¿No te condené a presentarte en la plaza del mercado, para que el verdugo público te cortara la cabeza a las tres? ¿Y no son ahora las tres y diez?—</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>—Hijo de mil ilustres deidades— respondió el ministro condenado, —todo lo que dices es tan cierto, que en comparación la verdad es mentira—. Pero los soleados y vivificantes deseos de Vuestra Majestad han sido pestilentemente descuidados. Con alegría corrí y coloqué mi cuerpo indigno en la plaza del mercado. Apareció el verdugo con su desnuda cimitarra, ostentosamente la floreó en el aire y luego, dándome un suave toquecito en el cuello, se marchó, apedreado por la plebe, de quien siempre he sido un favorito. Vengo a reclamar que caiga la justicia sobre su deshonorable y traicionera cabeza.—</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>—¿A qué regimiento de verdugos pertenece ese miserable de negras entrañas?—</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>—Al gallardo Nueve mil Ochocientos Treinta y Siete. Lo conozco. Se llama SakkoSamshi.—</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>—Que lo traigan ante mí —dijo el Mikado a un ayudante, y media hora después el culpable estaba en su Presencia.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>—¡Oh, bastardo, hijo de un jorobado de tres patas sin pulgares! —rugió el soberano —¿Por qué has dado un suave toquecito al cuello que debiste tener el placer de cercenar?—</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>—Señor de las Cigüeñas y de los Cerezos—respondió, inmutable, el verdugo—, ordénale que se suene las narices con los dedos.— Ordenólo el rey.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Jijiji Ri sujetóse la nariz y resopló como un elefante. Todos esperaban ver cómo la cabeza cercenada saltaba con violencia, pero nada ocurrió.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>La ceremonia prosperó pacíficamente hasta su fin. Todos los ojos se volvieron entonces al verdugo, quien se había puesto tan blanco como las nieves que coronan el Fujiyama. Le temblaban las piernas y respiraba con un jadeo de terror.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>—¡Por mil leones de colas de bronce!— gritó — ¡Soy un espadachín arruinado y deshonrado! ¡Golpeé sin fuerza al villano, porque al florear la cimitarra la hice atravesar por accidente mi propio cuello! Padre de la Luna, renuncio a mi cargo—. Dicho esto, agarró su coleta, levantó su cabeza y avanzando hacia el trono, la depositó humildemente a los pies del Mikado.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Cínico</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Miserable cuya defectuosa vista le hace ver las cosas como son y no como debieran ser. Los escitas acostumbran arrancar los ojos a los cínicos para mejorarles la visión.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Circo</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Lugar donde se permite a caballos, «ponies» y elefantes contemplar a los hombres, mujeres y niños en el papel de tontos.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Cita</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Repetición errónea de palabras ajenas.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Clarinete</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Instrumento de tortura manejado por un ejecutor con algodón en los oídos. Hay instrumentos peores que un clarinete: dos clarinetes.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Cleptómano</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Ladrón rico.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Clérigo</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Hombre que se encarga de administrar nuestros negocios espirituales, como método de favorecer sus negocios temporales.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Clio</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Una de las Nueve Musas. La función de Clio era presidir la Historia. Lo hizo con gran dignidad. Muchos de los ciudadanos prominentes de Atenas ocuparon asientos en el estrado cuando hablaban los señores Jenofonte, Herodoto y otros oradores populares.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Cobarde</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. Dícese del que en una emergencia peligrosa piensa con las piernas.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Cociente</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Número que expresa la cantidad de veces que una suma de dinero perteneciente a una persona está contenida en el bolsillo de la otra; la cifra exacta depende de la capacidad del bolsillo.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Col</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Legumbre familiar comestible, similar en tamaño e inteligencia a la cabeza de un hombre. La col deriva su nombre del príncipe Colius, que al subir al trono nombró por decreto un Supremo Consejo Imperial formado por los ministros del gabinete anterior y por las coles del jardín real. Cada vez que una medida política de Su Majestad fracasaba rotundamente, se anunciaba con toda solemnidad que varios miembros del Supremo Consejo habían sido decapitados, y con esto se acallaban las murmuraciones de los súbditos.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Cola</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Parte del espinazo de un animal que ha trascendido sus limitaciones naturales para llevar una existencia independiente en un mundo propio. Salvo en el estado fetal, el hombre carece de cola, privación cuya conciencia hereditaria se manifiesta en los faldones de la levita masculina y la «cola» del vestido femenino, así como en una tendencia a adornar esa parte de su vestimenta donde debería estar —indudablemente estuvo alguna vez— la cola. Esta tendencia es más observable en la hembra de la especie, en quien ese sentimiento ancestral es fuerte y persistente. Los hombres coludos que describe Lord Monboddo son, según se cree ahora, el producto de una imaginación extraordinariamente susceptible a influencias generadas en la edad dorada de nuestro pasado piteco.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Comer</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>v</i>. <i>i</i>. Realizar sucesivamente (y con éxito) las funciones de la masticación, salivación y deglución.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>—Me encontraba en mi salón, gozando de la cena… —dijo un día BriSavarin, comenzando una anécdota.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>—¡Qué! —interrumpió Rochebriant— ¿Cenando en el salón?— Le ruego observar, señor, —explicó el gran gastrónomo—, que yo no dije que estaba cenando, sino gozando de la cena. Había cenado una hora antes.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Comercio</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Especie de transacción en que A roba a B los bienes de C, y en compensación B sustrae del bolsillo de D dinero perteneciente a E.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Comestible</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. Dícese de lo que es bueno para comer, y fácil de digerir, como un gusano para un sapo, un sapo para una víbora, una víbora para un cerdo, un cerdo para un hombre, y un hombre para un gusano.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Complacer</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>v</i>. <i>t</i>. Poner los cimientos para una superestructura de imposiciones.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Cómplice</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. El que con pleno conocimiento de causa se asocia al crimen de otro; como un abogado que defiende a un criminal, sabiéndolo culpable. Este punto de vista no ha merecido hasta ahora la aprobación de los abogados, porque nadie les ofreció honorarios para que lo aprobaran.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Comprometido</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. Provisto de un aro en el tobillo para sujetar la cadena y los grilletes.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Compromiso</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Arreglo de intereses en conflicto que da a cada adversario la satisfacción de pensar que ha conseguido lo que no debió conseguir, y que no le han despojado de nada salvo lo que en justicia le correspondía.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Compulsión</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. La elocuencia del poder.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Condolerse</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>v</i>. <i>r</i>. Demostrar que el luto es un mal menor que la simpatía.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Conferencista</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Alguien que le pone a usted la mano en su bolsillo, la lengua en su oído, y la fe en su paciencia.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Confidente</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Aquél a quien A confía los secretos de B, que le fueron confiados por C.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Confort</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Estado de ánimo producido por la contemplación de la desgracia ajena.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Congratulaciones</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Cortesía de la envidia.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Congreso</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Grupo de hombres que se reúnen para abrogar las leyes.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Conocedor</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Especialista que sabe todo acerca de algo, y nada acerca de lo demás. Se cuenta de un viejo ebrio que resultó gravemente herido en un choque de trenes; para revivirlo, le vertieron un poco de vino sobre los labios. «Pauillac, 1873», murmuró, y expiró.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Conocido</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Persona a quien conocemos lo bastante para pedirle dinero prestado, pero no lo suficiente para prestarle. Grado de amistad que llamamos superficial cuando su objeto es pobre y oscuro, e íntimo cuando es rico y famoso.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Consejo</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. La más pequeña de las monedas en curso.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Conservador</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. Dícese del estadista enamorado de los males existentes, por oposición al liberal, que desea reemplazarlos por otros.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Cónsul</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. En política americana, persona que no habiendo podido obtener un cargo público por elección del pueblo, lo consigue del gobierno a condición de abandonar el país.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Consultar</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>v</i>. <i>l</i>. Requerir la aprobación de otro para tomar una actitud ya resuelta.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Controversia</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Batalla en que la saliva o la tinta reemplazan al insultante cañonazo o la desconsiderada bayoneta.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Convencido</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. Equivocado a voz en cuello.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Conventillo</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Fruto de una flor llamada Palacio.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Convento</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Lugar de retiro para las mujeres que desean tener tiempo libre para meditar sobre el vicio de la pereza.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Conversación</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Feria donde se exhibe la mercancía mental menuda, y donde cada exhibidor está demasiado preocupado en arreglar sus artículos como para observar los del vecino.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Corazón</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Bomba muscular automática que hace circular la sangre. Figuradamente se dice que este útil órgano es la sede de las emociones y los sentimientos: bonita fantasía que no es más que el resabio de una creencia antaño universal. Sabemos ahora que sentimientos y emociones residen en el estómago y son extraídos de los alimentos mediante la acción química del jugo gástrico. El proceso exacto que convierte el bistec en un sentimiento (tierno o no, según la edad del animal); las sucesivas etapas de elaboración por las que un emparedado de caviar se transmuta en rara fantasía y reaparece convertido en punzante epigrama; los maravillosos métodos funcionales de convertir un huevo duro en contrición religiosa o una bomba de crema en suspiro sensible: todas estas cosas han sido pacientemente investigadas y expuestas con persuasiva lucidez por Monsieur Pasteur. (Ver también mi monografía «Identidad Esencial de los Afectos Espirituales con Ciertos Gases Intestinales Liberados en la Digestión» págs. 4 a 687). En una obra titulada según creo Delectatio Demonorum (Londres 1873) esta teoría de los sentimientos es ilustrada de modo sorprendente; para más información se puede consultar el famoso tratado del profesor Dam sobre «El amor como producto de la Maceración Alimentaria».</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Coronación</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Ceremonia de investir a un soberano con los signos externos y visibles de su derecho divino a ser volado hasta el cielo por una bomba.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Corrector de pruebas</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Malhechor que nos hace escribir tonterías. Afortunadamente el linotipista las vuelve ininteligibles.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Corporación</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Ingenioso artificio para obtener ganancia individual sin responsabilidad individual.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Corsario</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Político de los mares.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Costumbre</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Cadena de los libres.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Cremona</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Violín de alto precio fabricado en Connecticut.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Cristiano</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. El que cree que el Nuevo Testamento es un libro de inspiración divina que responde admirablemente a las necesidades espirituales de su vecino. El que sigue las enseñanzas de Cristo en la medida que no resulten incompatibles con una vida de pecado.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Crítico</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Persona que se jacta de lo difícil que es satisfacerlo, porque nadie pretende satisfacerlo.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Cruz</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Antiguo símbolo religioso cuya significación se atribuye erróneamente al más solemne acontecimiento en la historia de la Cristiandad, pero que en realidad es anterior en milenios. Muchos la han creído idéntica a la «crux ansata» del viejo culto fálico, pero su origen se ha rastreado mucho más lejos, hasta los ritos de los pueblos primitivos. En nuestros días tenemos la Cruz Blanca, símbolo de castidad y la Cruz Roja, emblema de benévola neutralidad en tiempos de guerra.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Cuadro</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Representación en dos dimensiones de un aburrimiento que tiene tres.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Cuartel</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Edificio en que los soldados disfrutan de parte de lo que profesionalmente despojan a otros.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>¿Cui bono?</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span> (Expresión latina). ¿De qué me serviría, «a mí»?</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Cupido</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. El llamado dios del amor. Esta creación bastarda de una bárbara fantasía fue indudablemente infligida a la mitología para que purgara los pecados de sus dioses. De todas las concepciones desprovistas de belleza y de verdad, esta es la más irracional y ofensiva. La ocurrencia de simbolizar el amor sexual mediante un bebé semiasexuado, de comparar los dolores de la pasión con flechazos, de introducir en el arte este homúnculo gordito para materializar el sutil espíritu y la sugestión de una obra, todo esto es digno de una época que, después de darlo a luz, lo abandonó en el umbral de la posteridad.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Curiosidad</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Reprensible cualidad de la mente femenina. El deseo de saber si una mujer es, o no, víctima de esa maldición, es una de las pasiones más activas e insaciables del alma masculina.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 16.0px; text-indent: -2.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: center; text-indent: -2.0px;">
<b> D</b></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-indent: -2.0px;">
<b></b><br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-indent: -2.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Datario</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Alto dignatario de la Iglesia Católica Romana, que tiene la importante función de estampar sobre las bulas papales las palabras «Datum Romae». Goza de un sueldo principesco y de la amistad de Dios.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Deber</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Lo que nos impulsa inflexiblemente en la dirección del lucro, por la vía del deseo.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Deber</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>v</i>. <i>t</i>. Tener (y conservar) una deuda. Antiguamente la palabra no significaba deuda sino posesión; en la mente de muchos deudores existe todavía una gran confusión entre ambas cosas. (En inglés «to owe» (deber, adeudar) y «to own» (poseer) se pronuncian de modo parecido).</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Debilidad</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Facultad innata de la mujer tiránica que le permite dominar al macho de la especie, sujetándolo a su voluntad y paralizando sus energías rebeldes.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Decálogo</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Serie de diez mandamientos: número suficiente para permitir una selección inteligente de los que se quiere observar.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Decidir</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>v</i>. <i>t</i>. Sucumbir a la preponderancia de un grupo de influencias sobre otro grupo de influencias.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Defeccionar</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>v</i>. <i>i</i>. Cambiar bruscamente de opinión y pasarse a otro bando. La defección más notable de que haya constancia es la de Saulo de Tarso, quien ha sido severamente criticado como tránsfuga por algunos de nuestros periódicos políticos.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Degenerado</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. Menos admirable que sus antepasados. Los contemporáneos de Homero eran notables ejemplos de degeneración; hacían falta diez de ellos para alzar una roca o promover un motín que cualquier héroe de la guerra troyana habría alzado o promovido con facilidad.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Degradación</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Una de las etapas del progreso moral y social que lleva de la humilde condición privada al privilegio político.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Dejeuner</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. El desayuno de un norteamericano que ha estado en París. Hay varias pronunciaciones.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Delegado</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Pariente de un funcionario. El delegado es, por lo general, un bello joven con una corbata roja y un intrincado sistema de telarañas que bajan de su nariz a su escritorio. Cuando el ordenanza lo golpea accidentalmente con la escoba, despide una nube de polvo.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Deliberación</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Acto de examinar el propio pan para saber de qué lado tiene manteca.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Dentista</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Prestidigitador que nos pone una clase de metal en la boca y nos saca otra clase de metal del bolsillo.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Dependiente</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. Dícese del que confía en la generosidad de otro cuando no puede abusar de sus temores.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Derecho</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Autoridad legítima para ser, hacer o tener; verbigracia el tener derecho a ser rey, hacer trampas al prójimo o tener el sarampión.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Desagravio</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Reparación sin satisfacción. Entre los anglosajones, el súbdito que se creía ofendido por el rey, y demostraba la ofensa, podía azotar una imagen de bronce del ofensor con una vara que luego era aplicada a su espalda desnuda. Este rito era oficiado por el verdugo, lo que garantizaba que el ofendido eligiese una vara de tamaño razonable.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Desgracia</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Enfermedad que se contrae al exponerse a la prosperidad de un amigo.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Desmemoria</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Don que otorga Dios a los deudores, para compensarlos por su falta de conciencia.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Desobedecer</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Celebrar con una ceremonia apropiada la madurez de una orden.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Desobediencia</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Borde plateado de una nube de servidumbre.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Desposada</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Mujer que tiene a su espalda una brillante perspectiva de felicidad.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Desprecio</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Sentimiento que experimenta un hombre prudente ante un enemigo demasiado temible para hacerle frente sin peligro.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Destino</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Justificación del crimen de un tirano; pretexto del fracaso de un imbécil.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Desvencijado</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. Perteneciente a cierto orden arquitectónico también llamado Americano Normal. La mayoría de los edificios públicos de los Estados Unidos pertenecen al Orden Desvencijado. Los recientes agregados a la Casa Blanca de Washington pertenecen a Theodórico orden eclesiástica de los dorios… Son muy hermosos y cuestan un centenar de dólares por ladrillo.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Detener</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>v</i>. <i>t</i>. Arrestar a alguien acusado de conducta insólita. «Dios hizo el mundo en seis días y se detuvo el séptimo» (Versión No Autorizada de la Biblia)</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Devoción</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Reverencia por el Ser Supremo basada en su presunta semejanza con el hombre.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Deuda</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Ingenioso sustituto de la cadena y el látigo del negrero.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Día</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Período de veinticuatro horas en su mayor parte desperdiciado. Se divide en el día propiamente dicho y la noche o día impropiamente dicho; el primero se consagra a los pecados financieros y la segunda a los otros pecados. Estas dos clases de actividad social se complementan.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Diafragma</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Tabique muscular que separa los trastornos del tórax de los trastornos intestinales.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Diagnóstico</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Pronóstico de enfermedad que realiza el médico tomando el pulso y la bolsa del paciente. ( En inglés hay un juego de palabras: «the patient's pulse and purse»)</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Diamante</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Mineral que suele encontrarse debajo de un corset. Soluble en solicitato de oro.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Diana</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Señal que se da a los soldados dormidos para que dejen de soñar con campos de batalla, se levanten y pongan en fila las narices para ver si falta alguna.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Diario íntimo</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Registro cotidiano de aquellos episodios de la vida que uno puede contarse a si mismo sin sonrojo.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Diccionario</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Perverso artificio literario que paraliza el crecimiento de una lengua además de quitarle soltura y elasticidad. El presente diccionario, sin embargo, es una obra útil.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Dictador</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Mandatario de un país que prefiere la pestilencia del despotismo a la plaga de la anarquía.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Difamar</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>v</i>. <i>t</i>. Atribuir maliciosamente a otro vicios que no hemos tenido la oportunidad ni la tentación de practicar.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Difamar</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>v</i>. <i>t</i>. Decir mentiras sobre otro. Decir verdades sobre otro.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Digestión</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Conversión de vituallas en virtudes. Cuando el proceso es imperfecto, nacen vicios en lugar de virtudes. De esta circunstancia infiere maliciosamente el doctor Jeremiah Blenn que las damas son las que más sufren de dispepsia.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Diluvio</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. El primero y más notable de los experimentos de bautismo, que lavó todos los pecados (y los pecadores) del mundo.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Dinero</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Bien que no nos sirve de nada hasta que nos separamos de él. Indicio de cultura y pasaporte para una sociedad elegante. Posesión soportable.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Diplomacia</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Arte de mentir en nombre del país.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Discriminar</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>v</i>. <i>t</i>. Señalar los aspectos en que una persona o cosa es, si cabe, más criticable que en otros.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Disculparse</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>v</i>. <i>i</i>. Sentar las bases para una ofensa futura.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Discusión</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Método de confirmar a los demás en sus errores.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Disimular</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>v</i>. <i>t</i>. e i. Poner camisa limpia al carácter.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Distancia</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Único bien que los ricos permiten conservar a los pobres.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Disuadir</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>v</i>. <i>t</i>. Proponer a otro un error mucho más grande que el que está por cometer.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Diversión</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Cualquier clase de entretenimiento cuyas incursiones se detienen, por simple tristeza, a corta distancia de la muerte.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Dolor</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Estado de ánimo ingrato, que puede tener una base física, o ser puramente mental y causado por la felicidad ajena.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Doncella</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Joven del sexo desagradable, de conducta imprevisible y opiniones que incitan al crimen. El género tiene una amplia distribución geográfica: se encuentra a la doncella dondequiera se la busque, y se la deplora dondequiera se la encuentre. No es totalmente ingrata a la vista ni (prescindiendo de su piano y de sus ideas) insoportable al oído, aunque en punto a belleza es netamente inferior al arco iris, y en lo que toca a su parte audible no admite comparación con el canario, que por añadidura es más portátil. Dos veces, adv. Una vez de más.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Dragón</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Soldado que une el arrojo a la calma en proporciones tan iguales, que avanza a pie y huye a caballo.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Dramaturgo</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Dícese del que adapta obras del francés.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Druidas</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Sacerdotes de una antigua religión céltica, que no desdeñaban la humilde ofrenda del sacrificio humano. En la actualidad se sabe muy poco de los druidas y de su fe. Plinio dice que su religión, originada en las Islas Británicas, se extendió hacia el este hasta Persia. César afirma que los que deseaban estudiar sus misterios iban a Britania. El propio César fue a Britania, pero no parece haber obtenido una posición muy elevada en la Iglesia Druídica, a pesar de su talento en materia de sacrificios humanos. Los druidas practicaban sus ritos en los bosques, y no sabían nada de hipotecas eclesiásticas, ni del sistema de abono pago a un reclinatorio del templo. Eran, en suma, paganos e inclusive, según un distinguido prelado de la iglesia anglicana, disidentes.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Duelo</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Ceremonia solemne previa a la reconciliación de dos enemigos. Para cumplirla satisfactoriamente, hace falta gran habilidad; si se practica con torpeza, pueden sobrevenir las más imprevistas y deplorables consecuencias. Hace mucho tiempo, un hombre perdió la vida en un duelo.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 16.0px; text-indent: -2.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: center; text-indent: -2.0px;">
<b> E</b></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-indent: -2.0px;">
<b></b><br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-indent: -2.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Economía</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Compra del barril de whisky que no se necesita por el precio de la vaca que no se tiene.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Educación</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Lo que revela al sabio y esconde al necio su falta de comprensión.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Ecuanimidad</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Disposición de soportar ofensas con humilde compostura, mientras se madura un plan de venganza.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Efecto</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. El segundo de dos fenómenos que ocurren siempre en el mismo orden. Se dice que el primero, llamado Causa, genera al segundo. Sería igualmente sensato, para quien nunca hubiera visto un perro persiguiendo un conejo, afirmar que el conejo es la causa del perro.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Egoísta</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Persona de mal gusto, que se interesa más en sí mismo que en mí.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Egoísta</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. Sin consideración por el egoísmo de los demás.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Ejecutivo</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Rama del gobierno que hace cumplir los deseos del legislativo hasta que el poder judicial los declara nulos y sin efecto. Damos a continuación un extracto de un viejo libro titulado «El Selenita Perplejo» (Pfeiffer & Co., Boston, 1803):</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Selenita. —Entonces, cuando vuestro Congreso ha aprobado una ley, ¿va inmediatamente a la Suprema Corte para que dictamine si es constitucional?—</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Terráqueo. —¡Oh no! la ley no necesita la aprobación de la Suprema Corte. A veces pasan años antes de que un abogado la objete en nombre de su cliente. Si el presidente la aprueba, entra en vigor en el acto.—</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Selenita. —Ah, el poder ejecutivo es parte del legislativo. ¿Y la policía también debe aprobar los edictos que hace cumplir?—</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Terráqueo. —Todavía no… En términos generales, sin embargo, todas las leyes exigen la aprobación de aquellos a quienes se proponen reprimir.—</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Selenita. —Ya veo. La sentencia de muerte no es válida hasta que no la firma el asesino.—</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Terráqueo. —Amigo mío, usted exagera. No somos tan coherentes.—</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Selenita. —Pero este sistema de mantener una costosa maquinaria judicial que sólo se pronuncia sobre la validez de las leyes mucho después de que han empezado a ejecutarse, y sólo en el caso de que un ciudadano particular las someta a la Corte, ¿no provoca una gran confusión?—</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Terráqueo. —Así es, en efecto.—</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Selenita. —¿Por qué entonces no hacer convalidar las Leyes por la Suprema Corte, antes que por el presidente?—</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Terráqueo. —Porque ese sistema no tiene precedente.—</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Selenita. —¿Qué es un precedente?—</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Terráqueo. —Algo que ha sido definido por trescientos juristas a razón de tres volúmenes cada uno. ¿Cómo podríamos saberlo?—</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Elector</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. El que goza del sagrado privilegio de votar por un candidato que eligieron otros.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Electricidad</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Fuerza causante de todos los fenómenos naturales a los que no se puede atribuir otra causa. Es la misma cosa que el rayo, y su famosa tentativa de fulminar al doctor Franklin es uno de los más pintorescos incidentes en la carrera de ese hombre grande y bueno. La memoria del doctor Franklin es justamente venerada, sobre todo en Francia, donde recientemente se exhibió una efigie de cera que lo representaba, con esta conmovedora reseña de su vida y sus servicios a la ciencia: Monsieur Franklin, inventor de la electricidad. Este ilustre sabio, después de realizar varios viajes alrededor del mundo, murió en las Islas Sandwich y fue devorado por los salvajes, sin que jamás se recuperase de él un solo fragmento. La electricidad parece destinada a jugar un papel importantísimo en las artes y la industria. El problema de su aplicación económica a ciertos fines aún no está resuelto pero se ha probado que impulsa un tranvía mejor que un pico de gas, y da más luz que un caballo.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Elegía</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Composición en verso, donde sin emplear ninguno de los métodos del humorismo, el autor intenta producir en la mente del lector la más profunda depresión. El ejemplo inglés más célebre empieza más o menos así: El perro anuncia el moribundo día, La grey mugiendo hacia el redil se aleja, A casa el sabio el lento paso guía Y el mundo a mis estupideces deja. (Parodia de la «Elegía en un Cementerio de Aldea», de Thomas Gray, que en la traducción castellana de Miralla dice: La esquila toca el moribundo día, la grey muriendo hacia el redil se aleja, A casa el labrador sus pasos guía, Y el mundo a mí y a las tinieblas deja.)</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Elíseo</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. País imaginario y encantador que los antiguos neciamente creían habitado por las almas de los buenos. Esta fábula ridícula y maliciosa fue barrida de la superficie de la tierra por los primeros cristianos: ¡que sus almas sean felices en el Cielo!</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Elocuencia</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Arte oral de persuadir a los tontos de que lo blanco es blanco. Incluye el don de hacer creer que cualquier color es blanco.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Elogio</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Tributo que pagamos a realizaciones que se parecen a las nuestras sin igualarlas.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Emancipación</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Cambio por el que un esclavo trueca la tiranía de otro por el propio despotismo.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Embalsamar</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>v</i>. <i>t</i>. Defraudar a la vegetación, aprisionando los gases de que se alimenta. Embalsamando sus muertos y, en consecuencia, perturbando el equilibrio natural entre vida animal y vegetal, los egipcios convirtieron un país fértil y poblado en otro estéril e incapaz de alimentar a sus escasos habitantes. El moderno sistema de entierro en un ataúd metálico es un paso en la misma dirección, y más de un hombre muerto que, a estas horas, convertido en árbol, debería estar ornando el parque del vecino, o enriqueciendo su mesa en forma de rabanitos, se ve condenado a una larga inutilidad. Si sobrevivimos y esperamos un poco, conseguiremos aprovecharlo, pero entretanto la violeta y la rosa languidecen por falta de un mordisco de su «glutoeus maximus».</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Embuste</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Mentira que no ha cortado los dientes. La mayor aproximación a la verdad de un mentiroso consuetudinario en el perigeo de su órbita excéntrica.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Emoción</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Enfermedad postrante causada por el ascenso del corazón a la cabeza. A veces viene acompañada de una copiosa descarga de cloruro de sodio disuelto en agua, proveniente de los ojos.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Empalamiento</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Enfermedad postrante causada por el ascenso del arma que permanece fija en la herida. Esto, sin embargo es inexacto, empalar es, propiamente, dar muerte introduciendo en el cuerpo de la víctima, que está sentada, una estaca recta y puntiaguda. Era una forma común de castigo en muchas naciones de la antigüedad, y sigue estando en boga en China y otras partes de Asia. Hasta comienzos del siglo xv fue extensamente empleada para catequizar a herejes y cismáticos. Wolecraft la llama el «banquillo del arrepentimiento», y entre el vulgo se decía jocosamente que el empalado «cabalgaba el caballo de una sola pata». Ludwig Salzmann nos informa que en el Tibet el empalamiento se considera el castigo más apropiado de los crímenes contra la religión; y aunque en China se usa a veces para penar delitos seculares, casi siempre se reserva para casos de sacrificio. Pero al que en la práctica sufre el empalamiento le importa poco establecer qué clase de disidencia, civil o religiosa, le vale semejante incomodidad; aunque indudablemente experimentaría cierta satisfacción si pudiera contemplarse transfigurado en gallo de veleta sobre la cúpula de la Verdadera Iglesia.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Empujón</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Una de las dos cosas que llevan al éxito, especialmente en política. La otra es el tirón.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Encomio</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Una clase especial (aunque no particular) de mentira.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Entendimiento</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Secreción cerebral que permite a quien la posee distinguir una casa de un caballo, gracias al tejado de la casa. Su naturaleza y sus leyes han sido exhaustivamente expuestas por Locke, que cabalgó una casa, y por Kant, que vivió en un caballo.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Entrañas</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Estómago, corazón, alma y otros intestinos. Muchos investigadores eminentes no clasifican el alma como una entraña, pero el agudo y prestigioso observador Dr. Gunsaulus está convencido de que nuestra parte inmortal es ese misterioso órgano llamado spleen. Por lo contrario, el profesor Garret P. Servis sostiene que el alma del hombre es esa prolongación de la médula espinal o de su nocola; y para probar su teoría, señala confiadamente el hecho de que los animales con cola carecen de alma. Frente a ambas teorías, lo mejor es suspender el juicio dando crédito a las dos.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Entusiasmo</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Dolencia de la juventud, curable con pequeñas dosis de arrepentimiento y aplicaciones externas de experiencia.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Envidia</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Emulación adaptada a la capacidad más ruin.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Epicúreo</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Adversario de Epicuro, filósofo abstemio que, sosteniendo que el placer debía ser la meta principal del hombre, no perdió el tiempo en gratificar sus sentidos.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Epigrama</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Dicho breve y agudo, en prosa o en verso, que a menudo se caracteriza por su acrimonia, y a veces, por su sabiduría. He aquí algunos de los epigramas más notables del erudito e ingenioso doctor Jamrach Holobom:</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Conocemos mejor nuestras necesidades que las ajenas.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Servirse a sí mismo, es economía administrativa.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>En cada corazón humano hay un tigre, un cerdo, un asno, y un ruiseñor.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>La diversidad de los caracteres, se debe a lo desigual de su actividad.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Existen tres sexos: los hombres, las mujeres y las muchachas.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>La belleza en las mujeres y la distinción en los hombres se parecen en que el irreflexivo las toma por una prueba de sinceridad.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>En el amor, las mujeres se avergüenzan menos que los hombres.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Tienen menos de qué avergonzarse.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Cuando un amigo te toma afectuosamente ambas manos, estás a salvo; puedes vigilárselas.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Epitafio</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Inscripción que, en una tumba, demuestra que las virtudes adquiridas por la muerte tienen un efecto retroactivo.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Ermitaño</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Persona cuyos vicios y locuras no se ejercen en sociedad.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Escarabajo</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Insecto sagrado de los antiguos egipcios. Presuntamente simbolizaba la inmortalidad y el hecho de que sólo Dios supiera por qué, le daba su peculiar santidad. Es posible que la costumbre de incubar sus huevos en una hoja de estiércol le haya granjeado el favor del clero, y que algún día le procure devoción similar entre nosotros. Es cierto que el escarabajo norteamericano es un escarabajo inferior, pero el sacerdote norteamericano también es inferior.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Escarificación</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Forma de penitencia practicada por los devotos medievales. El rito se efectuaba a veces con un cuchillo, a veces con un hierro caliente, pero (dice Arsenius Asceticus) siempre era aceptable si el penitente no se ahorraba dolor ni mutilación inofensiva alguna. La escarificación, como otras groseras penitencias, ha sido actualmente reemplazada por la beneficencia. La fundación de una biblioteca o un donativo a una universidad, infligen al penitente, según se dice, un dolor más agudo y perdurable que el cuchillo o el hierro, y son, pues, un medio más seguro de alcanzar la gracia. Como método penitencial, empero, tiene dos graves inconvenientes: el bien que hace y la mácula de la justicia.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Escriba</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Escritor profesional de opiniones antagónicas a las nuestras.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Escrituras</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Los sagrados libros de nuestra santa religión, por oposición a los escritos falsos y profanos en que se fundan todas las otras religiones.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Espalda</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Parte del cuerpo de un amigo que uno tiene el privilegio de contemplar en la adversidad.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Espejo</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Plano vítreo sobre el que aparece un efímero espectáculo dado para desilusión del hombre. El rey de Manchuria tenía un espejo mágico, donde el que miraba, veía, no su imagen, sino la del rey. Cierto cortesano que durante mucho tiempo había gozado del favor real y en consecuencia se había enriquecido más que cualquier otro súbdito, dijo al monarca: «Dame, te lo ruego, tu maravilloso espejo, para que cuando me encuentre apartado de tu augusta presencia pueda, a pesar de todo, rendir homenaje ante tu sombra visible, postrándome día y noche ante la gloria de tu benigno semblante, cuyo divino esplendor nada supera, ¡Oh Sol Meridiano del Universo!». Halagado por el discurso, el rey ordenó que el espejo fuese llevado al palacio del cortesano. Pero un día en que fue a visitarlo sin anuncio previo, encontró al espejo en un cuarto lleno de basura, nublado por el polvo y cubierto de telarañas. Esto lo encolerizó tanto, que golpeó el espejo con el puño, rompiendo el cristal y lastimándose cruelmente. Más enfurecido aún con esta desgracia, ordenó que el ingrato cortesano fuera arrojado a la cárcel, y que el espejo fuese reparado y conducido a su propio palacio. Y así se hizo. Pero cuando el rey volvió a mirarse en el espejo, no vio su imagen, como antes, sino la figura de un asno coronado, con una venda sangrienta en una de las patas: que era lo mismo que siempre habían visto los autores del artificio, y los meros espectadores, sin atreverse a comentarlo. Tras recibir esa lección de sabiduría y caridad, el rey puso en libertad al cortesano, hizo instalar el espejo en el respaldo del trono y reinó largos años con justicia y humildad. Y al morir mientras dormía sentado en el trono, toda la corte vio en el espejo la luminosa figura de un ángel, que sigue allí hasta hoy.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Espiar</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>v</i>. <i>i</i>. Escuchar secretamente un catálogo de los crímenes y vicios de otro, o de uno mismo.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Erudición</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Polvillo que cae de un libro a un cráneo vacío.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Esotérico</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. Abstruso en forma muy particular, y consumadamente oculto. Las filosofías antiguas eran de dos clases: «exotéricas», o sea aquellas que los propios filósofos podían comprender en parte; y «esotéricas», o sea las que nadie podía comprender. Estas últimas son las que han afectado más profundamente el pensamiento moderno y las que han tenido mayor aceptación en nuestro tiempo.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Eterno</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. Dícese de lo que dura para siempre. Es con mucha timidez que me atrevo a ofrecer esa breve y elemental definición, pues no ignoro la existencia de un enorme volumen del ex obispo de Worcester titulado «Definición Parcial de la Palabra Eterno, Tal Como se Usa en la Versión Autorizada de las Santas Escrituras». Este libro gozó antaño de mucho prestigio en el seno de la Iglesia Anglicana, y creo que todavía se lo estudia con placer para el intelecto y provecho para el alma.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Etnología</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Ciencia que estudia las distintas tribus del Hombre: por ejemplo, ladrones, asaltantes, estafadores, burros, lunáticos, idiotas y etnólogos.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Eucaristía</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Fiesta sagrada de la secta religiosa de los Teófagos. En esta secta surgió una vez una infortunada disputa acerca de lo que comían. Dicha controversia ha causado ya la muerte a quinientas mil personas, sin que la cuestión se haya aclarado.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Evangelista</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Portador de buenas nuevas, particularmente (en sentido religioso) las que garantizan nuestra salvación y la condenación del prójimo.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Excentricidad</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Método de distinción tan vulgar que los tontos lo usan para acentuar su incapacidad.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Excepción</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Cosa que se toma la libertad de diferir de las otras cosas de su clase, como un hombre honesto, una mujer veraz, etc. «La excepción prueba la regla», es un dicho que está siempre en boca de los ignorantes, quienes la transmiten como los loros de uno a otro, sin reflexionar en su absurdo. En latín, la expresión «Exceptio probat regulam» significa que la excepción «pone a prueba» la regla y no que la confirma. El malhechor que vació a esta excelente sentencia de todo su sentido, substituyéndolo por otro diametralmente opuesto, ejerció un poder maligno que parece ser inmortal.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Exceso</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. En moral, indulgencia que hace cumplir, mediante penas apropiadas, la ley de la moderación.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Exceso de trabajo</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Peligrosa enfermedad que afecta a los altos funcionarios que quieren ir de pesca.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Exhortar</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>v</i>. <i>t</i>. En materia religiosa, poner la conciencia de otro en asador y dorarla hasta que su incomodidad se manifieste en un tono pardo de nuez.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Exiliado</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. El que sirve a su país viviendo en el extranjero, sin ser un embajador.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Éxito</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. El único pecado imperdonable contra nuestros semejantes.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Experiencia</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Sabiduría que nos permite reconocer como una vieja e indeseable amistad a la locura que ya cometimos.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Expulsión</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Remedio eficaz para la enfermedad de la charlatanería. Muy usado también en casos de extrema pobreza.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Extinción</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Materia prima con que la teología creó el estado futuro.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Extremidad</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Rama de un árbol o pierna de una mujer norteamericana.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Extremo</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. La posición más alejada, en ambas direcciones del interlocutor.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 16.0px; text-indent: -2.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: center; text-indent: -2.0px;">
<b> F</b></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-indent: -2.0px;">
<b></b><br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-indent: -2.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Famoso</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. Notoriamente miserable.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Fanático</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. Dícese del que obstinada y ardorosamente sostiene una opinión que no es la nuestra.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Fantasma</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Signo exterior e invisible de un temor inferior. Para explicar el comportamiento inusitado de los fantasmas, Heine menciona la ingeniosa teoría según la cual nos temen tanto como nosotros a ellos. Pero yo diría que no tanto, a juzgar por las tablas de velocidades comparativas que he podido compilar a partir de mi experiencia personal. Para creer en los fantasmas, hay un obstáculo insuperable. El fantasma nunca se presenta desnudo: aparece, ya envuelto en una sábana, ya con las ropas que usaba en vida. Creer en ellos, pues, equivale no sólo a admitir que los muertos se hacen visibles cuando ya no queda nada de ellos, sino que los productos textiles gozan de la misma facultad. Suponiendo que la tuvieran, ¿con qué fin la ejercerían? ¿por qué no se da el caso de que un traje camine solo sin un fantasma adentro? Son preguntas significativas, que calan hondo y se aferran convulsivamente a las raíces mismas de este floreciente credo.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Faro</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Edificio elevado sobre una playa, donde el gobierno mantiene un farol y un recomendado político.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Favor</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Breve prólogo a diez volúmenes de exacción.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Fe</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Creencia sin pruebas en lo que alguien nos dice sin fundamento sobre cosas sin paralelo.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Fealdad</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Don de los dioses a ciertas mujeres que pueden ser virtuosas sin ser humildes.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Felicidad</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Sensación agradable que nace de contemplar la miseria ajena.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Felón</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Persona de más empuje que discreción, que al aprovechar una oportunidad ha elegido mal sus cómplices.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Ferrocarril</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. El principal entre los medios mecánicos que nos permiten alejarnos de donde estamos hacia donde no estaremos mejor. El optimista lo prefiere por su rapidez.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Fiador</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Tonto que poseyendo bienes propios se hace responsable de los que otro confía a un tercero. Felipe de Orleans, queriendo designar para un alto cargo a uno de sus favoritos —un noble disoluto—, le preguntó qué garantía podía ofrecer. «No necesito fiador» —repuso el noble— «puesto que puedo daros mi palabra de honor». Divertido, preguntó el Regente: «eso, ¿cuánto vale?» Repuso el noble: «Señor, vale su peso en oro».</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Fidelidad</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Virtud que caracteriza a los que están por ser traicionados.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Fiesta</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Celebración religiosa generalmente caracterizada por la glotonería y la ebriedad, que suele realizarse para honrar a alguien que se distinguió por ser un santo y un abstemio. En la liturgia católica hay fiestas móviles y fijas, pero los celebrantes se quedan invariablemente fijos a la mesa, hasta que se han saciado. En su estadio primitivo, estos entretenimientos asumían la forma de festividades en honor de los muertos; fueron celebradas por los griegos con el nombre de «Nemesia», y también por los aztecas y los incas, y en tiempos modernos son populares entre los chinos; aunque se cree que los muertos de la antigüedad, como los de hoy, comían poco. Entre las numerosas fiestas de los romanos, se encontraban las «Novemdiale», que según Tito Livio, se celebraban cada vez que llovían piedras del cielo.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Filántropo</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Anciano caballero, rico y generalmente calvo, que ha aprendido a sonreír mientras su conciencia le roba los bolsillos.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Filibustero</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Pirata de poco bordo, cuyas anexiones, carecen del mérito santificante de la magnitud.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Filisteo</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Aquel cuya mente es producto de su medio, y cuyos pensamientos y sentimientos están dictados por la moda. A veces es culto, a menudo próspero, generalmente limpio y siempre solemne.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Filosofía</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Camino de muchos ramales que conduce de ninguna parte a la nada.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Finanzas</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Arte o ciencia de administrar ingresos y recursos para la mayor conveniencia del administrador.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Fisonomía</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Arte de determinar el carácter de otro por las semejanzas y diferencias entre su rostro y el nuestro, que es el criterio de la excelencia.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Folletín</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Obra literaria, generalmente una historia que no es verdadera y que se prolonga insidiosamente en varios números de un periódico o una revista. Cada entrega suele venir precedida de un «resumen de lo publicado», para los que no la han leído, pero sería más necesario un «resumen de lo que sigue», para los que no piensan leerlo. Lo mejor sería un resumen de todo. El difunto James F. Brown estaba componiendo un boletín para un semanario en colaboración con un genio cuyo nombre no ha llegado a nosotros. Trabajaban, no conjunta sino alternativamente: una semana Brown escribía un capítulo, a la semana siguiente escribía su amigo, y de este modo pensaban seguir hasta el fin de los tiempos. Infortunadamente se enemistaron, y un lunes por la mañana, cuando Brown leyó el periódico para poder continuar la historia, descubrió que esta había sido interrumpida de un modo calculado para sorprenderlo y herirlo. Su colaborador había embarcado a todos los personajes del relato en un buque y los había hundido en lo más profundo del Atlántico.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Folklore</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Sabiduría popular que abarca mitos y supersticiones. En la obra de Baring Gould, Curiosos Mitos de la Edad Media, el lector encontrará el camino recorrido por muchos de ellos, a través de diversos pueblos y en líneas convergentes hacia un común origen en la remota antigüedad. Uno de los más generales y antiguos de esos mitos es el de «Alí Babá y los Cuarenta Rockefellers».</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Fonógrafo</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Juguete irritante que devuelve la vida a ruidos muertos. Forma pauperis, (expresión latina). «En carácter de pobre», forma de presentación ante un juez que permite a éste fallar sin remordimiento contra quien carece de dinero para pagar un abogado.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Fotografía</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Cuadro pintado por el sol sin previo aprendizaje del arte. Es algo mejor que el trabajo de un apache, pero no tan bueno como el de un indio «cheyenne».</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Frenología</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Ciencia de alivianar el bolsillo a través del cráneo. Consiste en localizar y explotar el órgano con que uno es un tonto.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Frontera</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. En Geografía política, línea imaginaria entre dos naciones que separa los derechos imaginarios de una, de los derechos imaginarios de la otra.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Funeral</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Ceremonia mediante la que demostramos nuestro respeto por los muertos enriqueciendo al sepulturero, y refirmamos nuestra congoja mediante gastos que ahondan nuestros gemidos y duplican nuestras lágrimas.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Futuro</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Época en que nuestros asuntos prosperan, nuestros amigos son leales y nuestra felicidad está asegurada.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 16.0px; text-indent: -2.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: center; text-indent: -2.0px;">
<b> G</b></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-indent: -2.0px;">
<b></b><br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-indent: -2.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Ganso</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Ave que suministra plumas para escribir que, gracias a un proceso oculto de la naturaleza, están impregnadas, en distinta medida, de la energía intelectual y el carácter del ganso, de suerte que al ser entintadas y deslizadas mecánicamente sobre un papel por una persona llamada «autor», resulta una transcripción bastante exacta de los pensamientos y sentimientos del ave. Las diferencias entre un ganso y otro, tal como se manifiestan a través de este ingenioso método, son considerables. Muchos gansos sólo poseen facultades triviales e insignificantes, pero otros son, en realidad, grandes gansos.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Gárgola</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Desagüe saledizo en los tejados de los edificios medievales, que por lo común tiene la forma de una grotesca caricatura de un enemigo personal del arquitecto o del propietario. Esto ocurría sobre todo en las iglesias y edificios eclesiásticos, cuyas gárgolas ofrecían una verdadera «galería de delincuentes» formada por los herejes y disidentes locales. A veces, al entrar en funciones un nuevo deán y un nuevo capítulo, las viejas gárgolas eran reemplazadas por otras, más estrechamente relacionadas con los resentimientos privados de los nuevos titulares.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Gato</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Autómata blando e indestructible que nos da la naturaleza para que lo pateemos cuando las cosas andan mal en el círculo doméstico.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Genealogía</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Estudio de nuestra filiación hasta llegar a un antepasado que no tuvo interés en averiguar la suya.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Generosidad</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Liberalidad del que tiene mucho al permitir que quien no tiene nada, se procure todo lo que pueda. Se afirma que una sola golondrina devora diez millones de insectos por año. Me parece un ejemplo notable de la generosidad con que el Creador provee a la subsistencia de sus criaturas. Henry Ward Beecher.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Generoso</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. Originariamente, esta palabra significaba noble por nacimiento, y se aplicaba rectamente a una gran multitud de personas. Ahora significa noble por naturaleza y va cayendo en desuso.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Geógrafo</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Sujeto que puede explicarnos de primera intención la diferencia entre lo que está fuera del mundo y lo que está adentro.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Geología</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Ciencia de la corteza terrestre, que sin duda incluirá la del interior del globo cuando un charlatán salga de un pozo. Las formaciones geológicas del planeta ya observadas son: el Primario, o inferior, que está formado por rocas, huesos de mulas empantanadas, cañerías de gas, herramientas de mineros, viejas estatuas desnarigadas, doblones y antepasados. El Secundario está constituido principalmente por gusanos colorados y topos. El Terciario comprende vías férreas, pavimentos, hierbas, víboras, botines enmohecidos, botellas de cerveza, latas de tomates, ciudadanos intoxicados, basura, anarquistas e imbéciles.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Glotón</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Persona que escapa a los riesgos de la moderación incurriendo en dispepsia.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Gnóstico</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Miembro de una secta de filósofos que tratan de fusionar a los primitivos cristianos con los platónicos. Los primeros no quisieron entrar en conversaciones, y la combinación falló, con gran fastidio de los promotores.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Gnu</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Animal sudafricano, que en su forma domesticada se parece a un caballo, un búfalo y un ciervo. En estado salvaje, se parece a un rayo, un terremoto y un ciclón.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Gobierno monárquico</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Gobierno.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Gota</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Nombre que da el médico al reumatismo de un paciente rico.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Gracias</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Tres bellas diosas, Aglaia, Thalia y Euphrosyne, que servían gratuitamente a Venus. No costaba nada mantenerlas, porque comían muy poco y se vestían según el tiempo, con la brisa que soplaba en ese momento.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Gramática</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Sistema de trampas cuidadosamente preparadas en el camino por donde el autodidacto avanza hacia la distinción.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Gravitación</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Tendencia de todos los cuerpos a acercarse unos a otros con fuerza proporcional a la cantidad de materia que contienen; la cantidad de materia que contienen se determina por la tendencia a acercarse unos a otros. Bello y edificante ejemplo de cómo la ciencia, después de hacer de A la prueba de B, hace de B la prueba de A.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Guerra</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Subproducto de las artes de la paz. Un período de amistad internacional es la situación política más amenazadora. El estudioso de la historia que no ha aprendido a esperar lo inesperado, puede perder la esperanza de cualquier revelación. La máxima, «En tiempo de paz prepara la guerra» tiene un significado más profundo de lo que parece; quiere decir, no sólo que todas las cosas terrestres tienen un fin, que el cambio es la única ley inmutable y eterna, sino que el terreno de la paz está sembrado con las semillas de la guerra y favorece su germinación y crecimiento.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Cuando Kubla Khan decretó su «majestuoso palacio de placeres», es decir cuando hubo paz en Xanadú y gordos festines, sólo entonces, «oyó a lo lejos Antiguas voces que anunciaban guerra.» (Las dos citas pertenecen a «Kubla Khan», poema inconcluso de Coleridge.) Coleridge era no sólo un gran poeta, sino un hombre sabio, y no en vano recitó esta parábola. Necesitamos menos «manos tendidas por encima de los mares», y algo más de esa desconfianza elemental que constituye la seguridad de las naciones. La guerra se complace en venir como un ladrón en la noche; y la noche está hecha de promesas de amistad eterna.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Guillotina</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Máquina que hace que un francés se encoja de hombros con buen motivo. En su gran obra sobre «Líneas Divergentes de la Evolución Racial», el erudito profesor Brayfugle argumenta que el predominio de ese gesto entre los franceses demuestra que descienden de la tortuga, y que es una simple supervivencia de la costumbre de replegar la cabeza al interior del caparazón. Me desagrada discordar con autoridad tan eminente, pero en mi opinión (detalladamente expuesta en mi obra Emociones Hereditarias, Libro 11, capítulo xi), el encogimiento de hombros es una base demasiado débil para fundamentar una teoría tan importante, puesto que antes de la Revolución, el gesto era desconocido. No dudo que tiene una relación directa con el terror que inspiró la guillotina cuando su uso estaba en auge.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 16.0px; text-indent: -2.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: center; text-indent: -2.0px;">
<b> H</b></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-indent: -2.0px;">
<b></b><br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-indent: -2.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Hábeas Corpus</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Recurso judicial que permite sacar a un hombre de la cárcel cuando lo han encerrado por el delito que no cometió, y no por los que realmente cometió.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Hábitos sacerdotales</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. <i>p</i>. <i>l</i>. Traje abigarrado que usan los payasos de la Corte Celestial.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Hablar</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>v</i>. <i>i</i>. Ser indiscreto sin ser tentado, a partir de un impulso sin propósito.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Hada</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Ser de formas diversas y variados dones que habitaba antiguamente los prados y los bosques. Tenía hábitos nocturnos y era afecta a la danza y al robo de niños. Los naturalistas sostienen que las hadas se han extinguido en la actualidad, aunque un clérigo anglicano vio tres en las proximidades de Colchester, en 1855, al atravesar un parque después de cenar con el dueño de un castillo. El espectáculo lo sobresaltó de tal modo, que sólo pudo dar un relato incoherente. En 1807, una banda de hadas visitó un bosque, cerca de Aix, y se llevó a la hija de un campesino que había entrado allí con un atado de ropas. Por la misma época desapareció el hijo de un adinerado burgués, aunque más tarde regresó. Había presenciado el rapto y perseguido a las hadas. Justinian Gaux, escritor del siglo XIV, asegura que el poder de transformación de las hadas es tan grande que en cierta oportunidad observó cómo una de ellas se convertía en dos ejércitos rivales que libraban una sangrienta batalla; al día siguiente, cuando el hada recuperó su forma original y se marchó, quedaron sobre el terreno setecientos cadáveres que debieron enterrar los campesinos. No aclara si alguno de los heridos sobrevivió. En tiempo de Enrique III de Inglaterra, se promulgó una ley que condenaba a muerte a quien «matare, hiriere o mutilare» un hada. Esa ley fue universalmente acatada.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Hades</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. El mundo interior; residencia de los espíritus difuntos; lugar donde viven los muertos. Entre los antiguos, el Hades no era sinónimo del Infierno, y algunos de los hombres más respetables de la antigüedad residían allí muy cómodamente. En rigor, los propios campos Elíseos eran parte del Hades, aunque más tarde se trasladaron a París. Cuando la versión jacobina del Nuevo Testamento estaba en proceso de evolución, la mayoría de los piadosos sabios ocupados en la obra, insistieron en traducir la palabra griega Aidns como «Infierno»; pero un concienzudo miembro de la minoría se apoderó secretamente de las actas y tachó la objetable palabra donde quiera la encontró. En la próxima reunión, el obispo de Salisbury, revisando la obra, se paró de un salto y exclamó, muy excitado: «¡Señores, alguien ha abolido el infierno!» Años despues el prelado pudo morir en paz reflexionando que (con la ayuda de la Providencia) había realizado un aporte útil e inmortal al inglés cotidiano.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Halo</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. En sentido lato, anillo luminoso que rodea un cuerpo astronómico; frecuentemente se lo confunde con la «aureola» o «nimbo», fenómeno bastante similar que usan a modo de tocado los santos y las divinidades. El halo es una ilusión puramente óptica, producida, como el arcoiris, por la humedad del aire; mientras que la aureola es conferida como signo de extraordinaria santidad, del mismo modo que la mitra de un obispo o la tiara del papa. En el cuadro La Natividad de Szedgkin, piadoso artista de Pesth, aparecen con el nimbo no sólo la Virgen y el Niño, sino un asno que come heno del pesebre sagrado y que, dicho sea en su perdurable honor, parece sobrellevar la insólita distinción con toda la gracia de un santo.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Harmonistas</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Secta de protestantes, ahora extinguidos, que llegaron de Europa a comienzos del siglo XVIII y se distinguieron por la ferocidad de sus controversias y disensiones internas.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Hibernar</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>v</i>. <i>i</i>. Pasar el invierno en reclusión doméstica. Las creencias populares sobre la hibernación de distintos animales son numerosas y raras. Muchos creen que el oso hiberna todo el invierno y subsiste lamiéndose mecánicamente las zarpas. Se admite que en la primavera sale de su retiro, tan flaco, que tiene que probar dos veces antes de proyectar una sombra. Hace tres o cuatro siglos, en Inglaterra, se daba por sentado que las golondrinas pasan el invierno entre el lado del fondo de los arroyos, agrupadas en masas globulares. La suciedad de ese medio, al parecer, las ha hecho desistir de semejante costumbre. En Asia Central, Sotus Escobius descubrió toda una tribu que practica la hibernación. Algunos investigadores creen que el ayuno de cuaresma fue originariamente una forma de hibernación a la que la Iglesia dio significado religioso.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Híbrido</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Diferencia conciliada.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Hidra</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Animal que en los antiguos catálogos figura bajo muchos encabezamientos.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Hiena</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Bestia reverenciada por algunos pueblos orientales, gracias a su costumbre de saquear los cementerios. Lo mismo hacen los estudiantes de medicina.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Hígado</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Órgano rojo, de gran tamaño, que la naturaleza nos da previsoramente para permitirnos ser biliosos. Los sentimientos y emociones que asientan en el corazón —como sabe ahora todo anatomista literario— infestaban el hígado según creencias más antiguas; e inclusive Gascoygne, hablando del costado emocional de la naturaleza humana, lo llama «nuestra parte hepática». En una época se le consideró la sede de la vida; de ahí su nombre (en ingles «liver», vividor). Para el ganso, el hígado es un don del cielo; sin él no podría suministrarnos el «paté de foie».</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Hilo</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Tela cuya fabricación, cuando está hecha de cáñamo, acarrea un gran desperdicio de cáñamo.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Hipogrifo</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Animal, ahora extinguido, que era mitad caballo y mitad grifo. El grifo en sí era un animal compuesto, mitad león y mitad águila. El hipogrifo, pues, sólo era un cuarto de águila, o sea dos dólares con cincuenta céntimos en oro. El estudio de la zoología está lleno de sorpresas.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Hipócrita</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. El que profesando virtudes que no respeta se asegura la ventaja de parecer lo que desprecia.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Historia</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Relato casi siempre falso de hechos casi siempre nimios producidos por gobernantes casi siempre pillos o por militares casi siempre necios.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Historiador</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Chismoso de trocha ancha.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Hogar</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Hogar, amargo hogar.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Hombre</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Animal tan sumergido en la extática contemplación de lo que cree ser, que olvida lo que indudablemente debería ser. Su principal ocupación es el exterminio de otros animales y de su propia especie que, a pesar de eso, se multiplica con tanta rapidez que ha infestado todo el mundo habitable, además del Canadá.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Homeópata</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Humorista de la medicina.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Homeopatía</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Escuela de medicina que está a mitad de camino entre la alopatía y la Ciencia Cristiana. Esta última es muy superior a todas las otras, pues puede curar enfermedades imaginarias, cosa que resulta imposible a las demás.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Homicidio</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Muerte de un ser humano por otro ser humano.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Hay cuatro clases de homicidio: felón, excusable, justificable y encomiable, aunque al muerto no le importa mucho si lo han incluido en una o en otra; la distinción es para uso de abogados.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Honorable</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. Dícese de lo que está afligido por un impedimento en su capacidad general. En las cámaras legislativas se acostumbra dar el título de «honorable» a todos los miembros. V.g.: «El honorable diputado es un perro sarnoso».</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Hospitalidad</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Virtud que nos induce a alojar y alimentar a personas que no necesitan alojamiento ni alimento.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Hostilidad</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Sentimiento exacerbado de la superpoblación terrestre. Puede ser activa o pasiva. Es activa, por ejemplo, la hostilidad de una mujer hacia sus amigas; y pasiva, la que alberga hacia todas las demás mujeres.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Huérfano</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Persona a quien la muerte ha privado de la posibilidad de ingratitud filial, privación que toca con singular elocuencia todas las cuerdas de la simpatía humana. Cuando es joven, el huérfano es enviado a un asilo, donde cultivando cuidadosamente su rudimentario sentido de la ubicación, se le enseña a conservar su lugar. Luego se lo instruye en las artes de la dependencia y el servilismo y finalmente se lo suelta para que vaya a vengarse del mundo convertido en lustrabotas o en sirvienta.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Humanidad</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. La raza humana, colectivamente, con exclusión de los poetas antropoides.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Humildad</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Paciencia inusitada para planear una venganza que valga la pena.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Humillación</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Actitud mental decente y habitual en presencia del dinero o el poder. Peculiarmente apropiada en un empleado cuando se dirige a su patrón.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Humorista</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Plaga que habría ablandado la gélida rudeza de corazón del Faraón, incitándolo a liberar a los hijos de Israel y a mandarlos rápidamente a su país, con sus mejores deseos.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Huracán</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Manifestación atmosférica antes muy común, pero que hoy es reemplazada generalmente por el tornado y el ciclón. El huracán goza todavía de preferencia popular en las Indias Occidentales, y algunos marinos anticuados lo prefieren. Se usa también para construir la cubierta superior de los vapores, pero en términos generales puede decirse que la utilidad del huracán ha sobrevivido al huracán mismo.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Hurí</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Atractiva señora que habita el paraíso mahometano, alegrando las horas del buen musulmán, cuya creencia en las huríes es síntoma de un noble descontento con su esposa terrestre que, según él, no tiene alma. Se dice que las esposas no aprecian a las huríes.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 16.0px; text-indent: -2.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: center; text-indent: -2.0px;">
<b> I</b></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-indent: -2.0px;">
<b></b><br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-indent: -2.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>I.</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Primera letra del alfabeto, primera palabra del idioma, primer pensamiento de la mente, primer objeto del afecto; en gramática inglesa, es el pronombre «yo». Se dice que su plural es «nosotros», pero cómo puede existir más de un yo, es algo que resulta más claro a los 72 gramáticos que al autor de este incomparable diccionario. La concepción de dos yoes es difícil, pero magnífica. El uso franco aunque elegante del «yo» distingue a un buen escritor de uno malo; éste lo asume como un ladrón que quiere esconder el botín bajo la capa.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Idiota</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Miembro de una vasta y poderosa tribu cuya influencia en los asuntos humanos ha sido siempre dominante. La actividad del Idiota no se limita a ningún campo especial de pensamiento o acción, sino que «satura y regula el todo». Siempre tiene la última palabra; su decisión es inapelable. Establece las modas de la opinión y el gusto, dicta las limitaciones del lenguaje, fija las normas de la conducta.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Ignorante</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Persona desprovista de ciertos conocimientos que usted posee, y sabedora de otras cosas que usted ignora.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Ilusión</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Madre de una respetabilísima familia, que incluye al Entusiasmo, el Afecto, la Abnegación, la Fe, la Esperanza, la Caridad y muchos otros vástagos igualmente virtuosos.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Ilustre</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. Favorablemente situado para recibir las flechas de la malicia, la envidia y la calumnia.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Imaginación</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Depósito de mercaderías que poseen en común los poetas y los mentirosos.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Imbecilidad</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Especie de inspiración divina o fuego sagrado que anima a los detractores de este diccionario.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Imparcial</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. Incapaz de percibir promesa de ventaja personal en la adhesión a uno de los bandos de una controversia, o en la adopción de una entre dos ideas en conflicto.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Impenitencia</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Estado de ánimo intermedio, en el tiempo, entre el pecado y el castigo.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Impiedad</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Irreverencia del prójimo hacia mis dioses.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Imposición</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Acto de bendecir o consagrar imponiendo las manos: ceremonia común a muchos sistemas eclesiásticos, pero que es realizada con máxima sinceridad por la secta de los Ladrones.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Impostor</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Rival que también aspira a los honores públicos.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Imprevisión</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Satisfacción de las necesidades de hoy con las rentas de mañana.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Impunidad</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Riqueza.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Inadmisible</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. Que no merece ser considerado. Dícese de ciertos testimonios que los jurados son incapaces de apreciar, y que en consecuencia los jueces rechazan, aun en procedimientos de los que son los únicos árbitros. La evidencia de oídas es inadmisible, porque la persona a quien se cita no ha prestado juramento y no puede ser interrogada por el tribunal; no obstante, la evidencia de oídas sirve diariamente de fundamento a las más importantes acciones, militares, políticas, comerciales y de cualquier otra clase. No existe en el mundo una religión que no se funde en la evidencia de oídas. La revelación es evidencia de oídas; que las Escrituras sean la palabra de Dios, es cosa que sabemos solamente por el testimonio de hombres muertos hace mucho tiempo, cuya identidad no está claramente establecida y que no prestaron ningún tipo de juramento. Según las reglas de la evidencia judicial ninguna de las afirmaciones de la Biblia sería admisible ante un tribunal. Tampoco podría probarse que la batalla de Blenheim se libró, que existió Julio César, que hubo un imperio asirio. En cambio, y puesto que los archivos judiciales constituyen evidencia admisible, puede probarse fácilmente que han existido poderosos y perversos magos que fueron un azote para la humanidad. La evidencia (confesiones inclusive) que sirvió para condenar y ejecutar por hechiceras a ciertas mujeres, no tenía fallas; aun hoy es inatacable. Las decisiones judiciales fundadas en ella eran justas dentro de la lógica y la ley. Nada está mejor probado ante un tribunal que los cargos de brujería que llevaron a tantos a su muerte. Si las brujas no existieran, el testimonio humano y la razón humana carecerían igualmente de valor.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Inauspiciosamente</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>adv. De manera poco promisoria, por ser desfavorables los auspicios. Antes de emprender cualquier acción importante, los romanos acostumbraban obtener de los augures algún dato sobre el probable resultado; uno de los métodos de adivinación más dignos de confianza consistía en observar el vuelo de las aves, y los pronósticos que de ahí surgían se llamaban auspicios. Periodistas y algunos lexicógrafos dan a la palabra el sentido de «patrocinio» o «dirección», verbigracia: «Las celebraciones se realizaron bajo los auspicios de la Antigua y Venerable Orden de Ladrones de Cadáveres» o «Los festejos fueron auspiciados por los Caballeros del Hambre».</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Incompatibilidad</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. En el matrimonio, semejanza de gustos, en particular el gusto por la dominación. La incompatibilidad, sin embargo, puede asumir la forma de una pacífica madre de familia que vive a la vuelta de la esquina. Se conocen algunas incompatibilidades con bigote.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Incompatible</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. Incapaz de existir en presencia de otra cosa. Dos cosas son incompatibles cuando el mundo del ser tiene espacio suficiente para una, pero no para las dos: por ejemplo, la poesía de Walt Whitman y la misericordia de Dios con el hombre. Las palabras «Señor, somos incompatibles» reemplazan con ventaja a la vulgar expresión «Vaya a bañarse; si lo veo de nuevo, lo mato».</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Inconducta</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Infracción de la ley que posee menos dignidad que la felonía y no autoriza el ingreso en la mejor sociedad criminal.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Incubo</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Miembro de una raza de demonios extraordinariamente impúdicos que, aunque no del todo extinguidos, han conocido mejores noches. Para una descripción completa de los «incubi» y los «succubi» (y también de las «incubae» y las «succubae»), consultar el Liber Demonorum de Protassus (Paris, 1328), donde hay muchas informaciones curiosas que estarían fuera de lugar en un diccionario destinado a servir de texto en las escuelas públicas. Víctor Hugo relata que en las Islas del Canal de la Mancha, el propio Satanás (sin duda tentado más que en otros sitios por la belleza de las mujeres) suele hacerse el íncubo, con gran alarma y escándalo de las buenas señoras que, en términos generales, quieren ser fieles a sus votos matrimoniales. Cierta dama acudió al párroco para averiguar cómo podría, en la oscuridad, distinguir al osado intruso de su marido. El santo varón le aconsejó tocarle la frente para ver si llevaba cuernos; Hugo es lo bastante descortés como para insinuar sus dudas sobre la eficacia del método.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Indice</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Dedo que se usa generalmente para señalar a los malechores.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Indecisión</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Factor principal del éxito, porque como dice Sir Thomas Brewbold, «sólo hay una manera de no hacer nada, y muchas maneras de hacer algo, y entre estas una sola es la correcta; de ahí que el indeciso que se queda quieto tiene menos probabilidades de equivocarse que quien se lanza a la acción». —Su rápida decisión de atacar —le dijo cierta vez el general Grant al general Gordon Granger— fue admirable. Sólo tuvo usted cinco minutos para decidirse. —Si, señor —respondió el victorioso subordinado—, es importante saber lo que debe hacerse en una emergencia. Cuando no sé si atacar o retirarme, jamás vacilo: tiro al aire una moneda. —¿Quiere decir que eso es lo que acaba de hacer?— Si, mi general, pero le ruego no reprenderme. Desobedecí a la moneda.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Indefenso</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. Incapaz de atacar.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Independiente</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. En política, enfermo de autorrespeto. Es término despectivo.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Indigestión</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Enfermedad que el paciente y sus amigos suelen tomar por profunda convicción religiosa e interés en la salvación de la humanidad. Como dijo el sencillo Piel Roja del desierto: «Yo bien no reza; gran dolor barriga, mucho Dios».</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Indiscreción</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Culpa de las mujeres.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Indultar</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>v</i>. <i>t</i>. Remitir una pena y devolver al acusado a una vida criminal. Agregar a la fascinación del crimen la tentación de la ingratitud.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Ineficaz</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. Dícese de lo que no está calculado para favorecer nuestros intereses.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Infiel</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. y <i>s</i>. Dícese, en New York, del que no cree en la religión cristiana; en Constantinopla, del que cree. Especie de pillo que no reverencia adecuadamente ni mantiene a teólogos, eclesiásticos, papas, pastores, canónigos, monjes, mollahs, vudús, hierofantes, prelados, obíes, abates, monjas, misioneros, exhortadores, diáconos, frailes, hadjis, altos sacerdotes, muecines, brahamanes, hechiceros, confesores, eminencias, presbíteros, primados, prebendarios, peregrinos, profetas, imanes, beneficiarios, clérigos, vicarios, arzobispos, obispos, priores, predicadores, padres, abadesas, calógeros, monjes mendicantes, curas, patriarcas, bonzos, santones, canonesas, residenciarios, diocesanos, diáconos, subdiáconos, diáconos rurales, abdalas, vendedores de hechizos, archidiáconos, jerarcas, beneficiarios, capitularios, sheiks, talapoins, postulantes, escribas, gurús, chantres, bedeles, fakires, sacristanes, reverendos, revivalistas, cenobitas, capellanes, mudjoes, lectores, novicios, vicarios, pastores, rabís, ulemas, lamas, derviches, rectores, cardenales, prioresas, sufragantes, acólitos, párrocos, sulíes, muftis y pumpums.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Infralapsario</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. El que se atreve a creer que Adán no tenía necesidad de pecar, si no quería; por oposición a los supralapsarios que sostienen que su caída estaba decretada desde el comienzo. A los infralapsarios se les llama a veces supralapsarios, sin que ello altere la importancia o lucidez de sus opiniones sobre Adán.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Injusticia</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. De todas las cargas que soportamos o imponemos a los demás, la injusticia es la que pesa menos en las manos y más en la espalda.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Inferiae</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>s (latín). Entre los griegos y los romanos, sacrificios propiciatorios de los Dei Manes, o almas de los héroes muertos. Los piadosos antiguos no pudieron inventar dioses suficientes para satisfacer sus necesidades espirituales, y debieron recurrir a un número de deidades de relleno que fabricaban con los materiales menos promisorios. Fue mientras sacrificaba un buey al espíritu de Agamenón que Laiaides, sacerdote de Áulide, se vio favorecido por la aparición del espectro de ese ilustre guerrero, quien le narró proféticamente el nacimiento de Cristo y el triunfo del cristianismo, dándole además una reseña rápida, pero pasablemente completa, de los acontecimientos hasta el reinado de San Luis. El relato terminó abruptamente en ese punto, debido al desconsiderado canto de un gallo, que obligó al espectral Rey de Hombres a volver al trote al Hades. Esta historia tiene 78 un delicado sabor medieval, y como no se ha podido rastrear su origen más allá del padre Brateille, piadoso aunque oscuro escritor de la Corte de San Luis, probablemente no nos equivocaremos si la consideramos apócrifa, aunque monseñor Capel piense otra cosa.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Influencia</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. En política, un quo ilusorio que se da a cambio de un quid sustancial.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Infortunio</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Especie de fortuna que siempre llega.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Ingenio</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Sal con que el humorista americano arruina su cocina intelectual, al omitirla.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Ingenuidad</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Seductora cualidad que alcanzan las mujeres mediante largo estudio e intensa práctica con sus admiradores varones, que de buena gana la confunden con el sencillo candor de sus hijos.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Ingrato</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. El que recibe un beneficio de otro, o es objeto de una caridad cualquiera.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Injuria</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Ofensa que sigue en gravedad a un desdén.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Inmigrante</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Persona inculta que piensa que un país es mejor que otro.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Inmoral</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. Impráctico. Todo lo que resulta poco práctico para los hombres, llega a ser considerado perverso e inmoral. Si las nociones humanas del bien y del mal tuvieran otra base que la utilidad; si se originaran, o pudieran originarse, de otro modo; si las acciones tuvieran en sí mismas un carácter moral independiente de sus consecuencias; entonces toda la filosofía sería una mentira, y la razón una enfermedad de la mente.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Innato</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. Natural, inherente, como las ideas innatas, que poseemos al nacer, porque nos fueron dadas antes de venir al mundo. La doctrina de las ideas innatas es una de las más admirables creencias de la filosofía, siendo ella misma una idea innata y por lo tanto irrefutable, aunque Locke neciamente creyó «ponerle un ojo en compota». Al número de las ideas innatas ya clasificadas, debemos agregar la creencia en nuestra capacidad para dirigir un diario, en la grandeza de nuestro país, en la superioridad de nuestra civilización, en la importancia de nuestros asuntos personales y en el interés que nuestras enfermedades presentan para los demás.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Inscripción</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Una cosa escrita sobre otra cosa. Hay muchas clases de inscripciones, pero en general están destinadas a conmemorar la fama de alguna persona ilustre y transmitir a épocas distantes el recuerdo de sus servicios y virtudes. A esta clase de inscripciones, pertenece el nombre de John Smith, escrito a lápiz sobre el monumento a Washington. He aquí algunos ejemplos de inscripciones recordatorias en lápidas (ver Epitafio). Mi cuerpo yace en el suelo Mas el alma subió al cielo; Pero el Día llegará Y mi cuerpo se alzará Para que del cielo goce. 1812. Ella sufrió sin queja su dolencia Fue inútil el auxilio de la ciencia; La muerte de pesares la libró; Con su esposo en el Cielo se reunió. «Aquí yace Jeremías Arbol. Fue abatido el 9 de mayo de 1862 a los 27 años, 4 meses y 12 días. Indígena.»</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Insensible</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. Dotado de gran fortaleza para soportar los males que aquejan a los demás. Cuando le dijeron a Zenón que uno de sus enemigos había muerto, se lo vio profundamente conmovido. —¡Qué! —exclamó uno de sus discípulos— ¿Lloras la muerte de un enemigo?—Ah, es cierto —repuso el gran estoico— Pero deberías verme sonreír ante la muerte de un amigo.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Insignias</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Distintivos, joyas y trajes de órdenes antiguas y venerables como: los Caballeros de Adán; los Visionarios del Divino Blablá; la Antigua Orden de los Modernos Trogloditas; la Liga de la Santa Farsa; la Dorada Falange de los Falangistas Marsupiales; la Gentil Sociedad de Vagabundos Expurgados; la Mística Alianza de Exquisitos Regalianos; las Damas y Caballeros del Perro Amarillo; la Oriental Orden de los Hijos de Occidente; La Orfandad de los Insufribles; los Guerreros de Arco Largo; los Guardianes de la Gran Cuchara de Cuerno; la Banda de Bestias; la Impenitente Orden de Azotadores de Esposas; la Sublime Legión de Conspicuos Rimbombantes; los Adoradores del Santuario Galvanoplástico; los Inaccesibles Resplandecientes; los Jenízaros del Pavorreal; la Gran Cábala de Sedentarios; la Fraternidad de los Verrugosos; la Cooperativa del Candelero; los Discípulos Militantes de la Fe Oculta; los Caballeros Defensores del Perro Doméstico; los Guardianes de la Letrina Mística; la Misteriosa Orden del Manuscrito Indescifrable; Los Monarcas del Mérito y el Hambre; los Prelados de la Bañera y la Espada.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Insurrección</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Revolución fallida. Fracaso de opositores que pretenden reemplazar un gobierno malo por otro desastroso.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Intemperie</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Lugar donde ningún gobierno ha podido cobrar impuestos. Su función principal es inspirar a los poetas.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Intención</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Conciencia del predominio que un grupo de influencias ejerce en nuestro espíritu sobre otro grupo de influencias. Efecto cuya causa es la inminencia, real o supuesta, de un acto involuntario.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Intérprete</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. El que permite a dos personas de distinto idioma comprenderse, repitiendo a cada una lo que convendría al intérprete que dijera la otra.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Interregno</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Período durante el cual una monarquía es gobernada por un lugar aún tibio en el almohadón de un trono. La experiencia de permitir que ese lugar se enfríe ha dado generalmente malos resultados, en virtud del entusiasmo que despliegan, para volver a calentarlo, numerosas personas dignas.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Intimidad</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Relación a que son providencialmente arrastrados los necios a fin de destruirse.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Inventor</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Persona que construye un ingenioso ordenamiento de ruedas, palancas, y resortes, y cree que eso es civilización.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Ira</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Enojo de grado y cualidad superiores que corresponde a personajes encumbrados y a ocasiones importantes: como «la ira de Dios», «los días de ira», etc. Los antiguos consideraban sagrada la ira de los reyes y de los sacerdotes, porque generalmente podía manifestarse a través de un dios. Los griegos frente a Troya fueron tan hostigados por Apolo, que saltaron de la sartén de la ira de Crises al fuego de la cólera de Aquiles, aunque Agamenón, el único ofensor, no resultó asado ni quemado. Inmunidad parecida gozó David cuando incurrió en la cólera de Yahveh por censar a su pueblo, del que setenta mil pagaron la pena con sus vidas. En la actualidad Dios es Amor y los censistas pueden cumplir su trabajo sin temor al desastre.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Irreligión</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. La más importante entre las grandes creencias de este mundo.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 16.0px; text-indent: -2.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: center; text-indent: -2.0px;">
<b> J</b></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-indent: -2.0px;">
<b></b><br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-indent: -2.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>J.</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>una consonante en ingles, pero algunas naciones la usan como vocal, lo que es el colmo del absurdo. Su forma original, que ha sido apenas modificada, era la de la cola de un perro apaleado; en realidad, no era una letra, sino un signo que representaba al verbo latino «jacere», «tirar», porque la cola de perro asume esa forma cuando le tiran una piedra. Tal es el origen de esta letra, según lo ha explicado el prestigioso Dr. Jocolpus Bumer, de la Universidad de Belgrado, quien divulgó sus conclusiones sobre el tema en una obra de tres volúmenes en cuarto y se suicidó al enterarse de que en el alfabeto romano la J no tenía cola.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Jábega</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Red barredera. Para atrapar peces se hace con una malla gruesa y ruda; las mujeres se atrapan más fácilmente mediante un tejido singularmente delicado que lleva, a modo de plomada, pequeñas piedras talladas.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Jineta</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. En el ejército, insignia que permite distinguir a un oficial del enemigo; o sea, del oficial de grado inmediatamente inferior que ascendería gracias a su muerte.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Juramento</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. En derecho, solemne promesa ante Dios, que la conciencia debe cumplir so pena de perjurio.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Justicia</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Artículo más o menos adulterado que el Estado vende al ciudadano a cambio de su lealtad, sus impuestos y sus servicios personales.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Juventud</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Período de lo Posible, cuando Arquímedes encuentra un punto de apoyo. Casandra tiene quien la escuche y siete ciudades compiten por el honor de mantener a un Homero viviente.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 16.0px; text-indent: -2.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: center; text-indent: -2.0px;">
<b> K</b></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-indent: -2.0px;">
<b></b><br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-indent: -2.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Kilt</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Traje que suelen usar los escoceses en Norteamérica y los norteamericanos en Escocia.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Korán</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Libro que los mahometanos, neciamente, creen escrito por inspiración divina, pero que los cristianos consideran una perversa impostura, contraria a las Sagradas Escrituras.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 16.0px; text-indent: -2.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: center; text-indent: -2.0px;">
<b> L</b></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-indent: -2.0px;">
<b></b><br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-indent: -2.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Ladrón</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Comerciante candoroso. Se cuenta de Voltaire que una noche se alojó, con algunos compañeros de viaje, en una posada del camino. Después de cenar, empezaron a contar historias de ladrones. Cuando le llegó el turno a Voltaire dijo:—Hubo una vez un Recaudador General de Impuestos —y se calló. Como los demás lo alentaron a proseguir, añadió:—Ese es el cuento.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Ladrón de cadáveres</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. El que despoja de gusanos los sepulcros. El que provee a los médicos jóvenes lo que los médicos viejos han provisto al enterrador. La hiena.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Lamentable</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. Estado de un enemigo o adversario después de un encuentro imaginario con uno mismo.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Laocoonte</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Famosa escultura antigua que representa a un sacerdote de ese nombre y a sus dos hijos entre los anillos de dos monstruosas serpientes. El arte y diligencia con que el anciano y sus muchachos sostienen a las serpientes y las obligan a realizar su tarea constituyen una de las más nobles ilustraciones artísticas del dominio de la inteligencia humana sobre la inercia bruta.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Lástima</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Sensación de inmunidad, inspirada por el contraste.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Legal</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. Compatible con la voluntad del juez competente.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Lenguaje</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Música con que encantamos las serpientes que custodian el tesoro ajeno.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Lexicógrafo</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Individuo pestilente que so pretexto de registrar un determinado estadio en el desarrollo de una lengua, hace lo que puede para detener su crecimiento, quitarle flexibilidad y mecanizar sus métodos. El lexicógrafo, después de escribir su diccionario, se convierte en «autoridad», cuando su función es simplemente hacer una recopilación y no dictar una ley. El natural servilismo de la inteligencia humana, al investirlo de un poder judicial, renuncia a su derecho a la razón y se somete a una mera crónica como si fuera un estatuto legal. Basta, por ejemplo, que el diccionario catalogue a una palabra de buena ley como «obsoleta» u «obsolescente», para que pocos hombres se atrevan a usarla en adelante, por mucho que la necesiten y por conveniente que sea. De este modo el empobrecimiento se acelera y el idioma decae. Por el contrario, el escritor audaz y cultivado que sabe que el idioma crece por innovación —cuando crece—, y fabrica nuevas palabras o usa las viejas en un sentido poco familiar, encuentra pocos adeptos. Enseguida le señalan agriamente que «eso no está en el diccionario», aunque antes de aparecer el primer lexicógrafo (¡que Dios lo perdone!) nadie había usado una palabra que estuviera en el diccionario. En la época de oro del idioma inglés, cuando de labios de los grandes isabelinos brotaban palabras que formaban su propio significado, evidente en su sonido mismo, cuando eran posibles un Shakespeare y un Bacon, y el idioma, que hoy muere rápidamente por una punta y se renueva despacio por la otra, crecía vigoroso y se conservaba dulce como la miel y fuerte como un león, el lexicógrafo era una persona desconocida, y el diccionario una obra para cuya creación el Creador no lo había creado.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Libertad</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Uno de los bienes más preciosos de la Imaginación, que permite eludir cinco o seis entre los infinitos métodos de coerción con que se ejerce la autoridad. Condición política de la que cada nación cree tener un virtual monopolio. Independencia. La distinción entre libertad e independencia es más bien vaga, los naturalistas no han encontrado especímenes vivos de ninguna de las dos.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Libertino</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. El que ha corrido tras el placer con tanto ardor, que tuvo la desgracia de pasarlo de largo.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Libro de recortes</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Libro editado por un tonto con las tonterías que se dicen sobre él.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Ligas</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Bandas elásticas destinadas a impedir que una mujer salga de sus medias y devaste el país.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Lío</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Salario de la coherencia.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Lira</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Antiguo instrumento de tortura. Hoy la palabra se usa figuradamente con el sentido de facultad poética.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Litigante</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Persona que está por entregar la piel con la esperanza de conservar los huesos.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Lobisón</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Lobo que fue una vez, o es a veces, un hombre. Todos los lobisones tienen un carácter maligno, pues han asumido una forma bestial para gratificar un apetito bestial; pero algunos, transformados por artes de brujería, son tan humanos como lo permite su gusto adquirido por la carne humana. En cierta oportunidad, unos campesinos bávaros capturaron un lobo, lo ataron por la cola a un poste y como era de noche, se fueron a dormir. A la mañana siguiente, el lobo había desaparecido. Muy perplejos, consultaron al cura local, quien les dijo que el cautivo era indudablemente un lobisón, y que había reasumido su forma humana durante la noche. —La próxima vez que atrapéis un lobo —dijo el buen hombre— encadenadlo por la pata, y a la mañana siguiente encontraréis un luterano.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Loco</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. Dícese de quien está afectado de un alto nivel de independencia intelectual; del que no se conforma a las normas de pensamiento, lenguaje y acción que los conformantes han establecido observándose a sí mismos; del que no está de acuerdo con la mayoría; en suma, de todo lo que es inusitado. Vale la pena señalar que una persona es declarada loca por funcionarios carentes de pruebas de su propia cordura. Por ejemplo, el ilustre autor de este Diccionario no se siente más convencido de su salud mental que cualquier internado en un manicomio, y —salvo demostración en contrario— es posible que en vez de la sublime ocupación a que cree dedicar sus facultades, esté golpeando los puños contra los barrotes de un asilo y afirmando ser Noé Webster, (autor del diccionario Webster) ante la inocente delectación de muchos espectadores desprevenidos.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Locuacidad</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Dolencia que vuelve al paciente incapaz de contener la lengua cuando uno quiere hablar.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Locura</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Ese «don y divina facultad» cuya energía creadora y ordenadora inspira el espíritu del hombre, guía sus actos y adorna su vida.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Locomaquia</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Guerra en que las armas son palabras y las heridas, pinchazos en la vejiga natatoria de la autoestima; especie de lucha en que al vencedor se le niega la recompensa de la victoria porque el vencido es inconsciente de su derrota.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Longevidad</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Prolongación poco común del temor a la muerte.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Lord</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. En la sociedad norteamericana, turista inglés de rango superior al de un viajante de comercio. La palabra «Lord», que significa Señor, se usa también a veces como título del Supremo Hacedor; pero en esto prima la lisonja sobre la reverencia.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Luminaria</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. El que arroja luz sobre un tema; verbigracia, un secretario de redacción cuando no escribe sobre ese tema.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Lunario</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Habitante de la luna. No debe confundirse con el lunático, que es habitado por la luna. Los lunarios han sido descritos por Luciano, Locke y otros observadores, que no se han puesto mayormente de acuerdo. Bragellos, por ejemplo, afirma que son anatómicamente idénticos al hombre, mientras que el profesor Newcomb asegura que se parecen más a los tribeños de Vermont.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Lunes</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. En los países cristianos, el día que sigue al partido de béisbol.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>LL.D.</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>ras que designan el título de «Legumastuciorum Doctor», o sea erudito en leyes, provisto de astucia legal.( significa, en realidad, «Legum Doctor», doctor en Leyes.). Pero esta derivación resulta sospechosa si se tiene en cuenta que antiguamente el título se abreviaba ££.d. (Libras y peniques) , y era conferido solamente a caballeros adinerados. Actualmente, la Universidad de Columbia considera la posibilidad de crear otro título para clérigos, en lugar del antiguo D.D. (significa «Divinitatis Doctor», doctor en teología) o «Damnator Diaboli». El nuevo honor será conocido como «Sanctorum Custus», y se escribirá $$ cts. El reverendo John Satán ha sido propuesto como primer destinatario del título.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Lógica</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Arte de pensar y razonar en estricta concordancia con los límites e incapacidades de la incomprensión humana. La base lógica es el silogismo, que consiste en una premisa mayor, una menor y una conclusión, por ejemplo: «Mayor»: Sesenta hombres pueden realizar un trabajo sesenta veces más rápido que un solo hombre. .«Menor»: Un hombre puede cavar un pozo para un poste en sesenta segundos. «Conclusión»: Sesenta hombres pueden cavar un pozo para un poste en un segundo. Esto es lo que puede llamarse el silogismo matemático, con el cual, combinando lógica y matemática, obtenemos una doble certeza y somos dos veces benditos.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 16.0px; text-indent: -2.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: center; text-indent: -2.0px;">
<b> M</b></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-indent: -2.0px;">
<b></b><br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-indent: -2.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Macho</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Miembro del sexo insignificante. El macho de la especie humana es generalmente conocido (por la mujer) como Simple Hombre. El género tiene dos variedades: buenos proveedores y malos proveedores.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Macrobiano</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Olvidado de los dioses que alcanza una edad muy avanzada. La historia nos da numerosos ejemplos, desde Matusalén hasta el Old Parr, pero algunos casos notables de longevidad son menos conocidos. Un campesino calabrés llamado Coloni vivió tanto que llegó a tener un vislumbre de la paz universal. Scanavius dice que conoció a un obispo tan viejo que era capaz de recordar una época en que colgarlo hubiera sido una injusticia. En 1566, un tejedor de Bristol, Inglaterra, declaró que había vivido quinientos años, y que en todo ese tiempo jamás había dicho una mentira. En nuestro país también hay un caso de longevidad (macrobiosis). El senador Chauncey Depew es tan viejo que se ha vuelto inteligente. El Director de The American, periódico neoyorquino, tiene una memoria que se remonta a la época en que era un pillo, aunque no se remonta al hecho mismo de que era un pillo. El presidente de los Estados Unidos nació hace tanto tiempo que muchos de los amigos de su juventud han escalado altas posiciones políticas y militares sin el concurso de méritos personales.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Magia</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Arte de convertir la superstición en moneda contante y sonante. Hay otras artes que sirven al mismo fin, pero el discreto lexicógrafo no las nombra.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Magnético</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. Dícese de lo que sufre la influencia del magnetismo.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Magnetismo</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Lo que ejerce influencia sobre algo magnético. Estas dos definiciones están condensadas de la obra de un millar de eminentes hombres de ciencia, que han arrojado sobre el tema una luz deslumbrante, con indecible progreso del conocimiento humano</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Magnífico</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. Dotado de esplendor o grandeza superiores a los que el espectador está habituado; por ejemplo, las orejas de un asno para un conejo, o la gloria de una luciérnaga para un simple gusano.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Magnitud</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Tamaño. Como la magnitud es puramente relativa, nada es grande y nada es pequeño. Si todo lo que compone el universo aumentara su tamaño en un millar de diámetros, nada sería más grande que antes, pero si una sola cosa permaneciera igual, todas las otras serían más grandes de lo que fueron. Para un intelecto familiarizado con la relatividad de la magnitud y la distancia, los espacios y las masas del astrónomo no serían más impresionantes que las del microscopista. Al fin y al cabo, nadie nos asegura que el universo visible no sea una pequeña parte de un átomo, con sus iones componentes, flotando en el fluido vital (o en el éter luminífero) de un vasto animal. Posible mente las menudas criaturas que pueblan los corpúsculos de nuestra propia sangre experimenten la emoción debida al contemplar las impensables distancias que los separan.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Majestad</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Condición y titulo de rey, considerados con justo desprecio por los Muy Eminentes Grandes Maestres, Grandes Cancilleres, e lmperiales Potentados de las antiguas y honorables órdenes de la América republicana.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Malechor</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. El principal factor en el progreso de la raza humana.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Malthusiano</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. Relativo a Malthus y sus doctrinas. Malthus creía en la necesidad de limitar artificialmente la población, pero descubrió que eso no podía hacerse hablando. Uno de los exponentes más prácticos del malthusianismo fue Herodes de Judea, aunque todos los militares famosos han participado de esas ideas.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Malla (de baile)</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Prenda del vestuario teatral destinada a reforzar con una particular publicidad el entusiasmo general del agente de prensa. Durante algún tiempo, la atención del público se desvió de esta prenda para concentrarse en la negativa de Miss Lillian Russell a usarla. Se hicieron muchas conjeturas sobre sus motivos, hasta que una actriz rival, Pauline Hall, sugirió —dando muestras de notable ingenio y reflexión— que la naturaleza no había dotado a Miss Russell de bellas piernas. El intelecto masculino no pudo aceptar esa teoría, pero la mera idea de que existiera una pierna femenina defectuosa era tan prodigiosamente original que figuró entre las mayores hazañas de la especulación filosófica. Es extraño que en toda esta controversia nadie haya pensado en atribuir a «pudor» la actitud de Miss Russell. La naturaleza de ese sentimiento no es muy bien comprendida en la actualidad, e incluso es difícil decir con el vocabulario que nos queda, de qué se trata. Recientemente, sin embargo, ha resucitado el estudio de las artes perdidas, y algunas de ellas se han recuperado. Esta es una época de renacimientos, y cabe esperar que el primitivo «rubor» sea rescatado de su escondite entre las tumbas de la antigüedad y devuelto al escenario en alas de un silbido.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Mamíferos</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Familia de vertebrados cuyas hembras, en estado natural, amamantan a su cría, pero cuando se vuelven civilizadas e inteligentes la dan a la nodriza o usan el biberón.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Mamón</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Dios de la religión que predomina en el mundo. Su templo principal se halla en la santa ciudad de Nueva York.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Maná</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Alimento dado milagrosamente a los israelitas en el desierto. Cuando no lo recibieron más, se afincaron y labraron la tierra, fertilizándola, por regla general, con los cadáveres de sus primitivos ocupantes.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Manes</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Partes inmortales de los griegos y romanos que morían.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Experimentaban un sordo malestar hasta que los cuerpos de donde habían exhalado se quemaban y enterraban. Después de esto, tampoco lograban sentirse particularmente felices.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Maniqueísmo</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Antigua doctrina persa según la cual hay guerra incesante entre el Bien y el Mal. Cuando el Bien abandonó la lucha, los persas se pasaron a la oposición victoriosa.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Mano</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Instrumento singular que se usa al extremo de un brazo humano, y que por lo general se encuentra metida en un bolsillo ajeno.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Maquinación</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Método empleado por nuestros enemigos para anular nuestro declarado y honroso esfuerzo por hacer lo justo.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Marido</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. El que después de cenar debe encargarse de lavar el plato.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Mártir</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Alguien que avanza hacia una muerte deseada siguiendo el camino de la menor repugnancia.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Más</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. Grado comparativo de demasiado.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Masonería</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Orden de ritual secreto, grotescas ceremonias y extravagantes ropas, a la que, tras su fundación por los artesanos de Londres bajo el reinado de Carlos II, han adherido los muertos de los pasados siglos, en incesante retroceso. Actualmente abarca todas las generaciones del hombre, de Adán acá, y está reclutando distinguidos adeptos entre los habitantes precreacionales del Caos y del Vacío. Informe. La orden fue creada en diferentes épocas por Carlomagno, Julio César, Ciro, Salomón, Zoroastro, Confucio, Thotmés y Buda. Sus emblemas y símbolos se han encontrado en las catacumbas de París y Roma, en las piedras del Partenón y la Gran Muralla China, entre los templos de Karnak y Palmira, y en las pirámides egipcias. El descubridor fue siempre un masón.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Matar</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>v</i>. <i>t</i>. Crear una vacante sin designar un sucesor.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Matrimonio</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Condición o estado de una comunidad formada por un amo, un ama y dos esclavos, todos los cuales suman dos.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Mausoleo</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. La última y más divertida locura de los ricos.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Mayonesa</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Uno de los aderezos que usan los franceses en lugar de la religión del estado.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Maza</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Bastón que en la función pública denota autoridad. Su forma, que es la de un pesado garrote, indica su propósito primitivo, que era calmar a los disidentes.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Meandro</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Curva sinuosa. Toma su nombre de un río situado unas ciento cincuenta millas al sur de Troya, que cambia de curso para no oír a griegos y troyanos jactarse de sus hazañas.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Medalla</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Pequeño disco de metal que se da en premio de virtudes, hazañas o servicios más o menos auténticos. A Bismarck le dieron una medalla por rescatar valerosamente a una persona que se ahogaba. Cuando le preguntaron el significado de la medalla, respondió: «A veces salvo vidas». Otras veces hacía lo contrario.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Médico</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Alguien a quien lanzamos nuestras súplicas cuando estamos enfermos, y nuestros perros cuando nos hemos curado.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Mendaz</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. Aficionado a la retórica.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Mendigar</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>v</i>. <i>t</i>. Pedir algo con intensidad proporcional a la creencia de que no será otorgado.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Mendigo</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. El que ha confiado en la ayuda de los amigos.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Menor</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. Menos objetable.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Mente</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Misteriosa forma de la materia segregada por el cerebro. Su principal actividad parece consistir en el esfuerzo por determinar su propia naturaleza, tentativa que parece fútil, puesto que la mente, para conocerse, no dispone de otra cosa que sí misma.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Metralla</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Argumento que el futuro prepara en respuesta a las demandas del socialismo americano.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Metrópoli</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Baluarte del provincialismo.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Mesmerismo</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Nombre dado al Hipnotismo antes que empezara a vestir con elegancia, tuviera carruaje e invitara a cenar a la Incredulidad.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Mi,</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>n. Caso objetable del pronombre personal de primera persona, que tiene tres casos: dominativo, objetable y opresivo. Cada uno de ellos es los otros dos.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Milagro</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Acontecimiento inexplicable y extraño al orden natural, como ganar con un póker de ases y un rey contra un póker de reyes y un as.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Milenio</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Feriado de mil años a cuyo término se clavará la tapa, con todos los reformistas adentro.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Ministro</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Agente de un poder superior con una responsabilidad inferior. En diplomacia, funcionario enviado a un país extranjero como encarnación visible de la hostilidad de su soberano por ese país. El principal requisito para ser ministro es un grado de plausibilidad en la mentira apenas inferior al de un embajador.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Mío</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. Lo que me pertenece, siempre que pueda apropiármelo.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Misericordia</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Daga que en la guerra medieval usaba el infante para recordar a un caballero desmontado por su cabalgadura que él también era mortal.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Misericordia</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Virtud que aman los delincuentes sorprendidos.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Miss</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Título con que marcamos a las mujeres solteras para indicar que están disponibles en el mercado. Miss, Misses (Mrs.), y Mister (Mr.) me parecen las tres palabras más desagradables de la lengua inglesa, tanto por su sonido como por su sentido. Las dos primeras son una corrupción de «Mistress» y la tercera de «Master». Mientras los demás títulos han sido abolidos en nuestro país, estos sobreviven para complicarnos la vida. Si fuera indispensable conservarlos, deberíamos ser coherentes y encontrar uno que designe al hombre soltero. Me atrevo a sugerir la palabra Mush ( abreviada Mh., (Mush significa harina de maíz).</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Mitad</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Una de las dos partes en que una cosa puede dividirse o considerarse dividida. En el siglo XIV teólogos y filósofos discutieron acaloradamente si la Omnisciencia podía partir un objeto en tres mitades; y el piadoso padre Aldrovinus rogó públicamente en la catedral de Rouen porque Dios demostrara la afirmativa de la proposición en alguna forma notable e inconfundible (preferiblemente, si le pluguiera, en el cuerpo de ese empedernido blasfemador, Manutius Procinus, quien sostenía la negativa). Procinus, sin embargo, fue preservado para morir de una mordedura de serpiente.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Mitología</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Conjunto de creencias de un pueblo primitivo relativas a su origen, héroes y dioses, por oposición a la historia verdadera, que inventa más tarde.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Moda</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Déspota a quien los sabios ridiculizan y obedecen.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Mojigata</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Celestina que se oculta a espaldas de su conducta.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Molécula</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Ultima e indivisible unidad de la materia. Se distingue del corpúsculo, que también es la última e indivisible unidad de la materia, por una semejanza más estrecha con el átomo que es, asimismo, la última e indivisible unidad de la materia. Las tres grandes teorías científicas de la estructura del universo son la molecular, la corpuscular y la atómica. Una cuarta postula, con Haeckel, la condensación o precipitación de la materia a partir del éter, cuya existencia es probada por esa condensación o precipitación. La corriente actual del pensamiento científico se inclina hacia la teoría de los iones. El ión difiere de la molécula, el corpúsculo y el átomo en el hecho de ser un ión. Una quinta teoría es sostenida por los idiotas, pero es dudoso que ellos sepan algo más sobre la materia que los otros.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Momia</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Egipcio antiguo, usado antaño como remedio en todas las naciones civilizadas y que ahora provee al arte de un excelente pigmento. También resulta cómoda en los museos para satisfacer la vulgar curiosidad que distingue al hombre de los animales inferiores.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Mónada</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Ultima e indivisible unidad de la materia (ver Molécula). Según Leibniz, y en la medida en que él parece dispuesto a ser comprendido, la mónada tiene cuerpo sin volumen, y mente sin manifestación; Leibniz la reconoce gracias a la facultad innata de la reflexión y ha fundado sobre la mónada una teoría del universo, que ella soporta sin resentimiento, porque es una dama. Pequeña como es, la mónada contiene todas las potencialidades necesarias para convertirse en un filósofo alemán de primera categoría. No confundir la mónada con el microbio o el bacilo; pertenece a una especie muy diferente, como lo demuestra un buen microscopio al no poder detectarla.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Monarca</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Persona que se ocupa de reinar. Antiguamente el monarca era el único amo, como lo indica la etimología de la palabra y como aprendieron, a costa de sí mismos, muchos súbditos. En Rusia y Oriente el Monarca retiene todavía una considerable influencia en los asuntos públicos y en el destino final de las cabezas humanas, pero en Europa Occidental la administración pública corre por cuenta de los ministros, mientras el monarca reflexiona sobre el destino de su propia cabeza.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Mono</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Animal arbóreo que se instala en los árboles genealógicos.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Monosilábico</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. Dícese del idioma compuesto de palabras de una sola sílaba, para uso de bebes literarios que nunca se cansan de expresar, mediante un adecuado gugu, el placer que les causa ese alimento insípido. Las palabras monosilábicas son por lo común sajonas, es decir el idioma de un pueblo bárbaro, desprovisto de ideas que sólo puede experimentar sentimientos y emociones elementales.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Monseñor</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Alto título eclesiástico, en cuyas ventajas no reparó el fundador de nuestra religión.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Monumento</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Estructura destinada a conmemorar algo que no necesita conmemoración o no puede ser conmemorado. Como dijo el poeta. «Los huesos de Agamenón son ofrecidos en espectáculo, mientras su regio monumento yace en ruinas». Pero la fama de Agamenón no es afectada por eso. La costumbre monumentaria alcanza sus «reductiones ad absurdum» en los monumentos «a los muertos desconocidos», que perpetúan la memoria de aquellos que no han dejado memoria.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Moral</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. Conforme a una norma de derecho local y mudable. Cómodo.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Dícese que existe en el Este una cadena de montañas y que a un lado de ella ciertas conductas son inmorales, pero que del otro lado son tenidas en alta estima; esto resulta muy ventajoso para el montañés, porque puede bajar ora de un lado, ora del otro, y hacer lo que le plazca, sin ofensa. («Meditaciones de Gooke»).</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Muerto</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. Dícese de lo que ha concluido el trabajo de respirar; de lo que ha acabado para todo el mundo; de lo que ha llevado hasta el fin una enloquecida carrera; y de lo que al alcanzar la meta de oro, ha descubierto que era un simple agujero.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Mujer</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Animal que suele vivir en la vecindad del Hombre, que tiene una rudimentaria aptitud para la domesticación. Algunos de los zoólogos más viejos le atribuyen cierta docilidad vestigial adquirida en una antigua época de reclusión, pero los naturalistas del postfeminismo, que no saben nada de esa reclusión, niegan semejante virtud y declaran que la mujer no ha cambiado desde el principio de los tiempos. La especie es la más ampliamente distribuida de todas las bestias de presa; infecta todas las partes habitables del globo, desde las dulces montañas de Groenlandia hasta las virtuosas playas de la India. El nombre que se le da popularmente (mujer lobo) es incorrecto, porque pertenece a la especie de los gatos. La mujer es flexible y grácil en sus movimientos, especialmente Ia variedad norteamericana (Felis pugnans), es omnívora, y puede enseñársele a callar.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Mulato</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Hijo de dos razas, que se avergüenza de ambas.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Multitud</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Muchedumbre. Fuente de sabiduría y virtud políticas. En una república, objeto de adoración del estadista. «En una multitud de consejeros está la sabiduría», dice el proverbio. Si muchos hombres de igual sabiduría individual resultan más sabios que cualquiera de ellos, debe ser que adquieren ese exceso de sabiduría por el simple hecho de reunirse. ¿De dónde viene? Evidentemente, de ninguna parte. Lo mismo valdría decir que una cadena de montañas es más alta que las montañas individuales que la componen. Una multitud es tan sabia como el más sabio de sus miembros, siempre que éste sea obedecido; de lo contrario es tan necia como el más necio entre ellos.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Murmurar</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>v</i>. <i>t</i>. Decir cómo encuentra uno a otro cuando el otro no puede encontrarlo a uno.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Mustang</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Caballo indócil de las planicies occidentales. En la sociedad británica, esposa norteamericana de un noble inglés.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 16.0px; text-indent: -2.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: center; text-indent: -2.0px;">
<b> N</b></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-indent: -2.0px;">
<b></b><br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-indent: -2.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Nacimiento</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Primero y más terrible de todos los desastres. Sobre su naturaleza, hay distintas opiniones. Cástor y Pólux nacieron de un huevo. Pallas, de un cráneo. Galatea, de un bloque de piedra, Peresilis, autor del siglo X, asegura que brotó del suelo donde un sacerdote había derramado agua bendita. Es sabido que Arimaxus surgió de un agujero hecho por un rayo en la tierra. Leucomedón era hijo de una caverna en el Monte Etna, y yo personalmente he visto a un hombre salir de una bodega.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Nariz</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Ultimo puesto avanzado de la cara. Getius, cuyos escritos son anteriores a la era del humor, observó que todos los grandes conquistadores tienen grandes narices, y pensó que la nariz era el órgano de la sujeción. Se ha observado que la nariz de alguien nunca se siente tan feliz como cuando está metida en los asuntos de otro; de aquí infieren algunos fisiólogos que la nariz carece del sentido del olfato.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Néctar</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Bebida que consumían los dioses en los banquetes olímpicos. El secreto de su preparación se ha perdido, pero los modernos habitantes de Kentucky creen saber cuál era su ingrediente principal.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Negativa</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Acción de no dar lo que se pide; verbigracia, cuando una anciana solterona niega su mano a un pretendiente rico y buen mozo; un concejal, una concesión importante a una corporación; un sacerdote, la absolución a un rey impenitente; etcétera. Las negativas se gradúan en una escala descendente de finalidad, a saber: 1a negativa absoluta, la negativa condicional, la negativa de sondeo y la negativa femenina, que algunos casuistas llaman negativa afirmativa.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Negro</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. «Piece de résistance» en el problema político norteamericano. Los republicanos lo representan por la letra n y llegan a la siguiente ecuación: «Supongamos que n = hombre blanco». La fórmula, sin embargo, parece dar un resultado insatisfactorio.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Nepotismo</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Práctica que consiste en designar a la propia abuela para un cargo público, por el bien del partido.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Newtoniano</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. Perteneciente a la filosofía del universo inventada por Newton, quien descubrió que una manzana siempre termina por caer al suelo, aunque no pudo explicar por qué. Sus sucesores y discípulos han progresado tanto que son capaces de decir cuándo.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Nihilista</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Ruso que niega la existencia de todo, menos de Tolstoi. El jefe de esta escuela es Tolstoi.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Niñez</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Período de la vida humana intermedio entre la idiotez de la primera infancia y la locura de la juventud, a dos pasos del pecado de la adultez, y a tres del remordimiento de la ancianidad.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Nirvana</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. En la religión budista, estado de aniquilamiento agradable, otorgado a los sabios, particularmente a los que son lo bastante sabios para comprenderlo.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Noble</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Invención provista por la naturaleza para que las doncellas norteamericanas adineradas y ambiciosas puedan incurrir en distinción social y padecer la «high life».</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>No Combatiente</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Un cuáquero muerto.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Notoriedad</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Fama de nuestro adversario en la lucha por un cargo público. El tipo de renombre más accesible y aceptable para la mediocridad. Escala de jacob que conduce a un escenario de vodevil, con ángeles que suben y bajan.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Noúmeno</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Lo que existe, por oposición a lo que, meramente pareciendo existir, recibe el nombre de fenómeno. El noúmeno es bastante difícil de localizar; sólo puede ser aprehendido mediante un proceso de razonamiento… que es un fenómeno. No obstante, el descubrimiento y exposición del noúmeno abre un amplio campo para lo que llama Lewis «la interminable variedad y excitación del pensamiento filosófico». ¡Viva pues el noúmeno!</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Novela</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. (En inglés, romance, novela de aventuras más o menos fantásticas. por oposición a «novel», novela realista ). Cuento inflado. Especie de composición que guarda con la literatura la misma relación que el panorama guarda con el arte. Como es demasiado larga para leer de un tirón, las impresiones producidas por sus partes sucesivas son sucesivamente borradas, como en un panorama. La unidad, la totalidad del efecto, es imposible porque aparte de las escasas páginas que se leen al final, todo lo que queda en la mente es el simple argumento de lo ocurrido antes. La novela realista es al relato fantástico lo que la fotografía es a la pintura. Su principio básico, la verosimilitud, corresponde a la realidad literal de la fotografía, y la ubica dentro del periodismo; mientras que la libertad del relato fantástico no tiene más límites que la imaginación del narrador. Los tres principios esenciales del arte literario son imaginación, imaginación e imaginación. El arte de escribir novelas, en la medida en que pudo llamarse arte, ha muerto hace mucho en todo el mundo, salvo en Rusia, donde es nuevo. Paz tengan sus cenizas… algunas de las cuales aún se venden mucho.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Novela fantástica</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Obra de ficción que no rinde pleitesía al Dios de las Cosas que Son. En la novela, el pensamiento del escritor está atado a la verosimilitud, como un caballo al palenque, pero en la novela fantástica se pasea a voluntad por todo el reino de la imaginación, libre, sin ley, sin rienda ni freno. Nuestro novelista es una pobre criatura (como diría Carlyle), un simple reportero. Puede inventar los personajes y la trama, pero no imaginar algo que no pueda ocurrir, aunque toda su narración sea una candorosa mentira. Por qué se impone esta dura condición y «arrastra a cada paso una cadena cada vez más larga», que él mismo ha forjado, es algo que tratará de explicarnos en diez volúmenes, sin iluminar en absoluto su negra y absoluta ignorancia en la materia. Hay grandes novelas, porque grandes escritores han desperdiciado su talento para escribirlas, pero lo cierto es que la ficción más fascinante que existe sigue siendo «Las mil y Una Noches».</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Noviembre</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Décimoprimer duodécimo del tedio.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 16.0px; text-indent: -2.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: center; text-indent: -2.0px;">
<b> O</b></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-indent: -2.0px;">
<b></b><br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-indent: -2.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>O bien</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>modo</i>, <i>adv</i>. O mal.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Observatorio</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Lugar donde los astrónomos disuelven en conjeturas las adivinanzas de sus predecesores.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Obsoleto</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. Lo que ya no usan los tímidos. Se aplica principalmente a las palabras. La palabra que cualquier diccionario califica como obsoleta se convierte en objeto de terror para el escritor necio, pero si es una palabra buena y no tiene equivalente moderno igualmente bueno, la usará el buen escritor. En realidad, la actitud de un escritor hacia las palabras «obsoletas» es un índice de su capacidad literaria tan bueno como cualquier otro, salvo el carácter de su obra.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Obstinado</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. Inaccesible a la verdad, tal como se manifiesta en el esplendor y la fuerza de nuestras creencias. El prototipo popular de la obstinación es la mula, animal muy inteligente.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Ocasional</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. Dícese de lo que nos aflige con mayor o menor frecuencia. No es el caso de los «versos ocasionales», que nos afligen con regularidad —y con más crueldad que otras clases de versos— en los aniversarios y otras celebraciones.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Occidente</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Parte del mundo situada al oeste (o al este) de Oriente. Está habitada principalmente por Cristianos, poderosa subtribu de los Hipócritas, cuyas principales industrias son el asesinato y la estafa, que disfrazan con los nombres de «guerra» y «comercio». Esas son también las principales industrias de Oriente.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Océano</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Extensión acuática que ocupa dos tercios del mundo hecho para el hombre, que casualmente carece de branquias.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Ociosidad</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Granja modelo donde el diablo experimenta las semillas de nuevos pecados y promueve el crecimiento de los vicios básicos.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Odio</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Sentimiento cuya intensidad es proporcional a la superioridad que lo provoca.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Ofensivo</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. Lo que produce emociones o sensaciones desagradables, como el avance de un ejército hacia su enemigo.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>—¿Usted cree que el enemigo ha usado una táctica ofensiva? — preguntó el rey.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>—¡Por cierto!—replicó el general defraudado— ¡Los malditos no han querido salir de su trinchera!</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Oleaginoso</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. Aceitoso, resbaladizo, escurridizo. Disraeli en cierta oportunidad describió los modales del obispo Wilberforce como «untuosos, oleaginosos, saponíficos». A partir de entonces el buen prelado fue conocido como Sam el Jabonoso. Para cada hombre, existe en el vocabulario una palabra capaz de pegársele como una segunda piel. Sus enemigos no tienen más que encontrarla.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Olímpico</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. Relativo a una montaña de Tesalia, antaño habitada por los dioses, y ahora depósito de diarios amarillos, botellas de cerveza y destripadas latas de sardinas que atestiguan la presencia del turista y de su apetito.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Olvido</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Estado en que los malos cesan de luchar y los tristes reposan. Eterno basurero de la fama. Cámara fría de las más altas esperanzas. Lugar donde los autores ambiciosos reencuentran sus obras sin orgullo, y a sus superiores sin envidia. Dormitorio desprovisto de reloj despertador.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Ópera</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Espectáculo que representa la vida en otro mundo cuyos habitantes no tienen más idioma que el canto, más movimiento que el ademán y más postura que la actitud. Toda actuación teatral es simulación y la palabra simulación deriva de simio, o mono; pero en la ópera el actor toma por modelo al Simia audibilis (o Pithecanthropos stentor), es decir al mono que aúlla.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Opio</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Puerta que no está cerrada con llave en la prisión de la Identidad. Conduce al patio de la cárcel.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Oponer,</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>v. Ayudar con obstrucciones y objeciones.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Oportunidad</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Ocasión favorable para atrapar un desengaño.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Oposición</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. En política, el partido que impide que el gobierno se desenfrene, desjarretándolo. El rey de Ghargarou, que había estado en el extranjero para estudiar la ciencia del gobierno, designó a un centenar de sus súbditos más gordos miembros de un parlamento que debía legislar sobre la recaudación de impuestos. A cuarenta de ellos los nombró Partido de la Oposición y dispuso que su Primer Ministro los instruyera cuidadosamente en la tarea de oponerse a toda iniciativa regia. Sin embargo, el primer proyecto puesto a votación fue aprobado por unanimidad. Muy descontento, el rey lo vetó, informando a los miembros de la Oposición que si volvían a hacer eso, pagarían con la cabeza. En el acto, los cuarenta opositores se hicieron el harakiri.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>—¿Y ahora? —preguntó el rey— Es imposible mantener las instituciones liberales sin un partido de Oposición.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>—Esplendor del Universo —replicó el Primer Ministro—, es cierto que esos perros de las tinieblas ya no tienen sus credenciales, pero no todo está perdido. Confía el asunto a este gusano del polvo. Seguidamente el Primer Ministro hizo embalsamar y rellenar de paja los cadáveres de los opositores de Su Majestad y los clavó a las bancas legislativas. En lo sucesivo, cada ley fue aprobada con cuarenta votos en contra, y la nación prosperó. Pero un día el ejecutivo remitió un proyecto de impuesto a las verrugas y fue derrotado, porque a nadie se le había ocurrido clavar también a sus bancas a los legisladores oficialistas… Esto enfureció tanto al rey, que el Primer Ministro fue ejecutado, el parlamento disuelto con una batería de artillería, y el gobierno del pueblo, por el pueblo, para el pueblo desapareció de Ghargarou para siempre.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Optimismo</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Doctrina o creencia de que todo es hermoso, inclusive lo que es feo; todo es bueno, especialmente lo malo; y todo está bien dentro de lo que está mal. Es sostenida con la mayor tenacidad por los más acostumbrados a una suerte adversa. La forma más aceptable de exponerla es con una mueca que simula una sonrisa. Siendo una fe ciega, no percibe la luz de la refutación. Enfermedad intelectual, no cede a ningún tratamiento, salvo la muerte. Es hereditaria, pero afortunadamente no es contagiosa.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Optimista</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Partidario de la doctrina de que lo negro es blanco. En cierta oportunidad un pesimista pidió auxilio a Dios. Ah —dijo Dios—, tú quieres que yo te devuelva la esperanza, la alegría.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>—No —replicó el pesimista—. Me bastaría si crearas algo que las justificara.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>—El mundo ya está todo creado —repuso Dios—, pero te olvidas de algo: la mortalidad del optimista.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Oratoria</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Conspiración entre el lenguaje y la acción para defraudar al entendimiento. Tiranía atenuada por la taquigrafía.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Ordenado</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. Sujeto al orden, como un sedicioso colgado de un farol.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Ostra</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Molusco viscoso que los hombres civilizados tienen la audacia de comer sin quitarle las entrañas. Las valvas suelen darse a los pobres.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 16.0px; text-indent: -2.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: center; text-indent: -2.0px;">
<b> P</b></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-indent: -2.0px;">
<b></b><br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-indent: -2.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Paciencia</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Forma menor de la desesperación, disfrazada de virtud.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Pagano</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Ser descarriado que incurre en la locura de adorar lo que puede ver y sentir.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Palacio</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Residencia bella y costosa, particularmente la de un gran funcionario. La residencia de un alto dignatario de la Iglesia se llama palacio; la del fundador de su religión se llamaba pajar o pesebre. El progreso existe.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Palillos de incienso.</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Pajuelas que queman los chinos, en el ejercicio de sus payasadas paganas, imitando ciertos ritos sagrados de nuestra santa religión.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Palma</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Arbol. Una de sus variedades más difundidas y más asiduamente cultivadas es la «palma pruriginosa» (Palma hominis). Este noble vegetal exuda una especie de goma invisible, que puede detectarse aplicando a la corteza una moneda de oro o de plata. El metal se adhiere con notable tenacidad. Los frutos de la palma pruriginosa son tan amargos e insatisfactorios, que un porcentaje considerable suelen regalarse en forma de «beneficencia».</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Pandemonium</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Literalmente, Lugar de Todos los Demonios. La mayoría de ellos han ido a refugiarse en la política y las finanzas, y el lugar se usa ahora como salón de conferencias del Reformador Vocinglero. Cuando son perturbados por su voz, los antiguos ecos clamorean apropiadas respuestas que halagan mucho su orgullo.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Panegírico</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Elogio de una persona que tiene las ventajas del dinero o del poder; o que ha tenido la deferencia de morirse.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Pantalón</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Prenda que cubre la parte inferior del adulto civilizado de sexo masculino. Es de forma tubular y no posee goznes en los puntos de flexión. Se supone que fue inventado por un humorista.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Panteísmo</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. La doctrina de que todo es Dios, por oposición a la doctrina de que Dios es todo.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Pantomima</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Representación teatral en que se narra una historia sin hacer violencia al lenguaje. Es la forma menos desagradable de acción dramática.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Pañuelo</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Pequeño cuadrado de seda o de hilo, que se usa para varias funciones innobles alrededor de la cara, y resulta especialmente útil en los velatorios para resaltar la ausencia de lágrimas. El pañuelo es de invención reciente; nuestros antepasados, que no lo conocían, usaban la manga. Cuando Shakespeare lo introduce en «Otelo», incurre en un anacronismo: Desdémona se limpiaba la nariz con las faldas, mientras que el doctor Walker y otros reformadores de nuestros días lo hacen con los faldones de la levita —prueba de que las revoluciones a veces retroceden.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Paraíso</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Lugar donde los malvados cesan de perturbarnos hablando de sus asuntos personales, y los buenos escuchan con atención mientras exponemos los nuestros.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Pasado</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Pequeña fracción de la eternidad de la que tenemos un leve y lamentable conocimiento. Una línea móvil llamada Presente lo separa de un período imaginario llamado Futuro. Estas dos grandes porciones de la Eternidad una de las cuales borra continuamente a la otra, son eternamente distintas. Una está oscurecida por la pena y el desengaño, la otra iluminada por la prosperidad y la alegría. El Pasado es la región de los sollozos, el Futuro, el reino del canto. En uno se acurruca la Memoria, vestida con un sayal, la cabeza cubierta de ceniza, musitando plegarias penitenciales; en la luz solar del otro vuela la Esperanza llamándonos a los templos del éxito y los pabellones del placer. Sin embargo, el Pasado es el Futuro de ayer, el Futuro es el Pasado de mañana. Son una misma cosa: el conocimiento y el sueño.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Pasaporte</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Documento que se inflige traidoramente a un ciudadano que sale de su país, denunciándolo como extranjero y exponiéndolo al ultraje y la reprobación.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Pasatiempo</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Artificio para la representación de «misterios» en que el principal actor es trasladado al cielo. En los Estados Unidos, el patíbulo es notable por la cantidad de personas que escapan a él.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Patriota</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. El que considera superiores los intereses de la parte a los intereses del todo. Juguete de políticos e instrumento de conquistadores.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Patriotismo</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Basura combustible dispuesta a arder para iluminar el nombre de cualquier ambicioso. En el famoso diccionario del doctor Johnson, el patriotismo se define como el último recurso de un pillo. Con el respeto debido a un lexicógrafo ilustre, aunque inferior, sostengo que es el primero.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Pavo</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Ave de gran tamaño cuya carne, al ser comida en ciertos aniversarios religiosos, tiene la singular propiedad de testimoniar devoción y gratitud.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Paz</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. En política internacional, época de engaño entre dos épocas de lucha.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Peatón</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Para un automóvil, parte movediza (y audible) del camino.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Pedigré</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Parte conocida del camino que conduce de un antepasado arbóreo con una vejiga natatoria, a un descendiente urbano con un cigarrillo.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Peligro</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Bestia salvaje que el hombre desprecia cuando está dormida, y de la que huye cuando despierta.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Pena capital</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Castigo de cuya justicia y eficacia dudan muchas personas dignas, inclusive los asesinos.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Pérdida</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Privación de lo que teníamos, o de lo que no teníamos. Así, se dice de un candidato derrotado que «perdió la elección»; o del eminente poeta Gilder que «perdió la chaveta».</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Peregrino</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Viajero a quien se toma en serio. Padre Peregrino: aquél que abandonó Europa en 1620 porque no lo dejaban cantar salmos con la nariz, y viajó en pos de ese órgano hasta Massachussetts, donde pudo personificar a Dios según los dictados de su conciencia.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Pereza</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Injustificada dignidad de modales en una persona de baja categoría.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Perfección</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Estado o cualidad imaginarios que se distinguen de lo real por un elemento llamado excelencia. Atributo de los críticos. El director de una revista inglesa recibió una carta que criticaba sus opiniones y su estilo, firmada «Perfección». Rápidamente garabatea al pie: «No estoy de acuerdo con usted» y se la remitió a Matthew Arnold.[escritor inglés (1822-1888) definió la cultura como la busca de la perfección]</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Peripatético</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. Que camina de aquí para allá. Relativo a la filosofía de Aristóteles quien, al exponerla, caminaba de un lado a otro, para eludir las objeciones de sus discípulos. Precaución innecesaria, ya que ellos ignoraban el tema tanto como él.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Perogrullada</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Elemento fundamental y gloria insigne de la literatura popular. Un pensamiento que ronca en palabras que humean. Sabiduría de un millón de necios en boca de un tonto. Sentimiento fósil en roca artificial. Moraleja sin fábula. Todo lo que es mortal de una verdad fenecida. Pocillo de moralina y leche. Rabadilla de un pavo real desplumado. Medusa que se marchita al borde del mar del pensamiento.Cacareo que sobrevive al huevo. Epigrama desecado.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Perorata</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Explosión de un cohete oratorio. Encandila, mas para un observador de nariz apropiada, su rasgo distintivo es el olor de las distintas clases de pólvora con que ha sido preparada.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Perro</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Especie de Divinidad adicional o suplementaria, destinada a recibir el excedente del fervor religioso del mundo. Este Ser Divino, en algunas de sus encarnaciones más pequeñas y sedosas, ocupa en el corazón de la Mujer el lugar a que ningún hombre aspira. El Perro es una supervivencia, un anacronismo. No trabaja, ni hila, pero Salomón en toda su gloria jamás yació todo el día en una estera, engordando al sol, mientras su amo trabajaba para poder comprar un ocioso meneo de la cola salomónica y una mirada de tolerante reconocimiento</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Perseverancia</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Virtud interior que permite al mediocre alcanzar un éxito sin gloria.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Pesimismo</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Filosofía impuesta al observador por el desalentador predominio del optimista, con su esperanza de espantapájaros y su abominable sonrisa.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Piano</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Utensilio de salón para domar al visitante impenitente.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Se hace funcionar deprimiendo las teclas y el espíritu de los oyentes.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Picota</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Artificio mecánico para infligir distinción personal, prototipo del moderno periódico dirigido por personas de austera virtud y vida intachable.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Piel roja</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Indio norteamericano cuya piel no es roja, al menos por afuera.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Pillo</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Tonto considerado bajo otro aspecto. Hombre cuyas cualidades, preparadas para la exhibición como una caja de fresas en un mercado —las mejores arriba— han sido abiertas del lado que no corresponde. Un caballero al revés.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Pintura</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Arte de proteger de la intemperie superficies planas, y de exponerlas a los críticos.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Piratería</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Comercio sin los pañales de la fantasía, tal como Dios lo hizo.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Pirronismo</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Antigua filosofía, que toma el nombre de su inventor.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Predicaba una absoluta incredulidad en todo, salvo el pirronismo. Esa última incredulidad ha sido agregada por sus expositores modernos.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Placer</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. La forma menos detestable del tedio.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Plaga</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. En la antigüedad, castigo colectivo infligido a los inocentes para iluminar a sus gobernantes, como en el caso muy conocido de Faraón el Inmune. Las plagas que nos azotan hoy no son felizmente otra cosa que la manifestación casual de una Naturaleza perversa, pero insensata.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Plagiar</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Asumir el pensamiento o el estilo de otro escritor, a quien uno jamás ha leído.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Plagio</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Coincidencia literaria entre una prioridad carente de mérito y una posterioridad honorable.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Planear</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>v t. Preocuparse por el mejor método de conseguir un resultado casual.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Platónico</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. Relativo a la filosofía de Sócrates. Amor platónico es el nombre que dan los tontos al afecto entre una incapacidad y una helada.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Plebeyo</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Romano antiguo que en la sangre de su país no manchaba nada más que las manos. A diferencia del patricio, que era una solución saturada.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Plebiscito</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Votación popular para establecer la voluntad del amo.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Pleito</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Máquina en la que se entra en forma de cerdo y se sale en forma de salchicha.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Plenipotenciario</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. Provisto de plenos poderes. Un ministro plenipotenciario es un diplomático a quien se otorga absoluta autoridad con la condición de que nunca la ejerza.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Pleonasmo</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Ejército de palabras que escolta a un sargento de pensamiento.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Plomo</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Metal pesado, de color gris azulado, que se usa mucho para dar estabilidad a los amantes livianos, particularmente a los que aman mujeres ajenas. El plomo es también muy útil como contrapeso de un argumento tan sólido que inclina la balanza de la discusión hacia el lado del adversario. Un hecho interesante en la química de la controversia internacional, es que en el punto de contacto de dos patriotismos, el plomo se precipita en grandes cantidades.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Pluma</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Implemento de tortura producido por un ganso, y generalmente usado por un asno. La pluma de acero es usada por el mismo eterno Personaje.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Pobreza</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Lima para que claven los dientes las ratas de la reforma. El número de planes para abolirla iguala al de reformadores que la padecen más el de filósofos que la ignoran. Sus víctimas se distinguen por la posesión de todas las virtudes, y por su fe en líderes que quieren conducirlas a una prosperidad donde creen que esas virtudes son desconocidas.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Policía</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Fuerza armada destinada a asegurar la protección al expolio.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Poligamia</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Capilla de expiación provista de varios reclinatorios penitenciales, a diferencia de la monogamia, que sólo tiene uno.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Política</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Conflicto de intereses disfrazados de lucha de principios. Manejo de los intereses públicos en provecho privado.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Político</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Anguila en el fango primigenio sobre el que se erige la superestructura de la sociedad organizada. Cuando agita la cola, suele confundirse y creer que tiembla el edificio. Comparado con el estadista, padece la desventaja de estar vivo.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Pólvora</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Medio que emplean las naciones civilizadas para arreglar disputas que podrían volverse molestas si no se las resolviera. La mayoría de los autores atribuyen la invención de la pólvora a los chinos, aunque sin pruebas convincentes. Milton dice que fue inventada por el diablo para dispersar a los ángeles, y esta opinión parece sustentada por la escasez de ángeles. Además, cuenta con la entusiasta aprobación del Honorable James Wilson, secretario de Agricultura. El secretario Wilson se interesó en la pólvora a raíz de un incidente que ocurrió en la granja experimental del gobierno en el distrito de Columbia. Un dia, hace varios años, un miserable que no tenía el menor respeto por las grandes dotes personales del secretario, le regaló un saquito de pólvora, diciéndole que eran semillas de «Stridosus Instantaneus», cereal patagónico de gran valor comercial y admirablemente adaptado a ese clima, y aconsejándole sembrarlo a lo largo de un surco. El buen secretario puso manos a la obra, y ya había trazado un continuo reguero a lo largo de un campo de diez acres, cuando le hizo volver la cabeza un grito del generoso donante que, acto seguido, dejó caer una cerilla sobre el extremo del reguero. El contacto con la tierra había humedecido algo la pólvora, pero aun así el asombrado funcionario se vio perseguido por una alta columna de fuego y humo que avanzaba ferozmente. Se quedó un momento paralizado y mudo, pero en seguida recordó una cita previa y, dejando todo, se ausentó con celeridad tan sorprendente que quienes lo vieron lo tomaron por un rayo que atravesaba siete aldeas, negándose a detenerse bajo ningún pretexto.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>—Santo Dios, ¿qué es eso? —exclamó el ayudante de un agrimensor, haciendo visera con una mano y contemplando aquel bólido agrícola que bisecaba el horizonte visible.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>—Eso —dijo el agrimensor observando despreocupadamente el fenómeno y volviendo a centrar la atención en su teodolito— es el meridiano de Washington.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Populista</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Patriota fósil del primitivo período agrícola, que suele encontrarse en los antiguos yacimientos de piedra jabón rojiza, en el estado de Kansas; caracterizado por una envergadura poco común de las orejas que, según algunos naturalistas, le permitían volar, aunque los profesores Morse y Whitney observan ingeniosamente que, en ese caso, habría ido a otra parte. En el pintoresco idioma de la época, del que nos han llegado algunos fragmentos, era conocido como «el problema de Kansas». (El populismo de origen campesino tuvo cierta fuerza en Kansas a fines del siglo pasado.)</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Portátil</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. Expuesto a propiedad mutable merced a vicisitudes de la posesión.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Portugueses</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Especie de gansos nativos de Portugal. Prácticamente carecen de plumas y no son muy comestibles, aun aderezados con ajo.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Poseso</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. Trastornado por un espíritu maligno, como los cerdos de Gadarene y otros críticos. La posesión demoníaca era antaño más frecuente que ahora. Arasthus nos habla de un campesino que era ocupado por un demonio diferente cada día de la semana, y el domingo por dos. Se los veía a menudo, siempre caminando a su sombra, pero finalmente fueron expulsados por el notario de la aldea, que era un santo varón; cierto es que con ellos desapareció también el campesino, pues se lo llevaron. Un demonio expulsado de una mujer por el Arzobispo de Rheims corrió por las calles, perseguido por un centenar de personas hasta llegar a campo abierto donde dio un brinco más alto que el campanario de una iglesia y escapó convertido en pájaro. Un capellán del ejército de Cromwell exorcisó a un soldado arrojándolo al agua, donde su demonio salió a la superficie. No ocurrió lo mismo, infortunadamente, con el soldado.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Positivismo</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Filosofía que niega nuestro conocimiento de lo Real y afirma nuestra ignorancia de lo Aparente. Su exponente más largo es Comte; el más ancho, Mill, y el más espeso, Spencer.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Posteridad</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Tribunal de apelaciones que anula el juicio de los contemporáneos de un autor popular, a iniciativa del más oscuro de sus competidores.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Potable</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Apto para beber. Se dice que el agua es potable, y algunos llegan a declararla nuestra bebida natural, aunque sólo la encuentren agradable cuando padecen de esa dolencia recurrente llamada sed que se cura con el agua. En todas las épocas y países (salvo los menos civilizados) el hombre ha desplegado el máximo de ingenio en la invención de sustitutos del agua. Sostener que esta aversión general por ella no se basa en el instinto de conservación de la raza, es ser poco científico, y sin la ciencia somos como las culebras y los sapos.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Potro (de tormento).</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Implemento argumentativo muy usado antaño para inducir a los devotos de un credo falso a que abrazaran la fe viviente. El potro nunca tuvo mucha eficacia como señuelo de infieles y actualmente ha caído en el desprestigio popular.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Preadánico</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Miembro de una raza experimental y aparentemente insatisfactoria que precedió a la Creación y vivió en condiciones difíciles de concebir. Melsius cree que habitaban el «Vacío» y que estuvieron a mitad de camino entre los peces y las aves. Poco se sabe de ellos salvo que proveyeron a Caín de una esposa y a los teólogos de una controversia.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Precedente</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. En jurisprudencia decisión, regla o práctica previas que en ausencia de una ley definida cobran el vigor y la autoridad que al juez se le ocurra darles, cosa que simplifica grandemente su tarea de hacer lo que le plazca. Como hay precedentes para todo le bastará ignorar los que contrarían su interés y acentuar los que favorecen su deseo. La invención del precedente eleva el proceso del nivel inferior de una ordalía fortuita a la noble condición de un arbitraje caprichoso.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Precio</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Valor más una suma razonable por el desgaste que sufre la conciencia al exigirlo.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Precipitación</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Prisa de los torpes.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Predestinación</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Doctrina de que todo ocurre según un programa. No debe confundirse con la doctrina de la predeterminación que dice que todas las cosas están programadas pero no afirma que ocurran, pues eso está apenas implicado en otras doctrinas de las que ésta deriva. La diferencia es lo bastante grande como para haber inundado a la Cristiandad de tinta y no hablemos de sangre. Si uno distingue perfectamente entre ambas doctrinas y cree con fervor en las dos puede llegar a salvarse, salvo que ocurra lo contrario.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Predeterminación</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Esta palabra parece fácil de definir, pero cuando pienso que piadosos y eruditos teólogos se han pasado largas vidas explicándola y han escrito bibliotecas enteras para explicar sus explicaciones; cuando recuerdo que la diferencia entre predeterminación y predestinación dividió a las naciones y originó sangrientas batallas; que se han gastado caudales millonarios para probar y refutar su compatibilidad con el libre albedrío y con la eficacia de la oración y de la vida religiosa; cuando contemplo esos hechos atroces en la historia del mundo, me quedo abrumado ante el formidable problema de esta definición, bajo los ojos espirituales temiendo contemplar su portentosa magnitud, me descubro reverentemente, y con toda humildad remito al lector a Su Eminencia el Cardenal Gibbons y su Ilustrísima el obispo Potter.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Predilección</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Etapa preparatoria del desengaño.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Preexistencia</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Factor no tenido en cuenta en la creación.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Preferencia</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Sentimiento o estado de ánimo inducido por la creencia errónea de que una cosa es mejor que otra.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Un filósofo antiguo estaba convencido de que la vida no es mejor que la muerte. Un discípulo le preguntó por qué, entonces, no se suicidaba.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>—Porque la muerte no es mejor que la vida —respondió el filósofo— Pero es más larga.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Prehistórico</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. Perteneciente a un período primitivo y a un museo. Anterior al arte y práctica de perpetuar falsedades.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Prejuicio</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Opinión vagabunda sin medios visibles de sostén.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Prelado</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Dignatario eclesiástico dotado de un grado superior de santidad y de un gordo estipendio. Miembro de la aristocracia celestial. Caballero de Dios.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Prerrogativa</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Derecho de un soberano a obrar mal.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Presagio</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Señal de que algo ocurrirá si no ocurre nada.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Presbiteriano</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Alguien convencido de que todas las autoridades de la Iglesia deberían llamarse presbíteros.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Presentable</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Abominablemente ataviado según la moda del lugar y la época. En Boorioboola Gha un hombre está presentable en ocasiones de gala si lleva el abdomen pintado de azul brillante y usa una cola de vaca; en Nueva York puede, si lo desea, prescindir de la pintura, pero al caer la noche debe llevar dos colas hechas de lana de oveja y teñidas de negro.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Presentación</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Ceremonia social inventada por el demonio para gratificar a sus siervos y atormentar a sus enemigos. La presentación alcanza su desarrollo más perverso en los Estados Unidos y, de hecho, guarda estrecha relación con nuestro sistema político. Puesto que cualquier norteamericano es igual a otro norteamericano, se deduce que cualquiera tiene el derecho de conocer a cualquiera, lo que implica el derecho a ser presentado sin previa solicitud ni permiso. La Declaración de Independencia debería estar redactada así: «Sostenemos que estas verdades son evidentes de por sí: que todos los hombres son creados iguales; que el Creador lo ha dotado de ciertos derechos inalienables; que entre ellos se cuenta la vida, y el derecho a arruinar la vida de otro rodeándolo de incalculables conocidos; la libertad, y en particular la libertad de presentar unas personas a otras sin averiguar si no se conocen ya como enemigos; y la persecución de la felicidad del prójimo mediante una jauría de desconocidos».</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Presente</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Parte de la eternidad que separa el dominio del desengaño del reino de la esperanza.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Presidente</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Cerdo engrasado en los juegos al aire libre de la política norteamericana.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Presidente</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Figura dominante en un grupito de hombres que son los únicos de los que se sabe con certeza que la inmensa mayoría de sus compatriotas no deseaban que llegaran a la presidencia.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Prevaricador</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Mentiroso en estado de crisálida.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Primado</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Cabeza de una Iglesia, especialmente de una Iglesia estatal, sostenida por contribuciones involuntarias. El Primado de Inglaterra es el Arzobispo de Canterbury, amable y anciano caballero que en vida ocupa el Palacio de Lambeth, y en muerte la Abadía de Westminster. Generalmente está muerto.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Prisión</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Lugar de castigos y recompensas. El poeta nos asegura que: «No los muros de piedra hacen prisiones», pero una combinación del muro de piedra, el parásito político y el profesor de moral no es el jardín de las delicias.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Privativo</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. En lenguaje forense dícese de la propiedad individual de tierras, por oposición al condominio. Algunas tribus de indios son ya bastante civilizadas para tener en dominio privativo las tierras que antes poseían como organizaciones tribales y que no podían vender a los blancos por abalorios y whisky de patatas.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Proboscis</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Organo rudimentario que usa un elefante en lugar del tenedor y el cuchillo que la Evolución sigue negándole. Con fines humorísticos se le llama popularmente trompa.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Procaz</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. Dícese del lenguaje que usan otros para criticarnos.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Proceso</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Investigación formal destinada a probar y consignar por escrito el carácter intachable de jueces, abogados y jurados. Para conseguir esto, es necesario proveer un contraste en la persona de alguien a quien se llama defendido, prisionero o acusado. Si el contraste queda establecido con suficiente claridad, esa persona es sometida a un castigo suficiente para dar a los virtuosos caballeros el reconfortante sentimiento de su inmunidad, agregado al de su mérito. En nuestros días, el acusado es generalmente un ser humano, o un socialista, pero en el Medioevo fueron procesados animales, peces, reptiles e insectos. Una bestia que hubiera causado la muerte de un hombre, o practicado la brujería, era debidamente arrestada y procesada, y si resultaba culpable, ejecutada por el verdugo público. Los insectos que devastaban sembrados, huertas o viñedos, eran citados ante un tribunal civil, para declarar por sí o por medio de un abogado, y pronunciados el testimonio, el argumento y la condena, si seguían «in contumaciam», se llevaba el caso a un alto tribunal eclesiástico, que los excomulgaba y anatematizaba. En una calle de Toledo se arrestó, juzgó y condenó a unos cerdos que perversamente pasaron corriendo entre las piernas del virrey, causándole gran sobresalto. En Nápoles se condenó a un asno a morir en la hoguera, aunque al parecer la sentencia no fue ejecutada. D'Addosio ha extraído de los anales judiciales numerosos procesos contra cerdos, toros, caballos, gallos, perros, cabras, etc., que según se cree contribuyeron grandemente a mejorar la conducta y la moral de esos bichos. En 1451 se inició causa criminal contra las sanguijuelas que infestaban ciertos estanques de Berna, y el obispo de Lausana, aconsejado por la facultad de la Universidad de Heidelberg, ordenó que algunos de esos «gusanos acuáticos» comparecieran ante la magistratura local. Así se hizo, y se intimó a las sanguijuelas, presentes y ausentes, que en plazo de tres días abandonaran los sitios que habían infestado, so pena de «incurrir en la maldición de Dios». Los voluminosos expedientes de esta causa célebre no dicen si las inculpadas arrostraron ese castigo o si se marcharon en el acto de esa inhóspita jurisdicción.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Profecía</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Arte y práctica de vender nuestra credibilidad con entrega diferida.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Prójimo</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Aquél a quien no está ordenado amar como a nosotros mismos, pero que hace todo lo posible para que desobedezcamos.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Propiedad</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Cualquier cosa material, sin valor particular, que pueda ser defendida por A contra la avidez de B. Todo lo que satisface la fiebre de posesión en unos y la defrauda en los demás. Objeto de la breve rapacidad del hombre, y de su larga indiferencia.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Providencial</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. Dícese de lo que es notoria e inesperadamente beneficioso para quien lo describe.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Prórroga</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Suspensión de hostilidades contra un asesino sentenciado, para que el Ejecutivo averigüe si el crimen no fue cometido por el fiscal. Cualquier ruptura en la continuidad de una expectativa desagradable.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Proyectil</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Ultimo árbitro de las disputas internacionales. Antes esas disputas se resolvían mediante el contacto físico de los contendores, con los sencillos argumentos que podía suministrar la rudimentaria lógica de los tiempos: la espada, la lanza, etc. Con el aumento de la prudencia en los asuntos militares, el proyectil se impuso cada vez más, y ahora es estimadísimo por los más valientes. Su defecto capital es que exige atención personal en el punto de propulsión.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Prueba</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Evidencia que tiene un matiz más de plausibilidad que de inverosimilitud. Testimonio de dos testigos creíbles, opuesto al de uno solo.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Publicar</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>v</i>. <i>i</i>. En asuntos literarios, situarse en la base de un cono de críticos.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Puerco</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Animal (Porcus Omnívorus) estrechamente emparentado con la raza humana por el esplendor y vivacidad de su apetito, que, sin embargo, es menos amplio, pues retrocede frente al cerdo.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Puerto</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Lugar donde los barcos que escapan a la ira de las tormentas quedan expuestos a la furia de los aduaneros.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 16.0px; text-indent: -2.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: center; text-indent: -2.0px;">
<b> Q</b></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-indent: -2.0px;">
<b></b><br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-indent: -2.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Quiromancia</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Método número 947 (según la clasificación de Mibleshaw) de obtener dinero con engaños. Consiste en «leer el carácter» en las líneas de las manos. El carácter puede realmente leerse de este modo, ya que cada mano exhibida al quiromántico lleva escrita en sus líneas la palabra «tonto». El engaño consiste en no decirlo en voz alta.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Quórum</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. En un cuerpo deliberativo, número de miembros suficiente para hacer su voluntad. En el Senado norteamericano, se forma quórum con el presidente de la Comisión de Finanzas y un mensajero de la Casa Blanca; en la Cámara de Representantes, bastan el presidente del cuerpo y el demonio.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 16.0px; text-indent: -2.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: center; text-indent: -2.0px;">
<b> R</b></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-indent: -2.0px;">
<b></b><br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-indent: -2.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Rabdomante</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. El que con una varita adivinatoria busca metales preciosos en el bolsillo de un tonto.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Racional</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. Desprovisto de ilusiones, salvo las que nacen de la observación, la experiencia y la reflexión.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Radicalismo</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. El conservadorismo de mañana inyectado en los negocios de hoy.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Rana</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Reptil de patas comestibles. El primero que las menciona en la literatura profana, es Homero, al relatar la guerra entre las ranas y los ratones. Los escépticos han dudado de que Homero fuese el autor de esa obra, pero el erudito, ingenioso e industrioso doctor Schliemann resolvió para siempre la cuestión al desenterrar los huesos de las ranas muertas. Una de las formas de persuasión moral que se ejercieron sobre el Faraón, a quien le gustaban en «fricassée», observó, con verdadero estoicismo oriental, que él podía aguantar el flagelo tanto tiempo como las ranas y los judíos; esto obligó a modificar el programa. La rana es una cantante diligente, de buena voz, aunque mal oído. El libreto de su ópera favorita, escrito por Aristófanes, es breve, sencillo y eficaz: brikikixkoax; la música pertenece, al parecer, al eminente compositor Richard Wagner.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Rapacidad</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Previsión sin industria. Poder ejercido económicamente.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Ratón</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Animal cuyo camino está sembrado de señoras desmayadas. Así como en Roma los cristianos eran arrojados a los leones, siglos antes, en Otumwee —la más antigua y famosa ciudad del mun do— las mujeres herejes eran arrojadas a los ratones. EI historiador JakakZotp, nico otumwés cuyos escritos han llegado a nosotros, dice que esas mártires enfrentaban la muerte con mucha agitación y poca dignidad. Inclusive pretende (llevado por la malicia del fanatismo) disculpar a los ratones, declarando que las infortunadas mujeres perecían, algunas de fatiga, otras rompiéndose el cuello al caer, y algunas por falta de reconstituyentes. Pero si «la historia romana es nueve décimos de mentira», no podemos aspirar a una proporción menor de esa figura retórica en los anales de un pueblo capaz de crueldad tan increíble con bellas mujeres; corazón duro habla por lengua mentirosa.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Razonable</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. Accesible al contagio de nuestras opiniones. Receptivo a la persuasión, la disuasión, la evasiva.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Razonar,</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>v.t. Pesar probabilidades en la balanza del deseo.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Realidad</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. El sueño de un filósofo loco. Lo que queda en el filtro cuando se filtra un fantasma. El núcleo de un vacío.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Realmente</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>adv. Aparentemente, quizá; posiblemente.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Rebelde</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. El que propone un nuevo desgobierno, sin conseguir implantarlo.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Receta</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Adivinanza, realizada por el médico, de lo que prolongará mejor la situación con menor daño para el paciente.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Recluta</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Persona que se distingue de un civil por su uniforme, y de un soldado, por su modo de caminar.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Recordar</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>v.t. Traer nuevamente a la memoria, con algunos agregados, algo que previamente se ignoraba.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Reconciliación</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Suspensión de hostilidades. Tregua armada para desenterrar a los muertos.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Reconsiderar</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>v</i>. <i>t</i>. Buscar una excusa para una decisión ya tomada.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Recreo</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Clase especial de aburrimiento que alivia una fatiga general.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Rectitud</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Virtud sólida que solía encontrarse entre los Pantidoodles, habitantes del sector meridional de la península de Oque. Misioneros que volvían de allí hicieron varios tibios intentos por introducirla en Europa, más, al parecer, la expusieron con escasa convicción, como se desprende del único sermón conocido del piadoso obispo Rowley, del que damos un pasaje característico: «Ahora bien, la rectitud consiste no sólo en un santo estado de ánimo, ni siquiera en cumplir los ritos religiosos y obedecer la letra de la ley. No basta ser piadoso y justo; es necesario conseguir que los otros alcancen el mismo estado; y el medio justo para ese fin es la compulsión. Porque así como mi injusticia puede hacer daño a otro, del mismo modo la injusticia de éste puede perjudicar a un tercero, cosa que manifiestamente debo impedir, así como evito mi propio mal. En consecuencia, si quiero ser recto, debo impedir, por la fuerza si es necesario, que el prójimo acometa esas injuriosas empresas de las que yo mismo, gracias a una mejor disposición y a la ayuda del Cielo, me abstengo.»</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Recuento de votos</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. En política norteamericana, nuevo tiro de dados que se acuerda al jugador contra quien están cargados.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Redención</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Exención de castigo que consiguen los pecadores asesinando al Dios contra el que pecaron. La doctrina de la Redención es el misterio fundamental de nuestra santa religión, y quien crea en ella no perecerá, sino que gozará de vida eterna para tratar de comprenderla.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Redundante</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. Superfluo; innecesario; de trop</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Dijo el Sultán: «Hay prueba, y abundante, de que este perro infiel es redundante.» Y el Gran Visir, de faz inexpresiva: «Al menos su cabeza es excesiva». Habid Solimán.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>«El señor Debs es un ciudadano redundante». Theodore Roosevelt.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>(Eugene Debs. líder ferroviario norteamericano, candidato presidencial en 1912, perseguido por Theodore Roosevelt. y encarcelado por Woodrow Wilson).</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Referéndum</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Ley que se somete a voto popular para establecer el consenso de la insensatez pública.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Reflexión</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Proceso mental que nos da una visión más clara del pasado y nos permite eludir peligros que no volveremos a enfrentar.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Refrán</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Dicho vulgar, proverbio. He aquí algunos ejemplos:</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Cuida los centavos, que los pesos se despilfarran solos.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Mejor tarde que antes de ser invitado.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Predicar con el ejemplo es mejor que seguirlo.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>No dejes para mañana lo que pueda hacer otro.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>El que ríe menos ríe mejor.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Hablando del lobo, termina por enterarse.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>De dos males, trata de ser el menor.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Querer es poder decir «No quiero».</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Regazo</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Uno de los más importantes órganos del cuerpo femenino, admirablemente previsto por la naturaleza para el reposo de la infancia, aunque se usa principalmente en las festividades rurales para sostener platos de pollo frío y cabezas de machos adultos. El macho de nuestra especie tiene un regazo rudimentario, imperfectamente desarrollado y que en modo alguno contribuye a su bienestar sustancial.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Reina</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Mujer que gobierna el reino cuando hay un rey, y por medio de quien el reino es gobernado cuando no lo hay.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Relicario</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Receptáculo destinado a recibir objetos sagrados, tales como fragmentos de la verdadera cruz, costillas de santos, las orejas de la burra de Balaam, los pulmones del gallo que incitó a Pedro al arrepentimiento, etcétera. Los relicarios son generalmente de metal y tienen una cerradura para impedir que el contenido se derrame y obre milagros en momentos inoportunos. Cierta vez, una pluma del Angel de la Anunciación escapó mientras se pronunciaba un sermón en la basílica de San Pedro y cosquilleó de tal modo en las narices de la congregación, que todos despertaron y estornudaron tres veces, con gran vehemencia. La «Gesta Sanctorum» refiere que un sacristán de la catedral de Canterbury sorprendió la cabeza de San Dionisio en la biblioteca. Reprendida por el severo custodio, respondió que estaba buscando un cuerpo de doctrina. Este chiste de mal gusto enfureció tanto al diocesano, que el ofensor fue públicamente anatematizado, arrojado a una fosa y reemplazado por otra cabeza de San Dionisio, traída de Roma.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Religión</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Hija del Temor y la Esperanza, que vive explicando a la Ignorancia la naturaleza de lo Incognoscible.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>—¿Cuál es tu religión, hijo? —preguntó el arzobispo de Reims.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>—Perdón, monseñor. —replicó Rochebriant— Me siento avergonzada de ella.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>—¿Entonces, por qué no te vuelves ateo?—¡Imposible! El ateísmo me avergonzaría.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>—En ese caso, señor, debería usted convertirse al protestantismo.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Realización</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Muerte del esfuerzo y cuna de la repugnancia.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Reloj</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Máquina de gran valor moral para el hombre, que mitiga su preocupación por el futuro al recordarle cuánto tiempo le queda.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Rematador</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Hombre que reafirma con un martillo que acaba de despojar una cartera con la lengua.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Renombre</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Grado de distinción intermedio entre la notoriedad y la fama, algo más soportable que la primera, y un poco menos intolerable que la segunda. A veces es conferido por una mano inamistosa y desconsiderada.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Renta</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Patrón de medida natural y racional de la respetabilidad.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Otros criterios comúnmente aceptados son artificiales, arbitrarios y falaces. Porque como ha dicho con justicia Sir Sycophas Chrysolater, «la propiedad (moneda, tierras, casas o mercancías, o todo lo que nos pertenece por derecho para satisfacer nuestras necesidades) así como los honores, títulos, privilegios y posición, o el conocimiento y favor de personas respetables o capaces, no tienen otro uso y funciones reales que el de obtener dinero. Luego, todas las cosas valen en la medida en que favorecen ese objetivo, y sus poseedores deben asumir un rango acorde con tal definición. En consecuencia, ni el propietario de un castillo improductivo —por grande y antiguo que sea—, ni el que ejerce una dignidad honoraria, ni el favorito, sin fortuna, de un rey, son estimados en un mismo nivel con quien acrecienta diariamente su fortuna; y aquellos cuyo patrimonio es estéril no pueden aspirar en justicia a un honor más grande que el de los pobres e indignos».</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Renunciar</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>v</i>. <i>t</i>. Ceder un honor a cambio de una ventaja. Ceder una ventaja a cambio de otra ventaja mayor.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Reparación</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Satisfacción que se da por un mal cometido, y que se deduce de la satisfacción experimentada al cometerlo.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Réplica</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Insulto prudente al contestar. Practicada por señores que tienen una repugnancia innata por la violencia, junto con una fuerte tendencia a ofender. En una guerra de palabras, táctica del indio norteamericano.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Réplica (artística)</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Reproducción de una obra de arte por el artista original. Se la llama así para distinguirla de la «copia», que está hecha por otro artista. Cuando ambas están ejecutadas con la misma habilidad, la réplica es más valiosa, pues se supone que es más bella de lo que parece.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Reportero</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Periodista que a fuerza de suposiciones se abre un camino hasta la verdad, y la dispersa en una tempestad de palabras.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Reposar</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>v.i. Dejar de fastidiar.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Representante</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Miembro de la Cámara Baja en este mundo, sin esperanza visible de ascenso en el próximo.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Reprobación</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. En teología, condición de un mortal sin suerte condenado antes de nacer. La doctrina de la reprobación fue predicada por Calvino; el regocijo que ella le causaba se veía un poco empañado por su convicción, triste y sincera, de que si bien algunos están predestinados al infierno, otros lo están a la salvación.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>República</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Nación en que, siendo la cosa que gobierna y la cosa gobernada, una misma, sólo hay autoridad consentida para imponer una obediencia optativa. En una república, el orden se funda en la costumbre, cada vez más débil, de obedecer, heredada de nuestros antepasados que cuando eran realmente gobernados se sometían porque no tenían otro remedio. Hay tantas clases de repúblicas como grados entre el despotismo de donde provienen y la anarquía adonde conducen.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>República</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Entidad administrativa manejada por una incalculable multitud de parásitos políticos, lógicamente activos pero fortuitamente eficaces.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Réquiem</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Misa de difuntos que (según nos aseguran los poetas menores) entona la brisa sobre las tumbas de sus favoritos. A veces, para variar el entretenimiento, les canta una elegía.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Rescate</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Compra de lo que no pertenece al vendedor, ni puede pertenecer al comprador. Es la más improductiva de las inversiones.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Residente</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. y <i>adj</i>. El que no puede irse.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Respetabilidad</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Fruto amoroso de una calva y una cuenta bancaria.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Respirador</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Aparato ajustado sobre la nariz y la boca de un londinense para filtrar el universo visible en su paso hacia los pulmones.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Resplandeciente</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. Dícese de un sencillo ciudadano norteamericano cuando se atavía como un duque en su logia masónica, o cuando afirma su importancia en el Esquema de las Cosas como unidad elemental de un desfile. Los Caballeros del Dominio estaban tan resplandecientes en sus casacas de oro y terciopelo que sus patrones difícilmente los hubieran reconocido. («Crónicas de las Clases»).</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Responder</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>v</i>. <i>t</i>. e i. Dar respuesta, o manifestar de otro modo que se tiene conciencia de haber inspirado un interés en lo que Herbert Spencer llama «eternas coexistencias»; fue así como Satán «achatado como un sapo» junto a la oreja de Eva respondió al toque de la lanza del ángel. Responder por daños, es contribuir al sostén del abogado del demandante y, de paso, a la satisfacción del propio demandante.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Responsabilidad</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Carga desmontable que se traspasa fácilmente a las espaldas de Dios, el Destino, la Fortuna, la Suerte, o el vecino. Los aficionados a la astrología suelen descargarla en una estrella.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Restitución</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Fundación o sostén de universidades y bibliotecas públicas por medio de legados o donaciones.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Restitutor</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Benefactor; filántropo.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Resuelto</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. Dícese de quien sigue obstinadamente una línea de conducta que aprobamos.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Resultado</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Tipo particular de desengaño. Esa clase de inteligencia que ve en la excepción la prueba de la regla, juzga la sabiduría de un acto por su resultado. Esto es un absurdo inmortal; la sabiduría de un acto debería juzgarse según las luces del autor al cometerlo.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Retaguardia</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. En doctrina militar norteamericana, parte expuesta del ejército que se encuentra más cerca del Congreso.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Revelación</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Libro famoso en que el divino San Juan ocultó todo lo que sabía. La revelación corre por cuenta de los comentaristas, que no saben nada.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Reverencia</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Actitud espiritual de un hombre frente a un dios, y de un perro frente a un hombre.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Revolución</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. En política, abrupto cambio en la forma de desgobierno. Específicamente, en historia norteamericana, reemplazo de un Ministerio por una Administración, que permitió que el bienestar y la felicidad del pueblo progresara media pulgada por lo menos. Las revoluciones vienen generalmente acompañadas de una considerable efusión de sangre, pero se estima que valen la pena, sobre todo para aquellos beneficiarios cuya sangre no corrió peligro de ser derramada. La revolución francesa es de indudable valor para el socialista de hoy: cuando tira los hilos que mueven su esqueleto, sus gestos infunden un terror indecible a los sangrientos tiranos sospechados de fomentar la ley y el orden.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Rey</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Personaje masculino al que suele llamarse en los Estados Unidos «una cabeza coronada», aunque nunca usa corona y por lo general no tiene cabeza digna de ese nombre.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Rezar</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>v</i>. <i>i</i>. Pedir que las leyes del universo sean anuladas en beneficio de un solo peticionante, confesadamente indigno.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Rico</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. Dícese del que tiene en caución, con el compromiso de rendir cuentas, los bienes de indolentes, incapaces, pródigos, envidiosos y desafortunados. Este es el criterio que prevalece en el hampa, donde la Fraternidad del Hombre encuentra su desarrollo más lógico y su defensa más candorosa. Para los habitantes del mundo intermedio, la palabra significa bueno y sabio.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Ridículo</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. y <i>adj</i>. Palabra destinada a probar que la persona a quien se aplica carece de la dignidad de carácter de quien la pronuncia. Según Shaftesbury, el ridículo es la prueba de la verdad: afirmación ridícula, pues muchas solemnes falacias han sobrevivido a siglos de ridículo, sin que disminuyera su aceptación popular.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Rima</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Concordancia de sonidos en la punta de dos versos, generalmente malos y aburridos.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Rimador</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Poeta considerado con indiferencia o falta de estima.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>R.I.P.</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Abreviatura distraída de «requiescat in pace», con que se testimonia una indolente buena voluntad hacia los muertos. Según el erudito doctor Drigge, originariamente significaba «reductus in pulveris», o reducido a polvo.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Riqueza</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Don del Cielo que significa: «Este es mi hijo bien amado, en quien he puesto toda mi complacencia» (John D. Rockefeller). Recompensa del esfuerzo y la virtud (J.P.Morgan). Los ahorros de muchos en las manos de uno (Eugene Debs). El inspirado lexicógrafo lamenta no poder agregar nada de valor a estas excelentes definiciones.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Risa</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Convulsión interna, que produce una distorsión de los rasgos faciales y se acompaña de ruidos inarticulados. Es infecciosa y, aunque intermitente, incurable. La tendencia a los ataques de risa es una de las características que distinguen al hombre de los animales, que se muestran no sólo inaccesibles a la provocación de su ejemplo, sino inmunes a los microbios que originariamente provocaron la enfermedad. Si la risa puede contagiarse a los animales mediante inoculación a partir de un ser humano, es un problema que no ha sido resuelto experimentalmente. El doctor Meire Witchell sostiene que el carácter infeccioso de la risa se debe a la instantánea fermentación de la saliva pulverizada, y por lo tanto designa a esta dolencia con el nombre de «Convulsio spargens».</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Rito</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Ceremonia religiosa o semirreligiosa establecida por la ley, el precepto o la costumbre, de la que se ha estrujado meticulosamente el aceite esencial de la sinceridad.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Ritualismo</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Jardín de Dios donde Él puede caminar en rectilínea libertad, con tal de no pisar el pasto.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Ron</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Bebida ardiente que produce locura en los abstemios.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Rostrum</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. En latín, pico de un ave o proa de un barco. En norteamericano, tribuna desde donde un candidato expone a la turba su sabiduría, virtud y poder.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Ruido</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Olor nauseabundo en el oído. Música no domesticada. Principal producto y testimonio probatorio de la civilización.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Rumor</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Arma favorita de los asesinos de reputaciones.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Ruso</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Persona de cuerpo caucásico y alma mongólica. Emético tártaro.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 16.0px; text-indent: -2.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: center; text-indent: -2.0px;">
<b> S</b></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-indent: -2.0px;">
<b></b><br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-indent: -2.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Sabbath</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Sábado para los judíos, domingo para los cristianos. Fiesta semanal que tiene su origen en el hecho de que Dios hizo el mundo en seis días y fue detenido el séptimo. Entre los judíos, la observancia de la festividad estaba ordenada por un Mandamiento cuya versión cristiana es: «Recuerda, al séptimo día, hacer que tu prójimo lo respete plenamente». Al Creador le pareció apropiado que el Sabbath fuera el último día de la semana, pero los primitivos Padres de la Iglesia opinaban de otro modo.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Sabiduría</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Tipo de ignorancia que distingue al estudioso.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Saciedad</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Ese sentimiento, señora, que uno experimentaba por el plato después de tragar su contenido.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Sacerdotalista</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. El que cree que un clérigo es un sacerdote. El rechazo de esta importantísima doctrina es el desafío más audaz que han lanzado los NeoDiccionaristas al rostro de la Iglesia Episcopólica.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Sagrado</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. Dedicado a un propósito religioso; provisto de un carácter divino; capaz de inspirar pensamientos y emociones solemnes. Por ejemplo: el Dalai Lama del Tibet; el Moogum de M'bwango; el Templo de los Monos en Ceilán; la Vaca en la India; el Cocodrilo, el Gato y la Cebolla del antiguo Egipto; el Mufti de Moosh; el pelo del perro que mordió a Noé, etc.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Sacramento</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Solemne ceremonia religiosa a la que se atribuyen diversos grados de eficacia y significación. Roma tiene siete sacramentos, pero las iglesias protestantes, menos prósperas, sólo pueden permitirse dos, y de inferior santidad. Algunas sectas menores no tienen sacramentos en absoluto: ahorro vil que indudablemente las llevará a la perdición.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Salacidad</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Cualidad literaria de frecuente observación en las novelas populares, especialmente las escritas por mujeres y muchachas, que le dan otro nombre y piensan que están ocupando un campo descuidado de las letras y recolectando una cosecha desdeñada. Si tienen la desgracia de vivir el tiempo suficiente, las atormenta el deseo de quemar sus gavillas.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Salamandra</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Originariamente, reptil que habitaba el fuego; después, inmortal antropomorfo, igualmente pirófilo. Se cree que las salamandras se han extinguido; la última de que tenemos noticias fue vista en Carcasonne por el padre de Belloc, quien la exorcisó con un balde de agua bendita.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Salsa</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Unico signo infalible de civilización y progreso. Pueblo sin salsas, tiene mil vicios; pueblo de una sola salsa, tiene novecientos noventa y nueve. A salsa inventada y aceptada, corresponde vicio renunciado y perdonado.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Santo</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Pecador fallecido, revisado y editado. La Duquesa de Orléans refiere que aquel viejo e irreverente calumniador, el mariscal de Villeroi, que en su juventud había conocido a San Francisco de Sales, dijo al oír que lo consideraban un santo: «Estoy encantado de enterarme de que Monsieur de Sales era un Santo. Le gustaba decir groserías y solía trampear a los naipes. Por lo demás, era un perfecto caballero, aunque un tonto».</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Saquear, v.t.</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Tomar la propiedad de otro sin observar las reticencias decentes y acostumbradas del robo. Efectuar un cambio de propiedad con la cándida concomitancia de una banda militar. Apoderarse de los bienes de A y B, mientras C lamenta la oportunidad perdida.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Sarcófago</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Entre los griegos, ataúd, que, estando hecho de cierta clase de piedra carnívora, tenía la singular propiedad de devorar el cadáver colocado en su interior. El sarcófago conocido por los modernos exequiógrafos es, generalmente, un producto del arte del carpintero.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Sartén</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Instrumento de tortura usado en esa institución punitiva por excelencia, la cocina femenina. La sartén fue inventada por Calvino, quien la usó para freír a los bebés que morían sin bautizar. Observando un día el horrible tormento de un vagabundo que incautamente sacó de la basura un bebé frito y lo devoró, el gran teólogo quiso despojar a la muerte de sus terrores, introduciendo la sartén en cada hogar de Ginebra. De ahí se extendió a todos los rincones del mundo y ha sido de invalorable utilidad para la propagación de la sombría fe calvinista.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>El obispo Potter insinúa que la utilidad de la sartén no se limita a este mundo y que se la emplea igualmente en el infierno.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Satanás</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Uno de los lamentables errores del Creador. Habiendo recibido la categoría de arcángel, Satanás se volvió muy desagradable y fue finalmente expulsado del Paraíso. A mitad de camino en su caída, se detuvo, reflexionó un instante y volvió.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>—Quiero pedir un favor —dijo.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>—¿Cuál? —Tengo entendido que el hombre está por ser creado. Necesitará leyes.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>—Qué dices miserable! Tú, su enemigo señalado, destinado a odiar su alma desde el alba de la eternidad, ¿tú pretendes hacer sus leyes? —Perdón; lo único que pido, es que las haga él mismo.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Y así se ordenó.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Sátira</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Especie de composición literaria en que los vicios y locuras de los enemigos del autor son expuestos sin demasiada ternura. En los Estados Unidos, la sátira ha tenido siempre una existencia enfermiza e incierta, porque su esencia es el ingenio del que estamos penosamente desprovistos; el humor que tomamos por sátira es, como todo humor, tolerante y simpático. Además, aunque los norteamericanos han sido dotados por su Creador de abundantes vicios y locuras, suelen ignorar que se trata de cualidades reprochables. De ahí que el autor satírico sea considerado un villano amargado y que los gritos de cualquiera de sus víctimas, pidiendo defensores, obtengan el apoyo nacional.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Sátiro</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Uno de los pocos personajes de la mitología griega cuya existencia reconoce la mitología hebrea (Levítico, xvii,7). En un comienzo, el sátiro era un miembro de una comunidad disoluta que rendía un tibio vasallaje a Dionisio, y que luego pasó por muchas transformaciones y perfeccionamientos. Suele confundírsele con el fauno, invención romana, más tardía y docente, que se parecía menos a un hombre y más a un chivo.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Secretario de Redacción</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Persona que reúne las funciones judiciales de Minos, Eaco y Radamanto, pero es aplacable con un óbolo; censor severamente virtuoso, pero tan caritativo en el fondo que tolera las virtudes ajenas y los vicios propios; que lanza a su alrededor los desgarradores relámpagos y los vigorosos truenos de la reprimenda, hasta parecerse a un paquete de petardos atado a la cola de un perro; que seguidamente murmura un dulce canto melodioso, suave como el arrullo de un asno que entona su plegaria a la estrella vespertina. Maestro de misterios y señor de leyes, encumbrado en el trono del pensamiento, el rostro iluminado por los oscuros resplandores de la Transfiguración, con las piernas entrelazadas y los carrillos inflados, el secretario de redacción derrama su voluntad sobre el papel y lo corta en trozos de la extensión requerida. Y a intervalos, tras el velo del templo, se oye la voz del jefe de taller, que reclama ocho centímetros de ingenio y quince centímetros de meditación religiosa, o le ordena cortar el chorro de la sabiduría y batir un poco de «interés humano».</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Seguro</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Ingenioso juego de azar que permite al jugador la confortable convicción de que está derrotando al que tiene la banca.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Agente de seguros.—Mi estimado señor, esa es una bella casa.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Permítame que la asegure.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Propietario de la casa.—Con placer. Pero le ruego fijar una prima anual tan baja que, llegado el momento en que, según las tablas de su actuario, será probablemente destruida por el fuego, yo le haya pagado mucho menos del valor de la póliza.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Agente.—¡Oh, no! No podemos permitirnos eso, debemos fijar la prima de modo que usted haya pagado más.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Propietario.—Eso es lo que «yo» no puedo permitirme.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Agente.—Pero observe que su casa puede quemarse en cualquier momento. Ahí tiene la casa de Smith, por ejemplo, que…</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Propietario.—Ahórreme eso. Yo podría citarle, en cambio, la casa de Jones, la de Robinson, que…</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Agente.—¡Ahórreme «usted» eso! Propietario.—Entendámonos. Usted pretende que yo le pague dinero sobre la hipótesis de que algo ocurrirá antes del momento en que usted mismo calcula que ocurrirá. En otras palabras, usted me pide que apueste a que mi casa no durará tanto como probablemente durará, según usted.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Agente.—Pero si su casa se quema sin seguro, será una pérdida total.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Propietario.—Perdón. Según las tablas de su actuario lo probable es que cuando se queme yo haya ahorrado, en concepto de primas que no le pago, una suma mayor que el valor de la póliza. Pero supongamos que se queme, sin seguro, antes de lo que ustedes prevén. Yo no puedo soportar esa pérdida. ¿Pero cómo la soportan ustedes, en caso de que esté asegurada? Agente.—Ah, nos desquitamos a través de transacciones más afortunadas con otros clientes. Virtualmente, son ellos los que pagan su pérdida.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Propietario.—Y virtualmente, entonces, soy yo el que contribuyo a pagar las pérdidas de ellos. ¿Acaso las casas de los demás no se pue den quemar antes de que las primas cubran el valor de la póliza? La cosa es así: ¿ustedes pretenden sacar de sus clientes más dinero del que les pagan, verdad? Agente.—Por supuesto. Si no fuera así…</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Propietario.—… yo no les entregaría mi dinero. Bien, pero si resulta «indudable», que la clientela global pierde dinero, también es «probable» que un cliente individual lo pierda. Son estas probabilidades individuales las que hacen la certeza del conjunto.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Agente. — No lo negaré, pero observe las cifras de este folle…</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Propietario. —¡Dios no permita! Agente.—Usted habló de ahorrar las primas que debería pagarme.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>¿Pero no es más probable que las despilfarre? Nosotros le ofrecemos un incentivo al ahorro.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Propietario.—La disposición de A de hacerse cargo del dinero de B no es exclusivo de los seguros, pero ustedes, como institución caritativa, merecen estima. Dígnese aceptar ese reconocimiento de un Meritorio Objeto.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Sello</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Marca impresa en ciertos documentos para atestiguar su autenticidad y autoridad. A veces se estampa sobre cera y se agrega al papel, a veces sobre el papel mismo. El sellado, en este sentido, es una supervivencia de la antigua costumbre de inscribir papeles importantes con palabras o signos cabalísticos, para darles una eficacia mágica, independiente de la autoridad que representan. En el Museo Británico se conservan muchos papeles antiguos, en su mayoría de carácter sacerdotal, validados por pentagramas necrománticos y otros artificios tales como las iniciales de palabras usadas en conjuros; y en muchos casos, se estampaban del mismo modo en que se estampan actualmente los sellos. Como así todas las costumbres, ritos y observancias modernos, de apariencia irracional e insensata, tienen su origen en alguna remota utilidad, resulta grato señalar un ejemplo de insensatez antigua que con el tiempo llegó a convertirse en algo útil. Nuestra palabra «sincero» deriva de «sine cero», sin cera, pero los doctos no se ponen de acuerdo sobre si esto se refiere a la ausencia de signos cabalísticos, o a la ausencia de la cera con que antaño se ocultaba el contenido de las cartas a la curiosidad pública. Cualquiera de estas dos opiniones servirá a quien tenga necesidad inmediata de una hipótesis. Las iniciales L.S., que suelen agregarse a las firmas de documentos legales, significan «locum sigilis», el lugar del sello, aunque el sello ya no se use, y éste es un considerable ejemplo del conservatismo que distingue al Hombre de las bestias.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Senado</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Cuerpo de ancianos que cumple altas funciones y fechorías.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Sepulcro</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Lugar en que se coloca a los muertos hasta que llegue el estudiante de medicina.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Sicofante</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. El que se acerca a la Grandeza de bruces para que no le ordenen dar media vuelta y recibir un puntapié. A veces es un secretario de redacción.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Silfo</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Ser inmaterial pero visible que habitaba el aire cuando el aire era un elemento y no estaba fatalmente contaminado por el humo de las fábricas, las emanaciones de las alcantarillas y otros productos de la civilización. Los silfos estaban emparentados con los gnomos, las ninfas y las salamandras que vivían, respectivamente, en la tierra, el agua y el fuego, elementos hoy insalubres. Los silfos, como los pájaros del aire, eran machos y hembras, sin finalidad aparente ya que si tenían progenie debieron anidar en lugares inaccesibles, puesto que nadie jamás ha visto los pichones.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Silogismo</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Fórmula lógica (ver Lógica) que consiste en una premisa mayor, una premisa menor y una inconsecuencia.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Símbolo</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Algo cuya presunta función es tipificar o representar otra cosa. Muchos símbolos son meras «supervivencias», cosas que no teniendo ya utilidad siguen existiendo porque hemos heredado la tendencia a fabricarlas: como las urnas funerarias talladas en los monumentos recordatorios. Antaño eran urnas verdaderas que contenían las cenizas de los muertos. No podemos dejar de hacerlas, pero podemos darles un nombre que disimule nuestra impotencia.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Sirena</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Uno de varios prodigios musicales célebres por su vana tentativa de disuadir a Odiseo de una vida oceánica. Figurativamente, dama de espléndida promesa, aviesa intención y frustrante rendimiento.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Slang</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Jerga norteamericana. Gruñido del cerdo humano (Pignoramus intolerabilis). Lenguaje del que pronuncia con la lengua lo que piensa con el oído y siente el orgullo de un creador al realizar la proeza de un loro.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Sobre</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Ataúd de un documento; vaina de una factura; cáscara de un giro; camisón de una carta de amor.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Sofisma</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Método de discusión de un adversario, que se distingue del nuestro por una hipocresía y necedad claramente superiores. Lo usaron los últimos sofistas, secta griega de filósofos que comenzaron por enseñar la sabiduría, la prudencia, la ciencia, el arte, y en suma todo lo que deben saber los hombres, pero se extraviaron en un laberinto de retruécanos y en una bruma de palabras.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Soga</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Instrumento que va cayendo en desuso, para recordar a los asesinos que ellos también son mortales. Se coloca alrededor del cuello y acompaña al usuario hasta el fin de sus días. En muchos sitios ha sido reemplazada por un artefacto eléctrico, más complejo, que se aplica a otra parte del cuerpo; pero este sistema, a su vez, está siendo rápidamente sustituido por un aparato llamado «sermón».</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Solo</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. En mala compañíaSu (de ella), adj. pos. Su (de él).</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Suficiente</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>adv. Todo lo que hay en el mundo, siempre que a usted le guste.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Sufragio</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Expresión de la opinión por el voto. El derecho de sufragio (que se considera también un privilegio y un deber) significa, tal como se interpreta comúnmente, el derecho a votar por el hombre que ha elegido otro hombre, y es altamente apreciado. La negativa a ejercerlo lleva el feo nombre de «incivismo». El incivil, sin embargo, no puede ser procesado por su crimen, porque no hay acusador legítimo. Si el acusador es en sí mismo culpable carece de peso en el tribunal de la opinión; si no lo es, se beneficia con el crimen, ya que la abstención electoral de A confiere mayor peso al voto de B. Por sufragio femenino se entiende el derecho de una mujer a votar como le indica un hombre. Se funda en la responsabilidad femenina, que es algo limitada. La mujer más ansiosa por salir de sus faldas para asegurar sus derechos es la primera en volver a ellas cuando se le amenaza con una tunda por usar mal de esos derechos.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Superar,</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>v</i>. <i>t</i>. Hacerse de un enemigo.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 16.0px; text-indent: -2.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: center; text-indent: -2.0px;">
<b> T</b></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-indent: -2.0px;">
<b></b><br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-indent: -2.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>T,</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span> vigésima letra del alfabeto, llamada absurdamente por los griegos «tau». En el alfabeto de donde procede el nuestro, tenía la forma del tosco tirabuzón de la época, y cuando se tenía sola (cosa que los fenicios no siempre podían hacer) significaba Tallegal, que el erudito doctor Brownig traduce por «trabapies».</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Tacaño</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. El que indebidamente quiere conservar lo que muchas personas meritorias aspiran a obtener.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Tarifa</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Escala de impuestos a las importaciones destinada a proteger al productor local contra la avidez de sus consumidores.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Tecnicismo</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. En un tribunal inglés, un hombre llamado Home, que acusaba a un vecino de asesinato, fue procesado por calumnias. Sus palabras exactas fueron: «Sir Thomas Holt tomó un hacha y golpeó a su cocinero en la cabeza, de modo que una parte de la cabeza cayó sobre un hombro, y la otra parte sobre el otro hombro». Home fue absuelto, a indicación del tribunal; los doctos jueces declararon que sus palabras no constituían una acusación de asesinato, ya que no afirmaban la muerte del cocinero, y que esta era una simple inferencia.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Tedio</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Ennui, estado o condición en que uno está aburrido. Se han sugerido muchas fantasiosas etimologías de la palabra, pero el sabio Padre Jape dice que deriva de una fuente muy obvia, las primeras palabras del viejo himno latino The Deum Laudamus. En esta derivación aparentemente natural hay algo que entristece.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Teléfono</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Invención del demonio que suprime algunas de las ventajas de mantener a distancia a una persona desagradable.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Telescopio</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Artefacto que tiene con el ojo una relación similar a la que tiene el teléfono con el oído, permitiendo que objetos distantes nos mortifiquen con multitud de detalles inútiles. Afortunadamente carece de una campanilla que nos llame al sacrificio.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Temerario</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. Insensible al valor de nuestros consejos.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Tenacidad</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Cierta cualidad de la mano del hombre en su relación con la moneda corriente. Alcanza su mayor desarrollo en las manos de la autoridad, y se considera un equipo útil para hacer carrera en política.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Tenedor</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Instrumento usado principalmente para llevarse animales muertos a la boca. Antes se empleaba para ese fin el cuchillo, y muchas personas dignas siguen prefiriéndolo al tenedor, que no rechazan del todo, sino que usan para ayudar a cargar el cuchillo. Que estas personas no sufran una muerte atroz y fulminante, es una de las pruebas más notables de la misericordia de Dios con aquellos que lo odian.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Teosofía</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Antigua fe que posee toda la certidumbre de la religión y todo el misterio de la ciencia: El moderno teósofo sostiene, con los budistas, que vivimos incalculable número de veces en esta tierra, en otros tantos cuerpos, porque una vida sola no basta para completar nuestro desarrollo espiritual, o sea para volvernos tan buenos y sabios como desearíamos. Ser absolutamente bueno y sabio, ésa es la perfección; y la penetrante visión del teósofo le ha permitido observar que todo lo que desea mejorar, eventualmente alcanza la perfección. Observadores menos competentes pretenden exceptuar a los gatos, que nunca parecen mejores ni más inteligentes que el año pasado. La más grande y gorda de las teósofas recientes fue Madame Blavatsky, que no tenía gato.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Tiempo</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. El clima de una hora. Permanente tema de conversación entre personas a quienes no interesa, pero que han heredado la tendencia a charlar sobre él, de antepasados desnudos y arbóreos a quienes les interesaba vivamente. El establecimiento de oficinas meteorológicas oficiales y su persistencia en la mendacidad demuestran que aun los gobiernos pueden ser persuadidos por los rudos antepasados de la jungla.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Tierra</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Parte de la superficie del globo, considerada como propiedad. La teoría de que la tierra es un bien sujeto a propiedad privada constituye el fundamento de la sociedad moderna, y es digna de esa sociedad. Llevada a sus consecuencias lógicas, significa que algunos tienen el derecho de impedir que otros vivan, puesto que el derecho a poseer implica el derecho a ocupar con exclusividad, y en realidad siempre que se reconoce la propiedad de la tierra se dictan leyes contra los intrusos. Se deduce que si toda la superficie del planeta es poseída por A, B y C, no habrá lugar para que nazcan D, E, F y G, o para que sobrevivan si han nacido como intrusos.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Tinta</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Innoble compuesto de tanogalato de hierro, goma arábiga y agua, que se usa principalmente para facilitar la propagación de la idiotez y promover el crimen intelectual. Las cualidades de la tinta son peculiares y contradictorias: puede emplearse para hacer reputaciones y para deshacerlas; blanquearlas y ennegrecerlas; pero su aplicación más común y aceptada es a modo de cemento para unir las piedras en el edificio de la fama, y de agua de cal para esconder la miserable calidad del material. Hay personas, llamadas periodistas, que han inventado baños de tinta, en los que algunos pagan para entrar, y otros pagan por salir. Con frecuencia ocurre que el que ha pagado para entrar, paga el doble con tal de salir.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Tipografía</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Pestilentes trozos de metal, sospechosos de destruir la civilización y el progreso, a pesar de su evidente papel en este diccionario incomparable.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Tomar</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>v</i>. <i>i</i>. Adquirir, frecuentemente por la fuerza, pero preferiblemente por la astucia.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Tonto</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Persona que satura el dominio de la especulación intelectual y se difunde por los canales de la actividad moral. Es omnífico, omniforme, omniperceptivo, omnisciente, omnipotente. Fue él quien inventó las letras, la imprenta, el ferrocarril, el vapor, el telégrafo, la perogrullada y el circulo de las ciencias. Creó el patriotismo y enseñó la guerra a las naciones, fundó la teología, la filosofía, el derecho, la medicina y Chicago. Estableció el gobierno monárquico y el republicano. Viene de la eternidad pasada y se prolonga hasta la eternidad futura. Con todo lo que el alba de la creación contempló, tontea él ahora. En la mañana de los tiempos, cantaba en las colinas primitivas, y en el mediodía de la existencia, encabezó la procesión del ser. Su mano de abuela esta cálidamente cobijada en el sol puesto de la civilización, y en la penumbra prepara el nocturno plato del Hombre, moralidad de leche, y abre la cama del sepulcro universal. Y después que todos nos hayamos retirado a la noche del eterno olvido, él se sentará y escribirá una historia de la civilización humana.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Trabajo</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Uno de los procesos por los que A adquiere bienes para B.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Trabar amistad</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>v</i>. <i>i</i>. Fabricar un ingrato.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Tregua</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Amistad.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Trigo</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Cereal del que puede extraerse un whisky tolerable, y que se usa también para hacer pan. Los franceses tienen el mayor consumo de pan per capita, lo que es natural, porque sólo ellos hacen un pan que se puede tragar.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Trinidad</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. En el teísmo múltiple de ciertas iglesias cristianas, tres divinidades completamente distintas, compatibles con una sola.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Las divinidades inferiores de la fe politeísta, tales como demonios y ángeles, carecen de esta facultad combinatoria, y deben procurarse individualmente su adoración y sacrificios a que son acreedoras. La Trinidad es uno de los más sublimas misterios de nuestra santa religión.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Al rechazarla por incomprensible, los Unitarios demuestran no aceptar los fundamentos de la teología. En religión, creemos solamente aquello que no comprendemos, salvo en el caso de una doctrina ininteligible que se contradice con otra incomprensible. Siendo así, creemos en la primera como parte de la segunda.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Triquinosis</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Réplica del cerdo a la porcofagia.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Moisés Mendelssohn cayó enfermo y mandó llamar a un médico cristiano, quien rápidamente diagnosticó la dolencia del filósofo como triquinosis, aunque con sumo tacto le dio otro nombre.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>—Usted necesita un inmediato cambio de régimen —le dijo— Debe comer seis onzas de cerdo día por medio.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>—¿Cerdo? —aulló el paciente— ¡Jamás! ¡Ni tocarlo! —¿Lo dice en serio? —preguntó gravemente el medico.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>—¡Lo juro! —Bien. Entonces trataré de curarlo.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Troglodita</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Específicamente habitante de las cavernas de la era paleolítica, después del Arbol y antes del Departamento. Una famosa comunidad de trogloditas vivió con David en la Cueva de Adullam.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Estaba formada por «todos los que padecían desgracia, y todos los endeudados, y todos los descontentos»; en resumen, por todos los socialistas de Judea.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Tsétsé, mosca</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Insecto africano (Glossina morsitans) cuya mordedura es considerada el remedio más eficaz contra el insomnio, aunque algunos pacientes prefieren ser mordidos por un novelista norteamericano (Mendax interminabilis).</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Tumba</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Pabellón de la Indiferencia. Actualmente el consenso general inviste a las tumbas de cierta santidad, pero cuando han estado ocupadas mucho tiempo, no se considera pecado abrirlas y saquearlas; el famoso egiptólogo doctor Huggyns explica que una tumba puede ser inocentemente «visitada» cuando su ocupante ha terminado de oler, pues eso significa que ha exhalado toda su alma. Esta razonable opinión es unánimemente aceptada por los arqueólogos y ha dignificado considerablemente la noble ciencia de la Curiosidad.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Tumulto</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Entretenimiento popular ofrecido a los militares por espectadores inocentes.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Turba</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. En una república, aquellos que ejercen una suprema autoridad morigerada por elecciones fraudulentas. La turba es como el sagrado Simurg, de la fábula árabe: omnipotente, a condición de que no haga nada.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 16.0px; text-indent: -2.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: center; text-indent: -2.0px;">
<b> U</b></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-indent: -2.0px;">
<b></b><br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-indent: -2.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Ubicuidad</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Don o poder de estar en todas partes en un momento dado, aunque no en todas partes en todos los momentos, ya que esto es omnipresencia, atributo que sólo pertenece a Dios y al éter luminífero. La Iglesia medieval no percibió claramente esta distinción entre ubicuidad y omnipresencia, y a raíz de eso corrió mucha sangre. Ciertos luteranos, que afirmaban la presencia del cuerpo de Cristo en todas partes fueron llamados Ubicuitarios. Este error los condenó doblemente, puesto que el cuerpo de Cristo sólo está presente en la eucaristía, aunque este sacramento puede administrarse simultáneamente en muchos lugares. En épocas recientes, la ubicuidad no ha sido siempre bien comprendida, ni siquiera por Sir Boyle Roach, quien sustenta que un hombre no puede estar al mismo tiempo en dos lugares, salvo que sea un pájaro.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Ultimátum</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. En diplomacia, exigencia final antes de acudir a las concesiones. Habiendo recibido un ultimátum de Austria, el gabinete turco se reunió para considerarlo.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>—¡Oh! Siervo del Profeta —dijo el Sheik del Imperial Shibuk al Mamush del Invencible Ejército—, ¿cuántos inconquistables soldados tenemos bajo las armas? Sostenedor de la Fe —repuso el dignatario tras consultar sus apuntes—, ¡son tantos como las hojas del bosque! —¿Y cuantos impenetrable bajeles infunden terror en el corazón de los cerdos cristianos?—preguntó el Sheik al Imán de la Siempre Victoriosa Marina.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>—¡Oh, Tío de la Luna Llena —fue la respuesta—, dígnate saber que son como las olas del océano, las arenas del desierto y las estrellas del firmamento! Durante ocho horas la ancha frente del Sheik del Imperial Shibuk permaneció arrugada en signo de profunda meditación: estaba calculando las chances de la guerra. Al fin: —¡Hijos de los ángeles —exclamó—, la suerte está echada! Sugeriré al Ulema del Imperial Oído que aconseje la inacción. En nombre de Alá, se levanta la sesión.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Una vez</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>adv. Suficiente.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Unción</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Aceitamiento o engrasamiento. El rito de la extremaunción consiste en tocar con aceite consagrado por un obispo, varias partes del cuerpo de alguien en trance de morir. Marbury relata que después de aplicar este sacramento a cierto pérfido noble inglés, se descubrió que el óleo no había sido apropiadamente consagrado, y que no podía conseguirse otro. Enterado de esto, el enfermo exclamó con ira:—¡Siendo así, maldito si me muero!—Hijo mío —respondió el sacerdote—, eso es lo que tememos.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Ungir</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>v</i>. <i>i</i>. Engrasar a un rey u otro gran funcionario que ya de por sí es bastante resbaloso. Los soberanos son ungidos por los sacerdotes del mismo modo que se engrasa bien a los cerdos para conducir al populacho.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Unitario</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. El que niega el dios de los Trinitarios.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Universalista</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. El que renuncia a las ventajas del Infierno en favor de los creyentes de otra religión.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Urbanidad</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. La forma más aceptable de la hipocresía. Especie de cortesía que los observadores urbanos atribuyen a los habitantes de todas las ciudades, menos Nueva York. Su expresión más común consiste en la frase «usted perdone»; no es incompatible con el desprecio de los derechos ajenos.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Urraca</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Ave cuya inclinación al robo ha sugerido a algunos la posibilidad de enseñarle a hablar.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Uso</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Primer persona de la Trinidad literaria, la Segunda y la Tercera son la Costumbre y la Convención. Un escritor industrioso, imbuido de un saludable respeto por esta Santa Triada, puede producir libros que perduren tanto como la moda.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 16.0px; text-indent: -2.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: center; text-indent: -2.0px;">
<b> V</b></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-indent: -2.0px;">
<b></b><br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-indent: -2.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Valor</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Virtud castrense en que se mezclan la vanidad, el deber y la esperanza del tahur.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>—¿Por qué se ha detenido? —rugió en la batalla de Chickamauga el comandante de una división, que había ordenado una carga— Avance en el acto, señor.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>—Mi general —respondió el comandante de la brigada sorprendido en falta—. Estoy seguro de que cualquier nueva muestra de valor por parte de mis tropas las pondrá en contacto con el enemigo.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Vanidad</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Tributo que rinde un tonto al mérito del asno más cercano.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Valla</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. En el arte militar, basura colocada delante de un fuerte para impedir que la basura de afuera moleste a la basura de adentro.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Vampiro</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Demonio que tiene la censurable costumbre de devorar los muertos. Su existencia ha sido disputada por polemistas más interesados en privar al mundo de creencias reconfortantes que de reemplazarlas por otras mejores. En 1640 el padre Sechi vio un vampiro en un cementerio próximo a Florencia y lo espantó con el signo de la cruz. Lo describe dotado de muchas cabezas y de un número extraordinario de piernas, y no dice que lo vio en más de un lugar al mismo tiempo. El buen hombre venía de cenar y explica que si no hubiera estado «pesado de comida», habría atrapado al demonio contra todo riesgo. Atholston relata que unos robustos campesinos de Sudbury capturaron un vampiro en un cementerio y lo arrojaron en un bebedero de caballos. (Parece creer que un criminal tan distinguido debió ser echado a un tanque de agua de rosas). El agua se convirtió instantáneamente en sangre «y así continúa hasta el día de hoy», escribe Atholston. Más tarde el bebedero fue drenado por medio de una zanja. A comienzos del siglo XIV un vampiro fue acorralado en la cripta de la catedral de Amiens y la población entera rodeó el lugar. Veinte hombres armados con un sacerdote a la cabeza, llevando un crucifijo, entraron y capturaron al vampiro que, pensando escapar mediante una estratagema, había asumido el aspecto de un conocido ciudadano, lo que no impidió que lo ahorcaran y descuartizaran en medio de abominables orgías populares. El ciudadano cuya forma había asumido el demonio quedó tan afectado por el siniestro episodio, que no volvió a aparecer en Amiens, y su destino sigue siendo un misterio.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Venganza</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Roca natural sobre la que se alza el Templo de la Ley.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Veraz</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. Tonto e iletrado.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Verdad</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Ingeniosa mixtura de lo que es deseable y lo que es aparente. El descubrimiento de la verdad es el único propósito de la filosofía, que es la más antigua ocupación de la mente humana y tiene buenas perspectivas de seguir existiendo, cada vez, más activa, hasta el fin de los tiempos.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Verdugo</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Funcionario de la ley que cumple tareas de la mayor dignidad e importancia y padece un desprestigio hereditario ante un populacho de antepasados criminales. En algunos estados norteamericanos, como New Jersey, sus funciones son desempeñadas ahora por un electricista; primer caso registrado por este autor en que alguien pone en duda las ventajas de ahorcar a los habitantes de New Jersey.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Verso blanco</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Pentámetro yámbico sin rima; el verso inglés más difícil de escribir pasablemente y, en consecuencia, el que prefieren los que no pueden escribir pasablemente nada.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Vida</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Especie de salmuera espiritual que preserva al cuerpo de la descomposición. Vivimos en diario temor de perderla; cuando se pierde, sin embargo, no se la echa de menos. La pregunta «¿Vale la pena vivir?» ha sido muy debatida, en particular por los que opinan que no; algunos de ellos escribieron extensos tratados en apoyo de esa idea y, gracias a un minucioso cuidado de su salud, disfrutaron durante muchos años los honores de una exitosa controversia.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Vidente</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Persona, por lo general mujer, que tiene la facultad de ver lo que resulta invisible para su cliente: o sea, que es un tonto.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Viejo</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>adj</i>. Estado de uso que no se contradice con una incapacidad general, v.gr. «hombre viejo». Desacreditado por el paso del tiempo y ofensivo para el gusto popular, v.gr. «libro viejo».</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Virtudes</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. p. i. Ciertas abstenciones.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Vituperio</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Sátira, tal como es entendida por los necios y por todos los que tienen trabado el ingenio.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Viuda</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Figura patética a quien el consenso del mundo cristiano toma en broma, aunque la ternura de Cristo por las viudas fue uno de los rasgos más marcados de su carácter.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Voto</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Instrumento y símbolo de la facultad del hombre libre de hacer de si mismo un tonto y de su país una ruina.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 16.0px; text-indent: -2.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: center; text-indent: -2.0px;">
<b> W</b></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-indent: -2.0px;">
<b></b><br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-indent: -2.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Wall Street</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Símbolo de pecado expuesto a la execración de todos los demonios. Que Wall Street sea una cueva de ladrones, es una creencia con que todo ladrón fracasado sustituye su esperanza de ir al cielo.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Washingtoniano</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Tribeño del Potomac que cambió las ventajas de un buen gobierno para el privilegio de gobernarse a sí mismo. Para hacerle justicia, debe recordarse que lo hizo sin querer.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Whhangdepootennawah</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. En el dialecto Ojibwa, desastre; aflicción inesperada que golpea sin fuerza.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 16.0px; text-indent: -2.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: center; text-indent: -2.0px;">
<b> Y</b></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-indent: -2.0px;">
<b></b><br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-indent: -2.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Yanqui</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. En Europa, un norteamericano. En los Estados norteños, habitante de Nueva Inglaterra. En los estados sureños, la palabra es desconocida en su forma principal, aunque no en su variante ¡fuera yanqui!</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Yugo</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Implemento, mi estimada señora, a cuyo nombre latino, jugum, debemos una de las palabras más esclarecedoras de nuestro idioma: la palabra que define con precisión, ingenio y perspicacia la situación matrimonial.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 16.0px; text-indent: -2.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: center; text-indent: -2.0px;">
<b> Z</b></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-indent: -2.0px;">
<b></b><br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-indent: -2.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Zanzibarita</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Habitante del Sultanato de Zanzíbar, frente a la costa oriental de Africa. Los zanzibaritas, pueblo guerrero, son conocidos en los Estados Unidos por un amenazante incidente diplomático que ocurrió hace unos años. El cónsul norteamericano en la capital ocupaba una casa con frente al mar, del que estaba separado por una playa de arena. Con gran escándalo de su familia, y a pesar de las repetidas advertencias del propio cónsul, la gente de la ciudad insistía en usar la playa para bañarse. Un día una mujer llegó al borde del agua, y estaba agachada quitándose la ropa (un par de sandalias), cuando el cónsul, sin poder ya dominar su irritación, descargó una perdigonada contra la parte más conspicua de la intrusa. Infortunadamente para la entente cordiale que existía entre dos grandes naciones, la bañista era la Sultana.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Zenit</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Punto del firmamento situado directamente sobre un hombre parado o un repollo que crece. No se considera que un hombre en cama o un repollo en la cacerola tengan zenit, aunque sobre este punto hubo antaño graves controversias entre los eruditos, pues algunos sostenían que la postura del cuerpo carecía de importancia. Estos se llamaron Horizontalistas, mientras que sus rivales fueron los Verticalistas. La herejía Horizontalista fue finalmente aniquilada por Xanobus, rey filósofo de Abara y Verticalista ferviente. Irrumpiendo en una asamblea de filósofos que debatían la cuestión, arrojó una cabeza cortada a los pies de sus oponentes y les pidió que determinaran su zenit, explicando que el cuerpo colgaba afuera, colgado de los talones. Observando que se trataba de la cabeza de su jefe, los Horizontalistas se apresuraron a declararse convertidos al credo que pluguiera a la Corona, y el Horizontalismo ocupó su lugar entre las «fides defuncti».</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Zoología</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Ciencia e historia del reino animal, incluyendo a su reina, la Mosca Doméstica (Musca Maledicta). Se concede universalmente que el padre de la Zoología fue Aristóteles; el nombre de la madre, en cambio, no ha llegado hasta nosotros. Dos de los exponentes más ilustres de esta ciencia han sido Buffon y Oliver Goldsmith y ambos nos dicen que la vaca doméstica cambia de cuernos cada dos años.</div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<b>Zeus</b> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>s</i>. Rey de los dioses griegos, adorado por los romanos como Júpiter, y por los norteamericanos como Dios, Oro, Plebe y Perro. Algunos exploradores que han tocado las playas de América, entre ellos uno que pretende haberse internado una considerable distancia, piensan que esos cuatro nombres representan a cuatro divinidades separadas, pero en su inmortal obra sobre Creencias Supérstites, Frumpp insiste en que los nativos son monoteístas, y que ninguno tiene otro dios que sí mismo, a quien adora bajo muchos nombres sagrados.<br />
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<br /></div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 16.0px; text-indent: -2.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: center; text-indent: -2.0px;">
</div>
<div style="font-family: "times new roman"; font-size: 14px; font-stretch: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 0px 28.4px; text-indent: -2px;">
<i> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>AMBROCE BIERCE, (Ohio, Estados Unidos, 24 de junio de 1842 - después de diciembre de 1913) fue un escritor, periodista y editorialista estadounidense. Su estilo lúcido y vehemente le ha permitido conservar la popularidad un siglo después de su muerte, mientras que muchos de sus contemporáneos han pasado al olvido. Ese mismo estilo cáustico hizo que un crítico le apodara El amargo Bierce (Bitter Bierce).</i></div>
<div style="font-family: "times new roman"; font-size: 14px; font-stretch: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 0px 28.4px; text-indent: -2px;">
<i> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Tras licenciarse se dio a conocer como periodista en San Francisco, donde colaboró en The Argonaut, The Overland Monthly y New Letters, del que fue nombrado director en 1868. Es la época en la que se hará buen amigo personal de Mark Twain, de cuyo fluido y expeditivo modo de escribir se vuelve admirador entusiasta.</i></div>
<div style="font-family: "times new roman"; font-size: 14px; font-stretch: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 0px 28.4px; text-indent: -2px;">
<i> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Desde 1872 hasta 1875 vivió con Mary Ellen en Londres, donde escribió. De vuelta a Estados Unidos, se estableció de nuevo en San Francisco, donde se convirtió en columnista y editorialista del San Francisco Examiner, propiedad de William Randolph Hearst. Convertido ya en el escritor más célebre de la costa occidental, en 1889 se trasladó a Washington D.C., pero continuó su relación con los diarios de Hearst hasta 1906.</i></div>
<div style="font-family: "times new roman"; font-size: 14px; font-stretch: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 0px 28.4px; text-indent: -2px;">
<i> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Trabajos literarios. En Londres escribió sus primeras narraciones cortas, aparecidas en revistas y recopiladas más tarde en tres tomos, le crearon fama de humorista cáustico y mordaz. Su estilo se caracteriza por el constante uso de la ironía. Misántropo, expresó su pesimismo en cuentos y relatos cortos que no se hacen excesivas ilusiones sobre la bondad esencial del hombre y la mujer. También compuso Fábulas fantásticas y un Esopo enmendado, críticas corrosivas de la corrupción política estadounidense. De regreso a San Francisco se convirtió en el árbitro de los círculos políticos y literarios. Hizo gala de su humor macabro en The Monk and the Hangman's Daughter (1892) y de ingenio satírico en su libro de versos Shapes of Clay (1903).</i></div>
<div style="font-family: "times new roman"; font-size: 14px; font-stretch: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 0px 28.4px; text-indent: -2px;">
<i> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Se le considera heredero literario directo de sus compatriotas Edgar Allan Poe, Nathaniel Hawthorne y Herman Melville. Cuentista de primer orden, le debemos algunos de los mejores relatos macabros de la historia de la literatura: La muerte de Halpin Frayser, La cosa maldita, Un suceso en el puente sobre el río Owl, Un habitante de Carcosa, Un terror sagrado, La ventana tapiada, etc. Bierce es el escritor que gran parte de la crítica sitúa al lado de Poe, Lovecraft y Maupassant en el panteón de ilustres cultivadores del género terrorífico. A través de sus contundentes filigranas se evidenció como maestro absoluto en la recreación de tensas atmósferas desasosegantes en medio de las cuales detona repentinamente un horror «físico», absorbente y feroz.</i></div>
<div style="font-family: "times new roman"; font-size: 14px; font-stretch: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 0px 28.4px; text-indent: -2px;">
<i> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Algunos elementos de la obra de Bierce fueron tomados por el también escritor de relatos de horror H. P. Lovecraft para incorporarlos a sus Mitos de Cthulhu. Este segundo autor, en su obra Supernatural Horror in Literature (El horror sobrenatural en la literatura, ensayo incluido en Dagon and Other Macabre Tales), escribió sobre los relatos de Bierce que «en todos ellos hay una maleficencia sombría innegable y algunos siguen siendo verdaderas cumbres de la literatura fantástica estadounidense». Lovecraft dedica unas cinco o seis páginas (según la edición) de dicho ensayo a Bierce, a quien atribuye un lugar «más próximo a la verdadera grandeza» que el ocupado por el irlandés Fitz James O'Brien, en una escala ocupada en su lugar más alto por Edgar Allan Poe y Nathaniel Hawthorne. No obstante, hace gala H. P. Lovecraft de una gran imparcialidad que le hace creíble, al no escatimar desaprobaciones como calificar la obra de Bierce como de «un tanto irregular: muchos de sus relatos son evidentemente mecanicistas y están estropeados por un estilo desenfadado, artificioso y vulgar, procedente de estilos periodísticos» y otras, aunque el tono general de toda la reseña crítica resulta mucho más elogioso que negativo. Cita también H. P. Lovecraft en relación a Bierce, el laudatorio criterio de Samuel Loveman, «poeta y crítico actual que conoció personalmente a Bierce».</i></div>
<div style="font-family: "times new roman"; font-size: 14px; font-stretch: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 0px 28.4px; text-indent: -2px;">
<i> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Si bien se suele encasillar a Bierce como un autor de cuentos de terror, no todos sus textos pertenecen a ese género, en cambio, sus textos suelen contener una fuerte dosis de sarcasmo o de lúcida ironía, que a menudo se convierte en un agudo humor negro. Se considera su mejor libro In the midst of life, conocido también como Cuentos de soldados y civiles, que comprende sus más sombríos relatos. Su obra más conocida es el diccionario del diablo.</i></div>
<div style="font-family: "times new roman"; font-size: 14px; font-stretch: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 0px 28.4px; text-indent: -2px;">
<i> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Desaparición. Su infeliz vida conyugal y el aburrimiento del día a día acaban por devolver a su espíritu la añoranza de sus aventuras juveniles. En octubre de 1913, el septuagenario Bierce partió de Washington D. C. para recorrer los viejos campos de batalla de la Guerra Civil. En diciembre cruzó a México por El Paso, que por entonces estaba en plena revolución. En Ciudad Juárez se unió al ejército de Pancho Villa como observador, llegando hasta Chihuahua, donde su rastro se desvanece. La última noticia cierta fue una carta que escribió a un amigo íntimo, fechada el 26 de diciembre. Se trata de una de las desapariciones más famosas de la historia de la literatura: el propio H. P. Lovecraft se refiere a ella en su novela El que acecha en el umbral (The Lurker in the Threshold, 1945): Ambrose Bierce, y aquí llegamos a algo de naturaleza siniestra (pues Bierce se interesaba en asuntos extraterrenos), desapareció en México. Se dijo que había muerto luchando contra Villa, pero en la época de su desaparición debía de tener más de setenta años y era prácticamente un inválido. Jamás se volvió a saber de él. Esto ocurrió en mil novecientos trece.</i></div>
<div style="font-family: "times new roman"; font-size: 14px; font-stretch: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 0px 28.4px; text-indent: -2px;">
<i> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Aunque desde entonces se han lanzado muchas teorías, el misterio permanece.</i></div>
<div style="font-family: "times new roman"; font-size: 14px; font-stretch: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 0px 28.4px; text-indent: -2px;">
<i> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Antes de partir con rumbo a México, en una carta fechada el 1 de octubre de 1913, escribió a una de sus familiares en Washington: «Adiós. Si oyes que he sido colocado contra un muro de piedra mexicano y me han fusilado hasta convertirme en harapos, por favor, entiende que yo pienso que esa es una manera muy buena de salir de esta vida. Supera a la ancianidad, a la enfermedad, o a la caída por las escaleras de la bodega. Ser un gringo en México. ¡Ah, eso sí es eutanasia!».</i></div>
<div style="font-family: "times new roman"; font-size: 14px; font-stretch: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 0px 28.4px; text-indent: -2px;">
<i> <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>La Enciclopedia Británica aventura que pudo ser asesinado en el sitio de Ojinaga (enero de 1914). En efecto, un documento de la época consigna la muerte en esta batalla de «un gringo viejo». La fecha generalmente aceptada de su muerte es 1914. La tradición oral de la villa de Sierra Mojada (Coahuila), documentada por el sacerdote Jaime Lienert, atestigua que Bierce fue ejecutado por fusilamiento en el cementerio del pueblo. </i><span style="text-align: right;">Fuente: </span><i style="text-align: right;">Wikipedia.</i></div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 16.0px; text-indent: -2.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -2.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 10.0px 28.4px; min-height: 18.0px;">
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estafetahttp://www.blogger.com/profile/10314797590011827695noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-4391952270751641520.post-18004978386769992172016-06-16T14:20:00.000-07:002022-02-21T20:02:47.735-08:00MIJAIL BAJTIN - La cultura popular en la Edad Media y en el Renacimiento: El contexto de François Rabelais<div>
<br /></div>
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjUHrg6A4JmS6m17R41be6NXgOw5T_tsap3LKdMH8nN_oLQ554W8GRXslokyva0YczBRar-ZQShe9jKaOxkd5Z2wbpnr32tVVSWNlsaE4fGtPqKbCE8SkMZ6TbhYwPigkNMgoRlq7SFc5o/s1600/Bakhtin.jpg" onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}"><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5404842866673096242" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjUHrg6A4JmS6m17R41be6NXgOw5T_tsap3LKdMH8nN_oLQ554W8GRXslokyva0YczBRar-ZQShe9jKaOxkd5Z2wbpnr32tVVSWNlsaE4fGtPqKbCE8SkMZ6TbhYwPigkNMgoRlq7SFc5o/s400/Bakhtin.jpg" style="cursor: hand; cursor: pointer; display: block; height: 299px; margin: 0px auto 10px; text-align: center; width: 233px;" /></a><br />
<div style="font: 14.0px "times"; margin: 0.0px 0.0px 10.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify;">
<span class="Apple-style-span" style="color: #000033;"><span class="Apple-style-span" style="color: black;"><br /></span></span></div>
<div style="font: 14.0px "times"; margin: 0.0px 0.0px 10.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
En nuestro país, Rabelais es el menos popular, el menos estudiado, el menos comprendido y estimado de los grandes escritores de la literatura mundial. </div>
<div style="font: 14.0px "times"; margin: 0.0px 0.0px 10.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
No obstante, Rabelais está considerado como uno de los autores europeos más importantes. Bolinsky lo ha calificado de genio, de "Voltaire" del siglo XVI, y estima su obra como una de las más valiosas de los siglos pasados. Los especialistas europeos acostumbran a colocarla –por la fuerza de sus ideas, de su arte y por su importancia histórica– inmediatamente después de Shakespeare, e incluso llegan a ubicarlo a la par del inglés. Los románticos franceses, sobre todo Chateaubriand y Hugo, lo tenían por uno de los genios más eminentes de la humanidad de todos los tiempos y pueblos. Se le ha considerado, y se le considera aún, no s6lo como un escritor de primer orden, sino también como un sabio y un profeta. He aquí un juicio significativo de Michelet: "Rabelais ha recogido directamente la sabiduría de la <i>corriente popular de los antiguos dialectos, refranes, proverbios y farsas estudiantiles, de la boca de la gente común y los bufones.</i> </div>
<div style="font: 14.0px "times"; margin: 0.0px 0.0px 10.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
"Y a través de esos <i>delirios</i>, aparece con toda su grandeza el genio del siglo y su <i>fuerza profética</i>. Donde no logra descubrir, acierta a entrever, anunciar y dirigir. Bajo cada hoja de la floresta de los sueños se ven frutos que recoger el <i>porvenir</i>. Este libro es una <i>rama de oro</i>”. </div>
<div style="font: 14.0px "times"; margin: 0.0px 0.0px 10.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Es evidente que los juicios y apreciaciones de este tipo son muy relativos. No pretendemos decidir si es justo colocar a Rabelais a la par de Shakespeare o por encima o debajo de Cervantes, etc. Por lo demás, el lugar histórico que ocupa entre los creadores de la nueva literatura europea está indiscutiblemente al lado de Dante, Boccacio, Shakespeare y Cervantes. Rabelais ha influido poderosamente no sólo en los destinos de la literatura y la lengua literaria francesa, sino también en la literatura mundial (probablemente con tanta intensidad como Cervantes). Es también indudable que fue el <i>más democrático</i> de los modernos maestros literarios. Para nosotros, sin embargo, su cualidad principal es la de estar más profundamente ligado que los demás a las <i>fuentes populares</i> (las que cita Michelet son exactas, sin duda, pero distan mucho de ser exhaustivas); el conjunto de estas fuentes determinó su sistema de imágenes tanto como su concepción artística. </div>
<div style="font: 14.0px "times"; margin: 0.0px 0.0px 10.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Y es precisamente ese peculiar carácter popular y, podríamos decir, radical de las imágenes de Rabelais lo que explica que su porvenir sea tan excepcionalmente rico, como correctamente señala Michelet. Es también este carácter popular el que explica "el aspecto no literario de Rabelais, quiero decir su resistencia a ajustarse a los cánones y reglas del arte literario vigentes desde el siglo XVI hasta nuestros días, independientemente de las variaciones que sufriera su contenido. Rabelais ha rechazado estos moldes mucho más categóricamente que Shakespeare o Cervantes, quienes se limitaron a evitar los cánones clásicos más o menos estrechos de su época. Las imágenes de Rabelais se distinguen por una especie de "carácter no oficial", indestructible y categórico, de tal modo que no hay dogmatismo, autoridad ni formalidad unilateral que pueda armonizar con las imágenes rabelesianas, decididamente hostiles a toda perfección definitiva, a toda estabilidad, a toda formalidad limitada, a toda operación o decisión circunscritas al dominio del pensamiento y la concepción del mundo. </div>
<div style="font: 14.0px "times"; margin: 0.0px 0.0px 10.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
De ahí la soledad tan especial de Rabelais en el curso de los siglos siguientes: es imposible llegar a él a través de los caminos trillados que siguieron la creación artística y el pensamiento ideológico de la Europa burguesa a lo largo de los últimos cuatro siglos. Y si bien es cierto que en ese tiempo encontramos numerosos admiradores entusiastas de Rabelais, es imposible, en cambio, hallar una comprensión total, claramente formulada, de su obra. </div>
<div style="font: 14.0px "times"; margin: 0.0px 0.0px 10.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Los románticos, que redescubrieron a Rabelais, como a Shakespeare y a Cervantes, no supieron encontrar su centro y no pasaron por eso de una maravillada sorpresa. Muchos son los comentaristas que Rabelais ha rechazado y rechaza aún; a la mayoría por falta de comprensión. Las imágenes rabelesianas incluso ahora siguen siendo en gran medida enigmáticas. </div>
<div style="font: 14.0px "times"; margin: 0.0px 0.0px 10.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
El único medio de descifrar esos enigmas, es emprender un estudio en profundidad de sus fuentes populares. Si Rabelais se nos presenta como un solitario, sin afinidades con otros grandes escritores de los cuatro últimos siglos, podemos en cambio afirmar que, frente al rico acervo actualizado de la literatura popular, son precisamente esos cuatro siglos de evolución literaria los que se nos presentan aislados y exentos de afinidades mientras <i>las imágenes rabelesianas están perfectamente ubicadas dentro de la evolución milenaria de la cultura popular.</i> </div>
<div style="font: 14.0px "times"; margin: 0.0px 0.0px 10.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Si Rabelais es el más difícil de los autores clásicos es porque exige, para ser comprendido, la reformulación radical de todas las concepciones artísticas e ideológicas, la capacidad de rechazar muchas exigencias del gusto literario hondamente arraigadas, la revisión de una multitud de nociones y, sobre todo, una investigación profunda de los dominios de la literatura cómica popular que ha sido tan poco y tan superficialmente explorada. </div>
<div style="font: 14.0px "times"; margin: 0.0px 0.0px 10.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Ciertamente, Rabelais es difícil. Pero, en recompensa, su obra, descifrada convenientemente, permite iluminar la cultura cómica popular de varios milenios, de la que Rabelais fue el eminente portavoz en la literatura. Sin lugar a dudas, su novela puede ser la clave que nos permita penetrar en los espléndidos santuarios de la obra cómica popular que han permanecido incomprendidos e inexplorados. Pero antes de entrar en ellos, es fundamental conocer esta clave. </div>
<div style="font: 14.0px "times"; margin: 0.0px 0.0px 10.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
La presente introducción se propone plantear los problemas de la cultura cómica popular de la Edad Media y el Renacimiento, discernir sus dimensiones y definir previamente sus rasgos originales. </div>
<div style="font: 14.0px "times"; margin: 0.0px 0.0px 10.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Como he dicho, la risa popular y sus formas, constituyen el campo menos estudiados de la creación popular. La concepción estrecha del carácter popular y del folklore, nacida en la época pre-romántica y rematada esencialmente por Herder y los románticos, excluye casi por completo la cultura específica de la plaza pública y también el humor popular en toda la riqueza de sus manifestaciones. Ni siquiera posteriormente los especialistas del folklore y la historia literaria han considerado el humor del pueblo en la plaza pública como un objeto digno de estudio desde el punto de vista cultural, histórico, folklórico o literario. Entre las numerosas investigaciones científicas consagradas a los ritos, los mitos y las obras populares, líricas y épicas, la risa no ocupa sino un lugar modesto. Incluso en esas condiciones, la naturaleza específica de la risa popular aparece totalmente deformada porque se le aplican ideas y nociones que le son ajenas pues pertenecen verdaderamente al dominio de la cultura y la estética burguesa contemporáneas. Esto nos permite afirmar, sin exageración, que la profunda originalidad de la antigua cultura cómica popular no nos ha sido revelada. </div>
<div style="font: 14.0px "times"; margin: 0.0px 0.0px 10.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Sin embargo, su amplitud e importancia eran considerables en la Edad Media y en el Renacimiento. El mundo infinito de las formas y manifestaciones de la risa se oponía a la cultura oficial, al tono serio, religioso y feudal de la época. Dentro de su diversidad, estas formas y manifestaciones –las fiestas públicas carnavalescas, los ritos y cultos cómicos, los bufones y "bobos", gigantes, enanos y monstruos, payasos de diversos estilos y categorías, la literatura paródica, vasta y multiforme, etc.–, poseen una unidad de estilo y constituyen partes y zonas únicas e indivisibles de la cultura cómica popular, principalmente de la cultura carnavalesca. </div>
<div style="font: 14.0px "times"; margin: 0.0px 0.0px 10.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Las múltiples manifestaciones de esta cultura pueden subdividirse en tres grandes categorías: </div>
<div style="font: 14.0px "times"; margin: 0.0px 0.0px 10.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
1) <i>Formas y rituales del espectáculo</i> (festejos carnavalescos, obras cómicas representadas en las plazas públicas, etc.); </div>
<div style="font: 14.0px "times"; margin: 0.0px 0.0px 10.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
2) <i>Obras cómicas verbales</i> (incluso las parodias) de diversa naturaleza: orales y escritas, en latín o en lengua vulgar; </div>
<div style="font: 14.0px "times"; margin: 0.0px 0.0px 10.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
3) <i>Diversas formas y tipos del vocabulario familiar y grosero</i> (insultos, juramentos, lemas populares, etc.). </div>
<div style="font: 14.0px "times"; margin: 0.0px 0.0px 10.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Estas tres categorías, que reflejan en su heterogeneidad un mismo aspecto cómico del mundo, están estrechamente interrelacionadas y se combinan entre sí. </div>
<div style="font: 14.0px "times"; margin: 0.0px 0.0px 10.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Vamos a definir previamente cada una de las tres formas. </div>
<div style="font: 14.0px "times"; margin: 0.0px 0.0px 10.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Los festejos del carnaval, con todos las actos y ritos cómicos que contienen, ocupaban un lugar muy importante en la vida del hombre medieval. Además de los carnavales propiamente dichos, que iban acompañados de actos y procesiones complicadas que llenaban las plazas y las calles durante días enteros, se celebraban también la "fiesta de los bobos" (<i>Festa stultorum</i>) y la "fiesta del asno"; existía también una "risa pascual" (<i>risus paschalis</i>) muy singular y libre, consagrada por la tradición. Además, casi todas las fiestas religiosas poseían un aspecto cómico popular y público, consagrado también por la tradición. Es el caso, por ejemplo, de las "fiestas del templo", que eran seguidas habitualmente por ferias y por un rico cortejo de regocijos populares (durante los cuales se exhibían gigantes, enanos, monstruos, bestias "sabias", etc.). La representación de los misterios acontecía en un ambiente de carnaval. Lo mismo ocurría con las fiestas agrícolas, como la vendimia, que se celebraban asimismo en las ciudades. La risa acompañaba también las ceremonias y los ritos civiles de la vida cotidiana: así, los bufones y los "tontos" asistían siempre a las funciones del ceremonial serio, parodiando sus actos (proclamación de los nombres de los vencedores de los torneos, ceremonias de entrega del derecho de vasallaje, de los nuevos caballeros armados, etc.). Ninguna fiesta se desarrollaba sin la intervención de los elementos de una organización cómica; así, para el desarrollo de una fiesta, la elección de reinas y reyes de la "risa". </div>
<div style="font: 14.0px "times"; margin: 0.0px 0.0px 10.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Estas formas rituales y de espectáculo organizadas a la manera c6mica y consagradas por la tradición, se habían difundido en todos los países europeos, pero en los países latinos, especialmente en Francia, destacaban por su riqueza y complejidad particulares. Al analizar el sistema rabelesiano de imágenes dedicaremos un examen más completo y detallado a las mismas. </div>
<div style="font: 14.0px "times"; margin: 0.0px 0.0px 10.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Todos estos ritos y espectáculos organizados a la manera cómica, presentaban una diferencia notable, una diferencia de principio, podríamos decir, con las formas del culto y las ceremonias oficiales serias de la Iglesia o del Estado feudal. Ofrecían una visión del mundo, del hombre y de las relaciones humanas totalmente diferente, deliberadamente no-oficial, exterior a la Iglesia y al Estado; parecían haber construido, al lado del mundo oficial, un segundo mundo y una segunda vida a la que los hombres de la Edad Media pertenecían en una proporción mayor o menor y en la que vivían en fechas determinadas. Esto creaba una especie de dualidad del mundo, y creemos que sin tomar esto en consideración no se podría comprender ni la conciencia cultural de la Edad Media ni la civilización renacentista. La ignorancia o la subestimación de la risa popular en la Edad Media deforma también el cuadro evolutivo histórico de la cultura europea en los siglos siguientes. </div>
<div style="font: 14.0px "times"; margin: 0.0px 0.0px 10.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
La dualidad en la percepción del mundo y la vida humana ya existían en el estadio anterior de la civilización primitiva. En el folklore de los pueblos primitivos se encuentra, paralelamente a los cultos serios (por su organización y su tono) la existencia de cultos cómicos, que convertían a las divinidades en objetos de burla y blasfemia "</div>
<div style="font: 14.0px "times"; margin: 0.0px 0.0px 10.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Pero en las etapas primitivas, dentro de un régimen social que no conocía todavía ni las clases ni el Estado, los aspectos serios y cómicos de la divinidad, del mundo y del hombre eran, según todos los indicios, igualmente sagrados e igualmente, podríamos decir, "oficiales". Este rasgo persiste a veces en algunos ritos de épocas posteriores. Así, por ejemplo, en la Roma antigua, durante la ceremonia del triunfo, se celebraba y se escarnecía al vencedor en igual proporción; del mismo modo, durante los funerales se lloraba (o celebraba) y se ridiculizaba al difunto. Pero cuando se establece el régimen de clases y de Estado, se hace imposible otorgar a ambos aspectos derechos iguales, de modo que las formas cómicas –algunas, más temprano, otras más tarde–, adquieren un carácter no oficial, su sentido se modifica, se complica y se profundiza, para transformarse finalmente en las formas fundamentales de expresión de la cosmovisión y la cultura populares. </div>
<div style="font: 14.0px "times"; margin: 0.0px 0.0px 10.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Es el caso de los regocijos carnavalescos de la Antigüedad, sobre todo las saturnales romanas, así como de los carnavales de la Edad Media, que están evidentemente muy alejados de la risa ritual que conocía la comunidad primitiva. </div>
<div style="font: 14.0px "times"; margin: 0.0px 0.0px 10.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
¿Cuáles son los rasgos típicos de las formas rituales y de los espectáculos cómicos de la Edad Media, y, ante todo, cuál es su naturaleza, es decir su modo de existencia? </div>
<div style="font: 14.0px "times"; margin: 0.0px 0.0px 10.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
No se trata por supuesto de ritos religiosos, como en el género de la liturgia cristiana, a la que están relacionados por antiguos lazos genéricos. El principio cómico que preside los ritos carnavalescos los exime completamente de todo dogmatismo religioso o eclesiástico, del misticismo, de la piedad, y están por lo demás desprovistos de carácter mágico o encantatorio (no piden ni exigen nada). Más aún, ciertas formas carnavalescas son una verdadera parodia del culto religioso. Todas estas formas son decididamente exteriores a la Iglesia y a la religión. Pertenecen a una esfera particular de la vida cotidiana. </div>
<div style="font: 14.0px "times"; margin: 0.0px 0.0px 10.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Por su carácter concreto y sensible y en razón de un poderoso elemento de juego, se relacionan preferentemente con las formas artísticas y animadas de imágenes, es decir con las formas del espectáculo teatral. Y es verdad que las formas del espectáculo teatral de la Edad Media se asemejan en lo esencial a los carnavales populares, de los que forman parte en cierta medida. Sin embargo, el núcleo de esta cultura, es decir el carnaval, no es tampoco la forma del espectáculo teatral, y, en general, no pertenece al dominio del arte. Está situado en las fronteras entre el arte y la vida. En realidad es la vida misma, presentada con los elementos característicos del juego. </div>
<div style="font: 14.0px "times"; margin: 0.0px 0.0px 10.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
De hecho, el carnaval ignora toda distinción entre actores y espectadores. También ignora la escena, incluso en su forma embrionaria. Ya que una escena destruiría el carnaval (e inversamente, la destrucción del escenario destruiría el espectáculo teatral). Los espectadores no asisten al carnaval, sino que lo viven, ya que el carnaval está hecho para todo el pueblo. Durante el carnaval no hay otra vida que la del carnaval. Es imposible escapar, porque el carnaval no tiene ninguna frontera espacial. En el curso de la fiesta sólo puede vivirse de acuerdo a sus leyes, es decir de acuerdo a las leyes de la libertad. El carnaval posee un carácter universal, es un estado peculiar del mundo: su renacimiento y su renovación en los que cada individuo participa. Esta es la esencia misma del carnaval, y los que intervienen en el regocijo lo experimenten vivamente. </div>
<div style="font: 14.0px "times"; margin: 0.0px 0.0px 10.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
La idea del carnaval ha sido observada y se ha manifestado de forma muy sensible en las saturnales romanas, que eran experimentadas como un retorno efectivo y completo (aunque provisorio) el país de la edad de oro. Las tradiciones de las saturnales sobrevivieron en el carnaval de la Edad Media, que representó, con más plenitud y pureza que otras fiestas de la misma época, la idea de la renovación universal. Los demás regocijos de tipo carnavalesco eran limitados y encarnaban la idea del carnaval en una forma menos plena y menos pura; sin embargo, la idea subsistía y se la concebía como una huida provisional de los moldes de la vida ordinaria (es decir, oficial). </div>
<div style="font: 14.0px "times"; margin: 0.0px 0.0px 10.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
En este sentido el carnaval no era una forma artística de espectáculo teatral, sino más bien una forma concreta de la vida misma, que no era simplemente representada sobre un escenario, sino vivida en la duración del carnaval. Esto puede expresarse de la siguiente manera: durante el carnaval es la vida misma la que juega e interpreta (sin escenario, sin tablado, sin actores, sin espectadores, es decir sin los atributos específicos de todo espectáculo teatral) su propio renacimiento y renovación sobre la base de mejores principios. Aquí la forma efectiva de la vida es al mismo tiempo su forma ideal resucitada. </div>
<div style="font: 14.0px "times"; margin: 0.0px 0.0px 10.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Los bufones y payasos son los personajes característicos de la cultura cómica de la Edad Media. En cierto modo, los vehículos permanentes y consagrados del principio carnavalesco en la vida cotidiana (aquella que se desarrollaba fuera del carnaval). Los bufones y payasos, como por ejemplo el payaso Triboulet, que actuaba en la corte de Francisco I (y que figura también en la novela de Rabelais), no eran actores que desempeñaban su papel sobre el escenario (a semejanza de los cómicos que luego interpretarían Arlequín, Hans Wurst, etc.). Por el contrario, ellos seguían siendo bufones y payasos en todas las circunstancias de su vida. Como tales, encarnaban una forma especial de la vida, a la vez real e ideal. Se situaban en la frontera entre la vida y el arte (en una esfera intermedia), ni personajes excéntricos o estúpidos ni actores cómicos. </div>
<div style="font: 14.0px "times"; margin: 0.0px 0.0px 10.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
En suma, durante el carnaval es la vida misma la que interpreta, y durante cierto tiempo el juego se transforma en vida real. Esta es la naturaleza específica del carnaval, su modo particular de existencia. </div>
<div style="font: 14.0px "times"; margin: 0.0px 0.0px 10.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
El carnaval es la segunda vida del pueblo, basada en el principio de la risa. Es su vida festiva. La fiesta es el rasgo fundamental de todas las formas de ritos y espectáculos cómicos de la Edad Media. Todas esas formas presentaban un lazo exterior con las fiestas religiosas. Incluso el carnaval, que no coincidía con ningún hecho de la vida sacra, con ninguna fiesta santa, se desarrollaba durante los últimos días que precedían a la gran cuaresma (de allí los nombres franceses de <i>Mardi gras</i> o <i>Caremeprenant</i> y, en los países germánicos, de <i>Fastnacht</i>). La línea genética que une estas formas a las festividades agrícolas paganas de la Antigüedad, y que incluyen en su ritual el elemento cómico, es más esencial aún. </div>
<div style="font: 14.0px "times"; margin: 0.0px 0.0px 10.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Las festividades (cualquiera que sea su tipo) son una forma primordial determinante de la civilización humana. No hace falta considerarlas ni explicarlas como un producto de las condiciones y objetivos prácticos del trabajo colectivo, o interpretación más vulgar aún, de la necesidad biológica (fisiológica) de descanso periódico. Las festividades siempre han tenido un contenido esencial, un sentido profundo, han expresado siempre una concepción del mundo. Los "ejercicios" de reglamentación y perfeccionamiento del proceso del trabajo colectivo, el "juego del trabajo", el descanso o la tregua en el trabajo nunca han llegado a ser verdaderas fiestas. Para que lo sea hace falta un elemento más, proveniente del mundo del espíritu y de las ideas. Su sanción debe emanar no del mundo de los medios y condiciones indispensables, sino del mundo de los objetivos superiores de la existencia humana, es decir, el mundo de los ideales. Sin esto, no existe clima de fiesta. </div>
<div style="font: 14.0px "times"; margin: 0.0px 0.0px 10.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Las fiestas tienen siempre una relación profunda con el tiempo. En la base de las fiestas hay siempre una concepción determinada y concreta del tiempo natural (cósmico), biológico e histórico. Además las fiestas, en todas sus fases históricas, han estado ligadas a períodos de crisis, de trastorno, en la vida de la naturaleza, de la sociedad y del hombre. La muerte y la resurrección, las sucesiones y la renovación constituyeron siempre los aspectos esenciales de la fiesta. Son estos momentos precisamente (bajo las formas concretas de las diferentes fiestas) los que crearon el clima típico de la fiesta. </div>
<div style="font: 14.0px "times"; margin: 0.0px 0.0px 10.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Bajo régimen feudal existente en la Edad Media, este carácter festivo, es decir la relación de la fiesta con los objetivos superiores de la existencia humana, la resurrección y la renovación, sólo podía alcanzar su plenitud y su pureza en el carnaval y en otras fiestas populares y públicas. La fiesta se convertía en esta circunstancia en la forma que adoptaba la segunda vida del pueblo, que temporalmente penetraba en el reino utópico de la universalidad, de la libertad, de la igualdad y de la abundancia. </div>
<div style="font: 14.0px "times"; margin: 0.0px 0.0px 10.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
En cambio, las fiestas oficiales de la Edad Media (tanto las de la Iglesia como las del Estado feudal) no sacaban al pueblo del orden existente, ni eran capaces de crear esta segunda vida. Al contrario, contribuían a consagrar, sancionar y fortificar el régimen vigente. Los lazos con el tiempo se volvían puramente formales, las sucesiones y crisis quedaban totalmente relegadas al pasado. En la práctica , la fiesta oficial miraba sólo hacía atrás, hacia el pasado, del que se servía para consagrar el orden social presente. La fiesta oficial, incluso a pesar suyo a veces, tendía a consagrar la estabilidad, la inmutabilidad y la perennidad de las reglas que regían el mundo: jerarquías, valores, normas y tabúes religiosos, políticos y morales corrientes. La fiesta oficial era el triunfo de la verdad prefabricada, victoriosa, dominante, que asumía la apariencia de una verdad eterna, inmutable y perentoria. Por eso el tono de la fiesta oficial traicionaba la verdadera naturaleza de la fiesta humana y la desfiguraba. Pero como su carácter auténtico era indestructible, tenían que tolerarla e incluso legalizarla parcialmente en las formas exteriores y oficiales de la fiesta y concederle un sitio en la plaza pública. </div>
<div style="font: 14.0px "times"; margin: 0.0px 0.0px 10.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
A diferencia de la fiesta oficial, el carnaval era el triunfo de una especie de liberación transitoria, más allá de la órbita de la concepción dominante, la abolición provisional de las relaciones jerárquicas, privilegios, reglas y tabúes. Se oponía a toda perpetuación, a todo perfeccionamiento y reglamentación, apuntaba a un porvenir aún incompleto. </div>
<div style="font: 14.0px "times"; margin: 0.0px 0.0px 10.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
La abolición de las relaciones jerárquicas poseía una significación muy especial. En las fiestas oficiales las distinciones jerárquicas se destacaban a propósito, cada personaje se presentaba con las insignias de sus títulos, grados y funciones y ocupaba el lugar reservado a su rango. Esta fiesta tenía por finalidad la consagración de la desigualdad, a diferencia del carnaval en el que todos eran iguales y donde reinaba una forma especial de contacto libre y familiar entre individuos normalmente separados en la vida cotidiana por las barreras infranqueables de su condición, su fortuna, su empleo, su edad y su situación familiar. </div>
<div style="font: 14.0px "times"; margin: 0.0px 0.0px 10.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
A diferencia de la excepcional jerarquización del régimen feudal, con su extremo encasillamiento en estados y corporaciones, este contacto libre y familiar era vivido intensamente y constituía una parte esencial de la visión carnavalesca del mundo. El individuo parecía dotado de una segunda vida que le permitía establecer nuevas relaciones, verdaderamente humanas, con sus semejantes. La alienación desaparecía provisionalmente. El hombre volvía a sí mismo y se sentía un ser humano entre sus semejantes. El auténtico humanismo que caracterizaba estas relaciones no era en absoluto fruto de la imaginación o el pensamiento abstracto, sino que se experimentaba concretamente en ese contacto vivo, material y sensible. El ideal utópico y el real se basaban provisionalmente en la visión carnavalesca, única en su tipo. </div>
<div style="font: 14.0px "times"; margin: 0.0px 0.0px 10.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
En consecuencia, esta eliminación provisional, a la vez ideal y efectiva, de las relaciones jerárquicas entre los individuos, creaba en la plaza pública un tipo particular de comunicación inconcebible en situaciones normales. Se elaboraban formas especiales del lenguaje y de los ademanes, francas y sin constricciones, que abolían toda distancia entre los individuos en comunicación, liberados de las normas corrientes de la etiqueta y las reglas de conducta. Esto produjo el nacimiento de un lenguaje carnavalesco típico, del cual encontraremos numerosas muestras en Rabelais. </div>
<div style="font: 14.0px "times"; margin: 0.0px 0.0px 10.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
A lo largo de siglos de evolución, el carnaval medieval, prefigurado en los ritos cómicos anteriores, de antigüedad milenaria (en los que incluimos las saturnales) originó una lengua propia de gran riqueza, capaz de expresar las formas y símbolos del carnaval y de transmitir la cosmovisión carnavalesca unitaria pero compleja del pueblo. Esta visión, opuesta a todo lo previsto y perfecto, a toda pretensión de inmutabilidad y eternidad, necesitaba manifestarse con unas formas de expresión dinámicas y cambiantes (proteicas) fluctuantes y activas. De allí que todas las formas y símbolos de la lengua carnavalesca estén impregnadas del lirismo de la sucesión y la renovación, de la gozosa comprensión de la relatividad de las verdades y las autoridades dominantes. Se caracteriza principalmente por la lógica original de las cosas "al revés" y "contradictorias", de las permutaciones constantes de lo alto y lo bajo (la "rueda") del frente y el revés, y por las diversas formas de parodias, inversiones, degradaciones, profanaciones, coronamientos y derrocamientos bufonescos. La segunda vida, el segundo mundo de la cultura popular se construye en cierto modo como ,parodia de la vida ordinaria, como un "mundo al revés". Es preciso señalar sin embargo que la parodia carnavalesca está muy alejada de la parodia moderna puramente negativa y formal; en efecto, al negar, aquélla resucita y renueva a la vez. La negación pura y llana es casi siempre ajena a la cultura popular. </div>
<div style="font: 14.0px "times"; margin: 0.0px 0.0px 10.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
En la presente introducción, nos hemos limitado a tratar muy rápidamente las formas y los símbolos carnavalescos, dotados de una riqueza y originalidad sorprendentes. El objetivo fundamental de nuestro estudio es hacer asequible esta lengua semiolvidada, de la que comenzamos a perder la comprensión de ciertos matices. Porque ésta es, precisamente, la lengua que utilizó Rabelais. Sin conocerla bien, no podríamos comprender realmente el sistema de imágenes rabelesianas. Recordemos que esta lengua carnavalesca fue empleada también, en manera y proporción diversas, por Erasmo, Shakespeare, Cervantes, Lope de Vega, Tirso de Molina, Guevara y Quevedo; y también por la "literatura de los bufones alemanes" (<i>Narrenliteratur</i>), Hans Sachs, Fischart, Grimmelshausen y otros. Sin conocer esta lengua es imposible conocer a fondo y bajo todos sus aspectos la literatura del Renacimiento y del barroco, No sólo la literatura, sino también las utopías del Renacimiento y su concepto del mundo estaban influidas por la visión carnavalesca del mundo y a menudo adoptaban sus formas y símbolos. </div>
<div style="font: 14.0px "times"; margin: 0.0px 0.0px 10.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Explicaremos previamente la naturaleza compleja del humor carnavalesco. Es, ante todo, un humor festivo. No es en consecuencia una reacción individual ante uno u otro hecho "singular" aislado. La risa carnavalesca es ante todo patrimonio del pueblo (este carácter popular, como dijimos, es inherente a la naturaleza misma del carnaval); todos ríen, la risa es "general"; en segundo lugar, es universal, contiene todas las cosas y la gente (incluso las que participan en el carnaval), el mundo entero parece cómico y es percibido y considerado en un aspecto jocoso, en su alegre relativismo; por último esta risa es ambivalente: alegre y llena de alborozo, pero al mismo tiempo burlona y sarcástica, niega y afirma, amortaja y resucita a la vez. </div>
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Una característica importante de la risa en la fiesta popular es que escarnece a los mismos burladores. El pueblo no se excluye a sí mismo del mundo en evolución. También él se siente incompleto; también él renace y se renueva con la muerte. </div>
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Esta es una de las diferencias esenciales que separan la risa festiva popular de la risa puramente satírica de la época moderna. El autor satírico que sólo emplea el humor negativo, se coloca fuera del objeto aludido y se le opone, lo cual destruye la integridad del aspecto cómico del mundo; por lo que la risa popular ambivalente expresa una opinión sobre un mundo en plena evolución en el que están incluidos los que ríen. </div>
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Debemos notar especialmente el carácter utópico y de cosmovisión de esta risa festiva, dirigida contra toda concepción de superioridad. En esta risa se mantiene viva aún, con un cambio sustancial de sentido, la burla ritual de la divinidad, tal como existía en los antiguos ritos cómicos. Pero los elementos culturales característicos han desaparecido, y sólo subsisten los rasgos humanos, universales y utópicos. </div>
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Es absolutamente necesario plantear adecuadamente el problema de la risa popular. Los estudios que se le han consagrado incurren en el error de modernizaría groseramente, interpretándola dentro del espíritu de la literatura cómica moderna, ya sea como un humor satírico negativo (designando así a Rabelais como autor exclusivamente satírico) o como una risa agradable destinada únicamente a divertir, ligera y desprovista de profundidad y fuerza. Generalmente su carácter ambivalente pasa desapercibido por completo. </div>
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Pasamos ahora a la segunda forma de cultura cómica popular: las obras verbales en latín y en lengua vulgar. No se trata de folklore (aunque algunas de estas obras en lengua vulgar puedan considerarse así). Esta literatura está imbuida de la cosmovisión carnavalesca, utilizaba ampliamente la lengua de las formas carnavalescas, se desarrollaba al amparo de las osadías legitimadas por el carnaval y en la mayoría de los casos estaba fundamentalmente ligada a los regocijos carnavalescos, cuya parte literaria solía representar. En esta literatura, la risa era ambivalente y festiva. A su vez esta literatura era una literatura festiva y recreativa, típica de la Edad Media. </div>
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Ya dijimos que las celebraciones carnavalescas ocupaban un importante lugar en la vida de las poblaciones medievales, incluso desde el punto de vista de su duración: en las grandes ciudades llegaban a durar tres meses por año. La influencia de la cosmovisión carnavalesca sobre la concepción y el pensamiento de los hombres, era radical: les obligaba a renegar en cierto modo de su condición oficial (como monje, clérigo o sabio) y a contemplar el mundo desde un punto de vista cómico y carnavalesco . No sólo los escolares y los clérigos, sino también los eclesiásticos de alta jerarquía y los doctos teólogos se permitían alegres distracciones durante las cuales se desprendían de su piadosa gravedad, como en el caso de los "juegos monacales" (<i>Joca monacorum</i>), título de una de las obras más apreciadas de la Edad Media. En sus celdas de sabio escribían tratados más o menos paródicos y obras cómicas en latín. </div>
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La literatura cómica medieval se desarrolló durante todo un milenio y aún más, si consideramos que sus comienzos se remontan a la antigüedad cristiana. Durante este largo período, esta literatura sufrió cambios muy importantes (menos sensibles en la literatura en lengua latina). Surgieron géneros diversos y variaciones estilísticas. A pesar de todas las diferencias de época y género, esta literatura sigue siendo –en diversa proporción– la expresión de la cosmovisi6n popular y carnavalesca, y sigue empleando en consecuencia la lengua de sus formas y símbolos. </div>
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La literatura latina paródica o semi-paródica está enormemente difundida. Poseemos una cantidad considerable de manuscritos en los cuales la ideología oficial de la Iglesia y sus ritos son descritos desde el punto de vista cómico. </div>
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La risa influyó en las más altas esferas del pensamiento y el culto religioso. </div>
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Una de las obras más antiguas y célebres de esta literatura, La Cena de Cipriano (<i>Cœna Cypriani</i>), invirtió con espíritu carnavalesco las Sagradas Escrituras (Biblia y Evangelios). Esta parodia estaba autorizada por la tradición de la risa pascual (<i>risus paschalis</i>) libre; en ella encontramos ecos lejanos de las saturnales romanas. Otra obra antigua del mismo tipo, <i>Vergilius Maro grammaticus</i>, es un sabiondo tratado semiparódico sobre la gramática latina, como también una parodia de la sabiduría escolástica y de los métodos científicos de principios de la Edad Media. Estas dos obras inauguran la literatura cómica medieval en latín y ejercen una influencia preponderante sobre sus tradiciones y se sitúan en la confluencia de la Antigüedad y la Edad Media. Su popularidad ha persistido casi hasta la época del Renacimiento. Como consecuencia, surgen dobles paródicos de los elementos del culto y el dogma religioso. Es la denominada parodia sacra, uno de los fenómenos más originales y menos comprendidos de la literatura medieval. </div>
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Sabemos que existen numerosas liturgias paródicas (Liturgia de los bebedores, Liturgia de los jugadores, etc.), parodias de las lecturas evangélicas, de las plegarias, incluso de las más sagradas (como el Padre Nuestro, el Ave María, etc.), de las letanías, de los himnos religiosos, de los salmos, así como imitaciones de las sentencias evangélicas, etc. Se escribieron testamentos paródicos, resoluciones que parodiaban los concilios, etc. Este nuevo género literario casi infinito, estaba consagrado por la tradición y tolerado en cierta medida por la Iglesia. Había una parte escrita que existía bajo la égida de la "risa pascual" o "risa navideña" y otra (liturgias y plegarias par6dicas) que estaba en relación directa con la "fiesta de los tontos" y era interpretada en esa ocasión. </div>
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Además, existían otras variedades de la literatura cómica latina, como, por ejemplo, las disputas y diálogos paródicos, las crónicas paródicas, etc. Sus autores debían poseer seguramente un cierto grado de instrucción –en algunos casos muy elevado–. Eran los ecos de la risa de los carnavales públicos que repercutían en los muros de los monasterios, universidades y colegios. </div>
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La literatura cómica latina de la Edad Media llegó a su apoteosis durante el apogeo del Renacimiento, con el <i>Elogio de la locura</i> de Erasmo (una de las creaciones más eminentes del humor carnavalesco en la literatura mundial) y con las <i>Cartas de hombres oscuros</i> (<i>Epistolae obscurorum virorum</i>). </div>
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La literatura cómica en lengua vulgar era igualmente rica y más variada aún. Encontramos en esta literatura escritos análogos a la parodia sacra: plegarias paródicas, homilías (denominados sermones alegres en Francia), canciones de Navidad, leyendas sagradas, etc. Sin embargo, lo predominante eran sobre todo las parodias e imitaciones laicas que escarnecían al régimen feudal y su epopeya heroica. </div>
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Es el caso de las epopeyas paródicas de la Edad Media que ponen en escena animales, bufones, tramposos y tontos; elementos de la epopeya heroica paródica que aparecen en los cantators, aparición de dobles cómicos de los héroes épicos (Rolando cómico), etc. Se escriben novelas de caballería paródicas, tales como <i>La mula sin brida</i> y <i>Aucassin y Nicolette</i>. Se desarrollan diferentes géneros de retórica cómica– varios "debates" carnavalescos, disputas, diálogos, "elogios" (o "ilustraciones"), etc. La risa carnaval replica en las fábulas y en las piezas líricas compuestas por <i>vaguants</i> (escolares vagabundos). </div>
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Estos géneros y obras están relacionados con el carnaval público y utilizan, más ampliamente que los escritos en latín, las fórmulas y los símbolos del carnaval. Pero es la dramaturgia cómica medieval la que está más estrechamente ligada al carnaval. La primera pieza cómica –que conservamos– de Adam de la Halle, <i>El juego de la enramada</i>, es una excelente muestra de la visión y de la comprensión de la vida y el mundo puramente carnavalescos; contiene en germen numerosos elementos del futuro mundo rabelesiano. Los milagros y moralejas son "carnavalizados" en mayor o menos grado, La risa se introduce también en los misterios; las diabluras-misterios, por ejemplo, poseen un carácter carnavalesco muy marcado. Las gangarillas son también un género extremadamente "carnavalizado" de fines de la Edad Media. </div>
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Hemos tratado superficialmente en estas páginas algunas de las obras más conocidas de la literatura cómica, que pueden mencionarse sin necesidad de recurrir a comentarios especiales. Esto bastar para plantear escuetamente el problema. Pero en lo sucesivo, a medida que analicemos la obra de Rabelais, nos detendremos con más detalle en esos géneros y obras, y en otros géneros y obras menos conocidos. </div>
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Seguiremos ahora con la tercera forma de expresión de la cultura cómica popular, es decir con ciertos fenómenos y géneros del vocabulario familiar y público de la Edad Media y el Renacimiento. Ya dijimos que durante el carnaval en las plazas públicas, la abolición provisoria de las diferencias y barreras jerárquicas entre las personas y la eliminación de ciertas reglas y tabúes vigentes en la vida cotidiana, creaban un tipo especial de comunicación a la vez ideal y real entre la gente, imposible de establecer en la vida ordinaria. Era un contacto familiar y sin restricciones. </div>
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Como resultado, la nueva forma de comunicación produjo nuevas formas lingüísticas: géneros inéditos, cambios de sentido o eliminación de ciertas formas desusadas, etc. Es muy conocida la existencia de fenómenos similares en la época actual. Por ejemplo, cuando dos personas crean vínculos de amistad, la distancia que las separa se aminora (están en "pie de igualdad") y las formas de comunicación verbal cambian completamente: se tutean, emplean diminutivos, incluso sobrenombres a veces, usan epítetos injuriosos que adquieren un sentido afectuoso; pueden llegar a burlarse la una de la otra (si no existieran esas relaciones amistosas sólo un tercero podría ser objeto de esas burlas), palmotearse en la espalda e incluso en el vientre (gesto carnavalesco por excelencia), no necesitan pulir el lenguaje ni evitar los tabúes, por lo cual se dicen palabras y expresiones inconvenientes, etc. </div>
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Pero aclaremos que este contacto familiar en la vida ordinaria moderna está muy lejos del contacto libre y familiar que se establece en la plaza pública durante el carnaval popular. Falta un elemento esencial: el carácter universal, el clima de fiesta, la idea utópica, la concepción profunda del mundo. En general, al otorgar un contenido cotidiano a ciertas fiestas del carnaval, aunque manteniendo su aspecto exterior, se llega en la actualidad a perder su sentido interno profundo. Recordemos de paso que ciertos elementos rituales antiguos de fraternidad sobrevivieron en el carnaval, adoptando un nuevo sentido y una forma más profunda. Ciertos ritos antiguos se incorporaron a la vida práctica moderna por intermedio del carnaval, pero perdieron casi por completo la significación que tenían en éste . </div>
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El nuevo tipo de relaciones familiares establecidas durante el carnaval se refleja en una serie de fenómenos lingüísticos. Nos detendremos en algunos. </div>
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El lenguaje familiar de la plaza pública se caracteriza por el uso frecuente de groserías, o sea de expresiones y palabras injuriosas, a veces muy largas y complicadas. Desde el punto de vista gramatical y semántico, las groserías están normalmente aisladas en el contexto del lenguaje y consideradas como fórmulas fijas del mismo género del proverbio. Por lo tanto, puede afirmarse que las groserías son una clase verbal especial del lenguaje familiar. Por su origen no son homogéneas y cumplieron funciones de carácter especialmente mágico y encantatorio en la comunicación primitiva. </div>
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Lo que nos interesa más especialmente son las groserías blasfematorias dirigidas a las divinidades y que constituían un elemento necesario de los cultos cómicos más antiguos. Estas blasfemias eran ambivalentes: degradaban y mortificaban a la vez que regeneraban y renovaban. Y son precisamente estas blasfemias ambivalentes las que determinaron el carácter verbal típico de las groserías en la comunicación familiar carnavalesca. En efecto, durante el carnaval estas groserías cambiaban considerablemente de sentido, para convertirse en un fin en sí mismo y adquirir así universalidad y profundidad. Gracias a esta metamorfosis, las palabrotas contribuían a la creación de una atmósfera de libertad dentro de la vida secundaria carnavalesca. </div>
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Desde muchos puntos de vista, los juramentos son similares a las groserías. También ellos deben considerarse como un género verbal especial, con las mismas bases que las groserías (carácter aislado, acabado y autosuficiente). Sí inicialmente los juramentos no tenían ninguna relación con la risa, al ser eliminados de las esferas del lenguaje oficial, pues infringían sus reglas verbales, no les quedó otro recurso que el de implantarse en la esfera libre del lenguaje familiar. Sumergidos en el ambiente del carnaval, adquirieron un valor cómico y se volvieron ambivalentes. </div>
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Los demás fenómenos verbales, como por ejemplo las obscenidades, corrieron una suerte similar. El lenguaje familiar se convirtió en cierto modo en receptáculo donde se acumularon las expresiones verbales prohibidas y eliminadas de la comunicación oficial. A pesar de su heterogeneidad originaria, estas palabras asimilaron la cosmovisión carnavalesca, modificaron sus antiguas funciones, adquirieron un tono cómico general, y se convirtieron, por así decirlo, en las chispas de la llama única del carnaval, llamada a renovar el mundo. </div>
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Nos detendremos a su debido tiempo en los demás aspectos originales del lenguaje familiar. Señalemos, como conclusión, que este lenguaje ejerció una gran influencia en el estilo de Rabelais. </div>
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<div color="#000033" style="font: 14.0px "times"; margin: 0.0px 0.0px 10.0px 28.4px; text-align: justify;">
<span class="Apple-style-span">Digitalización: Nacaveva Morales.<span class="Apple-style-span" style="font-family: "lucida grande" , serif;"> </span>Marxists Internet Archive, diciembre de 2001</span></div>
<div style="font: 14.0px "times"; margin: 0.0px 0.0px 10.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify;">
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<div style="font: 14.0px "times"; margin: 0.0px 0.0px 10.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify;">
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<div style="font: 12.0px "cambria"; margin: 0.0px 0.0px 10.0px 0.0px; min-height: 14.0px;">
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estafetahttp://www.blogger.com/profile/10314797590011827695noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4391952270751641520.post-48780805185530829002012-04-24T12:12:00.000-07:002012-04-24T12:12:14.295-07:00Ramón Gómez de la Serna - Greguerías nuevas [Junio de 1936]<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjx02JnEULuDASlP5hrIamKOEkorvDCNOy31Fg-mXDzaZX9v_-vnBDgUelHxuIYnhZT6BbTG6yb8XMlFfeHCfk1puuFcyTU-KGW9h6CytiWuKOrGk6aEja9qtEzvmD0uGmL3374mVCwkv0/s1600/Ramon_Gomez_de_la_Serna.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjx02JnEULuDASlP5hrIamKOEkorvDCNOy31Fg-mXDzaZX9v_-vnBDgUelHxuIYnhZT6BbTG6yb8XMlFfeHCfk1puuFcyTU-KGW9h6CytiWuKOrGk6aEja9qtEzvmD0uGmL3374mVCwkv0/s320/Ramon_Gomez_de_la_Serna.jpg" width="221" /></a></div>
<div style="font: normal normal normal 16px/normal Times; line-height: 16.8px; margin-bottom: 0px; margin-left: 28.4px; margin-right: 0px; margin-top: 12px; text-align: center;">
<b><br /></b></div>
<div style="font: normal normal normal 16px/normal Times; line-height: 20px; margin-bottom: 0px; margin-left: 28.4px; margin-right: 0px; margin-top: 12px; text-align: left;">
<i><b>Aviso</b></i></div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Esta antología de greguerías colecciona las no incluidas en ninguna otra colección. Son nuevas sobre las recogidas en la edición de <i>Flor de greguerías</i>, que ha publicado Espasa-Calpe en su Colección Universal el año 1935.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Ni el prólogo, que con el título de Explicaciones es una estética y un anecdotario completo de la greguería, y que va a la cabeza de esa edición, en que seleccioné más de cien mil greguerías publicadas, quiero que vaya al comienzo de esta, para evitar insistencias.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Sigo encontrando sólo en los Haikais ejemplarios remotos:</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 49.6px;">
Un grano de arena<span style="font: 16.0px 'Lucida Grande';"><br />
</span>en la concha:<span style="font: 16.0px 'Lucida Grande';"><br />
</span>Playa dorada.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 49.6px;">
La hora en que el canto de las cigarras<span style="font: 16.0px 'Lucida Grande';"><br />
</span>es tan fuerte<span style="font: 16.0px 'Lucida Grande';"><br />
</span>que las ramas de bambú<span style="font: 16.0px 'Lucida Grande';"><br />
</span>tiemblan.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 49.6px; min-height: 19.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Sigo espigando antecedentes desde Shakespeare, que gregueriza cuando dijo antes que nadie «el ave del alba», pasando por Quevedo, cuando dice que «los ojos pequeños tienen niñas y los grandes mozas», llegando a Víctor Hugo, cuando define el murmullo como «el humo de la conversación», y deteniéndome en Jules Renard, que gregueriza al decir que «cuando llueve se le pone carne de gallina al estanque».</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Entre las últimas greguerías entrevistas en los jóvenes escritores están esa de Seral y Casas, que dice: «El tricornio de la Guardia Civil parece un intento plástico de resolver la cuadratura del círculo», o esa otra del mismo autor: «El bombo estornuda por los platillos», no debiendo olvidar la de Andrés Caso: «Los moscardones son moscas que viajan en motocicleta», ni la de E. G. Más: «Cuando las moscas se superponen realizan ejercicios gimnásticos», ni la de Lillie: «El “speaker” es un individuo que ha sido vacunado con una aguja de gramófono».</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Entre los definidores últimos de la greguería ha habido algunos nuevos que la han llamado «filosofía bailable, huevo de Colón, policromía del sentido natural, similitud alterada».</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Yo, pobre inventor de las greguerías, no cejo en su creación, pero cuando se acercan a mí esos inventores que hay en España y que siempre dan conmigo, les digo:</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
—Ya ven ustedes... Yo he inventado la greguería y cada vez vivo más miserablemente, porque los inventores somos los que, además, hemos inventado el hambre, que es el mejor procedimiento para no comer... y para seguir inventando. ¡Pero viva el seguir penando antes de ser los repetidores filosóficos del dos y dos son cuatro!</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Sufrimiento de los ojos revisados, miradas a los plafones, espera en la oscuridad y el silencio, reunión en la mente del tiempo de no haber nacido con el de no haber muerto. Todo eso necesito padecer para encontrar greguerías, la mayor parte de las cuales suelo tachar después de publicadas, dejando las escritas en menos de un cuatro por ciento.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: right;">
Ramón Gómez de la Serna</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: right; text-indent: 18.0px;">
Madrid, 1936.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 19.0px; text-align: right; text-indent: 18.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 19.0px; text-align: right; text-indent: 18.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 19.0px; text-align: right; text-indent: 18.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
La luna ilumina la cifra de almanaque de los cisnes.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Hay espárragos tan delicados que parece que se han hecho las uñas.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Cuando vemos que el director de orquesta dirige sin batuta le ofreceríamos un lápiz.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
La única voluptuosidad al ser comido por un cocodrilo es la de encontrar que está enguantado por dentro.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Las lilas no son flores de la primavera, sino su primer blusa de percal barato.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
¡Con qué ansia supersticiosa lijamos contra las aceras el luto de recordatorio que tienen las suelas de los zapatos nuevos!</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El camarero elegante es el que deja el ticket de la consumición como si nos diese su tarjeta.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
La manzanilla parece estar hecha con esencia de aceitunas borrachas.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Los tulipanes debían nacer con una bombilla dentro para que acabasen de ser las candilejas de los jardines.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El león tiene en la garganta grutas de miedo, de las que sale el rugido.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
En los patios juegan a la pelota las horas aburridas.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Cuando cae una gota es que llueve, porque no existe el azar de una gota.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Al observar en los espejos de los cafés a alguien que está a trasmano, nos convertimos en su espía.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Los pingüinos son unos niños que se han escapado de la mesa con el babero puesto.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
En el cielo hay manicomios de desmelenados cometas.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Cuando al llegar a su término el tranvía le vuelven del revés los asientos, el tranvía se queda loco de desorientación.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Las anchoas sueñan con panteón de aceituna.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Hay rubias que mantienen el patrón oro pase lo que pase en los Bancos.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
En la primera espuma que aparece por el gollete de la botella de champán está su placer de vivir, el gusto de que le haya llegado la hora de ser bebido.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Al sonar el órgano de la catedral, todos los santos parecen tocar la flauta.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Las nueces dan un espectáculo de vejez.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Al sacarnos con el vermouth un platillo de almendras parece que nos dan por adelantado la vuelta de lo que nos va a costar.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Los macarrones son instrumentos de viento que nos comemos.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Cuando el limpiabotas nos dice ya está, parece un escultor que acaba de rematar nuestra figura.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Las bodas se repiten. Esa que se casa hoy se casó hace tres siglos con el mismo marido y tuvo los mismos padrinos y los mismos testigos. Tendrá los mismos hijos.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
No aprovechéis en el peinado de la niña la cinta de la caja de bombones, porque, sin saberlo, todos notarán que va vestida de bombonera.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Las estatuas de los jardines son las que han echado de los museos.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Hay preciosas vajillas que esperan que las compremos cuando lleguemos a ser Napoleones.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Esos bocadillos con escasa tajada entre pan y pan parecen tener hambre.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El trapo de limpiar el polvo es como un pañal de niño.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El que en el café alcanza su gabán para rebuscar en sus bolsillos parece estar cacheándose a sí mismo.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El que en la ventanilla del telégrafo cuenta las palabras del telegrama que hemos escrito parece el representante de la Academia que cuida nuestro estilo, poniéndonos una multa por los excesos y faltas de redacción.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Los borrones son los moscones de la tinta.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Esos que son sentenciados a varias penas de muerte parece que han de ser ejecutados en lonchas por una máquina de partir jamón.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Los inválidos esperan en los bancos públicos a que les retoñe el brazo o la pierna que perdieron.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Los calcetines metidos en los zapatitos del niño que duerme son como las orugas de sus sueños.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Ese que en el café coloca la capa muy doblada y el sombrero encima parece que va a celebrar los funerales de la capa, su requiem de corpore insepulto.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
La langosta tiene en vez de ojos, gemelos de teatro.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
En la cara consternada de aquella mujer se veía que se la había soltado el broche de una liga y temía que se la soltara el otro.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Los negros son negros porque es tan despiadado el sol de Africa, que sólo así logran estar a la sombra.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El reloj del doctor le mueve la hormiga de la pulsación.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Hay una cara amarilla de aficionado nato a la mayonesa.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Hay un momento embarazoso en las mesas elegantes, cuando al llegar los postres están todos los cubiertos de pescado intactos, porque nadie ha notado, sino demasiado tarde, que el pescado estaba en los pastelillos.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Nos cambia el destino ese hombre que coloca su maleta sobre la nuestra.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Hay títulos de films tan sorprendentes como este: «¿Por qué te obstinas en amar a otro si hoy es lunes?» Y hay frases de película que salvarían la vida<a href="javascript:dispatch('fPict:/page/11')"><span style="color: #63082c;"><b> </b></span></a>si se pudiesen decir en la vida: «Ya que nos hemos perdido el uno para el otro, vamos a tratar de recomponer la vida».</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Cuando comemos calamares fritos en forma de pulsera empulseramos al estómago.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
La que toca el arpa toca la timbrada melancolía de la lluvia.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Demasiado estuche para las cosas de afeitar: cirujano fracasado.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Es bonito ver pecear el asfalto bajo la lluvia.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Cuando se admira la impasibilidad de las estatuas es cuando después de un tiroteo se ve que aún están en su pedestal, que no han echado a correr.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Al oír al político que «nadie puede dudar de su gestión» me parece oír que «nadie puede dudar de su digestión».</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El reloj es un guardapelo del tiempo.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Hay un teatro hecho de reticencias tontas con<a href="javascript:dispatch('fPict:/page/12')"><span style="color: #63082c;"><b> </b></span></a>apariencia trascendental, como por ejemplo: «Para morir una vez no se necesita morir dos veces».</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Los dedos de las manos de los negros son como palillos que están deseando tocar el tambor.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El ciclista que se cae parece un insecto boca arriba.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
En invierno los rosales están pensando sus rosas.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Cuando el niño pregunta a otro niño «¿cómo se llama tu mamá?», comienza la indagatoria trascendental de la vida.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Al llegar al final de su descenso el ascensor, debía sonarle una nota de acordeón.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
La botánica luce su poesía cuando llama a los pensamientos violetas pasionales.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El nido es una corona sin espinas.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
La viuda parece llevar su espeso manto para que no la piquen las moscas de la muerte.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
La chicharra se hace la ilusión de que tiene una aserraduría mecánica.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El sofá está hecho para recibir peticiones de mano.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Nuestra verdadera y única propiedad son los huesos.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Al que toca el violón hay que llamarle gondolero del violón.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Cuando el domingo caiga en lunes, la vida habrá perdido la cabeza.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El que toca el bombo es un hombre cargado de hijos.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Tenemos incisivos para ser cáusticos.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Hay un último gesto de la bailarina que se encoge y se pliega, como si fuese a meterse de nuevo en el claustro materno.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Dentro del sombrero hongo hay sombra de funeraria.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Los vasos colocados boca abajo parecen esconder la mariposa invisible.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Cuando caen los pétalos de una rosa, musitan al caer una palabra, una media palabra de silencio y despedida.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Las estatuas saben que estuvieron caídas antes de ser erigidas y eso las hace modestas.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Leía en el jardín mientras daba de mamar al niño y le transmitía la lectura ¡Pobre niño al que transfusionan un alma de novela mala!</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El ventilador afeita la barba al calor.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Los cocodrilos de circo son falsos porque nunca les hemos oído llorar.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Hay un momento en que a la butaca le salen fuera los pelos que ha perdido su señor.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El ruido que hace el hielo cuando se mueve la botella en el cubo de plata, es un entrechocar de dientes, un titiriteo de cristal.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
La vieja con dos grandes perlas verdaderas en<a href="javascript:dispatch('fPict:/page/15')"><span style="color: #63082c;"><b> </b></span></a>los pendientes cree que aún está lobulada en ellas su juventud. ¡Con qué altivez habla!</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Los montes se relacionan con los huesos. Que se ponen los montes tristes, pues los huesos nos duelen.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
La que monda guisantes derrama botonaduras de pecheras verdes.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Los banderilleros fueron los precursores de los ballets rusos.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Aquella chulapa no se cortaba nunca el mismo día las uñas de las dos manos para no quedarse desarmá.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Es triste sentarse en los bancos públicos y sentir alrededor coronas de viento.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
En los mármoles ha quedado solidificada la espuma y el arabesco de una última ola.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Jugar al dominó es recomponer esqueletos.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Hay unas dueñas de casa que guardan las sábanas en los armarios como si fuesen perniles... Sacan una sábana como si fuese un permiso de casamiento.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Al ver una mujer con gabán de astracán pensamos: ¡Lo que la habrá costado rizarse el gabán!</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Se dejó enchufada la plancha eléctrica y comenzaron a salir en los techos de los pisos bajos las huellas de una plantilla requemada y nefasta.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Las moscas son granos que vuelan.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Cuando en nuestras mangas faltan botones parece que hemos sido deshonrados.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Los que se tiran de la nariz cuando están preocupados se vuelven los narigudos de la preocupación.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Abrir un paraguas es como disparar contra la lluvia.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Cuando los aviones arrojan proclamas al aire parecen sembrar el mundo de papeles para hacer pajaritas.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Al decir Señoras y señores en la conferencia, leones lejanos levantan la cabeza con hambre feroz de carne de conferenciante.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Los cocos tienen dentro agua de oasis.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Se ve uno mejor en el espejo de la muerte que en el de la vida.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
¿Y si estuviéramos equivocados? ¿Y si la Tierra es la Luna y la Luna es la Tierra?</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Cuando sentimos blando el asfalto bajo nuestros pies los días caliginosos parece que se nos ha reblandecido la medula.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El abanico es celosía del corazón.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El clavel blanco refresca las miradas y nos lo colocamos en el ojal de las pupilas.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El calañés es un disco de flamenquería.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
En la espuma que hace el barco al correr parece haber muerte de gaviotas.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Eso de traje con dos pantalones revela la penuria de la época.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
La caja de píldoras recién recetada resulta encantadora<a href="javascript:dispatch('fPict:/page/18')"><span style="color: #63082c;"><b> </b></span></a>hasta que se abre y se ve en el prospecto que sirve para todas las enfermedades.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El que se echa más de dos cucharones de sopa es un buzo de la sopa.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
En las máquinas de escribir el alfabeto baila la jota.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El eco de las sirenas de los barcos repercute en ese flato de aire que se oye a veces en las cañerías.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Cuando vemos una pestaña caída en la mejilla nos parece ver una espina de las miradas.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Los muelles de aire comprimido de las puertas tienen escondida en su fondo una langosta forzuda.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
En las huellas digitales se ve lo que tenemos de parentesco con los árboles.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
¿Cómo definiríamos esa hora? La hora en que se sueltan las ligas las campanas.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Las contraltos son mujeres marmóreas, tan resistentes que pasan de una época a otra como columnas.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El mayor compromiso de la vida es tener que regalar los siete gatos que le han nacido a la gata.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El vendedor de papel de Armenia parece que quema perfumadas cartas de amor.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Al apoyar la cabeza en la mano y el codo en la mesa, reflexionamos con cartabón.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El terrón sueña con dorados barrotes de jaula.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
¡Qué frías tienen las mejillas las manzanas!</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El avión que arroja proclamas parece que se despluma.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
No pongáis forro a un piano porque parecerá una camilla de la Cruz Roja.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Esos agujeros que hacen las orugas en las hojas se deben a que son las revisoras de los árboles.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Del otro lado de la luna cae el pañuelo negro de un dolor de muelas.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Las almejas de párpados entreabiertos nos miran como los ojos entornados del mar.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Cuando se lee que ha naufragado uno de esos barcos que llaman laúdes parece que ha naufragado un trovador.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El sueño es una lotería de imágenes.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Cuando el doctor se quita el gabán es cuando penetra más en el secreto de la enfermedad.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Las máquinas registradoras nos hacen la instantánea del precio.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Las espigas son los camarones de la tierra de campos.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Con las agujas perdidas se zurcen los silencios.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Las angulas se hacen recortando flecos de mantones de Manila.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Las piernas de muestra de las tiendas de medias nos están haciendo buscar por todos lados la mujer de las piernas de carne plateada.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El hombre desciende de la hormiga.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El corsé es el mapa femenino.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Esos ¡ay! suspirosos que lanzan las actrices los han aprendido sufriendo zapatos que les venían chicos.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
La H es la escalera del alfabeto.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El corazón aprieta con su mano crispada las cartas de adiós.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Detrás de la badana del sombrero se esconden los pensamientos recalcitrantes.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
He oído a un judío exclamar ingenuamente: «¡Gracias a Dios que los judíos no son negros!»</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
A las notas de violín les gusta meterse y acostarse en los pianos de cola.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
La perdición de Eva se debió a su coquetería, a que se hizo un elegante boa con la serpiente y un día oyó las insinuaciones del boa.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
La medicina emplea el truco de los calcetineros cuando dice que el corazón tiene el tamaño del puño cerrado.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Es triste que el interior de los baúles esté tapizado de pasillo.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Cuando hay dos guitarras juntas siempre se desafían.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Las que hacen pitillos a su esposo convierten el comedor en fábrica de municiones.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Cerramos a veces la mano como guardando una mariposa hija de nuestro pensamiento.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
La colmena es un motor de abejas.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Cuando la mamá da dinero al niño debe hacerlo con cuidado para no convertirle en pequeño mendigo de limosnas.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Las perlas falsas son hijas de las almejas.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Los niños comprenderían mejor la espiral si se les dijese que es como el tirabuzón de una niña.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
La muerte es dormir sin nariz.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Las anclas son anzuelos para pescar puertos.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
La cuerda de la persiana levantada es como cuerda de horca preparada para ahorcar las horas de sol.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Cuando se corta un árbol queda preparado el tajo para ejecutar a quien lo cortó.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
¿Por qué todos los violines son de S S?</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El secreto de los místicos es que escribían con pluma de ave y el cielo les dejaba caer la pluma de la inspiración.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Los grooms con botines parecen que han estudiado en Oxford.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Aquellos viejos que usaban patillas en los mofletes parecían tener flemones de nubes.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El rábano tiene pelos en la nariz.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El libro encuadernado es un libro con guantes.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Hay muchas gentes que llevan candados en las sienes.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Cuando un mono anda a otro en el cuello parece que le está haciendo la corbata.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Los caballeros con gola llevaban la cabeza servida en un frutero.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
La inyección es la picadura del insecto sin alas.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El dedo con dedal presume de guerrero.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Lo más bonito de cuando corren las fuentes es ver cómo los surtidores se desafían a sable.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Dejar el reloj en la relojera es como dormir con el doctor al lado.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Cuando el cura lleva paraguas parece que lleva de la mano a un pequeño seminarista.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
A las tijeras les faltan alas para ser los pájaros que quisieran ser. ¡Gaviotas de los despachos!</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Durante el domingo los bancos del jardín se llenan como barcos salvavidas.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Hay unos rorros que parecen haber nacido con gorrito.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Cuando el anfitrión reparte los puros después de la comida es como si diese los premios a que se han hecho acreedores los que se han portado bien en la mesa.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El que limpia con el pañuelo las gafas parece que enjuga lágrimas del cristal, compungido ante el espectáculo de la vida.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Las alas de las palomas cantan al volar.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Para evitar el calor los termómetros del verano deberían colocarse al revés.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
La que se mira mucho en el espejo de bolsillo parece que repasa el espejo retrovisor de su vida y ve en él todo lo que ha dejado atrás: galanteadores, paisajes, inviernos.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Lo que tenemos de parentesco con la luna y sus cráteres está en el ombligo.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El despertador es el zapatero de los sueños.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
En primavera les crecen las orejas a algunos.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
¿Hay peces en el sol? Sí, pero fritos.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El aldabón acuña la moneda de la llamada.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Los corsés se ruborizan y por eso se ponen rosas.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
La manga de riego intenta vanamente crear un arco iris.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Las locomotoras son como esfinges domesticadas.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Los carretes tienen alma de ratón.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
No dejéis caer violentamente la tapa del piano, porque suena a féretro.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Es un extraño caso de telepatía el acordarse de ciertas gentes la misma tarde en que han estado a visitarnos.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El inventar nuevas compras atrae recibos de deudas olvidadas.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El vendedor ambulante de corbatas resulta manco de profesión.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Los porteros leen el periódico como si estuviesen enterándose de los chismes de la vecindad.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
La leche es la hermana del agua, así como el vino es su hermano.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El mono nos mira como si nos tomase por pedagogos.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Los niños con chupete miran al fumador en pipa como a un compañero de cochecito.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Los que esperan en grupo un tranvía son parientes de parada.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Tomaba tanto bicarbonato que era como el albañil de su estómago.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El sifón fue inventado por Moisés.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Lo más terrible del régimen es cuando el doctor prescribe el café sin azúcar.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
<span style="color: #63082c;"><a href="javascript:dispatch('fPict:/page/28')"><b> </b></a></span>Silvina es el nombre más modesto del santoral.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El que tiene aparato de succionar el polvo se cree libre hasta de microbios.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El que quita al mismo tiempo varias hojas del almanaque debía pagar réditos al tiempo.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Las camisas quisieran ser globos grotescos en cielos de feria.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El que toma alcachofas con aceite y vinagre va realizando el bautismo de cada hoja.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Hay unos sillones que después que se ha levantado el que estaba sentado comienzan a rezongar crujidos de indignación.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Los monos no encanecen porque no piensan.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Las ventanas de los acuariums parecen ventanillas de un tren submarino.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El teléfono lo inventó el deshollinador hablando con su compañero a través de las chimeneas.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Las pelotas de tenis no tienen corazón.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Una mecedora con un abanico es como una mujer.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Cuando en sus juegos de jardín se ocultan detrás de nosotros los niños nos convierten en árboles.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Los caballeros de frac dan la impresión de que tienen descorazonado y vacío el pecho.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Vivimos una época tan desamorosa que ya apenas se toca el piano a cuatro manos.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Esos que mondan las manzanas como si desenrrollasen la cuerda de un peón, se ve que se pasaron la infancia jugando al trompo.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Hay unas nubes de materia gris que son nubes pensantes y que añaden cerebro al mundo.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
La P es la B fuera de su cuidado.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El reloj es el gran geómetra de las horas, siempre con el compás en ristre.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Cuando el rosal nos engancha con sus espinas es como si quisiera ponernos una rosa.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
¡Planchó hasta los pañuelos de las magnolias!</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El cofre-fort es el frigidaire para conservar la frescura del dinero.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Lo más sabroso de los higos es que su interior está lleno de pistilos de flores.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El hombre que no ha visto el mar tiene algo de huérfano.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Las malvas reales son la alta apoteosis de las amapolas.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El sombrero de copa tiene tanto misterio porque está hecho con gatos muertos.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Cuando se oye la palabra estupendo parece que lleva en el fondo la palabra estúpido.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Lo más lamentable no es el ladrido del perro, sino cuando gruñe con resignada grima.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Al otro día del día de mucho frío huele a andén vacío del tren que se fue.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Los cometas son estrellas en traje de baile.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Cuando nos quitamos ese pelo que llevábamos<a href="javascript:dispatch('fPict:/page/31')"><span style="color: #63082c;"><b> </b></span></a>pegado a un hombro parece que nos quedamos sin una pesada cruz.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Los mitones son guantes para tocar el piano los días helados.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Los que hacen dibujos en el papel secante debían ser sentenciados a no poder secar lo que escriban.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El cocktail se prepara en una bala y por eso es en el fondo esencia explosiva de bala.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Una participación de enlace se parece a un programa de propaganda de una futura película.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El que de los tres que entran en el restaurante se queda con la chapa del guardarropa es el que no va a pagar la cena.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
A aquel abrigo de pieles viejo que vendía el ropavejero parecían haberle sacado las muelas.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Al que tiene auto le sale en la cabeza un obsesionante tapón de radiador.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Comprar una vajilla para veinticuatro cubiertos es tentar al destino.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Cuando el padre levanta la tapadera de la sopera produce el milagro de la sopa.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
La sartén es el espejo de los huevos fritos.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
La máquina de escribir en la casa de empeños despacha cartas de melancolía.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Las amapolas son flores para los sombreros de los segadores.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Hay una noche de espléndida luna en que la luna celebra su cumpleaños.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
La escoba baila el vals de la mañana.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Las muñecas que cierran los ojos los cierran muertos, no dormidos.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Las focas tienen facha de ser los guardias de la circulación en el fondo del mar.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El calzador es la cuchara de los zapatos.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Las pulgas hacen grandes distancias en nada de tiempo. La que nos picó hace un rato aquí, está ya picando a otro en Zaragoza.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
La T está pidiendo hilos de telégrafo.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Al enviar los trajes al tinte parece que se les envía de vacaciones o a que tomen baños.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Cuando el jefe de oficina cierra su bureau americano lo hace como si cerrase el Canal de Panamá.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El sonajero es el salero de la infancia.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Los sauces llorones necesitan pañuelo.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El picador es un Don Quijote que ha engordado.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
La lupa es el monóculo de los viejos.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El que sea estrecho el pasillo de butacas, entre fila y fila, no tiene importancia, porque el único contacto que no es deshonesto es el contacto de los huesos de las rodillas.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Debían expender en las florerías la llamada flor de civilización.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
La inmortalidad del cangrejo consiste en andar hacia atrás, rejuveneciéndose hacia el pasado.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Hay una clase de noches en que luce en el cielo la luna de los desiertos.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Los nenúfares son las soperas de los cisnes.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El timbalero es el cocinero de la orquesta.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El fieltro del bock es la media tostada de la cerveza.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Cuando cae una estrella diríamos que hemos visto el rabillo del hilo de que colgaba.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Un camafeo es como un sello de lacre del pasado.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El que dice: perendengues pone los merengues en la conversación.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Cuando la mujer se limpia en el pelo los dedos llenos de tinta ya comienza a teñirse.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Harmonía debe escribirse con hache porque esa H es la lira de la palabra.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El fracaso del hombre y de la matemática está en que los meses del año no pueden tener todos el mismo número de días.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
En las cajas de lápices guardan sus sueños los niños.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
<span style="color: #63082c;"><a href="javascript:dispatch('fPict:/page/35')"><b> </b></a></span>Cuando se busca una aguja y no se encuentra, la impotencia humana sufre de no poder convertir un alfiler en una aguja.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Los eclipses de luna son que la luna cubre su rostro al mirarse en su espejo de tocador.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Hay unos animalitos que corren sobre el agua como si todas las equis —X X X X X— se hubieran escapado de los libros.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Las pulseras dejan ojeras en los brazos.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
En la copa llena de pajas envueltas en papel de seda hay una alusión dentífrica; como si fuese una colección de cepillos de dientes.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
La que tiende un pañolito en la cuerda del balcón parece poner a secar lágrimas.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Los galgos en la ciudad van como a buscar las liebres del colegio.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Al árbol le gusta morir abrazado por la enredadera.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Las cucharillas largas para los refrescos son como cucharillas farmacéuticas.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Se está viendo el derrumbamiento del agua en la palabra</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
CA</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
TA</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
RA</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
TA</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Los servilleteros convierten a las servilletas en ratas con collar.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Los guantes blancos de la mujer revelan que la vida es una porquería, por como se ponen en seguida.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
La serpiente es la cinta métrica de la Providencia.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Las cigüeñas vuelan como dando zancadas por el aire.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Cuando el mar está en un día de fiesta los langostinos se rizan los bigotes.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Esas que enseñan mucho las encías al reír son como muestrario de una tienda de dentista.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Lo más bonito de tomar cerveza es ver cómo la afeitan el copete en el mostrador.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
<span style="color: #63082c;"><a href="javascript:dispatch('fPict:/page/37')"><b> </b></a></span>Al que abre con perfección las latas habría que nombrarle peluquero de conservas.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Los pedigüeños de mostaza son los que arruinan los restaurantes.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Llega un momento en que las viejas sólo conversan con sus abanicos.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Lo más refrescante del verano es el mármol. ¡Si se pudiese tomar mármol con paja!</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Los bañistas odian el albornoz porque es la mortaja de los sueños.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
La tortilla es como una medalla conmemorativa que se come.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
La flor natural de los juegos florales es esa flor que hay en el copete de las tartas de santo.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Las berenjenas parecen maduros ántrax de la Naturaleza.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Cuando el armario está abierto parece que toda la casa bosteza.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Al despertarnos el teléfono comete la impertinencia<a href="javascript:dispatch('fPict:/page/38')"><span style="color: #63082c;"><b> </b></span></a>de si nos avisasen que ha salido un tren que no pensábamos tomar.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Las medias son los mariposeros de las piernas.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Los tigres aparecen en el circo como si acabasen de salir de debajo de la cama.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Hay quien no se atreve a entrar en el jardín público porque teme que esté lleno de sobrinitos.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
La fresa y el vino se adoran y el azúcar viene a consagrar su amor.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El tapón del champán es una bala fracasada.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Los azabaches están hechos con lágrimas lloradas en la oscuridad.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
En los relojes de sol están las greguerías abuelas: «Mientras las cuentas pasan. Para tantas horas no hay más que un sol».</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Las azucenas parece que llevan un guante puesto y el otro no.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Esas vallas que ponen a los lados de las terrazas de los cafés son los obstáculos para la carrera de caballos de los peatones.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
<span style="color: #63082c;"><a href="javascript:dispatch('fPict:/page/39')"><b> </b></a></span>Los blancos de las uñas de las bellas manos son medias lunas para terciopelos azules.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Cuando aparecen cinco perlas en una ostra es que el mar ha regalado al hombre una botonadura.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Los bostezos son oes que huyen.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Hay unos cantos rodados tan suaves que parecen talones de ninfa.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Cuando oíamos hablar, siendo pequeños, de las Antillas, se nos abría el apetito recordando las natillas.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Debajo de la almohada de los cochecitos de niño esconde la mamá sus ilusiones muertas.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El río cree que el puente es un castillo.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Los matarifes llevan blusas negras porque están de luto por todas las reses que han matado.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Parece que le suenan las tripas a la orquesta cuando los músicos templan sus instrumentos.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Lo peor de un día de no salir de casa es que al día siguiente estará parado el reloj de bolsillo.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
<span style="color: #63082c;"><a href="javascript:dispatch('fPict:/page/40')"><b> </b></a></span>Cuando se caen las píldoras de una medicina, eso quiere decir que no debemos seguirlas tomando.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Durante la tormenta es cuando hay que aprovechar para poner en hora los barómetros.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El hombre que se mira nerviosamente un hombro parece que está esperando que le salgan charreteras.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
En los cipreses retoñan los palos de los navíos náufragos.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Los vegetarianos no admiten sino transfusiones de sangre de remolacha.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El que oculta su cara con las manos en el dolor parece que está haciendo la mascarilla de su pena.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El ricillo que cae sobre la nuca de la mujer es como el recuerdo persistente de caricias olvidadas.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El agujero redondo que tiene la guitarra es el buzón para los ayes y los jipíos.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
¡Qué bella es la Naturaleza!; pero nadie se hace una blusa de mariposas.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El cactus solitario que han sacado al balcón parece la nariz del señor de la casa puesta a orear.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
La salchicha la inventó el primero que cortó la cola a su perro.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Los geranios son unos pensamiento que se han quitado el luto.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Las telas de lunares se estampan las noches estrelladas.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Cuando se mete el papel en la máquina de escribir se hace el primer ensayo de echar la carta al correo.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Se llama osario al juego de bolos de la muerte.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Las mesas de billar se sostienen sobre cuatro patas ortopédicas.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Cuando el caballo pasa sin jockey parece que el jockey ha volado, no que se ha caído.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Los que fechan cualquier cosa con números romanos —MCMXXXV— son unos MMMMEMOS.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
A veces giran sobre la ciudad luces de reflector<a href="http://www.blogger.com/%22javascript:dispatch('fPict:"><span style="color: #63082c;"><b> </b></span></a>que parecen ser los pulverizadores que la perfuman de luz.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El mayor deseo del abrelibros es quedarse entre las páginas como un pez en su pecera.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
La bombilla que se funde nos gasta una broma de fotógrafo al magnesio.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
La sidra quisiera ser champán, pero no puede serlo porque no ha viajado lo bastante por el extranjero.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El picor de la rumba es contagioso.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El jardín se fuma en pipa las hojas caídas.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Que se le rompa una uña al guitarrista es algo tan terrible como que al pájaro se le rompa el pico.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
No volveremos al teatro de las butacas que rechinan.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Tenía unas ojeras tan grandes que parecía llevar antifaz.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Tosía como un picapedrero de los pulmones.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
La trenza alrededor de la cabeza es aureola de colegiala o de pianista.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Las pirámides son las jorobas del desierto.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
La que estrena traje parece ir dejando tarjetas de participación en todas las porterías por las que pasa.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Aquel de los invitados que deja la copa del licor llena es el que más nos ha estafado.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Cuando abandona sus muletas en el suelo el cojo que pide limosna es cuando se ve lo que tienen de remos.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Una de las mayores maldades de la vida es tirar una cerilla al agua.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Las coles de Bruselas son coles para casas de muñecas.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Hay una hora de los serenos dormidos en que se escapan por los balcones los ángeles del alba.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Hay un agujerito luminoso como hecho con un alfiler en la pared, en el libro o en el suelo y que es el único agujerito que da a lo sobrenatural.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Lo peor del viaje de la vida es la llegada a la estación de Cloroformo.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
No comprendemos que cuando con la cara mojada pedimos una toalla la pedimos en pleno naufragio.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Hay tapones tan difíciles de sacar que el lograrlo equivale a haber matado un toro.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
La hiedra es el recordatorio de los corazones muertos.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Las ranas se tiran al estanque como si se echasen al correo.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Cuando entra el balón en la portería futbolística debía explotar.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Estar en la inopia significa la miopía máxima.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Lo que más hace subir la cuenta de los hoteles es ese día más, que no se ajusta ni a la tarifa ni a la verdad.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Hay cajas de cerillas con fósforos que parecen haberse comido las uñas.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
A cada disparo recula el cañón como asustado por lo que acaba de hacer.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Cuando en la radio se oye en una estación una tiple y en la otra un tenor había que casarlos.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El agua se suelta el pelo en las cascadas.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
La lava parece un cocodrilo que avanza.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
En la afinación los violines se rizan el bigote.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
La gran invención sucederá el día en que el guante de la mano izquierda sirva para la mano derecha.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Debajo de un traje de terciopelo parece que la mujer va desnuda.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Las raíces están buscando siempre su corazón bajo tierra.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Hay unas mandarinas que esconden un pulverizador.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Lo más terrible del desafío es cuando suenan en las tazas de las espadas los timbres de la muerte.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
En las ostras nos comemos las glándulas del mar.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
La F es la fuente de las letras.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Era tan celoso que temía que las máquinas de pesar diesen billetes amorosos a su mujer.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Ballena se escribe con elle por los dos surtidores líquidos que lanza a lo alto por las narices.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
En las setas se come uno los gnomos del bosque.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Cuando las cortinas del cine se descorren sobre la pantalla parece que la Venus cineástica entreabre un peinador.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
No podremos creer que somos vegetarianos basta que no tengamos partenueces en la dentadura.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El más terrible de los escaparates es ese que sólo tiene sombreros de viuda con larga pena negra.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Hay el especialista en pedir del menú el único plato que se ha acabado.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Las estatuas son viudas siempre.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El que toca la marara parece el especiero de la orquesta preparando el guiso.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Cuando el viento vuelve de revés la tela del paraguas se resiente el pudor, como si las faldas se hubiesen levantado mostrando las piernas.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
No desechéis ni cambiéis por otro mejor el vino que entra en el cubierto, porque es el preparado contraveneno de los tres platos, pan y postre que os han dado.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Los pulpos son los dioses caídos en el fondo del mar, asidos e insaciables en su ceguera última.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Si será engañosa la mujer que dice que estuvo despierta cuando más dormida estaba.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Los corales heredados son como vegetaciones de un corazón muerto.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Todo el campo se asoma a ver la hora en los relojes de estación.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Las antiguas guerras eran nobles porque no había más gases asfixiantes que el polvo que lenvantaban los cañones al correr por el campo.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
No hay nada que desoriente tanto como un número de teléfono que hemos apuntado y que no sabemos a quién pertenece.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Hay una tarde otoñal que se podría llamar tarde de gabán con cuello de terciopelo.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Lo más feliz del paisaje se esconde entre juncos.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El momento catarral ha llegado cuando las bombillas se visten de hermanas de la caridad con tocas de papel.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Si hay cometa a la vista es que hay boda en el cielo.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El único que cambia de verdad la faz del planeta es el que ara modestamente el terruño.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Morimos en nuestras escobas. ¡No cambies tanto de escoba, mujer!</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El mar es la rotativa más antigua del mundo, que tira incesantemente y en rotograbado el diario La Ola.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El sereno nos abre el ascensor como los escuderos abrían la puerta de las sillas de manos.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Hay una tos con gatillo que brota en disparos. La mujer con sortija de perla luce la más bella verruga de las manos.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Las musarañas se ven durante los entreactos en el techo de los cinematógrafos.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Ante los que llevan una pulsera en el tobillo se piensa cómo ha podido llegar hasta allí desde la muñeca.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Los nervios parecen tener cierre de cremallera.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Hay que procurar no dejar en la ampolla de cristal el alma de la inyección.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Cuando recogemos el guante caído damos la mano a la muerte.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El telón es rojo porque está teñido con la sangre de todas las tragedias.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Una de las cosas que más indignan es cuando hemos pedido jamón y el camarero nos trae salchichón.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El barco ya está herido por la úlcera del ancla.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Esos borradores de telegramas equivocados que se encuentran en los pupitres de Telégrafos nos contagian sus faltas.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
<span style="color: #63082c;"><a href="javascript:dispatch('fPict:/page/50')"><b> </b></a></span>Cuando los toreros saludan con la espada y la muleta en alto parece que van a tocar el violín.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El jamón de York es un jamón anémico.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El que juega a los dados parece tirar a lo alto las falanges que le sobraron.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Los viejos llegan a pensar con sus cejas cargadas de experiencia.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Al leer los periódicos en el hall de los hoteles sospechamos que alguien les ha robado ya la noticia más interesante.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
En el dátil maduro mordemos el lóbulo de la oreja de la Naturaleza.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El anillo de boda nos convierte en aves anilladas.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El que no entrega el billete a la salida de la estación salva sus recuerdos de viaje.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Los arcos de triunfo son elefantes petrificados.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
En la percha del olvido hay olvidado un sombrero de copa.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Los olivos aprovechan como ningún árbol el fondo de huesos que hay en la tierra.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
En los baúles está descuartizado nuestro pasado.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El despertador es un timbre con calambre.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El que guarda las recetas se convierte en enfermo crónico. ¡Hay que tirarlas!</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
No me explico la abolición de las cortinas cuando eran lo único que nos aislaba bien del mundo.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Lo peor de los médicos es que le miran a uno como si uno mismo no fuere uno mismo.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Cuando pasa el camarero con un chocolate con bizcochos parece que va a servir a alguien el desayuno en la cama.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Los obeliscos son las palmatorias de los siglos.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
La prestidigitación de la maternidad es admirable. No había nada y sale a poco un niño haciendo pis.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Esa pincelada blanca que se inicia en las cabezas es el salibazo del tiempo.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Cuando la mujer se queja de tortícolis tememos que sea ese el comienzo de que se convierta en estatua de sal por haber tenido alguna extraña curiosidad.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Lo malo de que llore una mujer es que después no querrá salir de paseo.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El llavero es la castañuela de los viudos.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Los gorritos de cotillón son una competencia ilicita a los payasos que cometen unos señores que después no comprenden las payasadas de la vida.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
En la pantorrilla de la mujer muy blanca sonríen las mejores angulas.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
En el paseo provinciano con música las jovencitas aún no andan como mujeres, sino como yegüitas.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Cuando el amigo que nos lleva en automóvil toma gasolina tememos que nos dé el sablazo de los cinco litros.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El que pide un vaso de agua en las visitas es un conferenciante fracasado.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
<span style="color: #63082c;"><a href="javascript:dispatch('fPict:/page/53')"><b> </b></a></span>Los que matan a una mujer y después se suicidan debían variar el sistema: suicidarse antes y matar después a la mujer.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El ocarinista moja y cierra el marbete del sobre de la noche.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El arco iris es la bandera internacional.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Como tenemos laberintos en la vida hay muchas cosas que vimos y se pierden en ellos.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Camarero sirviendo aperitivo en la terrraza de la mañana celebra el bautizo del día.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El alba llena de agua de vida los depósitos de la ciudad.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Los aviadores temen subir en los ascensores.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El hombre más dichoso es el afortunado en arroz con tropezones.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Apretaba el secante como si asfaltase las cartas.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El violín colgado parece un pavo asado.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Al ver la radiografía del pie se ve que está hecho para dar puntapiés.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Se debe decir trascendental, pero en los momentos en que es demasiado grave lo que sucede hay que decir transcendental.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Mientras hablamos por teléfono es cuando aprendemos a hacer las cosas como si fuésemos mancos.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
La fraternidad humana se cumple cuando el que come al lado del que necesita aceite y vinagre le alcanza las vinagreras.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El blanco disponible de los telones de teatro es como el nicho para el anuncio de nuestro propio saldo.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Cuando el doctor escribe la receta nos mira una última vez para ver si pone una medicina de las caras o de las baratas.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
A esos árboles de los que sólo cuelgan unos borlones parece que les quedan las castañuelas.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El viento es tan bestia como el toro cuando embiste la barrera.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Las cornucopias son como las paletas que sirven para pintar los cuadros de los grandes espejos.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
<span style="color: #63082c;"><a href="javascript:dispatch('fPict:/page/55')"><b> </b></a></span>Cuando el futbolista coge la pelota en las alturas parece despejar un eclipse.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Las camisetas encogen como si nos volviesen a la infancia.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Nadie se esconde en tan puro paraíso como el tábano cuando se mete en la flor.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Tenía voz de explicador de películas de viaje.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Las Venus antiguas nos sonríen desde el cuarto de baño de la Inmortalidad.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Los tahoneros son los payasos de la madrugada.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
En la mandolina suenan los hilos del telégrafo melancolizados por el ocaso.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
No hay nada más virginal que las borlas de polvos nuevas.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Lo único malo de las aceitunas es que saben a zapatos de color.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El mundo estará definitivamente viejo cuando las hormigas negras se vuelvan hormigas blancas.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
<span style="color: #63082c;"><a href="javascript:dispatch('fPict:/page/56')"><b> </b></a></span>Cuando el que había cogido un pez se le escapa al agua, parece que se le ha caído el reloj al líquido elemento.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
La lluvia sobre el estanque imita juncos de agua.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Hay unas copitas de licor blanco en las que bebemos lágrimas antiguas.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Lo que más hiela la muerte es el ojo del besugo.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Un puesto de flores en la calle parece la tumba del transeúnte desconocido.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
La larga cola de la novia es la vereda que conduce hasta ella al novio desorientado.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
La caparazón de las tortugas es la rodela de los primeros sapos del mundo.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El capullo que cae seco y cerrado es como el huevo de la flor que no pudo abrir su vuelo.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
En vez de salmos funerarios debía de haber tangos funerales en que se relatase la vida del finado.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Hay pupilas en que queda el eco de la luz del candelabro de una fiesta.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
La sombra móvil del corazón inquieta el alma.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
La única hoja que no muere en los árboles de invierno es el pájaro.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Si es tan difícil salir de entre mesa y mesa del café es para evitar que la gente se vaya sin pagar.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El que pide un autógrafo en un menú convierte en langosta o en entrecot al firmante.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
En los futuros escaparates de barcos habrá un espejo en que veremos navegar los barcos de la compañía.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Los relojes despertadores producen la taquicardia.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
En los hoteles junto al mar se está ligado al teléfono de los peces.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Al echar diez céntimos en los cepillos nos debía salir el peso exacto de nuestra alma.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Lo más lamentable de los negros es la cara de purgados que tienen.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El sueño nos invita a crímenes y cacerías.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
En los trenes vamos con dos mujeres: la nuestra y la que se refleja en el cristal.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
En las botellas de whisky hay un letrero en inglés que dice: «Bébaselo el dueño y no haga el primo dándoselo todo a los invitados».</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
La tormenta comienza por un gran portazo conyugal como si la diosa se hubiese marchado violentamente, dejando al dios encolerizado.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El facistol para los libros fue lo que creó la pareja de la erudición.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Cuando se puede tener conversación con el autor caracterizado, ya estamos capacitados para ser autores teatrales.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Las violetas están aplastadas por los pies de Venus.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
<span style="color: #63082c;"><a href="javascript:dispatch('fPict:/page/59')"><b> </b></a></span>Cuando se ve cómo es capaz la mujer de la ruptura implacable es cuando rasga al bies la larga pieza de tela, como si rasgase el cielo y la tierra.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Lo que más indigna a las paredes es que les claven una percha, no sólo por lo que eso las carga de peso, sino porque es como si se las pusiesen los cuernos.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Lluvia en la madrugada es lluvia en trenes o andenes.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Los suicidas que se ahogan son tíos nuestros... ¿Qué por qué? ¡Vaya usted a saber por qué!</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
A las señoras hacendosas se les ocurren las ideas geniales cuando se rascan la cabeza con la aguja de hacer punto.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Los días de lluvia los cielos son espejos de los ríos en reciprocidad a que los días azules los ríos son espejos de los cielos.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El imprevisor nunca puede comer bacalao, porque, como se sabe, hay que dejarlo en remojo desde el día anterior.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Los pisapapeles son lo que más abusa de la fuerza de gravedad.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Lo que nos sorprende en esa rubia es que tiene voz de morena.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Esa novia que en el café hace ejercicios excesivos al servir el té es que quiere demostrar a su novio que es una buena dueña de casa.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Los agujeros de las medias rotas dan al frío del más allá.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
En la rodilla está la apreciable calva de las piernas.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Sellar con inscripciones y fechas los huevos es una de las ofensas que menos puede sufrir la naturaleza.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Los tulipanes parece que escuchan.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Los corales azules del papel secante.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Lo peor de las lavanderas es cuando se emborrachan de lejía.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
<span style="color: #63082c;"><a href="javascript:dispatch('fPict:/page/61')"><b> </b></a></span>Los murciélagos, enhebrando la espadaña, zurcían de negro el cielo.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Cuando corren mucho las nubes parece que acuden presurosas a un incendio que se ha declarado en el horizonte.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
La llama es un burro que se ha creído mujer.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Al que le suenan los zapatos parece como si llevase grillos en los pies.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Los que pegan las tiras del esparadrapo en forma de estrella sobre el divieso parecen suicidas que han tapado así el orificio de entrada de la bala.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
La palabra ciénaga muestra con transparencia un fondo cenagoso.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Los negros tienen voz de túnel.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El azúcar de cuadradillo sirve para que sepa el niño cuándo es día de visitas.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Las golondrinas tienen algo de recordatorio en día de aniversario.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
<span style="color: #63082c;"><a href="javascript:dispatch('fPict:/page/62')"><b> </b></a></span>No me gusta decir presbítero porque me parece que digo présbita.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
La lombriz de tierra que más vive es la frase célebre.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El alba en el tren es grave como una operación.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
La oscuridad tiene cuernos.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Para tener siempre cosecha de truchas escabechadas habrá que escabechar los ríos.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Si se enciende por segunda vez un pitillo sabe a moscón.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El arco iris es una señal ferroviaria de la Naturaleza.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Hay capitalistas a los que parece que pagan sus rentas en ruedas de repuesto.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
La música suele aplacar a todas las fieras menos a los espectadores de cine.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
En los pianos de cola está acostada el arpa.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
<span style="color: #63082c;"><a href="javascript:dispatch('fPict:/page/63')"><b> </b></a></span>—¡Oh, si yo tuviese un buen horno!—, es la exclamación de la mujer que quiere el horno para no hacer después nada al horno.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Lo más bonito de la nieve es cuando pone charreteras a los árboles y a las casas.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Era tan flaco aquel lenguado que cuando lo trajo el camarero parecía traer la cuenta en la bandeja.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Los entreactos son a veces tan cortos que no dejan hacer la puntería de la colilla en la escupidera.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Cuando hay terremoto en el Japón se mueven las lámparas colgantes de todas las Embajadas del Japón.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
La primogenitura es la primada de haber nacido el primero.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El violín ponía medias de la más fina seda a las más bellas piernas.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Las cajas de sardinas son las huchas en que ahorra el mar.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
La niña que se echa las trenzas hacia adelante parece que va entre dos velas de pelo.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
<span style="color: #63082c;"><a href="http://www.blogger.com/%22javascript:dispatch('fPict"><b> </b></a></span>El huevo frito es una ola en miniatura; una ola con yema.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Las habichuelas son los botones de la ropa interior de la Naturaleza.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El arroz nos hace buche de palomas.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El que lleva sellos de correos en la cartera será el que llegue primero a todos los concursos de la vida.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Los pensamientos amarillos tienen celos de los pensamientos morados.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Al servirnos una ración de jamón parece que nos sirven un bello crimen en lonchas.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El que echa la sal con la punta del cuchillo tiene algo de pescador con caña.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El pantopón es el tapón de los dolores.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
La idiosincrasia es una enfermedad sin especialista.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
La última nota rasgada del tango es su rúbrica.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
<span style="color: #63082c;"><a href="javascript:dispatch('fPict:/page/65')"><b> </b></a></span>El día en que el teatro tenga butacas de cine se habrá salvado.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Los días límpidos, nítidos y diáfanos se huele el olor a reloj.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Los faisanes debían llevar la cola a los pavos reales.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Las buenas medicinas son las que tienen un tapón de repuesto para cuando se las descorcha del otro.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Los chalecos tiene cuatro bolsillos para hacernos concebir vanas esperanzas.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El que carga con el paraguas de su mujer mientras no llueve es algo más que gurrumino: paragüino.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Cuando vamos solos en el ascensor con el ascensorista es como si fuésemos con el domador.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Lo peor de una medicina es que cuando se ha tomado no se puede haberla dejado de tomar.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Lo más suntuoso de los grandes hoteles es que ponen cinco toallas cada cinco minutos.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Si no se cura soplándole el reloj parado hay que llevarlo al relojero para que lo mire con su gemelo de teatro cojo.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El felpudo es el secafirmas de las visitas.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
El gong es un platillo huérfano.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
La muleta es el telón del guiñol de la muerte.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Cuando se nos cae la servilleta parece que ladra debajo de la mesa.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
La péndola del reloj acuna a las horas.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
¡Qué palabra más tremenda es escarpia! Quizás por eso todos dicen alcayata o, en pleno barbarismo, arcayata.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Cuando nos mira el rorro de la que va delante parece que nos ve como éramos cuando teníamos su edad.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
<span style="color: #63082c;"><a href="javascript:dispatch('fPict:/page/67')"><b> </b></a></span>El que se pone a fumar un puro que saca del bolsillo del pecho parece que se va a fumar la estilográfica.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Las patatas fritas a la inglesa son las tarjetas de visita de doña Patata.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Uno de los espectáculos más bonitos de la Naturaleza es ver cómo la luna se traga un murciélago.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Asusta siempre ver comenzar a la mujer una labor de punto, porque parece iniciar unos zapatitos de niño.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
A los atriles desocupados que esperan los músicos les gustaría leer los periódicos mientras.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
La cresta es la condecoración del gallo.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Una bofetada es igual en todos los idiomas.</div>
<div style="font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
Eva fue la esposa de Adán y además su cuñada y su suegra.</div>
<div style="color: #63082c; font: 16.0px Times; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 19.0px; text-align: justify; text-indent: 18.0px;">
<a href="javascript:dispatch('fPict:/page/68')"><b> </b></a></div>
<div style="font: 16.0px Times; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 19.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 14.0px Times; line-height: 16.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px;">
En <i>Cruz y Raya</i>, época 1, año 1936, junio, 1936.</div>
<div style="font: 14.0px Times; line-height: 16.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px;">
Fuente: <a href="http://revistas.edaddeplata.org:8080/cgi-bin_todas/WUV.exe?app=rev">Publicador de Revistas</a></div>
<div style="font: 14.0px Times; line-height: 16.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px;">
Agradecimiento a <a href="https://www.facebook.com/bego.vigil">Bego Vigil.</a></div>
<div style="font: 14.0px Times; line-height: 16.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px;">
<br /></div>
<div>
<br /></div>estafetahttp://www.blogger.com/profile/10314797590011827695noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-4391952270751641520.post-74108795855827103652012-04-22T12:37:00.000-07:002012-04-22T12:37:37.039-07:00José Cadalso – Cartas Marruecas I-VI (1789)<div style="color: #424242; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh2azG_U8dL7iD6JdbGzBQKBXvhj1kY0Y8oT9Z9vq9y9lXrMIXSBn6yuIhzYCQvZxcObcj58-piMu-0lRVoLr4zUOGC005HpfguSB4_crRJeyWvz2vDS022ApOcG9zkJXBwpz2hhsb-bdM/s1600/fotojc.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh2azG_U8dL7iD6JdbGzBQKBXvhj1kY0Y8oT9Z9vq9y9lXrMIXSBn6yuIhzYCQvZxcObcj58-piMu-0lRVoLr4zUOGC005HpfguSB4_crRJeyWvz2vDS022ApOcG9zkJXBwpz2hhsb-bdM/s1600/fotojc.jpeg" /></a></div>
<div style="color: #424242; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: center;">
<br /></div>
<div style="color: #424242; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: center;">
<br />
<i>Cartas escritas por un moro llamado Gazel Ben–Aly, a Ben–Beley, amigo suyo, sobre los usos y costumbres de los españoles antiguos y modernos, con algunas respuestas de Ben–Beley, y otras cartas relativas a éstas</i>. </div>
<div style="color: #424242; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: center;">
<br /></div>
<div style="color: #424242; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div style="color: #424242; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: center;">
<br /></div>
<div style="color: #424242; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: center;">
<br /></div>
<div style="color: #424242; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: center;">
Carta I</div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: center;">
<i>Gazel a Ben–Beley </i></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: center;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 30.0px;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiBPDgj_MKSwNYxIl7hr0OThJpQyT09IvfiBlAFihPSb8sVb9ryrZBnK-KdCJEed8fkno0FQXC_-pditXQ_vfgc8PuV2fJI0E-byAYSg2CC1aJ1O_-x_Cd8UtJEi6IwjcfRVrCXRdt4HQE/s1600/13312.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiBPDgj_MKSwNYxIl7hr0OThJpQyT09IvfiBlAFihPSb8sVb9ryrZBnK-KdCJEed8fkno0FQXC_-pditXQ_vfgc8PuV2fJI0E-byAYSg2CC1aJ1O_-x_Cd8UtJEi6IwjcfRVrCXRdt4HQE/s200/13312.jpg" width="130" /></a>He logrado quedarme en España después del regreso de nuestro embajador, como lo deseaba muchos días ha, y te lo escribí varias veces durante su mansión en Madrid. Mi ánimo era viajar con utilidad, y este objeto no puede siempre lograrse en la comitiva de los grandes señores, particularmente asiáticos y africanos. Éstos no ven, digámoslo así, sino la superficie de la tierra por donde pasan; su fausto, los ningunos antecedentes por donde indagar las cosas dignas de conocerse, el número de sus criados, la ignorancia de las lenguas, lo sospechosos que deben ser en los países por donde caminan, y otros motivos, les impiden muchos medios que se ofrecen al particular que viaja con menos nota.</div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 30.0px;">
Me hallo vestido como estos cristianos, introducido en muchas de sus casas, poseyendo su idioma, y en amistad muy estrecha con un cristiano llamado Nuño Núñez, que es hombre que ha pasado por muchas vicisitudes de la suerte, carreras y métodos de vida. Se halla ahora separado del mundo y, según su expresión, encarcelado dentro de sí mismo. En su compañía se me pasan con gusto las horas, porque procura instruirme en todo lo que pregunto; y lo hace con tanta sinceridad, que algunas veces me dice: «De eso no entiendo»; y otras: «De eso no quiero entender». Con estas proporciones hago ánimo de examinar no sólo la corte, sino todas las provincias de la Península. Observaré las costumbres de este pueblo, notando las que le son comunes con las de otros países de Europa, y las que le son peculiares. Procuraré despojarme de muchas preocupaciones que tenemos los moros contra los cristianos, y particularmente contra los españoles. Notaré todo lo que me sorprenda, para tratar de ello con Nuño y después participártelo con el juicio que sobre ello haya formado.</div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 30.0px;">
Con esto respondo a las muchas que me has escrito pidiéndome noticias del país en que me hallo. Hasta entonces no será tanta mi imprudencia que me ponga a hablar de lo que no entiendo, como lo sería decirte muchas cosas de un reino que hasta ahora todo es enigma para mí, aunque me sería esto muy fácil: sólo con notar cuatro o cinco costumbres extrañas, cuyo origen no me tomaría el trabajo de indagar, ponerlas en estilo suelto y jocoso, añadir algunas reflexiones satíricas y soltar la pluma con la misma ligereza que la tomé, completaría mi obra, como otros muchos lo han hecho.</div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 30.0px;">
Pero tú me enseñaste, oh mi venerado maestro, tú me enseñaste a amar la verdad. Me dijiste mil veces que faltar a ella es delito aun en las materias frívolas. Era entonces mi corazón tan tierno, y tu voz tan eficaz cuando me imprimiste en él esta máxima, que no la borrará la sucesión de los tiempos.</div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 30.0px;">
Alá te conserve una vejez sana y alegre, fruto de una juventud sobria y contenida, y desde África prosigue enviándome a Europa las saludables advertencias que acostumbras. La voz de la virtud cruza los mares, frustra las distancias y penetra el mundo con más excelencia que la luz del sol, pues esta última cede parte de su imperio a las tinieblas de la noche, y aquélla no se oscurece en tiempo alguno. ¿Qué será de mí en un país más ameno que el mío, y más libre, si no me sigue la idea de tu presencia, representada en tus consejos? Ésta será una sombra que me seguirá en medio del encanto de Europa; una especie de espíritu tutelar que me sacará de la orilla del precipicio; o como el trueno, cuyo estrépito y estruendo detiene la mano que iba a cometer el delito.</div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px;">
<br /></div>
<div style="color: #1a4079; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: center;">
<a href="http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/01471731988025951976602/p0000001.htm#I_5_"></a></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: center;">
Carta II</div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: center;">
<i>Del mismo al mismo </i></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: center;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 30.0px;">
Aún no me hallo capaz de obedecer a las nuevas instancias que me haces sobre que te remita las observaciones que voy haciendo en la capital de esta vasta monarquía. ¿Sabes tú cuántas cosas se necesitan para formar una verdadera idea del país en que se viaja? Bien es verdad que, habiendo hecho varios viajes por Europa, me hallo más capaz, o por mejor decir, con menos obstáculos que otros africanos; pero aun así, he hallado tanta diferencia entre los europeos que no basta el conocimiento de uno de los países de esta parte del mundo para juzgar de otros estados de la misma. Los europeos no parecen vecinos: aunque la exterioridad los haya uniformado en mesas, teatros y paseos, ejército y lujo, no obstante las leyes, vicios, virtudes y gobierno son sumamente diversos y, por consiguiente, las costumbres propias de cada nación.</div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 30.0px;">
Aun dentro de la española, hay variedad increíble en el carácter de sus provincias. Un andaluz en nada se parece a un vizcaíno; un catalán es totalmente distinto de un gallego; y lo mismo sucede entre un valenciano y un montañés. Esta península, dividida tantos siglos en diferentes reinos, ha tenido siempre variedad de trajes, leyes, idiomas y moneda. De esto inferirás lo que te dije en mi última sobre la ligereza de los que por cortas observaciones propias, o tal vez sin haber hecho alguna, y sólo por la relación de viajeros poco especulativos, han hablado de España.</div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 30.0px;">
Déjame enterar bien en su historia, leer sus autores políticos, hacer muchas preguntas, muchas reflexiones, apuntarlas, repasarlas con madurez, tomar tiempo para cerciorarme en el juicio que formé de cada cosa, y entonces prometo complacerte. Mientras tanto no hablaré en mis cartas sino de mi salud, que te ofrezco, y de la tuya que deseo completa, para enseñanza mía, educación de tus nietos, gobierno de tu familia y bien de todos los que te conozcan y traten.</div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: center;">
<br /></div>
<div style="color: #1a4079; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: center;">
<a href="http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/01471731988025951976602/p0000001.htm#I_4_"></a></div>
<div style="color: #1a4079; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: center;">
<a href="http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/01471731988025951976602/p0000001.htm#I_6_"></a></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: center;">
Carta III</div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: center;">
<i>Del mismo al mismo </i></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: center;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 30.0px;">
En los meses que han pasado desde la última que te escribí, me he impuesto en la historia de España. He visto lo que de ella se ha escrito desde tiempos anteriores a la invasión de nuestros abuelos y su establecimiento en ella.</div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 30.0px;">
Como esto forma una serie de muchos años y siglos, en cada uno de los cuales han acaecido varios sucesos particulares, cuyo influjo ha sido visible hasta en los tiempos presentes, el extracto de todo esto es obra muy larga para remitida en una carta, y en esta especie de trabajos no estoy muy práctico. Pediré a mi amigo Nuño que se encargue de ello y te lo remitiré. No temas que salga de sus manos viciado el extracto de la historia del país por alguna preocupación nacional, pues le he oído decir mil veces que, aunque ama y estima a su patria por juzgarla dignísima de todo cariño y aprecio, tiene por cosa muy accidental el haber nacido en esta parte del globo, o en sus antípodas, o en otra cualquiera.</div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 30.0px;">
En este estado quedó esta carta tres semanas ha, cuando me asaltó una enfermedad en cuyo tiempo no se apartó Nuño de mi cuarto; y haciéndole en los primeros días el encargo arriba dicho, lo desempeñó luego que salí del peligro. En mi convalecencia me lo leyó, y lo hallé en todo conforme a la idea que yo mismo me había figurado; te lo remito tal cual pasó de sus manos a las mías. No lo pierdas de vista mientras durare el tiempo de que nos correspondamos sobre estos asuntos, por ser ésta una clave precisa para el conocimiento del origen de todos los usos y costumbres dignos de la observación de un viajero como yo, que ando por los países de que escribo, y del estudio de un sabio como tú, que ves todo el orbe desde tu retiro.</div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 30.0px;">
«La península llamada España sólo está contigua al continente de Europa por el lado de Francia, de la que la separan los montes Pirineos. Es abundante en oro, plata, azogue, piedras, aguas minerales, ganados de excelentes calidades y pescas tan abundantes como deliciosas. Esta feliz situación la hizo objeto de la codicia de los fenicios y otros pueblos. Los cartagineses, parte por dolo y parte por fuerza, se establecieron en ella; y los romanos quisieron completar su poder y gloria con la conquista de España, pero encontraron una resistencia que pareció tan extraña como terrible a los soberbios dueños de lo restante del mundo. Numancia, una sola ciudad, les costó catorce años de sitio, la pérdida de tres ejércitos y el desdoro de los más famosos generales; hasta que, reducidos los numantinos a la precisión de capitular o morir, por la total ruina de la patria, corto número de vivos y abundancia de cadáveres en las calles (sin contar los que habían servido de pasto a sus conciudadanos después de concluidos todos sus víveres), incendiaron sus casas, arrojaron sus niños, mujeres y ancianos en las llamas, y salieron a morir en el campo raso con las armas en la mano. El grande Escipión fue testigo de la ruina de Numancia, pues no puede llamarse propiamente conquistador de esta ciudad; siendo de notar que Lúculo, encargado de levantar un ejército para aquella expedición, no halló en la juventud romana recluta que llevar, hasta que el mismo Escipión se alistó para animarla. Si los romanos conocieron el valor de los españoles como enemigos, también experimentaron su virtud como aliados. Sagunto sufrió por ellos un sitio igual al de Numancia, contra los cartagineses; y desde entonces formaron los romanos de los españoles el alto concepto que se ve en sus autores, oradores, historiadores y poetas. Pero la fortuna de Roma, superior al valor humano, la hizo señora de España como de lo restante del mundo, menos algunos montes de Cantabria, cuya total conquista no consta de la historia de modo que no pueda revocarse en duda. Largas revoluciones inútiles de contarse en este paraje trajeron del Norte enjambres de naciones feroces, codiciosas y guerreras, que se establecieron en España. Pero con las delicias de este clima tan diferente del que habían dejado, cayeron en tal grado de afeminación y flojedad, que a su tiempo fueron esclavos de otros conquistadores venidos de Mediodía. Huyeron los godos españoles hasta los montes de una provincia hoy llamada Asturias, y apenas tuvieron tiempo de desechar el susto, llorar la pérdida de sus casas y ruina de su reino, cuando volvieron a salir mandados por Pelayo, uno de los mayores hombres que naturaleza ha producido.</div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 30.0px;">
»Desde aquí se abre un teatro de guerras que duraron cerca de ocho siglos. Varios reinos se levantaron sobre la ruina de la monarquía goda española, destruyendo el que querían edificar los moros en el mismo terreno, regado con más sangre española, romana, cartaginesa, goda y mora de cuanto se puede ponderar con horror de la pluma que lo escriba y de los ojos que lo vean escrito. Pero la población de esta península era tal que, después de tan largas y sangrientas guerras, aún se contaban veinte millones de habitantes en ella. Incorporáronse tantas provincias tan diferentes en dos coronas, la de Castilla y la de Aragón, y ambas en el matrimonio de don Fernando y doña Isabel, príncipes que serán inmortales entre cuantos sepan lo que es gobierno. La reforma de abusos, aumento de las ciencias, humillación de los soberbios, amparo de la agricultura, y otras operaciones semejantes, formaron esta monarquía. Ayudoles la naturaleza con un número increíble de vasallos insignes en letras y armas, y se pudieron haber lisonjeado de dejar a sus sucesores un imperio mayor y más duradero que el de la Roma antigua (contando las Américas nuevamente descubiertas), si hubieran logrado dejar su corona a un heredero varón. Negoles el cielo este gozo a trueque de tantos como les había concedido, y su cetro pasó a la casa de Austria, la cual gastó los tesoros, talentos y sangre de los españoles por las continuas guerras que, así en Alemania como en Italia, tuvo que sostener Carlos I de España, hasta que cansado de sus mismas prosperidades, o tal vez conociendo con prudencia la vicisitud de las cosas humanas, no quiso exponerse a sus reveses y dejó el trono a su hijo don Felipe II.</div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 30.0px;">
»Este príncipe, acusado por la emulación de ambicioso y político como su padre, pero menos afortunado, siguiendo los proyectos de Carlos, no pudo hallar los mismos sucesos aun a costa de ejércitos, armadas y caudales. Murió dejando su pueblo extenuado con las guerras, afeminado con el oro y plata de América, disminuido con la población de un mundo nuevo, disgustado con tantas desgracias y deseoso de descanso. Pasó el cetro por las manos de tres príncipes menos activos para manejar tan grande monarquía, y en la muerte de Carlos II no era España sino el esqueleto de un gigante».</div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 30.0px;">
Hasta aquí mi amigo Nuño. De esta relación inferirás como yo: primero, que esta península no ha gozado una paz que pueda llamarse tal en cerca de dos mil años, y que por consiguiente es maravilla que aún tengan hierba los campos y aguas sus fuentes, ponderación que suele hacer Nuño cuando se habla de su actual estado; segundo, que habiendo sido la religión motivo de tantas guerras contra los descendientes de Tarif, no es mucho que sea objeto de todas sus acciones; tercero, que la continuación de estar con las armas en la mano les haya hecho mirar con desprecio el comercio e industria mecánica; cuarto, que de esto mismo nazca lo mucho que cada noble en España se envanece de su nobleza; quinto, que los muchos caudales adquiridos rápidamente en las Indias distraen a muchos de cultivar las artes mecánicas en la península y de aumentar su población.</div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 30.0px;">
Las demás consecuencias morales de estos eventos políticos irás notando en las cartas que escribiré sobre estos asuntos.</div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px;">
<br /></div>
<div style="color: #1a4079; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: center;">
<a href="http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/01471731988025951976602/p0000001.htm#I_5_"></a></div>
<div style="color: #1a4079; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: center;">
<a href="http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/01471731988025951976602/p0000001.htm#I_7_"></a></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: center;">
Carta IV</div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: center;">
<i>Del mismo al mismo </i></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: center;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 30.0px;">
Los europeos del siglo presente están insufribles con las alabanzas que amontonan sobre la era en que han nacido. Si los creyeras, dirías que la naturaleza humana hizo una prodigiosa e increíble crisis precisamente a los mil y setecientos años cabales de su nueva cronología. Cada particular funda una vanidad grandísima en haber tenido muchos abuelos no sólo tan buenos como él, sino mucho mejores, y la generación entera abomina de las generaciones que le han precedido. No lo entiendo.</div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 30.0px;">
Mi docilidad aun es mayor que su arrogancia. Tanto me han dicho y repetido de las ventajas de este siglo sobre los otros, que me he puesto muy de veras a averiguar este punto. Vuelvo a decir que no lo entiendo; y añado que dificulto si ellos se entienden a sí mismos.</div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 30.0px;">
Desde la época en que ellos fijan la de su cultura, hallo los mismos delitos y miserias en la especie humana, y en nada aumentadas sus virtudes y comodidades. Así se lo dije con mi natural franqueza a un cristiano que el otro día, en una concurrencia bastante numerosa, hacía una apología magnífica de la edad, y casi del año, que tuvo la dicha de producirle. Espantose de oírme defender la contraria de su opinión; y fue en vano cuanto le dije, poco más o menos del modo siguiente:</div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 30.0px;">
«No nos dejemos alucinar de la apariencia, y vamos a lo sustancial. La excelencia de un siglo sobre otro creo debe regularse por las ventajas morales o civiles que produce a los hombres. Siempre que éstos sean mejores, diremos también que su era es superior en lo moral a la que no produjo tales proporciones; entendiéndose en ambos casos esta ventaja en el mayor número. Sentado este principio, que me parece justo, veamos ahora qué ventajas morales y civiles tiene tu siglo de mil setecientos sobre los anteriores. En lo civil, ¿cuáles son las ventajas que tiene? Mil artes se han perdido de las que florecieron en la antigüedad; y las que se han adelantado en nuestra era, ¿qué producen en la práctica, por mucho que ostenten en la especulativa? Cuatro pescadores vizcaínos en unas malas barcas hacían antiguamente viajes que no se hacen ahora sino rara vez y con tantas y tales precauciones que son capaces de espantar a quien los emprende. De la agricultura, la medicina, ¿sin preocupación no puede decirse lo mismo?</div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 30.0px;">
»Por lo que toca a las ventajas morales, aunque la apariencia favorezca nuestros días, en la realidad ¿qué diremos? Sólo puedo asegurar que este siglo tan feliz en tu dictamen ha sido tan desdichado en la experiencia como los antecedentes. Quien escriba sin lisonja la historia, dejará a la posteridad horrorosas relaciones de príncipes dignísimos destronados, quebrantados tratados muy justos, vendidas muchas patrias dignísimas de amor, rotos los vínculos matrimoniales, atropellada la autoridad paterna, profanados juramentos solemnes, violado el derecho de hospitalidad, destruida la amistad y su nombre sagrado, entregados por traición ejércitos valerosos; y sobre las ruinas de tantas maldades levantarse un suntuoso templo al desorden general.</div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 30.0px;">
»¿Qué se han hecho esas ventajas tan jactadas por ti y por tus semejantes? Concédote cierta ilustración aparente que ha despojado a nuestro siglo de la austeridad y rigor de los pasados; pero, ¿sabes de qué sirve esta mutación, este oropel que brilla en toda Europa y deslumbra a los menos cuerdos? Creo firmemente que no sirve más que de confundir el orden respectivo, establecido para el bien de cada estado en particular.</div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 30.0px;">
»La mezcla de las naciones en Europa ha hecho admitir generalmente los vicios de cada una y desterrar las virtudes respectivas. De aquí nacerá, si ya no ha nacido, que los nobles de todos los países tengan igual despego a su patria, formando entre todos una nación separada de las otras y distinta en idioma, traje y religión; y que los pueblos sean infelices en igual grado, esto es, en proporción de la semejanza de los nobles. Síguese a esto la decadencia general de los estados, pues sólo se mantienen los unos por la flaqueza de los otros, y ninguno por fuerza suya o propio vigor. El tiempo que tardan las cortes en uniformarse exactamente en lujo y relajación tardarán también las naciones en asegurarse las unas de la ambición de las otras: y este grado de universal abatimiento parecerá un apetecible sistema de seguridad a los ojos de los políticos afeminados; pero los buenos, los prudentes, los que merecen este nombre, conocerán que un corto número de años las reducirá todas a un estado de flaqueza que les vaticine pronta y horrorosa destrucción. Si desembarcasen algunas naciones guerreras y desconocidas en los dos extremos de Europa, mandadas por unos héroes de aquellos que produce un clima, cuando otro no da sino hombres medianos, no dudo que se encontrarían en la mitad de Europa, habiendo atravesado y destruido un hermosísimo país. ¿Qué obstáculos hallarían de parte de sus habitantes? No sé si lo diga con risa o con lástima: unos ejércitos muy lucidos y simétricos sin duda, pero debilitados por el peso de sus pasiones y mandados por generales en quienes hay menos de lo que se requiere de aquel gran estímulo de un héroe, a saber, el patriotismo. Ni creas que para detener semejantes irrupciones sea suficiente obstáculo el número de las ciudades fortificadas. Si reinan el lujo, la desidia y otros vicios semejantes, fruto de la relajación de las costumbres, éstos sin duda abrirán las puertas de las ciudadelas a los enemigos. La mayor fortaleza, la más segura, la única invencible, es la que consiste en los corazones de los hombres, no en lo alto de los muros ni en lo profundo de los fosos.</div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 30.0px;">
»¿Cuáles fueron las tropas que nos presentaron en las orillas de Guadalete los godos españoles? ¡Cuán pronto, en proporción del número, fueron deshechos por nuestros abuelos, fuertes, austeros y atrevidos! ¡Cuán largo y triste tiempo el de su esclavitud! ¡Cuánta sangre derramada durante ocho siglos para reparar el daño que les hizo la afeminación, y para sacudir el yugo que jamás los hubiera oprimido, si hubiesen mantenido el rigor de las costumbres de sus antepasados!».</div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 30.0px;">
No esperaba el apologista del siglo en que nacimos estas razones, y mucho menos las siguientes, en que contraje todo lo dicho a su mismo país, continuando de este modo:</div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 30.0px;">
«Aunque todo esto no fuese así en varias partes de Europa, ¿puedes dudarlo respecto de la tuya? La decadencia de tu patria en este siglo es capaz de demostración con todo el rigor geométrico. ¿Hablas de población? Tienes diez millones escasos de almas, mitad del número de vasallos españoles que contaba Fernando el Católico. Esta disminución es evidente. Veo algunas pocas casas nuevas en Madrid y tal cual ciudad grande; pero sal por esas provincias y verás a lo menos dos terceras partes de casas caídas, sin esperanza de que una sola pueda algún día levantarse. Ciudad tienes en España que contó algún día quince mil familias, reducidas hoy a ochocientas. ¿Hablas de ciencias? En el siglo antepasado tu nación era la más docta de Europa, como la francesa en el pasado y la inglesa en el actual; pero hoy, del otro lado de los Pirineos, apenas se conocen los sabios que así se llaman por acá. ¿Hablas de agricultura? Ésta siempre sigue la proporción de la población. Infórmate de los ancianos del pueblo, y oirás lástimas. ¿Hablas de manufacturas? ¿Qué se han hecho las antiguas de Córdoba, Segovia y otras? Fueron famosas en el mundo, y ahora las que las han reemplazado están muy lejos de igualarlas en fama y mérito: se hallan muy en sus principios respecto a las de Francia e Inglaterra».</div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 30.0px;">
Me preparaba a proseguir por otros ramos, cuando se levantó muy sofocado el apologista, miró a todas partes y, viendo que nadie le sostenía, jugó como por distracción con los cascabeles de sus dos relojes, y se fue diciendo:</div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 30.0px;">
–No consiste en eso la cultura del siglo actual, su excelencia entre todos los pasados y venideros, y la felicidad mía y de mis contemporáneos. El punto está en que se come con más primor; los lacayos hablan de política; los maridos y los amantes no se desafían; y desde el sitio de Troya hasta el de Almeida, no se ha visto producción tan honrosa para el espíritu humano, tan útil para la sociedad y tan maravillosa en sus efectos como los polvos <i>sampareille</i> inventados por Mr. Friboleti en la calle de San Honorato de París.</div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 30.0px;">
–Dices muy bien –le repliqué–; y me levanté para ir a mis oraciones acostumbradas, añadiendo una, y muy fervorosa, para que el cielo aparte de mi patria los efectos de la cultura de este siglo, si consiste en lo que éste ponía su defensa.</div>
<div style="color: #1a4079; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: center;">
<a href="http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/01471731988025951976602/p0000001.htm#I_6_"></a></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: center;">
<br /></div>
<div style="color: #1a4079; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: center;">
<a href="http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/01471731988025951976602/p0000001.htm#I_8_"></a></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: center;">
Carta V</div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: center;">
<i>Del mismo al mismo </i></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: center;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 30.0px;">
He leído la toma de Méjico por los españoles y un extracto de los historiadores que han escrito las conquistas de esta nación en aquella remota parte del mundo que se llama América, y te aseguro que todo parece haberse ejecutado por arte mágica: descubrimiento, conquista, posesión, dominio son otras tantas maravillas.</div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 30.0px;">
Como los autores por los cuales he leído esta serie de prodigios son todos españoles, la imparcialidad que profeso pide también que lea lo escrito por los extranjeros. Luego sacaré una razón media entre lo que digan éstos y aquéllos, y creo que en ella podré fundar el dictamen más sano. Supuesto que la conquista y dominio de aquel medio mundo tuvieron y aún tienen tanto influjo sobre las costumbres de los españoles, que son ahora el objeto de mi especulación, la lectura de esta historia particular es un suplemento necesario al de la historia general de España, y clave precisa para la inteligencia de varias alteraciones sucedidas en el estado político y moral de esta nación. No entraré en la cuestión tan vulgar de saber si estas nuevas adquisiciones han sido útiles, inútiles o perjudiciales a España. No hay evento alguno en las cosas humanas que no pueda convertirse en daño o en provecho, según lo maneje la prudencia.</div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: center;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: center;">
<i>Carta VI</i></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: center;">
<i>Del mismo al mismo </i></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: center;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 30.0px;">
El atraso de las ciencias en España en este siglo, ¿quién puede dudar que procede de la falta de protección que hallan sus profesores? Hay cochero en Madrid que gana trescientos pesos duros, y cocinero que funda mayorazgos; pero no hay quien no sepa que se ha de morir de hambre como se entregue a las ciencias, exceptuadas las de <i>pane lucrando</i> que son las únicas que dan de comer.</div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 30.0px;">
Los pocos que cultivan las otras, son como aventureros voluntarios de los ejércitos, que no llevan paga y se exponen más. Es un gusto oírles hablar de matemáticas, física moderna, historia natural, derecho de gentes, y antigüedades, y letras humanas, a veces con más recato que si hiciesen moneda falsa. Viven en la oscuridad y mueren como vivieron, tenidos por sabios superficiales en el concepto de los que saben poner setenta y siete silogismos seguidos sobre si los cielos son fluidos o sólidos.</div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 30.0px;">
Hablando pocos días ha con un sabio escolástico de los más condecorados en su carrera, le oí esta expresión, con motivo de haberse nombrado en la conversación a un sujeto excelente en matemáticas: «Sí, en su país se aplican muchos a esas cosillas, como matemáticas, lenguas orientales, física, derecho de gentes y otras semejantes».</div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 30.0px;">
Pero yo te aseguro, Ben–Beley, que si señalasen premios para los profesores, premios de honor, o de interés, o de ambos, ¿qué progresos no harían? Si hubiese siquiera quien los protegiese, se esmerarían sin más estímulo; pero no hay protectores.</div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 30.0px;">
Tan persuadido está mi amigo de esta verdad, que hablando de esto me dijo:</div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 30.0px;">
«En otros tiempos, allá cuando me imaginaba que era útil y glorioso dejar fama en el mundo, trabajé una obra sobre varias partes de la literatura que había cultivado, aunque con más amor que buen suceso. Quise que saliese bajo la sombra de algún poderoso, como es natural a todo autor principiante. Oí a un magnate decir que todos los autores eran locos; a otro, que las dedicatorias eran estafas; a otro, que renegaba del que inventó el papel; otro se burlaba de los hombres que se imaginaban saber algo; otro me insinuó que la obra que le sería más acepta, sería la letra de una tonadilla; otro me dijo que me viera con un criado suyo para tratar esta materia; otro ni me quiso hablar; otro ni me quiso responder; otro ni quiso escucharme; y de resultas de todo esto, tomé la determinación de dedicar el fruto de mis desvelos al mozo que traía el agua a casa. Su nombre era Domingo, su patria Galicia, su oficio ya está dicho: conque recogí todos estos preciosos materiales para formar la dedicatoria de esta obra».</div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 30.0px;">
Y al decir estas palabras, sacó de la cartera unos cuadernillos, púsose los anteojos, acercose a la luz y, después de haber ojeado, empezó a leer: <i>«Dedicatoria a Domingo de Domingos, aguador decano de la fuente del Ave María»</i>. Detúvose mi amigo un poco, y me dijo: –¡Mira qué Mecenas! Prosiguió leyendo:</div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 30.0px;">
«Buen Domingo, arquea las cejas; ponte grave; tose; gargajea; toma un polvo con gravedad; bosteza con estrépito; tiéndete sobre este banco; empieza a roncar, mientras leo esta mi muy humilde, muy sincera y muy justa dedicatoria. ¿Qué? Te ríes y me dices que eres un pobre aguador, tonto, plebeyo y, por tanto, sujeto poco apto para proteger obras y autores. ¿Pues qué? ¿Te parece que para ser un Mecenas es preciso ser noble, rico y sabio? Mira, buen Domingo, a falta de otros tú eres excelente. ¿Quién me quitará que te llame, si quiero, más noble que Eneas, más guerrero que Alejandro, más rico que Creso, más hermoso que Narciso, más sabio que los siete de Grecia, y todos los mases que me vengan a la pluma? Nadie me lo puede impedir, sino la verdad; y ésta, has de saber que no ata las manos a los escritores, antes suelen ellos atacarla a ella, y cortarla las piernas, y sacarla los ojos, y taparla la boca. Admite, pues, este obsequio literario: sepa la posteridad que Domingo de Domingos, de inmemorial genealogía, aguador de las más famosas fuentes de Madrid, ha sido, es y será el único patrón, protector y favorecedor de esta obra.</div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 30.0px;">
«¡Generaciones futuras!, ¡familias de venideros siglos!, ¡gentes extrañas!, ¡naciones no conocidas!, ¡mundos aún no descubiertos! Venerad esta obra, no por su mérito, harto pequeño y trivial, sino por el sublime, ilustre, excelente, egregio, encumbrado y nunca bastantemente aplaudido nombre y título de mi Mecenas.</div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 30.0px;">
«¡Tú, monstruo horrendo, envidia, furia tan bien pintada por Ovidio, que sólo está mejor retratada en la cara de algunos amigos míos! Muerde con tus mismos negros dientes tus maldicientes y rabiosos labios, y tu ponzoñosa y escandalosa lengua; vuelva a tu pecho infernal la envenenada saliva que iba a dar horrorosos movimientos a tu maldiciente boca, más horrenda que la del infierno, pues ésta sólo es temible a los malvados y la tuya aún lo es más a los buenos.</div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 30.0px;">
»Perdona, Domingo, esta bocanada de cosas, que me inspira la alta dicha de tu favor. Pero ¿quién en la rueda de la fortuna no se envanece en lo alto de ella? ¿Quién no se hincha con el soplo lisonjero de la suerte? ¿Quién desde la cumbre de la prosperidad no se juzga superior a los que poco antes se hallaban en el mismo horizonte? Tú, tú mismo, a quien contemplo mayor que muchos héroes de los que no son aguadores, ¿no te sientes el corazón lleno de una noble presunción cuando llegas con tu cántaro a la fuente y todos te hacen lugar? ¡Con qué generoso fuego he visto brillar tus ojos cuando recibes este obsequio de tus compañeros, compañeros dignísimos, obsequio que tanto mereces por tus canas nacidas en subir y bajar las escaleras de mi casa y otras! ¡Ay de aquel que se resistiera! ¡Qué cantarazo llevara! Si todos se te rebelaran, a todos aterrarías con tu cántaro y puño, como Júpiter a los Gigantes con sus rayos y centellas. A los filósofos parecería exceso ridículo de orgullo esta amenaza (y la de otros héroes de esta clase); pero ¿quiénes son los filósofos? Unos hombres rectos y amantes de las ciencias, que quisieron hacer a todos los hombres odiar las necedades; que tienen la lengua unísona con el corazón y otras ridiculeces semejantes. Vuélvanse, pues, los filósofos a sus guardillas, y dejen rodar la bola del mundo por esos aires de Dios, de modo que a fuerza de dar vueltas se desvanezcan las pocas cabezas que aún se mantienen firmes y todo el mundo se convierta en un espacioso hospital de locos».</div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px;">
José Cadalso, <i>Cartas Marruecas.</i> Espasa Calpe, Colección Clásicos Castellanos. Madrid 1950. pags. 9-278.<br />
<br />
<br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify;">
<br /></div>estafetahttp://www.blogger.com/profile/10314797590011827695noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4391952270751641520.post-92112695346966031012012-03-13T16:26:00.001-07:002012-03-14T12:00:32.995-07:00Donna Haraway - Manifiesto Cyborg<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><b><br />
</b></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjC0TYeGpVqZ_uocutf9BwejaJFyiXYql0kRmDwGtBstQxBLJLOQG-AljCuaLda2zFcdDfRASA1wtlCN_ImbiZNZByNZuIKYzBWIl650mtYlpp51AcFsQfTuCWAhjG_p3Z2os5V5BE2hSY/s1600/donna-haraway-2-03.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjC0TYeGpVqZ_uocutf9BwejaJFyiXYql0kRmDwGtBstQxBLJLOQG-AljCuaLda2zFcdDfRASA1wtlCN_ImbiZNZByNZuIKYzBWIl650mtYlpp51AcFsQfTuCWAhjG_p3Z2os5V5BE2hSY/s320/donna-haraway-2-03.jpeg" width="320" /></a></div><div style="font: normal normal normal 16px/normal 'Times New Roman'; line-height: 20px; margin-bottom: 0px; margin-left: 28.4px; margin-right: 0px; margin-top: 6px; min-height: 18px; text-align: center;"><b></b></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><i>El sueño irónico de un lenguaje común para las mujeres en el circuito integrado.</i></div><div style="font: 16.0px 'Lucida Grande'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Las páginas que siguen son un esfuerzo blasfematorio destinado a construir un irónico mito político fiel al feminismo, al socialismo y al materialismo. La blasfemia requiere que una se tome las cosas muy en serio y, para mí, es el mejor referente que puedo adoptar desde las seculares tradiciones religiosas y evangélicas de la política norteamericana -incluido el feminismo socialista-. Por eso, este trabajo es mucho más auténtico que si surgiese como mito e identificación. La blasfemia nos protege de la mayoría moral interna y, al mismo tiempo, insiste en la necesidad comunitaria. La blasfemia no es apostasía. La ironía se ocupa de las contradicciones que, incluso dialécticamente, no dan lugar a totalidades mayores, y que surgen de la tensión inherente a mantener juntas cosas incompatibles, consideradas necesarias y verdaderas. La ironía trata del humor y de la seriedad. Es también una estrategia retórica y un método político para el que yo pido más respeto dentro del feminismo socialista. En el centro de mi irónica fe, mi blasfemia es la imagen del Cyborg.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Un cyborg es un organismo cibernético, un híbrido de máquina y organismo, una criatura de realidad social y también de ficción.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
<br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La realidad social son nuestras relaciones sociales vividas, nuestra construcción política más importante, un mundo cambiante de ficción. Los movimientos internacionales feministas han construido la ‘experiencia de las mujeres’ y, asimismo, han destapado o descubierto este objeto colectivo crucial. Tal experiencia es una ficción y un hecho político de gran importancia. La liberación se basa en la construcción de la conciencia, de la comprensión imaginativa de la opresión y, también, de lo posible. El cyborg es materia de ficción y experiencia viva que cambia lo que importa como experiencia de las mujeres a finales de este siglo.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Se trata de una lucha a muerte, pero las fronteras entre ciencia ficción y realidad social son una ilusión óptica.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
<br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><span style="text-indent: 28.4px;">La ciencia ficción contemporánea está llena de cyborgs -criaturas que son simultáneamente animal y máquina, que viven en mundos ambiguamente naturales y artificiales.</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span>La medicina moderna está asimismo llena de cyborgs, de acoplamientos entre organismo y máquina, cada uno de ellos concebido como un objeto codificado, en una intimidad y con un poder que no existían en la historia de la sexualidad. El ’sexo’ del cyborg restaura algo del hermoso barroquismo reproductor de los heléchos e invertebrados (magníficos profilácticos orgánicos contra la heterosexualidad). Su reproducción orgánica no precisa acoplamiento. La producción moderna parece un sueño laboral de colonización de cyborgs que presta visos idílicos a la pesadilla del taylorismo. La guerra moderna es una orgía del cyborg codificada mediante las siglas C3! -el comando de control de comunicaciones del servicio de inteligencia-, un asunto de 84 billones de dólares dentro del presupuesto norteamericano de 1984. Estoy argumentando en favor del cyborg como una ficción que abarca nuestra realidad social y corporal y como un recurso imaginativo sugerente de acoplamientos muy fructíferos. La biopolítica de Michel Foucault es una flaccida premonición de la política del cyborg, un campo muy abierto. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">A finales del siglo XX -nuestra era, un tiempo mítico-, todos somos quimeras, híbridos teorizados y fabricados de máquina y organismo; en unas palabras, somos cyborgs. Éste es nuestra ontología, nos otorga nuestra política. Es una imagen condensada de imaginación y realidad material, centros ambos que, unidos, estructuran cualquier posibilidad de transformación histórica. Según las tradiciones de la ciencia y de la política ‘occidentales’ -tradiciones de un capitalismo racista y dominado por lo masculino, de progreso, de apropiación de la naturaleza como un recurso para las producciones de la cultura, de reproducción de uno mismo a partir de las reflexiones del otro-, la relación entre máquina y organismo ha sido de guerra fronteriza. En tal conflicto estaban en litigio los territorios de la producción, de la reproducción y de la imaginación. El presente trabajo es un canto al placer en la confusión de las fronteras y a la responsabilidad en su construcción. Es también un esfuerzo para contribuir a la cultura y a la teoría feminista socialista de una manera postmoderna, no naturalista, y dentro de la tradición utópica de imaginar un mundo sin géneros, sin génesis y, quizás, sin fin. La encamación del cyborg - situada fuera de la historia de la salvación- no existe en un calendario edípico que tratara de poner término a las terribles divisiones genéricas en una utopía simbiótica oral o en un apocalipsis post edípico. En Lacklein, un manuscrito inédito sobre Jacques Lacan, Melanie Klein y la cultura nuclear, Zoé Sofoulis dice que los monstruos más terribles y, quizás, más prometedores en mundos de cyborgs se encuentran encarnados en narrativas no edípicas con una lógica distinta de la represión, que necesitamos entender para poder sobrevivir.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
<br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El cyborg es una criatura en un mundo post genérico. No tiene relaciones con la bisexualidad, ni con la simbiosis preedípica, ni con el trabajo no alienado u otras seducciones propias de la totalidad orgánica, mediante una apropiación final de todos los poderes de las partes en favor de una unidad mayor. En un sentido, no existe una historia del origen del cyborg según la concepción occidental, lo cual resulta ser una ironía ‘final‘, puesto que es también el terrible telos apocalíptico de las cada vez mayores dominaciones, por parte de occidente, del individuo abstracto. Es, para terminar, un ser no atado a ninguna dependencia, un hombre en el espacio. Según el sentido humanístico occidental, una historia que trate del origen depende del mito de la unidad original, de la plenitud, bienaventuranza y terror, representados por la madre fálica de la que todos los humanos deben separarse.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
<br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Las tareas del desarrollo individual y de la historia son los poderosos mitos gemelos inscritos para nosotros con fuerza inusitada en el psicoanálisis y en el marxismo. Hilary Klein ha argüido que tanto el uno como el otro, a través de sus conceptos del trabajo, de la individuación y de la formación genérica, dependen del argumento de la unidad original, a partir de la cual debe producirse la diferenciación, para, desde ahí, enzarzarse en un drama cada vez mayor de dominación de la mujer y de la naturaleza. El cyborg elude el paso de la unidad original, de identificación con la naturaleza en el sentido occidental. Se trata de una promesa ilegítima que puede conducir a la subversión de su teleología en forma de guerra de las galaxias.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
<br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El cyborg se sitúa decididamente del lado de la parcialidad, de la ironía, de la intimidad y de la perversidad. Es opositivo, utópico y en ninguna manera inocente. Al no estar estructurado por la polaridad de lo público y lo privado, define una polis tecnológica basada parcialmente en una revolución de las relaciones sociales en el oikos, la célula familiar. La naturaleza y la cultura son remodeladas y la primera ya no puede ser un recurso dispuesto a ser apropiado e incorporado por la segunda. La relación para formar torios con partes, incluidas las relacionadas con la polaridad y con la dominación jerárquica, son primordiales en el mundo del cyborg. A la inversa de Frankenstein, el cyborg no espera que su padre lo salve con un arreglo del jardín (del Edén), es decir, mediante la fabricación de una pareja heterosexual, mediante su acabado en una totalidad, en una ciudad y en un cosmos. El cyborg no sueña con una comunidad que siga el modelo de la familia orgánica aunque sin proyecto edípico. El cyborg no reconocería el Jardín del Edén, no está hecho de barro y no puede soñar con volver a convertirse en polvo. Quizás sea por eso por lo que yo quisiera ver si el cyborg es capaz de subvertir el apocalipsis de volver al polvo nuclear impulsado por la compulsión maniaca de nombrar al Enemigo. Los cyborgs no son irreverentes, no recuerdan el cosmos, desconfían del holismo, pero necesitan conectar: parecen tener un sentido natural de la asociación en frentes para la acción política, aunque sin partidos de vanguardia. Su problema principal, por supuesto, es que son los hijos ilegítimos del militarismo y del capitalismo patriarcal, por no mencionar el socialismo de estado. Pero los bastardos son a menudo infieles a sus orígenes. Sus padres, después de todo, no son esenciales.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
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</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Volveré a la ciencia ficción de los cyborgs al final de este trabajo. Ahora, quisiera señalar tres rupturas limítrofes cruciales que hacen posible el siguiente análisis de política ficción (ciencia política). A finales de este siglo en la cultura científica de los Estados Unidos, la frontera entre lo humano y lo animal tiene bastantes brechas. Las últimas playas vírgenes de la unicidad han sido polucionadas, cuando no convertidas en parques de atracciones. Ni el lenguaje, ni el uso de herramientas, ni el comportamiento social, ni los acontecimientos mentales logran establecer la separación entre lo humano y lo animal de manera convincente. Mucha gente ya no siente la necesidad de tal separación. Más aun, bastantes ramas de la cultura feminista afirman el placer de conectar lo humano con otras criaturas vivientes. Los movimientos de defensa de los derechos de los animales no son negaciones irracionales de la unicidad humana, sino un reconocimiento claro de la conexión a través de la desacreditada ruptura entre la naturaleza y la cultura.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Durante los dos últimos siglos, la biología y la teoría evolucionista han producido simultáneamente organismos modernos como objetos de conocimiento y reducido la línea que separa a los humanos de los animales a un débil trazo dibujado de nuevo en la lucha ideológica de las disputas profesionales entre la vida y la ciencia social. Dentro de este contexto, la enseñanza del creacionismo cristiano debería ser considerada y combatida como una forma de corrupción de menores.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
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</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La ideología determinista biológica es sólo una posición abierta en la cultura científica para defender los significados de la animalidad humana. Las gentes con ideas políticas radicales tienen mucho campo disponible ante ellas para contestar los significados de la ruptura de fronteras.(1) El cyborg aparece mitificado precisamente donde la frontera entre lo animal y lo humano es transgredida. Lejos de señalar una separación de los seres vivos entre ellos, los cyborgs señalan apretados acoplamientos inquietantes y placenteros. La bestialidad ha alcanzado un nuevo rango en este ciclo de cambios de pareja.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La segunda distinción que hace aguas es la que existe entre (organismos) animales-humanos y máquinas. Las máquinas precibernéticas podían estar encantadas, existía siempre en ellas el espectro del fantasma. Tal dualismo estructuraba el diálogo entre el materialismo y el idealismo establecido por una progenie dialéctica, llamada espíritu o historia, según gustos. Pero, básicamente, las máquinas no poseían movimiento por sí mismas, no decidían, no eran autónomas. No podían lograr el sueño humano, sino sólo imitarlo. No eran un hombre, un autor de sí mismo, sino una caricatura de ese sueño reproductor masculinista. Pensar lo contrario era algo paranoico. Ahora, ya no estamos tan seguros. Las máquinas de este fin de siglo han convertido en algo ambiguo la diferencia entre lo natural y lo artificial, entre el cuerpo y la mente, entre el desarrollo personal y el planeado desde el exterior y otras muchas distinciones que solían aplicarse a los organismos y a las máquinas. Las nuestras están inquietantemente vivas y, nosotros, aterradoramente inertes.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La determinación tecnológica es sólo un espacio ideológico abierto para los replanteamientos de las máquinas y de los organismos como textos codificados, a través de los cuales nos adentramos en el juego de escribir y leer el mundo.(2) La ‘textualización‘ de todo en la teoría postestructuralista y postmodernista ha sido condenada por marxistas y feministas socialistas a causa de su desprecio utópico por las relaciones vivas de dominación que se esconde en el ‘juego‘ de la lectura arbitraria.(3) Es verdad que las estrategias postmodernistas, al igual que el mito del cyborg, subvierten miríadas de totalidades orgánicas (por ejemplo, el poema, la cultura primitiva, el organismo biológico), en unas palabras, que la certeza de lo que cuenta como naturaleza -una fuente de introspección y una promesa de inocencia- se halla socavada, ya probablemente sin remedio. La autorización trascendente de interpretación se ha perdido y, con ella, la base ontológica de la epistemología ‘occidental’. Pero la alternativa no es el cinismo o la falta de fe, es decir, alguna versión de la existencia abstracta como los informes del determinismo tecnológico que muestran la destrucción del ‘hombre’ por la ‘máquina’ o la ‘acción política significativa’ a través del ‘texto‘. Lo que vayan a ser los cyborgs es una interrogación radical. Las respuestas son un asunto de vida o muerte. Tanto los chimpancés como los artefactos poseen su propia política. ¿Por qué no nosotros? (de Waal 1982, Winner 1980).<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
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</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La tercera distinción se desprende de la segunda: los límites entre lo físico y lo no físico son muy imprecisos para nosotros. Los libros populares de física sobre las consecuencias de la teoría cuántica y el principio de indeterminación son una especie de equivalente científico popular de las novelas de Arlequín(4) en tanto que señal de un cambio radical en la heterosexualidad blanca en los Estados Unidos: se equivocan, pero tratan del asunto clave. Las máquinas modernas son la quintaesencia de los aparatos microelectrónicos: están en todas partes, pero son invisibles. La maquinaria moderna es un advenedizo dios irreverente que se burla de la ubicuidad y de la espiritualidad del Padre.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span>El chip(5) de silicona es una superficie para escribir, está diseñado a una escala molecular sólo perturbada por el ruido atómico, la interferencia final de las partituras nucleares. La escritura, el poder y la tecnología son viejos compañeros de viaje en las historias occidentales del origen de la civilización, pero la miniaturización ha cambiado nuestra experiencia del mecanismo. La miniaturización se ha convertido en algo relacionado con el poder: lo pequeño es más peligroso que maravilloso, como sucede con los misiles. Comparemos los aparatos de televisión de los años 50 o las cámaras fotográficas de los 70 con las pantallas televisivas que se atan a la muñeca a la manera de un reloj o con las manejables videocámaras actuales. Nuestras mejores máquinas están hechas de rayos de sol, son ligeras y limpias, porque no son más que señales, ondas electromagnéticas, una sección de un espectro, son eminentemente portátiles, móviles -algo que produce un inmenso dolor humano en Detroit o en Singapur. La gente, a la vez material y opaca, dista mucho de ser tan fluida. Los cyborgs son éter, quintaesencia.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
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</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La ubicuidad y la invisibilidad de los cyborgs son la causa de que estas máquinas sean tan mortíferas. Políticamente son tan difíciles de ver como materialmente. Están relacionadas con la conciencia -o con su simulación.(6) Son significantes flotantes que se desplazan en camiones a través de Europa, bloqueados más efectivamente por las brujerías de las desplazadas y poco naturales mujeres Greenham -que leen los hilos de araña del poder inherentes al cyborg-, que por el trabajo militante de las viejas políticas masculinas, cuyos votantes naturales necesitan puestos de trabajo relacionados con el armamento.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">En última instancia, la ciencia ‘más dura‘ trata del reino de la mayor confusión de fronteras, el reino de los puros números, del puro espíritu: C3-1, es decir, la criptografía y el mantenimiento de secretos poderosos. Las nuevas máquinas son limpias y ligeras, y sus artífices, devotos del sol que están llevando a cabo una revolución científica asociada con el sueño nocturno de la sociedad post industrial. Las enfermedades evocadas por estas limpias máquinas ‘no son más‘ que los minúsculos cambios en el código de un antígeno en el sistema inmunitario, ‘no más’ que la experiencia del estrés. Los ágiles dedos de las mujeres ‘orientales’, la vieja fascinación de las muchachas victorianas anglosajonas por las casitas de muñecas y la atención forzada de las mujeres hacia lo pequeño toman una nueva dimensión en este mundo. Pudiera ser que apareciese una Alicia cyborg que tuviera en cuenta estas nuevas dimensiones y que, irónicamente, no fuese otra que la poco natural mujer cyborg que fabrica chips en Asia y que practica el baile en espiral (7) en la cárcel de Santa Rita, cuyas unidades construidas darán lugar a eficaces estrategias opositivas.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Así, el mito de mi cyborg trata de fronteras transgredidas, de fusiones poderosas y de posibilidades peligrosas que gentes progresistas pueden explorar cómo parte de un necesario trabajo político. Una de mis premisas es que la mayoría de los socialistas norteamericanos y de las feministas ven profundos dualismos entre mente y cuerpo, animal y máquina, idealismo y materialismo en las prácticas sociales, formulaciones simbólicas y artefactos físicos asociados con la ‘alta tecnología’ y con la cultura científica. Desde One-Dimensional Man (El hombre unidimensional, Marcuse, 1964) hasta The Death of Nature (La muerte de la naturaleza, Merchant, 1980), los recursos analíticos desarrollados por progresistas han insistido en el necesario dominio de las técnicas y han hecho hincapié en un imaginado cuerpo orgánico que integre nuestra resistencia. Otra de mis premisas es que la necesidad de unidad de la gente que trata de resistir la intensificación universal del dominio no ha sido nunca tan aguda como ahora. Pero una desviación ligeramente perversa en la perspectiva podría permitimos luchar mejor por significados, así como por otras formas de poder y de placer en las sociedades tecnológicas.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span>.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Desde una perspectiva, un mundo de cyborgs es la última imposición de un sistema de control en el planeta, la última de las abstracciones inherentes a un apocalipsis de Guerra de Galaxias emprendida en nombre de la defensa nacional, la apropiación final de los cuerpos de las mujeres en una masculinista orgía de guerra (Sofía, 1984). Desde otra perspectiva, un mundo así podría tratar de realidades sociales y corporales vividas en las que la gente no tiene miedo de su parentesco con animales y máquinas ni de identidades permanentemente parciales ni de puntos de vista contradictorios. La lucha política consiste en ver desde las dos perspectivas a la vez, ya que cada una de ellas revela al mismo tiempo tanto las dominaciones como las posibilidades inimaginables desde otro lugar estratégico. La visión única produce peores ilusiones que la doble o que monstruos de muchas cabezas. Las unidades ciborgánicas son monstruosas e ilegítimas. En nuestras presentes circunstancias políticas, difícilmente podríamos esperar mitos más poderosos de resistencia y de reacoplamiento.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
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</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Me gusta imaginar al LAG -Livennore Action Group- como una especie de sociedad cyborg dedicada a convertir de manera realista los laboratorios que encarnan y vomitan con más ímpetu las herramientas del apocalipsis tecnológico, dedicadas a construir una forma política que trate de mantener juntos a brujas, ingenieros, ancianos, perversos, cristianos, madres y leninistas durante el tiempo necesario para desarmar al estado.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Fisión Imposible es el nombre del grupo afín en mi pueblo (Afinidad: relación no por lazos de sangre, sino por elección, atracción de un grupo químico nuclear por otro, avidez.)(8)</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><b>Identidades fracturadas</b></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Se ha convertido en algo difícil calificar el feminismo de cada una añadiendo un solo adjetivo o, incluso, insistir en cualquier circunstancia sobre el nombre. La conciencia de exclusión debida a la denominación es grande. Las identidades parecen contradictorias, parciales y estratégicas. El género, la raza y la clase, con el reconocimiento de sus constituciones histórica y social ganado tras largas luchas, no bastan por sí solos para proveer la base de creencia en la unidad ‘esencial’. No existe nada en el hecho de ser ‘mujer’ que una de manera natural a las mujeres. No existe incluso el estado de ’ser’ mujer, que, en sí mismo, es una categoría enormemente compleja construida dentro de contestados discursos científicosexuales y de otras prácticas sociales. La conciencia de género, raza o clase es un logro forzado en nosotras por la terrible experiencia histórica de las realidades sociales contradictorias del patriarcado, del colonialismo y del capitalismo. Y, ¿quién cuenta como ‘nosotras’ en mi propia retórica? ¿Qué identidades están disponibles para poner las bases de ese poderoso mito político llamado ‘nosotras’? ¿Qué podría motivar nuestra afiliación a tal colectividad? La dolorosa fragmentación existente entre las feministas (por no mencionar la que hay entre las mujeres) en todos los aspectos posibles ha convertido el concepto de mujer en algo esquivo, en una excusa para la matriz de la dominación de las mujeres entre ellas mismas. Para mí -y para muchas que comparten una localización histórica similar dentro de cuerpos blancos, profesionales, de clase media, femeninos, radicales, norteamericanos y de mediana edad- las fuentes de crisis en la identidad política hacen legión. La historia reciente de gran parte de la izquierda y del feminismo norteamericanos ha sido una respuesta a esta crisis consistente en divisiones sin fin y en búsquedas de una nueva y esencial unidad. Pero, también, ha habido un creciente reconocimiento de otra respuesta a través de la coalición -afinidad- y no ya de la identidad.(9)<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
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</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Chela Sandoval (s.f., 1984), a partir de una consideración de los momentos históricos específicos en la formación de la nueva voz política llamada mujer de color, ha teorizado un modelo esperanzador de identidad política llamado ‘conciencia opositiva’, nacido de las capacidades para leer hilos de araña de poder que tienen aquellos a quienes se les rehúsa una pertenencia estable en las categorías sociales de raza, sexo o clase. ‘Mujeres de color‘ -un nombre contestado en sus orígenes por aquellas que serían incorporadas en él, así como una conciencia histórica para realizar la ruptura sistemática de todos los signos masculinos en las tradiciones ‘occidentales‘- construye una especie de identidad postmodernista a partir de la otredad, de la diferencia y de la especificidad. Esta identidad postmodernista es totalmente política, a pesar de lo que pueda decirse de cualquier otro postmodernismo. La conciencia opositiva de Sandoval trata de lugares contradictorios y de calendarios heterocrónicos, no de relativismos o pluralismos.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
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</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Sandoval pone el énfasis en la falta de cualquier criterio esencial para identificar quién es una mujer de color. Señala que la definición de este grupo ha consistido en la apropiación consciente de la negación. Por ejemplo, una chicana(10) o una mujer norteamericana negra no han podido nunca hablar en tanto que mujer o que persona negra o como pertenecientes al grupo chicano.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Por lo tanto, estaban en la parte más baja de la cascada de identidades negativas, dejadas fuera incluso por las privilegiadas categorías autoriales de oprimidos llamados ‘mujeres y negros‘ que reclamaban importantes revoluciones. La categoría ‘mujer‘ negaba a todas las mujeres no blancas; ‘lo negro‘ negaba a toda gente no negra, así como a las mujeres negras. Pero tampoco había un ‘ella’, una singularidad, sino un mar de diferencias entre las norteamericanas que han afirmado su identidad histórica como mujeres norteamericanas de color. Esta identidad marca un espacio autoconcientemente construido que no puede afirmar la capacidad de actuar sobre la base de la identificación natural, sino sobre la de coalición consciente de afinidad, de parentesco político.(11) Al contrario de las ‘mujeres‘ de algunas corrientes del movimiento feminista de los Estados Unidos, no existe naturalización de la matriz, o al menos eso es lo que Sandoval sugiere que es únicamente obtenible a través del poder de la conciencia opositiva.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
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</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Los argumentos de Sandoval deben ser tomados como una poderosa formulación para las feministas fuera del desarrollo universal del discurso anticolonialista, es decir, el discurso que disuelve a ‘occidente’ y su más alto producto, el que no es animal, bárbaro o mujer: el Hombre, es decir, el autor de un cosmos llamado Historia. Mientras lo oriental es deconstruido política y semióticamente, las identidades de occidente se desestabilizan, incluidas las de las feministas.(12) Sandoval defiende que la ‘mujer de color’ no tiene posibilidades de construir una unidad eficaz que no sea la réplica de los sujetos revolucionarios imperializantes, totalizantes de anteriores marxistas y feministas, que no afrontaron las consecuencias de la desordenada polifonía salida de la descolonización.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
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</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Katie King ha puesto énfasis en los límites de identificación y en los mecanismos político/poéticos de identificación construidos en el interior de la lectura del ‘poema’, ese núcleo generativo del feminismo cultural. King critica la persistente tendencia, entre las feministas contemporáneas de diferentes ‘momentos‘ o ‘conversaciones‘ en la práctica feminista, a taxonomizar el movimiento femenino para hacer que las propias tendencias políticas parezcan ser el telas del todo. Estas taxonomías tienden a rehacer la historia feminista para que ésta semeje una lucha ideológica entre tipos coherentes que persisten a través del tiempo, especialmente esas típicas unidades llamadas feminismo radical, liberal y socialista. Literalmente, todos los otros feminismos son ya incorporados, ya marginalizados, normalmente mediante la construcción de una ontología explícita y una epistemología.(13) Las taxonomías del feminismo producen epistemologías para fiscalizar la desviación de la experiencia femenina oficial. Y, por supuesto, la ‘cultura femenina’ -al igual que sucede con las mujeres de color- es conscientemente creada por mecanismos que inducen afinidad. Los rituales de poesía, de música y de ciertas formas de práctica académica han sido prominentes. Las políticas de raza y de cultura en el movimiento femenino de los Estados Unidos están íntimamente entrelazadas.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El logro común de King y de Sandoval es haber aprendido cómo fabricar una unidad político/poética sin basarse en una lógica de apropiación, de incorporación ni de identificación taxonómica.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
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</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Irónicamente, las luchas teórica y práctica contra la unidad-a-través-de-la- dominación o contra la unidad-a-través-de-la-incorporación, no sólo socavan las justificaciones en favor del patriarcado, del colonialismo, del humanismo, del positivismo, del esencialismo, del cientifismo y de otros ismos que no echamos de menos, sino todas las exigencias de una posición orgánica o natural.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Pienso que los feminismos radicales socialistomarxistas han socavado también sus/nuestras propias estrategias epistemológicas y que esto es un paso muy válido para poder imaginar posibles unidades. Resta por saber si todas las ‘epistemologías‘, tal como los occidentales las han conocido, nos fallan en la tarea de construir afinidades eficaces.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
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</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Es importante señalar que los esfuerzos para construir posiciones revolucionarias, epistemologías como logros de gente dedicada a cambiar el mundo, han formado parte del proceso que muestra los límites de la identificación. Las ácidas herramientas de la teoría postmodernista y las constructivas herramientas del discurso ontológico sobre los asuntos <span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span>revolucionarios pueden ser vistas como aliados irónicos para disolver los entes occidentales con el fin de sobrevivir. Somos extraordinariamente conscientes de lo que significa tener un cuerpo históricamente constituido. Pero la pérdida de la inocencia en nuestro origen tampoco está acompañada de expulsión del Jardín del Paraíso. Nuestra política pierde la indulgencia de la culpabilidad con la naiveté (14) de la inocencia. Pero, ¿cuál será el aspecto de otro mito político para el feminismo socialista? ¿Qué clase de política podría abrazar construcciones parciales, contradictorias, permanentemente abiertas de entes personales y colectivos, permaneciendo al mismo tiempo fiel, eficaz e, irónicamente, feminista y socialista?</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">No conozco otro momento de la historia en que hubiese más necesidad de unidad política para afrontar con eficacia las dominaciones de ‘raza’, ‘género’, ’sexualidad’ y ‘clase’. Tampoco sé de otro tiempo en que la clase de unidad que podríamos ayudar a construir pudiera haber sido posible. Ninguna de ‘nosotras’ tiene ya la capacidad simbólica o material para dictar la forma de realidad a cualquiera de ‘ellas’. O, al menos, ‘nosotras’ no podemos argüir inocencia para practicar tales dominaciones. Las mujeres blancas, incluyendo a las feministas socialistas, descubrieron (es decir, fueron forzadas a darse cuenta a patadas y gritando) la no inocencia de la categoría ‘mujer’. Esta conciencia cambia la geografía de todas las categorías anteriores, las desnaturaliza de igual manera que el calor desnaturaliza una frágil proteína. Las feministas del cyborg tienen que decir que ‘nosotras’ no queremos más matriz natural de unidad y que ninguna construcción es total. La inocencia, y la subsecuente insistencia en la victimización como única base de introspección han hecho ya bastante daño.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Pero el sujeto revolucionario construido debe dar también reposo a la gente de finales de este siglo. En la lucha por las identidades y en las estrategias reflexivas para construirlas, se abre la posibilidad de tejer algo más que un manto para el día después del apocalipsis que tan proféticamente termina la historia de la salvación.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
<br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Tanto los feminismos marxista socialista como radical han naturalizado y desnaturalizado de manera simultánea la categoría ‘mujer’ y la conciencia de las vidas sociales de las ‘mujeres’. Quizás una caricatura esquemática pueda resaltar ambas acciones. El socialismo marxiano se encuentra enraizado en un análisis del trabajo remunerado que revela una estructura de clase. La consecuencia de la relación de salario es una alienación sistemática, puesto que el trabajador (sic) se encuentra disociado del producto de su trabajo. La abstracción y la ilusión regulan el conocimiento y, la dominación, la práctica. El trabajo es la categoría eminentemente privilegiada que permite al marxista sobreponerse a la ilusión y encontrar ese punto de vista necesario para cambiar el mundo. El trabajo es la actividad humanizadora que marca al hombre, una categoría ontológica que permite el conocimiento de un sujeto y, de ahí, el conocimiento de la subyugación y de la dominación.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Como buen hijo, el feminismo socialista avanzó aliándose con las estrategias básicas del marxismo. El primer logro de los feminismos marxistas y socialistas fue expandir la categoría de trabajo para acomodar lo que algunas mujeres hacían, incluso si la relación salarial estaba subordinada a una visión más comprensiva del trabajo bajo el patriarcado capitalista. Particularmente, el trabajo de las mujeres en el hogar y la actividad femenina como madres (es decir, la reproducción en el sentido feminista socialista) se adentró en la teoría con la autoridad de la analogía con el concepto marxiano de trabajo. La unidad de las mujeres se sustenta aquí en una epistemología basada en la estructura ontológica del ‘trabajo’. El feminismo marxista socialista no ‘naturaliza’ la unidad, sino que es un logro posible basado en una posible posición enraizada en las relaciones sociales. El acto esencializador se encuentra en la estructura ontológica del trabajo o de su análogo, la actividad femenina.(15) La herencia del humanismo marxiano, con su ser eminentemente occidental, es lo que me resulta difícil. La contribución de estas fórmulas ha sido el énfasis puesto en la responsabilidad diaria de las mujeres para construir unidades, más que naturalizarlas.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La versión de Camerino MacKinnnon (1982,1987) del feminismo radical es, en sí misma, una caricatura de las tendencias apropiatorias, incorporizantes y totalizadoras de las teorías occidentales de la acción en busca de dentidad.(16) Fáctica y políticamente, es falso asimilar a la versión de MacKinnon todos los diversos ‘momentos’ o ‘conversaciones’ en las políticas femeninas recientes llamadas feminismo radical. Pero la lógica teleológica de su teoría muestra cómo una epistemología y una ontología -incluidas sus negaciones- borran la diferencia política. La reescritura de la historia del campo polimorfo llamado feminismo radical es sólo uno de los efectos de la teoría de MacKinnon. El efecto mayor es la producción de una teoría de la experiencia, de la identidad de las mujeres, que resulta ser una especie de apocalipsis desde cualquier punto de vista revolucionario. Es decir, la totalización construida dentro de este cuento de feminismo radical logra su fin -la unidad de las mujeres- implantando la experiencia de un testimonio hacia un no-ser radical. En cuanto a las feministas socialistomarxistas, la conciencia es un logro, no un hecho natural. Y la teoría de MacKinnon elimina algunas dificultades construidas dentro de los sujetos humanistas revolucionarios, pero al costo de un reduccionismo radical.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
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</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">MacKinnon dice que el feminismo adoptaba necesariamente una estrategia analítica diferente del marxismo, contemplando primero no la estructura de clase, sino la de sexo/género y su relación generativa, la constitución de los hombres y la apropiación sexual de las mujeres. Irónicamente, la ‘ontología’ de MacKinnon construye un no-sujeto, un no-ser. El deseo de otro, no el trabajo del yo, es el origen de la ‘mujer’. Por consiguiente, desarrolla una teoría de la conciencia que pone en vigor lo que cuenta como experiencia de las ‘mujeres’: cualquier cosa que nombre la violación sexual, más aun, la propia sexualidad por lo que respecta a las ‘mujeres’. La práctica feminista es la construcción de esta forma de conciencia, es decir, el conocimiento propio es un yo-que-no-es.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Perversamente, la apropiación sexual en este feminismo posee aún el estatuto epistemológico de trabajo, es decir, el punto desde el que debe fluir un análisis capaz de contribuir a cambiar el mundo. Pero la objetificación sexual, no la alienación, es la consecuencia de la estructura de sexo/género. En el reino del conocimiento, el resultado de la objetificación sexual es ilusión y abstracción. No obstante, una mujer no está simplemente alienada de su producto, sino que, en el sentido más profundo, no existe como sujeto, o incluso, como sujeto potencial, puesto que no posee su existencia como mujer para la apropiación sexual. Ser constituida por el deseo de otro no es la misma cosa que ser alienada en la separación violenta del trabajador y de su producto.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
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</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La teoría radical de la experiencia de MacKinnon es totalizadora en el grado máximo y, más que marginalizar, oblitera la autoridad de cualquier otro discurso o acción políticos de las mujeres. Es una totalización que produce lo que el propio patriarcado occidental nunca pudo lograr, la conciencia de las feministas de la no existencia de la mujer excepto como producto del deseo masculino. Creo que MacKinnon dice correctamente que ninguna versión marxiana de la identidad puede dar lugar a una unidad firme de las mujeres. Pero al resolver el problema de las contradicciones de cualquier sujeto revolucionario occidental para los fines feministas, pone en marcha una doctrina de la experiencia aun más autoritaria. Si mi queja contra las posiciones socialistomarxianas se basa en su borradura involuntaria de la diferencia polivocal, inasimilable y radical que salta a la vista en la práctica y el discurso anticolonialistas, la borradura voluntaria por parte de MacKinnon de toda diferencia mediante el mecanismo de la no-existencia esencial de las mujeres no es tranquilizante.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">En mi taxonomía, que como cualquier otra es una reinscripción de la historia, el feminismo radical puede acomodar todas las actividades de las mujeres nombradas por las feministas socialistas como formas de trabajo, sólo si la actividad puede ser sexualizada de alguna manera. La reproducción tenía diferentes tonos de significado para las dos tendencias, una enraizada en el trabajo y la otra en el sexo, y las dos llamaban ‘falsa conciencia’ a las consecuencias de dominación e ignorancia de la realidad social y personal.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
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</span></div><div style="font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; margin-bottom: 0px; margin-left: 28.4px; margin-right: 0px; margin-top: 6px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: 'Times New Roman';"><span style="line-height: 20px;">Más allá de las dificultades o de las contribuciones en el razonamiento de cualquier autor, ni el punto de vista de las feministas marxianas ni el de las radicales han tendido a abrazar el estatuto de una explicación parcial. Ambos estaban constituidos ordinariamente como totalidades. La explicación occidental ha pedido lo mismo. ¿De qué otra manera podría el autor occidental incorporar a sus otros? Cada uno trataba de anexar otras formas de dominación expandiendo sus categorías básicas mediante la analogía, el listado simple o la suma. El embarazoso silencio sobre la raza entre las feministas socialistas y las radicales blancas fue una consecuencia políticamente devastadora. La historia y la polivocalidad desaparecen dentro de taxonomías políticas que tratan de establecer genealogías. No había sitio estructural para la raza (o para cualquier otra cosa) en la teoría que proclamaba revelar la construcción de la categoría mujer y el grupo social mujer como un todo unificado o totalizable. La estructura de mi caricatura se parece a lo siguiente:</span></span><span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
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</span><span style="font-family: 'Times New Roman';"><span style="line-height: 20px;">feminismo socialista - estructura de clase // salario de trabajo / / alienación trabajo, por analogía, reproducción, por extensión, sexo, por adición, raza feminismo radical-estructura de género//apropiación sexual//objetificación</span></span><span style="font-family: 'Lucida Grande';"> </span><span style="font-family: 'Times New Roman';"><span style="line-height: 20px;">sexo, por analogía, trabajo, por extensión, reproducción, por adición, raza.</span></span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"> <br />
</span>En otro contexto, la teórica búlgaro-francesa Julia Kristeva proclamaba que las mujeres aparecían como un grupo histórico después de la segunda guerra mundial, junto con otros grupos, como la juventud. Sus fechas son dudosas, pero ahora estamos acostumbradas a recordar que como objetos del conocimiento y como actores históricos, la ‘raza’ no existió siempre, la ‘clase’ tiene una génesis histórica y los ‘homosexuales’ son bastante nuevos. No es accidental que el sistema simbólico de la familia del hombre -y, por lo tanto, de la esencia de la mujer- se rompa en el mismo momento en que las redes que conectan a los seres humanos en nuestro planeta son múltiples, cargadas y complejas. El ‘capitalismo avanzado’ es inadecuado para transportar la estructura de este momento histórico. En sentido ‘occidental’, el fin del hombre está en juego. No es accidental que la mujer se desintegre en mujeres de nuestro tiempo. Quizás las feministas socialistas no eran substancialmente culpables de producir la teoría esencialista que suprimió la particularidad femenina y los intereses contradictorios. Creo que nosotras lo hemos sido, al menos a causa de nuestra participación irreflexiva en la lógica, en los lenguajes y en las prácticas del humanismo blanco y mediante la búsqueda de un terreno de dominación para asegurarnos nuestra voz revolucionaria. Ahora tenemos menos excusas, pero a través de la conciencia de nuestros fracasos, corremos el riesgo de caer en diferencias ilimitadas y de ceder ante la confusa tarea de hacer conexiones parciales, pero reales. Algunas diferencias son agradables, otras son polos de sistemas mundiales históricos de dominación. La ‘epistemología’ trata de conocer la diferencia.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
<br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><b style="text-indent: 28.4px;">La informática de la dominación.</b></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">En esta búsqueda de una posición epistemológica y política, quisiera bosquejar un cuadro de posible unidad, sacado de los principios socialistas y feministas del diseño. El marco para mi bosquejo está fijado por la extensión y por la importancia de los reajustes en las relaciones sociales, a nivel mundial, con la ciencia y la tecnología. Me inclino por una política enraizada en demandas de cambios fundamentales en la naturaleza de la clase, la raza y el género, en un sistema emergente de un orden mundial análogo en su novedad y objetivos al creado por el capitalismo industrial. Vivimos un cambio desde una sociedad orgánica e industrial hacia un sistema polimorfo de información, desde el trabajo al juego, un juego mortal. Simultáneamente materiales e ideológicas, las dicotomías pueden ser expresadas en la siguiente lista de transiciones desde unas dominaciones jerárquicas confortablemente viejas hasta las aterradoras nuevas redes que he llamado la informática de la dominación:</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><span style="font-size: 14px; text-indent: 28.4px;">Representation </span><span class="Apple-tab-span" style="font-size: 14px; text-indent: 28.4px; white-space: pre;"> </span><span style="font-size: 14px; text-indent: 28.4px;">Simulation</span></div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: 28.4px;">Bourgeois novel, realism <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Science fiction, postmodernism</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: 28.4px;">Organism <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Biotic Component</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: 28.4px;">Depth, integrity <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Surface, boundary</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: 28.4px;">Heat <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Noise</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: 28.4px;">Biology as clinical practice <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Biology as inscription</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: 28.4px;">Physiology <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Communications engineering</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: 28.4px;">Small group<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span> Subsystem</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: 28.4px;">Perfection <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Optimization</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: 28.4px;">Eugenics <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Population Control</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: 28.4px;">Decadence, <i>Magic Mountain <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span></i>Obsolescence, <i>Future Shock</i></div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: 28.4px;">Hygiene <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Stress Management</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: 28.4px;">Microbiology, tuberculosis<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Immunology, AIDS</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: 28.4px;">Organic division of labour<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span> Ergonomics/cybernetics of labour</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: 28.4px;">Functional specialization <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Modular construction</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: 28.4px;">Reproduction <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Replication</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: 28.4px;">Organic sex role specialization <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Optimal genetic strategies</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: 28.4px;">Bioogical determinism <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Evolutionary inertia, constraints</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: 28.4px;">Community ecology <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Ecosystem</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: 28.4px;">Racial chain of being <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Neo-imperialism, United Nations, humanism</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: 28.4px;">Scientific management in home/factory <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Global factory/Electronid cottage</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: 28.4px;">Family/Market/Factory <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Women in the Integrated Circuit</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: 28.4px;">Family wage <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Comparable worth</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: 28.4px;">Public/Private <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Cyborg citizenship</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: 28.4px;">Nature/Culture <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>fields of difference</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: 28.4px;">Co-operation <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Communicatins enhancemenet</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: 28.4px;">Freud <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Lacan</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: 28.4px;">Sex <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Genetic engineering</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: 28.4px;">labour <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Robotics</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: 28.4px;">Mind <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Artificial Intelligence</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: 28.4px;">Second World <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>War Star Wars</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: 28.4px;">White Capitalist Patriarchy<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span> Informatics of Domination</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Esta lista sugiere varias cosas interesantes.(17) Primero, los objetos de la columna derecha no pueden ser codificados como ‘naturales’, una comprobación que subvierte asimismo la codificación naturalista de la columna izquierda.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Ideológica o materialmente, no es posible volver atrás. No solamente ‘dios‘ ha muerto, sino también la ‘diosa’, o los dos han sido revivificados en los mundos cargados de microelectrónica y de políticas biotecnológicas. En relación con objetos tales como los componentes bióticos, una ya no deberá pensar en términos de propiedades esenciales, sino de diseño, de dificultades limítrofes, de tasas de movimiento, de lógicas de sistema, de costo de disminución de las dificultades. La reproducción sexual es una más entre otras estrategias de perpetuación, con costos y beneficios en tanto que función del sistema ambiental.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Las ideologías de la reproducción sexual no pueden razonablemente defender las nociones de sexo y de papel sexual como aspectos orgánicos de objetos naturales tales como organismos y familias, pues esas opiniones serían tachadas de irracionales e, irónicamente, veríamos a ejecutivos que leen Playboy y a feministas radicales que luchan contra la pornografía convertidos en extraños compañeros de cama al denunciar juntos la irracionalidad.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
<br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Al igual que con las razas, las ideologías que tratan de la diversidad humana tendrán que ser formuladas en términos de frecuencias de datos, como grupos sanguíneos o coeficientes de inteligencia. Es ‘irracional’ invocar conceptos como lo primitivo o lo civilizado. Para liberales y radicales, la búsqueda de sistemas sociales integrados da paso a una nueva práctica llamada ‘etnografía experimental’, en la que un objeto orgánico se disipa en favor de un juego escrito. A nivel de la ideología, vemos traducciones de racismo y colonialismo a lenguas de desarrollo y subdesarrollo, tasas y dificultades de modernización.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Objetos y personas pueden ser considerados en términos de desmontar o volver a montar, ninguna arquitectura ‘natural’ obstaculiza el diseño del sistema. Los distritos financieros en todas las ciudades del mundo, así como las zonas de elaboración de exportaciones y de libre comercio, proclaman este hecho elemental del ‘capitalismo tardío’. El universo de objetos que pueden ser conocidos científicamente debe ser formulado como problemas en la ingeniería de las comunicaciones (para los gestores) o teorías del texto (para aquellos que resistirán). Ambos son semiologías cyborg.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
<br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Una debería esperar estrategias de control que se concentrasen en condiciones límites e interfaces,(18) en tasas de flujo entre fronteras y no en la integridad de los objetos naturales. La ‘integridad’ o la ’sinceridad’ del ser occidental cede el paso a procedimientos de decisión y a sistemas de expertos.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Por ejemplo, las estrategias de control aplicadas a las capacidades de las mujeres para dar a luz a nuevos seres humanos serán desarrolladas en el interior de los lenguajes de control de la población y de optimización del logro de objetivos con vistas a cargos directivos individuales. Las estrategias de control serán formuladas en términos de tasas, costos de las dificultades, grados de libertad.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Los seres humanos, como cualquier otro componente o subsistema, estarán localizados en un sistema arquitectural cuyos modos básicos de operación son probabilísticos, estadísticos. No existen objetos, espacios o cuerpos sagrados por sí mismos, cualquier componente puede ser conectado con cualquier otro si la pauta y el código correctos pueden ser construidos para el procesamiento de señales en un lenguaje común. El intercambio en este mundo trasciende la traducción universal llevada a cabo por los mercados capitalistas que Marx analizó de manera tan brillante. La patología privilegiada que afecta a todos los componentes de este universo es el estrés, la ruptura de comunicaciones (Hogness, 1983). El cyborg no está sujeto a la biopolítica de Foucault, sino que simula políticas, un campo de operaciones mucho más poderoso.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Este análisis de los objetos científicos y culturales del conocimiento que han aparecido históricamente desde la segunda guerra mundial nos prepara a conocer algunas insuficiencias del análisis feminista que ha funcionado como si los dualismos orgánicos y jerárquicos que controlan el discurso en ‘occidente’ desde Aristóteles estuviesen todavía en funcionamiento. Han sido canibalizados o, como diría Zoé Sofía (Sofoulis), ‘tecnodigeridos’. Las dicotomías entre la mente y el cuerpo, lo animal y lo humano, el organismo y la máquina, lo público y lo privado, la naturaleza y la cultura, los hombres y las mujeres, lo primitivo y lo civilizado están puestas ideológicamente en entredicho. La situación actual de las mujeres es su integración/explotación en un sistema mundial de producción/reproducción y de comunicación llamado informática de la dominación. El hogar, el sitio de trabajo, el mercado, la plaza pública, el propio cuerpo, todo, puede ser dispersado y conectado de manera polimorfa, casi infinita, con enormes consecuencias para las mujeres y para otros, consecuencias que, en sí mismas, son muy diferentes en gentes diferentes y que convierten a los poderosos movimientos internacionales de oposición en algo difícil de imaginar, aunque esencial para la supervivencia. Un camino importante para reconstruir las políticas feministas socialistas es a través de la teoría y de la práctica dirigidas a las relaciones sociales de ciencia y de tecnología, incluidos los sistemas de mito y de significados que estructuran nuestras imaginaciones.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El cyborg es una especie de yo personal, postmoderno y colectivo, desmontado y vuelto a montar. Es el yo que las feministas deben codificar.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Las tecnologías de las comunicaciones y las biotecnologías son las herramientas decisivas para darle nuevas utilidades a nuestros cuerpos. Estas herramientas encarnan y ponen en vigor nuevas relaciones sociales para las mujeres a través del mundo. Las tecnologías y los discursos científicos pueden ser parcialmente comprendidos como formalizaciones, por ejemplo, como momentos congelados de las fluidas interacciones sociales que las constituyen, pero deberían asimismo ser vistos como instrumentos para poner significados en vigor. La frontera entre mito y herramienta, entre instrumento y concepto, entre sistemas históricos de relaciones sociales y anatomías históricas de cuerpos posibles, incluyendo a los objetos del conocimiento, es permeable. Más aun, mito y herramienta se constituyen mutuamente.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Además, las ciencias de las comunicaciones y las biologías modernas están construidas por una misma intención, la traducción del mundo a un problema de códigos, una búsqueda de un lenguaje común en el que toda resistencia a un control instrumental desaparece y toda heterogeneidad puede ser desmontada, montada de nuevo, invertida o intercambiada.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
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</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">En las ciencias de la comunicación, la traducción del mundo a un problema de codificación puede ser ilustrada mirando a los sistemas de teorías cibernéticas (controlados mediante realimentación) aplicados a la tecnología telefónica, al diseño de ordenadores, al despliegue de armamentos o a la construcción y al mantenimiento de bases de datos. En cada caso, la solución a las preguntas claves se basa en una teoría de lenguaje y de control. La operación clave es la determinación de tasas, de direcciones y de probabilidades de fluido de una cantidad llamada información. El mundo esta subdividido por fronteras diferentemente permeables a la información. Ésta es esa especie de elemento cuantificable (unidad, base de unidad) que permite la traducción universal y, por lo tanto, un poder instrumental sin estorbos (llamado comunicación eficaz). La amenaza mayor a tal poder es la interrupción de la comunicación. Cualquier ruptura del sistema es una función del estrés. Lo fundamental de esta tecnología puede ser condensado en la metáfora C3-1, centro- de- control- de- comunicación e- inteligencia, el símbolo militar de su teoría de operaciones.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
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</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">En las biologías modernas, la traducción del mundo a un problema de codificación puede ser ilustrada por la genética molecular, por la ecología, por la teoría evolucionista sociobiológica y por la inmunología. El organismo ha sido traducido a problemas de codificación genética y de lectura. La biotecnología, que es una tecnología de la escritura, informa ampliamente de la investigación.(19)<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">En un sentido, los organismos han cesado de existir como objetos del conocimiento, dando lugar a componentes bióticos, por ejemplo, instrumentos especiales para el procesamiento de la información. Posiciones similares en la ecología podrían ser examinadas indagando la historia y la utilidad del concepto de ecosistema. La inmunobiología y las prácticas médicas asociadas son ricos ejemplos del privilegio de la codificación y del reconocimiento de sistemas como objetos del conocimiento, como construcciones de realidad corporal para nosotros. La “biología aquí es una especie de criptografía. La investigación es, por fuerza, una especie de actividad de la inteligencia. Abundan las ironías. Un sistema estresado termina por fracasar, no puede reconocer la diferencia entre el yo y el otro. Los bebés humanos con corazones de mandril provocan una perplejidad ética nacional, tanto en los activistas en favor de los derechos de los animales como en los guardianes de la pureza humana. En los Estados Unidos, los homosexuales y los drogadictos que se pinchan en vena son las víctimas ‘privilegiadas’ de una terrible enfermedad del sistema inmunitario que señala (inscribe en el cuerpo) una confusión de fronteras y de polución moral (Treichler, 1987).<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
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</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Pero estas excursiones dentro de las ciencias de la comunicación y de la biología se han efectuado en un nivel enrarecido. Existe una realidad mundana, ampliamente económica, que está en línea con mi opinión de que esas ciencias y esas tecnologías indican transformaciones fundamentales en la estructura del mundo para nosotros. Las tecnologías de las comunicaciones dependen de la electrónica. Los estados modernos, las compañías multinacionales, el poder militar, los aparatos del estado del bienestar, los sistemas por satélite, los procesos políticos, la fabricación de nuestras imaginaciones, los sistemas de control del trabajo, las construcciones médicas de nuestros cuerpos, la pornografía comercial, la división internacional del trabajo y el evangelismo religioso dependen íntimamente de la electrónica. La microelectrónica es la base técnica del simulacro, es decir, de las copias sin original.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"> La microelectrónica hace de intermediario en las traducciones del trabajo a robotica y a tratamiento de textos, del sexo a ingeniería genética y a tecnologías reproductivas y de la mente a inteligencia artificial y a procedimientos de decisión. Las nuevas biotecnologías preocupan más que la reproducción humana. La biología en tanto que poderosa ciencia de la ingeniería para el nuevo diseño de materiales y de procesos tiene implicaciones revolucionarias en la industria, quizás hoy día más obvias dentro de las áreas de la fermentación, de la agricultura y de la energía. Las ciencias de la comunicación y la biología son construcciones de objetos técnico-naturales del conocimiento en las que la diferencia entre máquina y organismo es poco precisa. Mente, cuerpo y herramienta se encuentran en términos muy íntimos. La organización material ‘multinacional’ de la producción y de la reproducción de la vida diaria y la organización simbólica de la producción y de la reproducción de la cultura y de la imaginación parecen igualmente implicadas. Las imágenes mantenedoras de los límites entre base y superestructura, público y privado o material e ideal nunca tuvieron un aspecto más débil.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
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</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">He utilizado la imagen que da Rachel Grossman (1980) de las mujeres en el circuito integrado para nombrar la situación de las mujeres en un mundo tan íntimamente reestructurado a través de las relaciones sociales de ciencia y de tecnología.(20) Utilicé la estrambótica expresión ‘las relaciones sociales de ciencia y de tecnología’ para indicar que no estamos tratando con un determinismo tecnológico, sino con un sistema histórico que depende de relaciones estructuradas entre la gente. Pero la frase debería también indicar que la ciencia y la tecnología suministran fuentes frescas de poder, que necesitamos fuentes frescas de análisis y acción política (Latour, 1984). Algunas de las nuevas versiones de raza, sexo y clase enraizadas en relaciones sociales facilitadas por la alta tecnología pueden hacer que el feminismo socialista sea más pertinente a efectos de una política progresista</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><b>La economía del trabajo casero fuera del hogar</b></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La ‘Nueva revolución industrial‘ está produciendo una clase trabajadora en todo el mundo, así como nuevas sexualidades y etnicidades. La gran movilidad del capital y la cada vez mayor división internacional del trabajo se entretejen con la aparición de nuevas colectividades y con el debilitamiento de los grupos familiares. Estos hechos no son neutrales desde los puntos de vista de género y raza. Los hombres blancos en las sociedades industriales avanzadas son hoy muy vulnerables a la pérdida permanente de sus empleos y las mujeres no están desapareciendo de las listas de empleo a un ritmo igual que los hombres. No se trata únicamente de que ellas son, en los países del tercer mundo, la fuerza de trabajo preferida de las multinacionales de base científica que se ocupan de los productos para la exportación, especialmente la electrónica, ya que el cuadro es más sistemático y engloba a la reproducción, a la sexualidad, a la cultura, al consumo y a la producción. En el emblemático Silicon Valley, muchas vidas de mujeres han sido estructuradas en base a sus empleos, y sus realidades íntimas incluyen una monogamia heterosexual en serie, la negociación de los cuidados médicos para sus hijos, lejanía con respecto a sus parientes o a otras formas de comunidad tradicional, un alto grado de soledad y una enorme vulnerabilidad económica conforme envejecen. La diversidad racial y étnica de las mujeres en Silicon Valley da lugar a un microcosmos de conflictivas diferencias en cultura, familia, religión, educación y lengua.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
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</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Richard Gordon ha denominado a esta situación la ‘economía del trabajo casero‘.(21) Aunque incluye el fenómeno del trabajo casero literal que emerge con el ensamblaje electrónico. Cordón llama ‘economía del trabajo casero’ a la reestructuración del trabajo que, en general, posee las características que antes tenían los empleos de las mujeres, empleos que sólo eran ocupados por éstas. El trabajo, independientemente de que lo lleven a cabo hombres o mujeres, está siendo redefinido como femenino y feminizado. El término ‘feminizado’ significa ser enormemente vulnerable, apto a ser desmontado, vuelto a montar, explotado como fuerza de trabajo de reserva, estar considerado más como servidor que como trabajador, sujeto a horarios intra y extrasalariales que son una burla de la jomada laboral limitada, llevar una existencia que está siempre en los límites de lo obsceno, fuera de lugar y reducible al sexo. El hecho de matarse trabajando en la oficina es una vieja estrategia que ahora se aplica a los antiguos trabajadores privilegiados. No obstante, la economía del trabajo casero no se refiere solamente a un matarse en la oficina en gran escala, ni tampoco niega que estén apareciendo nuevas áreas de superespecialización incluso para las mujeres y los hombres que antes se encontraban excluidos de estos puestos, sino que la fábrica, el hogar y el mercado están integrados en una nueva escala y que los puestos de las mujeres son fundamentales y necesitan ser analizados con respecto a las diferencias entre las mujeres y a las relaciones entre hombres y mujeres en situaciones diferentes.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
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</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La economía del trabajo en casa, en tanto que estructura organizativa capitalista mundial, es la consecuencia y no la causa de las nuevas tecnologías. El éxito del ataque sobre los privilegiados puestos de trabajo sindicados masculinos, generalmente ocupados por la raza blanca, está relacionado con el poder que tienen las nuevas tecnologías de la comunicación para integrar y controlar el trabajo a pesar de la amplia dispersión y de la descentralización. Las consecuencias de las nuevas tecnologías se reflejan, para las mujeres, en la pérdida del salario familiar masculino (si es que en algún momento tuvieron acceso a éste) y en las nuevas características de sus propios empleos, que se están volviendo intensivos al tener que compaginar, por ejemplo, el trabajo y el cuidado de sus hijos.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
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</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Los nuevos arreglos económicos y tecnológicos están asimismo relacionados con el desfalleciente estado del bienestar y con la consiguiente intensificación de las exigencias que se hacen a las mujeres para que se mantengan a sí mismas y ayuden en el mantenimiento de los hombres, de los niños y de los ancianos. La feminización de la pobreza -generada por el desmantelamiento del estado del bienestar, por la economía del trabajo casero en el que los empleos estables son raros, y mantenida por la suposición de que los salarios que ganan las mujeres no serán compensados mediante un aumento en los de los hombres dedicado al cuidado de los hijos- se ha convertido en algo preocupante. Las causas de los hogares presididos una mujer están en función de la raza, de la clase o del sexo, pero su generalización cada vez mayor da pábulo a coaliciones femeninas en muchos temas. No es algo nuevo que las mujeres emplean normalmente parte de su vida diaria en función de su forzado estatuto de madres. La integración dentro de la economía capitalista, que se basa cada vez más en los productos bélicos, es nueva. Por ejemplo, la presión que existe sobre las mujeres negras norteamericanas que han escapado del apenas pagado servicio doméstico y que ahora tienen cada vez más empleos en trabajos de oficina y similares, tiene grandes implicaciones para la continua pobreza forzada con empleo. La mujeres adolescentes en la áreas industrializadas del tercer mundo son cada vez más la única fuente de ingresos de sus familias, mientras que el acceso a la tierra se hace cada vez más problemático. Estos acontecimientos tendrán progresivamente más y mayores consecuencias en la psicodinámica y en la política del género y de la raza.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
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</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Dentro de este marco de tres grandes etapas del capitalismo (comercial/industrial temprano, monopolio, multinacional), unido al nacionalismo, al imperialismo y al multinacionalismo y relacionado con los tres periodos estéticos dominantes de Jameson -realismo, modernismo y postmodemismo- , yo quisiera decir que las formas específicas de las familias se relacionan dialécticamente con formas del capital y con sus concomitantes políticos y culturales. Aunque vividas de manera problemática y desigual, las formas ideales de estas familias podrían resumirse como</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"> 1- la familia de núcleo patriarcal, estructurada por la dicotomía entre lo lo público y lo privado y acompañada por la ideología burguesa de esferas separadas y por el feminismo burgués anglo-norteamericano del siglo XIX; </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">2 - la familia moderna condicionada (o puesta en vigor) por el estado del bienestar y por instituciones como el salario familiar, con un florecimiento de ideologías heterosexuales afeministas, incluyendo sus versiones radicales representadas en el Greenwich Village (22) alrededor de la primera guerra mundial; y </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">3 - la ‘familia’ de la economía del trabajo casero con su estructura oximorónica de hogares con cabeza de familia femeninos y su explosión de feminismos y la intensificación paradójica y erosión del propio género. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Este es el contexto en el que las proyecciones para el desempleo estructural a nivel mundial que surge de las nuevas tecnologías son parte del cuadro de la economía del trabajo casero. Mientras la robótica y las tecnologías afines lanzan a los hombres al desempleo en los países ‘desarrollados’ y exacerban la imposibilidad de crear puestos de trabajo masculinos en el ‘desarrollo’ del tercer mundo, y mientras la oficina automatizada se convierte en la norma incluso en países con abundante oferta de trabajo, la feminización del trabajo se intensifica. Las mujeres negras de los Estados Unidos saben desde hace tiempo lo que es hacer frente al subempleo (feminización) estructural de los hombres negros, así como a la vulnerabilidad de su propia posición en la economía de los salarios. Ya no es un secreto que, en esta estructura económica, la sexualidad, la reproducción, la familia y la vida comunitaria se encuentran entrelazadas de mil maneras que han diferenciado las situaciones de las mujeres y de los hombres negros. Cada vez habrá más mujeres y más hombres luchando con situaciones similares, lo que hará necesarias las alianzas intergenéricas e interraciales, no siempre agradables, en asuntos básicos de la vida, con o sin empleo.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
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</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Las nuevas tecnologías tienen también un profundo efecto sobre el hambre y sobre la producción de alimentos para la subsistencia a través del mundo. Rae Lessor Blumberg (1983) estima que las mujeres producen alrededor del 50% de estos.(23) Generalmente, las mujeres están excluidas de los beneficios resultantes de la producción de bienes alimentarios de consumo utilizando alta tecnología, y sus jornadas de trabajo son mucho más arduas debido a sus responsabilidades para hacer que el pan no falte en casa, lo que hace también que sus situaciones reproductivas sean más complejas. Las tecnologías de la Revolución verde influyen en otras altas tecnologías de la producción industrial, alterando las divisiones genéricas del trabajo y los patrones diferenciales de las migraciones genéricas.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
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</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Estas nuevas tecnologías parecen influir profundamente en las formas de ‘privatización’ que Ros Petchesky (1981) ha analizado, en las cuales inciden sinergísticamente la militarización, las ideologías familiares y los programas políticos de derechas y las cada vez más reforzadas definiciones de propiedad corporativa (y estatal) como algo privado.(24) Las nuevas tecnologías de la comunicación son fundamentales para la erradicación de la ‘vida pública’ para todos, lo cual facilita el crecimiento rapidísimo de un establecimiento militar<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span>permanente de alta tecnología a expensas culturales y económicas de mucha gente, pero especialmente de las mujeres. Las tecnologías tales como los vídeojuegos y los receptores de televisión altamente miniaturizados parecen cruciales para la producción de las formas modernas de la ‘vida privada’. La cultura de los vídeojuegos está sobre todo orientada a la competición individual y a la guerra extraterrestre. Aquí son producidas imaginaciones genéricas y de alta tecnología que pueden dar lugar a la destrucción del planeta y a una huida de ciencia ficción de sus consecuencias. La militarización va más allá de nuestras imaginaciones, y las otras realidades de la guerra nuclear y electrónica son ineludibles. Estas son las tecnologías que prometen la movilidad más grande y el intercambio perfecto y, que, de refilón, ayudan a que el turismo, esa forma perfecta de movilidad y de intercambio, emerja como una de las industrias mundiales más en boga.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
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</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Las nuevas tecnologías afectan a las relaciones sociales tanto de la sexualidad como de la reproducción, y no siempre de la misma manera. Los íntimos lazos existentes entre sexualidad e instrumentalidad, entre percepciones del cuerpo como una especie de máquina maximizadora para uso y satisfacción privada, son descritos muy bien en las historias de origen sociobiológico que ponen el énfasis en un cálculo genético y explican la inevitable dialéctica de dominación de los papeles genéricos masculinos y femeninos.(25) Estas historias sociobiologicas dependen de una visión de alta tecnología del cuerpo como un componente biótico o como un sistema cibernético de comunicaciones. Entre las muchas transformaciones de las situaciones reproductoras se encuentra la médica, a través de la cual los cuerpos de las mujeres tienen fronteras permeables a la ‘visualización’ y a la -intervención’. Por supuesto, el quién controla la interpretación de las fronteras corporales en la hermenéutica médica es un tema feminista. El espéculo ginecológico sirvió como un icono para las mujeres que reclamaban sus cuerpos en los años 70; esa herramienta es inadecuada hoy para expresar nuestra necesaria política corporal en la negociación de la realidad en la puesta en práctica de la reproducción cyborg. La ayuda propia no es suficiente.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Las tecnologías de la visualización llaman a la importante práctica cultural de la caza con la cámara y a la naturaleza depredadora de una conciencia fotográfica.(26) El sexo, la sexualidad y la reproducción son actores principales en los sistemas míticos de alta tecnología que estructuran nuestras imaginaciones de posibilidad personal y social.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
<br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Otro aspecto crítico de las relaciones sociales de las nuevas tecnologías es la nueva formulación de las expectativas, de la cultura, del empleo y de la reproducción para la amplia fuerza de trabajo científico y técnico. Un enorme peligro social y político es la formación de una estructura social altamente bimodal, con masas de hombres y de mujeres de todos los grupos étnicos, pero especialmente del de color, recluidos en la economía del trabajo casero, en el analfabetismo de diferentes variedades, en la impotencia y en el desempleo general controlados por aparatos represivos de alta tecnología que van desde la diversión hasta la vigilancia y la desaparición. Una política feminista socialista adecuada debería dirigirse a las mujeres que ocupan las posiciones laborales privilegiadas, principalmente en la tecnología y en la producción científica, que construyen los discursos científicotécnicos, los procesos y los objetos.(27)<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
<br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Este asunto es sólo un aspecto de la búsqueda de la posibilidad de una ciencia feminista, pero un aspecto importante. ¿Qué clase de papel constitutivo en la producción del conocimiento, de la imaginación y de la práctica tienen los nuevos grupos implicados en la ciencia? ¿Cómo pueden estos grupos aliarse con los movimientos progresivos sociales y políticos? ¿Qué clase de responsabilidad política puede ser construida para unir a las mujeres a través de las jerarquías cientificotécnicas que nos separan? ¿Existirán maneras de desarrollar políticas para el desenvolvimiento de la tecnología y de la ciencia feministas en alianza con grupos de acción antimilitar para la reconversión científica? Muchos trabajadores científicos y técnicos en Silicon Valley, incluidos los cowboys de la alta tecnología, no quieren trabajar en la ciencia militar.(28)<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">¿Podrían estas preferencias personales y estas tendencias culturales fundirse en políticas progresivas entre la clase media profesional en la que las mujeres, incluyendo las de color, empiezan a ser numerosas?<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
<br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><b style="text-indent: 28.4px;">Las mujeres en el circuito integrado</b></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Voy ahora a resumir el cuadro de las posiciones históricas de las mujeres en las sociedades industriales avanzadas, reestructuradas parcialmente a través de las relaciones sociales de la ciencia y de la tecnología. Si alguna vez fue ideológicamente posible caracterizar las vidas de las mujeres mediante la distinción entre los campos público y privado -sugerida por imágenes de la división de la vida de la clase obrera en fábrica y hogar, de la vida burguesa en el mercado y el hogar y de la existencia del género en los reinos personales y políticos- es ahora una ideología completamente engañadora, incluso para mostrar de qué manera ambos términos de estas dicotomías se construyen mutuamente en la práctica y en la teoría. Prefiero una imagen de cadena ideológica que sugiera la profusión de espacios e identidades y la permeabilidad de las fronteras en el cuerpo personal y en el político. ‘Encadenar’ es tanto una práctica política como una estrategia de multinacional corporativa, entretejer es para los cyborgs opositivos.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
<br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Por lo tanto, voy a volver a la imagen anterior de la informática de la dominación y dibujar una visión del ‘lugar’ de las mujeres en el circuito integrado, tocando sólo unas pocas posiciones sociales idealizadas, vistas en principio desde el punto de vista de las sociedades capitalistas avanzadas: hogar, mercado, puesto de trabajo remunerado, estado, escuela, clínica-hospital e iglesia. Cada uno de esos idealizados lugares se encuentra lógica y prácticamente implicado en los otros, de manera análoga a la de una fotografía holográfica. Quisiera sugerir el impacto de las relaciones sociales mediadas y puestas en vigor por las nuevas tecnologías con vistas a ayudar en la formulación del necesario análisis y del trabajo práctico. No obstante, no existe un ‘lugar’ para las mujeres en estas cadenas, sólo geometrías de diferencia y contradicción cruciales para las identidades cyborgs de las mujeres. Si aprendemos cómo leer esas redes de poder de vida social, podremos aprender nuevos acoplamientos, nuevas coaliciones. No hay manera de leer la lista siguiente desde una posición de ‘identificación’ de un yo unitario. La consecuencia es la dispersión. La tarea es sobrevivir en la diáspora</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><i>Hogar</i>: Hogares con cabezas de familia femenino, monogamia en serie, huida de los hombres, ancianas solas, tecnología del trabajo doméstico, trabajo casero pagado, resurgimiento de las fábricas domésticas donde seexplota al obrero, negocios en el hogar enlazados por redes de telecomunicaciones, chalet electrónico, ausencia de hogar urbano, emigración, arquitectura modular, familia nuclear reforzada (de manera simulada), intensa violencia doméstica.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
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</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><i>Mercado</i>: Continuo consumo de trabajo por parte de las mujeres, a las que se les destina, para que la compren, la profusión de nuevos productos de las nuevas tecnologías (sobre todo a causa de que la carrera competitiva entre las naciones industrializadas y las que están en vías de industrialización, para evitar un peligroso desempleo de sus masas, necesita encontrar más y más nuevos mercados donde dirigir unos bienes de consumo que cada vez son menos necesarios); poder de compra bimodal, de par con la publicidad puesta en el nuevo objetivo de los numerosos grupos acomodados y olvido de los mercados de masas anteriores; importancia creciente de los mercados informales en el trabajo y bienes de consumo paralelos a las estructuras opulentas de los mercados de la alta tecnología; sistemas de vigilancia a través de transferencias de fondos electrónicos; abstracción (conversión en un bien de consumo) intensa del mercado de la experiencia, resultando en teorías de la comunidad utópicas e ineficaces o cínicas; movilidad extrema (abstracción) de los sistemas de mercado y de financiación; interpenetración de los mercados sexual y laboral; sexualización intensificada del consumo abstracto y alienado.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
<br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><i>Puesto de trabajo remunerado</i>: Continua e intensa división sexual y racial del trabajo, pero crecimiento considerable del número de miembros en categorías de trabajo privilegiado para muchas mujeres blancas y gentes de color; impacto de las nuevas tecnologías en el trabajo de oficina de las mujeres, en los servicios, en la manufacturación (especialmente de los textiles), en la agricultura, en la electrónica; reestructuración internacional de las clases trabajadoras; puesta en marcha de modificaciones de horario laboral para facilitar la economía del trabajo casero (flexibilidad, tiempo parcial, tiempo extra, ausencia de tiempo); trabajo casero y paro; presiones cada vez mayores para estructuras salariales a dos niveles; cantidades significativas de gente, a nivel mundial, en poblaciones dependientes de dinero constante sin experiencia o sin esperanza de un empleo estable; la mayoría de los empleos ‘marginales’ o ‘feminizados’.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
<br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><i>Estado</i>: Erosión continuada del estado del bienestar; descentralizaciones con aumento de la vigilancia y el control; nacionalidad a través de telemáticas; imperialismo y poder político bajo forma de la diferenciación ‘riqueza de información/pobreza de información’; aumento de la militarización de alta tecnología con oposición cada vez mayor de muchos grupos sociales; reducción de los puestos de trabajo en el funcionariado a causa de la intensificación creciente del capital del trabajo de oficina, con implicaciones para la movilidad de las mujeres de color; aumento de la privatización de la vida y de la cultura materiales e ideológicas; integración íntima de la privatización y de la militarización, formas altamente tecnológicas de la vida personal y pública del capitalismo burgués; invisibilidad de los diferentes grupos sociales entre ellos, unidos a los mecanismos psicológicos de creencia en enemigos abstractos.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
<br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><i>Escuela</i>: Emparejamiento cada vez mayor de las necesidades del capital de alta tecnología y de la educación pública en todos los niveles, diferenciados según la raza, la clase y el género; cursos de gestión introducidos en la reforma educativa y en la refinanciación a expensas de las restantes estructuras educativas progresivas y democráticas para niños y educadores; educación buscando la ignorancia de las masas y la represión dentro de la cultura tecnocrática y militarizada; crecimiento de cultos misteriosos en contra de la ciencia salidos de los movimientos políticos radicales disidentes; analfabetismo científico relativo continuo entre las mujeres blancas y la gente de color; creciente direccionismo industrial de la educación (sobre todo la superior) por parte de las multinacionales de la ciencia (especialmente compañías de electrónica y biotecnología); numerosas élites de educación privilegiada en una sociedad progresivamente bimodal</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><i>Clínica-hospital</i>: Relaciones intensificadas entre máquina y cuerpo; renegociaciones de las metáforas que canalizan la experiencia personal del cuerpo, sobre todo en relación con la reproducción, las funciones del sistema inmunitario y los fenómenos de ‘estrés’; intensificaciones de las políticas reproductivas en respuesta a las implicaciones femeninas históricas del mundo del control potencial y sin realizar con relación a la reproducción; aparición de enfermedades nuevas e históricamente específicas; luchas a propósito de los significados y de los medios sanitarios en ambientes saturados de productos y procesos de alta tecnología; feminización continua del trabajo sanitario; luchas intensas a propósito de la responsabilidad del estado en la sanidad; continuo papel ideológico de los movimientos a favor de la sanidad pública como parte de la política norteamericana.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
<br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><i>Iglesia</i>: Predicadores fundamentalistas electrónicos ’supersalvadores’ solemnizando la unión del capital electrónico con los dioses fetiches automatizados; importancia cada vez mayor de las iglesias que se oponen al estado militarizado; lucha central a propósito del significado y de la autoridad de la mujer en la religión; continua importancia de la espiritualidad, entrelazada con sexo y sanidad en la lucha política.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
<br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La única manera de definir a la informática de la dominación es como una intensificación masiva de la inseguridad y un empobrecimiento cultural con un fallo común de la subsistencia de las redes para los más vulnerables. Puesto que gran parte de este cuadro se entreteje con las relaciones sociales de la ciencia y de la tecnología, la urgencia de una política feminista socialista relacionada con la ciencia y con la tecnología es enorme. Se está haciendo mucho y las bases para el trabajo político son grandes. Por ejemplo, los esfuerzos para desarrollar formas de lucha colectiva para las mujeres en puestos de trabajo pagados, como los del Distrito 925 del SEIU,(29) deberían ser una prioridad para nosotras. Estos esfuerzos están profundamente relacionados con la reestructuración técnica de los procesos de trabajo y la reforma de las clases trabajadoras, y también facilitan una comprensión de una organización laboral más lógica, que englobe los temas de la comunidad, de la sexualidad y de la familia antes nunca prioritarios en los sindicatos industriales mayoritariamente blancos y masculinos.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
<br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Los nuevos planteamientos estructurales relacionados con las relaciones sociales de la ciencia y de la tecnología provocan una gran ambivalencia. Pero no es necesario deprimirse ante las implicaciones de la relación femenina en este final de siglo con todos los aspectos del trabajo, de la cultura de la producción del conocimiento, de la sexualidad y de la reproducción. Debido a excelentes razones, la mayoría de los marxismos ven bien la dominación y tienen problemas para comprender lo que puede sólo parecer como falsa conciencia y complicidad de la gente en su propia dominación en el capitalismo tardío. Es muy importante recordar que aquellas cosas que se han perdido, quizás especialmente desde el punto de vista de la mujer, son a menudo unas formas virulentas de opresión, nostálgicamente naturalizadas a la vista de la violación actual. La ambivalencia hacia la unidades rotas mediatizadas por la cultura de la alta tecnología requiere no una conciencia clasificadora en categorías de ‘crítica de ideas claras que ponga las bases de una sólida epistemología política’ frente a una ‘falsa conciencia manipulada’, sino una comprensión sutil de los placeres nacientes, de las experiencias y de los poderes con serias posibilidades de cambiar las reglas del juego.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
<br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Existen indicios para una esperanza en los planteamientos de nuevas formas de unidad a través de raza, género y clase, conforme estas unidades elementales de análisis feminista socialista sufren transformaciones proteicas. Las intensificaciones en las penalidades sufridas a nivel mundial en relación con las relaciones sociales de la ciencia y de la tecnología son severas. Pero lo que la gente está experimentando no se encuentra suficientemente claro y nos faltan las conexiones sutiles necesarias para edificar colectivamente teorías eficaces de la experiencia. Los presentes esfuerzos -marxistas, psicoanalíticos, feministas, antropológicos- para clarificar incluso ‘nuestra’ experiencia son rudimentarios.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
<br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Soy consciente de la extraña perspectiva que me presta mi posición histórica: yo, una muchacha católica de origen irlandés, pude hacer el doctorado en biología gracias al impacto que tuvo el Sputnik en la política nacional educativa científica de los Estados Unidos. Tengo un cuerpo y una mente construidos tanto por la carrera armamenticia posterior a la segunda guerra mundial y por la guerra fría como por los movimientos femeninos. Existen más motivos de esperanza si nos fijamos en los efectos contradictorios de la política destinada a producir tecnócratas leales a los Estados Unidos -que han producido colateralmente grandes números de disidentes- que si nos fijamos en las presentes derrotas. La permanente parcialidad de los puntos de vista feministas tiene consecuencias para nuestras expectativas de formas de organizaciones políticas y de participación. No necesitamos una totalidad para trabajar bien. El sueño feminista de un lenguaje común, como todos los sueños de un lenguaje perfecto, de una denominación de la experiencia perfectamente fiel, es totalizador e imperialista. En ese sentido, la dialéctica es también un lenguaje quimérico, que anhela resolver las contradicciones. Irónicamente, quizás podamos aprender de nuestras fusiones con animales y máquinas cómo no ser un Hombre, la encarnación del logos occidental. Desde el punto de vista del placer que encierran esas poderosas y prohibidas fusiones, hechas inevitables por las relaciones sociales de la ciencia y de la tecnología, podría, en efecto, existir una ciencia feminista.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><b>Cyborgs: un mito de identidad política</b><span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><b><br />
</b></span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Quisiera concluir con un mito sobre la identidad y las fronteras que podrían informar las imaginaciones políticas de finales de este siglo. Vaya mi agradecimiento en esta historia para escritores como Joanna Russ, Samuel R. Delany, John Varley, James Tiptree ]r., Octavia Butler, Monique Wittig y Vonda McIntyre,(30) nuestros técnicos del cyborg, narradores que exploran lo que significa estar encamado en mundos de alta tecnología. Mi reconocimiento hacia la antropóloga Mary Douglas (1966,1970), que explorando conceptos de fronteras corporales y orden social, nos prestó una ayuda valiosa en la toma de conciencia del papel fundamental que juega la imaginería corporal para la visión del mundo y, por lo tanto, para el lenguaje político.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
<br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">A las feministas francesas como Luce Irigaray y Monique Wittig por todas sus diferencias y su saber escribir el cuerpo, cómo trenzar el erotismo, la cosmología y la política a través de la imaginería de la encamación y, especialmente en Wittig, a través de la imaginería de la fragmentación y de la reconstrucción de los cuerpos.(31)<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
<br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Feministas radicales norteamericanas como Susan Griffin, Audre Lorde y Adrienne Richhan influenciado profundamente nuestros imaginarios políticos y, quizás, restringido demasiado lo que permitimos como cuerpo amigable y como lenguaje político.(32) Insisten en lo orgánico como opuesto a lo tecnológico, pero sus sistemas simbólicos y las posiciones relacionadas del ecofeminismo y del paganismo feminista, llenas de organicismos, pueden solamente ser comprendidas en términos sandovalinos como ideologías opositivas que cuadran a finales de este siglo y que trastornarían a cualquiera que no se sienta preocupado por las máquinas y por la conciencia del capitalismo tardío. En este sentido, forman parte del mundo de los cyborgs, pero existen asimismo grandes riquezas para las feministas que abracen explícitamente las posibilidades inherentes a la ruptura de las limpias distinciones entre el organismo y la máquina y las distinciones similares que estructuran el yo occidental. Es esta simultaneidad de las rupturas lo que agrieta las matrices de dominación y abre posibilidades geométricas. ¿Qué podría aprenderse de la polución personal y de la tecnologicopolítica? Mirando brevemente los dos grupos de textos que se superponen en busca de su introspección en la construcción de un mito cyborg supuestamente útil: construcciones de yos coloreados y monstruosos en la ciencia ficción feminista.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
<br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Anteriormente sugerí que las ‘mujeres de color’ deberían ser comprendidas como identidades cyborg, una poderosa subjetividad sintetizada de las fusiones de identidades exteriores y en las complejas estratificaciones politicohistóricas de la ‘biomitografía’, Zami (Lorde, 1982; King, 1987a, 1987b). Existen materiales y redes culturales que constituyen este potencial, y Audre Lorde (1984) captura el tono en el título de su Sister Outsider (Hermana Extranjera). En mi mito político, Sister Outsider es la mujer extranjera a la que los trabajadores norteamericanos -las mujeres y los feminizados- supuestamente deben mirar como al enemigo que les impide ser solidarios, que amenaza su seguridad. Dentro de las fronteras de los Estados Unidos, la Sister Outsider que trabaja en la misma fábrica es una fuente de división, de competición y de explotación entre las razas y las identidades étnicas de mujeres manipuladas. Las ‘mujeres de color’ son la fuerza de trabajo preferida de las industrias relacionadas con la ciencia, las mujeres reales para las que el mercado mundial sexual y las políticas de reproducción hacen de caleidoscopio en la vida diaria. Las jóvenes coreanas empleadas en la industria del sexo y en las de electrónica son buscadas en las escuelas secundarias y educadas para el circuito integrado. Saber leer, especialmente el inglés, distingue a esta fuerza de trabajo barata tan atractiva para las multinacionales.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
<br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Contrariamente a los estereotipos orientales de lo ‘primitivo oral’, saber leer <span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span>y escribir es una marca especial de las mujeres de color, adquirida por las mujeres negras norteamericanas -y también por los hombres- arriesgando sus vidas para aprender y para enseñar. Escribir tiene un significado especial para todos los grupos colonizados, ha sido algo crucial para el mito occidental que distingue entre las culturas oral y escrita, entre las mentalidades primitivas y las civilizadas y, más recientemente, para la erosión de esa distinción en teorías ‘postmodemistas’ que atacan el falogocentrismo occidental, con su veneración por el trabajo monoteísta, fálico, autoritario y singular, el nombre único y perfecto.(33) Los concursos por el significado de la escritura constituyen la forma más importante de la lucha política contemporánea. Presentar el juego de la escritura es mortalmente serio. La poesía y las historias de las mujeres norteamericanas de color tratan repetidamente de la escritura, del acceso al poder para significar, pero esta vez, el poder deberá ser ni fálico ni inocente. La escritura cyborg no será sobre la Caída, sobre la imaginación de la totalidad de un érase una vez anterior al lenguaje, a la escritura, al Hombre. La escritura cyborg trata del poder para sobrevivir, no sobre la base de la inocencia original, sino sobre la de empuñar las herramientas que marcan el mundo y que las marcó como otredad.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
<br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Las herramientas son a menudo historias, cuentos contados de nuevo, versiones que invierten y que desplazan los dualismos jerárquicos de las identidades naturalizadas. Contando de nuevo las historias sobre el origen, los autores cyborg subvierten los mitos centrales del origen de la cultura occidental.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span>Todos hemos sido colonizados por esos mitos originales, con sus anhelos de realización en apocalipsis. Las historias de origen falogocéntrico más importantes para los cyborgs feministas son construidas en las tecnologías literales- tecnologías que escriben el mundo, la biotecnología y la microelectrónica- que han textualizado recientemente nuestros cuerpos como problemas codificados en la parrilla del C3-1. Las historias femeninas de cyborg tienen como tarea la de codificar de nuevo la comunicación y la inteligencia para subvertir el mando y el control.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
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</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">De manera figurada y literal, la política del lenguaje impregna las luchas de las mujeres de color; y las historias sobre el lenguaje tienen un poder especial en la rica escritura contemporánea de las mujeres norteamericanas de color. Por ejemplo, las reescrituras de la historia de la Malinche, madre de la raza ‘bastarda’ mestiza del nuevo mundo, maestra en lenguas y amante de Hernán Cortés, tienen un significado especial para las construcciones chicanas de la identidad. En Loving in the War Years (El amor en los años de la guerra, 1983), Cherríe Moraga explora los temas de la identidad cuando una no ha poseído nunca el lenguaje original, no ha contado la historia original, no ha residido en la armonía de la legítima heterosexualidad en el jardín de la cultura y, por lo tanto, no puede basar la identidad en un mito o en una pérdida de la inocencia o del derecho a los nombres naturales del padre o de la madre.(34) La escritura de Moraga,su soberbia literalidad, es presentada en su poesía como una violación similar a la maestría que la Malinche tiene de la lengua del conquistador: una violación, una producción ilegítima que permite la supervivencia. El lenguaje de Moraga no es ‘total’, está conscientemente empalmado, es una quimera de inglés y de español, ambas lenguas de conquistadores. Pero es este monstruo quimérico que no reclama una lengua original anterior a la violación, el que construye las eróticas, competentes y poderosas identidades de las mujeres de color. Sister Outsider apunta a la posibilidad de supervivencia del mundo no a través de su inocencia, sino de su habilidad para vivir en los límites, para escribir sin el mito fundador de la totalidad original, con su inescapable apocalipsis de retomo final a una unidad mortal que el Hombre ha imaginado para la inocente y todopoderosa Madre, liberada al Final de otra espiral de apropiación por su hijo. La escritura marca el cuerpo de Moraga, lo afirma como el cuerpo de una mujer de color contra la posibilidad de pasar a la categoría no señalada del padre anglosajón o al mito oriental del ‘analfabetismo original’ de una madre que nunca existió. Malinche fue madre, no Eva antes de comer la fruta prohibida. La escritura afirma a Sister Outsider, no a la mujer-anterior-a-la-caída-dentro-de-la-escritura que necesita la Familia falogocéntrica del Hombre.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
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</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La escritura es, sobre todo, la tecnología de los cyborgs, superficies grabadas al aguafuerte en estos años finales del siglo XX. La política de los cyborgs es la lucha por el lenguaje y contra la comunicación perfecta, contra el código que traduce a la perfección todos los significados, el dogma central del falogocentrismo. Se debe a eso el que la política de los cyborgs insista en el ruido y sea partidaria de la polución, regodeándose en las fusiones ilegítimas de animal con máquina. Son estos acoplamientos los que hacen al Hombre y a la Mujer tan problemáticos, subvirtiendo la estructura del deseo, la fuerza imaginada para generar el lenguaje y el género, alterando la estructura y los modos de reproducción de la identidad ‘occidental’, de la naturaleza y de la cultura, del espejo y del ojo, del esclavo y del amo, del cuerpo y de la mente.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">‘Nosotras’ no escogimos ser cyborgs, pero escogemos las bases de una política liberal y una epistemología que imagina las reproducciones de los individuos ante las amplias multiplicaciones de los ‘textos’.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
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</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Desde la perspectiva de los cyborgs, libres de la necesidad de basar las políticas en ‘nuestra’ posición privilegiada de la opresión que incorpora todas las otras dominaciones, la inocencia de lo meramente violado, cuyo fundamento está cerca de la naturaleza, podemos ver poderosas posibilidades. Los feminismos y los marxismos han encallado en los imperativos epistemológicos occidentales para construir un sujeto revolucionario desde la perspectiva de una jerarquía de opresiones y/o de una posición latente de superioridad moral, de inocencia y de un mayor acercamiento a la naturaleza. En ausencia del sueño original de un lenguaje común o de una simbiosis original que prometa protegerla de la hostil separación ‘masculina’, pero escrita en el juego de un texto que no tiene lectura final privilegiada o historia de salvación, reconocerse ‘una misma’ como totalmente implicada en el mundo, libera a la mujer de la necesidad de enraizar la política en la identificación, en los partidos de vanguardia, en la pureza y en la maternidad. Despojada de identidad, la raza bastarda enseña el poder de los márgenes y la importancia de una madre como la Malinche. Las mujeres de color la han transformado y, de ser la madre diabólica del miedo masculinista ha pasado a ser la madre letrada original que enseña a sobrevivir.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
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</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">No se trata solamente de deconstrucción literaria, sino de transformación liminal. Cada historia que comienza con la inocencia original y que privilegia la vuelta a la totalidad, imagina el drama de la vida como una individuación, una separación, el nacimiento del yo, la tragedia de la autonomía, la caída en la escritura, la alienación; es decir, la guerra, templada por la tregua imaginaria en el seno del Otro. Estos argumentos se rigen por una política reproductora: renacimiento sin imperfección, perfección, abstracción. En este argumento las mujeres son imaginadas ya mejor o peor, pero todas están de acuerdo en que tienen menos percepción del yo, en que su individuación es más débil, en que tienen más fusión con lo oral, con la Madre, menos en litigio en la autonomía masculina. Pero existe otra ruta que no pasa por la Mujer, por lo Primitivo, por Cero, por el Estadio Especular ni por su imaginario, sino por las mujeres y otros cyborgs ilegítimos del tiempo presente, no nacidos de Mujer, que rechazan los recursos ideológicos de la victimización para gozar de una vida real. Estos cyborgs son las gentes que se niegan a desaparecer, haciendo caso omiso de todas las veces que un comentarista ‘occidental’ informe de la triste muerte de otro grupo orgánico y primitivo utilizando la tecnología ‘occidental’, la escritura.(35) Estos cyborgs de carne y hueso (por ejemplo, las trabajadoras del poblado del sudeste asiático en las fábricas de electrónica japonesas o norteamericanas descritas por Aihwa Ong) están reescribiendo activamente los textos de sus cuerpos y de sus sociedades. La supervivencia está en juego en este duelo de escrituras.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
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</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Resumiendo, ciertos dualismos han persistido en las tradiciones occidentales; han sido todas sistémicas para las lógicas y las prácticas de dominación de las mujeres, de las gentes de color, de la naturaleza, de los trabajadores, de los animales, en unas palabras, la dominación de todos los que fueron constituidos como otros, cuya tarea es hacer de espejo del yo. Los más importantes de estos turbadores dualismos son: yo/otro, mente/cuerpo, cultura/naturaleza, hombre/mujer, civilizado/primitivo, realidad/apariencia, todo/parte, agente/recurso, constructor/construido, activo/pasivo, bien/mal, verdad/ilusión, total/parcial. Dios/hombre. El yo es Aquel que no puede ser dominado, que sabe que mediante el servicio del otro, es el otro quien controla el futuro, cosa que sabe a través de la experiencia de la dominación, que proporciona la autonomía del yo. Ser Uno es ser autónomo, ser poderoso, ser Dios; pero ser Uno es ser una ilusión y, por lo tanto, verse envuelto en una dialéctica de apocalipsis con el otro. Más aun, ser otro es ser múltiple, sin límites claros, deshilachado, insubstancial. Uno es muy poco, pero dos son demasiados.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
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</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La cultura de la alta tecnología desafía esos dualismos de manera curiosa. No está claro quién hace y quién es hecho en la relación entre el humano y la máquina. No está claro qué es la mente y qué el cuerpo en máquinas que se adentran en prácticas codificadas. En tanto que nos conocemos a nosotras mismas en el discurso formal (por ejemplo, la biología) y en la vida diaria (por ejemplo, la economía casera en el circuito integrado), encontramos que somos cyborgs, híbridos, mosaicos, quimeras. Los organismos biológicos se han convertido en sistemas bióticos, en máquinas de comunicación como las otras.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
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</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">No existe separación ontológica, fundamental en nuestro conocimiento formal de máquina y organismo, de lo técnico y de lo orgánico. La copia exacta de Rachel en el filme Blade Runner de Ridley Scott es la imagen de un miedo, de un amor y de una confusión ante la cultura del cyborg.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
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</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Una consecuencia es que nuestro sentido de conexión con nuestras herramientas se halla realzado. El estado de trance experimentado por muchos usuarios de ordenadores se ha convertido en un elemento esencial de filmes de ciencia ficción y de chistes culturales. Quizás los parapléjicos y otros disminuidos físicos puedan (y a veces lo hacen) tener las experiencias más intensas de compleja hibridación con otros artefactos para la comunicación.(36) La obra<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span>prefeminista The Ship Who Sang (El barco que se hundió, 1969) de Anne McCaffrey exploraba la conciencia de un cyborg híbrido del cerebro de una muchacha y de una complicada maquinaria formada tras el nacimiento de una niña con graves disminuciones físicas. El género, la sexualidad, la encamación, las capacidades, todo estaba reconstituido en esta historia. ¿Por qué nuestros cuerpos deberían terminarse en la piel o incluir como mucho otros seres encapsulados por ésta? A partir del siglo XVII, la máquinas podían ser animadas: recibir almas fantasmales que las hicieran hablar o moverse o ser responsable de sus movimientos ordenados y de sus capacidades mentales. O los organismos podían ser mecanizados: reducidos al cuerpo entendido como un recurso de la mente.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Estas relaciones entre máquina y organismo son anticuadas, innecesarias. Para nosotras, en la imaginación y en otras prácticas, las máquinas pueden ser artefactos protésicos, componentes íntimos, partes amigables de nosotras mismas. No necesitamos un holismo orgánico que nos de una totalidad im- permeable, la mujer total y sus variantes feministas (¿mutantes?). Concluiré este punto mediante una lectura parcial de la lógica de los monstruos cyborg de mi segundo grupo de textos, la ciencia ficción feminista.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
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</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Los cyborgs que pueblan la ciencia ficción feminista hacen muy problemáticos los estatutos del hombre o de la mujer en tanto que humanos, artefactos, miembros de una raza, de una entidad individual, de un cuerpo. Katie King clarifica de qué manera el placer de leer estas ficciones se basa ahora ampliamente en la identificación. Los estudiantes que ven a Joanna Russ por primera vez, que han aprendido a no acobardarse ante escritores modernistas como James Joyce o Virginia Woolf, no saben lo que hacer ante “The Adventures of Alyx” (Las aventuras de Alyx) o “The Female Man” (El hombre mujer), en donde los personajes rechazan la búsqueda por parte del lector de la inocente totalidad, garantizándole al mismo tiempo el deseo de hazañas heroicas, erotismo exuberante y política seria.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
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</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">“The Female Man” es la historia de cuatro versiones de un genotipo, todas ellas juntas, pero sin formar un todo, que resuelven los dilemas de una violenta acción moral o eliminan el creciente escándalo del género. La ciencia ficción feminista de Samuel R. Delany, especialmente “Tales of Nevéryon” (Cuentos de Nevéryon), imita a las historias sobre el origen haciendo de nuevo la revolución neolítica, reponiendo las acciones fundadoras de la civilización occidental para subvertir su verosimilitud. James Tiptree Jr., un autor cuya ficción fue considerada como especialmente masculina hasta que se reveló su ‘verdadero’ género, cuenta historias de reproducción basadas en tecnologías no mamímeras tales como la alternancia de generaciones de carnadas y de crianza masculinas.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">John Varley construye un cyborg supremo en su archifeminista exploración de Gaea, un loco artefacto tecnológico -diosa-planeta-embustera-vieja- en cuya<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span>superficie se engendran una extraordinaria combinación de simbiosis post cyborg. Octavia Butler escribe sobre una bruja africana que extrae sus poderes de transformaciones contra las manipulaciones genéticas de su rival (wild seed, semilla salvaje), de deformaciones temporales que llevan a una mujer negra<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span>norteamericana a la esclavitud en donde sus acciones relacionadas con su antepasado-amo blanco determina la posibilidad de su propio nacimiento (kindred, parentesco) y de introspecciones ilegítimas en la identidad y en la comunidad de un niño adoptado que es un cruce de especies que llega a conocer a su enemigo como un yo (”survivor”, superviviente).<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
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</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">En “Dawn” (Amanecer, 1987), el primer episodio de una serie llamada “Xenogenesis“, Butler cuenta la historia de “Lilith Iyapo”, cuyo nombre recuerda el de la primera esposa repudiada de Adán y cuyo apellido la marca como viuda del hijo de inmigrantes nigerianos a los Estados Unidos. Lilith, una mujer negra y una madre cuyo hijo ha muerto, medita la transformación de la humanidad a través de intercambios genéticos con amantes/ rescatadores/ destructores ingenieros genéticos, que reforman a los habitantes de la tierra tras el holocausto nuclear y obligan a los humanos supervivientes a una fusión íntima con ellos. Es una novela que interroga las políticas reproductivas, lingüísticas y nucleares en un campo mítico estructurado por la raza y el género de finales del siglo XX.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
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</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">“Superluminal” de Vonda McIntyre, porque es especialmente rica en transgresiones limítrofes, puede cerrar este catálogo truncado de monstruos prometedores y peligrosos que ayuda a redefinir los placeres y la política de la encamación y de la escritura feminista. En una ficción donde no existe un solo personaje ’simplemente’ humano, lo humano es bastante problemático. Orea, un buzo genéticamente alterado, puede hablar con ballenas asesinas y sobrevivir en aguas profundas, pero anhela explorar el espacio como piloto y necesita implantes biónicos que ponen en peligro su relación con los buzos y con los cetáceos. Las transformaciones son efectuadas mediante vectores víricos que vehiculizan un nuevo código de desarrollo, mediante cirugía de trasplantes, mediante implantes de artefactos microelectrónicos, dobles analógicos y otros medios. Laenea se vuelve piloto aceptando un implante cardiaco y otras alteraciones que permiten la supervivencia en tránsito a velocidades que exceden la de la luz. Radu Dracul sobrevive a una plaga causada por un virus en su planeta de otros mundos para encontrase a sí mismo con un sentido del tiempo que cambia las fronteras de la percepción espacial de toda la especie. Todos los personajes exploran los límites del lenguaje, el sueño de comunicar la experiencia y la necesidad de límites, de parcialidad y intimidad incluso en ese mundo de transformación proteica y de conexiones. Superliminal defiende también las contradicciones definitorias de un mundo de cyborgs en otro sentido. Encarna textualmente la intersección de la teoría feminista y del discurso colonial en la ciencia ficción a los que he aludido en este trabajo. Se trata de una conjunción con una larga historia que muchas feministas del ‘primer mundo’ -incluida yo misma en mi lectura de Superliminal antes de que Zoé Sofoulis me abriera los ojos- hemos tratado de reprimir, cuya localización diferente en el sistema mundial de la informática de la dominación la hace muy alerta al instante imperialista de todas las culturas de la ciencia ficción, incluyendo la femenina. Desde una sensibilidad feminista australiana, Sofoulis recordaba más el papel de Mcintyre como escritora de “aventuras del Capitán Kirk y de Spock” en la serie televisiva Star Trek que su reescritura amorosa en Superluminal.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
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</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Los monstruos han definido siempre los límites de la comunidad en las imaginaciones occidentales. Los centauros y las amazonas de la Grecia antigua establecieron los límites de la polis central del ser humano masculino griego mediante su disrupción del matrimonio y las poluciones limítrofes del guerrero con animales y mujeres. Gemelos no separados y hermafroditas eran el confuso material humano en la temprana Francia moderna que basaba el discurso en lo natural y en lo sobrenatural, en lo médico y en lo legal, en portentos y en enfermedades, todo ello de suma importancia para el establecimiento de la identidad moderna.(37) Las ciencias evolucionistas y del comportamiento de los monos y simios han marcado las múltiples fronteras de las identidades industriales del finales de este siglo. En la ciencia ficción feminista, los monstruos cyborg definen posibilidades políticas y límites bastante diferentes de los propuestos por la ficción mundana del Hombre y de la Mujer.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
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</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Existen varias consecuencias en considerar seriamente la imaginería de los cyborgs como algo más que nuestros enemigos. Los cuerpos son mapas de poder e identidad y los cyborgs no son una excepción. Un cuerpo cyborg no es inocente, no nació en un jardín; no busca una identidad unitaria y, por lo tanto, genera dualismos antagónicos sin fin (o hasta que se acabe el mundo), se toma en serio la ironía. Uno es poco y dos es sólo una posibilidad. El placer intenso que se siente al manejar las máquinas deja de ser un pecado para convertirse en un aspecto de la encamación. La máquina no es una cosa que deba ser animada, trabajada y dominada, pues la máquina somos nosotros y, nuestros procesos, un aspecto de nuestra encarnación. Podemos ser responsables de máquinas, ellas no nos dominan, no nos amenazan. Somos responsables de los límites, somos ellas. Hasta ahora (érase una vez), la encarnación femenina parecía ser dada, orgánica, necesaria, y parecía significar las capacidades de la maternidad y sus extensiones metafóricas. Solamente estando fuera de lugar podíamos sacar un placer intenso de las máquinas y, por supuesto, con la excusa de que se trataba de una actividad orgánica apropiada para las mujeres. Los cyborgs pueden considerar más seriamente el aspecto parcial, fluidos del sexo y de la encarnación sexual. El género, después de todo, podría no ser la identidad global, incluso si tiene anchura y calado histórico.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
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</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La pregunta, profundamente ideológica, de qué es lo que cuenta como experiencia en la actividad diaria, puede ser abordada mediante la explotación de la imagen del cyborg. Las feministas han proclamado recientemente que las mujeres viven el día a día, que soportan la vida diaria más que los hombres y que, por lo tanto y potencialmente, están en una posición epistemológica privilegiada. Existe un aspecto convincente en esta posición que hace visible la actividad no valorada en las mujeres y que se caracteriza por ser la base de la vida. Pero, ¿la base de la vida? ¿Qué hacemos con la ignorancia de las mujeres, con todas las exclusiones y fallos en el conocimiento y en la habilidad? ¿Qué del acceso masculino a la competición diaria, de saber cómo construir cosas, cómo desmontarlas, cómo jugar? ¿Qué hacemos de nuestra encarnación? El género cyborg es una posibilidad local que cumple una venganza global. No existe impulso en los cyborgs para producir una teoría total, pero sí una experiencia íntima de las fronteras, de su construcción y de su deconstrucción. Existe un sistema de mitos a la espera de ser un lenguaje político que sirva de semilla a una forma de mirar la ciencia y la tecnología y que amenaza a la informática de la dominación, para actuar poderosamente.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
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</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Una última imagen: la política holística organísmica y de organismos depende de las metáforas de la resurrección e, invariablemente, se basa en los recursos del sexo reproductivo. Quisiera sugerir que los cyborgs tienen más que ver con la regeneración y desconfían de la matriz reproductora y de la mayoría de las natalidades. Para las salamandras la regeneración tras la pérdida de un miembro requiere el nuevo crecimiento de la estructura y la restauración de la función con la constante posibilidad de gemelamiento o de cualquier otra extraña producción topográfica en el sitio de la herida. El miembro crecido de nuevo puede ser monstruoso, duplicado, poderoso. Todas nosotras hemos sido profundamente heridas. Necesitamos regeneración, no resurrección, y las posibilidades que tenemos para nuestra reconstitución incluyen el sueño utópico de un mundo monstruoso sin géneros.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La imaginería cyborg puede ayudar a expresar dos argumentos cruciales en este trabajo: primero, la producción de teorías universales y totalizadoras es un grave error que se sale probablemente siempre de la realidad, pero sobre todo ahora. Segundo, aceptar responsabilidades de las relaciones entre ciencia y tecnología significa rechazar una metafísica anticientífica, una demonología de la tecnología y también abrazar la difícil tarea de reconstruir los límites de la vida diaria en conexión parcial con otros, en comunicación con todas nuestras partes. No es sólo que la ciencia y la tecnología son medios posibles para una gran satisfacción humana, así como una matriz de complejas dominaciones, sino que la imaginería del cyborg puede sugerir una salida del laberinto de dualismos en el que hemos explicado nuestros cuerpos y nuestras herramientas a nosotras mismas. No se trata del sueño de un lenguaje común, sino de una poderosa e infiel heteroglosia. Es una imaginación de un hablar feminista en lenguas que llenen de miedo a los circuitos de los supersalvadores de la nueva derecha. Significa al mismo tiempo construir y destruir máquinas, identidades, categorías, relaciones, historias del espacio. A pesar de que los dos bailan juntos el baile en espiral, prefiero ser un cyborg que una diosa.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span>Donna J. Haraway (1991) <span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span>University of California, Santa Cruz<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span> [Traducción al castellano de Manuel Talens]</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 14px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"> <br />
</span>NOTAS</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">* Título original en inglés: A Cyborg Manifesto: Science, Technology, ana Socialist-Feminism in the Late Twentieth Century. Este trabajo, capítulo 8 de mi libro Simians, Cyborgs, and Women, Routledge, New York 1991, fue realizado con la ayuda económica de un Academic Señale Faculty Research Grant de la University of California, Santa Cruz (UCSC). Una versión inicial del trabajo sobre la ingeniería genética apareció en ‘Lieber Kyborg ais Góttin: für eine sozialistisch-feministische Unterwanderung der Gentechnologie‘ en Bernd-Peter Lange and Anna Marie Stuby, eds., Berlin: Argument-Sonderband 105,1984, págs. 66-84. El manifiesto para cyborgs surgió de mi ‘New machines, new bodies, new communities: political dilemmas of a cyborg feminist‘, ‘The Scholar and the Feminist X: The Question of Technology‘, Conferencia, Barnard College, abril 1983.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 14px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
<br />
</span>1 Referencias útiles sobre los movimientos y la teoría feminista de izquierds y/o radical y sobre temas biológicos o biotecnológicos incluyen: Bleier (1986), Fausto-Sterling (1985), Gould (1981), Hubbard et al. (1982), Keller (1985), Lewontin et al. (1984), Radical Science Joumal (que se convirtió en Science ana Culture en 1987), 26 Freegrove Road, London N7 9RQ; Science for the People, 897 Main St, Cambridge, MA 02139, USA.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 14px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span>2 Para iniciarse en las actitudes de izquierda y/o feministas con respecto a la tecnología y a la política, véase: Cowan (1983), Rothschild (1983), Traweek (1988), Young and Levidow (1981,1985), Weizenbaum (1976), Winner (1977,1986), Zimmerman (1983), Athanasiou (1987), Cohn (1987a, 1987b), Winograd and Flores (1986), Edwards (1985). Global Electronics Newsletter, 867 West Daña St, #204, Mountain View, CA 94041, USA; Processed Worid, 55 Sutter St, San Francisco, CA 94104, USA; ISIS. Women’s International Information and Communication Service, PO Box 50 (Cornavin), 1211 Genéve 2, Suiza, y Via Santa Maria Dell’Anima 30, 00186 Roma, Italia. Posturas fundamentales para los estudios modernos de la ciencia que no persisten en la mistificación liberal que empezó con Thomas Kuhn incluyen: Knorr- Cetina (1981), Knorr-Cetina and Mulkay (1983), Latour and Woolgar (1979), Young (1979). El Directoryof the Network for the Ethnographic Study of Science, Technology, and Organizations de 1984, que se puede obtener escribiendo a NESSTO, PO Box 11442, Stanford, CA 94305, USA, ofrece una amplia lista de gente y de proyectos importantes para un mejor análisis radical.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 14px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span>3 Fredric Jameson (1984) hace un claro y provocador análisis a propósito de la política y la teoría del ‘postmodernismo’ al argüir que éste no es una opción, un estilo entre otros, sino un dominante cultural que requiere una reinvención radical desde dentro de la política de izquierdas; ya no existe ningún lugar desde fuera que dé sentido a la confortadora ficción de la distancia crítica. Jameson establece también claramente por qué una no puede estar a favor o encentra del postmodernismo, algo que, en sí, no es más que una posición moralista. Mi posición en esto es que las feministas (y otras) necesitan una continua reinvención cultural, una crítica postmodernista y un materialismo histórico. Solamente un cyborg tendría tal posibilidad. Las viejas denominaciones del patriarcado capitalista blanco parecen ahora nostálgicamente inocentes: normalizaron la heterogeneidad del hombre y la mujer, del blanco y el negro, por ejemplo. El ‘capitalismo avanzado‘ y el postmodernismo liberan la heterogeneidad sin una norma y somos aplanados, sin subjetividad, lo cual requiere profundidad, incluso profundidades poco amigables. Ya va siendo hora de escribir The Death of the Clinic (La muerte de la clínica). Los métodos de la clínica requerían cuerpos y trabajos, nosotros tenemos textos y superficies. Nuestras dominaciones ya no funcionan mediante la medicalización y la normalización, sino creando redes, diseñando nuevas comunicaciones y gestionando el estrés. La normalización da paso al automatismo, redundancia completa. Birth of the Clinic (1963), History of Sexuality (1976) y Discipline and Parrish (1975), todas de Michel Foucault, nombran una forma de poder en su momento de implosión. El discurso de la biopolítica da paso al tecnobable, el lenguaje del substantivo empalmado, el nombre es abandonado totalmente por las multinacionales. Estos son sus nombres, según una lista de la revista Science: “Tech-Knowledge, Genentech, Allergen, Hybritech, Compupro, Genencor, Syntex, Allelix, Agrigenetics Corp., Syntro, Codon, Repligen, MicroAngelo from Scion Corp., Percom Data, ínter Systems, Cyborg Corp., Statcom Corp., Intertec.” Si vivimos prisioneros del lenguaje, escapar de esta casa prisión requiere poetas del lenguaje, una especie de enzima de restricción cultural que corte el código. La heteroglosia del cyborg es una forma de política cultural radical. Para un panorama de la poesía cyborg, véase Perioff (1984), Fraser (1984). Para un panorama de la escritura cyborg modernista/postmodernista, véase HOW(ever), 871 Corbett Ave., San Francisco, CA 94131.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 14px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span>4 Equivalente norteamericano de las novelas de Corín Tellado en España. (TV. del T.).<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 14px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span>5 Chip, literalmente, pedacito, astilla, si bien en su acepción actual, aplicada al mundo de la informática, designa a un circuito electrónico integrado. (N. del T.).<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 14px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span>6 Baudrillard (1983), Jameson (1984, pág. 66) indica que la definición platoniana del simulacro es la copia de la que no existe original, por ejemplo, el mundo del<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 14px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span>capitalismo avanzado, de puro intercambio. Véase Discourse 9 (Spring/Summer 1987) para un número especial sobre la tecnología (cibernética, ecología y la imaginación postmoderna).<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 14px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span>7 Spiral dancing, literalmente, baile en espiral, una práctica a la vez espiritual y política que vinculaba a guardianes con manifestantes antinucleares presos en la cárcel californiana de Alameda County a principios de los años 80.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 14px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span>8 Para temas etnográficos y evaluaciones políticas, véase Sturgeon (1986). Sin ironía explícita, al adoptar el logo del planeta fotografiado desde el espacio con el lema ‘Love Your Mother‘ (Ama a tu Madre), la manifestación de Mothers and Others Day en mayo de 1987 en las instalaciones de experimentación de armas nucleares en Nevada, dieron no obstante testimonio de las trágicas contradicciones en las diferentes visiones de la tierra. Las manifestantes solicitaron permisos, para estar en el lugar, a oficiales de la tribu Westem Shoshone, cuyo territorio fue invadido en los años 50 por el gobierno de los Estados Unidos cuando construyó el campo para tests nucleares. Detenidas por invasión de propiedad privada, las manifestantes contraatacaron diciendo que la policía y el personal armado que se encontraban allí sin autorización de los oficiales correspondientes eran los invasores. Un grupo afín de la manifestación de mujeres se llamaba las Surrogate Others (Las otras sustituías) y en solidaridad con las criaturas forzadas a convivir en el mismo terreno que la bomba, pusieron en marcha una urgencia cyborgiana mediante el cuerpo construido de un amplio, no heterosexual gusano del desierto.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 14px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span>9 Poderosos argumentos de coaliciones emergen de voces del ‘tercer mundo’, que hablan desde ningún sitio, el centro desplazado del universo, la tierra: ‘Vivimos en el tercer planeta desde el sol’ -Sun Poem, del escritor jamaicano Edward Kamau Braithwaite, citado por Mackay (1984). Los que contribuyen con Smith (1983) subvierten de manera irónica las identidades naturalizadas precisamente al construir un lugar desde el que hablar llamado hogar. Véase, sobre todo, Reagon (en Smith, 1983, págs. 356-368). Trinh T. Minh-ha (1986-87).<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 14px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span>10 En los Estados Unidos se llama chicano a todo ciudadano de origen mexicano que reside en los estados de la costa Oeste, especialmente California. (N. del T.).<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 14px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span>11 Hooks (1981, 1984); Hull et al. (1982). Bambara (1981) escribió una extraordinaria novela en la que The Seven Sisters (Las siete hermanas), una compañía de teatro de mujeres de color, explora una forma de unidad. Véase el análisis de Butler-Evans (1987).<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 14px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span>12 Para obras sobre lo oriental en el feminismo y en otros movimientos, véase Lowe (1986), Said (1978), Mohany (1984); Many Voices; One Chant: Black Feminist Perspectives (1984).<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 14px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span>13 Katie King (1986,1987a) ha desarrollado un tratamiento teóricamente sensible sobre el trabajo de las taxonomías feministas como genealogías de poder en la ideología feminista y en la polémica, en el que examina el ejemplo problemático de Jaggar (1983) sobre los feminismos taxonómicos que hacen que una pequeña máquina produzca la posición final deseada. Mi caricatura aquí del feminismo socialista y radical es también un ejemplo.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 14px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span>14 En francés en el original, naíveté, inocencia. Se trata, por lo tanto, de una iteración. (N. del T.).<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 14px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span>15 El papel central de las versiones sobre las relaciones del objeto del psicoanálisis y sobre las poderosas y universalizadoras posturas relacionadas con ellas en las discusiones que tratan de la reproducción, del trabajo en el hogar y de la maternidad en muchas aproximaciones a la epistemología, subrayan la resistencia de sus autores a lo que yo llamo postmodernismo. Para mí, tanto las posturas universalizadoras como estas versiones del psicoanálisis hacen difícil el análisis del ‘lugar de las mujeres en el circuito integrado’ y conducen a dificultades sistemáticas para contabilizar o incluso para ver los aspectos más importantes de la construcción del género y de la vida social generizada. La posición argumental del feminismo ha sido desarrollada por: Flax (1983), Harding and Hintikka (1983), Hartsock (1983a, b), 0′Brien (1981), Rose (1983), Smith (1974,1979). Para las nuevas teorías del materialismo feminista y las posiciones feministas en respuesta a la crítica, véase Harding (1986, págs. 163-196), Hartsock (1987) y H. Rose (1986).<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 14px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span>16 Por medio de mi argumentación taxonómicamente interesada, hago un error de categoría argumentativa al ‘modificar’ las posiciones de MacKinnon con el calificativo de ‘radical’, generando así mi propia crítica reductiva de una escritura extremadamente heterogénea, no afiliada explícitamente a tal etiqueta, que no usa tal modificador y que no permite límites. Así, mi argumentación se suma a los varios sueños de un lenguaje común, en el sentido de unívoco, para el feminismo. Mi error categorizador fue debido al encargo que se me hizo de escribir desde el feminismo socialista -una particular posición taxonómica que, en sí misma, era heterogénea- para Socialist Review. A Teresa de Lauretis (1985; véase también 1986, págs. 1-19) se debe una crítica que está en deuda con MacKinnon, pero sin el reduccionismo, y que contiene un elegante estado de cuentas feminista sobre el paradójico conservadurismo de Foucault en relación con la violencia sexual (la violación). A Gordon (1988) le debemos un fino examen teórico feminista histórico y social sobre la violencia familiar, que insiste en el estudio de las mujeres, de los hombres y de los niños, pero sin perder de vista las estructuras materiales de dominación masculina, de raza y de clase.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 14px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span>17 Esta lista fue publicada en 1985. Mis esfuerzos anteriores para entender la biología como un discurso de control de mandos cibernético y los organismos como ‘objetos técnico-naturales del conocimiento’ se encuentran en Haraway (1979,1983,1984). La versión de 1979 de esta lista dicotómica aparece en el capítulo 3 del libro al que pertenece el presente trabajo (véase nota §). La versión de 1989,en el capítulo 10. Las diferencias indican cambios en la argumentación.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 14px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span>18 Interface, término informático que designa a los componentes lógicos y físicos que comunican al ordenador con el exterior y viceversa. (N. del T.).<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 14px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span>19 Para análisis progresistas y acción en los debates sobre la biotecnología, véase: GeneWatch, a Bulletin ofthe Committeefor Responsible Genetics, 5 Doane St, 4th Floor, Bostón MA 02109, USA; Genetic Screerüng Study Group (antes llamado Sociobiology Study Group of Science for the People), Cambridge, MA; Wright (1982,1986); Yoxen (1983).<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 14px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span>20 Referencias para iniciarse en el tema ‘mujeres en el circuito integrado’: D’0nofrio- Flores and Pfafflin (1982), Fernández-Kelly (1983), Fuentes and Ehrenreich (1983), Grossman (1980), Nash and Fernández-Kelly (1983), Ong (1987), Science Policy Research Unit (1982).<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 14px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span>21 Para el tema ‘economía casera fuera del hogar’ y afines: Gordon (1983); Gordon and Kimball (1985); Stacey (1987); Reskin and Hartmann (1986); Women and Poverty (1984); S. Rose (1986); Collins (1982); Burr (1982); Gregory and Nussbaum (1982); Piven and Coward (1982); Microelectronic Group (1980); Stallard et al. (1983), que incluye una útil organización y una lista de recursos.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 14px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span>22 Greenwich Village, barrio del Manhattan neoyorkino tradicionalmente ocupado por artistas e intelectuales. (N. del T.).<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 14px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span>23 La conjunción de las relaciones sociales de la Revolución Verde con biotecnologías como la ingeniería genética hace cada vez más intensas las presiones del tercer mundo sobre la tierra. Según estimaciones de AID (New York Times, 14 de octubre de 1984) utilizadas en el Día mundial de la alimentación, las mujeres producen en África aproximadamente el 90% de la comida rural existente, en Asia el 60-80% y proporcionan el 40% del trabajo agrícola del Oriente Medio y de la América latina.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 14px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span>Blumberg dice que la política agrícola de las organizaciones mundiales, de las multinacionales y de los gobiernos nacionales del tercer mundo, generalmente ignoran los temas fundamentales de la división sexual del trabajo. La actual tragedia del hambre en África podría deberse tanto a la supremacía masculina como al capitalismo, al colonialismo y a las estaciones lluviosas. Véase también Blumberg (1981); Hacker (1984); Hacker and Bovit (1981); Busch and Lacy (1983); Wilfred(1982); Sachs (1983); International Fund for Agricultural Development (1985); Bird (1984).<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 14px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span>24 Véase también Enloe (1983a, b).<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 14px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span>25 Para una versión feminista de esta lógica, véase Hrdy (1981). Para un análisis de las prácticas científicas de narraciones femeninas, sobre todo en relación con la sociobiología en los debates evolucionistas que tratan de los niños maltratados y del infanticidio, véase el capítulo 5, “The Contest for Primate Nature: Daughters of Man- of-Hunter in the Field 1960-80″, págs. 81-108, en mi libro Simians, Cyborgs, and Women, al que pertenece el presente trabajo.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 14px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span>26 Para el momento de transición desde la caza con armas de fuego a la caza con cámaras en la construcción de los significados populares de la naturaleza para el público inmigrante urbano en los Estados Unidos, véase Haraway (1984-5, 1989b), Nash (1979), Sontag (1977), Prestan (1984).<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 14px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span>27 Para una guía del pensamiento relativo a las implicaciones políticas, culturales y raciales de la historia de la mujer científica en los Estados Unidos, véase: Haas and Perucci (1984); Hacker (1981); Keller (1983); National Science Foundation (1988);<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 14px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span>Rossiter (1982); Schiebinger (1987); Haraway (1989b).<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 14px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span>28 Markoff and Siegel (1983). High Technology Professional for Peace y Computer Professionaisfor Social Responsability son organizaciones prometedoras.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 14px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span>29 SEIU (Service Employees International Unión), Sindicato del servicio internacional de empleadas, organización obrera en los Estados Unidos.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 14px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span>30 King (1984). Una lista abreviada de ciencia ficción feminista que trata de temas relacionados con este trabajo: Octavia Butler, Wild Seed, Mind of My Mind, Kindred, Survivor; Suzy Mckee Chamas, Motherliness; Samuel R. Delany, la serie de Neveryon; Anne McCaffery, The Ship Who Sang, Dinosaur Planet; Vonda Mcintyre, Superluminal, Dreamsnake; Joanna Russ, Adventures ofAlix, The Female Man; James Tiptree, Jr., Star Songs of an Old Primate, Up the Walls ofthe World;]ohr\ Varley, Titán, Wizard, Demon.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 14px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span>31 Las feministas francesas contribuyen a la heteroglosia del cyborg. Burke (1981); Irigaray (1977,1979); Marks and deCourtivron (1980); Signs (otoño 1981); Wittig (1973); Duchen (1986). Para traducciones inglesas de trabajos feministas franceses actuales, véase Feminist Issues: A Journal ofFeminist Social and Political Theory, 1980.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 14px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span>32 Pero todos estos poetas son muy complejos, sobre todo en cómo tratan los temas de identidades falsas, eróticas, colectivas descentradas y personales. Griffin (1978), Lorde (1984), Rich (1978).<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 14px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span>33 Derrida (1976, especialmente la parte II); Lévy-Strauss (1961, especialmente ‘La lección de escritura’); Gates (1985); Kahn and Neumaier (1985); Ong (1982); Kramarae and Treichier (1985).</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 14px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span>34 La aguda relación de las mujeres de color con la escritura como tema y como política puede ser estudiada a través del Program for ‘The Black Woman and the Diaspora: Hidden Connections and Extended Acknowledgments‘, An International Literature Conference, Michigan State University, Octubre 1985; Evans (1984); Christian (1985); Carby (1987); Fisher (1980); Frontiers (1980, 1983); Kingston (1977); Lerner (1973); Giddings (1985); Moraga and Anzaldúa (1981); Morgan (1984). Las mujeres europeas de lengua inglesa y las euronorteamericanas han creado asimismo relaciones especiales con su escritura como un poderoso signo: Gilbert and Gubar (1979), Russ (1983).<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 14px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span></div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">35 El consenso que existe en la ideológicamente domesticadora alta tecnología militarizada de publicitar sus aplicaciones a través de los problemas de voz y de movilidad en los disminuidos físicos logra una vuelta de tuerca irónica en culturas monoteístas, patriarcales y frecuentemente antisemitas, cuando una voz creada por ordenador le permite a un muchacho sordomudo cantar el Haftorah en su Bar Mitzvah (N. del T. ceremonia judía de iniciación a la edad adulta.). Véase Sussman (1986). Al clarificar las siempre relativas definiciones sociales de ‘normalidad física y mental’, la alta tecnología militar logra por definición volver disminuidos a los seres humanos, aspecto perverso de muchos campos de batalla automatizados y Guerras de Galaxias. Véase Welford (1 de julio 1986).<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 14px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span>36 James Clifford (1985,1988) hace un canto a favor del reconocimiento de una continua reinvención cultural, la tozuda no-desaparición de los ‘marcados’ por las prácticas imperializantes occidentales.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 14px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span>37 DuBois (1982), Daston and Park (s.f.), Park and Daston (1981). El nombre monstruo comparte su raíz con el verbo demostrar. (N del T.: más evidente en inglés: monster, demónstrate.).</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 14px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span>REFERENCIAS </div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Athanasiou, Tom (1987) “High-tech politics: the case of artificial intelligence”, Socialist Review.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 14px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span>Bambara, Toni Cade (1981) The Sait Eaters. New York: Vintage/Random House.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 14px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span>Baudrillard, Jean (1983) Simulations, P. Foss, P. Patton, P. Beitchman, trans. New York: Semiotext[e].<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 14px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span>Bird, Elizabeth (1984) “Creen Revolution imperialism, I & II”, papers delivered at the University of California, Santa Cruz.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 14px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span>Bleier, Ruth (1986) Feminist Approaches to Sdcnce. New York: Pergamon.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 14px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span>Blumberg, Rae Lessor (1981) Stratification: Socioeconomic and Sexual Inequality. Bostón: Brown.-(1983) “A general theory of sex Stratification and its application to the positions of women in today’s worid economy”, trabajo presentado en el Sociology Board, University of California at Santa Cruz.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 14px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span>Burke, Carolyn (1981) “Irigaray through the looking glass”, Feminist Studies 7 (2): 288-306.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 14px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
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</span>Harding, Sandra (1986) The Science Question in Feminism. Ithaca: Cornell University Press.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 14px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
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</span>-(1984) Feminist Theory: From Margin to Center. Bostón: South End.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 14px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
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</span>-(1979) Et l’une ne bouge pas sans 1′autre. Paris: Minuit.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 14px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
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</span>Kahn, Douglas and Neumaier, Diane, eds (1985) Cultures in Contention. Seattie: Real Comet.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 14px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span>Keller, Evelyn Fox (1983) A Feelingfor the Organism. San Francisco: Freeman.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 14px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
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</span>Merchant, Carolyn (1980) The Death ofNature: Women, Ecology, and the Scientific Revolution. New York: Harper & Row.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 14px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
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</span>Moraga, Cherríe (1983) Loving in the War Years: lo que nunca pasó por sus labios. Bostón: South End.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 14px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span>-and Anzaldúa, Gloria, eds. (1981) This Bridge Called Me Back Writing by Radical Women of Color. Watertown: Persephone.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 14px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span>Morgan, Robin, ed. (1984) Sisterhood Is Global. Carden City, NY: Anchor/Doubleday.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 14px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span>Nash, Roderick (1979) “The exporting and importing of nature: nature-appreciation asa commodity, 1850-1980″, Perspectives in American History 3: 517-60.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 14px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span>Nash, Roderick and Fernández-Kelly, María Patricia, eds., (1983) Women and Men and the Intemational División of Labor. Albany: State University of New York Press.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 14px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span>0′Brien, Mary (1981) ‘The Politics of Reproduction. New York: Roudedge & Kegan Paúl.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 14px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span>Ong, Aihwa (1987) Spirits ofResistance and Capitalist Discipline: Factory Workers in Malaysia. Albany: State University of New York Press.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 14px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span>-(1988) “Colonialism and modernity: feminist representations of women in non-western societies”, Inscriptions 3/4: 79-93.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 14px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span>Ong, Walter (1982) Orality and Literacy: The Technologizing ofthe Word. New York: Methuen.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 14px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span>Park, Katherine and Daston, Lorraine J. (1981) “Unnatural conceptions: the study of monsters in sixteenth- and seventeenth-century France and England”, Past and Present 92: 20-54.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 14px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span>Perloff, Marjorie (1984) “Dirty language and scramble systems”, Sulfur II: 178-83.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 14px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
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</span>Piven, Francés Fox and Coward, Richard (1982) ‘The New Cíass War: Reagan’s Attack on the Welfare System and Its Consequences. New York: Pantheon.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 14px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span>Preston, Douglas (1984) “Shooting in paradise”, ‘Natural History 93 (12): 14-19.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 14px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span>Reagon, Bemice Johnson “Coalition politics: tuming the century” (en Smith, 1983, pp. 356-68)<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 14px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span>Reskin, Barbara F. and Hartmann, Heide, eds. (1986) Women’s Work, Men’s Work. Washington: National Academy of Sciencies.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 14px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span>Rich, Adrienne (1978) The Dream Of A Common Language. New York: Norton.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 14px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span>Rose, Hillary (1983) “Hand, brain and heart: a feminist epistemology for the natural sciences”, Signs 9(I): 73-90.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 14px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span>Rose, Stephen (1986) The American Pro/líe Poster: Who Owns What, Who Mates How Much, Who Works Where, and Who Lives With Whom? New York: Pantheon.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 14px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span>Rossiter, Margaret (1982) Women Scientist In América. Baltimore: John Hopkins University Press,<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 14px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
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</span>Russ, Joanna (1983) How To Suppress Womens Writing. Austin: University of Texas Press.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 14px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
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</span>Said, Edward (1978) Orientalism. New York: Pantheon.<span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 14px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
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</span>Schiebinger, Londa (1987) “The history and philosophy of women in science: a review essay”, Signs</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: 'Lucida Grande'; font-size: 14px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><br />
</span><i>Fuente original</i>: <b>Donna Haraway</b><span style="text-decoration: underline;">, “</span><i>A Cyborg Manifesto: Science, Technology, and Socialist-Feminism in the Late Twentieth Century</i><span style="text-decoration: underline;">” </span>in <i>Simians, Cyborgs and Women: The Reinvention of Nature</i> (New York; Routledge, 1991) , pp.149-181.</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 16.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 16.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div>estafetahttp://www.blogger.com/profile/10314797590011827695noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-4391952270751641520.post-25546773220619330872012-03-06T12:51:00.000-08:002012-03-06T12:51:16.675-08:00Gilles Deleuze - ¿Qué es el acto de creación?<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: 'Lucida Grande';"><br />
</span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi2TXVTsPUIOKSa8b5BubyYvuk3_6V7fKvYeN9MzVTU5YwL_4mrKMwGmb9fP71Jux6PNG7HuVBflgoituhzybpwM31bR9uEQ9lpFmmFqOccCEfHM2ff4FHzHyXQIUYhPqqk9ilDUbXTNFk/s1600/gilles+deleuze.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi2TXVTsPUIOKSa8b5BubyYvuk3_6V7fKvYeN9MzVTU5YwL_4mrKMwGmb9fP71Jux6PNG7HuVBflgoituhzybpwM31bR9uEQ9lpFmmFqOccCEfHM2ff4FHzHyXQIUYhPqqk9ilDUbXTNFk/s320/gilles+deleuze.jpeg" width="320" /></a></div><div style="font: 12.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 12.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 12.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 12.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Conferencia dictada por Gilles Deleuze en la cátedra de los martes de la fundación FEMIS. (Escuela Superior de Oficios de Imagen y Sonido) el 15 de mayo de 1987.</div><div style="font: 12.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 12.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">También yo quisiera hacer preguntas. Y hacérselas a ustedes y a mí mismo. Estas preguntas serían del <i>género</i>: ¿qué es exactamente lo que hacen cuando hacen cine? Y yo, ¿qué es exactamente lo que hago cuando hago, o espero hacer filosofía?</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><b>¿Es que hay algo para decirse en función de esto?</b></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Entonces, claro, eso va muy mal en ustedes, pero va también muy mal en mí (risas), y no es solamente esto lo que habría para decirse… también yo podría hacer la pregunta de otra manera: ¿qué es tener una idea en cine? Si uno hace cine o si quiere hacerlo ¿qué es tener una idea? Quizás eso que uno dice "¡Ahí está, tengo un idea!" Mientras que casi todo el mundo sabe que bien que tener una idea es un acontecimiento raro, que ocurre raramente, que tener una idea es una especie de fiesta. Pero no es corriente. Y por otro lado, tener una idea, no es algo general. Una idea está ya en tal autor, en tal dominio. Quiero decir que una idea, es ya una idea en pintura, es ya una idea en novela, ya una idea en filosofía, como una idea en ciencia. Y evidentemente no es lo mismo.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Si quieren, a las ideas hay que tratarlas como espacios potenciales, las ideas son potenciales, pero potenciales ya comprometidos y ligados en un modo de expresión determinado. Y es inseparable del modo de expresión determinado. Es inseparable del modo de expresión, así como no puedo decir: "tengo una idea en general". En función de las técnicas que conozco, puedo tener una idea en un determinado campo, una idea en cine o en bien distinto, una idea en filosofía.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><b>¿Qué es tener una idea en algo?</b></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Vuelvo a hablar del hecho de que yo hago filosofía y ustedes hacen cine. Entonces sería muy fácil decir: todo el mundo sabe que la filosofía está próxima, lista, para reflexionar sobre cualquier cosa. Entonces ¿por qué no reflexionaría sobre el cine? Sin embargo, es una idea indigna; la filosofía no está hecha para reflexionar sobre cualquier cosa. Quiero decir: tratando la filosofía como un poder para "reflexionar sobre", siento que se le asigna mucho, y de hecho siento también que se le quita todo. Es decir los únicos capaces efectivamente de reflexionar sobre cine, son los cineastas, o los críticos de cine o los que aman el cine. Le idea de que los matemáticos tendrían la necesidad de la filosofía para reflexionar sobre matemática es una idea cómica. Si la filosofía debiera reflexionar sobre cualquier cosa, no tendría razón de existir. Si la filosofía existe, es porque tiene su propio contenido. Si nos preguntamos: ¿cuál es el contenido de la filosofía? Es muy simple. La respuesta es que la filosofía es también una disciplina creatriz, tan inventiva como cualquier otra disciplina. La filosofía es una disciplina que consiste en crear conceptos. Y los conceptos no existen ya hechos, no existen en una especie de cielo en donde esperan que un filósofo los tome. Los conceptos, es necesario fabricarlos...y no se fabrican así como así, uno no se dice un día: "bueno, voy a hacer tal concepto, voy a inventar tal concepto" como tampoco un pintor se dice un día: "bueno, voy a hacer tal cuadro". Es imprescindible que exista una necesidad. Esto es tanto en filosofía como en otras disciplinas, así como el cineasta no se dice: "bueno, voy a hacer tal película".</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 56.7px; min-height: 18.0px; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><b>Tiene que haber una necesidad, si no, no hay nada.</b></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Resta que esta necesidad que es una cosa muy compleja, si existe, haga que un filósofo (yo al menos sé de qué se ocupa) no se ocupe de reflexionar sobre el cine. Él se propone inventar conceptos. Yo digo que hago filosofía, es decir, yo intento inventar conceptos. No trato de reflexionar sobre otras cosas. Si yo les pregunto a ustedes que hacen cine ¿qué hacen? (tomo una definición pueril, permítamela, deben existir otras y mejores), yo diría exactamente lo que ustedes inventan, que no son conceptos, porque no es su dominio, que ustedes inventan es lo que podríamos llamar <i>bloques de movimiento-duración</i>. Si uno fabrica bloques de movimiento-duración, quizás lo que uno hace es cine.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Remarco, no se trata de invocar a una historia o de negarla. Todo tiene una historia. La filosofía también cuenta historias. Cuenta historias con conceptos.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El cine supongamos que cuenta historias con bloques de movimiento-duración. Puedo decir que la pintura también inventa con otro tipo de bloques, ni bloques de conceptos, no bloques de movimiento-duración, pero supongamos que sean bloques de líneas-colores. La música inventa con otros tipos de bloque, muy particular.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Pero lo que digo en todo caso, es que la ciencia no es menos creatriz. Yo no veo realmente oposición entre las ciencias, las artes y todo. Si le pregunto a un sabio científico: ¿qué es lo que hace? También, él inventa, no descubre, el descubrimiento existe, pero no es por él que podamos definir una actualidad científica como tal. Un científico, inventó, creó tanto como un artista.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Para permanecer en definiciones tan someras como las de las que partí, no es complicado, un científico es alguien que ha creado o inventado funciones. Él no crea conceptos, un científico como tal, no tiene nada que ver con los conceptos, y es por eso que felizmente existe la filosofía. Contrariamente hay algo que solamente un científico puede hacer, crear e inventar funciones.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">¿Entonces qué es una función? También podríamos describirla sencillamente como he intentado hasta ahora, (ya que estamos verdaderamente rudimentarios...) no porque ustedes no comprenderían, sino porque sería yo el que se vería sobrepasado.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Voy a ir a lo más simple: la función de lo que se ha puesto en correspondencia regida por dos conjuntos al menos. La noción de base de la ciencia después de mucho tiempo es la de los conjuntos y un conjunto es completamente diferente a un concepto. Y desde que se ponen en correlación regida juntos, se obtienen funciones, y se puede decir, yo hago ciencia.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Y si no importa quién puede hablarle a quién, si un cineasta puede hablarle a un hombre de ciencia, si un hombre de ciencia puede tener alguna cosas que decir a un filósofo y viceversa, es en la medida y en función de la actividad creatriz de cada uno, no es que haya lugar para hablar de la creación, la creación es algo solitario, pero es el nombre de mi creación que yo tengo algo que decir a alguien y si yo alineo ahora todas esas disciplinas que se definen por su actividad creadora, diré que hay un límite que les es común a todas esas series, a todas esas series de invención de funciones, de bloques movimiento-duración, invenciones de conceptos, etc. La serie que les es común a todas o ¿el límite de todo esto qué es? </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><b>Es el espacio-tiempo.</b></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Bresson es muy conocido. Raramente hay espacios enteros en Bresson. Son espacios que llamamos desconectados. Quiere decir, hay un rincón, por ejemplo, el rincón de una celda, después se verá otro rincón o bien un lugar de la pared, etc. Todo pasa como si el espacio bresoniano se presentara como una serie de pequeños trozos, en los que la conexión no está predeterminada. Serie de pequeños fragmentos en los que la conexión no está predeterminada. Hay grandes cineastas que emplean, por el contrario, espacios conjuntos o de conjuntos; no digo que esto sea más fácil de manipular, pero Bresson ha sido uno de los primeros en hacer un espacio con pequeños fragmentos desconectados, pequeños trozos en lo que la conexión no está predeterminada.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Cuando decía que en límite de todas las tentativas de la creación hay espacio-tiempo, es allí que los bloques duración-movimiento de Bresson van a tender hacia ese tipo de espacio. La respuesta está dada. Estos pequeños fragmentos visuales de espacio cuya conexión no está dada de antemano... ¿por qué querrían ustedes que estén conectados? En y a causa de la mano (en este momento Deleuze muestra su mano) y no es teoría, no es filosofía, no lo es, esto no se deduce así. Digo: el tipo de espacios en Bresson y la valorización cinematográfica de la mano en la imagen están misteriosamente ligados. Quiero decir: el enlace bresoniano de las pequeñas puntas de espacios, desde el hecho mismo de que son puntas, trozos desconectados de espacio, no puede ser más que un enlace manual. No hay más que la mano que puede efectivamente operar las conexiones de una parte a otra del espacio. Y Bresson es sin duda el más grande cineasta en haber introducido en el cine los valores táctiles, no simplemente porque él sabe tomar admirablemente las manos en imágenes, sino porque si sabe tomar admirablemente las manos en imágenes es porque tiene necesidad de manos.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><i>Un creador no es un ser que trabaja por el placer. Un creador no hace más que aquello de lo que tiene absolutamente necesidad.</i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><b>Historia del Idiota y de los siete samuráis.</b></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Tener una idea en cine, otra vez, no es lo mismo que tener una idea en otro lado. Y sin embargo, hay ideas en cine que podrían valer también en otras disciplinas. Hay ideas en cine que podrían ser excelentes ideas en novelas, pero no tendrían el mismo "allure". Después, hay ideas en cine que no podrían ser más que cinematográficas. Ya están comprometidas en un proceso cinematográfico que hacen que sean <i>vistas</i> desde antes. Y esto que digo cuenta bastante, porque es una manera de hacer una pregunta que me interesa mucho: ¿qué es lo que hace que un cineasta tenga verdaderamente ganas de adaptar, por ejemplo, una novela? Si tiene deseos de adaptar una novela, me parece evidente que es porque tiene ideas en cine que le resuenan con aquello que la novela presenta como ideas en novela. Y a veces se producen grandes encuentros.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Es muy diferente, no pongo el problema del cineasta que adapta una novela notoriamente mediocre. Puede haber necesidad de una novela mediocre, y esto no excluye que el film sea genial. Propongo la cuestión un poco diferente, sería una pregunta interesante de tratar, pero propongo otra algo diferente, que se produce mientras que la novela es una gran novela y revela esa especie de afinidad en la que alguien, tiene en cine una idea que se corresponde a la que es la idea en novela. Uno de los casos más bellos, es el caso de Kurosawa. ¿Por qué Kurosawa se encuentra en una familiaridad con Shakespeare y Dostoïevski? Tengo que decirles una respuesta que es entre muchas y que casi roza la filosofía y que es mi respuesta, es un pequeño detalle. En los personajes de Dostoïevski pasa algo muy particular, muy seguido. Generalmente están muy agitados. Un personaje se va, baja a la calle, y así como así, se dice "la mujer que amo, Taña, me llama, allí voy, corro, corro, Taña va a morir si no voy". Y baja su escalera y se encuentra con un amigo, o bien ve a un perro y se olvida completamente de que Taña lo espera en tren de morir. Comienza a charlar, se cruza con otro amigo y va a tomar el té con él y luego de golpe dice: "Taña me espera, tengo que ir" (risas). ¿Qué quiere decir esto? En Dostoïevski los personajes son perpetuamente tomados por urgencias y al mismo tiempo que son tomados por estas urgencias de vida o muerte, saben que hay una cuestión más urgente, no saben cuál y es esto lo que los detiene. Todo pasa como si en la peor de las urgencias hubiera un fuego, es necesario que me vaya, pero no, no, hay otras cosas más urgentes y no me detendré hasta que no sepa cuáles. Esto es el Idiota, es la fórmula del idiota. Pero ustedes saben que hay un problema más profundo. ¿Qué problema? Todavía no lo veo bien, pero déjenme, todo puede quemarse, hay que encontrar cuál es el problema más urgente. Esto es por Dostoïevski que Kurosawa lo aprende, todos los personajes de Kurosawa son así. Yo diría: ¡voila un encuentro! Un bello encuentro. Si Kurosawa puede adaptar Dostoïevski, es al menos porque puede decir: tengo un asunto común a él, tengo un problema común, este problema. Los personajes de Kurosawa están exactamente en la misma situación, están tomados en situaciones imposibles. Pero atención, hay un problema más urgente, ¿es necesario que yo conozca este problema?</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Quizá "Vivir" es uno de los films de Kurosawa que va más lejos en este sentido, aunque todos van en este sentido.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Los Siete samuráis: este film me sorprende mucho porque todo el espacio de Kurosawa depende de eso. Es forzado que sea una especie de espacio oval que es golpeado por la lluvia, en fin poco importa, esto nos tomaría mucho tiempo.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Pero en los Siete Samuráis los personajes están tomados en situación de urgencia, han aceptado defender al pueblo, y de una punta a la otra están trabajando por una pregunta más profunda. Hay una cuestión más profunda a través de todo eso. Y será dicha al final por el jefe de los samuráis cuando ellos se van: ¿qué es un samurai? Qué es un samurai, no en general, sino qué es un samurai en la época en la que transcurre el film. A saber: alguien que no es bueno para nada. Los señores no los necesitan, los paisanos pueden defenderse solos. Y durante todo el film, a pesar de la urgencia de la situación, los samuráis están frecuentados por esta cuestión digna del Idiota, que es una pregunta del Idiota: nosotros samuráis, ¿qué somos? Voila, yo diría que una idea en cine es algo de este tipo. Ustedes me dirán no, porque era también una idea en novela. Una idea en cine, es así, una vez que ya está comprometida en un proceso cinematográfico. Entonces ustedes podrían decir, yo tuve "la idea", aún si usted de la asigna a Dostoïevski. Puede ser, vuelvo a citar muy rápido, yo creo que una idea es muy simple. Otra vez, no es un concepto, no es filosofía. Un concepto es otra cosa, de toda idea quizás podamos sacar un concepto, pero yo pienso en Minelli. Éste tiene, me parece, una idea extraordinaria sobre el sueño. Es muy simple y está comprometida con todo el proceso cinematográfico, que es la obra de Minelli y su gran idea sobre el sueño, me parece es que el sueño concierne antes que nada a los que no sueñan, el sueño de los que sueñan les concierne a los que no sueñan... ¿y por qué? Porque desde que existe el sueño del otro, existe el peligro. A saber, que el sueño de la gente es siempre un sueño devorante que amenaza con tragarnos. Y que los otros sueñen es peligroso, y que el sueño es una terrible voluntad de poder y que cada uno de nosotros es más o menos víctima del sueño de los otros, aún cuando sueña con la más graciosa joven, aún cuando es una joven muy grácil, es una terrible devoradora, no a causa de su alma, sino por sus sueños. Desconfíen del sueño de los otros, porque si son tomados en sus sueños, están perdidos.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><b>Cadáver</b></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Ahora voy a hablar de otro ejemplo, idea propiamente cinematográfica, de la famosa disociación <i>ver-hablar </i>en un cine relativamente reciente. Tomo los ejemplos más conocidos, ¿qué hay de común en Syberberg, Straub y Duras? ¿Por qué es propiamente cinematográfico hacer una disociación entre los visual y lo sonoro, por qué esto no puede hacerse en el teatro? Puede hacerse pero al menos que el teatro tenga los medios necesarios diríamos que el teatro lo toma del cine. Bueno, está mal pero es una idea muy cinematográfica, asegurar la disociación del ver y del hablar. De lo visual y de los sonoro. Esto respondería a la pregunta (por ejemplo) ¿qué es tener una idea cinematográfica? Y todo el mundo sabe en qué consiste, lo digo de manera pura: una voz alba de algo, al mismo tiempo, se nos hace ver otra cosa y, en fin, lo que se dice está debajo de los que se nos hace ver. Esto es muy importante, este tercer punto. Ustedes saben bien que esto el teatro no puede hacerlo. El teatro podría asumir las dos primeras oposiciones. Se nos habla de algo y se nos hace ver otra cosa. Pero no que aquello que se dice esté por debajo de los que se nos hace ver – y esto es necesario, si no las dos primeras operaciones no tendrían ningún sentido, no tendrían casi interés – la palabra se eleva en el aire, al mismo tiempo que la tierra que se ve, se hunde cada vez más.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">¿Qué es esto? Si sólo el cine puede hacerlo, yo no digo que deba hacerlo, que lo haya hecho dos o tres veces, puedo decir simplemente, fueron grandes cineastas los que tuvieron esta idea. No se trata de decir es esto o es lo otro lo que debe hacerse. Hay que tener ideas, sean las que fueren. ¡Ah! Esto es una idea cinematográfica, digo que es prodigioso, porque asegura al nivel del cine una verdadera transformación de los elementos. Un ciclo de grandes elementos que hace que, de golpe, el cien haga un fuerte eco con, por ejemplo, una física cualitativa de los elementos. Esto hace una especie de transformación, el aire de la tierra t el agua y el fuego, porque habría que agregar, pero no hay tiempo, evidentemente, se descubre el rol de dos otros elementos, una gran articulación, de elementos en el cine. Además, en todo lo que digo no se suprime una historia, la historia está siempre allí, pero lo que nos interesa es ¿por qué la historia es tan interesante? Porque está todo esto otro por detrás.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Es todo este ciclo, la voz que se eleva al mismo tiempo que aquello de lo que se habla se entierra, ustedes habrán reconocido los films de Straub, y en Straub, está el gran ciclo de los elementos. Lo que se ve únicamente la tierra desierta. Ella es como pesada para todo lo que esta debajo y ustedes me dirán "pero ¿Qué hay abajo, qué es lo que sabemos?" Es exactamente aquello de lo que la voz nos habla, es como si la tierra se hamacara en eso que la voz dice y que viene a tomar lugar en la tierra, en su hora y en su lugar. Y si la tierra y la voz nos hablan de cadáveres, es toda la fila de cadáveres la que viene a tomar lugar bajo la tierra, y allí, en ese momento, el menor estremecimiento del viento sobre la tierra desierta, sobre el espacio vacío que tenemos a nuestros ojos, el menor crujido en esa tierra, todo toma sentido.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><b>¿Qué es el acto de creación?</b></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Bien, tener una idea no es del orden de la comunicación. Y es aquí a donde quería llegar, porque esto forma parte de las preguntas que me han sido gentilmente propuestas.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Quiero decir, en qué punto todo esto sobre lo que hablamos es irreductible a toda comunicación. No es grave. Esto, ¿qué quiere decir? Me parece que esto quiere decir, en un primer sentido, que la comunicación es la propagación y la transmisión de una información. ¿Y qué es una información? Una información es un conjunto de palabras de orden. Cuando se les informa, se les dice aquello que ustedes deben creer. En otros términos: informar es hacer circular una palabra de orden. Las declaraciones de la policía son dichas muy exactamente, son comunicadas; se nos comunica la información, quiero decir, se nos dice aquello que es conveniente que creamos. O si no que creamos, pero que hagamos que lo creemos, no se nos pide que creamos, se nos pide que nos comportemos como si creyéramos. Esto es la información, la comunicación, e independientemente de estas palabras de orden y de la transmisión de las palabras de orden no hay comunicación, no hay información. Lo que no lleva a decir que la información es exactamente el sistema de control.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Esto nos concierne hoy particularmente porque hoy entramos en una sociedad que podemos llamar de control. Esta sociedad de control se define de manera muy distinta a la sociedad de disciplina vean de que manera un control no es una disciplina. Diré por ejemplo, en una autopista, que allí no se encierra a la gente, pero haciendo autopistas se multiplican los medios de control. Nuestro futuro son las sociedades de control siendo sociedades disciplinarias.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">¿Por qué les cuento esto? Porque la información es el sistema controlado de las palabras de orden, palabras de orden que tienen lugar en una sociedad dada.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">¿Qué puede tener que ver el arte con esto? ¿Qué es la obra de arte? Ustedes me dirán: "todo esto no quiere decir nada". Entonces no hablamos de la obra de arte, hablemos sobre que hay en la contra-información. Ninguna contra-información le ganó jamás a una dictadura, por ejemplo. Salvo en un caso. Esta deviene efectivamente eficaz cuando ella es –y lo es por naturaleza- un acto de resistencia. El acto de resistencia no es ni información, ni contra-información. La contra-información no es efectiva más que cuando se vuelve acto de resistencia.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><b>Malraux</b></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">¿Cuál es la relación entre obra de arte y la comunicación? Ninguna.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Ninguna, la obra de arte no es un instrumento de comunicación, porque no contiene la mínima parte de información. Por el contrario, hay una afinidad fundamental entre la obra de arte y el acto de resistencia. Entonces aquí si, la obra tiene algo que hacer con la información y la comunicación, sí, a titulo de resistencia.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El arte es la única cosa que resiste a la muerte.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Y si me permiten volver: ¿Qué es tener una buena idea en cine? O ¿Qué es tener una idea cinematográfica? Resistencia. Acto de resistencia. Desde Moisés, hasta el ultimo Kafka, hasta Bach. Recuerden que la música de Bach, es su acto de resistencia. ¿Contra qué? No es el acto de resistencia abstracto, es acto de resistencia y de lucha activa contra la repartición de lo sagrado y lo profano. Y este acto de resistencia en la música culmina con un grito. Como también hay un grito en Woyzek, hay un grito en Bach: "Afuera, afuera, no quiero verlos". Eso es el acto de resistencia. A partir de esto me parece que el acto de resistencia tiene dos caras: es humano y es también acto de arte.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Solo el acto de resistencia resiste a la muerte, sea bajo la forma de obra de arte, sea bajo la forma de una lucha de los hombres.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Y ¿Qué relación hay entre la lucha de los hombres y la obra de arte?</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La relación mas estrecha y para mi la mas misteriosa.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Exactamente eso que quería decir Paul Klee cuando decía: "ustedes saben, falta el pueblo". El pueblo falta y al mismo tiempo no falta. El pueblo falta, esto quiere decir que (no es claro y no lo será nunca) esta afinidad fundamental entre la obra de arte y un pueblo que todavía no existe, no es ni será clara jamás. No hay obra de arte que no haga un llamado a un pueblo que no existe todavía.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">En fin, ahora esta muy bien, estoy profundamente feliz de que me hayan escuchado y les agradezco infinitamente.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: right;">Gilles Deleuze – 1987</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">Traducción de Bettina Prezioso - 2003</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">En <i><a href="http://www.elinterpretador.net/18GillesDeleuze-QueEsElActoDeCreacion.htm">el interpretador</a></i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><br />
</div><div><br />
</div>estafetahttp://www.blogger.com/profile/10314797590011827695noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4391952270751641520.post-71238050231735761802012-02-08T14:12:00.000-08:002012-02-08T14:12:48.707-08:00Gilles Deleuze - Estado y máquina de guerra<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br />
</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiXR2y-5_HTQ1gaSPav1KcyNxWzzkG0f1-nh20lQkhOznceEnbfCk1zcXXdJIt1o7s7rHdxqUZLpnCmI2OU42HgzCMTgC-Hv2ynb4ccF5mXhl0VUTrWNSiodsZk5HjtHnVL6_HWfY4IZ8A/s1600/gilles-deleuze.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiXR2y-5_HTQ1gaSPav1KcyNxWzzkG0f1-nh20lQkhOznceEnbfCk1zcXXdJIt1o7s7rHdxqUZLpnCmI2OU42HgzCMTgC-Hv2ynb4ccF5mXhl0VUTrWNSiodsZk5HjtHnVL6_HWfY4IZ8A/s320/gilles-deleuze.png" width="262" /></a></div><div style="font: normal normal normal 16px/normal 'Times New Roman'; line-height: 20px; margin-bottom: 0px; margin-left: 28.4px; margin-right: 0px; margin-top: 3px; text-align: center;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: Times; font-size: small;"><br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify;"><br />
</div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><i>Axioma 1: </i>La máquina de guerra es exterior al aparato de Estado. <i>Proposición 1: </i>Esta exterioridad se ve confirmada en primer lugar por la mitología, la epopeya, el drama y los juegos. </div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Habría que considerar un ejemplo limitado, comparar la máquina de guerra y el aparato de Estado según la teoría de los juegos. Veamos, por ejemplo, el ajedrez y el go, desde el punto de vista de las piezas, de las relaciones entre las piezas y del espacio concernido. El ajedrez es un juego de Estado o de corte, el emperador de China lo practicaba. Las piezas de ajedrez están codificadas, tienen una naturaleza interna o propiedades intrínsecas, de las que derivan sus movimientos, sus posiciones, sus enfrentamientos. Están cualificadas, el caballo siempre es un caballo, el alfil un alfil, el peón un peón. Cada una es como un sujeto de enunciado, dotado de un poder relativo; y esos poderes relativos se combinan en un sujeto de enunciación, el propio jugador de ajedrez o la forma de interioridad del juego. Los peones del go, por el contrario, son bolas, fichas, simples unidades aritméticas, cuya única función es anónima, colectiva o de tercera persona: “Él” avanza, puede ser un hombre, una mujer, una pulga o un elefante. Los peones del go son los elementos de un agenciamiento maquínico no subjetivado, sin propiedades intrínsecas, sino únicamente de situación. También las relaciones son muy diferentes en los dos casos. En su medio de interioridad, las piezas de ajedrez mantienen relaciones biunívocas entre sí y con las del adversario: sus funciones son estructurales. Un peón de go, por el contrario, sólo tiene un medio de exterioridad o relaciones extrínsecas con nebulosas, constelaciones, según las cuales desempeña funciones de inserción o de situación, como bordear, rodear, romper. Un solo peón de go puede aniquilar sincrónicamente toda una constelación, mientras que una pieza de ajedrez no puede hacerlo (o sólo puede hacerlo diacrónicamente). El ajedrez es claramente una guerra, pero una guerra institucionalizada, regulada, codificada, con un frente, una retaguardia, batallas. Lo propio del go, por el contrario, es una guerra sin línea de combate, sin enfrentamiento y retaguardia, en último extremo, sin batalla: pura estrategia, mientras que el ajedrez es una semiología. Por último, no se trata del mismo espacio: en el caso del ajedrez, se trata de distribuir un espacio cerrado, así pues, de ir de un punto a otro, de ocupar un máximo de casillas con un mínimo de piezas. En el go, se trata de distribuirse en un espacio abierto, de ocupar el espacio, de conservar la posibilidad de surgir en cualquier punto: el movimiento ya no va de un punto a otro, sino que deviene perpetuo, sin meta ni destino, sin salida ni llegada. Espacio “liso” del go frente a espacio “estriado” del ajedrez. <i>Nomos </i>del go frente a Estado del ajedrez, <i>nomos </i>frente <i>a polis. </i>Pues el ajedrez codifica y decodifica el espacio, mientras que el go procede de otra forma, lo territorializa y lo desterritorializa (convertir el exterior en un territorio en el espacio, consolidar ese territorio mediante la construcción de un segundo territorio adyacente, desterritorializar al enemigo mediante ruptura interna de su territorio, desterritorializarse uno mismo renunciando, yendo a otra parte...). Otra justicia, otro movimiento, otro espacio-tiempo. (...) </div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><i>Problema I: </i>¿Existe algún medio de conjurar la formación de un aparato de Estado (o de sus equivalentes en un grupo)? </div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><i>Proposición II: </i>La exterioridad de la máquina de guerra es igualmente confirmada por la etnología (homenaje a la memoria de Pierre Clastres). </div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Las sociedades primitivas segmentarias han sido definidas a menudo como sociedades sin Estado, es decir, aquellas en las que no aparecen órganos de poder diferenciados. De ahí se deducía que esas sociedades no habían alcanzado el grado de desarrollo económico, o el nivel de diferenciación política, que harían a la vez posible e inevitable la formación de un aparato de Estado: por eso los primitivos “no entienden” un aparato tan complejo. El principal interés de las tesis de Clastres es el de romper con ese postulado evolucionista. Clastres no sólo duda de que el Estado sea el producto de un desarrollo económico atribuible, sino que se pregunta si las sociedades primitivas no tienen la preocupación potencial de conjurar y prevenir ese monstruo que supuestamente no entienden. Conjurar la formación de un aparato de Estado, hacer imposible esa formación, ése sería el objeto de un cierto número de mecanismos sociales primitivos, incluso si no se tiene una conciencia clara de ellos. Sin duda las sociedades primitivas tienen jefes. Pero el Estado no se define por la existencia de jefes, se define por la perpetuación o conservación de órganos de poder. El Estado se preocupa de conservar. Se necesitan, pues, instituciones especiales para que un jefe pueda devenir hombre de Estado, pero también se necesitan mecanismos colectivos difusos para impedirlo. Los mecanismos conjuratorios o preventivos forman parte de la jefatura e impiden que cristalice en un aparato diferente del propio cuerpo social. Clastres describe esa situación del jefe cuya única arma instituida es su prestigio, cuyo único medio es la persuasión, cuya única regla es el presentimiento de los deseos del grupo: el jefe se parece más a un líder o a una estrella de cine que a un hombre de poder, y siempre corre el riesgo de ser repudiado, abandonado por los suyos. Es más, Clastres considera que en las sociedades primitivas <i>la guerra </i>es el mecanismo más seguro para impedir la formación del Estado: la guerra mantiene la dispersión y la segmentariedad de los grupos, y el guerrero está atrapado en un proceso de acumulación de sus hazañas que lo conduce a una soledad y a una muerte prestigiosas, pero sin poder (1). Clastres puede, pues, invocar un Derecho natural, pero invirtiendo la proposición principal: así como Hobbes vio claramente que <i>el Estado existía contra la guerra, la guerra existe contra el Estado </i>y lo hace imposible. De esto no debe deducirse que la guerra sea un estado natural, sino, al contrario, que es el modo de un estado social que conjura e impide la formación del Estado. La guerra primitiva no produce el Estado, ni tampoco deriva de él. Y así como no se explica por el Estado, tampoco se explica por el intercambio: lejos de derivar del intercambio, incluso para sancionar su fracaso, la guerra es lo que limita los intercambios, los mantiene en el marco de las “alianzas”, lo que les impide devenir un factor de Estado, hacer que los grupos se fusionen. </div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El principal interés de esta tesis es el de llamar la atención sobre los mecanismos colectivos de inhibición. Estos mecanismos pueden ser sutiles y funcionar como micromecanismos. Se ve con claridad en determinados fenómenos de bandas o de manadas. Por ejemplo, a propósito de las bandas de niños de Bogotá, Jacques Meunier cita tres maneras de impedir que el líder adquiera un poder estable: los miembros de la banda se reúnen y realizan los robos juntos, con botín colectivo, pero luego se dispersan, no permanecen juntos ni para comer ni para dormir; por otro lado y sobre todo, cada miembro de la banda está unido a uno, dos o tres miembros de la misma banda, por eso, en caso de desacuerdo con el jefe, no se irá solo, siempre arrastrará consigo a sus aliados, cuya marcha conjugada amenaza con desarticular toda la banda; por último, hay un límite de edad difuso que hace que, hacia los quince años, forzosamente haya que dejar la banda, separarse de ella<span style="vertical-align: 3.5px;"><sup> </sup></span>(2). Para entender estos mecanismos hay que renunciar a la visión evolucionista que convierte la banda o la manada en una forma social rudimentaria y peor organizada. Incluso en las bandas animales, la <i>chefferie </i>es un mecanismo complejo que no promueve al más fuerte, sino que más bien inhibe la instauración de poderes estables en beneficio de un tejido de relaciones inmanentes<span style="vertical-align: 3.5px;"><sup> </sup></span>(3). También se podría oponer entre los hombres más cultivados la forma de “mundanidad” a la de “sociabilidad”: los grupos mundanos no difieren mucho de las bandas y proceden por difusión de prestigio más bien que por referencia a centros de poder como sucede en los grupos sociales (Proust ha mostrado perfectamente esta falta de correspondencia entre los valores mundanos y los valores sociales). Eugene Sue, mundano y dandy, al que los legitimistas reprochaban que frecuentara a la familia de Orleáns, decía: “No me codeo con la familia, me codeo con la manada”. Las manadas, las bandas, son grupos de tipo rizoma, por oposición al tipo arborescente que se con-centra en órganos de poder. Por eso las bandas en general, incluso las de bandidaje o las de mundanidad, son metamorfosis de una máquina de guerra, que difiere formalmente de cualquier aparato de Estado, o algo equivalente que, por el contrario, estructura las sociedades centralizadas. Por supuesto, no se dirá que la disciplina es lo propio de la máquina de guerra: la disciplina deviene la característica exigida por los ejércitos cuando el Estado se apodera de ellos; la máquina de guerra responde a otras reglas, que nosotros no decimos que sean mejores, pero que animan una indisciplina fundamental del guerrero, una puesta en tela de juicio de la jerarquía, un perpetuo chantaje al abandono y a la traición, un sentido del honor muy susceptible, y que impide, una vez más, la formación del Estado. </div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">No obstante, ¿por qué esta tesis no nos resulta del todo convincente? Estamos de acuerdo con Clastres cuando muestra que el Estado no se explica por un desarrollo de las fuerzas productivas ni por una diferenciación de las fuerzas políticas. Al contrario, el Estado hace posible la realización de las grandes obras, la constitución de los excedentes y la organización de las funciones públicas correspondientes. Hace posible la distinción entre gobernantes y gobernados. Ahora bien, no vemos cómo se puede explicar el Estado por lo que le supone, incluso si se recurre a la dialéctica. Parece evidente que el Estado surge de pronto, bajo una forma imperial, y no remite a factores progresivos. Su aparición <i>in situ </i>es como un acto genial, el nacimiento de Atenea. También estamos de acuerdo con Clastres cuando muestra que una máquina de guerra está dirigida contra el Estado, bien contra Estados potenciales cuya formación conjura de antemano, o bien, sobre todo, contra los Estados actuales cuya destrucción se propone. En efecto, la máquina de guerra se efectúa sin duda mucho más en los agenciamientos “bárbaros” de los nómadas guerreros que en los agenciamientos “salvajes” de las sociedades primitivas. En cualquier caso, está excluido que la guerra produzca un Estado, o que el Estado sea el resultado de una guerra como consecuencia de la cual los vencedores impondrían una nueva ley a los vencidos, puesto que la organización de la máquina de guerra está dirigida contra la forma-Estado, actual o virtual. El Estado no se explica mejor por el resultado de una guerra que por la progresión de fuerzas económicas o políticas. De ahí que Clastres establezca el corte: entre sociedades contra-Estado, llamadas primitivas, y sociedades-con-Estado, llamadas monstruosas, en las que es imposible saber cómo han podido formarse. Clastres está fascinado por el problema de una “servidumbre voluntaria”, a la manera de La Boétie: ¿cómo han podido querer o desear los hombres una servidumbre que en ellos no era el resultado de una guerra involuntaria y desafortunada? Disponían, sin embargo, de mecanismos contra-Estado; en ese caso, ¿por qué y cómo el Estado? ¿Por qué ha triunfado el Estado? Pierre Clastres, a fuerza de profundizar en este problema, parecía privarse de los medios para resolverlo<span style="vertical-align: 3.5px;"><sup> </sup></span>(4). Tendía a convertir las sociedades primitivas en una hipóstasis, una entidad autosuficiente (insistía mucho en este punto). Convertía la exterioridad formal en independencia real. De esa forma continuaba siendo evolucionista y presuponía un estado natural. Ahora bien, según él, ese estado natural era una realidad plenamente social y no un puro concepto, y esa evolución era de mutación brusca, y no de desarrollo. Pues, por un lado, el Estado surgía de pronto, ya formado; por otro, las sociedades contra-Estado disponían de mecanismos muy precisos para conjurarlo, para impedir que surja. Creemos que ambas proposiciones son buenas, pero que su encadenamiento falla. Hay un viejo esquema: “de los clanes a los imperios” o “de las bandas a los reinos”... Pero nada nos asegura que haya una evolución en ese sentido, puesto que las bandas y los clanes están tan organizados como los reinos-imperios. Pues bien, no se podrá romper con esta hipótesis evolutiva estableciendo el corte entre los dos términos, es decir, dando una autosuficiencia a las bandas y un surgimiento tanto más milagroso o monstruoso al Estado. </div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Hay que decir que el Estado siempre ha existido, y muy perfecto, muy formado. Cuantos más descubrimientos realizan los arqueólogos, más imperios descubren. La hipótesis del <i>Urstaat </i>parece verificada, “el Estado como tal se remonta ya a los tiempos más remotos de la humanidad”. Casi no podemos imaginarnos sociedades primitivas que no hayan estado en contacto con Estados imperiales, en la periferia o en zonas mal controladas. Ahora bien, lo fundamental es la hipótesis inversa: que el Estado siempre ha estado en relación con un afuera y no se puede concebir independientemente de esta relación. La ley del Estado no es la del Todo o Nada (sociedades con Estado o sociedades contra Estado), sino la de lo interior y lo exterior. El Estado es la soberanía. Pero la soberanía sólo reina sobre aquello que es capaz de interiorizar, de apropiarse localmente. No sólo no hay un Estado universal, sino que el afuera de los Estados no se deja reducir a la “política exterior”, es decir, a un conjunto de relaciones entre Estados. El afuera aparece simultáneamente en dos direcciones: grandes máquinas mundiales, ramificadas por todo el ecumene en un momento dado y que gozan de una amplia autonomía con relación a los Estados (por ejemplo, organizaciones comerciales del tipo “grandes compañías”, o bien complejos industriales, o incluso formaciones religiosas como el cristianismo, el islamismo, ciertos movimientos de profetismo o de mesianismo, etc.); pero también mecanismos locales de bandas, márgenes, minorías, que continúan afirmando los derechos de sociedades segmentarias contra los órganos de poder de Estado. El mundo moderno nos ofrece hoy en día imágenes particularmente desarrolladas de estas dos direcciones, hacia máquinas mundiales ecuménicas, pero también hacia un neoprimitivismo, una nueva sociedad tribal tal como la describe Mac Luhan. Esas direcciones no dejan de estar presentes en todo el campo social, y desde siempre. Incluso puede suceder que se confundan parcialmente; por ejemplo, una organización comercial también es una banda de pillaje o de piratería, en una parte de su trayectoria y en muchas de sus actividades; o bien una formación religiosa comienza actuando por bandas. Lo que es evidente es que tanto las bandas como las organizaciones mundiales implican una forma irreductible al Estado y que esa forma de exterioridad se presenta necesariamente como la de una máquina de guerra, polimorfa y difusa. Es un <i>nomos, </i>muy diferente de la “ley”. La forma-Estado, como forma de interioridad, tiene tendencia a reproducirse, idéntica a sí misma a través de sus variaciones, fácilmente reconocible en los límites de sus polos, buscando siempre el reconocimiento público (el Estado nunca se oculta). Pero la forma de exterioridad de la máquina de guerra hace que ésta sólo exista en sus propias metamorfosis; existe tanto en una innovación industrial como en una invención tecnológica, en un circuito comercial, en una creación religiosa, en todos esos flujos y corrientes que sólo secundariamente se dejan apropiar por los Estados. La exterioridad y la interioridad, las máquinas de guerra metamórficas y los aparatos de identidad de Estado, las bandas y los reinos, las megamáquinas y los imperios, no deben entenderse en términos de independencia, sino en términos de coexistencia y competencia, <i>en un campo en constante interacción. </i>Un mismo campo circunscribe su interioridad en Estados, pero describe su exterioridad en lo que escapa a los Estados o se erige contra ellos. </div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><i>Proposición III: </i>La exterioridad de la máquina de guerra también es confirmada por la epistemología, que deja presentir la existencia y la perpetuación de una “ciencia menor” o “nómada”. </div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Existe un tipo de ciencia, o un tratamiento de la ciencia, difícilmente clasificable, y cuya historia tampoco es fácil de seguir. No son “técnicas”, según la acepción habitual. Tampoco son “ciencias”, en el sentido real o legal establecido por la historia. Según un reciente libro de Michel Serres, se puede rastrear su huella en la física atómica, de Demócrito a Lucrecio, y a la vez en la geometría de Arquímedes (5). Las características de una ciencia excéntrica de este tipo serían las siguientes: 1) Su modelo sería sobre todo hidráulico, en lugar de ser una teoría de los sólidos que considera los fluidos como un caso particular; en efecto, el atomismo antiguo es inseparable de los flujos, el flujo es la propia realidad o la consistencia. 2) Es un modelo de devenir y de heterogeneidad, que se opone al modelo estable, eterno, idéntico, constante. Es toda una “paradoja” convertir el devenir en un modelo y ya no en el carácter secundario de una copia; Platón, en el <i>Timeo, </i>evocaba esta posibilidad, pero para excluirla y conjurarla, en nombre de la ciencia real. Pues bien, en el atomismo, por el contrario, la famosa declinación del átomo proporciona ese modelo de heterogeneidad, de paso o de devenir a lo heterogéneo. El <i>clinamen, </i>como ángulo mínimo, sólo tiene sentido entre una recta y una curva, la curva y su tangente, y constituye la curvatura principal del movimiento del átomo. El clinamen es el ángulo mínimo por el que el átomo se separa de la recta. Es un paso al límite, una hipótesis exhaustiva, un modelo “exhaustivo” paradójico. E igual sucede en la geometría de Arquímedes, en la que la recta definida como “el camino más corto entre dos puntos” sólo es un medio para definir la longitud de una curva, en un cálculo prediferencial. 3) Ya no se va de la recta a sus paralelas, en un flujo lamelar o laminar, sino de la declinación curvilínea a la formación de las espirales y torbellinos en un plano inclinado: la mayor inclinación para el ángulo más pequeño. De la <i>turba </i>al <i>turbo: </i>es decir, de las bandas o manadas de átomos a las grandes organizaciones turbulentas. El modelo es turbulento, en un espacio abierto en el que se distribuyen las cosas-flujo, en lugar de distribuir un espacio cerrado para cosas lineales y sólidas. Esa es la diferencia entre un espacio <i>liso </i>(vectorial, proyectivo o topológico) y un espacio <i>estriado </i>(métrico): en un caso “se ocupa el espacio sin medirlo”, en el otro “se mide para ocuparlo” (6) 4) Por último, el modelo es problemático y ya no teoremático: las figuras sólo son consideradas en función de los <i>afectos </i>que se producen en ellas, secciones, ablaciones, adjunciones, proyecciones. No se va de un género a sus especies, por diferencias específicas, ni de una esencia estable a las propiedades que derivan de ella, por deducción, sino de un problema a los accidentes que lo condicionan y lo resuelven. Hay todo tipo de deformaciones, de transmutaciones, de pasos al límite, de operaciones en las que cada figura designa mucho más un “acontecimiento” que una esencia: el cuadrado ya no existe independientemente de una cuadratura, el cubo de una cubicación, la recta de una rectificación. Mientras que el teorema es del orden de las razones, el problema es afectivo e inseparable de las metamorfosis, generaciones y creaciones en la propia ciencia. Contrariamente a lo que dice Gabriel Marcel, el problema no es un “obstáculo”, es la superación del obstáculo, una proyección, es decir, una máquina de guerra. Ése es el movimiento que la ciencia real trata de limitar, cuando reduce al máximo la parte del “elemento-problema” y la subordina al “elemento-teorema”<span style="vertical-align: 3.5px;"><sup> </sup></span>(7) </div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Esta ciencia arquimediana, o esta concepción de la ciencia, está esencialmente unida a la máquina de guerra: <i>los problemata </i>son la propia máquina de guerra y son inseparables de los planos inclinados, de los pasos al límite, de los torbellinos y proyecciones. Diríase que la máquina de guerra se proyecta en un saber abstracto, formalmente diferente del que refuerza al aparato de Estado. Diríase que toda una ciencia nómada se desarrolla excéntricamente y que es muy diferente de las ciencias reales o imperiales. Es más, esa ciencia nómada no cesa de ser “bloqueada”, inhibida o prohibida por las exigencias y las condiciones de la ciencia de Estado. Arquímedes, vencido por el Estado romano, deviene un símbolo. (8). Pues las dos ciencias difieren por el modo de formalización y la ciencia de Estado no cesa de imponer su forma de soberanía a las invenciones de la ciencia nómada; sólo retiene de la ciencia nómada aquello de lo que se puede apropiar y, con el resto, crea un conjunto de recetas estrechamente limitadas, sin estatuto verdaderamente científico, o simplemente lo reprime y lo prohíbe. Es como si el “científico” de la ciencia nómada estuviera atrapado entre dos fuegos, el de la máquina de guerra que lo alimenta y lo inspira, el del Estado que le impone un orden de razones. El personaje del ingeniero (y especialmente el del ingeniero militar), con toda su ambivalencia, ilustra bien esta situación. Por eso quizá lo más importante sean los fenómenos fronterizos en los que la ciencia nómada ejerce una presión sobre la ciencia de Estado y en los que inversamente la ciencia de Estado se apropia y transforma los presupuestos de la ciencia nómada. Esto es válido para el arte de los campos y de la “castrametación”, que desde siempre moviliza las proyecciones y planos inclinados: el Estado no se apropia de esta dimensión de la máquina de guerra sin someterla a reglas civiles y métricas que van a limitar estrechamente, controlar, localizar la ciencia nómada, y a impedirle desarrollar sus consecuencias a través del campo social (a este respecto, Vauban es como la continuación de Arquímedes y sufre una derrota similar). Esto es válido para la geometría descriptiva y proyectiva, que la ciencia real quiere convertir en una simple dependencia práctica de la geometría analítica, llamada superior (de ahí la situación ambigua de Monge o de Poncelet en tanto que “científicos” (9). También es válido para el cálculo diferencial: durante mucho tiempo éste sólo ha tenido un estatuto paracientífico, se le trata de “hipótesis gótica”, la ciencia real sólo le reconoce un valor de convención cómoda o de ficción bien fundada; los grandes matemáticos de Estado se esfuerzan en darle un estatuto más firme, pero a condición precisamente de eliminar de él todas las nociones dinámicas y nómadas como las de devenir, heterogeneidad, infinitesimal, paso al límite, variación continua, etc., e imponerle reglas civiles, estáticas y ordinales (Carnot mantiene una posición ambigua a este respecto). Por último, es válido para el modelo hidráulico: pues, evidentemente, el propio Estado necesita una ciencia hidráulica (no hace falta volver sobre las tesis de Wittfogel relativas a la importancia de las grandes obras hidráulicas en un imperio). Pero lo es de una forma muy diferente, puesto que el Estado tiene necesidad de subordinar la fuerza hidráulica a conductos, canales, diques que impiden la turbulencia, que obligan al movimiento a ir de un punto a otro, al espacio a ser estriado y medido, al fluido a depender del sólido y al flujo a proceder por series laminares paralelas. En cambio, el modelo hidráulico de la ciencia nómada y de la máquina de guerra consiste en expandirse por turbulencia en un espacio liso, en producir un movimiento que ocupa el espacio y afecta simultáneamente todos los puntos, en lugar de estar ocupado por él como en el movimiento local que va de tal punto a tal otro<span style="vertical-align: 3.5px;"><sup> </sup></span>(10) Demócrito, Menecmo, Arquímedes, Vauban, Desargues, Bernouilli, Monge, Carnot, Poncelet, Perronet, etc.: para cada uno de estos casos hace falta una monografía que explique la situación especial de estos científicos que la ciencia de Estado no utiliza sin limitarlos, disciplinarlos, reprimir sus concepciones sociales o políticas. </div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El mar como espacio liso es un problema específico de la máquina de guerra. En el mar, como muestra Virilio, se plantea el problema del <i>fleet in being, </i>es decir, la tarea de ocupar un espacio abierto, con un movimiento turbulento cuyo efecto puede surgir en cualquier punto. A este respecto, los recientes estudios sobre el ritmo, sobre el origen de esta noción, no nos parecen completamente convincentes. Pues se nos dice que el ritmo no tiene nada que ver con el movimiento de los flujos, sino que designa la “forma” en general y más especialmente la forma de un movimiento “mesurado, cadencioso” (11). Sin embargo, ritmo y medida no se confunden jamás. Y si el atomista Demócrito es precisamente uno de los autores que emplean ritmo en el sentido de forma, no hay que olvidar que es en condiciones muy precisas de fluctuación y que las formas de átomos constituyen en primer lugar grandes conjuntos no métricos, espacios lisos tales como el aire, el mar o incluso la tierra <i>(magnae res). </i>Hay un ritmo mesurado, cadencioso, que remite a la circulación del río entre sus márgenes o a la forma de un espacio estriado; pero también hay un ritmo sin medida, que remite a la fluxión de un flujo, es decir, a la forma en la que un fluido ocupa un espacio liso... </div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La ciencia nómada no tiene la misma relación con el trabajo que la ciencia real. No es que en ella la división del trabajo sea menor, sino que es diferente. Son bien conocidos los problemas que siempre han tenido los Estados con los <i>“compagnonnages”, </i>los cuerpos nómadas o itinerantes del tipo albañiles, carpinteros, herreros, etc. Fijar, sedentarizar la fuerza de trabajo, regular el movimiento del flujo de trabajo, asignarle canales y conductos, crear corporaciones en el sentido de organismos y, para lo demás, recurrir a una mano de obra forzosa, reclutada <i>in situ </i>(corvea) o entre los indigentes (talleres de caridad), ésa fue siempre una de las tareas fundamentales del Estado, con la que se proponía a la vez acabar con un <i>vagabundeo de banda y un nomadismo de cuerpo. </i>Si volvemos al ejemplo gótico es para recordar lo mucho que viajaban los <i>compagnons, </i>construyendo catedrales aquí y allá, diseminando las obras, disponiendo de una potencia activa y pasiva (movilidad y huelga) que evidentemente no convenía a los Estados. La respuesta del Estado es dirigir las obras, introducir en todas las divisiones del trabajo la distinción suprema de lo intelectual y lo manual, de lo teórico y lo práctico, copiada de la diferencia “gobernantes-gobernados”. Tanto en las ciencias nómadas como en las ciencias reales encontraremos la existencia de un “plan”, pero que en modo alguno es el mismo. Al plano sobre el suelo del <i>compagnon </i>gótico se opone el plano métrico sobre papel del arquitecto exterior a la obra. Al plan de consistencia o de composición se opone otro plan, que es de organización y de formación. A la talla por corte a escuadra de las piedras se opone la talla por paneles, que implica la construcción de un modelo reproducible. No sólo se dirá que ya no se necesita un trabajo calificado: se necesita un trabajo no cualificado, una descalificación del trabajo. El Estado no confiere un poder a los intelectuales o creadores de conceptos, sino que, por el contrario, los convierte en un organismo estrechamente dependiente, cuya autonomía sólo es ilusoria, pero que, sin embargo, es suficiente para anular toda capacidad en aquellos a los que ya sólo hacen reproducir o ejecutar. Lo que no impide que el Estado tenga aún dificultades con ese cuerpo de intelectuales que él mismo ha engendrado, pero que reivindica nuevas pretensiones nomádicas y políticas. En cualquier caso, si el Estado se ve constantemente obligado a reprimir las ciencias menores y nómadas, si se opone a las esencias difusas, a la geometría operatoria del trazo, no es en virtud de un contenido inexacto o imperfecto de esas ciencias ni de su carácter mágico o iniciático, sino porque implican una división del trabajo que se opone a la de las normas de Estado. La diferencia no es extrínseca: la forma en que una ciencia, o una concepción de la ciencia, participa en la organización del campo social, y en particular induce una división del trabajo, forma parte de esa misma ciencia. La ciencia real es inseparable de un modelo “hilomórfico”, que implica a la vez una forma organizadora para la materia y una materia preparada para la forma; a menudo se ha mostrado cómo este esquema derivaba no tanto de la técnica o de la vida como de una sociedad dividida en gobernantes-gobernados, luego en intelectuales-manuales. Lo que lo caracteriza es que toda la materia se sitúa del lado del contenido, mientras que toda la forma se sitúa en la expresión. Diríase que la ciencia nómada es más sensible de forma inmediata a la conexión del contenido y de la expresión por sí mismos, teniendo cada uno de estos dos términos forma y materia. Por eso para la ciencia nómada la materia nunca es una materia preparada, así pues, homogeneizada, sino que es esencialmente portadora de singularidades (que constituyen una forma de contenido). Y la expresión tampoco es formal, sino inseparable de rasgos pertinentes (que constituyen una materia de expresión). Es, pues, un esquema completamente distinto, como ya veremos. Podemos hacernos ya una idea de esta situación si pensamos en la característica más general del arte nómada, en el que la conexión dinámica del soporte y del ornamento sustituye la dialéctica materia-forma. Así, desde el punto de vista de esta ciencia que se presenta como arte y también como técnica, la división del trabajo existe plenamente, pero no adopta la dualidad forma-materia (incluso con correspondencias biunívocas). Más bien sigue las conexiones entre singularidades de materia y rasgos de expresión y se establece al nivel de esas conexiones, naturales o forzosas (12) Es una organización distinta del trabajo, y del campo social a través del trabajo... </div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Habría que oponer dos tipos de ciencias o de actitudes científicas: una que consiste en “reproducir”, otra que consiste en “seguir”. Una sería de reproducción, de iteración y reiteración; otra sería de itineración, el conjunto de las ciencias itinerantes, ambulantes. La itineración se reduce con demasiada facilidad a una condición de la técnica, o de la aplicación y de la verificación de la ciencia. Pero no es así: <i>seguir no es lo mismo que reproducir, </i>nunca se sigue para reproducir. El ideal de reproducción, deducción o inducción forma parte de la ciencia real, en todas las épocas, en todos los lugares, y trata las diferencias de tiempo y de lugar como otras tantas variables de las que la ley extrae precisamente la forma constante: basta con un espacio gravífico y estriado para que se produzcan los mismos fenómenos, si se dan las mismas condiciones o si se establece la misma relación constante entre las condiciones diversas y los fenómenos variables. Reproducir implica la permanencia de un punto de vista fijo, exterior a lo reproducido: ver circular estando en la orilla. Pero seguir es algo totalmente distinto del ideal de reproducción. No mejor, sino otra cosa. Uno está obligado a seguir cuando está a la búsqueda de las “singularidades” de una materia, o más bien de un material, y no tratando de descubrir una forma; cuando escapa a la fuerza gravífica para entrar en un campo de celeridad; cuando deja de contemplar la circulación de un flujo laminar con una dirección determinada y es arrastrado por un flujo turbulento; cuando se aventura en la variación continua de las variables, en lugar de extraer de ellas constantes, etc. Y el sentido de la tierra no es el mismo: según el modelo legal, uno no cesa de reterritorializarse en un punto de vista, en un campo, según un conjunto de relaciones constantes; pero, según el modelo ambulante, el proceso de desterritorialización constituye y amplía el propio territorio. “Vete a tu primera planta y observa atentamente cómo circula el agua de lluvia a partir de ese punto. La lluvia ha debido transportar los granos lejos. Sigue los surcos que ha trazado el agua, así conocerás la dirección de circulación. Busca entonces la planta que en esa dirección está más alejada de la tuya. Todas las que crecen entre esas dos te pertenecen. Más tarde..., podrás ampliar tu territorio...” (13) <i>Hay ciencias ambulantes, itinerantes, que consisten en seguir un flujo en un campo de vectores en el que las singularidades se distribuyen como otros tantos “accidentes” </i>(problemas). Por ejemplo: ¿Por qué la metalurgia primitiva es necesariamente una ciencia ambulante, que proporciona a los herreros un estatuto casi nómada? Se puede objetar que, en esos ejemplos, se trata a pesar de todo de ir de un punto a otro (incluso si son puntos singulares), por mediación de canales, y que el flujo continúa siendo divisible en franjas. Pero esto sólo es cierto en la medida en que las actitudes y los procesos ambulantes están necesariamente relacionados con un espacio estriado, siempre formalizados por la ciencia real que los priva de su modelo, los somete al suyo, y sólo les permite subsistir a título de “técnica” o “ciencia aplicada”. Por regla general, un espacio liso, un campo de vectores, una multiplicidad no métrica siempre serán traducibles, y necesariamente traducidos, en un <i>“compars”</i>: operación fundamental gracias a la cual se instala y reposa en cada punto del espacio liso un espacio euclidiano tangente, dotado de un número suficiente de dimensiones, y gracias a la cual se reintroduce el paralelismo de dos vectores, al considerar la multiplicidad como inmersa en ese espacio homogéneo y estriado de reproducción, en lugar de continuar siguiéndola en una “exploración progresiva”. (14) Es el triunfo del <i>logos </i>o de la ley sobre el <i>nomos. </i>Ahora bien, la complejidad de la operación confirma precisamente las resistencias que debe vencer. Cada vez que se refiere la actitud y el proceso ambulante a su propio modelo, los puntos vuelven a adquirir su posición de singularidades que excluye cualquier relación biunívoca, el flujo vuelve a adquirir su aspecto curvilíneo y turbulento que excluye cualquier paralelismo de vectores, el espacio liso reconquista las propiedades de contacto que ya no le permiten ser homogéneo y estriado. Siempre hay una corriente gracias a la cual las ciencias ambulantes o itinerantes no se dejan interiorizar totalmente en las ciencias reales reproductivas. Y hay un tipo de científico ambulante que los científicos de Estado no cesan de combatir, o de integrar, o de aliarse con él, sin perjuicio de proponerle un papel menor en el sistema legal de la ciencia y de la técnica. </div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">No es que las ciencias ambulantes estén más impregnadas de actitudes irracionales, misterio, magia. Sólo cuando caen en desuso se convierten en eso. Además, las ciencias reales también se rodean de mucho sacerdocio y magia. Lo que sí se pone de manifiesto en la rivalidad entre los dos modelos es que en las ciencias ambulantes o nómadas la ciencia no está destinada a tomar un poder, ni siquiera un desarrollo autónomo. Carecen de medios para ello, pues subordinan todas sus operaciones a las condiciones sensibles de la intuición y de la construcción, <i>seguir </i>el flujo de materia, <i>trazar y conectar </i>el espacio liso. Todo se encuentra en una zona objetiva de flotamiento que se confunde con la propia realidad. Cualquiera que sea su sutileza, su rigor, el “conocimiento aproximado” sigue estando sometido a evaluaciones sensibles y sensitivas que hacen que plantee más problemas de los que puede resolver: lo problemático sigue siendo su único modelo. </div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Por el contrario, lo característico de la ciencia real, de su poder teoremático o axiomático, es sustraer todas las operaciones a las condiciones de la intuición para convertirlas en verdaderos conceptos intrínsecos o “categorías”. Por eso en esta ciencia la desterritorialización implica una reterritorialización en el aparato conceptual. Sin ese aparato categórico, apodíctico, las operaciones diferenciales se verían obligadas a seguir la evolución de un fenómeno; es más, al realizarse las experimentaciones al aire libre, las construcciones sobre el suelo, nunca se dispondría de coordenadas capaces de convertirlas en modelos estables. Algunas de estas exigencias se traducen en términos de “seguridad”: las dos catedrales de Orleáns y de Beauvais se derrumban a finales del siglo XIX, los cálculos de control son difíciles de realizar en las construcciones de la ciencia ambulante. Ahora bien, aunque la seguridad forme parte fundamental tanto de las normas teóricas de Estado como del ideal político, también se trata de otra cosa. En virtud de todas sus actitudes, las ciencias ambulantes superan rápidamente las posibilidades del cálculo: se instalan en ese “algo más” que desborda el espacio de reproducción, chocan rápidamente con dificultades insuperables desde ese punto de vista, que eventualmente resuelven gracias a una operación sobre la marcha. Las soluciones deben venir de un conjunto de actividades que las constituyen como no autónomas. Nadie mejor que la ciencia real, por el contrario, para disponer de una potencia métrica que define el aparato conceptual o la autonomía de la ciencia (incluso de la ciencia experimental). De ahí la necesidad de asociar los espacios ambulantes a un espacio de homogeneidad, sin el cual las leyes de la física dependerían de puntos particulares del espacio. Pero no se trata tanto de una traducción como de una constitución: constitución que las ciencias ambulantes no se proponían, ni tienen los medios para proponérsela. En el campo de interacción de las dos ciencias, las ciencias ambulantes se contentan con <i>inventar problemas, </i>cuya solución remitiría a todo un conjunto de actividades colectivas y no científicas, pero cuya <i>solución científica </i>depende, por el contrario, de la ciencia real y de la manera en que esta ciencia en principio ha transformado el problema incluyéndolo en su aparato teoremático y su organización del trabajo. Algo parecido a lo que ocurre con la intuición y la inteligencia según Bergson, para el que únicamente la inteligencia dispone de los medios científicos para resolver formal-mente los problemas que la intuición plantea, mientras que ésta se contentaría con confiar en las actividades cualitativas de una humanidad que <i>seguiría </i>la materia. (15) </div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><i>Problema II: </i>¿Existe un medio de sustraer el pensamiento al modelo de Estado? <i>Proposición IV: </i>La exterioridad de la máquina de guerra es confirmada finalmente por la noología. </div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">A veces se critican algunos contenidos del pensamiento por juzgarlos demasiado conformistas. Pero el problema fundamental es el de la forma. El pensamiento ya se ajustaría de por sí a un modelo que toma prestado del aparato de Estado, y que le marcaría fines y caminos, conductos, canales, órganos, todo un <i>organon. </i>Existiría, pues, una imagen del pensamiento que recubriría todo el pensamiento, que sería el objeto especial de una “noología”, y que sería algo así como la forma-Estado desarrollada en el pensamiento. Esta imagen posee dos cabezas que remiten a los dos polos de la soberanía: un <i>imperium </i>del pensar verdadero, que opera por captura mágica, confirmación o lazo, que constituye la eficacia de una fundación <i>(muthos); </i>una república de los espíritus libres, que procede por pacto o contrato, que constituye una organización legislativa y jurídica, que aporta la sanción de un fundamento <i>(logos). </i>Esas dos cabezas interfieren constantemente en la imagen clásica del pensamiento: una “república de los espíritus en la que el príncipe sería la idea de un Ser supremo”. Y si las dos cabezas interfieren, no sólo es porque hay muchos intermediarios o transiciones entre las dos, y porque una prepara la otra y ésta se vale de la primera y la conserva, sino también porque, antitéticas y complementarias, se necesitan la una a la otra. No obstante, no hay que excluir que, para pasar de la una a la otra, se necesite un acontecimiento de otra naturaleza, “entre” las dos, y que se oculta fuera de la imagen, que se produce fuera de ella (16). Pero, si nos atenemos a la imagen, vemos que cada vez que se nos habla de un <i>imperium </i>de lo verdadero y de una república de los espíritus, no es una simple metáfora. Es la condición de constitución del pensamiento como principio o forma de interioridad, como estrato. </div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Vemos perfectamente lo que el pensamiento gana con ello: una gravedad que nunca tendría de por sí, un centro que hace que todas las cosas, incluido el Estado, den la impresión de existir gracias a su propia eficacia o a su propia sanción. Pero el Estado gana otro tanto. En efecto, la forma-Estado gana algo esencial al desarrollarse así en el pensamiento: todo un consenso. Sólo el pensamiento puede inventar la ficción de un Estado universal por derecho, elevar el Estado a lo universal de derecho. Es como si el soberano deviniese único en el mundo, abarcase todo el <i>oikumene </i>y ya sólo tuviera que ver con sujetos, actuales o potenciales. Las potentes organizaciones extrínsecas, las bandas extrañas, han dejado de existir: el Estado deviene el único principio que establece la distinción entre sujetos rebeldes, que se remiten al estado natural, y sujetos dóciles, que de por sí remiten a su forma. Si para el pensamiento es interesante apoyarse en el Estado, no menos interesante es para el Estado desplegarse en el pensamiento, y recibir de él la sanción de forma única, universal. La particularidad de los Estados sólo es un hecho, e igual ocurre con su eventual perversidad o su imperfección. Pues, por derecho, el Estado moderno va a definirse como “la organización racional y razonable de una comunidad”: la única particularidad de la comunidad es interna o moral <i>(espíritu de un pueblo), </i>al mismo tiempo que su organización hace que contribuya a la armonía de un universal <i>(espíritu absoluto). </i>El Estado proporciona al pensamiento una forma de interioridad, pero el pensamiento proporciona a esta interioridad una forma de universalidad: “La finalidad de la organización mundial es la satisfacción de los individuos razonables dentro de los Estados particulares libres”. Entre el Estado y la razón se produce un curioso intercambio, que también es una proposición analítica, pues la razón realizada se confunde con el Estado de derecho, al igual que el Estado de hecho es el devenir de la razón (17). En la filosofía llamada moderna y en el Estado moderno o racional, todo gira alrededor del legislador y del sujeto. Es necesario que el Estado realice la distinción entre el legislador y el sujeto en tales condiciones formales que el pensamiento, por su parte, pueda pensar su identidad. Obedeced siempre, pues, cuanto más obedezcáis más dueños seréis, puesto que sólo obedeceréis a la razón pura, es decir, a vosotros mismos... Desde que la filosofía se ha atribuido el papel de fundamento, no ha cesado de bendecir los poderes establecidos y de calcar su doctrina de las facultades de los órganos de poder de Estado. El sentido común, la unidad de todas las facultades como centro del <i>cogito</i>, es el consenso de Estado llevado al absoluto. Ésa fue particularmente la gran operación de la “critica” kantiana, asumida y desarrollada por el hegelianismo. Kant no ha cesado de criticar los malos usos para mejor bendecir la función. No debe, pues, extrañarnos que el filósofo haya devenido profesor público o funcionario de Estado. Todo está regulado a partir del momento en que la forma-Estado inspira una imagen del pensamiento. Y a la in-versa. Evidentemente, según las variaciones de esta forma, la imagen presenta perfiles diferentes: ni siempre ha representado o designado al filósofo, ni lo representará siempre. Se puede ir de una función mágica a una función racional. Con relación al Estado imperial arcaico el poeta ha podido desempeñar el papel de creador de imagen (18). En los Estados modernos el sociólogo ha podido sustituir al filósofo (por ejemplo cuando Durkheim y sus discípulos han querido dar a la república un modelo laico del pensamiento). En la actualidad, el psicoanálisis, en un retorno a la magia, aspira al papel de <i>Cogitatio universalis </i>como pensamiento de la Ley. Existen otros rivales y pretendientes. La noología, que no se confunde con la ideología, es precisamente el estudio de las imágenes del pensamiento y de su historicidad. En cierto sentido, diríase que eso apenas tiene importancia, que la gravedad del pensamiento sólo era una broma. Pero el pensamiento sólo pide eso: que no se lo tome en serio, puesto que de esa manera puede pensar mejor por nosotros, y engendrar siempre sus nuevos funcionarios; cuanto menos en serio tomen las personas al pensamiento, más piensan conforme a lo que quiere el Estado. En efecto, ¿qué hombre de Estado no ha soñado con esa pequeña cosa imposible, ser un pensador? </div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Pues bien, la noología choca con contra-pensamientos cuyos actos son violentos, las apariciones discontinuas, la existencia móvil a lo largo de la historia. Son los actos de un “pensador privado”, por oposición al profesor público: Kierkegaard, Nietzsche o incluso Chestov... Donde quiera que habiten, aparece la estepa o el desierto. Destruyen las imágenes. Quizás el <i>Schopenhauer educador </i>de Nietzsche sea la mayor crítica que se haya hecho a la imagen del pensamiento y su relación con el Estado. No obstante, “pensador privado” no es una expresión satisfactoria, puesto que carga las tintas sobre una interioridad, cuando se trata de un <i>pensamiento del afuera. </i>(19). Poner el pensamiento en relación inmediata con el afuera, con las fuerzas del afuera, en resumen, convertir el pensamiento en una máquina de guerra, es una empresa extraña cuyos procedimientos precisos se pueden estudiar en Nietzsche (el aforismo, por ejemplo, es muy diferente de la máxima, pues una máxima, en la república de las letras, es como un acto orgánico de Estado o un juicio soberano, mientras que un aforismo siempre espera su sentido de una nueva fuerza exterior, de una última fuerza que debe conquistarlo o someterlo, utilizarlo). Pero también hay otra razón por la que “pensador privado” no es una buena expresión: pues si bien es cierto que este contra-pensamiento habla de una soledad absoluta, es una soledad extraordinariamente poblada, como el propio desierto, una soledad que ya enlaza con un pueblo futuro, que invoca y espera a ese pueblo, que sólo existe gracias a él, incluso si todavía no existe. “...Carecemos de esta última fuerza, a falta de un pueblo que nos empuje. Buscamos ese apoyo popular...” Todo pensamiento ya es una tribu, lo contrario de un Estado. Y esa forma de exterioridad para el pensamiento no es en absoluto simétrica de la forma de interioridad. Para ser más exactos, la simetría sólo podría existir entre polos o núcleos diferentes de interioridad. Pero la forma de exterioridad del pensamiento –la fuerza siempre exterior a sí misma o la última fuerza, la <i>nª</i> potencia– no es en modo alguno <i>otra imagen </i>que se opondría a la imagen que se inspira en el aparato de Estado. Al contrario, es la fuerza que destruye la imagen y sus copias, el modelo y sus reproducciones, toda posibilidad de subordinar el pensamiento a un modelo de lo Verdadero, de lo Justo o del Derecho (lo verdadero cartesiano, lo justo kantiano, el derecho hegeliano, etc.). Un “método” es el espacio estriado de la <i>cogitatio universalis y </i>traza un camino que debe seguirse de un punto a otro. Pero la forma de exterioridad sitúa al pensamiento en un espacio liso que debe ocupar sin poder medirlo y para el que no hay método posible, ni reproducción concebible, sino únicamente etapas, <i>intermezzi, </i>reactivaciones. El pensamiento es como el Vampiro, no tiene imagen, ni para crear modelo, ni para hacer copia. En el espacio liso del Zen, la flecha ya no va de un punto a otro, sino que será recogida en un punto cualquiera, para ser reenviada a otro punto cualquiera, y tiende a permutar con el tirador y el blanco. El problema de la máquina de guerra es el del relevo, incluso con pobres medios, y no el problema arquitectónico del modelo o del monumento. Un pueblo ambulante de relevadores, en lugar de una ciudad modelo. “La naturaleza envía al filósofo a la humanidad como una flecha; no apunta, pero confía en que la flecha quedará clavada en algún sitio. Actuando de esa manera, se equivoca infinidad de veces y siente amargura por ello. (...) Los artistas y los filósofos son un argumento contra la finalidad de la naturaleza en sus medios, aunque constituyen una excelente prueba para la sabiduría de sus fines. Nunca afectan más que a un pequeño número, cuando deberían afectar a todo el mundo, y la forma en la que el pequeño número es afectado no responde a la fuerza que ponen los filósofos y los artistas en lanzar su artillería...” (20) </div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Nosotros pensamos sobre todo en dos textos patéticos, en el sentido de que en ellos el pensamiento es verdaderamente un <i>pathos </i>(un <i>antilogos </i>y un <i>antimuthos). </i>El texto de Artaud, en sus cartas a Jacques Riviere, explicando que el pensamiento se ejerce a partir de un <i>desmoronamiento central, </i>que sólo puede vivir de su propia imposibilidad para crear forma, poniendo de relieve únicamente rasgos de expresión en un material, desarrollándose periféricamente, en un puro medio de exterioridad, en función de singularidades no universalizables, de circunstancias no interiorizables. Y también el texto de Kleist, “A propósito de la elaboración progresiva de pensamientos al hablar”: Kleist denuncia en él la interioridad central del concepto como medio de control, control de la palabra, de la lengua, pero también control de los afectos, de las circunstancias e incluso del azar. A él opone un pensamiento como proceso y desarrollo, un curioso diálogo antiplatónico, un antidiálogo entre el hermano y la hermana, en el que el uno habla antes de saber y el otro ya ha tomado el relevo antes de haber entendido: es el pensamiento del <i>Gemut, </i>dice Kleist, que procede como debería hacerlo un general en una máquina de guerra, o como un cuerpo que se carga de electricidad, de intensidad pura. “Mezclo sonidos inarticulados, prolongo los términos de transición, utilizo igualmente las oposiciones justo donde no serían necesarias.” Ganar tiempo, y quizá después renunciar, o esperar. Necesidad de no tener el control de la lengua, de ser un extranjero en su propia lengua, para que la palabra venga hacia uno y “crear algo incomprensible”. ¿Sería ésa la forma de exterioridad, la relación entre el hermano y la hermana, el devenir-mujer del pensador, el devenir-pensamiento de la mujer: el <i>Gemut, </i>que ya no se deja controlar, que forma una máquina de guerra? Un pensamiento que se enfrenta a fuerzas exteriores en lugar de recogerse en una forma interior, que actúa por etapas en lugar de formar una imagen, un pensamiento-acontecimiento, en lugar de un pensamiento-sujeto, un pensamiento problema en lugar de un pensamiento esencia o teorema, un pensamiento que recurre a un pueblo en lugar de tomarse por un ministerio. ¿Acaso es un azar si cada vez que un “pensador” lanza así una flecha, siempre hay un hombre de Estado, una sombra o una imagen de hombre de Estado que le aconseja y amonesta y quiere fijar una “meta”? Jacques Riviere no duda en responder a Artaud: trabaje, trabaje, todo se arreglará, llegará a encontrar un método y a expresar adecuadamente lo que con todo derecho piensa <i>(cogitatio universalis). </i>Riviere no es un jefe de Estado, pero no es el último en la <i>Noveau Revue Française</i> que se ha tomado por el príncipe secreto en una república de las letras o por la eminencia gris en un Estado de derecho. Lenz y Kleist se enfrentaban a Goethe, genio grandioso, verdadero hombre de Estado entre todos los hombres de letras. Pero lo peor no es eso: lo peor es cómo los propios textos de Kleist, de Artaud, acaban convirtiéndose en un monumento e inspiran un modelo a imitar mucho más insidioso que el otro, para todos los tartamudos artificiales y los innumerables calcos que pretenden equipararse a ellos. (...) </div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><i>PROPOSICIÓN: </i>AXIOMÁTICA Y SITUACIÓN ACTUAL </div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">3. Modelos, isomorfía. En principio, todos los Estados son isomorfos, es decir, son dominios de realización del capital en función de un solo y mismo mercado mundial exterior. Ahora bien, un primer problema sería saber si la isomorfía implica una homogeneidad o incluso una homogeneización de los Estados. Así ocurre, como se ve en la Europa actual, en lo relativo a la justicia y a la policía, al código de circulación, a la circulación de mercancías, a los costes de producción, etc. Pero sólo es cierto en la medida en que se tiende hacia un mercado interior único integrado. De lo contrario, el isomorfismo no implica en modo alguno homogeneidad: hay isomorfía, pero heterogeneidad, entre Estados totalitarios y socialdemócratas, siempre que el modo de producción es el mismo. Las reglas generales a este respecto son las siguientes: la consistencia, <i>el conjunto o la unidad de la axiomática </i>son definidos por el capital como “derecho” o relación de producción (para el mercado); <i>la independencia respectiva de los axiomas </i>no contradice en modo alguno este conjunto, sino que procede de las divisiones y sectores del modo de producción capitalista; <i>la isomorfía de los modelos, </i>con los dos polos de adjunción y de sustracción, equivale a la distribución en cada caso del mercado interior y del mercado exterior. </div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Ahora bien, ésta sólo es una primera bipolaridad que es válida para los Estados del centro y bajo el modo de producción capitalista. Pero el centro ha visto cómo se le imponía una segunda bipolaridad Oeste-Este, entre los Estados capitalistas y los Estados socialistas burocráticos. Pues bien, aunque esta nueva distinción pueda repetir ciertos rasgos de la precedente (al ser asimilados los Estados llamados socialistas a Estados totalitarios), el problema se plantea de otro modo. Las numerosas teorías de “convergencia”, que intentan demostrar una cierta homogeneización de los Estados del Este y del Oeste, son poco convincentes. Ni siquiera el isomorfismo conviene: hay heteromorfía real, no sólo porque el modo de producción no es capitalista, sino porque la relación de producción no es el Capital (sería más bien el Plan). No obstante, si los Estados socialistas siguen siendo modelos de realización de la axiomática capitalista es en función de la existencia de un solo y único mercado mundial exterior que sigue siendo aquí el factor decisivo, por encima incluso de las relaciones de producción de las que deriva. Incluso puede suceder que <i>el plan burocrático socialista </i>tenga como una función parasitaria con relación <i>al plan del capital, </i>que pone de manifiesto una creatividad mayor, del tipo “virus”. </div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Por último, la tercera bipolaridad fundamental es la del centro y de la periferia (Norte-Sur). En virtud de la independencia respectiva de los axiomas, se puede decir con Samir Amin que los axiomas de la periferia no son los mismos que los del centro. Y, una vez más, la diferencia y la independencia de los axiomas no comprometen en modo alguno la consistencia de la axiomática de conjunto. Al contrario, el capitalismo central tiene necesidad de esta periferia constituida por el Tercer Mundo, en la que instala una gran parte de su industria más moderna, donde no se contenta con invertir capitales, sino que le proporciona capital. Por supuesto, el problema de la dependencia de los Estados del Tercer Mundo es evidente, pero no es el más importante (es una herencia del antiguo colonialismo). Es evidente que incluso la independencia de los axiomas nunca ha garantizado la independencia de los Estados, sino que más bien asegura una división internacional del trabajo. Una vez más, el problema fundamental es el de la isomorfía en relación con la axiomática mundial. Pues bien, en gran medida, hay isomorfía entre los Estados Unidos y las tiranías más sanguinarias de América del Sur (o bien entre Francia, Inglaterra, la República Federal de Alemania y ciertos Estados africanos). Sin embargo, por más que la bipolaridad centro-periferia, Estados del centro y del Tercer Mundo, repita a su vez rasgos distintivos de las dos bipolaridades precedentes, también escapa a ellas y plantea otros problemas. Pues en una gran parte del Tercer Mundo, la relación de producción general puede ser el capital, e incluso en todo el Tercer Mundo, en el sentido de que el sector socializado puede utilizar esa relación y en ese caso continuarla por su cuenta. Pero el modo de producción no es necesariamente capitalista, no sólo en las llamadas formas arcaicas o de transición, sino en los sectores más productivos y de alta industrialización. Se trata, pues, de un tercer caso, incluido en la axiomática mundial: cuando el capital actúa como relación de producción, pero en modos de producción no capitalistas. Se hablará entonces de una polimorfía de los Estados del Tercer Mundo con relación a los Estados del centro. Y es una dimensión de la axiomática tan necesaria como las otras: incluso mucho más necesaria, puesto que la heteromorfía de los llamados Estados socialistas le ha sido impuesta al capitalismo que la digiere a duras penas, mientras que la polimorfía de los Estados del Tercer Mundo es parcialmente organizada por el centro, como axioma de sustitución de la colonización. </div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Siempre encontramos el problema literal de los modelos de realización de una axiomática mundial: <i>la isomorfía </i>de los modelos, en principio en los Estados del centro; <i>la heteromorfía </i>impuesta por el Estado socialista burocrático; la <i>polimorfía </i>organizada de los Estados del Tercer Mundo. Una vez más, sería absurdo creer que la inserción de los movimientos populares en todo ese campo de inmanencia está condenada de antemano, y suponer, o bien que hay “buenos” Estados que serían democráticos, socialdemócratas, o en el otro extremo socialistas, o bien, por el contrario, que todos los Estados son equivalentes y homogéneos. </div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="color: #2e2727; font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><i>Traducción:</i> José Vázquez Pérez </div><div style="color: #2e2727; font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 16.0px; text-align: justify;"><br />
</div><div style="color: #2e2727; font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 16.0px; text-align: justify;"><br />
</div><div style="color: #2e2727; font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><b><i>Glosario </i></b></div><div style="color: #2e2727; font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><i>Agenciamiento: </i>Concepto más amplio que el de estructura, sistema, formación, etc. Un agenciamiento reúne componentes heterogéneos, tanto de orden biológico como social, maquínico, gnoseológico, imaginario. En la teoría esquizoanalítica del inconsciente, el agenciamiento es concebido como sustituto del “complejo” freudiano. </div><div style="color: #2e2727; font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><i>Código/sobrecodifcación: </i>La noción de código se utiliza aquí en un sentido amplio: se refiere tanto a los sistemas semióticos como a los flujos sociales y a los materiales. El término “sobrecodificación” corresponde a una codificación en segundo grado. </div><div style="color: #2e2727; font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><i>Devenir: </i>Término relativo a la economía del deseo. Los flujos del deseo proceden por efectos y devenires, independientemente del hecho de que puedan o no atravesar personas, imágenes, identificaciones. De esta manera, un individuo etiquetado antropológicamente como masculino puede ser atravesado por devenires múltiples y, aparentemente, contradictorios: devenir mujer que coexiste con un devenir niño, un devenir animal, etcétera. </div><div style="color: #2e2727; font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><i>Flujo: </i>Los flujos materiales y semióticos “preceden” a los sujetos y a los objetos. El deseo, por lo tanto, no es, inicialmente, ni subjetivo ni representacional: él es una economía de flujos. </div><div style="color: #2e2727; font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><i>Territorialidad/desterritorialización/reterritorialización: </i>Se comprende el concepto de territorio en un sentido amplio, que sobrepasa el uso que suelen hacer la etnología y la etología. Los seres existentes se organizan según territorios que los delimitan y los articulan a los demás y a los flujos. El territorio puede ser referido tanto a un espacio habitado como a un sistema perceptivo/percibido, en el cual un sujeto se siente “en casa”. El territorio es sinónimo de apropiación, de subjetivación realizada sobre sí mismo. El territorio puede ser desterritorializado, esto es, abrirse, en líneas de fuga y salir de su curso. La reterritorialización consiste en una tentativa de recomposición de un territorio desgajado en un proceso desterritorializante. El capitalismo es un buen ejemplo de sistema permanente de reterritorialización: las clases dominantes están constantemente intentando “recapturar” los procesos de desterritorialización en el orden de la producción y de las relaciones sociales. </div><div style="color: #2e2727; font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 0.0px; min-height: 16.0px; text-align: justify;"><br />
</div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><i>Notas </i></div><div style="color: #2e2727; font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">1. <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Pierre Clastres, <i>La sociedad contra el Estado, </i>Ed. Monte Ávila, Caracas, 1978. <i>Archéologie de la violence y Malheur du guerrier sauvage, en Libre </i></div><div style="color: #2e2727; font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><i>1 y Libre 2, </i>Payot (trad. cast. <i>Investigaciones en antropología política, </i>Gedisa). En este último texto Clastres hace la descripción del destino del guerrero en la sociedad primitiva y analiza el mecanismo que impide la concentración de poder (igualmente, Mauss había demostrado que <i>el potlach </i>era un mecanismo que impedía la concentración de riqueza). </div><div style="color: #2e2727; font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">2. <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Jacques Meunier, <i>Les gamins de Bogotá, </i>Lattès, pág. 159 (“Chantage à la dispersion”), pág. 177. Cuando es necesario, “son los otros niños, mediante un complicado juego de vejaciones y de silencios, los que lo convencen de que debe abandonar la banda”. Meunier subraya hasta qué punto el destino del ex niño está comprometido: no sólo por razones de salud, sino porque se integra mal en el “hampa”, que para él es una sociedad demasiado jerarquizada, demasiado centralizada, demasiado centrada en órganos de poder (pág. 178). Sobre las bandas de niños, cf. también la novela de Jorge Amado, <i>Capitaines des Sables, </i>Gallimard (trad. cast. en Alianza). </div><div style="color: #2e2727; font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">3. <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Cf. I. S. Bernstein, <i>La dominance sociale chez les primates, en Recherche </i>Nº 91, julio 1978. </div><div style="color: #2e2727; font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">4. <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Clastres, <i>La société contre l’État</i>, pág. 170: “La aparición del Estado ha efectuado la gran división tipológica entre Salvajes y Civilizados, ha inscrito el imborrable corte más allá del cual todo cambia, pues el tiempo deviene Historia”. Para explicar esta aparición, Clastres invocaba en primer lugar un factor demográfico (pero “sin tratar de sustituir un determinismo económico por un determinismo geográfico...”); y también la eventual aceleración de la máquina de <i>guerra </i>(?) o bien de una manera más inesperada, el papel indirecto de un cierto <i>profetismo </i>que, dirigido fundamentalmente contra los jefes, habría producido un poder temible por otras razones. Pero, evidentemente, no podemos prejuzgar soluciones más elaboradas que Clastres habría dado a este problema. Sobre el eventual papel del profetismo, véase el libro de Hélène Clastres, <i>La terre sans mal, le prophétisme tupi-guarani, </i>Ed. du Seuil (trad. cast. en Ediciones del Sol). </div><div style="color: #2e2727; font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">5. <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Michel Serres, <i>La naissance de la physique dans le texte de Lucrèce. Fleuves et turbulences, </i>Ed. de Minuit (trad. castellana Ed. Siglo XXI). Serres es el primero que ha destacado los tres puntos que vienen a continuación; el cuarto no parece que enlace con ellos. </div><div style="color: #2e2727; font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">6. <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Pierre Boulez distingue así dos espacios-tiempos de la música: en el espacio estriado, la medida puede ser tanto irregular como regular, siempre es asignable, mientras que, en el espacio liso, el corte o la separación “podrá efectuarse donde se quiera”. Cf. <i>Penser la musique aujourd ‘hui, </i>Gonthier, págs. 95-107. </div><div style="color: #2e2727; font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">7. <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>La geometría griega está atravesada por la oposición de estos dos polos, teoremático y problemático, y por el triunfo relativo del primero: Proclo, en sus <i>Comentarios al primer libro de los elementos de Euclides, </i>analiza la diferencia entre los polos y la ilustra con la oposición Peusipo-Meneomo. Las matemáticas siempre estarán atravesadas por esta tensión: así, por ejemplo, el elemento axiomático entrará en conflicto con una corriente problemática, “intuicionista” o “constructivista”, que propugna un cálculo de los problemas muy diferente de la axiomática y de la teoremática: cf. Boulignad, <i>Le déclin des absolus mathématico-logiques, </i>Ed. d’Enseignement Supérieur. </div><div style="color: #2e2727; font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">8. <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Paul Virilio, <i>L’insécurité du territoire,</i> pág. 120: “Sabemos cómo, con Arquímedes, se terminó la era de la joven geometría como libre investigación creadora (...) La espada de un soldado romano ha cortado su hilo, dice la tradición. Al matar la creación geométrica, el Estado romano construirá el imperialismo geométrico de Occidente”. </div><div style="color: #2e2727; font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">9. <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Con Monge, y sobre todo con Poncelet, los límites de la representación sensible o incluso espacial (espacio estriado) son claramente superados, pero no tanto hacia una potencia simbólica de abstracción como hacia una imaginación transespacial o transintuición (continuidad). Véase el comentario de Brunschvicg sobre Poncelet, <i>Les étapes de la Philosophie mathématique. </i>Presses Universitaires de France. </div><div style="color: #2e2727; font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">10.Michel Serres (pág. 105 y ss.) analiza a este respecto la oposición D’Alembert-Bernouilli. Más generalmente se trata de una diferencia entre dos modelos de espacio: “La cuenca mediterránea carece de agua y el que tiene el poder es el que drena las aguas. De ahí ese mundo físico en el que el drenaje es esencial y en el que el clinamen parece la libertad, puesto que es precisamente esa turbulencia que niega la circulación forzosa. Incomprensible para la teoría científica, incomprensible para el señor de las aguas. (...) De ahí la gran figura de Arquímedes: señor de los cuerpos flotantes y de las máquinas militares”. </div><div style="color: #2e2727; font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">11. Cf. Benveniste, <i>Problèmes de linguistique générale, </i>“La noción de ritmo en su expresión lingüística”, págs. 327-375 (trad. cast. en Ed. Siglo XXI). Este texto, considerado a menudo como decisivo, nos parece ambiguo, pues invoca a Demócrito y al atomismo sin tener en cuenta el problema hidráulico y convierte el ritmo en una “especialización secundaria” de la forma. </div><div style="color: #2e2727; font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">12. Gilbert Simondon ha llevado muy lejos el análisis y la crítica del esquema hilomórfico y de sus presupuestos sociales (“la forma corresponde a lo que el hombre que manda ha pensado en sí mismo y que debe expresar de manera positiva cuando da sus órdenes: la forma es, pues, del orden de lo expresable”). A ese esquema forma-materia Simondon opone un esquema dinámico, materia provista de singularidades-fuerzas o condiciones energéticas de un sistema. El resultado es una concepción totalmente distinta de las relaciones ciencia-técnica. Cf. <i>L’individu et sa genèse physico-biologique, </i>Presses Universitaires de France, págs. 42-56. </div><div style="color: #2e2727; font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">13. Castaneda,<i> L’herbe du diable et la petite fumée, </i>pág. 160 (trad. cast. en Fondo de Cultura Económica). </div><div style="color: #2e2727; font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">14. Albert Lautman ha mostrado de forma muy clara cómo los espacios de Riemann, por ejemplo, aceptaban una conjunción euclidiana de tal manera que constantemente se pueda definir el paralelismo de dos vectores próximos; como consecuencia, en lugar de explorar una multiplicidad progresando en esa multiplicidad, se considera la multiplicidad “como inmersa en el espacio euclidiano de un número suficiente de dimensiones”. Cf. <i>Les schémas de structure, </i>Hermann, págs. 23-24, 43-47. </div><div style="color: #2e2727; font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">15. Según Bergson, las relaciones intuición-inteligencia son muy complejas, están en constante interacción. Véase igualmente el tema de Boulignad: los dos elementos matemáticos “problema” y “síntesis global” sólo desarrollan su dualidad al entrar también en un campo de interacción, en el que la síntesis global fija en cada ocasión las “categorías” sin las cuales el problema no tendría solución general. Cf. <i>Le déclin des absolus mathématicologiques, op. cit. </i></div><div style="color: #2e2727; font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">16. Marcel Detienne, <i>Les maîtres de vérité dans la Grèce archaique, </i>Maspero (trad. cast. en Ed. Taurus), ha puesto claramente de manifiesto esos dos polos del pensamientos que corresponden a los aspectos de la soberanía según Dumèzil: la palabra mágico-religiosa del déspota o del “viejo del mar”, la palabra-diálogo de la ciudad. No sólo los personajes principales del pensamiento griego (el poeta, el sabio, el físico, el filósofo, el sofista)... se sitúan con relación a esos polos; Detienne también hace intervenir entre los dos el grupo específico de los guerreros, que asegura el paso o la evolución. </div><div style="color: #2e2727; font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">17. Hay un hegelianismo de derechas que continúa vivo en la filosofía política oficial y que une el destino del pensamiento y del Estado. Kojève <i>(Tyrannie et sagesse, </i>Gallimard) y Eric Weil <i>(Hegel et l’État Philosophie politique, </i>Vrin) son sus representantes más recientes. De Hegel a Max Weber se ha desarrollado toda una reflexión sobre las relaciones del Estado moderno con la Razón, a la vez como racional-técnico y como razonable-humano. Si se objeta que esta racionalidad, ya presente en el Estado imperial arcaico, es el <i>optimum </i>de los propios gobernantes, los hegelianos responden que lo racional-razonable no puede existir sin un mínimo de participación de todos. Pero el problema más bien es saber si la propia forma de lo racional razonable no es extraída del Estado, a fin de darle necesariamente “razón”. </div><div style="color: #2e2727; font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">18. Sobre el papel del poeta antiguo como “funcionario de la soberanía” cf. Dumèzil, <i>Servius et la Fortune,</i> pág. 64 y s., y Detienne, pág. 17 y s. </div><div style="color: #2e2727; font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">19. Cf. el análisis de Foucault sobre Maurice Blanchot y una forma de exterioridad del pensamiento: “La pensée du dehors”, en <i>Critique, </i>junio 1966 (trad. cast. en Ed. Pre-Textos). </div><div style="color: #2e2727; font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">20. Nietzsche, <i>Schopenhauer éducateur</i>, 7.</div><div style="font: 14.0px Cambria; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 16.0px; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 16.0px;"><br />
</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><span style="color: #2d2c38;">Fuente: </span><a href="http://www.quijotelibros.com.ar/anarres/EL_LENGUAJE_LIBERTARIO.pdf"><i>El lenguaje libertario – Antología del pensamiento anarquista contemporáneo</i> - Christian Ferrer (comp.) </a>Terramar Ediciones, Argentina, 2005. Págs, 167, 195.</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 16.0px;"><br />
</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><br />
</div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 16.0px;"><br />
</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 16.0px;"><br />
</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 6.0px 0.0px 10.0px 28.4px; min-height: 16.0px;"><br />
</div>estafetahttp://www.blogger.com/profile/10314797590011827695noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-4391952270751641520.post-8219424425577884082012-02-03T10:43:00.000-08:002012-02-03T10:47:18.820-08:00Georg Lukacs – La Música [Cuestiones liminares de la mímesis estética]<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><b><br />
</b></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi_IiZl4ehnKq8Vto7oGSHhhUJcyg9A1LiyVSqt4Sf5uSjWY1mcg1eNtgVCgMpxmVmA6zRyULqqLIFeH6wX2VRiFIHqCBHQcTigS7Qs7ZzUyT_sIw8oOyxn_W_KxfskAjoOZM4bq2gbA3I/s1600/30708.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi_IiZl4ehnKq8Vto7oGSHhhUJcyg9A1LiyVSqt4Sf5uSjWY1mcg1eNtgVCgMpxmVmA6zRyULqqLIFeH6wX2VRiFIHqCBHQcTigS7Qs7ZzUyT_sIw8oOyxn_W_KxfskAjoOZM4bq2gbA3I/s320/30708.jpeg" width="200" /></a></div><div style="font: normal normal normal 16px/normal 'Times New Roman'; line-height: 20px; margin-bottom: 0px; margin-left: 28.4px; margin-right: 0px; margin-top: 3px; text-align: center;"><i><br />
</i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: large;">H</span>oy día se niega desde muchos puntos de vista el carácter mimético de la música. Aún más: la negación de su carácter refigurativo, tomada como cosa obvia, es a menudo uno de los argumentos capitales contra la teoría del reflejo. Como intentaremos mostrar en lo que sigue<i>, </i>la base teorética de esas argumentaciones es débil. Especialmente desde la aparición de las corrientes expresionistas en el arte, pero ya desde mucho antes por lo que hace a la filosofía, esas actitudes se basan en la duda acerca de la objetividad del mundo externo o en su negación, o en la negación de que los efectos del mundo externo sean la base de las sensaciones humanas. Y se basan principalmente en la suposición de una contraposición supuestamente irreductible entre expresión y refiguración. Al aislar estas filosofías y tendencias artísticas, las reacciones del sujeto de su concreto mundo circundante y fetichizarlas en una plena autarquía, deforman y amputan la expresión de las mismas, separándola de su base, de su auténtico contenido, reduciéndola a un solipsismo privado en el cual -pese a todas las proclamas expresionistas-, en vez de rebasar intensificadamente la realidad, se empobrece en comparación con ella, palidece y pierde intensidad. Ya en otros contextos hemos estudiado el problema general de la expresión artístico subjetiva. Bastará con repetir aquí brevemente el resultado final de anteriores desarrollos, a saber: que la anchura, la profundidad, la amplitud, etc., de toda expresión en la vida y en el arte dependen de la anchura, la profundidad y la amplitud del mundo recogido en el sujeto como material a reflejar, el cual determina la expresión de modo inmediato y mediado. El hecho de que esa interacción entre la refiguración de la realidad y la reacción afectiva a la misma no sea mecánica, no suprime la tendencia básica que se impone en ella. Es claro que una afirmación tan general no puede servir más que como introducción de principio al ámbito de problemas de la música como mímesis: en las consideraciones siguientes tenemos que mostrar de un modo concreto los problemas reales, el Qué y el Cómo de este reflejo mismo. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Hay que observar aún -y también como introducción, para complementar históricamente las determinaciones filosóficas generales-que la teoría de las artes, y especialmente la de la música, la ha concebido durante milenios, con una naturalidad que parecía excluir cualquier necesidad de argumentación, como reflejo, precisamente, de la vida interior humana. Es claro que un tal consenso no puede por sí mismo valer como prueba, pues los errores pueden a veces sobrevivir a épocas enteras. Pero se trata aquí de otra cosa, y mayor. Pues la concepción de la música como una particular especie de mímesis acentúa enérgicamente con una seguridad dialéctica nada sorprendente en los griegos, aquello que, desde el punto de vista de la mímesis, aparece con la música en el cosmos de las artes, y al mismo tiempo, e inseparablemente, lo que separa a la música de todas las demás artes, lo que constituye su peculiaridad específica. No había duda para los griegos de que toda relación humana con la realidad, la científica igual que la artística, se basa en un reflejo de la naturaleza objetiva de dicha realidad. Las divergencias internas y externas entre la música y las demás artes no pudieron nunca resquebrajar esa convicción de ellos. Por otra parte, los griegos vieron con toda claridad que el objeto miméticarnente reproducido por la música se distingue cualitativamente de los de las demás artes: es la vida interior del hombre. Th. Georgiades ha dado un acertado análisis de esa concepción de la música de aulós en la 12.& Pítica de Píndaro: "Pero esta música, la del aulós, no era la expresión misma del afecto, sino su reproducción según arte. La diosa Atenea quedó tan profundamente impresionada por los lamentos de la hermana de la Medusa, Euríala (v. 20), que no pudo evitar el deseo de fijarlos. Sintió la necesidad de dar a aquella impresión una forma fija, objetiva. Aquella impresión avasalladora, desgarradora, del sufrimiento expreso como lamento se "representó" por la música de aulós, o, por mejor decir, como aire de aulós. El lamento se transformó en arte, en capacidad, en aire de aulós, en música. Atenea ha tejido, por así decir. lo, esa música con los motivos del lamento. Píndaro distingue entre el sufrimiento y la contemplación espiritual del sufrimiento. El uno, la expresión misma del afecto, es humano, característica de la vida, vida él mismo. La otra, empero, el que el dolor reciba por obra del arte una figura objetiva, es divina, liberadora, es acción espiritual». (1) Eso puede ayudar a apreciar la madurez del pensamiento estético en la Antigüedad griega clásica. Mientras que muchos modernos autores -y a menudo nada despreciables confunden el afecto con su representación mimética, o derivan, al menos, simple y directamente ésta de aquél, para Píndaro lo principal es precisamente el salto cualitativo entre ambos. La exposición mítica se propone precisamente subrayar ese salto cualitativo: al presentar la mímesis del dolor como invención divina, mientras que el dolor mismo es cosa humana, se excluye desde el principio toda confusión, toda absorción, aunque, por otra parte, el mismo mito impide toda subjetivización y pone lo «divino» -como mímesis, como reflejo del hecho vital humano-por encima de la corriente cotidianidad humana. No carece de interés recordar que la importante idea aristotélica según la cual lo que en la vida es feo o desagradable puede producir alegría miméticamente, es un pensamiento que se encuentra ya en Píndaro. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">No es tarea nuestra el estudiar detalladamente la evolución de esas concepciones. Nos limitaremos a recordar el conocidísimo paso de la <i>Política </i>aristotélica, en el que se formula ese carácter mimético de la música, ya con su objeto específico y sin mitología, de un modo puramente filosófico, determinándose al mismo tiempo -cosa que nos ocupará más adelante-los presupuestos anímicos y las consecuencias morales de un tal reflejo: «Los ritmos y las melodías se acercan mucho como copias a la esencia verdadera de la cólera y la dulzura, así como del valor y la mesura, y de sus contrarios. junto con la naturaleza peculiar de los demás sentimientos y propiedades éticas. Así lo muestra la experiencia. Oímos tales melodías y cambia nuestro ánimo. Mas no hay mucha distancia entre la costumbre adquirida de entristecerse o alegrarse por lo semejante y el mismo comportamiento respecto de la realidad». (2) Puede afirmarse sin vacilación que la entera estética -hasta el pasado más reciente y la actualidad-ha reconocido esa naturaleza mimética de la música. Hasta un representante tan destacado del subjetivismo epistemológico y del irracionalismo filosófico como Schopenhauer funda su teoría de la música, tan fantasmagórica y metafísica por lo demás, en su carácter mimético. También él se esfuerza por distinguir entre lo específico de la mímesis musical y lo de las demás artes, pero sin poner nunca en duda la base mimética. Así escribe: «La música no es, pues, en modo alguno, como las demás artes, reproducción de las ideas, sino reproducción de la voluntad misma, cuya objetividad son también las ideas».No nos interesa aquí el carácter idealista de esta doctrina que, al igual que la de Schelling, concibe la mímesis como una refiguración de las ideas, corrigiendo sobre una base plotiniana la platónica «imitación de la imitación», con su hostilidad al arte; pues esta diferencia no es de mucho peso para el problema que ahora nos ocupa. Sólo vale la pena recordar que, en la ejecución detallada, Schopenhauer no lleva consecuentemente sus ideas hasta el final, sino que, bajo la influencia de la filosofía romántica de la naturaleza, refiere los diversos elementos de la música a diversos estadios de la evolución de la naturaleza, hasta el hombre, como reproducciones de dichas fases, con lo que la tesis aducida queda, cuando menos, aguada. Pues con ello se termina la mimesis específica de la música que tan claramente habían identificado los griegos: la mímesis de la interioridad como tal, no de una interioridad conformada simultáneamente con su ocasión desencadenadora, ni menos limitada a la conformación del mundo externo para evocar así lo interior. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">En esto precisamente se manifiestan las dificultades propias de la mímesis en la música. Para abrir un acceso adecuado al problema mismo tenemos que enfrentarnos ante todo con dos concepciones aparentemente contrapuestas que, en realidad, representan el mismo principio básico, porque vinculan la música directamente con fenómenos de la naturaleza e intentan deducirla inmediatamente de ellos. Al elegir como representante de la primera tendencia a Herder no ignoramos en absoluto -como mostrará la cita que inmediatamente haremos-que este pensador no estuvo nada lejos del carácter puramente humano de la música, sino que, por el contrario, intentó derivar ese carácter de presupuestos generales de filosofía natural, de la constitución del hombre como puro ser natural. Aquí, como en todo caso cuando se pasa por alto el papel del trabajo, sus consecuencias sociales y psicológicas (recordaré los sistemas de señalización 2 y 1'), la tendencia, justificada en sí, a superar la ruda separación metafísica entre actividad artística y existencia natural del hombre da lugar a un caos de determinaciones confusas. Herder escribe acerca de este problema en su <i>Kalligome: «Así pues, todo lo que suena en la naturaleza es música; </i>tiene sus elementos en sí, y necesita sólo una mano que los saque a la luz, un oído que los oiga, un sentimiento que los perciba. Ningún artista ha inventado nunca un sonido ni le ha dado un poder que no tuviera en la naturaleza y en su instrumento; pero sí que lo descubrió, y le obligó con dulce fuerza a salir a la luz». (3) La confusión de Herder no se manifiesta sólo en el hecho de que se designa en seguida de su inicial frase paradójica, sino también en que practica esa retirada sin la menor consciencia, sin observar que hay ya un salto entre la naturaleza y un oído capaz de oír música, un artista que la saque a la luz, un instrumento <i>utilizado </i>por ese artista. Es el salto constituido por la evolución social sobre la base del trabajo. El hecho de que también el sonido del instrumento esté determinado por leyes naturales no lo distingue aún de otros productos del trabajo: la diferencia está en la finalidad de los efectos conseguidos, y es diferencia respecto de todo simple fenómeno natural. Desde este punto de vista y por 10 que hace al conocimiento de la naturaleza específica de la música, de sus presupuestos, sus medios, etc., el <i>mito </i>pindárico está muy por encima de la posición de Herder. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Pero también es posible acercarse a la música desde otro punto de vista igualmente propio de la filosofía de la naturaleza: desde el punto de vista de la consideración de la esencia, a diferencia del aferrarse de Herder a la superficie sensible inmediata. No hay duda de que ha sido una hazaña científica gigantesca y epocal de los pitagóricos el haber descubierto en la estructura numérica de las cosas el vehículo de su cognoscibilidad científica. Sin poder aquí hacer justicia a la importancia y a las limitaciones de esa doctrina -cuya influencia en la filosofía de la música se extiende desde tiempos iniciales hoy apenas rastreables hasta Kepler y la filosofía renacentista-, hay que decir, empero, que en su aplicación directa a los fenómenos de la naturaleza, y aún más a la música, se esconden grandes peligros cuyos fundamentos de principio tenemos al menos que considerar brevemente, en su condición, naturalmente, de trampas puestas a la teoría de la música; pero en relación con esto es inevitable echar un vistazo rápido a algunas cuestiones generales sobre la relación entre la matemática y la realidad objetiva. La primera objeción importante a la concepción pitagórica del mundo y a su método científico se encuentra en la polémica de Aristóteles; la polémica está íntimamente relacionada con la recusación aristotélica de la doctrina platónica de las ideas, que en muchos puntos enlaza precisamente con el pitagorismo. Al igual que a propósito de las ideas platónicas, Aristóteles rechaza también a propósito de los números y las relaciones numéricas una existencia independiente de los fenómenos, sustantiva y causalmente determinante de la fenoménica. Y es muy interesante que Aristóteles enlace la idealidad del número con la posición en primer término de la <i>relación numérica </i>o proporción, que no concibe como idea, sino como determinación concreta de los objetos, ligada a la sustancia material: «Por ejemplo, si Calias es una proporción numérica de fuego, tierra, agua y aire, entonces la idea será también una proporción numérica de ciertos otros elementos que componen un sustrato, y el hombre en sí, sea o no un número, no será simplemente un número, sino una proporción numérica entre ciertos elementos, con lo que la idea no será un número». (4) Es claro que las relaciones numéricas tienen ya un gran papel entre los pitagóricos, en el <i>Timeo </i>de Platón, etc. Pero la importancia de esa crítica aristotélica no estriba sólo en que la relación numérica cobre en ella tal relevancia, sino también en lo siguiente: el poder metafísico de lo matemático, que levanta la sustancia de todas las cosas, el poder de lo numérico, de lo puramente cuantitativo, no consiste simplemente en ser tal, sino en que se inserte, por la relación numérica, entre las demás determinaciones importantes de los objetos; lo numérico no es, pues, garantía última de la verdad objetiva, sino que su verdad misma tiene que medirse con ayuda de los datos de la realidad objetiva. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Lo que en Aristóteles es mera alusión cobra forma concreta y lugar sistemático exactamente determinado en la doctrina hegeliana de la medida y las relaciones de medición. El gran mérito de Hegel consiste ante todo en la aclaración de las relaciones entre la cualidad y la cantidad. Ya en otros contextos hemos aludido a algunos momentos importantes de esa teoría, ante todo al carácter originariamente dado de la cualidad y a la cantidad como superación del mismo, como primera aproximación a la esencia. Pero al desplegarse plenamente la cantidad y poner de manifiesto sus determinaciones inmanentes, convertida ya en medida de la objetividad, reabsorbe en sí la cualidad antes superada, sin perder por ello su naturaleza esencial cuantitativa, sin dejar de ser expresión de la naturaleza y la modificación cuantitativas de los objetos: "La medida es, ciertamente, modo y naturaleza externos, un Más o un Menos, pero que, reflejada en sí misma, no es ya meramente indiferente y externa, sino determinación en sí; así es la <i>concreta verdad del ser... </i>la medida es la simple relación del <i>quantum </i>consigo mismo, su determinación en sí misma; así es el <i>quantum </i>cualitativo». (5) De este modo la medida, como unidad de la cantidad y la cualidad, está inseparablemente vinculada con el ser de las cosas, sus relaciones, sus legalidades, etc. "Pero todo existente tiene una dimensión para ser lo que es, y, en general, para tener existencia.» (6) De este modo se convierte la medida en una categoría de la existencia; todo rastro de aquella «idealidad», de aquel abstracto oscilar en un reino celestial por encima y más allá de las objetividades concretas, que, como acabamos de ver, Aristóteles combatía en Pitágoras y Platón, ha desaparecido de su concepto, del mismo modo que la contraposición fetichizadora de la cantidad y la cualidad que tan difundida está en el pensamiento moderno (Bergson, por ejemplo). «La medida es así», dice Hegel, «el comportamiento <i>inmanente </i>cuantitativo y recíproco de <i>dos </i>cantidades entre sí» (7) Cuanto más complicadas son las relaciones y situaciones que se reflejan intelectualmente con esas determinaciones, cuanto menos se limita la refiguración a meras situaciones existenciales estáticas, cuanto más expresa también las relaciones dinámicas legales y generales en las conexiones fenoménicas, sus movimientos, etc., tanto más resueltamente se impone la vinculación inseparable de la cantidad y la cualidad como determinaciones de la existencia, a diferencia de las ideas platónicas. Ya formas simples, como 2r o 2r<sup>2</sup>. determinan el ser-así, la cualidad específica, el Ser-para-sí de la circunferencia en relación con todas las demás curvas, y en sus ulteriores exposiciones acerca de la filosofía de la medida y de las relaciones de medición, Hegel apela con razón a los logros de Kepler y Galileo. La conocida línea nodal de las relaciones de medida, descubierta por Hegel, la mutación de la cantidad en cualidad y viceversa, es sólo la explicitación dialéctico-dinámica de aquella relación interna -fundada en la esencia de las cosas-de la cantidad y la cualidad, cuyo reflejo intelectual es la categoría lógica de la medida. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Pero con eso no se determina más que la correcta relación entre el pensamiento, como conocimiento de la realidad, y el mundo de lo «puramente» cuantitativo, mundo que ha alcanzado en la matemática su forma científica. Es claro -y en eso se funda su grande y fascinadora fuerza, aparentemente ilimitada- que la dialéctica inmanente puede expresar objetividades y relaciones objetivas con una exactitud en otro caso inalcanzable, gracias al despliegue de las determinaciones así producidas del reflejo desantropomorfizador de la realidad, gracias a que su esencia se reduce a ese sistema de relaciones cuantitativas y produce por esa reducción un «medio homogéneo» sui generis. Es incluso posible que en algunos casos esa dialéctica alcance realidades antes de que puedan hacerlo las observaciones o los experimentos. Pero eso no altera en nada el hecho básico de que el criterio veritativo de toda relación de medida matemáticamente determinada es la realidad misma, es decir, el cualitativo ser-así del fenómeno de que se trate (en el sentido hegeliano antes aludido). Pues el despliegue matemático inmanente del aspecto cuantitativo de las relaciones de medida se limita a iluminar una serie de posibilidades -serie ciertamente infinita, o que parece inagotable-; mientras que con los medios inmanentes a la matemática es imposible decidir cuál de esas posibilidades corresponde verdaderamente a la realidad objetiva. Ya el hecho de que fórmulas físico-matemáticas de importancia decisiva contengan constantes, alude claramente al sentido de esa problemática. Ciertamente, la constante es de naturaleza resueltamente cuantitativa, pero en ello se manifiesta precisamente un ser-así muy específico de la conexión real de que se trate, del particular carácter cualitativo de una particular existencia, de una relación particular, etc. Por eso dice Planck con toda razón, hablando de su propio descubrimiento en física cuántica: «Esta constante es un nuevo misterioso emisario del mundo real, que se impuso siempre en las más diversas mediciones y exigió con creciente tenacidad su lugar propio».(8) Es pues la realidad misma la que, por la vía de los métodos desantropomorfizadores de la física, elige de entre el número aparentemente infinito de las posibilidades puramente matemáticas la relación de medida que refleja adecuadamente una existencia real con las cualidades de su ser-así y de acuerdo con la aproximación óptima alcanzable en cada caso. (Es obvio que la deducción, la elaboración y la formulación matemáticas de las relaciones de medida tomadas de la realidad misma desempeñan en todo esO un papel importante; pero esto no altera ni epistemológica ni metodológicamente la situación fundamental descrita.) </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Si atendemos ahora a nuestro propio objetivo, el conocimiento de estas relaciones en la música, hay que subrayar igualmente lo que vale por igual para las dos esferas y aquello en lo cual se diferencian básicamente. Hegel ha descrito adecuadamente lo metodológicamente común en unas consideraciones que ya hemos aducido. Dice hablando de la música: «Tampoco el sonido suelto tiene sentido sino en el comportamiento y la vinculación con otro y con la sucesión de otros; la armonía o la desarmonía en ese círculo de vinculaciones constituye su naturaleza cualitativa, la cual se basa al mismo tiempo en relaciones cuantitativas que constituyen una serie de exponentes y son las relaciones entre las dos específicas relaciones que son en sí cada uno de los dos sonidos relacionados. El sonido aislado es el tono fundamental de un sistema, pero también miembro individual del sistema de cualquier otro tono fundamental. Las armonías son excluyentes afinidades electivas cuya peculiaridad cualitativa se disuelve de nuevo en la exterioridad de procesos meramente cuantitativos». (9) Con ello aparece aquí la misma duplicidad de lo cuantitativo y lo cualitativo que se tiene en física, su mutación recíproca manteniéndose la propia existencia y las posibilidades autónomas de desarrollo de las dos componentes categoriales, aunque, naturalmente, con todas las consecuencias que tienen para su unidad esos dos movimientos. Ya de eso sólo habría que inferir que -mutatis mutandis, como habrá que mostrar en seguida- el criterio veritativo antes estatuido vale también para el terreno de la música, a saber, el dominio de lo fácticamente verdadero sobre lo posible de fundamentación meramente formal matemática. La corrección de esta analogía puede verificarse fácilmente. Como es sabido, en la teoría musical las relaciones de medida entre los tonos, cuantitativamente determinables, se ordenan sistemáticamente desde diversos puntos de vista, y de aquéllas se deducen reglas para la ejecución musical. Si hay un arte en el cual tales reglas hayan de tomarse en serio, reconocerse, aprenderse realmente. ese arte es la música; cierto que no sólo ella, pero sí ella ante todo. Precisamente las biografías de los innovadores más importantes muestran que siempre han tenido que atravesar un tal aprendizaje para poder formular lo nuevo de un modo artísticamente adecuado, no con diletantismo; porque, en general, la frontera entre el nivel artístico y el diletantismo está trazada en música de un modo mucho más riguroso y racionalmente justificable que en las demás artes. Por otra parte, aquí también vale lo dicho antes a propósito de la física: la observancia exacta de las «reglas» de la teoría de la composición, aunque no dé en pedantería, en escolástica, sino que sea correcta y hasta inteligente, original, etc., desde el punto de vista del teórico especialista, no da garantía alguna de que se produzca una obra de arte musical sustantiva. La teoría musical no da más que posibilidades, leyes condicionales negativas, por así decirlo; más tarde nos ocuparemos del hecho de que también éstas muestran especiales limitaciones para la música. La trasformación de la posibilidad teorética en realidad artística se basa también aquí en el hecho de que la primera se refiere a una realidad que la segunda está llamada a reflejar y conformar miméticamente. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Pero con esto hemos llegado a la diferencia decisiva, a la contraposición que separa esas dos esferas del reflejo, la física y la música, en su relación con lo matemático. Mas no podemos decir nada concreto acerca del encuentro de la música con la realidad antes de aclarar suficientemente su objeto, el Qué de su reflejo, así como la relación sujeto-objeto en ella, que ha de determinar su Cómo. Hemos partido en esto de la concepción, ya dominante en general en la Antigüedad griega, de que el objeto del reflejo musical es la interioridad humana, la vida emotiva humana. Aquí tiene que empezar todo intento de concreción. Pero inmediata y originariamente esa interioridad no existe en absoluto como esfera relativamente independiente de la vida humana. Es un producto de la evolución histórico-social de la humanidad, y podremos ver más adelante que su conformación y su despliegue muestran un preciso paralelismo con el origen y el florecimiento de la música como arte sustantivo. Antes hemos estudiado, apoyándonos en las investigaciones de Bücher, la relación entre el trabajo y el ritmo. Según esos resultados hay que poner en primer plano el funcionamiento objetivo del ritmo, ordenador y facilitador del proceso de trabajo. Si consideramos ahora ese fenómeno por el lado subjetivo, vemos que la disminución de esfuerzo con aumento del efecto del trabajo trae consigo el comienzo de una liberación de la interioridad, de la expansión de las sensaciones que acompañan al trabajo y, por tanto, de la vida emocional del hombre entero. Del mismo modo que en el mundo intelectual del hombre el aumento de la productividad del trabajo provoca un mayor dominio del mundo externo -ante todo por el ocio y la menor absorción del hombre por el proceso de trabajo-, así también ocurre en el ámbito de la interioridad de la vida emocional. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Para considerar más de cerca dicha vida hay que subrayar -frente a modernos prejuicios-la vinculación de todo acto emocional al mundo externo que lo desencadena, el hecho elemental de que las reacciones emocionales humanas están originaria y concretamente vinculadas a la ocasión del mundo objetivo circundante que las desencadena. Aunque no tienen por qué contener afirmaciones acerca de los objetos que las suscitan, están intensamente ligadas a ellos en cuanto a su contenido, su intensidad, etc.; nunca se tiene inmediatamente un afecto, un sentimiento de amor o de odio sin más, sino siempre amor u odio de una determinada persona en una determinada situación. Por mucho que tengan en común los principales afectos, como el temor o la esperanza, el amor o el odio, etc., es seguro que han existido durante mucho tiempo en formas concretas sumamente diferenciadas, y han obrado de ese modo antes de que los hombres los redujeran como afectos específicos a un común denominador conceptual unificador. Y es seguro que antes de esa subsunción lingüístico-conceptual bajo una de las denominaciones unificadoras se ha tenido una síntesis emocional en grupos y subgrupos emparentados. Hemos rozado ya el problema de este proceso al hablar del lenguaje, de la expresión lingüística del mundo de los objetos, y al origen, mucho más tardío, de generalizaciones sensibles aparentemente tan inmediatas como las de los colores. Naturalmente que esa tendencia evolutiva vale con mayor intensidad para la vida interior. Pues cuanto más primitivo es un lenguaje, tanto más resueltamente expresa lo interno de modo no directo, por el rodeo de la exposición del mundo externo que lo despierta y en el cual se despliega. Gehlen cita con razón la frase de la señora de Staël acerca de la Antigüedad, contrapuesta a su propia época: </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">«Los antiguos no habrían hecho nunca de su alma un objeto de la poesía». (10) Como nuestros conocimientos no se remontan más allá de estadios evolutivos ya relativamente altos, se nos impone la consecuencia de que esta situación debía dominar en los estadios iniciales de un modo aún más acusado. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El despertar, la organización y el paso a consciencia (en el más amplio sentido) de los afectos y las impresiones tienen, por tanto, lugar por la línea de la mímesis, y sabemos ya que el ritmo tiene un importante papel -también desde este punto de vista-en el proceso de trabajo, y que precisamente por él tienen lugar los comienzos de la liberación de la interioridad, el fenómeno que aquí nos interesa. Estas tendencias experimentan una intensificación cualitativa con la mímesis. Sabemos por anteriores consideraciones que la finalidad originaria de esas tendencias no era en modo alguno lo artístico, sino que han nacido como consecuencia necesaria de la contemplación mágica de la realidad, como consecuencia del esfuerzo mágico por influir en las fuerzas y los poderes ocultos que dominan la vida humana, y eliminarlos cuando es necesario, o inhibirlos por lo menos<i>. </i>El carácter artísticamente evocador de la mímesis se produce entonces como producto secundario en parte ajeno a la intención concreta. Decimos en parte porque la magia mimética piensa y quiere al mismo tiempo una cierta evocación; lo que ocurre es que -desde el punto de vista de la magia-es en gran medida casual el que el elemento evocador de la mimesis emprenda en el curso del tiempo y de su despliegue un camino cada vez más resueltamente estético. Los rasgos, para nosotros decisivos, de la música como mímesis de la vida interior humana, de los afectos, las impresiones, etc., se desarrollan, por tanto, bajo una capa mágica, como medios técnicos auxiliares, por así decirlo, de una finalidad mágica; y poco a poco llegan a la sustantividad de lo estético. y hay que observar inmediatamente que su plena autonomía es resultado de una evolución dilatada, que hace falta mucho tiempo pura que la música deje de ser el acompañante (propiamente: el organizador estético decisivo) de otros modos de representación mimética (la danza, la palabra). Pero antes de poder atender a ése su modo apariencial puro y a sus condiciones histórico-sociales tenemos que contemplar algo más de cerca aquella su función originaria, pues solo entonces se nos abrirá la vía que lleva a una recta comprensión de la mímesis musical. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Empezando con el ritmo, tenemos tres fenómenos a la vista. Primero, los movimientos rítmicos de seres vivos, que hemos mostrado ya en el reino animal; éstos son hechos biológicamente fundados -con independencia de que se basen en reflejos incondicionados o en reflejos condicionados bien fijados-, los cuales facilitan la adaptación al mundo circundante y hacen más eficaces las reacciones del animal a dicho mundo; pero respecto de la totalidad de su vida son episodios sin consecuencias decisivas. Segundo, el ritmo que nace en el trabajo: éste muestra el sello de aquel salto cualitativo que distingue el trabajo como tal de toda reacción meramente biológica al mundo externo. Pues por obra de este ritmo se organiza conscientemente un proceso espacio-temporal en interés de una finalidad puesta por el hombre, la facilitación del trabajo y la intensificación de su efecto. El acento recae en la organización, pues este ritmo no es ya «natural», sino «artificial», nacido de un acordar los movimientos más favorables desde el punto de vista del proceso de trabajo, sus consecuencias temporales, etc., y las operaciones menos cansadas para el trabajador. Es una consecuencia obvia que la facilitación de la ejecución del trabajo que así se consigue desencadena impresiones agradables; pero desde el punto de vista de la finalidad objetiva, esa consecuencia es un producto secundario. Sin duda la organización consciente obra también sobre el sujeto -espontánea o conscientemente-, y ante todo en el sentido de una acentuación más resuelta del ritmo mediante un canto de acompañamiento, el cual, como ha subrayado Bücher, no tenía probablemente al principio texto alguno y se limitaba a expresar mediante exclamaciones las impresiones que reflejaban inmediatamente el trabajo como tal. Los textos de los cantos del trabajo más antiguos que conocemos proceden de períodos mucho más tardíos, posteriores a la disolución del comunismo primitivo: del período del trabajo esclavo. Para evitar todo equívoco, observaremos que se trata aquí estrictamente de expresión verbal articulada. Para este punto es indiferente el que ya antes el proceso de trabajo como tal se concretara mimético-musicalmente por medio de instrumentos de acompañamiento, por ejemplo. El mero ritmo de trabajo se rellena ahora con palabras articuladas, con su acompañamiento musical, y en ello aparece ya la posición del hombre entero respecto del trabajo específico de cada caso, su relación subjetiva con la totalidad del trabajo en su vida, con las condiciones de trabajo, con las relaciones de trabajo en general, como contenido de la mímesis de las impresiones. Las transiciones entre las dos etapas, sumamente importantes para la aparición de la melodía y la armonía, son, a lo que yo sé. desconocidas. (El autor aprovecha esta ocasión para insistir en que en el terreno de la música y de su historia no puede considerarse con la competencia de un especialista.) </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La fase más desarrollada del canto de trabajo muestra ya claros indicios del tercer estadio, el estadio plenamente mimético. Este momento es aún más llamativo en los demás terrenos de aplicación de la música en todas las sociedades primitivas, ante todo en la danza. Pues la danza es desde el principio de carácter evidentemente mimético, y precisamente como refiguración de las ocupaciones vitales más importantes del hombre primitivo (guerra, caza, cosecha, etc.). En otro lugar hemos considerado detalladamente esta cuestión; nuestra atención se dirige aquí no tanto a la danza misma, cuya naturaleza de mímesis no necesita aclaración, cuanto al papel de la música en su naturaleza esencial humana-evocadora, que muta espontáneamente en esteticidad. En este punto hay que subrayar ante todo el importante hecho de que una gran parte de las acciones miméticamente reproducidas en la danza no pertenece al grupo de ejecuciones que, como muchas especies de trabajo, están ya ritmizadas en la vida cotidiana. Por importante que fuera el papel de las habilidades adquiridas en la danza para su aplicación en la caza y la guerra, por ejemplo, es claro que los movimientos adecuados propios de esas actividades no pueden experimentar en la vida misma ninguna ordenación rítmica fija y recurrente; su ritmización en la danza es pues de determinación primariamente mimética, mimético-evocadora, y no depende directamente de finalidades útiles desde el punto de vista de la técnica del trabajo. Pero esta prioridad de lo mimético afecta también a procesos de trabajo que ya en la realidad están sometidos a ritmo (sembrar, segar, etc.). Pues para el trabajo mismo impera, naturalmente, la regla de que cada uno tiene que poseer su rítmica propia, basada en su naturaleza específica; no puede haber, por tanto, ni conexión rítmica entre operaciones diversas ni transiciones o pasos rítmicos de la una a la otra: cada proceso de trabajo está ritmizado, por razones técnicas, de un modo aislado, por sí mismo. Pero en un análisis de la danza que dimos anteriormente mostramos que toda danza -por muchos y diversos complejos de movimiento humanos que abarque-tiene que constituir una unidad desde el punto de vista de la función social que le confía la magia. Sobre todo porque -como también se mostró a su tiempo- la propia finalidad mágica contiene efecto evocador, al menos como momento parcial imprescindible como signo público inmediato, como garantía sensible, por así decirlo, de que influirá en las potencias trascendentes. Todo eso impone en cada caso la elaboración o el tratamiento músico-mimético unitario de cada grupo de danzas conexas, con lo que se plantean ya rítmicamente tareas completamente nuevas comparadas con las propias del trabajo: complejos motores cualitativamente diversos -y que preservan su diversidad- tienen ahora que articularse y, además, nacer unos de otros de un modo que evoque tensiones y distensiones; y hay que hacer, por último, que esas conexiones dinámicas se dirijan hacia cierto final que las corone, y en el que culmine el todo. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Es claro que esa finalidad -que procede aún directamente de la magia y no contiene durante mucho tiempo determinaciones estéticas más que de un modo espontáneo-inconsciente- tiene que rebasar ampliamente la mera ordenación rítmica de movimientos. Como hay que evocar miméticamente los afectos más diversos, la música de acompañamiento -que organiza la mímesis concreta mediante su acompañamiento y en él- tiene que desarrollar en sí misma elementos miméticos. Pues sólo mediante ellos puede llevarse un proceso mimético a su pleno despliegue interno, a un orden maduro que nazca orgánicamente de la inmanencia. Nacen la melodía y la armonía como modos miméticos de expresión de las impresiones que acompañan a los acontecimientos. La música, que aún no ha madurado hasta llegar a un Ser-para-sí sustantivo, tiene pues que desarrollar sus determinaciones más propias con objeto de poder actuar como principio estético-evocador en terrenos situados fuera de su inmanencia. La danza primitiva ofrece la mejor posibilidad de observar este hecho. Pues aunque, como veremos luego con más detalle, haya entre diversas especies del arte de la palabra y la música una conexión más profunda que entre ésta y la danza, la evolución histórico-social acarrea al mismo tiempo en el primer caso una distinción más precisa; hasta la lírica se desprende progresivamente del acompañamiento musical obligatorio, y la música se hace pronto capaz de expresar sin palabras sentimientos líricos. (Remitamos de nuevo a la descripción pindárica de las melodías de flauta.) La danza, en cambio, no puede existir, sin esa función organizadora de la música, no ya sólo como principio, sino ni siquiera como modo de manifestación del ocio cotidiano. La música misma es capaz de separarse en la medida en que las frases para danza se van desprendiendo progresivamente en la música de la Edad Moderna de las danzas propiamente dichas y las utilizan sólo como fundamento motivístico para expresar una determinada interioridad emocional. Pero la danza no puede separarse nunca de la música; incluso cuando ya ha dejado hace tiempo de ser encarnación mimética de importantes hechos de la vida, como lo es aún en ciertas ceremonias campesinas, y se ha convertido en mera diversión en la vida cotidiana, mantiene la ineliminabilidad de su fundamentación organizadora en la música. (Aquí no tenemos que discutir el problema de la cualidad de esa música.) </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La danza de los tiempos primitivos, cuya relación con la música nos interesa ahora, era en cambio una mímesis de los hechos más importantes de la vida, de su conservación y preservación, su defensa contra enemigos, etc. Por eso la función organizadora de la música no podía limitarse a regular rítmicamente movimientos recurrentes. Tenía que producir, ciertamente, ese orden, con una constante oscilación, intensificaciones, degradaciones, etc., propias de un acaecer dramático, aunque mudo; pero, al mismo tiempo, tenía que dar voz evocadora a la carga emocional contenida en todo ello, que no podía satisfacerse y cumplirse en un lenguaje de gestos. El conocido hecho de que esa vinculación entre la danza y la música se produzca en todas las culturas primitivas de un modo espontáneo, sin ninguna consciencia estética, tiene motivos profundamente arraigados en la naturaleza de la cosa. La gesticulación humana contiene ciertamente en sí toda la interioridad, aunque no articulada. Como antes hemos mostrado, esa interioridad aparece en la pintura y la escultura, que la captan y refiguran en su pura visualidad, como objetividad mera, aunque estéticamente justificada, imprescindible e indeterminada. La eliminación estética del decurso temporal, practicada por los medios homogéneos de esas artes, la superación total del pasado y el futuro en un presente elevado a «eternidad», produce una tensión por la cual cobra eficacia la correcta armonía artística de objetividad determinada (visual) y objetividad indeterminada (puramente interior). En cambio, si los gestos expresivos siguen siendo tal como son en la vida misma -apareciendo desde un futuro anticipado, atravesando veloces el instante, sumiéndose en un pasado recordado u olvidado- es imposible que consigan aquella unificación intensiva de lo interior y lo exterior. La interioridad tiene que convertirse en figura abierta y articulada para que los gestos puros, la pura exterioridad visual, no degeneren en absurdo, en sin-sentido. Hebbel decía, chistosa y acremente, sobre la pantomima: «Como sordomudos locos». </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">En la vida esa situación se regula hasta cierto punto por sí misma. Como es natural, siempre hay gestos sin expresión verbal; pero tienen en la continuidad del antes y el después verbalmente expresos un lugar tan claramente determinado que la interioridad correspondiente a los gestos consigue «por sí misma» expresión precisa, o bien, si queda en la ambigüedad, se justifica suficientemente por el decurso y la situación. No hará falta aquí hablar de la mímesis dramática, porque en ella ese funcionamiento es claro sin más. La situación es muy diferente en la danza. En este caso es imposible que se articule en expresión verbal la interioridad presente «tras» los fluyentes gestos. Los hechos muestran que esa articulación tiene lugar por medio de la música que «acompaña» la danza, su drama mímico. Hemos puesto entre comillas el verbo «acompañar» porque se trata de algo más -cualitativamente-que un mero acompañamiento. Se produce más bien una formación mimética unitaria en la cual se funden en una nueva unidad dos modos de reflejo contrapuestos en sí: el reflejo de la danza, visible y movido, que recoge acaeceres de la vida y en el cual las impresiones que producen la acción y las que son producto de ella tienen que quedar por fuerza sin determinar; y una mímesis musical de dichas impresiones, que coincide totalmente con aquella otra, y en la cual los objetos quedan también necesariamente indeterminados. La posibilidad estética de la articulación de las dos artes está pues determinada por la mímesis. Decir que las dos se complementan y apoyan recíprocamente en el sentido indicado es expresarse sin mucha precisión. Más bien se trata de una fusión completa, en la cual el decurso temporal de las impresiones y su visibilización espacial y mímica constituyen una unidad inseparable. (Se entiende sin más que cuanto más simple y obvio es el contenido de la danza tanto más simple y «primitiva» puede ser la música; podemos imaginar en los tiempos arcaicos casos límite -que, por lo que yo sé, no se conocen de hecho-en los que la música se limite casi totalmente a una ordenación rítmica. Por otra parte, cuando el lenguaje mímico de la danza pierde contenido vital, se empobrece y se hace consiguientemente convencional, como en el tardío ballet cortesano, puede producirse una discrepancia de sentido opuesto: la indeterminada objetividad de la música se hace más movida, más dramática, más cargada emocionalmente que la objetividad determinada y dramática de la danza. Los problemas resultantes no pertenecen, empero, al campo de estas consideraciones.) </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Lo único que nos interesa es el hecho de que la música no puede cumplir sino como mímesis de la vida interior la función que le han asignado las circunstancias histórico-sociales de toda cultura incipiente. La tarea de la filosofía del arte consiste en descubrir las conexiones categoriales que se imponen en esa situación. Es claro sin más que la descrita función ordenadora de la música tiene que ser esencialmente temporal. La ordenación expresiva espacio-visual de los movimientos y los gestos de los sujetos que danzan es obra de la coreografía, pero está siempre sometida a la ordenación musical. Esta subordinación no es casual; como la mímesis de movimiento de la danza se encuentra al servicio del contenido emocional que hay que evocar, es natural que éste suministre el principio ordenador último de aquélla. De este modo un medio homogéneo espaciotemporal, el de la danza, queda dominado por otro que es puramente temporal, el de la música. (En el drama ya liberado de la música y convertido en puro arte de la palabra se producen para la representación escénica problemas muy diferentes, en los cuales la espacio-temporalidad vuelve a cobrar el predominio sobre la temporalidad pura: y luego también en la ópera, en la cual lo decisivo para el medio homogéneo no es la música en sí, sino una música ligada al canto hablado, la representación y la dirección de escena se encuentran con problemas completamente nuevos, muy pocas veces resueltos en la práctica y tampoco muy aclarados teoréticamente.) Estas relaciones y situaciones son relativamente fáciles de interpretar; la dificultad empieza cuando se trata de considerar la música misma como mímesis. Pero pensando en lo naturalmente que la Antigüedad, y toda la estética hasta la Ilustración, admitió el carácter de reflejo de la música, nos parece necesario considerar la moderna oposición a esa tesis desde el punto de vista de sus fundamentos filosóficos. Esto parece tanto más ventajoso cuanto que un análisis así es también adecuado para concretar la esencia general de la mímesis más de lo que ha sido posible hasta ahora, así como para aclarar más la naturaleza específica de la mímesis musical. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Conocemos ya el primer motivo que aquí aparece: la suposición de que reflejo es fotocopia, de lo cual se infiere -pasando por alto lo infundado de esa suposición-la refutación del carácter mimético del arte en general y de la música en particular. Sin repetir aquí cosas ya dichas (pero sí remitiendo encarecidamente a ellas), podemos afirmar que esas argumentaciones se basan por lo general en la heterogeneidad entre el original y la refiguración, o sea, en nuestro caso, en el hecho de que por el lado objetivo se tienen determinadas vibraciones que es posible identificar matemáticamente con exactitud, y por el lado subjetivo, en cambio, percepciones auditivas e impresiones que las acompañan, que están vinculadas con ellas. Esta heterogeneidad inmediata es sin duda un hecho, manifiesto del modo más llamativo en las acciones directamente fisiológicas del mundo externo sobre los hombres. El color verde, con el que percibimos por ejemplo un bosque o un prado, carece sin duda de parecido directo con el complejo de vibraciones que lo desencadena. Esto movió ya al gran investigador Helmholtz a no ver en los colores más que meros «símbolos», es decir, signos convencionales que han resultado prácticamente eficaces, pero respecto de los cuales hay que subrayar la plena heterogeneidad entre la representación y lo representado. Esta afirmación yerra completamente el problema filosófico del reflejo. Pues independientemente de que este problema se conciba idealística o materialísticamente -o sea, ya se conciba la relación como establecida entre idea y refiguracíón, o como entre objeto material y refiguración-, ninguna doctrina del reflejo supone una unidad, una coincidencia sin resto, una homogeneidad monística, sino que la contraposición entre el original y su reproducción, su dualidad insuperable, es incluso el fundamento filosófico de toda teoría del conocimiento como reproducción. La inconsecuencia de Helmholtz -que es repetición de la de Kant en el problema de la cosa en sí-consiste en que, por una parte, no ve en las percepciones sensibles más que meros «símbolos», algo, pues, convencional, mientras que, por otra parte, las considera como efectos necesarios de los objetos en nosotros. Mas si el color verde aparece como reacción fisiológicamente necesaria a una determinada vibración, ¿qué otra cosa puede ser sino la refiguración de este fenómeno en el alma humana? </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La insostenibilidad de la sustitución positivista de la refiguración por signos convencionales se revela aún más claramente cuando se concibe el reflejo, en el sentido del materialismo dialéctico, como mera aproximación a un mundo objetivo infinito inagotable. Si la falta de «parecido» ya en la refiguración fisiológica inmediata no puede servir como contraprueba, lo podrá aún mucho menos en el proceso intelectual, mucho más mediado, del reflejo de la realidad objetiva. En otro lugar hemos tratado detalladamente los métodos desantropomorfizadores. Su esencia consiste en que se produce con ellos un instrumental físico e intelectual con cuya ayuda pueden reflejarse exactamente -o sea, en su Ser-en-sí-objetos, relaciones, conexiones, etc., que en principio son inaccesibles a las percepciones sensibles humanas. Por eso cuanto más plenamente se refleja su esencia, tanto menos puede presentarse la cuestión del «parecido» en sentido inmediato, aunque el criterio esencial tiene que consistir en la concordancia entre el modelo en sí y la refiguración reflejada. La debilidad de toda doctrina no dialéctica del reflejo cognoscitivo consiste en que no es capaz de captar la objetividad de la esencia, su existencia independiente de la consciencia. Nos hemos ocupado ya varias veces de esta cuestión. Aquí observaremos sólo que cuando se trata de reflejo de la esencia es aún más imposible hablar de «parecido» en el sentido aquí considerado que cuando se trata de percepciones sensibles inmediatas. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Es claro que esa estructura general vale también -mutatis mutandis- para el reflejo antropomorfizador en el arte. El paso del sistema de señalización 1', antes detalladamente descrito, a una posición dominante es el fundamento psicológico de que al eliminarse el «parecido» de la refiguración con el estímulo inmediato y desencadenador, o sea, con el modelo inmediato, se produzca sin embargo un reflejo que capta la esencia de la existencia objetiva del género humano en el hombre, es decir, que reproduce uno de sus momentos esenciales. El problema del «parecido» experimenta entonces una agudización y una profundización dialécticas: la nueva inmediatez de la obra de arte, que supera y restablece la inmediatez de la vida cotidiana, aleja, por una parte, aquello a lo que da forma del «modelo» reproducido de la vida cotidiana, y hasta puede representar un mundo fantástico que, directamente considerado, no tenga modelo alguno en la vida. Por otra parte, precisamente eso permite acentuar mucho más y hacer evocador el «parecido» de lo artísticamente reflejado con los momentos esenciales de la evolución de la humanidad. Hemos hablado ya de la «desemejanza» del reflejo psicofisiológico inmediato con los hechos físicos que lo desencadenan. El reflejo artístico, mediante el desarrollo del sistema de señalización 1', no se separa, como el desantropomorfizador, de las refiguraciones humano-psicológicas inmediatas de la realidad objetiva, pero eleva esa refiguración, purificando sus elementos básicos, homogeneizándolos y ordenándolos según su importancia humana; así se produce la cualidad ele ese reflejo que ya hemos descrito con detalle; la unidad dialéctica, fecunda y contradictoria, del «parecido» y la «desemejanza» con el modelo real en el plano de la nueva inmediatez, inseparablemente unida con la adquisición de naturaleza evocadora de los momentos esenciales de la evolución de la especie humana; el «parecido» en la refiguración de esos rasgos se expresa precisamente en el hecho de que resultan inmediatamente vivenciables a través de grandes distancias espaciales y temporales. El carácter de reflejo que tiene todo arte -incluida la música- se hace aquí tangible al mismo tiempo que se recusa todo «parecido» directo: las grandes obras de arte que reflejan y dan forma a lo esencial despiertan y preservan ese elemento permanente de la vida de la especie, y no como algo universal y «atemporalmente» humano, sino como concreto momento evolutivo, junto con el concreto hic et nunc de su modo histórico de manifestación; mientras que el reflejo superficial -y por eso mismo, más «parecido,,-de momentos pasajeros del decurso histórico queda condenado a la incomprensión y al olvido. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">En el caso ahora estudiado había que tratar aún el carácter de reflejo de la música junto con el de las demás artes, aunque será evidente para cualquiera que la dialéctica del «parecido» cobra precisamente en la música su forma más aguda y llamativa. Pero nos acercamos más a su peculiaridad específica en cuanto que echamos una mirada al segundo prejuicio filosófico relevante de nuestra época: nos referimos al problema del tiempo. Su falsa comprensión actual está en lo esencial determinada por la epistemología kantiana. Como es sabido, Kant trata en la Estética trascendental el tiempo -y el espacio- aparte de los problemas de la captabilidad teorética de los objetos y, dentro de ese estrecho ámbito, como una aprioridad propia independiente de la sensibilidad humana, cuyos rasgos esenciales tienen consiguientemente que separarse con todo rigor de los del espacio. No hemos de detenernos aquí a repasar cómo las posteriores filosofías que arrancan de Bergson han hecho de esa rígida separación metafísica una contraposición hostil entre el espacio y el tiempo: nuestra polémica se dirige, en efecto, contra la tendencia general a desgarrar la copertenencia indestructible del espacio y el tiempo, y los matices de ese paso de la mera dualidad a una contraposición emotivamente cargada no ofrece nada esencial para el problema básico. Aduciremos las ideas esenciales de Kant que se refieren directamente a la cuestión que nos ocupa: «El tiempo no es más que la forma del sentido interno, esto es, de la intuición de nuestro yo y de nuestro estado interior. El tiempo no puede ser una determinación de fenómenos externos; no pertenece a ninguna forma ni situación, etc.: en cambio, determina la relación de las representaciones en nuestro estado interior». (11)</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Al hablar de la misión desfetichizadora propia del arte hemos aludido a la inseparabilidad objetiva del espacio y el tiempo, y hemos intentado mostrar que esa estructura suya, independiente de la consciencia, que su realidad objetiva, en suma, ha de tener profundas consecuencias en su reflejo estético. En aquel contexto se trataba de establecer, frente a la concepción kantiana, la justificación interna de la intuición espontánea originaria que ve en todas partes el espacio y el tiempo como unidos y «poblados» por la materia en movimiento. La filosofía hegeliana ha dado un fundamento filosófico a ese sentimiento vital. Ya el hecho de que no estudie el espacio y el tiempo como aprioridades abstractas en la introducción a la epistemología, como hace Kant, sino en las consideraciones generales introductorias a la filosofía de la naturaleza, muestra cuál es el punctum saltans de la diferencia: el problema del tiempo no puede estudiarse razonablemente, de acuerdo con los hechos reales, si se lo separa de los del espacio, la materia y su movimiento. (Esto no excluye un tratamiento separado, objetivamente desantropomorfizador, de la peculiaridad ontológica del espacio y del tiempo, como hace N. Hartmann en su filosofía natural, tratamiento que es una importante defensa contra las tendencias subjetivizadoras de la física moderna. Pero el problema se sitúa entonces en un plano que no tiene que ver con las cuestiones aquí tratadas.) El tiempo puramente interior, aislado del espacio y de la materia en movimiento, es una abstracción fetichizada y fetichizadora que, como toda teoría de influencia amplia y duradera, tiene, naturalmente, sus raíces en el ser social de determinadas capas de la sociedad capitalista; pero esa fundamentación social no dice nada en favor de su concordancia con la realidad objetiva. Al contrario. El análisis detallado ele esa génesis social descubriría precisamente las bases de su deformación fetichizadora de la verdadera estructura del tiempo. El análisis de esta constelación, de considerable importancia para la concepción de la objetividad en el arte moderno, corresponde a la parte histórico-materialista de la estética. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Aquí hay que volver a tocar el problema del tiempo sólo para acercarnos a la específica objetividad de la música. Desde este punto de vista la contraposición de Kant y Hegel arroja los dos contrastes siguientes, muy ligados el uno al otro: por una parte, el de tiempo objetivo o tiempo subjetivo; por otra parte, el de tiempo vacío, «recipiente», o tiempo objetivamente lleno, o sea, el contraste entre tiempo abstracto y tiempo concreto. La consecuencia inmediata de la actitud de influencia kantiana ante ambos dilemas lleva a una interioridad completamente «depurada» en la interpretación de las vivencias temporales. Así surge la concepción según la cual toda objetividad y hasta todo enfrentamiento de sujeto y objeto quedan superados, inexistentes; como si la objetividad de los objetos no pudiera surgir más que de la aprioridad del espacio (y de la actividad formadora del entendimiento y la razón). En el tiempo que, necesariamente (aunque Kant mismo no lo afirmara resueltamente) va identificándose con la vivencia temporal del sujeto, aparece entonces una fuerza fluyente cada vez más enigmática, un fluir en sí que se contrapone a nosotros y en el cual desaparece sin esperanza todo lo que en el instante vivido parecía tener existencia. El acento emocional acompañante puede ser luctuoso, como en el caso del joven Hoffmannsthal, o de entusiasmo que cree haber captado la verdadera esencia inmaterial del cosmos, como en el caso de Bergson: pero el hecho es siempre que el tiempo y la temporalidad se separan cada vez más del mundo material real y reciben un enfático acento de existencia separada e independiente en la subjetividad pura, en su fetichizada separación respecto del mundo circundante y en su contraste, también fetichizado, con éste. El pasar y morir, que se realiza necesariamente en el tiempo, se convierte en un abismo en el cual todos los objetos desaparecen sin dejar rastro o, a lo sumo, vegetan en una existencia de sombras, entre el ser y el no-ser, como en el Anteinfierno platónico, a través de una actividad puramente interna, y no menos enigmática, del sujeto, de la memoria, del recuerdo, o sea, de un modo puramente subjetivo, exclusivamente referido al sujeto. Así se produce, en unión con la concepción del tiempo como algo aislado y encerrado en el sujeto, una especie de solipsismo emocional. Se puede negar, con Hanslick, la conexión entre el sentimiento y la música; pero como un formalismo así arrebata todo «mundo» a la música, se produce en la receptividad sometida a esa influencia, como necesario correlato subjetivo de la «falta de mundo» del objeto, un sujeto solipsista cuya naturaleza -pese a todas las teorías de Hanslick -tiene que estar emocionalmente determinada por la música. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La expresión extrema de esa subjetivización y desobjetivización del tiempo es en la teoría «un hermoso juego de las impresiones», y la música sin texto pertenece según él a la categoría de la belleza «pura» (no «adherente», no determinada objetivamente); según las palabras de Kant, pertenece a la misma categoría que «los dibujos a la greca», «las guirlandas»- y «los dibujos para empapelados». (12) En otros contextos hemos llamado la atención sobre el hecho de que en la teoría de Hanslick se obtiene de esos presupuestos una concepción de la música como «caleidoscopio sonoro». Esta concepción, absurda en sus versiones extremas, inquieta también a pensadores serios, que aspiran a objetividad. Por ejemplo, N. Hartmann se niega rotundamente a concebir la música como un «ajedrez de sonidos». Pero al concretar su concepción cae inconsecuentemente en el siguiente dilema: por una parte, determina el acto subjetivo del efecto de la música, muy a diferencia de la receptividad en las artes plásticas yen la literatura, diciendo «que la propia vida anímica queda absorbida en el movimiento de la obra musical y arrastrada por el modo de ese movimiento; este modo se le comunica y se convierte en movimiento propio de la vida anímica en el curso de la correalización del mismo. Con esto la relación objetiva se supera de hecho y se transforma en cosa distinta: la música penetra, por así decirlo, en el oyente y se le convierte, en el oír, en música propia». Por otra parte, para que la música no se le disuelva en un éxtasis sin contenido ni objeto, o en un formalismo no menos desprovisto de ambos, Hartmann tiene que llegar a la consecuencia: «A pesar de ello, la música sigue siendo objetiva». (13) El propio Hegel, cuya teoría del tiempo nos ha dado el estímulo decisivo para la resolución de este problema, sucumbe a veces en la <i>Estética </i>a la tentación de unificar conceptualmente lo puramente auditivo con una ausencia de objeto del comportamiento estético-musical, y hasta con su esencia estética. El que Hegel se aparte así de su propia concepción dialéctica del tiempo está íntimamente relacionado con su idealismo, que le mueve a renovar la tesis medieval según la cual el oído es «más ideal que la vista». Por eso dice de la música que en ella la distinción entre el sujeto que la goza y la obra objetiva no es firme y duradera, como en las artes figurativas, sino que «disipa, a la inversa, su existencia real [la existencia sensible del objeto] en un pasar y desaparecer inmediato y temporal de la misma... Por eso apresa la consciencia, no enfrentada ya con ningún objeto... ». (14) Afortunadamente, Hegel no es consecuente en esta cuestión y no lleva dicha concepción hasta sus absurdas consecuencias. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Con todo, y como hemos indicado ya, su teoría de la copertenencia indestructible del espacio, el tiempo, la materia y el movimiento es el único camino que lleva a una correcta comprensión de la peculiaridad de la música. Pensemos -por recordar cosas ya dichas en la conexión entre la danza y la música. En sus observaciones introductorias a la física Hegel ha escrito: «El movimiento es el proceso, el paso de tiempo a espacio y a la inversa: la materia, en cambio, es la relación entre espacio y tiempo, como identidad en reposo»: (15) con esto fundamenta de un modo exacto el carácter espaciotemporal del ritmo, como también hemos dicho. La copertenencia de estas categorías determina ya la vida, cobra una figura más acusada en el trabajo, y su ulterior elaboración, practicada por la música, es sólo una intensificación -aunque cualitativa-de la constelación básica acertadamente captada por Hegel. Sólo en la geometría -y, consiguientemente, en el ornamento geométrico puede practicarse una abstracción que sea fecunda para la imagen del mundo, a saber: la posición de un espacio sin tiempo. Pero Hegel indica rectamente que esa abstracción no puede invertirse: no hay tiempo imaginable sin espacio, ni es posible una «geometría» del tiempo. (16) Ni siquiera la forma más abstracta del tiempo puede prescindir del espacio, la materia y el movimiento. Esto se manifiesta según Hegel en el hecho de que sus determinaciones son «la unidad del Ser y la Nada». Pasado, presente y futuro constituyen, por una parte, cada uno una unidad de esa contraposición, y, por otra parte, se distinguen uno de otro respecto del nacer y perecer. El mérito de Hegel consiste en haber subrayado en todas esas relaciones tanto la objetividad epistemológica cuanto la coseidad. «El pasado ha sido realmente corno historia universal, como acaeceres naturales, pero puesto bajo la determinación del No-ser, que se le añade», mientras que -filosóficamente-«en el futuro la primera determinación [es] el No-ser, y el Ser la posterior, aunque no en el sentido del tiempo». El presente es en esto -visto abstractamente sólo una «unidad negativa», mero Ahora; y en este sentido puede decirse: «Sólo el presente es; el Antes y el Después no son; pero el presente concreto es el resultado del pasado y está grávido de futuro». </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Al cerrar Hegel esta consideración con la frase «Por tanto, el verdadero presente es la eternidad», (17) la proposición suena a primera vista idealista hasta el extremo, casi mística. Pero ya en la vida se aprecia que sólo el levantarse del pasado y el futuro a presente puede convertir el En-sí en un Para-nosotros, proceso en el cual, naturalmente, lo No-ente, en su necesario ser-puesto, no puede alzarse sino Para-nosotros, no a un En-sí; por ello esa eternidad, críticamente considerada, aunque refleje adecuadamente una realidad objetiva y necesaria, no puede pasar de ser una categoría meramente subjetiva. Ese carácter de subjetividad necesariamente determinada por la esencia del objeto tiene que pasar también al reflejo artístico, especialmente al musical. Recordaremos nuestras anteriores consideraciones acerca del cuasiespacio musical, que caracterizamos en aquel contexto como algo también subjetivo. Pero tampoco estéticamente suprime esta naturaleza subjetiva del cuasiespacio musical (o poético) la objetividad de su validez. Pues, como mostramos en su momento, la copresencia de objetividades temporales separadas -y, por tanto, la superación o eliminación subjetiva del flujo temporal- es un presupuesto necesario de la acción de la obra de arte como unidad. Thomas Mann ha descrito ajustadamente la propiedad común de este acto en la música y la poesía: «Uno sostiene siempre la obra de arte como un todo, y aunque la filosofía estética insista en que la obra de la palabra y de la música, a diferencia de la del arte plástico, está constreñida al tiempo y a su sucesión, la verdad es que también aquélla aspira a existir entera en cada instante. En el comienzo viven ya el centro y el final, el pasado penetra el presente, e incluso en la concentración más intensa sobre el presente penetra ya la cura por lo futuro» (18) Así pues, la posición del cuasiespacio, como postulado del efecto estético, está plenamente justificada en su necesidad subjetiva. Lo que se trata es de comprender que tras esa postulación se encuentra también una necesidad material que la fundamenta: la naturaleza concreta y objetiva del tiempo mismo, que tiene que imponerse en su reflejo estético. Pensemos una vez más en lo que ha dicho Hegel acerca del presente y la eternidad, y en nuestra interpretación de esa tesis. Al trasformarse el presente, el pasado y el futuro conformados en la música -sin destruir su esencia originaria- en una copresencia vivenciada, se convierten efectivamente en una plenitud temporal, en su propia superación subjetiva. Pero como este acto no es más que un reflejo, una realización subjetiva de lo que se encuentra en sí en la esencia del tiempo concreto y objetivo -a saber, una copertenencia inseparable, entitativa, con el espacio y con la materia que se mueve en éste-, dicho acto pierde todo resto de arbitrariedad subjetivista. Esto ocurre plenamente en la música como mímesis de la mímesis (en el sentido de Píndaro y de la Antigüedad en general); en ella el mundo de las impresiones anímicas se separa del mundo externo objetivo que las desencadena para garantizar su pleno desarrollo, y esa referencia retroactiva formal y subjetiva a la estructura objetiva del mundo externo cobra el acento de una salvación de la interioridad auténtica, la cual llega a sí misma en la música para trasformar sus relaciones humanas en un cosmos de interioridad, no para prestar a la interioridad una vanidosa existencia narcisista que sólo aparentemente sería para sí. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">En eso va implícito algo que Hegel no dice, pero que constituye uno de los contenidos más esenciales de su filosofía: todo concreto decurso temporal es en última instancia de carácter histórico. La célebre sentencia heraclitea según la cual uno no puede bañarse dos veces en el mismo río, sólo parece paradójica por su abstracta formulación, por la abstracta conservación de un objeto abstracto y por la irrelevancia de la normal mutación de ese objeto para el sujeto. En realidad, esa sentencia expresa precisamente la esencia concreta del tiempo: el universal nacer y perecer de cada objetividad concreta, de cada relación objetiva y, al mismo tiempo que eso, en su consecuencia, por medio del reflejo de su decurso, el ser real -lo que se mantiene en el devenir-de cada subjetividad. El hundimiento del pasado en la Nada, el nacimiento de lo futuro a partir de la Nada, no es el modo adecuado de manifestación del tiempo más que al nivel de la abstracción más alta; esto lo ha visto Hegel muy acertadamente. En la concreta realidad objetiva se preserva ampliamente el ya-estar-conformado por el pasado, y el futuro está ya presente en el Ahora a través de muchos gérmenes, tendencias, conatos, etc. Con eso no se refuta la verdad abstracta acerca del tiempo, pues su irreversibilidad es inconmovible; lo pasado como tal se mantiene en su inmutable No-ser-ya; pero los objetos y las relaciones alterados por él siguen obrando y constituyen una componente imprescindible del presente de cada caso; también todas las sentencias que apuntan al futuro están separadas de su realización por un salto cualitativo. La dialéctica abstracta del Ser y la Nada se concreta así en la contradictoria unidad de la continuidad y la discontinuidad, de la persistencia en el cambio y la alteración en la persistencia. La continuidad debe concebirse ante todo en sentido objetivo, esto es: la alteración cualitativa que se consuma en la irreversibilidad del decurso temporal es una alteración del mundo objetivo que no necesita sujeto alguno para poseer ella un carácter histórico. El que las trasformaciones requieran a veces lapsos temporales tan dilatados que no pueden tomarse en consideración para la práctica humana, por lo que las situaciones objetivas cobran para ésta la apariencia de una «existencia eterna», no tiene nada que ver con la historicidad objetiva de todos los procesos temporales. Es, en efecto, característico de la historia en sentido estricto -la del género humano-el que muchas cosas valgan durante milenios como «eternas» y luego se les reconozca un origen histórico; el que la receptividad para el carácter histórico de las alteraciones, a veces meramente capilares, sea ella misma un producto de la historia, de la evolución histórico-social de la subjetividad. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">De ese trasfondo se destaca la verdadera naturaleza del reflejo de los procesos temporales en el arte. Hemos hablado ya de la situación especial de la ornamentística geométrica, y también de cómo se manifiesta esa situación en las artes figurativas de las cuestiones correspondientes específicas de la arquitectura. Si atendemos ahora a las artes en las cuales el reflejo directo de la temporalidad es un momento integrante de su medio homogéneo -a saber: la poesía y la música-, apreciaremos a primera vista su parentesco y su divergencia. La primera refleja el decurso temporal concreto y como<i> </i>tal precisamente en su historicidad, en su dialéctica objetiva del nacer y el perecer, de continuidad y discontinuidad, y de tal modo que siempre llegan a cobrar forma la realidad objetiva y sus reflejos subjetivos en la vida interior humana. Es sabido, y se ha dicho ya aquí varias veces, que las diferencias en cuanto al peso específico de cada una de esas componentes tienen una gran importancia para la diferenciación de los varios géneros poéticos. Por eso nos limitaremos a recordar brevemente -contra algunas teorías modernas-que la lírica no se diferencia en esto por ninguna razón de principio de los demás géneros poéticos: también en ella aparece el reflejo de la realidad en la viva interrelación de sus fuerzas motoras objetivas y subjetivas. La naturaleza específica del aspecto de reflejo en la lírica, por importante que sea para una teoría de los géneros literarios, no es decisiva para la presente consideración. Pues siempre se trata de un proceso unitario de refiguración -cuya homogeneidad es siempre diversa-de los factores subjetivos y objetivos de la realidad humana en sus concretas interacciones. Esto es: siempre se trata de reproducir poéticamente los hechos objetivos de la vida que desencadenan reflejos en la vida interior del hombre y las refiguraciones subjetivas producidas por ellos en la interioridad del hombre representado. Toda literatura da pues al mismo tiempo en los sujetos representados (y a veces como expresión directa del autor) las reproducciones de la realidad misma y las reproducciones de las reproducciones. Pero éstas se encuentran siempre puestas en el medio homogéneo de cada caso -de la épica, la lírica o la dramática-en aquella unidad inseparable, aunque contradictoria, que tienen que poseer sus originales en la vida misma de los hombres para poder consumar sus reacciones normales a las condiciones existenciales. Por no dejar nada importante suelto, aludiremos además al hecho, ya tratado, de que las artes figurativas no pueden dar forma -en sentido inmediato- ninguna reproducción de reproducciones; éstas no aparecen en ellas más que bajo la forma de objetividad indeterminada, desencadenada en el espectador por el reflejo del original real, aunque sin duda con necesidad estética dimanante de la conformación objetiva. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Esa relación general entre la vida interior del hombre y el despliegue de su destino externo es lo que ofrece finalmente la posibilidad de determinar más precisamente que hasta ahora el lugar específico que ocupan los sentimientos y las impresiones. Pues aunque hay que mantener firmemente el principio de que también los sentimientos, como los demás elementos de la interioridad humana, nacen exclusivamente de la interacción del hombre con su mundo circundante y sólo en el marco de éste pueden influir eficazmente en su vida, sin embargo, hay que recordar con no menor insistencia que ocupan un lugar muy específico en el complejo total de la interioridad, que constituyen sin duda la parte más subjetiva de la psique humana. Eso no significa, desde luego, que la subjetividad se caracterice exclusivamente, ni siquiera predominantemente, por ellos. Ellos determinan sin duda en gran medida la atmósfera que rodea la personalidad, la específica cualidad que toda personalidad irradia en el tráfico con sus semejantes. Pero el ámbito de la individualidad es mucho más amplio que el mundo de los sentimientos y las impresiones; sus determinaciones últimas arraigan mucho más profundamente de lo que podrían meros sentimientos. En otros contextos nos hemos ocupado del hombre como ser en última instancia práctico; eso tiene como consecuencia necesaria el que también su destino interno dependa de decisiones cuyos resultados pueden a veces contradecir de modo tajante a sus precedentes sentimientos. Con eso no se pretende, ciertamente, afirmar que los sentimientos mismos no desempeñen frecuentemente un papel muy importante en la elaboración de tales decisiones; su papel, por el contrario, es a veces hasta decisivo; pero los impulsos directamente desencadenados por el ser social o por el núcleo personal son capaces de trasformar las acciones y el mundo mental del hombre (incluyendo sus tomas de posición en cuanto a concepción del mundo) de un modo mucho más radical de lo que podrían hacerlo sus sentimientos. Aunque sin duda hay que observar a este respecto que los sentimientos muestran en muchos de estos casos una intensa persistencia, esto es: pueden seguir funcionando más o menos plenamente de acuerdo con su antigua dinámica, aunque el hombre haya desarrollado ya en direcciones diametralmente contrapuestas su modo de vida, su posición en ella, sus convicciones, etc. Es evidente que el hecho tiene, entre otros, fundamentos fisiológicos. Pavlov, por ejemplo, llama la atención sobre el hecho de que en los perros a los que se ha extirpado la corteza cerebral deja de funcionar el primer sistema de señalización, mientras que el "fondo emocional» -como él dice-sigue activo. (19) Es claro que en la vida normal esa autonomía no es absoluta. Pero produce una extrema complicación de la interacción entre el mundo emocional y las demás formas anímicas de reacción del hombre al mundo externo. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Si pasamos de esas funciones del mundo emocional en el equilibrio anímico de los hombres a la estructura interna del mismo, nos llama en seguida la atención la mayor laxitud de su vinculación objetiva, en comparación con otras formas de reacción. Desde la simple percepción hasta el pensamiento claro aparece una intención orientada a un determinado objeto; y, además, es esencial a toda actividad psíquica de este tipo una tendencia a captar con sus medios específicos la naturaleza real del objeto que la desencadena, al que se orienta: una tendencia a trasformar el En-sí de ese objeto en un Para-nosotros. Esa relación, naturalmente, es tanto más intensa cuanto más directamente está enlazada con los impulsos de la práctica, la acción. La relación es mucho más laxa e indeterminada en el caso de los sentimientos. Ello no significa en modo alguno que, por regla general, no estén desencadenados inmediatamente -yen última instancia siempre-por el mundo externo, ni que no sean reacciones a éste. Pero tales reacciones son siempre de carácter subjetivo en lo fundamental. Determinan mucho menos el Para-nosotros objetivo de la cosa que el comportamiento puramente personal, puramente subjetivo del hombre respecto de ella. Tienen además una amplia independencia relativa respecto del objeto y de sus cambiantes relaciones con el sujeto. Mientras que todos los modos prácticos de comportamiento respecto de la realidad -incluida la suspensión de la práctica directa-se determinan precisamente por esas interacciones vivas con el objeto, y se refuerzan, se debilitan, mantienen, modifican o abandonan el contenido y la dirección en el marco de esas interacciones y por ellas, en las relaciones de los sentimientos con la realidad, son perfectamente posibles tipos de movimiento cualitativamente diversos. El «¿y qué te importa a ti que yo te quiera?. es un modo de comportamiento estructuralmente característico de esta parte de la vida interior del hombre, aunque sin duda represente un caso límite excepcional. (El modelo que inspiró a Goethe al escribir esas palabra, el «amor dei intellectualis» de Spinoza, es precisamente un método para aferrarse inconmoviblemente en el conocimiento objetivo de la realidad a la finalidad gnoseológica, sin preocuparse por ninguna inclinación subjetiva. Es, pues, psicológicamente, lo contrario de la frase profunda y verdadera de Philine, porque esa frase se refiere al mundo de los sentimientos, mientras que el principio de Spinoza atiende al mundo de las ideas.) </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Es pues perfectamente posible que sentimientos desencadenados por un determinado acontecimiento del mundo externo se independicen luego de los posteriores efectos de ese mundo en el sujeto y lleven en éste una existencia propia, independiente de las demás impresiones del mundo externo, y hasta «nadando contra la corriente» en cierto sentido. Eso puede tener como consecuencia el que los estímulos externos cobren cada vez más el carácter de mera ocasión, y que la adecuación entre el agente desencadenador de los sentimientos y éstos mismos palidezca y hasta parezca desaparecer. Por eso los sentimientos y las impresiones son, en cuanto reflejos de la realidad, mucho más subjetivos y mucho más alejados de una tendencia aproximadora que todas las demás reacciones de los hombres. En los sentimientos predomina el momento de la reacción subjetiva, predominan las necesidades y las peculiaridades del sujeto receptor; esta circunstancia produce ya en la vida muchas veces casi una duplicación del proceso de reflejo. Lo que obra directamente no es tanto el sujeto cuanto su reflejo trasformador en la vida emocional del sujeto. Nos es imposible aquí estudiar de acuerdo con toda su riqueza de variaciones ese grupo de fenómenos. Por una parte, esa independización de la interioridad, del mundo emotivo, es uno de los típicos fenómenos de crecimiento de la cultura; por otra parte, si la tendencia llega a predominar intensamente, esa evolución llega a representar peligros serios precisamente para la vida interior del hombre. Así, pues, si bien el robustecimiento de tales movimientos propios de los sentimientos y las impresiones enriquece la vida interior de los hombres -sobre todo porque hace más amplias, profundas, graduadas y complicadas sus interrelaciones con el mundo circundante-, sin embargo, una relajación demasiado intensa de dichas relaciones puede dar lugar a que los mismos sentimientos acaben embarrancando sin ruta, y a que aquel movimiento se agite en el vacío. (Recuérdese la crítica del concepto de «alma hermosa» por Goethe y Hegel.) La problemática se agudiza aún cuando las diversas componentes de la totalidad y la unidad anímicas se separan fetichizadoramente, o hasta se contraponen unas a otras como potencias hostiles. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">De todo eso se desprende una componente más de la relación dialéctica entre la interioridad y la exterioridad, componente muy pocas veces considerada. Nos referimos al hecho de que esa misma interacción entre lo interno y lo externo, cuya fecundidad acabamos de ver, puede también inhibir el despliegue vivencial de las impresiones y los sentimientos como tales. Pues, al igual que las ideas, también las impresiones tienen su propia «lógica» (si se nos permite esta palabra), su propia dinámica evolutiva. Mas también la vida, con sus «exigencias del día» -siempre nacientes y en constante caducidad-, que despiertan impresiones, sentimientos e ideas llamados a servirlas, tiene una dinámica y una lógica sui generis, la cual inhibe y hasta impide muy frecuentemente la maduración de las ideas y los sentimientos de un sujeto hasta su consumación inmanente. Pero las diferencias cualitativas entre las ideas o pensamientos y los sentimientos en cuanto a referencia objetiva dan lugar a diferencias cualitativas también en esas interrelaciones entre la subjetividad y el mundo objetivo, según que sean sentimientos o ideas los que constituyan el momento decisivo de la reacción de la subjetividad a dicho mundo objetivo. En anteriores contextos hemos intentado mostrar que el hombre que vive socialmente se ve obligado a suspender las finalidades prácticas inmediatas con objeto de poder realizar hasta su extrema consecuencia el reflejo intelectual de la realidad, el despliegue de las ideas. El reflejo desantropomorfizador de la realidad abre este ámbito de juego para el pensamiento como fuerza reproductora del mundo, y una experiencia milenaria muestra que sólo por ese rodeo puede la práctica humana llegar a ser verdaderamente trasformadora. Pero también nuestra consideración de la actividad artística nos ha mostrado la presencia de un análogo alejamiento inmediato de la vida, y también con el resultado de poder servir mejor a dicha vida, porque mediante la suspensión de la vinculación a los contenidos y las formas de la cotidianidad el mundo de los hombres se convierte en forma y figura con una precisión posibilitada por el hecho de que el hombre consigue tomar posesión, en la obra de arte que es un para-sí, del mundo propio por él mismo producido y que es ahora un Para-nosotros estético. En todos estos casos -señaladamente en los de la práctica inmediata-se trata de procesos teleológicos en los cuales las ideas, las capacidades artísticas creadoras, las percepciones que están a su servicio, etc., tiene el papel de órgano, de instrumento para realizar el objetivo teleológico. Cuando se consigue, aquellas ideas, aquellas capacidades creadoras, etc., han conseguido su pleno despliegue vivencial : su consumación se encuentra en la obra conseguida, en la acción consumada; por distintas que éstas sean en todo otro respecto, desde el punto de vista que ahora nos ocupa se encuentran sometidas a las mismas leyes y a los mismos destinos. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Muy diferente es la relación de los sentimientos y las impresiones con la realidad objetiva. Precisamente a consecuencia de su comportamiento y su relación, ya descritos, con la realidad, no tienen primariamente carácter teleológico: la trasposición en una realización por la práctica no pertenece necesariamente a su esencia. (Aunque. naturalmente, los sentimientos pueden dar nacimiento a pasiones; en otros contextos hemos hablado ya de las pasiones, de su elemento consciente y de su orientación a un cumplimiento mediante acciones teleológico-prácticas.) Así pues, mientras los sentimientos y las impresiones no se traspongan a una práctica de orientación teleológica, la vida externa del hombre -y, por regla general, también la interna-tiene que subordinarse a la dinámica y a la lógica de los acaecimientos de la realidad objetiva. La dinámica y la lógica propias de los sentimientos y las impresiones no pueden entonces desplegarse, quedan constantemente perturbadas en su desarrollo por las necesidades del mundo circundante, desviadas, reorientadas por otras vías, etc. Y hemos indicado ya -piénsese en la profunda problemática interna del «alma hermosas-e-que tampoco es una solución el retirarse del mundo externo, el encerrarse en la propia interioridad; esta conducta, por el contrario, da a los sentimientos direcciones falsas y contenidos inauténticas, y en la mayoría de los casos los condena a una esencial esterilidad incluso para el hombre que los vive. Aún más: una realización plena de un despliegue emocional sin intervención del mundo externo no puede tener lugar más que en formas patológicas, como trasfondo emocional de monomanías. Esta contradictoriedad muestra que se trata aquí de un hecho básico de la interacción entre la interioridad humana y la realización de la existencia humana en la vida; las contrapuestas fuerzas y tendencias, todas dotadas de la misma necesidad, no pueden llegar en la vida a equilibrio si no es excepcionalmente. Tales realizaciones son casos tan excepcionalmente límites que no tienen relevancia para la necesidad social general. El poeta Theodor Storm, tan sutilmente sensible que a veces puede dar en sensiblero, ha escrito: </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><i>Aunque entierres lo que más quieras. Hay </i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><i>Que seguir viviendo; </i>-<i>y en la opresión del día,</i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><i> afirmando- tu yo, pronto vuelves a erguirte. </i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Y Henrik Ibsen ofrece en su drama <i>El pequeño Eyolf </i>una estampa irónico-psicológica del hecho de que la constancia psicológica del dolor es imposible aunque se trate del dolor más sincero, el provocado por la pérdida del hijo único y profundizado aún por el aguijoneo de la conciencia. No son los demás los únicos que, por como pasión, intentan distraer al que sufre: de la interioridad misma brotan constantemente momentos inhibitorios del dolor. Así fracasa en la pieza de Ibsen el intento de Alfred Allmets de entregarse totalmente a su luto. En cierta ocasión dice a su hermana Asta, que está consolándole: [El hijo muerto] «se me ha ido del sentido y del pensamiento. Ni una sola vez le he visto mientras hablábamos. Todo el rato ha estado sumergido y olvidado». Luego lo dice más crasamente: «Antes de que llegaras me estaba retorciendo indeciblemente en mi desgarrador dolor... cuando me sorprendí preguntándome qué íbamos a comer a mediodía». Añadamos de nuevo, para evitar todo equívoco, que esa impotencia en que se encuentra la vida, su incapacidad para hacer que los sentimientos como tales puedan tener un total despliegue vivencial, no es, considerada con esa generalidad, ninguna limitación, ni en sentido social ni en un sentido universalmente humano, sino consecuencia necesaria de las únicas reacciones prácticas posibles del hombre a su mundo circundante. El hecho de que -como complemento de esa situación- exista realmente una tal necesidad de pleno cumplimiento de los sentimientos, el hecho de que su realización mimética enriquezca y profundice al hombre, muestran sin duda también que la mayoría de las formaciones sociales ponen obstáculos al desarrollo omnilateral del hombre, pero, sobre todo, que ese desarrollo omnilateral de las capacidades humanas requiere un instrumental producido por el hombre mismo y que complementa, amplía y profundiza su existencia natural. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Veremos más adelante -como, por cierto, hemos podido ver ya a propósito de la oda pindárica- que la música nace de esa general necesidad social y humana, que, para satisfacerla, crea su específico y peculiar medio homogéneo y se constituye como arte en la forma de una mímesis doble. Esa necesidad se abre, ciertamente, paso también independientemente de la música, como muestra, por ejemplo, el uso, en otro tiempo tan difundido, de las plañideras, cuyos llantos y lamentos, estilísticamente basados (por así decirlo) en el desenfreno, eran una mímesis de las impresiones dolorosas, tal que el desencadenamiento de las impresiones imitadas no quedara perturbado por momentos inhibitorios externos ni internos. Así el despliegue total de las impresiones no tiene lugar inmediatamente en la vida misma, como reacción vivencial a los acontecimientos de ésta, sino reducido a la representación mimética, la cual -eliminando todo lo heterogéneo- se concentra única y exclusivamente en torno al correspondiente círculo emocional y desencadena sentimientos catárticos en el hombre que en la vida y por la vida era propiamente el sujeto de dichas vivencias. Hay que subrayar especialmente tres momentos que pueden aclarar la esencia de una mímesis tal. Primero, que en el caso de las plañideras se tiene siempre una mímesis de los sentimientos, no los sentimientos mismos, mímesis en la cual la «imitación» del acontecimiento, de los hechos mismos, se pone conscientemente en último término y casi desaparece. Segundo, que precisamente por esa razón el receptor, en el cual dicha representación desencadena descargas emocionales hasta la catarsis, sabe perfectamente que está en presencia de una refiguración de la realidad, y no de esta misma. Tercero, que no se tiene aquí ninguna identificación del receptor con la representación mimética; ésta desencadena en él sentimientos de intensidad y libertad mayores que la vida misma y que sus propias reacciones a ésta, y ello precisamente porque la representación objetiva esos sentimientos y tiende conscientemente a dirigir la corriente de sus impresiones en el sentido de la exacerbación, del despliegue vivencial pleno; el receptor se encuentra ante sus sentimientos como ante una objetivación plenamente determinada. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El camino hacia la objetivación de las emociones humanas en su pureza y su autenticidad subjetivas se abre, como siempre, a partir de la esencia misma del material vital, aunque es claro que la plena objetivación no puede alcanzarse más que mediante un salto cualitativo. Ya hemos indicado que en los sentimientos y las emociones se encuentra muy frecuentemente una tendencia a la separación relativa respecto de las causas y las ocasiones que los despiertan: es una tendencia a reflejarse a sí mismos, la cual puede dar lugar a una espontánea mímesis de la mimesis. Desde el punto de vista de las necesidades que estamos analizando aquí, esa mímesis tiene que ser por fuerza estéril El mero nadar subjetivo en los propios sentimientos, su reflejo, conmovido o irónico, complacido o autodestructor, en el propio Yo, no puede alterar en nada esencial la estructura de las emociones y los sentimientos ni su relación con el mundo externo; por tanto, sus elementos miméticos no llevan más allá de la contradictoriedad básica. Las costumbres miméticas espontáneas, como la citada de las plañideras, pasan ya, según hemos visto, de la realidad a su re figuración, y abren así un ámbito de juego para el desencadenamiento irrefrenado, no inhibido, de los sentimientos sobre una base mimética. Pero esta solución no puede arbitrarse más que para sentimientos muy determinados, y nunca para todo su ámbito, el cual, en efecto, abraza todas las manifestaciones de la vida, las sociales igual que las privadas, las generales, típicas y recurrentes igual que las puramente individuales y en principio irrepetibles. Por otra parte, esa solución no puede ser eficaz más que a niveles primitivos. Porque -pese al predominio del desencadenamiento puro de los sentimientos-opera con el medio homogéneo de la expresión verbal, cuya evolución interna acarrea necesariamente el que los sentimientos y las emociones no se refiguren sólo según su estructura interna, sino también y precisamente según su interacción viva con la realidad objetiva, lo que quiere decir que ha de trasformarlos en poesía. Seguramente no hará falta insistir en lo importante que ha llegado a ser para la humanidad ese tipo de reflejo. Pero precisamente su fuerza le impide dar una solución al particular problema aquí planteado. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Nos expresarnos sin duda de un modo aparentemente paradójico cuando buscamos el punto de partida filosófico para alcanzar lo más especial y propio de la música en una negatividad inmediata, a saber: en su objetividad radicalmente indeterminada respecto del mundo externo, tal como la hemos descrito ya. La totalidad intensiva, como fundamento de todo arte y de toda obra individual, se manifiesta ciertamente siempre de un modo sumamente positivo<i>, </i>conformador, creador de mundo. Pero no debe olvidarse que la posición, en cada caso, de una determinada clase de totalidad intensiva acarrea inevitablemente la negación absoluta y radical de una masa ilimitada de determinaciones propias de la realidad refigurada en sí, en cuanto ésta es una totalidad extensiva e intensiva. La frase de Spinoza frecuentemente citada, «omnis determinatio est negatia», vale también para la positividad de cada medio homogéneo. El hecho de que esto se manifieste del modo más llamativo en la música no significa que no tenga validez general para todas las artes. De este modo «niega» la escultura todas las interacciones del cuerpo conformado con su entorno; el cuerpo se yergue para sí, en un redondeo que lo consuma, basado puramente en sí mismo. Pero la expresión del hombre como ser corporal (y precisamente por eso y en eso como ser anímico-corporal) con una escala expresiva infinita que va de la hermosura armoniosa, en reposo en sí misma, hasta el pathos trágico de su Ser-para-sí, sería inimaginable sin esa despiadada exclusión de una serie ilimitada de determinaciones, por importantes que sean, de la realidad objetiva, eliminándolas del reino de la escultura; sólo gracias a la mutación de esa renuncia, ele esa negación, en positividad puede realizar la escultura su propia dimensión. Si se considera la naturaleza de cualquier arte, se llega inevitablemente a resultados parecidos; lo que pasa es que el contenido y el tipo de la negación y el contenido y el tipo de la positividad peculiar así producida son radicalmente distintos en cada arte. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Esas consideraciones disuelven la aparente paradoja de nuestro punto de partida hasta hacer de ella mera apariencia. La notable simultaneidad de suma lejanía vital y suma proximidad vital, que es propia de la música, se aclara así por sí misma. Pues su lejanía respecto de la vida, el hecho de que su medio homogéneo no tenga inmediatamente nada que ver con la realidad objetiva dada y que, por tanto, no aparezca siquiera inmediatamente como mimesis suya, se funde por sí mismo con su proximidad a la vida, con cl hecho de que aparentemente enuncia sin mediación alguna la esencia más subjetiva e interna del hombre; todo eso queda claro si se parte de la indicada negación como determinación. El medio homogéneo de la música puede expresar los sentimientos y las emociones de los hombres con una plenitud sin inhibiciones, con una pureza sin enturbiar, precisamente porque libera la mímesis de la realidad, que a menudo tiene lugar espontáneamente en los sentimientos, de toda su ambigua vinculación a los objetos; la música practica esa radical depuración mediante la posición de una nueva mímesis que duplica aquella otra espontánea. En la mímesis duplicada, en el medio homogéneo, así producido, de los sonidos, los sentimientos y las emociones refigurados pierden, mediante la objetividad indeterminada, toda vinculación a cosas externas, y pueden desplegarse plenamente de acuerdo con su propia lógica y su propia dinámica; pero, al mismo tiempo, la verdad del modelo vital reflejado se mantiene totalmente preservada en la formación mimética y hasta cobra en ella posibilidades de cumplimiento que le serían necesariamente inaccesibles en la vida misma. Se produce incluso la situación, también aparentemente paradójica, de que precisamente lo que en la vida misma era el punto más débil de un comportamiento -la oscilante relación de los sentimientos y las emociones con el mundo objetivo- se convierte en la mimesis, como objetividad indeterminada, en el fundamento de una máxima capacidad evocadora del material vital elaborado miméticarnente. Tampoco esto es ninguna novedad absoluta para la filosofía del arte. Todo el mundo sabe que la mezcla, aparentemente inextricable, de lo casual y lo necesario es uno de los grandes obstáculos puestos a una satisfactoria orientación intelectual en el mundo, y aún más a la domesticidad vivencial en él. Ahora bien: la tragedia, con la eliminación del azar, y la narración clásica, con el dominio del azar, producen medios homogéneos en los cuales el reflejo veraz de la realidad ofrece miméticamente en cada caso un mundo con sentido para el hombre, un mundo intelectual y anímicamente doméstico. Al igual que antes con el ejemplo de la escultura, también aquí puede verse sin dificultad que la mimesis dúplice de la música, la refiguración de los sentimientos y las emociones que refiguran la realidad, no se separa por su estructura básica de los demás tipos de reflejo estético, y aun menos, por tanto, se contrapone a ellos de modo excluyente. En ella se revela una relación del todo única del hombre con la realidad, como conformación mimética muy peculiar, yeso la diferencia vivencialmente, con concreción estética, de todas las demás artes; pero eso ocurre partiendo de principios que, por 'sus fundamentos generales últimos, son comunes a todas las artes creadoras de mundo. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La música se constituye como arte independiente cuando esa mímesis de las emociones desencadenadas por la vida, cuando esa refiguración de una refiguración se hace capaz de dar forma a su objeto propio según su más íntima estructura propia, o sea, desprendido de la vinculación directa a la ocasión que lo provocó en la vida. Ese desprendimiento no puede entenderse más que contemplándolo en sus absolutez y relatividad simultáneas. Es absoluto porque la música produce un propio «lenguaje» (en el sentido indicado al estudiar el sistema de señalización 1'), cuya univocidad, cuya capacidad de reflejar y cuya intensidad expresiva se basan en que los «signos» para la reproducción de objetos concretos de la vida han desaparecido de él o, por lo menos, se han debilitado al máximo. La situación externa e interna de las emociones en la vida anímica del hombre real que actúa en la práctica, del hombre entero real y existente (tema al que ya hemos dedicado algunas descripciones), muestra claramente que su despliegue vivencial completo no puede realizarse sino en un medio, por medio de un «lenguaje», que no se limite a superar concretamente en cada caso los obstáculos, sino que empiece por establecer que son inexistentes en su ámbito. Por absoluto que sea ese aspecto ordenador de la refiguración de las refiguraciones, el aspecto de contenido de este complejo no puede separarse de la vida sino relativamente, igual en el todo que en el detalle. Recuérdese lo que dijimos acerca de la música al estudiar la categoría de la particularidad. Describimos entonces la trasformación necesaria de las impresiones despertadas por la realidad y que la reflejan; en esas impresiones, como acabamos de ver, se extirpa el hic et nunc de su agente desencadenador y, con ello, su concreto ser-así, personal y biográfico, si se admite esta expresión, con lo que desaparecen de este «lenguaje» las notas específicas de la singularidad; y notamos también que, como no puede tener carácter verbal -ni siquiera cuando la música, o ya el lamento de las plañideras, se recoge con palabras-, ese lenguaje pierde todo lo que determina objetos en sentido conceptual. El «lenguaje» se trasforma en un complejo de elementos constructivos de la atmósfera tonal de cada caso: falta en él aquella formulación inequívoca, aquel redondeo hacia «arriba» que se expresa por la categoría de la generalidad. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">A pesar de todo ello, ese «lenguaje» no es desdibujado, ni tampoco es un inarticulado tartamudeo de meras explosiones emocionales. La particularidad se yergue como generalización manifiesta por encima de todo lo particular y, mediante esa generalización, tiende a destacar los rasgos típicos de todo fenómeno particular; desde este punto de vista, la música se distingue de las demás artes en que éstas representan lo típico en una conexión unitaria, junto con los detalles (cuidadosamente seleccionados cuando la composición es acertada), mientras que en la música lo típico cobra forma como tal, sin penetrar en la esfera de las singularidades o detalles. Por otra parte, no es necesario en la música -como lo es, en cambio y ante todo, en la poesía-que la generalidad se concrete en particularidad mediante un específico proceso de estilización, sino que la particularidad representa ya el estadio más alto de aparición de toda generalidad en ella. De este modo la refiguración musical de las emociones (refiguración de refiguraciones) se individualiza en el sentido más concreto, tanto respecto de la naturaleza del todo en el cual se expresa el concreto ser-así en el despliegue de una evolución emocional, cuanto por lo que hace a las partes, a los momentos, los cuales, ciertamente, se han liberado de la objetividad determinada de la ocasión que los provoca, pero que de todos modos preservan en sí sus específicas consecuencias emocionales completamente intactas, e incluso levantadas mediante la tipificación a un nivel superior de individualización. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Lo que precede basta para describir los contornos del medio homogéneo de la música de un modo groseramente general. Las demás artes reflejan inmediatamente la concreta objetividad del mundo externo y el mundo interno humanos, y las concretas formas de objetividad así conseguidas -y relevantes desde el punto de vista del arte de que se trate-se homogeneizan en composiciones unitarias en las que se expresa el funcionamiento orientador, suscitador de evocaciones, de las formas estéticamente creadoras. En cambio, el medio homogéneo de la música se limita estrictamente a ese papel orientador, evocador. Como no descubre ni realiza las posibilidades orientadoras-evocativas presentes en las concretas formas objetivas de la vida, sino que purifica y levanta hasta lo artístico un material anímico ya en sí evocador por naturaleza, y sólo preexistente como medio de evocación, se produce muy fácilmente la serie de erradas concepciones, ya estudiadas, sobre la «esencia» de la música, tanto las que se basan en la subjetividad -casi mística-"pura» y sin objeto de su acción, como las que subrayan su carácter puramente formal. Ya hemos refutado ambos tipos de concepciones; observaremos aún, acerca de la primera, que cuando surgen, por ejemplo, recuerdos de emociones pasadas, es decir, cuando el sujeto se hace presente refiguraciones de refiguraciones -aunque no sea en sentido estético-, es difícil afirmar que esas refiguraciones no sean efectivamente objetos ante el sujeto. Acerca de la segunda serie de falsas concepciones hemos dicho ahora mismo lo esencial, al subrayar las específicas particularidades del medio homogéneo de la música. Añadamos lo siguiente: como las emociones refiguradas por la música, trasformadas en música, tienen que llevar a su nueva forma de existencia su contenido propio -precisamente en cuanto rasgo básico de su peculiaridad cualitativa-, y como esa nueva existencia no puede ser eficaz sino mediante el pleno despliegue compositivo de dicha peculiaridad, hay que reconocer también en la música la prioridad del contenido respecto de la forma, ya reconocida en las demás artes: esto es, el hecho de que la forma es forma de un contenido determinado. Con eso se resuelve la objeción, acaso suscitada de que el peculiar y puro carácter de cumplimiento de las dúplices refiguraciones de emociones signifique la aproblematicidad de su naturaleza y de sus vinculaciones. Es verdad que las emociones captadas mimético-musicalmente se separan de las ocasiones reales que las desencadenan, trasforman los objetos a los que se referían en una objetividad indeterminada y aniquilan todas las inhibiciones y todos los obstáculos que impedían su despliegue en la vida; pero esa trasformación no suprime su naturaleza, su ser-así formado por la realidad, ni tampoco anula los problemas internos que surgen de sus relaciones recíprocas. Sólo así puede el cumplimiento producido por el medio homogéneo de la música llegar a ser un verdadero cumplimiento, un principio creador de «mundo». Desde luego que vivenciamos frecuentemente el flujo irresistible de auténticas emociones, como, por ejemplo, en la obra de Bach o en la de Handel: pero no pocas veces oímos también roturas, reservas, conflictos, etc.: en las sonatas de Beethoven, por ejemplo. y ambas cosas, medidas con los criterios de la vida, son cumplimiento puro. La historicidad de los principios constructivos de las formaciones musicales, que con tanta frecuencia se describen de un modo puramente formal, se debe precisamente a esa dinámica interna, determinada histórico socialmente, de su material emotivo. El conocimiento de las conexiones resultantes muestra el camino que lleva a la comprensión histórica de cada estructura musical y la vía que permite llegar a su correcta estimación estética. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Con eso afirmamos el carácter resueltamente histórico de la música tanto desde el punto de vista del contenido cuanto en la perspectiva de la forma. El hecho en sí ha llegado a ser en nuestros días un dato obvio e innegable. Pues hoy conocemos ya sistemas musicales antiguos, orientales, folklóricos, etc., cualitativamente diversos de los nuestros, mientras que, con la vivencia de la música atonal, hemos sido contemporáneos del nacimiento de un sistema nuevo. y aquí -exactamente igual que en las demás artes-un sistema no supera y suprime los demás, al modo como en la ciencia una teoría más adecuada elimina otra falsa o menos suficiente; sino que las auténticas obras de arte de cada sistema tonal conservan su plena vigencia estética. El que la obra aparezca como signo de una época determinada, de una determinada situación histórico-social, el que todos sus detalles -no sólo los de su génesis, sino también los de su eficacia-estén sometidos a dicho cambio, inserta a la música, desde otro punto de vista y sin alterar su naturaleza específica, en la serie de las demás artes. Ha escrito Adorno: «La tesis de una tendencia histórica de los medios musicales contradice la concepción tradicional del material de la música. El material se define por la tradición de un modo físico, a lo sumo acústico-psicológico, como quintaesencia de los sonidos eternamente a disposición del compositor. Pero el material compositivo difiere tanto de eso cuanto difiere el lenguaje de su reserva sonora. No sólo se estrecha o amplía el material en el curso de la historia. Todos sus rasgos específicos son signos del proceso histórico. Y llevan tanto más plenamente la necesidad histórica consigo cuanto menos inmediatamente son legibles como caracteres históricos. En el momento en que se hace imposible oírle a un acorde su expresión histórica, ese acorde exige que cuanto le rodea tenga en cuenta sus implicaciones históricas. Éstas se han convertido en naturaleza suya. El sentido de los medios musicales no se agota en su génesis, pero es inseparable de ella». (20) Podrían aducirse aquí ejemplos sin número; nos limitaremos a un caso aportado por Ernst Bloch: « ... así, por ejemplo, el brillante, duro y disminuido acorde de séptima -que en un tiempo fue nuevo, tenía efectos desconocidos y podía estar, por ello, en la obra de los clásicos, en el lugar del dolor, la cólera, la excitación y de todo sentimiento violento-, ahora, una vez pasado el radicalismo, se ha hundido insalvablemente en la música de entretenimiento, como expresión sentimental de asuntos sentimentales. (21) </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Así pues, la interioridad objetivada por el medio homogéneo de apariencia meramente formal, para hacer de ella un despertar de evocaciones, una apariencia audible, es un «mundo», una totalidad intensiva que abraza a su manera y lleva a forma todo lo que en las interacciones del hombre con su mundo circundante es relevante para ella, para su pleno despliegue y su redondeo; así esa interioridad llega a tener una sustantividad propia, y a ser una fuerza eficaz en la vida social de los hombres. Ya hemos aludido a la contradicción dialéctica que se encuentra y obra en esa autonomía de las potencias internas del hombre. La hipóstasis de la interioridad en una existencia independiente del ser material del hombre es el tema permanente de la mayoría de las religiones. Sin entrar aquí siquiera en la problemática de un «alma» así imaginada, como sustancia propia, para-sí, tenemos que recordar de nuevo que lo que llamamos interioridad o alma (sin comillas), cuya real importancia en la vida individual y social de los hombres nadie negará, es un producto de la evolución histórico-social. Ya la mera capacidad que tiene el hombre de poner como relaciones entre sujeto y objeto sus relaciones con el mundo circundante, con todas sus determinaciones y sus interacciones, es, como hemos visto, resultado del trabajo. Los movimientos, varias veces descritos aquí, hacia un aumento de la importancia del factor subjetivo, hacia su independización en la interioridad, son una consecuencia de las tareas, cada vez más complicadas, puestas a cada individuo humano por la evolución histórico-social. Recordaremos sólo nuestras consideraciones acerca del papel del tacto en el tráfico humano; pero también funciones sociales más importantes -como, por ejemplo, el paso a primer plano de las reacciones morales y éticas y la eliminación de su regulación «obvia» por las costumbres- muestran lo resueltamente que la ampliación, la profundización, etc., de la vida interior se convierten en un importante problema social, la importancia que cobra su desa<i>rrollo </i>también desde el punto de vista social. Basta con recordar el papel que ha tenido este complejo nocional en la cultura griega, en el pensamiento de Sócrates, de Platón, de Aristóteles. Y no es casual que en la pedagogía ética de los griegos, en la educación del hombre, hecho ya individualidad, como ciudadano, se concediera una gran importancia a la música como factor educativo. Aunque Platón y Aristóteles adopten en importantes cuestiones de este tipo posiciones diametralmente contrapuestas, el hecho es que no hay discrepancia alguna entre ellos por 10 que hace a la importancia de la música para la pedagogía social. Ese acuerdo, sobre el trasfondo de todas las demás contraposiciones filosóficas y sociales entre los dos pensadores, se basa en que ambos conciben la música como mímesis de las emociones humanas, y esperan de ella -igual que de la poesía-efectos catárticos sobre el ethos del futuro ciudadano realmente activo. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Con esto el efecto desencadenado por la mímesis musical -efecto que en los comienzos de la evolución, en el período mágico, no era más que un subproducto (más o menos previsto y buscado) de la mímesis como hechizo- pasa a ser una cuestión central: parece haberse consumado la génesis de la música como arte sustantivo. Decimos que parece porque, a tenor de los conocimientos que tenemos, esa historia contiene aún saltos cualitativos, particularmente el salto que separa la música de los últimos siglos, en cuanto música del todo independiente, de la de todo estado anterior. El hecho de que sólo la música moderna haya producido un arte instrumental totalmente basado en sí mismo y desconocido en general por las etapas anteriores es, en nuestra opinión, una consecuencia de la nueva situación, no idéntico sin más con esta misma. Pues, por una parte, sigue habiendo incluso en los tiempos más recientes una música grande que no pretende en absoluto obrar por sí misma, sino que se apoya, con toda consciencia y como en los tiempos iniciales, en la palabra y en el movimiento; y, por otra parte -como indica la frase de Píndaro antes citada-, seguramente se llegó muy pronto a «imitaciones» puramente musicales de emociones, imitaciones que no necesitaban el apoyo aclarador del sentido concreto y expreso en el lenguaje o en los gestos, sino que podían representar por sí mismas una mímesis significativa de las emociones. (Pronto nos ocuparemos del problema contenido en eso.) Por mucho que se pretenda rebajar esta contraposición a proposiciones cuantitativas y por muchas transiciones históricas que se descubran, el hecho es que el salto cualitativo existe; pero no hay que buscar su fundamento en la evolución inmanente de los medios de expresión musical y de sus modos de evocación, sino en el cambio del objeto último de la mímesis musical, en el cambio de la interioridad humana. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Éste no es, ciertamente, el lugar adecuado ni siquiera para esbozar esa evolución; por otra parte, el autor tiene plena consciencia de su falta de competencia especializada en esta cuestión. La historia nos enseña que la evolución histórica «libera» en cierto sentido, de formación en formación y con velocidad acelerada, la interioridad humana; esto es: se producen a niveles cada vez más altos relaciones económico-sociales, vinculaciones y relaciones estatales y clasistas, etc., que imponen la realización de la acción de los hombres, determinada por el ser social, en la forma de decisiones y resoluciones individuales. No es que disminuya la necesidad de las determinaciones sociales, sino que se altera su funcionamiento directo, esto es: aquella necesidad toma por una parte -y vista desde el individuo- cada vez más la forma de una libertad, carga responsabilidades en los hombros del individuo como tal, las cuales eran necesariamente desconocidas en anteriores estadios; y, por otra parte, la necesidad aparece de modo mucho más abstracto que en épocas anteriores, lo cual suscita a menudo ilusiones acerca de una mayor libertad, cuando objetivamente la constricción y la vinculación han aumentado. Pero, de todos modos, la forma concreta de imponerse la necesidad social amplía el ámbito de juego disponible para el despliegue de la interioridad, pues el individuo humano en acción parece guiado de modo más intensamente inmediato por iniciativas propias. Basta pensar en una ciudad medieval, con sus constricciones gremiales, la regulación de las tasas y los precios, etc., y compararla con el mercado capitalista, para apreciar ese desplazamiento cualitativo ocurrido en la estructura de la actividad humana, y para entenderlo como movimiento en el sentido de una subjetividad desplegada. No hace falta hablar de los aspectos puramente ideológicos de esa evolución, los cuales son universalmente conocidos. La Reforma y las luchas ideológicas por ella desencadenadas, la religiosidad de sectas, etc., muestran ya como fenómenos masivos tendencias que antes aparecían a lo sumo esporádicamente. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Ya Schiller ha basado en eso una contraposición entre el arte antiguo y el moderno; la contraposición cobra forma más desarrollada en los escritos del joven Friedrich Schlegel, en las estéticas de Schelling y Solger, y Hegel la codifica al final estéticamente con el concepto de arte romántico. La música (Hegel considera sólo la moderna) presenta entonces, junto con la pintura, la característica de arte típico del período romántico, o sea, de la Edad Moderna. Ya hemos indicado -y tendremos que volver a hacerlo al hablar de la arquitectura-que la directa correlación hegeliana entre determinadas artes y singulares estadios evolutivos históricos es una construcción idealista que, al mismo tiempo que descubre algunas importantes conexiones, produce una gran confusión en el conocimiento de la real evolución de las artes. Lo que Hegel quiere decir en última instancia -que determinados períodos ponen a determinadas artes en una posición dominante y que el papel histórico social de dichas artes les abre a ellas mismas determinadas posibilidades de superior despliegue-es una idea acertada y profunda; pero, inserta en la construcción arquitectónica de un sistema idealista, esa concepción tiene por fuerza que violentar intelectualmente el real decurso histórico. Así ocurre ya en la cuestión de la música y la pintura como artes románticos. En el caso de la música, se desprecia con esa afirmación la anterior evolución milenaria; en el de la pintura se ignora totalmente el salto cualitativo que separa la medieval de la moderna. Nos detendremos un momento ante esta última cuestión, sólo con objeto de iluminar mejor y con otro ángulo la independización de la interioridad que se expresa en aquel salto y que es decisiva para la música moderna. Pues también en la Edad Media fue la pintura una de las artes dominantes. Mas el motivo oficial de ese predominio -y la razón del mecenazgo eclesiástico- es que se vio en la pintura un medio para convencer de la verdad de la religión a los analfabetos, o sea, a la aplastante mayoría de la población. (22) </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Con el Renacimiento se produce un cambio funcional en las necesidades sociales satisfechas por la pintura. Ese cambio puede apreciarse del modo más llamativo en Venecia. Berenson ha dicho acertadamente que «en el siglo XVI la pintura ocupaba en la vida del veneciano más o menos el lugar que ocupa la música en la nuestra» (23) No vamos a estudiar aquí esa evolución, ni la orientación de la pintura hacia lo representativo durante el alto Renacimiento, el manierismo y el barroco -la línea, por ejemplo, que va de las estancias de Rafael hasta Rubens, con un cambio profundo del contenido y de los medios expresivos. Pero había que aludir al menos a ese cambio de la misión social porque sólo en ese marco puede entenderse adecuadamente la novedad específica de la interioridad que se abre paso explosivamente en la pintura. Nos referimos al nuevo mundo emocional y, con él, al nuevo modo expresivo que -de modo propio en cada artista-aparece con Tintoretto, El Greco, Rembrandt. El que esta gran pintura que encarnaba las principales tendencias de la época no llegara a dominar oficialmente se debe a las luchas de clase de la época, en la cual han triunfado temporalmente la monarquía absoluta y la Contrarreforma que se apoyaba en ella y, por tanto, en el estadio evolutivo propio del capitalismo de entonces. Es claro que estas fuerzas, precisamente por su constelación en la lucha, representan también, frente a la Edad Media, una intensificación de la interioridad independizada, pero de un modo cuidadosa y refinadamente canalizado; mientras que los citados pintores, socialmente outsiders, representan la nueva interioridad en su forma pura. Tampoco podemos detenernos ante estas interesantes contraposiciones. Recordemos sólo de paso que Pietro Aretino ha denunciado al Miguel Angel tardío -punto de arranque de toda la nueva interioridad en las artes plásticas-diciendo que la libertad que se tomaba el artista podía dar apoyo al escándalo de los luteranos. (24)</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Es significativo que Romain Rolland añada a ese hecho la siguiente observación: esa forma de represión de una interioridad abiertamente manifiesta en su contenido ha sido favorable al incipiente florecimiento de la música, Esa afirmación se basa en la síntesis de univocidad emocional e incógnito intelectual (dentro de lo posible) que es característica de la música y consigue evitarle rodeos, callejones sin salida, compromisos y choques trágicos incluso en los casos en que tales dificultades son inevitables para la poesía o las artes plásticas. (Piénsese en el destino de Rembrandt.) Por eso la música más profunda puede perfectamente ser compatible con una ejecución cortesana y ceremonial sin que se perjudique su punto central, la expresión pura de la interioridad. y por eso puede también combinarse con una religiosidad que en sí misma esté ya momificada, y hacerlo sin perder nada de su interioridad, sin trivializarse por culpa de esa unión, porque la música -y sólo ella-es capaz de apelar directamente al contenido emocional de los textos auténticamente religiosos y levantar su sentido a la altura de la mejor subjetividad de su época, sin que la discrepancia evidente se convierta en blasfemia abierta o disimulada (como, en cambio, ocurre en la <i>Crucifixión </i>de Brueghel), y sin que la nueva interpretación, la reinterpretación de los sentimientos religiosos por una interioridad adogmática y ateológica, encierre inevitablemente al artista en un aislamiento respecto de su época, como le ocurrió al Rembrandt viejo. Esta situación tan favorable para la nueva música se produce porque la grandeza específica y la específica limitación de su modo expresivo -limitación que no lesiona en absoluto su carácter de «mundo»-convergen, gracias al favor de las circunstancias histórico-sociales, con las necesidades más profundas del período, y tanto más intensamente cuanto mayor es la energía con la cual la música consigue desplegar sus medios expresivos ele la interioridad ya independiente. Así pues, la tarea social no sólo favorece la nueva tendencia de un modo genérico, sino que tiende además en sus efectos a reforzar sus rasgos específicos innovadores. Pues lo que en ese momento histórico aparece por vez primera en la escena ele mundo es la interioridad humana como «mundo» para sí, como cosmos cerrado en sí mismo, cuyo contenido abarca todo lo que, desde el mundo externo, pone en movimiento a los hombres, todo aquello con lo que el hombre responde a las preguntas dirigidas a su ser, todas las preguntas que él mismo plantea al mundo, todas las victorias de su alma sobre ese mundo y todas sus derrotas ante él. Es obvio sin más que en esa situación tienen que reforzarse constantemente los reflejos emocionales y, por tanto, las posibilidades de conformación musical de los aspectos intelectuales o de pensamiento de la vida humana. No por ello se «intelectualiza» la música, pero su mundo se amplía y profundiza. El cosmos de impresiones al que ella da forma abarca realmente todo lo que existe y obra en la interioridad humana. La peculiaridad de ese cosmos consiste en que se convierte en un "mundo» en la medida en que disuelve el mundo objetivo, o, por mejor decir: ese mundo objetivo, con todas sus huellas -las más finas igual que las más brutales, las más sublimes igual que las más deformadas-se encuentra presente en todas partes y en ninguna. Esta contradicción no es ningún «misterio», sino simple expresión de que la música se ha encontrado a sí misma como mímesis de una mímesis: expresión del hecho de que la música se ha constituido como Ser-para-sí. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Esa constitución en forma no puede nacer más que como<i> </i>resultado de muy profundas necesidades histórico-sociales, y sólo cuando es capaz de presentarse como el modo decisivo de satisfacción de dichas necesidades. Hemos aludido ya a la tendencia común en la sociedad y también en las demás artes. Presentaremos ahora un fenómeno análogo sólo con objeto de iluminar la naturaleza específica de la música; estamos pensando en el <i>Quijote. </i>Lo nuevo de esa novela, desde el punto de vista de la literatura universal, es que en ella se contrapone por vez primera, en autónoma hostilidad, la interioridad humana al mundo externo. Sin duda se da ya antes de la aparición del <i>Quijote, </i>en comparación con la Antigüedad, un constante crecimiento del poder y la importancia de la interioridad humana; así ocurre desde Dante hasta Ariosto. Pero hasta Cervantes lo que aumentaba era sólo el peso especifico de la interioridad humana en el seno de un contexto indesgarrable de hombre y mundo circundante. La novedad revolucionaria de Cervantes consiste en que su personaje construye en su interior un «mundo» entero y lo contrapone combativamente al mundo externo: después de cada inevitable derrota fáctica, Don Quijote consigue insertar al victorioso enemigo en el mundo interior por él creado, hacer de aquél un elemento de la propia interioridad firmemente articulada. Es claro que la lucha termina con la catástrofe del Caballero de la Triste Figura, el cual abandona al final su «sistema insensato» y se somete como hombre normal a la normal realidad. Pero no se olvide aquella melancolía, aquel conmovido lamento catártico con el cual el lector se ve obligado a registrar la «curación» del héroe. Sin duda el quedar encerrado en la mera interioridad es en sí mismo y en última instancia la psicología de la locura. Pero la tragicomedia de Don Quijote es tan profunda porque en ella se miden y pesan con toda exactitud la razón y la sinrazón de la interioridad: si la negación del nuevo mundo, aniquilador de la caballería por parte del héroe cervantino no estuviera -pese a toda locura-profundamente justificada, la humanidad no estaría obligada a preservar como herencia inalienable, en el camino de su renovación, la falta de fe de Don Quijote en la justificación del mundo nuevo, y Don Quijote sería simplemente un loco. Pero, tal como son las cosas, en Don Quijote se encarna la justificación de determinadas formas de interioridad frente al simple y externo decurso histórico. Victrix causa diis placuit, sed victa Catoni. Piénsese también en cómo la estructura totalmente nueva creada por Cervantes penetra en la poesía épica hasta nuestros días y aparece constantemente en formas siempre nuevas, con una dialéctica nueva por el contenido. En un sentido de forma que no es formal, sino concebido desde el punto de vista de la historia universal, tenemos aquí ante nosotros un «modelo» de la música de la Edad Moderna. Es claro que ese carácter de modelo no debe tomarse al pie de la letra. Pues en la poesía no sólo vence -en el sentido indicado-el mundo real sobre las imaginaciones, sobre las ilusiones -aunque sean históricamente justificadas-de la mera interioridad, sino que, además, ambos combatientes se encuentran desde el punto de vista de la forma en una interrelación irrompible. El carácter de modelo estriba sólo en la independencia, la mundalidad de lo anímico cuando refleja tendencias reales de la historia de la humanidad; la posibilidad de componer sus vivas refiguraciones en una unidad tan significativa inmanentemente como la que ofrece al hombre la realidad misma. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Eso es precisamente lo que la música puede dar en pureza y perfección artísticas. No como simple o rígido aislamiento, como separación del mundo externo, sino como posición, en cierto modo fundada como concepción del mundo, de la interioridad en su Ser-para-sí, en la cual los objetos, las relaciones, los acaeceres de la realidad objetiva quedan superados, y preservados sólo como objetividad indeterminada. Con ello se modifican todos los acentos del típico destino moderno de Don Quijote: lo justificado desde el punto de vista de la historia universal (y, por lo tanto, más que subjetivamente particular) en la relación de la interioridad con su mundo circundante histórico consigue desplegarse sin inhibición, consumando sin resto todas sus determinaciones inmanentes, proceso en el<b> </b>cual su destino externo se desdibuja más o menos, hasta hacerse a veces irreconocible, en la interacción con la realidad histórica. Pero eso no es ninguna imperfección de la unidad musical entre la forma y el contenido. Al contrario: su avasalladora fuerza, que le permite -incluso en circunstancias desfavorables-crecer hasta una verdadera grandeza y ejercer efectos avasalladores incluso sobre receptores que por lo común se cierran a tales contenidos, tiene su fundamento precisamente en ello. Pues la misión de la interioridad en la vida del género humano consiste precisamente en esto: no preocuparse de la posibilidad de realización práctica, no preocuparse del destino histórico de las exigencias confusamente contenidas en los sentimientos, sino desplegar esa sensibilidad cósmica puramente y sin inhibiciones, en la medida en que aquellos sentimientos puedan ser en la vida exigencias del día y de la época, hasta hacer de ellos un «mundo» maduro y completo. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Por motivos ya antes indicados, es evidente que eso sólo es posible en la música. La música tiene la veracidad más profunda y más rica imaginable en la medida en que expresa esos sentimientos con una pureza sin reservas y una consumada perfección interna; al mismo tiempo, la música es completamente irreal, plenamente independiente en lo inmediato de la situación momentánea de las luchas sociales, pues el mundo de los objetos y las relaciones reales, en cuyo marco se desarrollan aquellas luchas, desaparece en la música o queda visible a lo sumo en el horizonte, como alusión lejana. En ese terreno crece la específica profundidad de cumplimiento de la música, un florecimiento sin freno de aquellos sentimientos, al que el mundo externo, con su velocidad, su estructura evolutiva, etc., no pone obstáculo alguno. De todos modos, los efectos del mundo externo no se aniquilan artísticamente sino en su acción fáctico-inmediata, pues originariamente han desencadenado ellos mismos los sentimientos que cobran forma musical y que se reproducen musicalmente en el nuevo medio según su inicial ser-así: son esencialmente sus refiguraciones. Y la música, como refiguración de esas refiguraciones, no puede en modo alguno aniquilar el contenido interno esencial de aquellos sentimientos -pues los contenidos son la determinación de los mismos-ni ignorarlos; ni siquiera puede pretenderlo sin destruir su propia base. El desdibujamiento, antes aludido, de la objetividad inmediatamente perceptible del mundo externo (directamente conformada por todas las demás artes) no aparece inmediatamente en la mímesis musical de los sentimientos más que como coloración particular, como acentuación especial o peculiar, como específico contenido emocional. Por eso la independencia es formal, y la forma no puede consumarse más que si sus contenidos son significativos desde el punto de vista histórico-social. Su destino social interviene hasta en las últimas profundidades de la dación de forma, pero sólo como interioridad, condicionada y delimitada por la forma. Tal vez baste con aludir aquí al violento choque entre el ansia de libertad y la vergüenza del sometimiento en toda una serie de oratorios de Handel. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Racionalistas e irracionalistas comparten el prejuicio según el cual al independizarse así, al basarse de ese modo en sí mismos, las impresiones, las emociones, los sentimientos tienen que hacerse caóticos; no nos interesa gran cosa el que los unos condenen ese caos y los otros lo aprueben. Como los sentimientos reflejan un orden histórico del mundo, conexo y realmente existente, tienen también entre ellos -aunque sea ocultamente- una conexión lógica, la cual, empero, como hemos visto, tiene que subordinarse en la realidad a la del mundo externo. La sometida lógica de los sentimientos vive y se desarrolla hasta su consumación gracias a la mímesis de la mímesis que tiene lugar en la música: aquella lógica es en la música reflejo mediado de la realidad objetiva y respuesta directa a ella, y así consigue su cumplimiento inmanente. Ese cumplimiento no excluye, como es natural, las contradicciones más chirriantes; pero en este medio homogéneo las contradicciones tienen un carácter diverso del que poseen en la vida; no aparecen ya tanto como contraposiciones entre la subjetividad y el mundo objetivo -al modo del <i>Quijote-, </i>sino predominantemente como contradicciones inmanentes de la interioridad misma; y en ciertos casos la exterioridad, tan desdibujada en el horizonte, puede dar a esas contradicciones una específica coloración. Si el objeto último de la música se determina de ese modo, cobran por fin su sentido claro nuestras anteriores observaciones polémicas contra el formalismo y nuestra apelación a la necesidad de que la mímesis musical consiga dar con su realidad. Esa determinación contiene también implícitamente la jerarquía interna de esa mímesis en el sentido del arte en general, sin descuidar por ello lo específicamente musical: la interioridad manifiesta en la refiguración de la refiguración puede ser tal que abarque el mundo, o puede ser meramente particular, puede ser profunda o superficial, rica o pobre, etc.; y en eso se expresa también la realidad con la cual da la mímesis musical, y cómo lo hace ésta. Pero a propósito de todo eso hay que subrayar un rasgo particular de la música: la trasformación estética del hombre entero en el hombre enteramente tomado se consuma aquí más vehementemente que en las demás artes; el Antes que nace de la vida real no suele ser aquí capaz de inhibir la trasformación tanto como en las demás artes. Por otra parte, y por la naturaleza de la cosa, el Después del efecto artístico está aquí menos determinado por el contenido, menos orientado a contenidos determinados. Por eso la música está al mismo tiempo más cercana y más lejos de la vida que las demás artes; contiene de modo más inmediato las categorías de las decisiones éticas, y, al mismo tiempo, interviene menos concretamente en ellas; conmueve a los oyentes más inmediata y avasalladoramente, pero, al mismo tiempo, es mucho menos constructiva por lo que hace al Después del efecto. Frecuentemente se tiende a desdibujar esta situación tan peculiar de la música en el sistema de las artes por el procedimiento de identificar su objetividad con la de la lírica. Pero con eso se olvida que incluso el poema lírico más subjetivo, más disuelto en estados de ánimo, tiene que reflejar de modo inmediato -aunque con los medios del lenguaje poético, naturalmente-determinados objetos del mundo externo; se olvida que el poema lírico da forma a las emociones desencadenadas por esos objetos como interacciones entre componentes del mismo rango, mientras que en la música no puede llegarse más que a una objetividad indeterminada. Si se comparan, por ejemplo, los efectos ele los poemas de Shelley con la Heroica o la IXª sinfonía de Beethoven, la diferencia se ve clara precisamente porque todas esas obras tienen en común el ser reacciones revolucionarias a la época que siguió a la Revolución Francesa. La gran resistencia opuesta a los poemas de Shelley incluso por personas que se dejan arrastrar sin reservas por las citadas sinfonías de Beethoven puede ilustrar muy bien la indicada peculiaridad del efecto musical. Aquí no podíamos más que indicar los rasgos más generales de esa peculiaridad del efecto musical, de su estructura categorial; la concreción real pertenece, incluso como análisis filosófico, a la teoría de los géneros. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Hasta el momento hemos estado aludiendo a las fuerzas histórico-universales que han dado lugar al florecimiento de la música como arte independiente. Pero esta evolución tiene también su aspecto puramente artístico, que vamos a considerar ahora, aunque también de un modo no concreto, sino meramente abstracto-categorial. Volvemos a ver aquí algo con lo que ya hemos tropezado frecuentemente en otros contextos: que todo arte es producto de una larga evolución histórico-social, y que ninguno pertenece a las propiedades innatas, antropológicas (y menos ontológicas) del ser humano. Es evidente que esa sustantividad de la música moderna presupone un «lenguaje» musical muy desarrollado ya, tanto en el manejo de los medios expresivos cuanto en la disposición y capacidad de su comprensión receptiva. Es obvio que esa capacidad no podía existir desde el primer momento, ya por el hecho de que el objeto -la interioridad humana, el «mundo» de las emociones humanas-es él mismo un producto de dicha evolución. Por ello se comprende sin más que la mímesis, sus formas de representación y su receptividad, no pudieron existir antes que la cosa misma. La dificultad con que se tropieza cuando se intenta descubrir la génesis de la música y de su sentido es también obvia: no podemos poseer documentos de la primera fase evolutiva de la música, como en cambio los tenemos por lo que hace a la primera fase evolutiva de las herramientas. Incluso los pueblos más primitivos que conocemos, se han levantado ya por encima de los primeros comienzos. Pese a ello hay que decir que, dada la estrecha vinculación entre la danza, el canto y la música en los estadios relativamente iniciales que conocemos, resulta sumamente inverosímil que los intentos realmente primeros no hayan mostrado una conexión aún más estrecha. Incluso en un pueblo de desarrollo artístico tan alto como el pueblo griego, Th. Georgiades ha podido comprobar una vinculación estrechísima entre la música y el canto y la danza. «Los versos de Píndaro no eran sólo música, sino también danza; no eran sólo "poesía", no eran sólo "canto", sino también choréia, o sea "el todo de canto y danza". Ésta es la definición platónica <i>(Leyes, </i>654 B). Hay también un paso de Aristóteles <i>(Metafísica </i>1087 B) que muestra que para los griegos el ritmo va íntimamente enlazado con el sentimiento de lo somático, que no puede entenderse por sí mismo, abstractamente, como fenómeno exclusivamente musical. Aristóteles utiliza como ejemplos de la unidad rítmica mínima el paso y la sílaba. No se le ocurre indicar un elemento puramente musical -por ejemplo, el sonido breve-, al modo como nosotros aduciríamos tal vez el valor de una nota, por ejemplo, la corchea o semicorchea, o incluso un valor temporal absoluto y abstracto, dado por el metrónomo.» (25) Georgiades supone que hasta el siglo v no se produjo, con el «nuevo ditirambo», una conexión algo más laxa entre la música y esas otras artes, laxitud contra la cual protestó Platón enérgicamente. (26) Es tarea de los especialistas el determinar y caracterizar concretamente las etapas de esa evolución. El autor no se considera con título para emitir juicios concretos acerca de esas cuestiones. De todos modos, las tendencias generales de toda evolución indican que la línea principal procede desde la más íntima vinculación de danza, canto y música hacia una diferenciación muy paulatina, y así hasta la real independización de la música. Desde el punto de vista de nuestras consideraciones filosóficas, hay que repetir ante todo que una vida emocional tan rica y -relativamente- para sí como la que aparece como base de la música moderna, ha de haber sido ella misma producto de un largo camino histórico. En segundo lugar: es obvio que la música -concebida como mímesis de los sentimientos-comentó inicialmente la mímesis primaria, la de los hechos de la vida que desencadenan las emociones, acompañándola y apostillándola, por así decirlo, emocionalmente, y que ordenó y estilizó, de acuerdo con sus propias necesidades, la representación mimética e inmediatamente comprensible realizada por la danza y el canto. La fuerza musical expresiva de la emoción y la capacidad de recibirla se han desarrollado sin duda en una comunidad indisoluble a lo largo de esas dilatadas fases, se han extendido a todos los terrenos de la vida, se han afinado para expresar sentimientos cada vez más diferenciados y han educado una receptividad de lo más sutil y profundo. De este modo cuando la evolución histórico-social permitió que la interioridad de la vida emocional creciera hasta convertirse en una potencia vital de consideración social sustantiva, la mímesis musical de las emociones pudo objetivarse como forma para-sí. La humanidad se pone, según Marx, «sólo tareas que puede resolver, pues si se considera atentamente la situación se hallará siempre que la tarea misma no surge más que cuando las condiciones materiales de su solución existen ya o, por lo menos, se encuentran en el proceso de su constitución». (27)</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Esta vinculación de artes diversas es la más íntima que conocemos en el ámbito de lo estético; es mucho más íntima que la que se da entre la arquitectura, la escultura y la pintura. Por lo que hace a la danza, la vinculación con la música es indisoluble -incluso desde el punto de vista de la primera-, mientras que el arte de la palabra se ha liberado de esos vínculos absolutos en un momento relativamente temprano. Mas si contemplamos esa situación desde el punto de vista de la música, apreciamos que su independencia tiene límites muy determinados, o sea, que la conquista estética de la independencia no implica en modo alguno una separación radical de la danza y el canto. Se podría tal vez sentir la sensación de reducir totalmente las vinculaciones de los primeros estadios de transición a la estricta misión social, y ver en ellas algo externo, impuesto desde fuera, con independencia de que aquella misión fuera de carácter cortesano o eclesiástico (ópera y ballet, por una parte, y misa, pasión, etc., por la otra). Pero si esa concepción pretende ser una explicación total, nos parece superficial. Pues hemos visto que en los siglos XIX y XX, por ejemplo, época en la cual la música, como las demás artes, sufre precisamente por la debilitación o hasta impotencia de la misión social, aquellas vinculaciones no dejan de tener importancia para su evolución. Por no hablar ya del <i>Lied, </i>de tan decisiva importancia en el gran arte, la ópera, el ballet, la cantata, etc., desempeñan un papel importante en la producción de artistas como Schoenberg y Stravinsky, igual que en la de Bartók y Alban Berg. Este fenómeno puede suscitar los más diversos intentos de explicación. En el siglo XIX se discutió mucho la teoría wagneriana de la «obra de arte total», y el joven Nietzsche pretendía incluso que la tragedia había nacido «del espíritu de la música». Creemos que hoy se pueden considerar sin disputa enterradas tales hipótesis; ni la tragedia griega fue una «obra de arte total» ni lo fueron los «dramas musicales» del propio Wagner; las tragedias griegas eran esencialmente obras literarias en cuya ejecución la música desempeñaba un papel de acompañamiento hoy difícil de reconstruir; el drama musical wagneriano fue una específica forma de la ópera, una etapa en el desarrollo de la música. Pero tampoco corresponde a la real evolución histórica de la música moderna una explicación contrapuesta a ésa, una explicación puramente formalista, según la cual el compositor se limita a utilizar la coloración sonora, etc., de la voz humana para fines cerrados, pura e inmanentemente musicales, mientras que la significación de los medios expresivos verbales utilizados es del todo irrelevante. El contenido espiritual-intelectual, la atmósfera de destino humano social, es tan ineliminable de la música de <i>La Flauta Mágica </i>como del <i>Wozzek </i>de Alban Berg o de la <i>Cantata profana </i>de Bartók. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Esa atracción ineliminable, por grandes que sean las trasformaciones de la misión social, esa atracción que se impone al contenido y la forma, ejercida sobre la música mejor y más alta por la palabra que manifiesta lo anímico concreto o por los gestos expresivos, alude a capas de copertenencia que sin duda se ponen en movimiento en cada caso por la concreta situación y los concretos esfuerzos y aspiraciones sociales, pero que arraigan al mismo tiempo profundamente en la esencia de la mímesis musical. Nos referimos a la forma específica de la objetividad indeterminada en la música, la cual abarca precisamente lo que expresan la palabra y el gesto, a saber: el acaecer del mundo externo que ha desencadenado las emociones refiguradas en la música. La situación así constituida es inmediatamente evidente en la danza, como se indicó antes. Aquí puede producirse una consumada unidad de emoción y manifestación que sin duda fue en tiempos arcaicos mucho más amplia e íntima que en estadios posteriores; en las danzas de pueblos orientales, que conservan más vivas que en Europa las antiguas tradiciones, el hecho puede percibirse aún hoy. La evolución posterior muestra, como es natural, tendencias muy divergentes. En primer lugar, las danzas corrientes se hacen cada vez más pobres de contenido, cada vez menos expresivas; como la música que las acompaña tiene que adaptarse necesariamente a esa tendencia, va cayendo cada vez más fuera de la esfera del arte. (Volveremos a hablar de esto al estudiar el problema de lo agradable.) En segundo lugar, motivos de danza pueden convertirse en elementos de composiciones puramente musicales. El hecho de que su ritmo, etc., ayude a evocar determinados tipos de emociones, el que puedan despertarse en su objetividad indeterminada recuerdos de la específica motilidad del «original», no altera en nada el hecho de que tales motivos no son para la música más que eso, motivos que elaborar, y no se distinguen en esto de los que proceden de otros campos. Lo único que queda como problema propiamente dicho es el caso del ballet en sentido estricto. En este terreno la música grande ha tendido siempre a restablecer, a base de una mímesis de emociones completamente nuevas, una nueva unidad orgánica entre ella misma, el lenguaje de los gestos y el lenguaje de la danza. Según toda apariencia, la problematicidad de esos esfuerzos radica hoy día menos en la música misma que en la orientación que lleva la moderna cultura de la danza. La ópera cortesana ha creado para sus elementos de ballet un lenguaje expresivo de movimiento -cortesano y convencional- que ya en el siglo XIX, y aún más hoy, era inadecuado para trasponer en un mundo de gestos las nuevas emociones expresas en la música. Sólo los especialistas competentes podrán estimar hasta qué punto esa situación influye a su vez en la música; lo único que nos interesaba aquí era plantear el problema mismo del modo más general. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La relación entre la palabra y la música parece teoréticamente mucho más complicada; pero precisamente esa complicación inmediata indica el camino de su solución de principio. Hay que recordar ante todo lo que en el capítulo dedicado al sistema de señalización l' se dijo a propósito del lenguaje poético, a saber: que ese lenguaje intenta constantemente superar el sentido lógico abstracto contenido en cada palabra, en cada frase (del lenguaje como sistema de señalización 2). La superación debe entenderse aquí en el sentido más estricto: la significación abstracta no se aniquila en modo alguno -pues, de ser así, el lenguaje perdería su capacidad de determinar unívocamente los objetos-i-, sino que queda, por una parte, referida siempre a un sujeto: el lenguaje debe expresar ahora no ya sólo el objeto en general, sino el objeto en su particularidad anímico-sensible, en su vinculación única con otros objetos, con hombres; tiene que expresar relaciones con seres humanos, y aun esto siempre con vinculación a una determinada subjetividad. (En la lírica y en la épica esa subjetividad está encarnada por el poeta o el narrador; en el drama lo está siempre inmediatamente por la figura o personaje que actúa en cada caso, por el conjunto de las demás figuras análogas, y, por tanto, siempre mediado por el dramaturgo mismo.) Por otra parte, esa antropomorfización del lenguaje produce un equilibrio entre el sentido y el carácter sensible de las palabras, y a menudo incluso un predominio de este último; las palabras y las frases se alejan de la pura conceptualidad, tienden a conseguir carácter y fuerza de representación imaginativa, consiguen una atmósfera específica, única y sin embargo típica, un aura emocional desencadenada por ellas y que las desencadena a su vez. Sin duda enlaza la música con ese lenguaje poéticamente trasformado, pero sería simplificarlo todo excesivamente el detenerse ante ese hecho y creer que pueda bastar un lenguaje poético para dar a la música ese grado de plasticidad de su objetividad inmediata que, precisamente como proporción, como ámbito de juego entre un mínimo absolutamente necesario y un máximo exactamente delimitado, consigue prestar ese servicio a la conformación musical. Hay, sin duda, excepciones. Sin duda no es nada casual que la gran lírica alemana, desde Goethe hasta Heine, haya podido servir, sin alteración formal, como fundamento verbal a la composición liederista del período Schubert-Brahms, Pero incluso en esa entrega extrema y sumamente fiel a un texto poético definitivamente escrito, puede apreciarse que también esta música va en su conformación mucho más allá del aura, de la atmósfera anímica que componían los sonidos verbales mismos, y que, precisamente en esta esfera, hay numerosos ejemplos en los cuales la música ha prestado a poemas literariamente muy mediocres la gloria de la emoción eterna. El acento recae pues, también aquí, sobre la pura refiguración de refiguraciones. La gran palabra del poeta es, como todo lo externo, pretexto mero; pretexto, ciertamente, que presta a la mímesis doble una intensificada concreción interna, pero que también podría servir perfectamente como base verbal a una música mediocre. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La contradicción que hay que resolver aquí entre la lógica artística de la palabra y la de la música se basa -como ya hemos expuesto-en que la música tiene que fundarse en el despliegue vital sin resto de los sentimientos, mientras que en la poesía de la palabra los sentimientos no son más que un elemento entre otros, y tienen, por tanto, que subordinarse siempre a la marcha del todo, de la acción y de su despliegue dialéctico. Por eso tienen en el drama -aunque con una intensificación cualitativa, como es natural-las mismas proporciones que en la vida, mientras que en la música no pueden tolerar obstáculo alguno inhibitorio de su despliegue inmanente. En la misa, el oratorio, la cantata, etc., esa contraposición entre los principios orientadores y ordenadores de la palabra y el sonido puede pacificarse por diversos procedimientos; sólo en la ópera hay que cortar ese nudo gordiano. Pues en las pasiones, los oratorios, etc., de Bach o de Handel resultaba, con orgánica evidencia, de la tarea misma que todos los momentos emocionales de la realidad concreta de cada caso -ya fueran en sí de carácter épico, lírico o dramático- podían desplegarse musicalmente sin resto, con obviedad imperturbada, sin respeto inmediato por lo anterior o lo posterior. El contenido musical-intelectual de la individualidad de la obra se impone precisamente en los contrastes, a veces violentos, de una tal sucesión, sin tener que considerar sus conexiones más que de un modo precisamente emocional. El dramatismo específicamente musical consigue así el ámbito de juego más amplio posible, posibilitador de la mayor libertad, precisamente porque no tiene que preocuparse de la estructura dramática general del arte de la palabra. Mucho más complicado, mucho más difícil de resolver y mucho más infrecuentemente resuelto de un modo adecuado es ese problema en la ópera propiamente dicha. Wagner ha revuelto mucho el problema y sus textos son, desde el punto de vista decisivo de la música, tanto mejores cuanto menos realizan sus conscientes intenciones. La vieja ópera italiana resolvió la cuestión con ingenua obviedad, con una subordinación sin concesiones de la acción, la intriga, los caracteres, el diálogo, etc., a las necesidades expresivas de la música. Romain Rolland ha descrito con pintoresca exageración la situación así constituida: «En el público italiano del siglo XVIII encontramos una indiferencia insuperable para con la fábula; con esa completa despreocupación por el tema se llega fácilmente a representar el segundo o el tercer acto de una ópera antes que el primero... Y sin embargo, ese mismo público indiferente al drama se entusiasmaba hasta frenéticamente con algún paso dramático suelto, separado del conjunto de la acción. Ese público tiene una sensibilidad esencialmente lírica, pero de un lirismo que no contiene nada abstracto, sino que se aferra a pasiones totalmente determinadas, a casos del todo particulares». (28) </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La palabra «lírica» debe entenderse ahí del modo más amplio posible, sin estrecha pedantería. Romain Rolland, y los autores que utiliza como fuentes, entienden al decir eso precisamente lo que en la música es esencial, lo que hemos descrito como despliegue vivencial pleno de las emociones, su ordenación rigurosamente lógica de cumplimiento en cumplimiento, que en este caso coincide con su construcción de un «mundo» por la palabra. En todas las determinaciones internas y externas se manifiesta un violento contraste, ya, ante todo, por lo que hace al <i>lempo. </i>El escultor clasicista Hildebrand, tan exigente de forma estricta, lo ha expresado claramente en una carta a Cosima Wagner: «No voy más allá de la diversa medida temporal interna que distingue la palabra dramática de la música. Quiero decir: una<i> </i>palabra puede dejar en claro procesos internos, desarrollos internos, estados de ánimo, etc... Pues el lenguaje puede ser increíblemente breve, y cuanto más breve, más intensa la impresión. Por otra parte, ya para explicitar los más simples procesos externos, las acciones más sencillas, necesitamos una gran cantidad de palabras y de tiempo. La música sinfónica da el proceso interno, el elemento interno mismo, procede del principio al final ofreciendo cada inflexión, cada curva... De este modo una sola línea puede convertirse en una sinfonía... y con ello nos encontramos en un mundo temporal diverso del mundo temporal dramático, construido por la palabra». (29) Hildebrand ha escrito sin duda eso con completa independencia de Kierkegaard, que había formulado el mismo hecho, decenios antes, de un modo muy parecido: «El interés dramático exige un progreso rápido, un ritmo movido. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Cuanto más penetrado está el drama por la reflexión, tanto más empuja hacia adelante... No hay tal prisa en la esencia y el carácter de la ópera; es propio de la ópera una cierta detención dubitativa, una cierta cómoda expansión en el tiempo y en el espacio». (30) </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Si se analizaran desde este punto de vista los textos básicos de las grandes óperas tardías se tropezaría con el mismo problema, de un modo a menudo más profundo y más interno. J. V. Widmann ha indicado cómo se imaginaba Brahms un tal fundamento o base textual para una composición operística que proyectaba: «Ante todo, la idea de componer detalladamente toda la base dramática le parecía irrealizable, y hasta perjudicial y antiartística. Sólo debían componerse los puntos culminantes y los pasos de la acción en los cuales la música, por su propia naturaleza, podía hallar realmente algo que decir. De este modo el libretista ganaría más espacio y más libertad para el desarrollo dramático del objeto, y, por otra parte, el compositor quedaría también libre para vivir sólo según las intenciones de su arte, las cuáles se cumplirían del modo más hermoso situándose musicalmente el artista en una determinada situación y pudiendo, por ejemplo, hablar él solo en algún conjunto entusiasta. En cambio, pensaba, es para la música una imposición bárbara la obligación de acompañar a través de varios actos, con acentos musicales, un diálogo propiamente dramático». (31) Si se piensa en el texto de Boito para el <i>Otelo </i>de Verdi -que es tal vez, en nuestra opinión, la mejor trasposición de un drama importante en un libreto promotor de música-, se aprecia que ya las meras supresiones muestran una tendencia análoga a la expuesta por Brahms. Boito suprime sin vacilar toda la historia poética del nacimiento del amor entre Otelo y Desdémona; sólo se conservan de ella fragmentos líricamente utilizables, en la gran escena de amor de final del primer acto. También se elimina consecuentemente la relación de Otelo con la república de Venecia -pasada por alto por muchos comentaristas del drama, pero sumamente importante para la tragedia-, que da el trasfondo adecuado del florecimiento y la ruina del gran amor en el drama y atraviesa toda la obra de Shakespeare desde la exposición hasta el suicidio de Otelo. Incluso cuando Boito conserva algo de ese complejo -como ciertas partes del espléndido monólogo de Otelo al resquebrajarse su fe en Desdémona, cuando el gran héroe y estadista pasa definitivamente cuentas con su vida y se despide de ella, sabiendo que a partir de ese momento sus pasiones le van a precipitar inexorablemente en el abismo-la conexión intelectual y emocional es completamente diversa: en la tragedia, ese monólogo es un punto de reposo, la última insegura calma antes de la tempestad; en la ópera, va arrastrado impetuosamente por el desbordamiento de las pasiones desencadenadas por las insidias de Yago y pierde toda independencia anímico-sensible. (32) Nos es aquí imposible entrar en detalles, pese a ser también éstos muy interesantes en su consecuencia, como, por ejemplo, la simplificación del carácter de Emilia, etc. Esa coherencia se basa en la intención de estrechar la amplia y comprehensiva base vital de la tragedia en torno al destino amoroso de dos seres humanos, para que la curva trágica que va desde la felicidad amorosa ditirámbica del comienzo, pasando por la furia de los celos y la <i>soledad </i>de los que hasta entonces estaban íntimamente unidos, hasta el asesinato y el suicidio, se exprese puramente en el medio homogéneo de las emociones y las pasiones totalmente expuestas, sobre la base del mínimo imprescindible de desencadenadores causales. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Si se estudia desde este punto de vista <i>La Flauta Mágica </i>en su conexión con la Ilustración, se llega a un resultado idéntico en el terreno de los principios. Las interpretaciones diametralmente contrapuestas del texto -desde las que ven en él un absurdo hasta las que leen un profundo sentido- se disuelven cuando se piensa que Mozart, abandonando resueltamente todo lo que vincula y funda pragmático-causalmente, explicita exclusivamente las ocasiones en las cuales se expresan con fuerza elemental, con todos los matices, desde el pathos hasta el humor, los reflejos emocionales, hechos música, desencadenados por los choques de la luz y las tinieblas en el sentido de la Ilustración. El elemento de principio radica en la específica objetividad indeterminada de la música, y es consecuencia necesaria de su esencia estética como refiguración de la totalidad emotiva, o sea, como mímesis de una mimesis. Por eso es propio de la naturaleza de la cosa el que la historia de la música produzca una riqueza ilimitada de gradaciones que muestran esa relación suya con el mundo objetivo doblemente refigurado en el marco de una escala extendida entre la plena indeterminación (hacia afuera) y aquellas determinaciones cuyas fronteras internas hemos intentado mostrar en las anteriores reflexiones. Esa reorientación hacia una determinación -a lo sumo relativa-mediante la inclusión laboriosa de la palabra y el gesto en la música sería estéticamente imposible si significara, respecto de la música sola, un salto no mediado por nada. Pero no es así. Toda la serie de esas diferencias de la objetividad indeterminada no da de sí ninguna diferencia por lo que hace a la objetividad propia, de tonalidad puramente musical: las mismas leyes estéticas de la construcción musical -aunque sin duda sometidas a evolución y trasformaciones en la historia-dominan homogéneamente todo el campo. No hay pocos casos de objetividad indeterminada pero relativamente concretada en la música pura, sin texto, en los cuales se presenta claramente el parentesco de la estructura interna con los principios recién indicados. Me limitaré a aducir como ejemplo la <i>Faust-Symphonie </i>de Liszt; en este caso se arroja resueltamente por la borda toda la unitaria e intrincada dramaticidad del tema literario y se preserva al mismo tiempo musicalmente la esencia del contenido poético, condensando los reflejos emocionales que desencadenan los personajes principales en retratos emotivos de Faust, Gretchen y Mephisto: la sucesión misma da una intensificación musical, cuyas consecuencias pesimistas quedan superadas por el coro final. Como también de este modo se abren paso hasta la luz, en la objetividad indeterminada. momentos importantes del contenido anímico subyacente a la obra, es claro que el problema no puede ser indiferente para la evolución de la música. Pero hay que entender al mismo tiempo el modo y la medida en que determina la estructura estética de las obras. Se sigue inmediatamente de las anteriores consideraciones que es imposible entender exclusivamente desde ese punto de vista el estilo de un período, o de una personalidad artística, o de una fase de su obra. Parece a primera vista que la diferenciación en cuanto a la precisión de la objetividad indeterminada debería ser importante para la determinación del género dentro de la música; el autor no tiene competencia para decidir si es realmente así. Pero contra ese criterio puede decirse que la diferenciación aquí aludida abarca también obras musicales que no buscan vinculación alguna con la palabra ni con el gesto para expresar su objetividad indeterminada, Empezando por los títulos o denominaciones de algunas obras (Heroica, Pastoral, Apasionada, etc.), nombres que sin duda están pensados con seriedad artística para apuntar a alguna determinación específica de las emociones musicalmente refiguradas y conformadas, ese movimiento llega tan lejos que en el siglo XIX se constituye como tendencia o género especial (música de programa). </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Pero también en este caso queda en pie el hecho de que el «programa» no puede suministrar base alguna para la estimación estética, del mismo modo que tampoco la iconografía puede darla para las artes plásticas (sin perjuicio de las diferencias de estos problemas en una y otras artes). En ambos casos la dicción estética de la obra tiene que ser clara, profunda, rica, original, articulada, etc., desde el punto de vista auditivo o visual, en ambos casos tiene que expresar de modo completo y maduro su sentido inmanente, con completa independencia de si ese sentido coincide con la significación dada en el programa o en la iconografía, así como del modo en que lo haga. Pero esta afirmación sólo es abstractamente verdadera. Ya en otros contextos hemos indicado que la temática dada iconográficamente -mediada concretamente por la peculiaridad de la misión histórico-social, por la personalidad del artista, etc.-, puede ejercer una importante influencia sobre los principios artísticos de la composición y, por tanto, también sobre la comprensión puramente estética de la obra. Una situación análoga se tiene, mutatis mutandis, en la música. Ante todo porque, aunque sin duda era importante y necesario para reconocer adecuadamente las diversidades entre las artes el distinguir precisa y tajantemente entre la objetividad determinada y la indeterminada, el hecho es que ambas se encuentran inseparablemente unidas en la génesis y en el efecto de la obra. No hay duda de que todo lo que en la objetividad indeterminada se concreta más o menos como contenido, intensidad, orientación, etc., de los sentimientos musicalmente refigurados, desempeña un papel decisivo en la ejecución de la composición musical. Y como en ésta la objetividad indeterminada está siempre y en todas partes vinculada a la determinada -puesto que sólo en ella y por ella puede llegar a manifestarse-, ambas son escasamente separables desde un punto de vista estético concreto. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Una consideración puramente formalista de la música puede, sin duda, contemplar la objetividad indeterminada como irrelevante, como una consecuencia de meras y casuales asociaciones dadas en el oyente de la obra; pero eso sólo muestra que una concepción puramente psicológica de los procesos artísticos es sumamente problemática. Pues sólo desde un punto de vista psicológico-formal es el contenido emocional de la vivencia de la música una mera asociación «con ocasión» de la audición de la obra. La cuestión de si algo se desencadena de modo puramente casual o si penetra en el más profundo contenido de la obra, es empero, naturalmente, una cuestión de contenido. Ni siquiera las mayores divergencias de contenido en la interpretación de obras musicales importantes dan una prueba concluyente de ese nihilismo respecto del contenido formulable. Pues si se examina cuidadosamente la cuestión se apreciará que las divergencias no son en la música esencialmente más profundas ni más intensas que en las demás artes; piénsese, por ejemplo, en las diversas interpretaciones de las obras de Leonardo o Miguel Ángel, del Greco o de Rembrandt; hasta en la literatura, en la cual el contenido parece verbalmente fijado, la interpretación, por ejemplo, del <i>Hamlet </i>o del <i>Faust </i>no es, ciertamente, más unívoca ni más convergente que la de las composiciones de Bach, Mozart o Beethoven, Por otra parte, la esencia de todo efecto estético implica un cambio en el contenido de los actos receptivos. Como el «tua res agitur», constantemente reproducido, es un momento central, incluso un criterio importante de la vivacidad, de la preservación sin caducidad de las obras de arte, resultan por principio inevitables las desviaciones en la formulación receptiva del contenido (y, por tanto, de las formas). La cuestión del progreso en la comprensión objetiva que así pueda lograrse, junto con la de los criterios del mismo, no pueden estudiarse sino en el análisis tipológico de los modos de comportamiento estético, por una parte, y en la sección histórico-materialista de la estética, por otra. La copertenencia -sin pérdida de separabilidad conceptual y práctico-receptiva-de la objetividad determinada y la indeterminada en la música tiene como consecuencia el que las alusiones auténticas, resueltas o vacilantes, al contenido emocional último de una obra puedan facilitar también su comprensión puramente estética; hay que acentuar en eso la palabra «pueda», pues toda exageración mecánica de tales alusiones o comentarios puede también producir una ignorancia del contenido propiamente dicho, del auténtico mundo de formas. Sólo un tacto instintivo o cultural y musicalmente educado puede decidir en cada caso acerca del grado de determinación en la aplicación de dichas alusiones, porque también el grado de determinación de la objetividad indeterminada puede ser muy diverso en las diversas obras (incluso de un mismo autor). Y así queda en pie el hecho de que toda objetividad indeterminada es indeterminada sólo de un cierto modo precisamente determinado en cada caso. Pero esa determinación no se da originariamente más que en la esfera de las puras emociones, aunque su contenido pueda abarcarlo todo, desde el sentimiento cósmico vivenciado hasta afectos o estados de ánimo particulares y personales; por eso, en la trasposición a lo verbal y conceptual, puede deformarse fácilmente en una supra-determinación falseadora del sentido o en una indeterminación falsamente exagerada. Pero no por ello es irracional aquella determinación originaria; la vivencia (y la proposición trasformada acerca de ella) puede acercársele tanto como en cualquier otro arte, y las ulteriores determinaciones dadas por los artistas -entre las cuales se cuentan también los programas-puede promover, como en cualquier otro arte, ese proceso de aproximación, dándole una orientación. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Con eso hemos rozado el problema, tan frecuentemente debatido en los últimos tiempos, de si tiene sentido hablar del realismo y sus negaciones a propósito de la música. La cuestión se confunde frecuentemente a causa de una aplicación, falsa y ajena a la música, del concepto de realismo. Y no nos referimos siquiera a aquellos que buscan en la refiguración inmediata -«vitalmente verdadera» o «ajena a la vida»- de fenómenos singulares un criterio del realismo musical. No hay ninguna duda de que la naturaleza de la música no tiene nada que ver con una tal «semejanza» o «desemejanza» de sus detalles. Más importantes son los intentos que, como en algunos sectarios defensores del realismo socialista, tienden a levantar la llamada idea básica de una obra a una generalidad conceptual y a hallar en la verdad o la falsedad de dicha idea el criterio del realismo musical. Por ese camino la objetividad indeterminada de la música se somete a una versión intelectual inadmisible y deformadora. Pues aunque sin duda es posible, y hasta necesario, formular también conceptualmente el contenido de la objetividad indeterminada, no es menos seguro que esa generalización, si quiere ser fiel a su objeto, ha de mantenerse dentro de límites claros: eso se aplica a todas las artes, pero sobre todo a la música, en la cual, como se ha mostrado, tiene lugar ya en la objetividad determinada un rebajamiento, una superación de lo general mucho más completa, por ejemplo, que en la dación de forma propia del arte de la palabra. Por eso la posterior generalización intelectual puede perderse fácilmente por terrenos que no tienen ya conexión alguna, o la tienen apenas, con la música concreta que pretenden explicar; ello ocurrirá, como es natural, tanto más intensamente cuanto menos se base la generalización en la obra misma, cuanto más apele, en su lugar, a manifestaciones sueltas del compositor. Como esas tendencias no se reducen, ni mucho menos, a las de los sectarios antes aludidos, aduciremos algunas frases de Adorno acerca de Bartók. Parte Adorno de ciertas manifestaciones del artista acerca de su vinculación con el arte popular; declara luego su asombro ante ellas, por tratarse de un hombre que, «como persona, se resistió inconmoviblemente a todas las tentaciones nacionalistas». El arraigo en el arte popular se concibe así tan abstractamente que está a un paso de fundirse con el concepto fascista de «Pueblo» o «Nación»; y de ello «deduce» Adorno el abandono de la vanguardia musical por parte de Bartók. (33) Se comprende ciertamente que ante tales interpretaciones abstractas de la objetividad indeterminada los formalistas reaccionen negando a dicha objetividad todo contenido conceptualmente captable; pero el que esas reacciones se comprendan psicológicamente no les da, desde luego, corrección objetiva alguna. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Frente a todas esas falsas orientaciones teóricas hay que buscar, también en la música, un tertium datur. No es en principio nada difícil hallarlo, partiendo de la forma; lo cual, empero, no significa -ni aquí ni en lo que sigue-que su concreta realización sea también fácil. La mera existencia de los elementos sonoros de la música, desde la entonación y la melodía hasta los más complicados problemas de la armonización, apunta a la superficialidad o la profundidad, la amplia anchura o la inválida estrechez de los sentimientos que entran en la mímesis dúplice de la música como reflejos de reflejos de los acontecimientos del mundo externo y el mundo interno. Si ya a ese nivel el análisis correcto de una obra musical consiste en una ininterrumpida mutación recíproca de contenido y forma, tal es el caso aún más integralmente cuando se considera la obra en su totalidad. Ninguna interpretación de la objetividad indeterminada puede ser fecunda y acertada, si su fundamento inconmovible no es la inseparable intrincación de la objetividad indeterminada, el crecimiento orgánico necesario de la primera a partir de la segunda. Para aclarar metodológicamente esas ideas -obvias en sí-mediante un ejemplo, apelaremos a las palabras finales de Serenus Zeitblom sobre el «Apocalipsis» de Adrian Leverkühn en el <i>Doktor Faustus </i>de Thomas Mann: «Toda la obra está dominada por la paradoja (si paradoja es) de que la disonancia es expresión de todo lo alto, serio, piadoso, espiritual, mientras que lo armónico y tonal se reserva para el mundo infernal, que es en este contexto un mundo de la trivialidad y del lugar común». Si aplicamos esos métodos a la comprensión de Bartók, el contenido básico de su objetividad indeterminada, en el sentido antes dicho, es claramente la lucha de lo humano contra la fuerza superior de lo antihumano en el período del nacimiento y la llegada del fascismo al poder. y es fácil ver que la fuerza viva de Bartók es precisamente su vinculación con el pueblo, fuerza que puede exacerbarse hasta una contraposición entre naturaleza e innaturaleza. Pero esa lucha no puede llevarse, como hace Adorno, hasta una conceptualidad abstracta, para inferir luego de ella relaciones con la política cotidiana. En la <i>Cantata profana, </i>en la cual se hace forma de un modo trágico y paradójico la más profunda desesperación de Bartók, se tiene sin duda una ocasión fácil y barata para inferior consecuencias precipitadas y abstractas acerca de la relación del artista con el pueblo y la naturaleza; pero la música misma, aun sin negar las palabras, dice aquí cosas más profundas y más sabias. El canto, en el cual los hijos convertidos en ciervos rechazan violentamente la invocación al regreso, hacia el padre y la madre, hacia la vida de los hombres, hace resonar musicalmente en ese No a la existencia del hombre actual una vox humana más auténtica que la que se oye en el lamento de los padres. Aquí se aprecia artísticamente la contraposición entre Bartók y el moderno arte a la Leverkühn, junto con la apelación al pueblo y a la naturaleza que subyace a su creación, (El que el autor no sea aquí capaz de concretar su relación con esa objetividad inmediata al mismo nivel en que lo consigue Thomas Mann, caracteriza sólo sus limitaciones personales, y no debe oscurecer el problema mismo.) </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Así pues, cuanto más rigurosa cs la exigencia de entender la música partiendo de la peculiaridad específica de su objetividad determinada e indeterminada y sin salirse de ella, tanto más emparentados resultan los criterios de un realismo en la música con los que valen en las demás artes. Pues tampoco las artes que reproducen con inmediatez artística la objetividad inmediata del mundo externo se orientan -precisamente desde el punto de vista del realismo estético-a una simple reproducción, ni menos a una reproducción fotográfica, sino a dar significación sensible a la coincidencia de la apariencia y la esencia en el fenómeno que así se hace, a la vez, próximo a la vida y lejano de ella, en la nueva inmediatez del medio homogéneo de cada caso. El acceso formal a la música, primero que hemos considerado, es una realización específica de ese principio. Aún más claramente se aprecia esa conexión en la estructura, en la naturaleza del contenido evocado por la concreta totalidad de cada obra. El realismo de su carácter se decide a tenor de la profundidad y el acierto, la amplitud y la autenticidad con que es capaz de reproducir y suscitar los problemas del instante personal e histórico de su génesis según la perspectiva de su significación duradera en la evolución de la humanidad. Como es natural, todos los momentos concretos por los cuales esos principios se revelan en las diversas artes y, en última instancia, también en las diversas obras de arte singulares, son muy diversos unos de otros estructuralmente y por la cualidad del contenido. Pero precisamente en esas diferencias se impone la unidad estética de los principios últimos, de acuerdo con el pluralismo, varias veces indicado, de la esfera estética. Y en este sentido. contradiciendo enérgicamente concepciones muy difundidas, puede hablarse con toda justificación de realismo en música. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Nos parece importante subrayar en estas cuestiones la convergencia de la música con las demás artes. Precisamente al hacerlo así puede destacar más claramente su específica naturaleza esencial. No se trata por ello de ponerla, como hacen Nietzsche y Schopenhauer, en una exagerada contraposición con las demás artes. La aclaración buscada nos parece sobre todo necesaria respecto del efecto de la música, de su lugar en la vida de los hombres. Al tratar en general la doctrina del reflejo hemos aludido a la catarsis como categoría general del efecto artístico. Al atender de nuevo a esta cuestión dentro del campo específico de la música nos encontramos en el terreno de las mejores y más antiguas tradiciones; pues Platón y Aristóteles han tratado muy detalladamente esa significación ética y pedagógico-social de la música, subrayando su efecto catártico -precisamente en nuestro sentido ampliado-, tanto como el de la tragedia, por ejemplo. En su concepción más general la catarsis significa, pues, que un fenómeno o un grupo de fenómenos refigurados, preservando su íntima verdad vital, crecen por encima del nivel alcanzable en la vida cotidiana. Esta elevación, facilitada por la mímesis estética, por encima de lo normalmente accesible, está enlazada con la consciencia de que se trata a pesar de todo sólo de un cumplimiento extremo de posibilidades humanas perfectamente determinadas, y no del juego charlatanesco de una «salvación» en cualquier trascendencia. La catarsis consiste precisamente en que el hombre confirme lo esencial de su propia vida, precisamente por el hecho de verla en un espejo que le conmueve, que le avergüenza por su grandeza, que le muestra la fragmentariedad, la insuficiencia, la incapacidad de cumplimiento que tiene su propia existencia normal. La catarsis es la vivencia de la realidad propia de la vida humana, cuya comparación con la realidad de la cotidianidad en el efecto de la obra produce una purificación de las pasiones que muta en ética ya en el Después de la obra. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La música se distingue de las demás artes, también en cuanto a la catarsis, por el hecho de que en ella no se trata de que la interacción de los mundos externo e interno del hombre, o sus conflictos o catástrofes objetivamente refigurados, desencadenen esa conmoción liberadora, sino que la mímesis de la mímesis que obra en este arte, sin una referencia manifiesta a los hechos de la vida, posibilita subjetivamente un despliegue vivencial, sin ella imposible, de las emociones. La comparación, que va haciéndose consciente en el Después, mientras que en la vivencia de la obra era inmanente, se orienta por tanto exclusivamente a la interioridad del hombre. Esa interioridad se realiza o cumple entonces de un modo imprevisible, inimaginablemente intensificado; su vivencialidad contrasta con la interioridad propia de la vida normal del hombre. Precisamente por eso la liberación, la conmoción, es más vehemente y más profunda que en otros efectos catárticos; el verse arrastrado por el nuevo mundo y el entregarse a él puede ser mucho más absoluto que en cualquier otro caso catártico. Precisamente por eso es también mucho más difícil el paso al Después. Como se vive algo que no es vivenciable en otros campos -y no sólo una intensificación de vivencias débiles y dispersas en la vida común, como ocurre en las demás artes-, la «aplicación» a la vida, la mutación de la catarsis estética en sus consecuencias éticas, en las de la conducta, es mucho más difícil. Hemos tratado ya este complejo problemático al estudiar la catarsis en general. Esta multivocidad de la catarsis no es fruto de inhibiciones contrapuestas, sino de una cierta falta de orientación de las emociones mismas, sin fundamento unívoco en el mundo de los objetos, con su intención que apunta a objetos meramente indeterminados. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La reflexión sobre la música en los<i> </i>siglos XIX y XX refleja claramente esta problemática de la catarsis musical. Así se entienden el entusiasmo acrítico e ilimitado de Schopenhauer, la oscilación entre atracción irresistible y profunda desconfianza, tal como aparece en Kierkegaard o en Nietzsche. Importantes escritores del siglo XX, muy relacionados con la música, expresan a veces muy plásticamente esa ambigüedad de la catarsis musical. La novela fáustica de Thomas Mann gira esencialmente alrededor de este problema, y aunque en última instancia ilumina la problemática trágica de todo el arte de la época, no es ciertamente casual que la música sea el representante de esa profunda escisión. En uno de sus discursos a Alemania ha escrito Thomas Mann: «La música es un terreno demoníaco; Soren Kierkegaard, un gran cristiano, lo ha mostrado del modo más convincente en su artículo doloroso y entusiasta sobre el <i>Don Juan </i>de Mozart. La música es arte cristiano con signo negativo delante. Es al mismo tiempo orden calculadísimo y contrarrazón caótica, rica en gestos de encanto y conjuro, número mágico, el arte más alejado de la realidad y, al mismo tiempo, el más apasionado, abstracto y místico». (34) y Hermann Hesse hace decir al protagonista de la novela <i>El lobo estepario: </i>«Nosotros, los espirituales, en vez de defendernos virilmente y obedecer al espíritu, al Logos, a la Palabra, y hacer que sea oído, soñamos todos con un lenguaje sin palabras que diga lo indecible y represente lo que no tiene forma. En vez de tocar el instrumento del espíritu con la mayor fidelidad y la mayor honradez posibles, el alemán espiritual ha conspirado siempre contra la palabra y contra la razón, y ha coqueteado con la música». Es claro que consideraciones tales han sido provocadas por los acontecimientos histórico-sociales, especialmente los de Alemania; pero no es casual su directa referencia a la música: ella expresa la particular problemática de la catarsis musical en una época que plantea, por una parte, las mayores exigencias de claridad al hombre de comportamiento moral, mientras lleva, por otra, a su punto más alto la fascinación de la indeterminación de la música. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">En las observaciones de Platón y Aristóteles se encuentran -pese a toda la diversidad de sus concepciones- las primeras prcmoniciones de una tal problemática; sus aceptaciones y sus recusaciones están en gran medida determinadas por la cuestión de los sentimientos éticos y las actitudes morales reflejadas por la música y suscitadas así en el oyente. La música moderna, con su inconmensurable ampliación extensiva e intensiva del ámbito de las emociones -lo cual es obviamente ante todo expresión artística de una evolución de la vida social-convierte esas emociones, en medida antes inimaginable, en instrumento de la vida individual y de la vida privada. Pero aquí no podemos describir ni compendiadamente esa evolución misma, que aporta momentos radicalmente nuevos respecto de la Antigüedad y la Edad Media. Sólo nos interesan aquí sus consecuencias para la música. El hombre privado, el individuo como tal, tiene una fisionomía doble objetiva-social, y por tanto también como sujeto de la música: por una parte, en su destino se expresa el destino de la época, la decadencia de las viejas comunidades de eficacia inmediata, mediado por las cuales el individuo humano, miembro suyo, participaba en la vida de la sociedad. Por otra parte, el hombre ahora privado vive su vida en una aparente independencia respecto del destino de la generalidad: sus ideas, sus hechos, sus emociones no parecen levantarse por encima de esa existencia privada, ni rebasar su círculo. Tras largas preparaciones en el ser y la consciencia de los hombres, las revoluciones del siglo XVIII han consumado en cada individuo una tajante división entre hombre y ciudadano. El joven Marx ha mostrado acertadamente que en las declaraciones de derechos humanos del período revolucionario «el hombre» significa en última instancia el burgués, el hombre de la producción capitalista, de la sociedad burguesa. «El derecho humano a la libertad no se basa así en la vinculación del hombre. Es el <i>derecho </i>de ese aislamiento, el derecho del individuo <i>limitado, </i>limitado a sí mismo.» (35) </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La liberación del mundo emocional del hombre en la música, su despliegue vital ilimitado y consumado, tiene por tanto que manifestarse de forma dúplice. Puede liberar todas las emociones, llevarlas hasta sus últimas consecuencias, nacidas de la problemática. cada vez más profunda y más trágica, de la vida en la sociedad capitalista, y que la vida misma obstaculiza, inhibe, deforma, etc., en esa formación, y puede así hacer vivenciable a ese nivel, y precisamente en su consumación homogeneizada, musicalmente depurada, la profunda, aunque oculta, vinculación de esas emociones, condenadas al aislamiento, con la vida, con la evolución, con las luchas, las esperanzas, la desesperación y las perspectivas del género humano. Ésta es la peculiar catarsis, jamás antes presente con tal intensidad, que es capaz de desencadenar la música moderna. Pero de esa misma situación social y de sus efectos sobre la música se sigue también la posibilidad de otro tipo contrapuesto de liberación de las emociones. Como el individuo privado, a consecuencia de su inmediato aislamiento, se encuentra hundido en lo privado -precisamente desde el punto de vista de lo emocional-, el acto de liberación, el despliegue vivencial de la vida interior, puede hacer irrumpir precisamente esa particularidad. Los sugestivos medios de la música, su concentración del medio homogéneo en una intensidad para-sí, pueden evocar también una explicitación, una liberación de la mera particularidad autosuficiente. Y así se produce precisamente lo contrario de la catarsis: una reconciliación, difícil de conseguir en otros casos, de la individualidad particular consigo misma, por medio de la sublimación musical formal -y sólo formal-de lo emotivo, por medio de una eliminación de todo mundo externo perturbador, por medio de una sugestiva fijación y nivelación de las emociones al nivel de una particularidad baja y de término medio. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Es obvio que esa contraposición ha surgido en la vida, y que en la música cobra simplemente su expresión más clara y más intensa. La encrucijada en que estamos pensando se encuentra ya formulada dramática y moralmente en el <i>Peer Gynt </i>de Ibsen, con el mandamiento moral dirigido a los hombres «Sé tú mismo», contrapuesto al «imperativo categórico» de los <i>trolls: </i>«Bástete Trolls. Podemos prescindir aquí de las reservas que habría que hacer a esa formulación, fruto de las ilusiones individualistas de Ibsen; el símbolo del troll o duende como contrapolo del hombre puede documentarse a placer tomando documentos de la vanguardia literaria actual. Por lo que hace a la música misma podemos observar con la mayor claridad, desde la música romántica hasta hoy, lo particular, desde la catarsis hasta la autosuficiencia de la vida emocional accidentalmente dada en cada caso, de la alta autoconsciencia hasta un auto-olvido subalterno y embriagado. (Como la evolución ideológica procede en el socialismo -especialmente por lo que hace al ámbito de la vida interior humana- mucho más lentamente de lo que creen los impacientes decretos de los sectarios, y como la deformación de la concepción marxista-leninista del mundo en el período estalinista y la disminución de la influencia real de esa concepción en los hombres han hecho aun más lenta aquella evolución, la música producida en el mundo socialista muestra aún el mismo dualismo, aunque con variaciones de contenido, como es natural. La oposición al estalinismo en el revisionismo, intelectualmente inmadura y muy poco pensada, acarrea frecuentemente una recepción de los peores fenómenos de la música del mundo capitalista; baste pensar en la moda del rock-and-roll en muchas sociedades socialistas.) </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Como es natural, todo este complejo problemático no puede estudiarse aquí más que en el terreno de los principios estéticos. Es tarea de los especialistas el mostrar las transiciones en los medios expresivos mismos, por ejemplo, el modo como las melodías, los acordes, las armonías, etc., pasan de un terreno a otro y cobran en el nuevo mundo circundante una significación que a menudo es diametralmente opuesta. En la última sección de este capítulo, en la cual se estudia la categoría de lo agradable en su relación con lo estético, trataremos algunas cuestiones de principio de dichos antagonismos y transiciones. Aquí, y como conclusión de estas consideraciones, interesa sólo la conexión entre el carácter creador de «mundo» del arte y la superación de la particularidad del sujeto. Ya hemos tratado esta cuestión en un sentido general; bastará pues con concretarla brevemente en el sentido de los problemas específicos de la música. El hecho indiscutible de que toda auténtica obra de arte musical crea un «mundo», es el fundamento estético más profundo de la recusación de todo punto de vista formalista y de la recusación de aquellas teorías que ven en la vivencia musical una fusión casi mística del oyente con lo oído. El profundo efecto de la música consiste precisamente en que introduce al receptor en su «mundo», le hace vivir en él y vivenciarlo, pero, pese a la penetración más profunda, pese a la más vehemente liberación de las emociones, construye ese mundo siempre como diverso del yo del receptor, como un mundo distinto de él y significativo para él precisamente gracias a esa diversidad específica. La obra de arte musical recibe de fuentes de contenido el carácter de «mundo» para-sí: de la madura totalidad de las emociones que se revelan en ella. Sólo cuando esas emociones son, vistas humanamente, cosa esencial, sólo cuando son capaces de desplegar a su vez hasta las últimas consecuencias, las emociones que ellas mismas desencadenan, sólo entonces puede surgir un «mundo» en el sentido del arte. La consecuencia, la originalidad, la audacia, la cerrazón, etc., de la dación de forma surgen de la lucha del artista por expresar adecuadamente en su peculiaridad esa amplia ordenación. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La cuestión de cuáles son las emociones que promueven y soportan el que nazca de ellas un «mundo» es un problema ante todo histórico-social. Las viejas canciones y danzas populares, etc., que reflejan y expresan un mundo emocional sumamente limitado extensiva e intensivamente, pueden dar forma musical a totalidades maduras o logradas porque la realidad que refiguran era -tendencialmente- una comunidad humana, a pesar de toda su estrechez, una comunidad en la cual se luchaba con problemas esenciales de la vida humana. En cambio, cuando el «modelo» de las emociones musicalmente refiguradas queda preso en la particularidad del hombre cotidiano y esa música se limita a llevar la interna insuficiencia, la interna fragmentariedad de ese hombre a un redondeo «conciliador» aparente y formal, la mímesis de esa mímesis no puede nunca llegar a crear un «mundo», no puede, por tanto, cobrar nunca una auténtica forma artística. Una música así puede recoger las tradiciones más confirmadas o las innovaciones más audaces en su dación de forma: a pesar de ello, la trivialidad de lo meramente particular lo arrastrará todo hacia abajo, hasta la grosería o la vulgaridad del gusto. Esta prioridad del contenido humano, esa determinación de la forma como expresión del contenido concreto de cada caso y de su particularidad, no es exclusiva de la música, sino que ésta la comparte con todas las demás artes. Pero precisamente por la interioridad de dicho contenido, su forma es especialmente sensible a la autenticidad o la inautenticidad de su sustancia interna. Esa sensibilidad comprende ante todo, como es natural, el ámbito de la forma musical, la cual, desde este punto de vista y pese a toda su exactitud «matemática», se manifiesta como mímesis de la sustancia más sutil, de la interioridad humana tal como es para-sí, y reacciona por tanto hiper-sensitivamente a los problemas de la autenticidad. Su naturaleza exacta no se encuentra en contradicción con ello; pues en ningún otro arte es posible trazar la línea divisoria entre lo auténtico y lo inauténtico con criterios técnicos artísticos tan exactamente como en la música. </div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 16.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 16.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">Notas</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">1. TH. GEORGIADES, <i>Musik und Rhythmik bei den Griechen </i>[Música y rítmica entre los griegos], Hamburg 1958, pág. 21. </div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">2. ARISTÓTELES, <i>Política, </i>libro VIII, cap. 5, <i>ed. cit., </i>pág. 286. </div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">3. HERDER, <i>Kalligone, </i>Zweiter Teil, IV, <i>Werke, ed. cit., </i>XXI, pág. 8. </div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">4. ARISTÓTELES, <i>Metafísica, </i>libro l, cap. 9, <i>ed. cit., </i>pág. 31. </div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">5. HEGEL, <i>Logik, Werke, cit., </i>III, págs. 384 y 389. </div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><i>6. Ibid. </i>pág. 390. </div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><i>7. Ibid </i>pág. 307. </div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">8. M. PLANCK, <i>Wege zur physikalischen Ezkenntnis, cit., </i>pág. 186. </div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">9. HEGEL, <i>Logik, loc. cit., </i>IlI, pág. 415. </div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">10. Apud GEHLEN, <i>Urmensch und Spatkultur, cit., </i>pág. 127. </div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">11. KANT, <i>Kritik der reinen Vernunft, ed. cit., </i>pág. 60. </div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">12. KANT, <i>Kritik der Urteilskraft, </i>§§51y 16. </div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">13. N. HARTMANN, <i>Asthetik </i>[Estética], <i>cit., </i>págs. 200-201. No es necesario que nos ocupemos aquí de la particular forma con la cual Hartmann disuelve este dilema, su teoría de las «capas de fondo» de la música <i>(ibid., </i>pág. 205). </div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">14. HEGEL, <i>Asthetik, Werke, cit., </i>XIII, pág. 148. </div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">15. HEGEL, <i>Enzyklopiidie, cit., </i>§ 261, Zusatz. </div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">16.<i> Ibid., </i>§ 259. <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span></div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">17. <i>Ibid., </i>Zusatz. </div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">18. THOMAS MANN, <i>Die Entstehung des Doktor Faustus </i>[La génesis de <i>Doktor Faustus], Werke </i>[Obras], Berlín 1955, Band [vol.] XII, pág. 326. </div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">19. PAVLOV. Los miércoles de P., edición rusa, Moscú-Leningrado 1954, 1, pág. 227. </div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">20. TH. W. ADORNO, <i>Philosophie der modernen Musik </i>[Filosofía de la música moderna], Frankf'urt/Main 1958, págs. 37 y s. </div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">21. ERNST BLOCH, <i>Geist der Utopie </i>[Espíritu de Utopía], München y Leipzig 1918, pág. 193. </div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">22. E. DE BRUYNE, <i>L'esthétique du Moyen Age, </i>Louvain 1947, págs. 193-195. </div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">23. BERENSON, <i>Die Venezianische Malerei </i>[La pintura veneciana], ed. alemana, München 1925, pág. 52. </div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">24. ROMAIN ROLLAND, <i>Musiciens d'austrefois, </i>Paris 1917, pág. 43. </div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">25. TH. GEORGIADES, <i>Musik und Rhythmik bei den Griechen, cit., </i>pág. 37. </div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">26<i>. lbid., </i>pág. 49. </div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">27. MARX, <i>Zur Kritik der politischeti Okonomle </i>[Contribución a la crítica de la economía política], Stuttgart 1919, pág. LVI. </div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">28. ROMAIN ROLAND, <i>Musikalische Reise ins Land der Vergangenheit </i>[Viaje musical al pasado], ed. alemana, Frankfurt/Main 1922, págs. 184 s. </div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">29. <i>Apud Adolf van Hildebrand und seine Welt </i>[Adolf von Hildebrand y su mundo], München 1962, pág. 454. </div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">30. KIERKEGAARD, <i>Entwedcr Oder </i>[O bien O bien], ed. alemana <i>cit., </i>pág. 104. </div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">31<i> .Apud Musiker über Musik </i>(ed. J. Rufer), <i>cit., </i>págs. 89-90. </div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">32. Al estudiar el lenguaje poético hemos citado ya ese monólogo. </div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">33. TH. W. ADORNO, <i>Dissonanzen </i>[Disonancias], Gottingen 1956, págs. 105 s. </div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">34. THOMAS MANN, <i>Deutschland und die Deutschen, Werke, cit., </i>XII, pág. 559. </div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">35. MARX, <i>Die Judenfrage </i>[La cuestión judía], <i>Werke, cit., </i>1, 1, pág. 594. </div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 16.0px; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 16.0px; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px;"><b>Georg Lukacs – <i>Estética</i>.</b> Ediciones Grijalbo, Barcelona 1985. Tomo 4. Págs 7-82. Traducción de Manuel Sacristán. </div><div style="font: 10.0px Cambria; margin: 0.0px 0.0px 10.0px 0.0px; min-height: 12.0px;"><br />
</div><div style="font: 10.0px Cambria; margin: 0.0px 0.0px 10.0px 0.0px; min-height: 12.0px;"><br />
</div>estafetahttp://www.blogger.com/profile/10314797590011827695noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4391952270751641520.post-84360583779555130252012-02-01T09:35:00.000-08:002012-02-01T09:35:09.624-08:00Christian Ferrer - Sobre los libertarios<div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><br />
</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjoTeac1PwiUjaBatSDRsBQJK06-ZJO6ttDFycI6UoKYEs-tuMqPM7Lf8qEHZf0QbDx2um-pRYhjNdyVeJsZWP-03iIe5DQzwhhf5-awu51dzjhGQu0QD2oFE2zYYf28tORRehhQAAqXU8/s1600/images.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjoTeac1PwiUjaBatSDRsBQJK06-ZJO6ttDFycI6UoKYEs-tuMqPM7Lf8qEHZf0QbDx2um-pRYhjNdyVeJsZWP-03iIe5DQzwhhf5-awu51dzjhGQu0QD2oFE2zYYf28tORRehhQAAqXU8/s1600/images.jpeg" /></a></div><div style="color: #2e2727; font: normal normal normal 16px/normal 'Times New Roman'; line-height: 20px; margin-bottom: 0px; margin-left: 28.4px; margin-right: 0px; margin-top: 3px; text-align: center;"><br />
</div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">No hay muchas ideas que hayan merecido su nombre. El anarquismo pudo reclamar ese derecho, y a ello contribuyeron las impugnaciones gubernamentales y las connotaciones pánicas que fue acumulando su historia. Los anarquistas afrontaron por un siglo entero el repudio y la persecución por parte de todos los Estados por igual, irritados por los rasgos excéntricos y extremos de éste pensamiento del “afuera” y tan refractario a los símbolos de su tiempo. Originados en una horma anómala, los anarquistas aprestaron y difundieron propuestas que no estaban contempladas en el pacto fundador del ideario republicano moderno y que darían contorno a la imaginación antagonista del dominio del hombre por el hombre. No sorprende que una “leyenda negra” haya acompañado la historia del movimiento libertario: utopía, nihilismo, asociales, quimera política, fogoneros de asonadas violentas, maximalistas intratables. Las recusaciones no han sido escasas pero, aunque diversas y proferidas con buena o mala fe, no dejan de ser triviales, pues la cualidad “absoluta” o “purista” de las demandas anarquistas no las transformó necesariamente en el cerrojo de una petición imposible sino en el tónico de un pensamiento exigente que nunca ha favorecido fáciles transacciones políticas o éticas. De allí también que el anarquismo jamás se beneficiara de la indiferencia pública. </div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La “democracia” es considerada por muchos el régimen que ha logrado conceder al habitante el mayor grado de hospitalidad política posible. Pero la hegemonía de que disfrutan en la actualidad las instituciones asociadas a la representación quizá sea consecuencia de una abdicación, efecto de decepciones históricas. Y aún, no es difícil reconocer en los regímenes representacionales realmente existentes la yerra del aprendizaje de la sumisión humana, que en el siglo XX se impuso, bien con maneras despiadadas, bien sofisticadas. Con más razón causará asombro al lector de la historia de las ideas que en un tiempo casi olvidado haya podido promoverse una sociedad sin jerarquías e instaurado instituciones y modos de vida regidas por costumbres y valores libertarios, cuyo rango abarcó el anarcosindicalismo y el individualismo anárquico, el grupo de afinidad y la práctica del amor libre, la enseñanza del antiautoritarismo en las escuelas “racionalistas” y la difusión de una mística de la libertad hasta los confines geográficos más inhóspitos del planeta. Los anarquistas conformaron una corriente migratoria “hormiga”, en cuyo corazón y tripa se albergaba la proyección de un atlas inédito en cuestiones económicas, políticas y culturales. Quien releve los actos históricos del anarquismo, en los que se grabaron a fuego una moral exigente y tenaz, actitudes disidentes e imaginativas, humor paródico de índole anticlerical e innovaciones en el ámbito pedagógico, se encontrará con una reserva de saber refractario, fruto de un maceramiento que hoy está olvidado o es desconocido por la cultura de izquierda. De hecho, la supervivencia del anarquismo es, por un lado, casi milagrosa, dada la magnitud de hostilidad que debió sobrellevar y las derrotas que hubo de encajar; por otro lado su perseverancia es comprensible, pues no ha surgido hasta el momento antídoto teórico y existencial contra la sociedad de la dominación de mejor calidad. Aun cuando el alarmista se apresure en tacharla por fantasiosa, o incluso por peligrosa. </div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El anarquismo se propagó al modo de las antiguas herejías, como una urgencia espiritual que impulsó al ideal de emancipación madurado durante la Revolución Francesa a correrse más allá de los límites simbólicos y materiales permitidos por las instituciones a las que se había otorgado el monopolio de la regulación de la libertad. Quizá porque los anarquistas fueron los albaceas más fieles de los afanes jacobinos, tanto como correas de transmisión de la antigua llamada milenarista, pudieron transformar el lema de la libertad, la igualdad y la fraternidad en el trípode de una mística poderosa. El anarquismo transmitía un linaje de resistencia: fue en el siglo XIX la reencarnación de las rebeliones campesinas europeas, de las sectas radicales inglesas y de los sans-culottes. En los acontecimientos animados por los libertarios se encarnaron energías políticas que esparcieron el reclamo de una sociedad antípoda, aun cuando los padres fundadores de “la Idea” no hayan ofrecido contornos excesivamente planificados del futuro. Sirva esto para tranquilizar a quienes gustan de hacer enroques entre las palabras “socialismo” y “totalitarismo”. </div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Tres doctrinas, liberalismo, marxismo y anarquismo, constituyeron los vértices del tenso triángulo de las filosofías políticas emancipatorias modernas. El siglo XX se nutrió de sus consignas, esperanzas y sistemas teóricos tanto como los puso a prueba y los extenuó. De acuerdo con troqueles distintos, tanto Stuart Mill como Marx y Bakunin estaban atravesados por la pasión por excelencia del siglo XIX: la libertad. Hay, entre las tres ideas, canales subterráneos que las vinculan con el mismo lecho ilustrado del río moderno. Pero también abismos separan a las ideas libertarias de las marxistas, comenzando por el énfasis puesto por los anarquistas en la correlación moral entre medios y fines, siguiendo por su escepticismo en cuanto a los privilegios que se arrogaron para sí el “partido de vanguardia” y el Estado en los procesos revolucionarios, y culminando en la firme confianza depositada por los anarquistas en la autonomía individual y en los criterios personales. Del liberalismo, los anarquistas nunca pudieron aceptar su asunción de que libertad política y justicia económica fueran, eventualmente, polos difícilmente conciliables. Los anarquistas prefirieron no elegir uno u otro desiderátum moral y dejaron que el impulso informante y fundante de sus ideas, la libertad absoluta, resolviera esa tensión al interior de un horizonte mental más amplio. </div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Para Mijail Bakunin, quizá la figura emblemática de la historia del anarquismo, la libertad era un “mito”, una acuñación simbólica capaz de contrapesar las creencias estatalistas y religiosas; pero también un “medio ambiente” pregnante, el oxígeno espiritual de espacios inéditos para la acción humana. Bakunin insistió en que era abyecto aceptar que un superior jerárquico nos diera forma. En el rechazo de las palabras autorizadas y de las liturgias institucionales los anarquistas cifraban la posibilidad de implantar avanzadillas de un nuevo mundo, forjando una red de contrasociedades a la vez “adentro” y “afuera” de la condición oprimida de la humanidad. De allí que el anarquismo no consistiera solamente en un modo de pensar al dominio sino fundamentalmente en un medio de vivir contra el mismo. En su voluntad de “dar vuelta” el imaginario jerárquico el anarquismo postuló los fundamentos de una ciencia y de una experiencia de la libertad: la ciencia de la desobediencia como camino de autoconcientización y la experiencia de vivir cotidianamente como “espíritus libres”, pues la historia es, para el anarquista, el “campo de pruebas” de la libertad. </div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Por haber demandado libertades irrestrictas el anarquismo pudo realizar una autopsia política de la modernidad que caló sus instituciones hasta el hueso, exponiendo impotencias y defectos de nacimiento. Esa autopsia le estuvo vedada al marxismo, obsesionado con la “toma del poder”, y al reformismo, que una y otra vez trastabilló con paradojas a las que no pudo destrabar y sobre las que se arroja incombustiblemente hasta nuestros días. Si suele decirse que Marx develó el secreto de la explotación económica, fue Bakunin quien “descubrió” el secreto de la dominación: el poder jerárquico como constante histórica y garantía de toda forma de iniquidad. La intuición teórica de los padres fundadores del anarquismo colocó la cuestión del poder separado en su mira: insistieron en que las desigualdades de poder son determinantes, e históricamente pre-vias, de las diferenciaciones económicas. Es entonces en el dominio político (y no sólo en las actividades cumplidas en los procesos industriales) donde se debe hallar la clave de comprensión de la sociedad de la dominación. Sus colofones modernos, el Estado liberal o el autocrático, se constituían en perros guardianes de la jerarquización del mundo. Hoy quizás habría que identificar esos cancerberos, además, en otras instituciones. Pero a los anarquistas siempre les ha sido indiferente si un territorio es gobernado con puño de hierro o con palabras suaves, pues la zona opaca que combatieron es la voluntad de sometimiento a la potencia estatal (un principio de soberanía antes que un “aparato”), centro unificador de una geometría concéntrica y vertical. Todas las invenciones culturales y políticas de índole libertaria confluyeron en una estrategia horizontal de la contrapotencia, negación de la representación parlamentaria que reduce las artes lingüísticas y vitales de una comunidad al juego de birlibirloque en que coinciden mayorías y minorías. Para Bakunin, las modalidades de la dominación se adaptaban a los grandes cambios históricos pero las significaciones imaginarias asociadas con la jerarquía persistían, y se constituían en interdicto, en condición de imposibilidad para pensar el secreto del dominio. A lo largo del siglo XX, ha circulado en el espacio público la cuestión de la “dignidad” económica y ha podido “tematizarse” la opresión de “género”: ya han adquirido alguna suerte de carta de ciudadanía en tanto problemas teóricos, políticos, gremiales, académicos o periodísticos. Pero la jerarquía continúa siendo un tabú. </div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La camaradería humana exenta de jerarquía podrá parecer un argumento de novela bucólica o de ciencia-ficción, pero es en verdad un tabú político. Ese tabú es combatido, sin embargo, no sólo en ciertos momentos históricos emblemáticos sino también por medio de prácticas cotidianas que suelen pasar desapercibidas a los filósofos políticos únicamente obsesionados con las condiciones de gubernamentalidad de un territorio, por la legitimidad de la forma-estado o de las instituciones representativas, o por la fiscalización de sus actos. La posibilidad de abolir el poder jerárquico es lo impensable, lo inimaginable de la política; imposibilidad garantizada por las tecnologías de la subjetividad que regulan los actos humanos, que fomentan el deseo de sumisión, y que muy tempranamente se enraízan en el aparato psíquico. Para Hobbes o Maquiavelo no puede existe unidad entre el pueblo y su gobierno si no hay sumisión –voluntaria o involuntaria, legítima o ilegítima–, y no hay sumisión sin terror, en alguna dosis. Fundar una política sobre la camaradería comunitaria y no sobre el miedo fue la respuesta anarquista, y para ello era preciso anular o debilitar las instituciones autorreproductoras de la jerarquía a fin de permitir que la metamorfosis social no sea orientada por el Estado. Esta pretensión no podía sino ser considerada como una anomalía riesgosa por los bienpensantes y como un peligro por la policía. </div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El “genio” del anarquismo no sólo consistió en la promoción de un ideal de redención humana sino también en la instauración de nuevas instituciones y modos de vivir al interior de la sociedad impugnada que a su vez intentaban relevarla (sindicatos, grupos de afinidad, escuelas libres, comunidades autoorganizadas y modos autogestionarios de producción). De allí la obsesión del anarquismo por garantizar la correspondencia entre fines y medios. La disciplina partidaria, las elites iluminadas y las maquinas electoralistas son la negación del grupo de pertenencia conformado por espíritus afines, de la capacidad organizadora de la comunidad y de la independencia política personal. El marxismo aún no sabe cómo salir de sus viejas certezas autoritarias ni sacar una enseñanza libertaria de setenta años de desastre soviético. En el caso del liberalismo, las expectativas de sus promotores están fijadas en la posibilidad de hacer imperar la ley en las instituciones políticas. Pero el hecho de poder elegir en comicios a un “amo bueno” (del “padrecito zar” al “demócrata bienintencionado” la imaginería heroica de los entusiastas de la representación política no ha cambiado sustancialmente) no mejora a un sistema de dominación así como la fiscalización de los actos de gobierno es una tarea defensiva que, por otra parte, suele reforzar el imaginario jerárquico. El problema de la “legitimidad” de un gobierno, tan importante para los filósofos políticos liberales es, para un pensamiento contrainstitucional como el anarquista, un problema mal planteado. Bakunin sostenía en el siglo XIX que los parlamentos democráticos eran “sociedades declamatorias”. Y hablaba de hombres que se tomaban en serio al “arte del buen gobierno” y al “bien común” y no de las mafias políticas de la actualidad, encadenadas a alianzas de poder de las que son inextirpables. La preocupación por la institucionalización de formas democráticas y por la legitimidad de los gobiernos electos menosprecia la sustancia de la razón de Estado, plagada de decisionismo tecnocrático, burocracias partidarias que dedican casi todas sus energías a autorreproducir sus condiciones de perdurabilidad, y por asesores y operadores gubernamentales, subespecie cuyos cubiles se ocultan tras bambalinas. </div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Si las tumultuosas vicisitudes de la multitud del siglo XIX encontraron en las ideas libertarias una suerte de confirmación política es porque ellas se adecuaban dúctilmente a las pasiones populares ansiosas de desencadenamiento. La energía oscura del lumpenproletariado o de las sediciones populares nunca ha gozado de estima entre los que suponen que el funcionamiento automático de las sociedades es precondición y clave de seguridad a la hora de permitir la discusión pública de las libertades. Pero las necesidades del perseguido son distintas a las del perseguidor. La política y la ética anarquista confiaron en artes comunitarias que eran aún ajenas al proceso de institucionalización de poderes modernos tanto como en la “garra” personal, que otorgó estilo y temple a la potencia e insistencia de su rechazo. También fueron la causa de que el anarquismo haya sido generador de un desorden fértil y de una imaginería política impugnadora que son extrañas a otras tradiciones políticas. Por eso es inevitable que en los momentos febriles de la historia se atisbe la presencia de anarquistas, tanto en los pronunciamientos disidentes como en las asonadas espontáneas, porque los anarquistas siempre han sido aves de las tormentas. </div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">En las prácticas históricas del movimiento libertario no se encontrará tanto una teoría acabada de la revolución como una voluntad de revolucionar cultural y políticamente a la sociedad. De hecho, difícilmente podría acontecer lo que el siglo XIX conoció como “revolución” si previamente no germinan modos de vivir distintos. En la “educación de la voluntad”, que tanto preocupaba a los teóricos anarquistas, residía la posibilidad de acabar con el antiguo régimen espiritual y psicológico del dominio. En esto reside la grandeza del pensamiento libertario, incluyendo a la variante anarcoindividualista, que es menos una voluntad antiorganizativa que una demanda existencial, una pulsión anticonformista. La confianza antropológica en la promesa humana, típica del siglo XVIII, fue el centro de gravedad a partir del cual el anarquismo desplegó una filosofía política vital que intuía en la libertad, no una abstracción o un sueño sino un sedimento activo en las relaciones sociales existentes. Bakunin o Kropotkin creían que el origen de los males sociales no se encontraba en la maldad humana sino en la ignorancia. Indudablemente, en esto, los anarquistas son herederos de la ilustración y justamente por eso creían en la educación racionalista, incluso cientificista, aunque ello no los transformó en meros positivistas. </div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Contra lo que muchos suponen, el pensamiento anarquista es muy complejo y no es sencillo articularlo en un decálogo, pues nunca dispuso de un dogma sellado en un libro sagrado, y eso concedió libertad teórica y táctica a sus adherentes. Tampoco el anarquismo se preocupó de construir una teoría sistemática sobre la sociedad. Quizá la propia diversidad de las ideas y prácticas anarquistas favoreció su supervivencia: cuando alguna de sus variantes decaía o se demostraba ineficaz, otra la sustituía. Del anarcoindividualismo al sindicalismo revolucionario, de las experiencias comunitarias a la difusión de ideas en grupos pequeños, o bien las experiencias autogestionarias de la revolución española, los anarquistas se han sostenido sobre una u otra faceta de su historia. Por lo demás, los anarquistas saben que su ideal constituye una ardua aspiración porque sus exigencias los colocan en un “afuera” de los discursos políticos socialmente aceptados, tanto como sus prácticas son incompatibles con el dominio en cualquiera de sus formas. Pero si las ideas anarquistas aún pertenecen al dominio de la actualidad es porque sostienen y transmiten saberes impensables, o al menos inaceptables, por otras tradiciones teóricas que se pretenden emancipatorias. En el resguardo de ese saber antípoda reside su dignidad y su futuro.</div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;"><a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Christian_Ferrer">Christian Ferrer</a></span></div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">Fuente: <a href="http://www.quijotelibros.com.ar/anarres/EL_LENGUAJE_LIBERTARIO.pdf"><i>El lenguaje libertario – Antología del pensamiento anarquista contemporáneo</i> - Christian Ferrer (comp.)</a></div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><br />
</div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify;"><br />
</div>estafetahttp://www.blogger.com/profile/10314797590011827695noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4391952270751641520.post-60687741271605633382012-01-31T11:26:00.000-08:002012-01-31T12:08:25.781-08:00Michel Foucault - Las redes del poder (Conferencia)<div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><br />
</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgDWXLwsH9L1XJcIU3kJEko3_mX86T4qMbrkmFOc4Tyx5n6ZKsFTFLPCTlrCLc4DbeWTwsDvSej7Qe4VlLpufxFAPvaJfEbRh24a7x2_6or4pGAqtgV6kX8G5h-tYmOci2LwWisDzV6HJ8/s1600/michel_foucault_par23100007-130145833_std.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgDWXLwsH9L1XJcIU3kJEko3_mX86T4qMbrkmFOc4Tyx5n6ZKsFTFLPCTlrCLc4DbeWTwsDvSej7Qe4VlLpufxFAPvaJfEbRh24a7x2_6or4pGAqtgV6kX8G5h-tYmOci2LwWisDzV6HJ8/s320/michel_foucault_par23100007-130145833_std.jpeg" width="240" /></a></div><div style="color: #2e2727; font: normal normal normal 16px/normal 'Times New Roman'; line-height: 20px; margin-bottom: 0px; margin-left: 28.4px; margin-right: 0px; margin-top: 3px; min-height: 18px; text-align: center; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="color: #2e2727; font: normal normal normal 16px/normal 'Times New Roman'; line-height: 20px; margin-bottom: 0px; margin-left: 28.4px; margin-right: 0px; margin-top: 3px; min-height: 18px; text-align: center; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Vamos a intentar hacer un análisis de la noción de poder. Yo no soy el primero, lejos de ello, que intenta desechar el esquema freudiano que opone instinto a represión –instinto y cultura. Toda una escuela de psicoanalistas intentó, desde hace decenas de años, modificar, elaborar este esquema freudiano de instinto vs. cultura, e instinto vs. represión– me refiero tanto a psicoanalistas de lengua inglesa como francesa. Como Melanie Klein, Winnicot y Lacan, que intentaron demostrar que la represión, lejos de ser un mecanismo secundario, interior, tardío, que intentaría controlar un juego instintivo dado por la naturaleza, forma parte del mecanismo del instinto o, por lo menos, del proceso mediante el cual se desenvuelve el instinto sexual y se constituye como pulsión. </div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La noción freudiana de <i>trieb </i>no debe ser interpretada como un simple dato natural o un mecanismo biológico natural sobre el cual la represión vendría a depositar su ley de prohibición, sino, según esos psicoanalistas, como algo que ya está profundamente penetrado por la represión. La carencia, la castración, la prohibición, la ley, ya son elementos mediante los cuales se constituye el deseo como deseo sexual, lo cual implica, por lo tanto, una transformación de la noción primitiva de instinto sexual tal como Freud la había concebido al final del siglo XIX. </div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Es necesario, entonces, pensar el instinto no como un dato natural, sino como una elaboración, todo un juego complejo entre el cuerpo y la ley, entre el cuerpo y los mecanismos culturales que aseguran el control sobre el pueblo. Por lo tanto, creo que los psicoanalistas desplazaron considerablemente el problema, haciendo surgir una nueva noción de instinto, una nueva concepción de instinto, de pulsión, de deseo. Pero lo que me perturba o, por lo menos, me parece insuficiente, es que en esta elaboración propuesta por los psicoanalistas, ellos cambian tal vez el concepto de deseo, pero no cambian en absoluto la concepción de poder. </div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Continúan considerando entre sí que el significado del poder, el punto central, aquello en que consiste el poder, es aún la prohibición, la ley, la fórmula “no debes”. El poder es esencialmente aquello que dice “no debes”. Me parece que ésta es una concepción –y de eso hablaré más adelante– totalmente insuficiente del poder, una concepción jurídica, una concepción formal del poder y que es necesario elaborar otra concepción del poder que permitirá sin duda comprender mejor las relaciones que se establecieron entre poder y sexualidad en las sociedades occidentales. </div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Voy a intentar mostrar en qué dirección se puede desarrollar un análisis del poder que no sea simplemente una concepción jurídica, negativa, del poder, sino una concepción positiva de la tecnología del poder. </div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Frecuentemente encontramos entre los psicoanalistas, los psicólogos y los sociólogos esta concepción según la cual el poder es esencialmente la regla, la ley, la prohibición, lo que marca un límite entre lo permitido y lo prohibido. Creo que esta concepción de poder fue, a fines del siglo XIX, formulada inicialmente y extensamente elaborada por la etnología. La etnología siempre intentó detectar sistemas de poder en sociedades diferentes de las nuestras en términos de sistemas de reglas. Y nosotros mismos, cuando intentamos reflexionar sobre nuestra sociedad, sobre la manera como el poder se ejerce en ella, lo hacemos fundamentalmente a partir de una concepción jurídica: dónde está el poder, quién posee el poder, cuáles son las reglas que rigen el poder, cuál es el sistema de leyes que el poder establece sobre el cuerpo social. Por lo tanto, para nuestras sociedades hacemos siempre una sociología jurídica del poder y cuando estudiamos sociedades diferentes de las nuestras hacemos una etnología que es esencialmente una etnología de la regla, una etnología de la prohibición. Vean, por ejemplo, en los estudios etnológicos de Durkheim a Levi-Strauss, cuál es el problema que siempre reaparece, perpetuamente reelaborado: el problema de la prohibición, especialmente la prohibición del incesto. </div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">A partir de esa matriz, de ese núcleo que sería la prohibición del incesto, se intentó comprender el funcionamiento general del sistema. Y fue necesario esperar hasta años más recientes para que aparecieran nuevos enfoques sobre el poder, ya sea desde el punto de vista marxista o desde perspectivas más alejadas del marxismo clásico. De cualquier modo, a partir de allí vemos aparecer, con los trabajos de Clastres, por ejemplo, toda una nueva concepción del poder como tecnología que intenta emanciparse del primado, de ese privilegio de la regla y la prohibición que, en el fondo, había reinado sobre la etnología. </div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">En todo caso, la cuestión que yo quería plantear es la siguiente: ¿cómo fue posible que nuestra sociedad, la sociedad occidental en general, haya concebido el poder de una manera tan restrictiva, tan pobre, tan negativa? ¿Por qué concebimos siempre el poder como regla y prohibición, por qué este privilegio? Evidentemente podemos decir que ello se debe a la influencia de Kant, idea según la cual, en ultima instancia, la ley moral, el “no debes”, la oposición “debes/no debes” es, en el fondo, la matriz de la regulación de toda la conducta humana. Pero, en verdad, esta explicación por la influencia de Kant es evidentemente insuficiente. El problema consiste en saber si Kant tuvo tal influencia. ¿Por qué fue tan poderosa? ¿Por qué Durkheim, filósofo de vagas simpatías socialistas del inicio de la Tercera República francesa, se pudo apoyar de esa manera sobre Kant cuando se trataba de hacer el análisis del mecanismo del poder en una sociedad? Creo que podemos analizar la razón de ello en los siguientes términos: en el fondo, en Occidente, los grandes sistemas establecidos desde la Edad Media se desarrollaron por intermedio del crecimiento del poder monárquico, a costas del poder o mejor, de los poderes feudales. Ahora, en esta lucha entre los poderes feudales y el poder monárquico, el derecho fue siempre el instrumento del poder monárquico contra las instituciones, las costumbres, los reglamentos, las formas de ligazón y de pertenencia características de la sociedad feudal. Voy a dar dos ejemplos: por un lado el poder monárquico se desarrolla en Occidente en gran parte sobre las instituciones jurídicas y judiciales, y desarrollando tales instituciones logró sustituir la vieja solución de los litigios privados mediante la guerra civil por un sistema de tribunales con leyes, que proporcionaban de hecho al poder monárquico la posibilidad de resolver él mismo las disputas entre los individuos. De esa manera, el derecho romano, que reaparece en Occidente en los siglos XIII y XIV, fue un instrumento formidable en las manos de la monarquía para lograr definir las formas y los mecanismos de su propio poder, a costa de los poderes feudales. En otras palabras, el crecimiento del Estado en Europa fue parcialmente garantizado, o, en todo caso, usó como instrumento el desarrollo de un pensamiento jurídico. El poder monárquico, el poder del Estado, está esencialmente representado en el derecho. Ahora bien, sucede que al mismo tiempo que la burguesía, que se aprovecha extensamente del desarrollo del poder real y de la disminución, del retroceso de los poderes feudales, tenía un interés en desarrollar ese sistema de derecho que le permitiría, por otro lado, dar forma a los intercambios económicos, que garantizaban su propio desarrollo social. De modo que el vocabulario, la forma del derecho, fue un sistema de representación del poder común a la burguesía y a la monarquía. La burguesía y la monarquía lograron instalar, poco a poco, desde el fin de la Edad Media hasta el siglo XVIII, una forma de poder que se representaba y que se presentaba como discurso, como lenguaje, el vocabulario del derecho. Y cuando la burguesía se desembarazó finalmente del poder monárquico, lo hizo precisamente utilizando ese discurso jurídico que había sido hasta entonces el de la monarquía, el cual fue usado en contra de la propia monarquía. </div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Para proporcionar un ejemplo sencillo, Rousseau, cuando redactó su teoría del Estado, intentó mostrar cómo nace un soberano, pero un soberano colectivo, un soberano como cuerpo social o, mejor, un cuerpo social como soberano a partir de la cesión de los derechos individuales, de su alienación y de la formulación de leyes de prohibición que cada individuo está obligado a reconocer, pues fue él mismo quien se impuso la ley, en la medida en que él mismo es miembro del soberano, en la medida en que él es él mismo el soberano. Entonces, el instrumento teórico por medio del cual se realizó la crítica de la institución monárquica, ese instrumento teórico fue el instrumento del derecho, que había sido instituido por la propia monarquía. En otras palabras, Occidente nunca tuvo otro sistema de representación, de formulación y de análisis del poder que no fuera el sistema del derecho, el sistema de la ley. Y yo creo que ésta es la razón por la cual, a fin de cuentas, no tuvimos hasta recientemente otras posibilidades de analizar el poder excepto esas nociones elementales, fundamentales que son las de ley, regla, soberano, delegación de poder, etc. Y creo que es de esta concepción jurídica del poder, de esta concepción del poder mediante la ley y el soberano, a partir de la regla y la prohibición, de la que es necesario ahora liberarse si queremos proceder a un análisis del poder, no desde su representación sino desde su funcionamiento. </div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Ahora bien, ¿cómo podríamos intentar analizar el poder en sus mecanismos positivos? Me parece que en un cierto número de textos podemos encontrar los elementos fundamentales para un análisis de ese tipo. Podemos encontrarlos tal vez en Bentham, un filósofo inglés del fin del siglo XVIII y comienzos del XIX que, en el fondo, fue el más grande teórico del poder burgués, y podemos evidentemente encontrarlos en Marx también; esencialmente en el libro II de <i>El capital</i>. Es ahí que, pienso, podemos encontrar algunos elementos de los cuales me serviré para analizar el poder en sus mecanismos positivos. </div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">En resumen, lo que podemos encontrar en el libro II de <i>El capital, </i>es, en primer lugar, que en el fondo no existe un poder, sino varios poderes. Poderes quiere decir: formas de dominación, formas de sujeción que operan localmente, por ejemplo, en una oficina, en el ejército, en una propiedad de tipo esclavista o en una propiedad donde existen relaciones serviles. Se trata siempre de formas locales, regionales de poder, que poseen su propia modalidad de funcionamiento, procedimiento y técnica. Todas estas formas de poder son heterogéneas. No podemos entonces hablar de poder si queremos hacer un análisis del poder, sino que debemos hablar de los poderes o intentar localizarlos en sus especificidades históricas y geográficas. </div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Así, a partir de ese principio metodológico, ¿cómo podríamos hacer la historia de los mecanismos de poder a propósito de la sexualidad? Creo que, de modo muy esquemático, podríamos decir lo siguiente: el sistema de poder que la monarquía había logrado organizar a partir del fin de la Edad Media presentaba para el desarrollo del capitalismo dos inconvenientes mayores: 1) El poder político, tal como se ejercía en el cuerpo social, era un poder muy discontinuo Las mallas de la red eran muy grandes, un número casi infinito de cosas, de elementos, de conductas, de procesos, escapaban al control del poder. Si tomamos, por ejemplo, un punto preciso, la importancia del contrabando en toda Europa hasta fines del siglo XVIII, podemos percibir un flujo económico muy importante, casi tan importante como el otro, un flujo que escapaba enteramente al poder. Era, además, una de las condiciones de existencia de las personas; de no haber existido piratería marítima, el comercio no habría podido funcionar y las personas no habrían podido vivir. Bien, en otras palabras, la ilegalidad era una de las condiciones de vida, pero al mismo tiempo significaba que había ciertas cosas que escapaban al poder y sobre las cuales no tenía control. Entonces, inconvenientes procesos económicos, diversos mecanismos, de algún modo quedaban fuera de control y exigían la instauración de un poder continuo, preciso, de algún modo atómico. Pasar así de un poder lagunar, global, a un poder atómico e individualizante, que cada uno, que cada individuo, en él mismo, en su cuerpo, en sus gestos, pudiese ser controlado en vez de esos controles globales y de masa. </div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El segundo gran inconveniente de los mecanismos de poder, tal como funcionaban en la monarquía, es que eran sistemas excesivamente onerosos. Y eran onerosos justamente porque la función del poder –aquello en que consistía el poder– era esencialmente el poder de recaudar, de tener el derecho a recaudar cualquier cosa –un impuesto, un décimo, cuando se trataba del clero– sobre las cosechas que se realizaban; la recaudación obligatoria de tal o cual porcentaje para el señor, para el poder real, para el clero. El poder era entonces recaudador y predatorio. En esta medida operaba siempre una sustracción económica y, lejos, consecuentemente, de favorecer o estimular el flujo económico, era permanentemente su obstáculo y freno. Entonces aparece una segunda preocupación, una segunda necesidad: encontrar un mecanismo de poder tal que al mismo tiempo que controlase las cosas y las personas hasta en sus más mínimos detalles no fuese tan oneroso ni esencialmente predatorio, que se ejerciera en el mismo sentido del proceso económico </div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Bien, teniendo en claro esos dos objetivos creo que podemos comprender, groseramente, la gran mutación tecnológica del poder en Occidente. Tenemos el hábito –y una vez más según el espíritu de un marxismo un tanto primario– de decir que la gran invención, todo el mundo lo sabe, fue la máquina de vapor o invenciones de este tipo. Es verdad que eso fue muy importante, pero hubo toda una serie de otras invenciones tecnológicas tan importantes como ésas y que fueron, en última instancia, condiciones de funcionamiento de las otras. Así ocurrió con la tecnología política, hubo toda una invención al nivel de las formas de poder a lo largo de los siglos XVII y XVIII. Por lo tanto, es necesario hacer no sólo la historia de las técnicas industriales, sino también de las técnicas políticas, y yo creo que podemos agrupar en dos grandes capítulos las invenciones de tecnología política, las cuales debemos acreditar sobre todo a los siglos XVII y XVIII. Yo las agruparía en dos capítulos porque me parece que se desarrollaron en dos direcciones diferentes: de un lado existe esta tecnología que llamaría “disciplina”. Disciplina es, en el fondo, el mecanismo del poder por el cual alcanzamos a controlar en el cuerpo social hasta los elementos más tenues por los cuales llegamos a tocar los propios átomos sociales; esto es, los individuos. Técnicas de individualización del poder. Cómo vigilar a alguien, cómo controlar su conducta, su comportamiento, sus aptitudes, cómo intensificar su rendimiento, cómo multiplicar sus capacidades, cómo colocarlo en el lugar donde será más útil; esto es lo que es, a mi modo de ver, la disciplina. </div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Y les cito en este instante el ejemplo de la disciplina en el ejército. Es un ejemplo importante porque es el punto donde fue descubierta la disciplina y donde se la desarrolló en primer lugar. Ligada, entonces, a esa otra invención de orden técnico que fue la invención del fusil de tiro relativamente rápido. A partir de ese momento, podemos decir lo siguiente: que el sol-dado dejaba de ser intercambiable, dejaba de ser pura y simplemente carne de cañón y un simple individuo capaz de golpear. Para ser un buen soldado había que saber tirar, por lo tanto, era necesario pasar por un proceso de aprendizaje y era necesario que el soldado supiera desplazarse, que supiera coordinar sus gestos con los de los demás soldados; en suma, el soldado se volvía habilidoso. Por lo tanto, precioso. Y cuanto más precioso, más necesario era conservarlo y cuanta más necesidad de conservarlo, más necesidad había de enseñarle técnicas capaces de salvarle la vida en la batalla, y mientras más técnicas se le enseñaban más tiempo duraba el aprendizaje, más precioso era él, etc. Y bruscamente se crea una especie de embalo, de esas técnicas militares de adiestramiento que culminarán en el famoso ejército prusiano de Federico II, que gastaba lo esencial de su tiempo haciendo ejercicios. El ejército prusiano, el modelo de disciplina prusiana, es precisamente la perfección, la intensidad máxima de esa disciplina corporal del soldado que fue hasta cierto punto el modelo de las otras disciplinas. </div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El otro lugar en donde vemos aparecer esta nueva tecnología disciplinaria es la educación. Fue primero en los colegios y después en las escuelas secundarias donde vemos aparecer esos métodos disciplinarios en que los individuos son individualizados dentro de la multiplicidad. El colegio reúne decenas, centenas y a veces millares de escolares, y se trata entonces de ejercer sobre ellos un poder que será justamente mucho menos oneroso que el poder del preceptor que no puede existir sino entre alumno y maestro. Allí tenemos un maestro para decenas de discípulos y es necesario, a pesar de esa multiplicidad de alumnos, que se logre una individualización del poder, un control permanente, una vigilancia en todos los instantes; así, la aparición de este personaje que todos aquellos que estudiaron en colegios conocen bien, que es el celador, que en la pirámide corresponde al suboficial del ejército; aparición también de las notas cuantitativas, de los exámenes, de los concursos, etc., posibilidades, en consecuencia, de clasificar a los individuos de tal manera que cada uno esté exactamente en su lugar, bajo los ojos del maestro o en la clasificación-calificación o el juicio que hacemos sobre cada uno de ellos. </div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Vean, por ejemplo, cómo ustedes están sentados delante de mí, en fila. Es una posición que tal vez les parezca natural. Sin embargo es bueno recordar que ella es relativamente reciente en la historia de la civilización y que es posible encontrar todavía a comienzos del siglo XIX escuelas donde los alum-nos se presentaban en grupos de pie alrededor de un profesor que les dicta cátedra. Eso implica que el profesor no puede vigilarlos individualmente: hay un grupo de alumnos por un lado y el profesor por otro. Actualmente ustedes son ubicados en fila, los ojos del profesor pueden individualizar a cada uno, puede nombrarlos para saber si están presentes, qué hacen, si divagan, si bostezan, etc. Todo esto, todas estas futilidades, en realidad son futilidades, pero futilidades muy importantes, porque finalmente, fue en el nivel de toda una serie de ejercicios de poder, en esas pequeñas técnicas que estos nuevos mecanismos pudieron investir; pudieron operar. Lo que pasó en el ejército y en los colegios puede ser visto igualmente en las oficinas a lo largo del siglo XIX. Y es lo que llamaré tecnología individualizante de poder. Es una tecnología que enfoca a los individuos hasta en sus cuerpos, en sus comportamientos; se trata, <i>grosso modo</i>, de una especie de anatomía política, una política que hace blanco en los individuos hasta anatomizarlos. </div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Bien, he ahí una familia de tecnologías de poder que aparece un poco más tarde, en la segunda mitad del siglo XVIII, y que fue desarrollada –es preciso decir que la primera, para vergüenza de Francia, fue sobre todo desarrollada en Francia y en Alemania– principalmente en Inglaterra, tecnologías éstas que no enfocan a los individuos, sino que ponen blanco en lo contrario, en la población. En otras palabras, el siglo XVIII descubrió esa cosa capital: que el poder no se ejerce simplemente sobre los individuos entendidos como sujetos-súbditos, lo que era la tesis fundamental de la monarquía, según la cual por un lado está el soberano y por otro los súbditos. Se descubre que aquello sobre lo que se ejerce el poder es la población. ¿Qué quiere decir población? No quiere decir simplemente un grupo humano numeroso, quiere decir un grupo de seres vivos que son atravesados, comandados, regidos, por procesos de leyes biológicas. Una población tiene una curva etaria, una pirámide etaria, tiene una morbilidad, tiene un estado de salud; una población puede perecer o, al contrario, puede desarrollarse. </div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Todo esto comienza a ser descubierto en el siglo XVIII. Se percibe que la relación de poder con el sujeto o, mejor, con el individuo no debe ser simplemente esa forma de sujeción que permite al poder recaudar bienes sobre el súbdito, riquezas y eventualmente su cuerpo y su sangre, sino que el poder se debe ejercer sobre los individuos en tanto constituyen una especie de entidad biológica que debe ser tomada en consideración si queremos precisamente utilizar esa población como máquina de producir todo, de producir riquezas, de producir bienes, de producir otros individuos, etc. El descubrimiento de la población es, al mismo tiempo que el descubrimiento del individuo y del cuerpo adiestrable, creo yo, otro gran núcleo tecnológico en torno del cual los procedimientos políticos de Occidente se transformaron. Se inventó en ese momento, en oposición a la anátomo-política que recién mencioné, lo que llamaré bio-política. Es en ese momento cuando vemos aparecer cosas, problemas como el del hábitat, el de las condiciones de vida en una ciudad, el de la higiene pública o la modificación de las relaciones entre la natalidad y la mortalidad. Fue en ese momento cuando apareció el problema de cómo se puede hacer para que la gente tenga más hijos o, en todo caso, cómo podemos regular el flujo de la población, cómo podemos controlar igualmente la tasa de crecimiento de una población, de las migraciones, etc. Y a partir de allí toda una serie de técnicas de observación entre las cuales está la estadística, evidentemente, pero también todos los grandes organismos administrativos, económicos y políticos, todo eso encargado de la regulación de la población. Por lo tanto, creo yo, hay dos grandes revoluciones en la tecnología del poder: descubrimiento de la disciplina y descubrimiento de la regulación, perfeccionamiento de una anátomo-política y perfeccionamiento de una bio-política. </div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">A partir del siglo XVIII, la vida se hace objeto de poder, la vida y el cuerpo. Antes existían sujetos, sujetos jurídicos a quienes se les podía retirar los bienes, y la vida además. Ahora existen cuerpos y poblaciones. El poder se hace materialista. Deja de ser esencialmente jurídico. Ahora debe lidiar con esas cosas reales que son el cuerpo, la vida. La vida entra en el dominio del poder, mutación capital, una de las más importantes, sin duda, en la historia de las sociedades humanas y es evidente que se puede percibir cómo el sexo se vuelve a partir de ese momento, el siglo XVIII, una pieza absolutamente capital, porque, en el fondo, el sexo está exactamente ubicado en el lugar de la articulación entre las disciplinas individuales del cuerpo y las regulaciones de la población. El sexo viene a ser aquello a partir de lo cual se puede garantizar la vigilancia sobre los individuos y entonces se comprende por qué en el siglo XVIII, y justamente en los colegios, la sexualidad de los adolescentes se vuelve un problema médico, un problema moral, casi un problema político de primera importancia porque mediante y so pretexto de este control de la sexualidad se podía vigilar a los colegiales, a los adolescentes a lo largo de sus vidas, a cada instante, aun durante el sueño. Entonces el sexo se tornará un instrumento de disciplinamiento, y va a ser uno de los elementos esenciales de esa anátomo-política de la que hablé, pero por otro lado es el sexo el que asegura la reproducción de las poblaciones. Y con el sexo, con una política del sexo podemos cambiar las relaciones entre natalidad y mortalidad; en todo caso la política del sexo se va a integrar al interior de toda esa política de la vida que va a ser tan importante en el siglo XIX. El sexo es la bisagra entre la anátomo-política y la bio-política, él está en la encrucijada de las disciplinas y de las regulaciones y es en esa función que él se transforma, al fin del siglo XIX, en una pieza política de primera importancia para hacer de la sociedad una máquina de producir. </div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><i>Foucault: –</i>¿Quieren ustedes hacer alguna pregunta? </div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><i>Auditorio: –</i>¿Qué tipo de productividad pretende lograr el poder en las prisiones? </div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><i>Foucault: –</i>Ésa es una larga historia: el sistema de la prisión, quiero decir, de la prisión represiva, de la prisión como castigo, fue establecido tardíamente, prácticamente al fin del siglo XVIII. Antes de esa fecha la prisión no era un castigo legal: se aprisionaba a las personas simplemente para retenerlas antes de procesarlas y no para castigarlas, salvo en casos excepcionales. Bien, se crean las prisiones como sistema de represión afirmándose lo siguiente: la prisión va a ser un sistema de reeducación de los criminales. Después de una estadía en la prisión, gracias a una domesticación de tipo militar y escolar, vamos a poder transformar a un delincuente en un individuo obediente a las leyes. Se buscaba la producción de individuos obedientes. </div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Ahora bien, inmediatamente, en los primeros tiempos de los sistemas de las prisiones quedó en claro que ellos no producían aquel resultado, sino, en verdad, su opuesto: mientras más tiempo se pasaba en prisión menos se era reeducado y más delincuente se era. No sólo productividad nula, sino productividad negativa. En consecuencia, el sistema de las prisiones debería haber desaparecido. Pero permaneció y continúa, y cuando preguntamos a las personas qué podríamos colocar en vez de las prisiones, nadie responde. </div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">¿Por qué las prisiones permanecieron a pesar de esta contraproductividad? Yo diré que precisamente porque, de hecho, producían delincuentes y la delincuencia tiene una cierta utilidad económico-política en las sociedades que conocemos. La utilidad mencionada podemos revelarla fácilmente: cuantos más delincuentes existan, más crímenes existirán; cuanto más crímenes hayan, más miedo tendrá la población y cuanto más miedo en la población, más aceptable y deseable se vuelve el sistema de control policial. La existencia de ese pequeño peligro interno permanente es una de las condiciones de aceptabilidad de ese sistema de control, lo que explica por qué en los periódicos, en la radio, en la televisión, en todos los países del mundo sin ninguna excepción, se concede tanto espacio a la criminalidad como si se tratase de una novedad cada nuevo día. Desde 1830 en todos los países del mundo se desarrollaron campañas sobre el tema del crecimiento de la delincuencia, hecho que nunca ha sido probado, pero esta supuesta presencia, esta amenaza, ese crecimiento de la delincuencia es un factor de aceptación de los controles. </div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Pero eso no es todo, la delincuencia posee también una utilidad económica; vean la cantidad de tráficos perfectamente lucrativos e inscritos en el lucro capitalista que pasan por la delincuencia: la prostitución; todos saben que el control de la prostitución en todos los países de Europa es realizado por personas que tienen el nombre profesional de proxenetas y que son todos ellos ex presidiarios que tienen por función canalizar los lucros recaudados sobre el placer sexual. La prostitución permitió volver oneroso el placer sexual de las poblaciones y su encuadramiento permitió derivar para determinados circuitos el lucro sobre el placer sexual. El tráfico de armas, el tráfico de drogas, en suma, toda una serie de tráficos que por una u otra razón no pueden ser legal y directamente realizados en la sociedad pueden serlo por la delincuencia, que los asegura. </div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Si agregamos a eso el hecho de que la delincuencia sirve masivamente en el siglo XIX y aun en el siglo XX a toda una serie de alteraciones políticas tales como romper huelgas, infiltrar sindicatos obreros, servir de mano de obra y guardaespaldas de los jefes de partidos políticos, aun de los más o menos dignos. Aquí estoy hablando precisamente de Francia, en donde todos los partidos políticos tienen una mano de obra que varía desde los colocadores de afiches hasta los aporreadores o matones, mano de obra que está constituida por delincuentes. Así tenemos toda una serie de instituciones económicas y políticas que opera sobre la base de la delincuencia y en esta medida la prisión que fabrica un delincuente profesional posee una utilidad y una productividad. </div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><i>Auditorio: –</i>En la tentativa de trazar una anatomía de lo social basándose en la disciplina del ejército, usted utiliza la misma terminología que usan los abogados actuales en el Brasil. En el Congreso de OAB (Orden de los Abogados del Brasil) realizado hace poco tiempo en Salvador, los abogados utilizaron abundantemente las palabras compensar y disciplinar al definir su función jurídica. Curiosamente usted utiliza los mismos términos para hablar del poder, es decir, usando el mismo lenguaje jurídico: lo que le pregunto es si usted no cae en el mismo discurso de la apariencia de la sociedad capitalista dentro de la ilusión del poder que comienzan a utilizar esos juristas. Así, la nueva ley de sociedades anónimas se presenta como un instrumento para disciplinar los monopolios, pero lo que ella realmente significa es ser un valioso instrumento tecnológico muy avanzado que obedece a determinaciones independientes de la voluntad de los juristas que son las necesidades de reproducción del capital. En este sentido me sorprende el uso de la misma terminología, continuando, en tanto usted establece una dialéctica entre tecnología y disciplina, y mi última sorpresa es que usted toma como elemento de análisis social a la población, volviendo así a un período anterior a aquel en que Marx criticó a Ricardo. </div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><i>Foucault: –</i>Me sorprende mucho que los abogados utilicen la palabra disciplina –en cuanto a la palabra compensar, no la usé ni una vez– y con respecto a esto quiero decir lo siguiente: creo que desde el nacimiento de aquello que yo llamo bio-poder o anátomo-política estamos viviendo en una sociedad que comienza a dejar de ser una sociedad jurídica. La sociedad jurídica fue la sociedad monárquica. Las sociedades europeas de los siglos XII al XVIII eran esencialmente sociedades jurídicas, en las cuales el problema del derecho era un problema fundamental: se combatía por él, se hacían revoluciones por él, etc. A partir del siglo XIX, en las sociedades que se daban bajo la forma de sociedades de derecho, con Parlamentos, legislaciones, códigos, tribunales, existía de hecho todo un otro mecanismo de poder que se infiltraba, que no obedecía a las formas jurídicas y que no tenía por principio fundamental la ley, sino el principio de la norma, y que poseía instrumentos que no eran los tribunales, la ley y el aparato judiciario, sino la medicina, la psiquiatría, la psicología, etc. Por lo tanto, estamos en un mundo disciplinario, estamos en un mundo de la regulación. Creemos que estamos todavía en el mundo de la ley, pero de hecho es otro tipo de poder que está en vías de constitución por intermedio de conexiones que ya no son más conexiones jurídicas. Así, es perfectamente normal que usted encuentre la palabra disciplina en la boca de los abogados. Llega a ser interesante ver lo que concierne a un punto clave: cómo la sociedad de la normatización al mismo tiempo puede habitar y hacer disfuncionar la sociedad del derecho. </div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Veamos lo que pasa en el sistema penal. En países de Europa como Alemania, Francia e Inglaterra, prácticamente no hay ningún criminal un poco importante y en breve no habrá ninguna persona que pase por los tribunales penales que no pase también por las manos de un especialista en medicina, psiquiatría o psicología. Eso porque vivimos en una sociedad en la que el crimen ya no es más simplemente ni esencialmente la transgresión a la ley sino el desvío en relación con una norma. En lo que respecta a la penalidad sólo se habla ahora en términos de neurosis, desvío, agresividad, pulsión, etc. Ustedes lo saben muy bien. Por lo tanto, cuando hablo de disciplina, de normalización, yo no caigo en el plano jurídico; son, por el contrario, los hombres de derecho, los hombres de la ley, los juristas, quienes están obligados a emplear ese vocabulario de la disciplina y la normatización. Que se hable de disciplina en el congreso de OAB no hace más que confirmar lo que dije y no es que caiga en una concepción jurídica. Los que están fuera de lugar son ellos. </div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><i>Auditorio: –</i>¿Cómo ve la relación entre saber y poder? ¿Es la tecnología del poder la que provoca la perversión sexual o es la anarquía natural biológica que existe en el hombre la que lo provoca...? </div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><i>Foucault: –</i>Sobre este último punto, es decir, sobre lo que motiva, lo que explica el desarrollo de esta tecnología, no creo que podamos decir que sea el desarrollo biológico. Intenté demostrar lo contrario, es decir, ¿cómo forma parte del desarrollo del capitalismo esta mutación de la tecnología del poder? Forma parte de ese desarrollo en la medida en que, por un lado, fue el desarrollo del capitalismo lo que hizo necesaria esta mutación tecnológica, pero, por otro, esa mutación hizo posible el desarrollo del capitalismo; una implicación perpetua de dos movimientos que están de algún modo engrampados el uno con el otro. </div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Bien, con respecto a la otra cuestión que concierne al hecho de las relaciones de poder... Cuando existe alianza del placer con el poder, ése es un problema importante. Lo que quiero decir brevemente es que es justamente eso que parece caracterizar los mecanismos de poder en función de nuestras sociedades, es lo que hace que no podamos decir simplemente que el poder tiene por función interdictar, prohibir. Si admitimos que el poder sólo tiene por función prohibir, estamos obligados a inventar mecanismos –como Lacan y otros están obligados a hacerlo– para poder decir: “Vean, nos identificamos con el poder”. O entonces decimos que hay una relación masoquista que se establece con el poder y que hace que gocemos de aquel que prohíbe; pero en compensación, si usted admite que la función del poder no es esencialmente prohibir, sino producir, producir placer, en ese momento se puede comprender, al mismo tiempo, cómo se puede obedecer al poder y encontrar en el hecho de la obediencia placer, que no es masoquista necesariamente. Los niños nos pueden servir de ejemplo: creo que la manera como se hizo de la sexualidad de los niños un problema fundamental para la familia burguesa del siglo XIX provocó y volvió posible un gran número de controles sobre la familia, sobre los padres, sobre los niños, etc., al mismo tiempo que produjo toda una serie de placeres nuevos: placer en los padres al vigilar a los hijos, placer de los niños en jugar con su propia sexualidad contra sus padres o con sus padres, etc., toda una nueva economía del placer alrededor del cuerpo del niño. No hace falta decir que los padres, por masoquismo, se identificaron con la ley... </div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><i>Auditorio: –</i>Usted no respondió a la pregunta que se le hizo sobre las relaciones entre el saber y el poder, y sobre el poder que usted, Michel Foucault, ejerce mediante su saber... </div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><i>Foucault: –</i>En efecto, la pregunta debe ser planteada. Bien, creo que –en todo caso en el sentido de los análisis que hago, cuya fuente de inspiración usted puede ver– las relaciones de poder no deben ser consideradas de una manera un poco esquemática, como: de un lado están los que tienen el poder y del otro los que no lo tienen. Aquí un cierto marxismo académico utiliza frecuentemente la oposición clase dominante / clase dominada, discurso dominante / discurso dominado, etc. Ahora, en primer lugar, ese dualismo nunca será encontrado en Marx, en cambio sí puede ser encontrado en pensadores reaccionarios y racistas como Gobineau, que admiten que en una sociedad hay dos clases, una dominada y la otra que domina. Usted va a encontrar eso en muchos lugares pero nunca en Marx, porque en efecto Marx es demasiado astuto como para poder admitir esto; él sabía perfectamente que lo que hace la solidez de las relaciones de poder es que ellas no terminan jamás, que no hay de un lado algunos y del otro lado muchos; ellas la atraviesan en todos lados; la clase obrera retransmite relaciones de poder, ejerce relaciones de poder. El hecho de que usted sea estudiante implica que ya está inserto, es una cierta situación de poder; yo, como profesor, estoy igualmente en una situación de poder, estoy en una situación de poder porque soy hombre y no una mujer, y el hecho de que usted sea una mujer implica que está igualmente en una situación de poder, pero no la misma, todos estamos en situación, etc. Bien, si de cualquier persona que sabe algo podemos decir “usted ejerce el poder”, me parece una crítica estúpida en la medida en que se limita a eso. Lo que es interesante es, en efecto, saber cómo en un grupo, en una clase, en una sociedad operan redes de poder, es decir, cuál es la localización exacta de cada uno en la red del poder, cómo él lo ejerce de nuevo, cómo lo conserva, cómo él hace impacto en los demás, etcétera. </div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="color: #2e2727; font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="color: #2e2727; font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">Texto desgrabado de una conferencia dada por Foucault en 1976 en Brasil. Publicada en la revista anarquista <i>Barbarie</i>, Nros. 4 y 5 (1981-2), San Salvador de Bahía, Brasil.</div><div style="color: #2e2727; font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><i>Traducción: </i>Heloísa Primavera </div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 16.0px; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">Fuente: <b><a href="http://www.quijotelibros.com.ar/anarres/EL_LENGUAJE_LIBERTARIO.pdf"><span style="color: #0b5394;"><i>El lenguaje libertario – Antología del pensamiento anarquista contemporáneo</i> -Christian Ferrer (comp.)</span></a></b></div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><b><br />
</b></div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">Fotografía de<a href="http://brucejacksonphotography.us/"><span style="color: blue;"> </span><span style="color: #0b5394;">Bruce Jackson</span></a></div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><a href="http://brucejacksonphotography.us/foucault/foucault.html"><span style="color: #0b5394;">Buffalo, 1971</span></a></div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 0.0px; min-height: 16.0px; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 16.0px; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><b><br />
</b></div><div><b><br />
</b></div>estafetahttp://www.blogger.com/profile/10314797590011827695noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4391952270751641520.post-86823671331940994382012-01-22T11:12:00.000-08:002012-01-22T11:12:37.261-08:00Giorgio Agamben – Lo abierto. El hombre y el animal [caps. 1-12]<div style="font: normal normal normal 16px/normal 'Times New Roman'; line-height: 20px; margin-bottom: 0px; margin-left: 7.1px; margin-right: 0px; margin-top: 3px; text-align: center;"><span style="font: normal normal normal 16px/normal 'Lucida Grande';"><br />
</span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjPjTR53PMjTrAdrc6KOE74SVA_lrHCJkpMV8HFm1gkkJPsEqo9oBdRzdJBw8mjOSkGFsUD1UBRN0o6tg2xYIbHvurkXecg2vT-e6iEebILDnc7G9z3gciI0hMFdTsochsl1kOv8BPk-9I/s1600/Giorgio+Agamben2.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjPjTR53PMjTrAdrc6KOE74SVA_lrHCJkpMV8HFm1gkkJPsEqo9oBdRzdJBw8mjOSkGFsUD1UBRN0o6tg2xYIbHvurkXecg2vT-e6iEebILDnc7G9z3gciI0hMFdTsochsl1kOv8BPk-9I/s320/Giorgio+Agamben2.jpeg" width="320" /></a></div><div style="font: normal normal normal 14px/normal 'Times New Roman'; line-height: 20px; margin-bottom: 0px; margin-left: 7.1px; margin-right: 0px; margin-top: 3px; min-height: 16px; text-align: center;"><br />
</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 7.1px; min-height: 16.0px; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 56.7px; text-align: justify; text-indent: 21.3px;">« S`il n`existoit point d`animaux, la nature de l`home serait encore plus incompréhensible ».<span style="font: normal normal normal 14px/normal 'Lucida Grande';"><br />
</span> <i>Georges-Louis Buffon</i></div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 56.7px; min-height: 16.0px; text-align: justify; text-indent: 21.3px;"><i></i></div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 56.7px; text-align: justify; text-indent: 21.3px;">«Indigebant tamen eis ad experimentalem cognitionem sumendam de naturis forum». <i>Tommaso</i> <i>D`Aquino</i>.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 56.7px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 21.3px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 6.0px 28.4px; text-align: justify;"><b>1. Teratomorfo.<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span></b></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 6.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify;"><b></b></div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 56.7px; text-align: justify; text-indent: 21.3px;">“En las última tres horas del día, Dios se sienta y juega con el Leviatán, como está escrito: “tu has hecho al Leviatán para jugar con él”. <i>Talmud, Avoda zara.</i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: center; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">En la Biblioteca Ambrosiana de Milán se conserva una Biblioteca judía del siglo XIII que contiene preciosas miniaturas. Las dos últimas páginas del tercer códice están enteramente ilustradas con escenas de inspiración mística y mesiánica. La página 135v ofrece la visión de Ezequiel, pero sin la representación del carro: en el centro están los siete cielos, la luna, el sol y las estrellas, y, en los ángulos, campeando sobre un fondo azul, los cuatro animales escatológicos: el gallo, el águila, el buey y el león. La última página (136r) está dividida en dos mitades; la superior representa los tres animales de los orígenes: el pájaro Ziz (en forma de grifón alado), el buey Behemot y el gran pez Leviatán, inmerso en el mar retorcido sobre sí mismo. La escena que nos interesa en modo particular es, entonos los sentidos, la última, porque con ella terminan tanto el códice como la historia de la humanidad. Representa el banquete mesiánico de los justos en el último día. A la sombra de árboles paradisíacos, y regocijados por la música de dos intérpretes, los justos, con sus cabezas coronadas, se sientan en una mesa ricamente guarnecida. La idea de que en los días del Mesías los justos, que han observado durante toda su vida las prescripciones de la Torá, se reunirán en un banquete con las carnes de Leviatán y Behemot sin preocupación alguna porque su sacrificio haya sido o no kosher, es plenamente familiar para la tradición rabínica. Es sorprendente, sin embargo, un particular al que no nos hemos referido hasta ahora: bajo las coronas el minitaurista ha representado a los justos no con semblantes humanos, sino con una cabeza inequívocamente animal. No sólo volvemos a encontrar aquí, en las tres figuras situadas a la derecha, el pico característico del águila, la roja cabeza del buey y la testa leonina de los animales escatológicos, sino que también los otros dos justos que aparecen en la imagen exhiben grotescos rasgos asnales, el uno, y un perfil de pantera, el otro. Pero también los dos músicos comparecen con la cabeza animal, en particular el de la derecha, más visible, que toca una especie de viola con un inspirado hocico simiesco.<span style="font: normal normal normal 16px/normal 'Lucida Grande';"><br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">¿Por qué los representantes de esta humanidad llegada a su consumación se configuran con cabezas de animales? Los estudiosos que se han ocupado del problema no han encontrado todavía una explicación satisfactoria. Según Sofia Ameisenowa, que ha dedicado una amplia investigación a este tema, y que intenta aplicar a los materiales de la tradición judía los métodos de la escuela de Aby Warburg, las imágenes de los justos con facciones animales deben relacionarse con el tema gnóstico-astrológico de la representación de los decanos teratomorfos, a través de la doctrina gnóstica según la cual los cuerpos de los justos ( o mejor, de los espirituales), en su ascensión después de la muerte a través de los cielos, se transforman en estrellas y se identifican con las potencias que gobiernan cada cielo.<span style="font: normal normal normal 16px/normal 'Lucida Grande';"><br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Según la tradición rabínica, sin embargo, los justos en cuestión no están muertos en absoluto: son, por el contrario, los representantes del resto de Israel, es decir, de los justos que todavía viven en el momento de la venida del Mesías. Como puede leerse en el Apocalipsis de Baruc, 29, 4, “Behemont aparecerá desde su tierra y el Leviatán surgirá del mar: los dos monstruos que he formado en el quinto día de la creación y he conservado hasta aquel día, servirán entonces de alimento para todos los que quedan”. Además, el motivo de la representación teratocéfala de los arcontes gnósticos y de los decanos astrológicos está muy lejos de haber aquietado a los estudiosos y requiere él mismo una explicación. En los textos maniqueos, cada uno de los arcontes corresponde así a una de las partes del reino animal (bípedos, cuadrúpedos, pájaros, peces, reptiles) y a la vez a las “cinco naturalezas” del cuerpo humano (huesos, nervios, venas, carne, piel), de modo que el teratomorfismo de los arcontes remite directamente a la tenebrosa parentela entre el macrocosmos animal y el microcosmos humano (Puech 105). Por otra parte, en el Talmud, el párrafo del tratado en que se menciona al Leviatán como alimento mesiánico de los justos figura después de una serie de haggadoth que parecen referirse a un economía diferente de las relaciones entre lo animal y lo humano. Por lo demás, el que también la naturaleza animal sea transfigurada en el reino mesiánico, es algo que ya estaba implícito en la profecía mesiánica de l Isaías 11 ( que tanto le gustaba a Iván Karamázov) en la que se lee que “serán vecinos el lobo y el cordero / y el leopardo se echará con el cabrito / el novillo y el cachorro pacerán juntos / y un niño pequeño los conducirá”.<span style="font: normal normal normal 16px/normal 'Lucida Grande';"><br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">No es imposible, por lo tanto, que al atribuir una cabeza animal al resto de Israel, el artista del manuscrito de la Ambrosiana haya pretendido significar que, en el último día, las relaciones entre los animales y los hombres se ordenarán en una forma nueva y que el hombre mismo se reconciliará con su naturaleza animal.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 6.0px 28.4px; text-align: justify;"><b>2. Acéfalo</b></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Geroges Bataille había quedado tan impresionado por las efigies gnósticas de arcontes con cabezas de animal que había tenido ocasión de contemplar en el <i>Cabinet des medailles</i> de la Biblioteca Nacional de París, que le dedicó en 1930 un artículo en su revista <i>Document</i>. En la mitología gnóstica, los arcontes son las entidades demoníacas que crean y gobiernan el mundo material, en el que los elementos espirituales y luminosos se encuentran mezclados con los oscuros y corporales, prisioneros de ellos. Las imágenes, reproducidas como documentos de la tendencia del “bajo materialismo” gnóstico a la confusión de formas humanas y bestiales, representan, de acuerdo con las enseñanzas de Bataille, “tres arcontes con cabeza de ánade”, un <i>Iao panmorfo</i>, un “dios con piernas humanas, cuerpo de serpiente y cabeza de gallo”, y, por último, un dios acéfalo con dos cabezas de animales superpuestas. Dos años después la cubierta del primer número de la revista Acéphale, diseñada por André Masson, exhibía como enseña de la “conjura sagrada” urdida por Bataille con un pequeño grupo de amigos, una figura humana desnuda y carente de cabeza (“El hombre ha huido de su cabeza, como el condenado de la prisión”, reza el texto programático: Bataille, 6) no implicaba necesariamente una remisión a la animalidad; las ilustraciones del numero 3-4 de la revista, donde el mismo desnudo del primer número porta ahora una majestuosa cabeza de toro, dan testimonio de una aporía que va unida a la totalidad del proyecto del autor.<span style="font: normal normal normal 16px/normal 'Lucida Grande';"><br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Entre los motivos centrales de la lectura hegeliana de Kojève, de quien Bataille había sido oyente en la Ecole des Hautes Etudes, figuraba el problema del final de la historia y de la figura que el hombre y la naturaleza asumirían en el mundo post-histórico, cuando el paciente proceso del trabajo y de la negación, por medio del cual el animal de la especie Homo Sapiens deviene humano, alcanzara su consumación. Según un gesto muy característico en él, Kojève dedica a este problema capital sólo una nota del curso 1938-39:</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">“La desaparición del Hombre al final de la Historia no es, pues, una catástrofe cósmica: el Mundo natural sigue siendo lo que es desde la eternidad. Y tampoco es una catástrofe biológica: el Hombre permanece en vida como animal que está en acuerdo con la Naturaleza o con el Ser dado. Lo que desaparece es el Hombre propiamente dicho, es decir, la acción negadora de lo dado y del Error o, en general, el Sujeto opuesto al Objeto. De hecho, el final del Tiempo humano o de la Historia, es decir, la aniquilación definitiva del hombre propiamente dicho o del individuo libre e histórico, significa sencillamente la cesación de la Acción en el sentido fuerte del término. Lo que quiere decir prácticamente: la desaparición de la guerra y de las revoluciones sangrientas. Y además la desaparición de la Filosofía; porque cuando el Hombre mismo no cambia ya esencialmente, ya no hay razón para cambiar los principios (verdaderos) que están en la base de su conocimiento del Mundo y de sí. Pero todo el resto puede mantenerse indefinidamente; el arte, el amor, el juego, etc., y, en definitiva, todo lo que hace al hombre feliz”. (Kojève, 434-435)</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El conflicto entre Bataille y Kojève se refiere propiamente a ese “resto” que sobrevive a la muerte del hombre que vuelve a ser animal al final de la historia. Lo que el alumno – que tenía cinco años más que el maestro – no podía aceptar de ninguna manera era que “el arte, el amor, el juego”, como también la risa, el éxtasis o el lujo (que, revestidos de un aura de excepcionalidad, estaban en el centro de las preocupaciones de Acéphale y, dos años mas tarde, del Collège de Sociologie), dejaran de ser sobrehumanos, negativos y sagrados para ser simplemente restituidos a la praxis animal. Para el pequeño grupo de inciados cuarentones, que no temían desafiar el ridículo al escenificar “la alegría ante la muerte” en los pequeños bosques de la periferia parisina, ni, algo después, en plena crisis europea, jugar a “aprendices de brujo”, predicando el regreso de los pueblos europeos a la “vieja casa del mito”, el ser acéfalo entrevisto por un instante en su experiencia privilegiada podía, quizá, no ser humano ni divino; animal, empero, no debía serlo en ningún caso.<span style="font: normal normal normal 16px/normal 'Lucida Grande';"><br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Por supuesto, lo que también se ventilaba en este punto era el problema de la interpretación de Hegel, un terreno donde la autoridad de Kojève era particularmente amenazadora. Si la historia no es más que el paciente trabajo dialéctico de la negación, y el hombre es el sujeto y, al tiempo, lo que se pone en juego en esta acción negadora, la culminación de la historia implicaba necesariamente el fin del hombre: el rostro del sabio que, alcanzado el límite del tiempo, contempla satisfecho este final toma necesariamente, como en la miniatura de la Ambrosiana, la forma de un hocico animal.<span style="font: normal normal normal 16px/normal 'Lucida Grande';"><br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Por eso mismo, como manifiesta en su carta a Kojève del 6 de diciembre de 1937, Bataille tiene que apostar por la idea de una “negatividad sin empleo”, es decir, de una negatividad que sobrevive, no se sabe cómo, al final de la historia y de la que no le es dado proporcionar otra prueba que su propia vida, “la herida abierta que es mi vida”:</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">“Admito (como suposición verosímil) que a partir de ahora la historia se ha acabado (excepción hecha del epilogo). Sin embargo, yo me represento las cosas de manera diferente… Si la acción (“el hacer”) es – como dice Hegel – la negatividad, se plantea entonces el problema de saber si la negatividad de quien no tiene “ya nada que hacer” desaparece o bien subsiste en el estado de “negatividad sin empleo”: personalmente, no puedo decidirme más que en una dirección, al ser yo mismo exactamente esta “negatividad sin empleo” (no podría definirme de manera más precisa). Reconozco que Hegel ha previsto esta posibilidad, si bien no la ha situado en el final de los procesos que ha descrito. Imagino que mi vida – o, mejor todavía, su aborto, la herida abierta que es mi vida – constituye por sí misma la refutación del sistema cerrado de Hegel”. (Hollier, 170-171)</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El fin de la historia lleva consigo, en consecuencia, un “epilogo” en que la negatividad humana se conserva como “resto” en las formas del erotismo, de la risa, del júbilo ante la muerte. En la luz incierta de este epílogo, el sabio, soberano y consciente de sí, ve pasar antes sus ojos no cabezas animales, sino las figuras acéfalas de unos <i>hommes farouchement religieux</i>, “amantes” o “aprendices de brujo”. Pero el epílogo se revelaría frágil. En 1939, cuando la guerra era ya inevitable, una declaración del Collège de Sociologie traduce su impotencia al denunciar la pasividad y la ausencia de reacciones frente a la guerra, como una forma masiva de “desvirilización”, que transforma a los hombres en una suerte de “ovejas conscientes y resignadas al matadero” (Hollier, 58-59). Aunque fuera en un sentido diverso de aquel que tenía en mente Kojève, los hombres habían vuelto a ser verdaderamente animales.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 6.0px 28.4px; text-align: justify;"><b>3. Esnob</b></div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: right; text-indent: 28.4px;">“Ningún animal puede ser esnob”.<span style="font: normal normal normal 14px/normal 'Lucida Grande';"><br />
</span></div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: right; text-indent: 28.4px;"><i>Alexandre Kojève</i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">En 1968, con ocasión de la segunda edición de la <i>Introduction</i>, cuando el discípulo-rival llevaba seis años muerto, Kojève vuelve al problema del devenir animal del hombre. Y lo hace, una vez más, en forma de una nota adjunta a la nota de la primera edición (si el texto de la <i>Introduction</i> está compuesto esencialmente de los apuntes recogidos por Queneau, las notas son la única parte del libro que con toda seguridad procede de la mano de Kojève). Esa primera nota – señala – era ambigua, por que si admite que en el final de la historia el hombre “propiamente dicho” debe desaparecer, no se puede pretender coherentemente que “todo el resto” ( el arte, el amor, el juego) pueda mantenerse indefinidamente.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">“Si el hombre re-deviene un animal, sus artes, sus amores y sus juegos deberán re-devenir también puramente “naturales”. Así pues, habría que admitir que después del fin de la Historia, los hombres construirán sus edificios y sus obras de arte como los pájaros construyen sus nidos y las arañas tejen sus telas, que ejecutarán conciertos musicales de la misma forma que las ranas y cigarras, que jugarán como juegan los animales jóvenes y se entregarán a su amor igual que lo hacen los animales adultos. Pero no se puede decir, entonces, que todo eso “hace feliz al Hombre”. Habría que decir que los animales pos-históricos de la especie Homo sapiens (que vivirán en la abundancia y en plena seguridad) estarán contentos en función de su comportamiento artístico, erótico y lúdico, visto que, por definición, se contentarán con él. (Kojève, 436)</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La aniquilación definitiva del hombre en sentido propio debe implicar también, no obstante, de manera necesaria la desaparición del lenguaje humano, sustituido por señales sonoras o mímicas comparables con el lenguaje de las abejas. Pero en tal caso, argumenta Kojève, lo que desaparecería no sería sólo la filosofía, es decir, el amor a la sabiduría, sino la propia posibilidad de una sabiduría como tal.<span style="font: normal normal normal 16px/normal 'Lucida Grande';"><br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">En este punto la nota enuncia una serie de tesis sobre la filosofía de la historia y sobre la situación actual del mundo, en que no es posible distinguir entre la seriedad absoluta y una ironía no menos absoluta. Así nos enteramos de que, en los años inmediatamente posteriores a la redacción de la primera nota (1946), el autor había comprendido que el “final hegeliano-marxista” de la historia no era un acontecimiento futuro, sino algo que ya se había consumado. Después de la batalla de Jena, la vanguardia de la humanidad alcanzó virtualmente el término de la evolución histórica del hombre. Todo lo que ha venido después – comprendidas de las dos guerras mundiales, el nazismo y la sovietización de Rusia – no representa más que un proceso de aceleración encaminado a alinear el resto del mundo con los países más avanzados de Europa. En ese momento, sin embargo, numerosos viajes a Estado Unidos y la Rusia soviética, realizados entre 1948 y 1958 (es decir, cuando Kojève era ya un alto funcionario del gobierno francés), le convencieron de que, en la vía que conduce a la realización de la condición post-histórica, “los rusos y los chinos no son todavía más que norteamericanos pobres, en vías de rápido enriquecimiento, eso sí”, mientras que los Estados Unidos han alcanzado ya el “estadio final” del “comunismo marxista” (Kojève, 436-437) . De aquí la conclusión que “el American way of life (es) el género de vida propio del período post-histórico, y que la presencia actual de los Estados Unidos en el mundo prefigura el futuro “presente eterno” de toda la humanidad. Así, el retorno del Hombre a la animalidad aparece entonces no ya como una posibilidad todavía por venir, sino como una certeza ya presente”. (Kojève, 437)</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">No obstante, en 1959, un viaje a Japón iba a producir un nuevo cambio de perspectiva. En Japón Kojève tuvo ocasión de observar directamente una sociedad que, a pesar de vivir en condiciones post-históricas, no había dejado por ello de ser “humana”:</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">“La civilización japonesa “post-histórica” ha tomado unas vías diametralmente opuestas a la “vía americana”. Sin duda, en Japón no ha habido nunca una Religión, una Moral ni una Política en el sentido “europeo” o “histórico” de estas palabras. Pero el Esnobismo en estado puro ha creado allí unas disciplinas negadoras del dato “natural” o “animal” que han sobrepasado con mucho en eficacia a aquellas que nacían, en Japón o en otros lugares, de la Acción “histórica”, es decir, de las Luchas guerreras o revolucionarias o del Trabajo forzado. Es verdad que esas cumbres (no igualadas en ninguna otra parte) del esnobismo específicamente japonés que son el teatro Nô, la ceremonia del té o el arte de los ramos de flores han sido y siguen siendo todavía patrimonio exclusivo de los nobles y de los ricos. Pero, a pesar de las desigualdades económicas y sociales persistentes, todos los japoneses, sin excepción, son capaces en la actualidad de vivir en función de valores totalmente formalizados, es decir, vacíos por completo de cualquier contenido “humano” en el sentido de “histórico”. Así, en última instancia, todo japonés es capaz en principio de proceder, por puro esnobismo, a un suicidio perfectamente “gratuito” (la clásica espada del samurai puede ser sustituida por un avión o un torpedo), que no tiene nada que ver con el arriesgar la vida en una lucha llevada a cabo en función de valores “históricos” con un contenido social o político. Lo que parece permitir creer que la interacción recientemente iniciada entre Japón y el Mundo occidental conducirá a fin de cuentas no a una rebarbarización de los japoneses, sino a una “japonización” de los occidentales (comprendidos los rusos).<span style="font: normal normal normal 16px/normal 'Lucida Grande';"><br />
</span>Ahora bien, visto que ningún animal puede ser esnob, cualquier época post-histórica “japonizada” será específicamente humana. No habrá, pues, un “aniquilamiento definitivo del Hombre propiamente dicho”, mientras que haya animales de la especie Homo sapiens que puedan servir de soporte “natural” a lo que de humano hay entre los hombres”. (Ibid., 437)</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El tono de burla que Bataille reprochaba a su maestro cada vez que éste trataba de describir la condición post-histórica alcanza su cima en esta nota. No sólo el <i>American way of life es </i>equiparado a una vida animal, sino que el sobrevivir del hombre a la historia en forma del esnobismo japonés se asemeja a una versión más elegante (aunque quizá paródica) de esa “negatividad sin empleo” que Bataille trataba de definir a su manera, ciertamente más ingenua, y que a Kojève le debía de parecer de mal gusto.<span style="font: normal normal normal 16px/normal 'Lucida Grande';"><br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Tratemos de reflexionar sobre las implicaciones teóricas de esta figura post-histórica de lo humano. El que la humanidad sobreviva a su drama histórico parece insinuar sobre todo entre la historia y su final, una franja de ultrahistoria que recuerda el reino mesiánico de mil años que tanto en la tradición judía como en la cristiana, se instaurará sobre la tierra entre el último acontecimiento mesiánico y la vida eterna (lo que no causa asombro en un pensador que había dedicado su primer trabajo a la filosofía de Soloviev, cuajada de motivos mesiánicos y escatológicos). Pero es decisivo que, en esa franja ultrahistórica, el mantenerse humano del hombre supone la supervivencia de los animales de la especie Homo sapiens que deben servirle de soporte. En efecto, en la lectura hegeliana que lleva a cabo Kojève, el hombre no es una especie biológicamente definida ni una sustancia dada de una vez para siempre: es, más bien, un campo de tensiones dialécticas cortado desde siempre por cesuras que separan en todo momento en su seno – por lo menos virtualmente – la animalidad “antropófora” y la humanidad que en ella se encarna. El hombre sólo existe históricamente es esta tensión: humano sólo puede serlo en la medida en que trasciende y transforma al animal antropóforo que le sostiene, sólo porque, mediante la acción negadora, es capaz de dominar y, eventualmente, de destruir su animalidad misma (es en este sentido en el que Kojève puede escribir que “el hombre es una enfermedad mortal del animal”: 554).<span style="font: normal normal normal 16px/normal 'Lucida Grande';"><br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Pero ¿qué es de la animalidad humana en la post-historia? ¿Qué relación hay entre el esnob japonés y su cuerpo animal, y entre éste y la criatura acéfala entrevista por Bataille? Por otra parte, en la conexión entre el hombre y el animal antropóforo, Kojève privilegia el aspecto de la negación y de la muerte y parece no ver el proceso en virtud del cual, en la modernidad, el hombre (o el Estado en su lugar) empieza, por el contrario, a asumir el cuidado de su propia vida animal y la vida natural pasa a ser el objetivo de lo que Foucault ha denominado el biopoder. Quizá el cuerpo del animal antropóforo (el cuerpo del siervo) es el resto no resuelto que el idealismo ha dejado en herencia al pensamiento y las aporías de la filosofía coinciden en las aporías de este cuerpo irreduciblemente tenso y dividido entre animalidad y humanidad.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 6.0px 28.4px; text-align: justify;"><b>4. Mysterium disiunctionis</b></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Para quien lleve a cabo una investigación “genealógica” del concepto de vida en nuestra cultura, una de las primeras y más instructivas observaciones es que éste no se define nunca como tal. Pero por indeterminado que quede se articula y divide, no obstante, en cada momento, mediante una serie de cesuras y de oposiciones que el confieren una función estratégica decisiva en ámbitos tan aparentemente alejados como la filosofía, la teología, la política y, ya mas tarde, la medicina y la biología. Es decir, todo sucede como si, en nuestra cultura, la vida fuese aquello que no puede ser definido, pero que, precisamente por ello, tiene que ser incesantemente articulado y dividido.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">En la historia de la filosofía occidental, esta articulación estratégica se produce en un momento bien definido. Es el momento en que en el De anima, Aristóteles aísla, entre los varios modos en que se dice el término “vivir” el más general y separable:</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">“El animal se distingue de lo inanimado mediante el vivir. Pero vivir se dice de muchos modos, y diremos que algo vive cuando subsiste por lo menos uno de ellos: el pensamiento, la sensación, el movimiento y el reposo según el lugar, el movimiento según la nutrición, la destrucción y el crecimiento. Por esto todas las especies vegetales nos parecen también dotadas de vida. Es evidente, en efecto, que los vegetales tienen en sí mismos un principio y una potencia que les permite crecer y destruirse en direcciones opuestas… Este principio puede darse sin que se den los otros, mientras que, en los mortales, los otros no pueden darse sin él. Esto se hace evidente en los vegetales, en los que no hay ninguna otra potencia del alma. El vivir pertenece, pues, a los vivientes en virtud de tal principio… Llamamos potencia nutritiva (threptikón) a esa parte del alma de la que participan también los vegetales”. (Aristóteles, 413a, 20; 413b, 8)</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Es importante observar que Aristóteles no define en modo alguno qué es la vida: se limita a descomponerla a partir del aislamiento de la función nutritiva, para después proceder a rearticularla en una serie de potencias y facultades distintas y correlacionadas (nutrición, sensación, pensamiento). Vemos aquí en acción el principio del fundamento que constituye el dispositivo estratégico por excelencia del pensamiento de Aristóteles. Consiste en reformular toda pregunta sobre “¿qué es?” como una pregunta sobre “¿En virtud de qué (dia ti) pertenece algo a algo distinto?”. Preguntar por qué se dice que un cierto ser es viviente, significa buscar el fundamento en virtud del cual el vivir pertenece a este ser. Es necesario, pues, que entre los diferentes modos en que el vivir se dice, uno de ellos se separe de los demás hasta el final, para convertirse en el principio mediante el cual la vida puede ser atribuida a un ser determinado. En otras palabras, lo que ha sido separado y dividido (en este caso, la vida nutritiva) es precisamente lo que permite construir – en una suerte de divide et impera – la unidad de la vida como articulación jerárquica de una serie de facultades y oposiciones funcionales.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El aislamiento de la vida nutritiva ( a la que ya los comentaristas antiguos denominaban vegetativa) constituye un acontecimiento, en cualquier sentido fundamental, para la ciencia occidental. Cuando, muchos siglos después, Bichat, en sus <i>Recherches phsysiologiques sur la vie et sur la mort,</i> distingue de la “vida animal”, definida por la relación con un mundo exterior, una “vida orgánica”, que no es más que una “sucesión habitual de asimilaciones y excreciones” (Bichat, 61), es todavía la vida nutritiva de Aristóteles la que establece el oscuro fondo sobre el que destaca la vida de los animales superiores. Según Bichat, es como si en cada organismo superior conviviesen “dos animales”: l`nimal existant au-dedans[1], cuya vida – “orgánica” en la definición de Bichat – no es más que la repetición de una serie de funciones ciegas y privadas de conciencia (circulación de la sangre, respiración, asimilación, excreción), y l`animal vivant au-dehors[2], cuya vida – la única que para Bichat merece el nombre de “animal” – se define por medio de la relación con el mundo exterior. En el hombre estos dos animales cohabitan, pero no coinciden: la vida orgánica del animal-de-adentro empieza en el feto antes de la propiamente animal, y, en el envejecimiento y la agonía, sobrevive a la muerte del animal-de-afuera.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Resulta superfluo recordar la importancia estratégica que ha tenido en la historia de la medicina moderna el reconocimiento de esta separación entre funciones de la vida vegetativa y funciones de la vida de relación. Los éxitos de la cirugía moderna y de la anestesia se basan precisamente, entre otras cosas, en la posibilidad de dividir y a la vez, articular los dos animales de Bichat. Y cuando, como ha puesto de manifiesto Foucault, el Estado moderno, a partir del siglo XVII, empieza a incluir entre sus tareas esenciales el cuidado de la vida de la población y transforma así su política en biopolítica, realiza su verdadera vocación, esencialmente mediante la progresiva generalización y redefinición del concepto de vida vegetativa (que ahora coincide con el patrimonio biológico de la nación). Y todavía hoy, en las discusiones sobre la definición <i>ex lege</i> de los criterios de la muerte clínica, es un reconocimiento ulterior de esta nuda vida – desconectada de toda actividad cerebral y por así decirlo de todo sujeto – la que decide si un cuerpo puede considerarse vivo o debe ser entregado a la peripecia extrema de los transplantes.<span style="font: normal normal normal 16px/normal 'Lucida Grande';"><br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La división de la vida en vegetal y de relación, orgánica y animal, animal y humana, se desplaza pues al interior del viviente hombre como una frontera móvil, y, sin esta íntima cesura, la decisión misma sobre lo que es humano y lo que no lo es sería, probablemente, imposible. La posibilidad de establecer una oposición entre el hombre y los demás vivientes y, al propio tiempo, de organizar la compleja – y no siempre edificante – economía de las relaciones entre los hombres y los animales, sólo se da porque algo como una vida animal se ha separado en el interior del hombre, sólo porque la distancia y la proximidad con el animal se han mensurado y reconocido sobre todo en lo más íntimo y cercano.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Pero si eso es verdad, si la cesura entre lo humano y lo animal se establece fundamentalmente en el interior del hombre, lo que debe plantearse de un modo nuevo es la propia cuestión del hombre, y del “humanismo”. En nuestra cultura, el hombre ha sido pensado siempre como la articulación y la conjunción de un cuerpo y de un alma, de un viviente y de un logos, de un elemento natural (o animal) y de un elemento sobrenatural, social o divino. Ahora tenemos que aprender a pensar, muy de otro modo, al hombre como lo que resulta de la desconexión de esos dos elementos, e investigar no el misterio metafísico de la conjunción, sino el misterio práctico y político de la separación. ¿Qué es el hombre, si es siempre el lugar – y a la vez, el resultado – de divisiones y cesuras incesantes? Trabajar sobre estas divisiones, preguntarse de qué modo – en el hombre- el hombre ha sido separado del no-hombre y el animal de lo humano, es más urgente que tomar posición sobre las grandes cuestiones, sobre los llamados valores y derechos humanos. Y, quizá, hasta la esfera más luminosa de las relaciones con lo divino dependa, de algún modo, de esa otra esfera, más oscura, que nos separa del animal.</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">[1] “El animal que existe dentro”.<span style="font: normal normal normal 14px/normal 'Lucida Grande';"><br />
</span></div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">[2] “El animal que vive afuera”.</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 16.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 6.0px 28.4px;"><b>5. Fisiología de los bienaventurados.</b></div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 12.0px 56.7px; text-align: right; text-indent: 28.4px;">¿Qué es este Paraíso, sino la taberna de una incesante<span style="font: normal normal normal 14px/normal 'Lucida Grande';"><br />
</span>comilona y el prostíbulo de torpezas permanentes?<span style="font: normal normal normal 14px/normal 'Lucida Grande';"><br />
</span><i>Guillermo de París.</i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La lectura de los tratados medievales sobre la integridad y las propiedades de los cuerpos resucitados es, desde este punto de vista, particularmente instructiva. El problema que los Padres tenían que afrontar era sobre todo el de la identidad entre el cuerpo resucitado y el cuerpo que a los hombres les había tocado en suerte durante su vida. Tal identidad parecía implicar en rigor que toda la materia que había pertenecido al cuerpo del muerto habría de resucitar y recuperar su lugar en propio en el organismo bienaventurado. Pero es precisamente aquí donde empezaban las dificultades. Si, por ejemplo, a un ladrón – más tarde arrepentido y redimido – se le había amputado una mano ¿debía ésta volver a unirse al cuerpo en el momento de la resurrección? Y la costilla de Adán – se pregunta Tomás de Aquino – a partir de la cual se formó el cuerpo de Eva, ¿resucitará en ésta o en Adán? Por otra parte, de acuerdo con la ciencia medieval, los alimentos se transforman en carne viviente por medio de la digestión. En el caso de un antropófago, que se ha alimentado de otros cuerpos humanos, eso supondría que, en la resurrección, una misma materia se reintegraría en varios individuos. ¿Y qué decir de los cabellos y de la uñas? ¿Y del esperma, del sudor, de la leche, de la orina y de las otras secreciones? Si los intestinos resucitan – argumenta un teólogo – tendrán que hacerlo llenos o vacíos. Si están llenos, significa que hasta las inmundicias resucitarán; si están vacíos, tendremos entonces un órgano que ya no tendrá natural alguna.<span style="font: normal normal normal 16px/normal 'Lucida Grande';"><br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El problema de la identidad y de la integridad del cuerpo resucitado se convierte así muy pronto en el de la fisiología de la vida bienaventurada. ¿En qué forma habrán de ser concebidas las funciones vitales del cuerpo paradisíaco? Para orientarse en un terreno tan accidentado, los Padres tenían a su disposición un paradigma útil: el cuerpo edénico de Adán y Eva antes de la caída. “Lo que Dios planta en las delicias de la eterna y bienaventurada felicidad – escribe Scoto Erigena – es la misma naturaleza humana creada a la imagen de Dios” (Scoto, 822). En esta perspectiva, la fisiología del cuerpo bienaventurado podía presentarse como una restauración del cuerpo edénico, arquetipo de la incorrupta naturaleza humana. Pero esto implicaba algunas consecuencias que los Padres no se atrevían a aceptar en su integridad. Desde luego, como había explicado Agustín, la sexualidad de Adán antes de la caída no se parecía a la nuestra, visto que sus partes sexuales podían moverse a voluntad no de otro modo que las manos y los pies, de forma que la unión sexual podía producirse sin necesidad de ningún estímulo de la concupiscencia. Y el alimento de Adán era infinitamente más noble que el nuestro, porque consistía exclusivamente en los frutos de los árboles del paraíso. Pero, aun así, ¿cómo concebir el uso de los órganos sexuales, e incluso de los alimentos, por los bienaventurados?<span style="font: normal normal normal 16px/normal 'Lucida Grande';"><br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">En efecto, si se admitía que los resucitados hacían uso de la sexualidad para reproducirse y de la comida para alimentarse, ello implicaba que el número de hombres se incrementaría infinitamente, como infinita sería la mudanza de su forma corporal, y que existirían innumerables bienaventurados que no habrían vivido antes de la resurrección y cuya humanidad sería pues, imposible definir. Las dos funciones principales de la vida animal – la nutrición y la generación – están ordenadas a la conservación del individuo y de la especia; pero, después de la resurrección, el género humano alcanzaría un número preestablecido y, en ausencia de la muerte, las dos funciones serían completamente inútiles. Además, si los resucitados siguieran comiendo y reproduciéndose, el Paraíso no sería suficientemente grande no ya para dar cabida a todos, sino incluso para recoger excrementos, lo que justifica la irónica invectiva de Guillermo de París: maledicta Paradisus in qua tantum cacatur!<span style="font: normal normal normal 16px/normal 'Lucida Grande';"><br />
</span>Pero había una doctrina aún más insidiosa, que sostenía que los resucitados se servirían del sexo y de la comida no para la conservación del individuo y de la especie, sino – desde el momento en que la bienaventuranza consiste en la perfecta operación de la naturaleza humana – a fin de que en el Paraíso todo en el hombre fuera bienaventurado, tanto en el orden de las potencias corporales como en el de las espirituales. Contra tales herejes – que asimila a los mahometanos y a los judíos – Tomás de Aquino, en las cuestiones <i>De resurrectione</i> añadidas a la Summa theologica, recalca con toda firmeza la exclusión del Paraíso del <i>usus veneorum et ciborum</i>. La resurrección – enseña – se ordena no a la perfección de la vida natural del hombre, sino sólo a esa perfección última que es la vida contemplativa.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Así pues, las operaciones naturales que se ordenan a producir o conservar la primera perfección de la naturaleza humana, no existirán en la resurrección… Y como el comer, beber, dormir y engendrar pertenecen a la vida animal, pues están ordenados a la primera perfección natural, no se darán en la resurrección. (Tomás de Aquino 1955, 51-52)</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El mismo autor que poco antes había afirmado que el pecado del hombre no había cambiado en nada la naturaleza y la condición de los animales, proclama ahora sin reservas que la vida animal está excluida del Paraíso, que la vida bienaventurada no es en ningún caso una vida animal. En consecuencia, tampoco las plantas y los animales tendrán cabida en el Paraíso, “se corromperán según el todo y según la parte” (ibid). En el cuerpo de los resucitados, las funciones animales permanecerán “ociosas y vacías” exactamente como, según la teología medieval, después de la expulsión de Adán y Eva, el Edén queda vacío de cualquier vida humana. No toda la carne será salvada, y en la fisiología de los bienaventurados, la oikonomía divina de la salvación deja un resto irredimible.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 6.0px 28.4px; text-align: justify;"><b>6. Cognitio Experimentalis</b></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Ahora nos es ya posible anticipar algunas hipótesis provisionales sobre las razones que hacen tan enigmática la representación de los justos con cabeza animal en la miniatura de la Ambrosiana. El final mesiánico de la historia o el cumplimiento de la oikonomía divina de la salvación definen un umbral crítico, en que la diferencia entre lo animal y lo humano, tan decisiva para nuestra cultura, está amenazada de desaparición. Es decir, la relación entre el hombre y el animal delimita un ámbito esencial, en el que la investigación histórica tiene que confrontarse necesariamente con esa franja ultrahistórica a la que no se puede acceder sin apelar a la filosofía primera. Como si la determinación de la frontera entre lo humano y lo animal no fuera una cuestión más entre las que debaten filósofos y teólogos, científicos y políticos, sino una operación metafísico-política fundamental, en la que sólo puede decidirse y producirse algo como un “hombre”. Si vida animal y vida humana se superpusieran perfectamente, ni el hombre ni el animal – ni quizá tampoco lo divino – serían ya pensables. Por eso la llegada a la post-historia implica de modo necesario la reactualización del umbral prehistórico en que aquella frontera quedó definida. El Paraíso siembre la duda sobre el Edén.<span style="font: normal normal normal 16px/normal 'Lucida Grande';"><br />
</span>En un párrafo de la <i>Summa</i>, que lleva el significativo título de <i>Ultrum Adam un statu innocentiae animalibus domesticus dominaretur</i>, santo Tomás parece aproximarse al centro del problema, evocando un “experimento cognitivo” que tendría su lugar propio en la relación entre el hombre y el animal.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">“En el estado de inocencia – escribe – los hombres no precisaban de los animales por necesidad física. Ni para cubrirse, porque no se avergonzaban de su desnudez, ya que no tenían ningún impulso de concupiscencia desordenada; ni para alimentarse, ya que obtenían su subsistencia de los árboles del paraíso; no como medio de transporte, por el vigor de sus cuerpos. En realidad sólo los necesitaban para extraer conocimiento experimental de su naturaleza (<i>indigebant tamen eis ad experimentalem cognitionem sumendam de naturas forum</i>). Esto se nos muestra por el hecho de que Dios condujo a los animales ante Adán para que les diera un nombre que designara su naturaleza.<span style="font: normal normal normal 16px/normal 'Lucida Grande';"><br />
</span>( Tomás de Aquino 1963, 193)</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Lo que tendremos que tratar de captar es todo lo que está en juego en esta <i>cognitio experimentalis</i>. Quizá no sólo la teología y la filosofía, sino también la política, la ética y la jurisprudencia están en tensión y en suspenso en la diferencia entre el hombre y el animal. El experimento cognitivo que se cuestiona en esta diferencia concierne en última instancia a la naturaleza del hombre – más precisamente a la producción y la definición de esta naturaleza -, es un experimento de <i>hominis natura</i>. Cuando la diferencia se anula y los dos términos entran en una relación de vaciamiento recíproco – como parece suceder hoy – también desaparece la diferencia entre el ser y la nada, lo lícito y lo ilícito, lo divino y lo demoníaco, y, en su lugar, aparece algo para lo que ni siquiera parecemos disponer de nombres. Quizá también los campos de concentración y de exterminio son un experimento de este género, un intento extremo y monstruoso de decidir entre lo humano y lo inhumano, que ha terminado por arrastrar en su ruina la propia posibilidad de la distinción.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 6.0px 28.4px; text-align: justify;"><b>7. Taxonomías.</b></div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 12.0px 56.7px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">“Cartesius certe non vidit simios”[1].<span style="font: normal normal normal 14px/normal 'Lucida Grande';"><br />
</span><i>Carlo Linneo.</i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Linneo, el fundador de la taxonomía científica moderna, tenía debilidad por los monos. Y es probable que tuviera ocasión de verlos de cerca durante su estancia de estudios en Amsterdam, que era entonces un centro importante para el comercio de animales exóticos. Mas tarde, ya de vuelta a Suecia y convertido en protomédico real, reunió en Upsala un pequeño zoo, que incluía monos de diferentes especies, entre los que, según se cuenta, tenia predilección por un macaco hembra de nombre Diana. En cualquier caso, no estaba dispuesto a conceder fácilmente a los teólogos que los monos, como los restantes bruta, se distinguieran sustancialmente de los hombres por estar privados de alma. Una nota al <i>Systema naturae</i> liquida expeditivamente la teoría cartesiana que concebía a los animales en paridad con los <i>automata mechanica</i>, con una afirmación que deja ver su enojo: “evidentemente Descartes no vio nunca un mono”. Y en un escrito posterior, que lleva por titulo <i>Menniskans Cousiner</i>, primos del hombre, explica hasta qué punto es arduo señalar, desde el punto de vista de las ciencias de la naturaleza, la diferencia entre los monos antropomorfos y el hombre. No se trata, desde luego, de que no advirtiera la clara diferencia que separa al hombre del animal en el plano moral y religioso:</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">“El hombre es el animal al que el Creador ha encontrado digno de honrar con una mente tan maravillosa y ha querido hacerle su favorito, reservándole una existencia mas noble; Dios llega incluso a enviar a la tierra a su único hijo para salvarle.” (Linneo 1955, 4)</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Pero todo esto, concluía,“pertenece a otro foro; en mi laboratorio debo proceder como el zapatero en su banco y considerar al hombre y su cuerpo como un naturalista, que no consigue encontrar ningún carácter que le distinga de los monos mas que el hecho de que estos últimos tienen un espacio vacío entre los caninos y los otros dientes.” (Ibíd.)</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El gesto perentorio con que, en el <i>Systema naturae</i>, inscribe al Hombre en el orden de los <i>Anthropomorpha </i>(que, a partir de la décima edición de 1758, son llamados Primates) junto a Simia, Lemury Vespertilio (el murciélago) no puede, pues, sorprendernos. Por otra parte, a pesar de las polémicas que su gesto no dejó de suscitar, el problema estaba ya en cierto modo en el aire. Bastante antes John Ray, en 1693, había singularizado entre los cuadrúpedos al grupo de los <i>Anthropomorpha</i>, “semejantes al hombre”. En general, en el Antiguo Régimen las fronteras de lo humano eran mucho más inciertas y fluctuantes de lo que serian en el siglo XIX, a partir del desarrollo de las ciencias humanas. Hasta el siglo XVIII, el lenguaje, que se convertiría después en el signo distintivo por excelencia de lo humano, pasaba por encima de los órdenes y las clases, porque se sospechaba que hasta los pájaros hablaban. Un testigo tan fiable como John Locke refiere como cosa más o menos cierta la historia del papagayo del príncipe de Nassau, que era capaz de sostener una conversación y de responder a las preguntas “como una criatura razonable”. Además, la demarcación física entre el hombre y otras especies implicaba unas zonas de indiferencia en las que no era posible asignar identidades ciertas. Una obra científica seria como la <i>Ichtiologia</i> de Peter Artedi (1738) mencionaba todavía a las sirenas junto a las focas y los leones marinos, y el propio Linneo, en su <i>Pan Europaeus</i>, clasifica a la sirena -a la que el anatomista danés Caspar Bartholin todavía llamaba <i>Homo marinus</i>- al lado del hombre y el mono. Por otra parte, también el límite entre los monos antropomorfos y algunas poblaciones primitivas era todo menos claro. La primera descripción de un orangután por el medico Nicolas Tulp en 1641 subraya los aspectos humanos de este <i>Homo sylvestris</i> (tal es el significado de la expresión malaya <i>orang-utan</i>); y seria necesario esperar hasta la disertación de Edward Tyson <i>“Orang-Outang”, sive Homo Sylvestris, or the Anatomy of a Pygmie</i> (1699) para que la diferencia física entre el mono y el hombre se estableciera por primera vez sobre las salidas bases de la anatomía comparada. Aunque esta obra sea considerada como una suerte de incunable de la primatología, la criatura a la que Tyson denomina “pigmeo” (a la que distinguen del hombre desde un punto de vista anatómico cuarenta y ocho caracteres, y treinta y cuatro del mono) representa aún para él un tipo de “animal intermedio” entre el mono y el hombre, que se sitúa con respecto a este en una relación simétricamente opuesta al ángel.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">“El animal cuya anatomía he proporcionado -escribía Tyson a lord Falconer en su dedicatoria- es el más cercano a la humanidad y parece constituir el nexo entre lo animal y lo racional, de la misma forma que Su Señoría y las personas de su rango se aproximan por conocimiento y sabiduría a ese género de criaturas que están inmediatamente por encima de nosotros.”</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Basta con una simple mirada al título completo de la disertación para darse cuanta de como las fronteras de lo humano estaban amenazadas entonces no solo por animales verdaderos, sino también por las criaturas de la mitología: <i>Orang-Outang, sive Homo Sylvestris, or the Anatomy of a Pygmie Compared with that of a Monkey, an Ape and a Man, to which is Added a Philological Essay Concerning the Pygmies, the Cynocephali, the Satyrs and Sphinges of the Ancients: Wherein it Will Appear that They are Either Apes or Monkeys, and not Men, as Formerly Pretended</i>.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">En verdad, el genio de Linneo no consiste tanto en la resolución con que inscribe al hombre entre los primates, como en la ironía con que - estableciendo una diversidad con respecto a las demás especies— se abstiene de añadir al nombre genérico Homo cualquier contraseña especifica salvo el viejo adagio filosófico: <i>nosce te ipsum</i>[2]. Y aunque, en la décima edición, la denominación completa pasa a ser Homo sapiens, el nuevo epíteto no representa, con toda evidencia, una descripción, sino que es tan solo una trivialización de aquel adagio que, por lo demás, se mantiene junto al término Homo. Merece la pena reflexionar sobre esta anomalía taxonómica, que inscribe como diferencia especifica un imperativo, no un dato.<span style="font: normal normal normal 16px/normal 'Lucida Grande';"><br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Un análisis del <i>Introitus</i> que abre el <i>Systema</i> no deja dudas en cuanto al sentido que Linneo atribuía a su lema: el hombre no tiene ninguna identidad especifica, si no es la de poderse reconocer. Pero definir lo humano no mediante una nota <i>characteristica</i>, sino en virtud del conocimiento de si mismo, significa que es hombre aquel que se reconozca como tal, que el hombre es el animal que debe reconocerse como humano para serlo. En el momento del nacimiento, escribe en efecto Linneo, la naturaleza ha arrojado al hombre “desnudo sobre la desnuda tierra”, incapaz de conocer, hablar, caminar, alimentarse, a no ser que todo esto le sea enseñado (<i>Nudus in nuda terra… cui scire nichil sine doctrina non fari, non ingredi, non vesci, non aliud naturae sponte</i>). Solo deviene el mismo si se eleva por encima del hombre (o <i>quam contempta res est homo, nisi supra humana se erexeri</i>t: Linneo 1735, 6).<span style="font: normal normal normal 16px/normal 'Lucida Grande';"><br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">En una carta a un crítico, Johann Georg Gmelin, que le había objetado que en el <i>Systema</i> el hombre parece haber sido creado a imagen del mono, Linneo responde alegando las razones de su lema: “Y, sin embargo, el hombre se reconoce a si mismo. Quizá debería suprimir estas palabras. Pero le pido, y pido al mundo entero, que me señale una diferencia genérica entre el mono y el hombre, que este de acuerdo con la historia natural. Yo no conozco ninguna” (Gmelin, 55). Las anotaciones para la respuesta a otro critico, Theodor Klein, ponen de manifiesto hasta qué punto Linneo estaba dispuesto a desarrollar la ironía implícita en la formula Homo sapiens. Los que, como Klein, no se reconocen en la posición que el <i>Systema</i> asigna al hombre, deberían aplicarse a si mismos el <i>nosce te ipsum</i>: al no haberse sabido reconocer como hombres, se han incluido ellos mismos entre los monos.<span style="font: normal normal normal 16px/normal 'Lucida Grande';"><br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Homo sapiens no es, pues, una sustancia ni una especie claramente definida; es, antes bien, una maquina o un artificio para producir el reconocimiento de lo humano. Según el gusto de la época, la maquina antropogénica (o antropológica, como podemos llamarla sirviéndonos de una expresión de Furio Jesi) es una maquina óptica (tal es, también, según los estudios mas recientes, el artificio descrito en el Leviatán, de cuya introducción quizá extrajo Linneo su lema: <i>nosce te ipsum; read thy self</i>, como Hobbes traduce este <i>saying not of late understood</i>) constituida por una serie de espejos en los que el hombre, al mirarse, ve la propia imagen siempre deformada con rasgos de mono. Homo es un animal constitutivamente “antropomorfo” (es decir, “semejante al hombre” según el término que Linneo emplea ininterrumpidamente hasta la décima edición del <i>Systema</i>), que debe, para ser humano, reconocerse en un no-hombre.<span style="font: normal normal normal 16px/normal 'Lucida Grande';"><br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">En la iconografía medieval, el mono sostiene un espejo, en el que el hombre pecador debe reconocerse como <i>simia dei.</i> En la maquina óptica de Linneo, el que se niega a reconocerse en el simio, en simio se convierte: parafraseando a Pascal, <i>qui fait l`homme fait le singe</i>. Por esto, al final de la introducción al <i>Systema</i>, Linneo, que ha definido Homo como el animal que es solo si se reconoce no ser, tiene que soportar que unos monazos vestidos de críticos se le echen encima y se burlen de él:<i> ideoque ringentium satyricorum cachinnos, meisque humeris insilientium cercopithecorum exsultationes sustinui.</i></div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 56.7px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">[1] “Evidentemente Descartes no vio nunca un mono”. (Nota al pie agregada por Rodrigo Díaz)<span style="font: normal normal normal 14px/normal 'Lucida Grande';"><br />
</span></div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 56.7px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">[2] En Ingles su traducción puede ser: “Know thyself”, lo cual en español se pude traducir: “Conócete a ti mismo”. Siendo “thyself” una palabra antigua para la significación “yourself”. En el caso de este capitulo, a mi parecer, la traducción mas apropiada sería: “Reconócete”. En griego este adagio se escribe asi: γνώθι σαυτόν. (Nota agregada por Rodrigo Díaz)</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 49.6px; min-height: 16.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 6.0px 28.4px; text-align: justify;"><b>8. Sin rango.</b></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La máquina antropológica del humanismo es un dispositivo irónico, que verifica la ausencia en Homo de una naturaleza propia, y le mantiene suspendido entre una naturaleza celestial y una terrena, entre lo animal y lo humano, y, en consecuencia, su ser siempre menos y siempre más que él mismo. Esto es algo que resulta evidente en ese “manifiesto del humanismo” que es la oración de Pico della Mirandola, a la que se sigue llamando impropiamente <i>De</i> <i>hominis</i> <i>dignitate</i>, aunque no contiene – ni, por otra parte, habría podido aplicárselo en modo alguno – el término dignitas, que significa sencillamente “rango”. El paradigma que presenta está lejos de ser edificante. La tesis central de la oración es, en rigor, que el hombre, al haber sido plasmado cuando se habían agotado ya todos los modelos de la creación (<i>iam plenia omnia {scil. archetipa}; omnia summis, mediis infimisque ordinibus fuerant distributa</i>), no puede tener ni arquetipo ni lugar propio (<i>certa</i> <i>sedem</i>) ni rango específico (<i>nec munus ullum peculiare</i>: Pico della Mirandola, 102). Antes bien, dado que su creación se ha producido sin ningún modelo definido (<i>indiscretae opus imaginis</i>), no tiene propiamente ni siquiera una cara (<i>nec propiam faciem;</i> ibid.) y debe modelarla a su arbitrio en forma animal o divina (<i>tui ipsius quasi arbitrarius honorariusque plastes et fictor, in quam malueris tute forman effingas. Potreéis in inferiora quae sunt bruta degenerare; potreéis in superiora quae sunt divina ex tui animi sentencia regenerari,</i> ibid., 102 – 104). En esta definición por medio de la ausencia de rostro, opera la misma maquina irónica que, tres siglos después, moverá a Linneo a clasificar al hombre entre los <i>Anthropomorpha</i>, entre los animales “semejantes al hombre”. En tanto que no tiene esencia ni vocación específica, Homo es constitutivamente no-humano; puede recibir todas las naturalezas y todas las caras (<i>Nascenti homini omnifaria semina et omnigenae vita germina indidit Pater:</i> ibid., 104), lo que permite a Pico subrayar irónicamente sus inconsistencias y su inclasificabilidad, y llegar a definirlo como “nuestro camaleón” (<i>Quis hunc nostrum chamaeleonta non admiretur?:</i> ibid.). El descubrimiento humanístico del hombre es el descubrimiento de ese faltarse a sí mismo, de su irremediable ausencia de dignitas.<span style="font: normal normal normal 16px/normal 'Lucida Grande';"><br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">A esa labilidad y esa inhumanidad de lo humano corresponde en Linneo la inscripción en la especie Homo sapiens de la enigmática variante <i>Homo ferus</i>, que parece desmentir punto por punto las características del más noble de los primates: es <i>tetrapus</i> (camina a cuatro patas), <i>mutus</i> (privado de lenguaje), <i>birsutus</i> (cubierto de pelo). El repertorio que sigue en la edición de 1758 especifica su identidad precisa: se trata de los <i>enfants sauvages</i> o niños-lobo, de quienes el Sistema recoge cinco apariciones en menos de quince años: el joven de Hannover (1724), los dos <i>pueri pyrenaici</i> (1719), la <i>puella</i> <i>transilana</i> (1717), la <i>puella campanica</i> (1731). En el momento en que las ciencias del hombre empiezan a establecer los contornos de sus facies, los <i>enfants</i> <i>sauvages</i>, que aparecen cada vez con mayor frecuencia en las cercanías de las aldeas europeas, son los mensajeros de la inhumanidad del hombre, los testigos de su frágil identidad y de su ausencia de un rostro propio. Frente a estos seres mudos e inciertos, la pasión con que los hombres del <i>Ancien Régime</i> trataban de reconocerse en ellos y de “humanizarlos” pone de manifiesto hasta qué punto eran conscientes de la precariedad de lo humano. Como escribe lord Monboddo en el prefacio de la versión inglesa de la <i>Historie d`une jeune fille sauvage, trouvée dans le bois à l`age de dix ans,</i> sabían perfectamente que “la razón y la sensibilidad animal, por muy diferentes que podamos imaginarlas, se influyen recíprocamente mediante transiciones hasta tal punto imperceptibles, que es más difícil trazar la línea que las separa que la que distingue al animal del vegetal” (Hecquet, 6). Los rasgos del rostro humano son – y serán aún por algún tiempo – tan indecisos y aleatorios que están siempre deshaciéndose y borrándose como los de un ser momentáneo: “¿Quién puede decir – escribe Diderot en el Rêve de D`Alembert – si ese bípedo deforme, que sólo tiene cuatro pies de alto, al que en las cercanías del polo se llama todavía hombre y que no tardaría en perder este nombre si se deformara aún un poco más, no es la imagen de una especie que pasa? (Diderot, 130).</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 12.0px 28.4px; text-align: justify;"><b>9. Máquina antropológica.</b></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: right; text-indent: 28.4px;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: x-small;">“Homo alalus primigenius Haeckelii…”. </span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: right; text-indent: 28.4px;"><i><span class="Apple-style-span" style="font-size: x-small;">Hans Vaihinger.</span></i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">En 1889, Ernst Haeckel, profesor de la Universidad de Jena, pública para el editor Corner de Stuttgart <i>Die Welträsel</i> (Los enigmas del Universo), que, frente a todo dualismo y toda metafísica, se proponía reconciliar la investigación filosófica de la verdad con los progresos de las ciencias naturales. A pesar de la tecnicidad y amplitud de los problemas abordados, el libro superó en pocos años los ciento cincuenta mil ejemplares y se convirtió en una suerte de evangelio del progresismo científico. El título contenía algo más que una alusión irónica al discurso que Emil Du Bois-Reymond había pronunciado algunos años antes en la Academia de Ciencias de Berlín, en el que el célebre hombre de ciencia había enumerado siete “enigmas del universo”, entre los que tres le parecían “trascendentes e irresolubles”, tres solubres, pero no resueltos todavía, y uno incierto. En el quinto capítulo de su libro, Haeckel, que consideraba liquidados los primeros tres enigmas con su propia doctrina de la sustancia, se concentra en “ese problema de los problemas” que es el origen del hombre, y que de alguna manera reúne en él los tres problemas solubles, pero todavía no resueltos de Du Bois-Reymond. En esta ocasión, consideraba que había solucionado definitivamente la cuestión por medio de un desarrollo radical y coherente del evolucionismo darviniano.<span style="font: normal normal normal 16px/normal 'Lucida Grande';"><br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Ya Thomas Huxley, explica, había puesto de manifiesto que la “teoría de que el hombre desciende del mono era una consecuencia necesaria del darwinismo” (Haeckel, 37); pero precisamente esta certeza imponía la difícil tarea de reconstruir la historia de la evolución del hombre sobre la base de los resultados de la anatomía comparada, por una parte, y de los hallazgos de la investigación paleontológica, por otra. Haeckel ya había dedicado a este empeño, en 1874, su <i>Anthropogenie</i>, en que reconstruía la historia del hombre desde los peces del período Silúrico hasta los monos-hombre o Antropomorfos del Mioceno. Pero su pretensión científica – de la que se manifiesta razonablemente orgulloso – es la de haber formulado la hipótesis, como forma de paso de los monos antropomorfos (o monos-hombre) al hombre, de un ser particular al que denomina “hombre-mono” (<i>Affenmensch</i>) o, en cuanto privado de lenguaje, <i>Pithecanthropus alalus</i>:</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">“De los Placentados, en los inicios del Terciario (Eoceno) surgieron los primeros antecesores de los Primates, los prosimios, a partir de los cuales, en el Mioceno, se desarrollaron los monos en sentido propio; y, más precisamente, de los Catarrinos salieron primero los monos-perro, los Cinopitecos, y después los monos-hombre o Antropomorfos. De una rama de estos últimos surge en el Plioceno el hombre-mono privado de lenguaje; <i>Pithecanthropus alalus,</i> y en fin, de este último el hombre hablante”. (Ibid)</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La existencia de este pitecántropo u hombre-mono, que, en 1874, no era más que una hipótesis, se convirtió en realidad cuando, en 1891, Eugen Dubois, un médico militar holandés, descubrió en la isla de Java un trozo de cráneo y un fémur similares a los del hombre actual y, con gran contento de Haeckel – del que era, además, un lector entusiasta -, bautizó al nuevo ser al que pertenecían esos restos como <i>Pithecanthropus erectus</i>. “Éste es – afirma Haeckel perentoriamente – el tan buscado <i>missing link</i>, el supuesto eslabón que faltaba en la cadena evolutiva de los primates, que se desarrolla sin interrupción desde los monos catarrinos inferiores hasta el hombre altamente desarrollado”(ibid., 39)<span style="font: normal normal normal 16px/normal 'Lucida Grande';"><br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La idea de este <i>sprachloser Urmensch</i> – como Haeckel lo define también – implicaba, no obstante, aporías de las que no parece darse cuenta en absoluto. El paso del animal al hombre, a pesar del énfasis puesto en la anatomía comparada y en los hallazgos paleontológicos, era en realidad el producto de una sustracción que no tenía nada que ver ni con una ni con otros, y que, por el contrario, era presupuesto como signo distintivo de lo humano: el lenguaje. Al identificarse con él, el hombre hablante poner fuera de sí mismo, como ya y no todavía humano, el propio mutismo.<span style="font: normal normal normal 16px/normal 'Lucida Grande';"><br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Correspondió a un lingüista, Herman Steinthal – que era asimismo uno de los últimos representantes de esa <i>Wissenchaft des Judentums</i> que había tratado de aplicar los métodos de la ciencia moderna al estudio del judaísmo -, pone de manifiesto las aporías implícitas en la teoría hackeliana del <i>Homo alalus</i> y, más generalmente, de lo que podemos denominar la máquina antropológica de los modernos. En sus investigaciones sobre el origen del lenguaje, Steinthal había anticipado por su cuenta, bastantes años antes de Haeckel, la idea de un estadio prelingüistico de la humanidad. Había tratado de imaginar una fase de la vida perceptiva del hombre en la que el lenguaje no había hecho todavía su aparición y la había comparado con la vida perceptiva del animal, y después se había empeñado en mostrar en qué forma el lenguaje podría surgir de la vida perceptiva del hombre y no de la del animal. Pero precisamente aquí se manifestaba un aporía de la que el autor sólo logró darse cuenta con claridad algunos años después:</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">“Comparamos ese estadio puramente hipotético del almo humana con la animal, y encontramos en el primero, en general y bajo cualquier aspecto, un exceso de fuerzas. Después dejamos que el alma humana aplicase ese exceso a la creación del lenguaje. Así pudimos mostrar el por qué el lenguaje se originaba en el alma humana y en sus percepciones y no en la del animal… Pero en nuestra descripción del alma humana y del alma animal tuvimos que prescindir del lenguaje, cuya posibilidad es lo que se trataba precisamente de probar. Había que mostrar sobre todo de dónde provenía esa fuerza gracias a la cual el alma forma el lenguaje; y esa fuerza capaz de crear el lenguaje no podía provenir, obviamente, del lenguaje mismo. Por eso simulamos un estadio humano anterior al lenguaje. Pero se trata solamente de una ficción: el lenguaje es tan necesario y natural para el ser humano que sin él el hombre no podría ni existir ni ser pensado como existente. O el hombre tiene el lenguaje, o sencillamente no existe. Por otra parte – y es esto en rigor lo que justifica la ficción – el lenguaje no puede ser considerado como ya ínsito en el alma humana: es un producción del hombre, si bien no plenamente consciente todavía. Es un estadio del desarrollo del alma y requiere una deducción a partir de los estadios precedentes. Con él empieza la auténtica actividad humana: es el puente que conduce de la animalidad a la humanidad… Pero hemos querido explicar mediante una comparación del animal con el hombre-animal por qué sólo el alma humana construye este puente, por qué sólo el hombre y no el animal progresa por medio del lenguaje desde la animalidad hasta la humanidad. Esta comparación nos enseña que el hombre, tal como debemos imaginarlo, es decir, sin lenguaje, es un hombre-animal [Tiermenschen] y no un animal humano [Menschentier], es ya siempre un tipo de hombre y no un tipo de animal”. (Steinthal, 355-356)</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Lo que distingue al hombre del animal es el lenguaje, pero éste no es un dato natural ya ínsito en la estructura psicofísica del hombre, sino una producción histórica que, como tal, no puede ser asignada en propio ni al animal ni al hombre. Si se prescinde de este elemento, la diferencia entre el hombre y el animal desaparece, a menos que se imagine un hombre no hablante –<i>Homo alalus,</i> precisamente – que serviría de puente de paso de lo animal a lo humano. Pero esto es, con toda evidencia, sólo una sombra del lenguaje, una presuposición del hombre hablante, por medio de la cual obtenemos siempre y solamente una animalización del hombre (un hombre-animal como el hombre-mono de Haeckel) o una humanización del animal (mono-hombre). El hombre-animal y el animal-hombre son las dos caras de un mismo hiato, que ni una ni otra parte pueden colmar.<span style="font: normal normal normal 16px/normal 'Lucida Grande';"><br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Al volver algunos años después sobre su teoría, cuando había llegado a conocer las tesis de Darwin y Haeckel, ya en el centro del debate científico y filosófico, Steinthal se cuenta perfectamente de la contradicción que estaba implícita en su hipótesis. Lo que había tratado de comprender era por qué sólo el hombre y no el animal crea el lenguaje; pero esto equivale a comprender el modo ñeque el hombre tiene su origen en él. Y es aquí donde surgía la contradicción:</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">“El estadio prelingüístico de la intuición sólo puede ser uno y no doble, y no puede ser diferente en el animal y en el hombre. Si fuera distinto, es decir, si el hombre fuera superior por naturaleza al mono, el origen del hombre no coincidiría entonces con el origen del lenguaje, sino con el origen de su forma superior de intuición derivada de la inferior del animal. Sin darme cuenta de esto, estaba presuponiendo ese origen: el hombre con sus características humanas se me ofrecía, en realidad, por medio de la creación, y después yo trataba de descubrir el origen del lenguaje del hombre. Pero, de este modo, contradecía mi premisa, es decir, que el origen del hombre y el del lenguaje eran lo mismo; ponía al hombre primero y le dejaba que después produjera el lenguaje”. (Steinthal 1877, 303)</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La contradicción que Steinthal capta aquí es la misma que define a la máquina antropológica que – en sus dos variantes, antigua y moderna – está presente en nuestra cultura. Desde el momento en que lo que en ella está en juego es la producción de lo humano por medio de la oposición hombre/animal, humano/inhumano, la máquina funciona de modo necesario mediante una exclusión (que es siempre también una aprehensión) y una inclusión (que es también y ya siempre una exclusión). Precisamente porque lo humano está ya presupuesto en todo momento, la máquina produce en realidad una suerte de estado de excepción, una zona de indeterminación en que el fuera no es más que la exclusión de un dentro y el dentro, a su vez, no es más que la exclusión de un afuera.<span style="font: normal normal normal 16px/normal 'Lucida Grande';"><br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Sea la máquina antropológica de los modernos. Funciona, como hemos visto, excluyendo de sí como no humano (todavía) un ya humano, es decir, animalizando lo humano, aislando lo no humano en el hombre: <i>Homo</i> <i>alalus</i>, o el hombre-mono. Y basta con adelantar algunas décadas nuestro campo de investigación y, en lugar de inocuo hallazgo paleontológico, encontramos al judío, es decir, al no-hombre producto del hombre, o al <i>néomort</i> y el ultracomatoso, es decir, el animal aislado en el propio cuerpo humano.<span style="font: normal normal normal 16px/normal 'Lucida Grande';"><br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El funcionamiento de la máquina de los antiguos es exactamente simétrico. Si, en la máquina de los modernos, el afuera se produce por medio de la exclusión de un dentro y lo inhumano por la animalización de lo humano, aquí el dentro se obtiene por medio de la inclusión de un afuera y el no hombre por la humanización de un animal: el simio-hombre, el <i>enfant sauvage</i> u <i>Homo</i> ferus, pero también y sobre todo el esclavo, el bárbaro, el extranjero como figuras de un animal con forma humana.<span style="font: normal normal normal 16px/normal 'Lucida Grande';"><br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Las dos máquinas no pueden funcionar más que instituyendo en su centro una zona de indiferencia en que debe producirse – como un <i>missing link</i> que siempre falta porque está ya virtualmente presente – la articulación entre lo humano y lo animal, el hombre y el no-hombre, el hablante y el viviente. Como todo espacio de excepción, esta zona está, en realidad, perfectamente vacía, y lo verdaderamente humano que debería realizarse en ella es sólo el lugar de una decisión incesantemente demorada, en que las cesuras y su articulación son siempre de nuevo dislocadas y desplazadas. Lo que debería ser obtenido así no es en cualquier caso ni una vida animal ni una vida humana, sino tan sólo una vida separada y excluida de sí misma, nada más que una nuda vida.<span style="font: normal normal normal 16px/normal 'Lucida Grande';"><br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Y frente a esta figura extrema de lo humano y de lo inhumano, no se trata tanto de preguntarse cuál de las dos máquinas ( o de las dos variantes de la misma máquina) es mejor o más eficaz – o más bien menos sangrienta o letal – como de comprender su funcionamiento para poder, eventualmente, pararlas.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 6.0px 28.4px; text-align: justify;"><b>10. Umwelt</b></div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 12.0px 85.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
<div style="text-align: right;">Ningún animal puede entrar en relación con un</div><div style="text-align: right;">objeto como tal.</div><div style="text-align: right;"><i>Jacob Von Uexküll</i></div></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Es una suerte que el barón Jacob Von Uexküll, a quien hoy se considera uno de los más importantes zoólogos del siglo XX y también uno de los fundadores de la ecología, se arruinara en la Primera Guerra Mundial. Bien es verdad que ya antes, primero como investigador libre en Heidelberg y después en la estación zoológica de Nápoles, se había labrado un discreta reputación científica por sus investigaciones sobre la fisiología y el sistema nervioso de los invertebrados. Pero, con la pérdida de su patrimonio familiar, se vio obligado a abandonar el sol meridional (aunque conservó una villa en Capri, donde moriría en 1944 en la que Walter Benjamín se alojó durante algunos meses) y a ingresar en la Universidad de Hamburgo, en la que fundó el <i>Institut für Umweltforschung</i> que acabaría por otorgarle celebridad.<span style="font: normal normal normal 16px/normal 'Lucida Grande';"><br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Las investigaciones del Uexküll sobre el ambiente animal son coetáneas de la física cuántica y de las vanguardias artísticas. Al igual que éstas, expresan el abandono sin reservas del cualquier perspectiva antropocéntrica en las ciencias de la vida y la deshumanización radical de la imagen de la naturaleza ( no debe sorprender, pues, que ejercieran una fuerte influencia tanto sobre el filósofo que más se ha esforzado en el siglo veinte por separar al hombre del viviente – Heidegger – y sobre otro filósofo – Deleuze – que trato de pensar al animal de modo absolutamente no antropomórfico). Allí donde la ciencia clásica veía un mundo único, que incluía dentro de sí todas las especies jerárquicamente ordenadas, desde las formas más elementales hasta los organismo superiores, Uexküll parte, por el contrario, de una infinita variedad de mundos perceptivos, todos perfectos por igual y vinculados entre sí como una gigantesca partitura musical, aunque no comunicantes y recíprocamente excluyentes, en cuyo centro están pequeños seres familiares y, a la vez, remotos, que se llaman <i>Echinus esculentus, Amoeba terrícola, Rhizostoma pulmo, Sipunculus, Anemonia sulfata, Ixodes ricinos,</i> etc. Ésta es la razón por la que Uexküll denomina “paseos por mundos incognoscibles” a sus reconstrucciones del ambiente del erizo de mar, de la ameba, de la medusa, del gusano marino, de la anémona marina, de la garrapata – que tales son sus nombres ordinarios – y de otros minúsculos organismos por los que tenía predilección, porque su unidad funcional con el ambiente parece a primera vista muy alejada a la del hombre y de los denominados animales superiores.<span style="font: normal normal normal 16px/normal 'Lucida Grande';"><br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Imaginamos demasiado a menudo – sostiene – que las relaciones que mantiene un determinado sujeto animal con las cosas de su ambiente tienen lugar en el mismo espacio y el mismo tiempo que aquellas que nos ligan a los objetos de nuestro mundo humano. Esta ilusión reposa en la creencia en un mundo único en el que estarían situados todos los seres vivos. Uexküll muestra que no existe un mundo unitario así, de la misma forma que no existen un tiempo y espacio iguales para todos los vivientes. La abeja, la libélula o la mosca que vuelan a nuestro alrededor en un día soleado, no se mueven en el mismo mundo en que las observamos ni comparten con nosotros – o entre ellas – el mismo tiempo y el mismo espacio.<span style="font: normal normal normal 16px/normal 'Lucida Grande';"><br />
</span>Uexküll empieza por distinguir cuidadosamente la <i>Umgebung</i>, el espacio objetivo en el que vemos moverse a un ser vivo, de la <i>Umwelt</i>, el mundo-ambiente que está constituido por una serie más o menos dilatada de elementos a los que llama “portadores de significado” (<i>Bedeutungsträger</i>) o de “marcas” (<i>Merkmalträger</i>), que son los únicos que interesan a los animales. La <i>Umbegung</i> es, en realidad, nuestra propia <i>Umwelt</i>, a la que el autor no atribuye ningún privilegio especial y que, como tal, puede variar ella misma según el punto de vista desde el que la observemos. No existe un bosque en cuanto ambiente objetivamente determinado: existe un bosque-para-el guarda-forestal, un bosque-para-el cazador, un bosque-para-el botánico, un bosque-para-el caminante, un bosque-para el amigo de la naturaleza, un bosque-para-el leñador y, en fin, un bosque de fábula en el que se pierde Caperucita Roja. Hasta un detalle mínimo – por ejemplo, el tallo de una flor campestre -, considerado en cuanto portador de significado, constituye en cada caso un elemento diferente de un ambiente diferente, que depende, por ejemplo, de que sea observado en el ambiente de una joven que coge sus flores para hacerse un ramillete y prenderlo en su blusa, en el de la hormiga que lo utiliza como un trayecto ideal para llegar al alimento que se le ofrece en el cáliz de la flor, en el de la larva de la cigarra que agujerea su canal medular y lo utiliza después como una bomba para obtener las partes líquidas de su capullo aéreo, y, en fin, en el de la vaca que se limita a masticarlo y tragárselo para alimentarse.<span style="font: normal normal normal 16px/normal 'Lucida Grande';"><br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Cada ambiente es una unidad cerrada en sí misma, que resulta de la captación selectiva de una serie de elementos o de “marcas” en la <i>Umbegung</i>, que no es otra cosa, a su vez, que el ambiente del hombre. La primera tarea del investigador que observa a un animal es la de reconocer los “portadores de significados” que constituyen su ambiente. Éstos no están, sin embargo, objetiva y efectivamente aislados, sino que constituyen un estricta unidad funcional – o, como Uexküll prefiere decir, musical – como los órganos receptores del animal encargados de percibir la marca (Merkogan) y de reaccionar ante ella (Wirkorgan). Todo sucede como si el portador de significado externo y su receptor en el cuerpo del animal constituyeran dos elementos de una misma partitura musical, casi dos notas en “el teclado sobre el que la naturaleza interpreta la sinfonía supratemporal y extraespacial de la significación”, sin que sea posible decir cómo dos elementos tan heterogéneos han podido llegar a estar tan íntimamente vinculados.<span style="font: normal normal normal 16px/normal 'Lucida Grande';"><br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Consideremos en esta perspectiva una tela de la araña. La araña no sabe nada de la mosca, ni le cabe tomar sus medidas como le es dado hacerlo al sastre antes de confeccionar un traje para su cliente. Sin embargo, determina la amplitud de las mallas de su tela según las dimensiones del cuerpo de la mosca y conmensura la resistencia de los hilos en proporción exacta a la fuerza de choque del cuerpo en vuelo de la mosca. Los hilos radiales son, por otra parte, más sólidos que los circulares, porque estos últimos – que, a diferencia de los primeros, están recubiertos por un líquido viscoso – deben tener el grado de elasticidad suficiente para poder aprisionar a la mosca e impedir su vuelo. Además, los hilos radiales son tersos y delgados, porque la araña los utiliza para caer sobre su presa y envolverla definitivamente en su invisible prisión. En realidad, el hecho más sorprendente es que los hilos de la tela están exactamente proporcionados a la capacidad visual del ojo de la mosca, que no puede verlos y vuela, pues, hacia la muerte sin darse cuenta. Los dos mundos perceptivos, el de la araña y la mosca, no se comunican en absoluto pero están tan perfectamente acordados que se diría que la partitura original de la mosca, que puede denominarse también su imagen originaria o su arquetipo, actúa sobre la de la araña en modo tal que la tela que teje podría ser llamada “moscaria”. Aunque la araña no pueda ver de ninguna manera la Umwelt de la mosca (Uexküll afirma, formulando un principio que haría fortuna, que “ningún animal puede entrar en relación con un objeto como tal” son sólo con los propios portadores de significado), la tela expresa la paradójica coincidencia de esta ceguera recíproca.<span style="font: normal normal normal 16px/normal 'Lucida Grande';"><br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Estas investigaciones del fundador de la ecología siguen a pocos años de distancia las de Paul Vidal de la Blache sobre las relaciones entre las poblaciones y su ambiente (el <i>Tableu de la géographie de la France</i> es de 1903) y las de Friedrich Ratzel sobre el <i>Lebensraum</i>, el “espacio vital” de los pueblos (la <i>Politische Geographie</i> es de 1897), que estaban llamadas a revolucionar profundamente la geografía humana del siglo veinte. Y no hay que excluir que la tesis central de <i>Sein und Zeit</i> sobre el ser-en-el-mundo (<i>in-der-Welt-sein</i>) como estructura humana fundamental, pueda ser leída de alguna manera como una respuesta a todo este ámbito problemático, que, a principios de siglo, modificó de manera esencial la relación entre el viviente y su mundo-ambiente. Como es sabido, la tesis de Ratzel sobre la vinculación íntima de todo pueblo a su espacio vital, como una de las dimensiones esenciales, ejercieron una influencia notable sobre la geopolítica del nazismo. Esta proximidad quedó marcada, en la biografía intelectual de Uexküll, en un curioso episodio. En 1928, cinco años antes de la llegada al poder del nazismo, un científico tan sobrio como él escribió un prefacio a los <i>Grundlagen des neunzehnten Jahrhunderts</i> de Houston Chamberlain, considerado hoy como uno de los precursores del nazismo.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 6.0px 28.4px; text-align: justify;"><b>11. Garrapata</b></div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 12.0px 70.9px; text-align: right; text-indent: 28.3px;">“El animal tiene memoria, pero ningún recuerdo”.<span style="font: normal normal normal 14px/normal 'Lucida Grande';"><br />
</span><i>Heymann Steinthal</i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Los libros de Uexküll contienen a veces ilustraciones que tratan de sugerir la forma en que aparecería un segmento del mundo humano visto desde el punto de vista del erizo, de la abeja, de la mosca o del perro. El experimento es útil por el efecto de extrañeza que produce en el lector, obligado de golpe a mirar con ojos no humanos los lugares que le son más familiares. Pero tal extrañeza no ha adquirido nunca una fuerza expresiva similar a la que Uexküll supo imprimir a su descripción del ambiente del <i>Ixodes ricinos</i>, conocido vulgarmente como garrapata, que constituye ciertamente un vértice del antihumanismo moderno, digno de leerse junto a <i>Ubu roi</i> o <i>Monsieur Teste.</i><span style="font: normal normal normal 16px/normal 'Lucida Grande';"><br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El exordio tiene tonos idílicos:</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">“El habitante del campo que atraviesa a menudo bosques y malezas en compañía de su perro no puede dejar de encontrarse con un minúsculo animal que, colgado de una ramilla, espera a su presa, hombre o animal, para dejarse caer sobre la víctima y saciarse con su sangre… En el momento de salir del huevo, no está todavía completamente formado: le faltan un par de patas y los órganos genitales. Pero en este estadio es ya capaz de atacar a los animales de sangre fría, como la luciérnaga, apostándose en la punta de un hilo de hierba. Después de algunas mudas sucesivas, adquiere los órganos que le faltaban y puede así dedicarse a la caza de animales de sangre caliente. Cuando la hembra es fecundada, se arrastra con sus ocho patas hasta la extremidad de una pequeña rama, para precipitarse desde la altura justa sobre los pequeños mamíferos de paso o salir al encuentro de animales de mayor envergadura”. (Uexküll, 85-86)</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Tratemos de imaginar, siguiendo las indicaciones de Uexküll, a la garrapata suspendida en su arbusto en un bello día de verano, inmersa en la luz solar y envuelta por todas partes por los colores y los perfumes de la flores del campo, por el zumbido de las abejas y de los otros insectos, por el canto de los pájaros. Mas, con todo, el idilio ya ha terminado, porque la garrapata no percibe absolutamente nada de todo eso.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">“Este animal carece de ojos y sólo puede dar con su lugar de acecho gracias a la sensibilidad de su piel a la luz. Este salteador de caminos es completamente ciego y sordo y sólo el olfato le permite percibir la cercanía de su presa. El olor del ácido butírico, que emana de los folículos sebáceos de todos los mamíferos, actúa sobre él como una señal que le impulsa a abandonar su posición y a dejarse caer ciegamente en la dirección de la presa. Si la buena suerte le hace caer sobre algo caliente (que percibe gracias a un órgano sensible a una temperatura determinada), eso significa que ha logrado su objetivo, el animal de sangre caliente, y que ya no tiene necesidad más que del sentido táctil para encontrar un sitio que esté lo más limpio posible de pelos y hundirse hasta la cabeza en el tejido cutáneo del animal. Ahora ya puede chupar lentamente un chorro de sangre caliente”. (Ibid., 86-87)</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Sería lícito suponer, llegados a este punto, que la garrapata ama el gusto de la sangre o que posee al menos un sentido para percibir su sabor. Pero no es así. Uexküll nos hace saber que los experimentos llevados a cabo en laboratorios en los que se utilizaban membranas artificiales llenas de líquidos de todo tipo, demuestran que la garrapata carece por completo del sentido de gusto: absorbe ávidamente cualquier líquido que tenga la temperatura justa, es decir, los treinta y siete grados correspondientes a la temperatura de la sangre de los mamíferos. Sea como fuere, el banquete de sangre de la garrapata es también su festín fúnebre, porque ya no le queda otra cosa que hacer que dejarse caer al suelo, depositar en él los huevos y morir. El ejemplo de la garrapata manifiesta con claridad la estructura general del ambiente que es propia de todos los animales. En este caso particular, la Umwelt se reduce a tres únicos portadores de significado o Merkmalträger: 1) el olor del ácido butírico contenido en el sudor de todos los mamíferos; 2) la temperatura de treinta y siete grados correspondiente a la de la sangre de los mamíferos; 3) la tipología de la piel propia de los mamíferos, provista en general de pelos e irrigada por vasos sanguíneos. Pero la garrapata está inmediatamente unida a esos tres elementos en una relación tan intensa y apasionada como acaso no sea posible encontrar en las relaciones que vinculan al hombre con su mundo, muchísimo más rico en apariencia. La garrapata es esta relación y no vive más que en ella y para ella.<span style="font: normal normal normal 16px/normal 'Lucida Grande';"><br />
</span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Solo en este punto Uexküll nos hace saber además que en el laboratorio de Rostock se mantuvo con vida durante dieciocho años sin alimentación a una garrapata, es decir, en condiciones de absoluto aislamiento con respecto a su medio. El autor no ofrece ninguna explicación de este hecho singular, y se limita a suponer que en este “período de espera” la garrapata se encuentra en “una especie de sueño semejante al que nosotros experimentamos cada noche”, salvo para extraer después la consecuencia de que “sin un sujeto viviente el tiempo no puede existir”(Uexküll, 98). Pero ¿qué pasa con la garrapata y su mundo en este estado de suspensión que dura dieciocho años? ¿Cómo es posible que un ser vivo, que consiste enteramente en su relación con el medio, pueda sobrevivir cuando se le priva absolutamente de él? ¿Y qué sentido tiene hablar de “espera” si no hay tiempo ni mundo?</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 6.0px 28.4px; text-align: justify;"><b>12. Pobreza de mundo</b></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 85.0px; text-align: right; text-indent: 28.4px;">El comportamiento del animal no es nunca un aprender algo como tal algo. </div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 85.0px; text-align: right; text-indent: 28.4px;"><i>Martín Heidegger</i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">En el semestre invernal de 1929-30, Martín Heidegger desarrolló en la Universidad de Friburgo un curso que llevaba como título <i>Die Grundbegriffe der Metaphysik. Welt-Endlichkeit-Ein-samkeit</i>. En 1975, un año antes de su muerte, al autorizar la publicación del curso (que sólo aparecería en 1983, como volumen XXIX-XXX de la <i>Gesamtausgabe</i>), incluyó una dedicatoria <i>in limine </i>a Eugen Fink, en la que recordaba que este "había expresado reiteradamente el deseo de que este curso se publicará antes que todo los demás". Por parte del autor, es sin duda un modo discreto de subrayar la importancia que él mismo debía de haber atribuido-y aún seguía atribuyendo- a aquellas lecciones ¿Qué justifica, en el plano de la teoría, este privilegio cronológico? ¿Por qué estas elecciones preceden idealmente todas las otras, es decir, a los 45 volúmenes que, según el proyecto de la <i>Gesamtausgabe</i>, debían recoger los cursos de Heidegger?</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">No hay que dar por supuesta la contestación, sobre todo por el curso, por lo menos a primera vista, no se corresponde con su título y no se presenta en modo alguno como una introducción a los conceptos fundamentales de una disciplina a pesar de ser esta tan especial como la "filosofía primera". Está dedicado en primer lugar a un amplio análisis, de cerca de 200 páginas, del "aburrimiento profundo" como tonalidad emotiva fundamental e, inmediatamente después, a una investigación todavía más amplia de la relación del animal con su medio ambiente y de la del hombre con su mundo. Heidegger se sirve de la relación entre la "pobreza del mundo" (Weltarmut) del animal y el hombre "formador de mundo" (weltbildend), para tratar de situar la propia estructura fundamental del Dasein -el ser-en-el mundo- en relación con el animal y, de este modo, interrogar el origen y el sentido de esa apertura que se ha producido lo viviente con el hombre. Heidegger, como es bien sabido, rechaza constantemente la definición metafísica del hombre como animal racional, el viviente que posee el lenguaje (o la razón), como si el ser del hombre fuera determinable por medio de la adición de algo a lo "simplemente viviente". En los párrafos 10 y12 de Sein und Zeit, pretende mostrar que la estructura de ser-en-el mundo propia del Dasein está ya siempre presupuestan cualquier concepción (filosófica o científica) de la vida, de forma que ésta se obtiene siempre en verdad "por medio de una interpretación privativa" a partir de aquella.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La vida es una forma de ser peculiar, pero por esencia accesible sólo en el "ser ahí". La ontología de la vida se desarrolla sólo por el término de una exégesis privativa; es decir, determinar lo que necesita ser, para que pueda hacer, lo que se dice "tan-sólo-vida" [nur-noch-Leben]. Vivir no es ni puro "estar disponible", ni tampoco "ser ahí". Éste, a su vez, no quedará nunca definido. Lógicamente, si se empieza por considerarlo como vida (no definida ontológicamente, por su parte) y como algo más, encima. (Heidegger 1972, 87)</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Es este juego metafísico de presuposición y remisión, privación y suplemento entre el animal y el hombre, lo que las lecciones de 1929-30 cuestionan temáticamente. El parangón con la biología – que en Sein und Zeit se había liquidado en pocas líneas – se recupera ahora, en el intento de pensar de un modo más radical la relación entre lo simplemente viviente y el Dasein. Pero justamente lo que aquí se ventila se revela decisivo, hasta el punto de hacer comprensible la exigencia de que estas lecciones se publicaran antes que todas las demás. Porque en el abismo ( y a la vez en la singular proximidad) que la sobria prosa del curso abre entre lo animal y lo humano, no es sólo la animalitas la que pierde toda familiaridad y se presenta como “lo que es más difícil de pensar”, sino que también la humanitas aparece como algo inasible y ausente, suspendida como está entre un “no-poder-permanecer” y un “no-poder-abandonar-el-lugar”.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El hilo rojo que guía la exposición de Heidegger está constituido por esta triple tesis: “la piedra es sin mundo[weltlos], el animal es pobre de mundo [weltbildend]. Puesto que la piedra (lo no viviente) – en cuanto que carece de cualquier acceso posible a lo que la rodea – se deja aparte de forma expeditiva, Heidegger puede empezar su indagación con la tesis segunda, y afrontar inmediatamente el problema de qué hay que entender por “pobreza de mundo”. El análisis filosófico está orientado por completo en este punto de acuerdo con las investigaciones de la biología y de la zoología contemporáneas, en particular de as de Hans Driesch, Kart von Baer, Johannes Müller y, sobre todo, de las del alumno de éste Jacob von Uexküll. Así, las investigaciones de Uexküll no sólo son definidas explícitamente como “lo más fructífero que la filosofía puede obtener de la biología dominante hoy”, sino que su influjo sobre los conceptos y sobre la terminología de las lecciones es incluso más amplio de lo que el propio Heidegger reconoce al escribir que las palabras de que se sirve para definir la pobreza de mundo del animal no expresan nada que sea diferente de lo que Uexküll caracteriza con los términos Umwelt e Innenwelt(Heidegger 1983, 383). Heidegger llama das Enthemmende, el desinhibidor, a lo que Uexküll definía como “portador de significado” (Bedeutungsträger, Merkmalträger) yEnthemmungsring, círculo desinhibidor, a lo que el zoólogo denominaba Umwelt, medio ambiente. El Wirkorgan de Uexkülltiene su correspondencia en Heidegger en el Fähigsein zu, “el-ser-capaz-de”, que define el órgano con relación al simple medio mecánico. El animal está encerrado en el círculo de sus desinhibidores exactamente igual que lo está, en Uexküll, en los pocos elementos que definen su mundo perceptivo. Por esto mismo, como en Uexküll, el animal, “ si entra en relación con otro, sólo puede encontrar lo que sacude al ser-capaz y le pone así en movimiento. Todo los demás no está a priori en condiciones de penetrar en el círculo del animal”. (Heidegger 1983, 369)</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Pero en la interpretación de la relación del animal con su círculo desinhibidor y en la indagación del modo de ser de esta relación, Heidegger se aleja de su modelo y elabora una estrategia en que la comprensión de la “pobreza de mundo” y la del mundo humano proceden al unísono.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El modo de ser propio del animal, que define su relación con el desinhibidor, es el aturdimiento (<i>Benommheit</i>). Heidegger juega aquí, con una figura etimológica reiterada, con el parentesco entre los términos <i>benommen </i>( aturdido, alelado, pero también privado, impedido), <i>eingenommen </i>( metido dentro, absorto, atrapado) y <i>Benehmen </i>(comportamiento), todos los cuales remiten al <i>verbonehmen</i>, tomar, coger (de la raíz indoeuropea nem, que significa compartir, repartir, adjudicar). En tanto que está esencialmente aturdido y totalmente absorto en el propio desinhibidor, el animal no puede “actuar” (<i>handeln</i>) verdaderamente o “tener conducta” (<i>sich</i> <i>verhalten</i>) con respecto a él: sólo puede “comportarse” (<i>sich</i> <i>benehmen</i>).</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El comportamiento como forma de ser sólo es posible en general en virtud del estar atrapado [<i>Eingenommenheit</i>] en sí mismo del animal. Definimos el específico estar-ante-sí del animal – que nada tiene de la ipseidad [<i>Selbsheit</i>] del hombre, que tiene una conducta en tanto que persona -, esta absorción en sí mismo del animal que hace posible cualquier género de comportamiento, con el término aturdimiento. El animal sólo puede comportarse en la medida en que, por su propia esencia, está aturdido… El aturdimiento es la condición de posibilidad gracias a la cual el animal, por su propia esencia, se comporta en un medio ambiente, pero nunca en un mundo [<i>in einer Umgebung sich benimmt, aber nie in einer Welt</i>] (Heidegger 1983, 347-348)</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Con la ilustración del aturdimiento que no puede nunca abrirse a un mundo, Heidegger se refiere al experimento (ya descrito por Uexküll) en el que una abeja, en el laboratorio, es colocada ante una taza llena de miel. Si, una vez que la abeja ha empezado a chupar, se le secciona el abdomen, sigue chupando tranquilamente mientras se ve cómo le sale la miel por el abdomen abierto.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Esto muestra de forma convincente que la abeja no advierte en absoluto que hay un exceso de miel. No advierte este exceso, ni siquiera la falta de su abdomen. De ningún modo, aunque prosiga con su actividad institual [Treiben], precisamente porque no se da cuenta de que todavía hay miel. La abeja está sencillamente atrapada en el alimento. Esta forma de absorción sólo es posible allí donde hay un “hacia” de carácter instintivo [<i>treibhaftes</i> <i>Hinzu</i>]. Pero, al mismo tiempo, el estar prendida en esa actividad excluye la posibilidad de una constatación de lo que tiene ante sí [<i>Vorhandensein</i>]. Es precisamente el estar atrapado en el alimento lo que impide que el animal se ponga frente [<i>sich</i> <i>gegenüberstellen</i>] a él. (Ibid., 1983, 352-353)</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Es en este momento cuando Heidegger se interroga sobre el carácter de apertura propio del aturdimiento, y empieza así al mismo tiempo a perfilar como una forma en hueco la relación entre el hombre y su mundo. ¿A qué está abierta la abeja? ¿Qué es lo que conoce el animal cuando entra en relación con su desinhibidor?</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Prosiguiendo su juego con los compuestos del verbo <i>nehmen</i>, escribe que no nos encontramos aquí ante un percibir (<i>vernehmen</i>), sino ante un comportamiento instintivo (<i>benehmen</i>), en tanto que al animal le es sustraída (<i>genommen</i>) “la posibilidad misma de percibir algo en tanto que algo, y no aquí y ahora, sino sustraída en el sentido de no dada en absoluto” (Heidegger 1983, 360). Si el animal está aturdido es porque esta posibilidad le ha sido negada radicalmente: </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El aturdimiento [<i>Benommenheit</i>] del animal significa por tanto: sustracción esencial [<i>Genommenheit</i>] de toda percepción de algo en tanto que tal algo, y en consecuencia, un estar atrapado por [<i>Hingenommenheit</i>]…; el aturdimiento del animal significa pues sobre todo un modo de ser conforme al cual al animal le es sustraída, o, como también suele decirse, le es impedida [<i>benommen</i>], en su relación con otra cosa, la posibilidad de relacionarse con ella, o de referirse a ella, en cuanto tal o tal cosa en general, en cuanto está presente, en cuanto que es. Y precisamente porque al animal le es sustraída esta posibilidad de percibir aquello con que se relaciona en tanto que algo, precisamente por esto, puede ser absorbido por esa otra cosa de modo absoluto. (Ibid., 360)</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Después de haber introducido de esta manera el ser en negativo – por medio de su sustracción – en el ambiente del animal, Heidegger, en unas páginas que se cuentan entre las más densas del curso, trata de precisar ulteriormente la condición ontológica particular de aquello a lo que el animal se refiere en el aturdimiento.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">En el aturdimiento el ente no es revelado [<i>offenbar</i>], no es abierto, pero precisamente por eso no es tampoco cerrado. El aturdimiento está fuera de esta posibilidad. No podemos decir: el ente está cerrado al animal. Eso sólo podría ser así en el caso de que hubiera alguna posibilidad, por mínima que fuese, de apertura. Pero el aturdimiento del animal le pone, por su propia esencia, fuera de la posibilidad de que el ente le esté abierto o le esté cerrado. El aturdimiento es la esencia del animal, es decir: el animal, en tanto que tal, no se encuentra en una desvelabilidad del ente. Ni lo que se llama su medio ambiente, ni él mismo son revelados en cuanto entes. (Ibid., 361)</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La dificultad procede aquí del hecho de que el modo de ser que hay que aprehender no está ni abierto ni cerrado, de forma que el estar en contacto con él no es definible propiamente como una verdadera relación, como una implicación.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Puesto que a causa de su aturdimiento y del conjunto de sus capacidades el animal se agita sin tregua en el seno de una multiplicidad institual, carece por principio de la posibilidad de entrar en relación con el ente que él mismo no es, así como con el ente que él mismo es. En virtud de este agitarse sin tregua, el animal se encuentra, por así decirlo, suspendido entre él mismo y el medio ambiente, sin poder experimentar en cuanto ente ni lo uno ni lo otro. Pero este no tener posibilidad de que el ente se le manifieste es, al mismo tiempo, en cuanto sustracción de tal posibilidad, un estar atrapado en … Debemos decir en consecuencia que el animal está en relación con… , que el aturdimiento y el comportamiento muestran una apertura a… ¿A qué?¿Cómo hay que caracterizar lo que, en la apertura específica del estar absorto, va a dar de alguna manera en la agitación del aturdimiento instintual?</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La definición ulterior del estatuto ontológico del desinhibidor conduce al corazón mismo de la tesis sobre la “pobreza de mundo” como carácter esencial del animal. La incapacidad de implicación no es algo puramente negativo: es, en rigor, de alguna manera una forma de apertura y, más precisamente, una apertura que sin embargo no desvela nunca al desinhibidor como ente.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Si el comportamiento no es una relación con el ente, ¿es entonces una relación con la nada? ¡No! Pero si no es una relación con nada, es una relación con algo, que debe en consecuencia ser y que es. Por supuesto. Pero el problema es precisamente saber si el comportamiento no es justamente una relación con… en la que aquello con lo que el comportamiento se relaciona como un no implicarse está, para el animal, en cierto modo abierto [<i>offen</i>], lo que no quiere decir en absoluto desvelado [<i>offenbar</i>] en cuanto ente. (Heidegger 1983, 368)</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El estatuto ontológico del medio animal puede ser definido así: <i>estáoffen</i> (abierto) pero no <i>offenbar</i> (desvelado, literalmente abrible). El ente, para el animal, está abierto pero no es accesible; es decir, está abierto en una inaccesibilidad y una opacidad, o sea, de algún modo, en una no-relación. Esta apertura sin desvelamiento define la pobreza de mundo del animal con respecto a la formación de mundo que caracteriza a lo humano. El animal no está simplemente privado de mundo porque, en tanto que está abierto en el aturdimiento, debe – a diferencia de la piedra, privada de mundo – prescindir de él, carecer de él (<i>enthehren</i>); es decir, puede estar determinado en su ser por una pobreza y una falta: precisamente porque el animal, en su aturdimiento, tiene relación con todo lo que encuentra en el círculo desinhibidor, precisamente por esto no se encuentra en el lado de lo humano, precisamente por esto no tiene mundo. Mas este no tener mundo tampoco confina al animal – y por una razón esencial – en el lado de la piedra. En efecto, el instintivo ser-capaz del aturdimiento absorbido, es decir, del estar atrapado en lo que desinhibe, es un estar abierto a…, aunque sea con la marca de no relacionarse con ello. La piedra, por el contrario, no tiene ni siquiera esta posibilidad. En efecto, el no tener una implicación presupone un estar abierto… El animal, en su esencia, posee este estar abierto. La apertura en el aturdimiento es un tener esencial del animal. En virtud de este tener el animal puede carecer [<i>enthehren</i>], ser pobre, estar determinado en su ser por la pobreza. Este tener, ciertamente, no es tener un mundo, sino un estar atrapado en el círculo que desinhibe, es tener el desinhibidor. Pero dado que este tener es el estar abierto a lo que desinhibe, y dado que a esta apertura le es sustraída, sin embargo, precisamente la posibilidad de que el desinhibidor se le manifieste en cuanto ente, el tener propio de tal estar abierto es un no tener, y precisamente un no tener un mundo, si es cierto que al mundo pertenece la desvelabilidad del ente en cuanto tal. (Ibid., 391-392)</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 16.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: -0.6px;">[Extracto correspondiente a los capítulos del 1 al 12, de los 20 que componen el ensayo]</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 10.0px 0.0px; min-height: 18.0px;"><br />
</div><div style="color: #3a00ff; font: 12.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 10.0px 29.0px; text-indent: 1.0px;"><span style="color: black;">Fuente: <a href="http://quiendijofilosofia.blogspot.com/"><span style="text-decoration: underline;">http://quiendijofilosofia.blogspot.com/</span></a></span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 10.0px 0.0px; min-height: 18.0px;"><br />
</div>estafetahttp://www.blogger.com/profile/10314797590011827695noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-4391952270751641520.post-19628883876201173142011-12-16T10:58:00.000-08:002011-12-17T15:50:51.622-08:00Brian Holmes - El dispositivo artístico, o la articulación de enunciaciones colectivas<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br />
</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiAM_2nKbb0uyxl6ny8D9davYSjY4KchhDh4B7FA4f86WS08a7fQhDKFd3ZCRvVYaI28TB_ZjHHOu5s4doHRuhDWusR39pHQrdfCa-KQd5ThxQst2YJp9JrW1Kk7D-WKvI8baP9IlT65sU/s1600/Brian_Holmes_headshot.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="232" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiAM_2nKbb0uyxl6ny8D9davYSjY4KchhDh4B7FA4f86WS08a7fQhDKFd3ZCRvVYaI28TB_ZjHHOu5s4doHRuhDWusR39pHQrdfCa-KQd5ThxQst2YJp9JrW1Kk7D-WKvI8baP9IlT65sU/s320/Brian_Holmes_headshot.jpeg" width="320" /></a></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; margin: 3.0px 0.0px 14.0px 2.4px; text-indent: -1.0px;"><span style="font: normal normal normal 16px/normal 'Lucida Grande';"><br />
<span class="Apple-style-span" style="font-family: 'Times New Roman';"><br />
</span></span></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Una de las fuertes potencialidades del arte actual proviene de cierta sensibilidad por la manera en que rigorosas investigaciones filosóficas, sociológicas o científicas pueden combinarse con formas estéticas para impulsar procesos colectivos que desnormalizan el curso de la propia investigación, abriendo senderos críticos y constructivos. Los proyectos que resultan de esa sensibilidad contienen una densa trama discursiva, pero se sustentan asimismo en el ejercicio lúdico y autorreflexivo de las capacidades básicas del ser humano: percepción, afecto, pensamiento, expresión y relación.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Se pueden dar múltiples ejemplos. En un registro altamente formal tenemos la actividad de Ricardo Basbaum. Sus reflexiones sobre las estructuras operativas de la sociedad de control se sintetizan en instalaciones y diagramas pictóricos que, a su vez, devienen puntos de partida para coreografías colectivas que desarrollan formas de resistencia expresiva[1]. Una versión más tecnologizada es la del proyecto Makrolab. Grupos que viven bajo condiciones de aislante/aislamiento conducen investigaciones sobre las migraciones humanas y animales, el cambio climático y los usos del espectro electromagnético, todo ello en el interior del ambiente enclaustrado de un laboratorio nómada que sintetiza una compleja serie de referencias a la vanguardia arquitectónica y la tradición teatral[2]. Otro caso más serían los foros de discusión por correo electrónico orquestados durante los últimos diez años por Jordan Crandall. Aquí, el desarrollo de un debate temático sirve para sondear las relaciones sociales geográficamente escindidas entre los y las participantes, generando un conocimiento sobre la sociedad global que a su vez contribuye directamente al estudio temático[3]. Finalmente –por abreviar lo que podría ser una lista mucho más larga– pensemos en la exploración fílmica de la red de carreteras Corridor X, llevada a cabo en la periferia sureste europea por quienes participaban en el proyecto Timescapes. Tras haber filmado diferentes zonas geográficas y culturales, utilizaron una plataforma de comunicaciones especialmente diseñada para vincular entre sí estudios de montaje esparcidos desde Berlín a Ankara, que se mantuvieron en constante diálogo y confrontación durante la elaboración de una instalación de vídeo multicanal y multiautor, siendo ella misma sólo una parte de un programa más amplio que culminó en la exposición B-Zone: Becoming Europe and Beyond[4].</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">En todos los casos, el acto artístico inicial consistía en establecer el entorno y los parámetros para una investigación más amplia. Y también en todos los casos tal investigación devenía expresiva, múltiple, desbordando el marco inicial y abriendo posibilidades inesperadas. Lo que emerge de este tipo de práctica es una nueva definición de arte como laboratorio móvil y teatro experimental para investigar e instigar el cambio social y cultural. Puede que en el curso de este tipo de prácticas se produzcan obras en un sentido tradicional, incluso, en efecto, obras excelentes, como se demostraría observando los ejemplos que he mencionado. No obstante, la mejor manera de comprender estas obras singulares es analizarlas no aisladamente sino en el contexto de un agenciamiento en el sentido que dieron a este término Deleuze y Guattari. Se convierten en elementos de lo que aquí llamaré un dispositivo para la articulación de una enunciación colectiva.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Sabemos que para Deleuze y Guattari la consistencia de un agenciamiento humano resulta del flujo del deseo, llevando a una multiplicación de sí mismo, e incluso a una relación delirante con los otros, con el lenguaje, con las imágenes y con las cosas. Sólo este tipo de deriva al borde del delirio pueda articular algo original, una enunciación colectiva: es ahí donde yace todo el interés y toda la pasión del dispositivo artístico[5]. Sin embargo, en una época en la que el número de tales dispositivos está aumentando, surge una cuestión crítica a propósito de la apropiación de este modelo de investigación por las instituciones del conocimiento, y en primer lugar por su presentación en exposiciones. La exposición es el momento en que el proyecto artístico se valoriza en nuestra sociedad; por tanto, se trata del momento en que las condiciones económicas de su producción vienen a influir sobre su mismo proceso, conjuntamente con las ideologías subyacentes que enmascaran tales condiciones. Y ello sucede hasta tal punto que sería ingenuo hablar del dispositivo artístico sin hacerlo también de sus modalidades expositivas.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Un caso paradigmático que implica al tipo de trabajo que aquí me interesa sería la exposición Laboratorium curada por Hans-Ulrich Obrist y Barbara Vanderlinden en la ciudad de Amberes en 1999. Su ambición era escenificar las relaciones entre una red de “científicos, artistas, bailarines y bailarinas, escritoras y escritores” esparcida en el territorio urbano[6]. Incluía una serie de vídeos de Bruno Latour titulada The Theater of Proof, proyectos de danza experimental de Meg Stuart y Xavier Leroi, demostraciones de experimentos científicos por Luc Steels e Isabelle Stengers, visitas a laboratorios del área de Amberes y un amplio espectro de piezas de instalación y videoarte tanto en espacios de exhibición tradicionales como en localizaciones exteriores. El artista Michael François desplazó las oficinas del museo al área de exposición, creando posibilidades interactivas, pero también un clásico espectáculo posfordista del trabajo. La instalación Bookmachine, del estudio de diseño de Bruce Mau, posibilitaba para los y las visitantes una mirada similar sobre la fabricación del catálogo. Pero la metáfora central de la muestra, o su modelo generativo, era una vídeoperformance filmada por Jef Cornelis para la televisión belga en 1969 bajo el nombre de The World Question Center.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El vídeo muestra al artista estadounidense James Lee Byars, vestido con una toga blanca, oficiando una sesión en directo en el estudio de televisión, durante la cual solicitaba a quienes estaban presentes en el plató y por vía telefónicaa corresponsales en todo el mundo enunciar su pregunta más importante. Byars llamaba a personas con reputación de provocadoras y les pedía expresar “preguntas que les resultasen pertinentes sobre lo que pensaban del sentido en que evolucionaba el conocimiento”, como explicó en conversación con el prominente sexólogo Eberhard Kronhausen. Haciendo uso de su estatus profesional de artistas, Cornelis y Byars crearon literalmente un agenciamiento maquínico, un dispositivo técnico y humano para la articulación de enunciaciones colectivas. Obrist y Vanderlinden querían claramente hacer algo semejante: crear una red de investigación científica y artística, y hacerla audible y visible.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">En las páginas de apertura del catálogo sus editores preguntan: “Si Laboratorium es la respuesta, ¿cuál es la pregunta?”. Lo que preguntaré en estas páginas concierne tanto al potencial creativo como a la fuerza coercitiva de una exposición como Laboratorium: qué se nos permite decir, qué se nos fuerza a decir, qué se nos impide decir. Quiero preguntar si las articulaciones experimentales de enunciaciones colectivas tienen lugar al interior de, en sintonía con, contra o a pesar de una forma contemporánea de poder social: un poder que puede también ser descrito, pero esta vez en términos estrictamente foucaultianos, como “el dispositivo artístico”.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">En una entrevista realizada en 1977, Foucault ofreció una definición del constructo conceptual que llamaba dispositif. El dispositivo es el “sistema de relaciones” que se puede descubrir entre “un minucioso ensamblaje heterogéneo que consiste en discursos, instituciones, formas arquitectónicas, decisiones reguladoras, leyes, medidas administrativas, afirmaciones científicas, proposiciones filosóficas y morales”. Continúa diciendo que el dispositivo es “una formación que tiene como función principal responder en un momento histórico dado a una necesidad urgente”. Indica además que el dispositivo se construye para sostener tanto “un proceso de sobredeterminación funcional” como “un proceso perpetuo de elaboración estratégica”[7]. En otras palabras, la articulación de elementos heterogéneos que constituye el dispositivo se usa para muchos propósitos a la vez; y es precisamente esta multiplicidad de propósitos la que se guía o dirige de acuerdo con una estrategia dictada por una necesidad, por un imperativo estructural. Quiero preguntar sobre la necesidad aparentemente urgente que nuestra civilización tiene de una articulación de estética y pensamiento: sobre la necesidad de un arte intelectualizado, o de lo que se podría llamar una “creatividad cognitiva”, en el tipo particular de sociedades que habitamos hoy.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Esta última pregunta requiere una metodología que sitúa el estudio de experiencias específicas dentro de un análisis general y omnicomprensivo de las relaciones sociales contemporáneas, un análisis que pueda a su vez ayudarnos a comprender los cambios en las instituciones que enmarcan las prácticas artísticas y les dan sentido y valor: los museos, por supuesto, pero también las universidades. Para desarrollar este análisis podríamos indagar en el concepto de economía cultural e informacional, o en lo que un grupo de investigadores e investigadoras en Francia ha calificado de capitalismo cognitivo, caracterizado por el ascenso del trabajo intelectual o “inmaterial” basado tanto en la cooperación y compartición de códigos abiertos como en la mercantilización o el “cercamiento” de los saberes en forma de propiedad intelectual que después se hace circular como fuente de renta[8]. Tal aproximación tiene la virtud de ayudarnos a focalizar sobre el poder de invención y la propiedad de sus productos, incluyendo las obras de arte; por tanto la mantendré en mente para referirme a ella ocasionalmente en el desarrollo de mi argumentación. No obstante, la noción de dispositivo exige un énfasis mucho mayor en las instancias materiales de poder y en las condiciones subjetivas bajo las cuales el poder se corporiza, transmite o refracta para producir diferencia. Y con esta materialidad, nos aproximamos al tipo de situaciones concretas que los y las artistas gustan de escenificar o de transformar mediante procesos de intervención.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Como Foucault explica en la entrevista arriba citada, “al decir ‘aquí está el dispositivo’ busco develar qué elementos han entrado en una racionalidad, en un conjunto dado de acuerdos [une concertation donnée]”. La idea es que se puede observar cómo situaciones sociales particulares, con sus herramientas, lógicas ynormas de comportamiento, encajan en racionalidades científicas y sistemas gubernamentales más amplios, ayudando así a consolidarlos o incluso a estructurarlos. El dispositivo, como afirma Foucault, es el sistema de relaciones entre todos estos elementos heterogéneos. Pero es también la instancia singular donde esas relaciones se rompen, se reorganizan a sí mismas, se redireccionan hacia otros propósitos.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">En las páginas que siguen, armaré una relación de tensión entre la descripción de dispositivos experimentales específicos, como los que he enumerado al comienzo, y el análisis de dispositivos más generales de poder, como los identificados por Foucault. Los efectos de este tipo de tensión aparecen con mayor claridad en las performances donde el comportamiento individual o grupal se somete a la prueba de la experiencia al interior de un marco cuidadosamente estructurado (un ambiente escenificado), él mismo concebido ora como reflejo de coacciones sociales, ora como respuesta a las mismas. Por tanto, discutiré primero una performance artística que analiza uno de los dispositivos clave del poder social en el periodo contemporáneo: los mercados financieros informatizados. Aquí veremos no las leyes abstractas de la economía global, sino las operaciones altamente individualizadas de una estructura coercitiva (en realidad, una “microestructura”) que actúa para canalizar las capacidades humanas básicas de percepción, afecto, pensamiento, acción y relación. Tomar en consideración esta performance analítica en su estatuto artístico servirá de puente hacia una discusión sobre una performance colectiva de dimensión autoorganizada y autopoética, que busca explícitamente escapar del tipo de racionalidad política que efectúa el dispositivo de los mercados financieros.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Esta segunda performance –que en realidad consiste en un tipo de experimento social en movimiento– brindará la oportunidad de teorizar un “contradispositivo” o sistema de autosuperación mientras se ve sometido a la prueba de una situación real donde están en juego las condiciones materiales de vida, trabajo y creación. Lo que está en cuestión aquí son las posibilidades, aunque también las dificultades, de cumplir la promesa que el arte contemporáneo ha formulado en tantas ocasiones: transformar las relaciones que establecemos entre nosotras y nosotros, no en un plano ideal sino en el campo abierto y problemático de la interacción social en el mundo. Finalmente, el problema de representar tal sistema de fuga –y, por tanto, el de intentar generalizarlo como modelo de disenso y contestación– nos llevará de vuelta al contexto expositivo y a tomar directamente en consideración los modos en que los museos y universidades funcionan como dispositivos normalizadores al interior del conjunto de reglas e imperativos de la economía financiarizada.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
<b>Corredores de doble filo</b><br />
<b><br />
</b></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Una de las debilidades de la izquierda es su incapacidad o falta de voluntad para vérselas con la cultura capitalista en sus formas más sofisticadas. El lugar donde se pueden observar los principales resortes del comportamiento social está en el corazón del proceso de producción. Pero la vanguardia de la producción contemporánea no es un lugar, sino la circulación ultrarápida de cifras matemáticas en la esfera financiera. ¿Y quién sabe de veras lo que hacen los corredores de bolsa, los traders de acciones, bonos y divisas? La respuesta más simple sería: lo saben los millones de personas que han sido seducidas por el comercio on-line, y especialmente los cientos de miles que utilizan Internet para conectarse diariamente a los mercados financieros mundiales. El llamado “capitalismo popular” está directamente modelado por el torbellino del comercio en manos de los especuladores institucionales: ello afecta indirectamente a la cultura cada vez más en profundidad, y más de lo que la mayoría de nosotros querríamos admitir.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El antropólogo Victor Turner nos ilustra sobre lo que una performance puede revelar: “La reflexividad performativa es la condición de un grupo sociocultural, o de sus miembros más perceptivos que actúan en representación del mismo, por la cual vuelven, se pliegan o reflexionan sobre sí mismos y sobre las relaciones, acciones, símbolos, significados, códigos, roles, estatutos, estructuras sociales, roles éticos y legales y otros componentes socioculturales que componen sus ‘yoes’ públicos”[9]. Michael Goldberg, artista australiano de origen sudafricano, ha realizado exactamente ese tipo de performance reflexiva. En octubre de 2002 llevó a cabo una serie de decisiones que le permitirían “comportarse como day trader” mientras simultáneamente analizaba el dispositivo subyacente en los mercados financieros informatizados. Con un capital inicial de 50.000 dólares australianos prestados por un llamado Consorcio de tres veteranos day traders a quienes convenció para su proyecto conversando en un chat especializado, Goldberg comenzó a comerciar artísticamente en derivados de un solo valor: News Corp., el imperio mediático global del multimillonario de derechas Rupert Murdoch.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La performance tuvo lugar durante un periodo de tres semanas en la Artspace Gallery de Sydney en otoño de 2002[10]. Se extendió a Internet por medio de un sitio web que ofrecía información sobre arte y mercado, balances generales diarios y un canal de chat; había también una línea de teléfono específica para el artista en la galería. El título era Catching a Falling Knife, “agarrar un cuchillo mientras cae”, una expresión que en jerga sirve para nombrar el manejo de valores de alto riesgo. En efecto, el contexto de la pieza era un mercado todavía maltrecho por el fracaso de la New Economy y el colapso de gigantes como Enron, WorldCom y Vivendi-Universal. El uso de derivados de News Corp. en lugar de acciones permitía a Goldberg jugar con valores en ascenso o en descenso, siendo estos últimos los más habituales en el mercado bajista de 2002. Es así como describe la instalación en la galería:</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">“El espectador o espectadora entra en un espacio desprovisto de luz natural. Tres paredes reflejan el resplandor de proyecciones digitales que cubren del suelo al techo: información en tiempo real sobre precios de acciones, gráficos cambiantes de promedios e información financiera. Los valores cambian y los gráficos se mueven, desarrollándose minuto a minuto, segundo a segundo en una secuencia de arabescos y pasos paralelos. Responden instantáneamente a algoritmos en constante desplazamiento que aparecen mediante conexiones en vivo con las bolsas globales. Una lámpara de oficina y otra de pie en la sala dispuesta para los espectadores y espectadoras descubren una mesa de despacho y un ordenador, butacas y una mesita de café con una selección de diarios y revistas financieras. En el lado opuesto, arriba de una plataforma elevada, otra lámpara de oficina ilumina la cara del artista mientras mira fijamente a la pantalla de su ordenador. Está hablando por teléfono, negociando o cerrando un trato. Abajo suyo, el continuo barrido de una pantalla LED va declarando cuáles son sus ganancias o pérdidas. A su espalda zumba una cinta de audio. La voz de un locutor busca motivarte, urgiéndote a ‘crear una imagen mental clara de cuánto dinero quieres hacer exactamente y a decidir exactamente cómo quieres ganarlo hasta que alcances a ser tan rico o tan rica como quieras’”[11].</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Mediante la proyección sobre las paredes de datos financieros e informes de la agencia Bloomberg, Goldberg buscaba sumergir al visitante o la visitante en el mundo pulsátil de información al que constantemente se enfrenta el trader en sus pantallas. La decisión de usar un servicio de correduría telefónico en lugar de invertir on-line le permitía ofrecer la expresión vocal del miedo y la avaricia que animan los mercados. La obligación de enviar informes diarios al consorcio de prestamistas –quienes habían accedido por contrato a asumir todo el riesgo, pero también las potenciales ganancias– añadían la presión de la vigilancia y la obligación personalizadas, análoga a la que el trader profesional se enfrenta en una institución financiera importante. Las tablas en tiempo real servían para traducir gráficamente la volatilidad del mercado que técnicamente se conoce por emoción. En una performance anterior, Goldberg incluso asumió la tarea de pintar sobre la pared de la galería dicha emoción convertida en gráficos, subrayando así el vínculo entre expresión individual y movimentos del mercado[12]. Esta fluctuación de precios no tiene nada que ver con los principios de funcionamiento de la industria clásica “de ladrillo y mortero”, sino que proviene de las posiciones móviles que asumen incalculables miles de breves especuladores y especuladoras, quienes buscan abrazar la corriente principal masiva cuando el precio de las acciones oscila arriba y abajo: definiendo así el perfil principal de dicha corriente y retirándose justo antes de que cambie de dirección. Realizando una performance reflexiva de su auténtico papel de day trader en el marco de este exagerado ambiente galerístico, Golberg producía un acontecimiento público a partir de la interacción íntima entre el yo especulador y el mercado tal como éste se cristalizaba en la pantalla de su ordenador.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">¿Qué se pone en juego en ese tipo de interacción? Los sociólogos suizos Urs Bruegger y Karin Knorr Cetina definen los mercados financieros globales como “constructos de saber” que surgen de interacciones individuales dentro de marcos tecnológicos e institucionales cuidadosamente estructurados aunque siempre en proceso: siempre cambiantes, siempre incompletos[13]. La variabilidad constante de estos “objetos epistémicos” los asemeja a una “forma de vida” que sólo aparece en la pantalla del trader, o siendo más precisos, por vía de su equipo completo que, en el caso específico de los cambistas profesionales que Bruegger y Knorr Cetina estudian, incluye un teléfono, un voice broker interfono, dos redes propietarias especializadas (conocidas como sistema conversacional de transacción electrónica Reuters y EBS Broker Electrónico) y varias fuentes de noticias y bases de datos empresariales, incluyendo gráficos que muestran la evolución de las posiciones recientes de cada individuo. Éstos son los elementos materiales del dispositivo mediante el cual los traders interactúan con sus pares. Resulta interesante que la primera pantalla conectada en red para mostrar precios del mercado, el monitor Reuters, fuese introducida en 1973: exactamente cuando el sistema de cambios fijos acordado en Bretton-Woods fue desmontado y se introdujeron los tipos de cambio variables, lo que condujo al tremendo aumento del volumen de transacciones que hoy prevalece (del orden de 1,5 trillones de dólares estadounidenses por día). Hoy, “la comunidad de usuarios de Reuters comprende a unas 19.000 personas localizadas en más de 6.000 organizaciones en 110 países en todo el mundo que mantienen más de un millón de conversaciones por semana”[14]. Los sociólogos hacen hincapié en que “la pantalla es un sitio constructivo en el que todo un mundo económico y epistemológico se erige”[15]. Y es un mundo al que puedes conectarte y manipular, del que puedes surgir “victorioso”. El flujo receptivo que aparece en las pantallas hace posible lo que Bruegger y Knorr Cetina llaman “relaciones postsociales”.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El término “postsocial” es obviamente una provocación; con serias implicaciones, dada la continua multiplicación de pantallas así en el ámbito doméstico como en el espacio público[16]. Sin embargo, Bruegger y Knorr Cetina no consideran la relación postsocial como una total alineación de la humanidad por un fetiche electrónico. Demuestran cómo el flujo del mercado de divisas está constituido, en parte al menos, por relaciones de reciprocidad entre traders, principalmente vía conversaciones por correo electrónico en el sistema de transacciones Reuters. También observan cómo los individuos que trabajan a grandes distancias espaciales se hacen sentir mutuamente copresentes gracias a la coordinación temporal, dado que están mirando simultáneamente la evolución de los mismos indicadores. Y mientras ilustran la autonomía relativa de que los y las traders disfrutan en su área de actividad, también muestran cómo el trader jefe controla y manipula cuidadosamente los parámetros, tanto financieros como psicológicos en base a los cuales cada individuo hace sus transacciones. De esta manera, la interacción que anima el mercado global está “incrustada” [embedded] –según el termino del antropólogo de la economía Karl Polanyi– en un tejido expansivo de relaciones sociales que componen una “microestructura global”[17]. Aún así, lo que Knorr Cetina y Bruegger afirman es que la relación suprema del trader se establece con el flujo en sí, esto es, con el constructo informacional, o lo que la temprana teoría ciberpunk llamaba “la alucinación consensual”. Es esto lo que llaman la relación postsocial: “compromisos con otros no-humanos”. El hecho existencial clave en este compromiso es el de “tomar una posición”, esto es, colocar el dinero en un activo cuyo valor cambia con el flujo del mercado. Una vez que lo has hecho, estás dentro: y entonces son los movimientos del mercado lo que más importa.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La performance de Goldberg visualiza exactamente esta ansiosa relación con un objeto casi vivo, atrayente pero inaprensible, algo así como una muchedumbre de informaciones fragmentadas, sus movimientos resolviéndose a veces en cifras de oportunidad, para disolverse segundos despues en una dispersión pánica. Goldberg explica en una entrevista que los day traders reales se preocupan muy poco de los fundamentals, las informaciones básicas sobre la salud financiera de una empresa; lo que buscan constantemente es más bien evaluar los movimientos de sus semejantes: “Prefieren mirar a lo que los gráficos les dicen sobre cómo se comportan los clientes en los mercados cada día, cada minuto, cada segundo. Obtén una imagen precisa de hacia dónde se mueve la muchedumbre para apuntarte al viaje, de ascenso o descenso, no importa”[18]. Goldberg utiliza la imagen de una película para evocar el atrevido salto que supone tomar una posición y luego cerrarla con ganancias o pérdidas, con todas las emociones que se concitan de miedo, avaricia y deseo pánico: “Me recuerda una escena de Blow Up de Antonioni en la que el personaje que interpreta David Hemmings se mezcla con fans de rock que se pelean por los restos de una guitarra que el grupo ha destrozado en el escenario al final de un concierto, lanzándola a la expectante muchedumbre. Emerge victorioso, sólo para deshacerse de la preciada reliquia que momentos después no es sino basura: el subidón de adrenalina de la búsqueda habría sido la única satisfacción real que ganar”.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">De manera semejante, Bruegger y Knorr Cetina reflexionan sobre las intensidades de un deseo en última instancia vacío, afirmando que “lo que los traders encuentran en las pantallas son sustitutos para una carencia más básica del objeto”. Para caracterizar la relación postsocial, convocan el concepto de “fase del espejo” de Jacques Lacan, donde el niño o la niña que aún no habla queda fascinado o fascinada por la visión de su propio cuerpo como una entidad completa, y al mismo tiempo desorientado o desorientada por la percepción interior de un cuerpo fragmentado, intotalizable. Subrayan que “el vínculo (el hecho de estar en relación, la reciprocidad) resulta del juego entre un sujeto que pone de manifiesto una secuencia de deseos y un objeto en desarrollo que provee a estos deseos a traves de las carencias que muestra”[19]. El ritmo del mercado en las pantallas es un modo de capturar y modular el deseo del sujeto. Pero, una vez más, este vínculo postsocial no se nos retrata como la total alineación, sino como una cultura reflexiva de intercambio dinámico y de cómo arreglárselas en situaciones difíciles que se extiende, más allá del simple objetivo de ganar dinero, hacia lo que el antropólogo Clifford Geertz, en una discusión sobre las altísimas apuestas en las peleas de gallos en Bali, llamó deep play (juego profundo)[20].</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">¿Se podría tomar la pieza de Goldberg por una celebración de este “juego profundo” en la economía financiera, como una exploración fascinada de las acciones y gestos desplegados al interior de una microestructura global, sin ninguna consideración por las macroestructuras de las que depende? La torva presencia de un retrato mural de Rupert Murdoch en el camino de entrada al espacio de la performance refuta esta lectura. El trabajo anterior del artista trataba fundamentalmente de las instituciones del Imperio británico en Australia. Aquí, especulando exclusivamente sobre el valor de News Corp., sitúa las interacciones de un day trader de corto plazo en un arco de poder que se extiende de Australia a Estados Unidos por medio de los extensivos holdings de Murdoch en Italia y Gran Bretaña. En Estados Unidos, Murdoch es el propietario del belicoso canal Fox News, pero también del Weekly Standard, la publicación privilegiada de los neoconservadores de Washington. Es partidario de la coalición de guerra Bush-Blair, y un empresario transnacional que sólo tiene cosas que ganar de la expansión del capitalismo al estilo americano. El magnate multimillonario es el maestro de una relación postsocial al nivel planetario: la relación de masas enteras de la población con las proliferantes pantallas mediáticas que estructuran el afecto público mediante una modulación rítmica de la atención orquestada a escala global[21]. La referencia a Murdoch sitúa por tanto el dispositivo galerístico en el interior de una estructura de poder imperial omniabarcante, añadiendo un significado implícito al vocabulario militar que el artista finge cuando habla de los day traders (a quienes llama battle-hardened veterans of the tech-wreck: “veteranos del naufragio tecnológico curtidos en la batalla”, haciendo notar su preferencia por este tipo de expresiones). La crítica es aquí tácita, deliberadamente minimizada; pero aun así clara. La performance expresa un brillante análisis de los modos en que la estructura microsocial de los mercados financieros está modelada y determinada por las coacciones predominantes de la macroestructura imperial, aun cuando ésta abre nuevos espacios para los múltiples juegos de la vida cotidiana. Y es así que revela el mercado electrónico, con su relación entre rostro y pantalla, entre mente deseante e información fluctuante, como el dispositivo fundamental de poder en la economía del capitalismo cognitivo.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Sin embargo, hay una pregunta más reveladora que hacer sobre esta obra y sus intenciones. ¿Trataba Goldberg de limitarse a cubrir su apuesta con esta crítica tácita, que en la peor de las situaciones serviría como una especie de valor de rentabilidad segura dentro de los márgenes intelectualizados del mundo del arte?Porque era claro que en el mejor de los casos una serie deslumbrante de operaciones provechosas generaría atención mediática, atraería masas de visitantes y crearía un succès de scandale, permitiendo al artista ganar en el plano intelectual y también en el comercial. Y Goldberg por supuesto no estaba en esto para perder (incluso si, como se ha mencionado, cualquier beneficio económico iría a parar a sus patrocinadores). Un crítico australiano describió Catching A Falling Knife como una propuesta “de doble filo”, por la contradicción ética que escenificaba entre los mundos de las financias y del arte[22]. Pero ello puede también indicar una apuesta por adoptar dos posiciones fuertes, ocupando los filos más extremos de ambos mundos. Lo que aparece aquí es la cuestión del papel político del artista, el modo en que su propia producción orienta el deseo colectivo. ¿Cómo se confronta el vínculo entre arte y finanzas sin sucumbir a la atracción de estas últimas? ¿Cómo implicarse en una relación de rivalidad o antagonismo artístico al interior de los más fascinantes dispositivos de captura del capitalismo contemporáneo?</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Llegados a este punto –precisamente cuando podríamos empezar a hablar sobre las operaciones y límites del dispositivo artístico– la performance parece caer en el silencio y retirarse a su dimensión analítica. Goldberg quizá haya querido responder exactamente las preguntas que yo he hecho, viendo en ellas el reto mayor de su investigación. O podría no haberlas tomado seriamente en consideración. No podemos estar seguros, porque la realidad no nos dio la oportunidad de poner el asunto a prueba. Perdió dinero en su secuencia de operaciones, debido, irónicamente, al hecho de que, en lugar de bajar, las acciones de News Corp. tendieron a subir. Y por eso sólo podemos juzgar sus intenciones a partir de sus conclusiones que, hay que decirlo en su favor, fueron realizadas antes del final de la performance: “Creo que el valor real del proyecto adoptará la forma de interrogantes que surgirán de los oscuros recovecos de sus improbabilidades y no del espectáculo resultante de cumplir con éxito sus expectativas”[23].<br />
<br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><b>Cartografía descarrilada</b><br />
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</b></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Al remarcar los vínculos entre la vida cotidiana y las complejas operaciones de los mercados financieros, la performance de Goldberg expone el dispositivo básico del poder en el capitalismo cognitivo. Pero, como acabamos de ver, da casi literalmente por sentadas las preguntas más importantes que conciernen a la práctica artística. La primera, ¿cómo se ven las microestructuras del arte afectadas por la “urgente necesidad” del poder en nuestro tiempo, a saber, la necesidad de integrar a las poblaciones productivas en la economía globalizadora? Y la segunda, ¿cómo articular un acontecimiento improbable en, contra o a pesar de las operaciones del dispositivo artístico?</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Estas preguntas se vuelven mucho más importantes cuando tomamos en consideración el grado al que los entornos estéticos pueden ser actualmente manipulados con fines de control comportamental. Para obtener una idea de las técnicas en uso basta con abrir un manual como Experimental Marketing de Bernd Schmitt[24]. Compara la publicidad tradicional, que pone en relieve las supuestas cualidades del producto, con lo que llama un “marco de gestión de las experiencias del consumidor”. Este marco holístico requiere la habilidad de alcanzar “las experiencias sensoriales, afectivas, cognitivo-creativas y físicas, así como modos de vida enteros y las experiencias social-identitarias de un grupo o cultura de referencia”. Schmitt cita al gurú de la gestión Peter Drucker: “Hay una sola definición válida de la intención de los negocios: crear un cliente”. Y con esta frase, la noción algo abstracta de biopoder se vuelve concreta. El biopoder es el intento de establecer los horizontes psicológicos, sensoriales y comunicativos de la experiencia del cliente. Aún más reseñable es la sugerencia que Schmitt hace de construir una cultura corporativa capaz de llevar a cabo tal tipo de publicidad: lo que pide es un tipo de “organización orientada a la experiencia”, basada en “una cultura dionisiaca, en la creatividad y la innovación, que mire a vista de pájaro, favoreciendo para los empleados y empleadas un medio ambiente físico atractivo, crecimiento experiencial e integración al trabajar con otros agentes”. El biopoder es, a este nivel, el intento de orquestar la energía creativa vital, o el poder de invención, de la fuerza de trabajo gestora. Lo que está en juego en esta creación de una instancia manipuladora y de sus productos son las capacidades humanas básicas: percibir, afectarse, pensar, actuar, relacionarse.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Lo que Jon MacKenzie llama “performance management”, o lo que Maurizio Lazzarato describe como “crear mundos” para los empleados y empleadas, consumidores y consumidoras de las corporaciones, es en realidad un conjunto altamente codificado de prácticas estéticas para la gestión de nuestras mentes, de nuestro sensorio común: prácticas que están hoy operativas a lo largo de los estratos socioeconómicos medios y altos de las sociedades occidentales, los estratos donde tal gestión de la experiencia puede ser rentable[25]. En el lenguaje de Félix Guattari, podríamos hablar de una “sobrecodificación” de la experiencia. Lo que Guattari designa con esta palabra es la instauración de modelos abstractos de comportamiento colectivo, así como la utilización de tales modelos como líneas maestras para la fabricación de medio ambientes reales, expresamente producidos para condicionar nuestro pensamiento, afectos e interacciones. La sobrecodificación del medio ambiente se basa en investigaciones cibernéticas, en la cuales los actores humanos se insertan en matrices de equipamientos e información, los cuales ofrecen una gama de elecciones posibles cuya naturaleza, extensión y efectos de feedback ejercen a su vez una influencia decisiva en lo que pueden percibir, sentir, decir y hacer[26]. En respuesta a tales manipulaciones medio ambientales e informacionales, Guattari intentó continuamente implicarse en experimentos colectivos en los que los grupos conscientemente estructuran los contenidos de su propio sensorio, creando ambientes interactivos y confrontacionales cuyos parámetros se podían transformar mientras el proceso de experimentación se desplagaba. Formaba parte del juego hacer que el lenguaje codificado encontrase sus propios límites, como en el caso paradójico, perfilado por pensadores como Heinz von Foerster o Gregory Bateson, de un sistema cibernético que va más allá del simple feedback para cambiar sus propias reglas de funcionamiento. Más allá de estos pensadores, la práctica del análisis institucional buscaba lanzar un calculado pero irreductible grano de locura a la racionalidad cibernética de las sociedades contemporáneas, para ayudar a la gente a abandonar las coacciones formalizadas, incluso las del propio proceso de análisis, cuando ya no sirvan a ningún propósito.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">En sus últimos trabajos, particularmente en los libros Caosmosis y Cartografías esquizoanalíticas, Guattari buscaba construir “metamodelos” del proceso autosuperador. Esbozó diagramas que mostraban cómo la gente que participa en un territorio existencial dado viene a movilizar la consciencia rítmica de fragmentos poéticos, artísticos, visuales o afectivos –los ritornelos de lo que llamó “universos de referencia (o de valor)”– para desterritorializarse dejando atrás el suelo familiar comprometiéndose en nuevas articulaciones. Éstas tomarían la forma de flujos energéticos que implican componentes económicos, libidinales y tecnológicos (flujos de dinero, significantes, deseos sexuales, máquinas, arquitecturas, etc.). Explicó cómo estos flujos maquínicos se transforman continuamente por contacto con los phylum de varios códigos simbólicos, que incluyen saberes jurídicos, científicos, filosóficos y artísticos formalizados[27]. Se trataba de sugerir cómo un grupo puede actuar para metamorfosearse, para escapar de la sobrecodificación que intenta fijarlo en una posición, y producir a cambio nuevas figuras, formas, constelaciones; en breve, configuraciones materiales y culturales originales que son inseparables de enunciaciones colectivas. Esto es lo que Guattari llama un agencement collectif d’énonciation, lo que yo traduzco como “articulación de enunciaciones colectivas”.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Ahora quiero examinar un intento ambicioso de llevar a cabo este tipo de experimento en los bordes del conocimiento, organizado por un grupo de tamaño mediano en septiembre de 2005: una conferencia y acontecimiento artístico que tuvo lugar en la línea ferroviaria entre Moscú y Beijing, en los pasillos, literas y vagones-comedor del tren Transiberiano. Unas cuarenta mujeres y hombres –filósofos, artistas, tecnólogos y teóricos sociales– se reunieron para que sus discursos y prácticas se sometieran a la prueba del movimiento más allá de las fronteras. El viaje estaba enmarcado en un análisis del sistema de coacciones que pesa sobre la colaboración humana al nivel biopolítico, esto es, el nivel en el que el proceso elaborador de cognición, imaginación, discurso y afecto viene a tramarse con las capacidades sensoriales y motoras del cuerpo vivo. Atravesar el continente euroasiático –uno de los grandes escenarios de lucha geopolítica contemporánea– en un pequeño grupo en situación de comunicación intensiva sería un modo de explorar la naturaleza y los límites de estas coacciones. En este marco, la facultad de poiesis, es decir, de hacer, crear, dar forma, afecta no sólo a materiales o discursos, sino sobre todo a las potencialidades energéticas y relacionales de la vida misma.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El proyecto, entre cuyos socios se contaban departamentos universitarios y un museo de arte, se hizo público mediante la revista web del grupo ephemera, dedicado a “la teoría y la política en organización”. Una de las maneras de interpretar el experimento es entenderlo como un intento de modelar teóricamente una repetición artística de los procesos de organización que están en el origen de las grandes contracumbres y foros sociales que han marcado el horizonte de la política contemporánea (y a los que ephemera ha dedicado un muy interesante monográfico). Pero podría también entenderse como una deliberada subversión del modo en que la universidad produce conocimiento: una paradójica deriva a lo largo de las curvas fijas de la línea ferroviaria, una especie de “deriva continental” hacia posibilidades inexploradas. El título del acontecimiento era Capturing the Moving Mind: Management and Movement in the Age of Permanently Temporary War (Capturar la mente en movimiento: gestión y movimiento en la era de la guerra permanentemente temporal). Cito de la convocatoria inicial:</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">“En septiembre de 2005 tendrá lugar un encuentro en el tren Transiberiano de Moscú a Beijing vía Novosibirsk. El propósito de este encuentro es ‘cosmológico’. Querríamos reunir un grupo de personas, investigadoras e investigadores, filósofos y filósofas, artistas y otra gente interesada en los cambios que están en marcha en la sociedad, gente que se comprometa a cambiar tanto la sociedad como su propia imagen en movimiento, una imagen del tiempo”[28].</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Este “experimento organizativo” parte del estado de ansiedad existencial e inquietud ontológica que resulta inevitablemente de cualquier suspensión de las estructuras de control y de los imperativos de producción que normalmente actúan para canalizar la hipermovilidad de los individuos flexibles. ¿Qué podría acaecer por la movilidad de una mente múltiple dentro del largo, estrecho, compartimentado espacio de un tren que serpentea atravesando la tierra baldía siberiana? ¿Qué formas de discurso intelectual y práctica artística podrían surgir entre los miembros de un grupo vinculado y dislocado? ¿Y qué sucedería en las paradas, en Moscú, Novosibirsk y Beijing, donde se organizaban conferencias con colegas universitarios estables? Al intentar corporeizar el sentido contemporáneo de precariedad de la vida, inculcándole una poética de la movilidad y la fuga, el proyecto buscaba generar un imaginario del encuentro. Dos participantes, reflexionando sobre “las jerarquías explícitas y ocultas” de las diferentes formas de trabajo precario, expresaron este imaginario en términos directamente políticos: “Una de las tareas más urgentes es que estos diferentes tipos de precariado… se unan en un encuentro real. Lo que se necesita es una conciencia de clase para el conjunto del trabajo precario que permita a todo el precariado ver sus relaciones mutuas y su interdependencia”[29].</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La pregunta es: ¿cómo comenzar a moverse hacia tal objetivo? ¿Cómo lanzar un movimiento de la mente en el interior de las múltiples coacciones del capitalismo cognitivo? La manera en que se enmarcaba el proyecto –el modo de anunciarlo y de formular sus problemáticas– es una de las claves del intento. Buscaba establecer los horizontes que una práctica improvisadora explorará, y en última instancia deconstruirá, en el curso de una experiencia transformadora. En el centro de este esfuerzo había un documento de “toma de posición” que interpretaba las principales ideas de los últimos quince años sobre el carácter flexible, móvil, no jerárquico del trabajo posfordista. El documento enfocaba las maneras en que los procesos colaborativos se guían, canalizan e instrumentalizan mediante las estrategias de control de los medios de comunicación. Esta “captura de la mente en movimiento” se situaba en el contexto del estado de guerra temporal sin fin: un conflicto caracterizado por la doctrina Bush de la guerra preventiva, que aquí se consideraba la expresión máxima del intento de controlar las fuentes de posibilidad humana.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El análisis culminaba en la definición de “una nueva forma de control y organización” que es fundamentalmente arbitraria: “Opera sin legitimación institucional, o bien su lógica y fundamentos parecen cambiar de un día a otro: es el poder sin logos, esto es, el poder arbitrario o el poder puro, el poder sin ninguna relación permanente con la ley, la norma o alguna tarea particular”[30]. Y esta forma contemporánea de poder se pone en relación con la fluctuación de las divisas: “Mientras que la disciplina estaba siempre relacionada con las monedas acuñadas que tenían el oro como estándar numérico, el control se basa en tasas de cambio de libre flotación, en la modulación y organización del movimiento de divisas. En breve, intenta seguir o imitar los movimientos y los cambios como tales, sin prestar atención a sus contenidos específicos. La economía del conocimiento es la continuación del capitalismo sin fundamentos, y el poder arbitrario es su forma lógica de organización”.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Es ésta una crítica explícita del mismo dispositivo que Goldberg analizaba en su performance. El poder arbitrario existe como amenaza coercitiva a la movilidad subjetiva: ésa es la “posición” que toma el documento. Pero su disposición es performativa, busca producir “una performance de movimiento”, está orientada a un “teatro del futuro”. La conclusión del texto hace referencia a un extraordinario pasaje de Diferencia y repetición en el que Deleuze contrasta la movilidad filosófica de Kierkegaard y Nietszche con la “mediación” y “falso movimiento” de la representación en Hegel: escribe Deleuze que para aquéllos “no es suficiente proponer una nueva representación del movimiento; la representación es ya mediación. Más bien, la cuestión es producir dentro de la obra un movimiento capaz de afectar la mente fuera de toda representación; es cuestión de hacer del propio movimiento una obra, sin interposición; de sustituir las representaciones mediadoras por signos directos; de inventar vibraciones, rotaciones, remolinos, gravitaciones, danzas o saltos que toquen directamente la mente”[31].</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Todos los elementos del aparato que enmarca el proyecto parecen converger en esta ambición de ir más allá de la representación con el fin de afectar los movimientos de la mente, dar forma al despliegue de un proceso que se capturará en los raíles de la línea transiberiana pero que permanecerá incierto en sus resultados. Y la misma ambición, o el deseo de enfrentar la misma paradoja desestabilizadora, se puede observar en las propuestas del propio viaje, que oscilan desde experimentos conceptuales en ciencias sociales hasta proyectos artísticos y performances por medio de invenciones tecnológicas tales como una emisora de radio en el tren y una plataforma Mobicasting para la transmisión en vivo de imágenes digitales a un emplazamiento lejano en un museo finlandés. Lo que está en juego aquí es un experimento de contramodulación: un intento de aferrar el potencial sobrecodificado y canalizado por el signo monetario para empujarlo a un movimiento libre. Aún así, es precisamente respecto a esta ambición que surge la más profunda ansiedad: “¿Pero cuál era realmente la diferencia entre nuestro experimento y los llamados reality-shows televisivos como Gran Hermano? ¿O estábamos sencillamente imitando el modelo de producción posfordista, en el que mezclar diferentes roles y competencias, artes y ciencias, es el método básico para poner a trabajar no esta o aquella habilidad particular, sino la facultad de ser humano como tal? ¿O acaso nos hemos comprometido en un espectáculo, un seudoacontecimiento, un falso acontecimiento de mercadotecnia del movimiento y del cruce de fronteras sin capacidad o separado de toda capacidad real de experimentar y comprometernos en ello?[32].</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Frente a esta ansiedad, los intentos de afrontar las contradicciones del viaje parecen gravitar alrededor de eventos performativos espontáneos, registrados e interpretados por los y las participantes. El primero fue un momento de vagabundeo espacial sobre los andenes de la estación en el puesto fronterizo ruso de Naushki, en respuesta a la rígida disciplina de los guardias que patrullan una frontera soberana. Mientras esperaban la llamada de regreso al tren, miembros del grupo trazaron caminos abstractos sobre los andenes frente a la aduana como forma sublimada de resistencia. “Juntos y juntas crearon una especie de patrón generador, fabricando curvas e interrupciones, relaciones de proximidad, distancia y contacto, ilegibles para las técnicas de frontera, pero que de alguna manera la existencia de ésta permitían”, escribieron dos de los participantes[33]. Las ambiciones teatrales del proyecto vuelven a surgir aquí, junto con las imágenes del texto de Deleuze: “vibraciones, rotaciones, torbellinos, gravitaciones, danzas o saltos que directamente tocan la mente”. El deseo es el de encontrar una experiencia autotransformadora. Pero los propios participantes sospechan de ese deseo: “Lo que pusimos en juego era una especie de cifraje. Pero uno que no pedía ser descifrado, que se negaba a revelarse y a etiquetarse, retrospectivamente, como un acto de transgresión”.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La localización en la frontera, el impulso por desnormalizar la experiencia de cruzarla, la noción misma de transgresión, todo ello evoca los estados “liminoides” descritos por el antropólogo Victor Turner. El comportamiento liminoide lo define Turner como un tipo de rito de paso moderno, un fluir sin anclaje de la communitas de la experiencia tradicional, que tiende hacia la invención, la disrupción, incluso la revolución. Éste era el gran sueño de la performance en la década de 1960, epitomizada por el Living Theater[34]. Pero tal drama manifiesto, del tipo que puede escenificarse en una protesta política o en una contracumbre, es precisamente aquello que no se ofrece al grupo del tren. En su lugar, se remiten a una típica resistencia posmoderna, formulada lingüísticamente como una interrupción momentánea de la gramática coactiva, inseparable de una restauración inmediata de las reglas[35]. Esta restauración forzada quedaba subrayada por la severidad de los guardias que se encontraron en la misma línea del tren media hora después: “Para cruzar la frontera, como quedó claro en Sukhbaatar, la ciudad fronteriza mongola, uno se ha de poner en pie para declarar quién es. Por eso el grupo optó por levantarse y enfrentarse a sí mismo en su condición altamente móvil y libre de desplazarse, mientras que cada uno por separado había de mantenerse quieto frente a los guardias en tanto que individuo y ciudadano”[36]. Esta declaración autocontradictoria señala la consciencia de que la movilidad de la mente colectiva no puede borrar y ni siquiera desafiar abiertamente la disciplina individualizadora y la vigilancia ritualizada del Estado nación. Las palabras “individual” y “ciudadano”, en este contexto en el que la supuesta multitud entrega sus documentos de identidad a la mirada de los guardias de fronteras, significan algo así como admitir la derrota. La pregunta que surgía era cómo continuar.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La siguiente performance intentaba responder a esa pregunta, pero recurriendo a la transgresión que la primera rechazaba. La acción tuvo lugar en Beijing, en el complejo artístico Factory 798. Uno de los viajeros, Luca Guzzetti, sociólogo en la Universidad de Génova, entró en lo que habitualmente sería un estudio cerrado, que contenía la exposición Rubbishmuseum del artista coreano Won Suk Han. Entre las obras expuestas había apilado un cajón de arena tóxica llena de colillas apagadas, de más de un pie de profundidad. “Con frecuencia, cuando vas a una exposición de arte contemporáneo tienes el problema de averiguar si la pieza de arte que tienes enfrente supuestamente está para ser tocada y usada o sólo para ser mirada”, reflexiona Guzzetti. “Sucede que, en la incertidumbre, te quedas mirando algo con lo que en realidad deberías interactuar o, más raramente, que tocas algo que sólo deberías mirar. En ese estudio de Factory 798 estuve seguro del uso del recipiente de arena, y salté”[37].</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Otros dos viajeros convencieron a Guzzetti de que rehiciese el salto para registrarlo en fotos y vídeos, transformando así una acción espontánea en una performance deliberada, y provocando una discusión acalorada entre diferentes facciones del grupo sobre el tipo de comportamiento adecuado para tratar el arte. La controversia continuó durante la noche, despertando lo que algunos consideraban sentimientos reprimidos acerca de la exclusión de un participante al comienzo del viaje, por haberse emborrachado y perdido el pasaporte. Merece la pena hacer notar que el mismo Guzzetti considera que la discusión fue inútil, mientras que el autor de Rubbishmuseum, Won Suk Han, encontró que el salto de Guzzetti fue un uso excelente de su trabajo. Dijo lo siguiente: “No le hubiera dejado saltar solamente sobre los gusanos, sino que hubiéramos hecho algunas performances sobre mi trabajo juntos. Me hubiera gustado hablar más con él, porque pienso que podríamos llegar a ser excelentes amigos”[38].</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El salto y la consiguiente discusión aparecen como el anhelado momento de liminalidad, el inevitable acto de transgresión que acaba por aportar el material representacional para el conjunto del experimento. La revista de arte finlandesa Framework contiene tres artículos dedicados a él, y el número correspondiente de ephemera contiene seis, incluyendo un complejo ensayo de la artista Bracha Lichtenberg-Ettinger, quien ve el acto como una ocasión del grupo para entrar en lo que llama “un espacio fronterizo matricial” donde poder comprometerse en una “copoiesis”[39]. Los vídeos del suceso revelan cómo ella hizo hincapié en el gesto de Guzzetti para provocar una confrontación tanto afectiva como filosófica: como si respondiera a un deseo colectivo de producir una verdad existencial. Desde fuera, sin embargo, la secuencia completa del acontecimiento se nos aparece como una especie de psicodrama, con la intensidad pero también los límites que la palabra sugiere. En efecto, uno se puede cuestionar lo que este tipo de verdad produce, o cómo contribuye, mediante su estatuto público como arte, a dar una orientación más amplia al deseo colectivo. Y ésta era la pregunta de Foucault en su trabajo tardío sobre la subjetivacion en las sociedades capitalistas avanzadas: “¿A qué precio pueden los sujetos decir la verdad sobre sí mismos?”[40].</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La manera en que la historia de El salto y la representación de todo el proyecto viene a girar en torno al tema de la copoiesis sugiere el poder que la “voluntad de saber” tiene en la era posfordista: una preocupación casi obsesiva por las energías subjetivas, focalizada sobre los misterios productivos de la cooperación y la creatividad. En otras palabras, el precio de la verdad –al menos en los circuitos artísticos y académicos– parece ser una preocupación por evaluar las fuentes, expresiones y usos de la energía vital de un grupo. Lo que tiende a desaparecer en este proceso de evaluación en que se convierte la autorepresentación del grupo, es la vasta topografía del viaje en sí: todo un continente, las ruinas desmoronadas del proyecto soviético, el crucial territorio geopolítico de Asia Central y el encuentro con las nuevas fuerzas productivas de China. ¿Ha sido todo ello olvidado al limitar el enfoque a las dinámicas de grupo?</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El material representacional puede dar esa impresión; pero también depende de a quién preguntes, de qué obras ves o qué textos lees. El destino de Capturing the Moving Mind es ser al mismo tiempo un proyecto colectivo e irrevocablemente múltiple: más allá de cada punto de concentración, revela otras vías de bifurcación, otras geografías, otras posibles interpretaciones.<br />
<br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><b>Conclusiones</b><br />
<b><br />
</b></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">En su definición más intrigante, más vital y más convincente, el arte se ha convertido en un complejo “dispositivo”: un laboratorio móvil y un teatro experimental para la investigación y la instigación de la transformación social y cultural. En el mismo movimiento, lo que anteriormente se llamaba crítica ha abandonado su anticuado rol de describir y evaluar obras de arte singulares, y busca a cambio unirse a los flujos proyectuales, donde en el mejor de los casos puede ejercer efectos desterritorializadores, mediante la evocación de imágenes elusivas y la aplicación de códigos analíticos nítidamente delineados. Lo que se pone en juego en el nuevo arte es la toma de decisiones sobre cómo delimitar grupos productivos (constituyendo relaciones estructurales con parámetros únicos) y al mismo tiempo provocar desplazamientos (comprometiéndose en procesos de autorreflexión e intervención sobre esas estructuras constitutivas). De esta manera, los grupos responden experimentalmente a esforzados intentos, tan comunes hoy en la sociedad, de establecer los horizontes psicológicos, sensoriales y comunicativos de la vida con fines manipulativos.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La experimentación de este tipo implica una incertidumbre flotante, que no disminuye sino que aumenta de acuerdo con la sofisticación de los recursos tecnológicos, discursivos, artísticos y científicos que se convocan para estructurar los proyectos. La contribución de Guattari (o de manera más amplia, la del análisis institucional) fue revelar los componentes simbólicos múltiples que operan en estas versiones complejas de la deriva, y que liberan una cibernética expandida para el uso desviado de los modernos constructores del antiguo Narrenschiff (la alegórica “nave de los locos” narrada por Sebastián Brant, ilustrada por Durero, pintada por El Bosco y filmada por Fellini). Pero en cada banco de arena o cambio de dirección del viento, quienes habrán de cortar todos sus lazos con las normas de la sociedad tienen que preguntarse qué dispositivos más amplios o más ágiles pueden ponerse en funcionamiento con el fin de canalizar las corrientes y guiar los flujos. ¿Cómo pueden los experimentos emancipadores ser capturados en las redes productivas de la economía contemporánea? ¿Cómo deberíamos entender las relaciones de tensión que casi invariablemente surgen entre la catálisis de enunciaciones colectivas y dos de las principales instituciones del capitalismo cognitivo, la universidad y el museo?</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La figura clásica del dispositivo es el panóptico de Bentham. Todo el mundo recuerda sus elementos: un edificio anillado con una torre central, celdas largas y estrechas con ventanas al fondo, prisioneros expuestos claramente a la luz. Las ventanas de la torre están equipadas con persianas para que el prisionero nunca esté seguro de si el guardián está presente; por tanto, aquél se comporta siempre como si estuviera bajo la mirada del observador. Como todos los dispositivos sociales, el panóptico estaba funcionalmente sobredeterminado: podía utilizarse como prisión, manicomio, barracón militar, hospital, fábrica, escuela. Podía servir para aislar personas peligrosas o inútiles, para prohibirlas en la sociedad, pero también podía servir para modelar sus objetos disciplinarios convirtiéndolos en fuerza productiva, integrándolos como soldados, trabajadores o burócratas. Su función era convertir la confusa, comunicativa, contagiosa masa de la muchedumbre en individuos distintivos, conocibles, controlables. Foucault subraya este punto: “Cada individuo, en su lugar, se encuentra confinado con seguridad en una celda en la cual es observado de frente por el supervisor; pero las paredes laterales le impiden estar en contacto con sus compañeros. Es visto, pero no ve; es objeto de información, nunca un sujeto en comunicación”[41].</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La descripción del panóptico en Vigilar y castigar (1975) inaugura la noción de dispositivo. El libro marca la culminación del largo esfuerzo de Foucault por distinguir entre las técnicas normalizadoras del poder disciplinario y las decisiones jurídicas del poder soberano. Pero consideremos ahora el segundo uso, asombrosamente diferente, de esta misma noción de dispositivo en el primer volumen de La voluntad de saber publicado sólo un año después. Foucault discute aquí el “dispositivo de la sexualidad”: un vasto conjunto de discursos, tecnologías, figuras literarias, prácticas corpóreas, conceptos científicos e intervenciones médicas que se extienden mucho más allá de los placeres del cuerpo. El dispositivo de la sexualidad se concibe como aquello que nos hace hablar, lo que nos hace sujetos en comunicación. O bien, es lo que nos hace sujetos privilegiados del discurso burgués sobre los mejores usos de su propia energía vital, sea para el director espiritual cristiano en el siglo XVI o para el psiquiatra decimonónico. Foucault desafía lo que llama “la hipótesis represiva”. Observa que cuando las formas restrictivas del control institucional se impusieron finalmente a través de todo el espectro de clases sociales en la segunda mitad del XIX, el psicoanálisis surgió casi inmediatamente para ofrecer a la burguesía una nueva tolerancia de sus propias prácticas y una nueva liberación del sexo en el lenguaje. Lo que analiza en La voluntad de saber es menos una estructura coercitiva que una transformación guiada. La figura que vislumbramos ya no tiene la forma claramente delineada de un círculo con un eje central que se prolonga en una estructura radial, en realidad no tenemos en absoluto una figura: lo que aparece en su lugar es una malla en continuo despliegue de discursos, miradas y relaciones. Aún así, este dispositivo relacional sigue siendo productivo. Corresponde a “esa época del spätkapitalismus en la que la explotación del trabajo asalariado no exige la misma coacción violenta y física que en el siglo XIX, y donde las políticas del cuerpo no requieren la elisión del sexo o su restricción exclusiva a la función reproductiva; se basa a cambio en una canalización múltiple hacia los circuitos controlados de la economía: hacia lo que se ha llamado una desublimación hiperrepresiva”[42].</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Obviamente, he estado pensando en este pasaje desde el comienzo, cuando me he referido a la llamada telefónica de James Lee Byars al sexólogo Kronhausen. En la primera conversación extensa que se reproduce en las páginas que el catálogo de Laboratorium dedica a The World Question Center, Kronhausen dice: “Bueno, en lugar de expresarte una pregunta, lo que te puedo decir es que nos estás llamando, a mi mujer y a mí, en un día muy especial. Porque hoy hemos presentado por vez segunda nuestro film Freedom to love, que filmamos en Holanda en junio pasado, al comité de censura alemán, y han sido muy liberales, muy generosos, muy imparciales, y han autorizado el film, que tiene un contenido erótico muy fuerte pero sin constituir una amenaza mayor”. Esta sexualidad nuevamente desenfrenada, pero sin amenaza, es exactamente lo que Marcuse, en El hombre unidimensional, había identificado como la “desublimación hiperrepresiva”: un mecanismo de control para la sociedad hiperproductivista, más allá de los antiguos frenos morales e interdicciones.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La idea no es sugerir ahora que la exposición Laboratorium tenga alguna obsesión secreta con el sexo, porque no es el caso. Y también es verdad que Foucault no volvió nunca más a apuntar a un dispositivo de poder con la precisión arquitectónica del panóptico: ni siquiera el famoso diván de Freud, que parece atormentar al volumen introductorio de La voluntad de saber. Sin embargo, para una época genuinamente obsesionada con la productividad inmaterial de su propia energía creativa, creo que el museo-laboratorio podría servir como un ejemplar dispositivo de poder. Y parece que una versión a gran escala de este dispositivo se está construyendo ahora mismo, en Gran Bretaña, en el University College de Londres. Nos podríamos preguntar solamente: ¿cómo hubiera reaccionado Foucault al saber que este dispositivo de poder para el capitalismo tardío o la era posfordista ha sido concebido bajo el patrocinio intelectual directo de Jeremy Bentham y que se llama Museo Panóptico?</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Para los lectores y lectoras de Vigilar y castigar la referencia es casi macabra: como el esqueleto de Bentham vestido en ropa informal y sombrero que todavía se preserva con su cabeza de cera en el famoso Auto-Icon en la planta baja del University College de Londres (UCL). Pero no hay ironía alguna en la propuesta del UCL. El principio del nuevo museo es la productividad humana: “El nombre del edificio, que deriva del griego y significa ‘todo visible’, encapsula la audaz imagen pública que el UCL tiene para su futuro y el futuro de sus colecciones únicas… A los visitantes se les animará no sólo a implicarse en las exposiciones y temas sino también a relacionarse con los académicos, investigadores y conservadores mientras éstos trabajan para revelar la importancia histórica de ciertos artefactos y llevan a cabo un trabajo de preservación esencial… Los académicos, también, se beneficiarán ampliamente de las modernas facilidades de las salas de conferencias, salas de estudio y el laboratorio de conservación, que permite el examen detallado de muchas cosas raras y valiosas”[43]. Y la descripción finaliza con una nota fabulosamente optimista: “¡Ver a la gente trabajando es una excelente idea!”.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El Museo Panóptico es un caso ejemplar del destino de las prácticas culturales bajo el régimen de capitalismo cognitivo. Efectivamente, todo el UCL se ha convertido en una máquina de añadir valor atravesada por la colaboración público-privada y orientada a la producción de propiedad intelectual. La educación es ahora una especulación sobre el potencial humano en la que la conducta de los y las estudiantes, profesoras y profesores, se somete a un escrutinio tan detallado como los valores de cambio en los gráficos y pantallas de los traders postsociales. Por supuesto, el énfasis no se pone aquí en el control restrictivo, sino en la motivación y la invención desbordantes, desarrolladas en sistemas reticulares abiertos mediante la explotación de lo que teóricos de la gestión como Ronald Burt llaman “agujeros estructurales”. Lo que se nos permite decir, lo que se nos fuerza a decir, lo que se nos impide decir: todo eso cambia bajo tales condiciones.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">En su curso en la Sorbona de 1978-79 Foucault desplazó el foco de su investigación de los procedimientos normativos del régimen disciplinario hacia el modo liberal de gubernamentalidad, en el que el poder se ejerce “no sobre los jugadores, sino sobre las reglas del juego”. Esto le condujo a estudiar al economista de la Escuela de Chicago Gary Becker y su teoría del capital humano, que sostiene que los individuos siempre calculan el valor económico potencial, no sólo de su educación, sino también del matrimonio, la crianza de los hijos, el delito, el altruismo, etcétera. Foucault veía este modelo del sujeto económico como la piedra fundacional de una nueva racionalidad política, en torno a la cual nuevos tipos de instituciones podían ser construidas. Al final de la larga recesión de la década de 1970, y al comienzo de lo que vendría a conocerse como globalización, reconocía que esta inquietud por el valor de sí podía ser instituida como una serie de mercados, reemplazando las formas tradicionales del Estado de bienestar y formando el núcleo de una política de crecimiento que ya no estaría centrada en las inversiones en capital fijo y la gestión del trabajo físico, sino una que “estaría precisamente centrada en exactamente las cosas que Occidente puede modificar con mayor facilidad, [esto es,] el nivel y la forma de inversión en capital humano”[44]. Una transformación de largo alcance de las instituciones del mundo desarrollado –que generalmente se conoce como “neoliberalismo”– viene a ser el precio final de expresar la subjetividad propia cuando uno se remite, para hacer efectiva tal expresión, a los términos econométricos de Becker.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Los resultados de este desplazamiento se pueden observar en el desarrollo aparentemente sinfín de los procedimientos de identificación del potencial productivo en el lugar de trabajo, que van de los tempranos “círculos de calidad” de las fábricas japonesas de la década de 1980 hasta las técnicas estadounidenses de “gestión total de la calidad”, o una práctica más reciente como la “evaluación en 360 grados” o “evaluación panorámica”, donde toda una organización se somete a sí misma vía Internet a la crítica recíproca de todos y todas sus colaboradores y colaboradoras. Estas técnicas representan una transformación profunda o una “transvaloración” del dispositivo panóptico, que elimina su torre central y el poder asimétrico del ojo oculto, liberando las miradas evaluadoras para que circulen al interior de una red multicanal. El panóptico se convierte en panorámico ya que la disciplina desaparece en favor de la motivación de sí, de acuerdo con principios liberales. Efectivamente, el Museo Panóptico del UCL es la utopía benthamiana de una sociedad perfecta, donde incluso las amenazas menores se han eliminado, donde la disciplina correctiva ya no es necesaria, donde la energía vital se ha vuelto íntegramente productiva, no sólo en el discurso, sino en todas las actividades de creación.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">¿Cómo pueden los y las artistas e intelectuales salir de tal dispositivo, que ha entrado en perfecta sincronía con las operaciones de los mercados financieros informatizados? Lo que parecía más prometedor en el proyecto transiberiano era la ambición de abandonar los circuitos integrados de la economía del congreso-exposición-festival con el fin de buscar espacios de resistencia a las tres formas principales del poder: la soberanía, que excluye y ejerce el sacrificio de la vida nuda; la disciplina, que normaliza cuerpos dóciles para el mando jerárquico; y finalmente los mecanismos liberales de incitación, que animan al individuo a especular constantemente con su propio valor en términos monetarios. Claramente, las tres formas (que corresponden a las tres principales fases del capitalismo: acumulación primitiva mediante la esclavitud; explotación del trabajo asalariado en el sistema fabril; canalización del potencial cognitivo en la economía informacional) están operativas en el mundo contemporáneo. Hoy día, estas diferentes formas de poder están enredadas simultáneamente en las operaciones de una economía financiera-industrial-bélica que se vuelve cada vez más amenazadora, sea en los campos de batalla y en las emboscadas de Irak, en las fábricas interminablemente explotadoras de la China contemporánea o en los perímetros sublimadores de los “parques del conocimiento” occidentales, que luchan por recuperar ventaja competitiva preparando a los y las ciudadanas para la invención de propiedad intelectual. Lo que quizá sea lo más “arbitrario” del poder arbitrario que parece guiar esta triple danza desencajada es su habilidad para cegar a sus sujetos ante el conjunto aparentemente inexorable de determinismos que les hacen participar en el flujo detalladamente controlado de un viaje hacia el desastre.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El concepto de “juego profundo” –o la cualidad de exceso artístico que Bruegger y Knorr Cetina querían transferir de los gallos de pelea balineses de Clifford Geertz a sus propios traders—es, curiosamente, otra invención del incansable pensador Jeremy Bentham[45], quien lo usó para describir la actividad irracional de jugadores inveterados, cuyos excesos especulativos no podrían resolverse mediante el cálculo de su placer individual, teniendo por tanto que ser prohibidos por la ley. Geertz buscaba ir más allá de este tipo de moralización superficial: pensaba que el juego profundo de los jugadores balineses representaba la arena donde se encuentran el yo y el otro, una afirmación del lazo social. Pero en otra vuelta de tuerca, es esta irracionalidad especulativa la que se encuentra ahora en el corazón del lazo autonegador y en última instancia autodestructivo en la era de la utopia postsocial benthamiana totalmente cumplida. Y es esto lo que se nos enseña a calcular, lo que se nos anima a crear en el campo cultural.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Lo que hay que entender, expresar y después desmantelar y abandonar en el movimiento de la experiencia artística son las modalidades concretas por las que nosotros y nosotras –que formamos parte, aun sin quererlo, de las clasesmedias gestoras del planeta– participamos mediante nuestro propio trabajo en el despliegue concreto de los dispositivos de poder soberano, disciplinario y liberal, y en la profunda locura sistémica que en conjunto constituyen. He enfocado las relaciones entre las esferas culturales y financieras como una articulación clave que permite, estructura y al mismo tiempo esconde este despliegue de poder sobre los movimientos del cuerpo y la mente. Es precisamente esta articulación lo que debemos desafiar, cuestionar en su legitimidad y en su sentido mismo, para que toda la máquina de comunicaciones del capitalismo cognitivo pueda ser usada con el objetivo de abrir un debate sobre la crisis del presente. Confrontarse con este dispositivo sistémico a traves de procesos de experimentación social deliberados y delirantes que puedan desmontarlo, descarillarlo, abriendo otros caminos, otro modos de produccion material y de produccion de nosotros mismo: he ahí la contraurgencia del presente.</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 3.0px 0.0px 14.0px 28.4px; min-height: 16.0px; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 3.0px 0.0px 14.0px 28.4px; text-align: justify;">“<b><i>The Artistic Device. Or, the articulation of collective speech”,</i></b> Traducción castellana de Marcelo Expósito, revisada por Brian Holmes.</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 3.0px 0.0px 14.0px 28.4px; min-height: 16.0px; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 3.0px 0.0px 14.0px 28.4px; min-height: 16.0px; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 3.0px 0.0px 14.0px 28.4px; text-align: justify;">[1] Véase mi texto “The Potential Personality”, accesible en el archivo de mi trabajo alojado en , sección Meteors [versión castellana: “La personalidad potencial. Transubjetividad en la sociedad de control”, en este volumen, Brumaria, nº 7, Arte, máquinas, trabajo inmaterial].</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 3.0px 0.0px 14.0px 28.4px; text-align: justify;">[2] Véase y mi “Coded Utopia”, accesible en [versión castellana: “Utopia codificada. Makrolab o el arte de la transición”, en este volumen, Brumaria, nº 7, Arte, máquinas, trabajo inmaterial].</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 3.0px 0.0px 14.0px 28.4px; text-align: justify;">[3] Véase y mi “Archive and Experience”, accesible en .</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 3.0px 0.0px 14.0px 28.4px; text-align: justify;">[4] Véase el proyecto Corridor X en Anselm Franke (ed.), B-Zone: Becoming Europe and Beyond, KW, Berlín, 2006.</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 3.0px 0.0px 14.0px 28.4px; text-align: justify;">[5]En este sentido, una de las referencias actuales más inspiradoras son las investigaciones radicalmente originales del colectivo feminista madrileño Precarias a la Deriva, [véase también Maribel Casas-Cortés y Sebastián Cobarrubias, “A la deriva por los circuitos de la máquina cognitiva. Circuitos feministas, mapas en red e insurrecciones en la universidad”, en este volumen, Brumaria, nº 7, Arte, máquinas, trabajo inmaterial (NdE)].</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 3.0px 0.0px 14.0px 28.4px; text-align: justify;">[6]Citado del programa de mano de la exposición, cuyo texto está reproducido en Hans-Ulrich Obrist y Barbara Vanderlinden (eds.), Laboratorium, Dumont, Colonia, 2001.</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 3.0px 0.0px 14.0px 28.4px; text-align: justify;">[7]Alain Grosrichar et al., “Le jeu de Michel Foucault”, entrevista publicada en Ornicar?, nº 10, julio de 1977, reimpresa en Foucault, Dits et ecrits, vol. II, Gallimard, París, 2001. En la versión original francesa Foucault utiliza el término dispositif, que en la versión inglesa de su entrevista se ha traducido con un término de resonancias althusserianas, apparatus (“The Confesion of the Flesh”, Power/Knowledge: Selected Interviews and Other Writings, 1972-1977, Random House, Nueva York, 1980). En castellano hemos optado por utilizar el término dispositivo.</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 3.0px 0.0px 14.0px 28.4px; text-align: justify;">[8]La teoría publicada sobre el capitalismo cognitivo, desarrollada primeramente en la órbita de la revista francesa Multitudes, no ha sido muy traducida a inglés ni castellano. Véase en francés Christian Azaïs, Antonella Corsani y Patrick Dieuaide (eds.), Vers un capitalisme cognitif, L’Harmattan, París, 2001; y Carlo Vercellone (ed.), Sommes nous sortis du capitalisme industriel?, La Dispute, París, 2003. En castellano, véase Maurizio Lazzarato, Yann Moulier Boutang, Antonella Corsani, Enzo Rullani et al., Capitalismo cognitivo. Propiedad intelectual y creación colectiva, Traficantes de Sueños, Madrid, 2004, accesible en .</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 3.0px 0.0px 14.0px 28.4px; text-align: justify;">[9]Victor Turner, The Anthropology of Performance, Johns Hopkins University Press, Baltimore, 1987, pág. 24.</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 3.0px 0.0px 14.0px 28.4px; text-align: justify;">[10]El sitio web original, , ya no está operativo; pero varios de sus documentos están ahora disponibles en el sitio del artista: .</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 3.0px 0.0px 14.0px 28.4px; text-align: justify;">[11]Michael Goldberg, “Catching a Falling Knife: a Study in Green, Fear and Irrational Exuberance”, conferencia en la Art Gallery, New South Wales, Sydney, 20 de septiembre de 2003; accesible en .</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 3.0px 0.0px 14.0px 28.4px; text-align: justify;">[12]Con el título NCM open/high/low/close, la performance escenificaba los valores fluctuantes de las acciones de Newcrest Mining Corporation, pero sin incorporar ningún tipo de negocio en tiempo real. Formaba parte de la muestra Auriferous: the Gold Project en la Bathhuyrst Regional Art Gallery, New South Walles, del 22 de abril al 10 de junio de 2001; documentada en la sección Proyectos del sitio .</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 3.0px 0.0px 14.0px 28.4px; text-align: justify;">[13]Karin Knorr Cetina y Urs Bruegger, “’Traders’ Engagement with Markets: A Postsocial Relationship”, en Theory, Culture & Society, vol. 19, nº 5-6, 2002.</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 3.0px 0.0px 14.0px 28.4px; text-align: justify;">[14] Véase .</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 3.0px 0.0px 14.0px 28.4px; text-align: justify;">[15] Karin Knorr Cetina y Urs Bruegger, “’Traders’ Engagement with Markets”, op. cit.</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 3.0px 0.0px 14.0px 28.4px; text-align: justify;">[16]Véase “Urban Screens: Discovering the potential of outdoor screens for urban society”, informe especial del diario on-line First Monday, febrero de 2006, .</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 3.0px 0.0px 14.0px 28.4px; text-align: justify;">[17] Sobre el concepto embeddedness, véase Karin Knorr Cetina y Urs Bruegger, “Global Microstructures: The Virtual Societies of the Financial Markets”, en American Journal of Sociology, vol. 7, nº 4, 2002.</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 3.0px 0.0px 14.0px 28.4px; text-align: justify;">[18]Geert Lovink, entrevista con Michael Goldberg, “Catching a Falling Knife: The Art of Day Trading”, difundido en la lista Nettime el 16 de octubre de 2002, < http://amsterdam.nettime.org/Lists-Archives/nettime-l-0210/msg00080.html>.</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 3.0px 0.0px 14.0px 28.4px; text-align: justify;">[19]Karin Knorr Cetina y Urs Bruegger, “’Traders’ Engagement with Markets”, op. cit.</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 3.0px 0.0px 14.0px 28.4px; text-align: justify;">[20] “ Quienes juegan no sólo se enfrentan a posibles pérdidas, sino que hacen del ‘perder’ un juego o una práctica sofisticada, un dominio en el que desplazar, incrementar, decrecer, predecir, esconder, retrasar e intentar vivir con la suerte”, Karin Knorr Cetina y Urs Bruegger, “Traders Engagements with Markets”, op. cit. Sobre el concepto de deep play, véase infra nota 45.</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 3.0px 0.0px 14.0px 28.4px; text-align: justify;">[21]Sobre la modulación del afecto mediante el uso de las pantallas tecnológicas, véase Nigel Thrift, “Intensities of Feeling: Towards a spatial politics of affect”, en Geografiska Annaler, vol. 86 (B), nº 1, 2004.</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 3.0px 0.0px 14.0px 28.4px; text-align: justify;">[22]Véase David McNeill, “Trading Down: Michael Goldberg and the Art of Speculation”, en Broadsheet, vol. 32, nº 1, 2003, .</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 3.0px 0.0px 14.0px 28.4px; text-align: justify;">[23]Geert Lovink, entrevista con Michael Goldberg, “Catching a Falling Knife”, op. cit.</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 3.0px 0.0px 14.0px 28.4px; text-align: justify;">[24]Bernd Schmitt, Experimental Marketing: How to Get Customers to SENSE, FEEL, THINK, ACT and RELATE to Your Company and Brands, The Free Press, Nueva York, 1999; las citas que vienen a continuación provienen de las págs. Xii, 60 y 234.</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 3.0px 0.0px 14.0px 28.4px; text-align: justify;">[25]Véase John MacKenzie, Perform of Else: From Discipline to Performance, Routledge, Londres, 2001; Maurizio Lazzarato, Les révolutions du capitalisme, Les empêcheurs de penser en rond, París, 2004 [versión castellana: Por una política menor, Traficantes de Sueños, Madrid, 2005].</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 3.0px 0.0px 14.0px 28.4px; text-align: justify;">[26] Sobre la cibernética como teoría general de las ciencias sociales, véase Steve Joshua Heims, The Macy Group, 1956-1953: Constructing a Social Science for Postwar America, MIT Press, Cambridge, Massachusetts, 1991; sobre algunas ideas acerca de las aplicaciones contemporáneas de esta ciencia social, véase especialmente el último capítulo, “Then and Now”, págs. 273-294.</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 3.0px 0.0px 14.0px 28.4px; text-align: justify;">[27]Véase en particular el diagrama titulado “Discursitivé et déterritorialization”, en Cartographies schizoanalytiques, Galilée, París, 1989, pág. 40 [versión castellana: Cartografías esquizoanalíticas, Manantial, Buenos Aires, 1989]. El término “universos de referencia (o de valor)” proviene de una discusión similar en Caosmosis, Manantial, Buenos Aires, 2001.</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 3.0px 0.0px 14.0px 28.4px; text-align: justify;">[28]“Call for abstracts and proposals”, accesible en .</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 3.0px 0.0px 14.0px 28.4px; text-align: justify;">[29]Ephemera: theory & politics in organisation, vol. 5, nº X, número especial, “Web of Capturing the Moving Mind”, accesible en .</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 3.0px 0.0px 14.0px 28.4px; text-align: justify;">[30] “Capturing the Moving Mind: An Introduction”, accesible en . Este texto es anónimo, aunque prácticamente el mismo que el de Akseli Virtanen y Jussi Vähämäki en ephemera, vol. 5, nº X, op. cit.</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 3.0px 0.0px 14.0px 28.4px; text-align: justify;">[31]Gilles Deleuze, Difference and Repetition, Columbia University Press, Nueva York, 1995, pág. 8 [versión castellana Diferencia y repetición, Amorrortu, Buenos Aires, 2000].</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 3.0px 0.0px 14.0px 28.4px; text-align: justify;">[32]Akseli Virtanen y Steffen Böhm, “Web of Capturing the Moving Mind: X”, en ephemera, vol. 5, nº X, op. Cit.</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 3.0px 0.0px 14.0px 28.4px; text-align: justify;">[33]Brett Neilson y Ned Rossiter, “Action without Reaction”, en ibídem.</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 3.0px 0.0px 14.0px 28.4px; text-align: justify;">[34]Véase Victor Turner, “Liminal to Liminoid, in Play, Flow, and Ritual”, From Ritual to Theater, op. cit.</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 3.0px 0.0px 14.0px 28.4px; text-align: justify;">[35] Sobre la noción de performance “posmoderna” o “resistente”, véase Marvin Carlson, Performance: A Critical Introduction, parte III, Routledge, Londres y Nueva York, 1996.</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 3.0px 0.0px 14.0px 28.4px; text-align: justify;">[36] Brett Neilson y Ned Rossiter, “Action without Reaction”, op. cit.</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 3.0px 0.0px 14.0px 28.4px; text-align: justify;">[37]Luca Guzzetti, “What is Art?”, en ephemera, vol. 5, nº X, op. cit.</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 3.0px 0.0px 14.0px 28.4px; text-align: justify;">[38]Won Suk Han, “Thank you for the Jump”, en ibídem.</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 3.0px 0.0px 14.0px 28.4px; text-align: justify;">[39]Bracha L. Ettinger, “Copoiesis”, en ibídem.</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 3.0px 0.0px 14.0px 28.4px; text-align: justify;">[40] Michel Foucault, entrevistado por Gérard Raulet, “Structuralism and Post-Structuralism”, en Politics, Pilosophy, Culture: Interviews and Other Writings of Michel Foucault, 1977-1984, Routledge, Londres, 1988, pág 30.</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 3.0px 0.0px 14.0px 28.4px; text-align: justify;">[41]Michel Foucault, Vigilar y castigar (1975), Siglo XXI, México y Madrid, 2005.</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 3.0px 0.0px 14.0px 28.4px; text-align: justify;">[42]Michel Foucault, The History of Sexuality: An Introduction (1976), Random House, Nueva York, 1978, pág. 114 [versión castellana: Historia de la sexualidad. 1. La voluntad de saber, Siglo XXI, Madrid, 2005].</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 3.0px 0.0px 14.0px 28.4px; text-align: justify;">[43] “Panopticon at UCL – Welcome”, accesible en . Véase también la imagen del Auto Icon de Bentham en , o con mejor calidad en la página de Wikipedia, .</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 3.0px 0.0px 14.0px 28.4px; text-align: justify;">[44]Michel Foucault, La naissance de la biopolitique: Cours au Collège de France, 1978-79, Gallimard/Seuil, París, 2004.</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 3.0px 0.0px 14.0px 28.4px; text-align: justify;">[45]Véase Clifford Geertz, “Juego profundo: notas sobre la riña de gallos en Bali”: “El concepto de ‘juego profundo’ de Bentham se encuentra expuesto en su The Theory of Legislation. Con esta expresión el autor designa el juego en el cual lo que se arriesga es tanto que, desde el punto de vista utilitario, es irracional que los hombres se lancen a semejante juego”, La interpretación de las culturas, traducción de Alberto L. Bixio, Gedisa, Barcelona, 1997, pág. 355.<br />
<br />
</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 3.0px 0.0px 10.0px 28.4px; text-align: justify;">Fuente: Brumaria.net</div><div style="color: #3a00ff; font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 3.0px 0.0px 10.0px 28.4px; text-align: justify;"><u><br />
</u></div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 3.0px 0.0px 10.0px 28.4px; min-height: 16.0px; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 10.0px 0.0px; min-height: 16.0px;"><br />
</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 10.0px 0.0px; min-height: 16.0px; text-indent: 36.0px;"><br />
</div>estafetahttp://www.blogger.com/profile/10314797590011827695noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4391952270751641520.post-83168549904164443562011-10-28T13:23:00.000-07:002011-10-28T13:23:47.196-07:00Pablo Neruda - El poder de la poesía<div style="font: normal normal normal 16px/normal 'Adobe Garamond'; line-height: 20px; margin-bottom: 0px; margin-left: 28.4px; margin-right: 0px; margin-top: 3px; text-align: center; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgirhUSmXwY-h1qs5sDp8DDjfP-yi1wfmZwytTFB2a0ofUz6KzIp9R9CiiIamdLaNueUITrdfCBYR_QXAeWclzbD11xveEz2h7mh2ckYRSKOSe-jlM3r8FQ_9uGKiu8V1UTT-WHIwBOxIY/s1600/senador_pablo_neruda.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="243" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgirhUSmXwY-h1qs5sDp8DDjfP-yi1wfmZwytTFB2a0ofUz6KzIp9R9CiiIamdLaNueUITrdfCBYR_QXAeWclzbD11xveEz2h7mh2ckYRSKOSe-jlM3r8FQ_9uGKiu8V1UTT-WHIwBOxIY/s320/senador_pablo_neruda.jpeg" width="320" /></a></div><div style="font: normal normal normal 16px/normal 'Adobe Garamond'; line-height: 20px; margin-bottom: 0px; margin-left: 28.4px; margin-right: 0px; margin-top: 3px; text-align: center; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: normal normal normal 16px/normal 'Adobe Garamond'; line-height: 20px; margin-bottom: 0px; margin-left: 28.4px; margin-right: 0px; margin-top: 3px; text-align: center; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Ha sido privilegio de nuestra época –entre guerras, revoluciones y grandes movimientos sociales– desarrollar la fecundidad de la poesía hasta límites no sospechados. El hombre común ha debido confrontarla de manera hiriente o herida, bien en la soledad, bien en la masa montañosa de las reuniones públicas.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Nunca pensé, cuando escribí mis primeros solitarios libros, que al correr de los años me encontraría en plazas, calles, fábricas, aulas, teatros y jardines, diciendo mis versos. He recorrido prácticamente todos los rincones de Chile, desparramando mi poesía entre la gente de mi pueblo.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Contaré lo que me pasó en la Vega Central, el mercado más grande y popular de Santiago de Chile. Allí llegan al amanecer los infinitos carros, carretones, carretas y camiones que traen las legumbres, las frutas, los comestibles, desde todas las chacras que rodean la capital devoradora. Los cargadores —un gremio numeroso, mal pagado y a menudo descalzo—pululan por los cafetines, asilos nocturnos y fonduchos de los barrios inmediatos a la Vega.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Alguien me vino a buscar un día en un automóvil y entré a él sin saber exactamente a dónde ni a qué iba. Llevaba en el bolsillo un ejemplar de mi libro España en el corazón. Dentro del auto me explicaron que estaba invitado a dar una conferencia en el sindicato de cargadores de la Vega.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Cuando entré a aquella sala destartalada sentí el frío del Nocturno de José Asunción Silva, no sólo por lo avanzado del invierno, sino por el ambiente que me dejaba atónito. Sentados en cajones o en improvisados bancos de madera, unos cincuenta hombres me esperaban. Algunos llevaban a la cintura un saco amarrado a manera de delantal, otros se cubrían con viejas camisetas parchadas, y otros desafiaban el frío mes de julio chileno con el torso desnudo. Yo me senté detrás de una mesita que me separaba de aquel extraño público. Todos me miraban con los ojos carbónicos y estáticos del pueblo de mi país.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Me acordé del viejo Lafferte. A esos espectadores imperturbables, que no mueven un músculo de la cara y miran en forma sostenida, Lafferte los designaba con un nombre que a mí me hacía reír. Una vez en la pampa salitrera me decía: "Mira, allá en el fondo de la sala, apoyados en la columna, nos están mirando dos musulmanes. Sólo les falta el albornoz para parecerse a los impávidos creyentes del desierto."</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Qué hacer con este público? De qué podía hablarles? Qué cosas de mi vida lograrían interesarles? Sin acertar a decidir nada y ocultando las ganas de salir corriendo, tomé el libro que llevaba conmigo y les dije:</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Hace poco tiempo estuve en España. Allí había mucha lucha y muchos tiros. Oigan lo que escribí sobre aquello.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Debo explicar que mi libro <a href="http://bib.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/nrda/05816287588058306454480/index.htm"><i>España en el corazón</i> </a>nunca me ha parecido un libro de fácil comprensión. Tiene una aspiración a la claridad pero está empapado por el torbellino de aquellos grandes, múltiples dolores.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Lo cierto es que pensé leer unas pocas estrofas, agregar unas cuantas palabras, y despedirme. Pero las cosas no sucedieron así. Al leer poema tras poema, al sentir el silencio como de agua profunda en que caían mis palabras, al ver cómo aquellos ojos y cejas oscuras seguían intensamente mi poesía, comprendí que mi libro estaba llegando a su destino. Seguí leyendo y leyendo, conmovido yo mismo por el sonido de mi poesía, sacudido por la magnética relación entre mis versos y aquellas almas abandonadas.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La lectura duró más de una hora. Cuando me disponía a retirarme, uno de aquellos hombres se levantó. Era de los que llevaban el saco anudado alrededor de la cintura.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Quiero agradecerle en nombre de todos –dijo en alta voz.– Quiero decirle, además, que nunca nada nos ha impresionado tanto.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Al terminar estas palabras estalló en un sollozo. Otros varios también lloraron. Salí a la calle entre miradas húmedas y rudos apretones de mano. ¿Puede un poeta ser el mismo después de haber pasado por estas pruebas de frío y fuego?</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 17.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 17.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Cuando quiero recordar a Tina Modotti debo hacer un esfuerzo, como si tratara de recoger un puñado de niebla. Frágil, casi invisible. ¿La conocí o no la conocí?</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Era muy bella aún: un óvalo pálido enmarcado por dos alas negras de pelo recogido, unos grandes ojos de terciopelo que siguen mirando a través de los años. Diego Rivera dejó su figura en uno de sus murales, aureolada por coronaciones vegetales y lanzas de maíz.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Esta revolucionaria italiana, gran artista de la fotografía, llegó a la Unión Soviética hace tiempo con el propósito de retratar multitudes y monumentos. Pero allí, envuelta por el desbordante ritmo de la creación socialista, tiró su cámara al río Moscova y se juró a sí misma consagrar su vida a las más humildes tareas del partido comunista. Cumpliendo este juramento la conocí yo en México y la sentí morir aquella noche.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Esto sucedió en 1941. Su marido era Vittorio Vidale, el célebre comandante Carlos del 5º Regimiento. Tina Modotti murió de un ataque al corazón en el taxi que la conducía a su casa. Ella sabía que su corazón andaba mal pero no lo decía para que no le escatimaran el trabajo revolucionario. Siempre estaba dispuesta a lo que nadie quiere hacer: barrer las oficinas, ir a pie hasta los lugares más apartados, pasarse las noches en vela escribiendo cartas o traduciendo artículos. En la guerra española fue enfermera para los heridos de la República.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Había tenido un episodio trágico en su vida, cuando era la compañera del gran dirigente juvenil cubano Julio Antonio Mella, exiliado entonces en México. El tirano Gerardo Machado mandó desde La Habana a unos pistoleros para que mataran al líder revolucionario. Iban saliendo del cine una tarde, Tina del brazo de Mella, cuando éste cayó bajo, una ráfaga de metralleta. Rodaron juntos al suelo, ella salpicada por la sangre de su compañero muerto, mientras los asesinos huían altamente protegidos. Y para colmo, los mismos funcionarios policiales que protegieron a los criminales pretendieron culpar a Tina Modotti del asesinato.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Doce años más tarde se agotaron silenciosamente las fuerzas de Tina Modotti. La reacción mexicana intentó revivir la infamia cubriendo de escándalo su propia muerte, como antes la habían querido envolver a ella en la muerte de Mella. Mientras tanto, Carlos y yo velábamos el pequeño cadáver. Ver sufrir a un hombre tan recio y tan valiente no es un espectáculo agradable. Aquel león sangraba al recibir en la herida el veneno corrosivo de la infamia que quería manchar a Tina Modotti una vez más ya muerta. El comandante Carlos rugía con los ojos enrojecidos; Tina era de cera en su pequeño ataúd de exiliada; yo callaba impotente ante toda la congoja humana reunida en aquella habitación.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Los periódicos llenaban páginas enteras de inmundicias folletinescas. La llamaban "la mujer misteriosa de Moscú". Algunos agregaban: "Murió porque sabía demasiado." Impresionado por el furioso dolor de Carlos tomé una decisión. Escribí un poema desafiante contra los que ofendían a nuestra muerta. Lo mandé a todos los periódicos sin esperanza alguna de que lo publicaran. Oh, milagro! Al día siguiente, en vez de las nuevas y fabulosas revelaciones que prometían la víspera, apareció en todas las primeras páginas mi indignado y desgarrado poema.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El poema se titulaba "Tina Modotti ha muerto". Lo leí aquella mañana en el cementerio de México, donde dejamos su cuerpo y donde yace para siempre bajo una piedra de granito mexicano. Sobre esa piedra están grabadas mis estrofas.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Nunca más aquella prensa volvió a escribir una línea en contra de ella.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 17.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 17.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Fue en Lota, hace muchos años. Diez mil mineros habían acudido al mitin. La zona del carbón, siempre agitada en su secular pobreza, había llenado de mineros la plaza de Lota. Los oradores políticos hablaron largamente. Flotaba en el aire caliente del mediodía un olor a carbón y a sal marina. Muy cercano estaba el océano, bajo cuyas aguas se extienden por más de diez kilómetros los túneles sombríos en que aquellos hombres cavaban el carbón.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Ahora escuchaba a pleno sol. La tribuna era muy alta y desde ella divisaba yo aquel mar de sombreros negros y cascos de mineros. Me tocó hablar el último. Cuando se anunció mi nombre, y mi poema "Nuevo canto de amor a Stalingrado", pasó algo insólito, una ceremonia que nunca podré olvidar.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La inmensa muchedumbre, justo al escuchar mi nombre y el título del poema, se descubrió silenciosamente. Se descubrió porque después de aquel lenguaje categórico y político, iba a hablar mi poesía, la poesía. Yo vi, desde la elevada tribuna, aquel inmenso movimiento de sombreros: diez mil manos que bajaban al unísono, en una marejada indescriptible, en un golpe de mar silencioso, en una negra espuma de callada reverencia.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Entonces mi poema creció y cobró como nunca su acento de guerra y de liberación.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 17.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 17.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Esto otro me pasó en mis años mozos. Yo era aquel poeta estudiantil de capa oscura, flaco y desnutrido como un poeta de ese tiempo. Acababa de publicar Crepusculario y pesaba menos que una pluma negra.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Entré con mis amigos a un cabaret de mala muerte. Era la época de los tangos y de la matonería rufianesca. De repente se detuvo el baile y el tango se quebró como una copa estrellada contra la pared.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">En el centro de la pista gesticulaban y se insultaban dos famosos hampones. Cuando uno avanzaba para agredir al otro, éste retrocedía, y con él reculaba la multitud filarmónica que se parapetaba detrás de las mesas. Aquello parecía una danza de dos bestias primitivas en un claro de la selva primordial.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Sin pensarlo mucho me adelanté y los increpé desde mi flacucha debilidad:</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Miserables matones, torvos sujetos, despreciables palomillas, dejen tranquila a la gente que ha venido aquí a bailar y no a presenciar esta comedia!</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Se miraron sorprendidos, como si no fuera cierto lo que escuchaban. El más bajo, que había sido pugilista antes de ser hampón, se dirigió a mí para asesinarme. Y lo hubiera logrado, de no ser por la aparición repentina de un puño certero que dio por tierra con el gorda. Era su contenedor que, finalmente, se decidió a pegarle.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Cuando al campeón derrotado lo sacaban como a un saco, y de las mesas nos tendían botellas, y las bailarinas nos sonreían entusiasmadas, el gigantón que había dado el golpe de gracia quiso compartir justificadamente el regocijo de la victoria. Pero yo lo apostrofé catoniano:</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Retírate de aquí! Tú eres de la misma calaña!</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Mis minutos de gloria terminaron un poco después. Tras cruzar un estrecho corredor divisamos una especie de montaña con cintura de pantera que cubría la salida. Era el otro pugilista del hampa, el vencedor golpeado por mis palabras, que nos interceptaba el paso en custodia de su venganza.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Lo estaba esperando —me dijo.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Con un leve empujón me desvió hacia una puerta, mientras mis amigos corrían desconcertados. Quedé desamparado frente a mi verdugo. Miré rápidamente qué podía agarrar para defenderme. Nada. No había nada. Las pesadas cubiertas de mármol de las mesas, las sillas de hierro, —Imposibles de levantar. Ni un florero, ni una botella, ni un mísero bastón olvidado.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Hablemos ——dijo el hombre.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Comprendí la inutilidad de cualquier esfuerzo y pensé que quería examinarme antes de devorarme, como el tigre frente a un cervatillo. Entendí que toda mi defensa estaba en no delatar el miedo que sentía. Le devolví el empujón que me diera, pero no logré moverlo un milímetro. Era un muro de piedra.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">De pronto echó la cabeza hacia atrás y sus ojos de fiera cambiaron de expresión.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Es usted el poeta Pablo Neruda? ——dijo.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Sí soy.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Bajó la cabeza y continuó:</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Qué desgraciado soy! Estoy frente al poeta que tanto admiro y es él quien me echa en cara lo miserable que soy!</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Y siguió lamentándose con la cabeza tomada entre ambas manos:</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Soy un rufián y el otro que peleó conmigo es un traficante de cocaína. Somos lo más bajo de lo bajo. Pero en mi vida hay una cosa limpia. Es mi novia, el amor de mi novia. Véala, don Pablito. Mire su retrato. Alguna vez le diré que usted lo tuvo en sus manos. Eso la hará feliz.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Me alargó la fotografía de una muchacha sonriente.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Ella me quiere por usted, don Pablito, por sus versos que hemos aprendido de memoria.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Y sin más ni más comenzó a recitar:</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Desde el fondo de ti y arrodillado, un niño triste como yo nos mira...</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">En ese momento se abrió la puerta de un empellón. Eran mis amigos que volvían con refuerzos armados. Vi las cabezas que se agolpaban atónitas en la puerta.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Salí lentamente. El hombre se quedó solo, sin cambiar de actitud, diciendo "por esa vida que arderá en sus venas tendrían que matar las manos mías", derrotado por la poesía.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 17.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 17.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El avión del piloto Powers, enviado en misión de espionaje sobre el territorio soviético, cayó desde increíble altura. Dos fantásticos proyectiles lo habían alcanzado, lo habían derribado desde sus nubes. Los periodistas corrieron al perdido sitio montañoso desde donde partieron los disparos.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Los artilleros eran dos muchachos solitarios. En aquel mundo inmenso de abetos, nieves y ríos, comían manzanas, jugaban ajedrez, tocaban acordeón, leían libros y vigilaban. Ellos habían apuntado hacia arriba en defensa del ancho cielo de la patria rusa.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Los acosaron a interrogaciones.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Qué comen? Quiénes son sus padres? Les gusta el baile? Qué libros leen?</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Contestando esta última pregunta, uno de los jóvenes artilleros respondió que leían versos y que entre sus poetas favoritos estaban el clásico ruso Pushkín y el chileno Neruda.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Me sentí infinitamente contento cuando lo supe. Aquel proyectil que subió tan alto, e hizo caer el orgullo tan abajo, llevaba en alguna forma un átomo de mi ardiente poesía.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 17.0px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 17.0px;"><br />
</div><div style="font: 14.0px 'Adobe Garamond'; margin: 0.0px 0.0px 10.0px 28.4px;">Pablo Neruda. <i>Confieso que he vivido.</i> Autobiografía. Planeta-Agostini, Barcelona.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 17.0px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 17.0px; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: -0.6px;"><br />
</div><div><br />
</div>estafetahttp://www.blogger.com/profile/10314797590011827695noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4391952270751641520.post-76733149816593837782011-09-28T09:10:00.000-07:002011-09-28T09:23:57.755-07:00Alain (Émile-Auguste Chartier) - La pintura, el dibujo, el artista<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br />
</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjRoXCdwaZRDHhKbpgOCJkxs5No6lG5rGfxJjW3SlPkoEoiCl0y3HKrEsHfregx_WNjIF4oXjfKAoOl6lxMfdIhX9oZcoRRV0i_RZ6snSJZQJFcrXb2xCRBRkqLuKjmNnuJKRwkqV_g_so/s1600/61-mortagne_alain_portrait.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjRoXCdwaZRDHhKbpgOCJkxs5No6lG5rGfxJjW3SlPkoEoiCl0y3HKrEsHfregx_WNjIF4oXjfKAoOl6lxMfdIhX9oZcoRRV0i_RZ6snSJZQJFcrXb2xCRBRkqLuKjmNnuJKRwkqV_g_so/s1600/61-mortagne_alain_portrait.jpeg" /></a></div><div style="font: normal normal normal 20px/normal 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20px; margin-bottom: 0px; margin-left: 28.4px; margin-right: 0px; margin-top: 3px; text-align: center;"><br />
</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"></div><div style="font: normal normal normal 20px/normal 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20px; margin-bottom: 0px; margin-left: 28.4px; margin-right: 0px; margin-top: 3px; text-align: center;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><b>La pintura </b></div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><i>La apariencia. La pura apariencia. El oficio de pintar. El color al óleo. El jardinero como pintor. El mosaico. El vitral. El fresco</i><span style="font: normal normal normal 16px/normal 'Times New Roman';"><i>.</i></span><i> </i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">El orden que hemos seguido, y que creo natural, me lleva a oponer a la escultura, la pintura y el dibujo tomados en conjunto; luego deberemos buscar alguna oposición más oculta entre pintura y dibujo. En el presente me parece útil reunir y aislar las dos artes de la apariencia pura. La arquitectura y la escultura no producen apariencias, sino que se dan como objetos reales; y ese carácter real, macizo, pesante, es quizás el que más importa. Lo que no es masa, o cosa aprisionada en ella, permanece extraño a esas artes. Lo cual no excluye la apariencia; pues, propuesto el objeto, monumento o estatua, toca a vosotros buscar las diversas apariencias y hacerlas pasar unas a través de otras por vuestros movimientos. Esta exigencia de movimiento es propia de la arquitectura. Nada hay más dinámico que el monumento. Esos grandes inmóviles mueven sin cesar a las muchedumbres, las reúnen, las dispersan. La escultura fija un poco mejor al espectador, pero una estatua ofrece infinidad de aspectos. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La pintura –y es su carácter más saliente– nos ofrece, por el contrario, una apariencia –por ejemplo, de un monumento, de un puente, un paisaje, un rostro–, una apariencia que nuestro movimiento. no, altera. Los troncos, las columnas, no adquieren, a lo largo de nuestra marcha, esos movimientos y eclipses que nos permiten notar que el objeto es real. Por ello se hace de inmediato evidente que la imagen pintada no es más. que una imagen y se da así con la idea –qué tiene su importancia– de que la pintura no tiene por finalidad engañar la vista o, cuando menos que ha renunciado a buscar en ese sentido. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">En Cicerón se lee que Zeuxis y Apeles rivalizaban, el uno engañando a los pájaros con uvas imitadas, y el otro engañando a los hombres con una apariencia de cortinado. Esta anécdota prueba que a veces la pintura era tornada, aun en aquel tiempo, corno un arte de ilusión, semejante en ese punto al arte teatral, por el que se deja uno engañar placenteramente. No creo que la verdadera pintura haya conservado algo de aquellas afectaciones. El marco mismo lo indica. Por el marco, separación evidentemente artificial, la pintura dice: "No soy más que pintura." Todos sabemos que el marco adorna a la pintura y le da valor. Así, el pintor toma realmente por finalidad una apariencia corno tal; nos la propone y hasta nos la impone; pero desprecia ese objetivo fácil de engañarnos, aun con nuestro consentimiento como lo hacen todavía los panoramas y las decoraciones de teatro. De ahí una seguridad perfecta en el espectador de pintura, que sólo busca el ángulo desde el cual se ve mejor la apariencia invariable, y que luego se detiene para una contemplación que podría ser calificada de vehemente, sobre todo ante los retratos célebres. ¿Qué hay, pues, en ese marco? No ya una eternidad esencial, sino más bien un momento fijado. El dibujo se limita quizás al instante; la pintura, no; y se trata. de comprender cómo e! pintor llega a reunir en una apariencia mucho más que el instante, el momento, y por ese momento, no la esencia, sino la historia de toda una vida, </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">No obstante, deseo insistir primeramente sobre el carácter de la apariencia pura, que es una manera de ver propia del pintor, y sin pensamiento. El trabajo del artista –hemos insistido ya lo suficiente sobre el punto– no lo conduce jamás del concepto a la obra, y lo más bello que hace es siempre lo que no ha previsto y lo que no sabría nombrar. Es del pintor que corresponde decir que crea sin concepto, pues el dibujo, por ejemplo, permite aún que el artista nombre aquello que dibuja, mientras que en la visión pictórica hay una continua negativa a saber. Courbet pintaba un montón de leña bajo los árboles, ganado por la mera apariencia, sin saber lo que aquello era. Pintar según el concepto implica dar al objeto no el color que recibe de la hora y de los reflejos, sino el color que uno sabe que tiene, el color que debería tener. Dibujar según el concepto es querer trabar la forma verdadera, por ejemplo, los cinco dedos de la mano o los dos ojos en un perfil. Un niño que no había dibujado nunca se negaba a representar el pizarrón por una figura de ángulos desiguales, es decir, tal como él lo veía, pues, según decía, sabía muy bien que el tablero tenía cuatro ángulos iguales. Esto es pintar y dibujar inteligentemente, es decir, según el concepto. Pero aquel que dibuja rechaza la idea, y el pintor, más enérgicamente aún, se ejercita en ver sin pensar, es decir, que se deshace de esa idea de un ser que está ahí, en su presencia, que tiene otros aspectos; en fin, de un ser tal como es verdaderamente. Es que él busca otra verdad, pues es cierto que a ese ser yo lo veo así, y esta verdad no es abstracta, como la otra; no está separada de mí, que la conozco; es la verdad de mi propia posición, es la verdad de la hora; en suma, pues, la verdad del modelo, la verdad del universo, por los relámpagos y los reflejos y la verdad del pintor. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Porque, como la forma aparente y las perspectivas no pertenecen al objeto, sino que expresan una relación entre el objeto y yo, el color no es tampoco inherente a la cosa; depende de la luz, del medio atravesado, de los colores vecinos reflejados. He aquí un descubrimiento extraño y una ingenuidad muy sabia. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La pintura rechazaría, pues, al ser separado; seña naturalmente cósmica. Lejos de expresar la esencia recogida sobre sí, hallaría la existencia dispersa, al ataque del mundo y la réplica; pero por lo inmóvil, por lo inmutable y por otro género de eternidad. Voy a postergar esta idea seductora, que desborda de sí misma. Prefiero, de acuerdo con el método impuesto por las otras artes, examinar primero las condiciones inferiores, básicas y, si me fuese posible, los movimientos del oficio; pero este oficio es el más misterioso de todos. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Puesto que nos estamos ocupando de la apariencia, que es caza para la pintura y el dibujo, deseo señalar, entre el hombre que pinta y el hombre que dibuja, una oposición de gestos que me parece de capital importancia. El dibujo procede de un gesto que capta, que aprisiona, que reconstruye; aun negándose a serlo y limitado a la apariencia, es todavía un gesto pensante. El gesto del pintor que coloca la pincelada es completamente distinto; hasta niega al otro. Deberemos examinar si la pintura puede llegar a separarse por entero del dibujo; pero es claro que se esfuerza en conseguirlo. Y me parece digno de señalarse que ese gesto propio de la pincelada equivale a una negativa a pensar no solamente el objeto, sino hasta la forma. Porque el pintor, después de haber dibujado la forma, la borrará; y la borrará de otro modo que por el gesto del plumeado o del borroneo, en el que encuentro que hay decisión y propósito definido. El pintor no cesa de decir, por una mímica llena de sentido: "Yo no sé lo que hago; y no lo sabré hasta que lo haya hecho." </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Según estas consideraciones sobre la apariencia pura, pueden juzgarse mejor ciertos atrevimientos que podrían ser calificados de temeridad. Porque, ya que se trata de traducir lo que se ve, puede preguntarse. "¿ Qué es lo que no se ve? O ¿qué se ve en el primer momento?" Si uno se entrega, en la medida de lo posible, a la primera mirada; si a fuerza de no pensar se remonta hasta allí, las cosas no tienen aún ese aplomo y esa distribución que proceden a la vez del concepto y del uso común. Un pintor representaba cierto día, en la plaza del Panteón, el cielo visto de costado, con chimeneas que parecían caer en el cielo; de ello resultaba un efecto de color, de profundidad, de abismo, que no carecía de fuerza; comprobé que basta con inclinar la cabeza para ver las cosas de aquel modo. ¿Era entonces menos cierto? En la apariencia todo es verdadero. Es así como se llegaría a expresar aún el movimiento mismo del pintor, a través de una especie de pintura fragmentada, quebrada. Pongo los ojos aquí, luego allí; los cierro, los abro. ¿Qué he visto? Un caos, evidentemente pleno de poder, rico de ser, y hasta absolutamente suficiente, puesto que en él todo el universo danza. Instante mío, instante tuyo, que no volverá a ser jamás, mezcla del alma y de las cosas. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">En estos procedimientos extraños, más naturales de lo que se cree, ocurre que el dibujo retorne y traiga consigo el propósito deliberado y una especie de orden en el desorden mismo. Y esto prueba suficientemente que la pintura, análoga al teatro en este aspecto, debe descubrir procedimientos capaces de reconciliar la apariencia y el ser. Pero el centro y el alma de la pintura, aun trabajando sobre un plano dictado por el dibujo, es la búsqueda y el hallazgo de la apariencia primera, la apariencia joven, algo así como el nacimiento de un mundo, sin ningún saber entremezclado, sin ningún concepto; tales la mirada y el aire de un rostro en un bello retrato. Aquí, todavía la idea se compone de sí misma. Y una vez más, posterguemos. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Puesto que he subrayado el gesto propio del pintor, llevado a ello por la primera de las artes, que no es sino gesto; puesto que he querido determinar el arte de la apariencia pura según una especie de danza del artista, que no puede menos que cambiar considerablemente sus sentimientos y, finalmente, sus pensamientos,' debo ahora, siguiendo este camino, pasar revista al oficio de pintor, considerado como oficio; el pintor luchando como obrero contra una materia rebelde, difícil de manipular, duradera, en cambio, lo que nos retrotrae a una especie de arquitectura. Esta revista será sumaria e incompleta, pero bastará quizá para exponer mi idea. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Conozco, a través de un buen número de ensayos desdichados, la pintura al óleo; sé cómo se niega a extenderse, a limitarse, a nivelarse. Si yo fuese un buen pintor no hablaría de pintura. Pero quiero contar cómo un día me sentí próximo a ser pintor. Los azares de la guerra me llevaron a ejercitarme sobre un panel de reloj barnizado por partes, provisto sólo de malos lápices de colores, que marcaban una vez de cada tres. Yo quería representar a Adán y Eva, el árbol y la serpiente. No creo que nunca haga nada mejor, y esto no merece una lamentación; pero pude comprender, al menos lo que significan para nosotros las dificultades, los retoques penosos y, sobre todo, una especie de reflexión sobre aquello que se acaba de hacer y que uno no podía prever en modo alguno. Creo, en fin, por la indigencia misma de los medios, haber comprendido algo aquel día. Compárense la pintura y la poesía; percibo en el trabajo del pintor, lo mismo que en el del poeta, una oportunidad solicitada de continuo y súbitamente favorable, lo que explica la vieja anécdota de la esponja. Un pintor, desesperado de expresar por el color la baba de un perro rabioso, arrojó, desalentado su esponja sobre el cuadro, y aquello arregló el asunto. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">No habiendo podido hacer oficio de la buena suerte, me encuentro detenido en el umbral de un análisis que sería revelador. Me limito, recurriendo a un desvío, a enumerar los géneros de pintura más difíciles en la ejecución y que pueden ser llamados la escuela del pintor, lo mismo que la arquitectura es la escuela del escultor. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Nuevamente citaré en primer término a los jardines, porque el jardinero es también un pintor; desea agradar por la yuxtaposición o la mezcla de ciertos colores, aunque hago notar que no compone sus colores. Las especies y las estaciones se los componen, así como el tamaño y la forma de la pincelada elemental. Preciso es decir también que esos colores cambian incesantemente según la hora y la edad; y que las sombras, en este arte que dispone la naturaleza para reposo del hombre, no son tanto signo de relieve corno colores siempre, que ejercen, por contraste, una acción apaciguadora. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">En todas estas situaciones, el jardinero–pintor obedece a la naturaleza sin imitarla. Ignoro si estas observaciones llevarán muy lejos; mas estoy seguro de que un pintor hallará mucho que aprender observando ese puro juego de los colores, que no puede menos que emocionar por el brillo y el contraste. Un pintor confiesa con frecuencia que el primer carácter de una bella obra pictórica consiste en que forma una hermosa mancha de color, armoniosa, equilibrada; SI, hermosa aun cuando e! cuadro esté cabeza abajo y aun cuando no se haya comprendido todavía nada de lo que el pintor ha querido representar. Está bien claro que la imagen pintada, escena o retrato, disciplina ese primer sentimiento; es evidente también que no lo suprime. Esa entrada de color establece de inmediato esa emoción de salud y de humor, de la que los sentimientos más elevados extraen su vida. Y sin duda, de ese caos primero para nuestro espíritu, caos ordenado ya en relación a nuestras fibras vivientes, deriva un nacimiento milagroso que recomienza con cada mirada. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Nombraré el segundo término las artes del fuego, que abarcan una pintura aventurera, estrechamente sujeta, por ejemplo en la alfarería y en los esmaltes, donde a veces se cuenta con los azares del fuego. Se obedece entonces a la naturaleza, lo que nos aparta de imitarla. Allí los colores son raros, e impuestos por la composición misma de la tierra; colores convencionales y puramente ornamentales. Citaré tan sólo el azul y el amarillo de Quimper, tan conocidos.. Pero hago notar también. que convenciones y simplificaciones están lejos de significar perjuicio, y que el artesano se eleva hasta el arte a través de las dificultades de! oficio. Las tierras trituradas al aceite son algo menos rebeldes y, no obstante, el pintor sabe que debe desconfiar de los colores nuevos obtenidos químicamente; que hay que prever los efectos del secado, de absorción de alteración por los lentos efectos de la luz; cierto; colores se resquebrajan, como el betún; otros, como el azul de Prusia y el rojo de anilina, se extienden e invaden; la materia ocupa el pensamiento y retarda la ejecución, En la bella época de la pintura,<i> </i>los pintores preparaban personalmente sus colores y tenían sus secretos; también los retenía la preparación de telas y paneles. El trabajo de pintor abarcaba los cimientos, como en un edificio. La meditación propia del pintor, que nunca será suficientemente demorada, que jamás es demasiado lenta, se nutría de aquellas sujeciones, y puede hacerlo todavía hoy. Cuéntase que el Ticiano, al comenzar un retrato, pintaba sobre un fondo una mancha clara y casi uniforme, que volvía contra la pared para dejarla dormir allí durante varios<i> </i>días. Supongo que, por una cierta evocación, buscaba luego en ello los primeros rasgos de la obra; y es en este sentido que imaginaba; pero estamos aquí muy lejos de las ensoñaciones inconsistentes, y muy próximos, me parece, al escultor de raíces. Sólo que ¿quién continuará esa <i>misma </i>elaboración de una pincelada a otra? </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Entre las artes del fuego destaco la del mosaico, <i>evi</i>dentemente arquitectónica y que aún hoy podría ser todavía una escuela para el pintor. Según una expresión bien conocida, el poeta debe aprender a hacer, difícilmente, versos fáciles; pero nunca lo sabe suficientemente. y por terminar demasiado de prisa, por no esperar lo bastante, pierde otra dicha, más natural aún. Chateaubriand, juzgando a los chatos poetas del siglo XVIII, dejó una frase que ilustra a todas las artes, frase que ya hemos citado y que merece ser repetida. No es –dice– que esos, poetas carezcan de naturalidad; pero carecen de naturaleza. La crítica, a mi entender, no puede hallar nada más profundo. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El pintor también debe aprender a pintar difícilmente; y, lo mismo que todos los artistas, no es por el primer movimiento, sino por la materia por lo <i>que </i>encuentra la naturaleza. Y así como Miguel Ángel hallaba la naturaleza en los bloques de mármol de su cantera, es también la naturaleza lo que el pintor de mosaicos encuentra en esos pequeños trozos de piedra coloreada. ¿Pero cómo? Se dirá tal vez que la idea está contenida por entero en el proyecto que el dibujo prepara. Pero una vez más es preciso decir que la ejecución, en tanto es copia de una idea, es extraña a todas las artes aunque esté mezclada a todas ellas. El mosaico no es un arte más que en <i>la </i>medida en que las reglas del oficio dictan las formas. Aquí mismo, en el punto en que la materia colabora resistiendo, se halla la inspiración; en la punta de la herramienta, diría yo. Pero, precisamente, ¿qué puede enseñar el mosaico al pintor? En primer lugar, un tipo de línea que no es el del dibujo. Es cosa digna de ser señalada que una línea sea todo espíritu precisamente cuando la materia la quiebra; la idea no se plantea nunca mejor que en las ruinas; y como sea, aquel que haya seguido las líneas de un mosaico comprenderá mejor el ornamento. Pero sobre todo, el mosaico impone la pincelada uniforme y aun separada. Un procedimiento como éste, tantas veces ensayado en nuestro tiempo, no es, sin duda, la última palabra de la pintura; pero el que se haya vuelto a él prueba, al menos, que el otro procedimiento, de fusión y degradación de colores, arrastra bien pronto a la pintura por el camino de la lisonja. Todos hemos visto esas telas robustas, <i>construidas </i>–según se dice ahora–, que se parecen a un mosaico. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: 28.4px;">Destacaré todavía, de entre las artes del fuego, la de los vitrales. Es la pintura más brillante y que conquista casi ese colorido puro de la piedra preciosa, del que Goethe no se cansaba jamás. Es la pintura que participa más directamente del brillo de la <i>luz </i>cósmica; es la única también que colorea las otras cosas, mezclando a ellas su propia imagen. Recuérdense los vitrales de Combray, en Proust. Los colores son uniformes y sin mezcla. Agréguese todavía, por la doble condición de la arista de plomo que sigue el contorno de <i>los </i>colores e impone así un género de dibujo, y de la arista de piedra que sigue la ley del edificio, agréguese, digo, una sujeción continua ejercida por el artesano sobre el artista. Sujeción a la cual el artista, en todo arte, termina siempre por someterse. Empezaría por ello si comprendiese que el arte no tiene ninguna manera por finalidad expresa una idea, sino, muy por lo contrario, la de hacer surgir, por los medios del oficio, por medios impuestos, una idea que el espíritu no hubiese podido formar librado a sus propios recursos. Esta naturaleza según el espíritu, pero que ante todo es naturaleza y sigue siéndolo, es el milagro del arte. Digamos tan sólo que la lección de los vitrales, que permanece oscura, es sin embargo grande y hermosa. . </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: 28.4px;">Llego ahora al fresco; y me detengo siempre que piso los umbrales de este gran tema. Que la materia sea aquí arquitectónica y esté ligada al edificio es cosa que se advierte inmediatamente. Que la dificultad que regula la ejecución y aun la preparación impone una simplicidad heroica –y quizá también épica– es cosa que puede suponerse asimismo. Pero lo que yo no me atrevería a afirmar es que el fresco conduce a la verdadera pintura, o que, por lo contrario vuelve a traer el dibujo, dando así con el movimiento y subordinando el color a la línea. Acaso lo que tengamos que decir del dibujo aclare un tanto este gran problema. De todos modos, el oficio produce aquí también la obra, y es seguro que hallamos, en el fresco, mezcla de grandeza y de servidumbre, y la naturaleza institutriz que produce esa voluntad infinitesimal común a todas las obras bellas. . Para terminar digamos que, en cuanto al estilo, la pintura propiamente dicha debe algo, a todas esas artes arquitectónicas; y de todas, la lección principal. es la mas oculta: que el verdadero modelo es la obra misma. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><b>La pintura </b>(Continuación) </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><i>La acuarela. El retrato. Historia de un alma. El pintor, único psicólogo. Celimena. El vestido y el desnudo. La pintura y el movimiento </i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Es preciso que proceda ahora por toques y retoques, como el pintor, si deseo expresar cuál es el objeto propio de la pintura. Estamos en el punto crítico de las sutilezas y dificultades. El dibujo, que habrá de ocuparnos en último término, y que ya nos ha ilustrado indirectamente, puede instruirnos aún; pues el dibujo es, quizás, entre todas las artes, la menos oculta, la parienta más próxima de! pensamiento. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El dibujo, pero denso, materia pesada, arquitectónico, sostiene el color en el vitral. El dibujo, por las necesidades de una pronta ejecución sin retoques, circunscribe e! color en el fresco. Y, sin duda, la incorporación del color al edificio contribuye a prestar una autoridad incomparable a los dibujos coloreados, sin descuidar por ello la grandeza real impuesta por el arquitecto. Pero si separamos del edificio el dibujo coloreado, si consideramos, por ejemplo, la acuarela y el pastel, observamos que estas artes, aun en su más alto grado de perfección, están muy lejos de la potencia expresiva de la pintura al óleo. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Todos hemos notado en la acuarela que el color no puede vencer al dibujo, tal vez porque es transparente y casi sin materia. Aquí, como en el dibujo, el papel es rey. El dibujo nos explicará, pues, la estampa, la lámina. En todo caso, es sabido que la acuarela no puede sobrellevar<span style="vertical-align: -2px;"><sub> </sub></span>debidamente el peso del retrato. En ella el rostro humano puede agradar, pero se halla fácilmente dominado por el traje; casi podría decirse que reina allí la moda, las gracias puramente exteriores. En el pastel, que es pintura por la materia –aunque<span style="vertical-align: 2.5px;"> </span>frágil– pero que es dibujo por el gesto del artista y por la forma de la herramienta, es difícil decir qué es lo que le falta, pero cada uno de nosotros lo siente. No hay allí ninguna profundidad en la mirada; todo el ser está afuera. Actitud de sociedad con la preocupación –pasión casi– de agradar; frivolidad sin interioridad, máscara mundana. Creo que en esos trazos es el dibujo el que se muestra, el dibujo arrebatado siempre por algún movimiento. Estos matices, tan sólo propuestos aquí, tienen por objeto llevarnos a nuestros medios de análisis: la materia, el gesto, el método de retocar a intervalos; en fin, todo lo que hay de albañilería en el trabajo del pintor. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Debemos prestar atención, pues, una vez más, al manipuleo de ese baño más o menos transparente, que se transforma mediante el secado en un depósito incrustado en la tela o en el panel, y tan resistente como la madera más dura. El cuadro, fruto de un largo trabajo de superposición, encierra por ello mismo secretos impenetrables que constituyen la desesperación del copista y acaso del pintor. Este lento trabajo, tantas veces retomado, corresponde a una observación paciente en la que se trata de sorprender y de fijar algo. Pero, ¿qué? El retrato es la ceniza de la pintura, y el retrato pintado no puede, por la naturaleza misma del trabajo, fijar una actitud, un instante, un pensamiento pasajero, y menos todavía una acción. El retrato, a fuerza de paciencia, termina por fijar a todo un ser; no un episodio, ni tampoco esa imperturbable esencia encerrada en sí misma, como hace la escultura; antes bien, retomando la fórmula de Hegel, la subjetividad infinita. Pero, ¿qué significa esto? No la primitiva naturaleza desnuda, sino la naturaleza hecha de experiencia acumulada y reunida por entero en un momento precioso que el pintor fija para siempre. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Existe una correspondencia entre la lenta formación de una naturaleza, llena de sus recuerdos, enriquecida, modelada y cambiada también por los encuentros, y el trabajo mismo del pintor, que sin cesar acumula, superpone, cambia, a la vez que conserva. Aquí está encerrada la memoria, la historia de un alma. Pues, para volver a nuestras vistas spinozistas, dos son las cosas a considerar en Juan o Pedro; hay una naturaleza inmutable, una idea eterna, que persevera en el ser; y hay también lo que podría llamarse las estriberas de la experiencia, los tropiezos, los frotamientos, las concesiones, las disminuciones de que se hace acopio, y, en fin, la lenta formación de los sentimientos políticos. Política en el pleno sentido del vocablo: sentimiento de sociedad, en el que resulta admirable observar cómo la naturaleza, pulcra<span style="vertical-align: -2.5px;"><sub> </sub></span>, obstinada, invencible, se reviste, sin embargo, de apariencias ajustadas a ella misma y a los demás, y parece decir a través de su mirada civilizada: "He aquí cómo he vivido; he aquí todos los episodios de mi vida, pero incorporados, digeridos, asimilados." </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Claro está que en estos sentimientos sociales, que me complazco en llamar políticos, hay que conceder un lugar de primer rango a los sentimientos familiares, porque entonces el compromiso es eminentemente querido y aun amado. El ser que expresa esto, expresa, pues, más que él mismo. El retrato lleva así en su seno un secreto de sociedad y un poder de simpatía que no se advierten jamás en la estatua. La estatua está sola. La estatua no ve. Stendhal dice de una joven muy bonita, que sus ojos parecían conversar con las cosas que miraba. Hay aquí algún exceso, y Stendhal lo reconoce. Pero esta viva pintura de las palabras nos orienta adecuadamente para comprender lo que es propio del retrato pintado: la mirada y todo lo que la rodea y completa. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La estatua no tiene ojos; ciega y sorda, plantea tan sólo su propia ley. Salón dejó sus leyes solas como estatuas. Ellas no oían, no respondían y de ese modo no había arreglo ni compromiso. Solón estaba ausente siempre. Había dejado a Creso glorioso la máxima de que no se puede decir que un hombre es feliz mientras no está muerto. Más tarde, en la hoguera, Creso clamaba: "¡ Solón! ¡ Solón!", lo cual sorprendió y, finalmente, suavizó al vencedor. Empero, Solón, rey sobre aquellos reyes, estaba en otra parte. Tal es la caza del escultor. Ahora bien, concíbase, por oposición, algún hombre de Estado preocupado en los retoques que se presta a las conversaciones, que vive de compromisos y que siempre se reencuentra a sí mismo por un trabajo de presencia y de simpatía; he ahí la caza del pintor. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">He dicho metafísica en la escultura y psicología en la pintura. Psicología, historia de un alma; sentimiento total, no de aquello que quise ser, de lo que afirmé y compuse, sino de aquello que he podido ser. Sentimiento compuesto de sí mismo y de los demás, de amores, de amistades, de encuentros; todo esto reunido e indivisible. En la experiencia real, en la visión que se tiene de los demás, se captan relámpagos de esta ensoñación integral; se inventa entonces la novela de una vida, pero se pierde el rastro. Sólo al pintor corresponde espiar esos signos, prepararles un lugar, conservarlos y retomarlos, acumulando todos esos ensayos en un signo, el retrato, que no tiene equivalente y que el modelo no puede igualar; es en este sentido que el pintor logra más acabadamente el parecido que la naturaleza misma. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">A fin de hacer esta idea más comprensible, señalemos todavía una relación de armonía entre ese objeto psicológico y la naturaleza misma de la pintura, la cual, por decreto, se atiene a la apariencia pura. La más alta conquista del espíritu consiste en comprender que todas las apariencias son verdaderas, expresando al ser y sus aledaños, y toda cosa, al propio espectador. Por ejemplo, el espejismo hace conocer a la vez el aire recalentado, así como el mecanismo del cuerpo humano y de la memoria. El célebre palo quebrado permite conocer simultáneamente la superficie del agua y .el índice de refracción. Pero,. sin buscar en ese sentido y sin esperar las pruebas, es lo cierto que experimento ese espejismo cuando lo experimento. Ahora bien, el precio de una vida, o más exactamente, de la novela de una vida, está en esto: en que todo es verdadero, aun los errores, los artificios, los cambios, los olvidos; aun ese artificio del olvido, que recuerda. y esa transparencia o semitransparencia, de sí mismo a sí mismo, lo que se prefiere, lo que se quiere, lo que se rechaza, todo ese tono del cuadro íntimo, todo eso que el escultor atenúa tan bien, el pintor lo conserva en una mezcla adecuada, por ese propósito de no pensar y de atenerse a aquello que ve. Allí donde el novelista obtiene sólo esbozo simplificado, pues debe juzgar y pesar, el pintor, por su oficio y su paciencia, capta el alma en la apariencia expresiva, que él compone poco a poco, así como poco a poco fue haciéndose la vida interior y secreta. El pintor es, quizás, el único psicólogo. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">¿ Cómo observar un alma sobre un rostro cuando la atención misma, el más alarmante de los signos, pone en fuga a los otros signos y no deja subsistir más que los de la alarma y la vigilancia? Pues el ojo viviente lanza sin cesar este signo: "Adivino que quieres adivinarme." Ahora bien, el milagro de la pintura está en que ese fuego de sociedad, ese reflejo de opinión y de juicio, cosa por excelencia inmóvil y decepcionante, constituya un objeto duradero y, en lo sucesivo, inmóvil. Esa alma, por ejemplo, la <i>Gioconda, </i>o la <i>Virgen de la boda, </i>esa alma tiene que ser captada; no se oculta, pero tampoco se divide; no se explica, pero se ofrece. Lo que en el mundo es menos objeto se ha vuelto objeto; se lo posee en una apariencia inmutable y suficiente; toca a nosotros, por una simpatía que no perturbará esta imagen, por una simpatía que puede titubear, engañarse, volver; toca a nosotros comprender ese lenguaje sin palabras. Esta confidencia no tiene fin y despierta en nosotros un desarrollo paralelo, también sin palabras; no una sucesión de instantes, sino una sucesión de momentos, en la que toda una vida pasada, presente y por venir, está reunida. De ahí esa contemplación vehemente dé la que he hablado. Es propio de la apariencia expresarlo todo y que ella baste, pero sólo la pintura fija la apariencia; y sólo la gran pintura escoge precisamente la apariencia en la que hubiésemos deseado retenernos. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Es así como el verdadero pintor, por negarse a pensar, esto es, a definir, y por elegir solamente los momentos, descartando los instantes, ha preparado su precioso objeto para una contemplación sin fin. Ese doble sentimiento, del pintor y del espectador, se parece bastante al amor; porque espera, se obstina, toma la apariencia tal como es, la acepta por entero; de ella espera la historia de un alma. y muy claramente el amor, distinto en esto de la estima, se aferra al exterior y se promete hallar el interior en él, tomando como culpa propia aquello que no ha sabido comprender. La estima rechaza la apariencia, y se dirige a las pruebas verdaderas; se dirige, como suele decirse, al alma, a través del discurso y de la acción; al alma, no al rostro. Pero el amor ha jurado salvar al rostro y no elegir. Sin duda Alcestes no comprendería la pintura, eminencia que jamás engaña. Pero una estatua de Celimena sería también algo sin sentido. Celimena está revestida de circunstancias y todos esos reflejos son verdaderos, pero es menester el ojo del pintor para aprehender por entero y para amar, primero, esa verdad superior. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Esto equivaldría a decir, en lenguaje spinoziano, que en Dios hay también una verdad de la existencia; pero esta idea es, sin duda, insalvable para la inteligencia. Es preciso, pues, que me contente con estas observaciones. No obstante, ellas habrán de permitirnos, según creo, abordar con eficacia un tema peligroso: el desnudo. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Todo, en la pintura, tiende a expresar los sentimientos de sociedad, purificados, dominados, salvados por el recuerdo, y muy por encima de la emoción del momento, siempre fuera de medida y destinada, casi por entero, a un olvido total. Lo cual está expresado por el traje de ceremonia –acompañamiento natural de los bellos retratos–, que concentra toda la atención en el rostro humano, traducción ya compuesta y cortés de todos los movimientos animales. Preciso es decir también que la emoción natural resulta del hecho de estar nosotros sumergidos en la naturaleza y atacados a cada instante en toda nuestra superficie. Ahora bien, el traje atenúa evidentemente la mayor parte de esas impresiones, dando ventaja a las emociones más vecinas al sentimiento, que se obtienen por los ojos. En otros términos, el desnudo expresa la comunicación del hombre con la naturaleza antes que las relaciones de sociedad. Se simplificaría mucho un problema frecuentemente discutido si se recordara que el traje es de ceremonia y corresponde a lo que la civilización ha aportado en materia de aderezos, al sentimiento. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Si bien se mira, tal aderezo es el sentimiento mismo y, en primer lugar, las pasiones contenidas, por oposición a la emoción pura. Así, la negación del traje equivale a negar esos aderezos y esa contención. Se comprende perfectamente que la invencible naturaleza se manifieste en cada cual por un desprecio de la opinión y del traje. Podría decirse que, para expresar el indomable equilibrio que prefiere morir a cambiar, conviene que el cuerpo entero acuda a sostener la excesivamente prudente cabeza. y aun la cabeza sola da a entender que no es más que una parte del cuerpo. Así, en cierto sentido, la simplicidad de la escultura nos desnuda. No creo que pueda decirse otro tanto de la pintura, a despecho de incontables ensayos. Recuérdense los hermosos pensamientos de Hegel, que he mencionado a propósito de la estatua sin ojos; el alma está como difundida en todo el cuerpo del atleta y se expresa aun en el menor fragmento. Y, por oposición, piénsese en la mirada y sus aledaños, que son objeto preferido del pintor, y del pintor solamente. La mirada, punta del alma, que Goethe observaba con amor; y vosotros sabéis que tenía horror de las gentes con gafas, que, en efecto, se ocultan tras reflejos artificiales. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Del mismo modo que los recuerdos se reúnen en la ensoñación total, todos los pensamientos se reúnen en la mirada. Por eso puede decirse que el vestido y el aderezo constituyen el accesorio natural del retrato, y que el retrato desnudo es imposible. Nuestra naturaleza está desnuda, nuestra estatua está desnuda; pero nuestro ser, hijo de la historia, está vestido; nuestros sentimientos están vestidos. Además, no es objeto propio de la pintura representar al atleta y ni siquiera al pensador. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Igualmente, y anticipando un poco con respecto al dibujo, que, por otra parte, tan bien soporta el desnudo, debe reconocerse que la pintura no conviene para representar el movimiento. Por ejemplo, una asamblea pintada en agitación sólo es un instante, no un momento. La asamblea pintada será una asamblea de retratos, cada uno de ellos inmóvil y expresando toda una vida. Entiéndase que no pretendo en modo alguno legislar, y no está prohibido al pintor realizar una obra maestra que represente al movimiento. Yo he intentado hallar alguna forma de reflexión que pueda partir de las obras consagradas y no ser indigna de ellas; y la obra hace la ley. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Como sea, el retrato es, en el hecho, rey de la pintura; y esto es lo que he procurado comprender, reflexionando sobre el imperio de las obras. En verdad, la escultura tampoco se acomoda muy bien al movimiento, y es más bella en el reposo. No obstante, la esencia de un ser puede mostrarse en el movimiento. Cosa digna de ser señalada al pasar; el movimiento conviene mejorar al bajo relieve, movimiento esencial, instituciones, cortejos, danza; y la razón de ello está, según creo, en que el bajo relieve nos aproxima al dibujo. El dibujo está alerta: es de un instante. Esto habrá de ser examinado más de cerca. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Para terminar, propongo una especie de regla, cuyas aplicaciones podréis averiguar. El color pesa siempre sobre el movimiento; en cambio, el dibujo lleva siempre el color hacia el artificio decorativo. Los ejemplos de dibujos coloreados o de danzas pintadas, así como los ensayos de retratos desnudos, se me antojan punto de discusión entre dos artes vecinas, pero, en el fondo, extrañas la una a la otra. Una vez más digo que el gesto del pintor me anuncia que va a vencer al dibujo. Puede sacarse en conclusión que las diversas artes se entremezclan a veces en sus obras medianas, pero se separan, y aun se oponen, en sus obras maestras. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><b>El dibujo </b></div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><i>La línea. Descartes. El geómetra. El movimiento Las sombras. Un grabado de Rembrandt. El retrato dibujado. Sobre la imaginación. Sobre la inspiración </i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El dibujo es, en todas las artes, desde la arquitectura, como una anticipación o preparación destinada siempre a ser superada. Pero he aquí que ahora se libera, presentándose como un arte completo. Nadie desea que un bello dibujo sea realizado en otra forma; nadie ve en él un proyecto. El dibujo carece casi de cuerpo, pero así se lo desea. Aunque mezclado a una especie de pintura en el grabado y en los dibujos sombreados, se advierte que por fin es él mismo cuando está reducido a una línea casi sin materia y al blanco del papel. Percibimos entonces un modo de expresión suficiente, que posee su poder propio. El relieve, la sombra, el color, nada añadirían y aun le quitarían algo. En su estado de pureza es dispuesto, somero, completo. Piénsese en el contorno del rostro de un dibujo japonés. Ningún arte es menos declamatorio; el misterio está contenido por entero en lo que posee de justo, de explícito y de terminado, sin preparación ni interioridad, sin masa alguna. El dibujo se opone así a la vez a la arquitectura, a la escultura y a la pintura. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El dibujo aparece claro, como clara es una idea, por ejemplo, en Spinoza; pero en uno y otro caso esa transparencia tiene profundidad. ¡Tan pocos medios y tanta perfección, aun en los más pequeños ensayos, en un fragmento, en una mano! Se aceptan el tanteo, el retoque, el modelado, pero se siente que una línea completamente pura y sin espesor bastaría para representar la carne, la fuerza, la vida, el movimiento y, a través de todo ello, el sentimiento. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">¿Qué significa el dibujo? ¿De dónde procede ese poder? De la invención que le es propia, de la línea. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Si se quisiese tratar suficientemente de la línea, preciso sería tratar del espíritu y remontarse a su fuente, al espíritu viviente, que es una especie de audacia sin violencia alguna. La línea no está en la naturaleza; la línea no quiere existir; su trazado, que no es más que su sombra, no le da cuerpo. No obstante, entre las obras de la imaginación real, la que al fin se halla en las obras, la línea trazada es lo que más se asemeja a la idea. Y el campo, sin distinciones, el campo uniforme, el blanco puro, que la línea divide o circunscribe, representa todo el contenido posible y, en cierto modo, aquello que la naturaleza quiere, que no altera la línea, que no la toca, que le está sometido por entero. De todos modos hay en la línea una anticipación atrevida y un método soberano, que empieza por terminar. La línea corre. Todos nuestros proyectos de pensamiento y acción son líneas. La línea figura la audacia pensante. Veo en ella seguridad, indiferencia y una especie de legislación. Compárese el dibujo con la pintura. El pintor –en eso es hombre–tiembla ante el sentimiento; en la pintura hay una especie de oración, una esperanza, una espera; de ahí un manejo prudente y sin anticipación alguna, al menos respecto de aquello que importa. El dibujo toma posesión, expresa una voluntad, una elección, un decreto. Cuanto más dispuesto y ligero es, como el ala, tanto más es él mismo. El milagro propio del dibujo está en que la más tenue línea es suficiente. Una boca sin color y a través de líneas que no existen, sin ninguna afectación de vida, es tan viviente, tan parlante, que puede desalentar al pintor. Apariencia que es pura invención a la que el negro sobre blanco basta; o el blanco sobre negro, o el negro sobre azul; esto no importa. Piénsese en la línea de la barbilla, de la mejilla, del cuello, cuando es perfecta; parece entonces que toda una naturaleza ha sido acogida en la trampa. Ese papel, que siempre sigue siendo papel, que exhibe su grano propio, su materia extranjera o intacta, ese papel empieza a vivir. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Un bello dibujo es ya la imagen de lo que puede hacer el pensamiento sólo con palabras, sin ningún empeño en imitar por el ruido o por el ritmo la rica tela del mundo. El dibujo es una postura sublime. Aquí aparece un género de verdad que sólo depende del hombre. Descartes reconstruye la cosa según el espíritu por medio de líneas tenues y no se preocupa en probar que las cosas sean así, que Dios, corno él dice, las haya hecho así. Están cogidas en esa red que no posee nada de su forma; el arco iris y el imán están prisioneros; que la estofa sea corno ella quiera. Los espíritus medianos renuncian a saber cómo es, pero los grandes no quieren saberlo jamás. Eso es lo que dice el blanco del papel y esa señal de la forma, extraña, que no cuenta. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Me dejo llevar por ese parentesco, que me parece evidente, entre el dibujo y el pensamiento. Es que la línea del dibujo no está en las cosas; una cabellera dibujada es más cabellera por el contorno, que no está en el modelo, que por las líneas del cabello mismo, que el gran dibujo desprecia. Por eso resulta imposible tratar de la línea, toda invención, sin pensar en la línea del geómetra, que no existe y que, en los trazados, existe siempre .en demasía. El pensamiento no quiere reconocerla en su Imagen aproximada; le deniega ese género de ser que pertenece a las cosas. Tornemos tres estrellas; pensadas a la vez, forman triángulo al instante; un triángulo sin líneas, al que no falta nada. Esa relación inmediata de una estrella a otra, esa distancia, sin partes ni diferencias, es el alma de la línea, es la idea. Las estrellas son puntos en la apariencia, pero la variedad de las cosas no toca la línea. La distancia que media entre mi persona y el fondo de esta sala no es más que una pura relación, un carnina completamente trazado y sin diferencias; es el proyecto puro. Tal es, podría decirse, el primer estado de todo dibujo, y, por eso, el trazado mismo se apresura y aligera. Nada de materia, o casi nada, ningún esfuerzo, ninguna pasión de conquista. Ni surcos ni agujeros en el papel. La mano es ligera, imparcial, indiferente, como el pensamiento. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Hay una gran significación en la línea trazada por el aprendiz de geómetra, todavía salvaje, todavía asustado por el mundo. Línea gruesa, torcida, apoyada, que traza las pasiones, la impaciencia, la cólera, o el miedo a esas cosas. En realidad, una línea fea. Esto no anuncia al politécnico, magro legislador, sino más bien al enemigo de las leyes, que deja huellas y algo así como una pista por donde pasa. En cambio, una libertad, una decisión, algo inmaterial, anuncian, no al hijo de la tierra, sino al hijo del cielo, al Pitágoras, al Platón. Esta diferencia es clara como un rostro; sensible en la escritura, en las figuras geométricas y en los signos algebraicos, brilla en el dibujo. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Hay una belleza propia del trazo, en el dibujo, que representa primero –cualquiera sea la cosa– una manera de contemplar y de aprehender, donde la presión de las pasiones, de la posesión, del deseo, no se expresa; hay más bien una negativa a tomar y una victoria sin violencia alguna. Aquel que rompe su lápiz está lejos del arte. El dibujo es así –como se lo ha sentido siempre–, la advertencia, la disciplina previa en todas las artes plásticas. El dibujo adquiere un gran sentido porque expresa la negativa a morder y el animal vencido. Representa el espíritu de conjunto y de contemplación en la acción misma; una especie de atletismo propia del artista. El dibujo más insignificante es un claro retrato del dibujante. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Tal es, pues, la significación de la línea como trazo, esto es, considerada en su materia y espesor. Consideremos ahora su significado como línea justa, como representación del objeto. Entonces es un gesto, un movimiento fijado. Toda acción diseña algún trazado en el mundo; por ejemplo, una fuga, un arma que arrastramos, el rastro de una quilla sobre la arena. y este dibujo natural se parece más bien a la acción que a la cosa. Así, la línea del dibujo es la huella ligera de ese movimiento de las manos que van a aprehender y que se privan de hacerlo. Nosotros mismos, espectadores, que percibimos esa línea, esa línea que no tiene más que una dimensión en tanto lo permita la materia, nosotros mismos la seguimos, corremos con ella. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Es posible, como decía, que la escultura, por accidente, exprese el movimiento; esta representación no conviene a la pintura. La arquitectura es inmóvil, vigorosamente inmóvil. En cambio, el dibujo va a representar siempre el movimiento, es decir, un instante; no el momento. La pintura representa, por excelencia, el momento; esto es, una larga duración reunida, recogida en el sentimiento total; y de ahí la importancia de la elección de la postura. Todo conviene en cambio al dibujo: los pies del ángel que vuela por la ventana, en un grabado de Rembrandt; un perfil perdido, un brazo, un hombro, una mano. Los bocetos de los grandes artistas ofrecen tesoros; y cada cual sentirá la diferencia entre esos contornos tenues y perfectos, yesos otros dibujos cargados de sombras y afectación, que evidentemente preparan la pintura. Se siente entonces que el dibujo está a punto de perecer y que se va a pasar a otro arte. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Basta que una idea esté en su lugar, y no tenemos jamás otras pruebas. Es la ocasión de repetir que el dibujo rechaza el color; debería decirse más bien que lo desprecia y anula. Una sanguina no representa mejor el desnudo. Un papel azulado será tan carne como un papel rosa. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Estas observaciones son importantes, y queda bien entendido que lo que va a seguir es tan sólo proposición, o manera de leer estas artes intermediarias que mezclan pintura y dibujo. Se comprenderá tal vez por qué en la acuarela y, sobre todo, en la estampa, allí donde el dibujo no cede ante el color, se advierte que el color toma más o menos valor de ornamento, es decir, cierto carácter arbitrario y extraño. Por ejemplo, unos árboles vigorosamente dibujados en negro podrán ser destacados con igual eficacia por un trazo rojo o por uno negro o azul. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Las sombras darían pie a observaciones del mismo género, también sin pruebas; y de estas observaciones, como de toda idea, pienso que es más útil seguirlas en la aplicación que discutirlas. Confieso que me retiro siempre ante los discutidores; no tengo nada de tirano. Las sombras, según lo he indicado ya, son como un ensayo, de pintar en negro y blanco, es decir, de borrar la línea. Aquí se presenta el grabado, que mis gustos personales no me inducen en absoluto a desmerecer; bien al contrario. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El grabado permite apreciar el poder de reproducir los retratos pintados, poder que proviene, en parte, de la pintura. El primer trabajo de interpretación está hecho; el modelo vivo no cuenta ya. Hay que seguir, pues, al grabado en sus ensayos para pintar en blanco y negro, según la naturaleza misma, y por los procedimientos y gestos del dibujo. Consideraremos aquí un ejemplo: la pieza llamada de los <i>Cien Florines, </i>de Rembrandt, por ser muy conocida y porque se presta a maravilla para explicar un poco mejor estas proposiciones que, sin duda, os parecerán. demasiado sutilizadas. Dos sectores hay en esta obra: de un lado, Jesús cura a los enfermos, ciegos, paralíticos, masa de miseria intensamente sombreada, trabajada, sobrecargada' del otro los doctores de la ley discuten el caso. Este ángulo está realizado con los trazos más tenues, sobre blanca; es un puro dibujo que representa a la maravilla un instante de la disputa. Una disputa está hecha de instantes. Nada más completo que este liviano dibujo, nada expresa más que él. En cambio, el rostro de Cristo, obra de expresión inmóvil, sombreada, que se dijera pintada de blanco y de negro, me parece inferior al proyecto. El sentimiento carece de profundidad; se requeriría allí la pintura. Rembrandt podía pintar, por cierto, ese rostro; semejantes sentimientos profundos y densos no estaban por encima de su genio; pero el grabado, hijo del dibujo, está aquí fuera de su jurisdicción. Lo intermedio nos es ofrecido en el grabado mismo, por el movimiento de ese hombre que busca su camino, </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: center; text-indent: 28.4px;"><i>Ciego de dedos abiertos evitando la esperanza.</i></div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Este movimiento es admirable porque es un movimiento; aquí el dibujo es suficiente y con poder propio, pero las puras líneas de la parte izquierda expresan mejor aún el instante, y a aquellos discutidores que escapan a sí mismos. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">De acuerdo con estas observaciones parecería que el dibujo no puede aspirar al retrato; pero no es posible decir tal cosa. Existe buen número de dibujos que expresan, sin lugar a dudas, una naturaleza de hombre, en lo que veo, sin embargo, un matiz que podréis verificar. El dibujo se asemeja entonces más bien a la escultura, por aquello de que fija en un instante naturalezas que no cambian ni cambiarán, de ésas que me place llamar cocodrilenses. Son naturalezas que han resistido a la experiencia, o bien es su parte resistente y escamosa la que está representada. En lo cual los retratos dibujados se oponen, por una fuerza afirmativa y en cierto modo tiránica, a la gracia del retrato pintado, que recuerda, que ha recurrido al artificio, que ha cambiado conservándose, que nos cuenta una vida de sociedad, una vida de sentimiento, una vida, en fin, de cortesía, en el sentido más profundo. En resumen, aquello que puede ser esculpido puede también ser dibujado; pero lo que la pintura expresa por el trabajo del color no puede alcanzarlo el dibujo. Repito una vez más que las obras maestras separan los géneros y hasta los oponen entre sí. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Quédame por exponer, o mejor dicho, por retomar, explicándola algo más detalladamente, una idea importante respecto de la imaginación y su poder real, El dibujo es una ocasión excelente, me parece, para comprender cómo pueden copiarse recuerdos. Aquí, la doctrina clásica –podría decirse, escolar– es muy simple; la desgracia está en que es extraña a la naturaleza. humana. Un hombre de imaginación, como lo es el artista, es un hombre capaz de fijar imágenes que desfilan por su espíritu, de describirlas y copiarlas. Es así como el dramaturgo Curel describía, hace ya mucho tiempo, el trabajo de creación, Mis personajes –decía– se pasean a mi alrededor; no tengo más que escucharlos. Un pintor dirá, igualmente, que hace sentar ante él al modelo imaginado y que lo copla tal como haría con un modelo verdadero. Cuéntase que Newton tenía el poder de evocar para sí la imagen del sol. Estas grandes autoridades han puesto fin a la cuestión. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Pero es el momento de recalcar que la imaginación, que nos engaña sobre todas las cosas, nos engaña también sobre sí misma. Según lo he explicado al comienzo de estas lecciones, no hay que creer demasiado a aquellos que describen sus propios fantasmas. Por lo que a mi toca, me he sorprendido más de una vez describiendo aquello que no veía de ningún modo, y he podido comprobar que era la descripción misma lo que confería consistencia a jirones inaprehensibles. Igualmente, cuando se dibujan recuerdos, la muy vaga evocación del modelo está acompañada de .un sentimiento de presencia que es todo en nuestro propio cuerpo y que llama al gesto, por insuficiencia misma del fantasma visual. Es así como el lápiz esboza una forma que queda, y que es entonces para nosotros como los huecos, grietas, humaredas y follajes que tan bien sostienen la imaginación y en los que entrevemos esbozos que quisiéramos completar. Reconocer en el primer esquicio el retrato que buscamos, conservar y recalcar mejor aún ese parecido, esto es lo que, a mi entender, puede ser considerado dibujar de memoria. El dibujo no es, en tal caso, copia de lo imaginario mas bien hace aparecer lo imaginario. Y esta idea, vuelta a encontrar aquí es de gran alcance para las bellas artes. porque la imaginación no es más que un tormento; la Imaginación no nos satisface jamás; cualquiera sea la fuerza de persuasión del discurso, no llegamos jamás a la alucinación. Quizá la alucinación se reduzca siempre a un género de elocuencia, y los médicos lo sospechan ahora. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Como quiera que sea, el hombre normal busca un objeto para sus ensoñaciones; lo hace. Es que la imaginación es incapaz de crear en el espíritu solamente; por eso existen las bellas artes. La imaginación sólo puede crear cambiando realmente el mundo, por el movimiento, por el trabajo de las manos, por la voz. La música nos proporciona la mejor aclaración sobre este punto, lo mismo que la danza, la elocuencia y, acaso mejor aún la poesía; porque aquí no hay incertidumbre; nadie imagina una melodía sin cantarla, ni un paso de baile sin bailarlo, ni un discurso sin pronunciarlo, y menos aún se querría imaginar un verso sin decirlo en el propio oído. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Estas observaciones tan simples me han instruido mucho, haciéndome ver la conveniencia de tratar de todas la artes en un sistema, es decir, según una serie bien ordenada. Me he preguntado por qué movimiento del cuerpo humano se buscaba imaginar una forma, un contorno, un color, y he comprobado que no era menos natural dibujar o esculpir que cantar o bailar. Esto es lo real de la ensoñación, fuera de lo cual debemos confesar la indigencia extrema de las imágenes que no son más que tales. Y realmente no puedo decir lo que es una imagen contemplada solamente en espíritu; descubro en ella algunas percepciones vagas y unos cuantos recuerdos revoloteantes, que son de retina. Nuestros espectros no son en modo alguno nuestros modelos. Por lo contrario, las bellas artes se explican por el hecho de que la ejecución no deja de superar a la concepción, sobre todo cuando un largo trabajo de artesano ha establecido la libre comunicación de sentimientos y movimientos. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Se llama inspiración a ese movimiento de naturaleza que sobrepasa nuestra esperanza; y el artista es el hombre en quien la realización por el canto, por la construcción, por la pintura, por el dibujo, lleva ventaja sobre la imaginación únicamente mental, tan promisoria y que tan mal cumple. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Todo hombre quiere fijar sus pensamientos e imágenes y los ve derretirse bajo la mirada directa, como Eurídice ante Orfeo. Y hay una ley admirable, siempre negada y siempre verificada, según la cual la atención pone en fuga a la aparición. Por lo demás, está claro que el recuerdo de la obra no reemplaza de ninguna manera a la obra; aun en el caso de un poema solemnemente releído, esto nos sorprende. y esta sorpresa no se desgasta. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><b>El artista</b></div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><i>El artista. La Pitia. El artista salva a los oráculos. El trabajo y la inspiración. El artista y la opinión. El poema de la primavera. Pensamiento y sentimiento. El hombre libre </i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Nuestras reflexiones se prolongarían indefinidamente: un mundo se abre, los ejemplos se proponen, las ideas buscan objeto y lo hallan. Pero hemos llegado al término de estas lecciones, y es preciso terminar. Pregunto ahora: ¿Qué idea debe hacerse uno del artista? ¿Es un ciudadano? Me parece que la obediencia a los hombres no es asunto suyo. Miguel Ángel pintó en su infierno un cardenal a quien no quería; hubo reclamación ante el Pontífice. En estos casos, el ingenio es el recurso de los poderosos : "Yo lo puedo todo en el cielo –respondió el Papa–, pero en el infierno no puedo nada." Era una manera de confesar que el doble . Poder, reunido en un solo hombre, no tiene potestad alguna sobre le genio. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">No es afuera, ni en ningún género de doctrina, donde el artista irá a buscar sus ideas. Sus ideas son sus obras. Y ahora adivinamos en parte cómo las busca. De ningún modo en los libros, en la enseñanza, en la discusión, en la tradición; de todo eso toma más bien la idea exterior; por ejemplo, el <i>Juicio Final </i>no es más que el tema. En cuanto a la idea interior, la busca a su manera, la más antigua, la única confirmada por resultados brillantes, la única que hace posible el acuerdo, la única que domina las discusiones. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Pero a fin de reunir bajo nuestra mirada, en esta lección final, este extraño método de pensar, debemos representarnos a la Pitia, y cómo griegos y bárbaros la interrogaban. ¿La Pitia? Una loca, incapacitada de referir ya nada a sí misma; y expresando con movimientos y gritos, expresando sin saber qué. Hombres cansados de razonar sobre el porvenir acudían a ella en busca de alguna luz acerca de la presente situación cósmica y de lo que habría de sobrevenir. Ahora bien, ¿qué idea podía llevar a esa gestión y a esa búsqueda? El pensamiento, por cierto (y los griegos lo supieron mejor que cualquier otro pueblo), tiene su poder propio, que procede de aquello que divide y ordena –piénsese en nuestro padre Descartes–, de tal manera que la punta del razonamiento viene a fijarse en un punto del mundo, y a determinarlo perfectamente. Es así como se mide el eclipse. y este ejemplo permite ver claramente que dicho método es abstracto hasta en la experiencia; porque en e! hecho un eclipse puede serlo todo, inclusive una batalla perdida por el pánico. Ahora bien, los acontecimientos que nos interesan, invasiones, victorias, cambios de reinado no son separables, y nuestros análisis se pierden en el todo, Pero el cuerpo humano es una admirable caja de resonancia, un registrador de universos, un escorzo del mundo. ¿Qué presión, qué sonido, qué luz no lo modifica un tanto? El inmenso mar de la existencia bate por todos los flancos a esta envoltura sensible y la envoltura reacciona; de ahí el humor. melancólico o alegre. Esto es atemperado tan sólo por la razón y la cortesía; procedemos y elegimos. Porque somos razonables no emitimos oráculos. La Pitia no elige; no hay una inflexión de su cuerpo o de su voz que no exprese todas las cosas a la vez. Nótese que la Pitia resume mil ejemplos de! mismo género. Se ha interrogado a los locos, a los inocentes, a las bestias, a las entrañas mismas de las bestias. Todo eso es Pitia. En este espectáculo de un ser cuyo humor es liberado, de un ser que se ha vuelto un torbellino de naturaleza flexible a todo, en este espectáculo se expresa un gran secreto, todo un momento del mundo, del que habrán de depender los momentos venideros. La dificultad estaba en observar, en interpretar todo esto. En consultas de este género se adopta, casi siempre, algún lenguaje convencional, pero el lenguaje común puede convenir también, a condición de que la razón cartesiana no llegue a turbarlo. Se espera entonces que el conocimiento total, que está seguramente en ese cuerpo librado a la emoción pura, habrá de traducirse bien o mal por el lenguaje habitual, aunque quebrado, roto, deformado. Me parece que esas tentativas, siempre conmovedoras, están ahora juzgadas. Todo es ambiguo y se hace aquello que place. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">¿Y el artista? El artista es aquel que ha salvado los oráculos por un método más paciente, apoyado en un oficio, en trabajos continuados, en búsquedas de expresión primero bastante ordinarias, cantar, esculpir, ornamentar, pintar, pero notables en que superan grandemente al discurso. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">He explicado suficientemente que el cuerpo humano está en juego, que es intimado para expresar la verdad profunda; por una variedad de movimientos, no arbitrarios, sino circunscriptos por anticipado; por un estremecimiento y una ondulación del contorno según el delirio pítico: y aquí como en el oráculo, el artista busca la idea y la adivina. No obstante, la obra se hace; la obra inscribe el oráculo, lo conserva y se ofrece como una tableta más sensible, en la que habrán de inscribirse otros movimientos por venir. El verso se diseña; algunas palabras aparecen en la canción; un resplandor ilumina e! retrato pintado. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El trabajo del artista consiste en reconocer la idea en embrión, liberarla con precaución, tomando buen cuidado de que la razón no turbe ese misterioso trabajo, esa respuesta del cuerpo humano en comunicación con todas las cosas. y que cada cual juzgue según el arte que conoce mejor. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Por mi parte, es sobre todo en el trabajo del músico y, en particular, del poeta, donde capto mejor esa paciencia para rechazar aquello que es de industria y para golpear, en cierto modo, sobre la obra comenzada hasta que ella responda. Se comprende entonces cómo el trabajo está ligado a la inspiración, cómo la prepara y la solicita; cómo también es gran arte el no borrar temerariamente y cómo una plena indulgencia hacia sí mismo se concilia con una severidad inflexible. Heroica confianza en sí mismo, valerosa confianza en sí sólo. El artista es el único optimista. La recompensa de cada instante, invisible para los demás, es lo que lo sostiene. Por ese largo camino halla, en forma de objeto, la idea inexpresable e inagotable, fuente sin fin de pensamientos, a su vez oráculo, espejo del alma y respuesta a nuestras pasiones. Así es un hermoso poema, y así también un bello retrato. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Por ello comprendo mejor aquello que he adelantado, que la obediencia a los demás, a las costumbres, a las leyes, al poder, a los intereses y, en fin, a todas las razones de Estado, no es lo que importa en el artista. Pero ahora, al que sabe convertirse en Pitia, para sí mismo y para todos, le veo no discutiendo y negando, sino más bien confiando en el oficio, volviendo a él, pensando en ello. Desconfiando, pues, respecto de aquello que está razonablemente probado, explicado y que él llama intelectual; eso es moneda corriente, el pensamiento abstracto y comunicable, que viene de fuera y que uno aprende de los demás. ¿Aprender de los demás? El oficio sí se lo aprende de los demás; pero el pensamiento del artista es como un coloquio con su propio genio, a través del lenguaje de un determinado oficio. El artista teme la opinión; quiero decir que teme amarla, respetarla. Teme más el elogio que la censura. Teme tachar temerariamente y por la razón lo que su naturaleza le dicta. Es original en el sentido de que sus pensamientos, que son sus obras, tienen su origen en él mismo y no en los demás. Así, el artista está aislado en un sentido dado, pero humano, universal, hermano de todos en mayor grado, quizá, que ningún otro hombre. ¿Original? Es necesario interpretar debidamente esta palabra. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">He dicho ya que solamente los lugares comunes son verdaderos. No hay que creer que el artista busca una idea rara. No, sino más bien una manera rara, única que le es propia, de producir una idea común, de producirla realmente común, hablando a todo hombre, como hablan las grandes obras. No hemos de agotar esta idea, que sería posible seguir a través de todas las artes; pero puedo aclararla todavía por un ejemplo tomado de las estaciones. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Hay más de una primavera en el poeta. Al presente he de evocar a tres. De Horacio en primer término: </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 85.0px; text-align: justify;"><i>Deshecho está el áspero invierno ante el alegre retorno de Primavera y Céfiro, </i></div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 85.0px; text-align: justify;"><i>Y de la playa se tiran con el cable las carenas…. </i></div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Otro, también de Horacio: </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 85.0px; text-align: justify;">¡<i>Huyen las nieves! Retorna ya el césped a los prados, </i></div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 85.0px; text-align: justify;"><i>y en los árboles cabelleras . </i>.. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Un tercero, por fin, de Válery ; y esta primavera no será menos leída que sus antecesoras: </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 85.0px; text-align: justify;"><i>Mañana, sobre un suspiro de las bondades consteladas </i></div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 85.0px; text-align: justify;"><i>La primavera viene a quebrar las fuentes selladas. </i></div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El detalle de la ejecución no me es necesario; y he aquí adonde quiero llegar. La primavera es conocida de todos sentida por todos. Conocida de todos. Cada cual puede describirla por los astros, por los pájaros, por las flores y las hojas, y nada se opone a que todas estas cosas sean puestas en verso, a la manera del abate Delille. Serán pensamientos formados primeramente según la experiencia razonable y luego sujetos al número y a la rima. Por otra parte, cada cual Siente la primavera. Todo nuestro ser lo expresa a la manera .pítica. Los movimientos, la tez, los ojos, hasta las ondulaciones del cabello; todo lleva un mensaje, como lo llevan el mirlo, el pinzón, la oropéndola y el cuclillo. Pero todo eso es apenas balbuceo; es algo inexpresado, La idea no puede salir por ese camino, que no es más que una alegría, una impaciencia, un gran amor sin palabra. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Ahora bien, lo que constituye lo bello en el poema de la primavera no es la idea expresada, que es ordinaria; no es el sentimiento, experimentado por todos. Lo bello es ese sentimiento mismo, a través de los movimientos del cuerpo, por una especie de danza espontánea que el poeta interroga y que produce como por milagro y con un ruido de naturaleza las palabras que cada cual diría. Cada cual las diría, pero ahora es el oráculo el que habla. La idea tiene un cuerpo, la idea es naturaleza, la idea es interior; viene de lo más profundo del ser, como una sonrisa o una lágrima, desde lo más profundo del ser sibilino. En nosotros también, que leemos, por el doble humano, por la razón y por la fábrica de nuestro cuerpo, que concuerdan milagrosamente, la reconciliación está hecha entre aquello que danza y aquello que piensa. Es como un saludo; es una solución del problema humano, del problema real. ¡Por fin tengo una idea! Mejor aún –como los fantasmas de ideas se compran en el mercado– por fin soy la idea. La idea puede ser completamente común, pero se la posee. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Poseer una idea es la verdadera riqueza, y riqueza rara. No es rara la idea, sino su posesión. Pregúntese a alguien su opinión; primero mira a los demás. Lo propio de las opiniones de respeto, de mercado, de cálculo, es ser prestadas; prestadas por todos a todos, tal como se vió en la célebre crisis de confianza: cada cual se ajusta a los demás, lo que comunica al fin a todos una opinión que no es de nadie. Miseria. Imito, saludo, adulo, me pongo de acuerdo. Acuerdo vacío; falta el hombre. La idea no tiene raíces; no expresa la naturaleza individual. Felizmente todos somos un poco artistas, y cada cual, desde el instante en que se le pregunta seriamente qué piensa, busca su sentimiento. "He aquí mi sentir" es la palabra de más fuerza porque quiere designar la idea que nace de nuestra naturaleza y que concuerda con nuestros movimientos más secretos. Tales son los relámpagos del genio en todo hombre, pero son raros. Como no se tiene el método del artista, no se los puede volver a encontrar; uno se sorprende de no encontrarlos; no se atreve a creerlo; más exactamente, uno no se atreve a haberlo creído. El artista que se pierde a sí mismo no ha osado creer en sí mismo. Fué a preguntar a los demás lo que pensaban. Prestemos atención. Es posible que una cierta materia instructiva, aun embriagada de sí misma, haga desaparecer al hombre bajo el traje. ¡Es tan fácil repetir! Una prueba nos fuerza. Así todo estaría dicho, pero esa fuerza misma nos inquieta. Pascal había visto claramente el privilegio de las razones que uno mismo ha hallado. Pero las gentes, en su mayoría renuncian; se limitan a ser curiosas, dóciles, inquietas por la opinión, imitadoras, rebaño. El ingobernable, el indomable artista, sería pues como un centro de reunión y de resistencia; otra especie extraña de rey que no quiere reinar. Un hombre roca, al que no es posible persuadir, al que es preciso rodear, como a un monumento, que obstruye. Y veríamos cosas hermosas si algún agente de bastón blanco impusiese a todos los espíritus el sentido único, la mano única. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Esto hace reír. Aquí no hay incertidumbre, ni la hubo jamás. Cada cual espera los verdaderos valores. El hombre roca tiene tres nombres y tres aspectos. El artista, el santo; el sabio, ofrecen en todos los tiempos el modelo del hombre que piensa según él mismo, que no adula, que no busca el elogio, que no funda una asociación con estatutos. Pero ellos son también los únicos dignos de ser honrados; entre los tres hacen la humanidad, pues por su enérgica negativa de sociedad hacen al punto sociedad. El santo y el sabio son raros. A veces, la modestia los reúne en rebaño: Iglesia o Academia. El artista exhibe otra modestia inquebrantable: "Yo soy –dice– como soy; expresaré mi yo o no expresaré nada. Yo no envidio." El artista, por su vocación misma, es el incorruptible. Por donde puede comprenderse, una vez más, el alto precio de las artes y de las obras bellas. Ese valor no humilla; levanta. Esa admirable desigualdad produce en seguida la igualdad, porque despierta </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 14.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 18.0px; margin: 0.0px 0.0px 10.0px 28.4px; text-align: justify;">Alain. <i>Veinte lecciones sobre las bellas artes. </i>Emecé Editores, Buenos Aires, 1955. <i>Págs 48-58. </i>Traducción de Alejandro Ruiz Guiñazú.</div><div style="font: 14.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 18.0px; margin: 0.0px 0.0px 10.0px 28.4px; text-align: justify;"><i><br />
</i></div><div style="font: 14.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 18.0px; margin: 0.0px 0.0px 10.0px 28.4px; text-align: justify;"><b>Alain (Émile-Auguste Chartier)</b> Francia 1868-1951 Fue seleccionado para enseñar filosofía en París y ejerció una influencia considerable entre generaciones de estudiantes, enseñándoles no en qué pensar sino en cómo pensar. Entre 1914 y 1917, sirvió en el ejército donde escribió <i>Marte o la verdad de la guerra</i> (1921) y <i>Sistema de las Bellas Artes (1920)</i>. Después de la guerra, reanudó sus escritos y clases en el liceo Enrique IV. Se retiró a una pequeña casa en Le Vésinet cerca de París, donde recibía las visitas asiduas de sus discípulos. Entre sus obras más conocidas están: <i>Idées</i> (Ideas, 1932), Los dioses (1934) y <i>Las aventuras del corazón</i> (1945). En 1951 su amplio conjunto de obras fue premiado con el primer Gran Premio Nacional de Literatura, el único honor que estuvo dispuesto a aceptar en vida. Único entre los escritos filosóficos, <i>Propósitos </i>(1906-1951) es una colección de textos periodísticos por su contenido, pero satisface los más elevados modelos de rigor filosófico; reúne la mayor parte de la obra escrita de Alain. Estos 5.000 textos cortos hablan sobre acontecimientos de la época en la que Alain vivió, pero son, ante todo, la libre expresión de un gran pensamiento. (<i>mundocitas.com</i>)</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 16.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div>estafetahttp://www.blogger.com/profile/10314797590011827695noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4391952270751641520.post-14895428641223726732011-09-27T13:34:00.000-07:002011-09-27T14:07:26.952-07:00Alain (Émile-Auguste Chartier) - La poesía<div style="font: normal normal normal 16px/normal 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20px; margin-bottom: 0px; margin-left: 28.4px; margin-right: 0px; margin-top: 3px; text-align: center; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgsxkHRJAdlyG5BPJ73Fa85tz4VQWAAdm76YFmX-qBh0nfOb63ig7ubW8k9geZurtopc82Kflb-WyCIeEbPZVpzH8gWmFW4k5rzhRr9_x13aqveHitcWXc8E8LuO-vabGBaKtTb-GGy1eI/s1600/30.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgsxkHRJAdlyG5BPJ73Fa85tz4VQWAAdm76YFmX-qBh0nfOb63ig7ubW8k9geZurtopc82Kflb-WyCIeEbPZVpzH8gWmFW4k5rzhRr9_x13aqveHitcWXc8E8LuO-vabGBaKtTb-GGy1eI/s320/30.jpeg" width="241" /></a></div><div style="font: normal normal normal 16px/normal 'Times New Roman'; line-height: 20px; margin-bottom: 0px; margin-left: 28.4px; margin-right: 0px; margin-top: 3px; min-height: 18px; text-align: center; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><i>La poesía como música. La rima. El lenguaje común. El movimiento épico. El tiempo y el universo. La inspiración. El milagro poético. El don expresivo. El artista como pensador </i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Henos aquí llegados a la poesía. El carácter que llama la atención en ella, al salir de artes como la danza y la música, que no hablan, es el común lenguaje, aquel que he llamado relativo, por el cual describimos objetos y expresamos ideas. Ese lenguaje puede registrarse en la danza en la medida en que. la danza relata, narra; pero es accesorio en ella; en la música falta. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La poesía, por lo contrario, está hecha de palabras; no de gritos, sino de palabras articuladas, reunidas, que corresponden a formas y seres: casa, caballo, lago, mar, promontorio. ¿Qué significa esto? El sonido, elemento musical) es rebajado aquí; el sonido está obligado a designar indirectamente lo que el gesto y la acción designan naturalmente. Por la razón darwiniana antes recordada, y sin contar muchas otras, el hombre ha hablado su gesto; y otra vez, destituyendo al gesto y transformándolo en escritura, ha escrito su palabra; aquí está contenida la historia de todo lenguaje. A consecuencia de ello leemos un poema, como la <i>Ilíada </i>o <i>El lago, </i>y comprendemos lo que en él se narra o describe. En fin, el poeta nos habla como nos hablamos los unos a los otros. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Pero no es así; eso es tan sólo la apariencia. Cierto: esta apariencia engaña a menudo. Voltaire y Chateaubriand hicieron versos, pero versos extraños a la poesía. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">¿Y por qué? Es que pusieron en verso lo que previamente habían pensado en prosa. Eso es ingenioso; se fija en la memoria; es didáctico; pero no es poesía. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La poesía es como todas las artes, como la danza, la música, la pintura; participa en primer lugar de lo que he llamado el lenguaje absoluto. Pero sigamos estrictamente nuestra serie; la poesía, decíamos, parece danza y música. Es danza porque trae consigo gestos y acciones; pero es, ante todo, música. Los sonidos de un poema forman un llamado bien claro, un canto del hombre. Y ese canto, que nos dispone y nos mueve como el poeta, no expresa, más de lo que lo hace la música, una cosa determinada, "~ sino tan sólo la forma humana animada, enderezada, feliz de una cierta manera. Ese canto dispone nuestro cuerpo según un paso, un modo de andar, una conquista, una partida, un viaje, un regreso. En ello se reconoce inmediatamente la purificación musical, aunque menos poderosa, menos enérgicamente gimnástica. El recitador poético no se dispone con tanta precisión como el cantor: es que el ritmo, primeramente, es reducido al número, y la diferencia entre ritmo y número aparece principalmente en el hecho de que los silencios de un poema no son contados rigurosamente. Lo que en música no es sino episódico, como el trino y la cadencia, es lo ordinario en poesía. En cuanto a la ley melódica, se trueca en ley de compensación que utiliza las palabras en uso y los ruidos de que están hechas, pero que es musical en tanto restablece una pronunciación más mesurada, menos sometida a las pasiones, según se ve por una especie de melopea que depende en mucho del recitador, pero que busca siempre, en el ruido, el canto. Según se ve también en las sílabas mudas, que aparecen como reencontradas y tan expresivas como lo son los silencios en música. En fin, la poesía es música también por la ley del número, multiplicada y variada por la estrofa; y sobre todo por la rima, la cual, según se ha dicho con frecuencia, es un medio maravillosamente extraño a la razón, La rima es un procedimiento musical, pero propio de la poesía; es tal vez por ese eco regulado a distancia y tan enérgicamente anunciado, que la música se torna tan música en el poema. Pues la rima se espera y ello no puede hacerse por el juego real de la imaginación sin que la boca y todo el cuerpo se preparen y conformen, y así todas las sílabas entre una rima y otra perciben una especie de sonoridad común que acaso no existe más en el deseo. Esa espera vocal asegura la permanencia de la emoción, lo cual significa sentimiento. La rima se recuerda y se espera. Rimamos con nosotros mismos; y así todas las palabras son nuestras; todas quisieran rimar. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Ahora debemos comparar el efecto de este lenguaje, considerado sólo en su aspecto sonoro, con el efecto del lenguaje común en el movimiento de las pasiones. Estamos hechos de suerte que todas nuestras emociones son desdichas, a causa de esa ley de irritación y de arrebato que las gobierna a todas. Y el lenguaje es, entre los movimientos, uno de los que más evidentemente exasperan. Hablar es un furor; esto se comprueba con sólo hablar a un sordo. En fin, todo lenguaje se precipita, se abrevia, se vuelve agudo, abrupto, mordaz; hiere ante todo al que habla. Y tal es la razón, sin duda, que hace malevolente toda cháchara. Por lo contrario, el lenguaje poético, por su sola cualidad musical, comunica majestad a .quien recita, contención, poder sobre sí mismo; es decir, una especie de felicidad.. Sea lo que podamos decir, sea lo que podamos aprender de nuestros discursos, no podremos ser totalmente desdichados: Por eso la poesía es el lenguaje que conviene para expresar la desdicha y el único lenguaje que pueda ocasionarla. Considérese cómo esos medios fisiológicos tienen poder sobre nosotros. Pues los paroxismos de nuestros sentimientos, aun los más extraños al equilibrio y a la salud corporal, dependen sin embargo del régimen de la respiración, de la sangre y de los músculos. De ahí que, en la elocuencia, la necesidad de ser oído transforme las pasiones. La regla poética actúa más eficazmente; dispone mejor aún, según la majestad. Esa negativa a padecer algo, que pasa del lenguaje al juicio, tiene algo de sublime. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">No obstante, no encontramos aquí esas soluciones, esas curaciones, esas liberaciones de instante en instante, propias de la música. En la poesía es preciso tan sólo observar una oposición constante entre los sentimientos expresados, que tienden a deshacernos, la exigencia del número, que no varía jamás. Nos hallamos así en actitud de defensa contra nuestros propios dramas; pero en el tono de la poesía no imita de tan cerca como el de la música esas crisis, esos estrechos pasajes, esas breves victorias que son las vicisitudes de una vida. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">En cambio, la poesía, que en esto es la primera y la más rica de las artes, hace coincidir con esa potencia balanceada y compensada la expresión más precisa de nuestras desdichas. La poesía se halla, por otra parte, más cerca de nuestros destinos que la música. Narra, se lamenta, describe; con las palabras trae el terror, y hasta el horror; lleva las cuentas de la desesperanza: recuérdese tan sólo <i>El lago, La tristeza de Olimpio, Narciso, Noches. </i>En la <i>llíada </i>la guerra muestra su verdadero rostro. Pero la solución está asegurada, porque pasamos, no podemos detenernos. Encontramos aquí mejor asegurado ese movimiento épico que ya es sensible en la música. El movimiento poético nos arrebata; nos hace oír los pasos del tiempo, que no se detienen nunca y que, cosa digna de mención, no se dan prisa jamás. Somos puestos al compás de todos los hombres y de todas las cosas; entramos en la ley universal; experimentamos e! vínculo de todas las cosas y su necesidad. Superamos la desgracia; la dejamos atrás; somos irresistiblemente deportados a un tiempo nuevo, a un tiempo en que la desdicha será pasado. Por eso una nota consoladora vibra siempre en el poema. En nuestras penas queremos, por lo común, permanecer en el momento crítico, negamos el tiempo. Peor aún: volvemos al pasado, a los tiempos felices; pero más sabios, aguardamos la desgracia. Ahora bien, el poema nos lleva consigo; y tal es el sentido de la epopeya. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Como los héroes de Homero -y de toda guerra, y de todo drama-se curan de todo temor marchando hacia la desgracia, y aun se elevan por el pensamiento que lo hacen todo y a punto fijo, puede decirse que todo poema imita esa marcha en buen orden y esa aventura. Lo épico es el tono de todo poema. Sin duda, no hay poesía festiva; ésta no es más que un juego. El tema de la poesía es siempre el tiempo y lo irreparable; y ello se siente en la elegía y aun en la contemplación misma. Horacio canta: "No trates de saber, está prohibido, qué fin te reservan los dioses .. , recoge día a día." En <i>El lago, </i>las palabras mismas dicen lo que la sonoridad poética expresa: "Así siempre empujados ..." El movimiento épico está doblemente asegurado. Por él se anuncia un porvenir de sentimientos que pasaremos, de! que saldremos. En la gran epopeya, Aquiles sabe que será muerto a su hora. Su caballo, resoplando por los suelos, se lo anuncia. Con frecuencia aparece esta idea de que todo será pasado, olvidado, borrado, hasta el foso mismo y el muro. Contemplar ese paso de los tiempos, hacerse de él un espectáculo, asistir a él, como Júpiter sobre el Ida, es propiamente el estado sublime. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El tiempo tiene todavía otro poder y, si así puede decirse, otra dimensión; algo hemos dicho al respecto a propósito de la música; pero la música no determina nuestros pensamientos; aquí, por la resonancia del tiempo, el mundo nos es devuelto. Pues por esta marcha cadenciosa del tiempo único, todos los acontecimientos llevan el mismo paso y nos acompañan. Aquí aparece el decorado de todo poema, que no es otro que el mundo en su devenir imperturbable. Nuestra desdicha halla su lugar correspondiente en ese universo inmenso y entonces sentimos que nuestro destino no podía ser otro. En la <i>Iliada </i>es la refriega, los muertos, el polvo, el furor; pero el poeta dice: "Era la hora en que el leñador prepara su comida en la alta montaña..." El mismo tiempo nos embarga. Estas imágenes, innumerables en Homero, son, propiamente hablando, los frutos del tiempo, las briznas al viento, la nieve, las olas, lo que no puede ser otra cosa, lo que uno quisiera que no fuese sino lo que es. Estas comparaciones son, sin duda, ornamentos, pero concurren a regular nuestro pensar y sentir según la ley universal. Sólo nos irrita la malicia, es decir, la voluntad independizada; lo que nos hiere es aquello que imaginamos pudiera haber sido de otro modo. "¿ Qué diablos iba a hacer en esa galera?" Éste es el grito de las pasiones. Fígaro pregunta: "¡ Ay! ¿Por qué estas cosas y no otras?" En todo poema la naturaleza responde; y en el padre de los poemas, responde desarrollando según la ley, el curso de cada cosa. La comparación homérica es como una visión del mundo de las fuerzas ciegas seguida durante un instante, lo cual nos invita a juzgar mejor de las pasiones. A ella se unen la fatiga, el hambre, las noches, las comidas, el sueño de hombres y dioses. Poderoso llamado e invencible regulador. Yo no creo que este equilibrio haya sido plenamente logrado otra vez. Pero en todo poema reaparecen imágenes tales -con frecuencia extrañas e imprevistas, pero eso no es más que apariencia-, siempre naturales, recordando siempre a ese mundo que las pasiones olvidan. Y no gustan por la semejanza, sino por el vínculo que restablecen entre nuestras desdichas y el curso de las cosas, entre el tiempo de nuestra prueba y el tiempo universal, común a todos los mundos. En todo poema son las estaciones, los astros, los vientos, los ríos, el mar, los días. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 6.0px 28.4px; text-align: center; text-indent: 28.4px;"><i>Todopoderosos extranjeros, inevitables astros . </i><span style="font: normal normal normal 16px/normal 'Times New Roman';">..</span></div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-indent: 28.4px;">En gran compañía hacemos este viaje. Tal es la potencia épica. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Dejamos aquí de lado el detalle y el análisis de los ejemplos, que nos harían olvidar el conjunto de nuestro tema. y haremos una observación final que aclarará en mucho la inspiración, principalmente en las artes más ocultas. Muchos creen que una obra de arte es la realización de un trabajo preliminar de pensamiento. ¿Un monumento, un cuadro, no son acaso compuestos y concebidos por anticipado, y la ejecución es acaso en ellos otra cosa que la parte que corresponde al oficio? Es así que con frecuencia pueden leerse fórmulas para hacer cualquier cosa, en el estilo de la siguiente: lo bello es la idea realizada, convertida en objeto. Hegel lo entendía de otra manera, en el sentido en que la planta que crece y florece realiza su idea. Claro está que un monumento o un cuadro no crecen como una planta; pero es preciso comprender, sin embargo, que la continuación de la ejecución depende en mucho de lo que se hace; y es por el arquitecto viviente y en acción, por el pintor viviente y en acción, que la floración feliz de la obra es algo más que una metáfora. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">No obstante, en los análisis de una obra se da siempre demasiada importancia al proyecto o al tema, mucho más fácil de comprender que ese nacimiento y crecimiento propiamente fisiológicos. y he aquí la oportunidad de aclarar un arte por medio de otro, a la vez explicando un poco el "sin concepto" de Kant y esa "finalidad sin representación de fin" que el lector empieza por desechar. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El filósofo quiere hacernos comprender que aquello que gusta en la obra de arte es un logro de razón en una obra de naturaleza; y es bien fácil de errar la idea: los artistas se equivocan con frecuencia cuando meditan en lugar de hacer. Ahora bien, no creo que uno pueda equivocarse acerca de la inspiración poética, teniendo en cuenta que los malos poemas, que son ideas puestas en verso, ilustran claramente la cuestión. Lo que es propio del poeta, y que lo distingue primordialmente de aquel que ajusta su prosa de acuerdo con el metro y la rima, es que en lugar de ir de la idea a la expresión, va, por lo contrario, de la expresión a la idea. Lejos de buscar sus pruebas, sus comparaciones, sus imágenes, a fin de aclarar sus pensamientos y hacerlos descender desde lo abstracto, donde habrían nacido<span style="font: normal normal normal 16px/normal 'Times New Roman';">,</span> se empeña más bien en obtener sonidos de sí mismo corno de una flauta, diseñando por anticipado en sus versos, en sus estrofas, en sus sonoridades esperadas, palabras que no conoce aún, palabras que espera y que, después de rehusarse, se ofrecerán como un milagro para hacer concordar el sonido y el sentido. Es preciso comprender que aquí es la naturaleza la que encabeza la marcha y que la armonía de los versos preexiste con relación a su sentido. Esto no significa que el poeta carezca de todo proyecto: y lo mismo podría decirse del pintor o del arquitecto. Por ejemplo, el poeta quiere contar algún drama de amor, o la cólera de Aquiles, o el hastío de Narciso ante su propia imagen. y el poema se conforma siempre al proyecto en conjunto. Pero esto no significa en modo alguno que el poema sea bello. Lo que constituye la belleza es, muy por el contrario, lo imprevisto que nace de la canción misma, del número, de la rima. Es la imagen que surge de ese ruido de naturaleza y que ilustra la idea de un modo que la reflexión no hubiese podido lograr. En los verdaderos poemas, ese milagro no cesa jamás. Es de su propio cuerpo, y de los movimientos y azares del cuerpo dispuesto según la armonía, que el poeta hace surgir la idea; y es en esto que es poeta. En todas las artes es de la ejecución misma que nace lo bello, y no del proyecto. Como es evidente para la música, y quizá en mayor grado aún para la danza, donde es visible que el acuerdo mismo termina por diseñar el movimiento; no se puede inventar una danza sin danzar, ni una canción sin cantar. Las artes son como hechos de naturaleza que concuerdan con la razón, o mejor dicho, que son más razón que la razón. De suerte que todo ocurre como si el artista persistiese una cierta finalidad; pero sin embargo, no la conoce sino después que la ha realizado, siendo él mismo espectador de la propia obra y el primer sorprendido. A esto se ha llamado el acierto expresivo. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Deseo que contemplemos de cerca el milagro poético. Poseemos la idea; cuidémonos de no perderla. Las demás artes nos reservan, según creo, dificultades superiores, quizás insuperables. Pero acerca de la poesía no podemos engañarnos. ¿Por qué, entonces, esa rima que nos ha conducido a esa imagen poderosa e inesperada? ¿Por qué esa palabra, en la que el prosista no hubiese pensado jamás, llega, allende la esperanza, contra toda esperanza podría decirse, a acabar a la vez el metro y el sentido? Hay aquí una gracia de naturaleza, una gracia en todo el sentido de esta bella palabra. Pero no hay que despreciar tampoco la prosa. Señalemos que escribir es un trabajo lleno de encuentros inesperados. Por ejemplo, el solo hecho de escribir una carta: miles de palabras son posibles. Aun escogiendo sólo según el pensamiento, es menester ejercicio, paciencia y suerte. Lo mismo ocurre con el hablar; yo no puedo hablar antes de hablar; me arriesgo, escucho y, por lo común, me comprendo. No se da con una palabra, sin embargo, como se da con el resultado de un cálculo; no hay reglas. Primero hay que ser Pitia. Hay que fiarse al lenguaje. Ahora bien, ese bien llamado acierto expresivo es lo que conduce al poeta. Es así, buscando las palabras según la medida, la armonía y la rima, como descubre su pensamiento. No todo, sino aquella parte del pensamiento que es bella. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">En esta búsqueda que va de abajo hacia arriba, en esta búsqueda en la que el hombre positivo diría que hay que apostar contra el éxito, ¿sobre qué cuenta el poeta? Cuenta sobre la voz antigua, sobre la voz absoluta, que expresaba la situación humana y, de esta manera, todas las cosas.' Esa voz absoluta es irreconocible ahora en casa, caballo, soldado, conferencia, silla; no del todo en fatuo, galope, murmullo. Y la sensibilidad propia del poeta está, sin duda, en oír aún en la palabra el antiguo grito y en sospechar una relación oculta entre sonido y sentido; según lo cual, una real armonía de palabras de acuerdo con la forma del cuerpo humano debería tener siempre un sentido, volver a encontrar lo natural del lenguaje hablado; hallar de nuevo el verdadero hablar, es decir, las afinidades entre los sonidos, las formas y las palabras. Lo que llamamos estilo chato es aquel que hace olvidar por completo la armonía del cuerpo y del espíritu; ni el sonido ni la forma de la boca concurren ya al pensamiento. En cambio, el poeta no cesa de reconciliar a la naturaleza con el espíritu. y en mi opinión, el poeta es el pensador más antiguo. Pues la extravagancia acecha a quien busque lo bello por lo alto, por la lógica; lo cual implicaría buscar algo verdadero que no sería bello. Platón reflexionó sobre Homero; y en todo tiempo es el poeta quien rehace la idea natural, aquella que brota del canto mismo. Lenguaje de presencia humana; lenguaje absoluto en primer término. Pero no sin una firme esperanza, magníficamente coronada, de elevar a toda la idea sobre esta señal conmovedora. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Para terminar, comparad una vez más la música y la poesía. La música diseña sentimientos verdaderos, pero los separa del otro lenguaje. Por los sentimientos verdaderos, la poesía diseña el mundo, los dioses y hasta las ideas. Nosotros sentimos que puede haber error en un poema bello; y es así, según nuestra naturaleza terrenal, que es menester que el gusto preceda al juicio. Pero esta gran idea, que el genio de Kant ha convertido en doctrina, está bien lejos de nuestro algebraico método de tener razón. Las artes serían el primer pensamiento; y las bellas letras encerrarían el secreto de las ciencias. Cada cual experimenta aquí algo que es cierto sin pruebas. Y ésta es una idea que habremos de encontrar nuevamente; porque tendremos que comprender que los mitos son ideas en estado naciente. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Se dice que un canto es justo, y ese ejemplo entre mil muestra cómo el lenguaje nos trae la idea. La verdad del hombre por la armonía en el hombre, tal es la lección de la poesía; lección que los sabios han desarrollado a partir de la tierra. Y convengamos en que la palabra cultura es todavía un vocablo prodigioso. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 14.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px;">Alain- <i>Veinte lecciones sobre las bellas artes</i>. Séptima lección. Emecé Editores, Buenos Aires, 1955. Págs. 59-68. Traducción de Alejandro Ruiz Guiñazu. </div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 16.0px; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font: 14.0px 'Adobe Caslon Pro'; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 28.4px;"><a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Alain">Alain (Émile-Auguste Chartier)<span style="font: normal normal normal 14px/normal 'Times New Roman';"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span></span></a></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Caslon Pro'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><br />
</div><div><br />
</div>estafetahttp://www.blogger.com/profile/10314797590011827695noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4391952270751641520.post-73023420500751964222011-09-24T12:55:00.000-07:002011-09-24T12:55:13.500-07:00Roland Barthes - Escritores, intelectuales, profesores<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><br />
</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgwSEvyS-ZjsMOfUGopCf2GU1G19P4QSDSz-eZILFwJcbt2rsrLV7unmjLjPFt-VReA7FvwmacM-fGYog3pAy8AHDj2KZRijWi_GXvRjbCGqSP4GQB_nK3D-zOcAMORfiG5zDn1SNID9Ew/s1600/Roland+Barthes%255B8%255D.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="212" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgwSEvyS-ZjsMOfUGopCf2GU1G19P4QSDSz-eZILFwJcbt2rsrLV7unmjLjPFt-VReA7FvwmacM-fGYog3pAy8AHDj2KZRijWi_GXvRjbCGqSP4GQB_nK3D-zOcAMORfiG5zDn1SNID9Ew/s320/Roland+Barthes%255B8%255D.jpeg" width="320" /></a></div><div style="font: normal normal normal 16px/normal 'Times New Roman'; line-height: 20px; margin-bottom: 0px; margin-left: 28.4px; margin-right: 0px; margin-top: 3px; text-align: center;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Lo que sigue depende de la idea de que existe una ligazón fundamental entre la enseñanza y la palabra. Esta constatación es ya muy antigua (¿no ha salido enteramente nuestra enseñanza de la Retórica?), pero hoy puede ser razonada de forma distinta a ayer; en primer lugar, porque hay una crisis (política) de la enseñanza; además, porque el psicoanálisis (lacaniano) ha desmontado bien las vueltas y revueltas de la palabra vacía; por fin, porque la oposición de la palabra y de la escritura entra en una evidencia cuyos efectos hay que comenzar a sacar poco a poco. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Frente al profesor, que está del lado de la palabra, llamamos <i>escritor </i>a todo operador del lenguaje que está del lado de la escritura; entre ambos, el intelectual: aquel que imprime y publica su palabra. No existe apenas incompatibilidad alguna entre el lenguaje del profesor y el del intelectual (coexisten a menudo en un mismo individuo); pero el escritor está solo, separado: la escritura empieza allí donde la palabra se <i>pone imposible </i>(puede entenderse en el sentido en que se aplica a un niño). </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><b><i>Dos contrariedades </i></b></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Sea: la palabra es irreversible; no puede <i>cogerse de nuevo </i>una palabra, a menos que se diga precisamente que se la coge de nuevo. Aquí, tachar es añadir; si quiero borrar lo que acabo de enunciar, sólo puedo hacerlo mostrando la goma misma (debo decir: <i>«O, mejor... », «me he expresado mal...»); </i>paradójicamente, la palabra, efímera, es indeleble; no así la escritura, que es monumental. A la palabra no se le puede añadir más que otra palabra. El movimiento correctivo y perfectivo de la palabra es el embarullamiento, tejido que se agota para reanudarse, cadena de correcciones aumentativas donde viene a alojarse, por predilección, la parte inconsciente de nuestro discurso (no es fortuito que el psicoanálisis esté ligado a la palabra, no a la escritura: un sueño no se escribe): la figura epónima del hablador es Penélope. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">No es esto todo: sólo podemos hacernos comprender (bien o mal) si, al hablar, sostenemos cierta velocidad de enunciación. Somos como un ciclista o un film condenados a rodar, a dar vueltas, si no ' quiere caer o detenerse: el silencio o la fluctuación de la palabra me están igualmente prohibidos: la rapidez articulatoria esclaviza cada punto de la frase a lo que la precede o la sigue inmediatamente (imposible hacer «partir» el vocablo hacia paradigmas extranjeros, extraños), el contexto es un dato estructural, no del lenguaje, sino de la palabra; por tanto, el contexto, como estatuto, es reductor de sentido, el vocablo hablado es «claro»; el aniquilamiento de la polisemia (la «claridad») sirve a la Ley: <i>toda palabra está del lado de la Ley. </i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Cualquiera que se prepare a hablar (en situación enseñante) debe ser consciente de la puesta en escena que le impone el uso de la palabra, bajo el simple efecto de una determinación <i>natural </i>(que depende de la naturaleza física: la de la respiración articulatoria). Esta puesta en escena se desarrolla de la forma siguiente. El locutor escoge, con la mejor conciencia, un papel de Autoridad; en este caso, le basta con «hablar bien»; es decir, hablar conforme a la Ley que está en toda palabra: sin intervalos, a buena velocidad, o, más aún: claramente (esto es lo que se pide a una buena palabra profesional: la claridad, la autoridad); la frase neta es totalmente una sentencia, <i>sententia, </i>una palabra penal. O bien el locutor se siente molesto por toda esta Ley que su palabra introducirá en el interior de su conversación; ciertamente, no puede alterar su facilidad de expresión (que le condena a la «claridad»), pero puede <i>excusarse </i>por hablar (por exponer la Ley): usa entonces la irreversibilidad de la palabra para turbar su legalidad: corrige, añade, farfulla, entra en la infinitud del lenguaje, sobreimprime al mensaje simple que todo el mundo espera de él un nuevo mensaje que arruina incluso la misma Idea de mensaje, y, por el reflejo de las rebabas, de los desperdicios con que acompaña su línea de palabra, nos pide que creamos con él que el lenguaje no se reduce a la comunicación. Con todas estas operaciones, que traen al Texto embarullamiento, el orador imperfecto espera atenuar el papel ingrato que convierte a todo hablador en una especie de policía. Sin embargo, al final de este esfuerzo por «hablar mal» todavía se le impone un papel: pues el auditorio (nada tiene que ver con el lector), cogido en su propia ficción, recibe estos titubeos como otros tantos signos de debilidad y le devuelve la Imagen de un maestro humano, demasiado humano: <i>liberal. </i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La alternativa es oscura: funcionario correcto o artista libre, el profesor no escapa ni al teatro de la palabra, ni a la Ley que en él se representa: pues la Ley se produce <i>no en lo que dice, sino en lo que habla. </i>Para subvertir la Ley (y no, simplemente, darle la vuelta), habría que deshacer la facilidad de palabra, la rapidez de los vocablos, el ritmo, hasta <i>otra </i>inteligibilidad, o no hablar en absoluto: pero entonces haría otros papeles: el de la gran inteligencia silenciosa, llena de experiencia y de mutismo, o el del militante que, en nombre de la praxis, licencia a todo discurso fútil. Nada hay que hacer: el lenguaje siempre es la potencia; hablar es ejercer una voluntad de poder: en el espacio de la palabra, ninguna inocencia, ninguna seguridad. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><b><i>El resumen </i></b></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Estatutariamente, el discurso del profesor está marcado por este carácter: que se puede (o se pueda) resumir (es un privilegio que comparte con el discurso de los parlamentarios). Como es sabido, en nuestras escuelas hay un ejercicio que se denomina <i>reducción de texto; </i>esta expresión encierra claramente la ideología del resumen; por una parte está el «pensamiento», objeto del mensaje. elemento de la acción, de la ciencia, fuerza transitiva o crítica, y, por otra, el «estilo». adorno que depende del lujo, la ociosidad y. por tanto lo fútil; separar el pensamiento del estilo es, de alguna forma, despojar al discurso de sus hábitos sacerdotales, es laicizar el mensaje (de donde la conjunción burguesa del profesor y el diputado); la «forma», se cree. es comprensible, y esta compresión no es considerada esencialmente perjudicial; en efecto, <i>de lejos, </i>es decir. a partir de nuestro cabo occidental, ¿es realmente tan importante la diferencia entre una cabeza de Jívaro vivo y una cabeza de Jívaro reducida? </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">Para un profesor, resulta difícil ver las «notas» que se toman en su curso; no lo intenta apenas, sea por discreción (porque nada tan personal como unas «ilotas», a pesar del carácter protocolario de esta práctica), sea, más probablemente, por miedo a contemplarse en estado reducido, muerto y sustancial a la vez, como un Jívaro tratado por sus congéneres; no sabe si lo tomado (extraído) del flujo de la palabra son enunciados erráticos (fórmulas, frases) o la sustancia de un razonamiento; en ambos casos, lo perdido es el suplemento, donde se hace la apuesta del lenguaje: el resumen es una denegación de la escritura. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Como consecuencia contraria, puede ser declarado «escritor» (designando siempre con esta palabra una práctica, no un valor social), todo remitente cuyo «mensaje» (destruyendo de esta forma, igualmente, su naturaleza de mensaje) no pueda ser resumido: condición que el escritor comparte con el loco, el parlanchín y el matemático, pero que precisamente la escritura (a saber, una cierta práctica del significante) tiene a su cargo especificar.. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><i></i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><b><i>La relación enseñante </i></b></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">¿Cómo puede asimilarse el profesor al psicoanalista? Lo que sucede es exactamente lo contrario: él es el psicoanalizado. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Imaginemos que yo sea profesor: hablo, sin fin, ante y para alguien que no habla. Yo soy quien dice <i>Yo </i>(qué importan los rodeos del <i>se, </i>del <i>nosotros </i>o de la frase impersonal), yo soy quien, al abrigo de <i>exponer </i>un saber, <i>propone </i>un discurso <i>del que jamás sabe cómo ,es recibido, </i>de forma que jamás puedo tranquilizarme con una imagen definitiva, incluso ofensiva, que <i>me constituiría; </i>en la <i>exposición </i>más exactamente nombrada de lo que se cree no se expone el saber, sino el sujeto (se expone a penosas aventuras). El espejo está vacío: no me devuelve más que la defección de mi lenguaje a medida que va desarrollándose. Como los Hermanos Marx disfrazados de aviadores rusos (en <i>Una noche en la ópera </i>–obra que considero alegórica de más de un problema textual)–, estoy, al principio de mi exposición. ridículamente disfrazado con una gran barba postiza; pero, inundado poco a poco por las oleadas de mi propia palabra (sustituto de la garrafa de agua de la que el <i>Mudo, </i>Harpo abreva golosamente. en la tribuna del alcalde de New York), siento cómo mi barba se despega en jirones ante todo el mundo: apenas he hecho sonreír al auditorio con alguna observación «fina», apenas lo he tranquilizado con algún estereotipo progresista, siento toda la complacencia de estas provocaciones; deploro la pulsión histérica, quisiera recogerla, prefiriendo, demasiado tarde, un discurso austero a un discurso coqueto (pero. en caso contrario, sería la «severidad» del discurso lo que me parecería histérico); si, en efecto, alguna sonrisa responde a mi observación o algún asentimiento a mi intimidación. me persuado igualmente de que estas complicidades manifiestas provienen de imbéciles o de aduladores (describo aquí un proceso imaginario); a mí, que busco la respuesta y me dejo arrastrar a provocarla, basta con que desconfíe; y si mantengo un discurso tal que enfríe o aleje toda respuesta, no por ello me siento más <i>justo </i>(en el sentido musical); puesto que entonces me es preciso glorificarme por la soledad de mi palabra, darle la coartada de los discursos misioneros (ciencia, verdad, etc.). </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Así, conforme a la descripción psicoanalítica (la de Lacan, cuya perspicacia puede verificar aquí todo hablador), cuando el profesor habla a su auditorio: está siempre presente el Otro, el que viene a <i>horadar </i>su discurso; y si su discurso fuera cerrado por una inteligencia, no sería menos horadado: basta con que yo hable, con que mi palabra fluya, para que se derrame. Naturalmente, aunque todo profesor esté en la postura del psicoanalizado, ningún auditorio estudiante puede prevalerse de la situación inversa; primero, porque el silencio psicoanalítico nada tiene de preeminente; y, además, porque a veces un sujeto se desata, no puede retenerse y viene a quemarse en la palabra, a mezclarse con la orgía oratoria (y si el sujeto se calla obstinadamente, no hace más que hablar de obstinación de su mutismo); pero, para el profesor, el auditorio estudiante es, de todas formas, el Otro ejemplar, porque <i>tiene el aspecto </i>de no hablar -y que, desde el seno de su mutismo aparente, habla-un tanto más fuerte; su palabra implícita, que es la mía, me alcanza tanto más en cuanto que su discurso no me embaraza. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Esta es la cruz de toda palabra pública: hable el profesor o reivindique hablar el auditorio, en los dos casos se trata de ir directamente al diván: la relación enseñante no es más que la transferencia que instituye; la «ciencia», el «método», el «saber», la «idea» vienen aparte; son datos <i>de más; </i>son <i>restos. </i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><b><i>El contrato </i></b></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 6.0px 56.7px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><i>«Casi todo el tiempo, las relaciones entre los humanos sufren a menudo hasta la destrucción porque el contrato establecido entre ellos no es respetado. A partir del momento en que dos humanos entran en relación recíproca, su contrato, las más de las veces tácito, entra en </i>vi<i>gor. Regula la forma de sus relaciones, etc.» </i> (Brecht). </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Aunque la demanda que se enuncia en el espacio comunitario de un curso sea fundamentalmente intransitiva, como debe ocurrir en toda situación de transferencia, no está menos sobredeterminada y se ampara tras otras preguntas, aparentemente transitivas; estas demandas forman las condiciones de un contrato implícito entre el enseñante y el enseñado. Este contrato es «imaginario». no contradice en nada la determinación económica que empuja al estudiante a buscar una carrera y al profesor a honrar un empleo. He aquí, en desorden (dado que no hay, en el orden imaginario, móvil fundador) lo que el enseñante pide al enseñado: 1) reconocerle en cualquier papel posible: autoridad, benevolencia, contestación, saber, etc. (todo visitante en quien no se ve la <i>Imagen </i>que nos solicita se hace inquietante); 2) relevarlo, ampliarlo, llevar sus ideas, su estilo, lejos; 3) dejarse seducir, prestarse a una relación amorosa (concedamos todas las sublimaciones, todas las distancias, todos los respetos conforme a la realidad social y a la presentida vanidad de esta relación); 4), por fin, permitirle honrar el contrato que él mismo ha concertado con su contratante, es decir, con la sociedad: el enseñado es la pieza de una práctica (retribuida), el objeto de un oficio, la materia de una producción (aunque fuera delicado definirla). Por su parte, he aquí, en desorden, lo que el enseñado pide al enseñante: 1) conducirle a una buena integración profesional; 2) desempeñar todos los papeles tradicionalmente atribuidos al profesor (autoridad científica, transmisión de un capital de saber, etc.); 3) entregarle los secretos de una técnica (de investigación, de examen, etc.); 4) bajo la bandera de ese santo laico, el Método, ser un iniciador de ascesis, un <i>guru; </i>5) representar un «movimiento de ideas», una Escuela, una Causa, ser su portavoz; 6) admitirle a él, enseñado, en la complicidad de un lenguaje particular; 7) para aquellos que tienen el fantasma de la tesis (práctica tímida de escritura, desfigurada y protegida a la vez por su finalidad institucional), garantizar la realidad de este fantasma; 8) se solicita, al profesor, por fin, que sea un arrendador de servicios: firma inscripciones, certificados, etc. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Esto es simplemente un Tópico, una reserva de elecciones que no están necesariamente actualizadas en su totalidad, al mismo tiempo, en un individuo. Sin embargo, es al nivel de la totalidad contractual donde se juega el <i>confort </i>de una relación enseñante: el «buen» profesor, el «buen» estudiante, es el que acepta filosóficamente el plural de sus determinaciones, quizás porque saben que la verdad de una relación de palabra está <i>en otra parte. </i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><b><i>La investigación </i></b></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">¿Qué es una «investigación»? Para saberlo, habría que tener alguna idea sobre lo que es un «resultado». ¿Qué se encuentra? ¿Qué se quiere encontrar? <i>¿Qué falta? </i>¿En qué campo axiomático será colocado el hecho liberado, el sentido puesto al día, el descubrimiento estadístico? Sin duda, todo ello depende en cada caso de la ciencia solicitada. Pero desde el momento en que una investigación interesa al texto (y el texto va mucho más lejos que la obra), la investigación se convierte a sí misma en texto, en producción; todo «resultado» le es, al pie de la letra, <i>im-pertinente. </i>La investigación es, entonces, el nombre prudente que, bajo la violencia de determinadas condiciones sociales, damos al trabajo de escritura: la investigación está de parte de la escritura, es una aventura del significante, un exceso del canje ; es imposible mantener la ecuación: un «resultado» <i>contra </i>una «investigación». Por ello, la palabra a la que debe someterse una investigación (en el enseñante), aparte de su función parenética «(«<i>Escribid</i>»)tiene como especialidad recordar a la «investigación» su condición epistemológica: no debe, busque lo que busque, olvidar su naturaleza de lenguaje ; y. esto hace finalmente inevitable reencontrar la escritura. En la escritura, la enunciación decepciona al enunciado bajo el efecto del lenguaje que lo produce: esto define bastante bien el elemento crítico, progresivo, insatisfecho, productor, que el uso común mismo reconoce a la «investigación», Ahí reside el papel histórico de la investigación; enseñar al sabio <i>que habla </i>(pero que, si supiera, <i>escribiría: </i>y toda idea de la ciencia, toda la cientificidad, cambiarían con ello). </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><i></i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><b><i>La destrucción de los estereotipos </i></b></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Alguien me escribe que «un grupo, de estudiantes revolucionarios prepara una destrucción del mito estructuralista». La expresión me encanta por su consistencia estereotípica: la destrucción del mito .empieza, desde el enunciado de sus agentes putativos, con el más bello de los mitos: el «grupo de estudiantes revolucionarios» es tan fuerte como «las viudas de guerra» o los «ex-combatientes». </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Ordinariamente, el estereotipo es triste porque está constituido por una necrosis del lenguaje, una prótesis que viene a cubrir un hueco de escritura; pero, al mismo tiempo, sólo puede suscitar un inmenso estallido de risas; se toma en sería; se cree más cercano a la verdad en cuanto es indiferente a su naturaleza de lenguaje; está a la vez gastado y grave. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Poner el estereotipo a distancia no es una tarea política, porque el lenguaje político mismo está hecho de estereotipos; pero sí supone una tarea crítica, es decir, tiende a poner en crisis al lenguaje. En primer lugar, ello permite aislar ese poco de ideología que hay en todo discurso político, y unirse a él como un ácido adecuado para disolver las grasas del lenguaje «natural» (es decir, del lenguaje que, aparenta ignorar que es lenguaje). Y, además, supone despegarse de la razón mecanicista, que hace del lenguaje la simple respuesta a estímulos de situación o de acción, supone oponer la producción del lenguaje a su simple y falaz utilización. Y, todavía más, supone sacudir el discurso del Otro y constituir, en suma, una operación permanente de pre-análisis. Finalmente, el estereotipo es, en el fondo, un oportunismo: no se conforma al lenguaje reinante, o mejor a aquello que, en el lenguaje, parece <i>regir </i>(una situación, un derecho, un combate, una institución, un movimiento, una ciencia, una teoría, etc.); hablar a través de estereotipos es ponerse de parte de la fuerza del lenguaje; este oportunismo debe ser (hoy) rechazado. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Pero, ¿es posible «sobrepasar» el estereotipo, en lugar de «destruirlo»? Este es un deseo irreal; los operadores del lenguaje no tienen otra actividad en sus manos que la de vaciar lo que está lleno; el lenguaje no es dialéctico: sólo permite una marcha en dos tiempos. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><b><i>La cadena de los discursos </i></b></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Porque el lenguaje no es dialéctico (al no permitir el tercer término más que como cláusula, aserción retórica, buenos deseos), el discurso (la discursividad), en su empuje histórico, se desplaza por <i>intermitencias. </i>Todo discurso nuevo sólo puede nacer como la <i>paradoja </i>que toma a contrapelo (y a menudo en parte) la <i>doxa </i>que le rodea o le precede; sólo puede nacer como diferencia, distinción, despegándose <i>contra </i>lo que se le pega. Por ejemplo, la teoría chomskiana se edifica contra el behaviorismo bloomfieldiano ; después del behaviorismo lingüístico, una vez liquidarlo éste por Chomsky, es <i>contra </i>el mentalismo (o el antropologismo) chomskiano donde se busca una nueva semiótica, mientras que el mismo Chomsky, para encontrar aliados, se ve obligado a <i>saltar </i>por encima de sus predecesores inmediatos y remontarse hasta la Gramática de Port-Royal. Pero sería sin duda en uno de los más grandes pensadores de la dialéctica, en Marx, donde resultaría más interesante constatar la naturaleza indialéctica del lenguaje: su discurso es casi enteramente <i>paradójico, </i>siendo aquí la <i>doxa </i>Proudhon, allí otro, etc. Este doble movimiento de despego y de recogida desemboca, no en un círculo, sino, según la bella y gran imagen de Vico, en una espiral, y es en esta <i>inhibición </i>de la circularidad (de la forma paradójica) donde se articularán las determinaciones históricas. Por tanto, siempre hay que buscar a qué <i>doxa </i>se opone un autor (a veces puede ser una <i>doxa </i>muy minoritaria que reina sobre un grupo restringido). Una enseñanza puede igualmente ser evaluada en términos de paradoja, siempre que se edifique sobre esta convicción: un sistema que reclama correcciones, traslaciones, aperturas y denegaciones es más útil que una ausencia informulada de sistema; se evita en este caso, por suerte, la inmovilidad de la cháchara, se llega a la cadena histórica de los discursos, el <i>progreso (progressus) </i>de la discursividad. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><b><i>El método </i></b></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Algunos hablan del método con gula, con exigencia; en el trabajo, es el método lo que desean; jamás les parece suficientemente riguroso, suficiente</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">mente formal. El método se convierte en una Ley; pero como esta Ley está privada de todo efecto que le sea heterogéneo (nadie puede decir qué es, en «ciencias humanas», un «resultado»), se ve infinitamente decepcionada; proponiéndose como un puro meta-lenguaje, participa de la vanidad de todo metalenguaje. Así, es habitual que un trabajo que proclama sin cesar su voluntad de método sea finalmente estéril: todo ha sucedido en el interior del método, nada queda ya para la escritura; el investigador repite que su texto será metodológico, pero este texto no llega nunca: nada más seguro, para matar una investigación y hacerla unirse al gran desperdicio de los trabajos abandonados, nada más seguro que el Método. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El peligro del Método (de una fijación en el Método) proviene de esto: el trabajo de investigación debe responder a dos demandas; la primera es una demanda de responsabilidad: el trabajo tiene que acrecentar la lucidez, conseguir desenmascarar las implicaciones de un procedimiento, las coartadas de un lenguaje; constituir, en suma, una <i>crítica </i>(recordemos una vez más que <i>criticar </i>quiere decir poner en crisis); aquí el Método es inevitable, irremplazable, no por sus «resultados», sino precisamente -o por el contrario-porque realiza el más alto grado de conciencia de un lenguaje <i>que no se olvida a </i>sí <i>mismo; </i>pero la segunda demanda es de un orden muy distinto; es la de la escritura, espacio de dispersión del deseo, donde se da licencia a la ley; por tanto, <i>en un cierto momento, </i>hay que revolverse contra el Método, o, al menos, tratarlo sin privilegio fundador, como una de las voces del plural: como una <i>vista; </i>en suma, un espectáculo engastado en el texto; texto, que, después de todo, es el único resultado «verdadero» de toda investigación. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><b><i>Las preguntas </i></b></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Preguntar es desear saber una cosa. Sin embargo, en muchos debates intelectuales, las preguntas que siguen a la exposición de un conferenciante no son en modo alguno la expresión de una carencia, sino la aserción de una plenitud. Con el pretexto de preguntar, monto una agresión contra el orador; entonces <i>preguntar </i>toma de nuevo su sentido policíaco: <i>preguntar </i>es interpelar. Sin embargo, aquel que es interpelado debe aparentar responder al pie de la letra a la pregunta, no a su intención. Si, con cierto tono, me preguntan <i>«¿Para qué sirve la lingüística?», </i>significándome con ello que la lingüística no sirve para nada, debo aparentar responder ingenuamente: <i>«sirve para esto y para aquello», </i>y no, de acuerdo con la verdad del diálogo: <i>«¿De dónde procede el hecho de que usted me agreda?</i>». Lo que recibo es la connotación; lo que debo devolver es la denotación. En el espacio de la palabra, la ciencia y la lógica, el saber y el razonamiento, las preguntas y las respuestas, las proposiciones y las objeciones son las máscaras de la relación dialéctica. Nuestros debates intelectuales están tan codificados como las disputas escolásticas; en ellos se encuentran siempre papeles de servicio (el «sociologista», el «goldmaniano», el «telqueliano», etc.), pero, a diferencia de la <i>disputatio, </i>donde estos papeles hubieran sido ceremoniales y hubieran ostentado el artificio de su función, nuestro «comercio» intelectual adopta siempre aires «naturales»: pretende cambiar solamente significados, no significantes. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><b><i>¿En nombre de qué? </i></b></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">¿En nombre de qué hablo? ¿ De una función? ¿De un saber? ¿De una experiencia? ¿Qué represento yo? ¿Una capacidad científica?, ¿una institución?; ¿un servicio? De hecho, yo no hablo más que en nombre de un lenguaje: hablo porque he escrito: la escritura está representada por su contrario, la palabra. Esta distorsión quiere decir que, escribiendo <i>de </i>la palabra (a propósito de la palabra), estoy condenado a la aporía siguiente: denunciar lo imaginario de la palabra a través del irrealismo de la escritura: así, abiertamente, no describo ninguna experiencia «auténtica», no fotografío ninguna enseñanza «real», no abro ningún <i>dossier </i>«universitario», Porque la escritura puede decir la verdad sobre el lenguaje, pero no la verdad sobre lo real (actualmente, intentamos saber qué es un real sin lenguaje).</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><b><i>Estar de pie </i></b></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">¿Se puede imaginar una situación más tenebrosa que hablar para (o delante) de personas de pie o visiblemente mal sentadas? ¿Qué cambia aquí? ¿De qué es el precio este inconfort? ¿Qué <i>vale </i>mi palabra? ¿Cómo la incomodidad en que se encuentra el auditor no le conduciría a interrogarse acerca de la validez de lo que oye? ¿No es estar de pie eminentemente <i>crítico? </i>¿No empieza así, a otra escala, la conciencia política: en el <i>mal-estar? </i>La escucha me envía la vanidad de mi propia palabra, su <i>precio, </i>porque, quiéralo o no, estoy colocado en un circuito de cambio; y lo escucho, también me dirijo a ese estar de pie. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><b><i>El tuteo </i></b></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Sucede a veces, residuo de Mayo, que un estudiante tutea a un profesor. Es este un signo fuerte, un signo pleno que remite al más psicológico de los significados: la <i>voluntad </i>de contestación o de pandilleo: el <i>músculo. </i>Dado que aquí se ha impuesto una moral del signo, se puede, a su vez, contestarla y preferir una semántica más sutil: los signos deben ser manejados <i>sobre fondo neutro, </i>y, en francés, el hablar de usted es este fondo. El tuteo sólo puede escapar al código en los casos en que constituye <i>una simplificación de la gramática </i>(si nos dirigimos, por ejemplo, a un extranjero que habla mal nuestra lengua): se trata entonces de sustituir una práctica transitiva por una conducta simbólica: en lugar de intentar significar <i>por quién </i>tomo al otro (y, por tanto, por quién me tomo a mí mismo), intento simplemente hacerme comprender claramente por él. Pero este recurso, finalmente, es también retorcido: el tuteo reúne todas las conductas de huida: cuando un signo no me gusta, cuando me molesta la significación, me desplazo hacia lo operatorio: lo operatorio deviene censura de lo simbólico, y, en consecuencia, símbolo del asimbolismo: muchos discursos políticos, muchos discursos científicos están marcados por este desplazamiento (del que depende especialmente toda la lingüística de la «comunicación»). </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><b><i>Un olor a palabra </i></b></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Una vez que se ha acabado de hablar, empieza el vértigo de la imagen: se exalta o se lamenta lo que se ha dicho, la forma como se ha dicho <i>se imagina </i>(se vuelve uno imagen); la palabra está sujeta a remanencia, <i>huele. </i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La escritura no huele: una vez producida (habiendo completado su proceso de producción), <i>cae, </i>no a manera de un muelle que se aplasta, sino como un meteorito que desaparece; va a <i>viajar </i>lejos de mi cuerpo y, sin embargo, no es un fragmento desligado de éste, retenido narcisísticamente, como lo es la palabra; su desaparición no es decepcionante; pasa, atraviesa, esto es todo. El tiempo de la palabra excede el acto de la palabra (sólo un jurista podría hacernos creer que las palabras desaparecen, <i>verba volant). </i>La escritura no tiene pasado (si la sociedad os obliga a <i>administrar </i>lo que habéis escrito, sólo podréis hacerlo en el mayor de los tedios, el tedio de un falso pasado). Por eso, el discurso, cuya escritura vuestra se comenta, impresiona de forma menos viva que aquél cuya palabra vuestra se comenta (sin embargo, lo que se juega es menos importante): al primero, puedo <i>objetivamente </i>tenerlo en cuenta, puesto que «yo» no estoy en él; del segundo, aunque fuera lisonjero, sólo puedo intentar desembarazarme, puesto que sólo reduce más el callejón sin salida de mi ficción. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">(¿De dónde procede, entonces, el hecho de que este texto me preocupe, de que, una vez acabado, corregido, abandonado, quede o regrese a mí en estado de duda, y, para decirlo todo, de miedo? ¿No está <i>escrito, </i>liberado por la escritura? Sin embargo, veo claramente que no puedo <i>mejorarlo, </i>he alcanzado la forma exacta de lo que quería decir: no es una cuestión de <i>estilo. </i>Infiero de ello que lo que me molesta es su estatuto mismo: lo que me pega a él es precisamente el hecho de que, tratando de la palabra. no puede, <i>en la escritura misma. </i>liquidarla completamente. Para escribir <i>de </i>la palabra -a propósito de la palabra-, sean cuales sean las distancias de la escritura, estoy obligado a <i>referirme </i>a ilusiones de experiencias, de recuerdos, de sentimientos acaecidos a propósito de lo que soy cuando hablo, lo que era cuando hablaba: en esta escritura, <i>todavía hay referente, </i>y es esto lo que <i>huele </i>ante mis propias narices). </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><b><i>Nuestro lugar </i></b></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Al igual que el psicoanálisis, con Lacan, se está prolongando la topicidad freudiana en una topología del sujeto (el inconsciente, allí, no está jamás en <i>su </i>lugar), habría que sustituir el espacio magistral de antes, que, en suma, era un espacio religioso (la palabra en el púlpito, arriba, los oyentes abajo; son la grey, las ovejas, el rebaño), por un espacio menos recto, menos euclidiano, en el que nadie, ni el profesor ni los estudiantes, estaría nunca <i>en el último lugar. </i>Se vería entonces que lo que hay que hacer reversible no son los «papeles» sociales (¿por qué disputarse la «autoridad», el «derecho» a hablar?), sino las regiones de la palabra. ¿Dónde está? ¿En la locución? ¿En la escucha? ¿En las <i>correspondencias </i>de una y otra? El problema no radica en abolir la distinción de las funciones <i>(el profesor </i>/ <i>el estudiante: </i>después de todo, el orden es fiador del placer, Sade nos lo ha enseñado), sino en proteger la inestabilidad, y, si podemos decirlo, la modorra de los lugares de palabra. En el espacio enseñante, nadie debiera estar en su lugar en ninguna parte (me tranquilizo por este movimiento constante: si llegara a ocurrir que yo <i>encontrara mi lugar, </i>no simularía siquiera enseñar, renunciaría a ello). </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Sin embargo, ¿no tiene el profesor un lugar fijo, el de su <i>retribución, </i>el lugar que tiene en el interior de la economía, en la producción? Se trata siempre del mismo problema, el único que, incansablemente, tratamos: el origen de una palabra no la agota; una vez partida esta palabra, le ocurren mil aventuras, su origen se hace turbio, todos sus efectos no están en su causa: lo que interrogamos es este <i>número excesivo. </i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><b><i>Dos críticos </i></b></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Las faltas que se pueden cometer al copiar a máquina un manuscrito son otros tantos incidentes significantes. y, por analogía, estos incidentes permiten aclarar la conducta que debemos mantener con respecto al sentido, cuando comentamos un texto. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Si la palabra producida por la falta (si la desfigura una mala letra) no significa nada, no reconoce ningún trazado textual, el código está simplemente cortado: se ha creado una palabra asérnica, un puro significante; por ejemplo, en lugar de escribir «oficial», escribo «ofivial», que no quiere decir nada. Si la palabra errónea (mal tecleada), sin ser la palabra que se quería escribir, es un vocablo que el léxico permite identificar, que quiere decir algo, si escribo <i>ride </i>en lugar de <i>rude, </i>puesto que este nuevo vocablo existe en francés, la frase mantiene un sentido, aunque sea excéntrico; es la vía (¿la voz?) del juego de palabras, del anagrama, de la metátesis significante, del lapsus de colocación de letras; existe deslizamiento <i>en el interior de los códigos: </i>el sentido subsiste, pero pluralizado, trampeado. sin ley de contenido. de mensaje, de verdad. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Cada uno de los dos tipos de faltas figura (o prefigura) a un tipo de crítico. El primer tipo da licencia a todo sentido del texto tutor: el texto debe solamente prestarse a una eflorescencia significante: sólo su fonismo debe ser tratado, pero no interpretado: asociamos, no desciframos: dando a leer «ofivial», y no «oficial», la falta me abre el <i>derecho de asociación </i>(puedo hacer estallar, a mi capricho, «ofivial» hacia «obviar», «vivero», etc.); no sólo la oreja de este primer crítico oye los chirridos del fono-captador, sino que solamente quiere oír a éstos y con ellos hace una nueva música. Para el segundo' crítico, la «cabeza de lectura» no rechaza nada: percibe tanto el sentido (los sentidos) como sus chirridos. El juego (histórica) de estos dos críticos (me gustaría poder decir que el campo de la primera es la <i>signifiosis </i>y el de la segunda, la <i>significancia) </i>es evidentemente diferente. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La primera tiene para ella el derecho del significante a desplegarse donde quiera (¿adónde pueda?): ¿qué ley, y qué sentido, procedentes de dónde, vendrían a contradecirla? Desde el momento en que la ley filológica (monológica) ha sido aflojada y se ha entreabierto el texto a la pluralidad, ¿por qué pararse? ¿Por qué rechazar el hecho de empujar la polisemia hasta la asemia? ¿En nombre de qué? Como todo derecho radical, éste supone una visión utópica de la libertad: se levanta la ley <i>inmediatamente, </i>fuera de toda historia, despreciando toda dialéctica (aquello en lo que este estilo de reivindicación puede aparecer finalmente como pequeño-burgués). Sin embargo, desde el momento en que se sustrae a toda razón táctica, manteniéndose, sin embargo, implantado en una sociedad intelectual determinada (y alienada), el desorden del significante se revuelve en un errar histérico: liberando a la lectura de todo sentido, finalmente es <i>mi </i>lectura lo que impongo: porque en <i>este </i>momento de la Historia, la economía del sujeto todavía no está transformada. y el rechazo del sentido (de los sentidos) se invierte en subjetividad; poniendo las cosas lo mejor posible, se puede decir que esta crítica radical, definida por una imposibilidad de volver a comparecer del significado (y no por su huida), es un <i>anticipo </i>sobre la Historia sobre un estado nuevo e inaudito en el que la eflorescencia del significante no se pagaría con ninguna contrapartida idealista, con ninguna clausura de la persona. Sin embargo, <i>criticar </i>(hacer crítica) es poner en crisis, y no es posible poner en crisis sin evaluar las condiciones de la crisis (sus límites), sin tener en cuenta su momento. Igualmente, la segunda crítica, la que se apega a la división de los sentidos y al «trucaje» de la interpretación, aparece (al menos ante mis ojos) más justa históricamente: en una sociedad sometida a la guerra de los sentidos, y, por ello mismo, constreñida a reglas de comunicación que determinan su eficacia, la liquidación de la antigua crítica no puede progresar más que <i>en </i>el sentido (en el volumen de los sentidos), y no fuera de él. Dicho de otra forma, hay que practicar un cierto entrismo semántico. La crítica ideológica, en efecto, está condenada hoy a las operaciones de hurto: el significado, cuya exención es la tarea materialista por excelencia, el significado se oculta mejor en el interior de la <i>ilusión </i>del sentido que en su destrucción. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><b><i>Dos discursos </i></b></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Distingamos dos discursos: </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El discurso terrorista no se encuentra ligado forzosamente a la aserción perentoria (o a la defensa oportunista) de una fe, de una verdad, de una justicia; puede, simplemente, intentar, llevar a cabo la adecuación lúcida de la enunciación a la violencia auténtica del lenguaje, violencia nativa que está sujeta al hecho de que ningún enunciado puede expresar directamente la verdad y no tiene a su disposición otro régimen que el golpe de fuerza de la palabra; así, un discurso aparentemente terrorista deja de serlo si, leyéndolo, se sigue la indicación que él mismo os tiende: la de tener que reestablecer en él el blanco o la dispersión, es decir, el inconsciente; esta lectura no siempre es fácil; algunos terrorismos a pequeña escala, que funcionan siempre por estereotipos, provocan por sí mismos, como cualquier discurso de la buena conciencia, la imposibilidad de comparecencia de la otra escena; en una palabra, aquellos terrorismos <i>rehúsan escribirse </i>(se les detecta por algo que en ellos no juega: este olor a seriedad que sube desde el lugar común). </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El discurso represivo no se une a la violencia declarada, sino a la Ley. Entonces, la Ley pasa en el interior del lenguaje como equilibrio: se postula un equilibrio entre lo que está prohibido y lo que está permitido, entre el sentido recomendable y el sentido indigno, entre el constreñimiento del sentido común y la libertad vigilada de las interpretaciones; de ahí el gusto de este discurso por las vacilaciones, las contrapartidas verbales, la posición y el esquivamiento de las antítesis: no estar <i>ni </i>a favor de esto <i>ni </i>a favor de aquello (sin embargo, si hacen la doble cuenta de los <i>ni, </i>constatarán que este locutor <i>imparcial, objetivo, humano, </i>está <i>en favor de </i>esto, <i>contra </i>aquello). Este discurso represivo es el discurso de la buena conciencia, el discurso liberal. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><b><i>El campo axiomático </i></b></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">«Bastará, dice Brecht, con establecer qué interpretaciones de los hechos, aparecidas en el interior del proletariado comprometido en la lucha de clases (nacional o internacional), le permiten utilizar los hechos para su combate. Hay que hacer su síntesis a fin de crear un campo axiomático». Así, todo hecho posee varios sentidos (una pluralidad de «interpretaciones»), y entre estos sentidos, existe uno que es proletario (o que sirve, al menos, al proletariado en su combate); conectando estos diversos sentidos proletarios, se construye una axiomática (revolucionaria). Pero. ¿quién establece el sentido? El proletariado mismo, piensa Brecht <i>(«aparecidas en el interior del proletariado»). </i>Este punto de vista implica que, a la división de las clases, le responde fatalmente una división de los sentidos, y que, a la lucha de clases, responde no menos fatalmente una guerra .de sentidos: en tanto que existe lucha de clases (nacional o internacional), la división del campo axiomático es inexpiable. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La dificultad (a pesar de la desenvoltura verbal de Brecht: «bastarás) procede de que un cierto numero de objetos de discurso no interesan directamente al proletariado (no aparece ninguna interpretación respecto a ellos en su interior) y, sin embargo, el proletariado no puede desinteresarse de ellos porque constituyen, al menos en los Estados avanzados, que han liquidado a la vez la miseria y. el folklore, la plenitud del <i>otro discurso, </i>en cuyo interior el proletariado mismo está obligado a vivir, a alimentarse, a distraerse, etc.: este discurso es el de la cultura (es posible que en la época de Marx la presión de la cultura sobre el proletariado fuera menos fuerte que hoy: todavía no existía una («cultura de masas», porque no existían «comunicaciones de masas»). ¿Cómo atribuir un sentido de combate a aquello que no os concierne directamente? ¿Cómo podría el proletariado, <i>en su interior, </i>determinar una interpretación de Zola, de Poussin, del Pop, de <i>Sport-Dimanche </i>o del último suceso? Para «interpretar» todas estas paradas intelectuales le son necesarios <i>representantes: </i>los que Brecht denomina los «artistas» o los «trabajadores del intelecto» (la expresión es realmente maliciosa, al menos en francés: el intelecto está tan cerca del sombrero), todos aquellos que tienen a su disposición el lenguaje del indirecto, el indirecto como lenguaje; en una palabra, <i>oblatos </i>que se consagran a la interpretación proletaria de los hechos culturales. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Pero en este momento empieza, para estos procuradores del sentido proletario, un auténtico rompecabezas, porque su situación de clase no es la del proletariado: no son productores, situación negativa que comparten con la juventud (estudiante), clase igualmente improductiva con la que forman de ordinario una alianza de lenguaje. De ello resulta que la cultura, cuyo sentido proletario deben desprender, les remite a sí mismos, no al proletariado: ¿cómo <i>evaluar </i>la cultura? ¿Según su origen? Es burguesa. ¿Según su finalidad? Todavía burguesa. ¿Según la dialéctica? Aunque burguesa, contendría elementos progresistas; pero, <i>al nivel del discurso, </i>¿qué distingue a la dialéctica del compromiso? Y, además, ¿con qué instrumentos? ¿Historicismo, sociologismo, positivismo, formalismo, psicoanálisis? Todos ellos aburguesados. Algunos prefieren, finalmente, romper el rompecabezas: dar licencia a toda «cultura», lo que obliga a destruir todo discurso. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">De hecho, incluso en el interior de un campo axiomático clarificado, según se cree, por la lucha de clases, las tareas son diversas, a veces contradictorias, y, sobre todo, establecidas sobre <i>tiempos </i>diferentes. El campo axiomático está constituido por diversas axiomáticas particulares: la crítica cultural se mueve <i>sucesiva, diversa y simultáneamente </i>oponiendo lo Nuevo a lo Viejo, el sociologismo al historicismo, el economismo al formalismo, el lógico-positivismo al psicoanálisis, después, de nuevo, <i>según otro giro, </i>la historia monumental a la sociología empírica, lo extraño (extranjero) a lo Nuevo, el formalismo al historicismo, el psicoanálisis al cientifismo, etc. Aplicado a la cultura, el discurso crítico no puede ser más que un muaré de tácticas, un tejido de elementos, ora pasados, ora circunstanciales (ligados a contingencias de moda), ora, finalmente, francamente utópicos: a las necesidades tácticas de la guerra de sentidos, se añade el pensamiento estratégico de las condiciones nuevas que serán construidas para el significante cuando cese esta guerra: le corresponde, en efecto, a la crítica cultural ser <i>impaciente, </i>porque no puede llevarse a cabo sin deseo. Por tanto, todos los discursos del marxismo están presentes en su escritura: el discurso apologético (exaltar la ciencia revolucionaria), el discurso apocalíptico (destruir la cultura burguesa) y el discurso escatológico (desear, apelar a la indivisión del sentido, concomitante con la indivisión de las clases). </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><b><i>Nuestro inconsciente </i></b></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El problema que nos planteamos es el siguiente: ¿Qué hacer para que los dos grandes <i>epistemés </i>de la modernidad, a saber, la dialéctica materialista y la dialéctica freudiana, se reúnan, se conjunten y produzcan una nueva relación humana (no debemos excluir que un tercer término se agazape en el entredicho de los dos primeros)? Es decir: ¿cómo ayudar a la ínter-acción de estos dos deseos: cambiar la economía de las relaciones de producción y cambiar la economía del sujeto? (El psicoanálisis nos parece, de momento. la fuerza mejor adaptada a la segunda de estas tareas; pero son imaginables otras tópicas, las del Oriente, por ejemplo). </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Este trabajo de conjunto pasa por la siguiente cuestión: ¿qué relación existe entre la determinación de clase y el inconsciente? ¿,Según qué desplazamiento viene a deslizarse esta determinación entre los sujetos? No ciertamente por la «psicología» (como si existieran contenidos mentales: burgueses / proletarios / intelectuales, etc.), sino, muy evidentemente, por el lenguaje, por el discurso: el Otro, que habla, que es toda palabra, el Otro es social. Por una parte, por muy <i>separado </i>que esté el proletariado, el suyo es el lenguaje burgués en su forma degradada, pequeño-burguesa, que habla inconscientemente en su discurso cultural; y por otra, por muy mudo que esté, habla en el discurso del intelectual; no como voz canónica, fundadora, sino como inconsciente: es suficiente ver cómo <i>golpea </i>a todos nuestros discursos (la referencia explícita del intelectual al proletario no impide en modo alguno que éste tenga en el interior de nuestros discursos el lugar del inconsciente: el inconsciente no es la in-consciencia); sólo el discurso burgués de la burguesía es tautológico: el inconsciente del discurso burgués es claramente el Otro, pero este Otro es otro discurso burgués. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><b><i>La escritura como valor </i></b></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La evaluación precede a la crítica. No es posible poner en crisis sin evaluar. Nuestro valor es la escritura. Esta referencia obstinada, aparte del hecho de que muy a menudo debe irritar, parece comportar a los ojos de algunos un riesgo: el de desarrollar una cierta <i>mística. </i>El reproche es malicioso, puesto que invierte punto por punto el alcance que atribuimos a la escritura : la de ser, en este pequeño cantón intelectual de nuestro mundo occidental, el <i>campo materialista por excelencia. </i>Aunque procedente del marxismo y del psicoanálisis, la teoría de la escritura intenta desplazar, sin romper, su lugar de origen; por una parte, rechaza la tentación del significado, es decir, la sordera al lenguaje, al giro y al excesivo número de sus efectos; por otra, se opone a la palabra en el hecho de que no es transferencial y desbarata -ciertamente de forma parcial, en límites sociales muy estrechos, particularistas incluso-las trampas del «diálogo»; hay en ella el esbozo de un gesto de masa; contra todos los discursos (palabras, escribancias, rituales, protocolos, simbólicas sociales), sólo ella, actualmente, aunque sea bajo la forma de un lujo, hace del lenguaje algo <i>atópico: </i>sin lugar; esta dispersión, esta insinuación es lo materialista. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><b><i>La palabra apacible </i></b></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Una de las cosas que podemos esperar de una reunión regular de interlocutores es simplemente ésta: <i>la benevolencia: </i>que esta reunión suponga un espacio de palabra despojado de agresividad. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Este despojamiento no puede funcionar sin resistencias. La primera es de orden cultural: el rechazo de la violencia pasa por una mentira humanista, la cortesía (moda menor de este rechazo) por un valor de clase y la afabilidad por una mistificación emparentada con el diálogo liberal. La segunda resistencia es de orden imaginario: muchos desean una palabra conflictiva por rechazo, al tener la retirada del enfrentamiento, se dice, algo de frustrante. La tercera resistencia es de orden político: la polémica es un arma esencial de la lucha: todo espacio de palabra debe ser fraccionado para hacer aparecer sus contradicciones; debe ser sometido a vigilancia. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Sin embargo, en estas tres resistencias, lo preservado es finalmente la unidad del sujeto neurótico, que se <i>reúne </i>en las formas del conflicto. Es bien sabido, sin embargo, la violencia siempre está ahí (en el lenguaje), y por esto mismo podemos decidirnos a poner sus signos entre paréntesis y hacer así la economía de una retórica: no es preciso que la violencia sea absorbida por el código de la violencia. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La primera ventaja sería suspender, o al menos retrasar, las funciones de la palabra: que, escuchando, respondiendo, hablando, yo no sea nunca el actor de un juicio, de una sujeción, de una intimidación, el procurador de una Causa. Sin duda, la palabra apacible acabará por segregar su propia función puesto que, por mucho que yo diga, el otro me lee siempre como una imagen; pero en el tiempo que utilizaría para eludir esta función, en el trabajo de lenguaje que la comunidad realizará, semana tras semana, para expulsar de su discurso toda esticomitia, podrá ser alcanzada una cierta expropiación de la palabra (cercana a partir de este momento a la escritura), o mejor: <i>una cierta generalización del sujeto. </i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Quizás es lo que se encuentra en ciertas experiencias de drogas (en la experiencia de ciertas drogas). Sin fumar uno mismo (aunque sea por la incapacidad bronquítica de tragar el humo), ¿cómo ser insensible a la <i>benevolencia </i>general que impregna algunos locales extranjeros en los que se fuma kif? Los gestos, las palabras (raras), toda la relación de los cuerpos (relación sin embargo inmóvil y distante) está distendida, desarmada (nada tiene que ver, pues, con la embriaguez alcohólica, forma legal de la violencia en Occidente): el espacio parece producido, más bien, por una ascesis sutil (se aprecia en ella, a veces, cierta ironía). La reunión de palabra debería, me parece, buscar este <i>suspense </i>(poco importa de qué: lo deseado es una forma), intentar alcanzar un <i>arte de vivir. </i>la mayor de las artes, como decía Brecht (este punto de vista sería más dialéctico de lo que se cree, por el hecho de que obligaría a distinguir y evaluar los usos de la violencia). En suma, en los límites mismos del espacio enseñante, tal y como es dado, se trataría de trabajar para trazar pacientemente una forma pura, la del <i>flotamiento </i>(que es la forma misma del significante); este flotamiento no destruiría nada; se contentaría con desorientar a la Ley: las necesidades de promoción, las obligaciones del oficio (que nada prohíbe, desde este momento, honrar escrupulosamente), los imperativos del saber: el prestigio del método, la crítica ideológica; todo está ahí, <i>pero flotando.</i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><i></i></div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px;">Barthes, Roland. <i>¿Por dónde empezar?</i> – Tusquets Editor. Barcelona 1974. Págs. 83-109. Traducción de Francisco Llinás.</div><div><br />
</div>estafetahttp://www.blogger.com/profile/10314797590011827695noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-4391952270751641520.post-74566206653406596382011-08-29T09:14:00.000-07:002011-08-29T09:14:40.576-07:00Georg Lukács – La sociedad y el individuo (Conversación con Leo Kofler) [1966]<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><div style="text-align: center;"><br />
</div></div><div style="font: normal normal normal 16px/normal 'Times New Roman'; line-height: 20px; margin-bottom: 0px; margin-left: 28.4px; margin-right: 0px; margin-top: 6px; min-height: 18px; text-align: center;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi3_-FOBaw0rcNZqPSKboRu7kd9gm7rRHIoIwHuam6J9DniDMSpfUe54N20rkwk0AjujE7A0-S32HhhJNgjab89Q50hiJPwJcHSkxTEGWn33LN0_ef-yr0Q0FqB7oYh9xzw6Xn0xSSNH_k/s1600/georglukacs.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi3_-FOBaw0rcNZqPSKboRu7kd9gm7rRHIoIwHuam6J9DniDMSpfUe54N20rkwk0AjujE7A0-S32HhhJNgjab89Q50hiJPwJcHSkxTEGWn33LN0_ef-yr0Q0FqB7oYh9xzw6Xn0xSSNH_k/s320/georglukacs.jpeg" width="229" /></a></div><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">KOFLER: Señor Lukács, me impresionó ayer extraordinariamente su manera de partir de lo simple para derivar luego a problemas extraordinariamente complejos. Yo quisiera emplear hoy un método similar, comenzando asimismo por problemas un tanto sencillos... </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">LUKÁCS: Muy bien... </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">KOFLER: ...para progresar hacia otros más complicados. Desde hace bastante tiempo me viene interesando y preocupando una cuestión muy concreta. Se ha convertido en hábito equiparar parcialmente a la ideología con la falsa conciencia y considerar a la conciencia de libres vuelos –es un decir– como idéntica a la no comprometida para extraer de ello determinadas conclusiones ideológicas con respecto a la ideología burguesa. Resulta, en consecuencia, el problema siguiente: a la clase trabajadora, que sigue constituyendo la mitad de la población, se le reprocha, con aire triunfal, que se ha aburguesado. Con ello se quiere indicar lo siguiente: el trabajador tenía antes una falsa conciencia de clase y ahora tiene otra que es correcta, en el sentido de que la adoptada es de signo burgués. Esto entraña una contradicción, en cuanto que se le atribuye en esta nueva situación a la clase trabajadora una conciencia de clase correcta, aliada; pero a la vez, de acuerdo con la definición, se considera que sólo es correcta la conciencia desligada. Tal cosa, tal cualidad contradictoria, ¿es necesaria para la ideología burguesa o es casual? </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">LUKÁCS: Permítame que proceda a una cierta simplificación del asunto. Creo que Gramsci tenía mucha razón cuando señalaba que, por lo general, empleamos el término ideología con dos significados totalmente diferentes. Por un lado, es una noción muy elemental del marxismo la de que todo hombre existe dentro de la sociedad en una determinada situación de clase, a la cual pertenece, como es natural, toda la cultura de su tiempo, y que, por tanto, no puede haber ningún tipo de contenido de conciencia que no esté determinado por el <i>hic et nunc </i>de la referida situación. Por otro lado, a consecuencia de este planteamiento surgen ciertas deformaciones; y así, en este sentido, uno está acostumbrado a concebir la ideología también como una reacción en cierto modo deformada ante la realidad. Creo que, al hacer uso del concepto de ideología, debemos discriminar entre estas dos cosas; y para ello –y aquí retorno al planteamiento ontológico– habría que partir de que el hombre, desde un principio, es, igual que todo organismo, un ser que responde a su medio. Quiere decirse que el hombre transforma los problemas que se le presentan en la realidad en preguntas y que responde a éstas, pero que en modo alguno existe la llamada conciencia de libres vuelos, que trabajaría por propio impulso, desde su propia interioridad; nadie logrado demostrar que sí exista. Yo creo que la llamada inteligencia que flota libremente, lo mismo que el hoy tan popular tópico de la desideologización, son pura invención y no tienen nada que ver con la situación real del hombre real dentro de una sociedad real. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">KOFLER: A este respecto suele plantearse a menudo la cuestión de si no existirán fenómenos ideológicos indiferentes a las clases, esto es, fenómenos de la superestructura que no se determinan a partir de la situación de clase. Usted mismo, profesor Lukács, ha señalado anteriormente, en precedentes trabajos, con total radicalismo, que el problema de la ideología no era un problema de relación inmediata con la clase, sino que pertenece a la totalidad de la sociedad clasista. Pero podrían descubrirse determinados fenómenos ideológicos que fueran efectivamente indiferentes al planteamiento clasista, en el sentido de que habrían de ser atribuidos tanto a la burguesía como a la clase trabajadora y a la pequeña burguesía; por ejemplo, en el campo del lenguaje, y, sobre todo, en el ámbito de la terminología que se deriva del mundo de la cosificación. Cito como casos: «La técnica nos domina», «La bomba atómica nos amenaza», «La inflación lo encarece todo», o: «La masificación se deriva de la sociedad de masas» –Marx añadiría irónicamente–: «La pobreza se deriva de la inopia» De cualquier modo, es cierto que estas formas cosificadas del lenguaje se han de clasificar no ya como pertenecientes a una sola clase determinada, sino como indiferentes al planteamiento clasista, si bien no como independientes . de la sociedad clasista, puesto que son imágenes reflejas de un determinado modo de conducta dentro de una situación social cosificada y convertida en fetiche. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">LUKÁCS: Yo insistiría en ir aquí un poco más lejos. Puesto que la vida humana está basada en un metabolismo con la naturaleza, queda fuera de dudas que determinadas verdades que adquirimos a través de la realización de este intercambio de materias poseen una validez universal, digamos las verdades de la matemática, de la geometría, de la física, etc. De ello, sin embargo, se ha fabricado un fetiche, en el sentido burgués, porque tales verdades se pueden asociar en determinadas circunstancias muy estrechamente con las luchas de clase. Si decimos hoy día que las verdades de la astronomía no están sometidas al planteamiento clasista, ello es correcto; sin embargo, en las discusiones sobre Copérnico y Galileo constituía uno de los puntos de importancia clasista más decisiva el que alguien tomara partido por Galileo o contra él. Habida cuenta de que también el metabolismo con la naturaleza es un proceso social, siempre queda la posibilidad de que los conceptos de ello dimanantes actúen retroactivamente sobre las luchas de clases dentro de una sociedad. Empleo palabras menos exactas, ahora que me sirvo de conceptos como evolución, progreso y demás; en rigor, el desarrollo es un hecho que nos permite hablar de una independencia de la clase, como en el caso de la evolución de las especies de Darwin. Por otro lado, precisamente la cuestión del darwinismo ha sido durante decenios enteros objeto de discusión social. La cuestión acerca de si la humanidad sigue una evolución uniforme o si diversos círculos culturales se inician y acaban alternativamente, dándose así un movimiento cíclico, no es algo que se pueda resolver independientemente de la estratificación clasista. En consecuencia, yo creo que en este terreno las fronteras son movedizas. Por una parte el entendimiento humano es capaz de comprobar cosas que, independientemente de la valoración que les den las diversas clases, tienen validez para toda la sociedad y, dado el caso, incluso para la concepción entera de la naturaleza; por otra parte, cada ser humano está incluido, con toda su personalidad, en las luchas sociales, de suerte que, potencialmente, la aprobación o el rechazo de cada axioma particular estará un tanto condicionado por la situación de clase. Creo, pues, que no podemos proceder a una clasificación general al estilo de: aquí termina una ideología y aquí empieza otra cosa diferente. Se trata, por el contrario, de algo movedizo que fluye incesantemente, lo cual está condicionado por la estructura concreta de la sociedad y por el estado de las luchas de clases con ella relacionadas, no teniendo su fundamento en un axioma abstracto. y lo mismo ocurre con las llamadas clases que flotan libremente. En los períodos que podríamos llamar tranquilos y no agudizados se dan ciertamente situaciones en las que una clase puede comportarse de manera totalmente neutral con respecto a las luchas que se estén librando en ese momento. Pero ocurre, y creo poder decirlo de modo claro y distinto, que en la sociedad no puede haber hombres de los que desde un principio pudiera afirmarse que se comportarán indiferentemente respecto a todas las posibles diferencias de clase. El que prácticamente sean posibles la indiferencia y hasta las más inverosímiles alianzas es lo que da su color abigarrado a la cuestión. Se acordará usted de que, con motivo de ciertas reformas en favor de los trabajadores en la Inglaterra de la primera mitad del siglo XIX, la aristocracia conservadora se enfrentó con la burguesía, haciendo posible una reducción de las horas de trabajo. Sacar de ello la conclusión de que la aristocracia estaba interesada por razones de clase en una reducción de las horas de trabajo sería una conclusión demasiado atrevida, pese a que esto es no sólo un hecho consumado, sino también, de acuerdo con las luchas de clases de entonces, una acción clasista comprensible. Mi opinión es, pues, que también en el caso de la ideología hemos de mantener en pie el principio dialéctico de que la verdad es concreta. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">KOFLER: Me da la impresión de que con ello nos enfrentamos con una precisión sumamente importante. Ahora quisiera resaltar un punto, por la simple razón de que se discute abundantemente en nuestro ámbito vital. Habló usted antes de un fluir, de una transición, de un imponerse los conceptos, de una generalización... </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">LUKÁCS: Sí.. . </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">KOFLER: ...como, por ejemplo, del concepto de progreso. Yo diría eventualmente: conceptos a nivel de abstracción. Ahora bien, una y otra vez se plantea el problema de por qué vía se lleva esto a cabo, y se tropieza entonces con el problema del irracionalismo. No hay duda de que el irracionalismo, en cuanto institución de la psique humana, es algo que no se puede negar. Me remito a la intuición, a la idea que flota libremente, a lo creativo, si se quiere. Ocurre que, en sus escritos, ha tratado usted incesantemente del problema del irracionalismo; y también en el ámbito de la formación de conceptos, de la concretización ideológica, señaló usted sus peligros. Por ejemplo, en el sentido de que el fluir interno en el ámbito de la vivencia psíquica se independice, que se superacentúe con respecto a lo racional, de suerte que la vivencia, la vivencia interna –con lo cual nos hallamos ya en terreno de una problemática muy moderna–, quede constituida en mundo peculiar; luego se plantea el problema de la mitologización. del enfrentamiento de razón y entendimiento por una parte, y de verdad interna por la otra. Guarda relación con ello el que también en el estilo irracionalista es negado el concepto de progreso. En la última consecuencia tropezamos con la ridiculización del humanismo en cuanto algo no compaginable con la vivencia, con lo «propiamente valioso», con el «elemento especial del hombre interno». Es decir, que lo humanístico es superior externamente a ello y lo otro lo es internamente, de manera muy sutil. Me interesaría saber cuál sería su interpretación respecto a este asunto, independientemente de la problemática del irracionalismo en la historia alemana, problemática en la que aún he de insistir. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">LUKÁCS: Bueno, verá usted, primeramente voy a dar de lado una cuestión extraordinariamente popular, a saber, la de la antítesis entre la intuición, por un lado, y las consecuencias lógicas mentales, por otro. Tomado como concepto teórico–cognoscitivo, es totalmente falso y no tiene, por tanto, nada detrás. En cuanto concepto puramente psicológico, la intuición es un hecho evidente que se da sin cesar. Frente a la mitologización de este concepto, se ha de retener que la intuición aparece siempre que una persona está sumamente preocupada con una idea y, tras un cierto tiempo, después de que este complejo ha estado actuando en él subconscientemente, llega de pronto –y entrecomillo de pronto– a un resultado. Tal tipo de intuición se dará aun en el campo de la matemática, siendo de todo punto incorrecta la afirmación de que sólo en el arte se da tan estrecha ligazón; ahora bien –y llegamos por fin al aspecto teórico–cognoscitivo–, de ninguna manera es argumento a favor o en contra de un axioma el que se halle intuitivamente o no intuitivamente; el axioma ha de ser demostrado ya lógicamente, ya históricamente, y su verdad se ha de verificar, independientemente de que haya sido hallado intuitivamente o no. Si esta constatación me parece tan importante, lo es por el hecho de que en la filosofía alemana, desde Schelling, y ya en cierto sentido en la <i>Kritik der Urteilskraft </i>[Crítica del juicio] de Kant, se le adjudica al conocimiento intuitivo una cierta superioridad con respecto al conocimiento no intuitivo, no habiéndose intentado jamás, a mi entender, aportar ningún argumento de tipo teórico cognoscitivo a tal afirmación. La superioridad de la intuición se aceptó simplemente con un cierto dogmatismo. Este es, por así decir, el aspecto subjetivo. Por lo que al aspecto objetivo se refiere, yo creo que en la praxis real de la humanidad existe una cierta distancia entre la <i>ratio </i>tomada en un sentido real y racional y la <i>ratio </i>tomada en un sentido que ha sido exagerado desde hace milenios. A mi juicio, racional es aquello que procede de nuestro trabajo y de nuestra superación de la realidad; por ejemplo, cuando encuentro una interrelación que verdaderamente funciona. Cuando dejo caer de la mano una piedra y ésta cae al suelo, si repito este experimento unas cuantas veces, compruebo una ilación racional que en un nivel más alto formuló Galileo en su ley de la gravitación. Toda racionalidad real con que nos tropezamos en el mundo es, sin embargo, una racionalidad del «si esto..., lo otro». Una situación concreta cualquiera está asociada con consecuencias concretas; y debido a que esto se produce en nuestra vida con una cierta infalibilidad, llamamos racional a tal interrelación. Sin embargo, de la exacerbación de la lógica, de lo alcanzable dentro de la lógica, se ha inferido una racionalidad general del mundo, la cual de hecho no existe. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">Me parece a mí que, con las leyes de la naturaleza que hoy imperan, es racional que una piedra caiga hacia la tierra. Si me imagino otro mundo, en el cual la piedra subiera por los aires y siguiera subiendo regularmente a las alturas, es innegable que los hombres de ese mundo considerarían esto como racional; de modo que –y ello está relacionado con la antes mencionada racionalidad del «si esto... , entonces...» –el que la piedra caiga hacia abajo no es racional por cualesquiera razones de tipo racional, sino justamente porque está prescrito en este caso por el ser de la naturaleza. Ocurre ahora que en la sociedad, en la evolución social, surgen una y otra vez situaciones en las que lo que ayer se apareció como racional de pronto ya no coincide con los hechos, teniendo que habérnoslas con una piedra que vuela por los aires en el terreno social. En este caso, la humanidad no puede en modo alguno ocupar dos tipos de posiciones. Una de las posiciones es la que adopta el hombre regularmente en el trabajo de la naturaleza: cuando una materia se muestra en cierto modo renuente a las leyes a que estamos acostumbrados, entonces se intenta justamente buscar otras explicaciones, hasta conseguir averiguar la nueva ley. Es éste un proceso que se presenta incesantemente en el propio desarrollo social. Por otro lado, determinadas clases –y aquí volvemos a encontrarnos con la situación de clase– consideran esta alteración de la realidad social como algo completamente carente de sentido, y no hallan en ello sino, hablando en términos sociales, anarquía y desorden. Recuerde sencillamente la posición de las clases en la Revolución francesa, en la que ciertas cosas que se aparecían a la clase revolucionaria como muy simples y racionales eran concebidas, sin embargo, por las clases antes gobernantes y por las que con ellas simpatizaban como caóticas e irracionales. Puesto que nuestro pensamiento depende siempre de nuestra situación social, estando en interrelación con ella, siempre se darán históricamente situaciones en las que ciertas clases y los pensadores que las representan reaccionarán de forma tal que consideren a las nuevas interrelaciones y a la nueva evolución de la sociedad desde el punto de vista de la <i>ratio </i>antigua. Pues no debe usted olvidar que si en muchas ocasiones durante la Revolución francesa los partidarios de la –clase feudal de antaño adoptaron un punto de vista irracionalista, lo cierto es que, en los tiempos de Tomás de Aquino, el feudalismo no era en modo alguno irracional. Tomás de Aquino concibió con razón el feudalismo como algo que se seguía simplemente de la razón, pues las racionalidades «si uno... , lo otro» de entonces tenían muchos correlatos en la realidad social. La praxis de Marat y Robespierre no podía, sin embargo, ser integrada en el sistema racional de las clases feudales; y así surge de la nueva situación social aquello que llamamos irracionalismo, siendo característico del desarrollo moderno el no quedarse detenido en la negación o en la puesta en duda de la nueva <i>ratio, </i>sino el forjar un sistema específico de la irracionalidad, que luego se expansiona extraordinariamente mostrando sus consecuencias en cosas que –¿cómo diría yo?– los iniciadores originales del sistema no habían querido. Voy a citar dos ejemplos ilustrativos. Tomemos la sociología política de Max Weber. Considere usted, en <i>Politik als Beruf, </i>su tesis de que varios dioses dominan al mundo. Tras de ello se oculta el hecho de que, en la sociedad a la cual estaba enfrentado, Max Weber no podía llegar de ningún modo a un concepto de la <i>ratio </i>del tipo «si uno.. ., lo otro», sino que tenía que quedarse estancado en la pugna de estas fuerzas diversas, las cuales él no quería seguir racionalizando. Porque la racionalización habría dado lugar a consecuencias que para Weber no eran integrables, motivo por el cual se refugió, en cierto modo, en la representación mitológica de los dioses que se combaten entre sí en la realidad. Podría decirse –creo que puede decirse con tranquilidad– que, en este punto, el irracionalismo penetra también en el sistema de Max Weber. O fíjese usted en un sistema intelectual como el neopositivismo, que reduce todo el mundo a una racionalidad manipulada, rechazando todo aquello que la rebase. Ahora bien, el neopositivismo contó al principio entre sus fundadores con un pensador auténtico, a saber, Wittgenstein. y Wittgenstein, que fundamentó los axiomas neopositivistas en sentido propiamente filosófico, ve con toda claridad que al margen de los axiomas se tiende –si se me permite la expresión– un desierto de irracionalismo acerca del cual nada puede expresarse por medio de la racionalidad neopositivista. Pero Wittgenstein es demasiado inteligente para creer que este mundo, fuera de los enunciados positivistas, no exista; y en la margen de la filosofía wittgensteiniana existe, según me parece –y esto no sólo lo he creído observar yo, sino que lo han observado muchos–, un territorio de irracionalidad. y así creo yo que, a lo largo del siglo XIX y del XX, hemos presenciado una inmensa oleada de irracionalidades en sus más diversas formas. y tiene usted mucha razón al decir que no sólo en Alemania, ya que nadie negará que, por ejemplo, el pragmatismo americano tiene momentos de irracionalismo; que Bergson demuestra una clara disposición natural hacia el irracionalismo típico; que (quiera o no) Croce está lleno de momentos irracionalistas; de modo que el irracionalismo no es en modo alguno un fenómeno puramente alemán, sino internacional. Lo específico es solamente que el irracionalismo se ha convertido en Alemania en ideología del poder político reaccionario, del más reaccionario del mundo, lo cual no se dio en otros países. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">KOFLER: Usted define a veces este irracionalismo alemán como una fe en la irresistibilidad interior, esto es, en las fuerzas internas que se oponen a las externas y racionales. ¿Habría que situar –como en cierto modo ha hecho usted– esta fe exacerbada en lo anímico e interno como estando en cierta contradicción con la fachada social, con la historia alemana y quizá con el conjunto de la infortunada historia alemana? Por ejemplo, si empezamos por la derrota de los Caballeros Teutónicos en 1410 y 1466 Y seguimos luego con la desmembración del Estado caballeresco en 1561, el desplazamiento de las rutas comerciales, la Guerra de los Treinta Años con todas sus consecuencias, toda la historia, en verdad, desdichada de la derrota de los campesinos, el aislamiento del clasicismo, la revolución de 1848 y su derrota, todos estos puntos los ha mencionado usted claramente, si bien de modo disperso. Pues bien, lo que con frecuencia despierta el interés en los seminarios estudiantiles es la demostración por usted hecha de que en Alemania existe la tendencia a buscar irracionalmente la solución a ciertas preguntas en la estilización de los problemas no resueltos; cuál sea la interrelación concreta de todo ello, por qué, precisamente en Alemania, llegó específica y exacerbadamente la ideología irracionalista a una dominación total y se convirtió en rasgo esencial del pueblo alemán –considerado ello, como es natural, en un sentido histórico. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">LUKÁCS: Creo que está relacionado realmente con específicos momentos de la historia alemana; a saber, con el hecho de que determinadas formas filosóficas y sociológicas que ahora podemos resumir bajo el epígrafe de <i>ratio </i>han sido en los grandes países de Occidente producto de los propios hombres. Es decir, el que la nación llegue a lograr la unidad nacional está estrechamente relacionado con el surgimiento de la sociedad moderna. Como es natural, todo francés o todo inglés lo percibirá, sin darle muchas vueltas en la cabeza, como su propia acción. Creo que lo que desde el absolutismo concentrado hasta la Revolución francesa y Napoleón dio al pueblo francés la cohesión de la unidad fue la razón francesa; la propia acción, el ser hombre y ser patriota, se confundieron entre sí de manera muy inmediata. En Alemania, por el contrario, se produjo una evolución en la cual el pueblo alemán no fue capaz de reunirse por sus propias fuerzas para formar una nación, una nación moderna; de modo que de la realidad surgió aquí un divorcio, proveniente en cierto modo de la vida sensitiva interior del alemán auténtico, que todavía se asentaba en la realidad antigua y, si era racional, de su certeza en que esta realidad antigua, aunque se había hecho insostenible, no podía, sin embargo, hallar soluciones realizables. Se daba así una contradicción que se aprecia en la Alemania del siglo XVIII en Justus Möser, en Herder y en el joven Goethe. Ello podía haber sido modificado eventualmente por una revolución interior, pero en la Alemania de entonces no se daban las condiciones externas e internas que hubieran sido necesarias; y no es casual, a su vez, que un gran enemigo del irracionalismo como lo era Hegel viese en Napoleón a la vez al redentor del espíritu universal y por el otro al gran estadista de París, idóneo para poner orden de algún modo en los asuntos alemanes. Esta dualidad se prosigue hasta la fracasada revolución de 1848; y en el fondo, la llamada revolución desde arriba es una solución complicada puesto que el resplandor irracionalista de una fachada que se retrae hacia el interior y de un interior que en realidad es exterior es manejado de tal forma que las fuerzas propias del pueblo alemán quedan fuera de consideración. De ahí que surjan todas estas dualidades, las cuales se densifican bajo la influencia de diversas teorías, procedentes en parte del extranjero y que afirman que existe una sustancia primaria humana, la cual se halla en actitud hostil con respecto al desarrollo progresivo del mundo exterior. Esto no es sólo doctrina de Hitler, sino que se encuentra ya en toda su complejidad en Klages, en la tesis de que el espíritu es antagonista del alma; yen rigor, está dado igualmente en ese estar arrojado al mundo de la ideología de Heidegger. Hitler se limitó a hacer de ello una demagogia manejable, convirtiendo en portador de esta interioridad al viejo germano de pura raza. A consecuencia de la retardada creación de la nación, no realizada por fuerzas internas, surgió precisamente en Alemania una situación social especial que contrasta no sólo con los países occidentales, sino también y de manera extraordinariamente acusada con la evolución rusa, donde si bien existía una estructura social más retrógrada, la unidad nacional había sido llevada a cabo ya por el absolutismo, por lo que, desde la Revolución francesa, y pasando por los decembristas hasta 1917, existió una invencible cadena de insurrecciones contra el zarismo. Un movimiento comparable faltó en Alemania. Por esta razón afirmo con insistencia que se da entre los alemanes un pasado aún no superado; y no podrán liquidar a Hitler, puesto que no han sabido hacerlo antes con toda esta realidad, porque sigue sin darse todavía en los alemanes la autoconciencia de una historia creada por ellos mismos y de corte progresivo. Lo autocreado en Alemania es sólo lo reaccionario, el imperio bismarckiano, el imperio hitleriano, etc.; todos éstos se reconocen en cierto modo como autocreados, y no es obra del azar que todo el siglo XX –fenómeno que vuelve a adquirir ahora proporciones considerables– haya considerado al liberalismo y a la democracia como productos de importación en Alemania. No es cierto que sólo se considere como tal al socialismo. Podrán encontrar ustedes cantidades ingentes de teóricos que rechazan también el liberalismo y la democracia como productos de importación. occidentales que no concuerdan con la esencia alemana genuina. Identifican la auténtica esencia alemana con el compromiso que se materializó en la forma bismarckiana del imperio alemán, en virtud del ineluctable desarrollo económico; desarrollo que los historiadores no reconocen en absoluto, pues yo creo que entre los diez libros que sobre Bismarck se han escrito sólo encontrará usted <i>uno </i>en el que al menos se compruebe que el imperio forjado por Bismarck era, en rigor, la Unión Aduanera prusiana. Bismarck agrupó en un Estado no al pueblo alemán, sino a la Unión Aduanera prusiana, lo cual me parece un hecho importante; pero bien podría decirse que la historiografía alemana no ha reflexionado siquiera sobre ello. Es significativo que Treitschke haya llegado a reconocer este hecho, mientras que Marcks, Meinecke y otros, más progresistas, lo ignoran casi por completo. y con eso toda la historia alemana llega a un estado caótico que, bien mirado, tan sólo concibe como solución acorde con la esencia del pueblo alemán –¿cómo diría?– la irracionalista reaccionaria. Es ésta una especialidad del irracionalismo alemán; ni siquiera en el fascismo italiano se halla tan desarrollada. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">KOFLER: Señor Lukács, quisiera aprovechar esta rara ocasión de hallarnos en Budapest para plantear, también en relación con el problema del irracionalismo, una cuestión que, si bien es discutida por los intelectuales y tiene validez para todo el mundo occidental, no afecta a los problemas de la sociología, de la filosofía, de la ciencia y de la poesía, sino al irracionalismo <i>espontáneo </i>de las masas encuadradas en sociedades de alto desarrollo industrial. Se trata de un irracionalismo de índole muy singular, que preocupa a gentes significadas de extracción semimarxista o burgueses de izquierdas, un irracionalismo tan difícil de patentizar que acaso por esta razón no haya sido reconocido aún en toda su esencia; y puesto que constituye un fenómeno muy moderno de la sociedad de Occidente, apenas lo menciona usted en sus escritos. He prometido a mis alumnos que le pediría a usted se pronunciase al respecto, y quisiera, concretamente, citar unas cuantas formulaciones, para que se vea con claridad a qué me refiero. También en este caso se trata de conceptos y nociones casi indiferentes al planteamiento de clase, si bien no se imponen al margen de la sociedad de clases. Por ejemplo, «integración voluntaria» ya no significa para la conciencia espontánea ingenua, como en su aceptación original, «colaboración en virtud de reflexiones y decisiones racionales», sino «colaboración en virtud de una exhortación irracional al asentimiento ciego»; «satisfacción» no significa ya hoy un acuerdo racional con el destino o un conformarse con un éxito visible, sino que implica una noción manipulada que se orienta según el<i> leit–motiv </i>de la técnica del consumo, que a su vez procede de la manipulación. Que se trata de procesos plenamente irracionales es palmario, dándose a la vez una reducción de las exigencias de consumo manipulada ideológicamente, hasta alcanzar niveles de renuncia ascética, con el fin de procurar un equilibrio aproximado entre la forzada mentalidad de consumo y las aptitudes materiales fácticas para satisfacerlo. Aún tenemos otro concepto extraordinariamente importante para el estudio del universo representativo de las masas actuales, a saber, el concepto de «privado». «Privado» ya no está en contradicción con público, como en otro tiempo, sino que abarca aquel ámbito vital individual que, con ayuda ideológica e incluso con esfuerzo notable por parte del individuo, está totalmente ocupado por influjos del mundo exterior. O tomemos si no el concepto oposición. «Oposición» no significa ya negativa a colaborar, sino, por el contrario, postular –estoy pensando en el Partido Socialdemócrata alemán– la participación en algo previamente ensayado. Es eso lo que se entiende por oposición. «Libertad» no quiere decir ya el derecho a lo contrario de aquello que hacen, dicen o desean todos o la mayoría, sino el derecho a decidirse en pro de lo previamente declarado como libre dentro de un orden represivo. ¡Dentro del orden represivo, pues! Tales ejemplos se podrían alargar interminablemente; pero no he venido a Budapest para pronunciar conferencias, sino para pedirle a usted que se pronuncie lo más detalladamente que pueda sobre estos asuntos, puesto que precisamente este problema me parece de la mayor importancia, ya que en el marxismo tradicional, si se prescinde de unas pocas opiniones – y si, en un alarde de inmodestia, prescindo de mi último libro, que publicaré en breve–, no se le ha prestado atención ninguna. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">LUKÁCS: Es muy certero eso, y se relaciona, a mi juicio, en el aspecto económico, con el hecho de que, tras la gran crisis de 1929, el capitalismo se ha transformado fundamentalmente en una serie de aspectos fundamentales. No ya en el sentido de dejar de ser capitalismo ni en el de que haya surgido cualquier tipo de capitalismo popular, sino, a mi entender, en un sentido, muy simple, que quisiera aclarar brevemente . Retrocediendo unos ochenta o cien años, se aprecia que en la época de Marx la industria de bienes de producción estaba organizada, en lo esencial, a la manera del gran capitalismo; si a esto se añade aún los productos textiles crudos, la industria molinera y la industria azucarera, se puede decir, en rigor, que con esto la zona de las ramas industriales realmente capitalistas queda agotada. Ahora bien, en' los ochenta años subsiguientes los procedimientos capitalistas se han extendido a todas las industrias de consumo. y no me refiero sólo a la industria del calzado, a la confección, etcétera; lo interesante es que también los hogares empiezan a convertirse en objeto de la industria pesada, con todos esos frigoríficos, lavadoras y demás. Paralelamente, el campo de los llamados servicios se ha convertido asimismo en terreno del gran capitalismo. El criado semifeudal característico de los tiempos de Marx es un anacronismo cada día más acusado, y está surgiendo un sistema de servicios capitalista. Vaya considerar, primeramente, un aspecto muy superficial de la cuestión. Elijo a un gran fabricante de maquinaria o propietario de talleres de la época de Marx. Está claro que la clientela de tal persona es sumamente reducida, de suerte que puede colocar sus productos sin necesidad de desplegar un excesivo aparato. Mas cuando, merced a los medios de una gran industria, surge un producto de consumo masivo –se me ocurre pensar, por ejemplo, en las cuchillas de afeitar–, se hace preciso un aparato enorme para poder colocar millones de cuchillas a los consumidores individuales; yo estoy convencido de que todo este gran sistema de manipulación del que venimos hablando ha surgido a partir de esta necesidad económica, haciéndose extensivo a la sociedad y a la política. Este aparato domina ahora todas las manifestaciones de la vida social, desde la elección presidencial hasta el consumo de corbatas y cigarrillos; basta hojear cualquier revista para hallar suficientes pruebas demostrativas de esta tesis. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">Tiene esto, sin embargo, otra consecuencia, a saber: que la explotación de la clase trabajadora se desplaza cada vez más acusadamente desde la posición de la explotación a través de la plusvalía absoluta hacia la explotación a través de la plusvalía relativa, lo cual significa la posibilidad de incrementar la explotación a medida que el nivel de vida de los trabajadores se vaya elevando. En los tiempos de Marx, esto no existía más que en ciernes –no voy a decir que no se diera en absoluto–. A mi entender, Marx fue el primero en reconocer económicamente la existencia de la plusvalía relativa; pero –y esto es muy interesante– Marx dice en una parte aún no publicada de <i>El capital </i>que, en el caso de la plusvalía absoluta, la producción queda subsumida al capital tan sólo formalmente, no surgiendo la subsunción de la producción bajo las categorías del capitalismo sino con la plusvalía relativa, lo cual es propiamente la signatura de los tiempos actuales. Todos los problemas de que usted habla ahora salen a flote en este contexto. El problema de la alienación en su conjunto adquiere una fisonomía totalmente nueva. Cuando Marx escribe los <i>Manuscritos económico–filosóficos </i>(1) la alienación de la clase trabajadora significaba de manera inmediata un trabajo degradante hasta un nivel poco menos que animal; así, pues, la alienación era, hasta cierto punto, idéntica a la deshumanización, razón por la cual la lucha de clases se orientó, durante varios decenios, hacia la necesidad de garantizar para el trabajador el mínimo de vida humana mediante sus reivindicaciones salariales y de jornada laboral. Los famosos tres ochos de la II Internacional son síntoma de este tipo de lucha de clases. Actualmente, el problema se ha desplazado en cierto sentido; de todos modos, yo diría que sólo en cierto sentido. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">Recuerde usted que cuando el señor Erhard hizo los primeros intentos de reforma, el primer paso consistió 'en exigir que la jornada de trabajo se incrementase en una hora por semana, lo cual es indudablemente una medida basada en la plusvalía absoluta. Dicho sea de paso, si usted se fija en la política wilsoniana en Inglaterra, se encuentra con el mismo cantar; la plusvalía absoluta no está muerta, lo que ocurre es que ya no adopta aquel papel dominante que adoptaba cuando Marx escribió los <i>Manuscritos económico–filosóficos. </i>¿ Qué se sigue de esto? Pues que se perfila un nuevo problema en el horizonte de los trabajadores, a saber, el problema de dar pleno sentido a su vida. En la época de la plusvalía absoluta, la lucha de clases se ordenaba hacia la creación de las condiciones objetivas para alcanzar una vida llena de sentido. En la actualidad, con la semana de cinco días y un salario adecuado, pueden aparecer ya las primeras condiciones para una vida llena de sentido, presentándose al mismo tiempo el problema de que esa manipulación que va desde la venta de cigarrillos hasta la elección presidencial levanta un tabique de separación interior entre el hombre y esa vida llena de sentido. Porque es evidente que en manipulación del consumo no trata, como afirman los medios oficiales, de informar al consumidor sobre cuál sea el mejor frigorífico o la mejor hoja de afeitar, sino que da lugar a un problema de dirección de las conciencias. Me limitaré a ofrecer un ejemplo, el del «tipo que fuma Gauloises»: en él se representa como persona grandiosa y activa a alguien al que se puede reconocer por el hecho de que fuma cigarrillos «Gauloises». O, por ejemplo, aquel anuncio –no sé si se trata de un jabón o de una crema– en el que parece un joven asediado por dos hermosas mujeres, a causa de la atracción erótica que el olor de ese jabón ejerce sobre las mujeres. Espero que usted me entienda. A consecuencia de tal manipulación, al trabajador, a la persona que trabaja, se le desvía de los problemas relacionados con la conversión de sus ratos de ocio en actividad creadora, insinuándosele el consumo como objetivo capaz de colmar su vida, de la misma manera que, en la jornada laboral de doce horas, impuesta de manera dictatorial, el trabajo había dominado su vida. Surge ahora el complicado problema de tener que organizar una nueva forma de resistencia. Si tomamos no ya el marxismo vulgar, sino el auténtico, como Marx lo entendió, veo claramente que emergen los motivos con que podrían ser combatidas estas nuevas formas de alienación. Me refiero al famoso pasaje de Marx en el tomo tercero de <i>El capi tal </i>donde habla del reino de la libertad y el reino de la necesidad. Aunque es muy importante el aserto de Marx de que el trabajo será forzosamente, siempre, un reino de la necesidad, Marx añade a continuación que el desarrollo socialista estriba en que se han de dar al trabajo formas humanitarias y formas correspondientes al desarrollo del hombre. Como complemento, ahí está la cita de Marx, procedente de la <i>Crítica del Programa de Gotha, </i>donde establece como condición del comunismo que el trabajo llegue a constituir una necesidad vital para el hombre. Ahora bien, existe actualmente una ciencia del trabajo, así como un tratamiento psicológico de los trabajadores, orientado a conseguir que a los trabajadores les resulte aceptable la tecnología capitalista ahora en uso, valiéndose para ello de los medios de manipulación. Pero no se trata de crear una tecnología mediante la cual el trabajo se convierta en una ocupación que satisfaga al trabajador. Persiste aún entre nosotros un prejuicio, según el cual, puesto que el capitalismo es así y puesto que toda innovación tecnológica tiene como objetivo el incremento del beneficio, siendo todo lo demás mero epifenómeno, es ontológicamente inherente a la esencia de las aserciones tecnológicas el que hayan de estar incondicionalmente al servicio del capitalismo. Citaré un ejemplo histórico, una transición muy interesante que tuvo lugar en las postrimerías de la Edad Media, y también en los albores del capitalismo, es decir, cuando la perfección alcanzada por la artesanía enfiló hacia lo artístico. No hablo del arte grande, sino de los muebles, mesas, sillas, etc., que se hacían en aquel tiempo, evolución que el capitalismo barrió por completo, justamente porque con el capitalismo se establecieron con respecto a la realización tecnológica –digamos: a la fabricación– de una mesa unos principios que no eran de índole teleológica. Pues bien, de la misma manera que un artesano del siglo XV consideraría los incipientes problemas del capitalismo como algo completamente antinatural, así un tecnólogo de nuestros días considerará completamente antinatural y absurdo que un plan de producción pudiera orientarse hacia el cómo dar un sentido a esta producción para el trabajador; y ello pese a que tal índole de la aserción tecnológica no es más nueva respecto a la actual de cuanto lo fuera la presente tecnología masiva cuantificadora en relación con la tecnología cualitativa y artística del Renacimiento. Se suele olvidar hasta qué punto la tecnología es un modo de aserto condicionado socialmente; por esta razón suele hacerse de las aserciones tecnológicas capitalistas, digamos, un objeto en sí ligado a la condición humana. Este es el aspecto laboral de la cuestión. Otro aspecto es la transformación de las horas libres en ocio, que sólo puede consistir ya en un trabajo ideológico, en un esclarecimiento ideológico que revele cada vez en mayor medida que esta manipulación va en contra de los propios intereses humanos. Me disculpará usted que vuelva a valerme de otro frívolo ejemplo de la moda –debo confesar que leo las crónicas de modas con enorme interés sociológico–; desde hace veinte años se libra en la alta costura una lucha constante para introducir, a toda costa, como manipulación de la vestimenta femenina, la falda larga. Está claro que la ganancia de la industria textil es así mayor, ¿quién lo duda? La moda, que, como suele decirse, es omnipotente, aquí fracasa. Desde hace veinte años se viene profetizando incesantemente en París, en vísperas de los grandes desfiles de modas, el alargamiento de la falda; pero las mujeres defienden en este punto sus derechos y no parecen dispuestas a subirse al tranvía, camino del trabajo, con una falda larga. Ya entiende usted lo que quiero decir con este ejemplo; la manipulación no es omnipotente por principio. Naturalmente, resulta mucho más difícil suscitar en las personas las otras necesidades, las verdaderas, relacionadas con el desarrollo de la personalidad; y creo que es éste un proceso muy largo, muy a largo plazo, proceso que, sin embargo, puede en último término alzarse con la victoria. Y es éste un proceso que no atañe ahora solamente a la clase trabajadora; en este aspecto, en la línea de la plusvalía relativa y la manipulación es innegable que toda la intelectualidad y la burguesía entera están tan supeditadas al capitalismo, esto es, a esta manipulación capitalista, como pueda estarlo la clase trabajadora. Se trata, en consecuencia, de suscitar la personalidad verdaderamente autónoma, .cuya posibilidad ha surgido en virtud del desarrollo económico precedente. Pues no hay duda de que la cantidad de trabajo necesaria para la reproducción física del hombre ha de decrecer constantemente, con lo cual se posibilitaría para todos los hombres la consecución de un margen para una existencia humana y cultural. Ya se ha dado esto en culturas anteriores de una manera –como Marx lo llamó– económicamente limitada; por ejemplo, cuando en Atenas la esclavitud liberó del trabajo a una capa superior de la población, de forma tal que pudo lograrse la maravillosa cultura ateniense. No se puede negar que existen estratos para quienes siguen siendo válidas con respecto al modo de vida las viejas categorías del capitalismo; y constituye, por supuesto, una magna tarea denunciar la desaparición paulatina de éste y exigir un nivel de vida diferente para los trabajadores. Pero tampoco cabe duda que para una vastísima capa de los trabajadores, tanto intelectuales como mecánicos, comienzan a darse las condiciones que les permitirán, contando con la reducción del trabajo necesario para la reproducción, llevar una vida libre, de acuerdo con sus necesidades humanas. Para ello se hace necesaria una gran exposición de la alienación al nivel actual. Celebro muchísimo que las gentes comiencen hoy a estudiar al joven Marx en este aspecto. Ahora bien, pretender enfrentar por este procedimiento al joven Marx con el maduro es una necedad histórica. Los <i>Manuscritos económico–filosóficos </i>pueden mostrarnos el fenómeno de la alienación de manera muy plástica y filosófica. Pero el problema actual de la alienación presenta hoy un aspecto distinto al que tenía en tiempos de Marx, hace ahora ciento veinte años; la tarea estriba en elaborar y poner de manifiesto esta nueva forma de la alienación, para lo cual se hace necesaria toda la dialéctica histórica de este complejo problemático, pues existen hoy día gentes extraordinariamente inteligentes, valerosas y buenas por las cuales siento el mayor aprecio humano e intelectual que, sin embargo, caen en el fetichismo de pensar que el desarrollo técnico es un Moloch, devorador irresistible. Esto, por otra parte, es falso, pudiéndose demostrar su falsedad sobre la base del marxismo. Hace ahora cuarenta años polemicé contra la concepción bujariniana de la técnica como fuerza productiva concluyente; en la actualidad, este error está mucho más perfilado, en relación con descubrimientos nuevos tan grandiosos como el aprovechamiento de la energía atómica. Nuestra tarea, es decir, la tarea marxista, consistiría, pues, en desterrar de las mentes ese fatalismo fetichista y en demostrar que la técnica no fue nunca más que un medio para el desarrollo de las fuerzas productivas; que, en último término, las fuerzas productivas están constituidas siempre por los hombres y sus aptitudes; y que el establecer la reforma del hombre como objetivo central significaría una nueva fase del marxismo. Creo que esto no es una afirmación antimarxista, porque no olvide usted que en la <i>Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel </i>todavía dice el joven Marx que las raíces en que se ha de asentar el hombre están constituidas por el propio ser humano. Este aspecto del marxismo ha de pasar ahora a primer término, mas no de una manera propagandística huera, sino sobre la base del análisis del capitalismo actual, con lo cual puede llegar a encontrarse una base para la lucha contra la actual alienación. Esto sería, a grandes rasgos, mi contestación a su pregunta. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">KOFLER: El que la manipulación no es omnipotente queda demostrado en nuestra conversación. Pero se ha vuelto extraordinariamente complicada la labor de esclarecimiento concebida en estos términos u otros similares. Usted me va a permitir que aísle su concepto del ateísmo religioso de la esfera de una mera forma de pensar intelectualista.. . </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">LUKÁCS: Sí... </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">KOFLER: ...para intentar demostrar que en la actualidad –o mejor, muy recientemente– ha ganado validez en las grandes masas, las cuales, ciertamente, no colocan al yo intelectual, constituido subjetivamente en mundo «propiamente dicho», en el lugar de Dios... </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">LUKÁCS: Sí.. . </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">KOFLER: ...sino el consumo, el ocio, etc., pero de la manera manipulatoria antes tratada; y que por esta razón, por ejemplo, podamos llamar la atención –sin detenernos a tratar aquí con detalle los eslabones intermedios– sobre el hecho de que la desintelectualización de las masas está tan avanzada que hasta la conciencia religiosa, enraizada en la tradición, y sobre la cual llamó la atención Marx, se disipa, y se disipa antes de lo previsto por Marx, no ya en la sociedad sin clases, si bien por razones contrarias a las suyas. También aquí nos enfrentamos con una especie de ateísmo religioso, el cual se manifiesta, por ejemplo, en el hecho de que, en la actualidad, las iglesias están en algunos momentos llenas, pero en parte llenas de ateos. Al mismo tiempo, comprobamos de manera sumamente concreta unos singularísimos desplazamientos hacia lo mágico. Es decir, que el lugar de la religiosidad originaria está siendo ocupado por lo mágico en la medida en que los intentos de interceptar el destino por medio de las apuestas deportivas y de la astrología se han de clasificar, a la vista de la racionalización moderna, como mitos cuasi religiosos o aun mágicos. Pertenecen a esa tendencia los intentos de crear valores vitales por vía de los .estupefacientes. Me refiero aquí al famoso producto LSD. Estas cosas hemos de tomarlas tanto más en serio cuanto que sabemos que el filósofo Huxley ha escrito un libro elogiando los estupefacientes. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">LUKÁCS: Lo conozco... </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">KOFLER: ¿Lo conoce? ¿Y qué no conoce usted, señor Lukács? Yo creía proporcionarle una información que no le era familiar. En este libro, <i>Las puertas de la percepción, </i>Huxley forja la ideología mitológica de un <i>nuevo camino , </i>una mitología redentora inédita, puramente subjetivista, pero forzada y propiciada por los estupefacientes. El que personas como el conocido psicólogo de la Universidad de Harvard, Leary, funden colonias destinadas a la educación para una «vida trascendental», el que teólogos como el catedrático de religión Clark hayan realizado experimentos con estudiantes de teología –y subrayo esto de estudiantes de teología–, experimentos conducentes a que los mencionados estudiantes afirmasen que por medio del LSD se acercaban más a Dios –el propio Clark dice la frase «más cerca de Dios»–, todas estas cosas son altamente inquietantes. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">LUKÁCS: Tiene usted toda la razón. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">KOFLER: Si se estudian estas cosas con mayor detenimiento se descubre un proceso notable, cuya dialéctica habría de definirse acaso como la utilización de las formas mágicas del éxtasis orgiástico al servicio de la resolución de los problemas modernos del hombre; recordemos, por ejemplo, los fenómenos de éxtasis convulsivo de los recitales de los Beatles. Y hay que considerar que esta problemática se refugia en la esfera privada del yo; y que como consecuencia del hecho de que el yo no pueda explayarse en el trabajo, en la vida pública y social, puesto que se le reprime, se crea un nuevo dios, una nueva conciencia cuasi religiosa. Como último efecto tropezamos con una forma nueva, totalmente moderna, del irracionalismo y del ateísmo religioso, cuyo estudio, cuyo análisis, será de la mayor importancia para el marxismo moderno que, según mi opinión, se desarrolla hoy más que nunca. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 9.9px;">LUKÁCS: Creo que tiene usted toda la razón. Pero me perdonará que divida en dos partes la cuestión que usted ha planteado de manera unitaria. La primera parte consistiría en una historia general de las transformaciones de las formaciones económicas en las cuales nos hallamos ahora. Es ilusorio pensar que estos desarrollos, y especialmente el desarrollo de su factor subjetivo, es rectilíneo. Piense usted, por limitarnos al campo religioso, en que en las postrimerías de la Edad Media y en el Renacimiento la religión palideció hasta convertirse en una especie de indiferencia ilustrada, para inflamarse luego con motivo de las guerras de los campesinos y la Reforma hasta convertirse en una religiosidad que siglos antes ni siquiera hubiera podido ser imaginada. Pero ahora le diré una cosa que me parece muy importante al respecto: habida cuenta de que a finales del siglo XIX, en la segunda mitad del siglo XIX, existía una lucha de clases que, en rigor, se agudizaba constantemente, alcanzando su culminación en la primera guerra mundial, y de que en 1917, tras la segunda guerra mundial, surgió algo totalmente distinto, nuestros jóvenes –a los que yo llamaría impacientes–, los jóvenes airados de la izquierda, caen, por así decir, en la tentación chinista al comprobar que en nuestra época el desarrollo no se opera, a su juicio, con la suficiente rapidez, y sueñan con una revolución en América el día de mañana, o quieren emigrar a América del Sur para convertirse allí en guerrilleros. Nuestra obligación como marxistas sería poner las cosas en claro en todo cuanto ha acontecido después del gran período primero. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">Tendríamos que analizar cómo esta transformación del capitalismo consistente en el papel predominante jugado por la plusvalía relativa crea una situación nueva, en la que el movimiento obrero, el movimiento revolucionario, está condenado a recomenzar; situación en la que presenciamos un renacimiento, en formas muy deformadas y cómicas, de ideologías que aparentemente están superadas desde hace mucho tiempo, como, por ejemplo, el antimaquinismo de finales del siglo XVIII. Acaso le suene a usted paradójico el que en esta gran racha de sexualidad que actualmente incluye a las mujeres y a las jóvenes se advierta una especie de maquinoclastia, a través de la conquista de la independencia por parte de la mujer. De primera intención, esto parece paradójico, pero yo creo que en la realidad se produce algo parecido; y hemos de tener presente que hoy, puestos a la tarea de despertar el factor subjetivo, no podemos renovar y continuar los años veinte, sino que hemos de partir desde la base de un comienzo nuevo, con todas las experiencias que poseemos sobre el movimiento obrero anterior y sobre el marxismo de los tiempos precedentes. Tenemos que tener conciencia clara de que se trata de un nuevo comienzo o –si se me permite la analogía– de que no nos encontramos ahora en los años veinte del siglo XX, sino en cierto modo en los comienzos del siglo XIX, tras la Revolución francesa, cuando comenzaba a formarse lentamente el movimiento obrero. Creo que esta noción es muy importante para los teóricos, pues la desesperación cunde muy velozmente cuando la enunciación de determinadas verdades sólo halla un eco mínimo. No olvide usted que las importantísimas afirmaciones de Saint–Simon y Fourier tuvieron por entonces un eco extraordinariamente pequeño; sólo en los . años treinta o cuarenta del siglo pasado se inició la revivificación del movimiento obrero. Convengo en que no se deben estirar las analogías y en que las analogías no se resuelven en paralelismos; pero me imagino que usted comprenderá a qué me refiero cuando digo que hemos de tener conciencia clara de que nos encontramos en los comienzos de un período nuevo, y que nuestro deber de teóricos es fomentar la claridad en lo que se refiere a las posibilidades del hombre en este período, sabiendo desde ahora que la repercusión que pueden tener estos conocimientos sobre las masas serán de momento escasa. Esto guarda relación con el proceso del stalinismo en la Unión Soviética, con la ·.vacilante manera de superar aquél y con la evolución correspondiente del socialismo. Los grandes acontecimientos pueden surtir efectos muy negativos sobre el factor subjetivo; por volver a citar aquí un ejemplo histórico, el heroico fracaso de la izquierda jacobina en la Revolución francesa da lugar, dentro del utopismo, a la noción de que el socialismo nada tiene que ver con el movimiento revolucionario. A mi entender, esto no es, en rigor, otra cosa que la desilusión respecto al desarrollo de Francia en los años 1793 y 1794. Sin embargo, surtió sus efectos sobre el movimiento obrero durante largos años; si bien se mira, fue Marx quien situó en el centro de atención la teoría revolucionaria de la conquista violenta de la revolución democrática como fase previa a la conquista violenta del socialismo. En la actualidad no contamos con políticos capaces de convertir en praxis política estos conocimientos. Se puede calificar de caso insólito, pese a su valor de modelo captador, el que en el período de 1917 contáramos entre nosotros con esa singular mezcolanza de importante teórico y gran político que se daba en la persona de Lenin. En consecuencia, no es absolutamente seguro que en el futuro haya de producirse la política en el marco de esta combinación. Contamos ahora con ciertos atisbos de la teoría; y aunque no se divisa en el horizonte ningún político capaz de transformar esta teoría en consignas políticas, estoy firmemente convencido de que, según vaya fortaleciéndose el movimiento, aparecerán también esos políticos. Paso a hablar ahora, en relación con esto, de la segunda parte de la cuestión, esto es, del aspecto religioso. Es éste un problema muy interesante que todavía no ha sido estudiado por nadie, y en especial por nosotros los marxistas, ya que el marxismo dogmático tiene unas nociones de la religión que proceden de los años cuarenta del siglo pasado, sin que hasta ahora haya logrado superarlas. En su día se pudo leer en la prensa que los cohetes que llegaron al cosmos no encontraron allí a Dios por ninguna parte; y hubo ateos que pensaron que tales argumentos podrían impresionar a alguien, sin percatarse de que hoy nadie, ni una sola mujer de la limpieza, cree en un cielo como el de Tomás de Aquino o como el de la <i>Divina comedia </i>de Dante. No hay duda de que todo el fundamento ontológico de la religión antigua se ha venido abajo y de que el fundamento ontológico ha sido siempre un momento determinante para la acción. No es de ahora, sino, en rigor, de la época de la doctrina de Schleiermacher, la transformación consistente en que las personas religiosas se vieron en la necesidad de prescindir en la religión de la antigua ontología y de buscar alguna solución a aquello que he llamado yo en mi <i>Estética </i>la necesidad religiosa. Pero, veamos, ¿ en qué consiste propiamente esta necesidad religiosa? Es la sensación oscura del hombre de que su vida carece de sentido. Y ahora, no pudiéndose orientar ya en la vida misma, habiéndoseles venido abajo la vieja ontología de la religión –y ello en un sentido tal que no creo que exista hoy ni un solo católico o protestante que haga del Antiguo y Nuevo Testamento, en sentido histórico-ontológico, el fundamento de su conducta–, ahora, en fin, estas gentes se encuentran asimismo ante la nada; y aquello que, como usted muy bien dice, llega hasta el límite de lo mágico y aún más allá, no es otra cosa que un intento de hallar una nueva base, a la vista de este enloquecer, a la vista de este hallarse en el vacío. Con ello se evidencia que el problema de la vida repleta de sentido, que yo he planteado en términos marxistas en relación con el mundo manipulado del capitalismo, es, si bien se mira, el mismo problema que se plantea hoy en cuanto a la necesidad religiosa. Hemos de intentar buscarle salida, pero la tal salida aparece dificultada por dos obstáculos. Uno de ellos es la concepción dogmática de muchos marxistas que piensan todavía en los viejos argumentos del ateísmo, los cuales, sin embargo, han perdido hoy toda eficacia. En el otro lado, no es casual que gentes como Garaudy intenten un acercamiento o una condescendencia ideológica con determinadas figuras, por ejemplo, con Teilhard de Chardin. Ni que decir tiene que en realidad no hay acercamiento ninguno; y a esas gentes cuya necesidad religiosa es auténtica, pero que buscan para ella apoyos ideológicos errados, no podemos prestarles ayuda con el reconocimiento de estos falsos apoyos. Se trata, en este caso, de un problema sumamente difícil para el marxismo, que yo caracterizaría mediante una llamada de atención consistente en decir que no es casualidad que el joven Marx eligiera a Epicuro para su tesis doctoral. Porque este epicureísmo que dice que los dioses viven en los intermundos del universo, es decir, que Dios, que lo divino, el principio trascendente no tiene ni puede tener influencia ninguna sobre la vida de los hombres –es decir, que el hombre tiene que resignarse a la idea de que tan sólo él puede darse a sí mismo una vida llena de sentido y que en esta pugna por una vida llena de sentido, como dice <i>La Internacional, </i>ningún dios puede ayudarle– es el punto donde tendríamos que intentar convertir al ateísmo religioso en un ateísmo verdadero.– Ello nos plantea toda una serie de problemas filosóficos; y con este motivo quisiera de nuevo remitirme –como en muchas otras cuestiones hago –a un mérito de Nicolai Hartmann, quien en su pequeña obrita sobre la teleología llamó la atención sobre el hecho de que el hombre experimenta los acontecimientos de su vida cotidiana como dirigidos por una teleología independiente de él. Cuando, por ejemplo, se ha muerto una persona allegada, se pregunta a sí mismo el porqué le pasa tal cosa a él, cual si la muerte de X o Y fuera una teleología para transformar la vida moral de Z. Es aquí, a mi entender, donde reside el punto decisivo, dialéctico–epicúreo, de la estructura del marxismo, el punto en el que podríamos ayudar a este ateo religioso mediante una labor de esclarecimiento. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">Indudablemente, todas las iglesias atraviesan una crisis ideológica grande, que se podría comparar con la gran crisis ideológica que siguió a la Reforma. Yo diría que la crisis de la Reforma dentro del ámbito católico se produjo por el hecho de que el catolicismo tenía sus miras puestas puramente en la defensa del feudalismo; después de la crisis, el gran mérito de Ignacio de Loyola consistió precisamente en darse cuenta de que la Iglesia católica sólo podría mantenerse y desarrollarse mediante una alianza con el capitalismo incipiente. Pero ahora nos encontramos en una crisis en la que la Iglesia católica y otras Iglesias empiezan a reconocer que la alianza a vida o muerte con el capitalismo es asunto peligroso. Yo creo que hoy se hace mucha más labor diplomática en torno a ello; el papa Juan XXIII vio con notable claridad que se debería abandonar esta orientación parcial de apoyo del capitalismo por parte de la religión y que había de buscarse una orientación nueva. Por esta razón hablo <i>per analogiam </i>de Loyola en el siglo XVII. Contestando, por fin, a la segunda pregunta, le diré que tenemos que hacer un análisis de la necesidad religiosa actual que no sea dogmático ni tampoco ideológicamente condescendiente, puesto que a quienes se encuentran hoy en crisis religiosa sólo se les puede prestar ayuda por la vía inmediata, por el procedimiento de luchar de las más diversas maneras para que sea posible una vida llena de sentido en la tierra y para que surja una alianza a la que pertenezcan, en tercer lugar, aquellos marxistas que intentan liquidar en los países socialistas al stalinismo; pues tan sólo sobre la base de la liquidación del stalinismo se pueden realizar hoy día en los países socialistas aquellas tendencias vitales que dan sentido a la vida, las cuales podrían surgir en el socialismo con mayor claridad y antes que en el capitalismo. Sin embargo, tales tendencias han sido frenadas por el sistema stalinista y por la forma, stalinista también hasta el momento, de superarlo. No sé si verá usted claro que aquí actúan conjuntamente de manera muy complicada diversas potencias y que de momento caemos en ilusiones al esperar de la lucha contra la manipulación cualesquiera resultados espectaculares. Lo principal sería, por ahora, adquirir una absoluta claridad teórica sobre el significado actual del marxismo y sobre lo que éste puede dar de sí. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">KOFLER: En su prolija y polifacética exposición me han sorprendido especialmente tres puntos. .Sin embargo, desearía someter a discusión sólo uno de los problemas, sin que por ello haya de renunciar a señalar la existencia, al menos, de los otros dos. La derivación, que podríamos llamar teórico–cognoscitiva y antropológica, que usted hace de la religión, tendría que ser confrontada con la determinación marxista de la religión como «suspiro de la creatura acosada». Me he fijado en que tanto en el tomo primero como en el segundo de la, <i>Estética </i>habla usted muy a fondo del problema de la religión, pero sin mostrar en en realidad esa relación. Sin embargo, no creo que debamos discutir este punto. Me gustaría señalar aún que, por extraño que parezca, la maquinoclastia, por usted mencionada, de mujeres y muchachas es tolerada a desgana, fomentada incluso, y yo quisiera saber por qué. De ahí la sospecha de que si se tolera esta forma, esta rebelión contra les tabúes tradicionales, ello quizá pueda asegurar en otra vertiente, dentro de esta dialéctica extrañamente enrevesada, justamente la tendencia de la integración. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">LUKÁCS: Verá, creo que en esto tiene usted mucha razón. Si comparamos en este sentido la sexualidad con la maquinoclastia, la comparación afecta a las últimas motivaciones humanas, pero no al movimiento en sí. La maquinoclastia no podía ser integrada en el capitalismo actual, pero no hay duda que estos movimientos confusos, ideológicos, pueden ser integrados perfectamente. Por citar un ejemplo interesante, le diré que si examina usted el famoso libro de Mannheim, verá que este autor se muestra extraordinariamente riguroso con respecto a la ideología y, sin embargo, manifiesta una debilidad indulgente, una comprensión benévola, con respecto a la utopía. y justamente porque entre estas dos cosas la praxis revolucionaria desaparece –una utopía en cuanto tal se puede integrar perfectamente, como usted dice–, aquella oposición cuyas metas sean . tan ambiciosas que su consecución se haga imposible desde un principio podrá ser integrada perfectamente por un capitalismo como el actual. Yo sé muy bien por qué ciertas cosas son aceptables y ciertas otras inaceptables. Cuando Ernst Bloch, por ejemplo –por citar a un filósofo serio–, dice que con el socialismo se ha de transformar también la naturaleza, nadie puede objetarle nada, y así puede Bloch pasar por filósofo ilustre y reconocido universalmente, pese a que su socialismo es tan radical que mediante él hasta la naturaleza es cambiada. Si, por el contrario, digo yo que entre Nietzsche y Hitler existe una cierta relación, entonces soy ya un «consejero del soviet» o cualquier otra cosa, aniquilador de las más sagradas tradiciones del espíritu alemán, puesto que las críticas a Nietzsche conmocionan violentamente al nacionalismo actual. Sabrá usted disculpar que me haya servido de un ejemplo personal, pero éste sirve para demostrar justamente –y ello es de la mayor importancia para el ulterior desarrollo de la lucha contra la manipulación– que de cuando en cuando se pueden reconocer como factores interesantes cosas extraordinariamente radicales, mientras que cosas muy sencillas y que suenan a prosaicas son tildadas –cómo diríamos– de taimadas o dogmáticas o anticuadas o no sé qué. En suma, conviene ver hoy esta situación con plena claridad. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">KOFLER: Ciertamente, se podrían dar otras referencias personales que no fueran las que conciernen a Bloch... </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">LUKÁCS: Permítame que le diga que si he mencionado a Bloch ha sido porque lo considero el mejor de los hombres. En otros casos se podrían entresacar cosas muchísimo más recias. La probidad de Bloch es algo que nadie pone en duda, ni tampoco su talento; y casi me atrevería a decir que aun en Bloch se acepta, porque en el caso </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">Georg Lukács–Leo Kofler de otros la aceptación es desproporcionadamente mayor. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">KOFLER: Existen, sin embargo, escuelas que producen en gran cantidad jóvenes airados de aquellos que, como usted dijo, no quieren ir a combatir al Vietnam, pero que, sin embargo, adoptan, en su ira, una actitud semirrevolucionaria y de un noble anticapitalismo, aunque al mismo tiempo también medio resignada. Hablando claramente, ésta es la actitud que domina en Frankfurt. Esto desemboca en un problema diferente, que es a la vez el problema de los escritos de usted; a saber, el problema no sólo de los jóvenes airados ni de aquellos que, pese a su crítica, acaban adaptándose de alguna manera, sino el de los «modelos positivos». En su libro <i>Die deutschen Realisten </i>[Los realistas alemanes], en el cual habla usted de Gottfried Keller, viene a decir en líneas generales que ciertas tendencias del arte de Keller tienen una significación grandiosa; que se adentra profundamente en el futuro; que, basándose en él, se nos ofrecen modelos auténticos, perfectamente expuestos, de la vida en la democracia; que los rasgos humanos y democráticos reales de toda democracia auténtica adquieren ante nosotros una figura ideal, sin perder por ello el carácter realista. Cierto es que todo ello se efectúa en forma muy singular, que no vamos a discutir ahora, pero usted subraya expresamente ese «no perder el carácter realista». Así, pues, se trata aquí de verdaderos modelos, punto sobre el que me complazco en insistir especialmente. «Sin perder el carácter realista» quiere denotar «sin incurrir en una utopía abstrusa». Mas, ¿no quiere decir, a la par, que se han de encontrar por fuerza también en nuestra vida actual tales figuras que incorporan una democracia realmente humana? Pero, por otra parte, ¿ se los podrá localizar en esta vida, totalmente deformada y fetichista, que caracteriza a nuestro tiempo? y si, francamente, en cierta medida... –permítame... </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">LUKÁCS: Sí . </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">KOFLER: ...si el sutil método de la integración represiva sigue predominando de todas maneras, ¿ no estamos repitiendo las monsergas de una ideología utópica, que en cierto modo realiza su cometido, pero que acaso acabe dejando intacto el proceso entero, errando el blanco? Quisiera dejar bien señalado que ésta no es mi opinión. Son todas ellas preguntas que traje para planteárselas a usted. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">LUKÁCS: Yo diría que la formación de una minoría consciente es requisito previo a todo movimiento de masas. A mi entender, Lenin lo expresó muy correctamente en <i>¿Qué hacer? </i>Retorno al ejemplo de Keller, y no para sacar de su contexto un motivo central, sino un asunto de menor importancia, donde esto se puede distinguir claramente. Por lo que se refiere al problema de la educación, me voy a detener en su novela corta <i>Frau Regel Amrain </i>[La señora Regel Amrain]. Es notable el hecho de que la señora Amrain muestre la mayor indulgencia para con su hijo en aquellas ocasiones en que, por así decir, se ha portado éste malo taimadamente, adoptando, sin embargo, una actitud enérgica cuando se produce en él una bajeza humana. Aquí está reflejado, digamos, el problema de la ejemplaridad, problema que no se altera lo más mínimo por el hecho de que la señora Regel pertenezca, por supuesto, a una sociedad, la suiza, que se ha ido entretanto a pique. El realismo siempre es expositivo, y aquí justamente se hace una exposición de esta sociedad naufragada. De cualquier modo, este problema moral de la lucha contra la bajeza y la humillación es válido; es un problema que desempeña un papel muy destacado, por ejemplo, en nuestra lucha contra la manipulación. Aun hoy sería perfectamente posible –volvería a mencionar aquí un ejemplo actual; me refiero a la novela de Jorge Semprún <i>Le long voyage, </i>que contiene muchas cosas muy importantes. Habla usted de la situación actual y de la literatura que la expone. Contemplando la literatura de los veinte últimos años, me parece un tanto vergonzoso que ese valiosísimo libro donde se hallan las últimas cartas de los antifascistas condenados a muerte –que se editó por los años cincuenta–, en el cual se da tal plétora de grandeza, valor y resistencia humanos, no haya dado impulsos a los escritores. El libro de Semprún es, en rigor, uno de los primeros en los que la literatura comienza a aproximarse al nivel humano de estas cartas, previamente llevado a la práctica en la vida. No digo que no existan cosas similares; está la bella novela corta, muy breve, de Hochhuth titulada <i>Die Berliner Antigone </i>[La Antígona berlinesa] y también hay cosas muy buenas en <i>Billard um halb zehn </i>[Billar a las nueve y media], de Boll. Verá usted, no hablo ahora desde el punto de vista artístico; estoy hablando de la vida. Esa vieja, en la novela de Boll, a la que encierran en el manicomio y que al final, ciega de furor, termina disparando sobre el soldado, es un personaje que protesta auténticamente contra el fascismo, así como un gesto tendente a la liquidación interior de éste, en contradicción con la vida que discurre en Alemania. y en la obra de Semprún hay algo que me gustaría resaltar suficientemente, puesto que se refiere a un caso concreto de aquel espantoso episodio del fascismo que fue la «cuestión judía» y que no es frecuente que sea presentado, lo suficiente al menos, como ejemplo de una brutal manipulación. De cualquier modo, considero errado el que exista hoy en Alemania la tendencia a dejar reducido el problema de la superación del fascismo al aspecto de la cuestión judía. Esta no constituye más que un episodio, y Semprún ha expuesto el asunto de manera muy pulcra y muy valerosa, así como una autocrítica del judaísmo. En su novela aparece un judío alemán, comunista, que llega a Francia, lucha allí al lado de los partisanos y muere como partisano; y Semprún le hace decir: «No quiero morir de una muerte judía.. La muerte judía consistía en que cientos de miles fueran arrojados a las cámaras de gas sin que hicieran el menor intento de resistencia. La sublevación del ghetto de Varsovia fue en la realidad algo parecido a este ejemplo; quiero decir que si contrasta usted la realidad con la literatura, incluso en lo que atañe al judaísmo, ocurre que este partisano judío y comunista, caído en Francia, es el primero que, literalmente, se halla a la altura vital de la sublevación de Varsovia. No sé si se da usted cuenta de lo que quiero decir con esto y de que nos hallamos aquí ante una magna tarea de la literatura. Hay, por ejemplo, otro terreno en el cual he señalado este hecho. Si compara usted la novela <i>Un día de la vida de Iván Denisovich, </i>de Solyénitsin, con las restantes novelas sobre campos de concentración, comprobará la enorme diferencia entre la descripción naturalista de las atrocidades, por una parte, y el problema, por la otra, de a través de qué formas, mediante la astucia y no sé qué más, puede conservar un hombre su integridad humana dentro del campo. En tal aspecto, esta novela de Solyénitsin constituye algo nuevo y verdaderamente sobrecogedor. Es en este terreno donde la literatura podría hacer una aportación extraordinaria a la lucha contra la manipulación; a saber, no capitulando literariamente ante la manipulación, no considerándola como destino. He citado deliberadamente ejemplos concretos para demostrar que existe en la literatura la posibilidad de configurar esta rebelión real que encuentra usted en las cartas últimas de los antifascistas condenados a muerte, bien con los medios y los acontecimientos actuales, bien reconsiderando ciertos acontecimientos anteriores; y la posibilidad de configurarla, por así decir, de una manera ejemplar en lo que respecta a la conducta de los hombres de hoy contra la manipulación. Está fuera de dudas la existencia de una tal literatura. Tiene usted, por ejemplo, la gran novela del americano William Styron titulada <i>y prendió fuego a esta casa, </i>donde, en forma de una gran tragedia a la manera dostoievskiana, se comprendía la manipulación vigente. Por un lado, nos muestra cómo el rico es convertido indefectiblemente en tirano manipulador y el pobre en víctima de una manipulación; y tras haber expuesto esto, describe, en un asesinato que se comete al final como protesta personal, la rebelión del pobre contra el estado de manipulación. y resulta muy interesante en este sentido el que el asesino pueda evitar las consecuencias penales del homicidio a causa de una serie de circunstancias afortunadas, llevando después una vida satisfecha y contenta. Por supuesto que tales ejemplos podrían multiplicarse, pese a que tales obras son más bien raras. Lo único que pienso es que no debíamos ceder al pesimismo por débil que sea el movimiento contrario a la manipulación. Tenemos una serie de posibilidades, contamos con aliados; hay, creo yo, muchas más gentes insatisfechas interiormente de lo que pudiera pensarse; y lo que importa aquí es la claridad teórica y artística, la manera y el ritmo en que seamos capaces de rendir una labor de despertamiento. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">KOFLER: SU referencia al pacto ante la manipulación me recuerda el pasaje de su análisis sobre Thomas Mann, en relación con Raabe, donde habla usted de los héroes periféricos... </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">LUKÁCS: Sí ... </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">KOFLER: ...héroes periféricos o personajes periféricos, los cuales buscan en vano en las luchas una ruptura hacia el gran mundo. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">LUKÁCS: Sí... </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">KOFLER: Consecuencia de ello es la deformación humana, y en relación con el mundo actual yo diría que de tipo sectario. En nuestro tiempo contamos con una enorme cantidad de personajes de este tipo, los cuales se esfuerzan extraordinariamente por lograr tal ruptura... </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">LUKÁCS: Sí. .. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">KOFLER: ...sin embargo, o se quedan estancados en sus ensueños... </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">LUKÁCS: Sí. .. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">KOFLER: .. .interpretando erróneamente, en un alarde de dogmatismo, las transformaciones históricas y achacando así a los demás la traición... </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">LUKÁCS: Sí. .. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">KOFLER: ..O intentando, a la inversa, extraer de la situación vital burguesa y capitalista algo en su propio beneficio en el sentido de la vida humana, de la democratización humana... </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">LUKÁCS: Sí... </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">KOFLER: ...para acabar claudicando y mostrar la misma deformación humana que sus presuntos antípodas. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">LUKÁCS: Sí. .. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">KOFLER: Se plantea ahora la cuestión de si no será el sectarismo fenómeno concomitante de una época de crisis en la que, pese a todo, algo se va haciendo; si, en primer lugar, esta fragmentación de las fuerzas progresivas en pos de su propia conciencia –fuerzas de procedencia tanto burguesa como socialista– no será una necesidad que se explique en virtud de la situación de crisis de las fuerzas progresivas; y si, en segundo lugar, no estará provisto el sectarismo de la posibilidad de una eficacia histórica en el futuro, de manera que pueda acabar saliendo algo de él, lo cual se pudiera acaso llegar a comprobar, incluso anticipadamente, en una perspectiva históricoteorética. Es así como me imagino yo el problema de los héroes o el de los personajes periféricos en la época actual. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">LUKÁCS: En la medida en que no ha surgido un movimiento realmente importante, el valor de desarrollo de los mismos errores puede ser tanto más positivo. Hoy vemos con plena claridad que la concepción de Fourier de que el trabajo se transforma en una especie de juego era totalmente errada. Y, sin embargo, frente al ciego elogio que entonces se hacía del trabajo capitalista, esta actitud utópica de Fourier –que, dicho sea de paso, aparece con anterioridad a Fourier ya en la estética de Schiller– tenía un papel positivo. El papel negativo lo adquiere una vez que Marx encontrara el camino certero. Por supuesto que todos los ensayos correctos que verdaderamente se orientan contra la manipulación –no las incluyo todas– pueden tener un significado positivo. No lo he leído, pero es muy interesante saber que en el último número de <i>Les Temps Modernes </i>se pone a discusión un ensayo crítico contra Teilhard de Chardin en cuanto ideólogo de la manipulación. Y, efectivamente, entre las concepciones de Teilhard de Chardin y –cómo decir– esa ideología neopositivista de la manipulación existe una relación muy estrecha. Volvería a decir con Hegel que la verdad es concreta y que existen sectarios que en un sentido determinado señalan positivamente hacia el futuro, pudiendo haber al mismo tiempo sectarios cuyos efectos son negativos hoy incluso. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">KOFLER: Señor Lukács, no quisiera abusar, pero quizá me permita usted aún una pregunta, asociada a un comentario crítico que dio mucho trabajo a un seminario por mí dirigido. En el primer volumen de su <i>Estética, </i>en relación con la cuestión del reflejo, usted habla de una realidad unitaria. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">LuKÁCS: Sí. .. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">KOFLER: Ayer ya se insinuó esta cuestión, pero ahora resulta el problema siguiente. En su libro <i>Historia y conciencia de clase, </i>del año 1923, se señala a propósito de la filosofía clásica que ésta pone en relación la cognoscibilidad de la realidad con la «producción » de esta realidad. En su crítica de esa filosofía señala usted, con toda razón, que el problema de la cognoscibilidad de la realidad sólo puede resolverse sobre la base de la noción de la praxis social.. Si se prescinde de la noción de praxis, este problema permanece irresoluble. La pregunta que quería hacerle es la siguiente: ambas nociones, es decir, la «producción», tanto la teórico–cognoscitiva como la social, ¿no están referidas a dos ámbitos diversos de la realidad, a saber, ésta al ámbito de la producción que podríamos llamar material y aquélla al objeto de la ciencia natural y de la matemática? Su derivación, sin embargo, se puede interpretar en el sentido de que no existe ruptura ninguna; mas en realidad acaso podría comentarse acerca de esa relación que se está operando con dos conceptos de producción distintos. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">LUKÁCS: Tal vez habría que empezar diciendo que, como probablemente usted sabe, considero a <i>Historia y conciencia de clase </i>como libro superado, de forma que esta derivación que se hace en él nada tiene que ver con los problemas desarrollados en la <i>Estética. </i>Mas por lo que se refiere al significado de la unidad de la realidad y de la producción, ocurre que la realidad es unitaria en el sentido de que todos los fenómenos de la realidad –ya sean inorgánicos, orgánicos o sociales– se desarrollan en concatenaciones causales determinadas, dentro de complejos determinados, con interacciones dentro de los complejos y con interacciones de estos complejos entre sí. Tal identidad existe. Ahora bien, yo creo, como ya intenté exponer antes en mi libro sobre Hegel, que una de las innovaciones más importantes que Hegel ha introducido en la dialéctica consiste en que la tesis fundamental de la dialéctica no es la unidad de los términos contrarios, sino aquello a que Hegel llama la identidad de la identidad y la no identidad. Yo, por mi parte, pienso que existe efectivamente una realidad unitaria, una identidad en el sentido de un decurso causal de la realidad –en seguida retornaré sobre este punto– independiente de todo aserto humano. Se ha de considerar, por fin, que esta unidad se manifiesta en las tres formas distintas posibles de la realidad bajo formas diferentes. En el trabajo, por supuesto, la producción se da en el sentido de que el que está trabajando se fija una meta teleológica que piensa realizar. Se posibilita así que surja quizá algo enteramente nuevo. y no hace falta adentrarse aquí en el terreno de la ciencia atómica. No existe en la naturaleza por nosotros conocida rueda alguna, pero los humanos llegaron a construir la rueda en un estadio relativamente temprano de su desarrollo, lo cual significa una nueva composición con respecto a la naturaleza. Pertenece a la esencia del aserto teleológico el lograr, mediante el conocimiento de las sucesiones causales, que estas sucesiones causales de la naturaleza se influyan entre sí en una combinación de otro tipo, en lugar de que ello suceda sin mediar el aserto teleológico. Pero las interrelaciones causales existentes pueden ser tan sólo conocidas y aplicadas, no modificadas. En sus escritos primeros, dice Hegel muy acertadamente a propósito del trabajo que el hombre, con sus utensilios, deja que la naturaleza se elabore a sí misma. De modo que en este fabricar está contenida una identidad de la identidad y de la no–identidad, en la medida en que si bien la rueda es algo fabricado originalmente por el hombre, nada hay en la rueda que no corresponda a las sucesiones causales, independientes del hombre, que reinan en la naturaleza con toda exactitud. El hombre no habría podido jamás crear una rueda si no hubiera reparado en ello de una forma determinada; de manera que este fabricar es un proceso complicado que no está en contradicción con la unidad de la realidad. y al recurrir ahora a formas superiores a esta unidad en la realidad me estoy refiriendo a algo de lo que hemos tratado anteriormente al hablar del problema religioso, a saber: que la naturaleza –tanto la orgánica como la inorgánica– discurre a tenor de la dialéctica que le es propia y se perfecciona con total independencia respecto a los asertos teleológicos de los seres humanos. Ocurre, así, que la constitución psicológica del hombre y hasta su destino psicológico son un azar desde el punto de vista social. En mi opinión, Marx tiene razón cuando dice en una ocasión que es fortuito qué tipo de hombres se encuentren en una situación revolucionaria como líderes al frente de la masa obrera, a pesar de que esto ya deja de ser una cuestión puramente psicológica o fisiológica. De cualquier manera, continúa actuando un azar insoslayable; y este azar surge precisamente del decurso puramente causal del acaecer natural. En este aspecto, a la praxis humana se le enfrenta una naturaleza uniforme; y cuando yo ejerzo cualquier actividad social, para la cual se requiere el conocimiento de las leyes de la naturaleza, el conocimiento de la psicología de los humanos, etc., resulta que en este complejo actúan unas leyes que yo no puedo invalidar. En virtud de mi conocimiento, puedo ejercer cierta influencia transformadora sobre la realidad exterior, cuyas leyes actúan sin mi<b> </b>concurso; y en esta relación me encuentro yo, como productor, en la economía, o como artista o filósofo, enfrentado a una realidad unitaria, cuya uniformidad se ha de entender a su vez en el sentido de una identidad de la identidad y la no–identidad. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">KOFLER: Y,en esta relación, ¿cuál es el sentido de la frase de Marx, incluida en los <i>Manuscritos filosófico-económicos, </i>que dice que la naturaleza sin el hombre no es nada? </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">LUKÁCS: Voy a convertir ahora en trivialidad un bello aforismo al decir que la naturaleza, de la que el hombre ha surgido a consecuencia de diversas casualidades, nada sería sin él en este aspecto. Pero Marx no quiso decir que la tierra tuviese existencia <i>porque </i>el hombre actúe en ella, ni tampoco que si en Venus y Marte no hay seres humanos, Venus y Marte no existen. Yo creo que nos hallamos ante una de las formulaciones paradójicas del joven Marx, que desarrollaba la idea epicúrea de la necesidad. Porque si los dioses viven en un intermundo, ello significa asimismo que tan sólo en el marco de la praxis humana pueden los hombres producir un efecto revolucionario sobre la naturaleza y que, por lo demás, la naturaleza evoluciona en total independencia del hombre. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">KOFLER: Ciertamente, y es así como hay que entenderlo. Pero ahora quisiera retroceder al origen de la pregunta para hacer una postrera observación. Hegel sitúa la producción de la realidad por obra del espíritu como supuesto absoluto en relación con el problema de la producción en la sociedad, cual si estos momentos se hallaran en un mismo plano. ¿ No convendría introducir aquí una cesura, a fin de que no se produzcan confusiones ni malentendidos? </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">LUKÁCS: Mire usted, yo diría que soy más bien escéptico acerca de la importancia de los planteamientos teórico-cognoscitivos. Me da miedo que los problemas teórico-cognoscitivos, siempre y cuando no se los considere como momentos de los planteamientos ontológicos, desfiguren los problemas, establezcan una identidad allí donde no la hay y supongan diversidad donde existe identidad. En la teoría del conocimiento hay que tener un cuidado extraordinario. Me limitaré a mencionar el tan importante hecho de que, para Kant, toda diferencia entre fenómeno y ser viene a esfumarse en lo que consideramos nosotros realidad real, al ser para nosotros el mundo dado, según la teoría kantiana, una mera apariencia, que conlleva la cosa en sí, trascendente e ininteligible. Para Hegel, en cambio, la realidad consiste en un ente realmente existente y en un mundo de apariencias que es realidad a su vez. Significa esto que se trata de una tradición tan sólo desde el punto de vista teórico-cognoscitivo; y cuando yo hablo de producción en el sentido marxista, por producción únicamente cabe entender, como es natural, los productos del trabajo en el más amplio sentido; la producción surge como... </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">KOFLER: Producción de la sociedad... </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">LUKÁCS: Bien, bien, pero la producción de la sociedad surge a consecuencia de la difusión de la división del trabajo, a consecuencia de los asertos teleológicos, cada vez más complicados, que se erigen sobre el aserto teleológico primario, constituyendo un sistema inaudito de asertos teleológicos. Si alguien analizase la sociedad realmente, yo creo que llegaría a la conclusión de que el átomo de que se compone la sociedad es justamente el aserto teleológico individual. Su síntesis, sin embargo, no ha surgido ya de lo teleológico. En este punto tenemos que insistir en que toda operación aislada de venta o compra de mercancías constituye de por sí un aserto teleológico. Cuando una mujer va a la plaza y compra cinco peras, tenemos ya un aserto teleológico. Ahora bien, en el mercado se produce, en virtud de esas mil aserciones teleológicas, una causalidad de mercado que se asocia a otras causalidades de mercado; el resultado es que adelante sólo cobran efecto las consecuencias causales de los asertos teleológicos individuales. Es el momento insoslayable de la objetividad y necesidad en el ser social, que consiste en que el resultado de los asertos teleológicos individuales de que aquél se compone representa algo totalmente distinto de lo que en ellos se persigue. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">KOFLER: De esto ya hablamos ayer... </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">LUKÁCS: Supongamos que la tasa media de beneficio surge en virtud de la aspiración a un beneficio especial. No hay duda de que en los asertos individuales se realiza tal aspiración a un beneficio especial, y hasta que este beneficio especial se realiza inmediatamente; mas en el proceso general el resultado al que se llega es la tasa de beneficio, como proceso global. Es a partir de este núcleo de donde habría que investigar filosóficamente los problemas de libertad y necesidad en la sociedad. Para lo cual sería importante, en mi opinión –y este problema nunca ha sido tenido lo bastante en cuenta desde el punto de vista filosófico–, que la causalidad y la teleología, en cuanto dos formas de la determinación, se tratasen simultáneamente, pero con independencia una de otra. Hubo un tiempo en que lo teleológico simplemente se negaba, siendo sin duda cierto que, en sí e independientemente, no existe más que la causalidad; en el ser social se suma el aserto teleológico, mas un aserto teleológico sólo puede existir en un mundo causalmente determinado. De aquí podrá entender a qué me refería cuando dije anteriormente que, en el aspecto teó rico-cognoscitivo, puedo analizar la causalidad y la teleología como relaciones independientes. Si comienzo a analizarlas ontológicamente, es cierto que veo cosas que parecen contradecirse entre sí. Por un lado, la teleología sólo puede suponerse contando con el dominio de la causalidad; por otro, los objetos, formas y asociaciones nuevos que surgen en la sociedad lo hacen tan sólo como consecuencia de asertos teleológicos. Esto parece muy paradójico desde el punto de vista teórico-cognoscitivo, mas si lo considera usted en el aspecto ontológico, viene a ser un nuevo análisis de la aserción del trabajo. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">KOFLER: De acuerdo. Mi inciso obedecía tan sólo a la preocupación por evitar nuevos equívocos en relación con el concepto de producción... </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">LUKÁCS: claro, claro... </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">KOFLER: en el sentido de que por ello entendiese usted únicamente el trabajo; pero... </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">LUKÁCS: Yo pienso que la aserción del trabajo es ... </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">KOFLER: ...lo primario. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">LUKÁCS: Mire: a partir de la aserción del trabajo se desarrolla, por ejemplo, el concepto de la coordinación del trabajo. Se desarrolla el concepto de la preparación intelectual del trabajo, etcétera. Cuando este proceso evoluciona como división social del trabajo, surgen para agregársele la tradición y las consecuencias de ello extraídas. En una fase subsiguiente nace el derecho. y toda aserción del derecho es ideológica, toda aserción del derecho consiste en decir: quiero que Pedro Pérez sea encerrado durante tres meses porque ha robado dos cajas. No puede darse un enunciado jurídico que no sea en sí mismo un aserto teleológico o contenga una exhortación a aserciones teleológicas. Así, pues, me parece que hasta en las mismas formas supremas de la ciencia y el arte no podemos pasar por alto el problema de las aserciones teleológicas. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">KOFLER: Cuando habla usted de ontología, ¿ no se refiere en realidad a la antropología? </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">LUKÁCS: No, pues creo que existen determinadas constelaciones ontológicas totalmente independientes de que haya seres humanos. Veamos: si me dedico, por ejemplo, a estudiar en los diversos planetas de nuestro sistema solar la posibilidad de una vida orgánica, esto nada tiene que ver con los seres humanos. Porque del hecho de que exista vida en un planeta cualquiera no se sigue ya necesariamente que la vida haya de ir a parar al hombre. Ahí se da un segundo salto que no podemos analizar por falta de material; sin embargo, estoy persuadido de que, en un ulterior análisis, se habrá de llegar a conclusiones muy enrevesadas. Marx se dio cuenta con gran lucidez de que el darwinismo era un ajuste de cuentas final con la teleología. y nosotros podemos ver ya hoy en la evolución de los seres animados que se dan callejones sin salida, y ello en estadios evolutivos relativamente aventajados. Las formas supremas de la llamada sociedad animal las encuentra usted entre los insectos, no ya entres los animales superiores; y entre los insectos esta sociabilidad es precisamente el límite puesto a una evolución ulterior. Al ser la división del trabajo –por ejemplo, entre las abejas– una división biológica, el enjambre sólo puede renovarse biológicamente, mas no puede evolucionar desde la dominación por una reina hacia la democracia. Repito aquí adrede un viejo absurdo. Porque una evolución social ulterior sólo es posible en la constelación que se da exclusivamente en el hombre, donde la división del trabajo tiene un carácter social, no biológico. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">KOFLER: Cierto; mas ¿no son de otro modo estas cosas en la filosofía tradicional? Aceptándose lo que se quiera en este punto, lo cierto es que en el ámbito de la sociedad humana todo esto es otra cosa, a saber, antropología. Tomemos por ejemplo el concepto de teleología; si extraemos de ella una filosofía, quizá desplacemos a la filosofía hacia campos en donde determine problemas ficticios y soluciones ficticias. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">LUKÁCS: Existe hoy, desde luego, una acusada tendencia a reducir esta cuestión al terreno de lo antropológico. Mas en tal reducción se excluye a todo el pasado de la naturaleza, se excluye la evidencia de que ciertas cosas sólo se dan, incluso en el hombre, en virtud de las leyes de la necesidad inorgánica. Mire, un hombre de mucho ingenio me llamó una vez la atención sobre lo interesante que es el que no haya un solo ser animado en el cual sean impares los órganos de locomoción. Los números impares también se dan entre nosotros; por ejemplo, tenemos una nariz, una boca. Pero tenemos dos pies, y no hallará usted ningún ser animado que tenga 3 ó 5 patas, sino que todos tienen 2, 4, 8 ó 10, hecho que guarda relación con las leyes físicas del movimiento, las cuales se han impuesto en los seres vivos en esta forma. ¿Debo llamar antropología a esto? A mi entender, sería una extensión desmedida del asunto. Creo que la acentuación del enfoque antropológico obedece a una actitud que yo considero correcta y progresiva, a saber: la de que haya surgido la duda acerca de lo que pueda ser la llamada ciencia de la psicología. La psicología ha aislado determinadas formas de expresión del hombre, sin darse cuenta de que toda forma de expresión humana es el resultado de una doble causalidad, a saber: algo condicionado en primer lugar por la estructura fisiológica del hombre y el efecto de estas fuerzas fisiológicas, y, en segundo lugar, por su reacción ante el acontecer social. En psicología ello cobra una expresión uniforme. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">Si digo, por ejemplo, que un olor me repugna, ello ya no es puramente psicológico, puesto que, como usted sabe, los olores están sometidos en gran medida a las modas; además, la manera de reaccionar las personas ante determinados olores es sumamente social. Puede que no sea éste un buen ejemplo, pero lo que con ello quiero decir es que no existen reacciones de las llamadas psicológicas que no sean al propio tiempo e inseparablemente fisiológicos y sociales. No creo que esté excluido el que con el tiempo se desarrolle una ciencia antropológica concentrada sobre la interacción de estos dos componentes. Sin embargo, es ilusorio pensar que con ello vayan a resolverse problemas esenciales de la evolución social, ya que la evolución social –pese a estar ligada al hombre– discurre sobre la base de leyes propias de la economía. Y, por retornar al ejemplo de antes, siento gran curiosidad por la manera en que pudiera averiguarse antropológicamente el discurso de la tasa de beneficio. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">KOFLER: Yo creo que aquí podríamos discutir eternamente. Señor Lukács, le doy mil gracias por la paciencia mostrada.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px;">(1) Hay versión castellana : <i>Marx, Manuscritos: economía y filosofía, </i>El Libro de Bolsillo, núm. 119. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><b><i>Conversaciones con Lukács</i></b> – Holz, Kofler, Abrendroth. Alianza Editorial, Madrid 1969. Págs. 54–106. Traducción de Jorge Deike y Javier Abásolo.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span></div><div><br />
</div>estafetahttp://www.blogger.com/profile/10314797590011827695noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4391952270751641520.post-72698118019658550492011-08-25T17:52:00.000-07:002011-08-25T17:52:02.842-07:00Georg Lukács - El ser y la conciencia (Conversación con Hans Heinz Holz)<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><div style="text-align: center;"><br />
</div></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEixWa2GrMAFASe0NJi7jO6kjQ9fC1uUKbqPYoroHE9BlMv6AhPxuNlZyJI8i0uX6znvKJKcnX3T6tQfH4bFK6Bj-n5m67AcQwXHymbMOgKUSgDPNYmxiMkhEfJn3A9hRHDTJ7C6iDwqixk/s1600/LUKA%25CC%2581CS7.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEixWa2GrMAFASe0NJi7jO6kjQ9fC1uUKbqPYoroHE9BlMv6AhPxuNlZyJI8i0uX6znvKJKcnX3T6tQfH4bFK6Bj-n5m67AcQwXHymbMOgKUSgDPNYmxiMkhEfJn3A9hRHDTJ7C6iDwqixk/s1600/LUKA%25CC%2581CS7.jpeg" /></a></div><div style="text-align: center;"><br />
</div><div style="text-align: center;"><br />
</div></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">HOLZ: Señor Lukács, en su <i>Estética </i>se incluyen algunos supuestos previos ontológicos que no siempre están tratados de manera explícita. Sabemos que prepara usted una <i>Ontología </i>sobre bases marxistas y, sin pretender anticiparnos a este libro, quisiéramos, sin embargo, acercarnos a la cuestión de hasta qué punto ciertas posiciones de su <i>Estética </i>están condicionadas por supuestos previos de tipo ontológico, los cuales acaso podamos poner en claro en la presente entrevista. Surge al respecto una pregunta que me ha sido planteada recientemente en una discusión que sostuve con discípulos del señor Abendroth, que se encuentra entre nosotros, en Marburg. ¿Se puede afirmar que existe una ontología marxista? ¿Qué sentido puede tener la palabra ontología en una filosofía marxista? En el mencionado círculo de discípulos del señor Abendroth se me objetó que la ontología, sobre la base del marxismo, se disuelve en sociología. Las categorías ontológicas, por tanto, habrían de entenderse tan sólo como categorías de la sociedad, no como categorías históricas. y no hay duda de que siempre son categorías sociales e históricas. Mas si el hablar de ontología ha de tener sentido, en estas categorías ontológicas habrá de estar comprendido algo que pueda ser definido en términos no sólo sociales, históricos. Me interesaría saber cuál es su postura respecto a esta cuestión. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">LUKÁCS: Yo diría que, a despecho de lo que como científico o en general uno pueda ser, se parte siempre de cuestiones de la vida cotidiana, en la cual se plantean las cuestiones ontológicas en un sentido muy masivo. Le voy a poner un ejemplo muy simple: alguien cruza la calle; puede tratarse –en el campo de la teoría del conocimiento– del más recalcitrante neopositivista, negador de toda realidad, y, sin embargo, en el cruce de las calles estará persuadido de que el automóvil real lo atropellará realmente si no se detiene, y no que alguna fórmula matemática de su existencia será atropellada por la función matemática del auto, o su representación por la representación del automóvil. Cito adrede un ejemplo tan brutalmente simple para hacer ver que en nuestra vida se reúnen una y otra vez formas de ser diversas y que esta interrelación entre las formas de ser es lo primario. Por esta razón me es imposible considerar como pregunta realmente seria la de si una categoría determinada es sociológica u ontológica. Se ha extendido actualmente entre nosotros la costumbre de presentar como una esfera independiente del ser cualquier disciplina que ha alcanzado carta de ciudadanía universitaria. Incluso un filósofo tan inteligente como Nicolai Hartmann argumenta en una ocasión que la psique tiene que ser algo independiente, puesto que desde hace doscientos o trescientos años se viene enseñando en las universidades la psicología como una ciencia particular. Pues bien, yo soy de la opinión de que todas estas cosas son mutables históricamente, siendo el ser y las transformaciones del ser lo fundamental. Entiendo que es de ahí desde donde se ha de partir; y de ahí he partido yo en mi <i>Estética, </i>que lleva el subtítulo, quizá no muy correcto, de <i>Eigenart des Aesthetischen </i>[La peculiaridad de lo estético]; hubiera sido más exacto decir: la posición del principio estético en el marco de las actividades intelectuales del hombre. Ocurre, sin embargo, que las actividades intelectuales del hombre no son –por así decir– entidades anímicas, como se imagina la filosofía universitaria, sino diversas formas de acuerdo con las cuales los hombres organizan aquellas acciones y reacciones del mundo exterior a las que siempre están expuestos, y las organizan de algún modo, con vistas a la defensa y a la edificación de su propia existencia. Por ejemplo, es sumamente probable que en la actualidad se considere cierto que las maravillosas pinturas paleolíticas encontradas en el sur de Francia y en España fueron propiamente preparaciones mágicas para la caza; es decir, que estos animales no fueron pintados por razones estéticas, sino porque entonces los hombres tenían la idea de que una fiel reproducción de determinado animal significaba que ese animal se podía cazar mejor. En tal caso, la pintura es una reacción ante la vida de carácter aun primariamente utilitarista; y al socializarse la sociedad, esta tendencia prosigue ininterrumpidamente, de modo que la reproducción inmediata de la vida está ya siempre condicionada. Ahora quisiera decir otra cosa muy sencilla. Usted va a una tienda y se compra una corbata o seis pañuelos de bolsillo; si ahora se imagina el proceso necesario para que usted y los pañuelos se encuentren en el mercado, es posible que surja como resultado un cuadro muy movido y muy complicado; y yo creo que tales procesos no deben ser excluidos de la comprensión de la realidad. Es éste el primer punto que yo mencionaría aquí. El segundo punto es de orden metodológico, el cual nos lleva, en cierto sentido, mucho más lejos todavía. La ciencia desarrollada tiende a abarcar toda forma, toda modalidad aparencial de la vida en las formas supremas de su objetivación, creyendo que con ello se proporciona el mejor análisis posible. Piense usted en la teoría del conocimiento kantiana, que, por un lado, parte de la matemática de la época y de la física newtoniana para fundamentar el conocimiento y, por otro lado, toma a la resolución moral superdesarrollada como fundamento de lo práctico. Yo creo que es imposible descender de esta forma superior hasta la forma más inferior. Desde la forma newtoniana del análisis, desde la física newtoniana es imposible llegar a las nociones de que se ha servido un cazador prehistórico para establecer, en virtud de determinados ruidos, si lo que se acerca es un ciervo o un corzo. Por el contrario, si parto del imperativo categórico, tampoco entenderé las simples acciones prácticas del hombre en la vida cotidiana. En consecuencia, estimo que el camino a seguir –y con ello estamos de lleno ya en el terreno de los problemas ontológicos– es un problema genético. Es decir, tenemos que tratar de estudiar y comprender las circunstancias en sus formas aparenciales iniciales y las condiciones bajo las cuales pueden estas formas aparenciales hacerse cada vez más complicadas y mediatas. Naturalmente, esto no halaga los oídos de los científicos. Porgue, refiriéndonos al hecho de la ciencia, ¿ de dónde ha surgido el hecho de la ciencia? En toda aserción teleológica, como lo es el trabajo, existe un momento en el que la persona que trabaja –aunque sea un hombre de la Edad de Piedra– reflexiona acerca de si el instrumento que emplea es adecuado o no para la intención que él tiene. Si me remonto a los tiempos anteriores a la producción de instrumentos de trabajo y pienso en la' época en que el hombre primitivo se limitaba a recoger piedras con vistas a cumplir determinadas funciones, no me cuesta ningún esfuerzo imaginármelo examinando dos piedras y diciendo –es indiferente que lo formulase como yo lo estoy formulando ahora o no–: esta piedra es adecuada para cortar una rama y esta otra no lo cs. Con esta elección de la piedra primitiva comienza la ciencia. Ahora bien, la ciencia se ha ido desarrollando hasta constituir un sistema de mediación autónomo en el que los caminos que llevan hasta las últimas decisiones prácticas –son extraordinariamente largos, como podemos observar hoy día en todas las fábricas– y yo creo que es mucho más seguro iniciar el camino de la génesis de la ciencia con la recolección de piedras en el primer trabajo y terminarlo por la ciencia, en lugar de comenzar por la alta matemática e intentar retroceder hasta la recogida de las piedras. Esto significa que cuando intento comprender los fenómenos con un sentido genético, entonces se torna completamente ineludible el camino ontológico; de lo que se trata es de seleccionar, dentro de las innumerables casualidades que acompañan a la génesis de todo fenómeno, los momentos típicos, necesarios para el proceso mismo. Ello sería, pues, en cierto modo, la justificación de que yo considere al planteamiento ontológico como lo esencial, jugando un papel secundario, desde el punto de vista ontológico, las fronteras precisas que se trazan entre las diversas ciencias. y ahora retorno a mi ejemplo anterior: si, en el cruce de dos calles, el automóvil se aproxima a donde yo estoy, puedo concebir al automóvil como fenómeno tecnológico, o como fenómeno sociológico, como fenómeno histórico–cultural, etc., pero el automóvil real es una unidad que se atropellará o no. El objeto sociológico o histórico–cultural que es el automóvil resulta tan 'Sólo del modo de contemplación que guarda relación con los rasgos reales del automóvil y que es la reproducción mental de estos rasgos reales; mas el auto existente es, en cierto modo, más primario que, digamos, el criterio sociológico concomitante, puesto que el auto circularía aun si yo no hiciera sociología sobre ello, mientras que la sociología del auto no podrá poner en movimiento a ningún automóvil. Existe, pues, una prioridad de la realidad por parte de lo real, si se me permite la afirmación, y nosotros debemos intentar retroceder hasta estos hechos, primitivos si se quiere, de la vida y comprender los hechos complicados a partir de los hechos primitivos. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">HOLZ: Sí, el punto de partida en la vida cotidiana es, en consecuencia, algo así como la base, una especie de comprensión natural del universo. Dilthey y Husserl ya emplearon ese término, aunque, por supuesto, en un sentido diferente del que usted le da. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">LUKÁCS: También la teleología lo ha empleado... </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">HOLZ: Sí, pero queda por saber si la ontología, dado que ha de iniciarse genéticamente en la vida cotidiana, no poseerá una forma metodológica específica para acercarse a los datos de este contenido de la experiencia cotidiana y –por así decir– para integrarlo en un sistema de intelección. La cuestión, en suma, se plantea así: ¿ cuál es, en sentido estricto, el objeto de la ontología? En la ontología clásica se diría, por ejemplo, que la doctrina de las categorías. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">LUKÁCS: Yo diría que el objeto de la ontología es lo realmente existente. Y su tarea es la de examinar lo existente respecto a su ser y encontrar las diversas fases y transiciones dentro de lo existente. A ello se suma, naturalmente, un punto que, en apariencia, nos lleva aún más lejos; pero yo creo que se debe hablar de ello desde el principio. Me refiero a un problema cuya discusión, según mis informaciones, Nicolai Hartmann fue el primero en plantear en nuestro tiempo; se trata del hecho, descubierto por él ya en la naturaleza inorgánica, de que la complejidad es lo primariamente existente, debiéndose estudiar el complejo en cuanto complejo y avanzar desde el complejo hacia sus elementos y procesos elementales, y no –como suele pensar la ciencia en general buscando ciertos elementos para luego construir determinados complejos sobre la base de la acción conjunta de tales elementos. Usted recordará que Hartmann concibió como tales complejos, por un lado, a los sistemas solares y, por el otro, al átomo. Creo que se trata de una idea sumamente fecunda. Es manifiestamente evidente que nunca podremos tener una ciencia de la biología mientras no concibamos la vida como complejo primario, constituyendo la vida del organismo entero la fuerza determinante en último término de los procesos particulares; y que de la síntesis de todos los movimientos musculares nerviosos y demás –aun si conociéramos cada uno de estos movimientos con exactitud científica–, sumando, digo, estas partes, no se podría producir jamás un organismo, sino que los procesos parciales sólo son comprensibles en cuanto procesos parciales del organismo complejo. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">Y por fin llegamos a nuestra cuestión, a saber, la sociedad, donde tal complejidad está por supuesto dada; y no sólo por lo que se refiere a la sociedad entera, sino, en cierto modo ya, al átomo de la sociedad. El hombre es un complejo en sí mismo, un complejo en sentido biológico; mas si quiero comprender los fenómenos sociales, es imposible descomponerlo en cuanto hombre complejo, de suerte que la sociedad se ha de concebir desde un principio como complejo que se compone de una serie de complejos. Se trata precisamente de saber cuál es la constitución de estos complejos y cómo podemos llegar a conocer el verdadero carácter de su ser y de sus funciones, sin hablar aquí para nada, como antes dije, de las determinaciones sociológicas o de otro tipo, siempre posteriores, sino de las concepciones genéticas del surgimiento y desarrollo de tales complejos. Si ahora considera usted a la sociedad desde esta perspectiva, el hecho respecto al cual no existe analogía alguna en el ser orgánico es el trabajo, debiendo considerarse aquí al trabajo –y entrecomillo esto– en cierto modo como el átomo de la sociedad misma y como un complejo extraordinariamente complicado, en el cual se pone en movimiento una sucesión causal por medio de una aserción teleológica del que trabaja. El trabajo sólo se puede ver coronado por el éxito cuando se pone en movimiento una sucesión causal genuina, a saber, en la dirección que postula la aserción teleológica. Por otra parte, si estudio este complejo, llego a la conclusión de que, en una aserción, el hombre que realiza el trabajo nunca está en condiciones de abarcar con la vista todas las circunstancias de estas sucesiones causales, de manera que, en el momento de realizar el trabajo, surge por principio algo diferente a lo que el que trabaja se ha propuesto como objetivo. Es natural que en determinados estadios iniciales la divergencia sea francamente mínima, pero es absolutamente seguro que la humanidad entera depende de tales desplazamientos mínimos. Digamos que los humanos han encontrado fortuitamente la posibilidad de un mejor afilado de la piedra; entonces ocurre que este ser mejor lo han descubierto paulatinamente como mejor, tornándose poco a poco en praxis general. Es imposible imaginar el progreso sin un desarrollo tal, a lo cual se añade precisamente el que, a consecuencia del no conocimiento de las circunstancias que rodean al trabajo, surja en éste siempre algo distinto, o digamos con mayor precisión: también algo distinto de aquello que se ha perseguido inicialmente. Es un prejuicio proveniente del cientifismo el pensar que el incremento de las experiencias, la acumulación de experiencias, reduce el campo de lo desconocido. Yo creo que lo amplía. Cuanto mejor conocemos a la naturaleza –con la cual se halla en estrecha interacción la ciencia, esto es, el trabajo–, tanto más evidentemente sale a relucir este médium desconocido que tiene las más importantes consecuencias para la evolución de la humanidad. Este terreno desconocido e inconquistado que es la reproducción social no está limitado a fases primitivas, sino que existe también en fases evolucionadas. Comprenderá usted que esto guarda relación con todas esas preguntas ontológicas sobre la edificación de lo complejo. El propietario individual de la fábrica ha dominado su producción individual mejor que el artesano pequeño, antiguo o medieval, y, sin embargo, a partir del complejo de producción y consumo se han desarrollado unas fuerzas desconocidas que se desatan en tiempo de crisis. Actualmente me parece un prejuicio de la ciencia económica afirmar que Keynes y otros dieron lugar a una economía plenamente dominada. Justamente las tan actuales preguntas planteadas tocante al fin del milagro económico demuestran en qué escasa medida se considera permanente la dominación del proceso económico. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">Y ahora vuelvo a una cuestión ontológica. Cuanto más alto sea el nivel de un complejo, mayor será el enfrentamiento de la conciencia humana con un objeto infinito, tanto en el aspecto extensivo como en el intensivo; y el mejor conocimiento de este objeto sólo podrá ser un conocimiento relativamente aproximativo. Una vez que he reconocido a X y Y como cualidades de un objeto determinado, todavía no tengo la garantía de que no existan otras cualidades Z más, las cuales puedan llegar en determinadas circunstancias a cobrar una eficacia práctica. Pues bien, yo creo que a tales hechos sólo nos podemos aproximar bajo la forma de una ontología en la que nos interesan nominalmente las relaciones esenciales y en la que dejemos a un lado el hecho de que una interrelación esencial cualquiera haya sido tratada por la ciencia actual desde el punto de vista psicológico, sociológico, teórico–cognoscitivo o lógico. Enfocamos esta interrelación como interrelación existente, siendo secundario para ella en qué disciplina científica se incluya su consideración. Esto es, a mi entender, el aspecto fundamental del marxismo; y en el caso de Marx me remito a la famosa definición según la cual las categorías son formas de ser, determinaciones de la existencia, lo cual viene a situarse en el polo opuesto de la concepción kantiana, y también hegeliana, de las categorías. Que de ello se sigue el método genético es cosa que puede ver usted de inmediato en el principio de <i>El capital, </i>donde se parte no ya del trabajo, sino del intercambio de mercancías más primitivo. De la ontología del intercambio de mercancías se deduce al fin la derivación genética del dinero en cuanto mercancía general. En Marx se muestra luego cómo el hecho de que el oro y la plata hayan llegado a ser a la larga dinero está a su vez relacionado íntimamente, en el aspecto ontológico, con las cualidades físicas del oro y la plata. Estos metales convenían a las condiciones del cambio general, de suerte que a partir de esta peculiaridad surgió por doquier la preponderancia del oro y la plata como medio de intercambio general, como dinero. Lo mucho que aquí se ofrece al conocimiento del camino realista se ve en el hecho de que, en la antigüedad civilizada, el dinero llegara a convertirse en una potencia mística, hecho repetidamente anotado por Marx. Desde el punto de vista ontológico, el dinero se convirtió en tal a partir de los actos de permuta; mas comoquiera que los antiguos aún no eran capaces de llegar a esta explicación ontológica, podrá encontrar usted, desde Homero y Sófocles, constantes lamentaciones elegíacas respecto a una potencia mítica que penetra en la sociedad y se arroga un dominio sobre los hombres, pese a tratarse de un material muerto. Ya ve usted cómo un problema que en épocas enteras de la historia resultaba incomprensible, adquiere una claridad total a la luz de la derivación ontológica que proporciona Marx en el comienzo de <i>El capital. </i>Lo mismo ocurre si se fija en otro problema que a un economista tan importante como Ricardo le resultaba irresoluble, a saber, el hecho de que, por un lado, las mercancías se intercambiasen sobre la base de su valor de trabajo y el que, por otro, en la sociedad capitalista se dé un beneficio medio. A mí me parece que Ricardo se dio cuenta de la contradicción irresoluble entre el beneficio medio y el valor de trabajo. Pues bien, Marx comprobó en esta relación la existencia de un sencillo hecho socialmente ontológico que probablemente también conoció Ricardo, a saber, que en el capitalismo moderno el capital emigra de un territorio a otro. Esta migración, que en el capitalismo más primitivo y en las sociedades precapitalistas se da tan sólo en muy escasa medida, es un hecho ontológico fundamental, De nuevo me estoy refiriendo a un hecho de fundamental importancia del capitalismo desarrollado. y ahora, si relee usted las exposiciones hechas por Marx en el tomo tercero de <i>El capital, </i>verá usted que el hecho de que el valor del trabajo se convierta en beneficio y en beneficio medio es una .simple consecuencia de la migración del capital, y que el gran enigma queda resuelto justo en el momento en que damos con el acceso ontológico correcto. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">Solemos usar la bella palabra ontología, y hasta yo mismo acostumbro él hacerlo, pese a que lo que en rigor habría de decirse es que se descubre la manera de ser que da lugar a este nuevo movimiento de los complejos. El hecho de que los nuevos fenómenos se puedan derivar genéticamente en base a su existencia cotidiana supone tan sólo un momento de una concatenación general, a saber, que el ser es un proceso de índole histórica. No existe el ser en sentido estricto; el ser que solemos designar con el nombre de ser cotidiano es una fijación determinada y sumamente relativa de complejos dentro de un proceso histórico. Como es sabido, Marx dijo en <i>La ideología alemana </i>que tan sólo existe una única ciencia coherente, la ciencia de la historia; y recordará usted con qué entusiasmo saludó Marx a Darwin, pese a los innumerables reparos de tipo ideológico que mediaban, porque Darwin había hallado en la naturaleza orgánica el carácter fundamentalmente histórico de su existencia. En cuanto al ámbito de la naturaleza inorgánica, existe la enorme dificultad de determinar su historicidad. Mas, aunque en cuestiones de la ciencia natural soy un diletante, pienso, sin embargo, que nos hallamos en vísperas de una gran revolución filosófica, determinada por las ciencias naturales, en la medida en que la astronomía comienza a aplicar la física nuclear para las observaciones astronómicas. Ahí tenemos, pues, los primeros indicios de que las leyes de la composición de la materia, de acuerdo con los cuales se producen complejos tales como, por ejemplo, el sol, no son uniformes en todo el universo. En distintos sistemas solares se han descubierto ya distintas formas, de composición de la materia. No excluyo la posibilidad de que un día la ciencia ponga en claro la historia de la composición de la materia; y ese día se evidenciará que la forma eterna de la materia, que fue el gran principio revolucionario en tiempos de Galileo y Newton, sólo representa una época o un período en el desarrollo histórico de la estructura de la materia. Me refiero a esto muy de pasada, y, por así decirlo, como expresión de mi esperanza filosófica, puesto que en este terreno no soy más que un diletante. De cualquier modo, ya Goethe y Lamarck hicieron ensayos en tal sentido, mientras que para el siglo XVIII, incluso para Cuvier, la representación histórica de la evolución de la naturaleza inorgánica parecía algo imposible. Tal es el problema: o seguimos sustentando en física un criterio en cierto modo anticuado –ya sea la concepción materialista vulgar, ya la meramente manipulativa de los neopositivistas–, o tratamos de llegar a una concepción histórico–genética de la naturaleza inorgánica. y en tal caso se ha de considerar la afirmación de Marx –tan sólo existe una única ciencia coherente de la historia, que abarca desde la astronomía hasta la llamada sociología– como hecho fundamental del ser; lo cual no excluye en absoluto que la estructura del ser tenga tres grandes formas fundamentales, a saber, la inorgánica, la orgánica y la social. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">Estas tres formas están bruscamente diferenciadas entre sí. En el reino de lo inorgánico no existe una reproducción de complejos orgánicos particulares cronológicamente determinada y que consista en un movimiento ascendente y descendente; de igual manera, en el mundo orgánico tampoco existe analogía ninguna con la sociedad; creo que aquello a lo que llamamos la sociedad animal es un problema complicado. De cualquier modo, con la sociedad surge un tipo de ser de índole nueva y específica. Ahora bien, este salto brusco no debemos imaginárnoslo en términos antropomórficos, comparándolo, por ejemplo, con el salto que pueda dar yo ahora para ir al teléfono; tal salto puede durar millones de años y conllevar la más diversa gama de carrerillas, retrocesos y demás. y me parece que está fuera de duda que en el mundo de los animales más evolucionados se dieron varias intentonas en este sentido, las cuales sólo produjeron el verdadero establecimiento de la sociedad en aquella especie de simios a partir de la cual se fue formando posteriormente el <i>homo sapiens. </i>A ello se suma naturalmente la necesidad de concebir, también en un sentido genético, la interrelación entre los diversos ámbitos. Pero aún se inserta en la serie un hecho más de la ontología, hecho que a mi entender han descuidado en grado sumo las ciencias modernas. Cuanto más evolucionada sea la ciencia, tanto más precisas y más abarcables en términos matemáticos serán las interrelaciones que pueda establecer dentro de su campo respectivo. Por consiguiente, surge en el pensamiento del hombre una tendencia a considerar al azar como un no–saber–todavía, el cual se irá eliminando progresivamente mediante un saber cada vez más depurado. Al plantear el problema ontológico del origen del organismo –y sólo me lo puedo plantear científicamente–, resulta que las investigaciones actuales de Oparin, Bernal y otros revelan que ha intervenido en ello un hecho que yo llamaría fortuito en un sentido cósmico, a saber, que en un determinado período del enfriamiento de la tierra, las condiciones de la presión atmosférica, la composición química de la tierra y el agua y demás dieron lugar casualmente a la transformación de ciertas materias inorgánicas en materia orgánica. El origen de la vida no es explicable sino en virtud de una casualidad singularísima, que no se puede derivar meramente de los elementos, esto es, en virtud de un encuentro de series evolutivas, heterogéneas en sí. Es éste un momento que se ha de tener muy presente, justamente a causa de que el pensamiento humano, al decir racionalidad y al decir ley, se está refiriendo a un dominio ontológico de la racionalidad, mientras que en realidad, si se me permite expresarme así, sólo existen necesidades de antecedente y consecuente. La necesidad ilimitadamente absoluta no es sino una fantasía de los profesores; yo digo que no existe en absoluto. La historia está llena de necesidades del tipo «si esto..., lo otro», de manera que no hay seguridad ninguna acerca de cuántos planetas pueda haber en el mundo, en el universo, en los cuales una casualidad tal haya engendrado la vida; y luego, como es natural, hacen falta otras tantas casualidades especiales para que, como en nuestro caso, surja una especie de monos que tengan la facultad de convertirse en entes capaces de trabajo. También aquí es enormemente importante el papel desempeñado por la casualidad; y pertenece a la historicidad de la evolución entendida en sentido ontológico –el ser se convierte entonces en un proceso– este papel desempeñado por el azar con todas sus consecuencias. y volviendo otra vez a Marx, citaré una observación suya. Recordará usted que una vez Marx escribió a Kugelmann a propósito de la Comuna francesa, diciéndole que la historia sería muy sencilla si no se diesen hechos casuales; como tal consideraba él la cualidad de aquellas personas que en cada caso se hallaban, digamos, a la cabeza del movimiento obrero. Así, pues, tampoco es posible derivar, por ejemplo, la calidad de los líderes obreros a partir del desarrollo del movimiento obrero; también en este punto se dará un insoslayable momento de casualidad. Vaya dejar aquí, provisionalmente, el tema con el fin de que perciba usted que el planteamiento ontológico no conduce a una simplificación de los problemas, sino, por el contrario, proporciona una base científica y filosófica que nos ayuda a comprender los procesos en toda su complejidad y, sin embargo, también en toda su racionalidad. A partir de ahora, conviene que por racionalidad se entienda siempre aquella racionalidad del tipo «si esto, o lo otro». De este modo, la ontología puede tender puentes hacia problemas que a causa de la división de trabajo de las respectivas disciplinas permanecían irresolubles. ¿ No es cierto, decimos, que Kelsen afirmó en los años veinte que el origen del derecho era un misterio para la ciencia del derecho? Ahora bien, es evidente que el origen del derecho no constituye misterio alguno. Da lugar a los más complicados debates y luchas de clases. El comerciante, el hombre de negocios medio de la República Federal, no lo considerará en absoluto como misterio, sino que se preguntará si su propio grupo de presión podría ejercer la suficiente fuerza, ontológica de hecho, sobre el gobierno con el fin de que un determinado párrafo sea formulado a su conveniencia. No podemos motejar de tonto a Kelsen, sin embargo, por el hecho de que viera en el origen del derecho un misterio; esto deriva más bien de que los problemas reales de la vida no se resuelven ni por teoría del conocimiento ni por lógica. Tanto ésta como aquélla pueden, en determinadas circunstancias, y dándosele a ambas un tratamiento crítico, ser excelentes instrumentos. En rigor, sin embargo, al ser tomados en calidad de método capital, como, por ejemplo, en el kantismo y en el positivismo y neopositivismo, las cuestiones teórico–cognoscitivas llegan a convertirse en obstáculo para el conocimiento verdadero. Uno de los límites de la filosofía hegeliana es crear un abismo entre la filosofía y la ciencia; en el marxismo, en cambio, la ciencia progresa en realidad hacia la resolución de los problemas ontológicos, como es el caso, por ejemplo, del problema astronómico de que antes hablábamos. Por otra parte, la filosofía puede realizar una crítica ontológica de determinados supuestos previos o teorías de la ciencia, demostrando que se hallan en contradicción con la estructura efectiva de la realidad. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">HOLZ: A la pregunta de si es posible una ontología marxista ha respondido usted con el bosquejo de una ontología ya desarrollada. Es decir, ha contestado usted la pregunta señalando el carácter que debe tener tal ontología para ser posible. Creo haber advertido que han salido a colación unos cuantos puntos muy capitales, a los cuales deberíamos ceñirnos para dar mayor coherencia de nuestro cuestionario. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">Ha dicho usted que todo lo que se da primariamente en el mundo es de naturaleza compleja, citando a este respecto a Nicolai Hartmann. El problema fundamental de la ontología sería, pues, averiguar la composición de tales complejos. Ello significa que la ontología se sobrepone, por así decir, a las ciencias particulares a modo de ciencia básica, pudiendo de este modo penetrar también en los resquicios abiertos entre las diversas disciplinas y asumir una función mediadora entre ellas. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">LUKÁCS: Sí. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">HOLZ: Según la concepción marxista –y ello me parece de suma importancia–, resulta que tal ciencia básica es siempre de índole histórica. Ha citado usted la formulación de Marx, según la cual sólo la historia actúa como ciencia unitaria en sentido marxista... </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">LUKÁCS: Sí. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">HOLZ: ...y se ha referido usted al darwinismo y luego a Goethe y a Lamarck con el objeto de ejemplificar este problema sobre la base de las ciencias naturales. Yo quisiera añadir, acaso entre paréntesis, que la concepción historicista de la naturaleza se extiende ya. por supuesto, hasta determinadas posiciones de la filosofía de la Ilustración. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">LUKÁCS: Desde luego... </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">HOLZ: ...en Leibniz, por ejemplo, tenemos en la <i>Protogea </i>un ensayo de consideración histórica de la naturaleza terrestre... </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">LUKÁCS: Desde luego... </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">HOLZ: Y acaso se pudiera considerar todo el aditamento de la monadología como un intento especulativo de entender justamente al atomismo e interpretarlo en adelante de manera histórica. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">LUKÁCS: Bien; si se me permite un inciso, le diré que estoy convencido que uno de los olvidos más lamentables que han cometido los marxistas ha sido el no estudiar a fondo a Leibniz. Leibniz es una figura extraordinariamente complicada e interesante, y nosotros –y debe incluirme a mí también en el grupo de los pecadores– ni siquiera hemos hecho aún el amago de comprenderla. Estoy totalmente de acuerdo con usted en lo que se refiere a la tarea, puesto que nada podemos adelantar todavía respecto de los resultados. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">HOLZ: Sus palabras me llegan al alma, porque Leibniz es precisamente mi campo de trabajo más inmediato. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">LUKÁCS: Muy interesante. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">HOLZ: Y permítame que le recuerde que Marx tenía en muy alta estima a Leibniz... </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">LUKÁCS: Claro que sí. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">HOLZ: ...y lo hace notar repetidamente. Los comentarios de Lenin al libro de Feuerbach sobre Leibniz –que, dicho sea de paso, es con mucho el mejor de cuantos han podido escribir los representantes de la filosofía alemana sobre Leibniz... </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">LUKÁCS: El libro de Feuerbach... </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">HOLZ: ...el libro de Feuerbach y los comentarios de Lenin... </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">LUKÁCS: Es muy sensato eso... </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">HOLZ: ...son aspectos muy esenciales en la interpretación de la dialéctica prehegeliana. Pero quede esto al margen. Hemos partido, pues, de que la ontología, en cuanto ciencia básica, forja determinados modelos de representación –y conste que no empleo el concepto de modelo en el sentido de los neopositivistas, sino en el más general– y digo, adrede, determinados modelos de representación que sirven para producir la interrelación de los conocimientos acerca de la constitución del ser proporcionados por las ciencias particulares. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">LUKÁCS: Ciertamente... </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">HOLZ: Con ello volvemos a acercarnos ahora al ámbito del problema estético, puesto que también la obra de arte es, en un plano que yo consideraría más estrictamente delimitado, el boceto de un modelo, es decir, un mundo pequeño determinado en cada caso concreto, que se crea en esta obra de arte. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">LUKÁCS: Sí, desde luego. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">HOLZ: Ello significa, por tanto, que, en rigor, toda obra de arte tiene, si le parece a usted bien la expresión, una intención ontológica... </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">LUKÁCS: Sí... </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">HOLZ: ...a saber, la de crear un mundo posible, por servirme nuevamente de un término leibniziano... </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">LUKÁCS: Sí... </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">HOLZ: ...y parte, por lo tanto, de la premisa ontológica de que, por de pronto, todo universo es ordenado y no caótico. Premisa que la física moderna, como es sabido, no respeta totalmente; mas la obra de arte, que como universo sólo puede comprender en cada caso un contexto significativo ordenado en sí mismo, presupone, por ende, que aquello que es desarrollado en la obra de arte es en sí un cosmos y que dentro de este cosmos cerrado todas las partes guardan cohesión entre sí, en relaciones más o menos necesarias o, por lo menos, en una situación de contingencia postulada con carácter de necesidad. Ahora bien, esto podría ser interpretado en el sentido de que cualquier contexto formal que supusiera un todo coherente encerrado en sí mismo podría ser considerado por nosotros también como obra de arte. Es indudable que no hacemos tal cuando hablamos de una obra de arte en la acepción normal del término; tampoco en sentido estético se considera a cualquier contexto formal como obra de arte. Cuando hablamos de una obra de arte queremos decir más bien que el pequeño universo constituido dentro de tal obra de arte es de algún modo representativo del universo mayor, que está dentro de ella, que está reflejado por ella, que es copia de aquél; así, pues, será mejor que por el momento empleemos estos términos con el mayor cuidado. Y, así, esperamos de la obra de arte algo parecido a la proyección de una realidad mayor sobre otra más pequeña, cerrada en sí misma, y, por tanto, más fácilmente abarcable por la vista. Ello significa que aquello que, por así decir, resulta inabarcable por la vista dentro del mundo, debido a sus infinitas implicaciones, se nos muestra en la obra de arte en forma comprimida y reducido a un contexto pequeño, perfectamente abarcable. Si consideramos, por ejemplo, a <i>La montaña mágica </i>como reproducción de una determinada situación histórica del mundo, vemos que en tal obra ha sido creado un microcosmos que reproduce a este gran macrocosmos. En el aspecto ontológico surge ahora el –problema de saber cuál es el cariz de esta relación representativa, es decir, qué significa el que se pueda representar un contexto universal infinito, veteado de numerosísimas casualidades incalculables, a través de un contexto finito, perfectamente cerrado en sí mismo. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">LUKÁCS: Bien; verá usted, para contestar a eso tengo que ir más lejos. Es rasgo característico del mundo social y humano el que los que actúan hayan de tener una cierta idea del campo en que están actuando y del modo en que lo hacen. Está fuera de dudas el que los animales más evolucionados poseen asimismo estas representaciones determinadas –yo diría que están capacitados para forjarse representaciones–. Por representación entiendo aquí un fenómeno determinado que, dado el caso, puede ser susceptible de una observación extraordinariamente aguda, y que se halla en una relación inmediata con su propia vida; y esta relación la reconocen los animales más evolucionados de manera muy exacta, como ocurre, por ejemplo, con toda gallina, que, cuando cualquier ave rapaz vuela sobre el gallinero, avisa a los polluelos, y éstos se esconden. Pero la cuestión es si con ello ha quedado captado mentalmente el ser del ave rapaz. A mi entender, no es así. En mi <i>Estética </i>cité el ejemplo de la araña en cuya red depositamos una mosca. La araña no advierte que sea ésta la misma mosca que suele devorar siempre que queda prendida en la red. Porque la mosca es para la araña algo que queda prendido en la red y que se puede comer. Ni la araña ni los animales superiores llegan a forjarse el concepto de mosca. Sólo con el trabajo se llega necesariamente al concepto de las cosas; significando aquí concepto una independización del motivo de la percepción de importancia vital, de suerte que el ave rapaz enjaulada sea la misma que la que se cierne en los aires. Esta constituye para la representación una identificación aún no realizable, y es de ahí de donde surge por fin el universo entero del mundo imaginado. En el curso de la socialización de la humanidad se va desarrollando cada vez más acusadamente este momento de la comprensión que guarda estrecha relación con el trabajo. Pues no cabe duda que ciencias tan desarrolladas como actualmente son la matemática y la geometría surgieron, en principio, del trabajo; creo que no es necesario extenderse a este respecto. En el proceso de trabajo, este momento, que en el trabajo primitivo no constituía más que un momento simple, a saber, la reflexión sobre si tal piedra se adecuaba o no para tal fin, se ha convertido en toda una esfera de la vida, es decir, en la ciencia. Esta evolución se efectuó muy paulatinamente y no me voy a demorar ahora en detalles sobre cómo se ha ido formando la ciencia. Sólo quisiera decir, a modo de resumen, que en virtud de ello los hombres han adquirido poco a poco una conciencia de la constitución objetiva del mundo, conciencia que, sometida ahora al necesario control ontológico, proporciona una imagen de la realidad. Por supuesto que el control ontológico es en sí mismo función histórica, en la medida en que sólo bajo determinadas condiciones se revelan como separaciones ontológicamente necesarias determinadas interrelaciones que, desde un punto de vista objetivo, todavía no son interrelaciones, sino que sólo lo parecen. Estoy refiriéndome, por ejemplo, a las representaciones del mundo sublunar y superlunar por los antiguos, siendo así que el orden grandioso, inequívocamente matemático, del mundo superlunar y lo caótico del mundo sublunar constituyeron un obstáculo ideológico insalvable para el hombre de la antigüedad, forzándole a la creación de una dualidad (como puede comprobarse en Aristóteles). Al desarrollarse luego una cosmología más compleja y dinámica, como es el caso de la ley de la gravitación de Galileo, este dualismo desapareció por completo; en las representaciones ontológicas de los hombres de nuestro tiempo no desempeña ya papel alguno. Quiero demostrar con ello que la crítica ontológica de la ciencia no es una simple actividad crítica que pueda asumir cualquier profesor universitario, sino un gran proceso histórico en el que, a través del trabajo y la actividad social, se van superando poco a poco modos de representación ontológicamente errados, produciéndose así en la ciencia una conciencia de la realidad que cada vez muestra más acusadamente la propensión a liberarse de los fundamentos histórico–ontológicos que han determinado su génesis; en una parte considerable, este proceso de emancipación se realiza satisfactoriamente, puesto que para comprender –pongamos por caso– el teorema de Pitágoras no nos hace falta conocer las circunstancias de producción bajo las cuales surgiera, a pesar de que no cabe duda de que objetivamente existió tal fundamento. y ahora paso a hablar del arte. No pienso entrar en detalles sobre el muy heterogéneo origen de cada una de las artes, pues, a mi entender, el arte, como puede usted ver en mi <i>Estética, </i>no tiene una génesis uniforme, sino que en él se ha dado paulatinamente una –¿cómo decirlo?–, una síntesis relativa, con la consecuencia de que percibimos en las más diversas artes determinados principios comunes. En mi <i>Estética </i>he expuesto también cómo la captación científica de tipo conceptual presupone una desantropomorfización, significando ésta que nos liberamos en la medida de lo posible de las barreras que nos imponen nuestras percepciones sensoriales y nuestro pensamiento normal. En la medida en que hemos llegado a conocer, por ejemplo, los rayos infrarrojos y ultravioletas, que podemos comprobar los ultrasonidos, etc., hemos trascendido ya los límites antropomórficos de nuestra existencia. Mas en la sociedad en que hacemos todo, y todas estas cosas, vivimos una vida humana. y al vivir una vida humana, establecemos algo que no existía en la naturaleza, a saber, la oposición entre lo valioso y lo no valioso. Creo que también en este caso se trata de algo muy sencillo. El hombre primitivo del que antes partí recogía piedras en algún lugar. Una de las piedras es apta para cortar una rama, la otra no; y este hecho –la aptitud o conveniencia y la no aptitud o no conveniencia– es un planteamiento totalmente nuevo que no existía en la naturaleza anorgánica, ya que cuando una piedra rueda monte abajo el que la piedra ruede en una sola pieza o se quiebre en dos o en cien pedazos no es cuestión de éxito o fracaso. Ello es completamente indiferente desde el punto de vista de la naturaleza inorgánica. Sin embargo, en la aserción del trabajo más simple surge ya el problema de la utilidad y no utilidad, de la adecuación y la no adecuación de un concepto de valor. Cuanto más se desarrolle el trabajo, tanto más amplias llegarán a ser las representaciones de valor implicadas, tanto más sutilmente y en un plano tanto más elevado se situará la pregunta de si una cosa es adecuada o no para la autoproducción del hombre dentro de un proceso que cada vez se hace más social y complicado. Aquí radica, a mi parecer, el fundamento ontológico de aquello a que damos el nombre de valor; y de esta oposición entre lo valioso y lo no valioso surge, por fin, una categoría enteramente nueva, la cual se refiere a aquello que en la vida social sea una existencia de sentido, o bien, por el contrario, carente de sentido. Aquí tiene usted un gran proceso histórico, en el que la vida llena de sentido fue en su origen, y largo tiempo después, simplemente idéntica a la vida socialmente conformada. Tome usted como ejemplo la famosa inscripción funeraria de los espartanos caídos en las Termópilas; para ellos, una vida llena de sentido era morir por Esparta y nada más. En la cultura de la antigüedad se dan ya determinadas contradicciones. El hombre tiene que actuar uniformemente dentro de los más diversos complejos de la vida social, puesto que tiene que reproducir su propia vida. Se produce así algo que hemos dado en llamar la personalidad, la individualidad del hombre. También en esto puede usted percibir una escala ontológica; Leibniz demostró en una ocasión a las princesas de Hannover que no había dos hojas de un mismo árbol que fueran idénticas entre sí. Estas dos hojas leibnizianas las hemos vuelto a encontrar en el siglo XIX, en el momento de comprobar que no existen dos personas que tengan las mismas huellas dactilares. Pero ello no es más que la categoría de la singularidad. Y el hecho de que la individualidad se desarrolle a partir de la singularidad es un problema de desarrollo social-ontológico. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">Pues bien, yo creo que el arte, en su forma evolucionada, constituye una referencia retroactiva sobre el hombre de este tipo. Es decir, yo no quiero representar la realidad objetiva partiendo del hombre, puesto que es independiente del hombre. Porque estoy obligado a intentar considerarla como independiente; de otro modo no puedo trabajar. Si mis deseos, tendencias, etc., se reflejan en el trabajo –y no en la aserción teleológica, sino en la puesta en práctica de la aserción teleológica, mediante la aserción de series causales–, está claro que fracasaré en mi cometido. Pero existe este otro criterio, el de que dicha totalidad de aseveraciones se refiera retroactivamente al hombre. y de esta referencia retroactiva nace por fin la unificación de diversas tentativas artísticas, como ocurre en la pintura rupestre, en las danzas primitivas, en los inicios de la transición desde la edificación hacia la arquitectura propiamente dicha. No debemos olvidar que la construcción es mucho más antigua que la arquitectura. En esta última se da una tendencia unificadora que refiere toda la realidad a la evolución del hombre o, como digo en mi <i>Estética, </i>a la autoconciencia del hombre. y por esta razón yo diría que el arte, en sentido ontológico, es una reproducción del proceso según el cual el hombre concibe la propia vida en la sociedad y en la naturaleza, con todos los problemas, con todos los principios promotores, obstaculizadores y demás que determinan la vida, como referida a sí propio. Y por esta razón el arte –y éste es un hecho extraordinariamente importante para la ontología– no está en modo alguno tan separado de la génesis como para que pudiera considerarse desantropomorfizador. A Homero –por volver a citar una formulación de Marx– sólo podemos imaginárnoslo como niñez de la humanidad. Si intentásemos comprender a los hombres homéricos como gentes de hoy, el resultado sería por demás insensato; lo que ocurre, sin embargo, es que experimentamos a Homero y a los poetas antiguos como nuestro propio pasado. Al pasado de la humanidad sólo llegamos en realidad a través del médium que es el arte; los grandes hechos de la historia no nos proporcionarían, por lo general, sino una variación de diversas estructuras. Mostrar que dentro de estas variaciones existió una continuidad de conducta del hombre con respecto a la sociedad y a la naturaleza es precisamente la misión del arte. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">HOLZ: ¿Me permite intercalar, en relación con esto, una pregunta? En mi opinión, con el concepto del propio pasado que nos hacemos presente a nosotros mismos en la obra de arte de tiempos pretéritos no llegamos lejos, puesto que está comprobado que también en la obra de arte de otras épocas –no en todas ellas, pero sí en algunas– experimentamos algo que podría llamarse el tiempo actual, como lo llamó una vez Walter Benjamin; esto es, una reactivación del contenido de esa obra de arte del pasado en cuanto problema actual para nosotros. Así, pues, se podría ciertamente reproducir el problema de la <i>Antígona </i>de Sófocles, pongamos por caso, incesantemente, en cuanto problema actual y no sólo en cuanto problema perteneciente a la infancia de la humanidad. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">LUKÁCS: Mire usted, de nuevo vaya remitirme a la vida cotidiana primitiva. Todo hombre tiene una conciencia determinada, un recuerdo determinado de su propia infancia. Si considera usted las vivencias de su infancia, es indudable que tropezará con diversas clases de vivencias. Ciertas cosas las considerará usted hoy, en cierto modo, como puramente anecdóticas y sin relación alguna con su ser anímico y moral actual. Por otro lado, se dará usted cuenta de que en su infancia ha hecho y dicho ciertas cosas en las cuales se encuentra <i>in nuce </i>su yo actual entero. Tenemos que tomar el pasado en un sentido ontológico, no en el teórico-cognoscitivo. Si tomo el pasado en el sentido de la teoría del conocimiento, lo pasado está pasado. Desde el punto de vista ontológico, el pasado no siempre es pasado, sino que extiende su influencia hasta el presente; mas esto no lo hace el pasado en conjunto, sino tan sólo partes de él, y no siempre las mismas cada vez. Me permitirá usted que vuelva a insistir en que fije su atención sobre su propio pasado; en su propia evolución es seguro que diversos momentos de su infancia desempeñaron papeles diversos en diversos tiempos. Así, pues, todo este proceso de la permanencia en el arte, como yo lo llamaría, es, en cuanto rememoración del pasado de la humanidad, un proceso sumamente complicado; y en esta relación me limito a señalarle a usted el hecho de que, hacia finales de la Edad Antigua, Homero había caído en olvido o poco menos, siendo desplazado hasta comienzos de la Edad Moderna casi totalmente por Virgilio, ya que la humanidad de la Edad Media había descubierto en Virgilio su niñez. Hubo de surgir la cultura burguesa, con los críticos ingleses, que solían enfrentar a Homero con Virgilio, o con Vico, en el siglo XVII, para que la humanidad pudiera enlazar con Homero en cuanto forma infantil de ella. Un proceso similar se dio con Shakespeare. Existe, por consiguiente, un flujo y reflujo permanente acerca de lo que debe ser considerado como literatura o arte universal viviente; piense usted, por ejemplo, en el rechazo total del manierismo y el barroco por parte de un historiador del arte tan significado como es Burckhardt, y al mismo tiempo en el renacimiento del manierismo al que hemos asistido en nuestros días. Es evidente para cualquiera que esta misma rememoración constituye un proceso histórico, y que si considero la rememoración y el pasado ello mismo me obliga ya a concebirlos como momentos ontológicos de la evolución viviente de la humanidad, y no como una clasificación teórico–cognoscitiva en pasado, presente y futuro, que puede tener sentido propio bajo determinadas circunstancias de las ciencias particulares. Sin embargo, no es cierto, como decía Benjamin, que lo pasado, al hacerse actualidad, brote del pasado. Una de mis más grandiosas vivencias infantiles fue la lectura de una traducción en prosa, al húngaro, de la <i>Iliada, </i>a la edad de nueve años; el destino de Héctor, o sea, el hecho de que el hombre que sufre la derrota tenga la razón y sea 'el héroe bueno, se convirtió en determinante de toda mi evolución posterior. Ciertamente ello está contenido en Homero; si no lo estuviera, no podría producir semejante efecto. Está claro, sin embargo, que no todo el mundo ha interpretado la <i>Iliada </i>de esta manera. Si reflexiona sobre las diferentes interpretaciones que de Bruto hicieron Dante y el Renacimiento, se dará cuenta de lo diferenciadas que resultan. Existe aquí un magno proceso, un proceso continuo, del cual extrae cada época aquello que más necesita para sus propios fines. Si usted quiere, acudo de nuevo a la ciencia tradicional. El comparatismo literario opina que se trata de una influencia: <i>Götz: von Berlichingen, </i>de Goethe, habría influido, así, en la novela de Walter Scott, etcétera. Mi opinión es que, en la realidad, el asunto sigue derroteros muy diferentes, como he intentado exponerlo en mi obra <i>Historischen Roman </i>[La novela histórica]. A consecuencia de la Revolución francesa, de las guerras napoleónicas, etc., surgió en la literatura el problema de la historicidad, que, como usted sabe, no había existido en el siglo XVIII. En la medida en que Walter Scott se vio afectado personalmente por este problema, halló, de acuerdo con la máxima de Moliere: «Je prends mon bien où je le trouve», un punto de referencia en el <i>Götz von Berlichingen, </i>por más que esta última obra surgiera por razones totalmente distintas. y para la ontología del arte esto tiene el resultado extraordinariamente importante de que tan sólo pueden sobrevivir aquellas obras de arte que guardan relación con la evolución de la humanidad en cuanto tal, en un sentido amplio y profundo, razón por la cual pueden surtir su efecto bajo las más diversas formas de interpretación. Si investiga usted la historia del impacto producido por Homero o Shakespeare o Goethe a través de los tiempos, hallará reflejada, en pro o en contra, toda la evolución de la conciencia en los tiempos posteriores. y así vamos a parar, finalmente, al importantísimo problema de que, por otro lado, hay obras de arte o cosas que se llaman obras de arte que reaccionan muy vivamente ante determinados problemas de cada día, pero que, al no ser capaces de desarrollar estos problemas cotidianos hasta el nivel de aquellos problemas que –de una manera u otra, positiva o negativamente– juegan un papel en la evolución de la humanidad, envejecen en un plazo de tiempo relativamente corto. De esto puedo decir muchas cosas, como hombre viejo que soy. Escritores hubo en mis tiempos mozos que gozaban de una fama inusitada y a los cuales se acogía con el correspondiente entusiasmo –cito nombres como los de Maeterlinck, d'Annunzio, etc.– y que hoy se han tornado ilegibles. La historia de la literatura y la del arte tienen algo de proceso vivo y algo de fosa común. Las ciencias particulares nos llevan a una representación falsa; puesto que las ciencias particulares son capaces de extraer del pasado toda una serie de actitudes, se produce la ilusión de que tales cosas se hallan realmente en relación viva con la continuidad rememorativa de la evolución de la humanidad. No se puede decir que ésta sea simplemente una cuestión de bueno y malo. Considere usted, por ejemplo, a toda una serie de autores dramáticos de la época isabelina; todos ellos eran escritores importantes. Prescindiendo de una o dos excepciones episódicas, de toda aquella época tan sólo Shakespeare tuvo a fin de cuentas un influjo efectivo. Resultaría interesante averiguar el porqué de la eficacia de Shakespeare y de la inoperancia de los demás. Marlowe, Ford y Webster están muy vivos, lo admito, sobre todo para la escuela filológica inglesa; pero en lo que se refiere a la evolución de la humanidad no lo están. Así, pues, en el presente caso, la práctica de la investigación ha servido para oscurecer una interrelación real, en lugar de esclarecerla. Mas, volviendo a la cuestión de Benjamin, resulta que este factor de la eficacia inmediata sobre el presente es una característica de todo arte, pudiendo obrar esta eficacia de una manera ya honda, ya somera. Si tiene lugar de manera superficial, entonces se trata de una moda pasajera; si de manera profunda, el escritor en cuestión experimentará un renacimiento incesantemente, así medien pausas de cien años. Este componente eterno de la literatura y el arte tiene en realidad una estabilidad mucho mayor de lo que solemos imaginarnos. En la antigüedad, se revelaba simplemente por el hecho de que de unas cosas se conservaran los manuscritos y de otras no. En nuestros tiempos se da un proceso de selección que excluye con implacable rigor cosas que tan sólo tocan meros problemas superficiales del mundo. Me viene a la memoria que, cuando era un muchacho de quince o dieciséis años, empecé a leer las obras de los naturalistas alemanes; y en tal veneración los tuve que apenas podría reflejarla valiéndome de los matices del lenguaje cotidiano, ya que veía en ellos un progreso artístico inmenso. Hoy comprobamos que todo aquello era plenamente fútil; y si algunas obras del joven Hauptmann han permanecido vigentes, no ha sido por el tratamiento naturalista del lenguaje, sino por razones muy diferentes. De la misma manera ocurre hoy que, a consecuencia de una manipulación desmesurada, se considera la invención de una nueva técnica expresiva como algo que ya por el hecho de existir constituye un valor. Si repasa usted la crítica alemana actual, comprobará que los críticos muestran por lo general cierta benevolencia ante un monólogo interior, mientras que se juzgará anticuado por principio al autor que expone cualquier cosa sin acudir a monólogos interiores; y eso que el dilema «monólogo interior o no» es una cuestión totalmente secundaria con respecto al contenido. Tomemos como ejemplo <i>Le long voyage, </i>de Semprún, obra que es un puro monólogo interior y, a mi entender, uno de los más importantes productos –debe usted perdonarme; soy conservador y empleo este término del realismo socialista; esto demuestra que el monólogo interior y el realismo socialista no se excluyen. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">HOLZ: Hemos venido a parar a un punto que tal vez permita despejar un malentendido muy frecuente a la hora de discutir sobre su concepto del realismo. Normalmente, su diferenciación entre arte realista y no realista se entiende en el sentido de que la obra de arte realista lo es sencillamente por el hecho de recoger una mayor porción de realidad que la no realista. Mas, ateniéndome a la frase que acaba de decir usted ahora mismo –a saber, que sólo pueden sobrevivir aquellas obras de arte que guardan una amplia y profunda relación con la evolución de la humanidad–, resulta que ello no excluye la posibilidad de que las demás obras de arte hayan también admitido una realidad sumamente densa, pero precisamente una realidad que no tiene, al cabo, una perspectiva de futuro, una perspectiva de profundidad respecto a la evolución de la humanidad. Ello significa, por ende, que el realismo y el no realismo de una obra de arte no están referidos a la realidad actual que es reflejada en ella, sino a la perspectiva histórica, es decir, a la perspectiva de futuro que pudiera lucir en ella. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">LUKÁCS: Bien, veamos. Estamos ante un problema en el cual disiento desde un principio con la historia de la literatura y la historia del arte. La cosa es bien sencilla. Elijo un ejemplo un tanto caricaturesco. Se dice, por ejemplo, que <i>Götz von Berlichingen </i>es una obra realista y que <i>Ifigenia </i>no lo es, puesto que está escrita en verso. Tales posturas existen, naturalmente; y sin duda se dan casos en los que, en tales oposiciones, el realismo y el no realismo llegan a chocar verdaderamente, como se puede ver, por ejemplo, en personalidades tan importantes como Schiller y Richard Wagner, quienes partiendo de determinadas nociones idealistas y de ciertos hábitos teatrales rebasan el realismo de sus propias concepciones. Piense usted, por ejemplo, en cómo deforma totalmente Schiller a la reina Isabel en su <i>María Estuardo </i>para dar satisfacción a sus principios morales. Por otro lado –y aquí está, al fin, la oposición propiamente dicha de la que quiero hablar–, considero a la oposición entre naturalismo y realismo como una de las más grandes que se dan en el campo de la estética. En mis escritos sobre estética tropezará usted repetidamente con esta oposición; en cambio, historiadores del arte tan destacados como los propios historiadores de la escuela de Riegl manejan los términos naturalismo y realismo casi como sinónimos. Esto ya sí que no es correcto en absoluto. Digamos que entre los precursores del impresionismo alemán, y en los primeros momentos, se daban innumerables elementos naturalistas, mientras que ni en el impresionismo propiamente dicho y ni en lo que de él surgió –es decir, ni en Manet ni en Monet, el joven Monet, ni el Sisley ni en Pissarro y menos aún en Cézanne–cabe hablar con propiedad de una tendencia naturalista que falta por completo o casi totalmente. La historia del arte yerra en un problema muy fundamental al concebir al realismo y al naturalismo como conceptos idénticos. No quiero entrar aquí en detalles, pues conociendo mis escritos sabe usted perfectamente que este tema me preocupa lo suyo; cuando critico, por ejemplo, en ese pequeño folleto sobre el arte moderno al realismo socialista de la era staliniana, lo critico llamándolo naturalismo de época. Todo cuanto ha navegado bajo el pabellón del <i>realismo socialista </i>y cuanto hoy en día se utiliza para comprometer el término <i>realismo socialista no </i>sólo no es, a mi juicio, realismo socialista, sino que ni siquiera es realismo: justamente es eso, un naturalismo de época. Así, pues, cuando hablamos del concepto de realismo, yo lo aplico a un tipo de literatura al que, en mis escritos polémicos sobre la época de los soviets, di el nombre de realismo desde Homero hasta Gorki. Mas esto lo dije en sentido literal, sin querer comparar por ello' a Gorki con Homero, sino más bien para expresar que se daba allí una tendencia común y que no era una tendencia de las técnicas expresivas, del estilo, etc., sino una intención referida a la esencia real, fundamental, de la humanidad, que se mantiene en un continuo proceso. En esto consiste el problema del realismo; no significando, por supuesto, el realismo un concepto estilístico, por cuanto que el arte, en todo tiempo –y esto es lo esencial aquí–, refiere los problemas inmediatos de la época a la evolución general de la humanidad y los pone en conexión con ella, pudiendo darse el caso, como es natural, de que el propio escritor no sea consciente de esta interrelación. No digo ni remotamente que Homero tuviese una noción de humanidad; v, sin embargo, en la escena en que el anciano Príamo acude al campamento de Aquiles para traerse el cadáver de Héctor queda planteado un grandioso problema de la humanidad, ante el cual no puede pasar de largo ningún ser humano que quiera –¿cómo diría yo ?–, que quiera saldar cuentas con el pasado y consigo mismo. A este problema me refiero cuando hablo de la rememoración de la humanidad. Surge aquí, en este punto –dicho sea de paso–, una relación con la filosofía hegeliana, pues recordará usted que la parte final de <i>Phänomenologie des Geistes </i>[La fenomenología del espíritu], que trata el tema del espíritu absoluto, se plantea como una interiorización rememorizante ('Er–Innerung') en contraposición con la autoexteriorización ('Ent–Aeusserung'). Sólo que, en Hegel, el momento del pasado se convierte en excesivamente dominante, mientras que, en mi teoría, el pasado es por una parte pasado y autoexperimentación, y por otra parte proporciona un motivo para adoptar una actitud determinada ante el presente. Y este motivo lo ha interpretado hasta ahora toda sociedad, retrocediendo hacia determinados momentos del pasado. Recuerde usted la antiquización durante la Revolución francesa. En la práctica, no se trata en modo alguno de saber si la concepción que de la antigüedad tenían Robespierre o Saint-Just era correcta. De cualquier modo, Robespierre y Saint-Just no hubieran podido tenerla, desde el momento en que situaban a la antigüedad en relación con su pensamiento, es decir, con el impulso de sus asertos teleológicos. De este modo, la rememoración por la humanidad de su propio pasado incluye al arte; y estoy a punto de decir que, en determinados momentos, la vida humana adquiere una importancia tal que se hace semejante a las obras de arte. Pienso, por ejemplo, en la vida de Sócrates; y, desde este punto de vista, es totalmente indiferente que Jesucristo haya existido o no, que su figura esté correctamente reflejada o no en los Evangelios. Hay un gesto de Jesucristo que, desde las crisis del esclavismo en vías de disolución hasta nuestros días –acuérdese usted, por ejemplo, del «Gran Inquisidor» de Dostoievski–, constituye una potencia viva de la cual es preciso ocuparse de alguna forma. Mas no sólo se trata del caso de Dostoievski, puesto que el paradigma surte efectos retroactivos sobre la ciencia; y basta pensar en la disertación de Max Weber titulada <i>Politik als Beruf </i>(1), en la que el autor confronta en esta relación a la política real con el sermón de la Montaña, queriendo deducir de ello un procedimiento viable para la actuación política. Independientemente de la corrección histórica, todo esto demuestra que la figura de Jesús ha adquirido para la humanidad una significación comparable a la de Antígona, Hamlet o Don Quijote. De modo totalmente marginal señalo la posibilidad de que tales figuras ejerzan influencia sobre gran parte de las posibilidades de actuación. Tomemos, por ejemplo, en el siglo XIX, la figura de Napoleón, que ejerció una enorme influencia desde Rastignac hasta Raskolnikov, a pesar de que no existe ni una sola obra literaria que ofrezca una exposición, ni por asomo adecuada, de la figura de Napoleón. Ello prueba justamente que existe aquí una necesidad ontológica incesantemente creciente, la cual es satisfecha en líneas fundamentales por el arte. Lo que acabo de decir sobre Jesucristo no contradice esto en modo alguno, sino que sólo revela que aquellas mismas tendencias que habían conducido desde la evolución del arte a la formación de los mitos crean por fin aquí, de modo análogo, una necesidad muy específica del arte, pudiéndose ver en Homero el papel que desempeña la ejemplaridad de los héroes anteriores sobre las acciones de los héroes homéricos. En las formas de la técnica actual en cada caso –pero en última instancia en sus efectos, independientemente de esta técnica– el arte muestra en sus contenidos lo esencial del desarrollo de la humanidad; y de ahí es de donde surge la permanencia de los efectos del arte. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">HOLZ: Cuando habla usted de los momentos realistas de las obras de arte, habla siempre de este contenido, de estos momentos de contenido ya configurados... . </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">LUKÁCS: Sí. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">HOLZ: Pues bien, ¿ no es cierto que se da también una especie de realismo que se expresa en el hecho de descubrir a la humanidad determinados momentos formales? Pienso, por ejemplo, en la literatura, donde esto tiene que ver con el lenguaje. ¿ No podría decirse que la conquista de nuevas posibilidades idiomáticas y la disponibilidad de nuevos medios lingüísticos habría de incluirse también bajo el concepto de realismo? Yo diría que Cervantes es indiscutiblemente un realista; pero ¿ no lo es también Góngora, en el momento en que elabora determinadas figuras y posibilidades idiomáticas que luego pueden ser transmitidas a las generaciones posteriores como formas de expresión del pensamiento lingüístico? </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">LUKÁCS: Esta pregunta no puede plantearse formalmente, y creo que es una de las grandes desdichas de nuestro tiempo el que se considere el arte desde un punto de vista técnicamente formal. y lo mismo que respecto a la moda se discute acerca de la minifalda, se discute también sobre el <i>pop–art, </i>el <i>op–art, </i>etc., casi en el mismo nivel de las modas. Esta concepción tiene su asiento teórico en la llamada escuela de la interpretación, en la que los problemas puramente formales de la renovación lingüística son inflados de modo tal que pasan a convertirse en grandes problemas independientes. Retorno una vez más a lo primitivamente ontológico: el lenguaje es un medio de comunicación entre las personas, no una información, pues si le digo a una mujer: «Te quiero», no se trata de una información, sino de algo muy diverso. y me da lo mismo que el profesor Bense se fabrique una teoría sobre si las declaraciones de amor tienen un coeficiente de 448 ó 487, puesto que eso nada tiene que ver con la cuestión de las declaraciones de amor. Ya entiende usted lo que quiero decir. Y ahora vuelve a presentarse la cuestión de si esta renovación lingüística contribuye esencialmente a una comprensión correcta y profundizada del mundo; en ese caso, se integra en el lenguaje universal, y entonces la cosa ha perdido –¿cómo diríamos?– su componente innovador. a bien se queda en la periferia. En el diálogo de los naturalistas alemanes de finales del siglo XIX, por ejemplo, no hay duda de que la imitación de los acentos suabos, silesios, sajones o berlineses fue una innovación idiomática que desempeñó su papel como medio de superación de la uniformidad del lenguaje dramático a la manera de Wildenbruch; pero transcurrido un tiempo, ese carácter innovador desapareció casi totalmente, y en lugar del dialecto surgieron otras posibilidades de individualización del lenguaje que no precisaban de ese naturalismo, como puede usted ver, por ejemplo, en los diálogos de Thomas Mann o de otros. Soy, pues, de la opinión de que el contenido es aquí, decididamente, lo primario. No hemos de partir de las cuestiones técnicas, sino más bien preguntarnos cuál es el gran contenido de una época, que condiciona y produce una técnica determinada del lenguaje, de la pintura y demás, y qué es lo que luego pasa de todo ello a la evolución posterior. En consecuencia, considero, por supuesto, como un interesante problema técnico de taller lo que pueda hacer un poeta actual con el lenguaje de Góngora, porque, a mi entender, es sumamente interesante el que se descubran aquí ciertos elementos técnicos, los cuales llegan a ser en manos de las personas por ellas estimuladas una cosa totalmente distinta a la intención originaria. Tome usted como ejemplo los descubrimientos del lenguaje surrealista. Está fuera de dudas que ejercieron una notable influencia sobre la lírica de Paul Eluard; pero también está fuera de dudas que los poemas verdaderamente grandes de Eluard son algo distinto del lenguaje surrealista. En él, el lenguaje surrealista se convirtió en un elemento de un complejo que expresa algo importante para la subjetividad actual.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font: 13.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">(1) «La política como vocación», incluida en: Max Weber, <i>El político y el científico, </i>El Libro de Bolsillo, núm. 71. </div><div style="font: 13.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 16.0px; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px;"><b><i>Conversaciones con Lukács</i> </b>– Holz, Kofler, Abrendroth. Alianza Editorial, Madrid 1969. Págs. 15–53. Traducción de Jorge Deike y Javier Abásolo.</div><div><br />
</div>estafetahttp://www.blogger.com/profile/10314797590011827695noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4391952270751641520.post-13182505594686787072011-07-28T09:30:00.000-07:002016-06-16T14:37:38.618-07:00Mijail Bajtin – La cultura popular en la Edad Media y en el Renacimiento. El contexto de François Rabelais<div style="font: 24.0px 'Adobe Garamond'; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 25.0px; text-align: center;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj7leLGTXIxPKgxPgAZBw7CeDX67if2s8twdmfZnzGhynuOp96kphMQXkl8ah9zD6rotrrD0oO6xe8m4ofmPpIj86AnInLrAizWTer10KdhBV6_7cPKYAytwO6-3mgCgnSLLD4gWzzmv8Q/s1600/Bakhtin.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj7leLGTXIxPKgxPgAZBw7CeDX67if2s8twdmfZnzGhynuOp96kphMQXkl8ah9zD6rotrrD0oO6xe8m4ofmPpIj86AnInLrAizWTer10KdhBV6_7cPKYAytwO6-3mgCgnSLLD4gWzzmv8Q/s1600/Bakhtin.jpeg" /></a></div>
<br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 17.0px; text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 12.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
En nuestro país, Rabelais es el menos popular, el menos estudiado, el menos comprendido y estimado de los grandes escritores de la literatura mundial. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
No obstante, Rabelais está considerado como uno de los autores europeos más importantes. Bélinsky (1) lo ha calificado de genio, de «Voltaire» del siglo XVI, y estima su obra como una de las más valiosas de los siglos pasados. Los especialistas europeos acostumbran a colocarla -por la fuerza de sus ideas, de su arte y por su importancia histórica- después de Shakespeare, e incluso llegan a ubicarlo a la par del inglés. Los románticos franceses, sobre todo Chateaubriand y Hugo, lo tenían por uno de los genios más eminentes de la humanidad de todos los tiempos y pueblos. Se le ha considerado, y se le considera aún, no sólo como un escritor de primer orden, sino también como un sabio y un profeta. He aquí un juicio significativo de Michelet: «Rabelais ha recogido directamente la sabiduría de la <i>corriente popular de los antiguos dialectos, refranes, proverbios y farsas estudiantiles, de la boca de la gente común y los bufones. </i></div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
»Y a través de esos <i>delirios, </i>aparece con toda su grandeza el genio del siglo y su <i>fuerza profética. </i>Donde no logra descubrir, acierta a entrever, anunciar y dirigir. Bajo cada hoja de la floresta de los sueños se ven frutos que recogerá el <i>porvenir. </i>Este libro es una <i>rama de oro.» </i>(2) </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Es evidente que los juicios y apreciaciones de este tipo son muy relativos. No pretendemos decidir si es justo<i> </i>colocar a Rabelais a la par de Shakespeare o por encima o debajo de Cervantes, etc. Por lo demás, el lugar histórico que ocupa entre los creadores de la nueva literatura europea está indiscutiblemente al lado de Dante, Bocaccio, Shakespeare y Cervantes. Rabelais ha influido poderosamente no sólo en los destinos de la literatura y la lengua literaria francesa, sino también en la literatura mundial (probablemente con tanta intensidad como Cervantes). Es también indudable que fue <i>el más democrático </i>de los modernos maestros literarios. Para nosotros, sin embargo, su cualidad principal es la de estar más profundamente ligado que los demás a las fuentes <i>populares </i>(las que cita Michelet son exactas, sin duda, pero distan mucho de ser exhaustivas); el conjunto de estas fuentes determinaron su sistema de imágenes tanto como su con concepción artística. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Y es precisamente ese peculiar carácter popular y, podríamos decir, radical de las imágenes de Rabelais lo que explica que su porvenir sea tan excepcionalmente rico, como correctamente señala Michelet, Es también este carácter popular el que explica «el aspecto no literario» de Rabelais, quiero decir su resistencia a ajustarse a los cánones y reglas del arte literario vigentes desde el siglo XVI hasta nuestros días, independientemente de las variaciones que sufriera su contenido. Rabelais ha rechazado estos moldes mucho más categóricamente que Shakespeare o Cervantes, quienes se limitaron a evitar los cánones clásicos más o menos estrechos de su época. Las imágenes de Rabelais se distinguen por una especie de «carácter no oficial», indestructible y categórico, de tal modo que no hay dogmatismo, autoridad ni formalidad unilateral que pueda armonizar con las imágenes rabelesianas, decididamente hostiles a toda perfección definitiva, a toda estabilidad, a toda formalidad limitada, a toda operación y decisión circunscritas al dominio del pensamiento y la concepción del mundo. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
De ahí la soledad tan especial de Rabelais en el curso de los siglos siguientes: es imposible llegar a él a través de los caminos trillados que la creación artística y el pensamiento ideológico de la Europa burguesa, siguieron a lo largo de los últimos cuatro siglos. Y si bien es cierto que en ese tiempo encontramos numerosos admiradores entusiastas de Rabelais, es imposible, en cambio, hallar una comprensión total, claramente formulada, de su obra. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Los románticos, que redescubrieron a Rabelais, como a Shakespeare y a Cervantes, no supieron encontrar su centro y no pasaron por eso de una maravillada sorpresa. Muchos son los comentaristas que Rabelais rechazado y rechaza aún; a la mayoría por falta de comprensión. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
El único medio de descifrar esos enigmas, es emprender un estudio en profundidad de sus <i>fuentes populares. </i>Si Rabelais se nos presenta como un solitario, sin afinidades con otros grandes escritores de los cuatro últimos siglos, podemos en cambio afirmar que, frente al rico acervo actualizado de la literatura popular, son precisamente esos cuatro siglos de evolución literaria los que se nos presentan aislados y exentos de afinidades mientras <i>las imágenes rabelesianas están perfectamente ubicadas dentro de la evolución milenaria de la cultura popular. </i></div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Si Rabelais es el más difícil de los autores clásicos, es porque exige, para ser comprendido, la reformulación radical de todas las concepciones artísticas e ideológicas, la capacidad de rechazar muchas exigencias del gusto literario hondamente arraigadas, la revisión de una multitud de nociones y, sobre todo, una investigación profunda de los dominios de literatura <i>cómica </i>popular que ha sido tan poco y tan superficialmente explorada. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Ciertamente, Rabelais<i> </i>es difícil. Pero, en recompensa, su obra, descifrada convenientemente, permite iluminar la cultura cómica popular de varios milenios, de la que Rabelais fue el eminente portavoz en la literatura. Sin lugar a dudas, su novela puede ser la clave que nos permita penetrar en los espléndidos santuarios de la obra cómica popular que han permanecido incomprendidos e inexplorados. Pero antes de entrar en ellos, es fundamental conocer esta clave. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
La presente introducción se propone plantear los problemas de la cultura cómica popular de la Edad Media y el Renacimiento, discernir sus dimensiones y definir previamente sus<i> </i>rasgos originales. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Como hemos dicho, la risa popular y sus formas, constituyen el campo menos estudiados de la creación popular. La concepción estrecha del carácter popular y del folklore nacida en la época pre-romántica y rematada esencialmente por Herder y los románticos, excluye casi por completo la cultura específica de la plaza pública y también el humor popular en toda la riqueza de sus manifestaciones. Ni siquiera posteriormente los especialistas del folklore y la historia literaria han considerado el humor del pueblo en la plaza pública como un objeto digno de estudio desde el punto de vista cultural, histórico, folklórico o literario. Entre las numerosas investigaciones científicas consagradas a los ritos, los mitos y las obras populares, líricas y épicas, la risa no ocupa sino un lugar modesto. Incluso en esas condiciones, la naturaleza específica de la risa popular aparece totalmente deformada porque se le aplican ideas y nociones que le son ajenas pues pertenecen verdaderamente al dominio de la cultura y la estética burguesa contemporáneas. Esto nos permite afirmar, sin exageración, que la profunda originalidad de la antigua cultura cómica popular no nos ha sido revelada. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Sin embargo, su amplitud e importancia eran considerables en la Edad Media y en el Renacimiento. El mundo infinito de las formas y manifestaciones de la risa se oponía a la cultura oficial, al tono serio, religioso y feudal de la época. Dentro de su diversidad, estas formas y manifestaciones -las fiestas públicas carnavalescas, los ritos y cultos cómicos, los bufones y «bobos», gigantes, enanos y monstruos, payasos de diversos estilos y categorías, la literatura paródica, vasta y multiforme, etc.-, poseen una unidad de estilo y constituyen partes y zonas únicas e indivisibles de la cultura cómica popular, principalmente de la cultura carnavalesca. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Las múltiples manifestaciones de esta cultura pueden subdividirse en tres grandes categorías; </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<i>1) formas y rituales del espectáculo </i>(festejos carnavalescos, obras cómicas representadas en las plazas públicas, etc.); </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<i>2) Obras cómicas verbales </i>(incluso las parodias) de diversa naturaleza: orales y escritas, en latín o en lengua vulgar; </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<i>3) Diversas formas y tipos del vocabulario familiar y grosero </i>(insultos, juramentos, lemas populares, etc.), </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Estas tres categorías, que reflejan en su heterogeneidad un mismo aspecto cómico del mundo, están estrechamente interrelacionadas y se combinan entre sí. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Vamos a definir previamente cada una de las tres formas. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 17.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Los festejos del carnaval, con todos los actos y ritos cómicos que contienen, ocupaban un lugar muy importante en la vida del hombre medieval. Además de los carnavales propiamente dichos, que iban acompañados de actos y procesiones complicadas que llenaban las plazas y las calles durante días enteros, se celebraban también la «fiesta de los bobos» <i>(festa stultorum) </i>y la «fiesta del asno»; existía también una «risa pascual» <i>(risus paschalis) </i>muy singular y libre, consagrada por la tradición. Además, casi todas las fiestas religiosas poseían un aspecto cómico popular y público, consagrado también por la tradición. Es el caso, por ejemplo, de las fiestas del templo», que eran seguidas habitualmente por ferias y por un rico cortejo de regocijos populares (durante los cuales se exhibían gigantes, enanos, monstruos, bestias «sabias», etc.). La representación de los misterios acontecía en un ambiente de carnaval. Lo mismo ocurría con las fiestas agrícolas, como la vendimia, que se celebraban asimismo en las ciudades. La risa acompañaba también las ceremonias y los ritos civiles de la vida cotidiana: así, los bufones y los «tontos» asistían siempre a las funciones del ceremonial serio, parodiando sus actos (proclamación de los nombres de los<i> </i>vencedores de los torneos, ceremonias de entrega del derecho de vasallaje, de los nuevos caballeros armados, etc.). Ninguna fiesta se desarrollaba sin la intervención de los elementos de una organización cómica; así, para el desarrollo de una fiesta, la elección de reinas y reyes de la<i> </i>«risa». </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Estas formas rituales y de espectáculo organizadas a manera cómica y consagradas por la tradición, se habían difundido en todos los países europeos, pero en los países latinos, especialmente en Francia, destacaban por su riqueza y complejidad particulares. Al analizar el sistema rabelesiano de imágenes dedicaremos un examen más completo y detallado a las mismas. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Todos estos ritos y espectáculos organizados a la manera cómica, presentaban una diferencia notable, una diferencia de principio, podríamos decir, con las formas del culto y las ceremonias oficiales serias de Iglesia o del Estado feudal. Ofrecían una visión del mundo, del hombre y de las relaciones humanas totalmente diferente, deliberadamente no-oficial, exterior a la Iglesia y al Estado; parecían haber construido, al lado del mundo oficial, <i>un segundo mundo y una segunda vida </i>a la que los hombres de la Edad Media pertenecían en una proporción mayor o menor y en la que vivían en fechas determinadas. Esto creaba una especie de <i>dualidad del mundo, </i>y creemos que sin tomar esto en consideración no se podría comprender ni la conciencia cultural de la Edad Media ni la civilización renacentista. La ignorancia o subestimación de risa popular en Edad Media deforma también el cuadro evolutivo histórico de la cultura europea en los siglos siguientes. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
La dualidad en la percepción del mundo y la vida humana ya existían en el estadio anterior de la civilización primitiva. En el folklore de los pueblos primitivos se encuentra, paralelamente a los cultos serios (por su organización y su tono) la existencia de cultos cómicos, que convertían a las divinidades en objetos de burla y blasfemia («risa ritual»); paralelamente a los mitos serios, mitos cómicos e injuriosos; paralelamente a los héroes, sus sosias paródicos. Hace muy poco que los especialistas del folklore comienzan a interesarse en los ritos y mitos cómicos. (3)</div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Pero en las etapas primitivas, dentro de un régimen social que no conocía todavía ni las clases ni el Estado, los aspectos serios y cómicos de la divinidad, del mundo y del hombre eran, según todos los indicios, igualmente sagrados e igualmente, podríamos decir, «oficiales». Este rasgo persiste a veces en algunos ritos de épocas posteriores. Así, por ejemplo, en la Roma antigua, durante la ceremonia del triunfo, se celebraba y se escarnecía al vencedor en igual proporción; del mismo modo, durante los funerales se lloraba (o celebraba) y se ridiculizaba al difunto. Pero cuando se establece el régimen de clases y de Estado, se hace imposible otorgar a ambos aspectos derechos iguales, de modo que las formas cómicas -algunas más temprano, otras más tarde-, adquieren un carácter no oficial, su sentido se modifica, se complica y se profundiza, para transformarse final mente en las formas fundamentales de expresión de la cosmovisión y la cultura populares. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Es el caso de los regocijos carnavalescos de la Antigüedad, sobre todo las saturnales romanas, así como de los carnavales de la Edad Media, que están evidentemente muy alejados de la risa ritual que conocía la comunidad primitiva. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
¿Cuáles son los rasgos típicos de las formas rituales y de los espectáculos cómicos de la Edad Media, y, ante todo, cuál es su naturaleza, es decir su modo de existencia? </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
No se trata por supuesto de ritos religiosos, como en el género de liturgia cristiana, a la que están relacionados por antiguos lazos genéricos. El principio cómico que preside los ritos carnavalescos los exime completamente de todo dogmatismo religioso o eclesiástico, del misticismo, de la piedad, y están por lo demás desprovistos de carácter mágico o encantatorio (no piden ni exigen nada). Más aún, ciertas formas carnavalescas son una verdadera parodia del culto religioso. Todas estas formas son decididamente exteriores a la Iglesia y a la religión. Pertenecen a una esfera particular de la vida cotidiana. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Por su carácter concreto y sensible y en razón de un poderoso elemento de<i> juego, </i>se relacionan preferentemente con las formas artísticas y animadas de imágenes, es decir con las formas del espectáculo teatral. Y es verdad que las formas del espectáculo teatral de la Edad Media se asemejan en lo esencial a los carnavales populares, de los que forman parte en cierta medida. Sin embargo, el núcleo de esta cultura, es decir el carnaval, no es tampoco la forma puramente <i>artística </i>del espectáculo teatral, y, en general, no pertenece al dominio del arte. Está situado en las fronteras entre el arte y la vida. En realidad es la vida misma, presentada con los elementos característicos del juego. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
De hecho, el carnaval ignora toda distinción entre actores y espectadores. También ignora la escena, incluso en su forma embrionaria. Ya que una escena destruiría el carnaval (e inversamente, la destrucción del escenario destruiría el espectáculo teatral). Los espectadores no asisten al carnaval, sino que <i>lo viven, </i>ya que el carnaval está hecho <i>para todo el pueblo. </i>Durante el carnaval no hay otra vida que la del carnaval. Es imposible escapar, porque el carnaval no tiene ninguna frontera <i>espacial. </i>En el curso de la fiesta sólo puede vivirse de acuerdo a sus leyes, es decir de acuerdo a las leyes <i>de la libertad. </i>El carnaval posee un carácter universal, es un estado peculiar del mundo: su renacimiento y su renovación en los que cada individuo participa. Esta es la esencia misma del carnaval, y los que intervienen en el regocijo lo experimentan vivamente. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
La idea del carnaval ha sido observada y se ha manifestado de forma muy sensible en las saturnales romanas, que eran experimentadas como un retorno efectivo y completo (aunque provisorio) al país de la edad de oro. Las tradiciones de las saturnales sobrevivieron en el carnaval de la Edad Media, que representó, con más plenitud y pureza que otras fiestas de la misma época, la idea de la renovación universal. Los demás regocijos de tipo carnavalesco eran limitados y encarnaban la idea del carnaval en una forma menos plena y menos pura; sin embargo, la idea subsistía y se la concebía como una huida provisional de los moldes de la vida ordinaria (es decir, oficial). </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
En este sentido el carnaval no era una forma artística de espectáculo teatral, sino más bien una forma concreta de la vida misma, que no era simplemente representada sobre un escenario, sino vivida en la duración del carnaval. Esto puede expresarse de la siguiente manera: durante el carnaval es la vida misma la que juega e interpreta (sin escenario, sin tablado, sin actores, sin espectadores, es decir sin los atributos específicos de todo espectáculo teatral) su propio renacimiento y renovación sobre la base de mejores principios. Aquí la forma efectiva de la vida es al mismo tiempo su forma ideal resucitada. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Los bufones y payasos son los personajes característicos de la cultura cómica de la Edad Media. En cierto modo, los vehículos permanentes y consagrados del principio carnavalesco en vida cotidiana (aquella que se desarrollaba fuera del carnaval). Los bufones y payasos, como por ejemplo el payaso Triboulet, que actuaba en la corte de Francisco I (y que figura también en la novela de Rabelais), no eran actores que desempeñaban su papel sobre el escenario (a semejanza de los cómicos que luego interpretarían Arlequín, Hans Wurst, etc.). Por el contrario, ellos seguían siendo bufones y payasos en todas las circunstancias de su vida. Como tales, encarnaban una forma especial de la vida, a la vez real e ideal. Se situaban en la frontera entre la vida y el arte (en una esfera intermedia), ni personajes excéntricos o estúpidos ni actores cómicos. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
En suma, durante el carnaval es la vida misma la que interpreta, y durante cierto tiempo el<i> </i>juego se transforma en vida real. Esta es la naturaleza específica del carnaval, su modo particular de existencia. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
El carnaval es la segunda vida del pueblo, basada en el principio de la risa. Es su <i>vida festiva. </i>La fiesta es el rasgo fundamental de todas las formas de ritos y espectáculos cómicos de la Edad Media. Todas esas formas presentaban un lazo exterior con las fiestas religiosas. Incluso el carnaval, que no coincidía con ningún hecho de la vida sacra, con ninguna fiesta santa, se desarrollaba durante los últimos días que precedían a la gran cuaresma (de allí los nombres franceses de <i>Mardi gras </i>o <i>Carême-prenant </i>y, en los países germánicos, de <i>Fastnacht). </i>La línea genética que une estas formas a las festividades agrícolas paganas de la Antigüedad, y que incluyen en su ritual el elemento cómico, es más esencial aún. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Las festividades (cualquiera que sea su tipo) son una <i>forma primordial </i>determinante la civilización humana. No hace falta considerarlas ni explicarlas como un producto de las condiciones y objetivos prácticos del trabajo colectivo, o interpretación más vulgar aún, de la necesidad biológica (fisiológica) de descanso periódico. Las festividades siempre han tenido un contenido esencial, un sentido profundo, han expresado siempre una concepción del mundo. Los «ejercicios» de reglamentación y perfeccionamiento del proceso del trabajo colectivo, el «juego del trabajo», el descanso o la tregua en el trabajo nunca han llegado a ser verdaderas <i>fiestas. </i>Para que lo sea hace falta un elemento más, proveniente del mundo del espíritu y de las ideas. Su sanción debe emanar no del mundo de los <i>medios </i>y condiciones indispensables, sino del mundo de los <i>objetivos superiores </i>de la existencia humana, es decir, el mundo de los ideales. Sin esto, no existe clima de fiesta. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Las fiestas tienen siempre una relación profunda con el tiempo. En la base de las fiestas hay siempre una concepción determinada y concreta del tiempo natural (cósmico), biológico e histórico. Además las fiestas, en todas sus fases históricas, han estado ligadas a períodos de crisis, de trastorno, en la vida de la naturaleza, de la sociedad y del hombre. La muerte y la resurrección, las sucesiones y la renovación constituyeron siempre los aspectos esenciales de la fiesta. Son estos momentos precisamente (bajo las formas concretas de las-diferentes fiestas) los que crearon el clima típico de la fiesta. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Bajo el régimen feudal existente en la Edad Media, este carácter festivo, es decir la relación de la fiesta con los objetivos superiores de la existencia humana, la resurrección y la renovación, sólo podía alcanzar su plenitud y su pureza en el carnaval y en otras fiestas populares y públicas. La fiesta se convertía en esta circunstancia en la forma que adoptaba segunda vida del pueblo, que temporalmente penetraba en el reino utópico de la universalidad, de la libertad, de la igualdad y de la abundancia. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
En cambio, las fiestas oficiales de la Edad Media (tanto las de la Iglesia como las del Estado feudal) no sacaban al pueblo del orden existente, ni eran capaces de crear esta segunda vida. Al contrario, contribuían a consagrar, sancionar y fortificar el régimen vigente. Los lazos con el tiempo se volvían puramente formales, las sucesiones y crisis quedaban totalmente relegadas al pasado. En la práctica, la fiesta oficial miraba sólo hacia atrás, hacia el pasado, del que se servía para consagrar el orden social presente. La fiesta oficial, incluso a pesar suyo a veces, tendía a consagrar la estabilidad, la inmutabilidad y la perennidad de las reglas que regían el mundo: jerarquías, valores, normas y tabúes religiosos, políticos y morales corrientes. La fiesta era el triunfo de la verdad prefabricada, victoriosa, dominante, que asumía la apariencia de una verdad eterna, inmutable y perentoria. Por eso el tono de la fiesta oficial traicionaba la <i>verdadera </i>naturaleza de la fiesta humana y la desfiguraba. Pero como su carácter auténtico era indestructible, tenían que tolerarla e incluso legalizarla parcialmente en las formas exteriores y oficiales de la fiesta y concederle un sitio en la plaza pública. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
A diferencia de la fiesta oficial, el carnaval era el triunfo de una especie de liberación transitoria, más allá de la órbita de la concepción dominante, la abolición provisional de las relaciones jerárquicas, privilegios, reglas y tabúes. Se oponía a toda perpetuación, a todo perfeccionamiento y reglamentación, apuntaba a un porvenir aún incompleto. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
La abolición de las relaciones jerárquicas poseía una significación muy especial. En las fiestas oficiales las distinciones jerárquicas se destacaban a propósito, cada personaje se presentaba con las insignias de sus títulos, grados y funciones y ocupaba el lugar reservado a su rango. Esta fiesta tenía por finalidad la consagración de la desigualdad, a diferencia del carnaval en el que todos eran iguales y donde reinaba una forma especial de contacto libre y familiar entre individuos normalmente separados en la vida cotidiana por las barreras infranqueables de su condición, su fortuna, su empleo, su edad y su situación familiar. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
A diferencia de la excepcional jerarquización del régimen feudal, con su extremo encasillamiento en estados y corporaciones, este contacto libre y familiar era vivido intensamente y constituía una parte esencial de la visión carnavalesca del mundo. El individuo parecía dotado de una segunda vida que le permitía establecer nuevas relaciones, verdaderamente humanas, con sus semejantes. La alienación desaparecía provisionalmente. El hombre volvía a sí mismo y se sentía un ser humano entre sus semejantes. El auténtico humanismo que caracterizaba estas relaciones no era en absoluto fruto de la imaginación o el pensamiento abstracto, sino que se experimentaba concretamente en ese contacto vivo, material y sensible. El ideal utópico y el real se basaban provisionalmente en la visión carnavalesca, única en su tipo. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
En consecuencia, esta eliminación provisional, a la vez ideal y efectiva, de las relaciones jerárquicas entre los individuos, creaba en la plaza pública un tipo particular de comunicación inconcebible en situaciones normales. Se elaboraban formas especiales del lenguaje y de los ademanes, francas y sin constricciones, que abolían toda distancia entre los individuos en comunicación, liberados de las normas corrientes de la etiqueta y las reglas de conducta. Esto produjo el nacimiento de un lenguaje carnavalesco típico, del cual encontraremos numerosas muestras en Rabelais. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
A lo largo de siglos de evolución, el carnaval medieval, prefigurado en los ritos cómicos anteriores, de antigüedad milenaria (en los que incluimos las saturnales) originó una lengua propia de gran riqueza, capaz de expresar las formas y símbolos del carnaval y de transmitir la cosmovisión carnavalesca unitaria pero compleja del pueblo. Esta visión, opuesta a todo lo previsto y perfecto, a toda pretensión de inmutabilidad y eternidad, necesitaba manifestarse con unas formas de expresión dinámicas y cambiantes (proteicas) fluctuantes y activas. De allí que todas las formas y símbolos de la lengua carnavalesca estén impregnadas del lirismo de la sucesión y la renovación, de la gozosa comprensión de la relatividad de las verdades y las autoridades dominantes. Se caracteriza principalmente por lógica original de las cosas «al revés» y «contradictorias», de las permutaciones constantes de lo alto y lo bajo (la «rueda») del frente y el revés, y por las diversas formas de parodias, inversiones, degradaciones, profanaciones, coronamientos y derrocamientos bufonescos. La segunda vida, el segundo mundo de la cultura popular se construye en cierto modo como parodia de la vida ordinaria, como un «mundo al revés». Es preciso señalar sin embargo que la parodia carnavalesca está muy alejada de la parodia moderna puramente negativa y formal; en efecto, al negar, aquélla resucita y renueva a la vez. La negación pura y llana es casi siempre ajena a la cultura popular. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
En la presente introducción, nos hemos limitado a tratar muy rápidamente las formas y los símbolos carnavalescos, dotados de una riqueza y originalidad sorprendentes. El objetivo fundamental de nuestro estudio es hacer asequible esta lengua semiolvidada, de la que comenzamos a perder la comprensión de ciertos matices. Porque ésta es, precisamente, la lengua que utilizó Rabelais. Sin conocerla bien, no podríamos comprender realmente el sistema de imágenes rabelesianas. Recordemos que esta lengua carnavalesca fue empleada también, en manera y proporción diversas, por Erasmo, Shakespeare, Cervantes, Lope de Vega, Tirso de Molina, Guevara y Quevedo; y también por la «literatura de los bufones alemanes» <i>(Narrenliteratur), </i>Hans Sachs, Fischart, Grimmelshausen y otros. Sin conocer esta lengua es imposible conocer a fondo y bajo todos sus aspectos la literatura del Renacimiento y del barroco. No sólo la literatura, sino también las <i>utopías </i>del Renacimiento y su concepto del mundo influidas por la visión carnavalesca del mundo y a menudo adoptaban sus formas y símbolos. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Explicaremos previamente la naturaleza compleja del humor carnavalesco. Es, ante todo, un humor festivo. No es en consecuencia una reacción individual ante uno u otro hecho «singular» aislado. La risa carnavalesca es ante todo patrimonio <i>del pueblo </i>(este carácter popular, como dijimos, es inherente a la naturaleza misma del carnaval); <i>todos </i>ríen, la risa es «general»; en segundo lugar, es <i>universal, </i>contiene todas las cosas y la gente (incluso las que participan en el carnaval), el mundo entero parece cómico y es percibido y considerado en un aspecto jocoso, en su relativismo; por último esta risa es <i>ambivalente: </i>alegre y llena de alborozo, pero al mismo tiempo burlona y sarcástica, niega y afirma, amortaja y resucita a la vez. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Una importante cualidad de la risa en la fiesta popular es que escarnece a los mismos burladores. El pueblo no se excluye a sí mismo del mundo en evolución. También él se siente incompleto; también él renace y se renueva con la muerte. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Esta es una de las diferencias esenciales que separan la risa festiva popular de la risa puramente satírica de la época moderna. El autor satírico que sólo emplea el humor negativo, se coloca fuera del objeto aludido y se le opone, lo cual destruye la integridad del aspecto cómico del mundo; por lo que la risa negativa se convierte en un fenómeno particular. Por el contrario, la risa popular ambivalente expresa una opinión sobre un mundo en plena evolución en el que están incluidos los que ríen. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Debemos señalar especialmente el carácter utópico y de cosmovisión de esta risa festiva, dirigida contra toda concepción de superioridad. Esta risa mantiene viva aún, con un cambio sustancial de sentido, la burla ritual de la divinidad, tal como existía en los antiguos ritos cómicos. Pero los elementos culturales característicos han desaparecido, y sólo subsisten los rasgos humanos, universales y utópicos. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Es absolutamente necesario plantear adecuadamente el problema de la risa popular. Los estudios que se le han consagrado incurren en el error de modernizarla groseramente, interpretándola dentro del espíritu de la literatura cómica moderna, ya sea como un humor satírico negativo (designando así a Rabelais como autor exclusivamente satírico) o como una risa agradable destinada únicamente a divertir, ligera y desprovista de profundidad y fuerza. Generalmente su carácter ambivalente pasa desapercibido por completo. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Pasamos ahora a la segunda forma de cultura cómica popular: las obras verbales en latín y en lengua vulgar. No se trata de folklore (aunque algunas de estas obras en lengua vulgar puedan considerarse así). Esta literatura está imbuida de la cosmovisión carnavalesca, utilizaba ampliamente la lengua de las formas carnavalescas, se desarrollaba al amparo de las osadías legitimadas por el carnaval, y en la mayoría de los casos estaba fundamentalmente ligada a los regocijos carnavalescos, cuya parte literaria solía representar. (4) En esta literatura, la risa era ambivalente y festiva. A su vez esta literatura era una literatura festiva y recreativa, típica de la Edad Media. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Ya dijimos que las celebraciones carnavalescas ocupaban un importante lugar en la vida de las poblaciones medievales, incluso desde el punto de vista de su duración: en las grandes ciudades llegaban a durar tres meses por año. La influencia de la cosmovisión carnavalesca sobre la concepción y el pensamiento de los hombres, era radical: les obligaba a renegar en cierto modo de su condición oficial (como monje, clérigo o sabio) y a contemplar el mundo desde un punto de vista cómico y carnavalesco. No sólo los escolares y los clérigos, sino también los eclesiásticos de alta y los doctos teólogos se permitían alegres distracciones durante las cuales se desprendían de su piadosa gravedad, como en el caso de los «juegos monacales» (<i>Joca monacorum); </i>título de una de las obras más de la Edad Media. En sus celdas de sabio escribían tratados más o meno paródicos obras cómicas en latín. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
La literatura cómica medieval se desarrolló durante todo un milenio y aún más, si consideramos que sus comienzos se remontan a la antigüedad cristiana. Durante este largo período, esta literatura sufrió cambio muy importantes (menos sensibles en la literatura en lengua latina). Surgieron géneros diversos y variaciones estilísticas. A pesar de todas las diferencias de época y género, esta literatura sigue siendo- en diversa proporción-la expresión de la cosmovisión popular y carnavalesca, y sigue empleando en consecuencia la lengua de sus formas y símbolos. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
La literatura latina paródica o semi-paródica está enormemente difundida. Poseemos una cantidad considerable de manuscritos en los cuales la ideología oficial de la Iglesia y sus ritos son descritos desde el punto de vista cómico. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
La risa influyó en las más altas esferas del pensamiento y el culto religioso. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Una de las obras más antiguas y célebres de esta literatura, <i>La Cena de Cipriano (Coena Cypriani), </i>invirtió con espíritu carnavalesco las Sagradas Escrituras (Biblia y Evangelios). Esta parodia estaba autorizada por la tradición de la <i>risa pascual (risus paschalis) </i>libre; en ella encontramos ecos lejanos de las saturnales romanas. Otra obra antigua del mismo tipo, <i>Vergilius Maro grammaticus, </i>es un sabihondo tratado semiparódico sobre la gramática latina, como también una parodia de la sabiduría escolástica y de los métodos científicos de principios de la Edad Media. Estas dos obras inauguran la literatura cómica medieval en latín y ejercen una influencia preponderante sobre sus tradiciones y se sitúan en la confluencia de la Antigüedad y la Edad Media. Su popularidad ha persistido casi hasta la época del Renacimiento. Como consecuencia, surgen dobles paródicos de los elementos del culto y el dogma religioso. Es la denominada <i>parodia sacra, </i>uno de los fenómenos más originales y menos comprendidos de la literatura medieval. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Sabemos que existen numerosas liturgias paródicas <i>(Liturgia de los bebedores, Liturgia de los jugadores, </i>etc.), parodias de las lecturas evangélicas, de las plegarias, incluso de las más sagradas (como el Padre Nuestro, el Ave María, etc.), de las letanías, de los himnos religiosos, de los salmos, así como imitaciones de las sentencias evangélicas, etc. Se escribieron testamentos paródicos, resoluciones que parodiaban los concilios, etc. Este nuevo género literario casi infinito, estaba consagrado por la tradición y tolerado en cierta medida por la Iglesia. Había una parte escrita que existía bajo la égida de la «risa pascual» o «risa navideña» y otra (liturgias y plegarias paródicas) que estaba en relación directa con la «fiesta de los tontos» y era interpretada en esa ocasión. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Además, existían otras variedades de la literatura cómica latina, como, por ejemplo, las disputas y diálogos paródicos, las crónicas paródicas, etc. Sus autores debían poseer seguramente un cierto grado de instrucción -en algunos casos muy elevado-. Eran los ecos de la risa de los carnavales públicos que repercutían en los muros de los monasterios, universidades y colegios. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
La literatura cómica latina de la Edad Media llegó a su apoteosis durante el apogeo del Renacimiento, con el <i>Elogio de la locura </i>de Erasmo (una de las creaciones más eminentes del humor carnavalesco en la literatura mundial) y con las <i>Cartas de hombres Oscuros (Epistolae obscurorum virorum). </i></div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
La literatura cómica en lengua vulgar era igualmente rica y más variada aún. Encontramos en esta literatura escritos análogos a la <i>parodia sacra: </i>plegarias paródicas, homilías (denominados <i>sermones alegres </i>en Francia), canciones de Navidad, leyendas sagradas, etc. Sin embargo, lo predominante eran sobre todo las parodias e imitaciones laicas que escarnecen al régimen feudal y su epopeya heroica. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Es el caso de las epopeyas paródicas de la Edad Media que ponen en escena animales, bufones, tramposos y tontos; elementos de la epopeya heroica paródica que aparecen en los <i>cantators, </i>aparición de dobles cómicos de los héroes épicos (Rolando cómico), etc. Se escriben novelas de caballería paródicas, tales como <i>mula sin brida </i>y <i>Aucassin y Nicolette. </i>Se desarrollan diferentes géneros de retórica cómica: varios «debates» carnavalescos, disputas, diálogos, «elogios» (o «ilustraciones»), etc. La risa carnaval replica en las fábulas y en las piezas líricas compuestas por <i>vaguants </i>(escolares vagabundos). </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Estos géneros y obras están relacionados con el carnaval público y utilizan, más ampliamente que los escritos en latín, las fórmulas y los símbolos del carnaval. Pero es la dramaturgia cómica medieval la que está más estrechamente ligada al carnaval. La primera <i>pieza cómica </i>–que conservamos- de Adam de la Halle, <i>El juego de la enramada, </i>es una excelente muestra de la visión y de la comprensión de la vida y el mundo puramente carnavalescos; contiene en germen numerosos elementos del futuro mundo rabelesiano. Los milagros y moralejas son «carnavalizados» en mayor o menos grado. La risa se introduce también en los misterios; las diabluras-misterios, por ejemplo, poseen un carácter carnavalesco muy marcado. Las gangarillas son también un género extremadamente «carnavalizado» de fines de la Edad Media. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Hemos tratado superficialmente en estas páginas algunas de las obras más conocidas de la literatura cómica, que pueden mencionarse sin necesidad de recurrir a comentarios especiales. Esto bastará para plantear escuetamente el problema. Pero en lo sucesivo, a medida que analicemos la obra de Rabelais, nos detendremos con más detalle en esos géneros y obras, y en otros géneros y obras menos conocidos. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 17.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Seguiremos ahora con la tercera forma de expresión de la cultura cómica popular, es decir con ciertos fenómenos y géneros del vocabulario familiar y público de la Edad Media y el Renacimiento. Ya dijimos que durante el carnaval en las plazas públicas, la abolición provisoria de diferencias y barreras jerárquicas entre las personas y la eliminación ciertas reglas y tabúes vigentes en la vida cotidiana, creaban un tipo especial de comunicación a la vez ideal y real entre la gente, imposible establecer en la vida ordinaria. Era un contacto familiar y sin restricciones. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Como resultado, la nueva forma de comunicación produjo nuevas formas lingüísticas: géneros inéditos, cambios de sentido o eliminación de ciertas formas desusadas, etc. Es muy conocida la existencia de fenómenos similares en la época actual. Por ejemplo, cuando dos personas crean vínculos de amistad, la distancia que las separa se aminora (están en «pie de igualdad») y las formas de comunicación verbal cambian completamente: se tutean, emplean diminutivos, incluso sobrenombres a veces, usan epítetos injuriosos que adquieren un sentido afectuoso; pueden llegar a burlarse la una de la otra (si no existieran esas relaciones amistosas sólo un tercero podría ser objeto de esas burlas), palmotearse en la espalda e incluso en el <i>vientre </i>(gesto carnavalesco por excelencia), no necesitan pulir el lenguaje ni evitar los tabúes, por lo cual se dicen palabras y expresiones inconvenientes, etc. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Pero aclaremos que este contacto familiar en la <i>vida ordinaria </i>moderna está muy lejos del contacto libre y familiar que se establece en la plaza pública durante el carnaval popular. Falta un elemento esencial: el carácter universal, el clima de fiesta, la idea utópica, la concepción profunda del mundo. En general, al otorgar un contenido cotidiano a ciertas fiestas del carnaval, aunque manteniendo su aspecto exterior, se llega en la actualidad a perder su sentido interno profundo. Recordemos de paso que ciertos elementos rituales antiguos de fraternidad sobrevivieron en el carnaval, adoptando un nuevo sentido y una forma más profunda. Ciertos ritos antiguos se incorporaron a la vida práctica moderna por intermedio del carnaval, pero perdieron casi por completo la<i> </i>significación que tenían en éste. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
El nuevo tipo de relaciones familiares establecidas durante el carnaval se refleja en una serie de fenómenos lingüísticos. Nos detendremos en algunos. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
El lenguaje familiar de la plaza pública se caracteriza por el uso frecuente de groserías, o sea de expresiones y palabras injuriosas, a veces muy largas y complicadas. Desde el punto de vista gramatical y semántico, las groserías están normalmente aisladas en el contexto del lenguaje y consideradas como fórmulas fijas del mismo género del proverbio. Por lo tanto, puede afirmarse que las groserías son una clase verbal especial del lenguaje familiar. Por su origen no son homogéneas y cumplieron funciones de carácter especialmente mágico y encantatorio en la comunicación primitiva. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Lo que nos interesa más especialmente son las groserías blasfematorias dirigidas a las divinidades y que constituían un elemento necesario de los cultos cómicos más antiguos. Estas blasfemias eran ambivalentes: degradaban y mortificaban a la vez que regeneraban y renovaban. Y son precisamente estas blasfemias ambivalentes las que determinaron el carácter verbal típico de las groserías en la comunicación familiar carnavalesca. En efecto, durante el carnaval estas groserías cambiaban considerablemente de sentido, para convertirse en un fin en sí mismo y adquirir así universalidad y profundidad. Gracias a esta metamorfosis, las palabrotas contribuían a la creación de una atmósfera de libertad dentro de la vida secundaria carnavalesca. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Desde muchos puntos de vista, los <i>juramentos </i>son similares a las groserías. También ellos deben considerarse como un género verbal especial, con las mismas bases que las groserías (carácter aislado, acabado y autosuficiente). Si inicialmente los juramentos no tenían ninguna relación con la risa, al ser eliminados de las esferas del lenguaje oficial, pues infringían sus reglas verbales, no les quedó otro recurso que el de implantarse en la esfera libre del lenguaje familiar. Sumergidos en el ambiente del carnaval, adquirieron un valor cómico y se volvieron ambivalentes. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Los demás fenómenos verbales, como por ejemplo las obscenidades, corrieron una suerte similar. El lenguaje familiar se convirtió en cierto modo en receptáculo donde se acumularon las expresiones verbales prohibidas y eliminadas de la comunicación oficial. A pesar de su heterogeneidad originaria, estas palabras asimilaron la cosmovisión carnavalesca, modificaron sus antiguas funciones, adquirieron un tono cómico general, y se convirtieron, por así decirlo, en las chispas de la llama única del carnaval, llamada a renovar el mundo. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Nos detendremos a su debido tiempo en los demás aspectos originales del lenguaje familiar. Señalemos, como conclusión, que este lenguaje ejerció una gran influencia en el estilo de Rabelais. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 17.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Acabamos de pasar revista a las tres principales fuentes de expresión de la cultura cómica popular de la Edad Media. Los fenómenos que hemos analizado ya han sido estudiados por los especialistas (sobre todo la literatura cómica en lengua vulgar). Pero han sido estudiados en forma aislada, totalmente desligados de su seno materno, esto es de las formas rituales y los espectáculos carnavalescos, por lo cual no se tuvo en cuenta la unidad de las cultura cómica popular en la Edad Media. <i>Todavía no han sido planteados los problemas de esta cultura. </i></div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Por esta razón no se comprendió la concepción cómica del mundo, única y profundamente original, que está detrás de la diversidad y la heterogeneidad de estos fenómenos, que sólo representan su aspecto fragmentario. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Por eso aún no se ha descubierto la esencia de estos fenómenos, que fueron estudiados únicamente desde el punto de vista de las reglas culturales, estéticas y literarias de la época moderna, sin ubicarlos en la época a la que pertenecen. Fueron, por el contrario, <i>modernizados, </i>lo que explica por qué fueron interpretados erróneamente. El tipo particular de imágenes <i>cómicas, </i>unitario en su diversidad y característico de la cultura popular de la Edad Media no ha sido comprendido, por ser totalmente ajeno a los tiempos modernos (sobre todo al siglo XIX). Daremos a continuación una definición preliminar. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Se suele destacar el predominio excepcional que tiene en la obra de Rabelais <i>el principio de la vida material y corporal: </i>imágenes del cuerpo, de la bebida, de la satisfacción de las necesidades naturales y la vida sexual. Son imágenes exageradas e hipertrofiadas. Muchos bautizaron a Rabelais con el título de gran poeta de la «carne» y el «vientre» (Víctor Hugo, por ejemplo). Otros le reprocharon su «fisiologismo grosero», su «biologismo» y su «naturalismo», etc. Los demás autores del Renacimiento tuvieron inclinaciones literarias análogas, aunque menos fuertes (Bocaccio, Shakespeare y Cervantes). Algunos lo interpretaron como una «rehabilitación de la carne» típica de la época, surgida como reacción al ascetismo medieval. A veces se pretendió considerarlo como una manifestación típica de la vida burguesa, es decir del interés material del <i>homo economicus </i>en su aspecto privado y egoísta. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Las explicaciones de este tipo son sólo formas de <i>modernización </i>de las imágenes y materiales corporales de la literatura del Renacimiento; se le atribuyen significaciones estrechas y modificadas de acuerdo al sentido que la «materia», y el «cuerpo» y la «vida material» (comer, beber, necesidades naturales, etc.) adquirieron en las concepciones de los siglos siguientes (sobre todo el siglo XIX). </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Sin embargo, las imágenes referentes a la vida material y corporal en Rabelais (y en los demás autores del Renacimiento) son la herencia (un tanto modificada, para ser precisos) de la cultura cómica popular, de un tipo peculiar de imágenes y, más ampliamente, de una concepción estética de la vida práctica que caracteriza a esta cultura y la diferencia claramente las culturas de los siglos posteriores (a partir del clasicismo). Vamos a darle a esta concepción el nombre convencional <i>realismo grotesco. </i></div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
En el realismo grotesco (es decir en el sistema de imágenes de la cultura cómica popular) el principio material y corporal aparece bajo la forma universal de fiesta utópica. Lo cósmico, lo social y lo corporal están ligados indisolublemente en una totalidad viviente. e indivisible. Es un conjunto alegre y bienhechor. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
En el realismo grotesco, el elemento espontáneo material y corporal es<i> </i>un principio profundamente <i>positivo </i>que, por otra parte, no aparece bajo una forma egoísta ni separado de los demás aspectos vitales. El <i>principio material y corporal </i>es percibido como <i>universal y popular, </i>y como tal, se opone a toda <i>separación de las raíces materiales y corporales del mundo, </i>a<i> </i>todo <i>aislamiento y confinamiento en sí mismo, </i>a todo carácter ideal abstracto o <i>intento de expresión separado e independiente de la tierra y el cuerpo. </i>El cuerpo y la vida corporal adquieren a la vez un carácter cósmico y universal; no se trata tampoco del cuerpo y la fisiología en el sentido estrecho y determinado que tienen en nuestra época; todavía no están singularizados ni separados del resto del mundo. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
El portador del principio material y corporal no es aquí ni el ser biológico aislado ni el egoísta individuo burgués, sino el pueblo, <i>pueblo </i>que en su evolución crece y se renueva constantemente. Por eso el elemento corporal es tan magnífico, exagerado e infinito. Esta exageración tiene un <i>carácter positivo y afirmativo. </i>de estas de la vida corporal y material son la fertilidad, el crecimiento y la superabundancia. Las manifestaciones de la vida material y corporal no son atribuidas a un ser biológico aislado o a un individuo económico privado y egoísta, sino a una especie de cuerpo popular, colectivo y genérico (aclararemos más tarde el sentido de estas afirmaciones). La abundancia y la universalidad determinan a su vez el carácter <i>alegre y festivo </i>(no cotidiano) de las imágenes referentes a la vida material y corporal. El principio material y corporal es el principio de la fiesta, del banquete de la alegría, de la «buena comida». Este rasgo subsiste considerablemente en la literatura y el arte del Renacimiento, y sobre todo en Rabelais. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
El rasgo sobresaliente del realismo grotesco es la <i>degradación</i> o sea la transferencia al plano material y corporal de lo elevado, espiritual, ideal y abstracto. Es ejemplo, de <i>Coena Cipriani (La Cena de Cipriano) </i>que hemos mencionado, y de otras parodias latinas de la Edad Media extraídas de la Biblia, de los evangelios y de otros textos sagrados. En ciertos diálogos cómicos muy populares en la Edad Media, como, por ejemplo, los que sostienen Salomón y Marcoul, hay un contrapunto entre las máximas salomónicas, expresadas con un tono grave y elevado, y las máximas y pedestres del bufón Marcoul referidas todas premeditadamente al mundo material (beber, comer, digestión, vida sexual). (4A) Debemos aclarar además que uno de los procedimientos típicos de comicidad medieval consiste en transferir las ceremonias y ritos elevados al plano material y corporal; así hacían los bufones durante los torneos, las ceremonias de los nuevos caballeros armados y en otras ocasiones solemnes. Numerosas degradaciones de la ideología y del ceremonial caballerescos que aparecen en el Don Quijote están inspiradas en la tradición del realismo grotesco. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
La gramática jocosa estaba muy en boga en el ambiente escolar culto de la Edad Media. Esta tradición, que se remonta al <i>Vergilius grammaticus, </i>se extiende a lo largo de la Edad Media el Renacimiento y subsiste aún oralmente en las escuelas, colegios y seminarios religiosos de la Europa Occidental. En esta gramática, todas las categorías gramaticales, casos, formas verbales, etc., son transferidas al plano material y corporal, sobre todo erótico. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
No sólo las parodias en el sentido estrecho del término, sino también las demás formas del realismo grotesco tienden degradar, corporizar y vulgarizar. Esta es la cualidad esencial de este realismo, que lo separa formas «nobles» de la literatura y el arte medieval. La risa popular que estructura las formas realismo. grotesco, estuvo ligada a lo material corporal. La risa degrada y materializa. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
¿Cuáles el carácter que asumen estas <i>degradaciones </i>típicas del realismo? Responderemos sucintamente por ahora, ya que el estudio de las obras de Rabelais nos permitirá, en los capítulos siguientes precisar, ampliar y profundizar nuestra concepción al respecto. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
En el realismo grotesco, la degradación de lo sublime no tiene un carácter formal o relativo. Lo «alto» y lo «bajo» poseen allí un sentido completa y rigurosamente <i>topográfico. </i>Lo «alto» es el cielo; lo «bajo» es la tierra; la tierra es el principio de absorción (la tumba y el vientre), y a la vez de nacimiento y resurrección (el seno materno). Este es el valor topográfico de lo alto y lo bajo en su aspecto cósmico. En su faz <i>corporal, </i>que no está nunca separada estrictamente de su faz cósmica, lo alto está representado por el rostro (la cabeza); y lo bajo por los órganos genitales, el vientre y el trasero. El realismo grotesco y la parodia medieval se basan en estas significaciones absolutas. Rebajar consiste en aproximar a la tierra, entrar en comunión con la tierra concebida como un principio de absorción y <i>al mismo tiempo </i>de nacimiento: al degradar, se amortaja y se siembra a la vez, se mata y se da a luz algo superior. Degradar significa entrar en comunión con la vida de la parte inferior del cuerpo, el vientre y órganos genitales, y en consecuencia también con los actos como el coito, el embarazo, el alumbramiento, la absorción de alimentos y la satisfacción de las necesidades naturales. La degradación cava la tumba corporal para dar lugar a un <i>nuevo </i>nacimiento. De allí que no tenga exclusivamente un valor negativo sino también positivo y regenerador: es <i>ambivalente, </i>es a la vez negación y afirmación. No es sólo disolución en la nada y en destrucción absoluta sino también inmersión en lo inferior productivo, donde se efectúa precisamente la concepción y el renacimiento, donde todo crece profusamente. Lo «inferior» para el realismo grotesco es la tierra que da vida y el seno carnal; lo inferior es siempre un <i>comienzo. </i></div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Por eso la parodia medieval no se parece en nada a parodia literaria puramente formal de nuestra época. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
La parodia moderna también degrada, pero con un carácter exclusivamente negativo, carente de ambivalencia regeneradora. Por eso la parodia como género y la degradación en general no podrían conservar, en la época moderna, su extensa significación originaria. Las degradaciones (paródicas y de otro tipo) son también muy características de la literatura del Renacimiento, que perpetúa de esta forma las mejores tradiciones de cultura cómica popular (de modo particularmente completo y profundo en Rabelais). Pero ya en esta época el principio material y corporal cambia de signo, se vuelve paulatinamente más estrecho y su naturalismo y carácter festivo se atenúan. Pero este proceso sólo está en su comienzo aún en esta época, como lo demuestra claramente el ejemplo de <i>Don Quijote. </i></div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
La línea principal de las degradaciones paródicas conduce en Cervantes a una comunión con la fuerza productora y <i>regeneradora </i>de la tierra y el cuerpo. Es la prolongación de la línea grotesca. Pero al mismo tiempo el principio material y corporal comienza a empobrecerse y a debilitarse. Entra en estado de crisis y desdoblamiento y las imágenes de la vida material y corporal comienzan a adquirir una vida dual. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
La panza de Sancho Panza, su apetito y su sed, son aún esencial y profundamente carnavalescas; su inclinación por la abundancia y la plenitud no tiene aún carácter egoísta y personal, es una propensión a la abundancia general. Sancho es un descendiente directo de los antiguos demonios barrigones de la fecundidad que podemos ver, por ejemplo, en los célebres vasos corintios. En las imágenes de la bebida y la comida están aún vivas las ideas del banquete y de la fiesta. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
El materialismo de Sancho, su ombligo, su apetito, sus abundantes necesidades naturales constituyen «lo inferior absoluto» del realismo grotesco, alegre tumba corporal (la barriga, el vientre y la tierra) abierta para acoger el idealismo de Don Quijote, un idealismo aislado, abstracto e insensible; «caballero de la triste figura» necesita morir para renacer más fuerte y más grande; Sancho es el correctivo natural, corporal y universal de las pretensiones individuales, abstractas y espirituales; además Sancho representa también a la risa como correctivo popular de la gravedad unilateral de esas pretensiones espirituales (lo inferior absoluto ríe sin cesar, es la muerte que ríe y engendra la vida). El rol de Sancho frente a Don Quijote podría ser comparado con el rol de las parodias medievales con relación a las ideas y los cultos sublimes; con el rol del bufón frente al ceremonial serio; el de las Carnestolendas con relación a la Cuaresma, etc. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
El alegre principio regenerador existe todavía, aunque en forma atenuada, en las imágenes pedestres de los molinos de viento (gigantes), los albergues (castillos), los rebaños de corderos y ovejas (ejércitos de caballeros), los venteros (castellanos), las prostitutas (damas de la nobleza), etc. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Es un típico carnaval grotesco, que convierte el combate en cocina y banquete, las armas y los cascos en utensilios de cocina y tazones de afeitar y la sangre en vino (episodio del combate con los odres de vino), etc. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Este es el sentido primordial y carnavalesco de la vida que aparece en las imágenes materiales y corporales en la novela de Cervantes. Es precisamente este sentido el que eleva el estilo de su realismo, su universalismo y su profundo utopismo popular. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Pero, con todo, los cuerpos y los objetos comienzan a adquirir en Cervantes un carácter privado y personal, y por lo tanto se empequeñecen y se domestican, son rebajados al nivel de accesorios inmóviles de la vida cotidiana individual, al de objetos de codicia y posesión egoísta. Ya no es lo inferior positivo, capaz de engendrar la vida y renovar, sino un obstáculo estúpido y moribundo que se levanta contra las aspiraciones del ideal. En la vida cotidiana de los individuos aislados las imágenes de lo inferior corporal sólo conservan su valor negativo, y pierden casi totalmente su fuerza positiva; su relación con la tierra y el cosmos se rompe y las imágenes de lo «inferior» corporal quedan reducidas a las imágenes naturalistas del erotismo banal. Sin embargo, este proceso sólo está en sus comienzos en Cervantes. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Este aspecto secundario de la vida que se advierte en las imágenes materiales y corporales, se une al primero en una unidad compleja y contradictoria. Es la vida noble, intensa y contradictoria de esas imágenes lo que otorga su fuerza y su realismo histórico superior. Esto constituye el drama original del principio material y corporal en la literatura del Renacimiento: el cuerpo y las cosas sustraídas a la tierra engendradora y apartadas del cuerpo universal al que estaban unidos en la cultura popular. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
En la conciencia artística e ideológica del Renacimiento, esta ruptura no ha sido aún consumada por completo; lo «inferior» material y corporal sus funciones significadoras, degradantes, derrocadoras y regeneradoras a la vez. Los cuerpos y las cosas individualizados, «particulares» se resisten a ser dispersados, desunidos y aislados; el realismo del Renacimiento no ha cortado aún el cordón umbilical que los une al vientre fecundo de la tierra y el pueblo. El cuerpo y las cosas individuales no coinciden aún consigo mismo, no son idénticos a sí mismos, como en el realismo naturalista de los siglos posteriores; forman parte aún del conjunto corporal creciente del mundo y sobrepasan por lo tanto los limites de su individualismo; lo privado y lo universal están aún fundidos en una unidad contradictoria. La visión carnavalesca del mundo es la base profunda de la literatura del Renacimiento. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
La complejidad del realismo renacentista no ha sido aclarada suficientemente. Son dos las concepciones del mundo que se entrecruzan en el realismo renacentista: la primera deriva de la cultura cómica popular; la otra, típicamente burguesa, expresa un modo de existencia preestablecido y fragmentario. Lo que caracteriza al realismo renacentista es la sucesión de estas dos líneas contradictorias. El principio material del crecimiento, inagotable, indestructible, superabundante y eternamente riente, destronador y renovador, se asocia contradictoriamente al «principio material» falsificado y rutinario que preside la vida de sociedad clasista. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Es imprescindible conocer el realismo grotesco para comprender el realismo del Renacimiento, y otras numerosas manifestaciones de los períodos posteriores del realismo. El campo de la literatura realista de los tres últimos siglos está prácticamente cubierto de fragmentos embrionarios del realismo grotesco, fragmentos que a veces, a pesar de su aislamiento, son capaces de cobrar su vitalidad. En la mayoría de los casos se trata de imágenes grotescas que han perdido o debilitado su polo positivo, su relación con un universo en evolución. Únicamente a través de la comprensión del realismo grotesco es posible comprender el verdadero valor de esos fragmentos o de esas formas más o menos vivientes. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
La imagen grotesca caracteriza un fenómeno en proceso de cambio y metamorfosis incompleta, en el estadio de la muerte y del nacimiento, del crecimiento y de la evolución. La actitud respecto al <i>tiempo y la evolución, </i>es un rasgo constitutivo (o determinante) indispensable de la imagen grotesca. El otro rasgo indispensable, que deriva del primero, es su <i>ambivalencia, los dos polos del cambio: el nuevo y el antiguo, lo que muere y lo que nace, el comienzo y el fin de la metamorfosis, </i>son expresados (o esbozados) en una u otra forma. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Su actitud con relación al tiempo, que está en la base de esas formas, su percepción y la torna de conciencia con respecto a éste durante su desarrollo en el curso de los milenios, sufren como es lógico una evolución y cambios sustanciales. En los períodos iniciales o arcaicos del grotesco, el tiempo aparece como una simple yuxtaposición (prácticamente simultánea) de las dos fases del desarrollo: principio y fin: invierno-primavera, muerte-nacimiento. Esas imágenes aún primitivas se mueven en el círculo biocósmico del ciclo vital productor de la naturaleza y el hombre. La sucesión de las estaciones, la siembra, la concepción, la muerte y el crecimiento, son los componentes de esta vida productora. La noción implícita del tiempo contenida en esas antiquísimas imágenes, es la noción del tiempo cíclico de la vida natural y biológica. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Pero es evidente que las imágenes grotescas no permanecen en ese estadio primitivo. El sentimiento del tiempo y de la sucesión de las estaciones se amplía, se profundiza y abarca los fenómenos sociales e históricos; su carácter cíclico es superado y se eleva a la concepción histórica del tiempo. Y entonces las imágenes grotescas, con su ambivalencia y su actitud fundamental respecto a la sucesión de las estaciones, se convierten en el medio de expresión artístico e ideológico de un poderoso sentimiento de la historia y de sus contingencias, que surge con excepcional vigor en el Renacimiento. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Sin embargo, incluso en este estadio, y sobre todo en Rabelais, las imágenes grotescas conservan una naturaleza original, se diferencian claramente de las imágenes de la vida cotidiana, pre-establecidas y perfectas. Son imágenes ambivalentes y contradictorias, y que, consideradas desde el punto de vista estético «clásico», es decir de la estética de la <i>vida cotidiana preestablecida y perfecta, </i>parecen deformes, monstruosas y horribles. <i>La nueva concepción histórica </i>que las incorpora les confiere un sentido diferente, aunque conservando su contenido y materia tradicional: el coito, el embarazo, el alumbramiento, el crecimiento corporal, la vejez, la disgregación y el despedazamiento corporal, etc., con toda su materialidad inmediata, siguen siendo los elementos fundamentales del sistema de imágenes grotescas. Son imágenes que se oponen a las clásicas del cuerpo humano perfecto, y en plena madurez, depurado de las escorias del nacimiento y el desarrollo.</div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Entre las célebres figuras de terracota de Kertch, que se conservan en el Museo Ermitage de Leningrado, se destacan <i>ancianas embarazadas </i>cuya vejez y embarazo son grotescamente subrayados. Recordemos además, que esas ancianas embarazadas ríen. (5) Este es un tipo de grotesco muy característico y expresivo, un grotesco ambivalente: es la muerte encinta, la muerte que concibe. No hay nada perfecto, estable ni apacible en el cuerpo de esas ancianas. Se combinan allí el cuerpo descompuesto y deforme de la vejez y el cuerpo todavía embrionario de la nueva vida. La vida es descubierta en su proceso ambivalente, interiormente contradictorio. No hay nada perfecto ni completo, es la quintaesencia de lo incompleto. Esta es precisamente la concepción grotesca del cuerpo. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
A diferencia de los cánones modernos, el cuerpo grotesco no está separado del resto del mundo, no está aislado o acabado ni es perfecto, sino que sale fuera de sí, franquea sus propios límites. El énfasis está puesto en las partes del cuerpo en que éste se abre al mundo exterior o penetra en él a través de orificios, protuberancias, ramificaciones y excrecencias tales como la boca abierta, los órganos genitales, los senos, los falos, las barrigas y la nariz. En actos tales como el coito, el embarazo, el alumbramiento, la agonía, la comida, la bebida y la satisfacción de las necesidades naturales, el cuerpo revela su esencia como principio en crecimiento que traspasa sus propios límites. Es un cuerpo eternamente incompleto, eternamente creado y creador, un cadena de la evolución de la especie, o, más exactamente, dos eslabones observados en su punto de unión, donde el uno entra en el otro. Esto es particularmente evidente con respecto al período arcaico del grotesco. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Una de las tendencias fundamentales de la imagen grotesca del cuerpo consiste en exhibir <i>dos cuerpos en uno: </i>uno que da la vida y desaparece y otro que es concebido, producido y lanzado al mundo. Es siempre un cuerpo en estado de embarazo y alumbramiento, o por lo menos listo para concebir y ser fecundado con un falo u órganos genitales exagerados. Del primero se desprende, en una u otra forma, un cuerpo nuevo. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
En contraste con las exigencias de los cánones modernos, el cuerpo tiene siempre una edad muy cercana al nacimiento y la muerte: la primera infancia y la vejez, el seno que lo concibe y el que lo amortaja -se acentúa la proximidad al vientre y a la tumba-. Pero en sus límites, los dos cuerpos se funden en uno solo. La individualidad está en proceso de disolución; agonizante, pero aún incompleta; es un cuerpo simultáneamente en el umbral de la tumba y de la cuna, no es un cuerpo único, ni tampoco son dos; dos pulsos laten dentro de él: uno de ellos, el de la madre, está a punto de detenerse. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Además, ese cuerpo abierto e incompleto (agonizante-naciente-o a punto de nacer) no está estrictamente separado del mundo: está enredado con él, confundido con los animales y las cosas. Es un cuerpo cósmico y re presenta el conjunto del mundo material y corporal, concebido como lo «inferior» absoluto, como un principio que absorbe y da a luz, como tumba y un seno corporales, como un campo sembrado cuyos retoños han llegado a la senectud. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Estas son, simplificadas, las líneas directrices de esta concepción original del cuerpo. Esta alcanza su perfección en la obra genial de Rabelais, en tanto que en otras obras literarias del Renacimiento se debilita y se diluye. La misma concepción preside el arte pictórico de Jerónimo y Brueghe1 el Viejo. Elementos de la misma se encuentran ya en los frescos y los bajorrelieves que decoraban las catedrales y a veces incluso las iglesias rurales de los siglos XII y XIII. (6)</div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Esta imagen del cuerpo ha sido desarrollada en diversas formas en los espectáculos y fiestas populares de la Edad Media; fiestas de los bobos, cencerradas, carnavales, fiesta del Cuerpo Divino en su aspecto público y popular, en las diabluras-misterios, las gangarillas y las farsas. Esta era la única concepción del cuerpo que conocía la cultura popular y del espectáculo. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
En el dominio de lo literario, la parodia medieval se basa completamente en la concepción grotesca del cuerpo. Esta concepción estructura las imágenes del cuerpo en la enorme masa de leyendas y obras asociadas a las «maravillas de la India» y al mar céltico y sirve también de base a las imágenes corporales en la inmensa literatura de las visiones de ultratumba, en las leyendas de gigantes, en la epopeya animal, las fábulas y bufonadas alemanas. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Además esta concepción del cuerpo influye en las groserías, imprecaciones y juramentos, de excepcional importancia para la comprensión de la literatura del realismo grotesco. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Estos elementos lingüísticos ejercieron una influencia organizadora directa sobre el lenguaje, el estilo y la construcción de las imágenes de esa literatura. Eran fórmulas dinámicas, que expresaban la verdad con franqueza y estaban profundamente emparentadas por su origen y sus funciones con las demás formas de «degradación» y «reconciliación con la tierra» pertenecientes al realismo grotesco renacentista. Las groserías y obscenidades modernas han conservado las supervivencias petrificadas y puramente negativas de esta concepción del cuerpo. Estas groserías, o el tipo de expresiones tales como «vete a ... » humillan al destinatario, de acuerdo con el método grotesco, es decir, lo despachan al lugar «inferior» corporal absoluto, a la región genital o a la tumba corporal (o infiernos corporales) donde será destruido y engendrado de nuevo. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
En las groserías contemporáneas no queda nada de ese sentido ambivalente y regenerador, sino la negación pura y llana, el cinismo y el insulto puro; dentro de los sistemas significantes y de valores de las nuevas lenguas esas expresiones están totalmente aisladas (también lo están en la organización del mundo): quedan los fragmentos de una lengua extranjera en la que antaño podía decirse algo, pero que ahora sólo expresa insultos carentes de sentido. Sin embargo, sería absurdo e hipócrita negar que conservan no obstante un cierto encanto (sin ninguna referencia erótica por otra parte). Parece dormir en ellas el recuerdo confuso de la cosmovisión carnavalesca y sus osadías. Nunca se ha planteado correctamente el problema de su indestructible vitalidad lingüística. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
En la época de Rabelais las groserías y las imprecaciones conservaban aún, en el dominio de la lengua popular de la que surgió su novela, la significación integral y sobre todo su polo positivo y regenerador. Eran expresiones profundamente emparentadas con las demás formas de degradaciones, heredadas del realismo grotesco, con los disfraces populares de las fiestas y carnavales, con las imágenes de las diabluras y de los infiernos en la literatura de las peregrinaciones, con las imágenes de las gangarillas, etc. Por eso estas expresiones podían desempeñar un rol primordial en su obra. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Es preciso señalar especialmente la expresión estrepitosa que asumía la concepción grotesca del cuerpo en las peroratas de feria y en la boca del cómico en la plaza pública en la Edad Media y en el Renacimiento. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Por estos medios, esta concepción se transmitió hasta la época actual en sus aspectos mejor conservados: en el siglo XVII sobrevivía en las farsas de Tabarin, en las burlas de Turlupin y otros fenómenos análogos. Se puede afirmar que la concepción del cuerpo del realismo grotesco y folklórico sobrevive hasta hoy (por atenuado y desnaturalizado que sea su aspecto) en varias formas actuales de lo cómico que aparecen en el circo y en los artistas de feria. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Esta concepción, de la que acabamos de dar una introducción preliminar, se encuentra evidentemente en contradicción formal con los cánones literarios y plásticos de la Antigüedad «clásica» (7) que han sido la base de la estética del Renacimiento. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Esos cánones consideran al cuerpo de manera completamente diferente, en otras etapas de su vida, en relaciones totalmente diferentes con mundo exterior (no corporal). Dentro de estos cánones el cuerpo es ante todo algo rigurosamente acabado y perfecto. Es, además, algo aislado, solitario, separados de los demás cuerpos y cerrado. De ahí que este canon elimine todo lo que induzca a pensar en algo no acabado, todo lo relacionado con su crecimiento o su multiplicación: se cortan los brotes y retoños, se borran las protuberancias (que tienen la significación de nuevos vástagos y yemas), se tapan los orificios, se hace abstracción del estado perpetuamente imperfecto del cuerpo y, en general, pasan desapercibidos el alumbramiento, la concepción y la agonía. La edad preferida es la que está situada lo más lejos posible del seno materno y de la tumba, es decir, alejada al máximo de los «umbrales» de la vida individual. El énfasis está puesto en la individualidad acabada y autónoma del cuerpo en cuestión. Se describen sólo los actos efectuados por el cuerpo en el mundo exterior, actos en los cuales hay fronteras claras y destacadas que separan al cuerpo del mundo y los actos y procesos intracorporales (absorción y necesidades naturales) no son mencionados. El cuerpo individual es presentado como una entidad aislada del cuerpo popular que lo ha producido. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Estas son las tendencias primordiales de los cánones de la nueva época. Es perfectamente comprensible que, desde este punto de vista, el cuerpo del realismo grotesco les parezca monstruoso, horrible y deforme. Es un cuerpo que no tiene cabida dentro de la «estética de la belleza» creada en la época moderna. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
En nuestra introducción, así como en nuestros capítulos siguientes (sobre todo el capítulo V), nos limitaremos a comparar los cánones grotesco y clásico de la representación del cuerpo, estableciendo las diferencias que los oponen, pero sin hacer prevalecer al uno sobre el otro. Aunque, como es natural, colocamos en primer plano la concepción grotesca, ya que ella es la que determina la concepción de las imágenes de la cultura cómica popular en Rabelais: nuestro propósito es comprender la lógica original del canon grotesco, su especial voluntad artística. En el dominio artístico es un patrimonio común el conocimiento del canon clásico, que nos sirve de guía hasta cierto punto en la actualidad; pero no ocurre lo mismo con el canon grotesco, que hace tiempo que ha dejado de ser comprensible o del que sólo tenemos una comprensión distorsionada. La tarea de los historiadores y teóricos de la literatura y el arte consiste en recomponer ese canon, en restablecer su sentido auténtico. Es inadmisible interpretarlo desde el punto de vista de las reglas modernas y ver en él sólo los aspectos que se apartan de estas reglas. El canon grotesco debe ser juzgado dentro de su propio sistema. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
No interpretamos la palabra «canon» en el sentido estrecho de conjunto determinado de reglas, normas y proporciones, conscientemente establecidas y aplicadas a la representación del cuerpo humano. Es posible comprender el canon clásico dentro de esta acepción restringida en ciertas etapas de su evolución, pero la imagen grotesca del cuerpo no ha tenido nunca un canon de este tipo. Su naturaleza misma es anticanónica. Emplearemos la acepción «canon» en el sentido más amplio de tendencia determinada, pero dinámica y en proceso de desarrollo (canon para la representación del cuerpo y de la vida corporal). En el arte y la literatura del pasado podemos observar dos tendencias, a las que podemos adjudicar convencionalmente el nombre de cánones grotesco y clásico. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Hemos definido aquí esos dos cánones en su expresión pura y limitada. Pero en la realidad histórica viva, esos cánones (incluso el clásico) han sido estáticos ni inmutables, sino que han estado en constante evolución, produciendo diferentes variedades históricas de lo clásico y lo grotesco. Además, siempre hubo entre los dos cánones muchas formas de interacción: lucha, influencias recíprocas, entrecruzamientos y combinaciones. Esto es válido sobre todo para la época renacentista, como lo hemos señalado. Incluso en Rabelais, que fue el portavoz de la concepción del cuerpo más pura y consecuente, existen elementos del canon sobre todo en el episodio de la educación de Gargantúa por Pornócrates, en el de Théleme. En el marco de nuestro estudio, lo más importante es la diferencia capital entre los dos cánones en su expresión pura. Centraremos nuestra atención sobre esta diferencia. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 17.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Hemos denominado convencionalmente <i>«realismo grotesco» </i>al tipo específico de imágenes de la cultura cómica popular en todas sus manifestaciones. Discutiremos a continuación la terminología elegida. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Consideremos en primer lugar el vocablo «grotesco». Expondremos historia de este vocablo paralelamente al desarrollo del grotesco y su teoría. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
El método de construcción de imágenes procede de una época muy antigua: lo encontramos en la mitología y el arte arcaico de todos los pueblos, incluso en el arte pre-clásico de los griegos y los romanos. No desaparece tampoco en la época clásica, sino que, excluido del arte oficial, continúa viviendo y desarrollándose en ciertos dominios «inferiores» no canónicos: el dominio de las artes plásticas cómicas, sobre todo las miniaturas, como, por ejemplo, las estatuillas de terracota que hemos mencionado, las máscaras cómicas, silenos, demonios de la fecundidad, estatuillas populares del deforme Thersite, etc.; en las pinturas de los jarrones cómicos, por ejemplo, las figuras de sosias cómicos (Hércules, Ulises), escenas de comedias, etc.; y también en los vastos dominios de la literatura cómica relacionada de una u otra forma con las fiestas carnavalescas; en el drama satírico, antigua comedia ática, mimos, etc. A fines de la Antigüedad, la imagen grotesca atraviesa una fase de eclosión y renovación, y abarca todas las esferas del arte y la literatura. Nace entonces, bajo la influencia preponderante del arte oriental, una nueva variedad de grotesco. Pero como el<i> </i>pensamiento <i>estético </i>y artístico de la Antigüedad se había desarrollad en el sentido de la tradición clásica, no se le ha dado al sistema de imágenes grotescas una denominación general y permanente, es decir una terminología especial; tampoco ha sido ubicado ni precisado teóricamente. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Los elementos esenciales del realismo se han formado durante las tres fases del grotesco antiguo: arcaico, clásico y post-antiguo. Es un error considerar al grotesco antiguo sólo como un «naturalismo grosero», como se ha hecho a veces. Sin embargo, la fase antigua del realismo grotesco no entra en el marco de nuestro estudio. (8) En los capítulos siguientes trataremos sólo los fenómenos que han influido en la obra de Rabelais. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
El realismo grotesco se desarrolla plenamente en el sistema de imágenes de la cultura cómica popular de la Edad Media y alcanza su epopeya artística en la literatura del Renacimiento. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
En esta época, precisamente, aparece el término <i>«grotesco», </i>que tuvo en su origen una acepción restringida. A fines del siglo XV, a raíz de excavaciones efectuadas en Roma en los subterráneos de las Termas de Tito, se descubrió un tipo de pintura ornamental desconocida hasta entonces. Se la denominó <i>«grottesca»</i>, un derivado del sustantivo italiano <i>«grotta» </i>(gruta). Un poco más tarde, las mismas decoraciones fueron descubiertas en otros lugares de Italia. ¿Cuáles son las características de este motivo ornamental? </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
El descubrimiento sorprendió a la opinión contemporánea por el juego insólito, fantástico y libre de las formas vegetales, animales y humanas que se confundían y transformaban entre sí. No se distinguían las fronteras claras e inertes que dividen esos «reinos naturales» en el ámbito habitual del mundo: en el grotesco, esas fronteras son audazmente superadas. Tampoco se percibe el estatismo habitual típico de la pintura de la realidad: el movimiento deja de ser de formas acabadas (vegetales o animales) dentro de un universo perfecto y estable; se metamorfosea en un movimiento interno de la existencia misma y se expresa en la transmutación de ciertas formas en otras, en la imperfección eterna de la existencia. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Se percibe en ese juego ornamental una libertad y una ligereza excepcionales en la fantasía artística; esta libertad, además, es concebida como una alegre osadía, un caos sonriente. Y es indudable que Rafael y sus alumnos comprendieron y transmitieron con justeza el tono alegre de esta decoración al pintar las galerías del Vaticano a imitación del estilo grotesco. (9)</div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Esa es la característica fundamental del motivo ornamental romano al que se designó por primera vez con esa palabra inédita, considerándolo un fenómeno novedoso. Su sentido era muy limitado al principio. En realidad, la variedad del motivo ornamental romano encontrado era sólo un fragmento (un resto) del inmenso universo de la imagen grotesca que existió en todas las etapas de la Antigüedad y que continuó existiendo en la Edad Media y en el Renacimiento. Ese fragmento reflejaba los rasgos característicos de este inmenso universo, lo que aseguraba la vitalidad futura del nuevo término y su extensión gradual al universo casi ilimitado del sistema de imágenes grotescas. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Pero la ampliación del sentido del vocablo se realizó muy lentamente, sin una conciencia teórica clara acerca de la originalidad y la unidad del mundo grotesco. El primer intento de análisis teórico, o, para ser más precisos, de simple descripción y apreciación del grotesco, fue el de Vasari quien, sobre la base de un juicio de Vitruvio (arquitecto romano que es estudió el arte de la época de Augusto) emitió un juicio desfavorable sobre el grotesco. Vitruvio, a quien Vasari cita con simpatía, condenó la moda «bárbara» que consistía en «pintarrajear los muros con en lugar de pintar imágenes claras del mundo de los objetos»; en palabras, condenaba el estilo grotesco desde el punto de vista de posiciones clásicas, como una violación brutal de las formas y proporciones naturales». </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Esta era también la opinión de Vasari, opinión que predominaría durante mucho tiempo. Iniciada la segunda mitad del siglo XVIII, surgió una comprensión más profunda y amplia del grotesco. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
En los siglos XVII y XVIII, mientras el canon clásico reinaba en los dominios del arte la literatura, el grotesco, ligado a la cultura cómica popular, estaba separado de la última y se reducía al rango del cómico de baja estofa o caía en la descomposición naturalista a que nos hemos referido. En esta época (para ser precisos, a partir de la segunda mitad del siglo XVII) asistimos a un proceso de reducción, falsificación y empobrecimiento progresivos de las formas de los ritos y espectáculos carnavalescos populares. Por una parte se produce una <i>estatización </i>de la vida festiva, que pasa a ser una vida de gala; y por la otra se introduce a la fiesta en lo <i>cotidiano, </i>es decir que queda relegada a la vida privada, doméstica y familiar. Los antiguos privilegios de las fiestas públicas se restringen cada vez más. La cosmovisión carnavalesca típica, con su universalismo, sus osadías, su carácter utópico y su ordenación al porvenir, comienza a transformarse en simple humor festivo. La fiesta <i>casi </i>deja de ser la segunda vida del pueblo, su renacimiento y renovación temporal. Hemos destacado el adverbio «casi» porque en realidad el principio festivo popular carnavalesco es indestructible. Reducido y debilitado, sigue no obstante fecundando los diversos dominios de la vida y la cultura. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Hay un aspecto que debemos señalar. La literatura de esos siglos no estará ya sometida a la influencia directa de la debilitada cultura festiva popular. La cosmovisión carnavalesca y el sistema de imágenes grotescas siguen viviendo y transmitiéndose únicamente en la tradición literaria, sobre todo en la tradición literaria del Renacimiento. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
El grotesco degenera, al perder sus lazos reales con la cultura popular de la plaza pública y al convertirse en una pura tradición literaria. Se produce una cierta <i>formalización </i>de las imágenes grotescas carnavalescas, lo que permite a diferentes tendencias utilizarlas con fines diversos. Pero esta formulación no es únicamente exterior: la riqueza de la forma grotesca y carnavalesca, su vigor artístico y heurístico, generalizador, subsiste en todos los acontecimientos importantes de la época (siglos XVII y XVIII): en la <i>commedia dell'arte </i>(que conserva su relación con el carnaval de donde proviene), en las comedias de Moliere (emparentadas con la <i>commedia dell'arte), </i>en la novela cómica y las parodias del siglo XVII, en las novelas filosóficas de Voltaire y Diderot <i>(Las joyas indiscretas </i>y <i>Jacobo el Fatalista), </i>en las obras de Swift y en varias más. En estos casos, a pesar de las diferencias de carácter y orientación, la forma del grotesco carnavalesco cumple funciones similares; ilumina la osadía inventiva, permite asociar elementos heterogéneos, aproximar lo que está lejano, ayuda a librarse de ideas convencionales sobre el mundo, y de elementos banales y habituales; permite mirar con nuevos ojos el universo, comprender hasta qué punto lo existente es relativo, y, en consecuencia permite comprender la posibilidad de un orden distinto del mundo. Pero la comprensión <i>teórica </i>clara y precisa de la unidad de los aspectos que abarcan el término <i>grotesco </i>y de su carácter artístico específico progresa muy lentamente. Por otra parte, esta palabra tuvo sus dobletes: «arabesco» (aplicado en un sentido ornamental) y «burlesco» (aplicado en un sentido literario). A raíz del punto de vista clásico reinante en la estética, esta comprensión teórica era imposible. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
En la segunda mitad del siglo XVIII se producen cambios fundamentales en el campo literario y estético. En Alemania se discute vehementemente el personaje de Arlequín, que entonces figuraba obligatoriamente en todas las<i> </i>representaciones teatrales, incluso en las más serias. Gottsched y los<i> </i>demás representantes del clasicismo pretendían erradicar a Arlequín del escenario «serio y decente», y lograron su propósito por un tiempo. Lessing, por el contrario, salió en defensa de Arlequín. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
El problema, restringido en apariencia, era mucho más amplio y contenía disyuntivas de principio: ¿podía admitirse dentro de la estética de la belleza y lo sublime elementos que no respondían a esas reglas?, ¿podía admitirse el grotesco? Justus Möser dedicó un pequeño estudio (publicado en 1761) a este problema: <i>Harlekin oder die Verteidigung des Grotesk-Komiscben (Arlequín o la defensa de lo grotesco cómico). </i>Arlequín en persona hablaba en defensa del grotesco. Möser destaca que Arlequín es un personaje aislado de un microcosmos al que pertenecen Colombina, el Capitán, el Doctor, etc., es decir el mundo de la <i>commedia dell' arte. </i>Este mundo posee una integridad y leyes estéticas especiales, un criterio propio de la perfección no subordinado a la estética clásica de la belleza y lo sublime. Al mismo tiempo, Möser opone ese mundo a la comicidad «inferior» de los artistas de feria que poseen una noción estrecha de lo grotesco. A continuación Möser revela ciertas particularidades del mundo grotesco: lo califica de «quimérico» por su tendencia a reunir lo heterogéneo, comprueba la violación de las proporciones naturales (carácter hiperbólico), la presencia de lo caricaturesco, explicando la risa como una necesidad de gozo y alegría del alma humana. La obra de Möser, aunque limitada, es la primera apología del grotesco. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
En 1788, el crítico literario alemán Flogel, autor de una historia de la literatura cómica en cuatro tomos y de una <i>Historia de los bufones la corte, </i>publica su <i>Historia de lo cómico grotesco</i> (10).<i> </i>Califica de grotesco a lo que se aparta considerablemente de las reglas estéticas y contiene un elemento material y corporal claramente destacado y exagerado. Sin embargo, la mayor parte de la obra está consagrada a las manifestaciones del grotesco medieval. Flögel examina las formas que asumen fiestas populares de los locos», «fiesta de los burros», los elementos populares y públicos de la fiesta del Corpus, los carnavales, etc.). Las sociedades literarias de fines de la Edad Media <i>(El reinado de la curia, niños despreocupados, </i>etc.), gangarillas, farsas, juegos del <i>Mardi Gras </i>ciertas formas cómicas populares y públicas, etc. En general, Flogel encasilla un poco las dimensiones de lo grotesco: no estudia las manifestaciones puramente literarias del realismo grotesco (por ejemplo, la parodia latina de la Edad Media). La falta de un punto de vista histórico y sistemático determina que la elección de los materiales quede libre al azar. El autor comprende muy superficialmente el sentido de los fenómenos que analiza; en realidad, se limita a reunirlos como curiosidades. A pesar de todo, y debido en especial a los documentos. que contiene, el trabajo de Flögel sigue siendo importante todavía. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Móser y Flogel conocen solamente lo cómico grotesco, o sea lo grotesco basado en el principio de la risa, al que atribuyen un valor de goce y alegría. Möser se dedica a la <i>commedia dell'arte </i>y Flagel al grotesco medieval. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 17.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Pero en la misma época en que aparecieron estas obras, que parecían orientadas hacia el pasado, hacia las etapas anteriores de lo grotesco, éste entraba en una nueva fase de su desarrollo. En la época pre-romántica y a principios del romanticismo se produce una resurrección del grotesco, adquiere ahora un nuevo sentido. Sirve, entonces, para expresar una visión del mundo subjetiva e individual, muy alejada de la visión popular y carnavalesca de los siglos precedentes (aunque conserva alguno de sus elementos). La novela de Sterne, <i>Vida y opiniones de Tristán Shandy, </i>es primera expresión importante del nuevo tipo de grotesco subjetivo (es una paráfrasis original de la cosmovisión de Cervantes y Rabelais en la lengua subjetiva de la época). Otra variedad del nuevo tipo de grotesco es la novela grotesca o negra. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Con el predominio de las tradiciones literarias, la influencia directa de las formas carnavalescas de los espectáculos populares (ya muy empobrecida) se debilita. Debe señalarse sin embargo la influencia muy importante del teatro popular (sobre todo del teatro de marionetas) y de ciertas foro mas cómicas de los<i> </i>artistas de feria. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
A diferencia del grotesco de la Edad Media y del Renacimiento, relacionado directamente con cultura popular e imbuido de su carácter universal y público, el grotesco romántico es un grotesco de <i>cámara, </i>especie de carnaval que el individuo representa en soledad, con la ciencia agudizada de su aislamiento. La cosmovisión carnavalesca es tras puesta en cierto modo al lenguaje del pensamiento filosófico idealista y subjetivo, y deja de ser la visión vivida (podríamos incluso decir <i>corporalmente </i>vivida) de la unidad y el carácter inagotable de la existencia, como era en el grotesco de la Edad Media y el Renacimiento. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
El principio de la risa sufre una transformación muy importante. La risa subsiste, por cierto; no desaparece ni es excluida como en las «serias»; pero en el romanticismo grotesco la risa es atenuada, y toma la forma de humor, de ironía y sarcasmo. Deja de ser jocosa y alegre. El aspecto <i>regenerador </i>y positivo de la risa se reduce extremadamente. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
En una de las obras maestras del grotesco romántico, <i>Rondas nocturnas, </i>de Bonawentura (seudónimo de un autor desconocido, quizá Jean Gaspard Wetzel) (11) encontramos opiniones muy significativas sobre la risa en boca de un vigilante nocturno. En cierta ocasión el narrador dice sobre la risa: «No hay en el mundo un medio más poderoso que la risa para oponerse a las adversidades de la vida y la suerte. El enemigo más poderoso queda horrorizado ante la máscara satírica y hasta la desgracia retro cede ante mí si me atrevo a ridiculizarla. La tierra, con luna, su satélite sentimental, no merecen más que la burla, por cierto». Esta reflexión destaca el carácter universal de la risa y el sentido de cosmovisión que posee rasgo obligatorio del grotesco; se glorifica su fuerza liberadora, pero no se alude a su fuerza <i>regeneradora, </i>y de allí que pierda su tono jocoso y alegre. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
El autor (a través del narrador, el sereno) da otra definición original investiga el mito del origen de la risa; la risa ha sido enviada a la tierra por el diablo y se aparece a los hombres con la máscara de la <i>alegría,</i> éstos la reciben con agrado. Pero, más tarde, la risa se quita la alegre máscara y comienza a reflexionar sobre el mundo y los hombres con la crueldad de la sátira. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
La degeneración de la comicidad grotesca, la pérdida de su fuerza regeneradora, produce nuevos cambios que separan más profundamente al grotesco de la Edad Media y el Renacimiento del grotesco romántico. Los cambios fundamentales, o más notables, ocurren con relación a lo <i>terrible. </i>El universo del grotesco romántico se presenta generalmente como terrible y <i>ajeno </i>al hombre. El mundo humano se transforma de pronto en mundo <i>exterior. </i>Y lo acostumbrado y tranquilizador revela su aspecto terrible. Esta es la tendencia general del grotesco romántico (en sus formas extremas, más prototípicas). La reconciliación con el mundo, cuando se produce, ocurre en un plano subjetivo y lírico, incluso místico. En cambio el grotesco de la Edad Media y el Renacimiento, asociado a la cultura cómica popular, representa lo terrible mediante los espantapájaros cómicos, donde es vencido por la risa. Lo terrible adquiere allí un cariz extravagante y alegre. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Lo grotesco integrado a la cultura popular se aproxima al mundo humano, lo corporiza, lo reintegra por medio del cuerpo a la vida corporal (a diferencia de la aproximación romántica, enteramente abstracta y espiritual). En el grotesco romántico, las imágenes de la vida material y corporal: beber, comer, satisfacción de las necesidades naturales, coito, alumbramiento, pierden casi por completo su sentido regenerador y se transforman en «vida inferior». Las imágenes del grotesco romántico son generalmente la expresión del temor que inspira el mundo y tratan de comunicar ese temor a los lectores («asustarlos»). Las imágenes grotescas de la cultura popular no se proponen asustar al lector, rasgo comparten con las obras maestras literarias del Renacimiento. En este sentido, la novela de Rabelais es la expresión más típica, no hay ni vestigios de miedo, la alegría lo invade todo. Las novelas de Rabelais excluyen el temor más que ninguna otra novela. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Hay otros rasgos del grotesco romántico que denotan debilitamiento de la fuerza regeneradora de la risa. El tema de la locura, por ejemplo, es muy típico del grotesco, ya que permite observar al mundo con una mirada diferente, no influida por el punto de vista «normal», o sea por las ideas y juicios comunes. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Pero en el grotesco popular, la locura es una parodia feliz del espíritu oficial, de la seriedad unilateral y la «verdad» oficial. Es una locura «festiva» mientras que en el romántico la locura adquiere los acentos sombríos y trágicos del aislamiento individual. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
El tema de la <i>máscara </i>es más importante aún. Es el tema más complejo y lleno de sentido de la cultura popular. La máscara expresa la alegría de las sucesiones y reencarnaciones, la alegre relatividad y la negación de la identidad y del sentido único, la negación de la estúpida autoidentificación y coincidencia consigo mismo; máscara es una expresión de las transferencias, de las metamorfosis, de la violación de las fronteras naturales, de la ridiculización, de los sobrenombres; la máscara encarna el principio del juego de la vida, establece una relación entre la realidad y la imagen individual, elementos característicos de los ritos y espectáculos más antiguos. El complejo simbolismo de las máscaras es inagotable. Bastaría con recordar que manifestaciones como la parodia, la caricatura, la mueca, los melindres y las «monerías» son derivados de la máscara. Lo grotesco se manifiesta en su verdadera esencia a través de las máscaras. (12) </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
En el grotesco romántico, la máscara está separada de la cosmovisión popular y carnavalesca unitaria y se debilita y adquiere otros sentidos ajenos a su naturaleza original: la máscara disimula, encubre, engaña, etc. En una cultura popular orgánicamente integrada la máscara no podía cumplir esas funciones. En el romanticismo, la máscara pierde casi totalmente su función regeneradora y renovadora, y adquiere un tono lúgubre. Suele disimular un vacío horroroso, la «nada» (tema que se destaca en las <i>Rondas nocturnas, </i>de Bonawentura). Por el contrario, en el grotesco popular la máscara cubre la naturaleza inagotable de la vida y sus múltiples rostros. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Sin embargo, también en el grotesco romántico, la máscara conserva rasgos de su indestructible naturaleza popular y carnavalesca. Incluso en la vida cotidiana contemporánea la máscara crea una atmósfera especial, como si perteneciera a otro mundo. La máscara nunca será una cosa más entre otras. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Las marionetas desempeñan un rol muy importante en el grotesco romántico. Este tema no es ajeno, por supuesto, al grotesco popular. Pero el romanticismo coloca en primer plano la idea de una fuerza sobrehumana y desconocida, que gobierna a los hombres y los convierte en marionetas. Esta idea es totalmente ajena la cultura cómica popular. El grotesco de la <i>tragedia de la marioneta </i>pertenece exclusivamente al romanticismo. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
El tratamiento de la figura del demonio permite distinguir claramente las diferencias entre los dos grotescos. En las diabluras de los misterio medievales, en las visiones cómicas de ultratumba, en las leyendas paródicas y en las fábulas, etc., el diablo es un despreocupado portavoz ambivalente de opiniones no oficiales, de la santidad al revés, expresión lo inferior y material, etc. No tiene ningún rasgo terrorífico ni (en Rabelais, el personaje Epistemón, de vuelta del infierno, «asegura» a todos que los diablos eran buena gente»).* A veces el diablo y el infierno son descritos como meros «espantapájaros» divertidos. Pero en el grotesco romántico el diablo encarna el espanto, la melancolía, la tragedia. La risa infernal se vuelve sombría y maligna. </div>
<div style="font: 15.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
* Rabelais: <i>Obras Completas, </i>Pléiade, pág. 296; Livre de Poche, t. 1, pág. 393. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 17.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Téngase en cuenta que en el grotesco romántico, la ambivalencia se transforma habitualmente en un contraste estático y brutal o en una antítesis petrificada. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Así, por ejemplo, el sereno que narra las <i>Rondas nocturnas </i>tiene como padre al diablo y como madre a una santa canonizada; se ríe en los templos y llora en los burdeles. De esta forma, la antigua ridiculización ritual de la divinidad y la risa en el templo, típicos en la Edad Media durante la fiesta de los locos, se convierten a principios del siglo XIX en la risa excéntrica de un ser raro en el interior de un templo. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Señalemos por último otra particularidad del grotesco romántico: la predilección por la <i>noche: Las rondas nocturnas </i>de Bonawentura, los <i>Nocturnos </i>de Hoffmann. Por el contrario, en el grotesco popular la luz es el elemento imprescindible: el grotesco popular es primaveral, matinal y auroral por excelencia. (13) </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Estos son los elementos que caracterizan el romanticismo grotesco alemán. Estudiaremos ahora la teoría romántica del grotesco. En su <i>Conversación sobre la poesía (Gespräch über die Poesie, </i>1800), Friedrich Schlegel examina el concepto de grotesco, al que califica generalmente como «arabesco». Lo considera la «forma más antigua de la fantasía humana» y la «forma natural de la poesía». Encuentra elementos de grotesco en Shakespeare, Cervantes, Sterne y Jean-Paul. Lo considera la mezcla fantástica de elementos heterogéneos de la realidad, la destrucción del orden y del régimen habituales del mundo, la libre excentricidad de las imágenes y la «sucesión del entusiasmo y la ironía». </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
En su <i>Introducción a la estética (Vorschule der Aesthetik), </i>Jean-Paul señala con gran agudeza los rasgos del grotesco romántico. No emplea la palabra grotesco, sino la expresión «humor cruel». Tiene una concepción muy amplia del mismo, que supera los límites de la literatura y el arte: incluye dentro de este concepto la fiesta de los locos, la fiesta de los burros de los burros»), o sea los ritos y espectáculos cómicos medievales. Entre los autores renacentistas cita con preferencia a Rabelais y a Shakespeare. Menciona en especial la «ridiculización del mundo» <i>(Welt-Verlachung) </i>en Shakespeare, al referirse a sus bufones «melancólicos» y a Hamlet. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Jean-Paul comprende perfectamente el carácter universal de la risa grotesca. «El humor cruel» no está dirigido contra acontecimientos negativos aislados de la realidad, sino contra toda la realidad, contra el mundo perfecto y acabado. Lo perfecto es aniquilado como tal por el humor. Jean Paul subraya el radicalismo de esta posición: gracias al «humor cruel» mundo se convierte en algo terrible e <i>injustificado, </i>el suelo se mueve bajo nuestros pies, sentimos vértigo, porque no vemos nada estable a nuestro alrededor. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Jean-Paul encuentra la misma clase de universalismo y radicalismo en la destrucción de los fundamentos morales y sociales que se opera en los ritos y espectáculos de la Edad Media. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
No separa lo grotesco de la risa: comprende que el grotesco no puede existir sin la comicidad. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Pero su teoría reduce la risa al humor, desprovisto de la fuerza regeneradora y renovadora positiva de la misma. Destaca el carácter <i>melancólico </i>del humor cruel y afirma que el diablo (en su acepción romántica, por supuesto) sería un gran humorista. Aunque Jean-Paul cita situaciones relativas al grotesco medieval y renacentista (incluso Rabelais), expone en realidad la teoría del grotesco romántico: a través de ese prisma, considera las etapas anteriores del grotesco desde el punto de romántico, en forma similar a la interpretación que hizo Sterne de Rabelais y Cervantes. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Al igual que Schlegel, descubre el aspecto positivo del grotesco fuera de la comicidad, lo concibe como una evasión hacia un plano espiritual, lejos de lo perfecto y acabado, que es destruido por el humor. (14)</div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Víctor Rugo planteó el problema del grotesco con el prólogo a <i>Cromwell </i>y después en su obra <i>William Shakespeare, </i>de un modo interesante y característico del romanticismo francés. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Hugo otorga un sentido muy amplio a la imagen grotesca. Descubre la existencia de lo grotesco en la antigüedad pre-clásica (la hidra, las arpías, los cíclopes) y en varios personajes del período arcaico y, después, clasifica como perteneciente a este tipo a toda la literatura post-antigua, a partir de la Edad Media. «Por el contrario, en el pensamiento moderno encontramos lo grotesco por -doquier: por un lado crea lo deforme y lo horrible y por el otro lo cómico y bufonesco.» * </div>
<div style="font: 14.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
* Víctor Rugo, <i>Cromuiell, </i>París, A. Lemerre, 1876, pág. 18. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
El aspecto esencial del grotesco es deformidad. La estética del grotesco es en gran parte la estética de la deformidad. Pero, al mismo tiempo, Hugo debilita el valor autónomo del grotesco, considerándolo como instrumento de contraste para la exaltación de lo sublime. Lo grotesco y lo sublime se completan mutuamente, su unidad (que Shakespeare alcanzó en grado superlativo) obtiene la belleza auténtica que el clásico puro no pudo alcanzar. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
En <i>William Shakespeare, </i>Hugo escribe los análisis más interesantes y más concretos sobre la imagen grotesca y, en especial, el principio cómico, material y corporal. Estudiaremos su punto de vista más adelante, porque Hugo expone allí, además, su opinión sobre la obra rabelesiana. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
El interés por lo grotesco y sus fases antiguas incluye a los demás autores románticos franceses, aunque debemos destacar que en Francia el grotesco está considerado como una tradición nacional. En 1853, Teófilo Gautier publicó una selección titulada <i>Los Grotescos, </i>donde estaban reunidos los representantes del grotesco francés, con un criterio muy amplio: encontramos a Villon, los poetas libertinos del siglo XVIII (Teófilo de Viau, Saint-Amant), Scarron, Cyrano de Bergerac e incluso Scudéry. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
A modo de conclusión, debemos destacar dos hechos positivos: 1) los románticos buscaron las raíces populares del grotesco; 2) no se limitaron a atribuir al grotesco funciones exclusivamente satíricas. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Por supuesto, nuestro análisis del grotesco romántico no ha sido exhaustivo. Además, nuestro análisis ha sido unilateral, incluso polémico, al intentar iluminar las diferencias entre el grotesco romántico y el grotesco popular de la Edad Media y el Renacimiento. Hay que reconocer que el romanticismo ha hecho un descubrimiento positivo, de considerable importancia: el descubrimiento del individuo subjetivo, profundo, íntimo, complejo e inagotable. Ese <i>carácter infinito interno </i>del individuo era ajeno al grotesco de la Edad Media y el Renacimiento, pero su descubrimiento fue facilitado por el empleo del método grotesco, capaz de superar el dogmatismo y todo elemento perfecto y limitado. El infinito interno habría podido descubrirse en un mundo cerrado, perfecto y estable, en el que el acaecer y los valores estuvieran divididos con fronteras claras e inmutables. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Para convencerse de esto bastaría comparar los análisis racionalistas y exhaustivos de los sentimientos internos hechos por los clásicos, con las imágenes de la vida íntima en Sterne y los románticos. La fuerza artística e interpretativa del método grotesco sobresale en forma cortante. Pero esto supera los límites de nuestro estudio. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Agregaremos algo más sobre la concepción del grotesco en la estética de Hegel y Fischer. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Hegel alude exclusivamente a la<i> </i>fase arcaica del grotesco, a la que define como la expresión del estado espiritual pre-clásico y pre-filosófico. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Sobre la base de la fase arcaica hindú, Hegel define el grotesco con tres cualidades: 1) mezcla de zonas heterogéneas de la naturaleza, 2) exageración y 3) multiplicación de ciertos órganos (divinidades hindúes con múltiples brazos y piernas). Ignora <i>totalmente </i>el rol de la comicidad en lo grotesco, y lo trata por separado. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
En<i> </i>esto, Fischer disiente de Hegel<i>. </i>Según él<i>, </i>la<i> </i>esencia y la fuerza motriz del grotesco son lo risible<i> </i>y lo cómico. «El grotesco es lo cómico<i> en </i>su aspecto maravilloso, es lo cómico mitológico». Estas definiciones son profundas. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Debemos recordar que en la evolución cumplida por la estética filosófica hasta el presente, el grotesco no ha sido comprendido ni estimado en su justo valor ni ubicado como corresponde en el sistema estético. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Después del romanticismo, a partir de la segunda mitad del siglo XVIII, el interés por lo grotesco se debilita brutalmente, tanto en la literatura como en la historia de la literatura. Cuando se lo menciona, el grotesco es relegado a la categoría de la comicidad vulgar y de baja estofa, o es interpretado como una forma especial de la sátira, destinada a atacar acontecimientos individuales puramente negativos. De esta forma desaparecen profundidad y el universalismo de las imágenes grotescas. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
En 1894 aparece la obra más voluminosa sobre el tema: <i>Historia de la sátira grotesca, </i>de Schneegans <i>(Geschichte der grotesken Satyre) </i>, dedicado sobre todo a Rabelais, a quien <i>el </i>autor considera como el más grande representante de la sátira grotesca; contiene un breve sumario sobre algunas manifestaciones del grotesco medieval. Schneegans es el representante más típico de la interpretación puramente satírica de lo grotesco. Según él, el grotesco es <i>siempre </i>y exclusivamente una <i>sátira </i>negativa, es <i>exageración de lo que no debe ser, </i>que sobrepasa lo verosímil y se convierte en fantástico. Por <i>medio </i>de la <i>exageración </i>de lo que no debe ser, se le asesta a éste un golpe mortal y social, afirma. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Schneegans no comprende en absoluto el <i>biperbolismo positivo </i>de lo material y corporal en el grotesco medieval y en <i>Rabelais. </i>Tampoco capta fuerza regeneradora y renovadora de la risa grotesca. Sólo conoce la risa puramente negativa, retórica y triste de la sátira del siglo XIX, e interpreta las manifestaciones del grotesco en la Edad Media y el Renacimiento desde ese punto de vista. Este es un ejemplo extremo de «modernización» distorsionada del concepto de la risa en la historia de la literatura. El autor no comprende, además, el universalismo de las imágenes<i> </i>grotescas. Su concepción es típica de los historiadores de la literatura de la mitad del siglo XIX y primeras décadas del XX, Incluso en la actualidad subsiste el sistema de interpretación satírico de lo grotesco, sobre todo en relación a la obra de Rabelais, Ya dijimos que Schneegans basa esencialmente su concepción en sus análisis de la obra rabelesiana. Por esto nos detendremos sobre el particular más adelante. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 17.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
En el siglo XX se produce un nuevo y poderoso renacimiento del grotesco, aunque hay que reconocer que el término «renacimiento» puede difícilmente aplicarse a ciertas manifestaciones del grotesco ultra-moderno. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
La línea de evolución es muy complicada y contradictoria. Sin embargo, en general, se pueden destacar dos líneas principales. La primera es el grotesco <i>modernista </i>(Alfred Jarry, los superrealistas, los expresionistas, etc.). Este tipo de grotesco retoma (en diversas proporciones) las tradiciones del grotesco romántico; actualmente se desarrolla bajo la influencia de existencialistas. La segunda línea es el grotesco <i>realista </i>(Thomas Mann, Bertold Brecht, Pablo Neruda, etc.) que continúa la tradición del realismo grotesco y de la cultura popular, reflejando a veces la influencia directa de las formas carnavalescas (Pablo Neruda). </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
No nos proponemos definir las cualidades del grotesco contemporáneo. Nos referiremos solamente a una teoría de la tendencia modernista, expuesta en el libro del eminente crítico literario alemán Wolfgang Kayser titulado <i>Das Groteske in Malerei und Dicbtung, </i>1957 <i>(El grotesco en la pintura y la literatura) </i>(15) <i> </i>En efecto, la obra de Kayser es el primer estudio, y por el momento el único, dedicado a la teoría del grotesco. Contiene un gran número de observaciones preciosas y análisis sutiles. No aprobamos, sin embargo, la concepción general del autor. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Kayser se propuso escribir una teoría general del grotesco, y descubrir la esencia misma de éste. En realidad, su obra sólo contiene una teoría (y un resumen histórico) del grotesco romántico y modernista, y para ser exactos sólo del grotesco modernista, ya que el autor ve el grotesco romántico a través del prisma del modernista, razón por la cual su comprensión y su apreciación están distorsionadas. La teoría de Kayser es totalmente ajena los milenios de evolución anteriores al romanticismo: fase arcaica, antigua (por ejemplo, el drama satírico o la comedia ática), Edad Media y Renacimiento integrados en la cultura cómica popular. El autor ni siquiera investiga estas manifestaciones (se contenta con mencionarlas). Basa sus conclusiones y generalizaciones en análisis del grotesco romántico y modernista, pero es la concepción modernista la que determina su interpretación. Tampoco comprende la verdadera naturaleza del grotesco, inseparable del mundo de la cultura cómica popular y de la cosmovisión carnavalesca. En el grotesco romántico, esta naturaleza está debilitada, empobrecida y en gran parte reinterpretada. Sin embargo, en el romanticismo los grandes temas originarios del carnaval conservan reminiscencias del poderoso conjunto al que pertenecieron. Esta reminiscencia eclosiona en las mejores obras del grotesco romántico (con una fuerza particular, aunque de diferente tipo, en Sterne y Hoffmann). Sus obras son más poderosas, profundas y alegres que su propia concepción subjetiva y filosófica del mundo. Pero Kayser ignora esas reminiscencias y no las investiga. El grotesco modernista que estructura su concepción olvida casi por completo estas reminiscencias e interpreta de manera muy formalista la herencia carnavalesca de los temas y símbolos grotescos. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
¿Cuáles son, según Kayser, las características fundamentales de la imagen grotesca? </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Es sorprendente leer sus definiciones por el tono lúgubre, terrible y espantoso que manifiesta en general al exponer su concepción del grotesco. En realidad, este tono es ajeno a la evolución del grotesco anterior al romanticismo. Hemos dicho que el grotesco medieval y renacentista, basado en la cosmovisión carnavalesca, está exento de esos elementos terribles y espantosos y es, en general, inofensivo, alegre y luminoso. Lo que era terrible en el mundo habitual se transforma en el carnavalesco en alegres «espantapájaros cómicos». El miedo es la expresión exagerada de una seriedad unilateral y estúpida que en el carnaval es vencida por la risa (Rabelais elabora magníficamente este tema en su obra, sobre todo a través del «tema de Malbrough»). La libertad absoluta que necesita el grotesco no podría lograrse en un mundo dominado por el miedo. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Para Kayser, lo esencial del mundo grotesco es «algo hostil, extraño e inhumano» ( «<i>Das </i>U<i>nheimlicbe, das Verfrendete und </i>U<i>nmenschliche», </i>pág. 81). </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Kayser destaca sobre todo el aspecto extraño: «El grotesco es un mundo que se vuelve extraño <i>«Das Groteske ist die entfremdete Welt», </i>página 136). Expone esta definición comparando el grotesco con el mundo de los cuentos, el cual, visto desde fuera, puede definirse también como un universo extraño e insólito, pero no como un mundo que <i>se ha vuelto </i>ajeno. En el mundo grotesco, por el contrario, lo habitual y cercano se vuelve súbitamente hostil y exterior. Es el mundo <i>nuestro </i>que se con vierte de improviso en el mundo de <i>otros. </i></div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Esta definición, aplicable a ciertas expresiones del grotesco moderno, no se adapta a las características del romántico y, menos aún, a las fases anteriores. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
En realidad el grotesco, incluso el romántico, ofrece la posibilidad de un mundo totalmente <i>diferente, </i>de un orden mundial distinto, de una nueva estructura vital, franquea los límites de la unidad, de la inmutabilidad ficticia (o engañosa) del mundo existente. El grotesco, nacido de la cultura cómica popular, tiende siempre, de una u otra forma, a retornar al país de la edad de oro de Saturno y contiene la <i>posibilidad viviente </i>de este retorno. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
También el grotesco romántico contiene esta posibilidad (si no dejaría de serlo), pero dentro de las formas subjetivas que le son típicas. El mundo existente se vuelve de repente un mundo exterior (en la terminología de Kayser), porque se manifiesta precisamente la posibilidad de un mundo verdadero en sí mismo, el mundo de la edad de oro, de la naturalidad carnavalesca. El hombre se encuentra consigo mismo, y el mundo existente es destruido para renacer y renovarse después. Al morir, el mundo da a luz. En el mundo grotesco, la relatividad de lo existente es siempre feliz, lo grotesco siente la alegría del cambio y transformación, aunque en algunos casos esa alegría sea mínima, como ocurre en el romanticismo. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Es preciso destacar una vez más que el aspecto utópico («la edad de oro») aparece en el grotesco pre-romántico, no bajo la forma del pensamiento abstracto o de emociones internas, sino en la realidad total del individuo: pensamiento, sentimientos y <i>cuerpo. </i>La participación del cuerpo adquiere una importancia capital para. el grotesco. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Sin embargo, la concepción de Kayser no da cabida a lo material y corporal y sus renovaciones perpetuas. Tampoco aparecen el tiempo, ni los cambios, ni las crisis, es decir lo que se realiza bajo el sol, en el hombre, la tierra y la sociedad humana, ambiente donde se desarrolla el verdadero grotesco. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Hay una definición de Kayser del grotesco modernista muy típica: «Lo grotesco es la forma de expresión de "ello"» (pág. 137). </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Para Kayser «ello» representa algo más existencialista que freudiano; «ello es la fuerza extraña que gobierna el mundo, los hombres, sus vidas y sus actos». Kayser reduce varios temas fundamentales del grotesco a una sola categoría, la fuerza desconocida que rige el mundo, representada a través del teatro de marionetas por ejemplo. Esa es también su concepción de la locura. Presentimos en el loco algo que no le pertenece, como si un espíritu inhumano se hubiera introducido en su alma. Ya dijimos que el grotesco utiliza de forma radicalmente distinta el tema de la locura para de la falsa «verdad de este mundo» y para contemplarla desde una perspectiva independiente, apartada del mundo convencional. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Kayser se refiere con frecuencia a la <i>libertad </i>de la fantasía característica del grotesco. Pero ¿cómo podría existir libertad en un mundo dominado por la fuerza extraña del «ello»? La concepción de Kayser contiene una contradicción insuperable. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
En realidad la función del grotesco es liberar al hombre de las formas de necesidad inhumana en que se basan las ideas convencionales. El grotesco derriba esa necesidad y descubre su carácter relativo y limitado. La necesidad se presenta históricamente como algo serio, incondicional y perentorio. En realidad la idea de necesidad es algo relativo y versátil. La risa y cosmovisión carnavalesca, que están en la base del grotesco, destruyen la seriedad unilateral y las pretensiones de significación incondicional e intemporal y liberan a la vez la conciencia, el pensamiento y la imaginación humanas, que quedan así disponibles para el desarrollo de nuevas De allí que un cierto estado carnavalesco de la conciencia precede y prepara los grandes cambios, incluso en el campo de la ciencia. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
En el mundo grotesco el «ello» es desmitificado y transformado en espantapájaros cómico»; al penetrar en ese mundo, incluso en el mundo del grotesco romántico, sentimos una alegría especial y «licenciosa» en el pensamiento y la imaginación. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Analizaremos dos aspectos más de la concepción de Kayser. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Afirma que «en el grotesco no hay temor a la muerte, sino a la vida». </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Esta afirmación, hecha desde un punto de vista existencialista, opone la vida a la muerte, oposición que no existe en el sistema de imágenes grotescas, donde la muerte no aparece como la negación de la vida (entendida en su acepción grotesca, es decir la vida del gran cuerpo popular). La muerte es, dentro de esta concepción, una entidad de la vida en una fase necesaria como condición de renovación y rejuvenecimiento permanentes. La muerte está siempre en correlación con el nacimiento, la tumba con el seno terrestre que procrea. Nacimiento-muerte y muerte-nacimiento son las fases constitutivas de la vida, como lo expresa el espíritu de la Tierra en el <i>Fausto </i>de Goethe. (16) La muerte está incluida en la vida y determina su movimiento perpetuo paralelamente al nacimiento. El pensamiento grotesco interpreta la lucha de la vida contra la muerte dentro del cuerpo del individuo como la lucha de la vieja vida recalcitrante contra la nueva vida naciente, como una crisis de relevo. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Leonardo da Vinci dijo: «Cuando el hombre espera con feliz impaciencia el nuevo día, la nueva primavera, el año nuevo, no comprende que de este modo aspira a su propia muerte». Aunque expresado de esta forma el aforismo no sea grotesco, está inspirado sin embargo en concepción carnavalesca del mundo. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
En el sistema de imágenes grotescas la muerte y la renovación son inseparables del conjunto vital, e incapaces de infundir temor. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Recordemos que en el grotesco de la Edad Media y el Renacimiento hay elementos cómicos incluso en la imagen de la muerte (en el campo pictórico, por ejemplo, en las «Danzas Macabras» de Holbein o Durero). La figura del espantapájaros cómico reaparece con más o menos relieve. En los siglos siguientes, especialmente en el siglo XIX, se perdió la comprensión de la comicidad presente en esas imágenes, que fueron interpretadas con absoluta seriedad y unilateralidad, por lo cual se volvieron falsas y anodinas. El siglo XIX burgués sólo tenía ojos para la comicidad satírica, una risa retórica, triste, seria y sentenciosa (no en vano ha sido comparada con el látigo de los verdugones). Existía además la risa recreativa, tranquilizadora y trivial. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
El tema de la muerte concebida como renovación, la superposición de la muerte y el nacimiento y las imágenes de muertos alegres, cumplen un papel fundamental en el sistema de imágenes de Rabelais, por lo cual las analizaremos concretamente en los capítulos siguientes. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
El último aspecto de la concepción de Kayser que examinaremos es su análisis de la risa grotesca. Esta es su definición: «La risa mezclada al dolor adquiere, al entrar en lo grotesco, los rasgos de una risa burlona, cínica y finalmente satánica». </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Kayser concibe la risa grotesca igual que el sereno de Bonawentura y Jean-Paul con su teoría de la «risa cruel», es decir, dentro de la expresión romántica de lo grotesco. La<b> </b>risa no es un elemento de alegría regenerador, liberador y creador. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Por otra parte, Kayser capta perfectamente la importancia del problema de la risa grotesca, y evita resolverlo en forma unilateral (ver pág. 139, <i>op. cit.). </i></div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 17.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
El grotesco es la forma predominante que adoptan las diversas corrientes modernistas actuales. La concepción de Kayser les sirve en lo esencial de fundamento teórico, permitiendo esclarecer algunos aspectos del grotesco.<span style="vertical-align: -2.5px;"><sub> </sub></span>Pero es inadmisible extender esta interpretación a las demás fases evolutivas de la imagen grotesca. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
El problema del grotesco y su esencia estética sólo puede plantearse y resolverse correctamente dentro del ámbito de la cultura popular de la Edad Media y la literatura del Renacimiento, y en este sentido Rabelais es particularmente esclarecedor. Para comprender la profundidad, las múltiples significaciones y la fuerza de los diversos temas grotescos, es preciso hacerlo desde el punto de vista de la unidad de la cultura popular y cosmovisión carnavalesca; fuera de estos elementos, los temas grotescos se vuelven unilaterales, anodinos y débiles. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 17.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
No cabe duda en cuanto a lo adecuado del vocablo «grotesco» aplicado a un tipo especial de imágenes de la cultura popular de la Media y a la literatura del Renacimiento. ¿Pero hasta qué punto se justifica nuestra denominación de «realismo grotesco»? </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
En esta introducción sólo daremos una respuesta preliminar a esta cuestión. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Las características que diferencian de manera tan marcada el grotesco de la Edad Media y el Renacimiento en comparación al grotesco romín rico y modernista (ante todo la comprensión espontáneamente materialista y dialéctica de la existencia) pueden calificarse correctamente de <i>realistas. </i>Nuestros ulteriores análisis concretos de las imágenes grotescas confirmarán esta hipótesis. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Las imágenes grotescas del Renacimiento, ligadas directamente a cultura popular carnavalesca (en Rabelais, Cervantes y Sterne), influyeron en toda la literatura realista de los siglos siguientes. Las grandes corriente; realistas (Stendhal, Balzac, Rugo, Dickens, etc.) estuvieron siempre ligadas (directamente o no) a la tradición renacentista, y la ruptura de este lazo condujo fatalmente a la falsificación del realismo, a su degeneración en empirismo naturalista. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
A partir del siglo XVII ciertas formas del grotesco comienzan a degenerar en «caracterización» estática y estrecha pintura costumbrista. Esto una consecuencia de la concepción burguesa del mundo. Por el contrario, el verdadero grotesco no es estático en absoluto: se esfuerza por expresa en sus imágenes la evolución, el crecimiento, la constante imperfección la existencia: sus imágenes contienen los dos polos de la evolución, el sentido del vaivén existencial, de la muerte y el nacimiento; describe cuerpos en el interior de uno, el brote y la división de la célula viva. En el realismo grotesco y folklórico de calidad, como en los organismos unicelulares, no existe el cadáver (la muerte del organismo unicelular coincide con el proceso de multiplicación, es la división en dos células, dos organismos, sin «desechos»), la vejez está encinta, la muerte está embarazada, todo lo limitado, característico, fijo y perfecto, es arrojado al fondo de lo «inferior» corporal donde es refundido para nacer de nuevo. Pero durante la degeneración y disgregación del realismo grotesco, el polo positivo desaparece, desaparece el nuevo eslabón de la evolución (reemplazado por la sentencia moral y la concepción abstracta), y sólo queda un cadáver, una vejez sin embarazo, pura, igual a sí misma, aislada, separada del conjunto en crecimiento en el seno del cual estaba unida al eslabón siguiente en la cadena de la evolución y el progreso. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
No queda más que un grotesco mutilado, la efigie del demonio de la fecundidad con el falo cortado y el vientre encogido. Esto origina las imágenes estériles de lo «característico», y los tipos «profesionales» de abogados, comerciantes, alcahuetes, ancianos y ancianas, etc., simples máscaras de un realismo falsificado y degenerado. Estos tipos existían también en el realismo grotesco, pero no constituían la base de la vida. En realidad, esta concepción del realismo traza nuevas fronteras entre los cuerpos y las cosas; separa los cuerpos dobles y poda del realismo grotesco y folklórico las cosas que han crecido con el cuerpo, trata de perfeccionar cada individualidad, aislándola de la <i>totalidad final. </i>La comprensión del tiempo está también sensiblemente modificada. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
La literatura llamada del «realismo burgués» del siglo XVII (Sorel, Scarron y Furetière), además de contener elementos puramente carnavalescos, está llena de imágenes grotescas estáticas, sustraídas casi al transcurso temporal y a la corriente evolutiva. Como consecuencia, su naturaleza doble se divide en dos, su ambivalencia se petrifica. Algunos autores, como Régnier por ejemplo, tienden a considerar a esta literatura como precursora del realismo. En realidad son sólo restos –casi desprovistos de sentido–, del potente y profundo realismo grotesco. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Al comienzo de nuestra introducción dijimos que ciertas manifestaciones de la cultura popular, al igual que los géneros típicos del realismo grotesco ya han sido estudiados en forma exhaustiva y capital, pero siempre desde el punto de vista de los métodos histórico-culturales e histórico-literarios predominantes en la época (siglo XIX y primeras décadas del XX), No sólo se estudiaron las obras literarias, por cierto, sino también ciertos fenómenos específicos, tales como las «fiestas de los locos» (Bourquelot, Drews, Villetard), «la risa pascual» (Schmid, Reinach, etc.), «la parodia sacra» (Novati, Ilvoonen, Lehmen) y otros fenómenos que, en realidad, escapaban al dominio del arte y la literatura. También se estudiaron otras manifestaciones de la cultura cómica antigua (A. Dieterich, Reich, Cornford, etc.). Los folkloristas contribuyeron también a iluminar el carácter y la génesis de los diferentes motivos y símbolos pertenecientes a la cultura cómica popular (bastaría citar la monumental obra de Frazer <i>La rama dorada. </i>Existe en conjunto un número considerable de obras científicas dedicadas a la cultura cómica popular. (17) Nos referiremos a ellas posteriormente. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Pero, por desgracia, esta inmensa literatura, con muy pocas excepciones, carece de <i>espíritu teórico, </i>no llega a establecer generalizaciones teóricas con amplitud y valor de principio. De allí que esta documentación casi infinita, minuciosamente reunida y estudiada escrupulosamente, no tiene suficiente unidad ni está interpretada como corresponde. Lo que para nosotros es el mundo unitario de la cultura popular, aparece en estas obras como un conglomerado de curiosidades heterogéneas, difícil de incluir en una historia «seria» de la cultura y la literatura europeas, a pesar de sus grandes proporciones. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Este conjunto de curiosidades y obscenidades está fuera de la órbita de los<i> </i>problemas «serios» de la creación literaria que se plantean en Europa. Así se explica por qué la potente influencia ejercida por la cultura cómica popular sobre la literatura y el «pensamiento metafórico» de la humanidad, no ha sido estudiada en profundidad. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Expondremos ahora brevemente dos ensayos que han tenido el mérito de plantear esos problemas teóricos y tratar el tema desde dos ángulos diferentes. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
En 1903, H. Reich publicó un grueso volumen titulado <i>El mimo de estudio histórico de la evolución literaria. </i></div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
El tema del libro es en realidad la cultura cómica de la Antigüedad y la Edad Media. Esta obra proporciona una abundante documentación muy interesante y precisa. El autor ilumina con justeza la unidad de la tradición cómica clásica y medieval. Capta también la relación antigua fundamental de la risa con las imágenes de lo «inferior» material y corporal, lo que le permite adoptar una posición justa y fructuosa frente problema. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Pero en última instancia, Reich no plantea realmente éste, debido a nuestro entender, a dos razones. En primer lugar, Reich trata de la historia de la cultura cómica a la historia del mimo, es decir a un único género cómico, si bien muy característico de fines de la Antigüedad. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Para el autor, el mimo es el centro y casi el único vehículo de la cultura cómica medieval como derivación del mimo antiguo. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Al investigar la influencia del mimo, Reich sobrepasa las fronteras de la cultura europea. Esto conduce fatalmente a exageraciones, al rechazo de aquellos elementos que no se adaptan al lecho de Procusto del mimo. Debemos aclarar que Reich escapa a veces de sus propios límites y concepciones, ya que la abundancia de su documentación es tal que le obliga a evadirse del marco demasiado estrecho del mimo. En segundo lugar, Reich moderniza y empobrece un tanto el sentido de la risa y su manifestación anexa, o sea el principio material y corporal. Dentro de su sistema, los aspectos positivos de la risa, su fuerza liberadora y regeneradora, son suprimidos aunque el autor conoce perfectamente la filosofía antigua de la risa. El universalismo de la risa popular, su carácter utópico y de cosmovisión, no son comprendidos ni apreciados en su justa medida. Pero es sobre todo el principio material y corporal el que aparece particularmente debilitado: Reich lo considera desde el punto de vista del pensamiento moderno, abstracto y discriminador, de allí que su comprensión sea estrecha y casi naturalista. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Son estos dos aspectos los que, a nuestro entender, desvirtúan la concepción de Reich. Sin embargo, debe reconocerse que ha contribuido mucho al correcto planteamiento del problema de la cultura cómica popular. Es lamentable que su libro, enriquecido con una documentación actualizada, original y audaz, no haya ejercido más influencia en el momento de su aparición. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Nos referiremos a menudo a esta obra. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Citaremos además el libro de Konrad Burdach, <i>Reforma, Renacimiento y Humanismo, </i>Berlín, 1918. Este estudio breve interpreta el problema de la cultura cómica popular desde un punto de vista diferente. No menciona nunca el principio material y corporal. Su única obsesión es la idea-imagen del «renacimiento», de la «renovación» y la «reforma». </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Burdach se propone demostrar cómo esta <i>idea-imagen del renacimiento </i>(y sus variedades), originada en la antiquísima mitología de los pueblos orientales y antiguos, sobrevivió y evolucionó durante la Edad Media. Permaneció además dentro del culto religioso (liturgia, ceremonia del bautismo, etc.), donde se estereotipó en el dogma. En el siglo XII, una época de renacimiento religioso (Joaquín de Flora, Francisco de Asís y los espiritualistas), esta idea-imagen del renacimiento volvió a desarrollarse, extendiéndose a sectores populares más amplios, adquiriendo emociones exclusivamente humanas y despertando una imaginación poética y artística, para convertirse así en la expresión del impulso creciente de renacimiento y renovación en el ámbito terrenal, es decir dentro del dominio político, social y artístico. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Burdach rastrea el proceso lento y progresivo de la secularización de la idea-imagen del renacimiento en Dante y en las ideas y la actividad de Rienzi, Petrarca, Bocaccio, etc. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Burdach considera con justeza que un acontecimiento histórico como el Renacimiento no podía ser el resultado de búsquedas destinadas exclusivamente a la obtención de conocimientos o a los esfuerzos intelectuales de individuos aislados. Dice así: </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
«El Humanismo y el Renacimiento no son los productos del conocimiento <i>(Produkte des Wissens). </i>No deben su aparición al descubrimiento por parte de los sabios de monumentos perdidos del arte y la cultura antigua, a los que tratan de insuflar nueva vida. El Humanismo y el Renacimiento nacieron de la espera y la aspiración apasionada e ilimitada de una época que <i>envejecía, </i>y cuyo espíritu, agitado en sus profundidades, ansiaba una <i>nueva juventud». </i></div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Consideramos que Burdach acierta plenamente al rechazar la interpretación del Renacimiento como originado en fuentes de sabiduría libresca, investigaciones ideológicas individuales y «esfuerzos intelectuales». Tiene razón también al afirmar que el Renacimiento se gestó durante la Edad Media (sobre todo a partir del siglo XII), y que la palabra «renacimiento» no significa en absoluto «renacimiento de las ciencias y artes de la Antigüedad», sino que posee una significación más amplia y cargada de sentido, arraigada en las profundidades del pensamiento ritual, espectacular (relativo al espectáculo), metafórico, intelectual e ideológico de la humanidad. Sin embargo, Burdach no vio ni comprendió la esfera fundamental donde se desarrolló la idea-imagen del Renacimiento, es decir la cultura cómica popular de la Edad Media. El deseo de renovación y de «nuevo nacimiento», «el ansia de una nueva juventud» estructuraron la cosmovisión carnavalesca encarnada de diversos modos en las manifestaciones concretas y sensibles de la cultura popular (espectáculos, ritos y formas verbales). Esto constituía la «segunda vida» festiva de la Edad Media. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Manifestaciones diversas, que Burdach considera como precursoras del Renacimiento, reflejaban a su vez la influencia de la cultura cómica popular, y en esta medida, se anticiparon al espíritu renacentista. Es el caso de Joaquín de Flora y de San Francisco de Asís sobre todo y el movimiento por él fundado. No es una casualidad que San Francisco se designara a sí mismo en sus obras con el nombre de «juglar del Señor» <i>(ioculatores Domini). </i>Su original concepción del mundo con su «alegría espiritual» <i>(laetitia spiritualis), </i>su bendición del principio material y corperal, y sus degradaciones y profanaciones características, puede ser calificada (no sin cierta exageración) de catolicismo <i>carnavalizado. </i>Los elementos de la cosmovisión carnavalesca son muy fuertes también en obra de Rienzi.</div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Estos elementos, que según Burdach habían preparado el Renacimiento, poseen en toda su fuerza el principio liberador y renovador, aunque expresado a veces en forma harto limitada. Sin embargo, Burdach no toma en cuenta para nada: este principio. Para él sólo existen los tonos serías. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
En suma, Burdach, al tratar de comprender mejor las relaciones del Renacimiento con la Edad Media, prepara a su modo el planteamiento del problema. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Aquí queda planteado nuestro estudio. Sin embargo, el tema fundamental de éste no es la cultura cómica popular, sino la obra de Francisco Rabelais. En realidad, la cultura cómica popular es infinita, y, como hemos visto, muy heterogénea en sus manifestaciones. A este respecto nuestra interpretación será puramente teórica y consistirá en revelar la unidad, el sentido y la naturaleza ideológica profunda de esta cultura, es decir su valor como concepción mundo y su valor estético. El mejor medio de resolver el problema planteado es trasladarse al terreno mismo donde se formó esta cultura, donde se concentró y fue interpretada literalmente, en la etapa superior del Renacimiento; en otras palabras, debemos ubicarnos en la obra de Rabelais. Su obra es sin duda irremplazable para comprender la esencia profunda de la cultura cómica popular. En el universo que este autor ha creado, la unidad interna de todos sus elementos heterogéneos se revela con claridad excepcional, hasta tal punto que su obra constituye una verdadera enciclopedia de la cultura popular. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">
Con esto hemos concluido nuestra introducción. Agreguemos simplemente que volveremos sobre estos temas y afirmaciones en el desarrollo de nuestro estudio. Concretaremos entonces esos temas y afirmaciones un tanto abstractas y teóricas, sobre la base de las obras de Rabelais y de las expresiones de la Edad Media y la Antigüedad que le<i> </i>sirvieron (directamente o no) como fuente de inspiración. </div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 17.0px; text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 17.0px; text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="font: 14.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">
NOTAS</div>
<div style="font: 14.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">
(1) Bélinsky Vissarion (1811-1848), líder de la crítica y la filosofía rusa de vanguardia. </div>
<div style="font: 14.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">
(2) Michelet: <i>Historia de Francia, </i>Flammarion, t. IX, pág. 466. Se refiere a la <i>rama</i> <i>de oro </i>profética que Sibila entregó a Eneas. En las citas, los subrayados son del<i> </i>autor. </div>
<div style="font: 14.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">
(3). Véanse los interesantísimos análisis de los sosias cómicos y las reflexiones que éstos suscitan en la obra de E. Meletinski, <i>El origen de la epopeya heroica, </i>Moscú, 1963 (en ruso). </div>
<div style="font: 14.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">
(4). Una situación análoga se observaba en la Roma antigua, donde los atreví mientas de las saturnales se transmitían a la literatura cómica. </div>
<div style="font: 14.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">
(4A). Los diálogos y Marcoul, y son muy similares a los diálogos sostenidos entre Don Quijote y Sancho Panza.</div>
<div style="font: 14.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">
(5). Ver a este respecto H. Reich: <i>Der Mimus. Ein literar-entwicklungsgeschichtlicher Versucb, </i>Berlín, 1903. El autor los analiza en forma superficial, desde un punto de vista naturalista. </div>
<div style="font: 14.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">
(6). En la obra vastísima de E. Male, <i>El arte religioso del siglo XII, XIII y de fines de la Edad Media en Francia, </i>se puede encontrar una amplia y preciosa documentación sobre los motivos grotescos en el arte medieval, tomo 1, 1902; tomo II, 1908; tomo III, 1922. </div>
<div style="font: 14.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">
(7). No la Antigüedad en general: en la antigua comedia dórica, en el drama satírico, en la comedia siciliana, en Aristófanes, en los mimos <i>y </i>atelanas (piezas bufonescas romanas) encontramos una concepción análoga, así como también en Hipócrates, Galeno, Plinio, en la literatura de los «dichos de sobremesa», en Atenea, Plutarco, Macrobio y muchas otras obras de la Antigüedad no clásica. </div>
<div style="font: 14.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">
(8). El libro de A. Dieterich: <i>Pullcinella. Ponpeyaniscbe Wandbilder und miscbe Satyrspiele, </i>Leipzig, 1897 <i>(Pulcinella, pintura mural pompeyana dramas satíricos romanos), </i>contiene una documentación muy importante y observaciones preciosas sobre el grotesco de la Antigüedad, y también parcialmente de la Edad Media y el Renacimiento. Sin embargo, el autor no emplea el término «grotesco». Este libro conserva aún su actualidad. </div>
<div style="font: 14.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">
(9). Citemos también la notable definición del grotesco que da L. Pinski: «En el grotesco, la vida pasa por todos los estadios; desde los inferiores inertes primitivos a los superiores más móviles espiritualizados, en una guirnalda de diversas pero unitarias. Al aproximar lo que está alejado, al unir las cosas que excluyen entre sí al violar las nociones habituales, el grotesco artístico se la paradoja lógica. A primera vista, el grotesco parece sólo ingenioso y divertido, en realidad posee otras grandes posibilidades» (L. Pinski: <i>El realismo en la renacentista, </i>Ediciones literarias del Estado, Moscú, 1961, págs. 119-120, en ruso.</div>
<div style="font: 14.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">
(10). El libro de Flögel fue reeditado en 1862, un poco retocado y ampliado en Fr. Ebeling: <i>La historia de lo cómico-grotesco de Flögel, </i>Leipzig, 1862. texto fue reeditado cinco veces. Las citas que aparecen en nuestro estudio son extra das de la primera edición de Flögel a cargo de Max Brauer. </div>
<div style="font: 14.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">
(11). <i>Nachtuiacben, </i>1804. (Ver edición R. Steinert: <i>Nachtwachen des Bonawentum </i>Leipzig, 1917.) </div>
<div style="font: 14.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">
(12). Nos referimos aquí a las máscaras y a su significación en la cultura popular de Antigüedad y la Edad Media, sin examinar su sentido en los cultos antiguos.</div>
<div style="font: 14.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">
(13) Para ser precisos, el grotesco popular refleja el instante en que la luz <i>sucede </i>a la oscuridad, la mañana a la noche y la primavera al invierno. </div>
<div style="font: 14.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">
(14). Se encuentran, en las obras literarias de Jean-Paul, numerosas imágenes representativas del grotesco romántico, sobre todo en sus «sueños» y «visiones». (Ver selección editada por R. Benz: <i>Jean Paul Träume und Visionen, </i>1954). Este libro contiene muestras notables del grotesco nocturno y sepulcral. </div>
<div style="font: 14.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">
(15). Esta obra ha sido reeditada póstumarnente en 1960-1961, en la colección «Rowohlts deutsche Enzyklopädie». Nuestras citas se basan en esta edición. </div>
<div style="font: 14.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">
(16). Estos son los versos: </div>
<div style="font: 14.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">
<i>Geburt und Grab, </i></div>
<div style="font: 14.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">
<i>Ein ewiges Meer, </i></div>
<div style="font: 14.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">
<i>Ein wechselnd Weben, </i></div>
<div style="font: 14.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">
<i>Ein glühend Leben </i></div>
<div style="font: 14.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 18.0px; margin: 6.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">
(El nacimiento y la tumba, </div>
<div style="font: 14.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">
Un mar eterno, </div>
<div style="font: 14.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">
Un movimiento sucesivo, </div>
<div style="font: 14.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">
Una vida ardiente) </div>
<div style="font: 14.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">
Aquí la vida y la muerte no son opuestas; el <i>nacimiento</i> y la <i>tumba </i>están superpuestos, ligaos al seno procreador y absorbente de la tierra y el cuerpo, forman simétricamente parte de la vida, como fases necesarias del conjunto vital en perpetuo cambio y renovación. Esto es muy típico de la concepción de Goethe. Hay dos concepciones completamente diferentes del mundo: en una la vida y la muerte se oponen, en la otra, el nacimiento y la tumba se confunden entre sí. A esta última concepción pertenece la cultura popular y es en gran parte también la concepción del poeta. </div>
<div style="font: 14.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">
(17) Entre las soviéticas se destaca la de O. Freidenberg, <i>La tema y del estilo </i>(Goslitizdat, 1936), obra que reúne una inmensa documentación folklórica relativa al tema (para <i>la </i>Antigüedad sobre todo). Sin embargo, estos documentos son tratados principalmente desde el punto de vista de las teorías del pensamiento pre-lógico. Además el problema de la cultura cómica popular no se plantea.<br />
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<div style="font-stretch: normal; font-style: normal; font-variant: normal; line-height: normal; margin: 3px 0px 0px 28.4px;">
<div style="font-family: "adobe garamond";">
<div style="font-size: 14px;">
<b><span style="color: #666666;">Mijail Bajtin - </span><i><span style="color: #666666;">La cultura popular en la Edad Media y en el Renacimiento. El contexto de François Rabelais.</span> </i></b>Alianza Editorial, Madrid, 2003<i style="font-weight: normal;">. Pags</i>. 7-57.<i style="font-weight: normal;"> </i>Versión de Julio Forcar y César Conroy.<br />
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<a href="http://www.4shared.com/office/ceHv_DAv/bakhtin_mihail_-_la_cultura_po.html?" target="_blank">Texto completo en pdf (scan)</a><br />
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<a href="http://www.4shared.com/office/ADM_Wpoxce/Bajtin_Mijail_-_La_Cultura_Pop.html?" target="_blank">Texto completo en Word</a></div>
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estafetahttp://www.blogger.com/profile/10314797590011827695noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-4391952270751641520.post-76240497013377185932011-07-26T18:49:00.000-07:002011-07-26T18:56:48.600-07:00Jean Stein Vanden Heuvel – Entrevista a William Faulkner (1956)<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px;"><div style="text-align: center;"><br />
</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhQJZZBWPmkhckMBFeZcRCIXNw0k1vX_s1M1U_AOpt-atCQLLW8MEqoCs3oxB5nLXREMw3m7mmsO2WE_gigWUoX7JectcdtisEQpQ_rF3vuwDoc9P2krGoda8DPzjedMSzt6gmE6gtiw9s/s1600/FAULKNER+PAPERS+PHOTO.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhQJZZBWPmkhckMBFeZcRCIXNw0k1vX_s1M1U_AOpt-atCQLLW8MEqoCs3oxB5nLXREMw3m7mmsO2WE_gigWUoX7JectcdtisEQpQ_rF3vuwDoc9P2krGoda8DPzjedMSzt6gmE6gtiw9s/s320/FAULKNER+PAPERS+PHOTO.jpeg" width="260" /></a></div><div style="text-align: center;"><br />
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</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><i>- Señor Faulkner, usted decía hace rato que no le gustan las entrevistas. </i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">– La razón de que no me gusten las entrevistas es que suelo reaccionar con violencia a las preguntas personales. Si las preguntas se refieren a la obra, trato de contestarlas. Cuando se refieren a mí, puede que las conteste y puede que no, pero aun cuando lo haga, si me hacen la misma pregunta al día siguiente, la contestación tal vez sea diferente. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">–¿Y <i>en cuanto a usted como escritor? </i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">-Si yo no hubiese existido, alguna otra persona me habría escrito, Hemingway, Dostoyevski, todos nosotros. La prueba de ello es que hay unos tres candidatos a la paternidad de las obras de Shakespeare. Pero lo importante es <i>Hamlet </i>y <i>Midsummer Dream, </i>no quién las escribió, sino el que alguien las escribiera. El artista no tiene importancia. Sólo lo que él crea es importante, puesto que no hay nada nuevo que decir. Shakespeare, Balzac y Homero han escrito sobre las mismas cosas, y si hubiesen vivido milo dos mil años más, los editores no habrían necesitado a nadie más desde entonces. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><i>–Pero cuando aparentemente no haya nada más que decir, </i>¿<i>no es acaso importante la individualidad del escritor? </i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">–Muy importante para él mismo. Todos los demás deberían estar demasiado ocupados con la obra para reparar en la individualidad. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><i>¿Y sus contemporáneos? </i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">-Ninguno de nosotros logró realizar su sueño de perfección, así que hay que juzgarnos a base de nuestro espléndido fracaso en la realización de lo imposible. En mi opinión, si yo pudiera volver escribir toda mi obra, estoy convencido de que Jo haría mejor, lo cual es la condición más saludable para un artista. Esa es la razón de que siga trabajando y haciendo nuevos intentos; cada vez cree que en esta ocasión logrará lo que se propone. Por supuesto que no lo hará, y por eso la condición es saludable. Si lo hiciera, si lograra igualar su obra con la imagen, con el sueño, no le quedaría más que degollarse, saltar desde el otro lado de ese pináculo de la perfección al suicidio. Yo soy un poeta fallido. Tal vez todo novelista quiere escribir poesía primero. descubre no puede continuación intenta el cuento, que es el género exigente después de la poesía. Y, al fracasar también en el cuento, sólo entonces, se pone a escribir novelas. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><i>–¿Existe alguna fórmula que sea posible seguir ser un buen novelista? </i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">– 99% de talento ... 99% de disciplina...99% de trabajo. El novelista nunca debe sentirse satisfecho con lo que hace. Lo que se hace nunca es tan bueno como podría ser. Siempre hay que soñar y apuntar más alto de lo que uno sabe que puede apuntar. No preocuparse por mejor que sus contemporáneos o sus predecesores. Tratar de ser mejor que uno mismo. Un artista es una criatura impulsada por demonios. No sabe por qué ellos lo escogen y generalmente está demasiado ocupado para preguntárselo. Es completamente amoral en el sentido de que será capaz de robar, tomar prestado, mendigar o despojar a cualquiera y a todo el mundo con tal de realizar la obra. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><i>–¿Quiere usted decir que el artista debe ser completamente despiadado? </i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">–El artista es responsable sólo ante su obra. completamente despiadado si es un buen artista. Tiene un sueño, y ese sueño lo angustia tanto que debe liberarse de él. Hasta entonces no tiene paz. Lo echa todo por la borda: el honor, el orgullo, la decencia, la seguridad, la felicidad, todo, con tal de escribir el libro. Si un artista tiene que robarle a su madre, no vacilará en hacerlo; la "Oda a una urna griega" vale más que cualquier cantidad de buenas señoras. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><i>–¿Entonces la falta de seguridad, felicidad, honor, sería un factor importante en la capacidad creadora riel artista? </i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">– Esas cosas sólo son importantes para su paz y su contento, y el arte no tiene nada que ver con la paz y el contento. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">–¿<i>Entonces cuál sería el mejor ambiente para un escritor?</i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">– El arte tampoco tiene nada que ver con el ambiente; no le importa dónde está. Si usted se refiere a mí, el mejor empleo que jamás me ofrecieron fue el de administrador de un burdel. En mi opinión, ése es el mejor ambiente en que un artista puede trabajar. Goza de una perfecta libertad económica, está libre del temor y del hambre, dispone de un techo sobre su cabeza y no tiene nada que hacer excepto llevar unas pocas cuentas sencillas e ir a pagarle una vez al mes a la policía local. El lugar está tranquilo durante la mañana, que es la mejor parte del día para trabajar. En las noches hay la suficiente actividad social como para que el artista no se aburra, si no le importa participar en ella; el trabajo le da cierta posición social; no tiene nada que hacer porque la encargada lleva los libros; todas las empleadas de la casa son mujeres, que lo tratarán con respeto y le dirán "señor". Todos los contrabandistas de licores de la localidad también le dirán "señor". Y podrá tutearse con los policías. De modo, pues, que el único ambiente que artista necesita es toda la paz, toda la soledad y todo el placer que pueda obtener a un precio que no sea demasiado elevado. Un mal ambiente sólo le hará subir la presión sanguínea, al hacerle pasar más tiempo sintiéndose frustrado o indignado. Mi propia experiencia me ha enseñado que los instrumentos que necesito para mi oficio son papel, tabaco, comida y un poco de whisky.<br />
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</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><i>–¿Bourbon? </i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">–No, no soy tan melindroso. Entre escocés y nada, me quedo con el escocés. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify;"><i></i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><i>–Usted mencionó la libertad económica. ¿La necesita el escritor? </i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">–No. El escritor no necesita libertad económica. Todo lo que necesita es un lápiz y un poco de papel. Que yo sepa, nunca se ha escrito nada bueno como consecuencia ele aceptar dinero regalado. El buen escritor nunca recurre a una Fundación. Está demasiado ocupado escribiendo algo. Si no es bueno de veras, se engaña diciéndose que carece de tiempo o de libertad económica. El buen arte puede ser producido por contrabandistas de licores o cuatreros. La gente realmente teme descubrir exactamente cuántas penurias y pobreza es capaz de soportar. Y a todos les asusta descubrir cuán duros pueden ser. Nada puede destruir al buen escritor. Lo único que puede alterar al buen escritor es la muerte. Los que son buenos no se preocupan por tener éxito o por hacerse ricos. El éxito es femenino e igual que una mujer: si uno se le humilla, le pasa por encima. De modo, pues, que la mejor manera de tratarla es mostrándole el puño. Entonces tal vez que humille será ella. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify;"><i></i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><i>–¿Trabajar para el cine es perjudicial para su propia obra de escritor?</i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">Nada puede perjudicar la obra de un hombre si éste es un escritor de primera. Si no es un escritor de primera, nada podrá ayudarlo mucho. El problema no existe si el escritor no es de primera, porque ya habrá vendido su alma por una piscina. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><i>–¿Transige un escritor cuando escribe para el cine? </i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">– Siempre, porque una película es, por su propia naturaleza, una colaboración, y toda colaboración es una transacción porque eso es lo que significa la palabra: dar y tomar.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><i>–¿Con qué actores le gusta más trabajar a usted? </i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">–Con nadie he trabajado mejor que con Humphrey Bogart. Trabajamos juntos en <i>To Have and Have Not </i>y en <i>The Big Sleep, </i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify;"><i></i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><i>–¿ Le gustaría a usted hacer otra película?</i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">– Sí, me gustaría hacer una con <i>1984</i>, de George Orwell. Tengo una idea para un final que probaría la tesis que no me canso de sostener: que el hombre es indestructible debido a su simple voluntad de ser libre. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><i>–¿Cómo obtiene usted los mejores resultados cuando trabaja para el cine? </i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">– El mejor trabajo que creo haber hecho para el cine lo logramos los actores y yo desechando el guión e inventando la escena al ensayarla unos momentos antes de que la cámara empezara a filmar. Si yo no tomara, o pensara que soy incapaz de tomar, el trabajo cinematográfico en serio, no lo habría intentado por simple honradez con el cine y conmigo mismo. Pero ahora sé que jamás seré un buen escritor de cine, así que ese trabajo nunca tendrá para mí la urgencia que tiene mi propio medio de expresión. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><i>–¿Querría usted decir algo sobre esa legendaria experiencia suya con Hollywood? </i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">–Yo acababa de cumplir un contrato con la Metro Goldwyn Mayer y me disponía a volver a casa. El director con el que había trabajado me dijo: "Si quiere usted volver a hacer algo aquí, no tiene más que dejármelo saber y yo hablaré Con el estudio para conseguir un nuevo contrato." Le di las gracias y me fui a casa. Como seis meses después le telegrafié a mi amigo el director diciéndole que me gustaría hacer otro trabajo. Poco después recibí una carta de mi agente en Hollywood y un cheque por mi primera semana de trabajo. Me sorprendí porque yo había contado con que primero recibiría una notificación o una llamada oficial y un contrato del estudio. Pensé que el contrato se habría retrasado y llegaría en el próximo correo. En lugar de ello, una semana después recibí otra carta del agente con mi segundo cheque manal. Eso empezó en noviembre de 1932 continuó hasta mayo de 1933. Entonces recibí un telegrama del estudio, que decía: <i>William Faulkner, Oxford, Miss. está usted? MGM Studio. </i>Yo contesté con otro telegrama: <i>MGM Studio, Culver City, California. William </i>F<i>aulkner. </i>La joven telegrafista me preguntó: "¿Dónde está el mensaje, señor Faulkner?" Yo le contesté: "Ese es." y ella me dijo: "El reglamento dice que no lo puedo mandar sin un mensaje; usted tiene que decir algo." Así que revisamos su muestrario y escogimos uno que ya no recuerdo, uno de esos mensajes de felicitación de cumpleaños que uno sólo tiene que firmar. Mandé ése. A continuación recibí una llamada telefónica de larga distancia desde el estudio ordenándome que tomara el primer avión a Nueva Orleáns y me reportara con el director Browning. Yo podía tomar un tren en Oxford y llegar a Nueva Orleáns ocho horas más tarde, pero obedecí las instrucciones del estudio y me fui a Memphis, desde donde hay un vuelo ocasional a Nueva Orleáns. Tuve que esperar tres días. Llegué al hotel del señor Browning a eso de las ocho de la tarde y me reporté con el director. Estaban celebrando una fiesta. El director me dijo que me fuera a dormir temprano y estuviera listo para empezar a trabajar temprano en la mañana. Le pregunté el argumento. "Ah, sí -me dijo-. Vaya al cuarto número tal. Allí está el escritor de continuidad. El le contará el argumento." Me fui al cuarto indicado y allí encontré al escritor de solo. Me presenté y le pregunté por el argumento. El me dijo: "Cuando usted haya escrito los diálogos le dejaré ver el argumento." Volví al cuarto de Browning y le conté lo que había sucedido. "Vuelva allá dijo-, y dígale a ese tal por cual... Pero no, mejor olvídese y váyase a dormir para que podamos empezar a trabajar temprano en la mañana." Bueno, pues, al otro día por la mañana nos fuimos todos, menos el escritor de continuidad, en una lancha alquilada muy elegante, a Granel Isle, a unos 150 kilómetros de distancia, donde se iba a filmar la película. Llegamos justo a tiempo para almorzar y tener tiempo de recorrer los 150 kilómetros de regreso para llegar a Nueva Orleáns antes del anochecer. Así pasaron tres semanas. De cuando en cuando me preocupaba un poco por el argumento, pero Browning siempre me decía: "Deje de preocuparse. Acuéstese temprano para que podamos empezar a trabajar temprano en la mañana." Una noche, al regresar, apenas acababa de entrar en mi cuarto cuando sonó el teléfono. Era Browning. Me dijo que fuera a su cuarto en seguida. Así lo hice. El tenía un telegrama que decía: <i>Faulkner despedido. MGM Studio. </i>"No se preocupe -me dijo Browning-. Vaya llamar a ese tal por cual ahora mismo y no sólo haré que lo vuelva a poner a usted en la nómina, sino que se disculpe por escrito." Alguien tocó a la puerta. Era un botones con otro telegrama, que decía: <i>Browning despedido. MGM Studio. </i>Así que me fui a casa. Supongo que Browning también se fue a alguna parte. Me imagino que el escritor de continuidad todavía está en su cuarto, en algún lugar, con su cheque semanal bien apretado en la mano. Esa película nunca la acabaron. Pero si construyeron una aldea camaronera: una plataforma larga con pilares en el agua y caber. tizos encima de la plataforma, una especie de muelle. El estudio pudo haber comprado docenas de esas construcciones a cuarenta o cincuenta dólares cada una. En lugar de hacer eso, construyeron la suya propia, falsa. Es decir, una plataforma con una sola pared, de modo que cuando uno abría la puerta y pasaba por ella iba a dar directamente al océano. El día que empezaron a construirla, pescador cayún se acercó remando en su piragua cha de un tronco hueco. Pasó todo el día sentado bajo el sol abrasador, observando a los extraños hombres blancos que construían la imitación de plataforma. Al día siguiente volvió en la piragua con toda familia: su que amamantaba al hijo de meses, los otros niños y la suegra, y todos pasaron ese día sentados bajo el sol abrasador. observando la insensata e incomprensible actividad. Volví a Nueva Orleáns dos o tres años después y enteré de que los cayunes seguían yendo a -recorriendo para ello considerables distancias-la imitación de plataforma camaronera que un montón ele hombres blancos habían construido a toda prisa y después habían abandonado. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><i>–Usted dice que el escritor debe transigir cuando trabaja para cine. ¿Y en cuanto a su propia obra? ¿Tiene alguna obligación con lector? </i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">– Su obligación es hacer su obra lo mejor que pueda hacerla; cualquier obligación que le quede después de eso, puede corno le venga en gana. Yo, por mi parte, estoy demasiado ocupado para preocuparme por el público. No tengo tiempo para pensar quién me lee. No me interesa la opinión de Juan Lector sobre mi obra ni sobre la cualquier otro escritor. La norma que tengo que cumplir es la mía, ésa es la que me hace sentir como me siento cuando leo <i>La Tentation de Saint Antoine </i>o el Antiguo Testamento. Me harán sentir bien, del mismo modo que observar un pájaro me hace sentir bien. Si reencarnara, sabe usted, me gustaría volver a vivir como un zopilote. Nadie lo odia, ni lo envidia, ni lo quiere, ni lo necesita. Nadie se mete con él, nunca está en peligro y puede comer cualquier cosa. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">–¿<i>Qué técnica utiliza para cumplir su norma?</i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">– Si el escritor está interesado en la técnica, más le vale dedicarse a la cirugía o a colocar ladrillos. Para escribir una obra no hay ningún recurso ningún atajo. El escritor joven que siga una teoría es un tonto. Uno tiene que enseñarse por de sus propios errores; la gente sólo aprende a través del error. El buen artista cree que nadie sabe lo bastante para darle consejos. Tiene una vanidad suprema. No importa cuánto admire al escritor viejo, quiere superarlo. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><i>– ¿Entonces niega la validez de la técnica? </i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">– De ninguna manera. Algunas veces la técnica arremete y se apodera del sueño antes de que el propio escritor pueda aprehenderlo. Eso es <i>tour de force </i>y la obra terminada es simplemente cuestión de juntar bien los ladrillos, puesto que el escritor probablemente conoce cada una de las palabras que va a usar hasta el fin de la obra antes de escribir la primera. Eso sucedió con <i>Mientras</i> <i>agonizo. </i>No fue fácil. Ningún trabajo honrado lo es. Fue sencillo en cuanto que todo el material estaba ya a la mano. La composición de la obra me llevó sólo unas seis semanas en el tiempo libre que me dejaba un empleo de doce horas al día haciendo trabajo manual. Sencillamente me imaginé un grupo de personas y las sometí a las simples catástrofes naturales universales, que son la inundación y el fuego, con una motivación natural simple que le diera dirección a su desarrollo. Pero cuando la técnica no interviene, escribir es también fácil en otro sentido. Porque en mí siempre hay un punto en el libro en el que los propios personajes se levantan y toman el mando y completan trabajo. Eso sucede, digamos, alrededor de la página 275. Claro está que yo no sé lo que sucedería si terminara el libro en la página 274. La cualidad que un artista debe poseer es la objetividad al juzgar su obra, más la honradez y el valor de no engañarse al respecto. Puesto que ninguna de mis obras ha satisfecho mis propias normas, debo juzgarlas sobre la base de aquélla que me causó la mayor aflicción y angustia, del mismo modo que la madre ama al hijo que se convirtió en ladrón o asesino más que al que se convirtió en sacerdote. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><i>–¿Qué obra es ésa? </i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><i>– El sonido y la furia. </i>La escribí cinco veces tratando contar la historia para liberarme del sueño seguirla angustiándome mientras no la contara. una tragedia de dos mujeres perdidas: Caddy y su hija. Dilsey es uno de mis personajes favoritos porque es valiente, generosa, dulce y honrada. Es más valiente, honrada y generosa que yo. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify;"><i></i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><i>–¿Cómo empezó </i>El sonido y la furia?<br />
<i><span class="Apple-tab-span"><span class="Apple-style-span" style="font-style: normal;">–</span></span><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span></i>Empezó con una imagen mental. Yo no comprendí en aquel momento que era simbólica, La imagen era la de los fondillos enlodados de los calzoncitos de una niña subida a un peral, desde donde ella podía ver a través de una ventana el lugar donde se estaba efectuando funeral su abuela y se lo contaba a hermanos que estaban al pie del árbol. Cuando llegué a explicar quiénes eran ellos y qué estaban haciendo y cómo se habían enlodado los calzoncitos de la niña, comprendí que sería imposible meterlo todo en un cuento que el relato tendría que ser un libro. Y entonces comprendí el simbolismo de los calzoncitos enlodados, y esa imagen fue reemplazada por la de la niña huérfana de padre y madre que se descuelga por el tubo de desagüe del techo para escaparse del único hogar que tiene, donde nunca ha recibido amor ni afecto ni comprensión. Yo había empezado ya a contar la historia a través de los ojos del niño idiota, porque pensaba que sería más eficaz si la contaba alguien que sólo fuera capaz de saber lo que sucedía, pero no por qué. Me di cuenta de que no había contado la historia esa vez. Traté de volver a contarla, ahora a través de los ojos de otro hermano. Tampoco resultó. La conté por tercera vez a través de los ojos del tercer hermano. Tampoco resultó. Traté de reunir los fragmentos y de llenar las lagunas haciendo yo mismo las veces de narrador. Todavía no quedó completa, hasta quince años después de la publicación del libro, cuando escribí, como apéndice de otro libro, el esfuerzo final para acabar de contar la historia y sacármela de la cabeza de modo que yo mismo pudiera sentirme en paz. Ese es el libro por el que siento más ternura. Nunca pude dejarlo de lado y nunca pude contar bien la historia, aun cuando lo intenté con ahínco y me gustaría volver a intentarlo, aunque probablemente fracasaría otra vez. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><i>–¿ Qué emoción suscita Benjy en usted? </i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">-La única emoción que puedo sentir por Benjy es aflicción y compasión por toda la humanidad. No se puede sentir nada por Benjy porque él no siente nada. Lo único que puedo sentir por él personalmente es preocupación en cuanto a que sea creíble tal cual yo lo creé. Benjy fue un prólogo, como sepulturero en los dramas isabelinos. Cumple su cometido y se va. Benjy es incapaz del bien y del mal porque no tiene conocimiento alguno del bien del mal. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">–¿<i>Podía Benjy sentir amor? </i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">– Benjy no era lo suficientemente racional ni siquiera para ser egoísta. Era un animal. Reconocía la ternura y el amor, aunque no habría podido nombrarlos; y fue la amenaza a la ternura y al amor lo que lo llevó a gritar cuando sintió el cambio en Caddy. Ya no tenía a Caddy; siendo un idiota, ni siquiera estaba consciente de la ausencia de Caddy. Sólo sabía que algo andaba mal, lo cual creaba un vacío en el que él sufría. Trató de llenar ese vacío. Lo único que tenía era una de las pantuflas desechadas de Caddy. La pantufla era la ternura y el amor de Benjy que éste podría haber nombrado, y sólo sabía que le faltaban. Era mugroso porque no podía coordinar y porque la mugre no significaba nada para él. Así como no podía distinguir entre el bien y el mal, tampoco podía distinguir entre lo limpio y lo sucio. La pantufla le daba consuelo aun cuando ya no recordaba la persona a la que había pertenecido, como tampoco podía recordar por qué sufría. Si Caddy hubiese reaparecido, Benjy probablemente no la habría reconocido. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><i>– ¿Tiene alguna significación el narciso que le dan a Benjy? </i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">A Benjy le dieron el narciso para distraer su atención. Era sencillamente una flor que estaba a la mano ese cinco de abril. No fue nada premeditado. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">– <i>¿Ofrece ventajas artísticas el componer la novela en forma de alegoría, como la alegoría cristiana que usted utilizó en </i>Una fábula?</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">– La misma ventaja que representa para el carpintero construir esquinas cuadradas al construir una casa cuadrada. En <i>Una fábula </i>la alegoría cristiana era la alegoría indicada en esa historia particular, del mismo modo que una esquina cuadrada oblonga es la esquina indicada para construir una casa rectangular oblonga. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 0.0px; min-height: 18.0px; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><i>–¿Quiere eso decir que un artista puede usar el cristianismo simplemente como cualquier otra herramienta, de la misma manera que un carpintero tomaría prestado un martillo? </i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">– Al carpintero del que estamos hablando nunca le falta ese martillo. A nadie le falta cristianismo, si nos ponemos de acuerdo en cuanto al significado que le damos a esa palabra. Se trata del código de conducta individual de cada persona, por medio del cual ésta se hace un ser humano superior al que su naturaleza quiere que sea si la persona sólo obedece a su naturaleza. Cualquiera que sea su símbolo cruz o la media luna o lo que fuere-, ese símbolo es para el hombre el recordatorio de su deber como miembro de la raza humana. Sus diversas alegorías son los modelos con que se mide a sí mismo y aprende a conocerse. La alegoría no puede enseñar al hombre a ser bueno del mismo modo que el libro de texto le enseña matemáticas. Le enseña cómo descubrirse a sí mismo, cómo hacerse de un código moral y de una norma dentro de sus capacidades y aspiraciones al proporcionarle un ejemplo incomparable de sufrimiento y sacrificio y la promesa de una esperanza. Los escritores siempre se han nutrido, y siempre se nutrirán, de las alegorías de la conciencia moral, por la razón de que las alegorías son incomparables: los tres hombres en <i>Moby Dick, </i>que representan la trinidad de la conciencia: no saber nada, saber y no preocuparse, y saber y preocuparse. La misma trinidad está representada en <i>Una fábula </i>por el joven aviador judío, que dice: "Esto es me niego a aceptarlo, aun cuando deba rechazar la vida para hacerlo"; el viejo cuartelmaestre francés, que dice: "Esto es terrible, pero podemos llorar y soportarlo"; y el mensajero del batallón que dice: "Esto es terrible, voy a hacer algo para remediarlo". </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 0.0px; min-height: 18.0px; text-align: justify;"><i></i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><i>– ¿Fueron reunidos en un solo volumen los dos temas no relacionados de </i>Las palmeras salvajes<i> con algún propósito simbólico? ¿Se trata, como sugieren algunos críticos, de una especie de contrapunto o simple casualidad? </i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">– No, no. Aquello era una historia: la historia de Charlotte Rittenmeyer y Harry Wilbourne, que lo sacrificaron todo por el amor y después perdieron eso. Yo no sabía que iban a ser dos historias separadas sino después de haber empezado el libro. Cuando llegué al final de lo que ahora es la primera sección de <i>Las palmeras salvajes </i>comprendí súbitamente que faltaba algo, que la historia necesitaba énfasis, algo que la levantara como el contrapunto en la música. Así que me puse a escribir "El viejo" hasta que Las <i>palmeras salvajes </i>volvió a ganar intensidad. Entonces interrumpí "El viejo" en lo que ahora es su primera parte y reanudé la composición de "Las palmeras salvajes" hasta que empezó a decaer nuevamente. Entonces volví a darle intensidad con otra parte de su antítesis, que es la historia de un hombre que conquistó su amor pasó el resto del libro huyendo de él, hasta el grado de volver voluntariamente a la cárcel en que estaría a salvo. Son dos historias sólo por casualidad, tal vez por necesidad. La historia es la de Charlotte y Wilbourne. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify;"><i></i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><i>– Qué porción de sus obras se basa en la experiencia personal? </i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">– No sabría decirlo. Nunca he hecho la cuenta, porque la "porción" no tiene importancia. Un escritor necesita tres cosas: experiencia, observación e imaginación. Cualesquiera dos de ellas, y a veces una puede suplir la falta de las otras. En mi caso, una historia generalmente comienza con una sola idea, un solo recuerdo o una sola imagen mental. La composición de la historia es simplemente cuestión de trabajar hasta el momento de explicar por qué ocurrió la historia o qué otras cosas hizo ocurrir a continuación. Un escritor trata de crear personas creíbles en situaciones conmovedoras creíbles de la manera más conmovedora pueda. Obviamente, debe utilizar, como uno de sus instrumentos, el ambiente que conoce. Yo diría que la música es el medio más fácil de expresarse, puesto que fue el primero que se produjo en la experiencia y la historia del hombre. Pero puesto que mi talento reside en las palabras, debo tratar de expresar torpemente en palabras lo que la música pura habría expresado mejor. Es decir, que la música lo expresaría mejor y más simplemente, pero yo prefiero usar palabras, del mismo modo que prefiero leer a escuchar. Prefiero el silencio al sonido, y la imagen producida por las palabras ocurre en el silencio. Es decir, que el trueno y la música de la prosa tienen lugar en el silencio. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify;"><i></i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><i>–Algunas dicen no entender sus obras aun después de leerlas dos o</i> <i>tres veces. ¿Qué les sugeriría usted pudieran para que pudieran entenderlas? </i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">– Que las leyeran cuatro veces. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><i>–Usted dijo que la experiencia, la observación la imaginación son importantes para el escritor. ¿Incluiría usted la inspiración? </i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">–Yo no sé nada sobre la inspiración, porque no sé lo que es eso. La he oído mencionar, pero nunca la he visto. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><i>– Se dice que usted, como escritor, está obsesionado con la violencia. </i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">–Eso es como decir que el carpintero está obsesionado con su martillo. La violencia es simplemente una de las herramientas del carpintero. El escritor, al igual que el carpintero, no puede construir con una sola herramienta. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify;"><i></i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><i>– ¿Puede usted decir cómo empezó carrera de escritor? </i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">–Yo vivía en Nueva Orleáns, trabajando en lo que fuera necesario para ganar un poco de dinero de vez en cuando. Conocí a Sherwood Anderson. Por las tardes solíamos caminar por la ciudad y hablar con la gente. Por las noches volvíamos a reunirnos y nos tomábamos una o dos botellas mientras él hablaba y yo escuchaba. Antes de mediodía nunca lo veía. El estaba encerrado, escribiendo. Al día siguiente volvíamos a hacer lo mismo. Yo decidí que si ésa era la vida de un escritor, entonces eso era lo mío y me puse a escribir mi primer libro. En seguida descubrí que escribir era una ocupación divertida. Incluso me olvidé de que no había visto al señor Anderson durante tres semanas, hasta que él tocó a mi puerta -era la primera vez que venía a verme- y me preguntó: "¿Qué sucede? ¿Está usted enojado conmigo?" Le dije que estaba escribiendo un libro. El<b> </b>dijo: "Dios mío" y se fue. Cuando terminé el libro, <i>La paga de los soldados, </i>me encontré con la señora Anderson en la calle. Me preguntó cómo iba el libro y le dije que ya lo había terminado. Ella me dijo: "Sherwood dice que está dispuesto a hacer un trato con usted. Si usted no le pide que lea los originales, él le dirá a su editor que acepte el libro". Yo le dije: "Trato hecho", y así fue como me hice escritor. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify;"><i></i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><i>–¿Qué tipo de trabajo hacía usted ganar ese "poco de dinero de vez en cuando"? </i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">–Lo que se presentara. Yo podía hacer un poco de casi cualquier cosa: manejar lanchas, pintar casas, pilotar aviones. Nunca necesitaba mucho dinero porque entonces la vida era barata en Nueva Orleáns, y todo lo que yo quería era un lugar donde dormir, un poco de comida, tabaco y whisky. Había muchas cosas que yo podía hacer durante dos o tres días a fin de ganar suficiente dinero para vivir el resto del mes. Yo soy, por temperamento, un vagabundo y un golfo. El dinero no me interesa tanto como para forzarme a trabajar para ganarlo. En mi opinión, es una vergüenza que haya tanto trabajo en el mundo. Una de las cosas más tristes es que lo único que un hombre puede hacer durante ocho horas, día tras día, es trabajar. No se puede comer ocho horas, ni beber ocho horas diarias, ni hacer el amor ocho horas... lo único que se puede hacer durante ocho horas es trabajar. Y ésa es la razón de que el hombre se haga tan desdichado e infeliz a sí mismo y a todos los demás. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><i>– Usted debe de sentirse en deuda con Sherwood Anderson, pero ¿qué juicio le merece como escritor? </i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">– El fue el padre de mi generación de escritores norteamericanos y de la tradición literaria norteamericana que nuestros sucesores llevarán adelante. Anderson nunca ha sido valorado como se merece. Dreiser es su hermano mayor y Mark Twain el padre de ambos. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">– ¿<i>Y</i> <i>en cuanto a los escritores europeos de ese período? </i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">– Los dos grandes hombres en mi tiempo fueron Mann y Joyce. Uno debe acercarse al <i>Ulysses </i>de Joyce como el bautista analfabeto al Antiguo Testamento: con fe. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">– ¿<i>Cómo obtuvo usted sus conocimientos bíblicos? </i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">– Mi bisabuelo Murry era un hombre gentil y bondadoso, para nosotros los niños, cuando menos. Es decir, que aunque era escocés, no era (con nosotros) especialmente devoto ni severo: era sencillamente un hombre de principios inflexibles. Uno ele ellos era que todo el mundo, desde los niños hasta los adultos presentes, debía tener un versículo de la Biblia en la punta de la lengua en el momento en que nos sentábamos a la mesa cada mañana para tomar el desayuno. El que no tuviera listo su versículo, no se desayunaba; se le excusaba el tiempo suficiente para que saliera del comedor y se aprendiera uno (había una tía solterona, especie de sargento mayor a cargo de tales deberes, que se retiraba con el culpable y le daba un buen repaso para la próxima vez no quedara mal). Tenía que ser un versículo auténtico y correcto. Mientras éramos pequeños podía ser el mismo, que repetíamos una mañana tras otra hasta que uno se hacía un poco mayor, cuando una mañana (ya para entonces uno estaba acostumbrado a repetir el versículo sin pensar en lo que decía porque había sacado cinco o diez minutos de ventaja y se encontraba ya frente al jamón y el filete y el pollo frito y el cereal y las batatas y dos o tres clases de pan caliente) se encontraba uno con los ojos del bisabuelo clavados en uno, muy azules, muy bondadosos y gentiles, y aun entonces no tan severos como inflexibles; y a la siguiente mañana se sabía uno su nuevo versículo. En cierto sentido, así era como uno descubría que su infancia había terminado; la habíamos dejado atrás v entrábamos en el mundo. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><i>- ¿Lee usted a sus contemporáneos? </i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">-No; los libros que leo son los que conocí y amé cuando era joven y a los que vuelvo como se vuelve a los viejos amigos: el Antiguo Testamento, Dickens, Conrad, Cervantes… leo el <i>Quijote </i>todos los años, como algunas personas leen la Biblia. Flaubert, Balzac –este último creó un mundo intacto, una corriente sanguínea que fluye a lo largo de veinte libros-, Dostoyevski, Tolstoi, Shakespeare. Leo a Melville ocasionalmente, y entre los poetas a Marlowe, Campion, Jonson, Herrick, Donne, Keats y Shelley. Todavía leo a Housman. He leído estos libros tantas veces que no siempre empiezo en la primera página para seguir leyendo hasta el final. Sólo leo una escena, o algo sobre un personaje, del mismo modo que uno se encuentra con un amigo y conversa con él durante unos minutos. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><i>– ¿Y Freud? </i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">– Todo el mundo hablaba de Freud cuando yo vivía en Nueva Orleáns, pero nunca lo he leído. Shakespeare tampoco lo leyó y dudo que Melville lo haya hecho, y estoy seguro de que Moby Dick tampoco. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><i>– ¿Lee usted alguna vez novelas policíacas? </i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">– Leo a Simenon porque me recuerda algo de Chéjov. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><i>– ¿Y sus personajes favoritos? </i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">– Mis personajes favoritos son Sarah Gamp: una mujer cruel y despiadada, una borracha, oportunista, indigna de confianza, en la mayor parte de su carácter era mala, pero cuando menos era un carácter; la Sra. Harris, Falstaff, el Príncipe Hal, Don Quijote, y Sancho, por supuesto. A Lady Macbeth siempre la admiro. y a Bottom, Ofelia y Mercucio. Este último y la Sra. Gamp se enfrentaron con la vida, no pidieron favores, no gimotearon. Huckleberry Finn, por supuesto, y Jim. Tom Sawyer nunca me gustó mucho: un mentecato. Ah, bueno, y me gusta Sut Lovingood, de un libro escrito por George Harris en 1840 o 1850 en las montañas de Tennessee. Lovingood no se hacía ilusiones consigo mismo, hacía lo mejor que podía; en ciertas ocasiones era un cobarde y sabía que lo era y no se avergonzaba; nunca culpaba a nadie por sus desgracias y nunca maldecía a Dios por ellas. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><i>– ¿Tiene usted algo que comentar sobre el futuro de la novela? </i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">– Me imagino que mientras la gente siga leyendo novelas, seguirá escribiéndolas o viceversa. A menos, por supuesto, que las revistas ilustradas y las tiras cómicas acaben por atrofiar la capacidad del hombre para leer y la literatura se encuentre realmente de regreso a la escritura en las paredes de la cueva de Neanderthal.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><i>–¿Y en cuanto a la función de los críticos? </i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">– El artista no tiene tiempo para escuchar a los críticos. Los que quieren ser escritores leen las críticas, los que quieren escribir no tienen tiempo para leerlas. El crítico también está tratando de decir: “Yo pasé por aquí”. La finalidad de su función no es el artista mismo. El artista está un peldaño por encima del crítico, porque el artista escribe algo que moverá al crítico. El crítico escribe algo que moverá a todo el mundo menos al artista. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">–¿ <i>Entonces usted nunca siente la necesidad de discutir sobre su obra alguien? </i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">– No; estoy demasiado ocupado escribiéndola. Mi obra tiene que complacerme a mí, y si me complace entonces no tengo necesidad de hablar sobre ella. Si no me complace, hablar sobre ella no la hará mejor, puesto que lo único que podrá mejorarla será trabajar más en ella. Yo no soy un literato; sólo soy un escritor. No me da gusto hablar de los problemas del oficio. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><i>– Los críticos sostienen que las relaciones familiares son centrales en sus novelas. </i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">– Esa es una opinión y, como ya le dije, yo no leo a los críticos. Dudo que un hombre que esté tratando de escribir sobre la gente esté más interesado en sus relaciones familiares que en la forma de sus narices, a menos que ello sea necesario para ayudar al desarrollo de la historia. Si el escritor se concentra en lo que sí necesita interesarse, que es la verdad y el corazón humano, no le quedará mucho tiempo para otras cosas, como las ideas y hechos tales como la forma de las narices o las relaciones familiares, puesto que en mi opinión las ideas y los hechos tienen muy poca relación con la verdad. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><i>– Los críticos también sugieren que sus personajes nunca eligen conscientemente entre el bien y el mal. </i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">– A la vida no le interesa el bien y el mal. Don Quijote elegía constantemente entre el bien y el mal, pero elegía en su estado de sueño. Estaba loco. Entraba en la realidad sólo cuando estaba tan ocupado bregando con la gente que no tenía tiempo para distinguir entre el bien y el mal. Puesto que los seres humanos sólo existen en la vida, tienen que dedicar su tiempo simplemente a estar vivos. La vida es movimiento, y el movimiento tiene que ver con lo que hace moverse al hombre, que es la ambición, el poder, el placer. El tiempo que un hombre puede dedicarle a la moralidad, tiene que quitárselo forzosamente al movimiento del que él mismo es parte. Está obligado a elegir entre el bien y el mal tarde o temprano, porque la conciencia moral se lo exige a fin de que pueda vivir consigo mismo el día de mañana. Su conciencia moral es la maldición que tiene que aceptar de los dioses para poder obtener de éstos el derecho a soñar. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><i>–¿Podría usted explicar mejor lo que entiende por movimiento en relación el artista? </i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">– La finalidad de todo artista es detener el movimiento, que es la vida, por medios artificiales y mantenerlo fijo de suerte que cien años después, cuando un extraño lo contemple, vuelva a moverse en virtud de que es vida. Puesto que el hombre es mortal, la única inmortalidad que le es posible es dejar tras de sí algo que sea inmortal porque siempre se moverá. Esa es la manera que tiene el artista de escribir "Yo estuve aquí" en el muro de la desaparición final e irrevocable que algún día tendrá que sufrir. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><i>– Malcolm Cowley ha dicho que sus personajes tienen una ciencia de sumisión a su destino. </i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">Esa es su opinión. Yo diría que algunos de ellos la tienen y otros no, como los personajes de todo el mundo. Yo diría que Lena Grave en <i>Luz de agosto </i>se entendió bastante bien con la suya. Para ella no era realmente importante en su destino que su hombre fuera Lucas Birch o no. Su destino era tener un marido e hijos y ella lo sabía, de modo que fue y los tuvo sin pedirle ayuda a nadie. Ella era la capitana de su propia alma. Uno de los parlamentos más serenos y sensatos que yo he escuchado fue cuando ella le dijo a Byron Bunch en el instante mismo de rechazar su intento final, desesperado y desesperanzado, de violarla: "¿No te da vergüenza? Podías haber despertado al niño." No se sintió confundida, asustada ni alarmada por un solo momento. Ni siquiera sabía que no necesitaba compasión. Su último parlamento, por ejemplo: "No llevo viajando más que un mes y ya estoy en Tennessee. Vaya, vaya, cómo rueda uno." La Familia Brunden, en <i>Mientras agonizo, </i>se las arregló bastante bien con su destino. El padre, después de perder a esposa, necesitaba naturalmente otra, así que se la buscó. De un solo golpe no sólo reemplazó a la cocinera de la familia, sino que adquirió un fonógrafo para darles gusto a todos mientras descansaban. La hija embarazada no logró deshacerse de su problema esa vez, pero no se descorazonó. Lo intentó nuevamente, y aun cuando todos los intentos fracasaron, al fin y al cabo no fue más que otro bebé.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><i>– Cowley dice que a usted le resulta difícil crear personajes entre las edades de veinte y cuarenta años, que sean simpáticos. </i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">– Las personas entre los veinte y los cuarenta años no son simpáticas. El niño tiene la capacidad de hacer, pero no sabe cómo. Sólo lo sabe cuando ya no puede hacer: después de los cuarenta. Entre los veinte y los cuarenta la voluntad de hacer se hace más fuerte, más peligrosa, pero la persona todavía no ha empezado a aprender a saber. Puesto que su capacidad de hacer está obligada a seguir los cauces del mal a través del medio ambiente y las presiones, el hombre es fuerte antes de ser moral. La angustia del mundo es causada por las personas entre los veinte y los cuarenta años. La gente cerca de mi casa que ha toda la tensión interracia1, los Milams y los Bryants (el asesinato de Emmet Till) y las pandillas de negros que violan a una mujer blanca en venganza, los Hitlers, los Napoleones, los Lenins ... todos ellos son símbolos del sufrimiento y la angustia humanas, todos ellos tienen entre veinte y cuarenta años. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><i>– Usted hizo una declaración en la prensa en ocasión del asesinato de Emmet Till. ¿Tiene algo que añadir aquí? </i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">– No, sólo repetir lo que dije antes: que si nosotros los norteamericanos hemos de sobrevivir, tendrá que ser porque elijamos defendamos el ser norteamericanos antes que nada, presentarle al mundo un frente homogéneo y compacto, ya sea de norteamericanos blancos o negros o morados o azules o verdes. Tal vez el propósito de este lamentable y trágico error cometido en mi Misisipí nativo por dos adultos blancos en la persona de un desdichado niño negro haya sido el de probarnos si merecemos o no sobrevivir. Porque si nosotros en Norteamérica hemos llegado a ese punto en nuestra cultura desesperada en que debemos asesinar niños, no importa por qué razón o de qué color, entonces no merecemos sobrevivir y probablemente no sobreviviremos. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><i>– ¿Qué le sucedió a usted entre </i>La paga de los soldados <i>y </i>Sartoris, <i>es decir, cuál fue el motivo de que usted empezara a escribir la saga de Yoknapatawpha? </i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><i>– </i>Con<i> La paga de los soldados </i>descubrí que escribir era divertido. Pero más tarde descubrí que no sólo cada libro tiene que tener un designio, sino que todo el conjunto o la suma de la obra de un artista tiene que tener un designio. <i>La paga de los soldados </i>y <i>Mosquitos </i>los escribí por el gusto de escribir, era divertido. Comenzando con <i>Sartoris </i>descubrí que mi propia parcela de suelo natal era digna de que se escribiera acerca de ella y que yo nunca viviría lo suficiente para agotarla, y que mediante la sublimación de lo real en lo<i> </i>apócrifo yo tendría completa libertad para usar todo el talento que pudiera poseer, hasta el grado máximo. Ello abrió una mina de oro de otras personas, de suerte que creé un cosmos de mi propiedad. Puedo mover a esas personas de aquí para allá como Dios, no sólo en el espacio sino en el tiempo también. El hecho de que haya logrado mover a mis personajes en el tiempo, cuando menos según mi propia opinión, me comprueba mi propia teoría de que el tiempo es una condición fluida que no tiene existencia excepto en los avatares momentáneos de las personas individuales. No existe tal cosa como <i>fue; </i>sólo <i>es. </i>Si <i>fue </i>existiera, no habría pena ni aflicción. A mí me gusta pensar que el mundo que creé es una especie de piedra angular del universo; que si esa piedra angular, pequeña y todo como es, fuera retirada, el universo mismo se vendría abajo. Mi último libro será el Libro del Día del Juicio Universal, Libro de Oro, del Condado de Yoknapatawpha, Entonces quebraré el lápiz y tendré que detenerme.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><i>La conversación tuvo lugar en la ciudad de Nueva York, a comienzos de 1956. </i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">William Faulkner nació en 1897 en New Albany, Mississippi, donde su padre trabajaba como conductor en el ferrocarril construido por el bisabuelo del novelista, el coronel William Falkner (sin la "u"), autor de The White Rose of Memphis. Poco después la familia se mudó a Oxford, a 55 kilómetros de New Albany, donde el joven Faulkner, pese a ser un lector voraz, no logró aprobar suficientes créditos para graduarse en la escuela secundaria de la localidad. En 1918 se enlistó como aprendiz de piloto en la Real Fuerza Aérea Canadiense. Pasó poco más de un año como estudiante especial en la Universidad de su estado natal, Miss", y posteriormente trabajó como jefe de la estación de correos de la Universidad hasta que fue despedido por leer en el trabajo. </div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">Estimulado por Sherwood Anderson, escribió <i>Soldier's Pay (La paga de los soldados, </i>1926). <b>El </b>primero de sus libros que conquistó un gran número de lectores fue <i>Sanctuary (Santuario, </i>1931), una novela sensacionalista que escribió, según propia confesión, para ganar dinero ya que sus libros anteriores <i>-Mosquitoes (Mosquitos, </i>1927), <i>Sartoris (Sartoris, </i>1929), <i>The Sound and the Fury (El sonido y la furia, </i>1929) y <i>As 1 La)' Dying (Mientras agoni:0, </i>1930)--no le produjeron lo suficiente para sostener una familia. </div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">Faulkner publicó a continuación una serie de novelas relacionadas en su mayor parte con lo que ha venido a llamarse la saga de Yoknapatawpha: <i>Light in August de agosto, </i>1932), <i>Pvlon (Pylon, </i>1935), <i>Absalom, Absalom! (¡Absalón, Absalón! </i>1936), <i>The Unvanquished (Los invictos, </i>1938), <i>The Wild Palms, (Las palmeras salvajes, </i>1939), <i>The Hamlet (El villorrio, </i>1949) y Co <i>Down Moses </i>(j <i>Desciende, Moisés!, </i>1941). Después de la Segunda Guerra Mundial sus obras principales fueron <i>lntruder in the Dust (Intruso en el polvo, </i>1948), <i>A Fable (Una fábula, </i>1954) y <i>The Town (En la ciudad, </i>1957). Sus <i>Collected Stories </i>("Cuentos reunidos") y <i>Una Fábula </i>ganaron el National Book Award (Premio Nacional del Libro Norteamericano) en 1951 y 1955 respectivamente. </div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">William Faulkner obtuvo el Premio Nobel de Literatura correspondiente a 1949 murió en agosto de 1962. </div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 16.0px;"><br />
</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 18.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px;"><span class="Apple-style-span" style="color: #444444;">En </span><b><i><span class="Apple-style-span" style="color: #444444;">El oficio de escritor</span></i></b><span class="Apple-style-span" style="color: #444444;">. Entrevistas. Título original: Writers at Work / The Paris Review interviews. The Viking Press, Nueva York. Ediciones Era, México 1968. Páginas 169-184. Traducción de José Luis González.</span><br />
<span class="Apple-style-span" style="color: #444444;"><br />
</span><br />
<span class="Apple-style-span" style="font-family: Times; line-height: 24px;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: x-small;"><span class="Apple-style-span" style="color: #444444;">Photo by Ralph Thompson of Faulkner at Virginia University (20 February 1957)</span></span></span><br />
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</div><div><br />
</div>estafetahttp://www.blogger.com/profile/10314797590011827695noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4391952270751641520.post-68248246772883391592011-07-12T16:08:00.000-07:002011-07-13T10:57:06.106-07:00Gabriel Pulecio Mariño - Cuerpos gloriosos (novela)<div style="font: 12.0px 'Adobe Garamond'; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: center;"></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br />
</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi3seOMohHWUDg2dmrZ-s17k8-uQAO69E3foTU9cpOS65cjKvvor_q_ADfV2HRAzjczACOTabNUNnFr1UAb3egpTK1OEk1cD7qrhj3tzZog3YPRzIyhiBZdy7m2u1aM0HbruQmd7ZuG0pg/s1600/portada2.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi3seOMohHWUDg2dmrZ-s17k8-uQAO69E3foTU9cpOS65cjKvvor_q_ADfV2HRAzjczACOTabNUNnFr1UAb3egpTK1OEk1cD7qrhj3tzZog3YPRzIyhiBZdy7m2u1aM0HbruQmd7ZuG0pg/s400/portada2.jpg" width="245" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br />
</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 17.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La importancia de los huevos al desayuno, he ahí el tema, me dije. El rito diario, las tortillas ligeramente doradas, enrolladas, siempre iguales, hechas con amor a Dios –<i>manibus angelorum– </i>y amor a los invisibles pichones de santidad que todas las mañanas nos sentábamos en el comedor después de la misa y la oración. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Gélido madrugar con treinta minutos justos para hincarse ante un crucifijo y un retablo, y luego darse a fantasmas de entresueño porque ¿qué otra cosa podría deparar tan temprana hora?</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">En el comedor las tortillas se comprimían poco a poco sobre la bandeja plateada y parecía que fueran a rodar cuando la muchacha las pasaba a cada uno de los comensales. Como pasan los tiempos y cambian las costumbres, años después, cuando nos sentábamos a la mesa al vocinglero tenor de los nativos de las tierras cálidas, una mano femenina secreta y vedada abría la puerta del comedor para dar paso a la turba expectante cuyos modosos componentes aprovechábamos todos a una para pronunciar las primeras palabras libres de liturgia, ya en el centro de la mesa sobre la plateada superficie las tortillas esperaban aplastándose, sin peligros, sin oficio ceremonial, sin perendengues, a la manera de la nueva ola. Ya las tortillas en cada plato, todos pinchábamos y cortábamos sin contemplaciones la superficie rugosa y brillante, y tras la piel se abría un recinto cálido y húmedo, sólo un instante, para luego conducirlo a la boca recién sacramentada. Acompañaban al condumio el café con leche, el pan y la mantequilla.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Las maderas del piso crujían. La antigua casa Tudor bogotano se resentía con el trotar de aquellos jóvenes llevados por la devoción, la piedad, las buenas compañías, los ánimos altruistas, el interés académico y, seguramente, apachurrando un poco los ojos, el carácter de coto de caza que podía ofrecer el desglose de aquellas juventudes transidas de ascética.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Sacrificial el semblante un cura se prosterna ante el altar. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—¡Señor mío y Dios mío! —</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Cotidiana súplica, soplo en el oído de Dios para que desde su trono majestuoso mire en plano picado aquella congregación dispuesta al rezo hodierno, nos mire y nos insufle la gracia santificante a la que optamos, nos mire una vez más, padre amantísimo, y nos bendiga. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Sueños trashumantes, sueños pegados a la axila de cualquier viandante, sueños de cobija, sueños de reclinatorio, sueños y palabras del orador intentando con el alba desvelar algún secreto místico, aunque –!oh cotidiana e ingrata determinación!– se quede dormido el auditorio. Sueños de la aldea. Sueños de vigilia adolescente. Sueños del sobrino del señor obispo. Sueños del <i>scout</i> católico. Sueños vestidos de colores.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Cerrar los ojos, cerrarlos y dejar que las palabras entren por un oído y salgan por el otro, dejar pasar… No, que pasen por un oído y salgan por mi boca, hablaré ante un auditorio y les diré esto, les diré que siempre el Señor, si, el Señor Dios, ¿o es que no le conocéis? No ha muerto. Vive, vive y reinará. El golpe fue tremendo. Me llevaron todos a la enfermería. Una gasa, un poco de mercromina y listo. Que las tortillas calienticas nos esperan en el comedor.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Desperté.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Ya el introito avanzaba amenazador. El zumbido de los latines tenía una nota tropical... No, no era el zumbido, era una música lejana en algún radio. El zumbido era el de siempre, el eterno. Titilaban los cirios. La ceremonia se deslizaba. Sentarse. Arrodillarse. De pie. Arriba, abajo. Fin, ¡por fin! </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Al salir del oratorio, en una cruz de madera negra, dejaba un beso donde los demás no hubieran dejado la huella de sus labios mañaneros.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Chacharaloca, el consabido listillo, tenía el latiguillo. El medroso medra y el mentiroso dice la verdad. El que dirige hace novillos cuando no despacha. Interregno para el olvidadizo que llega con un zapato negro y otro carmelito, para el que no se peinó el cogote o para el que olvidó el cilicio entre la cama. Tiempo para todos, especialmente para las tortillas, para que estén listas, enrolladitas, doraditas. Tropel, de tropa –no de tropiezo, que los hay– tropel desayunador.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Vienen calienticas, ahí vienen las tortillas. Hoy haré un sacrificio y escogeré la que tenga menos posibilidades de rodar al suelo. Pero, como siempre ocurre, hay otros sacrificados y me toca la que rueda y cae a los pies de la muchacha. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Inmediatamente, traen otra tortilla, recién hecha con amor a Dios y amor a mí; a mí, que se me ha escapado y rodado, a mí que no me puedo sacrificar como quisiera, no me dejan porque soy el menor, el verdadero pichón de pichones, el huevo de la pascua.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Los labios se matizaban con el apetecible y dorado majar rollizo. Borbotones de palabras que habían de recogerse como con redes de pescador, a ver que pez cae en boca del experimentado hermano que mira con malos ojos a quien hace sopas de pan en el café. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Chacharaloca me llama al salir del comedor, me arrincona y me dice:</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Conviene que en el desayuno hables menos o por lo menos que dejes hablar a los demás.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Eso, que lo dejen hablar a él, que él tiene talla de orador. Los demás hemos de callar y dejar la verborrea para el apostolado.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Oye, ¿es que no ves las almas navegar hacia el Señor? A ti todo te resbala.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El director alejaba de si mismo todo aquello que pudiera resultar pecaminoso por la complejidad de su competencia.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—A mi que me los pongan mansos y libres de criterio. Ese lo doy yo. Yo soy el director. Y a mi me viene la gracia a borbotones. A chorros.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—A chorradas— le hubiese dicho, pero callé.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Heroico el párpado que se pliega, como heroico el pie que sale de las cobijas, y ¡hale!, todos a besar el suelo. La bata, la toalla, las pantuflas o las chancletas, los útiles de aseo.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Pío Tentén, siendo neófito, se presentó desnudo en el baño el primer día. Amonestado, apareció al otro día con la toalla al cuello.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Menos heroico el individuo pichón que amanecía con las carnes aplastadas contra el duro suelo y un libro por cabecera. Menos heroico, pero los había muy denodados en ello. Mucho, mucho <i>ris-ras.</i> Toda la noche así y luego entrar al comedor de último y ver cómo la tortilla que le toca no tiene ya la tersura dorada, ahora grasea un marrón extraño, está aplastado, aplanado, seco. <i>Ris-ras.</i> Y ya está: al coleto, con el entorno en <i>off.</i></div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Heroico quien logra sacar el segundo pie de la cama al amanecer cuando el director inicia su tarea rutinaria, homóloga a la de tocar una campana. Con los nudillos en las puertas anuncia tamboril el despertar y la presencia de Dios. La oniria hace su venia final y el olor a madera encerada y brillada, es como parodia de la tierra. Imagino quedarse uno dormido besando el piso, o muerto. !Qué tal! ¿Dónde dejar el bostezo a lo Robert Mitchum, la manera de rascarse la cabeza a lo John Wayne o la máscara siempre despierta a lo Tyrone Power?, ¿dónde? Y así. Interminable. Cada uno pensando cual es su despertador favorito.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—¿Hay presencia de Dios en el sueño? </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—No se que dirán los tratadistas, pero creo que no, que no la puede haber, que sería contradictorio de lo ascético. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Sí señor. Sí, Fulano, sí Mengano, sí Perencejo. Fulano Mengano y Perencejo, todos a una. Eso de «cuando Teotiste Silva, empieza Sixto Amar y hace Sebastián Bulla»; o lo de «Mauricio Barrés, Ramón Novarro, entonces que venga Velasco Ibarra». Para contarlo algún día. El oído no registra, no lo debe hacer. El silencio es total. Desaforado. Si fuese cine habría rechifla en el patio de butacas.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">De prisa, de prisa. Todo lo que sobrepase los treinta minutos es retardo, desliz, resbalón, escurrida; o peor, sigilo, sospecha, <i>out-of-the-record</i> espantable, escándalo a uno de los pichones o a todos. Todos a una. Otros treinta minutos con la mirada fija, la posición <i>ad-libitum</i>, el entorno entrecortado de respiraciones, bufidos embozados, suspiros contenidos. Si el tramo es predicado, la vista tendrá como objeto la boca del presbítero en la que intento descifrar las palabras que pronuncia, vedadas al oído que sólo está próximo al resuello, al drama pulmonar del entresueño.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Gramática despertadora, despertativo gramatical. Diálogo de sordos. Los sonidos del silencio, oye la música, la música, eso, «a mi me llaman el negrito del batei...» </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—!Eh, no, que va, hombre, que va! </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Salta la campana, sopla la hora y otra vez las tortillas doradas, delicuescentes, allí en la pendiente, plano inclinado, plano plateado, rugosidad morena de huevo tan bien batido. La tortilla madrugadora, dorada, puntual. Pero no siempre. Exóticas variaciones y flujos festivos retrotraen el tiempo y a falta de tortilla me instalo de nuevo en la reciente oniria. Un automóvil avanza y yo perdido en la calle sin un zapato, parezco sentir la inmovilidad del universo. Crac. El horror al amanecer, un ligero regodeo, ligero, eh, sólo ligero regodeo antes de que los nudillos del director aporreen las puertas, todas las puertas del universo. En pie. Y ¿ahora?</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">No debíamos ser críticos pero sí fanáticos del despertar e ir a rastras a besar el suelo como quien ha perdido durante el sueño un lente de contacto en un estanque y pareciera que fuese a beberse toda el agua para encontrarlos – el sueño y el lente – en el pozo deseco. Primero, sentarme en la cama, bajar un pie, luego el otro, dejarme rodar por el borde hasta quedar casi en cuclillas, hacer una ligera flexión de espalda, poner las manos abiertas contra el suelo, besarlo y, como si sonara un disparo y se accionara la cámara rápida, volar, porque si no lo hago perderé el turno de ducha o el de espejo para afeitarme y me tocará el espejo del baño de atrás que tiene bombilla de veinticinco y no se ve más que una mortecina sombra que mira allá atrás y tal vez no me atrevo a mirarla. —Mírala a lo ojos, hazle frente. Que tu primera batalla sea siempre tu primera victoria. Y, ¡hale!, a vestirse rápido que ya no quedan más de diez minutos, ¡venga! — Volar, volar, tomar impulso y atravesar el corredor de maderas crujientes y luego prenderme de la baranda y subir las escaleras de tres en tres con el consiguiente peligro de rodar y terminar con los huesos rotos, todos los huesos rotos, es que no le quedó un hueso bueno, y dando un salto atravesar el pasillo y abrir la puerta del oratorio, todo un solo movimiento, todos a una, borrego y asno. Y al final, el café y el pan con mantequilla, y –¡oh!– la tortilla inefable.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Cripticismos muchos. Cada uno de ellos apunta a un campo abierto y despierta la curiosidad. Quien no esculca, espía o pregunta. El sentido se despereza. Sólo el sentido, porque el cuerpo ha de permanecer hierático. De un solo golpe solo quedar sentados es perder el tiempo; de un solo golpe hay que saltar de la cama, no conceder esos segundos al demonio, saltar y que sea un solo movimiento el ir y venir y luego llegar al oratorio antes que los demás e dirigirse a la mesilla auxiliar y ungido de liturgia encender dos de los seis velones del altar esmerándose en la genuflexión ante el tabernáculo, yerto a esa hora. Las llamas avivarán el contorno y proporcionarán sombras a la perspectiva Encendidos las cirios, el pichón de turno va al armario de los libros piadosos y tomará uno de ellos para acompañar con su lectura la media hora de oración que todos a una vamos a iniciar. Impresionan del lector sus modulaciones de voz. Cuando no sombrío, parece débil; si es enfático aparenta bufar un pensamiento pío. Si no hay lectura, el cura zumbando prédica, o sin más sonido que el chisporrotear de los velones y el oratorio en <i>off,</i> a no ser que el clima permita escuchar algún acorde de la música de un radio lejano. Una jota aragonesa.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Estar en el mundo, ser un quintacolumnista o el sacamicas del Rey Arturo pero no quedarse ahí parado que será peor. Cuando abras la puerta del oratorio el cura tendrá que detener la prédica. Mientras te arrodillas y luego te pones de pié y te sientas, pasarán preciosos momentos de la meditación de tus hermanos. Has de cuidarte de no golpear los reclinatorios al entrar. Y ya estoy sentado y tranquilo, nebuloso momento mientras me entero de que habla el cura, cuando entra el sigiloso más tardón que yo, apenas se le oye. No parece llegar tarde porque su alma ya estaba sentada frente al altar, y que su cuerpo venga retrasado es comprensible por las enormes disciplinas que tiene que hacerse para contener su carne pecadora. Comulgan el cuerpo y el alma del sigiloso y parece como que se redondea la meditación. «...De un boga que sin llorar abandonó el platanal...». No, no es eso, es esa música lejana...«en la playa blanca… de arena caliente …hay rumor de cumbia y olor de aguardiente»... Desviar la mirada y recorrer lentamente el retablo inacabado, las barbas del santo son un milagro, el niño y la madre. El remover de cuerpos y el cascoteo de pies indicaron que había terminado la meditación. Esta vez no oí, cosa rara, cuándo cesó el zumbido de la oratoria matutina. «...Que María Cristina me quiere gobernar y yo no quiero que diga la gente que… María Cristina... María Cristina me quiere gobernar… » No, no, María, María Santísima, Stella Maris. Pasa ya la musiquita esa de quién sabe dónde, quien sabe qué radio. !Oh Señor, carne pecadora!. Tilín, tilín, el sigiloso está de turno y toca la campana como sin badajo, tilín, tilín. ¿Por qué usarán esa casulla morada, ordinaria y anticuada? Cuando el sigiloso está de turno los velones se apagan solos. A la prédica parece que se le evaporaran los verbos, cuando no los sujetos, o se van los complementos engarzados en un arrobamiento hasta que por fin logra llegar el predicador al final, pocos minutos antes de los treinta. Luego, el predicador viste casulla y celebra. Y después – ¡qué placer!– allí estarán el café y el pan y la mantequilla, y –¡oh!– las tortillas jaspeadas, doraditas, a todos nos esperan en el comedor, !tan suaves, tan delicadas!</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El agua al amanecer está helada. El pichón de santo ha llegado al final. Ya se ha despojado de la bata, ahora en el umbral de la ducha de despoja de la piyama; el agua del grifo sale a chorros helados, el <i>shock</i> puede ser mortal, y lo es. El demonio se consume en su antípoda. Purificado el pichón, tiritando, morado, cuasi-parapléjico, se agarra a la toalla como a salvavidas mercedario y se seca. Sus movimientos están regidos por un temblequear constante; las carnes protestan y, el espíritu presente en el ceño, hiende el aire y corre finalmente escaleras abajo hacia el oratorio.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La mecánica ha de ser perfecta. He ahí la clave universal para comprender lo que hasta aquí hemos dicho de ese levantarse en el mismo momento en que los nudillos del director golpean la puerta. La puntualidad es la entrada al túnel que conduce a la perfección. Sí señor, sí. Y aunque Chacharaloca no lo quisiera reconocer, tendría que hacerlo. Como metiendo la testa bajo el ala de cuadernos que siempre lleva consigo, Chacharaloca salió de primero y fue en busca del director. Ya habíamos consumido las deliciosas tortillas calienticas y el café, el pan y la mantequilla habían sido alegría del coleto. Salieron varios dando voces de contento. Chacharaloca esperaba abajo en la escalera a que pasara frente a él para decirme: </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—¡Eh, chist, tú! Conviene que en la mesa no confundas las cuestiones teológicas, ¡eh! </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Como una bala había salido corriendo tras el director para decírselo y que le diera el <i>nihil-obstat</i> para atracarme en pleno vestíbulo. Pues sí señor, el túnel de la perfección tiene un reloj a la entrada y otro a la salida. Más santo seguramente salió Chacharaloca después del golpeteo disciplinario. Quedé pensando cuál sería el método para atravesar un túnel.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La mermelada a veces asomaba su faz colorada, amarilla, verdinegra. Sólo a veces. Gustosa, glotona, trémula en un platillo gemelo al del rollito de mantequilla estriado y rígido. Las canastillas vestidas de faldones ocultan púdicamente los panecillos o las rodajas de pan grande, hasta que llega uno y sofalda y aparecen los panes. Unos pasan, otros cogen. Tiempo de gracejos. Tiempo para Chacharaloca. Dulzón, zumbón, ojo visor.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Castos, limpios, superficies de patena. Pobres igual. Y obedientes. La obediencia está sentada en la conciencia. Si la silla estuviere vacía, malo. Están la Gracia por un lado y tus hermanos por otro, tu director y tu confesor. A ellos debes acudir si encontraras el sillón vacío... -Si es necesario voy hasta los estatutos... —No, no es necesario, basta que hables con tu director y le digas: el sillón está vacío. Te impondrá alguna penitencia, no lo dudes, cariñosa recomendación, quizá más azotes o quien sabe qué privación... «Entre candilejas te adoré»... El radio lejano se ahoga en la riada automotor o tal vez en el silencio que encerraban las palabras del predicador. Entraban por un oído y salían por el otro.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Nebulosa del despertar, sueños dirigidos, ensueños peligrosos, pecaminosos, y luego el duchazo frío y los saltitos y ofrecerlo, ofrecerlo porque ese es el sentido, ofrecer tan lacerante sacrificio, y de paso matas la concupiscencia; tus carnes quedarán atravesadas de contradicción, negación del sueño. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Pero en el oratorio más de uno solía descabezar un sueñecillo. De pronto, descolgaban la cabeza los pichones. Aunque traten de disimularlo, vuelven a quedar dormidos. Algunos roncan en momentos en que la meditación parece llegar finalmente a tener sujeto, verbo y predicado sin tener que ir de rama en rama. Edificante, eso sí, el que sin concesiones sacude la cabeza, toma aire, cruza los brazos sobre el pecho y abre los ojos desmesuradamente. Sin dejar de dar saltos todo el tiempo, golpea el reclinatorio con los pies en sus intentos por permanecer despierto. Le pesa la cabeza como si se le hubiese pegado el libro que le sirvió de almohada. !Qué manera de deslizar la mandíbula, qué suspiros, qué jadeos! Estira las piernas y parece que se le fueran a derretir, las encoge, las junta las rodillas, pone un codo sobre una de ellas y con la palma de la mano abierta intenta encajar en ella el mentón. La visión del brillo del piso de madera encerado, el abullonado del reclinatorio, los estoperoles brillantes y sobre ellos otra vez las transparencias, el cuerpo volátil, las manos que llaman e intentan acercarlo una y otra vez. Se le descuelga la cabeza al pichón y cae de bruces, sin ruido.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El pelo se secaba durante el transcurso de la oración y la misa. Pío Tentén, entraba cabezeando al oratorio y dejaba gotas de agua por el suelo, y pronto su cabellera quedaba como estopa. Ya le diría Chacharaloca: —Oye, pisst—. Chacharaloca apunta en una libreta, hace un archivo de la miseria humana, un <i>dossier</i> de la infidelidad, la historia secreta de tantos deslices. Ha de tener en alguna parte ese cuaderno. Pacho Hayqué lleva el pelo al cepillo, algunos tienen poco y otros nos peinamos con gomina.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Si de heroísmo hemos de hablar, qué decir de este pichón cuando aún no dormía bajo el recinto que la institución fijó como sede espiritual y material de mi labor apostólica. Me levantaba mucho antes del alba en el calor íntimo y placentario de mi casa. Tras las abluciones de costumbre, enfilaba hacia la Residencia. A esa hora neblinosa deambulaban madrugadores y más que todo trasnochadores, taxis llenos de mujeres. No mirar, guardar la vista, no pensar en ello, no engolfarse en nada. Al principio sólo llegaba a la hora de la misa. Cuando di en llegar puntual y exacto a la hora de la meditación, y muchas veces aún antes de que el sigiloso encendiera los velones, me lo dijeron con claridad: </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Vente a vivir a casa, denodado pichón.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Bondadosos, eso éramos, bondadosos. Bondad explicable por las virtudes que practicábamos: la valentía, la sinceridad, la reciedumbre, la piedad, el sacrificio, la renuncia, la mortificación. Bondadosos y justos. Y la alegría. Alegres, sedme alegres. Pío Tentén era alegre, se le veía cuando mostraba los colmillos. Y Pepe Gardenia, con cuánta alegría parecía sufrir su disgregación fatal: le suena el alma. Y Pacho Hayqué, alegre a zancadas. Y la alegría de Chacharaloca enmendándole la plana a Caruso en cualquier aria o a Rilke en cualquier parte.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Día de fiesta grande. Día de concesiones, sí señor. Cuando el director llegaba a golpear las puertas era lo más probable que ya lo hubiera oído venir. Es posible que ya hubiera abierto los ojos y mirando en derredor lo hubiera vuelto a cerrar, invocando la reciente oniria, la continuación del drama, el epílogo, aquella reflexión que en la infancia le pedía a mi abuelo al salir del cine: — Entonces, abuelito, ¿qué pasó después?</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Laxo el cuerpo me levanto. Amorosos hijos de nuestra Madre Santísima, no dejábamos nunca de piropearla y menos ese día de fiesta grande. Siempre nuestra Madre Amantísima está ahí, de perfil o de frente, sola o con el Niño, esperando nuestro saludo, nuestra sonrisa, nuestra caricia. Vieja devoción, como vieja la Iglesia misma a la cual servimos y nos honramos de ser pilar y sillar. Nuestra madre guapa. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—¡Y olé!</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El amplio faldón de la sotana del predicador. Revuelo de telas, instantes de silencio. Toses, suspiros. Gime el cambrión de un zapato. El predicador mira la hora. Un chorro de café cae sobre la testa del consabido listillo, ahogándolo en el líquido. He de cerrar los ojos y no pensar más, no mirar hacia el cogote del que está sentado delante de mí, y cabecea. Chacharaloca ha estado mirando con sus anteojos negros. Como que ni en Roma se los dejó cambiar. Dicen que eran como los de Ray Milland, de rayos equis y que con ellos podía ver todas nuestras miserias, nuestros defectos, insensateces, traiciones, no nuestras buenas obras, nuestra grandeza cotidiana, que solo la ve Dios. —Y sin gafas, verá otra cosa. —No, está acostumbrado y ya solo ve nuestros deslices, el resbalón, el acto fallido, el tropezón, la chambonada pasajera.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">¿A qué hora entré en ese túnel? ¿A qué horas salí? ¿Volveré a entrar? ¿Seré perfecto? ¿Tendré gracia a borbotones? Las tortillas calienticas, doraditas, gandujaban su presteza gratificadora.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Acolitar. He aquí un tarea que distraía aquél monótono y desmayado tranco matutino. El sigiloso era maestro en ello. Tilín, aún sin badajo. Un mago. Con su nuez de sube y baja entre el pozo blanco del cuello de la camisa, encorvado va y viene silente. «.Voooy por la vereda tropical...» Es la música lejana. Se oye entre el sonido de la campanilla y el golpear de las vinajeras. Cuando acolita el sigiloso no se oye ni el volar de una mosca, y no es que el sigiloso madrugue más y con un <i>spray</i> y asperje todo el oratorio, no. Es que esos días las moscas ya lo saben y procuran no volar o por lo menos hacerlo con cautela. Frente al altar empieza a rodar la pesada rueda de lento transcurrir. Comulgar, desayunar e iniciar el día de trabajo, apostolado, mortificación y alegría. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">–¡Hale!</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Las tres vías de la contrición y el arrepentimiento: la primera, la confesión sacramental boca-oreja que termina en absolución inmediata: <i>Ego te absolvo</i>. Una segunda vía, el diván del psicoanalista, hablar mirando al techo, que terminará algún día con una interpretación. Y la tercera vía, la vía torera, en la que quien se acusa es rematado con denuestos sin fin.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Perseverar. Escuchar el llamado no basta. Hay que recordar todos los días esa voz, esa llamada, aquella luz, como la que encegueció a Saulo de Tarso, que también tumbándonos de nuestra cabalgadura nos indicó el camino. Y he aquí que vamos transitando por él. Los peligros nos acechan a diestra y siniestra, vienen de frente o nos persiguen y pueden darnos alcance, o quizá no los veamos llegar. La sinceridad, la brutal sinceridad con nuestro director, la reciedumbre y la alegría. No me olvidéis la alegría.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Meditaba el cura en voz alta, con los ojos semi-cerrados. Iba como un caminante que se ha lanzado a la oratoria dejando en casa algunos bártulos gramaticales y había que rellenar los espacios blancos de su discurso y encontrar una cierta beatitud en los remansos sintácticos dejando el verbo para después o postergando el sujeto hasta la próxima meditación, cuando ya sin nadie que te hable al oído, habrás de hablar como si estuvieras en tu propia prédica, al tenor de tu silencio y a grandes voces.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Los ojos mirando al techo o los párpados cerrados. Al estudiante indefenso se le colaban unas deliciosas jovencitas, vistas, presentidas.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">¿Cuando, cómo, empezó todo esto de madrugar de tal manera? El automatismo ése. ¿De dónde, Señor, de dónde? Y ya estaba flexionando las piernas, besando el suelo y lanzándome a la ducha fría. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La mortificación de los sentidos. La vista el primero, atornillándole al párpado y al globo ocular un mecanismo anti-regodeo después de haber instalado el dispositivo de la limitación de mirada, una concentración heroica. Por el oído entrará un caudal incontrolable; pero la talanquera que todo pichón de santidad ha de instalar en su pabellón auditivo, hará que en la retorta del oído revenga jaculatoria toda inconveniencia. Qué conviene al ojo y qué no. Qué conviene al oído y qué no. El tacto ha de guardarse sin recelos ni malicias. La superficie del cuerpo, superficie táctil toda ella, ha de macerarse con las aguas heladas del amanecer y las disciplinas y los cilicios. !Oh! Cuántos sacrificios a flor de pierna, a voz en cuello. Por la boca muere el pez. Habla el predicador del sentido del gusto y de la oralidad misma. Por su parte, el olfato sufre <i>capiti diminutio</i> al elevar a la categoría de apotegma el decir que «el mejor olor es no oler a nada». Ya se verán los estragos y los chorros de gracia santificante que el manejo de las cinco vías pueden proporcionar al pichón de santo, en ciernes o ya cernido y pasado por el cedazo, listo para el consumo santoral.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Es que no somos sinceros, no somos verdaderamente sinceros, nunca hablamos al director de esos pedacitos de mierda seca que se nos quedan pegados en los pelos del culo—decía Pepe Gardenia</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El oído no ha registrado el golpear de los nudillos en la puerta. La vista pliega párpados y el ojo apenas identifica levemente el entorno. Los reflejos musculares hacen que el cuerpo salte -descarga heroica- y brinque al vacío cotidiano.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Santos, seremos santos. El Señor así lo quiere y nuestra madre guapa que está en los cielos.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Sí, hay momentos de felicidad. ¿Cuántas veces, sin mortificarse, sin el dolor del sacrificio se alcanzan momentos de felicidad heroica al cumplir con los diarios desapegos y, como en volandas —alfombra ascética—, irse deslizando por las nubes literarias.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Liso y llano es el lenguaje de lo ascético. Las disciplinas aplicadas con amor lavan la culpa. Aplicadas con soberbia, enfangarán más al alma rebelde. Las disciplinas, cielos de redención.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Cerrar, cerrar esa ventana con falleba para que no entre la soberbia. Recordad que si ella habita vuestro corazón, serán los demonios, con rabos pezuñas y cuernos- quienes tomen tu vida de santidad convirtiéndola en superficie de pecado, tiempo de culpa. Pero la gracia santificante que sobre vosotros caerá tras la consagración al Corazón de María, devolverá a nuestros parajes interiores la luz perdida, y las tinieblas serán derrotadas por el amor al Señor, Padre Amantísimo. La soberbia, hermanos, la soberbia. Poned vuestro corazón en manos de Nuestra Madre Guapa que está en los cielos, ella os reconfortará. Henchido de gracia volverá el sembrador a los caminos divinos de la tierra, la semilla a voleo.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Con el salto de la cama y el carrerón al baño, la ventana se abrió y la ráfaga diabólica penetró con violencia. Y sólo el Señor lo sabe: una sola mirada a la imagen de Nuestra Madre Guapa bastó para que la dulzura que se desprende de su efigie bastó para vencer al Malo. Luego, el duchazo de agua helada. Agarrotado, dando saltos se purifica el pichón. Al recibir el Cuerpo Divino en la circunferencia de trigo, cerró los ojos y supo que había vencido, pero que la lucha continuaba. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">!Cuántas batallas más habrás de librar, cuántas victorias más habrás de lograr, denodado pichón!</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">En el altiplano andino el despertar siempre trae consigo un salto al frío. Lo cálido está entre las sábanas, bajo las cobijas. A primera hora el alba hace tiritar al más avezado sabanero. Se cuela lenta una frialdad marmórea. Pálidos, los pichones de santidad, aún somnolientos, nos presentábamos ante aquél crucifijo del oratorio que parecía mirarnos desde sus pupilas de aleación metálica, el mismo crucifijo que amorosamente vigiló los escarceos iniciales de los primeros pichones de santidad en estas tierras de misión. Después de la meditación, la misa. Era el rito preconciliar. El cura de espaldas al pueblo pronunciaba latines romanos, a los que contestábamos los pichones ungidos de amanecer. El tronar de los latines encendía el ánimo y templaba las cuerdas vocales.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Fueron difíciles los años fundacionales. La predicación abrió las primeras puertas. El castellano seco y áspero, de recia pronunciación, trajo a los oídos andinos –acostumbrados al suave y cadencioso recitar matizado de altos y bajos– el postulado pétreo de la salvación eterna, acudiendo a la sonrisa santificante para franquear el umbral de los trabajos terrenales. El alegre sufrimiento y la pasión domeñada. Las pláticas atrajeron huestes de entusiastas seguidores. La perfección cristiana en medio del mundo, ahí es donde está la novedad. Santificas e trabajo ordinario y ya está, puedes ir a los altares, si quieres, y si Dios quiere. Y no me olvidéis a nuestra Madre Guapa que está en los cielos. ¡Stella Matutina!</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Pasados los lustros volvieron de Roma los primeros pichones oriundos de estas tierras. Una manada de ellos, italianizados , españolizados, doctos en cánones y canonizaciones, liturgias y latines. Empírico Torrente y su coro de batidores. Eran muchos, llegan y legaban. Advertí entonces que los pioneros peninsulares, sin haber hallado el fruto al ojo en la capital, habían extendido a la provincia su acción apostólica para encontrar la veta vocacional tan deseada. Eran gentes de tierras dadas al rezo, al cura y al tañido de las campanas. Tañendo volvieron de Roma las primeras vocaciones y retiñendo llegaron a capital. Su aura insospechada deslumbraba con gestos litúrgicos, ínfulas que ni los cardenales en Día de Corpus se proponen. ¡Qué gestos, qué actitudes, que de vueltas y revueltas! ¡Qué miradas, con los párpados en intermitencia apostólica! ¡Qué fiesta! Otros, venían revenidos como el caramelo cuando se somete a temperaturas cambiantes. Patosos y pastosos. Todo ellos recibieron en Europa el soplo re-divinizador. Iglesia itinerante.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Nunca sabré encomiar lo suficiente a Chacharaloca, este nuevo Ulises que sólo oía las sirenas de las tardes de toros. Le digo que deben cambiar la corneta por una sirena y también en la misa la campanilla por una sirena, no de las de Ulises, que sería una de nuestras hermanas empelota y metida dentro de un pez gigante de la costa. Sirenas por todas partes, debajo de la cama, en el recinto de la ducha, senos que se ofrecen...!Oh, no, carne pecadora! Santa María Stella Maris, sálvanos que el mar está picado y la tormenta se avecina.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Cuando los días eran de tanda de retiros las deliciosas tortillas se consumían en silencio y entre ruidos de vajilla, el remover de cucharitas, el <i>rasss</i> del cuchillo sobre las tostadas untando la mantequilla, cada sorbo leve, no sea que a la salida del comedor te coja Chacharaloca y te diga: —Oíste, conviene que no sorbás. Y el sonido de los chorros del café y de la leche. Algunos se aclaran la voz como si fuesen a hablar. En las tandas de retiros el único que habla es el cura. Tantas tandas, todas tundas.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El despertar es siempre indicio de futuro. La llana teología quiere ese futuro institucionalizado, la vida en Dios. Cuando el pecador despierta, empieza la pesadilla puesto que para el pecador el único sueño placentero es el de estar muerto y al despertarse y comprobar era sólo un sueño, busca el tiempo retroactivo cerrando los párpados y encogiendo los músculos.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El confesor, en él reside la potestad de abrir el grifo para que mane el chorro de gracia santificante... Y el chorro te engrandece, el chorro te magnifica frente a la humanidad caída del pecador. Tu sabes bien, pichón de pichones, que el indigente espiritual es aquel que no ha querido escuchar la llamada de la salvación. Aquél cuya piel se ha hecho refractaria al rayo divino y cuyos sentidos no perciben el trueno de la gloria eterna. Y al pecador también hay que ir. Aquél viejo amigo puede ser hoy un pecador, el mejor de tu grupo puede ser un pecador. Todos son tus hermanos, a ellos ha de llegar la llamada del Señor Dios de Todos los Ejércitos, hoy bajo la versión de padre amoroso. Y tenéis dos armas: el apostolado y el proselitismo. Apóstoles como los doce.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Imagino un Cristo viejo, crucificado en la senectud con los clavos de la perfidia. Dos canallas, un traidor y una pócima. Le clavan las manos, con los brazos abiertos sobre un leño. Para que descanse siempre quieto. Es la hora de los doce.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">¿Cómo nadar en natilla? Peor que en arena movediza. Como la natilla no hace resistencia uniforme al cuerpo del nadador, su esfuerzos ha de ser pausado, buscando las zonas menos resistentes; y vigoroso, puesto que el peso y la densidad del postre pueden hundir al nadador. De nada valen los balones de oxígeno, sólo el braceo. Ni el nadadito de perro, ése te hunde.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">— La obra es de Dios pero el manejo es de los hombres.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Todos volvimos la cabeza. Quien lo dijo ya no estaba allí, sólo una sombra breve. Salimos presurosos al jardín. No había nadie allí, sólo pastaba el estrafalario venado que Pepe Gardenia insistía en mantener en aquél prado secreto tras los vidrios corrugados del comedor. Algunos días se abrían las puertas y todos pisábamos pasto tan contentos. Pero el jardín era un campo minado. Cualquiera podía pisar una masilla oscura y luego llevarla en el zapato por toda la casa con la consiguiente agresión olfativa. —Nos cuidamos mucho de eso— me dijo Chacharaloca cuando ingenuamente intenté disimular el resbalón. El agua de colonia fue peor. Ya se sabe.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Se ha consumido el silencio mayor.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—¿La Nada? La Nada es un chorizo sin forro y sin relleno. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Temblé. Se refería al universal chorizo, al paradigmático chorizo.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Volví a temblar. Chacharaloca ya habría adelantado sus pasos. Subí las escaleras de dos en dos y me perdí en el interior de la memoria.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El desorden urbano se traga el fervor matutino. Los pichones de santidad nos lanzábamos al diario transcurrir de nuestra vocación: la universidad o el trabajo. La Residencia nos agrupaba durante la noche y a la hora canónica de las comidas, la ciudad nos dispersaba durante el día. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Alegre y bullanguero es el momento en que cesa el silencio mayor. En el oratorio el Señor reposa solo. Todos hemos pasado por allí antes de salir de casa y con una genuflexión frente al sacramento de la eucaristía encerrado en el sagrario, inclinamos la cabeza y retornamos al acto de fe que nos da la marcha para ir a la brega diaria. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—El «estartazo»— que decía Pacho Hayqué.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La mañana ha de ser pimpante. Repleto de gracia santificante al salir a la calle el fragor urbano y un avemaría son un mismo comenzar. Con la mano en el bolsillo íbamos desgranando la camándula entre los dedos. Un vecino miraba todo aquello, veía cómo al salir de casa aquellos jóvenes madrugadores, algunos acompañándose de un aire doctoral, otros llevados de jocoso hieratismo, iban con la mano entre el bolsillo. ¿Qué llevarán allí? se preguntaba el vecino una y otra vez. ¿Serán armas? Sí señor, el arma sagrada de la oración. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Los gozos, los gloriosos o los dolorosos. Emprendíamos un viaje detergente con la cabeza en alto y la mirada puesta en Dios Nuestro Señor que se quedó en el oratorio y sin embargo nos acompaña, está allí a donde vamos y espera que regresemos a casa, una y otra vez, y rodilla en tierra lo saludemos. El Señor Dios. El Señor Símbolo. El Doctor Nuestro Señor. Dios Nuestro. Doctor Nuestro.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Llevábamos en la mirada la ascética de la predicación hodierna. Veíamos pasar por el rabillo del ojo el mundo que nos rodeaba, mientras las pupilas vigilaban en lontananza el mundo al que aspirábamos. Mundo aún que sin serlo, ya empezaba a parecerlo: el cielo. Así como suena. La salvación eterna, vaporosa como las nieblas de los Andes. Veleidosa santidad hecha de pecado y redención. Hecha ante todo de libertad. Que estás aquí porque te da la gana.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">En los buses se apretujan las gentes. Las caderas y los pechos. Iba entre dos mujeres. Las caderas de una por delante y los pechos de otra por detrás. Me tocan. Con el movimiento del bus repleto se pegan, aprietan. Una veces unas, otras veces otros. Frena el bus y se ciñen. En las curvas ascienden unos o descienden otras. La imaginación vuela lejos del avemaría. En el fondo del bolsillo queda la camándula dispuesta para ser nuevamente recorrida. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Una música y un recuerdo suelen ir uncidos a un olvido, al dolor del acto inútil. De nada vale la memoria. Me sumo en el silencio. Una música lejana continúa otro pasaje, otra ficción.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El bus se estremece, toma la última curva y sin estridencias, rueda por los predios universitarios. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Vienen las cátedras, si es que el profesor asiste. Si no, se irá el tiempo en languideces prolongadas o en torbellinos que llaman desde lejos, música de otros lugares, recuerdos de infancia como estar en cama y que me traigan mangos y mandarinas para pasar la enfermedad.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Desembarazado del claroscuro ascético, en la universidad me encontraba con las exquisitas beldades escapadas de la banalidad feminizante y con las aguerridas militantes, compañeras del y hambre y la miseria que llegaron a los bancos universitarios a buscar calor en ellos. Y con estudiantes de provincia que buscaban a sus paisanos y con ellos formaban «ghetto», y si su soledad los abrumaba, se hacían amos y señores de sus pasos por el claustro. Los nativos, en cambio, buscaban en quien depositar su autoridad y tomarlo como esclavo. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Voz elocuente para que el discurso sea más placentero, y también lo sea el trayecto hasta la parada del bus. Pequeños subterfugios que no hay que apuntar en la cuenta de gastos y que si sieguen así las cosas, a lo mejor se les podrá hablar de la acción de Dios en las almas, en los hombres, en nosotros, en las personas corrientes. ¡Pero cuántos se espantaron! Horrorizado, el rústico intelectual de aquella horda me miró a los ojos y cambió el tema por el del trasero de Dorita. No pudo dejar de mirar el trasero de Dorita; el trasero de Dorita había pasado por la boca del rústico intelectual y yo lo había recorrido con la vista un instante, allí cercana; y luego en la imaginación seguí viendo toda la tarde el trasero de Dorita. Acariciádolo. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El músico al que le hablé de Dios, enseguida cambió el tono de su voz: </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">–¿Dios en nuestra vida privada? !Santo Dios!– Se cogió la cabeza a dos manos y rodó por las escaleras.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El retorno al mediodía. Los ancianos en los buses buscan con los ojos una persona caritativa que les ceda el asiento. Empleados y estudiantes se apretujan en el pasillo. Nadie cede. Nadie mira. El bus marcha raudo y frena en seco. La masa humana se mece, se bambolea. Diaria liturgia, de pie, agarrado de la varilla fría por la mañana y resbalosa y grasienta al mediodía. Los intestinos ejecutan su sonata, los huevos, el café y el pan con mantequilla y mermelada del desayuno han hecho ya su curso. Sigo desgranando avemarías hasta el paradero. Santa María Madre de Dios. Un airecillo tibio y libre de miasmas me saluda. Dirijo el paso hacia la residencia, ya en el gloria. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Llegar a la institución celestial era como subir la escalerilla de fuego que tiende Elías el profeta desde lo alto. Y llegar arriba sin quemarse ¡eh!, sin un solo quemón –ojo, que es importante–. Con unción abro la puerta del oratorio y saludo al Señor que descansa en el tabernáculo de finos metales con incrustaciones de piedras preciosas.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El silencio que durante la mañana envuelve a la Residencia, empieza a quebrarse. Unas voces se unen a otras y la algarabía hace del momento un acto transitorio. La puerta del comedor permanece cerrada. Se espera el <i>clic</i> puntual del seguro al otro lado de la puerta y que la diestra del director de la vuelta al pomo. !Oh espectáculo magnificente! Limpia e impoluta la mesa, dispuesta con amor por nuestras hermanas, brilla en los cristales y en la cubertería. Las flores alegran el esplendor cotidiano del orden y el amor a Dios. Están los platos milimétricamente alineados, los cuchillos y los tenedores en perpendicular perfecta al borde de la mesa, las cucharitas y las copas del agua. Ya todos sentados y con la servilleta en el canto, inclina la cabeza el director y entona el «Señor mío y Dios mío.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Hay un breve silencio, brevísimo, casi imperceptible, pero para quien ha aguzado sus sentidos es un bache glorioso. Es el espacio donde pondrá sus intenciones, donde acomodará previamente la mortificación que hará del condumio, además de un momento -el <i>gaudeamus</i>-, una parte de la larga peregrinación de la carne pecadora hacia la gloria del placer de los sentidos domeñados. Rompe el encanto la conversación que enseguida gira en todas las direcciones. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">«Que Dios bendiga estos alimentos que de sus manos vamos a tomar.» Suena la campanilla, el director la agita con prudencia. Detrás de la puerta un oído avizor registra el llamado, en segundos de imperceptible secuencia, se abre la puerta y en manos de la canónica muchacha vestida con delantal impecable, cofia y guantes blancos los días de fiesta, aparecen las viandas sobre las bandejas plateadas, aderezadas con amor a Dios, !Oh nueva superficie de mortificación! ¡Oh magnífica lección de humildad! ¡Oh frugalidad, qué poco tiempo pasa y ya acaba!. El tiempo está contado y medido, sin embargo, la eternidad envuelve los momentos gástricos. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Primero se sirve el director, parsimonioso, con los movimientos medidos no sea que se le escape la vianda o haga presión indebida sobre la bandeja que sostiene la muchacha en el aire sobre una de sus manos. Luego se sirve el cura. Sin ruidos ni estridencias continúa hasta el final. Cuando ya la muchacha ha dado la vuelta a la mesa el último, el que se sentó a la izquierda del director, no tiene ocasión de mortificarse y seguramente aprovecha para adelantar en la charla. Cuando le llegan las viandas cae en el silencio del mascar apresurado porque en cualquier momento el director hará sonar la campanilla y la muchacha recogerá rauda todos los platos. El director insta a comer de prisa y cuando comprueba el último bocado, <i>clin-clin.</i> Por el mismo procedimiento vienen los postres. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Al profano, el paso de los días puede parecerle monótono y sin variación. No es así, cada día constituye una nueva eternidad. Es la vida eterna, aunque nos digan que esa viene después. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Después de salir del comedor pasábamos los pichones de santidad a otra media hora de conversación, antes de volver al silencio menor que se prolongaría hasta la merienda. Media hora de «tertulia», con minúscula puesto que no se trata de una práctica cibernetizada por la corriente ascética. En la tertulia se hablará, en primer lugar, de aquellas cuestiones mundanas que enriquecen el apostolado y el proselitismo, y las que enriquecen el amor a Dios y la caridad con nuestros hermanos. Superficie de mortificación también puede constituir la tertulia. Por ejemplo, saber que sabes el mejor chiste, el que más hará reír a todos, el que excita tu vanidad y quizá tu soberbia, y habrás de callar y ofrecerlo. Hay que ofrecerlo. Por la intención mensual, ya sabes, la intención mensual que no falte. Pero ¡ah pobre y desdichado!, con cuánta frecuencia me olvidaba la intención mensual. Tarde ya. Vieja memoria que ahora ha de trasladarse a la tertulia cuando llegaba el café hasta puerta del salón en manos de la muchacha, quien lo entregaba con los ojos bajos y en un silencio que ni su respiración turbaba.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El chiste y el chascarrillo tenían cabida en la tertulia. Chacharaloca cabrillea y muestra los dientes por la mínima ranura que puede hacer con su boca de longitud desmesurada, cada vez que puede interviene con un tipismo que a modo de sarcasmo hace apear de la palabra a quien la tenga. Pero la tertulia no era solo superficie para que rodaran desafueros e insensateces de supuesta inocencia; también en la tertulia nuestros hermanos mayores; los pichones viejos contaban en forma de historia cerrada y didáctica los primeros tiempos fundacionales. Grandes anécdotas del proselitismo. Grandes hitos del apostolado. O grandes causales de santidad que ostentan tantos en el mundo. Los días de fiesta, la tertulia podía prolongarse <i>ad libitum</i> del director. Sana práctica era informar previamente al director el tema que se quisiera exponer o narrar. Así el director allanaba los caminos de la conversación mientras daba vueltas a la cucharilla en el pocillo de café. Luego los oídos a voleo, la imaginación sin cortapisas, el rodar incesante de la verbalidad jocosa, jocoseria, didáctica o anecdótica. Sucedidos en la lucha diaria con el mundo que patentizaban las aspiraciones de santidad. Su discurrir discreto y callado, no tanto como sus éxitos en la dialéctica del apóstol en acción frente al enemigo. Y ¿cómo lo habríamos de olvidar?, el buen reír. El chiste <i>pret-a-porter</i> no faltaba. Y había ingeniosos, ingenios y geniales de la fono mímica y el taco guarnecido de oropel. Si no sicalípticos si escatológicos algunos. Después de la tertulia el silencio menor sumiría todo aquel alegre y bullanguero discurrir del tiempo en silenciosa memoria. El presente atormentador del silencio menor me iba llevando por caminos dispersos. Hora de la contabilidad de la mañana transcurrida.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Desde el final del desayuno hasta el <i>clic</i> del momento del almuerzo, ¿que hacía yo, además del esfuerzo frente a catedráticos de aburrimiento supino como el de Derecho Civil? </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">- Los catedráticos no son aburridos. Serás tú quien te aburres.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Intento desbrozar la réplica que el director ha lanzado durante la charla. Charla semanal con el director, mandan los preceptos. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">He recapacitado y aunque cierre los ojos en actitud que dirían de humildad, dentro de mí, cuando mis palabras no alcanzan para la réplica, brilla delirante una convicción: es el catedrático quien se aburre, va a clase come va a la tortura un pagano o un descreído que no ha de gozar con el dolor, dolor de amor. El catedrático de Derecho Civil parece molestarse por la presencia de los alumnos en el aula. Parece que quisiera encontrarla vacía, y así emprender hacía una oficina «non sancta». Sin embargo, el catedrático ve con sorpresa cotidiana que sí hay clase: los alumnos se disponen a la práctica intelectual que teóricamente habrá de darles el conocimiento y la sabiduría. El catedrático de Derecho Civil llega siempre con abrigo y paraguas. Cuelga el paraguas del borde del podio, si ha llovido, lo deja en un rincón goteando. Si hace frío, se sienta con el abrigo puesto; si el día está soleado, se contorsiona hasta lograr quitárselo, manga y manga, luego baja del podio, cuelga el abrigo en un destartalado perchero y hace nuevamente su entrada académica vestido con su terno del mismo color del abrigo. Se acomoda dentro de la silla y saca del maletín la lista de alumnos. Lo que más sorprende es que con frecuencia la lista que empieza a leer no corresponde al aula. Ante las carcajadas que suscitan las numerosas ausencias, a pesar de estar lleno el salón, el catedrático de Derecho Civil suspende la lectura de los apellidos seguidos de los nombres y mira al auditorio por primera vez. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—El aburrimiento me invade.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Ofréceselo al Señor.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Entonces el catedrático de Derecho Civil cambia de carpeta y lee la lista auténtica. Los alumnos están completos. No se alegra. Le extraña la asistencia y, aún más, la puntualidad. Tal vez piensa que habrá una asonada contra él. Con suspicacia vuelve a mirar al auditorio, levanta las cejas, guarda la carpeta de las listas y empieza su monótona recitación. Mientras habla saca un taja-lápiz antiguo del fondo del maletín y taja cuidadosamente la punta de un lápiz. Luego sopla los deshechos y, con la punta del recién tajado lápiz, subraya sobre los rostros del auditorio las frases que quiere que recordemos o que los más acuciosos anoten. Mira por primera vez el reloj y le da cuerda, un poquito de cuerda y luego se aclara la garganta ruidosamente.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Y ahí sí, el catedrático de Derecho Civil se lanza a la disertación. De un momento a otro se levanta, se baja del podio, se pone las manos a sus espaldas, la izquierda agarrada con la derecha, y con la pierna tiesa hace medias circunferencias por el aula. Avanza y retrocede hasta que llega a la ventana y mira hacia la oficina «non sancta» que está más allá de los árboles del bosque, también «non sancto» en las horas de oscuridad. No sé qué es lo que sucede allí, sólo dicen que allá se van las alumnas y se levantan las minifaldas y sus compañeros hacen todo que tienen que hacer. Detalles no sé. Miro en derredor y, como prescriben las normas, no he de fijarme en las partes desnudas de esas chicas casquisueltas. ¿Serán todas casquisueltas? Podría quedarme una tarde y mirar. Se me acelera la respiración de sólo pensarlo, una oleada me recorre el cuerpo, eléctrica, cálida. Creo que he incurrido en pecado venial, sólo venial.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El catedrático de Derecho Civil vuelve al estrado. Le queda media hora y es en esa media hora cuando la cadencia de su voz y el gesto de mirar continuamente el reloj, van diluyendo el tema en una gangosa salmodia. Las frases se arrastran perezosas y vacías para volver a las que subrayó en el aire al principio de la lección. Mientras diserta el último tranco guarda el lápiz, el taja-lápiz y los folios que a lo largo del lento perorar ha ido sacando del maletín; guarda todo, cierra el maletín, y, si es el caso, se contorsiona mientras aún habla al ponerse el abrigo. Toma el paraguas, si está abierto en el rincón, lo cierra y lo enarbola, le ajusta la bandita elástica y gruñe antes de salir del aula. Una alumna que está enamorada del catedrático de Derecho Civil dice que se le oye perfectamente el «buenos días a todos». La molestan y le dicen que se le oye perfectamente decirle a ella «adiós mi amor». Me aburre y se lo ofrezco al Señor. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Pero no basta ofrecérselo. Tienes que hacer alguna intención. Por ejemplo la intención mensual. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Si es que ya ofrezco por la intención mensual la perorata del que habla de hidráulica en la clase de sociología</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—No basta, no basta.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Habría que buscar más aburrimiento a ver si sale adelante eso de la intención mensual, a ver si los hermanos mayores se mueven y consiguen los millones que vale la enorme casa moderna que no pudo estrenar su dueño porque murió de infarto al ver las cuentas del interventor, y la viuda la vende a buen precio. La viuda comulga todos los días y asiste a las pláticas. Y aún debe bajar más el precio. Así dejaríamos la vieja casa Tudor, húmeda, fría, y desvencijada. Los techos se agrietan. La cabecera de la mesa del comedor queda exactamente debajo de la puerta del oratorio, allí donde cada vez que entramos y salimos de casa hincamos la rodilla; no es raro encontrar diminutas partículas blancas sobre la superficie impoluta, brillante y húmeda de la papaya recién cortada. Dicen que es la rodilla de Pacho Hayqué la que va a hundir el oratorio.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El más aventajado alumno, el perfecto científico Ignacio Ibáñez Mondador, Chacharaloca, ¡Quién lo creyera! Ruborizado llegó hasta el despacho del director. En el papel repleto de sellos y adornado con floripondios, estaba consignado el título académico firmado por el decano de la facultad. Chacharaloca, el mismísimo Chacharaloca, se había doctorado. Una agitación impaciente lo atenazaba. El rubor permanecía en su rostro día tras día. Era más bien el esplendor de la Ciencia y de la Gracia. Chacharaloca iluminado. Pronto llegó el día en que lo supimos todos. En la tertulia había ambiente de fiesta grande. El director fumaba con fruición cigarrillos rubios. Chacharaloca partiría hacia Roma. Chacharaloca a Roma, ¡quien lo creyera!. En Roma había muchos otros, todos brillantes universitarios: médicos, abogados, ingenieros. Allá en Roma, entre los cortiles y los oratorios, buscarán también la santidad. ¡Ave Maria, pues!. La tertulia se hizo densa de memorias. Los que ya habían estado en Roma fueron relatando con verbo cálido un memento cada uno. La luz del rostro de Chacharaloca se hacia insoportable. Sentí envidia, La ofrecí, mortifiqué mi pensamiento, la ahogué en jaculatorias. La conversación se hizo lejana. De pronto, encontrándome englobado, se levantó la tertulia. Tenía la mirada fija en el canto de una mesa pensando cómo sería Roma, la luz de Roma, el aire, los olores. ¿De qué color será Roma? Me levanté de la silla en la que había quedado solitario y me interné en los meandros del silencio menor.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Nunca supe bien cómo me embarqué en aquella empresa de santidad. Muy compleja, para ser la continuación de otra santidad, la de mi abuelo, caracterizada por el silencio prudente ante la adversidad cada vez mayor e inmisericorde. Desde su quiebra económica se había entregado a una santidad particular caracterizada por la dedicación sacramental: misa y comunión diarias. No le faltaba la paciencia ni la mansedumbre. No era vanidoso y menos soberbio. Y siempre hacia honor a la tradición, a la catolicidad, al buen sentido. Era como una institución personal para que su nieto no cayera en el vacío de la heterodoxia, el joven bachiller, promesa de la familia, de quien se esperaba todo lo que en vano se esperó durante largos años de su padre. Pero todo aquello que animó mi infancia y que me llevó a la fe institucionalizada y de santidad en grupo, apareció súbitamente contradictorio y lejano a las enseñanzas de los años infantiles. El Dios de mi abuelo no parecía que fuese el mismo. El Dios del abuelo era universal. Este era un Dios particular, amoroso, de ninguna manera tronante, ni se esperaba de él castigo, sólo amor. Los pecados no eran negros como decía mi abuela cuando la ruta de los nietos parecía que fuera a desviarse por «un quítame allá esas pajas». Pecar y no arrepentirse era «hacer morcillas». En la institución de santidad en grupo no cabían tales términos. Allí Dios era bondadoso, sólo amor, y el dolor se concebía como el fustigar los cuerpos para no ceder a las tentaciones de la carne, para mantener en forma el espíritu apostólico y proselitista, y ofrecerle al Señor tantos y tantos embates por la intención mensual.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">¡Oh, si la viuda cediera!, si bajara el compás de plazos… si nuestro hermano el cura lograra ablandar más su ya ablandado corazón, y la viuda adquiriera la vida eterna por un acto de valentía económica. !Si la viuda cediera! Rejazos, cilicios, ayunos y oración. Para que la viuda ceda, hoy ofrezco este dolor, este ardor terrible en la pierna, el alambre del cilicio que se incrusta y cuando empujo un poco más la pierna contra el borde de la mesa, parece que el entramado metálico fuese a estallar . Otra presión, otra más. ¡Oh dolor. Oh amor! ¡Oh alegría! ¡Si la viuda cediera! Otro envión contra la mesa. Sentí el hilillo de sangre que bajaba por la pierna y cómo se bifurcaba al llegar a rodilla. ¡Oh dolor de amor ... la viuda cederá! Señor mío y Dios mío, te ofrezco este dolor por la intención mensual. Sea. Y ¡hale!, no me olvidéis el buen reír. No, no te lo olvidamos. Antes de entrar al comedor he arrancado el cilicio de mi carne. La figura de puntitos rojos pronto se convertiría en un grabado permanente. La liberación del dolor convierte la reciente cojera en saltarina marcha escaleras abajo hacia el comedor. Ya todos habían entrado. Ya la campanilla había sonado y el director ya trinchaba. El puesto a la derecha del cura estaba vacío. Una mortificación colectiva. La viuda tendría que ceder. Pienso que la divina providencia me ha premiado por la ardua torsión con que apreté el cilicio. Deleitosos manjares y qué apetitosos los filetes gruesos, menos apetitosos los delgados y mucho menos una cola chamuscada que se escondía bajo los adornos que circundan la bandeja. ¿Cederá la viuda si me sirvo la cola chamuscada? Sumirse en el vacío, un instante. Tal es la mortificación. Tal el espoleo a los sentidos. El ojo arroja sobre la conciencia su propio protocolo, las superficies brillantes, estriadas, humedecidas de deliciosa sanguaza. Y el oído, si se aguza, percibe el corte del cuchillo sobre el filete gordo que sigue trinchando con fruición el director. Y el gusto memorioso ya se regodea con el filete chorreante de delicia y con la guarnición especiosa. Palatable filetazo. Considerando la sangre perdida en el último embate, convendría que te pusieses el filete gordo.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">— No, que no cederá la viuda.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">— Entonces uno mediano.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">— Así parece que no tomo partido, no lo sé, tal vez sea mejor la cola chamuscada, que así cederá la viuda.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—¿Y si no cede? ¿Si la cola chamuscada no es suficiente?</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Aunque no ceda la viuda, al filete grueso, me digo, y me sirvo el más gordo, el más aromático, el de encima, el más grande de todos, mayor que el del director, que no es que no se mortifique sino que es más discreto, tal vez más santo. Me sirvo el filete grueso, si señor. Palatable. Si señor. Terso, húmedo, salsudo que dicen. Resbaló justo en mi plato. Hecho, hecho está. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Suena la campanilla, el decurso del condumio, la tertulia y ¡hale!, a correr por ahí por esos caminos, pero los vericuetos de Dios, Nuestro Señor Santo. Vi los ojillos de Chacharaloca sentado a la siniestra del director. Vi cómo siguieron tras los filetes hasta que le llegó en la bandeja solamente una cola chamuscada. Se la sirvió y se la comió con abundante guarnición. Durante el almuerzo la conversación gira entre los que se oyen y los que repiten. Después la campanilla gustosa interrumpe el jolgorio verbal y quien preside entona el «te damos gracias Señor por los alimentos que hemos recibido de tu manos».</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 17.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El apostolado, si señor, el apostolado antes que todo. Que tu conciencia tenga claro el punto de la acción salvífica de la gracia. Que vea la unidad de la Iglesia y sobre todo la autenticidad de los fieles. Claro, porque allí en la universidad por ejemplo, a ver. En la universidad hay que hacer apostolado. Mira y verás a tu alrededor. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Miro a mi alrededor. Las minifalderas cubren el panorama con su caminar de sube y baja el telón teloncillo. Los hermanos Mancorna son presbiterianos. No son mala gente. Son amables, discretos, educados. Generosos. Desinteresados. Deportistas. Religiosos. Pero son presbiterianos. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Has fallado el tiro. Habrá más gente además de las minifalderas que tanto te preocupan.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Bueno, si, Calamar. El que entona cantos gregorianos en los ratos libres. Entre clase y clase va escribiendo en el tablero las notas musicales mientras va entonando</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Bueno, pues ese.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Es que no se baña ni se cambia de ropa, huele pésimo. No sé.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Pues déjalo. Ahora, si ves que vale, pues empieza por decirle que se bañe.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Si su padre y su abuelo tampoco lo hacen. Son mecánicos que se precian de su baño mensual y a mucho honor.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Bueno hombre, pero alguien que se bañe si que habrá.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Hay más, pero son mayores, mucho mayores, inaccesibles. Uno de ellos lleva revólver. Dicen obscenidades, ya sabes. Salen siempre de clase con rumbos... rumbos pecaminosos. - Déjalo, déjalo.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Hay algunos que nos conozco, que siempre se sientan en la banca de atrás y no parecen muy interesados en lo que explica el profesor. Son repitentes contumaces y por ahí dicen que son detectives.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—¿Y no hay nadie más? </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Bueno, los de las pedreas, pero más vale no meterse con ellos.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—No, déjalo, que a lo mejor sales con la cabeza rota. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—¿Entonces dónde puedo hacer apostolado? </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Tu familia, tus amigos de antes, los compañeros del colegio, intenta atraerlos, que vengan a las charlas, que vayan a alguna excursión. Piensa a ver. Y pasemos ahora al proselitismo, ¿a quien tienes como candidato para seguirnos en esta vocación de amor, esta locura de amor? </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Por ahora pues poco, ya ves lo que pasa con el apostolado en la universidad. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Has de hacer apostolado y proselitismo. Y ofrecer al Señor el yermo de tu apostolado, que los descreídos vean en tu vida ejemplar la luz de la que están privados. Que el Señor está de nuestra parte. Están tan equivocados, pobrecillos. Casi dice: «Sé como la luz que derribó a Saulo de Tarso del caballo, ciégalos con tu grandeza espiritual». Menos mal se oyó un revolar de gentes y cortamos la charla. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Fue el mismo día en que cedió la viuda. Las sonrisas siguieron al Tedeum. Día de fiesta grande. Cedió la viuda. La intención mensual vendría con más dureza. Temblaron mis piernas, en especial la derecha que era la MS lacerada. Las emociones del día fueron colmadas durante la mañana antes de entrar al comedor. Seguramente después, con el café tomaríamos coñac, menta o anisado y fumaríamos cigarrillos rubios. Fiesta grande. Cedió la viuda. La intención mensual dio su fruto tras años de forcejeo con la divinidad. Fruto escarchado de mortificación y amor divino.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 17.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Un barrio apacible, de inusitada uniformidad arquitectónica en la ciudad caótica, albergaba a la vieja Residencia. Los caserones habitados en otros tiempos por familias pudientes, fueron pasando poco a poco a instituciones que los habilitaron para residencias de estudiantes, pensiones para solteronas provectas, oficinas comerciales, liceos y escuelas. Del antiguo barrio sólo quedaban algunas pocas residencias en medio de jardines umbríos, donde los ancianos lentamente se iban extinguiendo, recostados entre cojines de plumas, ya diminutos, encogidos, ayudados al bien morir, al lado de una palmatoria cuya luz intermitente los iba acercando al más allá, mientras en sus manos una camándula o un crucifijo eran como timón que conduce hacia la eternidad. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Las mañanas de asueto los pichones de santidad cambiábamos la cotidiana liturgia mundana. La mundanidad era salir a la guerra santa. Los días de asueto descansaban les guerreros. Un cierto solaz invadía la casa después del desayuno. Me arrellenaba en un sillón con un libro entre las manos, al lado del viejo tocadiscos que como todo lo de aquella casa provenía de esos lotes de muebles que almas caritativas regaban a la institución para su mejor y más glorioso servicio a Dios. Si señores, porque éramos una familia numerosa y pobre. No como una familia, sino una familia de verdad. Vida en familia y no vida monástica era la de la Residencia. Lejos de las reglas conventuales, de la austeridad franciscana; por ejemplo, la del monasterio a donde fui alguna vez siendo niño en compañía de mi abuelo quien iba a hacer penitencia y a oír de teología de labios de un anciano fraile de quien se decía que en su juventud había tenido las llagas de Cristo mientras una situación penosa dominó al monasterio. La regla franciscana con el refectorio y el crucifijo, los hermanos legos, las celdas y los jardines, la gran basílica, los cánticos lejanos, como soñados. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">En la Residencia, el padre estaba en Roma y la madre –Nuestra Madre Guapa– en los cielos. Eran ámbitos opuestos al cielo connotado con inscripciones piadosas de aquél monasterio. En la Residencia el cuadro más profano tenía algo de santo. En la época que vi pasar el anzuelo y piqué, había en el vestíbulo de la Residencia un imponente mobiliario de cuero repujado con adornos heráldicos. Un fiero león tallado en madera, sostenía entre sus fauces una cadena de la que pendía un gong que el director usaba a la manera de la <i>Rank Organization</i> para anunciar el inicio de las comidas y los actos litúrgicos. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Los días de asueto también eran días piadosos: entrenarse en rezar el rosario por la calle era una distracción menor, pero tenía esa práctica un no s que de acto impúdico como un súbito nudista que da la vuelta a la manzana, un <i>striker</i>. La técnica consistía en ir discretamente con la mano en el bolsillo del pantalón y contestar a las avemarías, padrenuestros y glorias que Pace Sostén, más avezado, iba desgranando como si estuviera hablando de las hazañas del general Rommel en el desierto o del conde Ciano huyendo en helicóptero o recordando su infancia allá lejos en la montaña al lado de su madre viuda y de su tío el obispo. Chacharaloca parecía hablar de automóviles, de compresión, de embrague, termostatos, el <i>bendix</i> y la ventaviola. Otros eran magistrales en la ficción, como Antonio Borbollón; cuando se sentía observado, se detenía y tomándome por el brazo, entonaba las avemarías como si se tratara de un asunto de termodinámica o de entropía y cuya luz acabara de descubrir, sonreía como si de su boca en vez de lúcida teoría, no estuviera saliendo la notación monótona del avemaría. Y había que contestar como si de nuestras bocas saliera una frase estupefacta ante tan docta revelación científica. En cambio Juanito Cañamazo manoteaba como si estuviera recitando las hazañas de Aníbal Barca, su tema predilecto y tal vez único, además de las matemáticas de las que era aventajado alumno. Parecía como si tras el cansino «ruega por nosotros los pecadores», allá en el paradigma del gesticular una larga fila de soldados atravesaba Europa de victoria en victoria. Había, sin embargo, algunos que no disimulaban. Frailunos recitaban la salmodia que ni al más tonto se le escapaba. Recuerdo que Peter Frasco cuando se cruzaba en la calle con algún viandante, elevaba la voz para que se oyera bien el «ahora y en la hora». Programa, pues, el domingo por la mañana: irse a dar vueltas a la manzana rezando el rosario, luego volver a casa y como lo hicimos al salir, ir hasta el oratorio y poner la rodilla en suelo, saludar al Señor y también a Nuestra Madre Guapa que además de estar en los cielos estaba en un retablo antiguo. En toda la casa y bajo las mas diversas advocaciones y en formatos inverosímiles, estaba Nuestra Madre Guapa. ¡Hale!, y ahora un poquito de carpintería allí donde cojea la silla o a la ventana del cuarto de estudio que se golpea, o un poco de pegante al libro que está por despegársele la cubierta. Actividad permanente, ocupación constante. Hasta que suene el gong.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">En lo que va de aquellos tiempos primerizos cuando cedió la viuda al infinito coronado por las patas, las pezuñas, los cuernos y la cola del demonio, hay toda una vida. <i>El abismo de la santidad</i> y <i>El mundo patas arriba</i> eran los títulos de las dos novelas que quería escribir entonces. Había planeado con precisión cómo habría de ser la carátula, que debería rezar la solapa, en que letra –Bodoni desde luego– se levantaría el texto. A cuantas líneas las columnas, cuantos cuadratines de entrada, clase de papel, peso, volumen aproximado del libro. Los veía ya tras las vidrieras de las librerías y la gente entrando y saliendo con los libros bajo el brazo. ¡Oh si!. Y yo dando autógrafos aquí y allá. Me recibirían los académicos y ceñiría su testa aun adolescente una corona de laurel. Viajaría y al bajar las escalerillas de los aviones, los mejores escritores del mundo estarían esperando para oírme hablar aunque fuera un instante e iluminar sus ya luminosas mentes. El gong anunciando la entrada al comedor solía sacarme de tales ensoñaciones y me percataba entonces que aún no tenia ni los personajes y menos aún el planteamiento, el nudo y el desenlace como rezaba la retórica. Nudo solo tenia el de la corbata; y a la palabra desenlace, pánico y terror. El sonido del gong me trajo de nuevo al mundo de la vísceras. Resonaba la cavidad estomacal, rechinaban los ejes del movimiento peristáltico. El rito, exacto, perfecto, silencioso, actuaba sobre el organismo a la manera de una droga, como un opiáceo, me sentía en andas, la memoria dejaba el trabajo del recuerdo para solazarse en un presente prolongado. La acumulación de un minuto sobre otro pasaba a ser la prolongación de un minuto en otro, una línea hecha no de puntos sino de segundos. La inocencia del santo pasar. Sentir la gracia como el aire, henchir los pulmones y deslizar la quilla sobre las aguas quietas. Iba en el barco y era también el barco. Y era las aguas. Mi interior era de cristal y dentro revoloteaban prisioneras las pasiones convertidas en virtudes. El silencio que propicia el rumbar del viento en los oídos acompañaba algunas veces en el periplo gastronómico. Englobado llegaba hasta los postres. De aquellos globos de palabras, ronronear de la mesa en familia, no quedaba más que música lejana. Sin lugar para el recuerdo, cedido todo el terreno a la memoria.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 17.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El aire mañanero gélido y ventoso, ensalmado por las silenciosas avemarías que desgranaba en el bolsillo mientras esperaba el paso del bus, iba cediendo con los primeros rayos del sol. El bus venía repleto como siempre. Hasta la escalerilla llegaban los pasajeros. El conductor daba gritos para que se comprimieran más y más los pasajeros y recoger otra carga de cristianos. «Atrás, atrás, allá el señor, atrás». Logré agarrarme de una varilla, medio cuerpo fuera del vehículo. Dando un tranquinazo arrancó el bus avenida abajo y ya veloz no volvió a parar. Los faldones de la chaqueta ondeaban. Intenté acomodarme con la espalda contra la puerta abierta. Al hacer una maniobra que permitiera llevar los libros bajo el brazo y asirme fuertemente con una mano a la varilla y así tener la otra libre para desgranar piadosamente las avemarías, inopinadamente el bus dio un frenazo y se levantó un clamor ahogado de voces. Estuve a punto de perder pie y caer al pavimento de la avenida. No se salvó del todo la situación. Los libros rodaron entre los pies de los pasajeros que iban en la escalerilla y la camándula se había salido del bolsillo y había volado al borde de la acera. No alcancé a bajarme a recogerla, de otro tranquinazo arrancó de nuevo el bus y la camándula se perdió para siempre, seguramente triturada por la riada de automóviles que venían detrás. Algunos pasajeros me observaban fijamente. Me miraban un tanto sorprendidos. Habían visto el vuelo de la camándula y mi intento por bajarme a rescatarla. Seguí desgranando con los dedos las avemarías que faltaban para terminar el rezo de los dolorosos. En la universidad me sentí desarmado, el bolsillo vacío. Al presentárseme a los ojos las piernas torneadas de Dorita, el muslo que sube y se esconde bajo la mínima falda me hace cosquillas en la niña de los ojos. Las yemas de los dedos, huérfanas de cuentas, quisieran salirse del bolsillo e ir a tocar los muslos de Dorita. ¡Oh Señor, pequé! Aparto la vista, pero la imagen sigue en la retina, en la memoria, sigue con la autonomía fantástica que le confiere el recuerdo del brillo del muslo al sentarse, del juntar las piernas con tal discreción que más bien parece un cierto descaro. Juntarlas como si las abriera. Cierro los ojos, invoco a Maria Santísima y no veo más que piernas, piernas por todas partes y entre todas las piernas, las de Dorita, fulgurantes. Cuanto más cierro los ojos más se separan las piernas de Dorita, se remueve en el asiento mientras el profesor de Derecho Romano va alargando una ristra de instituciones. Todo crece. Me tiembla el pulso. Cierro los ojos y el ensueño muestra al profesor abalanzándose sobre Dorita, la acaricia, se arrodilla ante ella, la suavidad de los muslos. No la miro, no la estoy viendo, pero siento el aroma, la tibieza de su cuerpo, las emanaciones... No quiero mirar más. Cuanto más cierro los ojos, la ficción entreabre más los muslos de Dorita. No resistí volví la cabeza y miré hacia donde había de encontrarse con otra realidad. Dorita con sus piernas bien juntas tomaba nota de la enumeración que se alargaba en el tablero. Ella sintió mi mirada, volvió sus ojos y Se cruzaron con mi mirada calenturienta. Enrojecí y, como si se hubiesen quedado pegados los ojos a los de ella, retiré la mirada como quien saca la mano de un almíbar pegajoso. Sentí que el rubor me invadía. Un caos de ruidos, bocinas de automóviles, trompetas de ensayo, gritos y violines destemplados atronaron mi cabeza. La voz del profesor, antes lejana se fue acercando de nuevo. En mis ojos cerrados sólo había destellos, como el choque de muchas luces. Estaba cegado. Poco a poco cedió la presión. Junté los codos al cuerpo y tembloroso aún abrí el cuaderno de notas y fui copiando una a una las operaciones que el profesor había alargado en el tablero. Un temblor lejano persistía aún. Sólo un suspiro logró sacarme del trance. Continué con la vista fija en el tablero, en el profesor, en cualquier parte, pero todo el tiempo siento la mirada de Dorita, tal vez su sonrisa escrutadora. Terminó la clase. Estaba inmóvil en el pupitre cuando siento que se acerca Dorita, que pone una mano en mi hombro y pregunta —¿Me dejas confrontar tus notas? No pude contener un suspiro y, como si despertase de un sueño, volví la cabeza y me encontré con la sonrisa de Dorita, su cuaderno de apuntes en medio de sus pechos que parecían más agitados que de costumbre, como si hablaran, como si en su aleteo me estuvieran llamando. El aula se iba desocupando. Me pareció oír algún cuchicheo burlón. Dorita y yo salimos juntos del aula. Nos despedimos en el pasillo después de una locuaz explicación que intenté hacer acerca de cualquier cosa. No volví los ojos para verla alejarse, pero oí el taconeo que se alejaba. Bajé las escaleras y recordé la camándula en el centro de la avenida. Algo diabólico había tras todo eso. Desgrané, contando con la yema del pulgar sobre la de los otros dedos, un misterio del rosario: los cinco mil y más azotes que dieron a Nuestro Señor Jesucristo atado a una columna. Sonrió el director cuando quise explicarle la doble sensación entre divina y diabólica. El director miraba el reloj continuamente. Mi locuacidad iba en aumento. Rodeos y circunloquios y ya la hora de entrar al comedor estaba cercana.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—¡Bah! No hagas caso. Es que te quieren coger, en su corazoncito no hay otra cosa que el querer cogerte, te quieren coger, pero tu ya has dado tu vida a Cristo. Déjalo. Ponte en paz con el Señor y ¡hale!, que hoy es día de fiesta grande, vamos al aperitivo</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Los licores espirituosos encendieron el ánimo. Nunca antes había hablado tanto ni suscitado tantas carcajadas. Algo había pasado esa mañana entre los muslos de Dorita. La verdad es que las minifalderas dejaron de causarme el pavor que siente el alma cuando va a caer en pecado. Dorita, con su voz, con su caricia en el hombro, con ese taconeo que quedó sonando en mis oídos por más que confesé mi pecado casi con lágrimas ese mismo día. Dorita como que había purificado toda la avalancha pecaminosa que parecía que iba a sepultarme. Como un exorcismo fue aquella delectación. La próxima vez si acariciaría los muslos de Dorita, sólo los de Dorita, las otras que se fueran a freír espárragos. «Un pacto con el demonio, ¿es esto lo que estás pensando?» parecía decirme el Señor en el oratorio. Mis fantasías habían vuelto a Dorita, otra vez había pecado y esta vez frente al Señor Bueno. Allí mismo en el oratorio desnudaba a Dorita, volvía a vestirla y luego el embate, otra vez el embate, Dorita desnuda de nuevo, abriendo los muslos y en medio de ellos el corazoncito que mencionó el director, su corazoncito. Media hora, la canónica de oración frente al Tabernáculo, se fue en el escarceo con Dorita. Contrito abrí el cuaderno de notas en la sala de estudio, frente al crucifijo y el reloj. La fórmula de la democracia servía también de escondite a Dorita. Se asomaba entre las letras, oía su taconeo. El sopor me envolvió en lubricidades ya confusas a la memoria.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Los sueños son automáticos, como tantas máquinas que hoy nos invaden. ¡Oh santidad automática! La querrán así, la teología por computador y la ascética en licuadora. Sea anatema. Despierta de ese sueño que solo te traerá la reprimenda del páncreas y si no te cuidas se presentará el hígado, y el brazo, ¿no te duele cuando juegas al fútbol con la boca abierta? Pues a cerrarla y a jugar a Dios creador y que los días sean virtudes y los años mandamientos, las semanas bienaventuranzas y los meses obras de misericordia. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Sabes —me decía el director de aquella época —tus amigos me parecen flojos. No hay alguien mejor, cómo te diría…</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Faltriquera señores, faltriquera.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">!Ah! gentilhombre de capa y espada! ¡Ah caballero paladín! No es la soldadesca la que os saluda. No es la infantería. Somos los elegidos quienes desde nuestro palco levantamos la mano al cielo, ¡Oh, gloria inmarcesible! ¡Oh, júbilo inmortal! Nosotros, los que fuimos llamados. Los que oímos la voz. Los que escuchamos la música, su tonada, el ritmo: la santidad. Aquí nos tenéis primeros en la fila. Somos el rostro y la cabeza. Aquí nos llamó el Señor Dios de Todos los Ejércitos, así nos eligió entre los gentiles, la masa, las aguas corrientes. Somos remansos de santidad, golfos, bahías, ensenadas. Lame el agua nuestra santidad, somos la arena que devuelve a la mar unos pocos granos de sólida sustancia que irán al fondo sin que nadie lo advierta. Supóngase, suponte: soy un grano de arena. El flujo y el reflujo me arrastran, en alta mar voy entrando en el torbellino líquido del amor a Dios. Y cuando los vientos cesen y la noche sea anunciada por las oscuridades, el descenso al fondo del mar, lento, grave, libre, desposeído de todo atributo, se hará con la delicadeza de lo inexistente, flotará hacia el fondo, abismo que es cumbre, fondo que es altura, hasta depositarse sobre el algas marinas que conservan fresca la inmortalidad. Eternidad del fondo de las aguas, santidad del grano de arena. La nuestra será siempre como la santidad del grano de arena, santidad incógnita. Sólo Dios en su infinita visión podrá determinar cuándo el grano de arena se convertirá en estrella, una tarde cualquiera, a cualquier hora.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Yo, fulano de tal, grano de arena en la inmensidad del fondo del mar, hermano de otro grano de arena en la inmensidad del desierto, declaro mi vocación celestial. Declaro que el sol llega a mí como pálida fulguración y que mi vida sólo depende de Dios Padre y de su hijo Jesucristo, unigénito, y del espíritu que anima a esta trinidad simbolizado paloma mensajera, de otra parte, viajera impoluta del bienestar de la conciencia. Riqueza acuática, inmensidades, pequeñez, teológica memoria de cualquier tortuga. La ascética se viste de algas y se sumerge en la inmundicia de los mares, defecadero universal de la tierra. ¡Oh mar! ¡Agua, agua, agua!. Desperté en medio de la noche. El silencio citadino se tornó insoportable ruido de bólidos nocturnos. Intermitencia de sonidos paradójicos. Como pude me puse la bata y fui al baño arrastrándome por las paredes como en superficie horizontal, bebí del grifo sin respirar casi hasta que el sueño me venciera de nuevo y con el último suspiro subí a mi cuarto y me dormí.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El hombre no confía en si mismo, ni en su semejante. Confía en su circunstancia, en el ánima, lo que conduce, lo que aparta. La fe por tanto es un acto de ilusión. Es una utopía renovada, es la reconstrucción de lo que nunca ha existido. Es el futuro sin presente. El dulce del veneno. Dulcenombre venenoso. Las virtudes venénicas. Fe esperanza y caridad. Para mayor honra y gloria del Dios Todopoderoso, Señor del cielo y de la tierra, resumen de la mitología pagana, principio único y fundador del ser en cuanto ser. Dios de los ejércitos, el mismo Dios amoroso que te ayuda a conciliar el sueño. ¡Oh tragedia de santidad <i>in vitro</i>!</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Si la alegría o la tristeza embargaban nuestros corazones no lo sé. Que embargaba el ánimo la piedad, eso sí es claro. La liturgia religaba. La pompa divina, el recinto del silencio, el traje talar del tonsurado y, más que todo, la liberalidad atraían al viandante católico, joven, sentimental e hispánico. Sin concurrencia familiar –como el matrimonio o la vocación monástica– un individuo podía buscar rutas para su adolescencia indecisa. Allí no había que consultar padres, ni abuelos, ni tías, sobrinos o allegados. Con la libertad de los hijos de Dios, en total intimidad, un individuo ante un altar cuyo significado aprehende, goza del placer de entregar al código institucional parte de su existencia temporal como camino de santidad. La otra parte quedará oscura en el desván del pecado, el desván de Adán con la manzana y la serpiente que se enrosca. Contra ella habrás de luchar. Cuenta de ese desván eterno habrás de dar a su confesor quien te absolverá. Y a tu director quien será su fiscal, semanal secuencia de sus actos -puros e impuros- y a sus vejez le irá el ir tirando de la cultura que su tiempo le depare. El pecado es mucho más que esto y mucho menos que lo que confiesas. Tus faltas serán, por pequeñas que parezcan, las brasas donde te asarás.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Si las silabas hablaran. Si los fonemas fueran autonómicos. ¡Ah qué maravilla! Haríamos una teología de los quejidos. Una metafísica de la interjección, una fenomenología del dolor. Ontológica agonía de la palabra. Vuelta a la fiera, al enjaulado mágico que dispone sus sentidos en frágiles elementos para conjurar la velocidad del viento. Y es su fe y su constancia, tantas noches cayendo delirante frente al amuleto, las que vencen, cuando lejos de allí y allí mismo, cambian los vientos, las nubes se disipan y el sol anuncia los nuevos colores de la tierra y el amuleto, pobre y ruin, queda inútil como siempre ha sido, una cruz que ilusiona al viajero, una luz que previene al que huye. Multiplicidad del sentido, coincidencias que hacen que el tiempo que se suma como que se multiplicase. Parodia del devenir. Mustia relación teórica. El diario pasar de un santo apenas le permite ver al pajarillo que todas las tardes se acerca al alféizar de la ventana en busca de unas pocas migas que mano secreta proporciona.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Una tarde se va en un aforismo, en una lección, en un pensar dos veces el mismo texto. Una tarde se va en un sueño de sonidos, en el placer del respirar profundo. Una tarde se va como si nunca hubiese llegado. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La llamada divina se produce en cualquier momento. El Señor humildemente –porque el Señor también lo es– ha llamado a nuestros corazones. Encallecido el de algunos, leve y tierno el de otros. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Llegué a la Residencia con mi bagaje piadoso, en busca de la vida finita. La existencia de la otra vida de que hablaba mi abuelo, el ánimo de salvación, el de santidad, parecían informar el periplo terreno. Me acerqué adolescente y antes de ser bachiller ya había pedido la admisión en el Opus Dei, aquél el grupo de los santos de hogaño, de carne y hueso, que andan por la calle, montan en bus y calientan los bancos universitarios. Los que mortifican sus sentidos, los que oran, los que buscan a Dios en los intersticios que los minutos dejan. Lúdica santidad para jóvenes apóstoles.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Pimpancia matutina del lunes. Vuelapluma de la existencia volandera que te lleva otra vez a los campos universitarios bordados de minifalderas y tapizados de granujas. Peregrinaje universitario. Hacía el decurso hasta la universidad sobre cilíndricas avemarías. Lo tenía perfectamente calculado. Si enunciaba los misterios al salir de casa, al llegar a la esquina universitaria donde se levanta la mole hormigueada de estudiantes, entonaría en mi secreto silencio el último gloria. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Me costaba aquello de calentar bancos. Ofrecía aquello como si de faquirismo forzado se tratara. Alberto Nuala hijo de un empresario de transportes, tenía una electricidad especial dentro de sí que lo hacia moverse como loco, come un taxi. Nunca se supe cómo pasaba los cursos. Hablaba al caminar. Caminaba al hablar. Se acompañaba de tics de inmemorial gestión. No acababa de bajar cuando ya subía. No se acababa de ir cuando ya estaba de vuelta. Y así todos los días y a toda hora. Y Alfredo Villascoba, veinteavo de veinte hermanos, todos miopes. Sus padres gozaban de buena salud, vivían sus abuelos, todos en un pueblo muy lejano, allá en la montaña donde quien no habla croa, ladra, rebuzna o maúlla. Balido o relincho y la interjección que transforma el blasfemar en jaculatoria, el autóctono «Ave Maria pues». </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Eran parte del primer lote de pichones que pasó por la criba europea. De vuelta a las Américas venían con la alforja de sembrador arriscada y a por todas.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Hacía pocos días habíamos despedido a Chacharaloca y sus luminosidades faciales, aún recordaba cómo se despidió del Señor en el tabernáculo, jactancia de santidad, cuando de nuevo revolaron frases entrecortadas. Durante el condumio, danzarín el rumor brillaba en los ojillos de varios. Los demás en Babia. En la tertulia la noticia no se hizo esperar: volverían de Europa más pichones de santidad. Unos de Roma, otros de España. Cinco, seis, siete... Y más curas. La apacible Residencia, estaba próxima a finiquitar. Y yo dejaría de ser el centro de aquella agrupación de santos en trance de serlo.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Algo monótono debía haber en aquel camino de santidad. Algo que jalaba los pies, algo que hacía torcer los pasos. Siempre el pecado estaba acechando. Será esa lucha principal cuando sea sometido el cuerpo, los sentidos domesticados, higienizado el cerebro de teorías y sospechas, especialmente de sospechas. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Los infiernos también existen en la tierra», pareció quejarse un día Pepe Gardenia. Yo había pensado que sólo existen en la tierra, pero no se trataba de discutir ni de poner en tela de juicio el aserto, sine de buscar la razón de su enunciación.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Hay un infierno en esta casa —me dijo el director.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Me sobresalté.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—¿Un infierno?</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Donde se queman los libros. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—¿Qué libros? </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Los libros prohibidos. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—¿Prohibidos por quién? </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Inconvenientes para nuestra santidad.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Efectivamente. En un armario en el despacho del director se habían acumulado varios montones de libros. Temblé. Tuve miedo y pavor a que fuera a ser victima del fuego el libro que mi abuelo me había regalado el día de la graduación de bachiller, <i>El Contrato Social</i> de Juan Jacobo Rousseau. Y en efecto, cayó en manos del director. Lo desprendió de mis dedos, que lo sostenian aún con fruición táctil sobre las tapas de piel, lo depositó con velado desprecio sobre su escritorio y sonrió ampliamente, anchamente, largamente. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—A estos autores es mejor dejarlos solos. Ya han sido revaluados más de una vez. No vale la pena perder el tiempo con ellos— dijo. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Salí perplejo. No me dio el director otro libro a cambio, otro título u otras referencias bibliográficas. Sonrisa amplia, ancha, larga. Pero nada más, ni después ni nunca. Se lo dije a Pepe Gardenia.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Decomiso y quema. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—¿Quema? Si no los queman, piden permiso a Roma y los leen con fines edificantes y didácticos nuestros hermanos los más santos, los que castigan su carne hasta el agotamiento, los que se bañan en las aguas más heladas, los que soportan horas de martirio, esos que han descendido al fondo, al meollo, pueden leerlos. Llenas una proforma y ya está.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Bueno, y quién certifica ese descenso. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Tu mismo. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Cuándo? </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—En la charla con el director.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—¿Entonces de verdad no los queman, como en la Inquisición? </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—¿En qué inquisición? </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—La Inquisición española.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Que inquisición ni que echo cuartos, has de actualizar esos arcaicos conceptos que tienes de la historia. Quémense o no se quemen no los has de leer. No conviene. Has de creerle al director. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Voy a la biblioteca de la universidad. No me tiemblan las piernas ni las manos. «Rousseau, Juan Jacobo». Me prolongo entre los párrafos. Hubiese sabido de ese «infierno», habría salvado a Juan Jacobo de las llamas.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">En la memoria el tomo encuadernado en piel volvió a pasar por la yema de mis dedos. Adiós Juan Jacobo, adiós. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Antes de la llegada de los romanizados pichones de santidad, asistí al primer curso de vacaciones. Por primera vez tuve que decir en la casa que no pasaría las navidades ni el año nuevo con la familia. Que ahora, prácticamente, tenía otra familia. Todos se pusieron verdes. Por la indignación contenida, pasaron al gris y allí mantuvieron las emociones hasta el día que partí alegre y despreocupado, maletita en mano, al curso de vacaciones. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">A los cursos anuales, los mayores viajaban en avión a una lejana región de la montaña. Los pequeños, yo era el único pequeño, en bus. Así que una madrugada me subí un atestado vehículo y después de veinte horas de viaje, emocionado, empecé la filosofía, camino de la teología. En los cursos de vacaciones, la verdad tenía una triple cabeza: fútbol, filosofía y catecismo. El aire libre y la lejanía urbana conferían a aquellas jornadas un algo celestial. Íbamos muy contentos los pichones de santidad a los cursos de vacaciones. Íbamos a aprender la más prístina filosofía tomista. Íbamos a beber en las fuentes incontaminadas, íbamos a vivir la santidad <i>in vitro</i>. La regla monástica hecha club de filósofos y teólogos. Éramos un grupo de ardientes muchachos que veíamos el futuro marcado por la violencia del fútbol y la capacidad de amor divino. Entre el croar de ranas y el reventar de chicharras, pasaban los días a sus noches con la intangible precipitación de la oscuridad. Cuando se encendían las luces había un anuncio de condumio, se acercaba la hora en que nuestras hermanas pondrían a nuestra disposición la autóctona mazamorra, el frisol con garra, la natilla pesadonga. Y agua.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 17.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Palabra de Dios. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Hágase tu Voluntad. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Así en la tierra como en el cielo.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Bendito sea. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—No te olvides empacar las bermudas. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">– Hará calor. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Si hace calor te las quitas.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Y los zapatos.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Dos viejos amigos una tarde cualquiera se tiraron al mar en busca de lo que en vano encontraron en la Residencia, como dos granos de arena se dejaron ir. Los dieron por desaparecidos. Estarán allá en el fondo, luz cruenta de la santidad. Opacidad marina. Apetencia cardiaca.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Alejé extraño un tumulto de pensamientos que me invadieron. Apuré el paso para llegar a la universidad. Como el año anterior no había el mejor y ni siquiera aprobé el primer año de jurisprudencia, opté por una escuela de periodismo, bajo la fronda de una facultad de filosofía y letras. Allí, a la primera hora de clases era todo algarabía en los anchos pasillos claustrales. El aula 204 me esperaba para iniciar desde allí una carrera que habría de llevarme a las cumbres del saber y del prestigio y desde luego proporcionaría abundante ocasión para la <i>performance</i> como apóstol y como santo. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Horror y secreto placer, mezcla de ambos, vértigo y deseo, todo un repertorio de sensaciones contrapuestas, al abrir la puerta del aula 204 y encontrarme con que todos el alumnado era femenino. Debía ser una equivocación y en el aula 204 se estarían dando clases de nutrición y dietética. Comprobé una vez más la boleta que me habían dado en la decanatura y allí se leía con absoluta y extraordinaria nitidez: Periodismo I, aula 204. Volví a abrir la puerta que había cerrado apresuradamente. Veinticinco pares de ojos, más los del solazado profesor, me miraron. Así empezaron los años de mirar y pasar.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 17.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Señor Dios de Todos los Ejércitos, llenos están los cielos y la tierra de tu gloria. Hossana, hossana en las alturas. La vocación jurídica, mi querido pichón, no la perdiste en el curso de vacaciones. ¿Qué bicho te picó? Fue que no pasaste todas las materias, ¿verdad? Fue que te rajaste y no has contado con tu director, no has sido sincero, no has sido fiel a casa y caprichosamente cambias de rumbo como cambiar de camisa, ¿qué pasó por tu cabeza?. En efecto, estaba anonadado. No había sido sincero no había revelado al director a tiempo la serie de tropezones. No, no fue en el curso de vacaciones, nada tenia que ver la billetera de perro de colores. No. Eran las tardes de la sala de estudio. Una cuestión digestiva. Una cuestión de los sentidos, incómodos, digamos. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Terminada la tertulia había dos posibilidades: irse directamente a la sala de estudio o meterse al oratorio durante media hora y llevar a cabo un diálogo de tu a tu con el Señor.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—¿El Dios de los Todos los Ejércitos?</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—No el amoroso Señor. Media hora de meditación por la mañana y media por la tarde. Tal era el precepto. Y después a la sala de estudio, codo a codo con el silencio menor, el que permite el cuchicheo, sólo si es necesario, absolutamente necesario.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">A quien conozca el carácter poco lúdico de lo jurídico, no le parecerá extraño saber que me dormía a los pocos minutos después de abrir el libro. Las letras se movían de lado a lado, se golpeaban unas contra las otras, los renglones ponían blandos, el bajo vientre enhiesto y al cabecear se deslizaba el codo al abismo de la mesa. Al frente, Villascoba con su regla de cálculo déle que déle. Si el derecho romano pimpaba a primera hora de la mañana, en la tarde se arrastraba cadavérico. El lento discurrir palabra por palabra de los artículos del código en la boca del profesor de Derecho Civil, se tornaba por la tarde en potro cerrero, saltaba hacia adelante, hurgando el Código en los capítulos posteriores, tomaba una carrerilla al cabo de la cual solía empezar la somnolencia, quedando sin leer ni memorizar los párrafos del día. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La rutina que acompañaba al acto de sentarse a estudiar era notable en este proceso. Al sentarse, si el pichón de santidad era nato en tierras cálidas, se quitaría la chaqueta, si no, no. Luego, el reloj habría de ponerse frente a los ojos para recordar la hora en que se empieza el estudio y aprovechar, por ejemplo para recitar una jaculatoria. Luego, sacaba del bolsillo un crucifijo que tras besar –nótese que en la manera de besar el crucifijo cabrían interpretaciones– ponerlo encima de la mesa. Igualmente cabrían interpretaciones a partir del golpe del crucifijo sobre la mesa: si seco, si deslizado, si ruidoso, si silente. Acomodarse en el asiento y !hale! a aprender. Al pasar página, por ejemplo, una jaculatoria, un piropo a la que sabemos. La inmovilidad total. Se oía el radiecillo lejano. «Y es que la banda está borracha, está borracha…». «…por bocón te vas a quedar, pobrecito cocodrilo, por bocón te vas a quedar….» </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El sopor era invencible, de tal manera que la lucidez matutina del claustro se convertía por la tarde en un caos de letras, un ruido celestial insoportable, estética divina. El año se fue pasando entre el estudio de las leyes, la ración ascética y la vida familiar en casa de mi abuelo. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Moría el abuelo. La trombosis lo dejó enmudecido, o quizá la secreta convicción de que a pesar de lo que la familia había dispuesto, su nieto no sería abogado. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Se fue pasando el año y llegaron los exámenes finales. El primero el de Romano. En un inusual recinto del antiguo claustro, con apariencia de locutorio de convento, los examinadores con la mirada en neutro esperaron a que sacara un número de la bolsa verde, uno de doscientos temas que englobaba la materia. Temblaba. Sólo había llegado hasta el numeral sesenta. La suerte estaría de mi lado . Pero no. He aquí que ninguna de las tres opciones resultó. Los examinadores se miraron. El profesor de Derecho Romano con sus ojos oblicuos me miró, respiró profundo haciendo elevar sobre el pecho la corbata que sobresalía del chaleco en pompón. Miró al co-examinador, presbítero despistado, y éste calificó.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Uno por haber asistido. Si no tendría cero.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Fracaso estruendoso fue también el segundo examen, el de Introducción al Derecho. En el salón oficial de examinadores, donde los graduados defienden sus tesis, con la certeza de no sólo haber entendido sino memorizado la materia. Me senté, no sin nerviosismo, frente a tres examinadores: el profesor de Introducción, el presbítero Demarras y el secretario de la Facultad. Cada uno de ellos hizo una pregunta. Las tres las contesté, pero no con precisión, tal vez con mucho manoteo.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Una de ellas con la evidencia de que la respuesta no correspondía a la pregunta. No obstante la displicencia con que todos escuchaban, seguí hablando a ver si pasaba ese gato. Al final hubo un cuchicheo y el presbítero me comunicó:</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Calificación, dos. Por haber respondido.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Esta doble evidencia hizo planear la huida. Era una huida. Huir, huir de aquello, no presentar más exámenes. Para qué estudiar si pasaría igual con las otras materias. El sopor de la tarde se había metido en el cuerpo. Como diabólico. Demonio soporoso. Y enmudecedor. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">No se cómo di ese paso al lugar ficticio, a soltar las amarras y navegar a vela mientras hacía la ilusión de estar fondeado. Callé. Y a nadie se lo dije. Hice la apariencia de presentarme al resto de los exámenes y salía de casa muy pimpante, por primera vez en mi vida a no hacer lo que debía o por lo menos lo que decía estar haciendo. Deambulé sin rumbo por las calles. Miré vitrinas, entré en librerías, tomé un refresco. Miré mundo, olvidé de las jaculatorias, me detuve en los cines a mirar los afiches y las fotografías de bailarinas semidesnudas. En una palabra, perdí la Gracia. Si me acusé de aquello en confesión no lo recuerdo. Pero al volver del curso de vacaciones tuve que confesar que no seguiría los estudios de leyes, aduciendo una súbita y fulgurante vocación por la prensa. En efecto, ya Borbollón me había dado a beber ciertas lisonjas que sirvieron a la hora de dar el golpe de timón. En la Residencia se hicieren las gestiones para que ingresase a la Escuela de Periodismo. En la casa de los abuelos hubo de mantener el secreto. ¿Por cuanto tiempo? Poco. Como era tradicional, cuando lo supieron pasaron del verde al gris y mantuvieron al resto de la familia el secreto, con lo cual tuve que alejarme para no caer en mentira, porque todos continuaban haciendo votos por el futuro abogado.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Me sumergí en las ondulantes figuras de veinticinco jovencitas, con quienes empecé ese día el periplo del aprendizaje periodístico. Otros deliquios distintos a los apostólicos estaban deparados. Hodierno y delicioso dejarse llevar, pasar y mirar. Mirar y seguir mirando. El director se puso pálido en la primera charla después del episodio del aula 204.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Entonces en otras facultades y en otros cursos habrá, ya verás como el Señor proveerá.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Así como bendijo el agua, ahora bendecirá estas niñatas y...</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Blasfemas.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"> La esperanza apostólica se vio ilusionada a los pocos días. En la lista del aula 204 aparecieron dos nombres masculinos, posibles sujetos de apostolado. ¡Oh decepción! A la semana siguiente llegó el primero, un hermano cristiano deseoso de aprender las argucias de la prensa para volver a la selva y manejar allí con mayor eficacia a una comunidad de indígenas que insistían en el use de las flechas envenenadas, los brebajes y los sonidos guturales. La catequesis lo llevó a las aulas. El otro varón resultó una especie difícil de catalogar. Caminaba dormido, tal vez cegado por las mucosas que le obstruían el mirar. Y el peor momento —decían las compañeras que se sentaban a su alrededor— es cuando el profesor pasa lista, al oír su nombre levanta el brazo y gruñe: «presente». Paroxismo axilar. Algunas casi se desmayaron, ignorantes del aura odorífera. Vivía triste y solo, y parecía preguntarse siempre por qué sería. Naturalmente nunca mencioné al director de la presencia de esos dos especimenes masculinos en ese huerto cerrado y turbador. Ni le hablé más de las clases ni de nada que tuviera que ver con ello. Tomaba otra personalidad al traspasar aquél umbral jesuítico. Al salir de allí me invadía de nuevo la santidad y respirando hondo invocaba ya los gloriosos, ya los gozosos, ya los dolorosos, según fuera rodando la bola.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"> Orad, orad para no caer en la tentación. No caía en la tentación, me dejaba deslizar hasta muy cerca, la rozaba, acaso alguna vez me sumergí en ella, pero caer, no caí.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">¿Como llegué a ser candidato a la santidad en medio de los avatares mundanos? Larga y penosa resultaría la descripción de mi vida antes de caminar hacia Dios. Caí por la vía más expedita: los retiros espirituales, allí no había escapatoria a la palabra divina. Las tandas de retiros eran evidentes cotos de caza. Retiros para señoras jóvenes, retiros para señoras ya abuelas, retiros para señores mayores, retiros para jóvenes profesionales, retiros para viudas, retiros para jóvenes casados, retiros para jóvenes solteros y retiros para estudiantes de bachillerato. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Ya había tenido una primera experiencia. Siendo estudiante de penúltimo año de bachillerato, al acercarse el fin de curso se anunció una novedad en el colegio de los escolapios: tres días de ejercicios espirituales, cerrados, en un lugar campestre y apartado, en silencio total. Las tres prédicas, el Cielo, el Purgatorio y el Infierno. El padre Rector encendió el fuego vivo de los siete círculos infernales. El padre Rector, llamado por las monjas del colegio vecino, «el padre plomero» por la facilidad con que les arreglaba las tuberías del agua. Las monjas del colegio vecino eran norteamericanas. Usaban tacón alto y medias de seda negra, visibles las piernas por llevar hábito más corto, con permiso de Roma, claro. El padre Salvador dio la dolorosa meditación del Purgatorio. El padre Salvador había padecido tortura en una checa de Madrid en la guerra civil. Finalmente el padre Rector, nos aupó en una nube ascética con la meditación de la Salvación Eterna. El padre Rector había encendido el fuego de los círculos infernales. No recuerdo nada tan doloroso ni tan patético en labios de predicador alguno. La luz de la tarde haciéndose noche acentuaba el dramatismo. El alma contrita juró no volver a pecar. Sentí la carne abrasada por el fuego que nunca termina, característica que más aterraba. Poner en la mente la posibilidad de algo que nunca termine a pesar de que la vida haya terminado, me produjo el vértigo de las alturas. <i>Horror vacui</i> y miedo a la eternidad. El Purgatorio que nos presentó el padre Salvador parecía que lo sacase de la enorme cartera negra que siempre llevaba consigo. La bandada de muerte que se agitó sobre la España en guerra, puso los pelos de punta al auditorio. El valor frente a la muerte. «Cantando salíamos a encontrarnos con el enemigo de la Cristiandad». El Purgatorio se vislumbraba como un gozar sufriendo o su viceversa. Tal parecía proponer el padre Salvador cuando recitaba lúbricos poemas de José Asunción Silva «¡Poeta!, ¡di paso los furtivos besos!...¡La sombra! ¡Los recuerdos! La luna no vertía allí ni un solo rayo... Temblabas y eras mía……¡Poeta, di paso los íntimos besos!», para mostrarnos qué poco dura el placer y cuan pronto llega la muerte. El lodo enturbiaría la gracia, pero ésta era fácilmente recuperable en la confesión. Allí se van acumulando las penas del Purgatorio, allí iréis poniendo en fila todo lo que habéis de expiar. El Purgatorio significaba entonces el motor de la gracia. Acumulando en la confesión, volviendo a la gracia, no caería el creyente en el circulo infernal, vertiginoso chamuscarse sin morir jamás. El estado de gracia permanente hará que por la confesión se mantenga el alma preparada para no caer. Aunque hubiese que sofreírse por un tiempo en el Purgatorio, el alma quedaría apetecible a la gula celestial, lista para reflotar en una nube, dotada de arpa y túnica. Esa imaginería no escapaba a mis visiones. Tanto el fuego abrasador del infierno como la nube sin temperatura, eran claras y explícitas. Pero no el purgatorio ni el limbo. El limbo del que afortunadamente se salvó todo un continente cuando, además de espadón, el braguetazas del conquistador traía una cruz a cargo de un fraile quien se encargaba de dar el mensaje de sus majestades de Castilla y Aragón. El conquistador habría de limitarse a la búsqueda de los confines de esas tierras y sus riquezas. Al predicador se le encargaba traducir esos hechos a una razón divina. Los brujos de las tribus debieron disgustarse, pues justamente los que portaban la cruz les quitarían su lugar. Los caciques no fueron de hecho reemplazados más que los que huyeron y murieron. Los caciques casaron a sus hijas con los capitanes, salvándose así todos del limbo, excepto seguramente los brujos. Se le fue dotando de alma a cada uno de los naturales, del ánimo que necesitaban para ser puestos en libertad. Disgresivo el Purgatorio del padre Salvador puso la duda en mi. Desconocía hasta ese momento el valor estratégico de las indulgencias.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Sí señor.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—¿Así de fácil?. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Sí, así de fácil. Las indulgencias plenarias. Si el católico es avisado y sabe empatar fechas y liturgias, podrá vivir en indulgencia plenaria, en estado de gracia permanente. Y las indulgencias también se aplican a las almas que ya están en el purgatorio. Muchas personas sacan a sus parientes del purgatorio a punta de oraciones, sacrificios, ayunos y limosnas a la Iglesia de Dios. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El padre Salvador sollozaba durante la predicación. No. El purgatorio no es como el infierno por un tiempo. No, en el purgatorio sí hay esperanza. En el infierno sólo eternidad dolorosa. La eternidad del cielo es intangible, inolora, insabora, incolora. Es la paz total que viene de la única fuente, la visión eterna de Dios. Así la eternidad no es angustiosa. La visión beatifica eleva al cuerpo mortal. Al final de los tiempos todos los muertos recuperarán sus cuerpos y la eternidad será como dos compartimentos: el que quema y el que refrigera.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La finalidad de las tres consideraciones era la confesión general. La lista de pecados estaba expuesta en cartelera. Sólo había que ir, arrodillarse ante la rejilla que escondía el rostro sudoroso del confesor y hacer recuento de la vida consciente y memoriosa, decirle acerca de la intensidad, la frecuencia, las variantes y las constantes de las caídas en el pecado, en el terreno del Malo. Y hacer la contrición necesaria para que el confesor accediera a poner una penitencia y absolver al pecador. Pimpancia de la gracia de Dios. Con indulgencia plenaria entre pecho y espalda volver al mundo a hacer le el quite al pecado.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Entretanto los del último curso se fueron para la Habana pre-castrista y gozaron de lo lindo en burdeles que daban descuento a excursionistas. Pero al año siguiente ya no hubo más viajes a la Habana y los retiros espirituales reemplazaron tan disparatada opción al pecado. También era que ya no había tales burdeles, ni excursiones ni descuentos por razones de todos conocidas. Así que los de último curso de año siguiente volvimos a retiros. Pero no con el padre Rector ni con el padre Salvador sollozante. No. Esta vez se abrió la posibilidad de ir a una casa de campo a oír predicar una novedad apostólica. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">En efecto. Los anchurosos corredores, los magníficos jardines, las viandas y utensilios, alegraron el corazón de los ejercitantes. Huertos, caballos y piscina complementaban el ambiente donde transcurriría el periplo espiritual en silencio absoluto. La prédica estaba a cargo de un cura joven, vestido con amplia sotana de fina abotonadura, cuello impecable, andares y maneras episcopales, hablar pausado y expositivo. Y la atracción, la novedad, era un universitario adelantado ya en su carrera de derecho que acompañaba al presbítero y a su vez nos exponía en charlas complementarias a la prédica, temas no tanto religiosos como relacionados con el talante cristiano, con la actitud católica. Acerca del pensar y el creer científico que ha de tener un católico, una especie de sociología del católico practicante. Hablaba el universitario de valentía, de orden, de sinceridad, de puntualidad, de precisión. Todo por y con amor a Dios. Con alegría y buen humor. Una fe más deportiva, un hacer del ser católico más elegante. El presbítero en sus predicaciones tomó el evangelio y nos llevó a los ejercitantes en volandas durante tres días por la vida y las rutas de Nuestro Señor Jesucristo. Tal vez volvieron a aparecer el cielo, el infierno y el purgatorio pero sin la espeluznante geografía del centro de la tierra, sin las de descripciones de humanas torturas y goces que los hacían inverosímiles. Humanos, demasiado humanos. Ahora la vida de Cristo, nuestro señor y nuestro hermano, era cristal de reflejos de santidad, hasta su muerte cruenta en donde topaba nuevamente con el dolor de haber pecado. La prédica evangélica, el ir recogiendo los discípulos por los campos, episodios que ya conocía con el nombre de Historia Sagrada parecían hacerse vivos y actuales. Caminamos de la mano del presbítero por las calles de Judea, entramos en Jerusalén detrás de Dios en burro, bebimos de ambos vinos en las bodas de Canaá, aspiramos los perfumes con que la Magdalena lavó los pies al Señor y oímos el rozar de sus cabellos sobre la piel recién lavada de Dios Caminador. Presenciamos la pesca milagrosa y si no caminamos sobre las aguas del lago Tiberíades, lo vimos a Él caminando sobre el verbo práctico del presbítero. Y a la Última Cena nos asomamos detrás de una cortina y vimos el beso de Judas y cómo el Señor, todo amor, ceñía los hombros de Juan el Predilecto. El presbítero tomaba los versículos del libro y los descuartizaba. Trozos, partes, que habrían de servir como herramientas, como llave para abrir el portalón que conduce a la vida eterna por el camino de la santidad. Mostró el presbítero también otras puertas e incluso ventanas y ventanucos por los cuales se puede llegar a la vida eterna, pero no ileso. Ileso sólo se llega por la puerta grande. Así el purgatorio y el infierno eran impensables en el programa salvífico que se nos proponía, eran cosa de rufianes, de indigentes. Ofrecían la crema y la nata. «Sois privilegiados, no un viandante cualquiera». </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La gota gorda sólo la sudamos en el <i>viacrucis</i>, práctica diaria durante los retiros, cruento por la hora digestiva del mediodía y el caler y olor infernal, intermitencia de pedos y regüeldos; a esa hora digestiva, un alumno leía con voz tembleque una a una las villanías de la crucifixión y muerte del Señor Mártir Inocente. Pagan justos por pecadores. El aire puro, los huertos y el sonido de agua de la piscina que se llenaba lentamente para el final del silencio, el último día de los retiros. Un boga sin bogar iba sacando con una pértiga la hojarasca que había caído sobre la superficie ascendente del agua de la piscina. Los frutos en los árboles estaban a disposición de los ejercitantes. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La confesión general también habría de dar el punto en que llenos de gracia los ejercitantes habríamos de volver a la algarabía. Pero he aquí que no hubo confesión detrás de la rejilla del confesionario. Fue una simple charla después del <i>viacrucis</i> del último día antes de que sonara la campana que anunciaría el final del silencio. Entre aroma de naranjos y azaleas, frente al paisaje montañoso envuelto en nubes y nieblas, durante los últimos jugueteos solares, oí hablar por primera vez de la Residencia.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 17.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Uno de los presupuestos fundamentales de la vocación era la fe. No la fe visceral, llamada del carbonero, no. La fe científica que viene de la teología, del estudio sistemático de los fenómenos divinos en esta pobre carne pecadora, en este andrajo mortal que hay que levantar del cieno para llevarlo al cielo. Aunque parezca un juego de palabras, tal es el camino de santidad. En principio el hombre está caído. Es Adán redivivo mascando la manzana que Eva le ha suministrado. Sólo que hubo hace dos mil años un hombre que era Dios y que murió crucificado. Una visión moderna lo pondría en la silla eléctrica, en el paredón de fusilamiento con los ojos vendados o si fuese en cierta España, sentado ante el verdugo que dará el giro destrozándole la cerviz en el garrote vil. Hace dos mil años se usaba la cruz y había que cargar con ella. ¿Se imaginan ustedes a los procesados de hoy con su silla eléctrica al hombro? No. Pues mejor que no lo hagan porque bordeamos el terreno de la blasfemia. Siendo niño, cuando se desataban terribles tempestades eléctricas que ponían los pelos de punta al más bragado, decía mi tío Ignacio: —Es que alguien ha blasfemado y el Señor está iracundo—. Las tormentas empavorecían a la servidumbre. Nadie se movía, temían convertirse en pararrayos y morir carbonizados. Temerosos de hacer un movimiento que produjese estática, buscábamos el Ramo Bendito y, abriendo la ventana con mucho sigilo, quemaba la abuela un trozo de ese ramo. El resultado a veces se hacía esperar, pero siempre llegaba. Amainaba la lluvia, cesaban los truenos cercanos, la tormenta eléctrica se alejaba. Los cañonazos del cielo ya no se dirigían a los vecinos blasfemos, sino a lejanos y desconocidos. El retumbar a veces duraban horas. Mientras el ramo ardía, entre dientes, todos reunidos en la ventana recitaban: «Santo, Santo, Santo, Santo, Santo», muchas veces. Al amainar, la abuela entonaba completo el Santo, Santo es el Señor de Todos los Ejércitos, hosanna en las alturas, llenos están los cielos y la tierra de su gloria.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Las consecuencias nefastas del pecado de la carne sólo son comparables a las del pecado de la soberbia. El pecado que lleva a los pichones al desprecio de la confidencia o de la confesión en casa. En casa se lava la ropa sucia. La ropa sucia se lava en casa. Es igual, en este caso el orden de los factores no altera el producto. En otros sí, por ejemplo, si antes sobreviene la carne y luego la soberbia, no es igual a si sobre viene la soberbia y te conduce a la carne. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—No veo claro cómo actuaría sola la soberbia. No imagino la soberbia así, a secas.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—La soberbia es el desprecio por la acción salvadora, cualquiera que sea su forma.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Y la de la carne es una de ellas.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Exacto, pero no por ello vamos a creer que la soberbia anterior a la carne, no es distinta de la que le es posterior.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—¿Cuál es la soberbia anterior a la carne? —La del individuo que va y mira a su alrededor, y al sentirse fuerte, henchido su ánimo de la gracia de Dios, abandona su cuerpo a la concupiscencia de los sentidos. La carne y la soberbia una sola son. Son los sentidos , en estricto sentido, carne. El alma está fuera de ellos y ella es lo que aprehenden éstos. Los sentidos con sus órganos son carne. Piense vuestra eminencia en los conquistadores de Indias. Se comían los naturales a los capitanes y a la soldadesca que cayera en sus manos. Les Arrancaban los ojos y luego los freían o los asaban. Platos exquisitos, pero nada como las orejas de cristiano en achicoria.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—¿Y si no eran de cristiano?</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Bueno, no se distinguían mucho los sabores en algunas regiones. Pero había verdaderos expertos, ya que siempre que al español que incordiaba, le daban caza, lo metían en el horno y luego regado con abundantes fermentos se lo manducaban sin agüero. Los órganos de los sentidos tenían trato preferencial. Las lenguas, por ejemplo, eran servidas en escudillas de oro, sobrenadando un líquido cuyo aroma se asemejaba al de los jazmines, pero, y he ahí la novedad, su sabor se acercaba mucho al de la mayonesa.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—¿No estarás tomando el pelo? No. Es verdad. El canibalismo ha existido, y de hecho existe.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">De un momento a otro se miraron los interlocutores y vieron que la carne en inglés <i>flesh</i> había saltado al paradigmático, inglés también, <i>meet</i>.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Levantaron los licores de la mesa y se dispusieron continuar con su tarea compilatoria.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El pecado de la carne y el pecado de la soberbia se fueron juntos de paseo.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Ni docto ni sabio. El conocimiento, el dato exacto, la virtud de terceros, las fechas memorables y las actitudes heroicas iban quedando allá en los libros. La angustia eran in descriptibles, había que salvarlas del olvido. La memoria, por más nemotecnia que le pusiera, malas pasadas iba jugando. Había que ir sacando las palabras de los libros, ir tomando apuntes, ir haciendo una formación calcárea para ser repetida frente al examinador y pasar raspando o pasar <i>Cum Laude,</i> pero pasar, y luego al horno onírico. Allí que los sueños les den patadas como los gañanes se las dan a las bolas de trapo de su deporte callejero. El rodar de la verdad deshojada, pulla y pitorreo. Peregrina memoria pasa y pasa. Re-pasa y repasa y luego no sabe nada. La mente en blanco, mirar al examinador a ver si sopla. Pero nada, los examinadores ya no soplan.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Ni lee, ni estudia.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Ni cumple el plan de vida. Será mejor que se vaya. Parece que escribe una novela.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Las novelas no velas.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Ni velitas.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Que se vaya.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Vaya por Dios.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Ya se irá, ya se irá, caerá por su propio peso.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Miremos cómo se precipita. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Sí, asomémonos. Miremos a ver si se rompe el cuello cuando caiga.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—¿Si no cae por su propio peso?</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Haremos el vacío.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 17.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Pimpancia de los primeros tiempos. Subir y bajar sin descanso. Ir y venir. Ir a y venir de. Agitación que nos cogía de repente a todos con eso de los antioqueños. Suben y bajan y hablan todo el tiempo en dichos, en fórmulas autóctonas, en tipismos parroquiales, en sartas de barbaridades que si no fuera por el color local y la intención folclórica, pensaríamos todos que había cambiado el mundo y que por lo menos una babel se instauraría en breve tiempo vista. Y se instalará. Se instaurará. Si es que no se ha instaurado ya. Balada, rebuzno, balido, maullido, relincho, ladrido y regüeldo.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Nadie dijo: !Ahí vienen los antioqueños! No. Fueron llegando, fueron cayendo, lluvia, granizada.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Ventarrones del destino.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—O de la divina providencia.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Íbamos subiendo la cuesta. Era mayo, el mes de María. Cuando niño, en mayo se hacía en mi casa un altar a la Virgen con flores y festones bajo la sacra imagen. En la Residencia ninguna variación apareció en la liturgia doméstica, pero sí en la actividad apostólica y en la mortificación. Los domingos de mayo buscábamos alguna ermita perdida, y ojalá lejana o de difícil acceso, que tuviera advocación mariana. Invitar a jóvenes bachilleres a pasear un domingo, a excursionar, era costumbre corriente desde que los intrépidos muchachos de Baden Powell dieron sus primeros pasos. Sin brújula pero con camándula, nos lanzábamos monte arriba, denodados e ilusos los pichones en busca de indulgencias. Subir una escarpada cuesta pedregosa, poblada de matorrales espinosos, desechando el cómodo camino vecinal. Eso es amor a nuestra Madre Guapa. Amor y del bueno. Déle que déle el rosario de para arriba. Volear camándula y volear pata. Arriba Antioquia, parecían decir los pichones aquellos, pichones saraviados. Déle para arriba. Los zapatos raspados, la ropa hecha jirones, las manos surcadas de espinas y el corazón henchido de amor a María. Con el aliento entrecortado coronamos la cuesta, sin aliento. Sin embargo, el mundo no es para los que descansan. Sólo un lugar para el resuello y luego, sudando correr en busca de una neumonía en el interior de una capilla gélida y mal oliente. Otro rosario y de rodillas, mirando a la imagen solitaria y mal iluminada. Una imitación, seguramente, porque la original estaría guardado bajo llave no sea que se lo lleven los piadosos viandantes, si es que no se lo han llevado ya y la diócesis no cuenta más que con la copia acrílica. Voleando pata cuesta abajo los antioqueños eran expertos. Rodé. La camándula quedó metros arriba, colgando de una rama, bamboleándose como si el arbolillo estuviese entonando el Gloria al Padre. Vaya por Dios. Cuesta arriba con las nariz raspada y luego cuesta abajo otra vez déle que déle al avemaría. Paseos dominicales que no terminaban en lugar distinto al regocijante beber un vaso de agua antes de volver a la ciudad. Allí en casa, Nuestro Amo Tabernaculado y Nuestra Madre Santísima, que gozan de ubicuidad, nos esperan sonrientes, satisfechos por el esfuerzo que hicimos para cumplir un deseo expreso de nuestra costumbre inveterada de ir para santos. Los amigos, en general, no agradecían tales invitaciones, sino por el contrario, huían cuando mayo se acercaba. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Mejor no prestar oídos a las mofas. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Pero si la mofa pica al elefante...</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Las costumbres ascéticas incluían la lectura espiritual. El director con tino y atino soltaba el título que cada pichón debía leer para implementar la subida a los cielos.¿Estaré subiendo al cielo o será que me precipitarán cada vez con más fuerza al infierno? Claro, porque antes sólo tenia que cumplir con la misa dominical y la comunión por Pascua de Resurrección. Amplia y ancha carretera que conduce, si se guía despacio, a la salvación eterna. Pero estos deberes tan complejos no hacían más que estrechar el camino, trocha difícil.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">— ¿Y que querías? Si tu eres un elegido para formar par te del estado mayor de Cristo, ésos, los que dices, son la tropa, los que van de diez en fondo. Nosotros vamos <i>per aspera ad astra</i>, por lo áspero hacia las estrellas. El portalón es ancho, pero el camino está sembrado de espinas, la hermosura de la mortificación.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—A través de los montes las aguas pasarán. Sigamos el camino que Cristo nos trazó en el Evangelio </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Sí, sigámoslo.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Venga, a la Judea.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—A joderse.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Calla, marrano.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La lectura espiritual debía hacerse en el oratorio. Para esto estaba dispuesta una sencilla práctica. Entrar a cualquier hora del día, en cualquiera de los silencios menores. Adelantarse hasta la pequeña biblioteca. Las puertas de madera lacada se abrían con un <i>clic</i> alarmante en el silencio de esa hora. Simultáneo al <i>clic</i> se encendía un bombillo que alumbraba la colección de obras piadosas permitidas. La recomendada era sólo una. Permitidas todas. Pero has de leer lo que tu director te ordena. Así pues que durante quince minutes al día chapoteábamos en discursos edulcorados sobre el loco amor a Cristo. O podía caerle a uno la vida de un Santo de palo. Su infancia y sus correrías inverosímiles en la fantasmagórica acción salvífica que muchas veces se presentaba embozada, capa ya lujuriosa, ya vanidosa, con la soberbia de los ángeles caídos. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Pero ya que lo nombra, ¿no le parece que en eso de los ángeles caídos con Lucifer a la cabeza, fue una actividad claramente lujuriosa de ellos la que incitó a Dios Padre a expulsarlos del Eterno Cielo y constituir en el fondo de la Tierra una guarida para tales ángeles rebeldes?</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Fue que un ángel quiso ser como Dios.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—¿No sería que un ángel se metió con una de las once-mil vírgenes, acaso la preferida del Señor esa semana?</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Deliras, amigo, deliras. Confiésate y arrepiéntete de tantas blasfemias.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La lectura espiritual. Las vidas de santos y sus sermones. Hermosear el conocimiento de la literatura religiosa con los clásicos de la ascética cristiana. No se trataba, digamos, del Manual del Buen Católico Practicante y Vecino de esta Parroquia. Ni vidas de Cristo heterodoxas como la de Papini. La de Pérez de Urbel, permitida. Biblioteca de unos cien volúmenes, muchos de ellos repetidos, ya que había, como en todo, oleadas de la moda.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—La liturgia está de moda.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Calla.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Lugares teológicos, rincones teológicos o pasadizos teológicos. Tales podían ser las lecturas espirituales. Quince minutes diarios, ojalá todos los días a la misma hora. Y no me olvidéis el buen reír. No te lo olvidamos.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">En los cursos de vacaciones a estas lecturas se sumaban dos preceptos más: el catecismo, pregunta–respuesta, como una cierta especie de encuesta o reportaje que anda por ahí, que los psicólogos llaman «cuestionario metralleta». Pues eso, memorizar varios capítulos todos los días. Y a todos teníamos que responder pronta y exactamente. A todos, grandes y chicos, sin distinciones. Lo curioso es que nunca pasamos de la pregunta veinte o treinta. El catecismo tenía mucha más, pero ese saber mnemotécnico no se acumulaba, y al año siguiente había que volver al capítulo primero, pregunta primera. Y también de memoria, puesto que así se exponían, las materias filosóficas, paso a niveles de las teológicas. Los ejemplos explicativos de la lógica de Aristóteles, una especie de ciencia topológica del alma, la física, el acto que está en potencia, escurrideros de la razón, traducciones del griego pasadas por los cedazos de los filósofos medievales y servido con guarnición de patadas en el fútbol y cánticos en el oratorio.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Los teólogos tonsurados en Roma enseñaban la teología. En el curso de vacaciones los presbíteros echaban mano a la entelequia y nos explicaban que es el alma y había que aprender de memoria la entelequia y volver y soltarla igual frente a los examinadores al final de curse. Tal cual. ¿Que dice Santo Tomás del alma? Y había que repetir lo que dice Santo Tomás del alma, algo así como quien repite lo que dijo Fulano a Zutano en la barra del bar acerca de la cachucha de un general y sus avatares funerarios. Ir y contar. Oiga, mire, que Santo Tomás dice.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—¿De qué otra manera habría de ser?</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—¿No hay otra, verdad?</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—No. Has de estudiar y estudiar.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">No tenía en la cabeza el estudio de esa manera, mi mente volaba con gran facilidad y me instalaba en la fantasía. Imaginar la Alejandría de la vida de un filósofo tenía más valor, desentrañar en los textos de la historia de la filosofía el mundo de cuando tales cosas se decían. Y eso resultaba adjetivo a los examinadores, e incluso jocosa la insistencia. Materia de caritativo escarnio.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Tal vez si hubiera sabido que Aristóteles para escribir su libro sobre los animales sólo se valió de sus ojos, ya que hizo llevar, a costos altísimos que hoy asustarían a los administradores del Estado, todos los animales raros de Europa, Asia y África. Rinocerontes, tigres, leones, cocodrilos, gacelas y avestruces.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Tal vez no te habrías tenido que matar tanto para saber otras cosas.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Lo dice Voltaire.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—¿Voltaire? ¿Tú has leído a Voltaire?</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Cuando era niño.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Olvida eso, déjate de tonterías. Voltaire además de estar revaluado, hoy no hay quien lo tenga en cuenta. Claro que es una de las glorias de Francia y está en su panteón. Pero déjalo allá, déjate de tonterías. Lee más bien a García Morente que mañana tienes que presentar examen.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Así se sale fácilmente de todo. No hay que inquietar-se. Tu director va marcando la ruta con la sabiduría que le confiere el Señor Dios Bueno y Dulce.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Redulce.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Calla.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Nuestro director siempre quiere para nosotros lo mejor</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—¿Cuántos directores tuviste?</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—No recuerdo.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Y las patadas en el fútbol. Los patadones y «los retratos», que para quien no lo sepa, era acertar el balonazo en pleno rostro del defensa. Algunos se transformaban en la cancha como Luis Carquejo, antioqueño y tonsurado. Ya sin sotana tomaban un andar retador. Y en pantaloneta y en la cancha se convertía en bestia furiosa, amarradijo de músculos y gritos pateando al arco. El pausado Jaime Solvente, ya graduado en leyes, desplazaba su voluminosa humanidad a velocidad considerable. Temblaba la tierra. Yo lo perseguía y lo hostigaba antes que hacerle frente o trancarlo en su carrera, porque podía correr graves riesgos. La única vez que lo hice, me propinó Solvente tal pisotón que arrancó la uña del dedo gordo del pie derecho casi de cuajo. Sentí como un calor líquido que se enfriaba sospechosamente en el pie dormido. Cojeando al terminar el partido subí a las duchas y cuando iba a quitarme el calcetín, la uña también iba a salirse. !Oh dolor! ¡Oh espanto! A la vista de la sangre y el estropicio, puse punto en boca y con un esparadrapo ajusté la uña y salí cojeando. Nadie preguntó nada porque creyeron que me había apretado el cilicio.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Con la filosofía pasaba lo mismo que con el catecismo. De curso en curso poco se adelantaba. En la historia de los filósofos apenas llegué a la patrística. Ese examen, ni el de cosmología se salvaron. Los presocráticos, Platón y Aristóteles pasaron raspando. Los Padres de la Iglesia, tal como los vi, no le gustaron al poeta Carganuto, examinador. Hubiese preferido la precisión a la novelería.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Entonces la escolástica como tal no llegó a informarte.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Hombre, brujuleaba, gustaba más lo que estudiaban los otros. Lo mío era cosa de tontos, ya lo sabía, pero repetirlo igual era imposible. Y mis versiones no resultaban ortodoxas.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Eso crees. Sería que no estudiabas. Distraído, siempre distraído.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Con el correr de pocos años los cursos de vacaciones perdieron el atractivo viajero. Dejamos de ir a otros lugares y en la misma Residencia, en un remedo de curso anual, se asistía a las clases que los teólogos repetían hasta la saciedad. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Y nada, le entra por un oído y le sale por el otro.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Es que no da una.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Ni media.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Aquél primer viaje al curso de vacaciones fue una pesadilla. Veinte horas en el asiento de un bus, en la ventanilla. Al mi lado iban una mujer glotona y su marido. Llevaban un maletín repleto de comida, que empezaron comer desde antes de salir de la ciudad. En ese primer tramo intenté dormir para perder conciencia de aquella vecindad forzosa, pero fue infructuoso. Cuando la glotona y su marido acabaron con las provisiones, empezaron a hacer planes de lo que comprarían en la primera parada. A las estaciones de los buses salían mujeres con toda clase de comestibles de tipismo auténtico y dudosa higiene. Las frutas tropicales se ofrecían enormes, abiertas. La glotona y su marido se aprovisionaron de nuevo. Lo más notorio de su compra fue una enorme papaya. La glotona la abrió con gran destreza y sin usar instrumento alguno. De un momento a otro la enorme fruta se abrió en dos partes exhibiendo la multitud de pepitas negras que acuciosos ambos procedieron a poner sobre una hoja de periódico. Una vez envuelto el desecho, me rogaron que lo arrojara por la ventanilla. Así lo hice y la cerré de nuevo, mientras la glotona y su marido ya metían sus jetas entre la fruta y mordían, chupaban, succionaban, escupían en el pasillo los trozos de cáscara que se les quedaban entre los dientes. La avidez y la imbecilidad, untándose el rostro, fueron devorando cada uno la mitad de la papaya hasta dejar solamente las cáscaras que habían vaciado. Estaba floja y pegajosa. El marido puso sobre la cáscara de la glotona su cáscara y ella, inmediatamente y sin advertir que yo había cerrado la ventanilla, las arrojó ambas, chocando el cascaramen contra el vidrio donde se quedó pegado unos segundos y luego se fue escurriendo lentamente, chorreando. Con otra hoja de periódico intentaron subsanar el entuerto sin que por ello dejaran de continuar la comilona. Mientras la glotona hablaba y pedía excusas, salían de su boca pedazos de arepa de maíz que ya se había atarascado y hacía indescifrable lo que quería expresar. Supuse que era una fórmula con la que pedían que no les retorciese el pescuezo a ambos. Aunque era tan gorda que en cualquier embate contra ella, corría el riesgo de que me tomara como vianda y me echara a su coleto, como hizo con la pierna de cordero que inmediatamente después sacó del maletín de provisiones. Y así continuaron durante todo el trayecto. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Pero fue tal la expectativa por aquél primer curso de vacaciones que pronto olvidé todo aquello y solo tiempo después pensé que podía contarlo en una tertulia, pero no pegó porque ya había pasado tiempo y les pareció una exageración del momento, tardía, inútil sin duda.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">En el curso de vacaciones había hitos y fiestas. Había algunos pichones con gran facilidad para la versificación. En coplas castellanas o antioqueñas, fantásticas versiones iban pasando jocosa revista al personal, a la manera de pregón. Juegos de salón no faltaban para llenar ciertas tertulias que languidecían, cansados de patear el balón por la mañana o el de meterse de memoria un ladrillo en la cabeza por la tarde.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Así que propuse una obra de teatro. Ya había escrito dos o tres escenas durante las horas de estudio, versiones adaptadas de Chesterton, Vital Aza y Conan Doyle. La temporada teatral tendría dos obras en cartel. La primera trataba de los sucedidos en una fonda como los contaba Vital Aza, pero con un personaje de Chesterton; equívoco malabarístico. Y la otra, de pie forzado, ponía a un personaje de la historia de Inglaterra en una trama policíaca de Conan Doyle. La primera pasó con risas y aplausos cautelosos. El fracaso vino con la segunda obra de la temporada. A los actores les había entregado los libretos unas horas antes, pues no era cosa de pasarse el curso memorizando sandeces sino estudiando filosofía. Y he aquí el tropezón. Un actor se rebela. Va y le dice al director que en su papel recibirá una bofetada y el no quiere que lo abofeteen. El Director me llamó y pidió que la cachetada fuese un simulacro.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"> —No hace falta el realismo en esto. Ni has de golpear a tus hermanos. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Sin embargo, en plena escena, cuando estaba cerca el desenlace no resistí la tentación y abofeteé al mismísimo Pedro Menosquepo. Inmediatamente se apagarían las luces y habría un pistoletazo, luego volverían a encenderse inmediatamente. Pero pasaban largos los segundos y cuando las luces se encendieron encontré el escenario vacío y también el patio de butacas. A lo lejos se oían los cánticos que entonaban en el oratorio seguramente en desagravio al Señor Dios Dulce.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—La institución en solfa.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—¿Ponerla?.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—La has puesto.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Eran los exámenes el crepúsculo de los cursos de vacaciones. Las expectativas de conocimiento quedaron varadas en las playas de las mnemotecnias, quienes salieron con sus máscaras y danzas guerreras a ofrendar al recién llegado una orgía de palabras, casillas guturales. Las canciones que las canten los cantantes, que nosotros solo alabamos al Señor Dios Nuestro y Dulce. Edulcoración del Santísimo Señor para que todas las leguas lo encuentren agradable. Si es que ahora ya no se oye la palabra de Dios. No, ahora se lame la religión. Pirulética. Nueva y renovada materia escolar que darán pichones o no pichones, en el futuro.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Carenar el cerebro en el curso con cánticos y patadones. Luego al volver se llegaba renovado, y así llegué cuando di el salto mortal de las leyes al periodismo.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Veinticinco mujeres, cincuenta ojos clavados en mí. Di un paso adelante, di otro y miré al profesor que incordiaba al auditorio con grandilocuencia aldeana. Me senté en un pupitre de la última fila y me dejé ir lentamente en el deliquio del vaporoso frotar de las prendas femeninas. A partir de ese momento la vista se tornó escrutadora. ¿Dónde termina la piel, dónde comienza la tela? Lo que se ajusta al cuerpo, lo que lo deja libre, como en oleadas de contacto. La tela se ondula con los movimientos, las carnes presionan, se distiende una sisa, se levanta una falda, relampaguea el cruce de unas piernas que emergen de mínima falda. Las cabezas giran, los cuellos y las gargantas se descubren y vuelven a cubrirse, suben y bajan pestañas, ojos que escapan a la mirada o que la retoman. Bocas que prometen, manos que juegan nerviosas.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Roussoniano, me sumergí entre ellas, me hice ligero, me fui en volandas de graciosos mohines, entre gestos adustos, al lado de mirares candentes, junto a guiños y sonrisas y, finalmente, entre la algarabía femenina bajé con algunas de ellas a tomar el primer café de la temporada a la hora de la salida de clases. A la cafetería iban entrando alumnos de otras carreras y allí, envidiado y envidiable, me encontraban rodeado de féminas que me miran, me escuchan, me celebran. Embriagado con sus perfumes en el aula, en la cafetería me emborrachaba con sus voces libres, carrerillas y pucheros.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Los andares y los sentares. Y el contacto, la mano cálida de superficie inimaginable, pétalos por yemas en los de dos. Me ahogo, me voy en deliquios de delicioso placer. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Lindas las amigas.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"> Los de otras carreras miran. Y yo pavoneo orgulloso de mi suerte. Vanidad. Soberbia.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Los deleites femeninos cambiaron aquellas tortuosas tardes, cuando estudiaba la jurisprudencia en el claustro advocativo. Era el rector de aquella vetusta institución un anciano aristócrata, presbítero, políglota y orador sagrado. Los sermones de aquél monseñor eran tan famosos como sus lecciones de filosofía del derecho. De él oí por primera vez la palabra «mesnada» y su derivado «mesnadero». No obstante sus setenta y largos años Monseñor explicaba los conceptos valiéndose de piruetas gimnásticas increíbles, o bien con un gesto papal que lo elevaba del suelo varios centímetros y recordaba a Pío XII. !Ah!, aquellas mañanas en el claustro a hora muy temprana. Los estudiantes todos usábamos la corbata y el chaleco y el besamos a Monseñor, quien no dejaba que el alumno que lo saludaba se separase de él mientras conversaban, y llevándosele la mano al pecho, lo retenía. A muy corta distancia se dialogaba con Monseñor.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">A partir del descalabro en el estudio de la jurisprudencia dejé el confortable pasar entre los acordes de Bach y Beethoven, los arcos del patio colonial, la campana canónica, las grandes lápidas de mármol con inscripciones castellanas o latinas que cantan las glorias de los patriotas que lucharon contra el rey de España, nombres y apellidos ilustres criollos que allí estudiaron, recordatorio de los que tuvieron allí prisión antes de ser pasados por las armas. A pan y agua tuvieron a una heroína encerrada en un cuarto donde hoy guardan las escobas. Los anchos pasillos, el hablar en voz baja, la pausa en el andar. Claustro hispánico aún. Luego supe que murió Monseñor y se ampliaron las instalaciones, se modernizó el entorno, se computarizó el claustro y hoy es un campo de Marte de los revoltosos como en cualquier lugar del mundo. Nada resiste el paso de los tiempos. Ni las grandes fachadas de las catedrales que se hicieron para que permanecieran la eternidad entera; el aire mismo las va carcomiendo. Monseñor se fue achicando con los años -me cuentan- y murió pequeñísimo, del tamaño de un chico de diez años.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Con el cambio de carrera cambiaron los horarios que había trajinado el año anterior con tan poco éxito. Trabajaba por la mañana en la Redacción de una revista fundada por personas de la institución y por la tarde me sumergía en los deliquios del aula 204. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Como la caja del Secretario tenía que registrar más ingresos que egresos, qué mejor que trabajar y ganar un sueldo para ingresar en la caja del Secretario y así egresar sin temor a ser cargante. Que lo había, que se sentía y que se lo hablan dicho, sí señor, se lo dijo que era necesario ingresar. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Había pedido mi madre y se puso pasó pálida y como si estuviera ante un loco desapareció. —Los pájaros tirándoles a las escopetas, exclamó al salir. ¿Qué mejor entonces que ganarse un sueldo en la revista? La alegría del ingreso y la práctica de la pobreza.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La memoria se enflaquece. La cotidianidad del aprender un oficio puede metérsenos por un costado y no salir de nosotros jamás. No estaba a salvo este pichón que practicaba su profesión por la mañana y estudiaba una carrera por la tarde. Pronto adquirí una aureola de admiración entre mis amigas, y una feroz inquina por parte de un grupo de jovencitas recalcitrantes a las buenas maneras, que los del lado de acá, o las del lado de acá y yo, denominábamos «la tribu». Aureola e inquina que también se registraba entre los profesores. El alcaldable de aldea al llegar a mi nombre, obviamente para continuar la costumbre al llamar a lista, pronunció mi apellido anteponiendo el apelativo señorita como veía haciéndolo de carrerilla desde la letra A. Protesté con energía causando la hilaridad de la tribu. Y a la socarrona excusa del taimado profesor siguió otra risotada. Hubo alguna –Marilín Corbera– que no se situaba ni entre la tribu ni del lado de acá. Marilín planeaba un artilugio amoroso. Primero las miradas, lánguidas, largas, temblorosas. Luego el accidental descuido meditado y medido de la falda que sube. Y luego la táctica descotada, diligente recogedora de todo lo que al suelo cae. Después frases como: «un día sin ti es como una noche oscura sin estrellas» Los poemas, las cartas. La pobre no tenía nada en su sitio, se le torcían las piernas y los tacones al caminar, se le arrugaban las medias, sus prendas interiores no correspondían a su talla, ni las prendas exteriores a las tallas interiores y, sobre todo, la cabellera que no fija, que se escurre, que se sopla. Ese amor no correspondido duró toda la carrera. Marilín fue mejorando su aspecto al correr de los meses y su empalago era menor, pero no podía poner el corazón en ellas, en ninguna, ni aún en las que tanto me gustaban, con las que hablaba tardes enteras y paseaba por los alrededores cuando el profesor no asistía a clase, práctica bastante frecuente. Era el encanto de las del lado de acá. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Gozaba de tal beneficio de inocencia que ni la castidad era virtud puesto que no existía lucha en mí. Galante, tal vez tanto y tan a secas que más de una despeñó su ilusión en llanto.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El trabajo de la revista obligaba a ir continuamente de la oficina a la imprenta, lloviera, tronara y relampagueara. Las largas tiras de pruebas que había que corregir y sin fin de ocupaciones menores entre las cuales se contaba el redactar notas bibliográficas. Adobado todo aquello con avemarías, jaculatorias, mortificaciones, acciones de gracia, apostolado y simpatía.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—No me olvidéis el buen reír.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—No, que no te lo olvidamos.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Después del almuerzo y la tertulia, al deliquio del aula 204.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Y para ir allí, había que llevar trabajos preparados. Aprender lecciones de memoria y haber rezado por lo menos ya un rosario , ojalá dos. Y después de clases volver a casa a la merienda.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Tres años en la aula 204 depararon variedad en principio, pero a medida que las expectativas iban cediendo, la revista absorbió de tal manera que faltaba a más clases que los mismos profesores, lo cual me ponía casi en calidad de desertor.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La pequeña revista inicial que publicaba pocos ejemplares y pocas paginas, pasaría a ser una revista voluminosa y de amplia circulación, propietaria de talleres tipográficos.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">No estaba exenta la revista del vaivén político y el balancín ideológico. La literatura se iba saliendo del camino. En España un premio literario se convirtió en martillo de creyentes y bajo el auspicio de conspicuos catalanes lanzó al mercado y a la conciencia lectora de la reserva espiritual, una novela, que, aunque ni quitara ni pusiera una coma más allá de lo permitido, su promotor se había federado con otros editores europeos para dinamitar desde dentro el sacro receptáculo de la verdad en la España Eterna. Las fuerzas del mal se conflagraban en una isla lejana. La redacción andina era monótona, aspavientosa, lentorra, académica, carca y parca, resultante teórica, beneficio apostólico, empresa dolorosa, magra ración; así como era el cosmos de lo ignoto en cada uno de los que allí nos matábamos diariamente para que saliera a tiempo el ladrillamen. Llegó un día un despacho de prensa oficiosa española donde se condenaba la actitud recalcitrante de un editor catalán, y enfilaba sus baterías contra el primer premio otorgado en la isla. Según el documento que llegó a la redacción se trataba de un rojo, neo-rojete peligroso. El editor catalán se habla asociado a comunistas italianos y otras raleas anticristianas y anticatólicas, rabos demoníacos. El corresponsal le daba palo al premio, a la novela y al organizador del premio, un nuevo Ulises, navegante, en tierra, ante la imposible y lejana América, tuvo que amarrarse al palo mayor de su empresa familiar y pasar el temporal, supimos después , de su pluma cierta.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Era la época en que iba a oír a los ancianos progresistas, profesores en las nuevas líneas que el catolicismo laico trazaba para el fiel común. Sociología y psicoanálisis en el concierto teológico. De espía fui muchas veces y hasta ahora me entero.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Allí mismo, en la acuciosa misión periodística, se fue metiendo el demonio mismo, sus pezuñas, su larga cola, sus cuernos y su belfa jaspeada de inmundicias. En las soledades de la redacción de la revista. En ese empeño por el laborioso y meticuloso trabajar. Opio que adormecía las virtudes.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">En la revista estaba a salvo de los antioqueños y, finalmente, de los deliquios del aula 204, que en la confidencia y la confesión semanales ya formaban una serie de sensaciones secretas, las palabras no hallaban sintagmática posible para tan indescifrable paradigma.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Al grano.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Nada había de callar, aunque se estaba callando todo.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—O sea, que guardaste para tu placer lo que habría de ser superficie de mortificación de los sentidos, de la tendencia de la carne, del pecado oculto y silenciosos, el demonio agazapado.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Allí no habla demonios.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Eso es lo que tú crees.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Había demonios después, en la revista.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Los mismos, los mismos, esa persecución implacable del demonio. Sabe cuando aparecer y dar el estacazo.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Y lo dio.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Alguien lo dio.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Deliquios, deliquios, éxtasis, que es lo mismo. De dos a cinco todos los días. Había profesores que se iban dejando llevar por los aromas de las amigas, las lindas y otros que bogaban a las de la tribu. Navegaron meses y hasta años en esa nave deliciosa.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Delicioso tu silencio al director.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Deliciosa la nave. El director, si quieres que te lo diga ahora mismo, era un cargante. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Todos los directores lo son. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Es la fotuta dependencia pastoral. Si fuesen obispos les pondría solideo de boñiga de vaca.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Eres el demonio mismo.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Ojalá lo fuera.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Calla.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—No callo y verás como llega Satanás. Huye, perro, huye no sea que te muerda el buen Satán.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Oh hermanos, hijos de Dios, hermanos de Cristo y del Espíritu Santo corderos. Dios pastor de nuestros pecados, Santo Mayor y Único Señor, sabrá perdonar a quien tales blasfemias profiere. Llévenle al hospital, que le curen pronto.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Me tomé un refrescante y burbujeante antiácido y sin más vueltas retorné a la continuidad diabólica. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Otra vez Pepe Gardenia dándose rejo me sacó de la ensoñación. Una tarde cualquiera. Ayer o mañana. Pepe Gardenia era impenitente. Su carne no resistía más cicatrices. Dejó la natación. Y el tenis. No habla lugar de sus piernas y de su espalda que no hubiera sido lacerado por el amor divino hecho rejo. Ni por punzante arista. Dios hecho castigo, la gracia y la sangre se mezclaban en delicioso cóctel bajo los pantalones de Gardenia. Chorreaba. Y dicen que no le dolía. Y que por eso era gozosa su mortificación. Le crecía la quijada aunque el no lo notara. Como siga parecerá un orinal, me dije. Gardenia, allá murió lejos de todos. Atormentado. Solo. Quien lo iba acompañar en esa mansarda, quién iba a tener la paciencia de sentarse a su lado y leerle <i>Los Cipreses Creen en Dios</i>. Si hubiera sido veinte años antes cuando los cipreses sí creían en Dios… pero ahora no creen, crecen.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">No había lucha si no habla conquista. No había vocación si no había invitación. Tardes largas, tardes prolongadas hasta que por primera vez me invitaron a meren dar. Antes de ello, le pasaban la merienda por la barbilla el italiano y sus secuaces, haciendo gala de la pensión que gozaban, y el bachiller se iba a buscar la merienda a la cafetería de la esquina. Mientras no demostró su deseo santificante no se le invitó a sentarse a la mesa y disfrutar del pan con mantequilla y el café. Y con leche. Leche de burra, no de cabra. No, de vaca. Leche que venía para manchar de blanquecino el oscuro café abundoso, lechecita, pobre y triste, leche de entre casa, cafetito avaro. Tardes de rubor a las que seguían pláticas y edulcoradas fórmulas, alas para que el Arcángel subiera al cielo de una vez por todas. Cielo de pastel, pie de limón.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—¿Pie de limón?</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Pai de limón.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Ya. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Santo, santo es el Señor Dios de Todos los ejércitos.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Hossana.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Hossana en las alturas.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Inevitable sería el desfile de carrozas. El Buen Reír al lado del Buen Fingir, su sucesor. El Buen Pintar al lado del Buen Decir. El Buen Oír al lado del Buen Tocar. Y al lado del Buen Ver, el Bien Común, el Bel Sentido, el Buen Sentido, el Sí Señor y el Sá Señor.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—¿El Sá Señor? </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Si, el Sá Señor. Una variante local. El Sá Señor es igual al Si- pero-no. Es decir, aunque usted crea que sí, no. El que le parezca a usted que sí, no quiere decir sí, sino justamente no. En una palabra, el No con la apariencia, aroma y color del Sí.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—¿Aroma?</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Aroma y color, échele pluma.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—¿Pluma?</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—O bolígrafo.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Pálido reflejo.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Déle que déle.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Mi china querida.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Me sentía afortunado entre tanta y tan bella cohorte femenina. La tribu, áspera y cuchicheante, confraternizaban cuanto podían y el lado de acá las dejaba desbarrar para luego mofarse del dejo o del vocablo.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Delicada, vaporosa...</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Pavorosa? vaporosa ha de ser la castidad. Como las hembras bellas que le rodean, tan ingrávida castidad. Pudor, silencio de los sentidos. Una fantasmática como onírica de la vigilia. Sin camándula. Sonriendo simplemente. Sin Dios, con uno mismo. Qué más Dios que uno mismo.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Calla que blasfemas.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Callo. Y callista vienen de áspero, áspera dureza.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Peñascosa pesadumbre.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Peor el remedio que la enfermedad. No vi venir el futuro. No lo tuve en cuenta, como si no existiera. Y el pasado tampoco, una nebulosa, como un polvero que dejé tras de mí al salir corriendo de la casa y que impedía ver el panorama desde el futuro. El presente va de digestiones, consagraciones, fuetazos, oración y más oración. Mortificación de los sentidos. A ver el ojo, a ver que no mire, a ver que no vea; sólo lo que conviene a la misión...</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Destino. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Destino salvífico.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—¿Y la Divina Providencia?</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Bien gracias.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Iremos por senderos de espinas.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Y de abrojos.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Iremos alegremente.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Deportivamente.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Con valentía.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Y buen humor, no me olvidéis tampoco el buen reír.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—No, no te lo olvidamos (en coro).</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Frenético pasar. Del cansino atardecer cuando estudiaba derecho, pase al no parar un instante. Desde que llegaron los antioqueños, Déle que déle. A la más temprana hora iba al despacho de Alberto Verdín. Es necesario decir que Verdín una vez graduado fue promovido rápidamente a un cargo público —que los cargos son cargas—. Desde allí movió hilos y de un <i>jump</i> se lanzó a la política y cayó redondo en el pote de la juventud parlamentaria. Aunque no venga a cuento.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Si viene pues que venga, si no que se calle.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Iba temprano al despacho de Verdín. Esto ocurría después de que cedió la viuda y ya estábamos en la nueva residencia. Por las mañanas elaboraba –en plan negro– unas colaboraciones periodísticas en defensa de la institución. Cerrarle la boca a los detractores en la medida que se les daba un cartelazo en la testa. Borrador, original y termoscopias. Déle que déle. Mañanas largas las del burro que da vueltas a la noria déle que déle. Hasta que, claro, se dañó la <i>termofax</i>.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">— ¿Se dañó?</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">— Dañada.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">— ¿Cómo que dañada, así sola. Qué, no anda?</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">— Andar sí anda, lo que pasa es que sale una 1ínea negra,</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">cada vez más gruesa. Es que le ha pasado algo.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">— ¿Algo?</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">— Bueno, rota. En su momento he debido decirlo. Distraído, metí un papel torcido y al intentar sacarlo...</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—¿A la fuerza?</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">— Sí, a la fuerza, <i>trásss</i> se rompió el cilindro. Mucho calor en un sólo sitio y <i>rásss</i>, abierto de lado a lado y roto.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">— Y nada dijiste.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">— Nada.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">— Lástima.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">— Es igual. Ya a esta hora es igual, todo es igual.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Entonces no era todo igual. Y menos cuando llegaron los antioqueños del palomar romano. Furor trasatlántico trían algunos, y otros una cierta aura de mesura y de quietud, seguramente producida por el entorno no adaptado. Los que llegaban de la montaña, en cambio, traían consigo el guarniel bien puesto y Ave María Pues con todo su cargamento de chécheres, cachivaches, oficios y beneficios, públicos y secretes. Llenos y vacíos. Llanos todos.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Los jovencitos del poeta Carganuto. Rubitos bachillerines parlanchines. O los universitarios en trance de funcionarios públicos que Verdín coleccionaba a lo largo y ancho de conferencias jurídico-económicas. Todos pasaban por la Residencia cuando nos estábamos dando contra las paredes para que cediera la viuda. Ellos eran el fruto al ojo y era necesario que la viuda cediera.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Revuelo de sotanas. Arquitectos, ingenieros. Todos a una. El nuevo caserón sin estrenar, casi sin terminar, que la viuda tenía que cargar como elefante blanco de fiscal glotonería, ocupaba media manzana. Terreno ajardinado. Entre sauces se escondía un moderno bunker. Ostensiblemente lujoso. Las tareas de adecuación de tan poco funcional caserón tardaron meses.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Las tareas apostólicas se empollaban entretanto. La mortificación y la oración habrían de redoblarse en la intención mensual. Déle que déle y a María Santísima un piropiño.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Y se abrirían nuevas Residencias en otras ciudades.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—La ola expansiva del franquismo. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—¿Sería?</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Al mediodía regresaba desprevenido a la Residencia tras la guerra matutina. Combates con el público transportado en los abarrotados buses. Combates con el demonio encaramado en la mirada ardiente de la morena que se frotó todo el tiempo contra mí. Combates contra la dispersión de los sentidos a la que era tan propenso. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Conviene que guardéis la vista y no sólo para aquello que es pecaminoso, no sólo frente a lo que pueda arrebatarnos la gracia santificante, también mortificad la vista frente a lo santo y bueno y placentero.¿Que te gustan los automóviles y te pareció entrever el último modelo Ford? Pues no lo mires. Sacrifícate. No pongas tu libidinosa mirada en esas curvas, aunque sean las de un auto.¿O es que no sabes lo que hay detrás de sus líneas ondulantes? ¿ No sabes que allí hay también ocasión para ofender al Señor Dios Nuestro y cuando llegues a casa y estés frente al Tabernáculo con qué cara le vas a mirar? ¿Cómo te vas a acercar esta tarde a la oración mental si en la mañana has enlodado tus sentidos con esas líneas prolongadas, esas curvas, la turgencia de ése guardafango? Cierra los ojos. Como si y no mires hacía allá, eso es mercadería infame. Esas revistas con mujeres ligeras de ropas que exhiben en el quiosco de la esquina, pasa de largo y recita una jaculatoria. Dile a nuestra Madre Guapa lo mucho que la quieres y cuánto le ofenden los hombres, la humanidad pecadora, redimida ya, pero ignorante. Esto de la santidad es una lotería que se la ganan todos los que compran el billete y lo conservan para el día del sorteo. Allí todos los números perseverantes encontrarán la gloria. El día en que el Señor quiera que vayas en su compañía eterna. Habrá un momento supremo, sublime, el gran premio del gozo sempiterno de la visión de Dios. De ahí que has de cuidar la vista. No mirar más que aquello que atañe a tu profesión y con ojos profesionales, limpio de polvo y paja y lo que se refiere a tu vocación y a la vocación cristiana, a la que tienen todos los hombres creados por Dios a su imagen y semejanza. Y en su nombre bautizados. Sed como Cristos. Cristos de nuevo crucificados.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Pero ese es el título de una novela..</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Cristo de nuevo crucificado, todos los días que tu y yo faltamos a su amor y le ofendemos. Ya sé que no son las grandes ofensas con que a menudo la humanidad, los individuos que van como borregos despeñándose al más allá, le ofende y mucho. Por eso en todos los lugares del mundo y a todas horas Cristo vuelve a morir y estará muriendo sacramentalmente en la Santa Misa. Sacrificiales habremos de ser sus discípulos. Que somos sus discípulos.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Sed como Dios, dices, ¿pero eso no fue lo que le sucedió al bello ángel Lucifer? Quiso ser como Dios y Dios lo castigó, le castigó la soberbia con la flamígera dolencia eterna.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Seremos como Cristo. Como la segunda persona de la Santísima Trinidad. En ello no hay soberbia sino una gran generosidad. Precisamente por eso, por esa falta espantosa-cometida por Lucifer en predios de los mismísimos cielos, Dios Padre tuvo que disponer de su hijo, hacerlo humane y mandarlo a que muriera como uno más, injustamente acusado, vilmente torturado. Que fuera víctima de la traición, que el primero de los suyos lo negara por tres veces. Para lavar ese pecado horrendo.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—¿Pero no era acaso el pecado de Adán y Eva, ese suceso en el Paraíso Terrenal lo que Cristo venía a reparar?</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Hombre, te diré, vino a enseñar la mortificación, enseñar a los hombres a sudar sangre para que no fuesen y cayesen en los brazos de Lucifer.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—A la sazón entonces todos los habitantes del planeta-prácticamente estaban en manos de Lucifer?</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Prácticamente. ¿Cristo con su muerte hizo propaganda al cielo o a la muerte? O a la necesidad de que siempre haya en la humanidad cristos que han de dejar que la crucifixión y el lanzazo purifiquen no sólo su alma pecadora, sino la de muchos que están en el purgatorio.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Prácticamente, ¿cuándo se inició el purgatorio? ¿Antes o después de la venida de Cristo? ¿Cuán antiguo el purgatorio?</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Mira pichoncillo, es mejor que esperes a llegar a las materias teológicas con orden y concierto, sistemáticamente, así evitamos la puerilidad del diálogo. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—¿Y el Espíritu Santo, cuándo fue inaugurado?</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—¿ El Espíritu Santo?</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Sí, el Espíritu Santo. Se me antoja que el Espíritu Santo es el mismísimo General Franco.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Quita, deja, deja ya. La Trinidad según la fe católica no es susceptible de <i>boutades</i>. Al menos consulta. La ignorancia es atrevida.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El sol del mediodía había pasado por el eje que borra las sombras. Ya estaba a pocos pasos de la puerta cuando apareció en la esquina el automóvil de la Residencia manejado por Peroclaro. Descendieron varios pichones que aún no conocía. Pálidos, delgaduchos, nerviosos, fueron entrando uno a uno con sus maletas para lanzarse de bruces ante el Tabernáculo. Nuevos pichones procedentes de Europa. Sus modales, el color de la piel, el ritmo que tenían al caminar y especialmente el acento, el viejo acento del castellano propio de antioqueños adobado con un poco de castellano peninsular moderno, alguna palabra en catalán, alguna otra en gallego, algún giro vascuence y ante todo un latín italianizado y gestos vaticanos. El <i>pot-pourri</i>, además presentar el espejismo de su cercanía a la santidad, prestaba a sus personalidades una sensación de estar un poco por encima de todos los mortales. !Ah, denodados pichones que no habíamos transpuesto las fronteras jamás, encallecidos ya en nosotros los sistemas gestuales y lingüísticos de un localismo casi vergonzante. Por lo menos hilarante para los caballeros de Cristo que allende los mares habían librado las batallas necesarias para estar en un escalón de santidad más alto. Más cerca al Señor. Mientras yo contaba por meses, y aún por días mi veteranía en la Residencia, estos paliduchos y desmadejados pichones ya lo hacían por años y quizá por lustros. A ellos se les habrían de encomendar las tareas de gobierno interno, porque no se crea que no lo había. Y las habrían de encargar las tareas apostólicas más difíciles, las más arduas conversaciones, los cometidos financieros de más envergadura, las labores propagandísticas de mayor impacto tal como reza la jerga de los periodistas que ahora llaman comunicadores. Si en la infancia creía que tan periodista era el que escribía como el que vendía el periódico, tan comunicador podía parecer un experto pedante en <i>mass-media</i> como un aparato electrónico que se pone en la oreja y diciendo <i>aló, aló</i> se oirá una vocecilla que dirá lo mismo al otro lado, aló, aló.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Después de saludar al Señor Tabernaculado, después de tantos años de ausencia de su patria, fueron entrando al despacho del director. Vi pasar frente a mí aquellos personajes, como transparentes. Me miraron con ojos inquisitivos, como diciéndose, este chico será o no será. Y sin más y tras abrazos efusivos, palmoteo en la espalda, risas sofocadas, carcajadas sonoras, toses y todo aquello como un fragor súbito de aullidos o maullidos, se encerraron. Parecían varios radios sintonizados en distintas emisores y a diferente volumen. De súbito Peroclaro salió del despacho y vino hacia mí sonriente con un cigarrillo de aroma exótica.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Oye, el director quiere verte—. Temblé. Me llené de arrestos y se metí al despacho.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Allí estaban los tres paliduchos, ahora sonrientes y nerviosos. Su mirada ahora sí que era franca y abierta y lo mismo que sus brazos. Qué de estrecheces, qué de palmoteos. Fui presentado como una novedad, la última adquisición de la Residencia después de años de yermo. He aquí el fruto al ojo. Seguramente fruto también de las mortificaciones que desde la lejana Europa habían sufrido en propia carne los paliduchos pichones.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Pronto la Residencia se llenó aún más. Ya no daba abasto. Pronto terminaría el año académico y los bachilleres acudirían todas las tardes a los cursos de orientación profesional, enormísimas redes que se echarían en las aguas colegiales. La faena había empezado y los recién llegados, con esa aura que dan las tierras lejanas, rutilarían el amanecer de los pescadores en la última intentona del año. La expectativa del curso de orientación profesional pegó en muchos colegios. Por primera vez los bachilleres no estarían en manos de la voluntad de sus padres, sus tíos, o sus abuelos para escoger la carrera que habrían de seguir, si es que eran indecisos. Y si no lo eran, si ya tenían el designio en su cabeza, confirmarse en él, y, ¿por qué no?, sana aspiración, saber de lo que se irían a perder. El curso aglutinaría estudiantes de último año, sobre los cuales se tendrían que lanzar los pichones e inducirlos al amor a Cristo. Ardua tarea en verdad. Más lo sería hoy, menos lo era en aquella época de la ola expansiva del franquismo bienvisto todavía por la catolicidad entera. Las conferencias diarias sobre cada una de las opciones que ofrecían las universidades de entonces, culminarían en un <i>test</i> de aptitud profesional. La psicotecnia ya había hecho entrada en las universidades de inspiración norteamericana, pero en el ámbito de la educación hispánica era una novedad. O sea que tu respondes sobre cuestiones inocuas y luego, computando esos resultados, te darán un veredicto sobre cuestiones transcendentales. De lo inocuo a lo trascendente por la computación de lo irrelevante. No era cosa de ponerle peros a nada, sino de pedirle peras al olmo, y en que en estos casos donde la santidad personal y el destino cristiano de la humanidad están de por medio, los olmos dan peras. Y si logramos probarlo, los canonizan.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Los conferencistas en su mayor parte también eran pichones. De otros pichones, no de los nuestros, los del estado mayor de Cristo. No, eran de la oficialidad, los que sin abandonar su mujer y su bohío dedicaban su vida interior a la misma santidad, por los mismos caminos y parte de sus propios pecunios, porque la otra parte, tanto de lo uno como de lo otro, la debían a sus esposas y a sus hijos a quienes no dudaban en endoctrinar para que se pichonizaran algún día. Eran en rigor hermanos nuestros, pichones, pero eran señores mayores, algunos con cargos públicos y académicos. Y así fueron pasando una a una las carreras por la mesa de los conferenciantes. Despertar la hilaridad del auditorio parecía ser una de las mejores armas de convencimiento. Luego irían los bachilleres a visitar fábricas, clínicas, tribunales, talleres, embalses, construcciones o carreteras, para enterarse in-situ de lo que sería la práctica de la profesión. Y cada uno de los pichones, ya universitarios, guiaría al grupo según fuera su especialidad. Al pobre Paco Sostén, que tatos trabajos pasaba, le hicieron una broma macabra, como emanada del caletre del italiano y sus secuaces. A Paco Sostén como buen estudiante de medicina, aprovechado y brillante, le correspondió guiar al grupo de bachilleres que quisieron conocer lo que les depararía la atención hospitalaria, hasta el mismo anfiteatro en donde había unos principiantes tasajeando cadáveres, en el aprendizaje de la incisión, la punción y la amputación. Parece que la mañana se le alargó a Paco Sostén más de la cuenta y llegó acezando al comedor cuando ya nos disponíamos a los postres. La campanilla del director puso al servicio al corriente de que el demorado ya estaba en la mesa, cosa que casi nunca sucedía, y le trajeron rápidamente las viandas, a las que se dedicó con denuedo a fin de no atrasar más el condumio general. De un memento a otro Paco Sostén como que se quedó mirando al vacío. Se revolvió en el asiento, miró hacia el suelo y se metió la mano en el bolsillo exterior derecho del saco y extrajo algo que la concurrencia no alcanzó a ver. Se puso lívido. Los paliduchos eran rubicundos al lado de la faz aterrada del pobre Paco Sostén. Volvió a meter la mano en el bolsillo y dejando dentro lo que fuese, susurró alo al oído del director, este asintió con la cabeza y Paco Sostén salió del comedor apresuradamente. Luego se supo todo. Le habían metido entre el bolsillo un pene cercenado de algún muerto de aquellos que tasajeaban los primíparos. Nunca se supo si le dieron al trozo cristiana sepultura en el jardín junto a los gladiolos o si lo envolvieron lo tiraron a la basura como cualquier desecho. Nunca se supo. Paco Sostén no asistió aquél día a la tertulia.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El silencio menor, como el mayor, no consistía únicamente en el cuchicheo, la ausencia de sonidos o el hablarse por señas. No. Se habla de estos silencios como de instancias puramente ascéticas. No solamente el exterior ha de permanecer en un silencio que garantice la concentración a los demás. No. Se trata también de que los sentidos, la mente, el pensar del individuo, estén en silencio, haciendo lo que debe y estando donde se debe estar. La mente ha de apartar todo aquello que distraiga la finalidad salvífica.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">¿De qué valdría para el plan de santidad no pronunciar palabra si la mente se ha llenado de disturbadoras imágenes, si nuestros oídos prestan atención a sonidos lejanos, dislates de otros mundos paralelos al nuestro más no santos? ¿De qué valen los silencios si la memoria trabaja en recuerdos abigarrados o en lúbricas tentaciones?</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—¿Tentar viene de tacto?</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—No.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">De qué sirven los silencios si nuestro olfato se complace en hurgar en la memoria episodios pasados que a lo peor son paquetes ya cerrados en cuyo interior nos espera una bomba sorpresa y luego hay que ir a donde el confesor y explicarle cómo pisamos la cáscara del plátano. Y al director decirle de cómo no hemos sido fieles siempre y en todo memento a las enseñanzas de la institución, y algunas veces ni siquiera a los preceptos que rigen para todo cristiano aunque no está empeñado en un camino de santidad como el nuestro que es una vocación, una llamada divina, una iluminación del cielo. En nuestra noche de creyentes una estrella nos iluminó y creímos en esa senda y la seguimos, ¿vamos a dejar ahora nuestro camino para coger una trocha que nos lleve al precipicio, al despeñadero? Por eso los silencios, por eso la mente ha de trabajar silenciosa. Secreto amor a Dios que no hemos de ir pregonando por ahí ni haciendo de nosotros hombres cartel que anuncian que el individuo ha comprado la lotería salvífica. No. Desde nuestra vocación de cristianos llanos, corrientes y molientes.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Y dolientes...</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—….echaremos las redes para que otros vean el camino. No es fácil, no, esa tarea de santidad, nada viene hecho. Sólo el Señor Dios en su infinita bondad deparará a través de nuestro director los goces y placeres lícitos para el alma entregada.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">— ¿Entonces, frente a Dios, es nuestra entrega como la de los monjes de clausura?</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—No, aun mayor, porque estamos en medio del mundo y hemos de mortificar los sentidos continuamente. Los hijos de Dios no tienen paz. Su camino es de lucha, guerra santa contra los poderes luciferinos que han paganizado al mundo que han echado a perder la obra divina. Y si no somos unos pocos, el estado mayor de Cristo, los que en medio del mundo entregamos la satisfacción de los sentidos a la divina voluntad, no se llevará a cabo la acción salvífica que el Señor quiere.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><i>—</i> ¿Y cómo sabremos lo que el Señor quiere?</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—En la oración lo sabrás y sobre todo tu director te-lo</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">dirá. Pero si eres sincere. De lo contrario te pasará lo mismo que al enfermo que muere entre estertores de dolor porque no le dijo al médico de que mal sufría. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—¿Acaso no es eso lo que los médicos han de saber? </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Pero si le ocultas algún síntoma, frito estás. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Sí.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Hale, sed sinceros. Vale la pena</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">«Valapena» parecía decir el presbítero. Valapena la seriedad, valapena la tesitura... valapena… valapena.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Y es que el ser del presbítero difiere notablemente del ser de un pichón cualquiera. El presbítero además de ser profesional, haber estado en el mundo, haber castigado sus sentidos a sangre y fuego, a tumba abierta con el Demonio Señor de la Tiniebla, se ha adiestrado en la gestualidad litúrgica, en el uso del largo y ancho del faldón de la sotana y, sobre todo, haberse hecho ducho en el arte de la predicación. Habrán de ser como el sol y el fénix que no tienen semejante.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—!Predicadores de antaño, Terrones del Caño</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Terrores de hogaño.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><i>El demonio del mediodía.</i> ¿El de Paul Bourget será el mismo demonio que se amplía en oleadas hasta la hora de la merienda?</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Ese es el de un libro, el demonio de un novelista y nada más. Déjate, pichonzuelo, déjate de bromas. Lee más bien lo de Maritain y déjate de novelas.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Va la tarde tardona tarde, va de pausas. Va de retro.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Pasto de los Dioses. Yo soy la Vid y vosotros los Sarmientos. Y yo el Camino. Y yo la Verdad. Y yo la Vida.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Todos presentes se inició la siguiente discusión. Habla Pasto de los Dioses:</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Sin estrado ni tableta que no hacen falta, ya que seremos deglutidos por la divinidad en cualquier memento. La divinidad no solamente nos deglutirá sino que ya nos ha deglutido y defecado. Nosotros nos hemos reacondicionado con trabajos y penurias sin fin, a cielo abierto, sin consideraciones, hollados cuantas veces fue necesario, masacrados siempre por las alimañas que nos atacaban en bandadas. Fuimos nuevamente pasto y los Dioses pronto nos deglutirán. Nuestras vidas no tienen principio ni fin, siempre nos estamos produciendo, ya en el estómago de la bestia, ya en los cuatro cursos de los bovinos, ya en el bolo redistribuido y defecado cuando abonamos los campos y nos sometemos de nuevo al discurso de la historia que no nos hace más felices ni menos felices, sino más sabrosos o menos sabrosos.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Habiendo dicho esto Pasto de los Dioses, se levantó la Vid y los Sarmientos se quedaron se sentados, a lo que la Vid respondió volviéndose a sentar. Fue entonces cuando los Sarmientos se pusieron de nuevo en pie. Pasando un rato en ese levanta–sienta y no obstante la protesta general, no dejaron de hacerlo hasta que todos juntos, sentándose y poniéndose de pie entonaron una canción al vino cuyo texto omitimos por encontrarla del todo obscena.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Replicada la moción cantaron lo de meter el dedo por el culo, dedo del pie, se entiende. Terminada la canción habló el Camino y dejó pozo. La Verdad había sufrido un vértigo momentos antes y la sacaron en camilla; a las impostoras que intentaron suplantarla no se les dejó entrar en el salón.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Y así hablo la Vida:</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Me han llamado a declarar. Y no declaro antes que lo haga el Alma, porque es ella el presupuesto de la existencia. Tan incontenibles fueron los aplausos que cuando legó el Alma al estrado –y se demoró lo suyo– aún resonaban los últimos peniques de la claque.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Lo que me sacó del adormilamiento no fue el discurso del Alma sino el sonido del gong. Había llegado la hora de la merienda. Abrí los ojos. Los volví a cerrar, pero el discurso del Alma se había volado ventana afuera. Abajo en el comedor, el café humeante y los panecillos guarnecidos de mantequilla y merme-lada, harían las delicias de los residentes. Ya la algarabía apuntaba los primeros acordes cuando, aún somnoliento, bajé las escaleras.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La merienda no tenía carácter obligatorio para los pichones. Era una pausa que marcaba la finalización del silencio menor de la tarde, cuando nos habríamos de santificar, aún más, en el trabajo y en la oración. Pausa que para muchos, especialmente después de la llegada de los antioqueños, marcaba el momento de lanzar las redes. La hora en que volvíamos de la universidad o del bachillerato pichones, residentes y aspirantes. Momento opaco, pero que en su época fue el que más deseaba</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—¿Entonces, la Vida no habló aquella tarde?</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—No, la Vida no, sólo el Alma.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—¿Y qué dijo el Alma?</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—No es fácil describir la confusión que entorna al todo doctrinal con la presencia de las funciones de un alma tripartita aristotélico tomista con un alma unitaria, incorporal, universal.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Incorpórea.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—También.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">No vale la pena describir los entornos somnolientos cuando yo recibía en el cerebro, vía los cinco sentidos...</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Son seis.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—¿Seis?</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—¿No has oído hablar del sexto sentido?</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—A algunas mujeres tienen un sexto sentido para predecir las desgracias. Lejanas y cercanas.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Cada uno tiene un sexto sentido a su manera y déjate de tonterías.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—¿Y no será el alma?</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Es posible, pero lo más seguro es que sea el instinto de conservación en ciertas condiciones de presión y temperatura.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Y si el instinto de conservación que tu presentas tan particular, ¿fuese el alma, el alma espiritual que Dios infunde en cada uno en el memento...?</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—En el momento en que tu quieras. No has oído decir, no tiene alma o no me llega al alma. Pues eso no te sirve para tu conservación. Te es dañino, ¿no crees, huele mal?</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—¿Tan así de material es el espíritu?</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Y mucho más.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—No sabéis del alma casi nada amigos, no sabéis, vendréis otro día ¿verdad? Vendréis durante el sueño y os enseñaré varios grabados que conservo para deleite de los pichones como vosotros. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Y se despidió.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">— ¿Sería el demonio?</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">— ¿Sería?</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">En efecto, después de aquellos los retiros en que la predicación del infierno, la dolorosa visión del pecado irreversible y eterno fue presentada con un hálito de esperanza y, más que mostrar a los ejercitantes los dolores y padecimientos del alma en pena, el-presbítero nos llevó de la mano al Monte de los Olivos y por el Camino de la Cruz al Calvario y fueron los padecimientos de Cristo, desde el Sanedrín hasta el lanzazo en el Costado los que prorrumpieron en mi mundo emocional. Y acompañar a nuestra Madre Guapa al dolor del descendimiento y con ella ir hasta el sepulcro. En ese interregno que va desde la sepultura al tercer día de la resurrección, aparece el misterio, la razón por la cual no habría que averiguar, y menos científicamente explicar, la Redención del Género Humano.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La merienda marcó el principio de la etapa vocacional. Salía de sus clases del bachillerato y en vez de bajarme del bus en la esquina donde siempre lo hacía para ir a mi casa, prolongaba el trayecto y luego, atacado de unción sacramental, iba a estudiar un rato en la sala de estudio y rezar al oratorio, aprender a rezar a la manera de la Residencia, lejana formulación a la de mi abuela que no dejaba de entonar novenas a San Antonio o Santa Rita de Casia. En el oratorio de la Residencia se hablaba con Dios de tú a tú. Dios Amigo, Padre Bueno, Cristo Nuestro Hermano. El Espíritu Santo aún no tenía los vuelos que hoy tiene, pero ya revoloteaba. Un ratico de charla con el Señor Dios de Todos los Hombres, un decirle cuánto se le ama, un piropillo a nuestra Madre Guapa, la lectura de un párrafo pío. Y ya santificado el espíritu y llegada la hora de la merienda, ir a la cafetería de la esquina, entre algarabía colegial e improvisar un condumio, lo que mi abuela llamaba «cochinadas de las tiendas». Hasta que un día me invitaron a merendar a la Residencia.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">A esa hora en que el sol va haciendo rojiza su proyección, después del entresueño o del febril trabajar, venía la taza de café humeante, los panecillos dispuestos con amor de Dios, las nuevas superficies de mortificación de los sentidos –el del gusto o el de la vista, el olfato, el tacto, el oído, todos, en la mantelada llanura ataviada de platos y platillos, vasos, tazas, cuberterías variadas; como que se recomponía un mundo a esa hora ya desierto de señales cuando se ha caído ya en el automatismo consecuencia del silencio menor prolongado. A manteles, durante la merienda, los pichones volvíamos a templar sus cuerdas vocales con sonoras carcajadas, rotundas afirmaciones, gracejos ocasionales. Tintineo. Una cierta liberalidad acompañaba al rito. Podían no entrar todos al mismo tiempo. El director entraba de primero y salía de primero. El poeta Carganuto muchas veces se tomaba el comedor durante varias tazas de café mientras su pianola verbal repetía toda suerte de ocurrencias, evidentemente imaginarias y a la larga inútiles pero que llenaban de regocijo a quienes le oían, ingenieros, matemáticos y biólogos, viendo la literatura en el rodar de la palabra sin objeto, a la topa tolondra, de zoco en colondro y así se iban yendo las tardes. Y después cuando crecí como pichón y fui echando las raíces de la vocación divina, de la ascética admirable, el ir progresando en los misterios del gozo y del doler en un mismo cuerpo. Cuerpo gozoso en comunión con Dios y doloroso cuando el alma se lo pedía. Cuando la intención mensual apretaba para que cediera la viuda, cuando se echaban las redes y se sacaban vacías, cuando muchos cristianos se declaraban enemigos de la Residencia. Domeñarlo. Entonces ya, muchas veces, merendaba a solas al filo del cierre del comedor. La merienda no ofrecía mayor posibilidad de mortificación de los sentidos, ni al pichón dialéctico, ni al pichón apostólico empeñado en su apacentarnos, ni al Petiso ocupado en poner enormes capas de mermelada sobre el pan untado previamente de mantequilla. El Petiso miraba con impaciencia a los otros pichones, hasta que explotaba: ¿Vos no queréis la mantequilla? Y dale a untar otra tajada para hacer luego un volcán de almíbar al succionar el montículo. No, ellos no se mortificaban. Pero el pichón iniciático, el primer pichón, el último pichón, sí se mortificaba. El sí dejaba la mantequilla y sólo ponía una leve capa de mermelada en un trocito de pan. Y luego se tomaba el café sorbo a sorbo mientras miraba con atención el transcurrir, búsqueda permanente del resquicio por donde meterse y decirse: soy el mejor, soy el más santo.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">- !Oh soberbia de soberbias. Oh rebelión!.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">O tomarse simplemente una taza de café negro. Y continuar el silencio menor. Muchas veces me aplicaba de tal manera que sólo una gran llanura poblada de aves se asemejaría al espíritu con los sentidos en bandada, reconociendo, palmo a palmo, el alma que su cuerpo habita.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Retornaba a la sala de estudio y me enfrascaba de nuevo en la lección que había de presentar como examen, si es que no habían llegado el italiano y sus secuaces y habían secuestrado al tratadista. Aún quedaba la oración de la tarde para ir a donde el Señor Tabernaculado y decirle cuánto le amaba y cuánto deseaba ser el mejor. Y prometerle que guardaría la vista. Y hablarle de la mortificación y de la urgencia de ver más luz y ver más claro.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La ascética pesaba y se hacía difícil. Al llegar la noche ha de romperse el mundo de sensaciones de la Residencia que es como nave cerrada deslizándose en la oscuridad rodeada del fulgor urbano. En un bus repleto llegaría a comer a mi casa, la de mis abuelos, donde seguramente continuaría en cierto silencio menor con el consiguiente pasmo de mis familiares ante tan inexplicable cambio de actitud. Rodeado de un aura de santidad, seguramente preparaba lo que ya sería el gesto típico cuando el escultor y el pintor reprodujeran mi efigie para lanzarla a toda la cristiandad. Señor Dios de los Ejércitos, que vea claro.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">En efecto, ver claro fue el acicate durante mucho tiempo, antes de la legada de los antioqueños. Un activismo superfluo me embargó de golpe. Ir a la universidad ya no era todo. Había que ir a trabajo y moverse déle que déle sin parar hasta la hora en que el cuerpo cayera horizontal después de haberse puesto de rodillas y con los brazos en cruz y haberle vuelto a pedir al Señor de los ejércitos ¡que vea claro!. La petición de claridad no pelechó. El activismo que me acometió de pronto apareció como una claridad. Dejé poco a poco la lectura a pesar de que llevaba libros a todas partes. Señor que vea claro. ¿Por qué no vi claro?</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Si la claridad fuese esa continua y permanente presencia de Dios, hemos de decir que ese lago perfumado, de aguas leves, de ligeras miradas, de roces, ese recinto femenino que era la universidad, tenía que ser tratado de tal manera que la presencia de Dios sólo se entendiese como ese dejarse llevar de la siempre propia presencia de inocente. Era Jesús entre los doctores de la ley, perdido a los cinco años de los brazos amorosos de sus padres. La pérdida y hallazgo. Pasaba las horas sin que nada turbase el discurrir entre las estudiantes.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El primer año se deslizó en la escuela de periodismo entre las luces de bengala que parecían los discursos del profesor de retórica rural. Y los triquitraques de Moro Lechugínez explicando el éxito literario, el colonialismo, el <i>apartheid</i>, los homosexuales o el fasto de las cortes europeas antes de la revolución francesa. Cada día un tema. A Paco Granabella había que oírle con atención especial por el bajo tono de su voz y las largas pausas. Se oía el vuelo de los moscos y el estruendo del papel cuando desplegaba los periódicos que servían de ilustración a su discurso. Melanio Turmateja, el profesor de redacción, se hacía el gracioso y se metía con la vida privada de las alumnas. Tenía el teléfono de todas, una lista con sus <i>hobbies</i> y sus lecturas preferidas. Durante cuarenta años repitió exactamente el mismo curso a miles de alumnos. Pasaron las generaciones y los tiempos cambiaran las cosas, pero Turmateja continuó repitiendo, sin variaciones, el mismo curso. No ponía trabajos, pero preguntaba en los exámenes el significado de vocablos en desuso o de localismo lejanos Con tal treta, las calificaciones solían ser muy bajas y un poco desdeñable el curso de redacción puesto que se trataba de memorizar unos principios teóricos del hacer del periodista, y estar ducho en significados . De redactar, nada.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El profesor de psicología de la publicidad era lector de sabios psicoanalistas. Al llegar dejaba el sombrero de ala ancha, antigualla desgastada, encima del podio, aunque la superficie estuviese llena del polvillo blanco que dejó la tiza de los catedráticos anteriores. Al terminar la clase, luego de sacudir el sombrero, con tono divertido se despedía de los alumnos que habíamos reído un poco con alguna frase hecha, un epigrama o un chascarillo. Una extraña sabiduría parecía envolver al profesor de Psicología de la Publicidad. Sonreía al hablar y parecía burlarse de los consumidores de publicidad, mostrándola como la moderna y organizada picaresca para meter gato por liebre. En principio, su tono causaba desconcierto. Nunca llevaba la lista, nunca ponía trabajos, nunca preguntaba nada. Entraba quitándose el sombrero en el umbral, usaba la tiza con discreción; en el tablero solía trazar una línea en cuyo último punto dejaba apoyado el extremo de la tiza mientras, en difícil torsión de cintura, miraba al auditorio, explicando el valor subliminal de la línea recta. Explicaba la función de la retina en la mirada y hacer una fenomenología del parpadeo, casuística de lo subyacente en el movimiento automotriz en relación con las vallas publicitarias den las carreteras. Nunca llevaba libros ni apuntes, sólo su sonrisa que parecía como si su caja de dientes fuera un número más grande. Recogía su sombrero, le pasaba la manga por las alas y los bordes, pronunciaba una fórmula ingeniosa cada vez y se despedía. Sonrisa lacerante.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Nómina profesoral del primer año que no se repitió en el segundo, con algunas excepciones. El jesuita Alcornoque reemplazó al anterior decano de la facultad. Se llevaron al Cabezón Pérez que era el director de la escuela y trajeron a Josefina Gaitalapera, despampanante cubana recién exilada cuyos descotes me impresionaron, pero no tanto como a la multitud femenina que me rodeaba. Pero el escándalo se produjo el segundo día cuando, sin sentarse en la silla, puso los codos sobre el la mesa y en cinemascope me mostró a mí y al salón entero, un par de abundosos pechos. Trastabillé de pronto en el roussoniano periplo. En la mirada brillante que lanzó desde el podio creí ver una invitación. Después de las clases fui a la oficina de la directora y allí la encontré hablando por teléfono. Prorrumpía en lágrimas cuando entré. Tuve que apurarme en salir, pues de súbito se abrió una ventana y presencié la escena que se iría a desarrollar allí. Avanzaría hacia ella y sacando el pañuelo del bolsillo se lo extendería. Tomaría mi mano y me atraería hacia ella para que yo mismo le enjuagara las lágrimas una a una, le compusiera el rostro, la hiciera sonreír, la atrajera hacia mí y sintiera sus pechos abundosos contra mi vientre y bajara la cara y la besara lentamente, le lamiera en las mejillas las últimas salinidades que brotaron de sus ojos y luego rodaríamos por el sillón lentamente hasta que las caderas de ella tocaran el suelo y ella preguntará si he puesto el seguro de la puerta, y de mis labios saldría un sí, jadeante, y como si se acelerara la película iría desabotonándole la blusa mientras ella abriría la bragueta, convertidos ambos ya en una máquina que resopla y se mueve buscando acomodo, y desde luego lejos de otros recintos donde se oiría como si estuvieran serruchando. Y así todos los días debajo de la mesa del escritorio hasta que un día se nos olvidara echar el seguro a la puerta o llegara el decano con la llave maestra.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Desistí de aproximarme con mi pañuelo. La directora abrió su cartera y sacó un pañuelo con el que discretamente secó sus ojos y luego balbuceó una historia triste de la separación de los seres queridos. Entretanto miraba por la ventana el atardecer extinguiéndose y me acordé de la merienda. Pedí disculpas a la directora por la prisa y corrí a la Residencia. Estaba ya cerrado el comedor. Señor que vea claro, volví a pedir en la oración. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Escribir una novela podría parece más a un trabajo arqueológico que a la construcción de un puente. En el segundo año ya quería ver los lindes de lo que iría a ser la brillante tesis de grado. La novela como género sería el tema. Tesis que no se escribió, grado que se malogró.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Había un transcurso horario alargado o encogido <i>ad libitum</i> del tiempo cuando pasaba las mañanas en el ajetreo de la revista y las tardes en la escuela de periodismo. Largas tardes que se desmadejaban en el monólogo entre princesas o lentos paseos por el campo deportivo escuchando a una de ellas, queja y culpa, por lo sola que se encontraba; y todo ello porque los profesores empezaron a no asistir o a llegar tarde. Como los periodistas no tienen horario, el profesor de redacción no asistía porque, por ejemplo, estalló una guerra en el Congo. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El profesor de cine llegaba a hablar sin llamar a lista. Su primera palabra siempre era el apellido de un director cinematográfico, para entonces probablemente desconocido para aquél auditorio.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Pabst.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Y luego la trayectoria del genio ya fallecido, que nos permitía a los viles mortales, espectadores intachables pero tachables críticos, enterarnos de un mundo subterráneo. Con fiereza demostrativa nos enseñó la coyuntura en que el cine de hoy tomó del mudo los silencios. Los albores y la poca asistencia del profesor, hicieron de esta materia una sombra vaga.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">No así el nuevo profesor de redacción periodística, el profesor Collares de Collantes, jovencillo recién engordado a quien le venían estrechos todos su trajes. Nos ponía en la tarea de inventar entrevista . Sí señoritas, tráiganme una entrevista imaginaria con algún famoso, claro está. Fui a una antología del humor donde encontré precisamente una entrevista imaginaria con el doctor Marañón y la fusilé. El profesor me puso cinco y me felicitó. Marilín Corbera, fisgoneando encontró el origen del escrito y con mohines cuchicheos pícaros me lo hizo saber. Pero nunca lo divulgó. Era cierto, lo había fusilado. Pero eras la síntesis de un muermo largo e ilegible que se tornó pimpante crónica de tres cuartillas, el mismo pero con menos palabras. Ese era el aprendiz, pensaba.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Ganaba adeptas y perdía enemigas. La revista me daba cada vez mayor aureola entre tantos y tantos y tan femeninos trémolos. Segundo año, también de deliquios y ahora los senos en cinemascope, abundosos.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El tercer año y último de la escuela de periodismo, se vio pergeñado como catástrofe lectiva. Predominaba la revista con el ajetreo diario y semanal, quincenal y mensual, ciclos del rodar de esa noria, lo que habría que santificar, lo que habría de cubrir de amor al Señor, a Nuestro Padre, nuestro y sabio. A Dios Hijo, nuestro Hermano, y al Dios del Espíritu y la esperanza. La santificación del trabajo. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Déle que déle a santificar el déle-que-déle en la redacción. Déle y sin parar, día a día, las pruebas y las galeradas, y déle a la corrección de pruebas y déle a mirar si el linotipista las corrige. Y el jefe de talleres, cuantos cafés y déle a oír la historia de siempre, la esposa a la que aman y la amante a la que no dejan, ni están seguros de tener, y su variante donde la esposa queda obsoleta y la amante campea. Si señor, déle a la revista y que el tontarrón Madrílico del Bolo pergeñara algún dibujo, una figura humana, ojalá con rostro y algún cuadrúpedo con los pies en su lugar. El padecer de un toro a las cinco de la tarde nos pareció a todos un tema excesivo, así que prefirió dejarlo y pintar unos tejados. Hispánico y torero, continuamente había que detener su impulso de mandar todo al «cuerno-carajo» incluyendo al mismo Régimen del Generalísimo. Al Generalísimo no lo mandaba a ninguna parte porque, aunque no fue el generalísimo en persona, sí el efecto sociológico-expansivo del franquismo quien lo puso en América a meter el gato de su inhabilidad por la liebre de la lenguabilidad.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Pasaba las mañanas en la actividad frenética en la revista y las tardes orquestadas de deliquios, hasta que me dejé de escuelas y autoerigido en periodista di también a pasar las tardes en la revista, siendo entonces quien por aquella Oficina de Redacción miraba mañana y tarde. La Redacción y el Amor al Señor y pedir siempre el ver claro, alejaron el claustro universitario. La revista me embargaba.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Las pezuñas del Demonio, ¿cuándo aparecieron? Fue entonces. Cuando pensaba que lo difícil no era escribir una novela sino vivir para ello, fue entonces cuando aparecieron las Pezuñas del Demonio. Un día cualquiera, una tarde de esas ajetreadas, cuando hay que salir de la oficina, ir a la imprenta, volver y corregir y dar el visto bueno a galeradas, volver a salir y volver a entrar, dar instrucciones, volver a salir para la imprenta y volver a la redacción al caer la tarde disponerse a ir a la Residencia, ya sin tiempo para la merienda y el apenas justo para la media hora de oración antes de la cena…</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Aires de regocijo y celebración. De las oficinas de Publicidad brotaban alegres voces femeninas. Risas. Abrí la puerta. Pieles, maquillajes, peinados, tinturas, horas miles de máquina de coser, perfumes. Honduras sensoriales, vuelco del agua mansa, la que depara el seguir la línea salvífica, la vocación divina. Sin tapujos. Sin dilaciones, sin miramientos. Leído y repetido, mucho de todo o de nada. Como el cine, como el sueño.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Una vez admitido en la institución el vivir con los padres no tenía sentido. El paso que había que dar a continuación era el irse a vivir a la Residencia. Dejar atrás mi familia y entrar en el reino de la fraternidad bajo la mirada permanente y dulcificadora de nuestra Madre Guapa. Ella, invisible pero representada en cada recinto, era lo más cercano a nuestras hermanas que nos hacen la cama, nos lavan la ropa, nos preparan la comida, arreglan y asean la casa, ponen las flores y quitan el polvo hasta los más recónditos lugares. Todo con amor a Dios, el mismo amor que hacía a nosotros levantarnos como cauchos a la llamada del Director todas las mañanas y transcurrir el día de trabajo, de oración, de apostolado, hasta la hora cenital de la cena, condumio final, anuncio del cierre de nuestra diaria hoja de ruta. El mismo amor con distinto sexo, separados los sentidos, los cuerpos invisibles, más no su espíritu manifiesto, el silencio de las flores o en el brillo de las superficies. Invisibles hermanas. Algo les tocará en el reparto universal de los piropos que le echaban los pichones a las imágenes marianas. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Nuestras invisibles hermanas tenían, a su vez, paralelas residencias, y justamente entre las mujeres de mi curso había una de ellas, entregada a Dios igual que yo, en una residencia femenina con el mismo régimen de vida. Oraba y se mortificaba. Se lo dije al director.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Nada, no tienes que hacer nada. Igual que cualquiera de tus compañeras.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">¡Qué, qué difíciles las miradas! Indescifrable la fruición del verla. Así estuve todo el tiempo, sin hablar con ella jamás fuera del recinto universitario. Algunas veces salía después que ella y veía miraba caminar avenida adelante hasta perderse en el tráfago humano. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Había que apretar el paso al salir de la universidad para llegar a tiempo a la merienda. No merendar en casa podría ser molesto para los pichones y para el corpus familiar. La esencia de lo común era la noción de familia. Oficiantes mayores: el director y el presbítero. Un subdirector siempre había y el secretario, los demás rasos, rasos pichones. Muchas veces se vieron pichones ya mayores y encanecidos, de los primeros–primeros, bajo un joven director recién romanizado, instruido en la conducción de la bandada de pichones que aprendemos a volar al cielo de la salvación con las mismas alas, los mismos aleteos y la proa hacia el mismo norte.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La divergencia entre cristianos era por entonces «el mal del siglo» Protestantes, maronitas, presbiterianos y muchos más eran sectas réprobas y se prohibía mirarles. Y entre los católicos la brecha del progresismo marcaba la época. El católico como político venia a reemplazar al político católico. Los términos de la justicia social quitaban el sueño a muchos, que en nuestro concepto más les valiera que se lo quitara la cuestión del Amor a Dios. He ahí a los teólogos y a los filósofos, he ahí un sanedrín de bolsillo y dale a ver si aquel que no entra por el aro tendrá que pasar por uno especial que le fabricamos. Etiquetado, como maniatado y amordazado, sólo guturaciones serán sus protestas. La canden te infiltración de filosofías extrañas a lo aristotélico-tomista invadían nuestros predios apostólicos. Murallas, murallones graníticos, pétreas concepciones del mundo que sólo a porrazos habría que destruir. En la Residencia no había porrazos. No. Era el amor al Señor, la presencia de Dios y el ofrecimiento permanente del trabajo, déle que déle al piropo y la camándula y abre y cierra el Señor su faz en el tabernáculo todas las mañanas en la comunión. Y también el Señor paseándose por las superficies que las viandas ofrecen. El ojo que se percata, el olfato que se refocila, hasta que se acelera la respiración y casi caigo en catalepsia ante las viandas dispuesta y adornadas que se nos ofrecen para el alivio de nuestras fatigas diarias, compensación y nueva carga de mortificación, de tal manera que alimente y que el gusto sea divino, y si es humano será apostólico y si es santo será proselitista.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Venían fuente tras fuente, unas tras otras, mostrando su faz lustrosa, sus intrincados relieves, máximas y mínimas profundidades, distancias de principio a fin, piezas inexistentes en la bandeja, pichones por pasar, matemática de la mortificación de los sentidos absorbiendo las emanaciones del soufflé, partiendo, cortando, troceando, ofreciéndoselo al Señor y dándole gracias al masticar y al deglutir. Gracias Señor, gracias por estos alimentos que de tus manos estamos tomado.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Días enteros dedicado a dar forma a una revista de actualidad cultural que se publicaba cada dos meses. Católica. Romana. Y apostólica.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">¿De qué sirve ser apóstol con el compañero de oficina? Decirle, por ejemplo, a Madrílico del Bolo que Dios existe era inútil. Tenía entre ceja y ceja su experiencia de la milicia en África y su paso por el Frente de Juventudes. Al lado de Blas.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Junto a Blas todo el tiempo. El que está a la derecha de Blas, ése soy yo.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Yo no sabía entonces quién era ese Blas tan notable. Sólo le asociaba con un retrato del José Antonio de la Falange.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Vivía Madrílico con afán de afanes. Si la Redacción hubiese sido la de un diario no hubiese tenido siempre tanta prisa. Se quejaba y odiaba en términos generales. Un espectro de la guerra. Dibujaba Y se quejaba. Taco tras taco. Odiaba y se sentía su fragor subterráneo. En acto de apostolado de urgencia quise morigerar el clamor victorioso del falangista desengañado y franquista secreto y obvio, poner orden al tiralíneas de aquél desaforado que se quedó sin yugo.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">En la facultad de periodismo, el mismo año del cinemascope de Pepa Gaitalapera tuvimos al profesor Carqueja, que se pintaba las uñas de rosado pálido y la voz le salía de un terminal de manguera vieja que tenía en el lugar de la boca. Los ojos enjaulados en dioptrías tenían fondo de festiva picardía. Y no tenía horario y las clases le daban lustre y un bledo. Autor del texto, no era más que comprarlo y recitarlo al final del curso ante su complaciente beneplácito.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Languidecía en la escuela para periodistas. Los encantos previsibles y controlables de las veinticinco jovencitas, algunas no tanto, pasaron por mi espíritu. Durante dos años había sido escudriñado por las veinticinco jovencitas, convirtiéndome en manzana de piedra para casi la mayoría. Algunas se salvaron de mi aparente desdén e indiferencia, y pasaron a ser parte de un circuito sensorial fatalmente prohibido en la institución. La amistad con personas del otro sexo es contraproducente. Negativa. El tiempo del apostolado, perdido en el trato con personas que no podemos llevar a Cristo por el camino del proselitismo hacía la santidad. Sólo lo imprescindible el trato. Pero llegué tener un imprescindible tan amplio en él que cabía la amistad y el gusto por ellas. Unas por su voz, otras por el rostro, alguna por su total desarmonía con la tesitura y hablar tan gracioso que se me volaba el cuerpo al cielo. Se quedaba el alma en posesión de los cinco sentidos, como en los sueños, y pasaba las tardes, ya con unas, ya con otras. La que sufría por estar lejos de los suyos me abordaba con frecuencia y yo la escuchaba y la acompañaba cuadras, muchas cuadras, hasta la puerta de su casa. Pecaminoso. Allí se está colando el demonio, ya verás la próxima vez será distinto, entrarás en su casa. Te hará seguir a una salita, se sentará junto a ti, te echará los brazos al cuello y te besará. Y ya está ahí el demonio. Qué vale esa chiquilla al lado del camino de santidad que has escogido libremente. Te quieren coger. Luego se levantará la falda para que le mires las piernas y que el demonio atice las calderas. Y te olvidarás de todo, de nuestra Madre Guapa, de tu compromiso de santidad, de tus hermanas que mortifican la carne. Y te invadirá la noche de los tiempos y serás la fiera primitiva, sin Dios y sin valentía. Es posible que en ese momento aparezca alguien y tendréis que dejarlo todo y guardar compostura. Pero volverán las ocasiones al salir de clase. Ten cuidado. En guardia.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">No obstante el carácter deportivo con que había tomado a mis compañeras, mis máquinas chirreaban y echaba sobre mí mismo culpas para el confesionario.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La trombosis casi había fulminado al abuelo. Parecía hecho de hierro y piedra, y no murió, ni quedó paralizado pero sus facultades fueron dejándole poco a poco. No perdió la vista, pero sí el interés por mirar; oía perfectamente, pero no escuchaba cuando se le hablaba; caminaba muy despacio y no hablaba una sola palabra. Sus ojillos, aún vivaces, hablaban el lenguaje primario de las necesidades inmediatas o con un gesto de la mano indicaba lo más perentorio. Su bufete de abogado se cerró. Los muebles que fueron durante muchos años de las oficinas recoletas en un edificio antiguo, una especie de confesionario de tantas viudas litigando por la herencia de sus maridos o aquellos desvalidos que buscaban su consejo ante la afluencia de las aguas del vecino sobre sus cosechas. O los que por lindes iban y venían; todos paisanos de su ya lejana tierra. Cercano a los setenta años mi abuelo cansado de trajinar diariamente los juzgados, entró en sociedad con un abogado más joven que lo engaño y se alzó con clientes y honorarios. Vencido por el cansancio y más que todo por la quiebra, estaba ya lejano el día de su conversión, cuando creyó haber visto una aparición celestial que le redimía de tantos descalabros, volvió al agnosticismo dejó la asiduidad sacramental y volvió a ser un católico más que se esforzaba por salir a la Misa como una actividad del día. Los muebles de la oficina fueron puestos en un deposito con los libros y las estanterías. Mi abuela aseguraba que no había desinfectante en el mundo en cantidad suficiente ni tan poderoso para desinfectar aquellos muebles. Cuántas gentes se habrían sentado allí durante todos esos años. Parecía que viera los microbios corretear por las vetas del cuero envejecido; cuántas lágrimas habrían quedado allí con los gérmenes de la conjuntivitis, cuantos sentaderos traspasados por enfermedades secretas habrían depositado allí en el fondo de aquellos sillones verdes su mefítico germen. Manes que no se lavaban con la suficiente intensidad había acariciado las superficies de los brazos de los sillones, cuantos aires saldrían de los traseros y se hincaron en el cuero dejando para siempre allí el elemento destructor de la higiene y la asepsia.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Los muebles de la oficina del abuelo estaban amontonados en un pequeño cuarto; los sillones enseñando su vientre de arpillera erizado de cinchas de , y el largo y abombado gran sofá. La biblioteca de vidrios estaba arrinconada de espaldas, y junto a ella, amarrados con cabuyas, los libros, los tratadistas, los códigos, las historias, los ejemplares del diario oficial; los legajos, apilados, hablaban de una vida profesional empolvándose en el olvido de un desván. Y el escritorio, como era tan grande y no cabía en ningún lugar se lo dieron a guardar a los padres escolapios, educadores de mi juventud, y nunca nadie después volvió por ella. Era un enorme escritorio de caoba con dos filas de cajones, de esquinas redondeadas y un peso considerable. Finalmente la guerra microbiana de mi abuela pudo más y desaparecieron los muebles. Y los libros también. Como si quisieran borrarlo todo y que el nieto empezara de nuevo. No sería ya más el nieto de su abuelo el abogado, sino un bachiller que emprendería de nuevo el camino que ochenta años atrás emprendiera mi abuelo desde su pueblo natal en busca del bachillerato y de la universidad dejando atrás padres y hermanos. Camino que lo llevó al ejercicio de abogado y de ahí a la política y la diplomacia, para volver al final de sus años, después de la quiebra, a su antiguo bufete.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La familia vivía diluida en la tragedia. Cuando fui invitado a las charlas piadosas, cuando por fin me abrieron las puertas del comedor para que acompañara a la pichonada general en el condumio de la tarde, se trocó la tragedia diaria en la gozosa visión de Dios. No había que esperar a la otra vida, como decía mi abuelo, no había que esperar la muerte y la indulgencia divina después de una vida de oscuridades. Ahora todo sería la claridad de quien encuentra el camino de la otra vida en esta. Una precocidad que espantaba a mis familiares. Ellos que nunca habían faltado a sus deberes con la Iglesia. Nunca dejaron la misa dominical ni la comunión cada mes. Hacían de la Cuaresma tiempo de penitencia, invocaban al Señor y a los santos con jaculatorias, no faltaba tampoco la limosna parroquial. Eran devotos unos de San Juan Bosco o de San Francisco de Asís, otros de San Antonio de Padua o del Divino Rostro o de la Virgen de Chiquinquirá. Tantos, tantísimos años ocupando los primeros lugares en las ceremonias religiosas, sin embargo ninguno de ellos tenía el chorro de gracia santificante que me embargaba . Los san tos y sus vidas y figuras estaban lejanos en la memoria. Era la mía una santidad de hoy, de cada día. Los que están ya en las hornacinas que allí se queden, porque los santos de hoy van por la calle y visten con buen gusto, sin elegancias extravagantes. Hablan de los problemas del mundo con los pies en la tierra y no entornan los ojos ni miran al suelo cuando son venerados. Si llevan llagas por la mortificación del cuerpo, las llevan ocultas y no repintadas de carmines sospechosos de sensacionalismo imaginero. La religión que succionábamos era la modernidad misma, la buena nueva divina que salió de España un día y con tantos esfuerzos, había llegado al corazón de Roma. Santidad itinerante, santidad hoy y ahora, santificarse ahora, ahora que estás vivo. Iglesia triunfante contra los emisarios de la muerte. La Iglesia salvífica, la de los cielos abiertos, contra la Iglesia que predica el miedo a la condenación, como único camino para la salvación. La salvación por la alegría contra la salvación por el miedo. Veía mi familia a aquellos aristócratas de la gracia santificante con el mismo pasmo con que vieron antaño sobrevenir las guerras y las catástrofes. Y veían en mí un corolario más de la tragedia familiar que aún se cernía sobre todos. Vieja y deteriorada familia; ya no miraban con ojo de sabio el camino que yo emprendía, más bien con la estupefacción con que se ve al ladrón que se alza con el santo. Y con el milagro.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La trombosis sorprendió al abuelo cuando ya estaba retirándose de la vida pública, cuando el bufete no daba más y las necesidades eran apremiantes. Fue entonces a buscar a sus antiguos conmilitones de la política conservadora, a los que le acompañaron en las arduas campañas políticas, los que fueron sus compañeros de parlamento y sus validos y beneficiados. Las puertas se cerraron, unas con estrépitos, otras silenciosas, con las corteses promesas que no se cumplirían. Otras ni siquiera se abrieron. Solo una la vieja amistad de uno de sus coterráneos de juventud quiso interceder por el abogado anciano ante el Dictador que por entonces manejaba al país, quien fueron a visitar a su finca de recreo. Inmediatamente y le dieron a mi abuelo el cargo de notario en una ciudad calurosa y turística. A sus años, el trabajo en medio del calor la sofocación, los sudores, y la somnolencia propia de la edad lo alejaban más y mas de las tierras ricas donde nació, los páramos donde creció, las gélidas ciudades donde hizo sus estudios y sus armas políticas y profesionales. Agobiado por el calor, la intemperancia de la abuela, el fracaso del matrimonio de su hija, los continuos desfalcos que le propinaba el secretario de la notaría, y finalmente la animadversión de la ciudadanía al caer el Dictador, lo fulminaron una tarde y la trombosis lo sorprendió en la difícil ancianidad, rotas las velas, perdidos los remos, el casco haciendo agua. Renunció a la notaria y volvió al altiplano donde poco a poco se fue con sumiendo.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Se consumía el abuelo. Ya nadie se acordaba del bufete. Mi madre tenía que saltar todos los días de la cama con el alba e iniciar la tarea de levantar a los pequeños, aderezarlos y ponerlos a punto con la ayuda de una muchacha que nos llevaría hasta el paradero del bus. Luego mi madre iría a una oficina donde se desempeñaba hacía años. Forzosa situación provocada por el abandono de mi padre.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Cuando las tardes agobiaban en medio del desesperado intento de conversación con el Señor en la media hora de oración de la tarde, cuando clamaba: Señor que vea claro, pasaban fugaz la novela familiar, un fondo oscuro, un túnel por el que mi padre huyó un día y nada se había vuelto a saber de él. Dejó mi padre un vacío que creí llenar con nuestro padre el señor Dios Bueno y Sabio. De él esperaba alguna señal esas tardes de oración, cuando clamaba Señor que vea.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Bajo la superficie de las lecturas pías muchas veces encontraba aquél túnel. El misterio rodeaba el recuerdo de mi padre. Mientras mi madre guardaba silencioso su recuerdo, mis abuelos, por lo bajo, decían: «Bandido, facineroso, pillo de siete suelas».</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Cuando los chiquillos en el colegio presumían de sus padres, yo bajaba la cabeza, como buscando en la mente, en la negrura del túnel, una lucecita que indicara el camino de la palabra. Nada.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—¿Está vivo o está muerto? </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Si está vivo dónde vive.... </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Si está muerto.... dónde está enterrado...</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—No sé.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Como si yo mismo fuese reo y culpable de la desaparición de mi padre, como si me lo hubiesen dado un día para jugar con él y lo hubiese perdido, contestaba: —No sé, mi padre se fue, no sé dónde está, no sabemos. Y el corrillo de los niños que presumían de sus padres se reunía en torno a mí que si no contaba las proezas paternas, sí inventaba fantasías a la manera de los cuentos que mi abuelo leía por las noches. Y los otros chiquillos me rodeaban y me hacían corrillo.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Cuando hacia oración por la tarde fui alejando de mí aquél túnel, olvidada la triste historia, porque había nacido ya a la otra vida a la que se refería mi abuelo. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Abuelito ¿cuándo vas a comprar un abrigo nuevo?</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Eso será ya en la otra vida.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Ya estaba instalado en la otra vida y lo sabía tarde a tarde cuando hablaba con el Señor. Algún día el Señor contestaría a mis preguntas. Sólo sabía con claridad que el Señor me oía. Había que esperar la respuesta divina. La familia había quedado atrás en la memoria, la nueva familia con padre, madre y hermanos, regidos todos por la voluntad divina, celestial pasar, me trasportaba en deliquios de febril santidad. En la vieja familia de la primera vida no que daban más que ruinas de antiguos esplendores. El esplendor de la nueva familia era el caminar en santidad, el ir hacia el Señor todos los días y a todas horas. La vieja familia parecía no tener destino ni concierto, ahogada en el diario sentir cada vez con más fuerza los estragos de la guerra, las nuevas modas y la inflación. Las viejas costumbres, los hábitos familiares, se veían amenazados en todos los flancos. Costaba creer en sí mismo muchas veces, ¿cómo creer entonces en Dios, tan elaborada entelequia?.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El Dios de los abuelos era el mismo de la Residencia que duda cabe, lo que habían cambiado los tiempo. El Dios de la España Imperial del siglo XVII el que se atemperó en los viejos caserones de la colonial ciudad del altiplano andino, el viejo Dios. La nueva familia proponía un nuevo Dios teológico en su plenitud apostólica. Además de ser un fiel católico, pertenecería al estado mayor de Cristo. El Dios que los abuelos tenían en su casa era el viejo Dios barbudo, tronante, dispensador de bienes y castigos para los malvados. A ese Dios invocó un día mía abuelo, para pronosticarle al yerno infiel la condenación eterna. El mismo Dios que lo salvó de la locura cuando la quiebra económica lo sumió en una situación, que no por digna era menos acuciante. El Dios viejo hacia más llevadero el nuevo estado. Un consuelo, un refugio, una manera de resignación. Un camino de caridad para que nadie tenga que sufrir el rebote de la desgracia. Alegre el abuelo llevaba a su Dios Viejo.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Mi nuevo Dios de plenitud teológica por delante, iba abriendo caminos, trasponiendo montañas, llevando el agua y la luz de la santidad a todos los del mundo. Apóstol, misionero, entregado a la intimidad litúrgica. Cristo Triunfante y la iluminación del espíritu sobre nuestras cabezas de pichón. El Dios Viejo sufría solo por su hijo Cristo, muerto, vejado humillado por los hombres. No aparecía triunfante y el Espíritu no pasaba de ser una palomilla decorativa. El Cristo Evangélico, razón teológica, el que recorrió la Judea y murió, en la cruz quedó crucificado. El Cristo, el Santo Cristo era para mi abuelo también objeto de piedad. Las llagas aliviaban su doloroso pasar por la ruina y el descalabro. Y el lanzazo en el costado, las tribulaciones por las que habría de pasar aún. La única esperanza era la otra vida.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Santo es el trabajo. Y tras él, la oración le magnifica.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Lo magnifica... </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Laísmo, leísmo, loísmo..... </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Ofrecerlo, antes que nada ofrecer la labor... </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—La, la…</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Larilolá.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">De qué vale mortificarse, hacer oración, incluso apostolado y hasta proselitismo si no se ofrece el trabajo como tributo a Dios. Tributo de este humano esclavo de pasiones sin cuento, que sólo redimirá por el trabajo. Humano el mono cuando la mano se hace herramienta. Humano el pecador cuando se arrepiente y recibida la gracia, santifica el ir y venir de la oficina a la imprenta, de la mesa a la mesilla, del lápiz al bolígrafo, de la página a la cuartilla, de la frase a la sílaba, de la sílaba a la letra.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Trabajo el de nuestras hermanas santificadoras de las tortillas brillantes y apetitosas. Trabajo que a su vez servirá de superficie de mortificación a los pichones que deglutirán o no el rollito más apetecible. Dios mismo algún día compondrá la letra de una canción que los coros celestiales entonarán en loor de estas santas y santos de nuevo cuño.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El tiempo urge. Algo empuja a la actividad infranqueable de trabajo ordinario. Siempre mi vida iba de extraordinario. El trabajo nunca era ordinario, de sobresalto en sobresalto. Y después por la tarde iba al oratorio y le decía al oído a Señor: —Señor que vea, que vea claro. Lo que más quería ver era lo ordinario de aquel trabajo. Nunca encontré el remanso que me permitiese identificar el ir y venir, subir y bajar, correr y saltar, como el borrico de la noria, nunca. Las horas dejaban de ser rígidas. Había horas largas y horas cortas, empecé a advertir un día. Qué es mejor, ¿sesenta minutos largos o sesenta minutos cortos? Depende para lo que sea. Y la media de oración ¿larga o corta? Si tienes mucho que decir al Señor, pues será corta y si nada tienes que decirle, aunque ronques la mitad del tiempo, se te irá media vida en la otra media hora y ni te enterarás. ¿Quien se da cuenta cuándo se le va la vida y por dónde se le escapa el alma. O por dónde puede contener la avalancha que se lleva tus efectivos vitales. Y si pasa el tren por encima de ti en sueños, será que el expreso de la muerte pasa por encima y no te hace daño, que eres inmune al paso de los trenes y al paso de los acontecimientos y que nada va a cambiar ese rostro siempre sonriente, siempre pelando el diente.¿Acaso le pelas también el diente al Dios?</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">- Los sueños, no te fíes de los sueños.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">- Mucho ruido y pocas nueves.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">- No las peras que da el olmo.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">- Sea. - Y no me olvidéis el buen reír.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">- No, que no te lo olvidamos</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 17.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Las mañanas no eran nunca iguales como no lo son los días, ni una naranja es igual a otra, me decía a mí mismo. Recordé aquella vez cuando, camino de la Facultad de Derecho un estruendo me sacó del avemaría cuando rogaba por nosotros los pecadores, ya casi terminando el segundo misterio doloroso. Las puertas de la universidad estaban cerradas. Una columna de humo emergía de la arboleda cercana a la capilla. Las tropas del ejército regular correteaban de un lado para otro. El bus detuvo la marcha. Un suboficial sable en mano hizo bajar a los pasajeros y decomisó el vehículo. La gente se desperdigaba por doquier. Unos corrían, otros impávidos, miraban la operación. No habría clases. No habría hidráulica ni habría Dorita. Entonces recordaba la lejana infancia, cuando incendiaban las casas de los conservadores. ¿Quienes? Pues los liberales. Un saber amargo cortó el ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. Y volví a casa, paso lento, varias cuadras. Terminado el santo rosario, caminé por las calles un poco sin rumbo como quien busca la universidad donde no está. Atrás quedó la columna de humo y las carrerillas de los soldados. Volver a casa. A estudiar o a perder el tiempo.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Perder el tiempo.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Frase nueva.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Si en esa época el tiempo no se perdía. El tiempo se leía.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Leer el tiempo, que bonita frase, ché.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Después, el curso de vacaciones. Nuevamente la Historia de la Filosofía jugadó una mala pasada y confundí entre ellos a los Padres de la Iglesia. Del mazacote verbal no saqué más que un aprobado. Al año siguiente volver a San Agustín y la Patristríca</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Entretanto, déle que déle al cinemascope de Pepa Gaitalapera, la directora. Había pasado la hora y que continuaba hablando, de pronto se calló, contoneó el trasero y salió del aula. Alguien del conjunto le hizo un homenaje y se tiró un pedo. El aula rió sin descanso. Después la llamaban Teta Gaitalapopa o Popa Gaitalateta. Según vaya o venga. Pero la verdad es que ya ni me iba ni me venía. Pero sí subía, bajaba, corría y volaba tras las pruebas, las correcciones, las erratas el dibujo, la pleca, el clisé, la portada, el titulo y déle que no paro, déle que hay que salir a tiempo. Y las máquinas bufaban, resoplaban. ¿Alguien ha visto alguna vez resoplar a una rotoplana italiana? Pues yo la he visto. Los rodillos echan humo, la tinta salta, los pliegos aletean.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Tiene un golpe.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—¿Qué tiene un golpe? </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Pues la máquina.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—No importa.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Se revienta.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Pues que reviente.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Pulsa el botón el operario, continúa la rotoplana bufando y vomitando papel impreso produciendo aún más sonidos discordantes… Hay un estruendo, un rechinar de ejes y de bielas, y se detiene la máquina.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Otra vez— ordeno tronante.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Será peor.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Déle.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Le da el operario al botón. El estruendo es mayor y la máquina queda detenida vibrando como si se fuese a desprenderse del suelo y echar a andar como loca por toda la imprenta. Finalmente hay un corto circuito y se detiene.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La avería de la <i>Nebiolo</i> contribuyó a precipitarme en los profundos abismos del mal. Así como la <i>termofax</i> en su momento.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Me había aburrido con las clases de las universidad. En cambio, el ir y venir entre folios, pruebas de imprenta y el final oloroso a tinta fresca, parecían concederme la sabiduría.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El mismo año del cinemascope la Gaitalapera dejé de asistir a la cátedra de Historia de la Filosofía en la facultad de periodismo. Me pareció que la versión jesuítica de la historia de las ideas discrepaba notablemente de la que en la Residencia se impartía. Como también discrepaba la versión del profesor Rufo en la cátedra de Lógica. Parecían versiones diferentes de la escolástica al uso en la residencia. Rufo se paseaba mientras dictaba las proposiciones que los alumno habría de memorizar. El profesor Rufo tenía muy en cuenta en su método gestual expositivo el arte de pasarse la lengua por los labios y humedecerlos para dar énfasis a una sentencia. Y luego, golpeaba la frase contra el auditorio. En una mano inmóvil, un cigarrillo humeaba mientras la otra mano, en posición vertical y perpendicular al suelo, estaba sostenida por el pulgar metido entre el bolsillo inferior del chaleco. En el bolsillo superior brillaba un lapicero dorado con el que anotaba las fallas con saña carnívora. Había al final de clase una sección que él titulaba Dudas.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—A ver, dudas. ¿Quién tiene dudas?</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Nadie tenía dudas, en el fondo bastaba con memorizar.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Siempre Rufo vestía de gris y parecía que fuera a quedar se calvo en cualquier memento. Muchos años después, acerté pasar de nuevo por aquellos claustros y me encontré con Rufo en un pasillo y nos saludamos con una inclinación de cabeza. Nada había se transformado en aquel profesor. Continuaba a punto de quedarse calvo y la ceniza del cigarrillo doblada hacia abajo amenazaba con ir a parar a los suelos.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 17.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">En las tardes cansinas de la Residencia solían colarse las moscas en la sala de estudio. Las habla de vuelo vertiginoso, aquellas que equivocadamente se metieron en aquel lugar. Había las de vuelo lento y a gusto. Las que se posaban durante largos ratos en los tomes de los libros, seguramente degustando la grasa allí acumulada por los usuarios de aquellos tomos. Las de zumbido y las silenciosas e impertinentes.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Acerconas y trotonas. Trotar el aire una mosca. No se les podía dejar mucho tiempo. Un asperges con el aparato del <i>flit</i> que estaba guardado en un armario, podía cambiar el <i>modum volandi</i> de la mosca o el moscón. El bicho vertiginoso solía enloquecer aún más y buscaba el aire con desesperación, chocando contra los vidrios. No obstante, los golpes sonoros, que si se comparan la resistencia de la superficie de una mosca a la de un mamífero, por ejemplo, tendría que salir de cada golpe con un miembro roto, por lo menos. Piadoso el que abría la ventana y ya mosca escapaba en tirabuzón hacia el cielo para seguramente a los poco segundos, precipitarse al vacío y caer en el césped. El perverso la hostigaba, la perseguía con nuevos asperges que debilitaban cada vez más, hasta verla en el suelo dando vueltas en círculo, angustioso aleteo, a veces interminable. En estos casos el piadoso al ver las babitas de satisfacción que se escurrían de las comisuras labiales al perverso, iba y de un pisotón acababa con tan depravada práctica.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Si el moscón era lentorro, el <i>flit</i> se demoraba en hacer efecto. Parecía marease un poco, perdía altura, pero no velocidad. Por el contrario avanzaba un poco más rápido. Bajaba, volando a ras del suelo. Estratégicamente se posaba en un lugar seguro y silencioso. El perverso accionaba nuevamente el aparato del <i>flit</i>, buscándolo. El moscardón permanecía silencioso. Dado por muerto el moscardón, continuaban, el perverso y el piadoso su estudio canónico. El moscón reanudaba el vuelo, cobraba altura y aunque tocado mortalmente se lanzaba otra vez a su pega-osa ruta pasando por la mejilla de uno y otro de sus enemigos, rozándolos con sevicia. El piadoso solía apartarlo con un manotón, el perverso se armaba del aparato de <i>flit</i> y emprendía con renovada furia la persecución. El <i>flit</i> caía a chorros sobre los libros y las mesas de la sala de estudio. El lentorro se convirtió en invisible moscardón. Se ocultaba bajo una mesa y caminaba sobre el reverso de la superficie de la tabla. Allí ¿quién busca a un moscardón? Podía, durante el transcurso alimentarse de algún moco fresco que el piadoso a falta de pañuelo, depositara con sigilo. Hubo un moscardón que le caminó por la mano al piadoso, y éste para no ver más sufrir al pobre bicho, de un manotazo con la otra, lo aplastó. El cuerpo sanguinolento fue lavado rápidamente con jabón Palmolive que era el que ponían en la Residencia.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Otros moscardones lentorros nunca se dejaban pescar y cuando ya el perverso o ya el piadoso, se acercaban con el aparato del <i>flit</i> o un periódico enrollado, ya habíaa terminado su danza final, ruidosa como la de todo mosco que muere, pero breve. En este caso el perverso solía pisar con movimiento semicircular el cadáver fresquito del moscardón.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La oración de la tarde habría de ser fija, a la misma hora, cierta delicadeza con el Señor, una forma práctica de hacer de la ascética un arte preciso.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Dejémosle la precisión a las ciencias.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—O a las artes.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—La ascética es justamente eso, precisión, exactitud. La ciencia invade los terrenos de la ascética.. Pero no dejemos pasar esas huestes.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Unamuno ya lo dijo, nunca sabremos cuánto de espiritual tiene la carne y cuánto de carnal el espíritu.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—O de carnívoro. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Carnal, dijo Unamuno.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Salir de clases por la tarde y llegar a hacer la oración. Eso sí que era un plan de vida. En la época de la universidad todo era tan fácil. Por ejemplo no enamorarse. Era un gozo la amistad, el espíritu con una versión imaginaria de sus cuerpos . Eran deliciosas aquellas chicas, qué duda cabe. Veía y sentía sus aromas y sus superficies, su tersura, las profundidades, su dureza. Sus contornos ocultos tras la ropa. Rebozadas. Y las miradas se iban volando, se las al Señor de regalo todas las tardes. Para nuestra Madre Guapa.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La oración y la distracción tenían ciertas concomitancias. Había verdadera oración cuando la mente iba abriéndose paso sin plan previo, desbrozando temas, dejando que unos se sucedieran. a otros, acoplándose. La oración con plan previo, libro abierto, y más aún, pretencioso lector que cada cinco minutos lee un texto, quién sabe desde qué parajes espirituales, era un ruido, un estruendo para mí que sólo quería conversar con Dios, dejarme llevar por la Gracia.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Era el Señor lo mas importante, su santa sacra y divina voluntad. Cada pichón tenía su relación con Dios particular, específica, de la cual daba cuenta a su director todas las semanas. A veces estaba dando al Señor cuenta del simbolismo que en mla mente tomaban los árboles, cuando algún proselitista y su prosélito, uno o varios, irrumpían en el oratorio y, tras las idas y venidas al armario de los libros píos, golpes en las bancas, toses, y cuchicheos, leían unas frases escogidas. ¿Me alejaban o acercaban a Dios? ¿Al romperse su discurso mental por el hecho inmediato, variaba la conciencia de sí y de su entono? Nunca lo sabremos, me desasosegaba siempre en estos casos. Tanto cuando leían directamente o como cuando terceros endilgaban las parrafadas que leían para ellos. Lo que me gustaba era indudablemente la distracción, irme con el Señor por ahí a divertirme por los caminos de la imaginación. Y de la memoria. De la indagación, de ir preguntándole ¿por qué, por qué? Señor que vea claro, terminaba diciendo siempre. Señor que vea claro. Y el Señor tenía que hablar de alguna manera y seguramente habló. Pero yo sólo quería ver claro. Y veía claro. Y mientras pedí vi claro. Pero dejé de ir a pasear con el Señor. Tal vez hice caso a aquello de que «la imaginación es la loca de la casa». Y pensé que la locura no iría bien. Que la cordura era la vía. Y dejé de salir de paseo con el Señor y la loca de la casa a las incursiones teológicas. Ascético paseo que fue cayendo en desuso. Nos metíamos a veces en laberintos. La loca de la casa iba siempre delante, ataviada a veces de medio luto, a veces de colores cambiantes con el tema. Laberinto que era desandar lo andado y probar otra vía. O sentarse al borde del camino a ver pasar a otros viandantes de la santidad. Era ir a la floresta con el Señor y mirar las variedades. Distracciones, larguísimos paseos o brevísimos deliquios que siempre duraban media hora. Dejé de ir a donde el Señor con la puntualidad y la precisión de siempre. Por sentirme cargado de nuevas responsabilidades, la ración se diluía, se iba confundiendo con el trabajo. Probé hacer la media hora de oración en varias entregas. El director me miró con sorpresa. Tímido que era, , no objeté nada y continué con el propósito de cumplir su horario.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Así fueron pasando los primeros meses después del tercer curso de vacaciones. Atascado en las materias, no progresaba. La universidad se había ido carcomiendo por la corrosión que la revista ejercía sobre ella. Crecía la revista y se multiplicaban las ocupaciones. Y las distracciones. Distracciones que duraban mucho más de media hora. Banalidad ambiental. Tontería. Hueros contertulios de oficina. Decrecía la santidad a ojos vista, al paso que la empresa editorial pujaba. Pepe Cañamazo nuestro hermano empresario equilibrista montó sobre los sillares que dejaron los catalanes, una empresa de papel. La revista salía con puntualidad y sin erratas. Y si no, pobre de mí.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Con puntualidad y sin erratas, eh!</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Y déle que déle.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Hinchaba de aire mis pulmones e iba caminando las escasas diez cuadras que había de la Residencia a la Redacción. A temprana hora iniciaba el ir y venir de la redacción al taller. Una mañana como cualquier otra, Neuto Soto, el administrador de la revista, entró a la redacción con las orejas paradas como las de un gato.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Que lo necesita una tía suya en la recepción— me comunicó.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Si en esa época supiera lo que era el surrealismo de verdad, habría pensado que aquella noticia lo era. Mis tías no irían nunca a la redacción a buscarme y mucho menos sin una cita previa y con una razón válida y suficiente.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Salí pues, a ver quién se trataba, qué gran equivocación sería esa. En la recepción habla una mujer extremadamente delgada, de estatura regular, al lado de un individuo moreno, peinados a la gomina los escasos cabellos y enfundado en una gabardina que se le había quedado pequeña. Brilloso. Eran las imágenes de bulto. Tuvo que mirar mejor, finalmente en los ojos ambarinos de la mujer y en sus cejas pobladas descubrí la borrosa imagen de mi padre. La tía Amelia y su marido.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La abracé, y estreché la mano cordialmente al hasta entonces desconocido personaje que la acompañaba. En medio del brete, un momento de conversación no vendría mal. Miraban con insistencia los sillones. Observé con espanto el estado de decorosa pobreza de la tía Amelia. Su vestido era de los restos de su antigua opulencia, planchado y replanchado. Modelos que fueron moda, abollados por el uso. Les ofrecí un café que aceptaron con un inmediato y unánime sí. Se tomaron ávidos el primer café y con deleite el segundo. Pasado un rato se despidieron. Vivían en la vecindad de la redacción. Estuve afable y complacido. Más de media hora estuvieron dale y dale a la cháchara. Volvieron con frecuencia. Medias horas de cháchara tía y viejo cuyo único vocablo conocido parecía ser aquel obsecuente:</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Claaaro.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Me informé que en efecto vivían en una habitación alquilada en una casa ruinosa. El viejo tenía una pensión de marino retirado, magra y flaca como la tía. La tía ponía inyecciones a domicilio. Desde horas tempranas la tía se arreglaba el pelo, se ponía uno de sus modelos antiguos y abollados, se estiraba bien las medias donde ya bailaban las piernas y esperaba el timbre del teléfono. Muchas veces la vi pasar por frente a los ventanales de la redacción con su cartera bien agarrada debajo del brazo, a inyectar. A veces acompañada por el viejo. Volvía a verlos subir la cuesta, ella sin fuerzas ni resuello, él con dificultades para ascender el creciente volumen de su cuerpo. Era la calle tan pendiente que minaba cada vez más a la tía. Bajaba veloz a poner las inyecciones, pero volver a casa era cada vez más difícil. Hasta que un día hizo su última ascensión. Llegó morada al cuarto y se acostó en la cama. Descansó, respiró un poco más, apretó la cartera contra su pecho y murió, ante los ojos del viejo espantado.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Esa mañana no había entrado a tomar café. Al mediodía me informaron del acontecimiento. Habría entierro al otro día y no debía faltar. Era obligación ir al entierro de la tía Amalia, pero un remolino de curiosidad por la familia de mi padre que había sido excluida desde mi infancia, fue el que me llevó a asistir expectante a la ceremonia. La iglesia enorme estaba vacía. El féretro desnudo y dos grupos de personas. Uno, los del luto riguroso a la derecha; y los de claros colores en la ropa, a la izquierda. Los de la izquierda eran los familiares del viudo que habían venido de lejanas provincias para asistir al funeral. Salió el cortejo fúnebre hacia el cementerio. Acompañado de momias familiares que había dejado de ver desde la infancia, abrí una ventana y miré un paraje que más hubiera valido no hacerlo. Aires infernales soplaron y se infiltraron en el corazón.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La noche había caído ya cuando subimos a los automóviles que en caravana iniciaron el trayecto de la ciudad hacia el campo. Los jóvenes caballeros habían tomado antes algunas copas. Murmullos de las señoras y algazara de los señores. Ellas seguían tímidamente las manifestaciones de jolgorio de sus maridos. Ellos continuaban palmoteándose las espaldas, y casi estallaban en risa por cualquier chispazo. Miraba al lado de mi madre todo aquel lililí que armaban los señores sabaneros amigos de mi padre. Después de muchos preparativos e intentonas de salir, no salíamos. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Bueno, y ¿por qué no nos tomamos el último antes de salir?</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"> Y los demás en coro decían:</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">- Pero claro, ala.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Y volvían a sacar la canequilla metálica enfundada en cuero. Y volvían a abrir el estuche de los vasitos también de cuero forrado, los redistribuían uno a uno, ponían el coñac y se lo bebían y luego entraban en otra oleada de sonoras carcajadas. El alcohol penetraba en sus mentes y los indisponía a la acción. Las señoras se impacientaban. Los niños se iban por ahí a ver que pasaba en los alrededores para dispersar la tensión de la espera. Que la salida ya se prolongaba más de dos horas—, decían pero ellos no las escuchaban. Salir para la finca. Se llamaba así. Salir para la finca. Y otro y otro trago. Caneca sin fondo. El cansancio de ellas y la ya instaurada rebeldía de los niños a estar permanentemente dispuestos para salir en cualquier momento, hacía más interesante el certamen.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Sólo la oscuridad de la noche tenía la palabra. El denso color que van tomando los objetos y la pérdida de sus contornos, hacía de la carretera una masa informe de difícil trasiego para los ojos ya cansados de los bebedores. Entonces emprendíamos camino.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Rugían los motores, los alegres conductores se hacían señales con las manos enguantadas en cabritilla, y con un chirriar de ruedas arrancaron a toda velocidad, uno tras otro.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">A partir de ese momento y hundido la banca de atrás, ya todo era sólo un rodar ente luces blancas y rojas, hasta quedar finalmente en la oscuridad total, el calor mi madre junto a mi cuerpo protegiéndome del miedo. Adelante rugía el motor. Mi padre conducía mientras conversaba sin cesar. Había estaciones en el camino en las que todos detenían sus automóviles para volver a la ceremonia de la caneca de coñac. Y déle otra vez al rugido del motor, un automóvil tras otro, la caravana.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">De pronto me sentí enfermo. La digestión se tornó dolorosa y sentí el cólico que anuncia diarrea. Tranqué una y otra vez. Mi madre estaba asustada. Mi padre parloteaba sin descanso olvidándose de atemperar cierta belfa, prognática barbilla, que se le manifestaba al calor de los alcoholes cuando iba al timón y sólo los zumbidos muy cercanos del tráfico escaso a esa hora alteraban el homogéneo ronroneo lejano de la cháchara y el motor. Ya no podía esperar mucho más. Mi madre se lanzó hacia adelante y comunicó el impasse. Pero cuando bajé del carro ya era demasiado tarde. Hubo que deshacerse de los calzoncillos, lanzarlos entre unos zarzales, y allí quedaron colgando. Y llegar a la finca sin ellos.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Los recuerdos de la infancia iban trasponiendo uno a uno a velocidad vertiginosa el umbral de la memoria al ver aquellas momias allí de frente al féretro. Y no sólo a las grandes figuras familiares, sino también las nuevas generaciones. Allí descubrí a mis primas, dos jovencitas provocativas con quienes pasé la ceremonia. Todos estábamos de luto estricto. A mi lado estaban la tía Cascasia y su hijo Cascasito. La otra tía con su corcova a cuestas –decían que de tanto bordar desde su infancia se quedó torcida y miope–, junto a su esposo, mole enmoquetada. Y las primas querendonas, otra vez a la salida de la iglesia. Después de la ceremonia acordamos una reunión de reencuentro. Primos y primas tenían que «re-conocerse».</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Tal preámbulo me llevó por caminos que no encajaban con las tardes de oración. Al lado de la santidad y como si nada tuviera que ver con ella, transitaba la senda tortuosa de la leyenda paterna. Aparecían nuevamente los momentos lúcidos de la primera infancia y con ellos no armaba el rompecabezas. Faltaban muchas piezas que sólo los años podrían completar.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">En esa época cedió la viuda. Después del curso anual encontraría en un <i>habitat</i> completamente distinto y en una situación dentro de la Residencia que me ponía entre los mayores. Pero de manera relativa. Tenía que trabajar con los mayores y convivir con los menores. Trabajar y darle y darle y darle a la revista y compartir la mesa con chiquillos universitarios que le agrandaban la pupila al Director. ¡Ah, la pléyade de pichoncillos!</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Y es que en la nueva residencia llovían los pichoncillos. Ya no sólo era una Residencia sino un Centro Cultural. El abanico acababa de abrirse. Los cursos y las actividades apostólicas tendrían ahora un nuevo cuño. La Residencia pasó a ocupar una mansión. Varios meses estuvo en obras. Nuestros hermanos ingenieros y arquitectos se desbrevaron para poner a funcionar allí un centro múltiple. De oración, de mortificación, de apostolado, de proselitismo y de dirección de las actividades de otras residencias similares en otros lugares del país. Aquello era un hervidero teológico-ascético-litúrgico-cultural. En aquella mansión multidimensional todo dependía de la hora.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Nos levantábamos con el alba los pichones. Unos subían y otros bajaban a la misa. Los mayores bajaban y los menores subían. Los mayores tenían para sus habitaciones particulares y oficinas de la dirección de las Residencias, la parte alta de la casa, el segundo piso de la mansión. Esa era una casa. La otra casa estaba en el sótano. La de los pichoncillos.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Ya no era nada como antes, ya el Señor no estaba allá en el tabernáculo del segundo piso. Ya no crujían las maderas. La modernidad invadía el camino de santidad y había un olor, color y saber a nuevo y renuevo en todo aquello que intranquilizaba. En efecto, había lujos que le parecieron de exagerada factura. Salones cerrados, dotados de muebles magníficos para recibir personalidades, reemplazaron a la vieja sala con los muebles que fueron del piso del primero de los pichones, con cuyo menaje se dotó parte de la Residencia vieja. El caos que reinaba no era más que reflejo de otro caos.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El oratorio estaba en la primera planta con ventanales a un gran jardín. Toda la casa tenía enormes ventanales a un gran parque. Era una manzana completa. Un derroche. Un ataque a la pobreza, pareció en el fondo ignorado. El salón de estudio se transformaba en sala de cine. El salón de las tertulias, en sala de conferencias. Las habitaciones de algunos, en locutorios del apostolado. Según la hora. La casa de familia, la vieja residencia quedó ocupada por unos pocos pichones, un tanto desértica, vaga, oscura, como sin uso. Sólo vivienda cansina de cansinos pichones, como de los que iban de salida. Era como el pudridero de los que iban perdiendo la fuerza de lo apostólico, los que estaban imbuidos en su trabajo en oficinas de ingenieros, en empresas múltiples, en cátedras universitarias. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">En la nueva Residencia se instauró el hervidero vocacional. Los pichoncillos caían con rapidez y con la misma rapidez rebasaban a viejos pichones que ya iban a parar al pudridero, a verificar su vocación frente al antiguo tabernáculo, los que continuaban oyendo las canciones mañaneras, que «María Cristina me quiere gobernar y yo le sigo, le sigo la corriente, porque María Cristina me quiere gobernar»... y «un boga que sin llorar abandonó el platanal, su mujer y su bohío»….. «güepajéee, la cumbia calieeente…». Y los platillos calientes y cálidos del comedor adornadas sus paredes con soberbios platos decorativos. El nuevo comedor abría su ventanal al parque y cerraba sus cortinas sobre él. El comedor de la viuda, de sillones enormes y pesadas maderas entronizaba un aura que pretendía competir con palacetes de ricos empresarios, donde se sientan gárrulos comerciantes y casquisueltas damiselas. Servicio como de hotel de cuatro o cinco estrellas. Había algo como de hostelería que mortificaba.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Los mayores en el segundo piso, se encerraban en oficinas laberínticas, donde manejaban correspondencia <i>top-secret.</i> Archivadores y armarios cerrados con varias llaves. Dobles puertas. Oficinas de sigilo permanente. Ya no asistía a la universidad, los años lectivos habían terminado.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Reducto de flojos y estudiosos se convirtió la vieja residencia. Yo que por entonces no era flojo ni estudioso, lógicamente no estaba allí. No estaba en ninguna parte. Los pichoncillos resultaban de puerilidad enorme. Concomitante a la pequeñez de su santidad. Pichoncetes que ponían los ojos en blanco. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Los estudios de periodismo habían quedado truncos. Tendría tal vez que repetir el año. Si no lo hice cuando estudiaba derecho, tampoco lo haría ahora. Había aprendido a callar lo desagradable, a no contar las realidades demasiado fuertes.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Había abandonado la facultad de jurisprudencia como anestesiado por el futuro que prometía el periodismo, me proponía ser un escritor, sin retorno a la infancia, ni rectificación de ruta, sin más futuro que el de la oración, la mortificación y el apostolado le podían ofrecer. La revista fue pronto la noria.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La muerte del abuelo vino a pautar las decisiones cuando aún estaba en la facultad de derecho. Los efectos de la trombosis habían avanzado. Ya no caminaba, no hablaba y no reconocía a nadie. La abuela, con muchas dificultades, lo trasladaba todas las mañanas de la cama a la silla. Allí permanecía todo el día. Sólo le oían, cada vez más distanciados unos quejidos, unos ayayáyes profundos, largos. Dolor de la memoria. Una mañana cualquiera, cuando la abuela fue a ayudarle a levantarse, para hacer el tránsito a la silla, lo encontró inmóvil. Había muerto durante el sueño.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Por entonces estaba en la facultad de derecho, en los albores de la vocación divina, la vista puesta en el más allá. No en el más acá donde el abuelo se debatía. Ni en el más acá de la tumba donde fueron a descansar sus restos. Por primera vez sentí la angustia de encontrar el vacío. La irreversible ausencia. Un silencio, una eternidad que se iniciaba, una realidad que tenían que trasponer diariamente como un bien mayor, la gracia, la gloria y la salvación eternas. La otra vida. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Volvía de las clases de jurisprudencia. Llevaba bajo el brazo los tratadistas y los códigos. El droguista de la esquina Al verme pasar, salió a la puerta de su comercio y me espetó: </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">– ¿Ya llevaron a su abuelo a la funeraria? </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Perdí el cuerpo. Cuando llegué a mi casa, ya estaban instalados los familiares. Las lágrimas, los sollozos, los crespones funerarios y mi madre que se lanza y me abraza, como si abrazara al vacío. Se fue el abuelo, se fue para la otra vida, donde encontrará un abrigo nuevo con que protegerse del invierno del olvido. En la otra vida su nieto empezará su naufragio. Su vida de santidad, tal vez ya empezaba a hacer agua, el casco hendido por el golpe. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La Residencia quiso llevarme fuera al hallarme caído en la más terrible tristeza.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Irás a España a estudiar periodismo- me dijo el director.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Iré a España a estudiar periodismo- le dije a mi madre.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Pasó por la gama de los colores acostumbrados . El horror asomó a su rostro.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Decliné la oferta. Falté a la obediencia. Ese fue el primer boquete de la nave de santidad en el mar de lo eterno y lo sublime.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Fue mucho antes de que cediera la viuda y de que muriera la tía Amelia. Ese fue el principio del vacío, cuando el abuelo se marchó para la otra vida de la mano de su nieto. El abuelo se fue y me llevó con él.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La ceremonia mortuoria de la tía no tardó en surtir efectos. Pronto fui invitado a rectificar la historia en memorable comida donde la tía Cascasia y su hijo Cascasito. Aparecieron apetitosas las primas querendonas. Una más que otra, otra más que una. Con ambas o con ninguna. Después de los condumios y libaciones y sonrisas y pataditas por debajo de la mesa y manitas acá, de pronto estaba recorriendo el muslo de una y cogido de la mano de la otra. La noche envolvió con luces multicolores el condumio y luego el trayecto urbano.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Los sueños, el mundo de lo onírico, había tenido su escaparate sápido. Ahora aparecían las figuras del sueño aclaradas en la vigilia. Sobre el féretro de la tía bailaban los esqueletos de los sobrinos. A la mexicana como si se tratara de folclor anatómico político y sociológico. Que pase el que ha de pasar que uno de sus hijos se ha de quedar. Viejos juegos infantiles, un no se qué de trasgresión perversa en ese trato con las primas, fruto del secreto y de la conjura en las tinieblas de lo mal visto.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Se va la imagen del delirio alcohólico. Se va la imagen de simpatías nominales. El nominalismo ¿sabe usted, que es el nominalismo? Explique el nominalismo. ¿Quienes han sido los representantes del nominalismo?. No sabe. No contesta.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Así como la oración de la mañana permitía desempolvar el sueño, la de la tarde lo rodeaba… </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">–Loísmo, laísmo, leísmo. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">–…lo rodeaba en el delirio de la oscuridad. Si la oración de la mañana era luz, la de la tarde tiniebla. Señor que vea.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La lamparilla de aceite que ilumina al Señor en el tabernáculo, titila en la oscuridad. Es la única luz en el recinto. Miro al vacío que hay más allá de mis ojos. Alcanzo ver su difícil transito en el despeñadero de las primas.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La intercontinentabilidad de los pichones vaciaba de contenidos el entorno. ¡Viva Franco! gritaron los mayores, y los menores, por menores y extranjeros, gritamos también !Viva Franco!. Tardes como éstas nos deparaba el diario pasar de vez en cuando, y siempre cuando toca. Y tocan y cantan allá en la España europea el Cara al Sol. Y van de veranos los españoles que se las pelan. La Cara al Sol la ponen los europeos que van y se broncean en las costas españolas. Cara al sol con la camisa hueca. Himno del turista europeo en España. Y los asutadizos sólo toman agua porque lo demás puede contener la furia hispánica envasada y van y se vuelven locos. Embestiréis. Y como Al resto de Europa no le gusta embestir, se abstienen. Agua con y sin gas. Se entiende, aunque se lo pierden.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Se fueron pasando los años como las horas del día se van. Le resbala el tiempo a este al denodado pichón.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—A ti todo te resbala— me dice el director.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Y se va la media hora sin remedio. A veces se prolonga un momento mas. Regodeo intelectual de la memoria, como el perezoso mañanero de una vuelta y otra. La oración de la tarde fue durante mucho tiempo entre sueno de vigilia.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Con escasos minutos para las abluciones, tras haberse despedido una vez más del Señor en tabernáculo, me sumerjo en la vocinglera ola que de Antioquia llega y se dispone a entrar al comedor. La noche marca el final del periplo.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Las jeringonzas y los dichos y refranes rumban y las carcajadas rubrican estrepitosas el apunte. ¿Quién le pone el cascabel al gato? ¿Quién espera a que se abra la puerta? Pocos. Lo más van y pulsan la poma. Hasta que se oye el <i>clic</i>. Los jóvenes entran en tropel. La ceremonia del condumio último del día aparece distendida. En los rostros de muchos pichones se advierte el cansancio. En los de otros no. Y no es que no trabajaran, sino que lo hacían intramuros. No tenían que salir a la calle, ni abordar estrepitosos vehículos de servicio público. Ni luchar contra la multitud que envuelve a los peatones a las horas llamadas pico. Ni apretujarse en los ascensores de los edificios de oficinas. Su labor graciosa y casi femenina les salva del <i>smog</i> de los piches. No sudan. No corretean la calle. Cuelgan la sonrisa del paragüero de su rostro y dan ejemplo de santidad.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Sentados a la mesa, los unos conversan y engullen sin recato. Otros engullen y callan. Otros ni engullen, ni callan, ni oyen. Y algunos más engullen. El director está como siempre presto a tocar la campanilla. Si la fruta fue devorada por unos y meneada por otros igual toca la campanilla según marcan los punteros del reloj. La media hora de la comida es tan rigurosa como cualquier otra media hora de las que se llevan y usan en la Residencia. La exactitud y la precisión, han de descollar con el carácter heroico que marcan las manecillas del reloj. La preparación del bolo y su deglución han de hacerse siempre con la misma exactitud. Un ingeniero con regla de cálculo en la mano llegó a acertar el número de masticaciones mínimas por minuto que han de hacerse, <i>grosso modo</i>, para de terminar el toque de la campanilla. Ocasión que aprovechó para optar al director. </div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Con esos conocimientos…</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Cómo no.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El director ha de otear sobre los platos de sus dirigidos pero no ha de olvidar los punteros del reloj, ni ha de dejar de comer y siempre tiene que hablar, moderar, modular, moldear, el transcurso alimentario, la gran superficie de mortificación que son las comidas. Sentados los pichones hemos de esperar que llegue el tormento de la carne. O de las espinacas. O de los <i>soufflés</i>. Hemos de sonreír, hemos de hacer de hacer degustación y hemos de mortificar los sentidos. El del gusto. Hemos de domeñarlo, hacerlo dócil a nuestros caprichos. No comer lo que nos gusta y ofrecerlo al señor Dios de los Ejércitos. O servirse el doble de lo que no nos gusta y comérnoslo. Cada bocado una vocación.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El vasito de leche para Pepe Gardenia, que sufre de la Ulcera. El vasito de jugo de limón para Paco Sostén que tiene dificultades hepáticas. La taza de agua caliente para las infusiones medicadas de Armando Peroclaro que tiene un riñón en <i>stand-by</i>. A Pedro Frasco una ramita de albaca y para Pacho Hayqué un rábano cortado en cuatro. La noche trae antojos. Las máquinas orgánicas de algunos pichones se resienten con el exceso de trabajo. Con la agitación de la santidad a voleo. Y se refocilan los engranajes con minúsculas apetencias. Medicadas, claro está, y puestas al día. Nuevas superficies de mortificación aparecerán en otros ámbitos. La santidad a chorros. Qué es un rabanito cortado en cuatro al lado de tantas y tantas horas de cilicio. Tantas privaciones en la avidez científica de Paco Sostén solo se ven compensadas en su maltrecho hígado por el vasito de jugo de limón que todas las noches se tomará, heroicamente de un solo trago.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Se están poniendo viejos los pichones.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Y se están muriendo.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Dios los tenga en su Gloria.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Eterna.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Amén.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Los pichones que gozamos de la suerte juvenil engullen. Si señor, y quisieran repetición. Y el director ¡cuantas veces! magnánimo toca la campanilla y pide, con voz discreta, repetición para algún glotón y sacrificado en otras lides. El director que todo lo ha de saber tiene potestad para hacerlo. Los demás tal vez no nos percatamos, tal vez veamos en ello signos de indudable santidad. El heroísmo de comer de nuevo espinacas. Pero si nos gustan las espinacas envidiaremos al privilegiado pichón.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Algunos como el aristocrático tomista, apenas tocan el plato. Sus raciones suelen ser de ave. Se contentan con los granos de arroz que depara la languidez del gesto. El aristocrático tomista no come por la noche. Sólo se atraca de viandas a la hora del mediodía y a la merienda recoge la mantequilla y mermelada que dejan los sacrificados pichones.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Muchas fueron las mesas que recorrí. La larga mesa de la Residencia Vieja, cuando los españoles encendían con su verbo las candelas de la buena digestión. Las mesitas de cuatro, de la ola que de Antioquia llega. Todas bordadas de mortificación de los sentidos, de amor a Dios y no siempre de buen apetito. En los cursos de vacaciones los futbolistas devoraban y los que jugaban <i>croquet</i> se les veía mas parcos ante las viandas que se ofrecían ubérrimas en bandejas campesinas.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">En ciertas época algunos pichones no asistían al mediodía a la hora del almuerzo, pero en todas las épocas los pichones nunca dejaban de asistir a la comida de la noche. A esa hora se recoge la familia. También las velas y las redes. La conversación solía estar rebosada, notas vacuas, señales de vida intelectual y en veces de peripecias apostólicas. Éstas, las menos, solían ser edificantes y aperitivas. Aunque la norma decía que el director habría dar el visto bueno a los temas de tertulia, se escapaban en la mesa avances de lo que la tertulia contendría. Se conversaba sin plan ni guión, ocasión para Chacharaloca cuando monopolizaba la palabra y el gesto. Como iluminado, casi no comía por estar endilgándole a sus hermanos monsergas de su incansable actividad. La piedad no era virtud de mesa que si de tertulia. Los saeteros avezados aprovechaban para aplacar las furias anecdóticas de Chacharaloca. El director tenia que tocar la campanilla a ver si la expectativa de la vianda siguiente morigeraba la virulencia de los pichones desatados. Habría corrección para más de uno. Siempre estaba listo alguien para lanzarse y zás de un solo golpe corregir a tres pichones descarriados, solo entre la comida y la tertulia que la solía seguir a continuación. El director tenía potestad para cortar el chorro de sandeces. Y el pichón tenia facultades para callar, encomendarse a Dios y seguir comiendo. Y preparar el testuz para el mandoble correctivo.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El lililí de los primeros tiempos fue trocándose en adusto hieratismo. Los pichones menos jóvenes llegaban rendidos a la última etapa del día. Cansados tras la guerra cotidiana. Heroicos en las trincheras que en el mundo prepara cada día para hacer la guerra de la santidad. A la última hora los cuerpos fatigados buscan el cobijo del bienestar familiar. Las prisas ya no tienen cabida. El reposo se acerca. Después de la tertulia de la noche los pichones nos iremos deslizando a la penumbra de los sueños.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Empieza el condumio nocturno con la canónica oración de ofrecimiento de los alimentos que vamos a tomar. Breve invocación al señor Dios Bueno, Generoso y Munífico. Las viandas humeantes reconfortan la vista de los pichones cansado del trasiego entre el trabajo y el apostolado. La palabra divina abre el surco y el sembrador arroja la semilla. Los frutos de la tierra, la naturaleza hecha gastronomía llega a la boca para hacer del momento una acción de gracias renovada y renovante.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Y allí en la bandeja de plata reposan los nuevos objetos de mortificación. Hay dos posibilidades: no mirar y servirse en el plato cualquiera de las viandas humeantes. O fijarse muy bien cual es la más pequeña y pechar con ello. Tal vez nuestros hermanos que le siguen en el orden de la mesa se mortifiquen con otra vianda. Tal vez rechacen el arroz, o tal vez las espinacas sean para ellos más que una mortificación. Ofrecer y ya está. !Guarda tu alegría y que el dolor no sea triste, pichón denodado!.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Ceñirse. Lo preciso voluptuoso marca el diario transcurso de la secreta santidad. Y de los secretos que el demonio pone en el corazón.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La tarde matizada de bretes editoriales termina antes de la hora. Tuve que ir a buscar la confesión fuera de la Residencia. En la charla con el director y en la charla con el sacerdote y en la confesión posterior, hacía morcillas. Ni contaba todo, ni me arrepentía de lo confesado. Tenía que ir luego a una iglesia y abordar el enorme confesionario de maderas resecas, entre las salmodias, el olor a cera quemándose y el arrastrar de pies de feligreses inquietos buscando su santo en las hornacinas. Esperé a que se abriera la rejilla y le espeté al fraile la ristra de morcilla. Las vaharadas de aliento fétido eran el peor castigo. A regañadientes impone penitencia y da la absolución.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Cuántas veces hube de asistir a ese tormento. Y alguna vez algo consoló. Otro pichón también estaba allí, arrodillado esperando a que el fraile abriera la rejilla. Sentí que nos encontrábamos ambos en el camino de salida de algo. Y no estaba equivocado. Sin sinceridad no alcanzarás la perseverancia. Ya se lo habían dicho tantas veces.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La idea de la perseverancia mediante la práctica de la virtud de la sinceridad era un detente. Lo fue en los primeros tiempos.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La práctica de los secretos pudo más que la ascética en la Residencia. Iba guardando en la memoria los deslices que empezaron con las primas.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Si es que ha querido violarlas a ambas, al tiempo.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Santo Dios Bendito.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Fui construyendo un zurrón de lascivia en el que también iban cayendo las tardes de la revista. Y una de aquellas tardes, cuando de la oficina del director salían las oleadas de perfumes y las carcajadas femeninas, entraron a saco las pezuñas del demonio en mi ya desprotegido ánimo. Cerúlea la madre, rubicunda la hija. Risa profunda la madre, lúbrico bizqueo la hija. Habrían de volver, una y muchas veces más a la redacción.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Después de la cena y la tertulia el silencio mayor cobija la residencia. Los pasos, las puertas, los grifos, las toses. Todos los ruidos adquieren volumen A una misma hora todos los días la tiniebla la envuelve. Sólo la luz de aceite del Señor en el tabernáculo ilumina en la ciudadela cerrada. El sueño y la gracia. Duerme la familia bajo el techo que el Señor Bueno y Munífico ha deparado. Nada ha de turbar el camino de espinas y de rosales florecidos. Pero aquella aciaga tarde erré el rumbo. La madre y la hija alborozadas me invitaron a su casa a tomar una copa. Salí en volandas de ambas, en medio de las dos.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Varias horas transcurrieron entre un automóvil enorme, negro, mullido y de dotación oficial. De aquí para allá y de allá para acá. Primero la abuela, que salía del salón de belleza, luego la hija menor que salía del colegio y luego la otra hija que salía del psicoanalista.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">En el viejo caserón que habitaban las aparatosas damas, las esperaban amistades de la madre y de las hijas. Se formó un jolgorio. Voces y risotadas. Sonrisas y miradas. Manos y manitas. Torbellino de alcoholes y tabaco.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Corrían los punteros del reloj. No los miraba, o no les hacía caso. Una pared. Una amnesia. Adelante.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Iríamos a comer a un restaurante. Ya estaba embarcado en ello. Prohibido y más que prohibido. Pero la voluntad no estaba de parte del santo. Las pezuñas del demonio campeaban.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Condumios a la carta. Grandes fuentes de ensalada, vino botella tras botella. Perfumes, gritos, brindis. Van y vienen las caricias, por encima y por debajo de la mesa. Pie descalzo que quiere subir pantalón arriba. Manos que se esconden, que se pierden. Risas y más vino. Y ahora, a bailar.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Traspasamos las puertas del gran salón abarrotado. La música ensordece. Nos entendemos por señas en busca de una mesa. La hija me lleva por el brazo. El acompañante de la madre gesticula con el camarero. quien nos conduce a una mesa al lado de la orquesta, y abierta otra botella, después de los primeros sorbos, la pista se hace chica para tanta gente. Sudo la gota gorda. Hay que bailar. Y bailo.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">En un bolero cuando ya la lubricidad insoportable me ha hecho perder la memoria, me susurró al oído.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">—Si de verdad me quieres llama a la Residencia y diles que estás aquí conmigo y que no irás esta noche a dormir.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">En la tiniebla de la media noche, en el oratorio la lamparilla del Señor debió temblar a los timbres insistentes del teléfono.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El director se quedó mustio.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Me entregué frenético al baile y mi alma se perdió en la noche.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La trasgresión había sido mayúscula. Ocasión de escándalo. En la revista los empleados sonreían maliciosos y miraban de reojo. El inmenso automóvil oficial parqueaba todas las tardes frente a la redacción. En él me sumergía alegremente..</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Poco duró el gozo. Poco y menos que poco.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Pronto la revista me comunicó por carta la suspensión del cargo.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Continuó el deliquio amoroso. Poco tiempo. Poco.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Una tarde de sábado me dejó plantado a la entrada de un teatro. La llamé desde un teléfono público. Sin más, leyó un poema que hablaba de despedida irremisible. Le suplique. Se rió. Y ambos colgamos el teléfono.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Esa noche lloré amargamente entendiendo que había vuelto otra vez a la casa de mi abuelo y estaba durmiendo en la cama del difunto. Ni amor ni santidad.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Me levanté tarde al día siguiente.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Y me di a caminar las calles.</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 17.0px; text-align: center; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 17.0px; text-align: center; text-indent: 28.4px;">Fin</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 17.0px; text-align: center; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 17.0px; text-align: center; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: normal normal normal 16px/normal 'Adobe Garamond'; line-height: 20px; margin-bottom: 0px; margin-left: 28.4px; margin-right: 0px; margin-top: 3px; min-height: 17px; text-align: left; text-indent: 28.4px;">Pulecio Mariño, Gabriel -<i> Cuerpos gloriosos</i> (novela)<span class="Apple-style-span" style="color: red;"> <span class="Apple-style-span" style="color: red;"><a href="http://es.scribd.com/doc/59822410/Gabriel-Pulecio-Marino-Cuerpos-gloriosos-novela">[pdf]</a></span></span><br />
<span class="Apple-style-span" style="color: red;"><br />
</span><br />
Portada: Claudia Guzmán Pardo</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 17.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><i></i></div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 17.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><i></i></div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 17.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><i></i></div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"></div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 17.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 17.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 17.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Adobe Garamond'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 17.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div>estafetahttp://www.blogger.com/profile/10314797590011827695noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4391952270751641520.post-73439768451603582732011-05-20T07:15:00.000-07:002011-05-20T07:15:31.446-07:00Phillippe Quéau – Virtudes y vértigos de lo virtual<div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br />
</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEinR5uFLQjxLAn7_NqylBFa-hYDcd2BRMY9nez3V0X-3Qq4gffZqL2UpEFvFDwgUwXSwYhE-OBXGxA3_ohfjkaJf1Fvc3l6PNzQia9N8jQ2nYO6IVlTcUWiOhmFT3hgaKGUVLJhfUnTmj8/s1600/portal.unesco.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="150" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEinR5uFLQjxLAn7_NqylBFa-hYDcd2BRMY9nez3V0X-3Qq4gffZqL2UpEFvFDwgUwXSwYhE-OBXGxA3_ohfjkaJf1Fvc3l6PNzQia9N8jQ2nYO6IVlTcUWiOhmFT3hgaKGUVLJhfUnTmj8/s200/portal.unesco.jpeg" width="200" /></a></div><div style="text-align: center;"><br />
</div></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><i>El número - El espacio - La mediación - Lo sensible y lo inteligible - La distancia - El lugar - El abismo </i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">De «mundo virtual» a «realidad artificial», de «entorno sintético multisensorial» a «ciberespacio», no faltan las expresiones con colorido para designar uno de los avances más recientes y prometedores de la infografía. Las imaginerías «virtuales», basadas, por un lado, en las técnicas de síntesis de imágenes en tiempo real y, por otro, en las de visualización estereoscópica, constituyen una herramienta de representación del mundo capaz de ejercer una influencia profunda en nuestra forma de trabajar, de informarnos y de distraernos. La influencia de lo «virtual» en nuestra civilización de flujos de información irá creciendo y acabará, sin duda alguna, alterando para siempre nuestra «visión del mundo»; algo que, por otra parte, no está exento de riesgos. La primera parte de esta obra pretende describir los avances tecnológicos en que se basan los mundos virtuales, presentar las principales aplicaciones operativas o las que pronto serán una realidad, evocar las perspectivas más probables a corto y medio plazo y abordar las cuestiones filosóficas y éticas que el inevitable desarrollo de los mundos virtuales irá produciendo en nuestra cultura. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">¿Cómo definir un «mundo» o «entorno virtual»? Un mundo virtual es una base de datos gráficos interactivos, explorable y visualizable en tiempo real en forma de imágenes tridimensionales de síntesis capaces de provocar una sensación de <i>inmersión en la imagen. </i>En sus formas más complejas, el entorno virtual es un verdadero «espacio de síntesis», en el que uno tiene la sensación de moverse «físicamente». Esta sensación de «movimiento físico» puede conseguirse de diferentes formas; la más frecuente consiste en la combinación de dos estímulos sensoriales, uno basado en una visión estereoscópica total y el otro en una sensación de correlación muscular, llamada «propioceptiva», entre los movimientos reales del cuerpo y las modificaciones aparentes del espacio artificial en que se está «inmerso». Por ejemplo, en el caso más sencillo, un paso hacia delante en el mundo real puede traducirse en un paso hacia delante virtual en el mundo virtual. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La visión estereoscópica total se obtiene con un casco de visualización provisto de dos diminutas pantallas de cristal líquido situadas delante de los ojos. La correlación propioceptiva entre el cuerpo del observador y el espacio virtual se obtiene mediante varios sensores de posición colocados en la cabeza y los miembros. El ordenador que controla el sistema conoce en todo momento la actitud del observador, la dirección de su mirada o su mímica gestual. El movimiento más pequeño, el gesto más leve, pueden ser analizados por el ordenador y desencadenar una serie de programas asociados a dicho gesto o movimiento. Se produce, pues, una hibridación íntima entre el cuerpo del espectador-actor y el espacio virtual en el que está inmerso. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Todo acto del cuerpo se traduce en una modificación correlativa del espacio tridimensional que lo rodea por todos lados gracias al casco estereoscópico integral. E, inversamente, toda imagen tridimensional que flota virtualmente «alrededor» del observador puede servir de base y pretexto a nuevos actos gestuales. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Los más sencillos sistemas de simulación virtual sólo cuestan unos pocos cientos de miles de pesetas, aunque se espera una considerable caída de los precios, debido al auge de la tecnología RISC, que muy pronto pondrá la síntesis de imágenes en tiempo real (y por lo tanto, los mundos virtuales) al alcance de los ordenadores personales. Por su propia naturaleza, los cascos de visualización se diseñan para ser portátiles. La imaginería virtual, pues, está concebida para que se la pueda transportar fácilmente a cualquier lugar: una obra en construcción o un quirófano, a bordo de un helicóptero de combate o debajo de una plataforma petrolífera. Antes de que termine la década, el casco virtual se habrá convertido en un equipo corriente y cómodo que permitirá al gran público experimentar a bajo coste unas paradojas espaciotemporales apenas concebibles hasta entonces y descubrir eficaces formas de pedagogía tridimensional así como juegos «estupefacientes», en todos los sentidos de la palabra. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Hay que tomar en serio los mundos virtuales. No son carísimas juguetes reservados a los pilotos de caza y a los astronautas, ni un divertido epifenómeno, ni un recreo fútil, ni una consecuencia menor de la considerable revolución infográfíca. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Lo «virtual» nos propone otra experiencia de lo «real». De repente, la noción comúnmente percibida como «realidad» se ve puesta en tela de juicio, al menos en apariencia. Las realidades «virtuales» no son irreales, poseen cierta realidad, aunque sólo sea por los fotones que golpean nuestra retina y las sacudidas que nos infligen los simuladores. Las experiencias virtuales son <i>a priori </i>asimilables a las experiencias sensoriales «reales» que vamos acumulando «naturalmente». Las imágenes virtuales no son simples ilusiones virtuales, imaginerías de representación pura. Al contrario, es posible visitar, explorar e incluso «palpar» (con sistemas de retorno de esfuerzo, como los desarrollados en el marco del proyecto GROPE, de la Universidad de Carolina del Norte, en Chapel Hill) estas realidades «virtuales». En consecuencia, siempre que uno las experimente con la perseverancia y la inventiva de un recién nacido que aprende a descubrir su cuerpo, podemos apostar por el descubrimiento de nuevas perspectivas geométricas, la aprehensión de correlaciones espaciales todavía no concebidas, la revelación de potencialidades psicoperceptivas insospechadas. Los mundos virtuales son totalmente sintéticos; se les puede programar como se desee y, por lo tanto, son un instrumento perfecto para explorar nuevos espacios, por ejemplo los no euclidianos. En el mundo hay muchas cosas no euclidianas. como el borde de un agujero negro, la palpitación de un quark o el estremecimiento fractal de una nube. En estas experimentaciones inclasificables es donde los «mundos virtuales» nos harán vivir. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Los «mundos virtuales» van a popularizarse muy rápidamente por un doble motivo: la disminución rápida del precio de los equipos y el creciente deseo del público de probar las nuevas y espectaculares formas de diversión que la pequeña pantalla, a pesar de la «alta definición», apenas podrá proponer. Las grandes aplicaciones previsibles de los «mundos virtuales» recogerán y desarrollarán las principales aplicaciones de las imágenes infográficas: simulación, concepción, modelización pero también ficción, animación y arte. Sin embargo, a pesar de este evidente parentesco con la infografía, las técnicas virtuales no son simplemente una forma mejorada de mostrar imágenes de síntesis. En el sistema virtual el papel predominante del cuerpo como elemento activo y motor, y no ya simplemente como receptor pasivo e inmóvil, aporta una dimensión absolutamente nueva respecto a las técnicas clásicas de representación espectacular, como la televisión y el cine. Las técnicas virtuales transportan el cuerpo del espectador-actor al seno del espacio simulado, le ofrecen el medio más natural, el menos codificado lingüísticamente, de incorporar las nuevas imágenes, de vivirlas desde dentro. Le proyectan en un universo simbólico y real, que él puede ligar o desligar, isomorfo o paradójico, fisicoquímico o poético-onírico. El espectador puede adoptar el punto de vista del misil o de la mantis religiosa, animar el cuerpo de la campeona de gimnasia, encarnarse físicamente en los dedos del pianista o en las fauces del león. Yana se trata simplemente de contemplar, a distancia y frontalmente, la imagen <i>de </i>algo, sino de introducirse <i>en </i>los intersticios de una realidad compuesta, mitad imagen, mitad sustancia. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La cuestión fundamental que se plantea es, pues, la del estatuto exacto de esta realidad «intermedia». </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Convendrá cuestionarse acerca de la naturaleza profunda de las realidades «virtuales» para valorar cuáles son las vías de exploración artísticas o científicas más apropiadas para este nuevo medio de comunicación. Sería un grave riesgo contentarse con aprehender las novedades técnicas contando con la buena fe de aquellos que tienen un interés en promoverlas, dentro de los actuales marcos ideológicos. Tomando lo virtual en serio, ¿no iríamos a caer en una ingenua apología de una tecnología más, después de la fibra óptica y la televisión de alta definición? No lo creemos. El ámbito de la simulación virtual es extenso y sus prolongaciones metodológicas trastocarán un gran número de ideas asumidas. Este libro pretende catalogar las preguntas que ya se pueden plantear respecto a lo virtual e intentar, en una segunda parte más teórica, evaluar las posibles bases de una <i>estética </i>de lo virtual. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">A estas alturas, nos parece indispensable un esfuerzo de rigor semántico. En efecto, asistimos a una proliferación de expresiones aproximadas, perezosas e incluso peligrosas por este mismo laxismo. Por ejemplo, parece que expresiones muy periodísticas como «realidad artificial», «realidad virtual» o incluso «telepresencia» fomentan el análisis superficial y cierta falta de discernimiento criteriológico, justo en el momento en que más necesitamos instrumentos conceptuales que nos permitan orientarnos en medio de las falsas apariencias y los verdaderos simulacros y nos impidan confundir la gimnasia virtual con la magnesia real. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La expresión «telepresencia», por ejemplo, es peligrosa por ambigua. Coloca en un mismo plano problemas de distintas categorías y tiende a ocultar matices importantes entre las diversas formas de contradicciones entre presencia y ausencia, presencia y representación y presencia y distancia. «Telepresencia» es un verdadero «oxymoron», como les gusta decir a los anglosajones, al menos los que no han olvidado a los clásicos. En contra de todo sentido común, la noción intrínsecamente contradictoria de «telepresencia» tiende a dar crédito a la idea de una «presencia» a distancia, cuando en realidad la «presencia» es lo contrario de «distanccia» y lo único que se transporta «a distancia» son representaciones. Por definición, la presencia no es una representación ni es una distancia, </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La verdadera cuestión que plantean las técnicas virtuales y, en general, todas las técnicas de <i>representación a distancia </i>es la del nivel de representación utilizado, es decir, el grado de modelización del fenómeno transportado. En la mayoría de los casos clásicos no hay modelización. El teléfono y la televisión transportan representaciones <i>analógicas: </i>la señal transmitida es <i>análoga </i>al fenómeno representado. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Asimismo, la puesta en común a distancia de representaciones virtuales (los llamados «mundos virtuales compartidos») rompe dos veces la analogía. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Por una parte, las imágenes empleadas son esencialmente digitales, ya que surgen de modelos lógico-matemáticos y, por otra parte, ya no se trata de <i>representaciones </i>propiamente dichas sino más bien de <i>simulaciones. </i>Las imágenes tridimensionales «virtuales» no son representaciones analógicas de una realidad ya existente, sino simulaciones numéricas de realidades nuevas. Estas situaciones son puramente simbólicas y no se las puede considerar fenómenos que representan una verdadera realidad, sino más bien ventanas artificiales que nos dan acceso a un mundo <i>intermedio, </i>como diría Platón, o a un universo de <i>seres de razón, </i>como diría Aristóteles. Sin embargo, tenemos derecho a esperar un aumento de la inteligibilidad de esta reducción simbólica, que también es una reducción de la realidad. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Por ello, preferiremos a todos los neologismos apresurados el concepto de <i>simulación virtual </i>que, a nuestro parecer, parece describir mejor la auténtica originalidad de estas nuevas formas de representación sin inducirnos a la vez a considerar estas «realidades intermedias» como realidades «sustanciales». Frente a los diversos niveles de «realidades», son posibles dos actitudes: asustarnos ante los peligros añadidos de la pérdida de realidad, de la «diversión» en el sentido de Pascal o, por el contrario, entusiasmarnos con-las posibilidades de esta nueva técnica de simulación del mundo. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La riqueza de posibilidades que se abren con los mundos virtuales no debe analizarse solamente desde el punto de vista tecnológico. Las tecnologías evolucionan demasiado rápido como para constituir un terreno lo bastante estable donde fundar una verdadera inteligencia de las cosas. Nuestro interés por las técnicas de la simulación virtual no es primeramente técnico, sino filosófico y estético. Los mundos virtuales dan un sabor nuevo a antiguas cuestiones y las condimentan según el gusto actual. Tomemos nociones filosóficas como el número, el espacio, la mediación, lo sensible, lo inteligible, la conciencia, el lugar: todas ellas proyectan una emocionante luz filosófica sobre la verdadera naturaleza de los mundos virtuales y, a cambio, reciben de su desarrollo empírico extraños resplandores y estimulantes destellos. Evoquemos algunos de ellos. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><b></b></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><b>El número </b></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">No debe olvidarse nunca que las técnicas de representación virtual son esencialmente <i>numéricas. </i>A diferencia de las técnicas básicamente analógicas, como la fotografía o el vídeo, las imágenes numéricas no participan directamente de lo real. Son enteramente creadas por el hombre, o más exactamente, por manipulaciones simbólicas, lenguajes lógico-matemáticos, modelos... Esta es la razón tanto de su fuerza como de sus límites. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El «número» es un invento muy antiguo. Pero lo más turbador es que las preguntas sobre el «número» y sus capacidades de explicación o de interpretación del mundo han formado parte del origen de la primera manifestación histórica del espíritu filosófico. Pitágoras, el primer filósofo de la historia, veía en el número la materia y el molde del mundo. Para los pitagóricos, el <i>número </i>(arithmos) tenía el mismo sentido que el <i>verbo </i>(logos). </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Esta equivalencia conceptual podría convenir a los<i> </i>defensores puros y duros de la posibilidad de una verdadera «inteligencia artificial». A otros les podría llegar a parecer hasta blasfema. Para nosotros esta cuestión sigue siendo una piedra de toque. No hay que dudar en juzgar la naturaleza profunda del «número» con el rasero del «verbo», si pretendemos atribuir a las representaciones «numéricas» su justo peso de verdad. Dicho de otro modo, la cuestión consiste en saber qué clase de «verdad» pueden darnos a conocer, o a comprender, las representaciones digitales (de las que surgen los mundos virtuales). </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><b></b></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><b>El espacio </b></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Los mundos virtuales pueden hacemos experimentar «espacios artificiales». El cuerpo puede desplazarse físicamente en un mundo simulado. Se da una correlación aparente entre los movimientos del cuerpo y las impresiones visuales experimentadas como consecuencia. La escena virtual obedece a las leyes del espacio euclidiano, lo que permite obtener ilusiones de un «realismo» sobrecogedor. Pero también se puede tocar <i>ad libitum </i>el teclado de las paradojas espaciales y proponer experiencias desconcertantes. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Para Emmanuel Kant, el espacio es una representación necesaria <i>a priori </i>que sirve de fundamento a todas las intuiciones externas. Según él, la inexistencia del espacio es inconcebible. E incluso el espacio se convierte, desde ese punto de vista, en una condición de posibilidad de los fenómenos, como es la condición subjetiva de nuestra sensibilidad. El espacio no representa una propiedad de las cosas en sí, ni éstas en su relación entre sí, Es la condición previa de la relación del sujeto a las cosas. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">En cambio, en los mundos virtuales, el espacio deja de ser una forma <i>a priori. </i>Él mismo se convierte en una <i>imagen </i>que hay que formalizar, modelar. Podemos darnos con toda libertad un espacio euclidiano, un espacio de Riemann o de Lobatchevsky o incluso un espacio con propiedades arbitrarias. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Esto implica la posibilidad de una recomposición y de una redefinición permanente de las relaciones espaciales entre los objetos. Éstos ya no se contentan con habitar en un espacio. Lo constituyen tanto como son constituidos por él. El espacio deja de ser un substrato intangible. Se vuelve objeto de modelaje en interacción constante con los otros objetos modelados. El espacio virtual, mientras se tiene experiencia de él, es una imagen (la de un modelo) y no una realidad sustancial. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Éste es un punto importante. Las realidades virtuales no son objetos sustanciales, sólidos, como una mesa o una manzana. Que no sean «sólidas» ;significa acaso que son «líquidas», «Viscosas» o «gaseosas»? ¿O bien son realidades totalmente metafóricas. Una forma de contestar es considerar su capacidad de mediación. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><b></b></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><b>La mediación </b></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El concepto de mediación es fundamental. Si queremos establecer una relación entre dos cosas o dos seres, es imprescindible una mediación un intermediario. La mediación es lo que permite crear una relación entre dos cosas. Esta relación puede ser real o simbólica o incluso híbrida. De cara a los mundos virtuales, caben dos preguntas: ¿qué clase de mediación puede obtenerse de ellos? y ¿cómo pueden servir por sí mismos de mediación y de intermediarios? </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La primera pregunta es simplemente técnica y basta evocar todo el arsenal de sensores y dispositivos de respuesta para intuir la gran variedad de herramientas de mediación material previsibles. Contestar a la segunda pregunta es más delicado. Como «imágenes», ¿pueden los «mundos virtuales» ser mediadores «reales» o simplemente «simbólicos»? Por otro lado, al ser híbridos y estar relacionados con nuestro cuerpo, ¿siguen siendo simplemente «imágenes»? Aquí resulta muy importante comprender bien el concepto de «mediación real». La mayoría de las imágenes sólo nos proponen ilusiones de mediación. Estas falsas mediaciones no hacen sino engañarnos, «divertirnos». También podríamos llamarlas «ídolos». Sin embargo, algunas imágenes pueden ser verdaderas mediadoras. Son los «iconos». Son aquellas que nos mueven o nos conmueven. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Para entenderlo mejor, miremos el fuego en el hogar, contemplémoslo y luego fotografiémoslo, filmemos sus chispas. La <i>imagen </i>del fuego no nos calienta. No mediatiza de verdad. En cambio, el <i>calor </i>del fuego, que ni siquiera es su imagen, crea una verdadera mediación, introduce una relación más sustancial entre el fuego y nosotros que cualquier imagen. ¿Son inútiles, pues, las imágenes? El calor nos calienta, desde luego, pero por ello mismo nos impide coger la brasa, tocar las ascuas, remover la ceniza. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La imagen permanece fría. Nos informa sin quemarnos. ¿Qué expresa esta metáfora? Las imágenes y, en "general, las representaciones «clásicas», sólo adoptan la «forma» de su modelo, no su sustancia. El caso de los mundos virtuales es más complejo. Como ya hemos dicho, no son simples representaciones. En determinadas condiciones, pueden sumergirnos en una ilusión <i>funcional </i>de lo real con modalidades más o menos ricas. La cuestión se plantea, pues, en los términos siguientes: ¿la mediación que nos ofrecen los mundos virtuales puede llegar a «calentarnos» o hasta a «quemarnos»? ¿O sólo es una imagen más, a medio camino entre señuelo e ilusión, entre información y deformación? La respuesta será seguramente intermedia, como veremos más adelante. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><b></b></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><b>Lo sensible y lo inteligible </b></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Entre un sujeto y el mundo pueden darse varias mediaciones, por ejemplo, la de lo sensible y la de lo inteligible, la mediación de los sentidos y la de la inteligencia. En el mundo de las imágenes de síntesis y de los entornos virtuales resulta más adecuado hablar de la mediación de las imágenes y de la de los modelos. Las imágenes permiten la percepción sensible de modelos inteligibles. Un modelo es una concepción formal, anotada con símbolos lógico-matemáticos y memorizada en forma de programa informático. La imagen es la representación sensible por la cual se puede intentar comprender el modelo. Así, se da un dualismo en la representación. La imagen propone una representación visible y el modelo una representación inteligible. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Los entornos virtuales no se libran de este dualismo. Por un lado, está la experiencia «sensible» del mundo virtual, cuando uno «anda», «oye», «ve», «toca»... Por otro, está el modelaje formal, inteligible, previo a la síntesis de la imagen. . </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Es fundamental entender bien el dualismo de lo sensible y de lo inteligible, de la imagen y del modelo, para entender las nuevas condiciones de la experiencia en los mundos virtuales. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Así, el punto importante es que la experiencia sensible de lo virtual está funcionalmente ligada a su comprensión «inteligible» y viceversa. El modelo y la imagen se constituyen mutuamente. Hay un vaivén permanente entre la inteligibilidad formal del modelo y la percepción sensible de la imagen. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Dicho de otro modo, el mundo virtual se modela y se entiende al ser experimentado a la vez que se deja ver y percibir volviéndose inteligible. La mediación de los mundos virtuales nos permite percibir físicamente un modelo teórico y comprender formalmente sensaciones físicas. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><b></b></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><b>La distancia </b></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El dualismo del modelo y de la imagen, de lo inteligible y de lo sensible crea, de hecho, cierta <i>distancia </i>entre el sujeto y el mundo virtual, entre la comprensión y la percepción. Esta «distancia» es de una naturaleza nueva, y en ello consiste el mayor interés de los mundos virtuales, pero también su peligro. En el mundo real también podemos situarnos a cierta distancia de las cosas y de nosotros mismos. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La distancia a la que uno se mantiene de las cosas es una forma de resistencia a la banalidad euclidiana, a la conformidad del espacio normalizado. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">De esta distancia surge la conciencia. <i>Estar en </i>el mundo y no simplemente <i>ser del </i>mundo significa aprender a mirar alrededor, a mirarse a sí mismo, es decir, a considerarse. <i>Estar en </i>el mundo es vivir la distancia entre estar y existir, es sentir la relación que se establece por esta misma distancia, es morar en este intervalo entre sí y sí, entre el pensamiento y la conciencia. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La cuestión es analizar cómo los mundos virtuales pueden renovar nuestras maneras de distanciarnos, cómo pueden jugar con ese intervalo y con qué fines. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Si la conciencia surge de la resistencia a la evidencia de las cosas, si se enriquece de nuestro retraimiento del mundo, es porque retirarse, extraerse de las cosas, supone también abstraerse de ellas. Distanciarse conlleva adoptar un punto de vista, tomar una posición, proponerse una intención. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El idioma japonés tiene una palabra llena de sentido para referirse a ese concepto de distancia, de intervalo entre las cosas o los seres: <i>ma (M). </i>La distancia o intervalo permite no «comprometerse», permite evitar los contactos indebidos, las mezclas y las confusiones que nos impone el mundo euclidiano por el simple hecho de su lógica espacial, fría, de yuxtaposición. . </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La distancia nos permite despegarnos del estar y acercarnos al existir. Nos da la conciencia del lugar. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><b>El lugar </b></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Numerosas experiencias de los mundos virtuales presentan lugares imaginarios, espacios simbólicos. ¿Cuál es la naturaleza de estos lugares «virtuales»? No están en «alguna parte» puesto que podemos simularlos en cualquier sitio e incluso uno puede ,llevárselos consigo. Por otra parte, no son, necesariamente «coherentes», es decir, no tienen por qué corresponder forzosamente a la idea intuitiva que uno se hace de un lugar real (coherencia espacial, invariabilidad en cualquier transformación, estabilidad en el tiempo). </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Por supuesto, estos espacios virtuales pueden ser modelados de forma que simulen lo real, pero podrían igualmente serlo de forma arbitraria, sin ninguna razón necesaria. Entonces, ¿cuál es la diferencia filosófica entre un lugar real y uno virtual? </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La diferencia es que un lugar real nos da una <i>base, </i>nos asegura una <i>posición. </i>Esta base y esta posición son condiciones de existencia y de conciencia. La posición (en el espacio real) no es un mero atributo de la conciencia, sino una condición previa a ella. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El lugar real está íntima y sustancialmente ligado al cuerpo. No ocurre así con los lugares o espacios virtuales. En efecto, nuestro cuerpo ni es virtual ni podrá serlo nunca. El cuerpo no es ni un símbolo ni un síntoma de la posición de nuestra conciencia es, un punto particular del espacio-tiempo, el cuerpo es la posición en sí.</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Entonces, ¿podemos abstraernos de nuestra <i>posición? </i></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Si fuésemos descuidados o demasiado crédulos los mundos virtuales podrían hacernos creer que el contrario de la posición es la libertad total, formal, que ellos permiten. Volar en el espacio, liberarse las obligaciones de lo real; éste es el terreno fluido y metamórfico que los mundos virtuales nos harían descubrir fácilmente Pero eso no es sino una antítesis <i>relativa </i>del concepto de posición . </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El contrario de la <i>posición </i>que el mundo real nos impone, nos asigna, es lo que nos permite liberarnos de él, desatarnos de él, despegarnos de él de verdad. Es lo que realmente nos mueve, y lo que mejor nos mueve es lo que nos conmueve. Los mundos virtuales no pueden abolir nuestra <i>posición </i>en el mundo real, pero ¿pueden conmovernos? ¿Cómo? </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><b></b></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;"><b>El abismo </b></div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">Al trasladarnos a lo virtual, no abandonamos realmente <i>lo </i>real. Hay que abandonarlo de forma imaginaria, hay que lanzarse al vacío. <i>El </i>contrario «virtual» de una posición «real» es la impresión de su abolición, es el vértigo del abismo. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">En alemán, el abismo es <i>Abgrund, </i>que se opone al <i>Grund </i>la <i>base, </i>pero también la <i>razón, </i>como nos recuerda Heidegger. Si los mundos virtuales han de apasionarnos será con la condición de demostrarnos que pueden darnos el sentido del vértigo la emoción del abismo. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">La creación de mundos virtuales capaces de hacernos sentir nuevas formas de «abismos» sería la mejor prueba de su importancia epistemológica y artística. Los vértigos virtuales serán tal vez un nuevo «opio» para los sedientos de huida fuera del mundo. También serán la condición de una visión más aguda y más segura de lo real. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify; text-indent: 28.4px;">El que haya padecido vértigo o «saltado al abismo», aunque solo sea en sueños, al volver, no podrá sino mirar a su alrededor con una mirada aguda y tranquila. </div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 18.0px; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font: 16.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><a href="http://fr.wikipedia.org/wiki/Philippe_Qu%C3%A9au">Phillippe Quéau</a></div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; text-align: justify;">En Quéau, Philippe. <i>Lo virtual. Virtudes y vértigos</i>. Ediciones Paidós. Barcelona. 1995, pags. 15-26. Traducción de Patrick Ducher.</div><div style="font: 14.0px 'Times New Roman'; line-height: 20.0px; margin: 3.0px 0.0px 0.0px 28.4px; min-height: 16.0px; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font: 10.0px 'Times New Roman'; margin: 0.0px 0.0px 10.0px 0.0px; min-height: 11.0px;"><br />
</div>estafetahttp://www.blogger.com/profile/10314797590011827695noreply@blogger.com2